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1. VISIÓN DE CONJUNTO.
El franquismo comienza durante la guerra civil, cuando en los territorios dominados por el bando
sublevado se va creando un nuevo estado que, finalizada la guerra, se extiende a todo el país, y
termina en 1975 con la muerte del dictador. Por lo tanto, son casi cuarenta años de dictadura
personal de Franco que marcan claramente la situación y la evolución histórica del país. Al ser un
período tan largo de tiempo podemos dividirlo en dos grandes etapas, que se dividen en dos fases
cada una de ellas:
El análisis del franquismo no sólo debe tener en cuenta su división en estas etapas sino que debe
hacerse teniendo en cuenta tres elementos:
Política interna.
Política exterior.
Evolución económica y social.
Es decir, una visión del franquismo debe tener en cuenta estos tres elementos en cada una de
sus tres etapas.
Pero planteando el franquismo desde un punto de vista global, nos encontramos con que durante
todo este período tenemos una serie de permanencias: poder personal del dictador, predominio de
las clases e instituciones tradicionales (Iglesia, Ejército, grandes propietarios, etc.), pero también se
produce una importante evolución económica y social en un marco político que cambia poco. Es
decir, el país evoluciona social y económicamente, acercándose al modelo europeo occidental, pero
permanece estancado políticamente dentro de una dictadura que, aunque dura todo el período, va
evolucionando dentro del sistema provocando ciertos cambios en el régimen (cabría utilizar la
metáfora del corsé, que aprieta mucho cuando es nuevo pero que va aflojándose con el tiempo).
Precisamente esa evolución lenta pero firme, es la que permite al país afrontar el período de
transición a la democracia tras la muerte del dictador con una madurez que asombró a propios y
extraños, ya que en sólo años tres (1975-1978) se pasó de un sistema dictatorial a un sistema de
monarquía parlamentaria constitucional plenamente democrático.
I. FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS.
Los historiadores han denominado a este periodo como franquismo pues la dictadura de Franco tuvo
un carácter personal con características de otro tipo de dictaduras, pero sin un cuerpo ideológico
claro y homogéneo. Franco era un militar, su repertorio político es pobre, basado en el concepto
militar de la vida y el tradicionalismo católico. Las distintas familias políticas que apoyaban al
régimen fueron aportando principios ideológicos con mayor o menor vigencia dependiendo de las
circunstancias internas y externas a las que se enfrentará el régimen; pues su gran característica fue
su acomodación a los distintos tiempos y el reparto de poder entre las distintas familias; con un
objetivo claro: acaparar todo el poder y perdurar en el tiempo y ambas cosas las consiguió Franco.
La dictadura de Franco no fue una dictadura totalmente fascista, ni militar, aunque sí totalitaria
porque fue una dictadura de carácter personal donde Franco tenia concentrado el poder militar,
ejecutivo y legislativo, haciéndose llamar, al estilo fascista, “caudillo”. En la dictadura franquista no
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DESARROLLO DE TEMAS. HISTORIA DE ESPAÑA (2º Bachillerato)
Manuel Jesús Fernández Naranjo
ESPAÑA DURANTE EL FRANQUISMO
hubo un partido político, como en las fascistas, que impusiera su dominio total (aunque la Falange o
el Movimiento así o parecía), sino que existían distintas familias políticas, ante las cuales él ejercía
de juez y árbitro supremo. De hecho, el poder se manifestó siempre en tres vertientes: civil, militar
y eclesiástica. Franco, o el franquismo, tampoco disponían de un cuerpo claro ideológico. Era un
militar con escasa formación, teniendo, como es propio en estos casos, unas pocas ideas políticas
simples y maniqueas. Fueron las distintas familias las que aportaron el bagaje ideológico, lo que se
denomina pluralismo limitado. La preponderancia de unas u otras varía con las circunstancias
políticas, al igual que la hegemonía de las distintas familias. El franquismo, pues, tuvo unas fuentes
ideológicas plurales procedentes de la totalidad de la derecha y que fueron sucesivas en su
influencia.
A. NACIONAL-PATRIOTISMO
La principal aportación ideológica de los militares al régimen fue el nacional-patriotismo, una visión
unitaria y tradicionalista de España. Del espíritu militar provienen las ideas de jerarquía, disciplina,
austeridad, autoritarismo, virilidad y fuerte represión que dominaron las distintas etapas de la
dictadura. Firmemente anticomunistas, después de la depuración a que fue sometido por la guerra
civil, era defensor a ultranza de la unidad nacional y del orden público.
B. NACIONAL-SINDICALISMO
En el inicio de la formación del estado franquista Franco optó por el fascismo italiano como modelo
y, por tanto, la Falange, el partido fascista español, aportó un gran bagaje ideológico. Suyas son
ideas como el hipernacionalismo, la ética de la violencia y represión, machismo (nunca se sentó una
mujer en el Consejo de Ministro con Franco), la idea de España como un Imperio, la exaltación del
líder, la dirección paternalista de la sociedad, la organización sindical en sindicatos verticales, el
adoctrinamiento político de la juventud (OJE) y la mujer (Sección femenina), etc.
C. NACIONAL-CATOLICISMO
El nacional-catolicismo se traduce en la defensa de la religión y de la moral católica en sus versiones
más tradicionales, como algo consustancial a la propia España. El catolicismo conservador es,
quizás, la fuente ideológica que más surtió al franquismo. De ahí provino la moral, el
tradicionalismo, el anticomunismo y el antiliberalismo. En la forma de vestir, de salir, de
relacionarse, de casarse o de la educación o las relaciones sexuales se impuso la moral católica más
conservadora. Este catolicismo ultraconservador buscó su legitimación histórica en el ambiente
místico e inquisitorial del Imperio y en la Iglesia de la Contrarreforma.
Los católicos, que habían sufrido las iras del anticlericalismo del radicalizado movimiento obrero
español y del liberalismo más progresista, situaron a la religión católica como elemento aglutinador
del Estado, siguiendo el modelo que utilizaron los Reyes Católicos y los Austrias, comenzándose a
supervalorar esta etapas históricas por los historiadores adictos al régimen. Ello se unió a la idea de
Imperio para España que aportaban los falangistas, para lo cual también se recurrió como modelo a
imitar a esas épocas históricas. Los falangistas también culpaban al liberalismo y al movimiento
obrero de la situación durante la república y la decadencia de España. Los militares aportaron los
principios de orden, jerarquía, disciplina y sobre todo nacionalismo español. Culpaban al liberalismo
de la desmembración, según ellos, que se había producido en España por culpa de los nacionalismos.
Así se formó el nacionalismo español durante la dictadura, una "España, grande y libre"; grande,
unida a la idea de imperio y libre de las ideologías "extranjerizantes" (judíos, masones y comunistas)
y todo ello dentro de una España tradicional donde su seña de identidad era el catolicismo; "España,
como reserva espiritual de occidente". Este nacionalismo español formado durante la dictadura iba a
provocar, una vez terminada esta, una reacción de los nacionalismos periféricos y un gran perjuicio
al nacionalismo español moderado.
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Pero en esa amalgama de ideas destacaban sobre todo dos: el antiliberalismo, puesto que tanto los
militares, como la Iglesia, como la Falange o los carlistas culpaban al sistema liberal de la república
de los males por los que había pasado España. Optan, por tanto, por un sistema sin partidos
políticos, sin elecciones, sin división de poderes, sin parlamento y sin las instituciones y
características de un sistema liberal y el anticomunismo unido a la obsesión y fobia que Franco
sentía sobre el judaísmo y la masonería, porque se consideraba que eran introductores de los dos
grandes males del siglo XIX y XX; la democracia y la lucha de clases. Como alternativa se propone la
dictadura autoritaria y los sindicatos verticales.
a. CATÓLICOS: Se dividen en dos familias. Los católicos tradicionalistas y los del OPUS DEI. La
familia política católica siempre tuvo ministerios, teniendo reservados generalmente el de
Educación y Asuntos Exteriores. De 1943 a 1957 fueron los que tuvieron la hegemonía política.
Los católicos tradicionalistas fueron sustituidos a partir de 1957 por el OPUS DEI, imponiéndose
la cultura tecnócrata. Son un grupo de técnicos, que se declaran apolíticos y que impulsan el
desarrollismo económico. A partir de la década de los sesenta dominan tanto las altas como las
medias esferas del poder.
c. MILITARES: El ejército fue el principal sostén del régimen y el artífice de la victoria sobre el
régimen republicano. El ejército estuvo siempre firmemente controlado por Franco y
subordinado a su persona, por ello nunca fue un grupo de presión. Los militares siempre
estuvieron presentes en el gobierno (como mínimo 6 ó 7 miembros); en el Consejo de Ministros o
en puestos intermedios. Suyas eran siempre las carteras militares (tierra, mar y aire).
e. FRANQUISTAS PUROS: Fue n importante sector dominado por Carrero Blanco hasta 1973. Solían
ser técnicos independientes o sin adscripción a ninguna familia política, pero siempre con la
característica común de la fidelidad y la adhesión incondicional al Caudillo.
