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Manuel Suarez - L09O:~
editores
I.S.S.N.: 1514-0032
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i Numero Monografico
a Historia y Antropologia Juridicas
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ploh¡,tol¡a
Consejo de Redacción
Darío Arnolfo - José Maria Cardesín - EEsa Caselli - Carolina Gentile - Franyois
Godicheau Rafael Guerrero Elecalde - Ignacio Martínez - Carlos Otero - Nora Peñalba
Diego Roldán - José Javier Ruiz Ibañez - Gaetano Sabatini - Silvina Ventura
*
La revista no se responsabiliza de las opiniones vertidas por los autores
ISSN 1514-0032
Índice
Editorial """"""""""",,,. ,.""" ,,,.,,., .. ,,,,.. ,,,,,,,,,, .. ,, .... ,, ........... " ..... "" ..,...,........... " .. ".. 5
a través de la emoción de sus te>.1os ..,,,,,,,, ....... ,..... , .. ,..,,, ...... ,,.... ,.............................. 11
Entrevista a Ignasi Terradas i Saborit .......................... ,.............. ', ...... ,...... " ....... " ..,.. 15
Un contexto antropológico y político para The Cheyenne Way .................. " .......... "... 29
Los criminales ante la concesión del indulto en la España del Siglo XVIII...... .............. 55
TC»;fÁs A. MAl-'TECÓN
Disputas y resolución de conflictos en la Cataluña Francesa "" ....... " ................... " .... ' 83
Memoria y tratamiento histórico .... " ........ ,... "".. " .......................... " .................... ,.... 103
FRANQoIS GODIClffiAU
eclesiástica en las dispensas matrimoniales delBuenos Aires virreina1 .... " .......... " .. ,.. 123
ELSACAUlA
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Lajusticia civil rola campaña bonaerense:
NIDIA N. ROBLES
StJ(:j{~d:;HJ ................ ~ ....... ., ..... _............ ,......... "... ... "" ....... , ....... ", 2~)7
BERNARDC Smu
l'viARÍA 1. CARZOLlO
la historia
273
DARío G. BAFJUERA y GABRIELA DALLA CORIE CABALLERO
prohistoria
Incluye los sumarios de sus ediciones,
Disponible en INTERNET
En la siguiente dirección:
http://www.latbook.com.ar
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prohlstoriG 5 • 2001
Editorial
1 _ afios, juicio y castigo a los culpables, y todos sabemos de qué hablan. Los
crlmenes con o sin sentencia, cuyo proceso judicial no ha satisfecho de todas
maneras la revelación de la verdad, son considerados impunes. En Catamarca,
Buenos Aires, Rufino o en cualquier rincón del país, pueden registrarse largas y penantes
"marchas de silencio", que claman por justicia. Los crímenes de la ley, de los policías del
"gatillo fácil", han promovido la generación de organizaciones comunitarias para un re
clamo persistente y memorioso, que apunta contra las estructuras policiales y su vincula
ción con actividades ilícitas: se pide justicia. Los asaltantes comunes toman rehenes:
encerrados por la policía, arguyen que sólo ante la presencia de un juez negociarán las
condiciones de su entrega. La presencia de la justicia se les representa como un garante
frente a la posibilidad más oscura de ser baleados o "reducidos" por las fuerzas policiales:
pretenden "negociar" y sólo la justicia les ofrece esa franquicia. Las oficinas de la Defensoría
del Pueblo o de las defensorías de derechos del consumidor no dan a basto: los abusos
brotan como la gramilla y, la gente, apelando al "último recurso de los indefensos", inun
da estas oficinas con reclamos frente a lo que consideran -y con razón- excesos de empre
sas que prestan servicios escasamente controlados y avasallamiento consiguiente de sus
derechos. Del derecho a pagar por aquello que se recibe en los términos en que se ha
pactado ... Los "piqueteros" que cortan puentes y rutas, exigen una distribución "más jus
ta" de los recursos que el Estado debiera destinar al paliamiento de la desocupación;
algunos funcionarios del mismo Estado, nacional o provincial, denuncian la distribución
de estos planes entre clientelas políticas, cuando no, ponen en tela de juicio la naturaleza
legal de algunos ingresos "extra" que, otros funcionarios, estarían percibiendo para apro
bar leyes sin consenso. Corrupción a escala de escándalo: debe ser examinado y puesto en
claro por la justicia, poder independiente. Justicia que, en este país, procesa a altísimos ex
funcionarios del gobierno por haber formado parte de una organización delictiva que
funcionaba desde las entrañas mismas del Estado Nacional.
2 - Se cumplieron 25 años del último "golpe de estado" y, como bien puede notarse si se
piensa un poco, el golpe fue a un orden jurídico y político existente puesto que, el Estado
gozó durante aquellos años de excelente salud, al punto tal que hasta pudo desplegar un
terrorismo propio y genocida. Durante el periodo de la supresión de las garantías consti
tucionales y de la prohibición de las asociaciones políticas antes legalmente reconocidas,
entre 1976 y 1983, se gestó además un orden jurídico que legalizó el inicio de un vacia
miento acelerado y progresivo de los recursos con los cuales el Estado podía, también
.5.
EDITORIAL
desde lo económico, echar mano de ardides para garantizar trabajo, salud y educación. La
transgresión del Contrato pasó por lo civil, por lo económico y por lo ético. Violó los más
fundamentales principios del derecho natural y del derecho común, del derecho de gentes.
Los transgresores y violadores, todavía entran y salen de cómodas prisiones gracias a
dispositivos que, como es lógico, se encuentran provistos por esos mismos derechos que
violaron. La restitución de las garantías constitucionales dio inicio a un largo proceso de
lucha por algunos de estos delitos, la mayor parte de ellos todavía impunes; no se pudo,
sin embargo, evitar la comisión de nuevos y mayores delitos "civiles" y "económicos",
3 - Existen en nuestro país, a ciencia cierta, grandes mojones de impunidad: las leyes de
Punto Final y Obediencia Debida' , amén de causas que naufragaron en una justicia manipu
lada desde los otros dos poderes supuestamente independientes 2 , que afectaron lo que debió
haber sido un recorrido procesalmente correcto. Por otra parte, la exhibición en el espacio
público de casos privados (en este sentido fue paradigmático el de la violación y asesinato de
María Soledad Morales, en la Catamarca de los SaadP) provocaron esta demanda de justicia
desde la opinión pública, atendida por funcionarios y medios en el marco de la pavura provo
cada por la posibilidad del advenimiento de una suelte de impunidad "endémica". Algunos
de esos mojones de impunidad, devenidos en obstáculos, fueron parcialmente sOlteados en
los últimos tiempos. Las causas por apropiación de menores y usurpación de identidad, no
contempladas en las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, abrieron nuevos senderos a
través de los cuales fue posible condenar a los principales responsables del mayor genocidio
de nuestra historia. En este marco y en un fallo histórico, el juez federal Gabriel Cavallo
dictó la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. 4 ¿Y ahora qué?
4 - Ahora, estos aparentes síntomas no deben conducir a engaño. Muchos más son los casos
que colman la sala de espera al aguardo de la "justicia" y tantos otros los que no transitan
ninguna sala, puesto que se trata de horizontes diferenciados, abarcados por una misma
palabra que designa cosas diferentes. Entre los primeros, los atentados a la Embajada de
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prohistoriCII 5 - 2001
Israel y a la AMIA, por mencionar sólo los más graves. Entre los segundos, basta recorrer
un diario o algunos noticieros para relevar las voces de la calle que claman por la justicia
ciega y equilibrada que debe privar en el ancho campo de "lo social". En medio de este
juego enmaraüado y anlbivalente de condenas sin dictar y castigos sin cumplir, de senten
cias esperadas y desesperantes, de fallos ejemplares no aplicados y de execrables fallos
negociados, la gente sib'Ue invocando a la justicia como un ente prístino e inmaculado
capaz de resolver hasta las más terribles inequidades que padece ... aunque cada vez menos.
5 -- A nivel intemacional, el cont e>.io no difi ere del nuestro. Además de los procesos inicia
dos en el Triblmal de La Haya (por ejemplo los resonantes casos de los militares bosnios,
también la reciente detención de Slobodan Milosevic), lajusticiade distintos países (Fran
cia, Italia, España, Suecia...) ha iniciado causas, con pedidos de extradición para los crimi
nales responsables, por delitos cometidos contra ciudadanos de esos países fuera de sus
propios territorios nacionales -como los perpetrados por Pinochet en Chile ypor los miem
bros de la Junta Militar en la Argentina-. Ya no sólo se presenta como de dominio público
el tema de la "justicia", sino también el de las "jurisdicciones". Se apela a la "ciudadanía"'
de las víctimas para lograr el castigo de los criminales... En muchos casos se trata de lilla
segunda ciudadanía (italiana o espaflola adoptada por argentinos) esgrimida para conseguir
en otro país ullajusticia que se presenta como inalcanzable en el propio.
