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BIBLIOTECA DE erent folio Revisi y adaptacién al castellano moderno de la traduccién del Licenciado José Alonso Ortiz, publicada en 1794 por la Redaccién de «Espafia Bancariay. “Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser re- producida, almacenads o transmitida de manera alguna ni por ningin me- dio, ya sea ste electrénico, mecinico, 6ptico, de grabacién magnética o -xerografiado, sin la autorizacién por escrito del editor © Pata la presente edicién, Ediciones Folio (4-1-97) Muntaner, 371-373, 08021 BARCELONA ISBN: 84-413-0524-2 Depésito Legal: B. 37875-1996 Impreso y encuadernado por: Printer Industria Grafica, S.A. Sant Viceng dels Horts (Barcelona) Printed in Spain INVESTIGACION DELA NATURALEZA Y CAUSAS DELA RIQUEZA DE LAS NACIONES LIBRO IL Dz LA NATURALRZA, ACUMULACION Y EMPLEO DE 108 FONDOS 0 (CAPITALES INTRODUCCION En aquel rado estado de sociedad, en que no se verifica division del trabajo, en que apenas es conocida la permutacién y en que cada hombre se provee por sf, inmediatamente, de todo lo que le hace fal- ta, no os necesario acumular o tener incorporado un fondo con que girar los negocios de la sociedad.'Cada hombre, de por sf, procura socorrer sus necesidades ocasionales conforme se le presenta, a ex- pensas de su propia industria, Cuando esté hambriento sale los bosques de eaza; cuando el vestido se desgasta cubre su’ cuerpo con la piel del primer animal grande que mata; y cuando su pobre choza Principia @ arruinarse la repara, del modo que puede, con Jos tron- os 0 con los arbustos que cerca de su habitacién encuentra. Sin embargo, una ver introducida le divisién del trabajo, el pro- ueto del de cada hombre, en particular, no aleanza a socorrer todas sus necesidades, sino una poreién muy pequeia de elles, y la mayor ia con el del trabajo de los otros hombres, que aquél compra 0 adquiere eon el producto 0 con el precio del producto, que es lo mismo, del trabajo propio, Pero como dicha adquisicién no Puede hacerse hasta que el producto de este ‘iltimo no sélo se haya 6 aban surrE, completamente efectuado, sino efectivamente vendido, es necesario acumular en varias partes un fondo de diferentes géneros y merea- Gerias, suficiente para mantener al trabajador y para surtirle de materias e instrumentos de su labor, hasta que se verifiquen @ lo ‘menos aquellas dos circunstancias. Un tejedor, por ejemplo, no pue- ae aplicarse a su peculiar ejercicio, si de antemano no ha procurado juntar en alguna parte, bien en poder suyo, bien en poder de otro, ‘un fondo sufleiente para mantenerse y para proveerse de materiales © de instrumentos de su oficio, hasta que no sélo haya acabado de fabricar su tejido, sino vendido su manufactura. Esta acumulacién no puede menos de ser previa a la aplicacién total a aquel género de industria, para poder dedicar todo su tiempo @ su oficio o nego- ciacién peculiar. ‘Ast como la acumulacién de un fondo, segiin el orden natural de las cosas, debe ser previa y antecedente a la division del trabajo, as{ éste s6lo puede irse subdividiendo @ proporeién del fondo que ‘vaya previamente acumuléndose. La eantidad de materiales que on pueblo puede beneficiar con sus manufacturas se va aumentando a Proporeién que va subdividiéndose més y més el trabajo; y como las operaciones de cada trabajador van gradualmente reduciéndose « mayor sencillez, vienen inventarse eada vez nuevas miquinas que facilitan y abrevian aquellas operaciones. A medida, pues, de los adelantos que va haciendo la divisién del trabajo para dar constante empleo a cierto nimero de operarios, no puede menos de irse acu- ‘mulando un fondo competente de provisiones, y mayor cada vex de materiales ¢ instrumentos, que el que serfa necesario en el rudo es- tado de las cosas o de Ia sociedad. El mimero de operarios, en cada ‘una de las respectivas especies de cualquiera negociacién, se aumen- ta generalmente con la divisién del trabajo en aquel ramo, 0 por mejor decir, el aumento de aquel niimero es el que habilita a los ope- rarios miswos para dividirse en clases y subdividirse en ejercicios. ‘Ast como Ia acumulacién de los fondos es previamente necesaria para evar adelante estos progresos en los principios o facultades productivas del trabajo, asi la propensién de aquella acumulacién es naturalmente la de perfeccionar tales adelantos. El que emplea sus fondos en mantener el trabajo, desea regularmente dirigirlos de ‘modo que fste produzea toda la cantidad de obra posible. Por tanto, procura siempre se haga entre sus operarios la distribueién més eon- veniente.de operaciones, asi.como suministrarles las mejores méqui- RIQUEZA DE LAS NACIONES, — LIBRO Tt z ‘nas que le es posible inventar o adquirir para el intento. Sus faeul- tades, en ambos respectos, son generalmente proporcionadas @ su fondo o caudal, o al mimero de gentes a que es capaz de dar trabajo. ‘No solamente, pues, se aumenta la cantidad de industria en cual- ‘quier pais con el aumento del fondo en ella empleado, sino que, como eonsecuencia de aquel aumento, una misma cantidad de industria produce mucha mayor eantidad de obra. Tales son, en general, los efectos que produce sobre la indus- tria, y sus facultades o principios produetivos, el aumento de los fondos. En el presente Libro se procura explicar la naturaleza de los fondos o capitales, los efectos de su acumulacién en fondos de dis- tintas especies y los que producen los diferentes empleos de estos capitales. Dividese este Libro en cinco eapftulos: en el primero se procura manifestar cusles sean las partes 0 ramos diferentes en que se divide naturalmente el fondo, bien de cada individuo en particu- lar, bien de una gran sociedad en comin; en el segundo se explica Ja naturaleza y operacién de Ia moneda, considerada como un ramo particular del fondo general de Ia sociedad; como el fondo aeumula- do puede emplearse por la persona misma de quien es propio, 0 prestarse para que otra lo maneje, en los capftulos tereero y cuarto procuraremos examinar las operaciones y modos de girarse que se verifiean en uno y otro cas0; el quinto y ‘iltimo trata de los distintos efectos que los empleos diferentes de un capital producen inmedia- tamente en la cantidad, tanto de la industria de un pais, como del producto anual de Ia tierra y del trabajo de la nacién. 8 ADAM SMT CAPITULO I De la divisién del fondo Cuando el caudal o fondo de un hombre es s6lo el suficiente Para mantenerse un corto néimero de dias, o muy poss semanas, rara ver piensa sacar de él ganancia alguna. Lo va consumiendo con Ja mayor economfa posible, y procura adquirir con su trabajo algo més con que poder lenar su lugar antes de acabar de consumirlo. En este caso, su renta o su ganancia no se deriva del fondo, sino de su trabajo, y éste es el estado de la mayor parte de los trabajadores, pobres en todos los paises del mundo. ‘Pero, cuando el hombre posee un fondo suficiente para mante- nerse meses ¥ afios, procura regularmente sacar alguna utilidad de 1a parte principal de su caudal, reservando solamente aquella menor poreién que basta para sustentarle mientras llega el caso de ser efec- tiva aquella ntilidad, con lo que todo su haber, 0 todo su fondo, queda dividido en dos partes distintas, de las cuales, aquella de que se promete sacar Ia ventaja de producto o utilidad, se llama propia- ‘mente capital. La otra parte es la que le suministra inmediatamente ‘su consumo diario, consistiendo en aquella poreién que de su total fondo reserv6 originalmente para el intento, 0 en las rentas que por otros capitulos devenga, o bien en aquellas cosas que de antemano tiene compradas o adquiridas por cualquiera de estos dos medios, no enteramente consumidas, como es el repuesto de vestidos y demés prevenciones domésticas. En cualquiera de estos tres articulos, o en todos juntos, consiste el fondo que los hombres reservan eoménmen- te para su inmediato consumo. Existen dos caminos diferentes 0 medios oportunos de emplear ‘un capital, de manera que rinda al empleante renta o ganancia, El primero, de criar, manufacturer y comprar mercaderias 0 cosas, y venderlas después con alguna ganancia o conveniencia ven- tajosa. El eapital que de este modo se emplea no puede rendir pro- ueto nj utilidad al empleante, mientras permanezca muerto en su poder, o mientras continie bajo de un mismo aspecto o forma. Los efectos de un mereader no dejan ganancia alguna hasta que los RIQUEZA DE LAS NACIONES. —LInRO Tt 9 vende por dinero, ni el dinero Ia deja hasta que se vende o cambia por otros géneros. Su capital esté saliendo continuamente de su po- der de una forma, volviendo sin cesar en otra, y s6lo por medio de esta cireulacién o cambio sucesivo puede verificarse la ganancia. Por tanto, estos