1 MUJER OH!
DIANA SURIEL NÚÑEZ
diana.suriel@listindiario.com
La mano izquierda
Todos quedamos conmocionados. El mundo
prácticamente se paralizó en estupor, luego
llegó la movilización. Personas sin importar
clase, raza o credo lamentaban y lloraban
uno de las peores tragedias vistas en los últimos
años. Era el martes 12 de enero, un día como
todos, sin nada específico, sin nada especial. En
la isla el sol deslumbraba como de costumbre
aunque un inusual frío provocaba los aplausos de
gran parte de una población cansada del calor.
ERAN CASI LAS 5:00 DE LA TARDE CUANDO
muchos comenzaron a sentirse mareados, otros se
percataron de que ciertamente la tierra temblaba.
Unos cuantos (dentro de los que me incluyo) no
nos dimos por enterados, hasta que una alarma
de tsunami nos gritó en la cara que una desgracia
de magnitudes catastróficas había sepultado
literalmente a Puerto Príncipe, capital de uno de
los países más pobres del mundo. Se convirtió
en polvo y escombros, en lágrimas y lamentos,
dejando una sensación de pérdida y desemparo
que no acepta explicación posible.
Nuestro país respondió de manera admirable,
el mundo entero puso manos a la obra. Todos
sin excepción han tendido una mano a Haití.
Cuba liberó su espacio aéreo para que aviones
Cuando decidas ayudar,
que no sepa tu mano
izquierda lo que hace tu
derecha.
norteamericanos pudieran evacuar damnificados.
Clinton, Bush y Obama, juntos en la Casa Blanca,
delimitaron recursos y un plan de acción: “Haití,
no te dejaremos solo” es la consigna. Naciones
poderosas han dispuestos millones de euros
en ayuda. Voluntarios de todas partes han
manifestado un espíritu de ayuda sin par a favor de
la hermana nación.
TELETONES SE HAN REALIZADO alrededor
del globo terráqueo recaudando insumos de todo
tipo. Importantes figuras han prestado su apoyo
incondicional logrando su cometido, haciendo que
todos aporten su granito de arena.
La reconstrucción de Haití tendrá un costo de más
de 30,000 millones de euros, y es un hecho. En
un plazo de 10 años se estima que su capital estará
reconstruida, y, sin dudas, será un mejor país. El
mundo demostró que sí se puede, las naciones
poderosas han demostrado que unidas pueden
hacer mucho por los países con menos suerte.
Lo irónico de todo esto es que me hace pensar en
lo que ha hecho falta para que muchos pongan
sus ojos en esta dolida y maltratada nación. Hizo
falta una tragedia de increíble magnitud para
que el mundo despertara y decidiera tender su
mano. ¿Hizo falta esto para que comenzáramos
a llamarlos hermanos? Yo admiro mucho a la
gente que tiene un espíritu incansable para ayudar
al prójimo, se encuentre o no se encuentre en
problemas. Admiro mucho a la gente que tiene el
valor de salir al frente y toma la acción, dejando
atrás los lamentos y las lágrimas por más difícil
que sea. Lamentablemente esta “especie” se verá
siempre, digamos opacada, por quien decide
aprovechar oportunidades como esta para
disfrazar su deseo de brillar con una actitud de
apoyo al prójimo.
Siempre hay quien pregona y celebra lo que hace
y me parece que esto anula el factor desinterés,
el factor humildad, el factor discreción que debe
identificar a la acción de ayudar.
En su Sermón de la Montaña, Jesús dijo algo que
debería ser practicado más a menudo: “Cuando
des limosna no hagas sonar trompeta delante de
ti como hacen los hipócritas para ser alabados por
los hombres. Cuando tú des limosna que no sepa
tu mano izquierda lo que hace tu derecha”.
La palabra limosna debe ser aquí reemplazada
contextualmente por la palabra ayuda y no debe
confundirse esto con quien desea promover
positivamente el ejemplo. Esto debe ser meditado
por la gente que utiliza situaciones de este tipo
para pregonar, brillar y captar cámara, sobre todo,
solicitando que la gente se sensibilice.
QUIEN QUIERE PRESTAR AYUDA
verdaderamente no necesita un megáfono para
anunciarlo, tampoco necesita que una cámara
fotográfica registre el momento en que brinda su
mano al prójimo. Quien quiere ayudar lo hace y
punto, brinda todo su corazón y no espera que le
reconozcan por lo que dio. Solo espero que cuando
las cosas comiencen a tomar su curso, sigamos
manisfestando el mismo ánimo de ayudar. Sólo
espero que cuando las cosas ya no sean tan
terribles como son ahora, esa misma gente se
mantenga al lado de los sufridos habitantes de
Haití, alentándolos a seguir, acompañándolos
en el dolor de su pérdida. Espero que cuando no
estén las cámaras alrededor, ellos sigan recibiendo
no solo dinero, alimentos y medicamentos,
también amor y apoyo. Espero que cuando
tendamos la mano derecha para ayudar, la
izquierda no se dé por enterada… Espero.