7 - La justicia es, en la ~A.rgel1tina de los albores del siglo XXI, el último reducto de las
esperanzas en el horizonte más amplio de las equidades. Que la justicia fiO es neutral es
algo que los estudios históricos y antropológicos, también los sociológicos, han mostrddo
cabalmente, para cualquier periodo y espacio que tenga historia. Las perspectivas por una
equidad econónúca y social en sentido amplio parecen ser fu'] reclamo de las minorías
combativas. Lamentable, pero cierto. El gmeso de la sociedad argenti..'1apresenta un estado
de desmovilización y de precaüzación de los recmsos para disputar sus posibilidades de
-7
EDITORIAL
reproducción mínima que es alannante. El único reclamo que se ofrece corno transversal,
como universal en el sentido de una preocupación que trasciende las divisiones clasistas y
hasta cult:urn1es, es éste, ya banalizado, de una "justicia social" que, en el fondo, no es sino
una manifestación entre nostálgica e ingenua por la presencia de una justicia distributiva
que dé a cada quien lo que le corresponde. ¿Y qué le corresponde a cada quien? la
jnsticia distributiva una instancia, como sepretende, neutral y mágica, dispuesta a acordar
retribuciones basadas en un mérito de raíces sospechosamente modernas? ¿O, al contrario,
es el confín último de vaciamiento de sentido de reclamos que, a falta de can;elizaciones
operativas y concretas, es decir, políticas, se decanta por la declanmCÍón de un horizonte
que, a fuemt de ser declanmdo, lmalmente se purga de contenido? ¿No fueron precedidos
y presididos, los cambios jurídicos, por movimientos y cambios políticos? La preparación
de este monográfico sobre la relación entre historia, antropología y, por decirlo genérica
mente, la "justicia" no estaba, de hecho, relacionada con estas preocupaciones ni con este
presente. Al menos no lo estaba desde el orden de lo consciente. Hoy, al momento de cerrar
la edición, se nos presenta de bruces esta suerte de ínconsciente ínstitucional, desbordando
nuestras propias intenciones e, incluso, nuestras propias posibilidades de acción en lo que
al punto se refiere. La suerte de los pueblos, desde hace tiempo, parece estar en manos de
un gmpo de mafiosos que hacen y deslmcen a su antojo, a partir de problemas de "encqje"
resultantes de un sistema socioeconómico que tiene grietas en todos sus planos. Frente a la
circunstancia, los formadores de opinión instalaron la preocupación maquiavélica de la
"conducta de los mercados", como si se tratara de un ente vivo que verdaderamente pudiera
tener 1Ul comportamiento. O, en otros casos, como si se tratara de un mecanismo casi
teológico que, de veras, regula la existencia y los destinos de la gente. A caballo de este
simulacro, se dc:ia oír por doquier el tañido percutante de la campana que grita la devalua
ción de la política, el desprestigio de los políticos y el descreínliento consecuente que las
mayorias alimentan frente a ese ámbito. Craso error, Pompeyo. Sí en algo nos estamos
equivocando es en el vacialniento de contenido del frente más importante en donde puede
darse la batalla. Si algo, hmuildemente, pudiénunos aportar con nuestro trabajo, vaya esta
sugerencia con la cual, lústoriadores y antropólogos, proponemos repensar la fuerte di
mensión política de los espacios de negociación en clavejurídica. Iniciativa ésta que, como
siempre, ticude a instalarpreoc"upaciones sobre el pasado en clave de ejercicios de lectura
alternativa de la realidad: pensar los víncnlos, pensar las relaciones y, sobre todo, desesti
mar porprillcipio toda relación aséptica entre los seres hun1a11oS y las arenas en donde se
disputan socialmente los recursos necesarios para su supervivencia, sigue siendo una tarea
central para quienquiera que apueste por una ciencia social al servicio de la gente.
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prohistoria 5·2001
www.latindex.unam.mx
prohistoriG es una publicación científica independiente, de ca
rácter anual, editada por grupo prohistoria y manuel suárez
- editor. Promueve debates disciplinares e interdisciplinares y di
funde resultados de investigación básica o estudios
historiográficos. Se distribuye por venta, canje o donación en
países de América y Europa. Publica investigaciones originales,
elaboradas fuentes de primera mano; la orientación . . ~A
. ...,U.U....
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prohistoria 5 • 2001
La Ventana Indiscreta
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DARía BARRIERA Y GABRIELA DALLA "La ventana indiscreta..."
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prohistoria 5 • 2001
más complejo que supera íntimamente la perspectiva judicial para inmiscuirse en niveles
más amplios de la búsqueda de la justicia, justicia que puede llegar desde las diferentes
vertientes de la resolución de conflictos, y allí están como ejemplo del aserto la media
ción, el arbitraje, la amigable composición o los acuerdos internacionales, estos últimos
generados por instancias que en ocasiones luchan contra la soberanía nacional.
La Historia y Antropología Jurídicas se están beneficiando, por ende, de las necesidades
de grupos que pueden parecer contestatarios desde una perspectiva nacional-estatal, pero
que en realidad reivindican sus ocluidas trayectorias y tradiciones, o piensan fórmulas y
estrategias para alcanzar el orden justo y equitativo. Desde una perspectiva crítica -pre
cisamente la que los diversos trabajos aquí presentados buscan brindarnos-, temas claves
como la obtención de un orden justo en la sociedad global o transnacional (Bernardo SOlj),
o la reivindicación de la memoria histórica de tiempos de luchas y represiones (Fran<;ois
Godicheau), constituyen fértiles terrenos en los que es posible comprobar que la aplicación
de las normas no siempre es resultado del consenso, sino muchas veces consecuencia de la
imposición sobre los más vulnerables o débiles. En este sentido, es imposible soslayar que
este monográfico sale a la luz en un contexto histórico muy particular para la sociedad
argentina, con implicancias a nivel latinoamericano (piénsese en el modelo del Mercosur) y
mundial: el deterioro del Estado de bienestar y la cruda instalación de un diseño neo liberal
a ultranza que hace de los sectores más desfavorecidos una caja de resonancia de las leyes y
políticas estatales, elaboradas en general con nulo o escaso consenso, y sobreimpresas de la
mano de la protesta social. Más allá de los temas de interés puramente académico, el estu
dio de las luchas y de los reclamos sociales -muchos de ellos llevados al terreno jurisdiccio
nal- superar las restringidas visiones que radicaron su interés en los acuerdos intra e
interpartidarios.
Este monográfico procura contribuir a la construcción de nuevas relaciones en las que
no esté excluida la posibilidad de un orden equitativo que supere las restricciones sobre la
suerte de las urnas y que celebre los nuevos desafíos que nos depara el derecho para mos
trarnos la capacidad de decisión sobre nuestra vida y nuestro entorno. No se nos pasa por
alto, fmalmente, que quienes aquí participan con sus reflexiones lo hacen atendiendo a la
dimensión jurídica en un sentido amplio, influenciados por intereses actuales y profesio
nales, pensando con categorías interdisciplinarias. Si consideramos que a unos tipos de
derechos de propiedad corresponde un ideal de ciudadano, y si recordamos que la viola
ción de aquellos u otros derechos generan otros ciertos estereotipos de delitos, de crímenes
y de delincuentes, es posible leer los textos de este monográfico con una mirada particular.
Los Cheyenne s enseñaban a los "blancos" unas formas de la política -¿de la democracia,
cabría decir?- que en su hora fonnaron parte de un debate de dimensiones notables: Occi
dente ahogaba, entonces y ahora, las voces alternativas que provenían de sus mismas
entrañas (Cardesín Díaz). Ese camino, como el estudio de las ofensas (Sílvia Gómez i
Mestres y Tomás Mantecón), la jurisdicción eclesiástica en tensión con la civil (Elsa Caula),
los derechos (Verónica Secreto y Carlos Cansane!lo), sus cultores (Nidia Robles) y sus
transgresores (Raúl Fradkin, María Elena Barral, Fabián Alonso y Gladys Perri), son las
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DARío BARRIERA y GABRIELA DALLA CORTE, "La ventana indiscreta ... "
puertas de entrada elegidas por las autoras y los autores de los trabajos aquí reunidos para
otear el horizonte de la historia y la antropología desde una perspectiva jurídica. Horizonte
que puede resumirse -si se nos pennite un reduccionismo de tipo meramente analítico-..- en
la naturaleza de unas sociedades que se debatían y debaten aún hoya la hora de resolver el
mejor modo de "ordenarse", lo cual equivale a decir "darse un orden". ¿Son estos proble
mas antropológicamente extraños a los que vivimos en estos días 0, por el contrario, la
antropología de las sociedades en transición a la modemidad -tema sobre el que pivota
gran parte de la reflexión aquí expuesta- nos devuelve una imagen devaluada y triste del
arcaísmo de este presente que, en cierto sentido, es el futuro que supimos construir? Ahora
la consigna es válida más que nunca. Saber más de nuestro pasado (es decir, conocer este
pasado en clave de lecturas disyuntivas que bucean en fuentes documentales e informati
vas alternativas) es un ejercicio imprescindible del tiempo que nos toca vivir. Contar para
ello con el aporte generoso de los y las analistas que aquí participan, un privilegio que los
coordinadores agradecemos.
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prohistoriCl 5 • 2001
J!:.n Espalia usted es uno de los únícos antropólogos que se han interesado por el universo
jurídico como un terreno especifico y fértil para el debate. A partir de la docencia y la
illvesügaciól1 que realiza ¿cómo definiría la Antropología Jurfdica?
La defInición "Antropología Jurídica" es difícil y controvertida. Dída simplemente que es
un replanteamiento de la A11tropologia Social centrado en estudiar los fenómenos sociales
cuando están más estrechamente relacionados con problemas de justicia, obligaciones,
1.<1." ""-HU;:', sentimientos razones que en cierta manera denotan y connotan el ámbito o la
cultura de 10 jmidico. Seria una "enttar", igual que en el caso del Parentes
co y de la EconomÍa. "entrar" pero no para "quedaITtOS" en una traducción estric
ta de fenómenos de Derecho. En la Jurídica me parece que es la
Social en una pen;pectiva realista. Si tuviese que definirla histórica
mente, diria que es 1a A21tropología Social realista. Hemos de entender que el Derecho es
" La confección de este monográfico así como la elaboración de esta entrevista fueron
posibles gracias a un subsidio que la Fundación Antorchas otorgara a la Dra. Gabriela Dalla
Corte.
- 15 •
GABRIELA DALLA CORTE CABALLERO "Realismo, Antropología Jurídica..."
unaparte viva de la sociedad, y que Iasociedad es viva toda ella, y debemos contextualizar
e interrelacionar.
Desde esta perspectiva ¿parecerla que hay dos maneras de percibir o concebir el Dere
cho?
AlgllilOS antropólogos lo dicen de manera directa; Llewellynhablaba de que hay fenóme
nos en otras sociedades que tienen" el sabor de la justicia" o "el sabor del Derecho". Lo
dice de manera muy indirecta, porque de otra manera caeríamos en la trampa de hacer
traducciones estrictas y confundir campos. Y precisamente la Antropología Jurídica des
cubre que lo que para nosotros está instituido en el Derecho, en otra civilización afecta
otros campos, como el moral, el ritual, el político, el económico, el estético. El aprendiza~
je radica en el descubriluiento de esas interconexiones.
Si pensamos en lo variable que puede ser el ámbito de la Antropología según los pueblos
que se estudien, ¿cómo se puede definir entonces la disciplina?
No se puede hablar de "Antropología Sensible a los fenómenos con sabor a Derecho",
porque suena muy mal, pero seria lo correcto. Y aquí apareceu los problemas. Desde una
perspectiva más juridica, Norbert Rouland defiende en Francia la especialidad Antropo
logía Juridica en términos que recuerdan más la primera tradición de la Antropología
Jurídica. Louis Assier-Andríeu, en cambio, evita hablar de Antropología Juridica para
que no suene a especialización. A mí io que me parece importante 110 son los ténninos que
se utilicen, sino el trabajo que se hace. Si alguien ntiliza el concepto de A..~tropologia
Jurídica pero no para hacer un estudio restringido a fenómenos de estricta naturaleza
jurídica, sino para temas como derechos, obligaciones, equidad, justicia, viendo todo el
universo afectado, es decir,juridico, religioso, moral, político, ritual, yo creo que el
concepto es pertinente.
