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según expresión usada por Paul Ricoeur en el siglo XX. Estos filósofos
son Marx, Nietzsche y Freud.
En orden cronológico tenemos que Marx ya en 1848 con su “Manifiesto
comunista” denuncia que las teorías, ideas , corrientes filosóficas e incluso
religiones no son más que herramientas que los poderosos utilizan para
mantener sus propios intereses dentro de una estructura de la sociedad. La
religión es considerada el opio del pueblo, los filósofos nada más que una
serie de pensadores que se han dedicado a reflexionar sobre el mundo sin
hacer nada para cambiarlo.
No hay una visión ingenua de la razón y el progreso. Se considera que hay
que cambiar las estructuras de poder en la sociedad para que haya justicia,
y se debe desconfiar de las teorías “oficiales” o de las religiones. Eso no es
nada más que ideología que manipula a las masas.
Pero el comunismo de Marx aún considera que , cambiando las estructuras
de poder de la sociedad, cuando se alcance la igualdad entre todos los
hombres, entonces alcanzaremos una sociedad mejor , la sociedad
comunista, en el que los hombres sólo tendrán que trabajar un mínimo de
horas por no estar explotados y donde no habrá jerarquías.
Aunque Nietzsche comparte con Marx su desconfianza ante las
explicaciones teóricas de la razón y la filosofía hasta este momento y
también las de la propia religión, considerará que en la ilusión de progreso
el marxismo está introduciendo el veneno que llevaba detrás toda la
tradición occidental desde Sócrates y el cristianismo. Si ponemos el sentido
último de la vida en esta ilusión futura nos estamos equivocando. ( como la
salvación para el cristiano en la segunda venida de Jesús o la esperanza
ilimitada en ciencia y técnica). También critica Nietzsche del marxismo su
defensa de la igualdad plena. Para Nietzsche los valores igualitarios propios
de la democracia lo único que hacen es acabar con el valor del individuo, su
desarrollo, su progreso pleno. Igualan al hombre a la baja, lo “domestican”.
Tras Nietzsche tenemos el psicoanálisis de Freud. Freud es el tercer
filósofo de la sospecha. En su método considera que el hombre tiene una
serie de deseos ocultos que están guardados en el inconsciente e
intervienen en su vida consciente de modo indirecto. Los valores morales y
las creaciones sociales como el arte y la técnica no serían más que
expresiones de esos deseos ocultos, lo que Freud llama pulsiones. La razón
sería una elaboración posterior de la parte consciente para explicar y
justificar acciones. Pero el verdadero sentido de acciones y
comportamientos lo da el análisis del subconsciente. En la fuerza de estos
deseos reprimidos ( que Freud resume en pulsión de vida y pulsión de
muerte, Eros y Thánatos, deseo sexual y deseo de destrucción) se
encuentra la auténtica explicación de la conducta humana. Este análisis
freudiano es heredero directo del análisis de Nietzsche de la realidad. Para
Nietzsche todos los valores morales esconden en su base deseos e
intenciones distintos de los que se muestran, y además se considera que
estos valores tienen una fuerza o un impulso que los guía, lo que denomina
Nietzsche la voluntad de poder.
La idea o concepto de voluntad de poder tiene que ver con otra de las
influencias principales de Nietzsche, Arthur Schopenhauer. Schopenhauer
considera que todo en el mundo procede a partir de la voluntad de vivir que
hay en todo ser vivo, y que el mundo no es más que la forma de verlo que
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tenemos cada ser vivo ( el mundo es considerado como voluntad, tendencia
a permanecer con vida, y representación, percepción individual de cada
ser). Pero Nietzsche va a oponerse a la interpretación negativa y pesimista
que da Schopenhauer del mundo. La solución frente a la pérdida de sentido
de los valores del cristianismo o la razón no es la negación de la vida y el
deseo, sino su afirmación.
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Hay dos mitos sobre Dionisio. El primero lo muestra como hijo de Zeus y Sémele. Zeus mata a Sémele
al presentarse en forma de Rayo, pero salva a su futuro hijo, Dioniso, cosiéndolo en su muslo y acabando
la gestación allí. En el segundo es hijo de Zeus y Perséfone. Los Titanes lo despedazan pero Zeus se traga
su corazón y lo vuelve a engendrar en Sémele.
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por la brecha de lo apolíneo y lo individual. El arte más propio de este impulso es la
música.
Es en la tragedia, con su fusión de elementos figurativos y escénicos con música y
coros donde Nietzsche encuentra una unión de lo apolíneo y lo dionisíaco. Esta unidad
apela tanto al orden y a la luz, como a lo oscuro y tenebroso, haciéndolo sublime. En la
asunción del desgarro de la naturaleza humana y su unión con el resto de la naturaleza
la tragedia griega dota de márgenes y encauza en cierto modo lo irracional.