capitales deben con razén lamarse circulantes. En segundo lugar, puede emplearse un fondo en el adelanto y cultivo de la tierra, en la compra de méquinas e instrumentos ttiles para oficios, 0 en otras cosas semejantes que produzcan ganancias sin mudar regularmente de duefio y sin ulterior circulacién, cuyos capitales se Uamardn con propiedad capitales fijos. Segiin la diferencia de ocupsciones, asi son distintas las propor- ciones que deben verificarse entre los capitales fijos y circulantes ‘que se emplean en ellas. El capital de un mereader, por ejemplo, es enteramente cireulan- te, no necesita de méquinas ni de instrumentos de oficio, a no ser que su almacén, 0 fondo de comercio, se componga de estos géneros. Pero en el capital de cualquier fabricante debe haber cierta parte empleada en los instrumentos de su ejereicio. Esta parte es en unos més grande y en otros més pequefia, porque un sastre, por ejemplo, ‘apenas necesita de més méquinas que unas tijeras y algunas agujas; el repuesto de instrumentos para un zapatero es algo mayor, aunque no con mucho exceso; el de un tejedor exeede al de ambos. Pero, si ‘embargo, en todos estos oficios, la mayor parte de sus respectivos capitales esté cireulando siempre en los salarios de sus oficiales 0 en el precio de loé materiales de su obra, y eon el de ésta viene a re- emplazarse después con ganancia todo aquel capital invertido en la cirenlacién. En otras obras se requiere mucho mayor capital fjo. En une ferreria, por ejemplo, el horno para fundir el mineral, la fragua, el martinete otros instrumentos de ella, son tales que no pueden ha- cerse sin’un coste grande. En las minas de carbén y en las de eual- quiera especie que sean, son por lo comin muy costosas las miqui- nas necesarias, tanto para apurar las aguas, como para otras manio- bras indispensables. Aquella parte de fondo que emplea un labrador en los instru- mentos de agricultura, es también capital fijo; el que se invierte en salarios y mantenimiento de jornaleros 0 eriados, es capital cireu- ante. Aprovéchase del uno conservéndolo, y del otro ensjenindolo de su poder. El valor o precio de su ganado de labor es un capital 10 ADAM SMT RIQUEZA DE LAS NACIONES. — LIBRO 1 ‘Ajo, del mismo modo que el de los instrumentos de su labranza; y el ‘mantenimiento de él es eiteulante, al igual que el que se invierte en fl sustento de sus mozos y trabajadores, El labrador se sprovecha Gel ganado de labor conservéndolo, y del mantenimiento enajenén- doce de 61. Tanto el precio, como el sustento del ganado que se com- pra y mantiene no para la labranza, sino para venderlo después, son ‘mn capital eireulante, y el que lo erfa saca provecho de todo ello des- prendiéndose de su posesién. Un hato de ganado, que en el pais en que se eria se compra y se mantiene no para la Isbor del campo, ni para venderlo, sino para aprovecharse de sus lanas, de su leche y del aumento de su miimero, es capital fijo, porque la ganancia consiste, cen dicho caso, en conservarlo en poder de su duefio; pero el mante- nnimiento de éste es eapital circulante, porque todo su producto con- siste en enajenarse de ello, volviendo al duefio con su ganancia pe- culiar y con Ia que recae sobre el todo del ganado en los precios de las lamas, de la leche y de Ia multiplicacién de sus eabezas. El valor de las semillas es también capital fijo, porque aun cuando se tras- ada de una parte a otra, como del campo al granero, no muda por cllo de duefio, y asi no puede decirse propiamente que cireula, sien- do cierto que el labrador no tiene 1 utilidad en venderlo, sino en conservarlo ¥ aumentarlo, El fondo general de un pais, o sociedad de gentes, es el mismo de sas habitantes o individuos, por lo eual se divide naturalmente en las mismas tres porciones, de las que cada una tiene sus funciones y oficios diferentes. BI primero es el de aquella poreién que se reserva para el inme- dito consumo, cuyo carécter es no rendir ganancia, ni rédito algu- no, Consiste en el repuesto de alimentos, ropas y utensilios de casa, etestera, que compraron sus propios eonsumidores, pero que aun no estén enteramente consumidos. El fondo que consiste en casas de ha- bitacién destinadas para el uso de viviendas comunes, en todo tiempo y sae6n, entra como parte de esta primera poreién. El fondo que se invierte en tna casa de habitacién para el propio duefio cesa en aquel ‘mismo momento de hacer las funciones de capital, pues que no rinde producto alguno activo al propietario, Una easa de esta especie nada aumenta a las rentas de eu habitante, aunque le ahorra el pago de otra, y aunque le es sin duda alguna muy “til, esta utilidad es como le de sus vestidos y alhajes domésticas, que aunque entran en parte de su gasto, no componen la de su renta. Si aquella casa se arrienda ‘2 un inguilino por sus réditos respeetives, como ‘ella por sf nada produce, el inquilino habré de pagar aquells renta de otra distinta que 61 adquiera con su trabajo, de sus fondos o de sus tierras. Esto supuesto, aunque sea cierto que una casa de habitacién puede rendir alguna renta al dueiio de ella, y por tanto servirle en este sentido de capital, con respecto al péblico nunea puede dejar produeto al- guno, ni hacer para él las funciones de capital; ni las rentas de la sociedad se aumentarén jamés con las que perciban los duefios de las casas como tales, pues que proceden, como hemos dicho, de otros principios 0 articulos. Del mismo modo suelen a veces dejar utilidad ¥¥ réditos los vestidos, asi como los aparatos o muebles de casa y ador- no, porque por aquel medio de alquilarlos suelen servir de capital algunos particulares. En los paises en que son comunes las diver- siones de las mésearas, suele ser oficio particular alquilar vestidos para los enmascarados por una noche o por muchas. Los que alquilan camas Ins dan a renta por meses y por afios, y en algunas partes también se encuentran de este modo vestidos de luto y aparatos fu- nerales. Muchos alquilan las casas alhajadas y proporcionan renta a determinados articulos, pero el producto que de éstas y semejantes ‘cosas se saca viene a derivarse, por iltimo anélisis, de otro principio o de otra renta. De todas cuantas partes contiene el fondo que s¢ reserva para el inmediato consumo, ninguna se gasta con més len- titud que Ia que se emplea en casas de habitacién. Un fondo de ves- tidos puede durar algunos afios; un repuesto de alhajas de casa, me- dio siglo; pero una casa bien construfda, y medianamente cuidada, puede subsistir siglos sin nfémero. De todos modos, aunque sea més dilatado el perfodo de su total consuncién, no por es0 dejaré de ser realmente un fondo reservado para el consumo, como el de los vesti- dos y utensilios de una casa. ‘La segunda de las tres poreiones en que se divide el fondo gene- ral de una sociedad es la del que Ilamamos capital fijo, cuyo earée- ter es dejar producto o ganancia sin circular ni mudar de duefio, y consiste principalmente en los cuatro articulos siguientes: I. En todas las méquinas, ttiles ¢ instrumentos de oficios, que facilitan y abrevian el trabajo. TL. En todos aquellos edificios por cuyo medio granjean ren- tas o gananeias, no s6lo sus propios duefios que Jos arriendan por cllas, sino las personas que los ocupan o pagan aquellas rentas, como almacenes, tiendas, casas de fabricas y de labor, eon todos los depar- 2 apaM srr tamentos necesarios, como establos, bodegas, graneros, ete, cuyos ediffcios son muy diferentes de los de mera habitacién, porque aqué- os son instrumentos del tréfico, y como tales se deben considerar. TIL En las mejoras y abonos de las tierras, eomprendiendo todo Jo que se invierte en romperlas, secarles, cercarlas, abonarlas con estiéreol y reducirlas @ estado 0 condicién de labranza y cultivo. Un terreno abonado puede, con razén, mirarse bajo el mismo aspecto que aquellas méquinas titles que facilitan y abrevian el trabajo y Por cuyo ministerio una misma eantidad de capital cireulante puede rendir mucha més utilidad al empleante. Una tierra abonada es tam- bién més ventajosa y durable que cualquiera de aquellas méquinas, no necesitando, por lo regular, de més reparos que una oportuna aplicacién del capital del labrador empleado en su cultivo. IV. En la habilidad 0 pericia adquirida por todos los habitan- tes o miembros de Ia sociedad. La adquisicién de ella, con el estudio ¥ aprendizaje, cuesta siempre en Ia edueacién del que Ia adquicre un gasto real, que viene a ser un capital fijo, realizado, digémoslo ‘asi, en su misma persona. Y asi como esta pericia entra en parte del caudal de este individuo, asi entra también en Ia del piblico de la sociedad de que es micmbro, La adelantada destreza de un operario ‘puede considerarse como una méquina o instrumento de oficio que