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LA ORGANIZACION ESPONTANEA DE LA ECONOMIA THE SELF-ORGANIZING ECONOMY KRUGMAN CONTENIDO Prefacio PARTE 1 EMBRIONES, TERREMOTOS Y CIENCIAS ECONOMICAS Autoorganizacién en el espacio El modelo Von Thiinen-Mills La teoria del centro El modelo de segregacién de Schelling Dindmica de las edge cities Paisajes complejos La aparicion del orden Un misterio urbano Meteoritos, terremotos y ciudades Simon sobre Zipf Principios de autoorganizacién Orden como producto de la inestabilidad Orden producto del crecimiento aleatorio En qué estamos PARTE 2: AUTOORGANIZACION EN EL TIEMPO Y EN EL ESPACIO 6. Te Dinamica de los sistemas de autoorganizacién Autoorganizacién temporal Dos cuestiones acerca del ciclo econémico Teoria del ciclo econémico no lineal Economia de percolacién Sincronizacién de fases y el ciclo econémico global Modelos de autoorganizacién en el espacio El modelo de las edge cities Un modelo de centro El modelo de crecimiento urbano de Simon 15 15 21 24 32 45 52 55 61 63 67 70 73 75 85 85 88 95 103 105 120 126 VIII / ConteNiDo 9. Reflexiones para una conclusién 10. Apéndice: La evolucién de los centros Morfogénesis urbana: el modelo de las edge cities Un modelo de centro Bibliografia Indice analitico 135 139 139 146 159 163 PREFACIO Cada tanto, el mundo se sume en una profunda recesién econdmica. Algunas de estas crisis de orden internacional obedecen a factores extraeconémicos muy concretos, como guerras o interrupciones en el suministro de petréleo. Por el contrario, otras parecen no obedecer a ninguna causa aparente y resulta dificil explicar el caracter global de su alcance en funcién tnicamente de los vinculos convencionales entre las distintas economias nacionales. Cada “tantisimo”, segun los paleontdlogos, se producen en el mundo extinciones a gran escala que barren para siempre la mayor parte de las especies existentes. Algunas de esas desapariciones obe- decen a factores externos, como ese cometa que se estrellé y fue a coincidir con la desaparicién de los dinosaurios. Sin embargo, otras no han podido atribuirse jamas a ninguna causa aparente. Algunos te6ricos que se dedican a la simulacién de la evolucién por ordena- dor opinan que asi es como debe ser, puesto que sus modelos predi- cen extinciones a gran escala de cardcter ocasional y espontdneo, aun cuando no concurran factores externos que afecten al sistema. iExiste alguna relacién entre los dos parrafos anteriores? ;Qué pueden tener en comin una crisis mundial y una extincién a gran escala? Pues ahi va otra analogia. Si analizamos las magnitudes (indepen- dientemente del sistema de medicién) que corresponden a infinidad de fenémenos fisicos o biolégicos sumamente complejos descubrire- mos que, curiosamente, la adscripcion de esas magnitudes obedece a una ley potencial muy sencilla: el nimero de objetos (terremotos, 2./ LA ORGANIZACION ESPONTANEA DE LA ECONOMIA meteoritos, especies e, incluso, extinciones) cuya magnitud sea supe- rior a S es proporcional a $*, donde a no s6lo es un parémetro mis- terioso sino que, a menudo, sorprendentemente se corresponde con una cifra redonda, como 1 0 2. Entre los ejemplos mas espectaculares de ley potencial cabe mencionar uno més relacionado con las ciencias econdémicas que con la fisica: la distribucién de las ciudades en funcién de su tamafo. En Estados Unidos, el numero de ciudades con una poblacién superior a S es proporcional a 1/S, asi de sencillo: existen 40 ciudades de mds de un millon de habitantes, 20 de mas de 2 millones y 9 (Houston se queda un poco corta) de més de 4 millones de habitantes. Los sociélogos suelen desconfiar de la gente que pretende incor- porar conceptos procedentes de la fisica o la biologia y tienen sus buenas razones, pues la historia de esta clase de empefios —desde el darwinismo social a los sistemas dinémicos— ha sido poco menos que desastrosa. Con todo, puede que la situacién vaya a cambiar gracias a un movimiento interdisciplinario verdaderamente interesante en el que deberian participar también las ciencias econémicas. En los ultimos aiios, el concepto de sistemas de autoorganizacién -esto es, sistemas complejos en los que aleatoriedad y caos parecen evolucionar de una manera espontanea hacia un orden insospecha- do- ha ido adquiriendo cada vez un mayor peso hasta conseguir reu- nir a investigadores de campos muy diversos, desde la inteligencia artificial hasta la quimica, pasando por el estudio de la evolucién y la geologia. Sin embargo, hasta la fecha, por alguna oscura raz6n, este movimiento ha venido pasando por alto las ciencias econdmicas. Por consiguiente, ha llegado el momento de averiguar en qué medi- da se puede sacar provecho de la aplicacién de estas nuevas ideas a ese sistema sumamente complejo, pero indiscutiblemente autoorga- nizado, que llamamos la economia. En este libro trato de mostrar que los modelos de autoorganiza- cién se pueden aplicar a infinidad de fendmenos econdmicos, esto es, muestro que el principio del “orden producto de la inestabilidad”, que rige el crecimiento de los huracanes y de los embriones, puede Prefacio / 3 explicar también la formacion de ciudades y de ciclos econémicos; y que, gracias al principio del “orden producto del crecimiento aleato- rio”, se pueden explicar esas reglas de una sencillez insdlita que des- criben la magnitud de los terremotos, los meteoritos y las areas metropolitanas. Creo firmemente que las ideas de la teoria de la autoorganizacién pueden modificar sustancialmente nuestra manera de concebir la economia y, por lo demés, independientemente de cual vaya a ser su utilidad definitiva, son ideas fascinantes y jugue- tear con ellas resulta tremendamente divertido. Para terminar, un comentario acerca del estilo. Este libro empez6 siendo el texto de las conferencias Mitsui, que di en marzo de 1994 en la Universidad de Birmingham. A pesar de no haber querido conser- var el formato de conferencia, no he querido prescindir de algunas de las libertades que suelen tomarse en esas series de conferencias, lo que explica que este libro esté escrito en un estilo informal y que con- tenga més de una hipétesis descabellada. Con todo, he procurado acertar siempre que he podido y tengo mucho que agradecer a los participantes de los seminarios de Birmingham, UCLA, Chicago y Stanford, que me han ayudado a corregir algunos errores de bulto. Querria dar las gracias especialmente a Mike Woodford, de Chicago, por insistir en que pusiera a prueba una de mis hipétesis favoritas, cosa que terminé en su merecida eliminacién.

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