De este modo lo manifiesto y expresable directamente, lo apolíneo, enmascara y
configura lo que subyace, la fuerza del impulso de la vida y de muerte propios de la
naturaleza, de la vida. De este modo la vida adquiere un sentido próximo a ella, en la
que el hombre se reconoce y reintegra con lo real.
Pero Sócrates y la tradición socrático-platónica rompen con todo esto. Sócrates
pone la vida en función de la razón ( como hará Eurípides , las Bacantes, Andrómaca)
en lugar de poner la razón en función de la vida. La disociación de estos valores está en
la base de la cultura occidental, que nace a partir del sometimiento de la vida a la
razón . Se inicia la decadencia consistente en pensar que la voluntad y la libertad y la
felicidad han de coincidir con la razón. La dialéctica entendida como el ascenso en el
conocimiento a través del diálogo aparece como un engaño para Nietzsche. Con
Platón y su Mundo de las Ideas se inicia el camino de una metafísica que llevará al
judeo-cristianismo como expresión máxima de la separación del hombre y la vida.
Platón habla de un bien en sí y separa el mundo en sensible e inteligible. Se separa la
verdad de lo vital. Surge así el nihilismo.
A partir de aquí los valores apreciados serán los valores ascéticos, los negadores de
la vida, de la fuerza, del impulso y la creación. En lugar de ello se premiará la sumisión,
la pasividad, signos evidentes de un metabolismo lento, enfermo. Ésta es la
enfermedad de la sociedad occidental, su amor por lo trasmundano, por las ilusiones
metafísicas que alejan al hombre de la verdad, que no es más que el sentido de la
tierra, la voz de un cuerpo que debe vivir según sus necesidades, cosa que Nietzsche
sabía bien por su frágil salud. La vida es desorden, lucha, caos... De esta lucha es de
donde surge la fuerza y energía de los seres vivos, o más bien esta lucha es expresión
de la fuerza de lo viviente. Heráclito era sentido por Nietzsche como afín a su
pensamiento, pues la esencia de lo existente es para ambos la lucha. Esta concepción
de la vida todo desarrollo del ser vivo. Sin esto no hay vida. La quietud y la ausencia de
respuesta son síntomas de un metabolismo débil, son la HUMILDAD del gusano que se
enrosca cuando le pisan.
Si la vida es caos y desorden, la función del arte ha de ser la creación a partir de
estos impulsos, la unión de lo apolíneo y lo dionisíaco, el orden en el caos... Ésta ha de
ser la función del arte y la de los valores morales, que han de ser fruto de la fuerza e
impulso creador, del amor a la vida incluso en su carácter más irracional, para que
puedan ser unos valores útiles para la vida. En lugar de los valores que sitúan la verdad
y el bien en un lugar más allá, en lugar de buscar la Verdad y el Bien, se trata de buscar
un modo de vida, unos valores que enlacen las fuerzas de lo vital y las capacidades
humanas, que liberen al hombre de la carga de lo metafísico, la gran mentira.
Nietzsche en su Primer Tratado de la Genealogía de la Moral trata los valores de lo
bueno y lo malo, que considera que han sido transvalorados o cambiados por el
cristianismo hasta darles una acepción distinta, como lo bueno y lo malvado. Gut es lo
bueno, lo que se da valores a sí mismo en virtud de su propia fuerza, es activo, goza de
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salud para crear... Este valor inicial de bueno hace similares a los dioses ( got) a sus
creadores. Son los fuertes, los aristócratas los que dan nombre a las cosas y con ello
les dan un valor. Este valor es positivo y su moral es afirmadora de la vida porque parte
de su fuerza creadora.
Frente a ellos están los malos ( slecht). Pero esta noción no tiene connotaciones
especialmente negativas, sino que se considera a ese malo como inferior, como aquel
que se supedita, como aquel hombre débil, simple y bajo, como la plebe. La moral
homérica parece subyacer a este planteamiento. El ideal griego de belleza tiene que ver
con el plano físico y el plano moral. El ideal de hombre es bello y bueno ( kalós kai
agathós) , y la hermosura física muestra la belleza moral. Pero entre el fuerte y el débil
no hay rencor ni odio. El fuerte crea valores y mantiene un “páthos” de la distancia en
su relación con el otro. No hay cabida en el fuerte a los sentimientos de debilidad,
piedad, conmiseración,etc sino que actúa en virtud de su propia fuerza y naturaleza
creadora. Es en este sentido en el que su moral es superior.