facilita y abrevia el trabajo, ¥ que aun cuando eneste algunos gastos recompensa su coste con ganancias. La tereera y tiltima de las tres porciones en que se divide natu- ralmente el fondo general de la sociedad, es el capital cireulante, cuya tendencia es producir ganancias circulando y mudando de due- fio, constando también de cuatro partes La primera es el dinero, por euyo medio circulan las demés y se distribuyen entre sus propios consumidores. ‘La segunda el repuesto de provisiones que se halla en poder del carnicero, el ganadero, el labrador, el empleante en granos, en vinos, de cuyas ventas respectivas se prometen granjerias y ganancias. ‘La tercera son los materiales, o enteramente crudos 0 més 0 me- nos manufacturados, ropas, edifleios y demés cosas para la conve- nieneia del hombre, que no han sido reducidas todavia a estas for- mas respectivas, sino que permanecen en poder de sus primeros productores, fabricantes, mercaderes, roperos, madereros, ebanistas, ensambladores, arquitectos, ete. La cuarta y dltima es toda obra hecha y completa, pero que aun RIQUEZA DE LAS NACIONES. — LIBRO 11 Ey ppermanece en poder del mereader o artesano, y que no se ha distri- buido todavia entre sus consumidores, tales como aquellas obras aca- pbadas que frecuentemente vemos en las tiendas de los plateros, he- rreros, joyeros, ete. El capital cireulante, en semejantes géneros, consisto en las provisiones, materias primas y obras acabadas de toda especie que se hallan en poder de los tratantes respectivos, asf como también en el dinero que es necesario para hacerlas circular y dis- tribuirlas entre aquellos que las han de usar o consumir. ‘Tres de estas cuatro partes, que son viveres, iateriales y obras conclufdas, no pueden menos de separarse y desprenderse del tra- tante, anualmente o con més 0 menos tiempo, para ser colocadas en 1 capital fijo o repuesto reservado para el inmediato consumo, Todo eapital fijo se deriva originslmente del cireulante, y por 41 ha de sostenerse sin cesar. Toda méquina e instrumento ‘itil tiene su origen en un capital cireulante que suministra los materiales de que se fabrican y ¢l alimento del operario u operarios que los cons- truyen, y para tenerlos constantemente reparados, en disposicién de uusarlos, necesitan también de un capital de la misma especie. Ningrin eapital fijo puede produeir cosa alguna sin el eoneurso ae otro cireulante. Las méquinas y los instrumentos mejor acondi- cionados nada podrén obrar en las artes ni oficios sin un eapital eir- eulante, que suministre materiales en qué emplearlos y el sustento de los operarios que los emplean. La tierra, por muy preparada que se halle para la labor, no puede rendir renta sin que haya un capi- tal cireulante que mantenga a los jornaleros que In han de cultivar ‘0 emplearse en coger los frutos y cosechas. . Sostener y aumentar el fondo de reserva para el consumo inme- into, es todo el objeto y el fin do los eapitales, tanto fjos como cir- culantes. Hste fondo es el que alimenta, viste y alberga al pusblo. La riquera 0 pobreza del mismo depende del surtido abundante 0 ‘seaso que puedan estos dos capitales juntar en el fondo reservado para el inmediato consumo. Como que continuamente se esté sacando del capital ciroulante una parte muy considerable para colocarla en los otros dos ramos del fondo general de la sociedad, es necesario que se reemplace con continuos ingresos de ganancias, sin las que muy presto dejaria de subsistir. Estos reemplazos se extraen principalmente de tres artieu- Jos originales: del producto de las tierras, del de las mines y del de Jas pesquerfas. Todas ellas suministran continuamente viveres ¥ ma- u ADAM SMITH RIQUEZA DE LAS NAGIONES, — LIBRO 1 1 teriales, que Ixboreados a su tiempo reemplazan los materiales, Jos viveres y las obras manufacturadas que se estén separando sin cesar del capital cireulante, De las minas.se extrae también todo lo que se necesita para mantener y aumentar aquella parte de eapital que consiste en la moneda, pues aunque en el curso ordinario de la nego- ciacién no se separa necesariamente esta parte, como las demés, de aquel capital, con el fin de colocarla en los otros dos ramos del fondo general de la sociedad, sin embargo no puede menos de desgastarse Y consumitse, finalmente, como las demés cosas; y como también pue- de perderse y sacarse del distrito de un pais, necesita de continus- dos surtidos, aunque no sean ni tan abundantes, ni tan frecuentes. ‘Las tierras, las minas y las pesquerias requieren, para benefi- ciarse, un capital fijo y otro cirenlante. El producto de ellas reem- plaza con ganancia no sélo aquellos capitales, sino todos los demés de la sociedad. Bl labrador reemplaza al artesano los viveres que ha consumido y los materiales que ha manufacturado en el afio anterior; y el artesano al labrador la obra acabada que al mismo tiempo ba consumido. Histe es el cambio real que anualmente se ejecuta entre estas dos clases de gentes, aunque rara vez se verifique la permuta directa y reefproca del producto rudo del uno por el manufacturado del otro: porque muy pocas veces sucede que el labrador venda sus granos, sus ganados, sus linos 0 sus lanas, al mismo de quien com- ‘pra sus vestidos, sus provisiones los instrumentos de su labranza y aperos. Los vende por dinero, con el cual se habilita para comprar en cualquier parte el producto manufacturado de que tiene necesi- dad. La tierra misma reemplaza, a lo menos en parte, aquellos capita. les con que se benefician las minas y las pesquerfas. El producto de Ja tierra es, digémoslo asi, el que saca de las aguas los peces, y el de su superficie el que extrae de las entrafias de Ia misma los minerales. Este producto de las tierras, de las minas y de las pesquerias, euando su fecundidad es proporcionalmente igual, se adapta a Ia cextensién y aplicacién de los capitales empleados en ellas. Cuando éstos son iguales, e igualmente bien aplieados, es proporeionado el produto a le feeundidad. En todos aquellos paises en que se verifica una razonable segu- ridad, no hay hombre de mediano talento que no procure emplear todo el fondo que Je es posible para conseguir un actual goce de sus ganancias, 0 en proporcionarse una gananeia futura. Lo que se em- plea por el primer rumbo viene # ser un fondo reservado para el in- mediato consumo. Lo que se destina a la futura utilidad, bien ha de emplearse permaneciendo en poder de quien Io emplea, o despren- diéndose de ello: en el primer caso seré un capital fijo, en el segundo circulante, El hombre que en un pais seguro no emplea sus fondos de un modo o de otro, no excediendo del capital de que eémodamen- te puede disponer, es un miembro infecundo, un miembro muerto y un individuo a veces perjudicial a la sociedad. En aquellos desgraciados paises en que se ven los hombres con- tinuamente expuestos y sacrificados a la violencia de imprudentes superiores, es cosa muy frecuente enterrar y esconder una gran par- te de los caudales, para tenerlos siempre en disposicién de poder le- ‘varlos consigo a parte mis segura, en caso de verse amenazados de alguno de aquellos desastres a que se consideran expuestos en todo tiempo, Bste se dice ser el estado miserable de los turcos, del Indos- tén y, segin creo, de la mayoria de los patses del Asia, asf como también parece haber sido préctica tirana de los antiguos Gobiernos feudales de Europa. La invencién o hallasgo de un tesoro se consi- deraba, en aquellos tiempos, una parte no despreciable de las rentas de los mayores Soberanos. Consistia ésta en los tesoros que se eneon- traban exondidos en le tierra, a que ningéin particular podia pre- tender ni alegar derecho alguno, Mirabase en aquella época como asunto de tanta importancia, que se tenfa por una prerrogativa pri- vativa del Soberano, y de ningtin modo perteneciente al inventor, ni al duefio del solar donde se hallaba, a no ser que en lx donacién del terreno se hubiese expresado la cléusula de invenein, o que expre- samente hubiese sido concedido el derecho al tesoro que en su distri- ‘to se encontrase, cuya cesién no se entendia técitamente hecha por elgusula general de la concesién del suelo o territorio, aunque se en- tendiesen comprendidas en esta generalidad las minas de plomo, de cobre, de estafio, de carbén y otros minerales, como consideradas por de menor cantidad y consecueneia. 