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Manuel Jesús Fernández Naranjo
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Franco contó con el apoyo importante de la sociedad española. A ello tenemos que añadir dos
precisiones. En la autarquía, sobre todo hasta el 48, la represión fue tan feroz que la oposición
existente desapareció física o/y presencialmente, bien fuera por su eliminación o su paso a la
sociedad pasiva. Franco intentó y consiguió la "despolitización" de la inmensa mayoría de los
españoles. La segunda matización es que a partir de los sesenta aparecen grupos sociales muy
dinámicos que se oponen a la dictadura de Franco, como los estudiantes, los obreros o un sector de
la Iglesia, influido por las ideas de Vaticano II.
Se trataba de una sociedad altamente jerarquizada. El vértice estaba ocupado por las altas
jerarquías de la Iglesia, el Estado y el Movimiento Nacional, junto con la oligarquía financiera y
terrateniente. El estrato intermedio era para los cargos medios de esas instituciones, los
campesinos propietarios y la pequeña y mediana burguesía. La amplia base estaba ocupada por los
obreros y los campesinos.
El régimen, apoyado por la Iglesia y el movimiento nacional, luchó y consiguió que la inmensa
mayoría de la población española se alejara de la política en el sentido clásico del término. Dos
anécdotas que ilustran esto es la famosa frase de Franco a un ministro "Tú, haz como yo, no te
metas en política" o la afirmación de López Rodó sobre la despolitización de la sociedad española
cuando tuvieran una suficiente renta económica. Ni que decir tiene, que esta despolitización es otra
forma de hacer política; esa que consiste en el sometimiento de una mayoría a una minoría.
III. INSTITUCIONALIZACIÓN
EL EJÉRCITO: Los militares tienen una presencia muy significativa en la vida de la sociedad
franquista, participan en todo tipo de tribunales, de actos públicos o de actos sociales.
Controlaban la represión, dirigían la policía, participaban en la política económica y aportaron
muchos símbolos y claves ideológicas del Régimen a través de la doctrina del caudillaje militar.
Por ello, aunque estaban muy mal pagados guardaron una escrupulosa fidelidad a Franco y su
régimen, estando orgullosos de su victoria y el lugar de honor que tenían en el régimen.
LA IGLESIA: Desde el principio la guerra civil fue calificada como "Cruzada" y la iglesia aportó
legitimidad interior y exterior al régimen, además se convierte en un eficaz instrumento de
propaganda de la ideología del régimen. . Franco entraba bajo palio en las Iglesias y nombraba
obispos y cardenales; a cambio el predominio y prestigio social de la iglesia era inmenso, se les
devolvió el control de la educación, establecimiento de las retribuciones económicas e incluso el
control de los profesores o políticos locales. Los primeros enfrentamientos con la Iglesia van a
tener lugar muy avanzada la década de los sesenta cuando una parte de ella quiso apartarse de la
dictadura, influida por las doctrinas del Concilio Vaticano II.
EL MOVIMIENTO: El partido político fundado por José Antonio Primo de Rivera, fue desvirtuado por
Franco al integrarlo dentro del MOVIMIENTO NACIONAL, junto con los tradicionalistas carlistas y
las JONS. Con ello redujo su papel a ser la cantera para aprovisionar al régimen sus cuadros
organizativos o dirigentes, siempre que le prestaran fidelidad inquebrantable. En el periodo azul
tuvieron el predominio, pero tras la derrota de las potencias del eje fue disminuyendo su
jerarquía. A pesar de ello, siempre surtió al régimen de los principios ideológicos necesarios y de
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los cuadros dirigentes demandados. Otro papel fundamental del movimiento fue el
encuadramiento y adoctrinamiento de las masas; para ello creó diversas instituciones como los
sindicatos verticales, el SEU (Sindicato de Estudiantes Universitarios), la Sección Femenina, el
Frente de Juventudes o la OJE.
LA INSTITUCIONALIZACIÓN POLÍTICA
LAS LEYES FUNDAMENTALES DEL RÉGIMEN
El 17 de julio de 1942 se promulgó la LEY DE CORTES, la segunda de las Leyes Fundamentales (la
primera, EL FUERO DEL TRABAJO, era de 1938) como otro paso más para institucionalizar el
régimen. Eran una especie de Cortes Corporativas, al modelo de la Asamblea Nacional de Primo de
Rivera. Las funciones de las Cortes serían más técnicas que políticas, siendo una fuerza de
legitimación y apoyo
Franco salió de la crisis, al igual que en las posteriores, nombrando un nuevo gobierno en el que
sacrificaba a las dos partes enfrentadas (ni Serrano Súñer, ni Varela continuaron). Franco demostró
su habilidad para maniobrar con astucia entre los sectores políticos que sustentaban el Régimen.
Continuaron siendo ministros miembros de todas las familias, pero la falange empezó a perder
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protagonismo, eso sí, nunca tanto que significará su desaparición. A partir de ese momento el
protagonismo lo asumirían los católicos.
El resultado fue lo que se ha llamado DEMOCRACIA ORGÁNICA. Se trataba de una democracia muy
peculiar donde existía representación pero no de partidos políticos con distintas opciones políticas
sino de una serie de órganos controlados por el partido único y por Franco. Los representantes se
llamaban procuradores. En los municipios se elegían según, la Ley de Bases de Régimen Local, los
concejales eran elegidos por representantes de tres sectores: los representantes del único sindicato
permitido, el SINDICATO VERTICAL, de las familias y de las instituciones culturales y económicas. Fue
un concepto bastante propagandístico, relacionado ya que se decía que España era una democracia
orgánica, una democracia verdadera, en la que se eliminaban lo peor de la democracia, la pluralidad
política y se facilitaba la verdadera participación a través de los órganos (de ahí el nombre)
fundamentales del estado; la familia, el municipio y el sindicato.
I. Evolución política
El Gobierno.
Todo el poder político recaía en Franco que lo ejercía por medio de su gobierno con ministros
que nombraba o destituía a conveniencia. El nuevo estado era rígidamente unitario y centralista.
El país se dividía en provincias donde la máxima autoridad era el Gobernador Civil, nombrados
por el Ministro de Gobernación y se encargaba de las fuerzas de orden público y de cuestiones
administrativas y económicas.
El primer gobierno de la dictadura, por un lado, sigue las pautas de todos los gobiernos de Franco
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-participan todas las familias políticas del régimen-, pero por otro, en esta primera fase hay un
predominio cualitativo y cuantitativo de la falange, debido al papel de Alemania en la escena
internacional y a la reciente guerra civil. El hombre fuerte de esa etapa es Serrano Súñer "el
cuñadísimo".
La represión.
Al terminar la guerra se extendió por todo el país el sistema de represión que había existido en
las zonas dominadas por lo militares sublevados. Los tribunales militares dictaban sentencias a
cárcel o a muerte calculándose un número de más 100.000 de las primeras, mientras que de
ejecuciones se sitúa entre 30.000 y 50.000. Además, se desarrolló la llamada “depuración”, por
la que antiguos funcionarios de la República perdían su trabajo y, también, condenas de exilio
interior, llevándose a los condenados a zonas distantes de sus zonas de origen siendo,
normalmente, zonas aisladas y pobres. La represión policial fue llevada a cabo de una forma
espectacular hasta bien entrados en los años cincuenta y sobre todo, en la esta etapa azul. Los
historiadores hablan de la mayor época represiva de la historia de España. Durante la
tecnocracia, la represión policial se vio suavizada, igual ocurrió con la propaganda o con la
censura. Al final del régimen, ante la tremenda crisis política que vivió el régimen, se volvió a
altos niveles de represión, aunque nunca tan elevados como en la etapa azul.
La Guerra Civil trajo como una grave consecuencia la disminución de la población, debido a las
muertes producidas por la misma (alrededor de 500.000), a la primera represión de los
vencedores (alrededor de 50.000) y al exilio (unos 300.000) y la inmensa mayoría era población
activa.
El Gobierno se puso manos a la obra y, fiel al totalitarismo predominante, estableció una política
económica basada en dos puntos:
- un rígido control de la economía por parte del Estado: entrega de las cosechas al
Estado, fijación de precios, creación del INI (Instituto Nacional de Industria, 1941) y
control del comercio exterior
- Autarquía o sistema económico de autosuficiencia de recursos, sobre todo debida a
la coyuntura internacional (plena guerra mundial primero y aislamiento político
después) y a la creencia de las inmensas posibilidades de la riqueza del país.
Existían empresas privadas, pero muy controladas por el Estado debido al control de precios y
salarios, el control de créditos, etc. Sin embargo, los resultados fueron catastróficos puesto que
la producción agraria e industrial no recuperó los niveles de 1935 hasta finales de los 50.
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Manuel Jesús Fernández Naranjo
ESPAÑA DURANTE EL FRANQUISMO
La sociedad
El triunfo del bando nacional, significó también él de las clases sociales que apoyaron el golpe de
estado y su bando durante la guerra civil. Es decir, se volvió a la estructura social tradicional.
Por el ello el modelo de estructura social sufrió en esta etapa una transformación radical, con
respecto a la segunda república, apareciendo una clara jerarquización piramidal; la cúspide
estaba ocupada por la oligarquía y los altos mandos de las instituciones adictas al régimen, luego
estaban las clases medias y en la base de la pirámide las clases trabajadoras. Esta estructura iba
ser ampliamente modificada a partir de los años sesenta.