Pero con el cristianismo y el ascenso de las castas sacerdotales se produce una
inversión del fenómeno moral. Los valores ya no surgen del fuerte, de la creación
acompañada de vitalidad, sino que surgen como negación de la vida, como expresión
de debilidad y resentimiento frente al fuerte. Surge entonces la contraposición entre el
bueno entendido como el piadoso , el que perdona, el que se somete, el que no actúa, y
el malvado ( böse). El poderoso, el violento, el lleno de vida, el que reacciona ante un
estímulo exterior de forma instantánea ( algo natural a todo organismo vivo) es llamado
ahora malvado.
Por ello esta nueva moral se cimenta en dos bases: la culpa y la mala conciencia (
Segundo Tratado). La memoria, la capacidad de disponer del futuro, es lo que el
hombre llama conciencia. Junto a esta aparece ahora la mala conciencia, que tiene su
origen en la culpa, no una culpa referente a una responsabilidad moral sino, en sus
inicios, era ésta una deuda física entre deudor y acreedor. Cuando el deudor es el
individuo y el acreedor es la sociedad, entonces la sociedad es cruel y castiga al
deudor. Frente a esta agresión externa a la que el hombre no puede oponerse es como
crea, por su impotencia, la mala conciencia. Interioriza de este modo el sistema punitivo
de la sociedad.
Pero es al plantear el significado del ideal ascético en el Tercer Tratado donde
muestra Nietzsche con más fuerza su diagnóstico acerca de una sociedad enferma. El
sacerdote sólo admite a la vida si ésta se niega a sí misma. Se produce una
transvaloración en la que los sacerdotes llaman verdadero a lo más alejado de la
realidad, a un mundo inexistente inventado por ellos. El ideal ascético nace del
instinto de protección de una raza que degenera. El hombre enfermo pide una
explicación de su dolor y sólo encuentra a uno que se la dé: el sacerdote. De este modo
, dando más importancia a falsas nociones y valores negadores de la vida permite la
permanencia de estas figuras y sus ideales. La metafísica ha continuado hasta ahora la
labor de Platón y el cristianismo, los filósofos no han sido más que la forma que ha
tomado el sacerdote para presentarse.
Pero es patente que en el siglo XIX se está produciendo una laicización de las
instituciones y una progresiva desaparición del poder eclesiástico, que se inició con la
Ilustración. La ciencia es ahora el motor del progreso de la vida humana. Pero en ella
hay una voluntad de verdad que es el último desarrollo de este ideal ascético. La
pregunta que aún no se ha planteado el filósofo es la pregunta por la voluntad de
verdad. ¿ Qué se esconde tras ella? La nada, según Nietzsche. El hombre prefiere
querer la nada a no querer. De este modo la fe en el progreso de la ciencia que
discurre a lo largo de todo el siglo XIX no sería más que un eco, un canto del cisne del
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ideal ascético, cambiante y adaptable. Aquí radica la voluntad negadora de la vida , la
búsquedad de una verdad que se encarnaba en conceptos que petrifican la metáfora y
que por ello se desvinculan de la verdad y de la vida. De este modo y tras esta
laicización de la sociedad sobreviene la “muerte” de Dios. Esta y el nihilismo son las
últimas fases o desarrollos del ideal ascético.
implica la negación de todos los valores. Muy al contrario, esta ruptura con los
antiguos valores es el paso necesario par alcanzar unos valores más acordes
filosofías metafísicas que ponen la verdad y el valor más allá del mundo. Se
Por esto se afirma que hay dos fases del nihilismo en la filosofía de
Nietzsche, una negativa y otra positiva. La fase negativa correspondería
con la última fase del ideal ascético, la época del último hombre. Es la
consciencia del vacío de sentido una vez que se ha llegado a la muerte de
dios o deesencantamiento del mundo que dirá después Weber. La gran
náusea de este momento es la que debe el hombre superar. Pero este
momento tiene un aspecto positivo, es la oportunidad del hombre para
asumir su libertad. Debe el hombre ahora darse unos valores que lo eleven
más allá de la servil sumisión (e insana además) producida por una moral
rancia, obsoleta
La muerte de Dios ejemplifica la laicización del mundo, la pérdida de importancia
de los valores cristianos. Esa pérdida deja un hueco, un vacío de sentido. Ese peso
debe dejar de abrumar al hombre para que pueda vivir y conquistar el mundo de aquí
abajo, no las realidades metafísicas.