6 ADAM sunt CAPITULO II De la moneda considerada como uno de los ramos del fondo general de la sociedad, o como fondo destinado a las expensas 0 gastos de sos- tener el capital nacional Secor6y 1 Queda demostrado, en el Libro I, que el precio de Ia mayor par- te de las mereaderias se resuelve, por tltimo anélisis, en tres partes, de las que una paga los salarios del trabajo, otra Ins ganancias del fondo, y la tercera la renta de la tierra que se emplea en producirias hasta dejarlas en estado de venta; que hay algunas mereaderias euyo Precio se compone solamente de dos de las citadas tres partes, a s8- ber, los salarios del trabajo y las ganancias del eapital, y may pocas en que aquél consiste en una sola, los salarios del trabajo; pero que el precio de todas las cosas se ha de resolver necesariamente on al- guna de las tres o en todas ellas, pues la que ni renta ni salarios ague, ha de rendir por lo menos a alguien alguna ganancia. Verificéndose esto asi, como también queda observado, con res- ecto a cada mereaderia individual y separadamente tomada, tam- bién se ha de veriflear lo mismo con respecto a todo el conjunto de Jas que componen el anual producto de la tierra y del trabajo de todo un pats, El total precio, o valor permutable de aquel producto anual, no puede dejar de resolverse en las mismas tres partes y dis- tribuirse entre los diferentes habitantes del pais, o como salarios del trabajo, o como ganancias de fondo, o como rentas de sus tierras. Pero aunque el valor total del producto anual de la tierra y del trabajo de un pais se divida en la forma expreseda, constituyendo todo el haber de sus habitantes, asi como en la renta de un predio Particular distinguimos lo que es ella en grueso y lo que es renta puramente tal, asi también en la renta total de los habitantes de todo ‘un pais deberemos hacer la misma distinci6n. La renta total o en grueso, de un predio particular, comprende todo cuanto se paga al duefio por el arrendatario: Ia renta neta 0 RIQUEZA DE LAS NACIONES. — LIBRO I 7 pura que queda libre al sefior, deducidas todas las expensas de ma. nejo, reparos y demés cargas necesarias, asi como aquello que, sin perjudicar su patrimonio, puede reservar para su inmediato consu- ‘mo, 0 gastarlo en su mesa, en su equipaje, en el adorno de su casa, en sus reereos 0 en sus diversiones. La riqueza real de cada uno no se estima por su renta gruesa o total, sino por lo que es renta neta, Para los habitantes, en junto, de un pais, la renta total o en grueso comprende todo el producto anual de sus tierras y del tra- bajo de todos sus individuos; la renta pura seré lo que les queda li- bre después de deducidas las expensas de mantener en primer lugar su capital fijo, y en segundo lugar el circulante, 0 aquello que sin tocar al capital puede reservarse para el inmediato consumo, 0 gas- tarse en la subsistencia, alimento, convenieneias y otros usos de todos sus habitantes. Imego, la riqueza real de toda una nacién es a pro- poreién, no de su renta gruesa, sino de su renta pura. Cuanto es necesario invertir en mantener el capital fijo debe excluirse, evidentemente, de la renta pura de una sociedad. Nunca pueden hacer parte de ella aquellos materiales que son indispensables, para sostener las méquinas, los instrumentos de oficios, las casas 0 édificios mereantiles, ete., como tampoco el producto del trabajo ne- cesario para redueir aquellos materiales a su mis propia forma. Es verdad que el precio de este trabajo puede componer parte de ella, fen cuanto @ que el operario, de tal modo empleado, puede reservar ara su inmediato consumo parte de aquellos salarios de su trabajo; pero, en otias especies de trabajo, tanto el precio como su producto va a parar a este fondo de inmediato consumo, a saber, el precio al fondo del operario, y el producto al de las demas gentes del pueblo, cuyo alimento, conveniencias y demas articnlos se aumentan con el trabajo de aquellos operarios mismos. El término de propensién del capital fijo es el aumento de las facultades o fuerzas productivas del trabajo, o habilitar a un mismo mfimero de operarios para hacer mucha més cantidad de obra, En un terreno 0 predio, bien provisto de los edificios necesarios, de cercas, de desaguaderos, de canales, de comunicaciones, ete., un mismo néme- ro de trabajadores y de ganados de labor cogerén mucho més fruto que lo que sacarfan en una tierra de igual bondad y extensi6n, faltén- dole aquellas cireunstancias. En las manufacturas, un mismo méimero de manos, ayudadas de las maquinas més excelentes, podra producir 18 ADAM sarees mucha mayor cantidad de obra que si trabajasen con instrumentos més imperfectos. El gasto-que se hace a beneficio de un capital fijo, de cualquier especie, se resaree siempre con ganancia, y hace que as- cienda el valor del producto anual a mucho mas de lo que se necesita para sostener aquellas mejoras. No obstante, para mantenerlas y con- tinuarlas se requiere cierta poreién de aquel producto. De este modo cierta cantidad de materiales, y el trabajo de cierto niimero de ope- rarios que pudieran emplearse inmediatamente en aumentar los ali- mentos, el vestido, el alojamiento, Ia subsistencia y las conveniencias de Ia sociedad, se hallan invertidos en otros destinos, 0 empleados en otro trabajo que, aun cuando muy ventajoso, es sin duda de especie muy distinta. En este respecto, se mira ventajoso para cualquier nacién aquel trabajo empleado en la construccién y mejora de mi- quinas ¢ instrumentos, motivando que en lo mecéni¢o un mismo mé- mero de operarios produzea la cantidad de su obra con méquinas mas simples y menos costosas que las que antes se usaban. Porque cierta cantidad de materiales, y el trabajo de cierto nimero de operarios que antes se empleaban en sostener una méquina més complicada y costosa, pueden ya destinarse al aumento de la cantidad de obra que se ha de producir por ministerio de aquella méquina misua, 0 de otras més ‘itiles. El fabricante que emplea al afio mil, por ejemplo, en mantener su maquinaria, si puede reducir su gasto a quinientos, los otros quinientos los emplearé naturalmente en la compra de ma- yor cantidad de materiales, que habrén de trabajarse por un niimero superior de oficiales. Imego, naturalmente, se habré de aumentar aquella obra para la cual era util ‘inicamente la dicha maquinaria, y también, con la obra, toda Ia utilidad y ventajas que puedan resul- tar de su aumento a la sociedad en comtin. El gasto de mantener en buen estado un capital fijo puede con alguna propiedad compararse con el de las reparaciones en un pre- dio o heredad particular. El eoste de las reparaciones puede ser muy necesario para sostener el producto de la heredad, ¥ por consiguien- te tanto la renta gruesa 0 total, como la pura o renta neta del seiior del terreno; pero si se aplica una direceién esmerada, y por medio de ella se disminnyen algin tanto las expensas sin ocasionar dismi- aueién en el producto, la renta gruesa seré la misma que era antes, y la neta o pura tomaré un aumento considerable. Pero aunque es necesario exeluir de la renta de una sociedad todo lo que se invierte en mantener su capital fijo, no se verifiea asi RIQUEZA DE LAS NACIONES. — LIBRO TI 19 ‘con respecto al capital circulante, De las cuatro partes de que este iiltimo se compone, que son el dinero, los viveres, los materiales y a obra conclufda, estas tres diltimas se extraen de él, como tenemos advertido, para colocarlas en el capital fijo de la sociedad o en el fondo reservado para el inmediato consumo. Cualquier porcién de estas cosas consumibles, que no se emplee en mantener el primero, hha de parar en el segundo y constituir cierta parte de la renta pura de la nacién. Por tanto, para mantener estos tres articulos de eapi- tal cireulante, no se extrae o deduce del producto anual de la renta neta de una sociedad més poreién que aquella que es indispensable para sostener su capital fijo. En este respecto, pues, el capital cireulante de una nacién, en comtin, es muy diferente del de cada individuo de ella. El del indi: viduo se halla totalmente exclufdo de componer parte alguna de su renta pura, porque ésta s6lo puede consistir en sus ganancias, y aun- que el capital cireulante de un miembro particular es parte del total de la nacién de que es individuo, no por ello se excluye de entrar también en composiciin para constituir la renta neta del comtin de aquella sociedad misma, Aunque todos los géneros que hay en la tienda de un mereader nv puedan, de modo alguno, colocarse en cl fondo de su inmediato y propio consumo, pueden no obstante perte- necer todos ellos al repuesto de consumo de los otros individuos del pais, quienes con las rentas dimanadas de otros fondos pueden, re- gularmente, reemplazar al mercader el valor de sus mereaderias con sus regulares ganancias, sin ocasionar disminucién ni en el capital de este tiltimo, ni en el de ellos. El dinero, pues, es la nica parte de capital cireulante cuya ‘eonservaeién puede oeasionar alguna disminucién en la renta pura de una sociedad. El capital jo, y aquella parte del cireulante que consiste en 1a moneda, en cuanto influir ambos en la renta