PONCE por las diócesis
“El sacerdocio es un don de Dios”
ERIC Quiñones
Para El Visitante
Fortalecer la identidad sacerdotal y el
compromiso contraído ante el pueblo de
Dios es una responsabilidad compartida,
recordó en su homilía el Monseñor Félix
Lázaro, Obispo de Ponce, durante la cele-
bración de la Misa Crismal en la Parroquia
Santa María Reina de la Ciudad Señorial.
“En este Año Sacerdotal la renovación
de las promesas sacerdotales cobra una
inusitada fuerza que impregna el sacer-
docio y da una renovado vigor a la voca-
ción a la que Dios nos ha llamado”, dijo el
prelado.
Al reconocer que es el Pastor de sus
sacerdotes, Monseñor Lázaro dijo que
alberga un sentimiento profundo de res-
ponsabilidad. “Es la responsabilidad de
ser fiel al Señor, y de cuidar la grey que
me ha sido confiada. Los sacerdotes son
los colaboradores más íntimos del Obis-
po, y se necesitan muchos y santos sacer-
dotes y esto es lo que se les pide al reno-
var sus votos”.
A preguntas de El Visitante, Monse-
ñor Lázaro dijo que este año ha logrado
reforzar la identidad sacerdotal. “Ha sido
un año muy beneficioso. Hemos logrado
el empuje hacia la santidad tan necesa-
rio para el sacerdote y su ministerio. Ha
ayudado también la estima de los fieles,
en quienes se ha creado mayor concien-
cia de lo que es ser sacerdote”, sostuvo el
Obispo al asegurar que si volviera a nacer
optaría nuevamente por el orden sacer-
dotal.
“Sinceramente sí, aunque estoy con-
vencido que el sacerdocio es un don de
Dios, que es El quien lo da y quien escoge
“En el camino del no faltan espinas y cruces... Yo pienso que la misión del sacerdote es dar, y dar es siempre bello, pero dar de lo que Dios le ha dado
a uno”, dijo el Obispo de Ponce, Monseñor Félix Lázaro.
a quienes se lo da. Es una aventura mara-
villosa que vale la pena, sin olvidar que no
faltan espinas y cruces en el camino. Yo
pienso que la misión del sacerdote es dar,
y dar es siempre bello, pero dar de lo que
Dios le ha dado a uno”.
Parte de su clero se expresa
Padre Javier Iñigo – Prof. PUCPR
(sobre el mensaje del Papa a los sacer-
dotes con motivo de la Jornada Mun-
dial de las Comunicaciones)
“Me han parecido y, así los he to-
mado siempre, como cosas escritas
para mí. Cada Jueves Santo leí, con
verdadera devoción el mensaje anual
de Juan Pablo II a los sacerdotes. Este
año pasado leí, con igual espíritu, la
carta que nos escribió Benedicto XVI,
abriendo el Año del Sacerdote, para
estimular nuestra vida sacerdotal, si-
guiendo el ejemplo del santo Cura
de Ars. En particular, ya me he leído
el Mensaje para la Jornada Mundial
de los Medios de Comunicación, que
se celebrará el 16 de mayo, el día de
la Ascensión de Jesús a los cielos. Con
el título “El sacerdote y la pastoral en
el mundo digital: los nuevos medios al
servicio de la Palabra”, nos estimula a
utilizar estas nuevas “ágoras”, o nue-
vas plazas públicas donde podamos
exponer el mensaje del Evangelio para
que ahí nos puedan escuchar hasta los
no creyentes. He leído que, al presen-
tar el Mensaje, en enero de este año,
dijo a los sacerdotes: “¡Por amor de
Dios, escriban un blog”!
Padre Julio Rolón (acerca de los
ataques de un sector de los medios se-
culares a la persona del sacerdote)
“La debilidad humana es una
constante en la historia de la huma-
nidad, y la Iglesia, por estar llena de
hombres y mujeres pecadores, tam-
bién experimenta esta realidad. Cuan-
do suceden estas cosas, siempre me
11 al 17 de abril de 2010 ev: 19
(FOTOPERIODISTA/ERIC QUIÑONES)
llega a la mente a los Doce Apóstoles:
eran hombres llenos de miseria, pero
que tenían el deseo de seguir al Señor,
cumplir su voluntad. El Señor no tuvo
reparos en elegirlos, aún sabiendo que
podían fallar. Y sabemos que fallaron:
el ejemplo gráfico lo tenemos en Pedro
y Judas: ambos fallaron gravemente,
ambos se arrepintieron.
Confieso que me ha impresiona-
do la respuesta del Papa Benedicto
XVI a la Iglesia en Irlanda. Cuando leí
esta Carta sentía que el Santo Padre
me hablaba en persona, y les aseguro
que me pareció que el Romano Pontí-
fice la escribió entre lágrimas. Quisiera
terminar citando al Vicario de Cristo
estas palabras de aliento que las he
hecho mías, y que me han confirmado
ese sentimiento de fidelidad que me
embargaba: En este tiempo de sufri-
miento, quiero dar acto de vuestra de-
dicación cómo sacerdotes y religiosos
y de vuestro apostolado, y os invito a
reafirmar vuestra fe en Cristo, vuestro
amor por su Iglesia y vuestra confian-
za en las promesas evangélicas de la
redención, el perdón y la renovación
interior. De esta manera, podréis de-
mostrar a todos que donde abundó
el pecado, sobreabundó la gracia (cf.
Rm 5, 20) (n. 10). Oremos por todos
los sacerdotes, por los que han fallado
y por los que luchamos por mantener-
nos fieles”.