Estamos ante una sociedad altamente jerarquizada. El vértice estaba ocupado por las altas
jerarquías de la Iglesia, el estado y el movimiento nacional, junto con la oligarquía financiera y
terrateniente. El estrato intermedio era para los cargos medios de esas instituciones, los
campesinos propietarios y la pequeña y mediana burguesía. La amplia base estaba ocupada por
los obreros y los campesinos.
La oligarquía estaba compuesta por los grandes propietarios de tierras, la alta burguesía
financiera, industrial y comercial y las altas jerarquías de la iglesia, la falange y el ejército.
Estos grupos recuperaron rápidamente el poder económico, social y político que las reformas de
la II República y el proceso revolucionario abierto en su zona durante la guerra civil habían
eliminado o al menos puesto en un serio peligro
La composición de las clases medias es bastante plural. En el mundo rural estaban adscritos a
este sector los pequeños y medianos campesinos propietarios. La utilización de un discurso por
parte del régimen en el que se acentuaban los valores tradicionales y la vida rural hizo que
mayoritariamente apoyaran al régimen, al igual que la política proteccionista utilizada. En el
mundo urbano, pertenecían a las clases medias, los comerciantes e industriales enriquecidos por
el mercado negro - lo que también aseguraba su alineación con la dictadura- las pequeñas
burguesías urbanas, compuestas por administrativos, pequeños comerciantes e
industriales...adscritas al régimen por la labor de adoctrinamiento realizada por la falange y la
iglesia. Además pertenecían a este sector los cargos medios del movimiento, la Iglesia y el
ejército. No obstante, la importancia cuantitativa y cualitativa de las clases medias era inferior
al periodo republicano anterior y al desarrollista posterior.
Las clases trabajadoras estaban compuestas por los jornaleros campesinos y los obreros
industriales y comerciales. Es decir, por todos los asalariados. Su adscripción al régimen no era
tan clara como los otros sectores sociales pero en ningún momento en esta etapa se opusieron
abiertamente al régimen. La "apolitización" de estas masas trabajadoras fue consecuencia de la
represión, la propaganda y la conciencia de que habían perdido la guerra.
Desde los inicios del régimen se llevó a cabo una política de sometimiento de las clases
trabajadoras, donde su subordinación era manifiesta. El régimen prohibió las organizaciones
sindicales y las sustituyó por los sindicatos verticales, quitó el derecho de huelga y suprimió la
representación obrera en las empresas. Hasta 1958 que apareció la ley de Convenios Colectivos
la fijación de las condiciones laborales era una función que recaía exclusivamente sobre el
Estado. A cambio de esta situación de indefensión el régimen amplio las garantías de estabilidad
en el puesto de trabajo y llevo a cabo una amplia política de protección social de claro carácter
paternalista. Así a través del Instituto Nacional de Previsión se gestionaban los subsidios de
vejez, el seguro obligatorio de enfermedad o las prestaciones por accidente de trabajo.
La moral y las costumbres públicas estuvieran dominadas por los valores tradicionalistas que la
Iglesia defendía, en su objetivo de recristianizar el país, después del laicismo que quiso imponer
la segunda república.
La sociedad española se vio influenciada de manera muy clara por la Iglesia. Así, las as
prácticas religiosas tomaron el carácter de actos públicos: procesiones, novenas, "misiones"
populares, misas obligatorias en determinados cuerpos, etc. Los ritos religiosos se introdujeron
en todos los aspectos de la vida. Esta nueva sacralización de la vida española afectó a casi todos
los asuntos públicos e instituciones. Se promulgaron las "normas de decencia cristiana" que
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ESPAÑA DURANTE EL FRANQUISMO
establecían cómo tenían que ser los trajes de baño, los vestidos y la censura en los espectáculos
públicos, teatros, cines y medios de comunicación en general. Hasta se dieron indicaciones sobre
la longitud de las mangas, los escotes y las faldas. La vida, en definitiva, se organizó en torno a
las Iglesias, cuyos párrocos ejercían una gran influencia en la sociedad.
Se volvió al modelo tradicional de familia patriarcal en la que la mujer tenía un papel muy
subordinado al hombre, no existían ni el divorcio, ni la coeducación, se controlaban los usos
amorosos, etc. A lo largo de la dictadura el papel de la mujer va a afirmarse como el de
portadora de los valores morales, guardiana del hogar y puntal de la familia. La mujer debía
dedicarse al matrimonio y la procreación y se incentivó la natalidad, estableciendo premios a las
familias numerosas. Se quiso sacar a la mujer del trabajo productivo. La educación católica
subraya este papel. Y en esta línea se orienta la labor de la esposa, el ama de casa y la madre
dedicada a las tareas del hogar, a sus labores...
La política social
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ESPAÑA DURANTE EL FRANQUISMO
A partir de 1942 con la entrada de EEUU en la guerra se vio claramente que la derrota de las
potencias del eje estaba clara. Franco empieza a cambiar de postura, ante el peligro que suponía
su apoyo para su régimen. Así en 1943, sustituido Serrano Súñer por Jordana y la Falange
perdiendo influencia, se vuelve a la neutralidad y además empiezan una serie de cambios
trascendentales para adaptarse a la nueva situación internacional y salvar su gobierno.
I. Evolución política
A partir de 1943, Franco formó sus gobiernos con la intención de acercarse a los aliados,
futuros vencedores de la guerra. Martín Artajo fue el hombre clave para intentar romper con el
aislamiento internacional y para demostrar el ascenso de los católicos y las pérdida de influencia
de la Falange. El resultado de esta política fue el primer signo de fin del aislamiento: la firma
del Concordato con el Estado español y el Vaticano en 1953. También comenzó el acercamiento
con EE.UU. que culminó en 1953. Pero la personalidad emergente era la del almirante Carrero
Blanco que se convirtió en una de las figuras claves desde 1951. Por su recomendación
empezaron a destacar un grupo de políticos que fueron muy influyentes en la década de los
sesenta, los tecnócratas y miembros del Opus Dei, el primero de ellos López Rodó.
A partir de 1943, también, algunos grupos monárquicos empezaron a actuar, incluso con una
carta de algunos militares monárquicos dirigida a Franco, para influir en la vuelta de la
monarquía en la persona de D. Juan de Borbón, heredero de Alfonso XIII, pero éste, al publicar
el Manifiesto de Lausana (marzo de 1945), declarándose partidario de un sistema liberal y
democrático, se alejó del dictador. Sin embargo, en marzo de 1948, Franco y D. Juan pactaron la
llegada del hijo de éste último, D. Juan Carlos, para que se educara en España y se preparara
para la sucesión.
A mediados de los años cincuenta, por un lado, la política autárquica había llevado a una difícil
situación económica y por otra la política de los católicos presentaba síntomas de agotamiento,
al mismo tiempo que aparecían diversos grupos dentro de la Iglesia católica. En 1951 Franco
nombra a Ruiz Giménez como Ministro de Educación con lo que se pretende dar un revulsivo al
mundo cultural y universitario. Esto provocó una serie de iniciativas consideradas peligrosas para
el régimen por su pluralismo y su apuesta liberal.
El detonante político de los grandes cambios que se avecinaban fueron los sucesos de febrero de
1956 en donde hubo enfrentamientos callejeros entre estudiantes liberales y falangistas. Se
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culpó de la situación al Ministro de Educación Ruiz Giménez por su política aperturista, pero
Franco al hacer remodelación del gobierno no solo dejo fuera a éste, sino también al falangista
Fernández Cuesta.
A finales de la década de los cincuenta la Iglesia no era la institución monolítica que apoya sin
fisuras el régimen. Existía por un lado, un grupo de intelectuales católicos liderados por Ruiz
Giménez que reivindicaban apertura y libertad de pensamiento, otro grupo inició una línea
obrerista y nacionalista que iba a formar parte de la oposición al régimen.
Desde 1956, la Iglesia no se mostró capaz de inspirar una única política. Los tecnócratas del Opus
Dei, que accedieron de la mano de Carrero Blanco, eran sólo una opción dentro de la Iglesia,
facción que iba a tener el protagonismo político y económico hasta el final del franquismo. Las
tres figuras claves fueron López Rodó, Alberto Ullastres y Navarro Rubio. Ellos van a ser los
protagonistas de la tercera etapa del franquismo.
La miseria se hacía más insoportable puesto que en los países de Europa occidental, la ayuda
norteamericana (PLAN MARSHALL, 1948-1951) se había iniciado un período de rápida
recuperación y crecimiento. Incluso se llegaron a producir las primeras protestas en 1951 (huelga
de los tranvías en Barcelona). Esta situación provocó un cambio de gobierno en 1951, que
empezó a ir eliminado los controles del estado sobre la economía. Este cambio, unido a la ayuda
norteamericana, que se explica a continuación, permitió el inicio de la recuperación económica
española y un desahogo importante para Franco.