Usted habló de una Antropología realista, quizás relacionada con el realismo Jurídico
de Llewe!lyn y Hoebel. ¿Cuáles serían entonces las diferencias en este nivel respecto de
la Antropologia del Parentesco?
Las etnografms no son "fa.'1tasÍas" del etnólogo, como ha..'1pretendido algunosposlllodernos.
Escribí sobre este tema para el Congreso de Antropología que se hizo en Tenerife2 • Para
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GABR[ELA DALLA CORTE CABALLERO "Realismo, Antropología Jurídica ..."
¿Y qué buscaban?
Pues, una realista sobre la sociedad. Entender una sociedad viendo cómo se
condición de vida en el sentido de conse
cuencias tiene para la vida material y moral de las personas. Es no interesarse por
productos estrictamente formales, estructurales, o de
pregunta..rse si la se lo pasa bien, si hay gente que utiliza a los demás o a
grupos, si hay sensación de satisfacción colectiva, qué les pasa realmente. Es
10 que tiene que ver con el mundo de las aspiraciones con la satisfacción en las
~~r.. " ..~~ con la felicidad humana en el sentido "realista" del ténnillo. Esto es lo
que ciencia social a lUla postura "realista" Muchos antronO!Oi!OS
se han acercado a otra civilización y hablado de ella, pero si se les ftrr.'{rnnt'>.
las personas, qué les ocurre en sus relaciones cómo
entienden la cómo es la situación de la
si tienen relaciones más o menos ecuánimes, quizás no sepan contestar. Si surge un con
flicto, no por ha surgido. Y no olvidemos que si nos interesan las
ciencias sociales es por este motivo. Es difícil encontrar un que sea absoluta~
mente desinteresado vivida, esto que decimos "la vida viyida",
pero hay por estilísticos de las máscaras de un o de secuencias
rituales .Y musicales de 1m en los que no se habla de nada más.
prohistoria 5·2001
Aje gustaria que me hablara de las categorías de la Antropología Jurídica, por ejemplo,
el concepto "jurisdicción ", que en una oportunidad postuló como un término clave para
esta vertiente analítica,
Tratando de hermanar 1m poco más la Antropología con el ml1lldo del Derecho, se han
buscado categorías en el propio Derecho para replantear problemas de Antropología So
cial. Por ejemplo, al nacer la Antropología hubo categorías que fueron propias de la An
tropología elaboradas por juristas y otras que se mantuvieron en el1enguaje del Derecho.
algunas categorias que ahora son propias de la Antropología Social como "totem" y
"tabú", "kula" y "potlatch" sacadas de las sociedades indígenas. Pero hay otras categorías
del Derecho, como la de "ficción legal", que Henry Maine, por ejemplo, consideraba
fundacional de lo que sería la Etuología o Antropología, Para Bachofen la "pateITÚdad"
como "ficción jlli-ídica" instituye el Derecho y la propia cultura, que él considera "supe
rior". Louis Assier-And.rieu adopta la categoría "ficciónjurídica~' para hacer interpreta
ciones que son simultáneamente de Derecho y de cultura "vivida". El concepto 'jurisdic
ción" nos permite hablar simultáneamente de temas de política, de reparto de poder, de
política en relación a cultura, es decir, de significados culttlrales de este reparto de poder.
Ahora estamos ante múltiples jurisdicciones, nacionales, internacionales, especializadas
en economía o en fiscalidad, civiles, comerciales, penales, Tribunales de Apelación, Su
premos, Constitucionales, que pernuten entender la sociedad a partir de cómo se ordenan
derechos y obligaciones y de cómo se hace frente a "conflictos". Malinowskí en Crimen y
Costumbre, parte de l1ll concepto básico que es el de "reciprocidad", que se podría decir
que es el básico para la Antropología Económica, para el Parentesco, para el Ritual y pard
la Jurídica. Gran parte de nuestro Derecho tiene que ver con el "contrato" y gran parte del
Derecho de otrdS sociedades tiene que ver con la "reciprocidad", aunque ésta no es tan
extraña a nuestra sociedad porque la practicamos. Si decimos que en nuestra sociedad hay
una serie de conflictos yvivcncias del orden económíoo y político, a partir del conflicto de
los conceptos "reciprocidad" y "contrato" me parece que se abre un camíno afortunado e
interesante. Todas estas categorías pueden ser más "universales", como reciprocidad ver
sus contrato, o más "especificas" y "formales" como jurisdicción, pero todas ellas me
que estén en una linea que les de sentido histólico y social,
- 21 .
GAB!UELA DALLA CORTE CABALLERO "Realismo, Antropología Juridica. .."
El cO/1flicto, a pesar de que discutamos su valor como categoría, ha servido como base
metodológica, en e.special de la Antropologfa Jurfdica. De hecho el estudio de casos
como estrategia analítica se ha apoyado en esta certeza.
La técnica del conflicto como estudio de caso es importante y muy realista. La perspectiva
realista se interesa por testimonios directos de la vida y la valoración que las personas
hacen de su situación. Es una perspectiva basada en e"-"Periel1cÍas contrastadas y compara
das, no en apriorismos. el realismo supone que existe un corpus etnográfico de
varias sociedades que decir 10 que es "común" a la humanidad. Podemos decir
que el "sentido común" de la Social es su legado etnográfico y yo me baso
en este sentido común.
¿Por qué cree que la Jurídica se hizo eco del principio metodológico judi
cial de los casos? un método cercano y conocido, usual?
La estrategia del estudio de caso se fue desarrolla..l1do en los años 1950 y 1960 en la
Antropología Social británica en términos de representatividad. Ta.11lbién dh-ia de
significatividad por su Esta técnica es común a la A'1tropología y a otras
disciplínas, tlli.'1to el caso como estudio localizado del todo, como el estudio de "un caso",
de un problema. En Antropología Jurídica, LleweIlyn y Hoebel con su Cheyenne Way1, así
como Robert Spencery Leopold mostraron que los casos, los conflictos específi
cos, podían dar luz, no sólo sobre los aspectos jurídicos, sino acerca de la cultura general
de una sociedad. Y viceversa: para entender estos conflictos específicos, era necesario
conocer la cultura de sociedad. Hay gente que me comenta que los casos del
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prohistoriQS ·1001
Cheyenne Way son minucias y que parecen conflictos sin demasiada importancia. Yo les
digo que para entender illl caso aparentemente sutil o marginal, hace falta comprender el
contexto, la religión, la moral, el ritual, la economía, la política de los Cheyenne. Hay
quienes preteuden que el Derecho debe plantear cosas muy graves y s1 no lo hace no
tendría importancia. En la postura realista, si el Derecho plantea cosas importantes el
contexto de la sociedad es rnuy importante, y si se plantean cosas minuciosas y de detalle
de la vida entonces es que el contexto es importante. La lectura pobre y mezqui
na es pensar sólo en la especificidad o el exotismo de los casos, sin percibir que se expli
can por cosas más y profundas como el sentimiento de pertenencia, de identidad,
la moral, el amor o la obligación.
¿La apelación a los casos no júe una jorma que utilizaron ios antropólogos para legiti
mar la disciplina hacia Occidente, para que Occidente pudiese "leer "o con facilidad
otras realidades?
Es cierto, pero yo diria que es efecto de un partido tomado antenonl1ente. Al tener una
perspectiva realista uno se interesa por cómo las cosas afectan la vida de las personas, y
esta postura lleva al "caso" que es, por rebote, más inteligible. Todo dependió primero de
la existencia de infoffillintes que hablaban de recuerdos vividos. Llewellyn y Hoebel con
los Cheyerules, o Spencer con los esquh'llales, partieron de esta opción, no como algunos
antropólogos actuales a los que no les interesa la tradición, ni los recuerdos de Jos abuelos,
ni la vida vivida, sino que quieren ver cómo viven ahora unos ancianos en el asilo, aunque
esos viejos vivan básicamente de los recuerdos. Los antropólogos mencionados destaca
ron esos recuerdos y la existencia de conf'J.ctos, y, a partir de alli, pensaron que también
los Cheyennes articulaban las memorias políticas de su vida a través de conflictos, y esto
es un principio verdaderamente ill1iversaL Los Cheyennes no son una excepción. Un caso
cOlLflictivo y sonado deja una intensa huella en la vida e interpreta la vida real de las
personas, y es!a es una realidad válida desde la Psicología hasta el Derecho. Un psicólogo
hablarla de los trauma;; de los síntomas Yo no le veo mucho truco a
al caso, es normal. Puede una estrategia para legitimar, pero coincide C011 ill1
efecto normal entendida esto es, vinculado a
económico-social q'.lC afect:a a la memoria lliiOdina
que, por también existe. }Vletodológicamente ill1 caso tiene grari l..a~m'-Lu.QLu.
tica, conservar la memoria de la gClli.C.
antropólogo no es alguien que sale por la tangente, sino que va directamente al orden de la
sociedad, a sus conflictos, y, segundo, que brinda un enfoque "serio" que antes garantizaba,
por ejemplo, la Antropología Económica. Ahora puede tomarse a la Antropología como
era en el siglo XIX y comienzos del XX, es decir, con respecto y consideración para con el
Derecho. En la década de 1970, en mi época formativa, la Antropología en la que yo
gravité era la Económica, y también hablábamos de Derecho, de Derecho consuetudinario,
de conflictos. Así, yo estudié las colonias industriales catalanas a través de una "ficción
legal", por cómo se aplicó una ley que servía originariamente para colonias agrlcolas.
Esta toma de posición ¿es, en realidad, una critica a ciertas corrientes antropológicas?
Actualmente tenemos una lilltropología que hace exótico o pintoresco "lo de aquí" en
detalles, como la que estrenó Marc Augé con Un etnólogo en el metro, que es a veces
entretenida y a veces no lo es. Pero para dedicarte a esos caprichos no jugaría ni con mi
vida como estudiante, siempre quiero serlo todavía, ni con la de los demás estudiantes.
