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MAURICE MERLEAU-PONTY FENOMENOLOGIA DELA | PERCEPCION PLANETA-AGOSTINI ‘Tints ariginst: Padnomdsatogle se la perception (1948) ‘Traduceitn: Jem Cabanes ‘TrathaeciOn cedida por Eatsciones Penins Dircctares de in calecctia: Dr Antonio Alegre (Profesor de M* Puiasofia, UI. Decano de ta Facultad de Filosofia) Dr. Jost Manuel Bermude (Profesor de Filosofia Politica, U1.) Realizacién Esitarlal: Proyectos Editoriales y Audsavisuales CBS. S.A. ‘© Batiuions Caltimard 11945) ‘© Porla tragucsiéa Ediciones Peninsula” © Fors presente edieson- © Edigorial Planeta-De Agostini, 5.4. (1993) ‘Ariba, HES, 1*- 08021 Bareelona (© Editorial Planeta Memicana. S.A. de CV. (1993) ied: México DF. ina, SADC. (1993) Percepcién ambigua, en los que, a nuestro gusto, podemos soo gcr mucstro anclaje. son aquellos en los que nuestra perecpcién esté artificialmente separada de su contexte y de su pasade, en les que no percibimos con todo nuestra sex, em los que nos servi- mos de nuestro cuerpo y de esta generalidad que siempre le per- mite romper todo compromiso histérico ¥ funcionar por su cucn- ta, Pera si pademas romper con un mundo humano, no podemos. impedirnes el fijar nuestros ojos —lo que quiere decir que n- tras vivimos permanecemos comprometides, si fo en un medio. contextual humana, por la menos en un medio contextual fisico— y. para una fijacién dada de la mirada, Ia percepcién mo es fa- cultativa. Menos to es atin cuando la vida del cuerpo esté int grada en nuestra existencia concreta. Puedo ver, a voluntad, que mi tren o el tren préximo esta en movimiento, si nada hago o si me interroga acerca de las ilusiones del movimiento, Pero «cuan- do estoy jugando a los naipes cn mi compartimiento, veo que se mueve el tren de al lado, aun cuando en realidad sea el mio el que se va; cuando miro al otro tren buscando a alguien, es mi tren el que se pone en marchas.# El compartimiento en el que hemos decidido colocarnos esté «en reposos, sus parcdes son «ver. imalese y el paisaje desfila ante nosotros, en una costa los pinos vistos a través de la ventana nos parecen oblicuos. Si nos po- hemos a la puerta, entramos en el gran mundo, mds alld de nues- tro pequefio mundo, los pinos se enderezan y sc quedan inmdvi- les, el trem se inclina segin la pendiente y huye campo a través. La relatividad del movimiento se reduce al poder que tenemos de cambiar de dominio al interior del gran mundo. Una vez em- Pefiados en un medis, vemos aparecer delante de nosotros el mo vimiento como un absolute. A condicién de tem solamente los actos de conccimiento explicito, las cogitariones, sino también ¢l acto més secreto y siempre cn cl pasado por el que nos hemos dado un mundo, a condicién de reconocer una consciencia mo tética, podemos admitir lo que cl psicél movimiento absoluto sin caer en las dificultades del realismo y comprender ¢l fenémeno del movimiento sin que lo destruya nuestra Idgica, D) EL ESPACIO VIVIDO Hasta aqui, nada mas hemos considerade, come lo hacen la fi- losofia y Ia psicologia cldsicas, Ia percepcién def espacio, exo es, el conocimiento que um sujeto desinteresade podria tener de las relaciones espaciales entre los objetos y sus caracteres geamétri- cos. Y no obstante, imcluse analizando esta funciém abstracta, So. Korrma, Fereeption..., p. 378. que dista mucho de cubrir toda muestra experiencia del espacio, nos hemos visto obligados a hacer aparecer, como condicién de Ja espacialidad, Ia fijacién del sujeto en un medio contextual y, finalmente, su inherencia al mundo, en otras términos, hemos te nide que reconocer que la percepeién espacial es un fendémeno de estructura y que nada m4s se comprende al interior de un campo Berceptivo que contribuye por entero a motivarla proponienda al sujeto concrete un anclaje posible. El problema clésico de la percepcidn del espacio y, en general, de la percepetén, debe rein- fegrarse a un problema més vasto. Preguntarse cémo, en um acto expreso, podemos determinar unas relaciones espaciales y unos abjetos con sus que lo revele, sobre un fondo significative en donde sus repercusiones mas lejanns vengan por lo menos indicadas y la posibilidad de una equiva- Iencia intersensorial venga inmediatamente proporcionada, Lo que redne las «sensaciones tdctilese de mi mano ¥ las vincula a las pereepciones visuales de la misma mano como a lus pereepciones, de los demas segmentes del cuerpo, es un cierto estilo de los gestas de mi mano, que implica cierto estilo de los movimientos, de mis dedes y contribuyc, por otro