Renta nacional Renta por habitante
año
Índice básico 100:1935 Índice básico 100:1935
1950 97,4 85,5
1951 114,6 99,8
1952 120 103,7
1953 115,8 99,2
1954 130,5 11,8
1955 132,2 111,3
1956 138,6 115,7
1957 147,6 122,2
1958 153,5 126
1959 161 131
Sin embargo, la “guerra fría” y el fin del aislamiento supusieron el final de la miseria y el
espaldarazo definitivo a esa recuperación gracias a la ayuda económica de EE.UU desde 1953.
La ayuda económica (más de 2.300 millones de dólares) se concretó en dos aspectos: donaciones
de productos alimenticios (unidas alas buenas cosechas de 1951 y 1952) que acabaron con la
escasez de productos y concesión de créditos destinados a comprar a Estados Unidos materias
primas y maquinaria. La negociación de esta ayuda fue paralela a la del establecimiento de bases
militares norteamericanas en territorio español.
Hasta el año 1956, el crecimiento no fue acompañado de inflación que empezó a dispararse y
provocó las protestas de los trabajadores. Al comenzar a abrirse al mercado internacional, se
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importaba mucho y se exportaba muy poco, por lo que la balanza comercial fue cada vez más
deficitaria y se agotaban las reservas de divisas. Esta situación provocó un nuevo cambio de
política económica, que se analizará en la siguiente etapa.
La sociedad
A partir de 1950, los controles que agobiaban la vida social y cultural española empiezan a
aflojarse (censura excesiva, dominio del nacionalcatolicismo radical, etc.). El pequeño
aperturismo iniciado provocó que se iniciaran las primeras protestas sociales desde 1951 (huelga
de los tranvías que derivó en una huelga industrial en Barcelona) culminando este descontento
en los sucesos de la primavera de 1956, que suponen las protestas más graves y amplias contra el
franquismo hasta entonces con huelgas reivindicativas en Cataluña y el País Vasco junto con
protestas estudiantiles en varia ciudades, principalmente Madrid.
En definitiva, por una parte, el régimen, a pesar de una cierta apertura, marcaba claramente los
límites y, por otra, se produjeron las primeras fisuras dentro del régimen que se fueron
aprovechando para conseguir mejoras laborales y menor presión cultural.
A principios de los años cincuenta llegó el tan ansiado reconocimiento internacional, motivado
fundamentalmente por las circunstancias creadas por el enfrentamiento entre EEUU y Rusia; la
guerra fría. En este contexto el catolicismo y el anticomunismo del régimen franquista le
valieron para salir de ese aislamiento.
Volvieron los embajadores en 1951, España ingreso en la ONU y sus organismos especializados
(FAO, UNESCO, etc.) y, sobre todo se firmo el Concordato con la Santa Sede en 1953, que
regulaba las relaciones Iglesia-Estado, y el Acuerdo Hispanoamericano, por el que EEUU utilizaría
de forma conjunta una serie de bases militares a cambio de ayuda económica.
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I. Evolución política
A lo largo del período comprendido entre 1957 y 1969 sólo hubo tres gobiernos, siendo Carrero
Blanco el hombre fuerte del mismo. La política económica siempre estuvo en manos de
personalidades del grupo denominado de los tecnócratas. La tecnocracia es una forma política que
intentó aplicar el régimen franquista en los años sesenta. Se trataba de sustituir los conceptos
políticos por los técnicos o dicho de otra forma, la acción política por la burocracia. En el fondo, se
buscaba el continuismo político dictatorial, sustituyendo las libertades políticas por el desarrollo
económico. López Rodó llegó a decir que cuando la renta fuera de 200.000 dólares a los españoles
se les olvidaría la política. Destacaron también López Bravo, Ullastres o Navarro Rubio. Otra
personalidad política destacada en estos años fue Manuel Fraga autor de la Ley de Prensa de 1966.
Los falangistas habían perdido influencia, quedando reducidos al ámbito sindical (destaca José
Solís).
Aunque el dominio político de esta etapa corresponde a los tecnócratas surgen otros grupos que se
enfrentan a ellos, dentro del contexto de los cambios económicos y sociales que se estaban
produciendo y sobre todo ante la perspectiva de un régimen sin Franco. Dentro de estos grupos
destacan los inmovilistas o bunker (sector duro del movimiento que pretendía volver a un régimen
totalitario) y los aperturistas, provenientes del movimiento y liderados por Fraga y Solís.
Ambos llegan a ser ministros e intentan a través de sus leyes y disposiciones hacerse con un lugar
político en el régimen para preparar la sucesión e imponer sus ideas. Solís intentó imponer su idea
de que el desarrollo económico y social demandaba cambios políticos importantes. Así, intenta
sacar hacia adelante una ley de asociaciones políticas que permitiera un pluralismo limitado y la
denominada "democracia sindical" que consistía en la integración en los sindicatos oficiales del
nuevo movimiento obrero. Ambas disposiciones tuvieron resultados muy limitados, debido a la
oposición de los tecnócratas que eran más partidarios de la burocratización y no de los cambios
políticos.
Algo parecido ocurrió con la ley de Prensa de 1966, promovida por el ministro de Información y
Comunicación Manuel Fraga. La nueva ley abolió la censura previa y concedió una cierta libertad de
prensa con la que la oposición incrementó su capacidad de expresarse. Pero también tenía
bastantes limitaciones como la contemplación de delito cuando se "atentase" contra el Jefe del
Estado, los principios del Movimiento, las Leyes Fundamentales, la seguridad nacional y el orden
público. Además se controlaban las noticias extranjeras a través de la agencia EFE, se podía cerrar
medios de comunicación y se controlaban la mayoría de los medios informativos. En definitiva, la
prensa que se había configurado con la ley de Fraga no era una prensa libre, pero tampoco la de los
primeros tiempos de la dictadura.
En 1969 estalla el escándalo Matesa, un tema de corrupción financiera e industrial en que estaban
implicadas personas pertenecientes a los tecnócratas y al Opus. El enfrentamiento entre los
aperturistas y los tecnócratas estalló definitivamente. Fraga y Solís maniobraron para que el asunto
se conociera a través de la prensa, desprestigiando a sus adversarios políticos. Esta vez, Franco no
tenía la capacidad de maniobrar entre las distintas familias políticas. Formó un nuevo gobierno,
pero en este caso monocolor, con personas adictas a Carrero Blanco. La división entre las familias
franquistas era ya un hecho consumado.
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ESPAÑA DURANTE EL FRANQUISMO
Las dificultades económicas que surgieron a finales de los 50, a pesar de la recuperación, provocaron
un cambio de política económica dirigida por los tecnócratas procedentes del Opus Dei. Los nuevos
ministros Ullastres y Navarro Rubio elaboraron, en 1959, el PLAN DE ESTABILIZACIÓN, diseñado por
el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Mediante un Decreto se impusieron una
serie de medidas básicas para orientar la economía del país siguiendo la siguientes líneas de
actuación:
o Reducción del gasto, tanto del Estado como de los particulares. Esto supuso
restricciones de crédito, congelación de salarios y menor inversión del Estado
o Desaparición progresiva de los controles del Estado sobre las actividades
económicas.
o Apertura de la economía española a los mercados exteriores aumentando las
facilidades para las empresas extranjeras que quisieran instalarse en España para
poner en contacto la economía nacional con la internacional en un momento de
fuerte crecimiento de la economía mundial.
A lo largo de los años 60, España experimentó un crecimiento económico muy fuerte derivado de
varios factores:
o Éxodo rural: la mano de obra campesina sin empleo se trasladó a las nuevas zonas
urbanas industriales.
o Capital acumulado. Existía en España una gran cantidad de capitales acumulados y
no invertidos, debido a los controles y el intervencionismo excesivo del Estado, que
ahora se empiezan a invertir. Si a esto le unimos las inversiones extranjeras, nos
encontramos con las condiciones financieras para una rápida y fuerte
industrialización.
o Aumento de las importaciones de infraestructura industrial. Estas importaciones se
financiaron primero con los créditos exteriores y más adelante, con las divisas
(moneda extranjera) que dejaba el turismo que empezaba a desarrollarse de manera
muy rápida y también con las remesas que enviaban los emigrantes españoles que
trabajaban en Europa.
o Modernización de la agricultura española, con técnicas y cultivos más intensivos.
Una vez estabilizada la economía española y creadas las nuevas bases en el período 1959-1963, se
empezaron a poner en práctica los PLANES DE DESARROLLO que desarrollaron varias medidas para
aumentar el crecimiento económico:
o Fomento de la actividad industrial en zonas poco o nada industrializadas. Se crearon
los llamados POLOS DE DESARROLLO, con incentivos fiscales y ayudas del estado para
que la inversión privada creara industrias y empresas en esas zonas (por ejemplo, los
polígonos industriales)
o Fomento de la modernización agraria, con extensión del regadío y creación de los
llamados POBLADOS DE COLONIZACIÓN, para aumentar la producción agraria y su
modernización (nuevos cultivos, maquinaría, nuevas técnicas, etc.)
El gran crecimiento se debió sobre todo al proceso de industrialización de muchas zonas. Las nuevas
industrias se fueron extendiendo creándose dos grandes franjas industriales: la franja cantábrica y la
franja mediterránea. Además de estas dos grandes zonas aparecieron otros núcleos industriales:
Madrid y los polos de desarrollo de Burgos, Valladolid, Zaragoza, Sevilla, Vigo, Huelva o La Coruña.