Esto es falso, porque muchos posmodemos son muy modernos, es decir, son liberales, al
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prohistorio 5 • 1001
a una parte de antropólogos, básicamente norteamericanos, que han dudado de manera
excesiva del legado etnográfico desde el siglo XIX hasta la actnalidad. Yo creo que es por
i b'1lorancia y porque no han estudiado, o han leído sólo alh'UllaS monografías. Me refiero a
los famosos como Paul Rabinow y James Clifford, a libros como elretórico Writing Cultures
(excluyendo a Talal Asad). Me atrevería a decir que incluso alh'llllOS autores como Kuper
y Geertz sentaron mal ej emplo porque criticaron a otros autores a los que no habían leído
completamente. Si se lee toda la obra de Malinowski, por ejemplo, se aprecia la injusticia
de las críticas que le han hecho relativizando su conocimiento en función de su Diario. Es
como enjuiciar a Lévi-Strauss y al estructnralismo con la lectura de Tristes Trópicos. La
critica posmodema es infundada, es propia del sindrome "publish orperish", del "publica
operece" norteamericano, de genteprecipitada. El propio Geertz confiesa que hace "papers"
en los aviones, y no me merece mucho respeto. Son críticas superficiales a la supuesta
modernidad, hechas desde la ignorancia. Hay otros antropólogos que han publicado artí
culos sobre Historia de la AntropoIOh'Ía, que también se consideran posmodernos y me
parecen mejores, aunque no sean tan famosos.
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GABRIELA DALLA CORTE CABALLERO "Realismo, Antropología Jurídica..."
- 26
prohistoria 5 - 2001
En especial en España la Antropología se estudia precipitadamente y con poco tiempo, y
la fOflllilción antropológica es deficiente. Compartimos los problemas de ser "gente de
let..-as". Debemos reivindicar el derecho a poder aprender siempre, a poder legitimar nuestros
conocimientos en relación a la elevación de la condición humana y nada más.
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prohistoriQ 5 * 2001
Resumen
Este artículo analiza, partiendo de una reciente presentación de Louis Assier-A.ndrieu, The
Cheyerme Way, la obra clásica de K. Llewel1yny A Hoebel. Aquel libro seproponíaell.'Plo
rar los modos jUlidicos cheyennes, entre 1820 y 1880, a partir de un enfoque empúico e
interdiscip1inar entre derecho y antropología; mediante la eX1lloración de documentos per
sonales, la memoria oral de sus descendientes que habitaban la reserva cheyenne de Tongue
River, en Montana, entre 1935-1936; y recurriendo al "trouble casemethod", metodología
basada en el estudio de situaciones de crisis, El autor se intelTOga aquí acerca del por qué no
se abordó apenas en el mencionado libro la incidencia del contacto con los blancos en los
modos jurídicos cheyennes, y pasa a continuación a estudiar dicha cuestión, y en especial la
alternativa asimilación-aniquilación de los cheyenne s en las reservas indígenas subordina
das a la Oficinade Asuntos fudios. Finalmente sepregunta qué fue lo que impulsó a Llewellyn .
a estudiar el derecho "primitivo"cheyenne en 1935.
Palabras Clave
Cheyetmes - aspectos jutidicos- antropología cultural y social- relaciones raciales - Esta
dos Unidos - Siglos XIX y XX
Abstrad
l1lÍs paper analizes -{)n fue basis of a recent study ofLouis Assier-Andrieu- The Cheyenne
Way, the classic workby K. LlC\vellyn andA HoebeL That bookaimed atexploring Cheyenne
law ways between 1820 and 1880, from an empitical and interdisciplillary approach, that
combined bo!h antJlfOpology and law, On the basis oI'personal documents, oral memory of
their descendants who inhabited Cheyenne reservation at Tongue River, Montana, in 1935
1936, Introducing "trouble case method" in social science. Why the authors didnot renect
about the Íl1cidence of '''whites'' on Cheyenne histOIy and law ways, in "the old good days
before Custer", and after fue confinement on reservations under tite rule oftlle Bureau of
fudian AfTairs? Last, but not least, what led Llewellyn to study Cheyenne "primitive" law,
just in 1935'1
CARDESÍN, José María "Enseftando al hombre blanco, abogando por la justicia india", prohistGrio,
Año V, número 5,2001,pp. 29-54,
* Agradezco los comentarios de Davydd Greenwood, que ha leído una versión previa de este
articulo
JOSE M. CARDESiN "Enseñando al hombre blanco ..."
KeyWords
Cheyennes -legal questions - culturaland social antltropology - mee relatiollships - United
States - nineteenth and twentieth
·30·
prohistoriG 5 • 2001
propia hipótesis: que la investigación que va a dar lugar a The Cheyenne Wa.v surge en el
contexto de la Indian Reorganizatíon Act de 1934, es probablemente estimulada por el
Bureau ofIndian Affairs, y contiene de manera implícita una respuesta a la mencionada
ley. En la última parte de este artículo eA'"J)ondré brevemente las contradicciones que han
emergido de la aplicación de dicha ley al gobiemo de las reservas.
J\tIALINOWSKI, Broníslaw C¡ime andCustom in Savage Society, Harcourt, Brace & Co., Londres,
1929.
- 31
JOSÉ M. CARDESiN "Enseñando al hombre blanco..."
- 32
prohistorio 5 • 2001
Un "instrumento de ciencia social", donde antropología e hlstoria no aparecen ínte
gradas... ni tendrian por qué estarlo según los cánones de la época. La antropología nor
teamericana, desde lo que podríamos considerar su hito fundacional, el Andent Society
de Lewis Henry Morgan,9 hasta bien entrada la década de los treínta del S.X:'\:, con la
eclosión de la Seh'1lnda generación de discípulos de Franz Boas, nos aparece directamente
ligada a las ínvestigaciones sobre las tribus índias: un terreno de estudio accesible, econó
mico y "en peligro de extinción". Y la abundancia de trab,dos era compatible con la
innovación teórica y metndológica, en concreto en el terreno del cambio cultural. 10 Pero al
núsmo tiempo la antropología norteamericana acusa la influencia del "particularismo
histórico" de su padre fundador. Franz Boas sentía lUla gran desconfianza hacia la reCons
trucción de secuencias históricas, en parte como reacción a las especulaciones sín funda
mento a que tan dados habían sido los evolucionistas y difusionistas del último cuarto del
siglo XIX. I 1 Hacia 1930, Boas había abandonado ya todo interés por la historia, y pasaba
a ínteresarse por el nuevo enfoque de "cultura y personalidad", por la relación entre la
psique individual y las formas de cultura, movimiento en el que se vena acompañado por
algunos de sus mejores discípulos, como Ruth Benedict, Margaret Mead O Alfred Kroeber.
En 1942, apenas 1Ul año después de la publicación de The Cheyenne rVay, Osear Lewis
edita "Los efectos del contacto con los blancos en la cultura de los Blackfoot" 12 (otra tribu
de índios de las praderas), un texto que recoge la disertación de su tesis doctoral en la
Universidad de Columbia, la misma en que trabajaban Boas y Llewellyn. Resulta signifi~
cativo el que Lewis sienta la necesidad de justificar de entrada el carácter rupturista de la
ínvestigación que va a exponer: los antropólogos norteamericanos, dice, tienen por cos
tumbre no recurrir a documentos históricos para estudiar a los índígenas; con ello incu
rren en el menosprecio de los procesos históricos, y prefieren reconstruir "complejos", es
decir amalgama de ínstituciones y organización social en un horizonte temporal muy
amplio, desatendiendo el impacto del contacto con los blancos.
Si Llewellyn y Hoebel, por tanto, no ínteb'fan antropología e historia, es porque tam
poco los antropólogos de su generación 10 hacían. A 10 largo de los afíos 1940s.-1950s.,
irían mUliendo los últimos nativos americanos que habían conocido la vida anterior al
íntemamiento en las reservas. Mientras que, por razones complejas, la antropología nor
teamericana abandonaba el interés por los índios y en general por los procesos que se
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JOSÉ M. CARDESÍN "Enseñando al hombre blanco ..."
desarrollaban dentro de las fronteras de los EEUU, y se volcaba hacia el exterior. 13 Habrá
que esperar a una nueva generación de investigadores, que sí han conseguido integrar
antropología e historia, 14 para constatar hasta qué punto la misma formación de los pue
blos de las praderas es el resultado de la interacción con los blancos, y en especial, como
ya lo viera Robert Lowie, de la inserción en las rutas mundiales de comercio de pieles.
Desde el S. XVII los asentamientos franceses e ingleses en la costa este de los futuros
EEUU compitieron por asegurarse el control de las rutas comerciales, y en la primera
mitad del S. XVIII buscaron afanosamente aliados entre los grupos indígenas que orgalli
L.aran las redes de suministro de pieles y desalojaran a posibles competidores. Después de
la independencia de los EEUU serán las compañías comerciales norteamericanas las que
prosigan con esa estrategia de enfrentar a unos grupos indígenas con otros.
La llegada del caballo en la primera mitad del S. XVIII, originario de los enclaves
coloniales de Nueva España, y propagado a través de los intercambios entre las distintas
tribus, facilitó movilidad, transporte y eficacia en la caza; las anuas de fuego, suministradas
desde los asentamientos franceses de lllinois e ingleses del Sureste, generaron profundas
novedades en el arte de la guerra: los sioux lakotas serán los primeros en combinar ambos
items, con tal eficacia que les ganará el apelativo de piratas de las praderas, y de paso les
permitirá desalojar de sus tierras a sus vecinos... cheyennes. En la segunda mitad del S.
XVIII los indios de las praderas se especializan en abastecer a los blancos de pieles de
búfalo, y sobre todo de "pemmican", una "conserva" elaborada a base de carne de búfalo
rebanada y secada, machacada con grasa y semillas, de la que los comerciantes de pieles de
castor se alimentaban en sus desplazamientos. Y en el S. XIX, con el agoth'11iento del
castor, aumentará el interés comercial de la piel de búfalo, y los indios incrementar'dll las
veutas de pieles y de caballos a los asentamieutos comerciales. 15 A canlbio recibirán de los
blancos armas de fuego y municiones, hierro para flechas y cuchillos, cacharros de cocina y
en geueral uteusilios de metal, ropa de lana y algodón, tabaco de las plantaciones del Brasil
(con el que empezarán a llenar sus pipas desde finales del S. XVIII), y mucho alcohoL
Elemeuto central aunque involuntario de la e"lJansión europea, la propagación de agentes
16 VerCROSBY,Alfi:edlmperialismoecológico,Crítica,Barc,elona, 1988.
17 KarlN.& E. AdamsonLa Voie Cheyenne ... , cit.,p. 125.
1s Como nos lo mostraba ya LEWIS, Osear "Los efectos del contacto con los blancos ...", cit.