lado, a una cicrta «andadura de mi cuerpo* No es con el objeto fisico que puede compararse ‘sl cucrpo, sino, mds bien, con la obra de arte. En un cuadre o en un fragmento de mdsica, la idea no puede comunicarse mas que por el despliegue de los colores y los sonidos, El andlisis de fb obra de Cézanne, si no he visto sus cuadros, me deja la opcidn entre varios Cézanne posibles, y es la percepcién de los cuadros lo que me da el nico Cézanne existente, es en ella que los and- lisis toman su sentide pleno. Lo mismo se diga de un poema o de una novela, aun cuando estén hechos de palabras. Es bas- lante sabide que un poema, si comporta una primera significa- vién, traducible en prosa, Heva en el espiritu del lector una se- wunda existencia que lo define come poema. Asi come la palabra algnifica no solamente por los vocablos, sino también por el acen- fe, cl tone, los gestos y la fisionomia, y que este suplemento de sentido revela no ya los pensamientos de aquel que habla, sino Ja fuente de sus pensamientos y su manera de ser fundamental, B, La mecdnica del esquelete ne puede siquicra « nivel de gran, decay Popiones ye. tor seiontos jou de ma cuerpo. Uh La Structure da Compartement, p. 1 167 tqualmente la poesia, si es accidentatmente narra cante, es esencialmente una modulacidn de existenc tin gue del grito porque el grito utiliza nuestro cuerpo tal come nos lo ha dado Ia naturaleza, eso cs, pobre cn medios de expresién, mientras que el poema utiliza el lenguaje; mas, un Ienguaje par- ticular, de modo que la modulacién existencial, en lugar de disi- parse cn cl mismo instante cn que s¢ express, encuentra en el aparato podtico el medin de eternizarse, Pero si se separa de nuestra gesticulacién vital, ef poema no sc separa de todo so porte material, y se perderia irremediablemente si su texto no Se comservara exactamente; su significaciéin no es libre ni reside en el ciclo de las ideas: esta encerrada entre los vocablos en un papel fragil cualquiera. En ese sentide, como toda obra de arte, el poema existe a modo de una cosa y no subsiste eternamente & modo de una verdad, En cuanto a la novela, aunque se deje resumir, aunque el «pensamientos del novelista se deje formular abstractamente, esta significacién nacional se deduce de una sig: nificacién mas amplia, como la sefializacién de una persona se deduce de su aspect concreta y su fisionomia. El novelista no tiene la funcién de exponer unas ideas o siquiera de analizar fos caracteres, sino presentar un acontecimiento interhumano, ha- cerlo madurar y abrirse sin comentario ideolégica, hasta el punto de que todo cambio en el orden de la narracién o en la eleccién de las perspectivas modificaria el sentidn movelesco del acomte- cimiento. Una novela, un poema, un cuadro, una pieza musical son individuos, eso e¢, seres en log que puede distinguirse Ia ex- presidm de lo expresads, cuyo sentido sélo es accesible por un Contacto directo y que irradian su significacién sin abandonar su lugar temporal y espacial. Es en este sentido que nuestro cuerpo es comparable a la obra de arte, Es un nudo de signifi- caciones vivientes, y mo una ley de wn cierto mimero de térmi- nos covariantes. Una cierta experiencia tictil del brazo significa una cierta experiencia tactil del antebrazo y del hombro, un cier- to aspecto visual del mismo brazo, no que las diferentes percep- clones tictiles, las percepciones tactiles mas las percepciones vi- suales participen todas de un mismo brazo inteligible, como las visiones perspectivas de um cubo de la idea de cubo, sino que el braze visto y el brazo tocado, coma les diferentes segmentas del_brazo, Hacen conjuntamente un mismo gesto. Tal come, mas arriba, el hibito motor elarificaba la natura. leza particular del espacio corpéreo, también aqui la habitud en general hace comprender la sintesis general del propio cuerpo. Y, tal como el amilisis de Ia espacialidad corpérea anticipaba la de Ja unidad del propio cuerpo, igualmente podemos extender a toda habitud cuamto hemos dicho de los habitos motores. A decir verdad, toda habitud es a la vez motriz y perceptiva paor- que reside. como dijimos, entre la percepcién explicita y el mo- vimiento efectivo, en esta funcién fundamental que delimita a la 168 ver nuestro campo de visidn y nuestro campo de accién. La ex- ploracién de los objetos com um bastén, que dimos hace un ins- tante come ejemplo de habito motor, es también un ejemplo de labito perceptive, Cuando el bastén se vuelve un instrumento fa- miliar, el mundo de los objetos tdctiles retracede, no empieza ya en