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ESPAÑA DURANTE EL FRANQUISMO
1973 cambia las condiciones radicalmente se experimenta una crisis muy grave que destapa el
problema básico de la economía española: la falta de productividad que provoca falta de
competitividad y un alto nivel paro (ya no va a existir la “espita de salida” de la emigración).
Cambios demográficos
Pero los cambios demográficos más importantes se producen con los movimientos migratorios. La
emigración empieza siendo exterior (a Francia, Alemania, Suiza...) el mismo año del plan de
estabilización, para luego consolidarse la interior a Cataluña, Madrid, País Vasco, Comunidad
valenciana, Navarra...En cuanto a la extracción social y profesional de este proceso, primero son los
jornaleros los que emigran, después los pequeños propietarios muy pobres. Esta emigración interior
fue tan alta que estamos ante un éxodo rural, produciéndose dos consecuencias de gran alcance.
Ello supuso una profunda intensificación del fenómeno urbanizador, así como una variación de la
estructura sectorial de la población activa, pasando en poco tiempo de ser un país rural a otro
urbano, y de tener una economía de base agrícola a otra industrial y de servicios. Lo que llama la
atención de los citados cambios es la aceleración con que se llevan a cabo. En primer lugar, las
zonas receptoras tienen problemas para albergar a esa gran cantidad de emigrantes, produciéndose
chabolismo en un principio y después la gran expansión de la ciudad con la creación de barrios
obreros y ciudades dormitorios. Si en la autarquía el gran problema fue el hambre, en los años
sesenta y siguientes el problema será la vivienda.
Debido a que la expansión urbanística fue tan grande y rápida se produjo de forma descontrolada,
apareciendo fenómenos especulativos, falta de equipamientos urbanos, atentados urbanísticos, etc.
La otra gran consecuencia del éxodo rural fue la concentración de la población, fenómeno que había
comenzado en el siglo XVIII co el reformismo ilustrado, pero que es ahora cuando tiene lugar su gran
consolidación. Aparecieron dos realidades contrapuestas; una España que tiende hacia la congestión
y otra a la desertización; una que atrae y otra que repele población. El interior, oeste y el sur -
relativamente este último- se vacían y la población se concentra en el norte y este, con las
excepciones del valle del Ebro y Madrid. Además este éxodo rural aportó la mano de obra necesaria
para la industrialización en los focos más desarrollados y desencadenó el proceso de la crisis de la
agricultura tradicional.
Cambios sociales
El paso de una sociedad agraria a otra de tipo industrial y de servicios en la que al mismo tiempo se
había generado un enriquecimiento generalizado y también una considerable desigualdad, se basaba
en una estructura social mucho más diversificada y dinámica que la de la etapa anterior. El
desarrollo económico produjo importantes cambios en la estratificación social. Debemos primero
tener en cuenta los cambios sufridos en la estructura de la población activa que están muy
relacionados con los sufridos en la del PIB. De 1,2,3 de una sociedad agraria; pasamos al 3,2,1 propia
de una sociedad postindustrial; ahora bien, el peso del sector agrario siguió siendo muy fuerte,
bastante más que en los países occidentales.
En las clases altas pierden protagonismo los grandes propietarios agrarios, ganándolo la alta
burguesía industrial y financiera. Siguen teniendo el poder político y económico. Seguían formando
parte de ellas la oligarquía terrateniente y financiera, los grandes empresarios de la industria y
servicios, los cuerpos de elite de la administración del Estado y los mandos superiores del ejército
(garantes de la pervivencia del régimen).
Las clases medias son las que sufren mayor transformación, aparecen unan nuevas clases medias
compuestas por funcionarios, profesiones liberales, obreros muy cualificados, técnicos medios... que
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van a tener el protagonismo cuantitativo y cualitativo. Se definen las clases medias como aquellas
compuestas por personal que sus ingresos son suficientes para dedicar una parte a la cultura y el
ocio. El proceso de mesocratización (dominio de las clases medias) de la sociedad española, tan
ansiado por el régimen, no se produjo en el forma que habían proyectado, con un crecimiento de las
viejas clases medias (pequeños propietarios de los tres sectores económicos), pues en realidad éstas
decrecieron, aumentando en cambio las nuevas clases medias urbanas, que acabaron desempeñando
un papel de impulso y dinamización de los procesos de modernización y de cambio socio-político.
En las clases bajas también se producen dos fenómenos característicos; pérdida del protagonismo
campesino y gran crecimiento de la clase obrera. En el campo desaparecen los jornaleros, salvo en
Extremadura y Andalucía donde la agricultura tuvo un proceso menor de modernización, los
pequeños propietarios disminuyen y aumentan las propiedades medias debido a la concentración en
busca de la rentabilidad económica. Salvo Andalucía, las explotaciones agrarias se convirtieron en
familiares o en pequeñas empresas. En la clase obrera se produce un gran aumento, sobre todo en
las áreas industriales y al mismo tiempo aparece un aumento de los asalariados y de la cualificación.
Otro cambio fundamental fue la incorporación lenta y paulatina de la mujer al trabajo. No obstante,
la tasa de empleo femenino es la más baja de Europa.
La oposición social tuvo tres motores fundamentales que se fueron relevando con el transcurso del
tiempo, al menos en cuanto a su influencia relativa. La Iglesia se distanció del régimen, siendo
constantes, a partir de entonces, las fricciones con el mismo. Una parte de la Iglesia católica, cada
vez más numerosa, no sólo se distanciaba del régimen, al hilo de lo apertura acordada en el Concilio
Vaticano II, sino que también lo critica y pide cambios. Son los años de la HOAC, del JOC y USO, años
en que las iglesias sirven de refugio a los obreros y estudiantes, años en los que es habitual la figura
del "cura rojo". Estos sindicatos de inspiración católica van a servir de lanzadera del movimiento
obrero.
En el mundo universitario se generalizaron las protestas contra el régimen. En febrero de 1965 hubo
una serie de manifestaciones contra la falta de libertad en la universidad que en algunas ocasiones
fueron encabezadas por profesores, los cuales fueron separados de la cátedra, otras veces esas
revueltas estudiantiles coincidieron y se unieron a las obreras como en 1969 lo que llevó al régimen
a proclamar el estado de excepción. La estructura política autoritaria del régimen de Franco era
incapaz de resolver armónicamente la alta conflictividad que una sociedad en transformación
acelerada estaba generando: surgió un sindicalismo ajeno al oficial - primero de carácter religioso;
HOAC y JOC, después sindicatos de clase como CCOO que se infiltró en los sindicatos verticales y
aumentó la conflictividad laboral, las huelgas. Las huelgas obreras se multiplicaron y al final del
periodo tuvieron especial importancia las denominadas "huelgas por solidaridad" que rebasaban el
campo de lo estrictamente laboral para significar que el principal factor de conflictividad no era el
trabajo, sino el régimen.
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Desde que en 1957 se creó la CEE, los tecnócratas, imponiéndose a los militares y a los falangistas,
que no estaban de acuerdo, eran partidarios de la entrada de España en ella. No obstante, la
entrada no se conseguiría hasta 1986, debido al impedimento político. No obstante se cerraron
acuerdos comerciales que fueron abriendo nuestra economía a Europa y estableciendo lazos
económicos que facilitaron, cuando desapareció la dictadura, nuestra integración en la CEE.
Las relaciones con EEUU estuvieron marcadas por los pactos bilaterales y las sucesivas prorrogas.
España basó su política exterior en estos acuerdos y aunque pedía más colaboración americana a
cambio de las bases, no lo consiguió. Sin embargo, el espaldarazo definitivo al fin del aislamiento
internacional lo supuso la visita del Presidente Eisenhower en 1959.
La presión para la recuperación del peñón se convirtió en una constante y símbolo de la política
exterior española. A la presión diplomática se le unieron otras medidas como el aislamiento del
Peñón, pero sin resultado positivo. España aceptó la independencia de Guinea Ecuatorial en 1968,
cedió el Ifni a Marruecos en 1969, y conservó el Sahara.
I. Situación política
En 1973, Franco nombró presidente del gobierno a Carrero Blanco, siendo la primera vez que se
separaba la jefatura de estado y la de gobierno. Los gobiernos cosecharon éxitos en economía,
llevaron a cabo la reforma de la Educación con la ley de 1970 de Villar Palasí. Pero mantuvo un
notable inmovilismo político y frenó los pequeños avances aperturistas, por ejemplo aplicando de
forma más restrictiva la ley de Prensa. En definitiva, los gobiernos de Carrero Blanco y López Rodó
representaban el continuismo y la preparación del régimen como una monarquía autoritaria para
después de la muerte de Franco. Estos planes fueron cortados de raíz y la crisis se agudizó cuando
el 20 de noviembre de 1973 Carrero Blanco muere como victima de un atentado de ETA (operación
Ogro)
A la muerte de Carrero, Franco o su entorno familiar, eligen a Arias Navarro como presidente del
gobierno. Este inicio su andadura política con un discurso aperturista "el espíritu del 12 de febrero"
donde se avanzaban pasos hacia un sistema de más libertad.