- 35
JOSÉ M. CARDESíN "Enseñando al hombre blanco ..."
mujeres, y .que producía pocas víctimas, la guerra pasó a ser la empresa de pequeñas
bandas armadas, conducidas por líderes que buscaban sobre todo el botin (caballos y
mujeres), y se incrementaron peligrosamente las muertes entre los varones adultos. De
ahí el peso creciente de las sociedades militares, y su papel a la hora de contener la
iniciativa de individuos o pequeñas bandas, en la caza como en la guerra, como nos lo
documentan las hlstorias de caso que nos cuentan Llewell:Y1l y Hoebe!. Un papel especial
mente importante en la situación de guerra permanente contra la caballería norteamerica
na, que vivieron los cheyennes desde los años 1850s., y sobre todo con motivo de la gran
oleada de blancos que sucede al fmal de la guerra civil norteamericana, en 1865.
Especialmente revelador es el caso de la sociedad de los "dog soldiers" .19 En el rulO
1838, a partir deunincidente ¡relacionado con el abuso de alcohol!, los miembros de esta
sociedad se constituyeron en banda y empezaron a ocupar un papel hegemóni
co en la tribu, consiguiendo la lealtad e incorporación de jóvenes guerreros, hasta llegar a
detentar un 50% de lafuerza militar Lo que les llevó a asumir progresivamente
funciones políticas, rompiendo el equilibrio y separación de poderes entre las Sociedades
Militares y el Consejo de los Cuarenta y Cuatro,20 y chocando con las políticas de paz de
los líderes del Consejo, que veían en esa guerra generalizada una amenaza para los reba
ños de caballos que poseían. 21
El acoso creciente por parte de la caballería norteamericana, que desembocó en ma
tanzas indiscriminadas de ancianos, mujeres y niños, como las deSand Creek (1864),
Washita River (1867) o Summit Springs (1869); el hecho de que alguno de estos ataques
tuviera lugar en invierno, rompiendo la pauta de armisticio invernal y obligando a la
movilización militar permanente ... todo esto empujó a la coordinación eventual con otras
tribus antaño enemigas, como kiO\vas y comanches. En tanto la práctica de matrimonios
entre núembros de los "dog soldiers" y siouxLakotas, en los años 1860s., sentó las bases
para la triple alianza militar que se desarronará en los rulos 18705. entre sioux, cheyelmes
yarapallOes, que les pemútirá aniquilar en 1876 al Séptimo de Caballería del General
Custer, en la batalla de Little Big Horn.
19 GRlMES, R. S. "Modern on the Great Plains: TIle Ascent of the Cheyenne Dog
Soldiers", en Joumal offile Indian Wars, voL 1, núm. 4.
zo Algo que intuyeron Llewellyn y como nos 10 muestran en su análisis de los casos de
homicidio. Ver La Voie Cheyenne . .. ,cit.,p. 95.
21 Idem,p.99.
- 36
prohistoria 5 - 2001
blfuicos. La expansión de estos a costa de aquellos constituía un imperativo no sólo econó
nuco, sino ligado a la construcción de una identidad nacional. Lapolítica de racionalización
pasaba por la eliminación de gran parte de las reservas para su conversión en ranchos
ganaderos, y el traslado de grupos indígenas completos al inmenso "Territorio Indio" de
OkIahoma. 22 Como parte de esta política los cheyennes recién delTotados van a ser confi
nados en 1877 en Oklahoma (en una reserva que había sido creada para alojar a aquellas
bandas cheyennes que ya se habían rendido ocho años atrás), arrostrando durísimas con
diciones de vida, abatidos por el hambre y por una epidemia de malaria. Pero apenas
pasado un año, y ante la impotencia de las tropas que los vigilan, trescientos de los recién
llegados deciden volver a sus ten'itoríos de origen, encabe7..ados por elUder del Consejo de
los Cuarenta y Cuatro, el "Guardián de la Medicina Dulce" Little Wolf. En Nebraska los
fugados se escinden: la mitad de ellos, guiados por el jefe Dull Knife, son pronto captura
dos y confmados en Fort Robinson; cuando de nuevo intenten huir de allí serán masacrados
por el ejército. La otra mitad, que aún sigue a Little Wolf, emprende una larga huida:
fmalmente los supervivientes son capturados por las tropas del General Miles, y confina
dos en 1884 en la nueva reserva "Northern Cheyenne" de TOllgue River, en Montana,
anexos a la reserva de los Crow (Ver PLANO 1); en 1890 se les reunírán aquellos de sus
compafieros que no habían perecido enFort Robinson. Terrible ironía, a pocos kilómetros
de 1anueva reserva de Tongue River, ya dentro de los límites de la vecina reserva Crow, se
sitúa el escenario de la histórica batalla de Little Big Horn. Los indios pennanecerán bajo
vigilancia de tropas de infanteria y caballería, entre otras el mismo Séptimo de Caballeria
al que habían aniquilado pocos años antes. 23 A pesar de todo, la huida de OkIahoma y el
éxito a la hora de conseguir la constitución de Wla reserva específica para ellos, convierte
por segunda vez a los cheyennes septentrionales en símbolo de la lucha para mantener la
identidad tribal aún después de la derrota. Casi nn siglo más tarde, en 1964, Jolw Ford
daría a esta odisea un tratamiento de gesta en un westem crepuscular, Cheyenne Autuml1
("El gran combate").
La esperanza de proseguir con una resistencia activa de algún tipo se encama breve
mente en la Ghost Dance o Danza de los Espíritus, un movinTIento milenarista intertribal
que promete la vuelta de los rebaños de búfalos y la extinción del hombre blanco. Pero la
actuación decidida del ejército barre pronto estas esperanzas: tras el asesinato de algunos
de sus principales líderes, y en especial tras la matanza indiscriminada de Wounded Knee,
en la Navidad de 1890, donde son aniquilados 146 siou;\{, incluyendo mujeres, ancianos y
niños (ver FOTOGRAFIA 1), la "Ghost Dance" se desvanece.
n HOXIE, Frederick ''TIle Reservation Period, 1880-1960", en TRIGGER, Broce & WASHBURN,
Wilcomb The Cambridge History oftlle Native Peoples . .. , cit., pp. 183-258.
23 ZIMMERMAN, Larry "Effects of assimilation: The Northem Cheyenne and the Lakota",
Introduction ro American [ndian and Native Studies (disponible en http://www.
twist.lib.uiowa.eduJamerindlassim).
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JOSE M. CARDESiN "Enseñando al hombre blanco ..."
Las décadas que siguen se caracterizan por la pobreza y el cambio cultural. Según un
estudio realizado en 1889 en la reserva de Tongue River, el 80% de la comida provenía de
las raciones proporcionadas por el gobiemo; un 15% del trabajo asalaliado; y sólo un 5%
de la caza. Entre tanto la política gubemalnental, vehiculada a través del recién creado
Bureau of lndian .1fJairs, se rige por el concepto de asimilación, de incorporar a los
indios al "america.q way oflife" tal y como parece ilustrar irónicamente la FOTOGRA
FIA 2. Nidos y adolescentes indios de ambos sexos son internados lejos de sus reservas,
en escuelas públicas donde lengua, vestimenta y cultura propia son erradicadas por la
fuerza: sirva como muestra que al menos 240 cheyennes fueron ingresados en la famosa
Carlisle lndian Industrial School, en los cuarenta años posteriores a la rendición. Muy
pronto dos misiones, católica una, mennomta la segunda, se establecen en la reserva de
Tongue River.
Un Seh'1llldo frente sc encarna en la Dawes (General A/lotment .!let) de 1887, que
pretendía difundir el de iniciativa h'1dividual mediante la fragmentación de las
reservas en propiedades individuales y alienables. La Ley condrúo en todo el a la
enajenación de gran parte de las reservas en manos de blancos: nueva muestra de resisten
cia a la asimilación, la reserva "Nortllem Cheyerule" será una de las pocas que malltendrá
los territorios comunales prácticamente intactos, hasta inicios de los aftas 1930s.
Que un cambio cultural acelerado se estaba produciendo desde muy pronto es algo que
se ilustra bien en la figura de High Porehead, el principal infonnador de Llewellyn y
Hoebel, e entre los demás y que había sido ya veinte años atr'dS el
principal infonnantc de Bird Grilmel1 para sus tratados sobre la historia y cultura
High alias Wi11is Rowlallds, era en realidad un mestizo de
blanco que había residido entre los cheyennes a mediados del SXL'X), y había
servido como explorador con el grado de sargento con las tropas del General Miles que
capturaron a los cheyemles fugados de su reserva en 1879, encabezados por Little Wolf
ConfInado en Fort Keogh, Little Wolf irrumpe uua noche de bon-acho y amilldo de
un rifle, en una prutida de erutas en la que cntre otros participaba su propia h~ia, y otro
líder cheyenne que flirteaba con ésta. Little WoIf asesina al "pretendiente", es encarcela
do, y liberado meses después, gracias a los buenos oficios de High Forehead, el c"plorador
que habia colaborado en su captura un allo y que ahora obtiene enrecom
pensa... consentimiento para casarse CDn la hija de Little WaIf!
Nuevas formas de ocio, cambios en las pautas familiares y sexuales, consumo compul
sivo de alcohol, violencia armada... en conjunto una atmósfera que parece más cercana a
una película del "fal' west" que al libro de Lle\vellyn y Hoebe!. Pero el caso es que medio
siglo después del confmamiellto cula reserva, la situación no había hecho sino empeorar,
En CUalldo ambos autor.::s llegan a la Northem Cheyemle Reserve, nos enconu<U110S
en el momento más duro de la Gran Depresión. También aquí la crisis 3b'TOpecuaria lleva
aparejada la pérdida de posibles ingresos salariales, mientras que la parcelación de las
tierras colectivas, impulsada por la Ley Dawes, se había disparado a principios de la
década en la reserva cheyenne. Se extiende el hambre, aumenta el alcoholismo, crece la
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prohistoriG 5 -2001
Si las reservas presentaban un estado lamentable alos ojos de los antropólogos que las
visitaban, la historia de las tribus indías en la época del enfrentamiento con los blancos
había sedimentado en el imaginario norteamericano en fonna de caricatura. En los años
80 del S.xLX Búfalo Bill contrataba a cheyennes y sioux para hacer el indio en su "Wild
West Show"; en 1939, cuando Llewellyn y Hoebel trabajaban en la redacción de su ma
nuscrito, el cine modemo daba un paso adelante con la película de Jo1m Ford, The
stagecoach ("La díligencia"), donde los indios (y no por última vez) nos eran presentados
como una pandilla de salvajes; y en 1941, fecha de publicación de Tite Cheyenne Way, el
libro tenía que competir con la llegada a las pantallas del clásico dirigido por Raou!