la epidermis de la mano, sino en la punta del bastén. Sen- timos la tentacién de decir que a través de las sensaciones pro- ducidas por la presién del basten en la mano, el ciego constmuye el bast6n y sus diferentes posiciones; después que éstas, a su vex, medializan un objeta a la segunda potencia, el objeto exter no, La percepcidn serfa siempre una lectura de los mismos da- los sensibles, sGlo que se haria cada vea mas répida, sobre unos signes cada vez mas poseidos. Pero el habitoa no consiste en interpretar las presiones de! bastén en la mano como signos de vlertas posiciones de bastén, y éstas, como signos de un objeto exterior, ya que el hbite nes dispensa de hacerlo. Las presiones en la mano y el bastén no son ya dados, el bastén no es ya un ubjeto que el ciego percibiria, sino un instrumento can cl que percibe. Es un apéndice del cuerpo, una extensién de la sintesis corpérea. Correlativamente, el objeto exterior no ¢s el geometral © invariante de una serie de "perspectivas, sino una cosa hacia Ja que el bastén nos conduce, ¥ —segin Ia evidencia perceptiva— cuyas perspectivas mo son indicios, sino aspectos. El imtelectua- lismo no puede concebir cl paso de la perspectiva a la cosa mis- ma, del signo a la significacién, mas que como una interpretacién, una apercepcidn, una intencién de conocimiento, Los datos sen- sibles y las perspectivas a cada nivel serian unos contenidos cap- lades fasfzefasst als) como manifestaciones de un mismo nocteo ro este andlisis deforma el signa, al mismo tiempo acién, separa al uno del otro objetivandoles su can- lenido sensible, que esta ya «gravidos de un sentido, y su miclea Wariante, que no es una Tey, sino una cosa: camufla La relacién erganica del sujeto y del mundo, Ia trascendencia activa de la sonsciencia, el movimiento par el que se lanza a una cosa y a un mundo por medio de sus érganos y sus instrumentos, El andlisis del hdbite motor como extensidn de la existencia se prolongs, pues, en un andlisis del hibite perceptive como adquisicion de un mundo, Reciprocamente, toda habito perceptive es adm un Iébite motor y aqui tambien la captacién de una significacién 3 ace por el cuerpo, Cuando el nifio se habitia a distinguir cl azul del rojo, se constata que el habito adquirido respecto de 9, Humes, por ejemplo, definis durante largo tiempa la consciencia o ia imponiciin de um senisdo pot el esquema Auffatrung-fmhats y como wna berecl- rode Aufiasnung. Un pasd decisive ho dal fecomacer, desde la Conferencias mpg, que esia operasisn presupone ‘tra. tas _profunda (por la ora aeons Se_prepusa lparn sii caninciin, Tod, comin ina, Race ‘saquema inhalt-Aujfansune.> Vorfesangen tar Phino Sealetie' des Takers Zetewanbeiaas pot noth Leo este par de colores beneficia a todos los demas.” ¢Sera que a través del par azul-rojo el nifio ha advertido la significacién *co- lors; el momento decisive del hébito estari en esta toma de consciencia, en este acontecimiento de un «punto de vista del colors, en este andlisis intelectual que subsume los datos bajo una categoria? Pero, para que el nifio pueda advertir el azul y el rojo bajo Ia categoria de color, ¢s preciso que ésta arraigue en los datos, de otro modo ninguna subsuncién podria recone cerla en ellos —es preciso, primero, que, en las laminas «azules» y «rojas» que sc le presentan se manifieste esta manera particu- lar de vibrar y de afectar a la mirada que Hamamos rojo: y azul. Con Ia mirada disponemos de un instrumento natural compara- ‘ble al bastén del clego. La mirada obtiene mds o menos de las cosas, segin come las interrogue, como se deslice o recueste en elias. Aprender a ver los colores es adquirir cierto estilo de visin, un nuevo uso del propio cuerpo, ¢s enriquecer y reorga- nizar el esquema corporeo. Sistema de potencias motrices o de potencias perceptivas, nuestro cuerpo no es objeto para un «yo pienso»: ¢s un comjunto de significaciones vividas que va hac su equilibrio. A veces se forma un nuevo nudo de significaciones: nuestros movimientos antiguos sc integran en una nucva enti- dad motriz, los primeros datos de la vista cn una nueva entidad sensorial, nuestros poderes naturales alcanzan de pronto una sig- nificacién mds rica que hasta entonces solamente estaba indi- cada en nuestro campo perceptive o prdctico, no se anunciaba en nuestra experiencia més que por una cierta deficiencia, y cuyo advenimiento reorganiza de pronto nuestra equilibria y colma nuestra ciega espera. 10. Korres, Growth of the Mind, pp. 174 es 170

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