de Ia sociedad, guar- dan entre si una gran semejanza. En primer lugar, asi como las miquinas e instrumentos de oft- cios requieren ciertas expensas, tanto para construirlos como para conservarlos, cuyos gastos, si bien forman una parte de la renta grue- sa 0 total, son no obstante dedueciones de la renta pura de la nacién, asi el fondo de moneda que circula en un pais necesita de ciertas expensas, tanto para juntarlo como para sostenerlo, cuyos gastos aun- ‘que eomponen parte de la renta en grueso, son del mismo modo de- 2 Abas sanirat ueciones de la renta neta de la sociedad. Cierta eantidad de mate- riales de mucho valor y de trabajo prolijo y penoso, como son el oro y la plata, en Iugar de destinarse a aumentar el repuesto reservado para el consumo inmediato, Ia subsistencia y eonveniencias de los individuos, se emplea en sostener aquel grande, pero costoso instra- mento del comercio, por enyo medio cada miembro de la sociedad adquiere su alimento, su conveniencia y su regalo segiin las respee- tivas distribuciones de Ia poreién que a cada uno perteneee. En segundo lugar, asi como las miquinas, instrumentos y demés articulos que componen el capital fijo, bien de cada individuo, bien del todo de ta,sociedad, no forman parte de la renta total, ni de la pura de unos ni de otros, asi tampoco Ia compone el dinero, por euyo medio se distribuye a eada individuo su haber respectivo. La gran rueda de la circulacién es enteramente distinta de las cosas que por 1inisterio de ella circulan. El haber de Ia sociedad eonsiste totalmen- te en los bienes que eireulan, no en la rueda que Jos hace circular. Para hacer la computacién de las rentas, tanto gruesa como liquide © pura de la sociedad, se ha de separar siempre de la anual circula- cién, bien en dinero, bien en mercaderfas, todo el valor de la moneda cireulaute, porque de ésta ni un solo maraved{ puede jamés compo- ner parte alguna de aquellas rentas. Solo en un lenguaje equivoeo y ambiguo, o en un modo vulgar de explicarse, es como puede calificarse de paradéjiea 0 dudosa Ia pro- posicién sentada, porque bien explicada y entendida es a todas Ices tuna aserei6n evidente, A. veces hablamos de cierta suma de dinero, entendiendo sola- mente las piezas de metal de que se compone, y otras comprendemos también en la idea cierta obscura relacién a la eantidad de cosas con que podrfamos cambiarla, o cierta referencia de aquel poder de que nos reviste aquella cantidad para adquirir la posesién de ellas. Ast, cuando decimos que la moneda cireulante, en Inglaterra por ejemplo, se computa en unos dieciocho millones, silo parece querer indicar el niimero de piezas de metal que la eomponen; pero cuando decimos que un hombre tiene de renta al afio cincuenta o cien mil pesos, por lo regular, no s6lo queremos expresar las piezas de metal de que aque- lla suma se compone, sino cierta relaci6n a las cosas que con aquellas rentas podré consumir anualmente, Queremos decir, por lo comin, cul sea 0 debiera ser su porte o modo de vivir, y Ia cantidad 0 eali- dad de las eonveniencias que sus facultades pueden proporcionarle RIQUEZA DE LAS NACIONES, —LIBRO It a Cuando en cierta cantidad de dinero no slo pretendemos expre- sar Jo que montan las piezas de metal que la componen, sino incluir también en su significacién alguna obscura relacién a los bienes que con ella y por ella se pueden adquirir, la riqueza, haber o renta que en tal caso denota aquella suma es igual a uno solo de aquellos dos valores que asf se insintian ambiguamente en una sola expresién, y ‘més bien al Gltimo que al primero, eon més propiedad a lo que pue- de cambiarse por dinero, que al dinero mismo eon que se ha de hacer el cambio. Si la renta semanal de una persona fuese por ejemplo un doblén, en el transcurso de la semana podria comprar con ella cierta cantidad de cosas necesarias o vitiles para la vida. Con proporeiéni a esta can- tidad serfa grande o pequefia su renta real. La semanal no seria cier- ‘tamente igual a una y a otra cantidad, sino a cualquiera de las dos exclusivamente, esto es, no igual al doblén y a lo que con €l se podré comprar, sino a lo que se podré adquirir o al doblén, y a lo primero més bien que a este wltimo, esto es, més a lo que merece por su valor un doblén, que al doblén mismo. Si a esta persona se le pagase aquella renta en un billete, y 0 en plata ni en oro, su haber no consistiria propiamente en el pedazo ‘de papel, sino en lo que con él podria adquirir 0 comprar, pues un doblén en oro puede considerarse muy bien como un billete, 0 como ‘una letra girada sobre todos los traficantes del Reino por cierta can- tidad de bienes 0 de cosas. Lua renta, pues, de esta persona, no tanto ‘consistiria en el doblén 0 en la pieza de oro asf Ilamada, como en lo ‘que por medio de ella podria granjear; y si aquella moneda no pu- diese cambiarse por mereaderia ninguna, se eompararia eon propie- dad a una letra de un quebrado, que no tendria més valor que el de ‘un pedazo de papel sin firma ni autoridad. Esto supuesto, aunque las rentas anuales de los diferentes miem- bros de una gran sociedad puedan pagarse, y en efecto se pagan, frecuentemente en dinero, la riquesa real de aquéllos, la renta real anual de todos en comin, seré siempre grande © pequelia a propor- cién de la cantidad de cosas consumibles que sean eapaces de com- prarse o adquirirse con aquel dinero. Es evidente que la renta de todos en conjunto no puede ser igual al dinero y a los bienes que con el mismo dinero pueden granjearse, sino a uno de estos dos artfculos solamente, y con més propiedad al valor de los segundos que a To que expresa el primero. ¥ si expresamos frecuentemente la renta de un 22 Dane sMcrreT individuo por las piezas de metal que annalmente se le pagan, es porque estas piezas regulan y miden la extension del poder de com- prar, 0 el valor de las mereaderias que anualmente puede granjear Para su ordinario consumo; pero aun consideramos su renta como consistente en este poder de comprar y consumir, y no en las piezas que indiean y le dan aquel poder. Si esto es bastante evidente con respecto a cada individuo en par- ticular, 10 es todavia mucho més con respecto a una sociedad en comin, El niimero de las piezas de metal que se pagan anualmente @ un individuo es, por lo comtin, exactamente igual a su renta, y por tanto resulta ser la mayoria de las veces aquella expresién mis lacéniea y adecuada de su valor. Pero el ntimero de las que“anualmente cireulan en un reino nunea puede ser igual a la renta total de todos sus indi ‘viduos. Como el mismo doblén de a ocho que hoy paga a un hombre su renta semanal puede pagarla a otro mafiana, y a otro distinto en dia posterior, el nimero de piezas que durante el afio circulan en el pats no puede dejar de ser de mucho menos valor que el total de las, ‘Pensiones o rentas anualmente pagadas con ellas. Pero el poder de ‘comprar, o las mereaderias que pueden irac comprando sucesivamen- te con el total de aquellas rentas pecuniarias que van pagindose eon ‘unas mismas monedas, ha de ser forzosamente de igual valor que las pensiones o rentas mismas, como Io ha de ser también el de Ia renta que con ellas se paga a cada uno de los individuos de la sociedad. Tuego, estas rentas no pueden consistir en las piezas de metal euyo nimero y cantidad es tan inferior a su valor total, sino en aquel poder de comprar, o en los bienes que pueden sucesivamente adqui- Tirse con ellas, segiin que vayan pasando de mano en mano. El dinero, pues, gran rueda de la circulacién, instrumento pre- ioso del comercio, asf eomo de los demés oficios, aunque forma un parte muy considerable del capital, no la compone en modo alguno de la renta de Ia sociedad a que pertenece; y aunque las piezas de metal de que consta distribuyen @ cada uno, en-el transeurso de la cirenlaeién anual, la renta que propiamente le pertenece, no obstante ninguna parte componen de aquella renta que distribuyen. En tereero y dltimo lugar, las méquinas ¢ instramentos de oficios, ‘que constituyen el capital fijo, se asemejan también a aquella parte de cireulante, que consiste en la moneda, en que asi como cualquier ahorro en el gasto y eoste, tanto de construir como de conservar aque- uupRo 23 lias méquinas, que no disminuya las fuerzas o facultades productivas del trabajo, es un acrecentamiento positivo de la renta pura de la sociedad, ast el ahorro en los gastos de acumular ¥ sostener aquella parte de capital cireulante, que consiste en el dinero, ea exastamente ‘un aumento o mejora de la misma especie y calidad. Es bastante obvio, y en parte queda explicado, de qué modo au- menta Ia renta neta de una sociedad cualquier ahorro en los gastos de sostener su capital fijo. El integro de un empresario de cualquier obra, se divide