Walsh, They died with their boots on ("Murieron con las botas puestas"), en que Errol
Flyn encamaba para la posteridad la heroiea figura del General Custer.
Sin embargo, y en contraposición con esas imágenes que los nuevos mass media contri
buían a difurtdir, hay que resaltar que a lo largo de la década de los rulos 20 había comen
- 39
JOSÉ M. CARDESIN "Enseñando al hombre blanco ..."
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prohistoria 5 ~ 2001
imagen im'ertida de la situaciónr~'!l de la reserva en 1935: matrimonios viables, en todo
caso con procedimientos de divorcio de comim acuerdo que gozaban de consenso
autocontrol de la sexualidad de la concepción, con castidad generalizada de las (y los)
y rech:Jzo social del aborto; fonnas de propiedad y herencia que combinaban de
manera adecuada los individual y colectivo, la apropiación de bienes y su
res:pe!cto m. ,.,v,a~'~"u,v, normas y procedimientos flexibles
la difusión del alcoholismo el trata..liiento del 'J>'JV.'''~Ha
'>ÁC,'LUUUUcon que contaba el homicida
Un rasgo este que los autores
del derecho criminal:
y
colectiva creativa a
se fueran presentando sobre la lI':lticha. "Y todo
el viento de un ciclón: el bisonte se
b1emente, el hombre blanco avanza."32
El st: cmlrCS¡:lomle
elonfo
sobre
los proc~sos de socialización
culturas de Cal-:lcter c."J.',~H_.V
en }:>atterns
30 Ibid.
31
Toma.'1do así distancias del análisis por veces excesivamente de los trabajos de
GrirulelL Ver Karl N, & E, AdamsonLa Voie .. , cit., p.
243.
12 p.321.
33 Y así se acoge a las tesis de McLeod: la organización política no nacería de las
necesidades de la del histórico que les de su
OIfpnizaáél11 SOCiaL Karl N. & E. Adamson La Voie
Cheyenne ...,ciLpp.105-106.
34 BENEDICT, Sudamericana, Buenos Aires, 1967
- 41 .
JOSÉ M. CARDESÍN "Enseñando al hombre blanco ... "
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36
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prohistoriCl 5 • 2001
público puede reclamar la vida de los mejores ciudadanos. Sería extraño que no pudiera
pedirun sacdficio menor a quienes ya minan las fuerzas del Estado ... Tres generaciones
de imbéciles son suficientes. "39 Respuesta pionera a la doctrina de la eugenesia basada en
postulados racistas que tanto predicamento estaba alcanzando en Europa (y que muy pron·
to iba a tener allí consecuencias tan devastadoras), la ley se extendió a otros estados, yvino
a anlparar la oleada de esterilizaciones forzosas y abortos inducidos que cayó sobre las
mujeres pobres norteamericanas, y en concreto sobre las mujeres lndigenas, como las
SiOlL'( lakotas. Con plena coherencia, desde su realismo jurídico, Oliver Wendell
Holmes podía argumentar la constitucionalidad tanto de las políticas de eugenesia basadas
en doctrinas racistas (" La Declaración de Derechos no es lID pacto suícida" , afirmaba en la
sentencia del caso Buck contra Bell), como de las políticas de" Welfare State" impulsadas
en la primera legislatura de pasa.l1do por la defensa de la libertad de e).-presión
apoyada en una iilterpretación generosa de la Primera Enmienda: si no existía una norma
constitucional que ordenara o prohibiera al gobierno hacer algo, entonces el pueblo a
través de sus representantes podía aplicarse a actualizar el Ordenfu"lliento lega1. 40 Como
anillo al dedo vienen al caso las reflexiones criticas de Llewellyn sobre el funcionarrJento
del TribIDlal Supremo de los EEUU: cuando se lamenta de cómo el presidente de dicho
Tribtlllal goza de gr?Jl capacidad para influir en los demás miembros, distribuyendo los
casos, constituyendo una facción afín entre los jueces. "Si el estudio de la sustancia jurídi
ca primitiva puede abrir los ojos a tales cosas ... "41 -dice Llewellyn- y por tanto contribuir
a la refonna del derecho en los EElJU, la empresa emprendida con Tite Cheyenne Way se
vería más que justificada.
tar: ¿qué es lo que impulsó a Llewellyn a lanzarse al estudio del derecho primitivo entre
los indios cheyennes a la altura del año 1935'1 La siguiente cita me puso sobre la pista:
"En la actualidad los Cheyennes septentrionales se movilizan en tomo a lanomi·
nación de nuevos jefes y a la formación de un nuevo Consejo [Tribal], con la
que 'traiga tiempos para la tribu'. (La convicción del Co
misan.o [de Asuntos Indios] Collier de que un. renacimiento del sentimiento in
dio de autocof'.Íianz.a pasapor la concesión de autonomía está e...11 camino de echar
raíces y, aquí, de hacer crecer una robusta planta). La reticencia de los hombres
influyentes a mostrarse deseosos de aceptar lajefatura porque dudan de la
J9
U"'iVJ.AJ. Stephen Jay "Epíiogo" enLafalsa medida del hombre, OIbis, Bfu"Celona, 1987 [1981],
p.355.
40
John "Justicc Faugtus. Revíew 01" Justice Oliver Wcndell Holmes: Law and the limer
Self', by G. Edward \Vhite", en Culture Wars magazine, enero, 1996.
41 LLE\VELLYN, Karl N. & HOEBEL, E. AdarnsonLa Voie Cheyenne ... , dt., pp. 65-66.
JOSÉ M. CARDEsÍN "Enseñando al hombre blanco ..."
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prohistorica 5 • 2001
Así ITÚsmo, la ley va a tener consecuencias importantes en el sistema judicial Desde
1889 se había constituido un sistema de tribunales (Courts oflndian Offonses), encuadra
do en el Bureau ofIndian Affairs. para el cual se venían reclutando como jueces a los
líderes indígenas tradicionales. Pero una vez que las reservas se organicen según el mode
lo de la Indian Reorganization Act. será en cada caso el presidente del nuevo Consejo
Tribal el que desi!,'Ile a los jueces directamente.'3
Parece indudable que esta renovación legislativa está tras la propia empresa de inves
tigación que estudiamos aquí. La ley Wheeler-Howard comienza a prepararse en 1932, y
se aprueba eli8 dejunio de 1934. Llewellyn pronuncia una conferencia en Columbia ante
Boas, en junio de 1933, sobre el estudio antropológico del derecho: ese mismo mes, pro
bablemente por sugerencia del propio Boas, envía una nota a Hoebel, proponiéndole ver
se. 44 Y es sólo en 1935 cuando Hoebel sugiere a Llewellyn a los Cheyenne septentrionales
como tribu a estudiar. 45 El trabajo de campo comenzará ese mismo verano de 1935, en los
meses previos a que la reserva de Tongue River adopte el modelo del gobierno federal, en
1936. En 1937, lareservaNOlthern Cheyenne recibe un préstamo federalde2 millones de
dólares (casi el 40% de los fondos que se ejecutarán en el programa federal para el conjun·
to de todas las reservas), para desarrollar su rebaño de ganado: amparándose en que es
una de las pocas reservas que mantiene sus tierras en régimen comunal. 46
Es significativo que el New Deal sea el contexto en que se realicen en Estados Unidos
una oleada de proyectos de investigación de antropología aplicada: aunque son más cono
cidos los estudios llevados a cabo en el mundo urbano,47 no es menos cierto que también
las diversas Agencias federales aportaron fondos para practicar investigación histórica y
etnográfica en las reservas, e incluso intentaron aplicar esos conocimientos a los progra
mas de desarrollo. 48 Tampoco para Llewellyn seria la última vez en que la reflexión teóri
ca, la renovación metodológica y la apncabilidad práctica de los resultados fueran de la
mano en su trayectoria profesional: piénsese que dedicó quince años a la elaboración de
un Código de Comercio que pudiera ser aplicado al conjunto de los Estados Unidos (como
de hecho finalmente sucedió) a partir de una investigación cuasi a..ntropológica de la prác
tica comercial tal y como esta se desa.rrollaba en la realidad. Tampoco sería nueva esa
43 COOTER, R. & FIKENTSCHER, W. "Indian Common Law: the Role of Custom in American
Indian Tribal Courts", en American Journal ofComparative Law, IX, 1998.
44 ASSIER-ANDRIEU, Louis "Présentation...", cit., p. xvn.
45 ASSIER-ANDRIEU, Louis"Présentation...", cit.,p. xvn.
46 HOXIE, Frederick 'The ReseIVation Period, 1880-1960...", cit., p. 234.
47 1941 es por ejemplo el año de publicación de monografías tan significativas como Deep South,
de Davis, Burleigh & Gardner, o del primer volumen de la serie Yankee CUy, dirigida por W.
Lloyd Wamer.
48 MURRAY, Stephen "The Non-Eclipse of Americanist Anthropology during the 1930's and
1940's", en PHILIPS, Lisa & DARNELL, Regna (eds.) Theorizing the Americanist Tradition,
Universíty ofToronto Press, Taranta, 1999, pp. 52-74.
JOSÉ M. CARDESIN "Enseñando al hombre blanco ..."