Pero la práctica diaria fue todo lo contrario. El Bunker o los inmovilistas fueron imponiendo sus
posturas. El aparato represivo que se había relajado durante los años sesenta volvió a emplearse
con dureza y no solo no se dieron pasos hacia un aperturismo sino que ocurrió todo lo contrario. A
todo ello debemos añadir la crisis económica, la presión de ETA y la oposición. El 20 de noviembre
de 1975 moría Franco, la crisis se agravaba aun más si cabe.
Franco había dicho más de una vez que “todo estaba atado y bien atado” en referencia a que con
su muerte no se acabaría el régimen. Sin embargo, o bien su incapacidad para ver la evolución
socioeconómica del país era muy grande o bien se podía haber referido a que la transición a otro
régimen diferente, ya no franquista, sino de monarquía moderada encarnada en la figura del
Príncipe D. Juan Carlos estaba preparado y bien organizado. En este punto no le faltó razón, lo que
ocurrió fue, sin embargo, que los nuevos gobernantes si fueron capaces de ver lo que necesitaba el
país: una verdadera democracia institucionalizad con la constitución de 1978, sólo tres años
después de la muerte del dictador.
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ESPAÑA DURANTE EL FRANQUISMO
En este contexto de crisis, los avances sociales y culturales contrastan todavía más con la cerrazón
del régimen franquista, que descompuesto por las peleas internas de sus familias y, especialmente
entre aperturistas y el “bunker”, por la vergüenza del Sahara y por la presión exterior debiod a su
respuesta represora no es capaz de ver su fin.
3. LA OPOSICIÓN AL RÉGIMEN.
A. INTRODUCCIÓN
B. CARACTERÍSTICAS GENERALES
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ESPAÑA DURANTE EL FRANQUISMO
Son los años de la autarquía, de la miseria, la pobreza, el estraperlo, las cartillas de razonamiento y
de la brutal represión. Franco somete a la oposición a una represión durísima con un carácter
militar, de tal forma que Paul Preston llama a esta etapa la del "terror estatal". Por otra parte, la
oposición tiene la esperanza que primero la segunda guerra mundial y después el aislamiento
internacional sean las circunstancias propicias para acabar con el régimen. Es delito no sólo
participar en un partido o asociación que no estuviera integrado en el movimiento, sino también la
crítica a la iglesia, al régimen o la participación en huelgas o manifestaciones. Estos delitos políticos
son juzgados por los tribunales militares.
En el interior aparecen "Los Topos" y guerrilleros que huyen de la represión del régimen y albergan
la esperanza de su derrota, refugiándose en la montaña; LOS MAQUIS. Estos maquis van a sufrir
posteriormente un proceso de degeneración acercándolos a formas de bandolerismo. A partir de
1951 fueron erradicados, pero entre 1939 y 1951 hubo unos 10.000 maquis en España
fundamentalmente en las zonas montañosas de Asturias, León, Sistema Ibérico y Andalucía. En 1944
el PCE organizó una especie de ejército con maquis y guerrilleros que pretendían invadir y "liberar" a
España entrando por los Pirineos desde Francia. La operación fracasó y fueron derrotados en el Valle
de Aran. Fundamentalmente, comunistas y anarquistas fueron las fuerzas que en los años cuarenta
tomaron parte en la resistencia armada al régimen franquista.
En lo que respecta a las fuerzas que apoyan al régimen hubo poca disidencia. Algunos brotes en los
falangistas que se oponían a su absorción dentro del "movimiento nacional" que fueron cortado de
raíz y el intento de los monárquicos agrupados en torno a D. Juan de Borbón de volver a una
monarquía constitucional, opción apoyada por las potencias internacionales y hecha pública a través
del MANIFIESTO DE LAUSSANA, en 1945.
Por lo que respecta a las fuerzas políticas del exilio, en agosto de 1945 se nombra en México un
nuevo gobierno republicano. Pero pronto surgieron divisiones internas. El tema central de discusión
era si la oposición al general Franco debía plantearse desde unas premisas estrictamente
republicanas o no. La estrategia del PSOE llegaba, incluso, a contemplar la posibilidad de una
colaboración con los monárquicos, como querían las potencias democráticas.
La oposición del exterior va perdiendo fuerza en detrimento de la interior, que a su vez empieza a
sufrir transformaciones, teniendo más importancia el carácter social que político.
Las circunstancias internacionales cambian bruscamente la situación interior. La guerra fría hace
que progresivamente se vaya acabando el aislamiento internacional de España y por tanto la
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esperanza de que las potencias internacionales obligaran a Franco a abandonar la dictadura militar.
La represión también se relaja, los tribunales militares son sustituidos por tribunales de orden
público (TOP). La hegemonía de falangistas y católicos tradicionales dejan paso a los tecnócratas del
Opus Dei.
El año de 1956 se considera como el punto de inflexión en la oposición al régimen. A partir de ese
momento se evoluciona hacia formas más sociales, centrándose en la movilización de sectores
católicos, el mundo universitario, además de la participación de los intelectuales, los trabajadores,
y algunos sectores del nacionalismo periférico, por este orden. En 1956 ocurren disturbios y
manifestaciones en el mundo universitario. El movimiento obrero expresará su disconformidad con el
régimen por medio de la actividad huelguística. El plan de estabilización empeoró las condiciones de
vida de los trabajadores y en 1962 hay un rebrote de huelgas mineras en Asturias; la lucha obrera
iniciaba su andadura.
En Cataluña y en el País Vasco fueron las zonas donde la oposición fue más activa. En 1959 y 1960
hubo protestas en Barcelona; Jordi Pujol fue detenido y se convirtió en la figura más destacada del
catalanismo. En el País Vasco apareció ya en estas fechas una actitud contestataria en el clero y el
nacionalismo se radicalizó profundamente, en 1959 aparecen varios sectores más radicales de los
que en 1962 nace ETA (Euskadi Ta Askatasuna, Euskadi y Libertad) como una escisión del PNV, por la
que varios jóvenes de tendencia independentista y socialista toman, desde 1968, el camino de la
lucha armada para enfrentarse a la dictadura y al Estado español.
Pero, la novedad más importante en lo que se refiere a la oposición durante estos años fue la
aparición de nuevos grupos en la segunda mitad de los años cincuenta, como consecuencia de los
sucesos universitarios de 1956, empezando a ganar protagonismo la oposición interior de carácter
social y perdiéndolo los partidos políticos y, sobre todo, la oposición en el exilio.
Es la década del gran desarrollo económico, pero también de los grandes cambios sociales,
culturales y políticos. El régimen que cambia el lastre del nacionalismo católico por el desarrollismo
no está dispuesto a abrirse políticamente a formas más acorde con este desarrollo económico, social
y cultural. La oposición, por tanto, conoce un desarrollo espectacular. Las tendencias que se
apuntaron en los años cincuenta se consolidan. El protagonismo de la oposición interior es
abrumador. El régimen se hace más permisivo, más seguro como está en esta época de bonanza
económica, pero sobre todo se pasa definitivamente de una oposición de carácter político a otra con
un carácter más social. Una oposición cuyos miembros no tenían nada que ver con los vencidos en la
guerra civil.
Por lo que se refiere a las fuerzas políticas siguen destacando el PCE y el PSOE. El PCE, el más
activo, utilizó a CCOO y las huelgas obreras como elemento desestabilizador del sistema y la
estrategia de "reconciliación nacional"; unir a todo el país bajo un gobierno provisional que
convocase elecciones para decidir el sistema de gobierno. En 1963 su militante Julián Grimau fue
ejecutado, sería la última víctima mortal de la represión, a partir de aquí la represión se hizo más
legal como el proceso 1001 en el que numerosos dirigentes de CCOO fueron condenados a la cárcel.
Los nacionalismos periféricos, sobre todo el catalán y vasco, unieron sus reivindicaciones
nacionalistas con las demandas democráticas. En el centro político aparecieron partidos como los
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democristianos de Gil Robles, los liberales de Dionisio Ridruejo, los monárquicos de D. Juan. Los
socialdemócratas de Ruiz Giménez...Por otra parte, empezaron a aparecer grupos terroristas que
cometían acciones de ese tipo como ETA, FRAP, GRAPO...La clase media en un proceso denominado
"fascismo de consenso" por Renzo, mezcla de conformismo y adaptación que la caracterizó desde
mediados de los cincuenta, no se sumó a ninguno de los partidos de la oposición.