necesariamente en capital fio y circulante. Mientras el total fondo permanece el mismo, cuanto menor sea una de aquellas partes mayor ha de ser le otra. Il capital eireulante es el que sumi- nistra materiales y salarios, poniendo en movimiento toda industria. Cualquier ahorro que se verifique en sostener el eapital Ajo, no dis- ‘minuyendo las facultades produetivas del trabajo, he de aumentar forzosamente el fondo que da aquel movimiento, y por consiguiente el producto anual de Ia tierra y del trabajo, que es la renta real de toda sociedad. La substitueién del papel o de los billetes, en lugar del oro y de Ja plata, pone en lugar de un instrumento costosisimo de comercio otro que euesta mucho menos, y que a veces por otros titalos es muy couveniente. La circulacién entonces se gira por ministerio de una nueva rueda, mucho menos costosa en su instituciOn y en su eon- servaci6n. Pero de qué modo se verifies esta operacin, o de qué suer- te fomenta el aumento de las rentas, tanto gruesa como neta de una sociedad, no es enteramente obvio, y necesita de mayor explicacién. Suoorx IT Hay diferentes especies de moneda de papel, pero las letras cir- culantes, o billetes de Banco, son Ins més conocidas, y las que sirven més a nuestro intento. Luego que las gentes de un pais legan a coneebir tal género de confianza del caudal, probidad y condueta de un banquero particular, que Ie ereen dispuesto siempre a pagar de contado cualquier billete © letra de cambio que le sea presentada, estas letras y estos billetes, legan también tener el mismo giro, curso y salida que la moneda 4 ADAM SMITH RIQUEZA DE LAS NACIONES, — LIBRO TI % de plata u oro, porque en todo tiempo se reputan aquéllas por dinero efeetivo (*). : Presta un banquero a los particulares sus letras promisorias has- ta la cantidad, por ejemplo, de eien mil pesos: eomo estas letras hacen todas las veces del dinero, los deudores le pagan el mismo interés que si les hubiese prestado igual cantided en moneda de metal. El interés constituye su ganancia. Aunque algunas de estas letras o billetes vuel- ven a len busea de la paga efectiva, parte de ellos suelen cireular meses y aiios enteros, por cuya razén, aunque generalmente tenga en iro un mimero de billetes que ascienda hasta la eantidad, por ejem- plo, de cien mil libras, veinte mil que reserve en plata y oro pueden ser muy suficientes pare los pagos efectivos que se le vayan pidiendo. Con esta operacién, veinte mil libras en oro y plata eumplen todas Jas funciones para lo cual, de lo contrario, se hubieran necesitado cien mil. Pueden hacerse los mismos cambios, circular los mismos consumibles ¥ distribuirse entre los eonsumidores con letras pro sorias, mediante las mismas cien libras de valor que se pudieran Aistribuir eon monedas de plata y oro. De este modo pueden shorrar- se en la cireulacién del pats ochenta mil libras de oro 0 plata, y (ge maui patient haciéndose al mismo tiempo varias operaciones de igual especie, girando de este modo varios bancos, podria conducirse toda la cireu- lacién del pais con una quinta parte del oro y de Ia plata que se ne- cesitaria de lo contrario. ‘Supongamos, por ejemplo, que todo el dinero cireulante de un reino ascendiese en cierto tiempo a un millén de libras, siendo en- tonces suficiente esta suma para circular todo el producto anual de sus tierras y de su trabajo. Supongamos, también, que més adelante varios bancos y banqueros repartieran billetes o letras promisorias, pagaderas al que se las presentase, hasta la suma de un millén, reser- ‘vando en su poder respectivamente hasta Ia eantidad de doscientas mil libras para el pago o reduecién a dinero de las que fuesen oca- sionalmente presenténdose. De este modo vendrfan a quedar en cireu- lacién ochocientas mil libras en oro y plata, y un millén en billetes de Banco, o un millén ochocientas mil en papel y dinero. El producto anual de las tierras y Ins operaciones de los trabajadores del pais no habian necesitado antes més que un mill6n para distribuir aquel pro- dueto entre sus propios consumidores, y este producto no puede. de pronto aumentarse con aquella operacién de los bancos: luego, seré bastante todavia el millén para todo el giro del pais. Siendo precisa- mente los mismos que antes los bienes consumibles, seré también sufi- ciente la misma cantidad para eomprarlos y venderlos. El eondueto 0 canal de la cireulacién, si es permitido expresarlo asi, quedara nece- sariamente en el mismo estado que antes. Hemos supuesto la sufi- cieneia de un millén para Ienar aquel canal ; pues todo cuanto sobre esta suma se eche no podré caber por su cauce, y seré inevitable el que rebose y se derrame. Se echaron en él un mill6n ochocientas mil libras: ochocientas mil se han de derramar, porque ésta es la cantidad exeedente de la que puede e6modamente emplearse en Ia supuesta cireulacién de aquel pais. Pero aunque esta suma no puede emplearse dentro, puede enviarse afuera con mucha ventaja, en busca del em- pleo titil que en su propio pats no encuentra. En este caso, el papel no es el que puede salir, porque a distancia del banco o del hanquero que lo firmé, y del pais en que por estatutos legales resulta ser el bi- ete pago legitimo de cualquier deuda, no suele ser recibido como tal en las naciones extranjeras. La plata y el oro, hasta la eantidad de aquellas ochocientas mil libras, seré lo que pueda enviarse fuera del pais, y In circulacién interna quedaré colmada con el millén en pa- pel, en lugar de aquellos preciosos metales que la giraban antes, 26. ADAM sunrTH RIQUEZA DE LAS NACIONES. — LIBRO It a Pero no porque salga fuera del pais una cantidad como ésta de oro y de plata, debemos imaginar que habré de salir gratuitamente 1y sin esperar retornos de las naciones extranjeras: saldrén para cam- biarse por géneros de una y otra especie, que sirven para el surtido del consumo de aquel pais mismo 0 de otro extranjero. ‘Emplefndola en comprar mereaderias de un Estado extraiio para surtir a otro extranjero, cuya negociacién amamos comercio de transporte, toda Ia ganancia que de ello se saque vendria a ser una cantidad adicional sobre la renta pura del pais propio o nacional. Serfa también un nuevo fondo creado para girar un comercio nuevo, quedando reducida Ia negociacién doméstica, en fuerza de aquellas operaciones, a un giro de letras, y formando un nuevo tréfico aquella ‘poreién de plata y oro, ‘Empleéndose en comprar géneros extranjeros para el consumo interior o doméstico de Ie nacién, podrian comprarse aquellos efectos que suclen consumirse aun por las gentes ociosas, o que nada produ- cen, tales como vinos, estofas de seda y otros semejantes, o aquellos que formasen un nuevo fondo de materiales, instrumentos y provi- siones, para mantener y emplear mayor mimero de gentes industrio- as que reprodujesen con ganancia todo el valor de lo que annalmen- te consumiesen. En cuanto se emplease en la primera especie, vendria a promo- ver aquel comercio Ia profusi6n, aumentaria los dispendios y acre- centarfa los consumos sin aumentar la produecién, 0 sin establecer un nuevo y permanente fondo que sostuviese aquel nuevo gasto, siendo a todas Iuces perjudicial en extremo a toda la sociedad. Bn cuanto se emplease en la segunda, promoveria aquel triifico Ja industria, y aunque aumentase el consumo de Ia sociedad, sumi nistrarfa también un fondo nuevo y permanente para sostenerlo, porque el pueblo consumidor reproduciria con gananeia todo lo que aumentase el valor de su anual consumo. La renta gruesa 0 total de 1a sociedad, el producto anual de sus tierras y de su trabajo, se au- mentaria con el incremento del valor total que aquel trabajo mismo afiadiria a los materiales en que se ejercitase, y ereceria por consi guiente Ia renta pura de todos los operarios en lo respeetivo al resi- duo de aquel valor total, deducido lo necesario para conservar aque- os instrumentos, ‘Toda aquella poreién de oro y plata que, forzada a salir fuera del reino por la operacién del cambio, se destin a la compra de efee- tos extranjeros para el consumo doméstico 0 de la nacién del com- prador, es y debe ser empleada en aquellos géneros de la segunda especie, cuyo surtido y compra son inexeusables. Aunque un particu- Jar, a veces, puede aumentar considerablemente sus gastos sin acre- contar el ingreso de sus rentas, es seguro que nunea sucede asf al comfin de toda la sociedad, porque aunque Is condueta de cada uno de los individuos no siempre se gobierne por los comunes princi de 1a prudencia, influyen por lo menos siempre en la del mayor ni ‘mero de cada clase del pueblo, Las rentas de la gente ociosa, consi derada como una clase distinta en cada repiblica, nunca pueden recibir aumento de estas operaciones de los bancos, y por Jo mismo