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prohistorica 5 • 2001
5. A modo de epílogo: Tbere's no Way of Life like American Way of Life?
Presunto corolario de esta investigación sobre los cheyennes, en 1943 Llewellynn y
Hoebel eran invitados por el nuevo Comisario de Asuntos Indios Willíam Brophy para
estudiar el sistema legal y específicamente el sistema judicial de los indios Pueblo de
Nuevo México, donde desarrollarían trabajo de campo hasta 1950.56 Nuevamente el terre
no de estudio no era inocente. Los Pueblo, asentados enlos territorios arrebatados a Méxi
co e incorporados en 1848 por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, no habían recibido del
gobierno de los EEUU la calificación como "indios": sólo la sentencia del Tribunal Supre
mo (del que fonnaba parte Oliver \Vendell Holmes) de 1913 definiéndolos legalmente
como tales, les otorgaría por fm el instrumento jurídico para proteger sus tierras comuna
les de las usurpaciones. También eran los Pueblo significativos en términos de historia de
la antropología, en concreto en la fonnulación del enfoque de "cultura y personalidad":
Ruth Benedict los había escogido como quintaesencia de sudefinición de" cultma apolínea",
en la que el orden social se basa en el autocontrol, por la socialización en valores comu
nes, más que en la coerción,
Las páginas que redacta Hoebel a mediados de los años 60 rememorando esa investi
gación,57 son e},,'Presivas de lo mucho que ha cambiado la antropología del derecho desde
los tiempos de The Cheyenne IVay, Los modelos teóricos y metodológicos se han refmado
considerablemente: se critica explicitamente el enfoque de cultura y personalidad; se in
troduce una dimensión histórica, reconociendo que primero el poder colonial español,
después el poder federal norteamericano, han ido configurando el contexto en que los
indios Pueblo fueron organizando su sistema legal. Pero también se ha abandonado aque
lla toma de partido entusiasta a favor de los modos jurídicos indígenas que había caracte
rizado a las investigaciones sobre los cheyennes treinta años antes. Al contrario, Hoebel
destaca la naturaleza represiva del sistema legal Pueblo, que se apoya, dice, en unas "téc
nicas [propias] de la Inquisición española y de la policía de estados totalitarios"58 (sic).
Por el contrario, los tribunales estatales y federales se constituyen en este artículo en
refugio donde buscan auxilio aquellos individuos más favorables a promover ilmovacio
nes econóJIlicas o sociales, intentando sustraerse a lajurísdicción de los órganos indios.
Al menos en lo que respecta a los Pueblo, Hocbe1 ya no comparte el punto de vista que
defendiera Llewel1yn treinta años atrás, de que el sistema judicial norteamericano tiene
mucho que aprender de los indios.
Pero las cosas distan de estar claras al respecto. Existe noticia abundante de que el
nuevo ordenamiento legal "democratizante" generado a partir de la Ley de 1934 trasladó
al gobierno indígena de las reservas las formas de funcionamiento del sistema político
56 HOEBEL, E. Adamson "Keresan Pueblo Law", en NADER, Laura (oo.) Law in Culture and
Society, University ofCalifomia Press, Berke1ey, 1997 [1969], pp. 92-116.
Si HOEBEL, E. Adamson "Keresan Pueblo ...", cit.
58 HOEBEL,E.AdamsOll "KeresanPueblo ...", cit.,p. 110.
- 47
JOSÉ M. CARDES iN "Enseñando al hombre blanco ..."
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prohistorio 5 • 2001
infonne antecitado 62 relata precisamente los intentos del Consí'jo Tribal de la Northern
CheyetUle Reserve, en 1992, para llegar a acuerdos con la North American Coal Company,
para explotar las reservas de carbón en uno de los lugares de mayor importancia ritual de
la reserva; y de negociar con el gobierno del estado de Montana los derechos de uso de los
recursos de agua, en un sentido lesivo para los intereses de los indios. Lo que ha llevado
en estas y en otras reservas a enfrentamientos del Consejo Tribal con gran parte de la
población, agrupada en tomo a estructuras de gobierno paralelas basadas en las jefaturas
tradicionales y en las sociedades militares, que se movilizan en contra de unos proyectos
"modernizadores" que generan plusvalía para las grandes empresas, y salarios e indenuri
zaciones en metálico no despreciables para los indios, pero que degradan el medio natu
mI, las formas de subsistencia tradicionales, o lugares de importancia ritual. Especial
mente revelador es el caso del programa para organizar en 1994 una escuela "india" en la
Northem Cheyenne Reserve, en el asentamiento de Busby, promovido por aquellos focos
de liderazgo informal y paralelo: una escuela pública e intertribal, con un programa aca
démico denso, recursos tecnológicos, cursos educativos que previnieran el uso de alcohol
y drogas, y asignaturas de lengna y cultura indígenas en las que participaran los mayores
de las tribus. Apenas pasado un año el Consejo Tribal, que veía aparentemente en ese
proyecto una reivindicación inquietante de la identidad cheyenne, destituía a la dirección
de la escuela, expulsaba o promovía la marcha de parte del profesomdo, y eliminaba los
nuevos programas educativos. 63
Jt is a hard time to be Cheyenne, titula su texto F. McKenna, a principios de los años
90, cuando los 4371 habitantes de hecho de la reserva padecen una tasa de desempleo del
46%, con más del 70% de la población activa en situación de paro más de la mitad del
año, donde la principal fuente de empleo son la administración tribal y las brigadas esti
vales de extinción de incendios forestales dependientes del gobierno fedeml.
¿Acaso nos encontramos aquí con la incompatibilidad entre la democracia occidental
-aún servida en forma de receta- y el "ethos" -10 que quiera que signifique esa palabreja
indígena? No necesariamente. El problelna reside en la propia naturaleza de las reservas,
en el carácter contradictorio del régimen legal que se ha ido construyendo en tomo a las
naciones indias, desde que el Juez J\.1a:rshall en su famosa sentencia de 1831 en el litigio
de los Cherokees contra el estado de Georgia, defmiera a la tribu india como una "nación
doméstica dependiente", es decir como una comruúdad política dotada de su propio terri
torio y autónoma en política local y en la jurisdicción sobre delitos no federales, pero
dependiente de los Estados Unidos en "asrultos exteriores". Como muy bien argumenta
ron en los años 30 los líderes sioux de la reserva de Rosebud y miembros del Consejo [por
la recuperación] de las Colinas Negras, cuando se resistían a acogerse a la nueva forma de
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JOSÉ M. CARDESÍN "Enseñando al hombre blanco ..."
auto gobierno democrático impuesto por la Indian Reorganization Act de 1934, hasta en
tonces se consideraban como una nación soberana que negociaba con el gobierno de los
Estados Unidos sobre la base de tratados fIrmados en el pasado: la nueva ley les asimilaba
a simples minorías desfavorecidas demandantes de ayuda social federal. 64
En último término, las relaciones entre el gobierno federal y las naciones indias se
sujetan a un prejuicio muy extendido, el de la superioridad de los modos jurídicos y polí
ticos occidentales: ese "don de la democracia" que habría sido inventado de una vez por
todas, en elParis de 1789 o en la Virginia de 1776, a partir eso sí de una serie de preceden
tes que pueden ser ordenados en una línea de fIliación que, entendida en un sentido am
plio, conduciría directamente a la Atenas de Perides. Pero, ¿y si las cosas no fueran tan
sencillas? Y si en vez de fIjamos en las instituciones, en las reglas, centráramos nuestra
atención en los procedimientos, en la línea propugnada por Llewellyn? Podríamos enton
ces, tal y como nos lo sugiere de manera provocadora Marcel Detienne,65 estudiar de
manera comparada las prácticas asamblearias en tanto generadoras de un espacio político
del que puede, en circunstancias muy especiales, emerger algo así como un concepto de
sober3.1úa colectiva. Prácticas asamblearias en las Trece Colonias en el S. XVIII, entre los
Cosacos de Zaporoje en el S.xV, entre los ochono del sur de Etiopía en el S.YJX ... y,
naturalmente, en el Consejo de los Cuarenta y Cuatro de los Cheyennes. Dentro de este
nuevo proyecto de "comparar lo incomparable" podríamos encontramos con la sorpresa
de que la ex-periencia humana es tan rica como para proporcionamos diversas ex-perien
cias de soberanía colectiva que pueden aprender unas de otras, y no un solo modelo que es
preciso m1Íversalizar a toda costa. Podríamos entonces repensar la virulenta polémica que
estalló en los EEUU a fmales de los años 1980s, en tomo a la influencia que habría podido
tener el modelo de organización de la Confederación de las seis naciones Iroquesas sobre
las ideas y proyectos de los "padres fundadores" del orden3.llliento político de las Trece
Colonias. 66 Partiendo de que la evidencia sólo permite documentar de manera clara un
conocimiento del "Iroquois way" por parte de Benjamin Fr3.11klill, que parece haber teni
do en cuenta ese modelo para la redacción del Plan de Unión de Albany de 1754, y más
allá de esto los argumentos resultan mucho menos concluyentes; reconociendo de otro
lado que otros precedentes comúnmente alegados del orden3.lllÍento político de las Trece
Colonias, como la Ecc1esia ateniense o el senado romano, resultan aún más improba
bIes ... 10 que me resulta llamativo es esa permeabilidad, esa "comunicación entre cultu
ras" que parece caracterizar a la relación entre los gmpos indígenas y las colonias íngle
Ipswich, Mass, 1982. En contra, TOOKER, Elisabefu "The United States Constitution and fue
lroquois League", en Ethnohistory, núm. 35, 1988, pp. 305-336. Al conjunto del debate puede
accederse a través de intemet http://www.raticaLorg/many_worlds/6nations.
- 50
prohistoriG 5 - 2001
sas de la primera mitad del S.xVIIl: un conocimiento mutuo de los modos y procedimien
tos de organización política, basado en la "obseIVación participante", por encima de las
guerras de exterminio. Una comunicación que parece perderse en la segunda mitad del
S.}''VIII y a lo largo del S.xIX, cuando los indios dejan de ser tilla baza geoestratégica
importante, en tanto toman fuerza las teorías de la superioridad racia1. A mediados de los
años 1930s., E. Adamson Hoebel y Karl Llewellynn, herederos respectivanlente de la
antropología boasiana y del pragmatismo de William James (vía el realismo jurídico), y
en un contexto políticamente favorable como fue el de los primeros años del New Deal,
snpieronrevitalizar aquel diálogo entre culturas. Desde allí, The Cheyenne JVayaún tiene
muchas lecciones que darnos.
- 51
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FUENTE: Frederick E. "'lIle ReservationPeriod, 1880-1960", Broce & WASI-illURN, Wilcomb (eds.)
The Cambridge /listory ofthe ofAmericas, Vol 1: NorthAmenca. I'art 2, University Press, 1996,p.250.
Entierro de los indios muertos en la masacre WOUluled Knee, Dakota del Sur, 3 enero (le 1891.