En la metáfora de las tres transformaciones da Nietzsche una síntesis, un
símbolo para interpretar sus nociones de nihilismo y muerte de dios y su superación por
medio de la voluntad de poder y el superhombre. Así, tras la muerte de Dios, el
individuo debe convertirse en camello y, cargando con lo más pesado, con los
deberes, con las tablas de la ley, partir hacia el desierto. Una vez allí, debe extraer
fuerzas como el león para destruir los viejos valores y , enfrentándose al dragón del
deber, atreverse a afirmar: yo quiero. Es necesaria la llegada del superhombre , una
nueva apropiación de posibilidades en la que el hombre es auténticamente libre, en que
su voluntad gobierna. Esta se representa por la metáfora del niño, alejado de la culpa y
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del dolor, que simplemente juega. Esta actitud es la realmente moral, la expresión de la
vida libre de cargas, la expresión de la calma, la ausencia de remordimientos por ser
feliz y actuar de acuerdo a nuestra vida
De este modo vemos que el camello es la asunción del nihilismo, la carga con
la responsabilidad de la libertad y la ausencia de un sentido metafísico, la
responsabilidad de la muerte de Dios. Tras esta fase surge el león rugiente como
fuerza destructora de los valores viejos. EL PROPIO NIETZSCHE Y SU
FILOSOFAR A MARTILLAZOS TIENEN QUE VER CON ESTE PASO, un paso que
debe ser superado. El dragón del deber es ahuyentado por el quiero del león. Pero el
hombre no llega a ser libre hasta que no se culmina esto en una fase de libertad
creadora, la del niño. Libre de culpa y de cargas crea el niño, da nombres y reglas a
sus juegos inocentemente. Esto es el superhombre, la madurez de un creador, un
artista de la moral. Es una meta que indica un camino, el camino de la libertad.
-Es peculiar: Como no hay dos cuerpos iguales, no hay dos voluntades
iguales.
-Necesita del dolor: es ruptura del equilibrio y por tanto muchas veces se
enfrenta al dolor y al sufrimiento. Pero lo asume como parte de la vida y el
instinto de superación ( Lo que no me mata me hace más fuerte).
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problema no es lo que debo, sino lo que puedo hacer. De este modo el
fuerte crea, actúa, da, ...
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razonamientos y argumentos como hasta ese momento. Lo que hace es
escribir mediante aforismos, frases cortas, interjecciones, sin pruebas ni
demostraciones, con ataques directos a sus adversarios, con ironía , usando
muchas metáforas , contradicciones y lenguaje emotivo que apela a despertar
reacciones en el lector de modo directo e inmediato.
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ámbito teóricos sea indemostrable. Esto es un error, pues se sitúa la vida y su
valor en algo que está fuera del mundo y de la vida, en la esperanza del más
allá como Platón o el cristianismo.
En 1873 escribe Nietzsche un breve libro titulado “Sobre verdad y mentira en sentido
extramoral”. En él se muestra la verdad como algo convencional, que tiene en su base la
metáfora. El primer impulso del hombre frente a la naturaleza es dotarla de sentido por medio de
una expresión artística que se encarna en todo tipo de signos, símbolos, ritos, costumbres,etc...
Este paso es previo a la constitución del lenguaje como base para una convivencia, en el que
surgen los conceptos como una suerte de metáfora petrificadas, instaladas en el grupo y aceptadas
por convención para garantizar un orden social. Pero los conceptos, al estar desvinculados de su
proceso de creación, pronto adquieren un sentido de inmutabilidad y eternidad que no es propio
de la metáfora y que posibilita que se pueda comenzar a hablar y distinguir entre verdad y
mentira. Para Nietzsche la verdad no es más que una mentira aceptada por el grupo y alejada de
su proceso creativo, fijada, muerta...
Por ello lo propiamente humano y que puede permitir una cierta autonomía del individuo es
una dedicación entusiasta al proceso artístico, pues la capacidad de crear analogías y metáforas
por medio de la imaginación es lo que hace que luego, por medio del olvido ( un olvido
interesado e intencionado) , surja el lenguaje y el conocimiento lógico o conceptual.2
Los filósofos como Platón o Kant, que han situado la verdad en el plano del Ser, y han
considerado como falso lo real, le han denominado apariencia han cometido un grave error. Si
sólo hay devenir e interpretación no tiene sentido hablar de un mundo falso y uno verdadero, de
un sentido falso y uno verdadero. Los que petrifican la metáfora en conceptos eternos, inmutables
e inamovibles se convierten en palabras de Nietzsche en filósofos momia, porque niegan la vida
al detener su movimiento. La característica propia de la vida es el movimiento y la afirmación de
algo como auténtico y verdadero es la primera gran mentira como ya hemos visto.
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“ La percepción correcta-la expresión adecuada de u objeto en el sujeto. Me parece un absurdo... entre
el sujeto y el objeto no hay ninguna causalidad... sino, a lo sumo, una conducta estética... un traducir
balbuciente a un lenguaje completamente extraño, para lo que se necesita una fuerza mediadora” Sobre
verdad y mentira pp 29-30. El perspectivismo es por tanto su postura frente al conocimiento. ( Más cerca
de los sofistas que de Sócrates, desde luego).
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