Denominador común de todos los grupos opositores va a ser el europeismo de todos sus
componentes. El tratado de Roma se ha firmado en 1959 y se ha creado la CEE, Europa se presentaba
entonces como un ideal de convivencia democrática. La reunión de Munich, como delegados
españoles del Congreso del Movimiento Europeo, de un centenar de personas procedentes del
exilio y del interior fue el acto más sonado de oposición política en los años sesenta. Su objetivo era
debatir una resolución sobre "España y Europa", pero tuvo una significación especial no sólo para
demostrar que los propósitos de la oposición resultaban coincidentes con las instituciones de la
Europa que está naciendo, sino, sobre todo, porque por vez primera se daba la impresión de que
había cicatrizado definitivamente la Guerra Civil entre los españoles. Los tres personajes más
importantes en la reunión, Rodolfo Llopis, Joaquín Ruiz Giménez y Salvador de Madariaga,
procedían de mundos políticos distintos y simbolizan un primer intento de coincidencia entre los
socialistas y los monárquicos, que luego no va a tener continuidad, pero sobre todo representa un
intento de superar el franquismo por el consenso y la moderación; la vía que quince años más tarde
será la utilizada. El Partido Comunista y el FELIPE no acudieron. La reacción del franquismo no se
hizo esperar y pareció desproporcionada. Se suspendió parcialmente el fuero de los españoles y los
asistentes procedentes de España fueron obligados a exiliarse o fueron confinados, mientras que se
organizaban manifestaciones contra esta supuesta injerencia exterior con la colaboración interna,
importante fue la de la plaza Oriente, que como siempre, se volvieron escuchar justificaciones del
tipo "conspiración judeo-masónica-comunista". La prensa oficial y el aparato propagandístico del
régimen calificaron lo sucedido de "contubernio".
Mayor importancia aún que la reunión de Munich lo tuvo el relevo de la oposición política por la
oposición de carácter social, tendencia ya apuntada en la anterior etapa. La oposición social tuvo
tres motores fundamentales que se fueron relevando con el transcurso del tiempo, al menos en
cuanto a su influencia relativa. La Iglesia se distanció del régimen, siendo constantes, a partir de
entonces, las fricciones con el mismo. Una parte de la Iglesia católica, cada vez más numerosa, no
sólo se distanciaba del régimen, al hilo de la apertura acordada en el Concilio Vaticano II, sino que
también lo critica y pide cambios. Son los años de la HOAC, del JOC y USO, años en que las iglesias
sirven de refugio a los obreros y estudiantes, años en los que es habitual la figura del "cura
rojo". Estos sindicatos de inspiración católica van a servir de lanzadera del movimiento obrero. En el
mundo universitario se generalizaron las protestas contra el régimen. En febrero de 1965 hubo una
serie de manifestaciones contra la falta de libertad en la universidad que en algunas ocasiones
fueron encabezadas por profesores, los cuales fueron separados de la cátedra, otras veces esas
revueltas estudiantiles coincidieron y se unieron a las obreras como en 1969 lo que llevó al régimen
a proclamar el estado de excepción La estructura política autoritaria del régimen de Franco era
incapaz de resolver armónicamente la alta conflictividad que una sociedad en transformación
acelerada estaba generando: surgió un sindicalismo ajeno al oficial - primero de carácter religioso;
HOAC y JOC, después sindicatos de clase como CCOO, liderada por Marcelino Camacho, que se
infiltró en los sindicatos verticales y aumentó la conflictividad laboral, las huelgas. Las huelgas
obreras se multiplicaron y al final del periodo tuvieron especial importancia las denominadas
"huelgas por solidaridad" que rebasaban el campo de lo estrictamente laboral para significar que el
principal factor de conflictividad no era el trabajo, sino el régimen político.
Por lo que respecta a la Iglesia, El Concilio Vaticano II, celebrado en la década de los sesenta,
conmovió las estructuras y las conciencias del mundo católico. En este concilio se abogaba por los
principios de tolerancia y por el respeto de las libertades y derechos personales. Franco nunca
comprendió, ni compartió los principios de Vaticano II. La iglesia española, prácticamente unánime
en su apoyo a la dictadura durante los años cuarenta y cincuenta, se dividió en la década de los
sesenta. Una parte seguía siendo partidaria del nacional-catolicismo, de continuar la tarea de
recristianización de España en contraposición a la política llevada a cabo por la segunda república.
Pero hubo otra parte, que asumió el espíritu de Vaticano II y que progresivamente se iba a imponer.
La avanzadilla fueron el JOC y la HOAC. Esta segunda línea se aproximaba más a los problemas del
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mundo obrero, apoyando reivindicaciones sociales y nacionalistas (sobre todo en Cataluña y País
Vasco). La figura más destacada de esta segunda línea fue Monseñor Enrique Tarancón, que llegó a
ser presidente de la Conferencia Episcopal española. Él presidió la Asamblea conjunta de obispos y
sacerdotes en 1971, de la que salió una petición a las autoridades sobre la concesión de libertades
políticas y sindicales, se abogaba por la paz y la reconciliación nacional y se pedía perdón por el
papel de la Iglesia desde la guerra civil a la actualidad. Desde entonces la consigna del bunker fue
"Tarancón, al paredón". En el mes de marzo de 1974 surgió el conflicto más importante entre la
Iglesia y las autoridades franquistas por el caso Añoveros. Este era obispo de Bilbao y pronunció una
homilía en la que aludía a las peculiaridades históricas y personalidad diferenciada del pueblo vasco.
Las autoridades reaccionaron radicalmente y pretendieron expulsarlo de España. Esta expulsión fue
frenada ante la amenaza de excomunión del propio Franco por parte de la Iglesia. Franco, al fin,
cedió, pero la ruptura moral con una parte de la Iglesia estaba prácticamente consumada. Y es que
la Iglesia española, cuyas cúpulas dirigentes se habían rejuvenecido, había realizado ya su propia
transición cuando llegó el momento de la transición política al morir Franco. De hecho en la
transición, la Iglesia española apostó decididamente por un sistema democrático. El viejo problema
de la religión en España estaba empezando a solucionarse.
Es la etapa de la crisis del franquismo, donde la crisis económica y la política (Franco se encontraba
anciano y enfermo) coinciden. El fin del franquismo se ve cerca y toda la oposición se prepara y
realiza movimientos para estar preparados para la llegada del nuevo sistema que la sociedad
demandaba. ETA asesina a Carrero Blanco en 1973 con lo que se corta la posible continuidad del
régimen, éste reacciona endureciendo su postura y volviendo a una represión durísima. Dentro del
régimen aparecen dos posturas claramente diferenciadas; los aperturistas y el bunker.
En Junio de 1974 se constituyó la Junta Democrática que estaba liderada por el PCE de Santiago
Carrillo e integró al partido socialista popular de Tierno Galván, Comisiones Obreras y otros partidos
de menor importancia y personas independientes (carlistas, García Trevijano...). Poco después se
creo la Plataforma para la Convergencia Democrática que estuvo liderada por el PSOE y en ella se
integraron también el PNV, algunos partidos regionalistas, Izquierda Democrática de Ruiz Giménez y
Unión Social Demócrata del antiguo falangista Dionisio Ridruejo. Las reivindicaciones eran las
mismas, salvo que la Plataforma tenía un carácter más federalista y sus reivindicaciones
nacionalistas eran más profundas. Al final se unieron en "la Platajunta". Pero no dio tiempo a nada,
porque Franco moría el 20 de noviembre de 1975.
Dos días más tarde era coronado don Juan Carlos I como rey de España. En esas circunstancias la
transición española va a resultar especialmente difícil, pero se va a llevar a buen puerto gracias al
espíritu de consenso que caracterizó a esta etapa, como lo prueba por ejemplo los pactos de la
Moncloa o la misma Constitución. Por un lado, los cambios sociales y económicos producidos en la
década de los sesenta con la aparición de una mayoritaria clase media demandaban un sistema
democrático, por otro, la memoria histórica de los españoles recomendaba que ese cambio o
transición se hicieran de una forma pacífica y basada en el consenso para no repetir los errores del
pasado.
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ESPAÑA DURANTE EL FRANQUISMO
ANEXO I: Textos.
PRIMERA COMPOSICIÓN
Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España, Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos de la
Nación:
Por cuanto las Cortes Españolas, como órgano superior de participación del pueblo en las tareas del Estado,
según la Ley de su creación, han elaborado el Fuero de los Españoles, texto fundamental definidor de los derechos y
deberes de los mismos y amparador de sus garantías. Vengo a disponer ... lo siguiente:
Artículo 2: Los españoles deben servicio fiel a la Patria, lealtad al Jefe del Estado y obediencia a las Leyes
Artículo 6: La profesión y práctica de la religión Católica, que es la del Estado Español, gozará de protección oficial.
Nadie será molestado por sus creencias religiosas ni el ejercicio privado de su culto. No se permitirán otras
ceremonias ni manifestaciones externas que las de la Religión Católica
Artículo 10: Todos los españoles tienen derecho a participar en las funciones públicas de carácter representativo, a
través de la Familia, el Municipio y el Sindicato, sin perjuicio de otras representaciones que las leyes establezcan.
Artículo 12: Todo español podrá expresar libremente sus ideas, mientras no atente a los principios fundamentales del
Estado.
Artículo 16: Los españoles podrán reunirse y asociarse libremente para fines lícitos y de acuerdo con lo establecido
por las Leyes.
Artículo 33: El ejercicio de los derechos que se reconocen en este Fuero, no podrá atentar a la calidad espiritual,
nacional y social de España.
El Jefe del Estado es el representante supremo de la Nación, personifica la soberanía nacional; ejerce el
poder supremo político y administrativo; ostenta la Jefatura Nacional del Movimiento y cuida de la más
exacta observancia de los Principios del mismo y demás Leyes Fundamentales del Reino, así como de la
continuidad del Estado y del Movimiento Nacional; garantiza y asegura el regular funcionamiento de los
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Altos Órganos del Estado y de la debida coordinación entre los mismos; sanciona y promulga las leyes y
provee su ejecución; ejerce el mando supremo de los Ejércitos (...); vela por la conservación del orden
público (...), en su nombre se administra justicia; ejerce la prerrogativa de gracia; confiere, con arreglo a las
leyes, empleos, cargos públicos y honores (...).