tampoco por ellas pueden aumentar sus gastos, aunque se verifique asf con respecto a algunos particnlares individuos. Siendo, pues, 1a demanda de este pueblo o gente ociosa, por aquellos efectos extran- jeros, la misma o casi la misma que era antes, lo que se emplee en Ja compra de géneros extrafios para el uso de los ociosos en el con- sumo interno, seré sélo una pequefia porcién de aquel dinero que sale a emplearse en paises extranjeros; pero la mayor parte de é vendré naturalmente a invertirse en compras de efectos ‘tiles pax sostener Ia industria, y no para fomentar Ja ociosidad. Para formar el eémputo de la cantidad de industria que puede poner en movimiento el capital cireulante de una sociedad, s6lo de- bemos atender a aguella parte que consiste en viveres, materiales para obras y obras aeabadas; la que se compone del dinero y que sélo sirve para hacer que las otras tres cireulen, debe siempre dedu- cirse de aquella computacin. ‘Tres cosas se requieren para poner en movimiento Ia industria: materiales en que trabajar, instrumentos con que facilitar el trabajo y salarios de operarios, que es el fin por- que trabajan. Ni el dinero es materia prima para la obra, ni puede ser, como tal, instrumento de ella, y aunque los salarios se pagan por Jo regular en moneda, su renta real, eomo la de las demés clases de gentes, no consiste en el dinero, sino en lo que con él puede granjear- se 0 en lo que vale dinero: no en las piezas de metal, sino en Io que puede adquirirse con ellas. ‘La cantidad de industria que es capaz de emplear un capital cir- eulante no puede menos de ser igual y proporcionada al némero de operarios a que puede surtir de materiales, de instrumentos y del sustento correspondiente a las circunstancias de la obra. Puede ser necesario el dinero para comprar alimento, instrumentos y materia- 28 ADAM SMITH. les: pero, ciertamente, aquella cantidad de industria que es capax de girar un capital no se iguala al dinero que compra adquiere aque- les articulos y a éstos al mismo tiempo, sino a uno o a otro del valor de ellos, y al de los iltimos con més propiedad que al del primero. Cuando la rioneda de papel se substituye a la de oro o plata, toda aquella eantidad de materiales, instrumentos y provisiones de que puede surtir el eapital cireulante, puede recibir un aumento conside- rable con el valor total de la plata y del oro que antes se empleaba en ellos. Bl todo del valor de la gran rueda de Ia cireulacién y distri- bueién es ya una poreién que se afiade a las cosas que cireulan y se distribayen por medio de ella. Esta operacién se asemeja en cierto modo a la del proyeetista de un gran artefacto, que como consecuen- cia de algiin mejoramiento en sus méquinas o en Ia mecknica de su obra, desecha el método antiguo, afiadiendo todo el valor de la dife- reneia, entre la maquinaria antigua y moderna, al capital eireulante, que es el fondo que le surte de materiales y salarios de operarias. Cul sea la proporeién que guarde el dinero cireulante de un pais con el valor integro del producto anual que por su ministerio cireula, acaso seré imposible determinarls. Mucha divergencia ha habido entre los autores sobre esta computacién ; unos Ia han regula. doen una quinta parte de aquel valor, otros en una déeima, varios en una vigésima, ¥ en una trigésima algunos. Pero por pequefia que sea la proporeién que el dinero eirculante guarde con el total valor del producto anual de una naci6n, como eierta poreién de este pro- ueto, por lo general muy eorta, se ha de emplear indispensablemen- te en mantener la industria, siempre habré de guardar una propor- cin muy considerable con aquella parte por lo menos. Esto supuesto, cuando la moneda de oro y plata, como consecuencia de la substitu. eién de la de papel, queda reducida para Ia circulacién necesaria a una quinta parte de su primera cantidad, y a los fondos destinados a la conservacién y fomento de la industria se afiede aunque no sea més que el valor de Ia mayor parte de los otros cuatro quintos, no puede menos de hacerse una adicién considerable a la cantidad de 1a industria, y por consiguiente al valor del producto anual de la tierra y del trabajo del pats De unos cuantos afios a esta parte se ha verifieado en Escocia una operacién de tal especie, con la ereceién de algunas nuevas com- afifas de Banca en casi todas las efudades de consideracién, y aun. en algunas pequeias poblaciones de aquel Reino. Los efectos los de- RIQUEZA.DE LAS NACIONES, — LINRO 1 29 jamos insinuados arriba. Casi toda la negociaeién del pais se gira por medio de billetes o letras promisorias de aquellas compaiias, con las que coménmente se hacen los pagos de cualquier especie. Rara ver se ve la plata de presente, a no ser en el cambio de alguna letra de veinte chelines, y el oro mucho menos. Y aunque Ia condue- ta de estas Compaiiias, para cuyo arreglo se necesité de Acta expresa del Parlamento, no ha sido del todo irreprochable, el pais ha expe- rimentado un beneficio grande de su negociacién. Se me ha asegu- rado que doblé su giro el comercio de la ciudad de Glasgow en sélo quince afios, después de la ereceién de sus bancos, ¥ que el de Esco- , por regla general, Io ha cuadruplicado desde el primer estableci- miento de los dos bancos pablicos de Edimburgo, de los cuales el que llaman Banco de Escocia fué establecido por Acta de Parlamento, en el afio 1695, y el titulado Banco Real se erigié por Real Cédula de 1727, No pretendo ahora examinar si es o no cierto que ¢l comer- cio general de Escocia, y el particular de Glasgow, se ha aumentado hasta tat grado dentro de tan corto periodo; pero si cualquiera de ellos ha tomado el aumento que se dice, me parece un efecto dema- siado considerable para atribuirlo a la sola eausa de aquella oper: ci6n. Lo que no puede dudarse, es que el comercio de Escocia ha adelantado mucho en poeo tiempo, y que esto se debe en gran parte a la ereccién y giro de sus bancos. EI valor del dinero en plata que cireulaba en Hscocia, antes de la unién de este Reino con el de Inglaterra, en el afio 1707, y que a ‘poco tiempo de haberse ésta verificado se llevé al Banco de Escocia ara volverlo a acufiar, ascendia a 411.117 lib. 10 ch. y 9 pen. ester- 1inos. No se hizo cuenta de la moneda de oro, pero, por las antiguas apuntaciones de la Casa de Ia Moneda de aquel Reino, se advierte que 1 valor del oro que se acuiiaba anualmente excedia en algo al de Ia plata, En esta ocasién hubo también muchos que por desconfianza al reintegro no quisieron evar al Banco su plata, y alguna moneda inglesa no entré también en aquella cuenta. Con tal supuesto, el va- lor total del oro y de la plata que circulaba en Eseocia, antes de su unién con Inglaterra, no puede estimarse en menos de un millén de bras esterlinas. Esta suma es la que parece haber llenado casi toda la cireulacién de aquel pais; porque aunque Ia circulacién de su Banco era entonces muy considerable, pues no conoeia rival, com- onfa no obstante una parte bastante pequefia de Ia de toda la Na- ci6n. Al presente, la circulecién total de Escocia no puede compu- 30 aM sar tarse en menos de dos millones de libras, de la que es muy probable ascienda a medio millén la parte que consiste en oro y plata. Pero aunque estos metales circulantes hayan padecido esta disminucién en tan corto tiempo, ninguna ha sufrido su riqueza real, ni su pros- peridad. Por el contrario, su agricultura, sus manufacturas y sw comereio han prosperado considerablemente, habiéndose aumentado cl producto anual de sus tierras y del trabajo de sus habitantes. El modo de dar sus letras promisorias, Ia mayor parte de los Danqueros, es deseontando las de cambio, esto es, adelantando dinero sobre ellas antes de cumplidos los plazos para el pago. Deducen siem- pre, sobre cualquier suma que adelantan, el interés legal correspon- Giente, hasta cumplirse el plazo pagadero de la letra. Llegado éste, a cobranza de la letra reemplaza al banquero de la cantidad adelan- tada y de Ja gananeia neta del interés que lev6 por pagarla antes de tiempo. El banquero que adelanta al mereader, duefio de la letra que se deseuenta, no oro ni plata, sino otra letra promisoria, tiene la ‘ventaja de poder descontar una suma mayor por el valor total de sus vales promisorios, los cuales ve por experiencia que andan comin- mente eireulando, y de este modo, con esta negociacién, hace mani- fiestamente mayores ganancias en sus intereses. El comereio de Escocia, aunque no es muy grande al presente, era mucho menos considerable al principio de los establecimientos de sus baneos, euyas compafifas hubieran abrazado una negociacién muy corta a haber eeffido su tréfico al deseuento de letras de cambio. Por esta raz6n penseron en formar de otro modo sus vales