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MEMENTO MORI

En 1878 se descubrió bajo las cenizas de Pompeya un singular mosaico que decoraba
el triclinio de un edificio. Data del siglo I a. C. y actualmente se exhibe en el Museo
Arqueológico Nacional de Nápoles. La obra está hecha con la técnica llamada opus
vermiculatum: el artista trabaja con teselas, esto es, diminutos cubos de piedra o vidrio
formados artificialmente, ideales para dibujar con precisión las figuras curvas. La
composición tiene forma casi cuadrada (47 x 41 cm). El fondo es de color gris verdoso. Se
trata de una alegoría de origen helenístico.

1
En el centro hay una calavera humana, dibujada con tres colores fundamentales en varias gamas: blanco (más intenso en las zonas del
hueso frontal y el arco supraorbital, para reproducir el brillo), gris y negro (para representar el volumen, la sombra y las suturas de los huesos
del cráneo). La calavera es el símbolo de la muerte.

Justo bajo el mentón de la calavera se ve una mariposa de alas rojas, festoneada con pintas amarillas y azules. Simboliza el alma: del mismo
modo que la mariposa se libera de la crisálida, el alma, al morir, abandona el cuerpo en que se halla encerrada. Esta analogía quedó reflejada
en la propia lengua, ya que la palabra que designaba en griego el alma, yuchv (psyché), pasó a significar también “mariposa”1. El arte antiguo
abunda en representaciones del Alma como mariposa. Por ejemplo, en dos relieves romanos del siglo III después de Cristo, aparece Prometeo
creando al hombre mientras Atenea se dispone a insuflarle el alma en forma de mariposa. Asimismo, Eros o Cupido (el Amor) suele aparecer
atormentando a una mariposa, es decir, al Alma. A veces, ésta es representada como una muchacha con alas de mariposa.

Cupido con mariposa, de Pierre Cartellier (1757-1831) y Cupido acariciando el alma mientras se dispone a atormentarla, de John Gibson (1790-1886)

1
Aristóteles, Historia de los animales 551a 14: “transcurrido el tiempo, se abre la crisálida y salen animales alados a los que llamamos mariposas (yucav")”.
2
A la izquierda, mosaico romano: Psique (el Alma) robándole el arco a Cupido (el Amor). En el centro, grupo escultórico del siglo II a. C.: Eros y Psique con mariposa en la mano. A la derecha,
relieve del siglo III d. C.: Atenea insuflándole el alma en forma de mariposa al hombre modelado por Prometeo.

La mariposa está posada sobre una rueda de seis radios


radios, que simboliza la Fortuna. Los griegos representaban a la diosa Fortuna (Tuv( ch:
Tyche) a veces con un timón que aludía ía al manejo que hacía de los asuntos humanos
humanos,, a veces con una bola que recordaba
recordab los vaivenes del azar,
los giros de la vida. Siguiendo con esta idea, se empezó a hablar de un “ciclo” o “rueda de la fortuna” (fortunae rota 2, expresión que daría lugar
fortunae rota)
a una de las imágenes más populares de la cultura occidental
occidental. Generalmente se cree que la representación gráfica de la rueda de la fortuna no
surgió hasta la Edad Media, pero además del mosaico que nos ocupa conocemos monedas romanas de la Era Cristiana e incluso un mosaico
griego del siglo IV a. C. que muestran claramente la imagen de la rueda asociada a la Fortuna. La Fortuna es la responsable de que unos
hombres nazcan ricos y otros pobres, y también de que su suerte se true
trueque respectivamente en mala o buena a lo largo de sus vidas, haciendo
que el que antes se encontraba arriba más tarde se vea abajo, y viceversa.

2
Heródoto 1.207.2: “en el ámbito humano, existe un ciclo (kuv kuvklo"
lo") que, en su sucesión, no permite que siempre sean afortunadas las mismas personas”; Sófocles fr. 871: “mi fortuna da
vueltas en la rueda del dios” (ejn qeou' trovcw/ kuklei'tai);
); Cicerón
Cicerón, Contra Pisón 10: “ni siquiera temía a la rueda de la fortuna” (ne
ne tum quidem fortunae rotam pertimescebat).
pertimescebat

3
A la izquierda y bajo estas líneas,, la imagen más antigua que se conserva de la Rueda de la Fortuna,
en un mosaico de la ciudad griega de Olinto, que fue destruida en el siglo IV a. C. En su parte inferior
izquierda se aprecia la rueda, de cuatro radios, y bajo ella, en diagonal, la expresión [AGA]QH TUCH,
es decir, “Buena Fortuna”.

Abajo a la izquierda, moneda del emperador Galieno (siglo III d. C.) que muestra a la Fortuna con sus
atributos: en la mano izquierda, el cuerno de la abundancia, en la derecha el timón y bajo su trono la
rueda. En el centro, miniatura de un manuscrito de los Carmina Burana:
Burana la Fortuna gobernando el
círculo de las cuatro etapas de la vida. A la derecha, representación de la Rueda de la Fortuna en un
emblema francés del siglo XVI.