Artículo 6 de la Ley Orgánica del Estado (1967)
SEGUNDA COMPOSICIÓN
“Al final de la guerra de liberación, la economía española tuvo que enfrentarse con el problema de su recons-
trucción, que se veía retardada en aquellos momentos por la insuficiencia de los recursos y por bajos niveles de renta
y ahorro, agravados por el desequilibrio de la capacidad productiva como consecuencia de la contienda.
La guerra mundial y las repercusiones que trajo consigo aumentaron estas dificultades y cerraron gran parte de
los mercados y fuentes de aprovisionamiento normales, lo que motivó una serie de intervenciones económicas al
servicio de las tareas del abastecimiento y de la reconstrucción nacional.[…] Resueltos un sinfín de problemas, hay
que enfrentarse ahora con otros derivados tanto del nivel de vida ya alcanzado cuanto de la evolución de la economía
mundial, especialmente la de los países de Occidente, en cuyas organizaciones económicas está integrada España.
Para ello son imprescindibles unas medidas de adaptación que, sin romper la continuidad de nuestro proceso
económico, aseguren un crecimiento de la producción respaldada por una política de ahorro y de ordenación del
gasto. […] En este aspecto, el Decreto Ley que a continuación se articula establece la liberalización progresiva de la
importación de mercancías y, paralelamente, la de su comercio interior; autoriza la convertibilidad de la peseta y una
regulación del mercado de divisas: faculta al Gobierno para modificar las tarifas de determinados impuestos y al
Ministerio de Hacienda para dictar normas acerca del volumen de créditos. […] La mayor flexibilidad económica que
se establecerá gradualmente no supone en ningún caso que abdique del derecho y de la obligación de vigilar y
fomentar el desarrollo económico del país. Por el contrario, esta función se podrá ejercer con mayor agilidad
suprimiendo intervenciones hoy innecesarias.
De este modo, se espera obtener la estabilidad interna y externa de nuestra economía, el equilibrio de la balanza
de pagos, el robustecimiento de la confianza en nuestro signo monetario y, en suma, la normalización de nuestra vida
económica”.
Plan de Estabilización, 20 de julio de 1959. Decreto Ley
El Plan de Desarrollo (...) instrumenta una amplia e intensa acción del Estado a favor de
las zonas geográficas menos desarrolladas con el fin de conseguir una mayor aproximación entre
los niveles de renta de las distintas regiones. Dicha actuación estatal se realiza principalmente a
través de un doble orden de actuaciones: las encaminadas a la mejora agraria y las de fomento de
la industrialización.
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El mayor esfuerzo económico se emplea a favor de la mejora agraria (...) a las obras de
regadío y colonización (...) y otras inversiones para el fomento de la productividad agraria.
Para acelerar la industrialización, el plan prevé el establecimiento de polos y polígonos.
Mediante los primeros se trata de crear importantes núcleos industriales impulsando unas
concretas actividades económicas y sociales. (...) Mediante los polígonos, la acción del Estado se
extenderá asimismo a aquellas poblaciones que, aun sin reunir las condiciones indispensables para
crear en ellas polos de desarrollo o de promoción, permitan el establecimiento de industrias.
Primer Plan de Desarrollo (enero de 1964)
TERCERA COMPOSICIÓN
Españoles:
Conozco vuestra dolorosa desilusión y comparto vuestros temores. Acaso lo siento más en carne viva
que vosotros, ya que, en el libre ambiente de esta atalaya centroeuropea, donde la voluntad de Dios me ha
situado, no pesan sobre mi espíritu ni vendas ni mordazas. A diario puedo escuchar y meditar lo que se dice sobre
España.
Desde abril de 1931 en que el Rey, mi Padre, suspendió sus regias prerrogativas, ha pasado España por
uno de los periodos más trágicos de su historia. Durante los cinco años de República, el estado de inseguridad y
anarquía, creado por innumerables atentados, huelgas y desórdenes de toda especie, desembocó en la guerra civil
que, por tres años, asoló y ensangrentó la patria. El generoso sacrificio del Rey de abandonar el territorio nacional
para evitar el derramamiento de sangre española, resultó inútil.
Hoy, pasados seis años desde que finalizó la guerra civil, el régimen implantado por el General Franco,
inspirado desde el principio en los sistemas totalitarios de las potencias del Eje, tan contrario al carácter y a la
tradición de nuestro pueblo, es fundamentalmente incompatible con las circunstancias que la guerra presente está
creando en el mundo. La política exterior seguida por el Régimen compromete también el porvenir de la Nación.
Corre España el riesgo de verse arrastrada a una nueva lucha fratricida y de encontrarse totalmente
aislada del mundo. El régimen actual, por muchos que sean sus esfuerzos para adaptarse a la nueva situación,
provoca este doble peligro; y una nueva República, por moderada que fuera en sus comienzos e intenciones, no
tardaría en desplazarse hacia uno de los extremos, reforzando así al otro, para terminar en una nueva guerra civil.
Sólo la Monarquía Tradicional puede ser instrumento de paz y de concordia para reconciliar a los
españoles; sólo ella puede obtener respeto en el exterior, mediante un efectivo Estado de Derecho, y realizar una
armoniosa síntesis del orden y de la libertad en que se basa la concepción cristiana del Estado. Millones de
españoles de las más variadas ideologías, convencidos de esta verdad, ven en la Monarquía la única institución
salvadora.
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Desde que por renuncia y subsiguiente muerte del Rey Don Alfonso XIII en 1941, asumí los d Deberes y
derechos de la Corona de España, mostré mi disconformidad con la política interior y exterior seguida por el
General Franco. En cartas dirigidas a él y a mi representante hice constar mi insolidaridad con el régimen que
representa, y por dos veces, en declaraciones a la Prensa, manifesté cuán contraria era mi posición en muy
fundamentales cuestiones.
Por estas razones, me resuelvo, para descargar mi conciencia del agobio cada día más apremiante de la
responsabilidad que me incumbe, a levantar mi voz y requerir solemnemente al General Franco para que,
reconociendo el fracaso de su concepción totalitaria del Estado, abandone el poder y dé libre paso a la
restauración del régimen tradicional de España, único capaz de garantizar la religión, el orden y la libertad.
Bajo la Monarquía -reconciliadora, justiciera y tolerante- caben cuantas reformas demande el interés de
la nación. Primordiales tareas serán: aprobación inmediata, por votación popular, de una Constitución política;
reconocimiento de todos los derechos inherentes a la persona humana y garantía de las libertades políticas
correspondientes; establecimiento de una asamblea legislativa elegida por la nación; reconocimiento de la
diversidad regional; amplia amnistía política; una más justa distribución de la riqueza y la supresión de injustos
contrastes sociales contra los cuáles no sólo claman los preceptos del cristianismo, sino que están en flagrante y
peligrosísima contradicción con los signos político-económicos de nuestro tiempo.
No levanto bandera de rebeldía, ni incito a nadie a la sedición, pero quiero recordar a quienes apoyan al actual
régimen la inmensa responsabilidad en que incurren, contribuyendo a prolongar una situación que está en trance
de llevar al país a una irreparable catástrofe.
Fuerte en mi confianza en Dios y en mis derechos y deberes imprescriptibles, espero el momento en que
pueda realizar mi mayor anhelo: la paz y la concordia de todos los españoles.
¡Viva España!
JUAN
El Congreso del Movimiento Europeo, reunido en Munich los días 7 y 8 de junio de 1962,
estima que la integración, ya en forma de adhesión, ya de asociación de todos los países a Europa,
exige de cada uno de ellos instituciones democráticas, lo que significa en el caso de España (...) lo
siguiente:
1º. La instauración de instituciones auténticamente representativas y democráticas que
garanticen que el gobierno se basa en el consentimiento de los gobernados.
2º. La efectiva garantía de todos los derechos de la persona humana, en especial los de
libertad personal y de expresión, con supresión de la censura gubernativa.
3º. El reconocimiento de la personalidad de las distintas comunidades nat urales.
4º. El ejercicio de las libertades sindicales sobre las bases democráticas y de la defensa por los
trabajadores de sus derechos fundamentales, entre otros medios por el de huelga.
5º. La posibilidad de organización de corrientes de opinión y de partidos políticos con el
reconocimiento de los derechos de la oposición. (...)
El Congreso tiene la fundada esperanza de que la evolución con arreglo a las anteriores bases
permitiría la incorporación de España a Europa, de la que es elemento esencial; y toma not a de
que todos los delegados españoles presentes en el Congreso, expresan su firme convencimiento
de que la mayoría … desean que la evolución que se lleve a cabo de acuerdo en con las normas de
prudencia política, con el ritmo más rápido que las circunstancias permitan, con sinceridad por
parte de todos y con el compromiso de renunciar a toda violencia activa o pasiva durante y
después del proceso evolutivo.
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ESPAÑA DURANTE EL FRANQUISMO
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