promiso- ios, concediendo lo que llamaban Cuentas de caja, que era dar a erédito hasta cierta eantidad (dos 0 tres mil libras, por ejemplo) a ‘eualguiera que presentase dos personas de erédito conocido, bien arraigadas, que asegurasen que cuanto dinero se diese @ aquel sujeto, hasta la suma estipulada, seria pagado de contado con el legitimo interés, siempre que Ie fuese pedido. Yo creo ser muy frecuentes los, ‘empréstitos de esta especie en todas Ias naciones del mundo; pero, Ja facilidad con que se conceden por los bancos y banqueros de Es- cocia, es muy peculiar de ellos, segtin mis noticias,\y esta franqueza hha sido acaso 1a eausa principal, tanto del gran trifico de estas eom- ppadiias, como del beneficio que el piiblico ha sacado de ellas. Cualquiera que con ellas tiene un crédito de esta especie, y toma prestadas mil libras, por ejemplo, puede ir pagando por partes Ia ‘itada suma, en veinte o treinta libras v. g. cada vez, descontando la RIQUEZA DE LAS NACIONES, — LIBRO 1 34 compaiiia de la suma principal una parte proporcional de interés, desde el dia en que se paga cualquiera de estas pequefias poreiones hasta quedar extinguida enteramente la deuda. No hay mereader ni nogociante que no eneuentre muchas ventajas en tener con aquellas compaiias estas cuentas de caja, y por consiguiente se interesan en promover el giro y tréfico de las mismas compafiias, recibiendo y aceptando gustosamente las letras promisorias de ellas para toda es- pecie de pago y animando a lo mismo a todos aquellos con quienes pueden tener algim influjo. Cuando los que tienen sus cuentas con los bancos acuden a ellos por dinero, se les entrega generalmente en vales promisorios: con éstos pagan los mereaderes a los fabricantes sus efectos manufacturados, los fabricantes a los labradores sus ma- teriales y provisiones, los colonos @ Ios duefios de Ins tierras sus rentas, los duefios de las tierras vuelven a pagar con los mismos @ los mereaderes los géneros de utilidad, conveniencia y tujo, y los mereaderes los restituyen a los bancos para el balance de sus cuen- tas de caja o para reemplazar lo que de ellos han tomado adelantado. Asi, de este modo, casi toda Ia circulacién del pas viene a girarse con estas letras o billetes de banco. En esta operacién estriba el gran trafico de aquellas compaiiias. Con el auxilio de las cuentas de caje, puede cualquier tratante girar sin impradencia mayor comereio que el que sin él podria ma- nejar. Entre dos mercaderes, por ejemplo, uno de Londres y otro de Edimburgo, que emplean un mismo capital en un ramo mismo de comercio, se verifieara que el segundo podré sin imprudencia abra- zar mayor negociacién que el primero, y dar trabajo a mayor nrime- ro de personas; porque el de Londres tendré que guardar siempre sin empleo una suma considerable de dinero para corresponder a los con- tinuados pagos que se le estarén pidiendo por los efectos tomados @ crédito, Supongamos que la ordinaria eantidad que de esta suerte emplea sea la de quinientas libras: el valor de los efectos que se ha- lle en sus almacenes no podré dejar de tener de menos lo que monta aquella cantidad, lo cual no serfa asf de no verse obligado a reservar sin giro ni empleo una suma como ésta. Supongamos que este merca- der despacha a tiempo todos los géneros de su tienda, o aquellos que ‘asciendan al valor de toda le cantidad empleada en el afio: como ‘por otra parte tiene que reservar todo esto sin empleo para corres- ‘ponder al pago, no podré comprar en el afio més efectos que aquellos ‘en que puede emplear sin tocar aquella suma, 0 de otro modo, em- 33 ADAM SurTE plearé de menos toda aquella eantidad que podria emplear en otras circunstancias. Sus gananeias anuales también tendrén de menos to- do aquello que corresponda por haber empleado de menos las qui- nientas libras que quedan sin giro ni movimiento, y el mimero de gentes destinadas a preparar aquellos efectos, hasta ponerlos en esta- do de venta, seré proporcionalmente menor por falta de empleo de aquellas quinientas libras, con respecto a lo que hubiera sido em- plendolas. El mereader que suponiamos en Edimburgo, por el eon- trario, no reserva sin empleo dinero alguno para corresponder a aquellos pagos sucesivos y oeasionales, pues, enando lega el easo de cfectuarse, atiende a ellos con las cuentas de caja que con los bancos tiene, reemplazando gradualmente la suma prestada por éstos, bien con el dinero, bien con los billetes o letras que vienen a su poder en las ventas de sus efectos. Con un mismo fondo, puede también surtir sus almacenes, en todo tiempo, de muchos més géneros que el merea- der de Londres, y por consiguiente hacer mayores ganancias, dando empleo constante a mucho mayor mimero de personas industriosas que le preparen sus mereaderias para la venta, ¥ de aqui dimana el gran beneficio que un pais saca de semejante giro y negociacién. Podré, acaso, decirse que la facilidad de descontar letras de cambio da al inglés tantas ventajas como al escoeés la de sus cuentas de caja; pero es necesario tener presente que el mereader escoeés puede también descontar letras con Ia misma facilidad y tiene, ade- ms, la conveniencia de aquellas cuentas. ‘Todo el dinero de papel, en billetes o vales de cualquier especie que sean, que haya de circular libremente y con aceptaci6n en un pafs, ni puede ni debe exceder jamés del valor del oro y plata cuyo Tugar ocupa o que circularia en 41, suponiendo un mismo estado de comercio, si no hubiese aquel dinero en papel. Si los vales fnfimos que corren en Escocia son los de veinte chelines, por ejemplo, el va- lor total de ellos podré fécilmente correr y eireular no excediendo de Ja suma de plata y oro que seria nevesaria para ejecutar la reduecién efectiva, o cambio real que In experiencia acredita acostumbrarse hacer anualmente en el pais. Si el papel cireulante excede de esta suma efectiva, como el exceso ni puede enviarse fuera del Reino en busea de empleo, ni emplearse en la cireulacién interna, no puede me- nos de volver muy presto al Banco en busea de reduccién en plata u oro, Inmediatamente conocerian muchos que tenfan més papel de éste que el que podia admitir la negociacién interna, y como no lo po- RIQUEZA DE TAS NACIONES. — LIBRO UL 38 drian remitir fuera para el comereio extranjero, reclamarian al mo- mento el pago efeetivo de los banqueros; porque convertidos en oro 0 en plata estos vales, que podemos llamar de sobra, encontrarian cur- so en el comercio exterior, el cual no tendrian permaneciendo en papel. En poco tiempo se verificaria una concurrencia extraordins- ria a los bancos en reclamacién del pago efectivo de cnantos vales sobrantes se hallasen en tales circunstancias en el Reino, y si se tro- pezara con dificultad o retardo en su pago iria siendo cada vez mis la concurrencia, porque Ia desconfianza general habria de ser causa de que acudiesen a Ja reduecién aun aquellos billetes que eupiesen en Ia circulacién interna, Fuera de las expensas comunes a todo ramo de comercio y trafi- co, como rentas de almacenes, salarios de factores, de contadores, ete., hay ciertos gastos peculiares de un banco, que consisten prineipal- mente en dos artieulos: primero, los de guardar en todo tiempo las areas 0 depésitos de dinero efectivo para In correspondencia de pa- 0s que sucesivamente vayan pidiendo los tenedores de sus vales, cantidad considerable que por estar parada pierde sus intereses; y segundo, el gasto y coste de volver a lenar estos depésitos para el ‘mismo intento, Una compafiia bancaria que libra més billetes que los que pue- den emplearse en Ia circulacién interna del pats, y euyo exeeso 0 sobrante esté continnamente volviendo a ella por reduccién efecti- va, tiene que aumentar las cantidades de oro y plata que en todo tiempo ha de guardar de repuesto, no s6lo a proporeién de lo que ex- cedié a la circulacién el papel moneda que dieron, sino de una ean- tidad mucho mayor ; porque estos vales volverdn a la compaiiia, para ‘st pago, mucho més pronto que lo que deberia exigir el exceso de su ntimero. Por lo cual, esta compafifa tendré que aumentar sus ex- pensas 0 gastos en el primer artfculo, en mucha mayor proporeién que la que corresponderia solamente por haber excedido sus letras a la cireulaci6n, Y¥ aunque se lenarian mucho més los repuestos de dinero de esta compaiifa, también quedarian vacios mucho més pronto que si su negociacién se cifiese a términos més razonables, y no sélo nece- sitarfan de un ejercicio mas violento y acelerado para juntar la mo- neda necesaria, sino de un gasto y trabajo més constante y conti- nuado. Ni el dinero que de este modo se esta extrayendo de sus arcas Puede tampoeo emplearse en la cireulacién del pais; porque viene

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