4
Encima de la calavera hay un nivel de madera (herramienta empleada por los constructores para averiguar la igualdad de altura entre dos
puntos), y de su vértice pende una plomada (instrumento compuesto por una pesa cónica de metal que se sujeta al extremo de una cuerda
para que ésta, tensada por la fuerza de la gravedad, señale la línea vertical). De cada extremo del nivel penden, como en una balanza
perfectamente equilibrada, tres objetos. Del extremo izquierdo cuelga un cetro; en torno a él, atado con un cordón de oro, un traje púrpura;
más arriba, un galón blanco. Del extremo derecho pende un bastón nudoso; a su alrededor, atado con una cuerda, un vestido andrajoso de
color pardo; en la parte superior, una mochila de cuero. Es decir, respectivamente, los símbolos de la realeza y de la pobreza.

La Muerte, la gran niveladora, pone fin a las desigualdades que se dan en la vida, ya que se lleva por igual al rico y al pobre, al poderoso y al
esclavo. Como escribió el poeta latino Horacio,

La pálida muerte golpea con el mismo pie las chozas de los pobres y las torres de los reyes.

Ningún palacio que haya proyectado aguarda al rico con más seguridad que el final del Orco, que todo lo arrebata. ¿Por qué tratas de extender aún más
tu hacienda? La tierra se abre igual para el pobre y para los hijos de los reyes; y al astuto Prometeo no lo dejó volver, ganado por su oro, el servidor del
Orco.3

El mosaico se ha dado a conocer con el título Memento mori, expresión latina que significa “Recuerda que morirás”. Esta frase se la decía el
esclavo al general que desfilaba en el triunfo, mientras sujetaba sobre su cabeza una corona de laurel. Con ella, se le advertía para que sus
éxitos no le hicieran creerse un dios. Dado que el triclinio era el lugar donde los romanos comían, el mosaico que lo decoraba era una invitación
a los comensales para que recordaran los vaivenes de la fortuna y al mismo tiempo disfrutaran de los placeres de la vida mientras aquélla lo
permitiera. Tanto la literatura como las artes plásticas antiguas ofrecen numerosos ejemplos de esta idea. En una novela romana leemos:

Mientras bebíamos, pues, y nos extasiábamos ante tales magnificencias, un esclavo trajo un esqueleto de plata, tan bien armado, que sus articulaciones y
vértebras móviles podían girar en cualquier dirección. Después de dejar caer este esqueleto varias veces sobre la mesa y hacerle tomar varias actitudes
gracias a sus articulaciones movibles, Trimalción añadió: “¡Ay! ¡Pobres de nosotros! ¡Qué poquita cosa es el hombre! ¡He aquí en qué pararemos todos
nosotros cuando el Orco se nos lleve! ¡A vivir, pues, mientras tengamos salud!”4

3
Odas 1.4.13-14 y 2.18.30-35, respectivamente.
4
Satiricón, 2ª parte (“Cena de Trimalción”), 34.
5
Arriba a la izquierda, mosaico romano con representación de esqueleto y leyenda en griego: GNWQI SAUTON (“Conócete a ti mismo”); en n el centro, copa de Boscoreale,
Boscore cerca de Pompeya,
con figuras de esqueletos; a la derecha, mosaico pompeyano: esqueleto portando copas. Abajo, a la izquierda, La Danza de la Muerte (1493): la Muerte nos une a todos;
todos en el centro, Vanitas
(1671), de Philippe de Champaigne: todo se reduce a vida, muerte y tiempo; a la derecha, portada de un disco con el título Memento mori
mor y la imagen de la calavera.

6
A la izquierda, Las edades y la muerte (1539), de Hans Baldung:
dung: la Muerte trata de arrastrar a una anciana, que a su vez quiere llevarse a la joven, qu
quien se resiste a seguirlas; un bebé dormido
ignora su ineludible destino. A la derecha, In ictu oculi (“En un abrir y cerrar de ojos”, 1672) de Juan de Valdés Leal: la Muerte apaga la vela de la vida pasando por encima de los poderes y las
glorias terrenales.
7
COPLAS QUE HIZO JORGE MANRIQUE A LA MUERTE DEL MAESTRE DE SANTIAGO DON RODRIGO MANRIQUE SU PADRE

I, III y XXXIII

Recuerde el alma dormida, Nuestras vidas son los ríos


En la su villa de Ocaña
avive el seso y despierte que van a dar en el mar
vino la Muerte a llamar
contemplando cómo se pasa la vida, que es el morir:
a su puerta,
cómo se viene la muerte allí van los señoríos
diciendo: “Buen caballero,
tan callando; derechos a se acabar
dejad el mundo engañoso
cuán presto se va el placer, y consumir;
y su halago;
cómo después de acordado allí, los ríos caudales,
vuestro corazón de acero
da dolor, allí, los otros medianos,
muestre su esfuerço famoso
cómo a nuestro parescer y más chicos;
en este trago”.
cualquiera tiempo pasado allegados, son iguales,

fue mejor. los que viven por sus manos

y los ricos.

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