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- 54
prohiltorica 5 • 2001
TO~1Ás A. MANIECÓN
(Universidad de Cantabria)
Resumen
Este artículo analiza la t'orma en que los criminales afrontaban su condena y solicitaban
indulto en España, durante el siglo XVIll. E>"'P0ne la relación entre climen y castigo y la
manera en que la Monarquía trataba con climen, criminales, castigos e indultos. Estudia
311 cartas de remisión de condena, referidas a todo el territorio espailol excepto Cataluña,
las que componen una colección de cartas de suplica de indulto enviadas ala COlte Real del
Consejo de Castilla entre 1760 y 1788. Considera esta periodización como crucial en la
evaluación de la orientación de la justicia del rey, dado la presencia de cuestionamientos a
rasgos característicos de los sistemas penales europeos. Se interroga sobre quienes eran los
solicitantes de indulto y cual era la distlibución geográfica de estos criminales en el mapa
peninsular. E>,,-polle la relación presu,'llible entre numero de criminales que solicitaban in
dulto, estadísticas criminales y factores de Ll1dole económico. Concluye en la excepcionalidad
de la pena de muerte durante el siglo XVIII. Adsclibe a los suplicantes de perdón a gente
corriente de clases populares, no concerniendo generalmente a miembros de la nobleza. El
indulto de las penas por castigos más livianos contrasta con los análisis de Foucault en la
caracterización de la jus+Jcia del An+Jguo Régimen. Enfatiza la vigencia de un proceso de
civilización del castigo judicial, circUllsclipto al ámbito privado.
Palabras Clave
delincuentes sentencias indulto -monarquía - justicia penal- España - siglo XVIII
Abstract
This artiele analyses fue way in which fue criminals faced fueir sentences and asked t'or
forgiveness to Spain during 1:.c'ie 18th century. It shows fue relationship bel:\veen crime and
punishment and the way the CrO"''ll treated erime, crimínals, pnnishment and forgiveness.
It studies 3311etters ofremission ol'sentences in a11 fue Spanish territory except forCatalnnia
These compase a coHecHon 01' letters pleading for absolution sent to the Royal Court of
MANfECON, Tomás A. "Los criminales ante la concesión del indulto en la España del Siglo
xvrrr', prohlstort.,Año V,número 5,2001,pp 55-82.
Una versión anterior de este artículo fue publicada en inglés en Cahiers de ['Institut
d'Anthropologie Juridique, núm. 3, 1999, pp. 477-506. El te},.1:o aparece por plimera vez en
lengua espa.'iola en Prohistoria, traducido, revisado y ampliado por el autor a partir de la
versión inglesa.
- 55
TOMÁS A. MANTECÓN, "Los criminales..."
Castilla between 1760 and 1788. It considers this period of time as clucial in the evaluation
01' the orientation 01' tIle king' s justice due to the presence 01' inquiries as characteristic
features 01' the European law systems. It questionswho asked forremission and the geographic
location ofthese criminals in theterritory. It shows the relationship between the number 01'
criminal s to be forgiven, criminal statistics and economic factors. It concludes the exceptional
use ofthe deathpenalty ia the 18th cenlury. It states thatthe criminals asking to be forgiven
were generalIy members 01' the common people, not ofthe nobility. The forgiveness oí'
sentences oflightplll1ishlllt-'Iltcontra.;,iswith Foucault' s anaIysis ofjustice in fue Old Regimen.
It emphasises the process 01' civilisation ofú'le judicial punishment in Ltte prívate matter.
KeyWords
offenders - judgements-pardon - monarchy - critninaljustice - Spain -eighteenth century
U mentos inherentes a los castigos que recogían las leyes penales para los críme
nes más graves en la Europa Moderna. Las mutilaciones en público, la tortura y
las ejecuciones daban a los monarcas europeos oportunidades para hacer visible
su poder y autoridad en la época medieval y posterionnente. Sin embargo, estos rasgos no
fueron estáticos al0 largo del tiempo. Lajusticia ofrecía rostros díferentes y cambíantes a
lo largo de los siglos de la Edad Moderna, época en que se estaba asistiendo en Europa a
un proceso de construcción de los Estados. Los monarcas aún encontraban, en este proce
so, fuerzas latentes dentro de sus reinos, que ralentizaban las tendencias concenmstas del
poder e impedían que el príncipe asumiera el monopolio de la violencia. A pesar de ello,
la ley penal avanzaba dentro de esos estados en proceso de fomlacÍÓn. Ante el avance de
la legislación penal y de la adnúnistraciónjudicíal, iban retrocediendo prácticas como las
guerras privadas o vendetlas entre facciones sociales, así como las fanTIaS consuetudina
rias de arbitraje extrajudicial de las disputas. El primer peldaño en esa evolución fue la
superposición de unajusticia administrativa y pública a lli'1ajusticia retributiva y privada.
Ese fenómeno estuvo ligado al proceso de construcción de los es decir, de entida
des políticas que englobaban a las familias, parentelas, facciones sociales y bandos, cor
poraciones, ciudades y incluso reinos. Cuanto más clarantente los monarcas iban
asumiendo la exclusividad de esas funciones judiciales y la tutela sobre la paz social
menos necesario les era mostrar la aspereza con que podía e:\'Presarse su autoridad contra
los criminales.
Aunque Foucault subrayó la violencia con que se aplicó el castigo corporal como uno
de los rasgos más sobresaHentes de la justicia del Antiguo las investigaciones
que en día disponemos demuestran que alrededor de 1600 las mutilaciones públicas
fueron paulatinamente decreciendo en import~ncia en a la YCZ que avanzaban
otras formas de punición del criminal en que el castigo corporal en público
protagonismo. Según los esquemas foucaultianos en el Régimen y, particular
mente en la transición del XVIII al XIX, se habría dado un paso decisivo en .m
- 56 *
prohistorica 5 • 2001
proceso de privatización de la represión de comportanúentos criminales que, además,
cada vez eran mejor defmidos. 1 Obviamente, en España, ib'1lal que en la mayoría de los
demás paises europeos, ejecuciones públicas aún fueron practicadas en el siglo XIX. In
cluso en ellG"C es posible encontrar en la Europa Occidental ejecuciones que tuvieron un
enonne impacto eula sociedad y en la reflexión sobre los limites dentro de los que deben
moverse los sistemas penales. 2 A pesar de todo, lo cierto es que el gran debate sobre las
ej ecuciones ritual izadas y con escenografías en público tuvo lugar en la segunda mitad del
siglo XVIII. Este debate favorecía un proceso de privatización del castigo, 3 en virtud del
cual, progresivamente, la punición del criminal fue perdiendo teatralidad y auditorio des
de mediados del siglo XVII, retirándose, poco a poco, de las públicas a espacios,
reservados dentro o fuera de las cárceles y penitenciarías, específicamente dispuestos para
tal misión. Varios factores, entre ellos los citados procesos de concentración de la autori
dad, fonnaCÍón de los Estados y judicialización de los conillctos que antes adoptaban
fomlas de venga.'1za privada, facilitaron esa evolución. En el siglo XVIII ya la resolución
de los asuntos criminales quedaba generalmente ligada a la intervención de la adminislra~
ciónjudicial. Por entonces el gran debate sobre el tormento público sensibilizaba particu
lannente a las autoridades contra los castigos en público. El rey no sólo castigaba al
criminal, sino que también tenía la úitinla palabra para perdonar el castigo, alterando las
sentencias dadas por jueces que actuaban en su nombre. Esa era una potestad exclusiva
del monarca y, de este modo, la gracia también se convertía en un instrumento político.
Las 311 cartas de remisión de condena que estudio aqní fonnan una buena colección de
FOUCAULT, Michel Vigilary castigar, Siglo XXI, Madrid, 1984 [¡a ed. 1975].
La ejecución de disminuidos psíquicos, por ejemplo, fue entonces una materia controvertida.
La demencia contaba como atenuante del delito en la legislación castellana de la Edad Moderna.
Aún hoy esta materia es muy polémica incluso en países que mantienen vigente la pena de
muerte en sus sistemas Algunas de las últimas ejecuciones de disminuidos psíquicos
en Europa Occidental estuvieron rodeadas de gran controversia. Un excelente ejemplo lo ofrece
el hecho de que aunque la legislación británica desde 1957 incluye la consideración de
responsabilidad disminuida atribuible a la incapacidad psíquica, siempre hubo excepciones a
la hora de aplicar incluso los castigos más duros. Así, por citarun par de conocidos y controvertidos
ejemplos británicos, Gunther Podola, que mató a un policía, fue apresado y maltratado en la
cárcel hasta perder la total consciencia de sí mismo y de lo que había hecho, acabó en la horca
en 1959 porque la justicia británica consideró que padecía una "amnesia no genuina". Tres
años más tarde la justicia británica también ejecutaba a un asesino y violador llamado James
Hanratty. Se trataba de un delincuente habitual a quien diez años atrás se había declarado
disminuido mental. Ejemplos de esta naturaleza no son extraños en diferentes épocas y países,
incluso muy abundantes si se tiene en cuenta que la enajenación podía ser no pennanente, como
cn los ejemplos citados, sino transitoria e incluso inducida por el alcohol y drogas de distinta
naturaleza.
SPIERENBURG, Petrus Tlle spectacle ofsuJJering. Executions and the evolutioll ofrepressioll
from a preindustrial metropolis to the European experience, Cambridge, 1984, pp. 202-204.
·57·
TOMÁS A. MANTECÓN, "Los criminales ... "
documentos para explicar cómo los criminales afrontab,m su condena y solicitaban indul
to en la España del siglo XVIII, pero del análisis de esta documentación se desprende una
reflexión más genérica sobre la difícil relación entre crimen y castigo, así como sobre la
forma en que la monarquía lidiaba con el crimen y los criminales. Estos documentos se
refieren a todo el territorio peninsular de España, excepto Cataluña; componen Ulla colec
ción de cartas de súplica de indulto que fueron enviadas a la corte real del Consejo de
Castilla entre 1760 y 1788, siendo este periodo crucial para evaluar la dirección en que
marchaba la justicia del rey, justo cuando se estaban comenzando a cuestionar algunos de
los rasgos que habían caracterizado a los sistemas penales europeos.
- 58
prohistoria 5 • 2001
húmeda y tensa debía rodear el cuello del condenado y su torso iba, nomlalmente, en
cueros. La conducción del reo de esta guisa hasta el cadalso se acompañaba de un prego
nero que abría el paso al reo mientras vociferaba sobre las barbaIidades y crimenes que se
le atribuían y le llevaban a la ejecución. De esta manera el reo, sus guardas y el pregonero
atravesaban las calles de la villa o ciudad hasta la plaza mayor, donde el
"hasta morir naturalmente". El cuerpo de pemlanecía
!"-VJCl".<I'u.v, hasta que eljuez diera licencia para removerlo del c1.dalso.
Sancionando a los criminales de este modo, la Corona queda que el castigo fuera
",r,~'N""'", conduda a los jueces a redactar sus seiltencias condel1ato~
rías en términos como los descritos. Al proclamar ese tipo de castigo en la audiencia
"".,vu-,,,u ya se ciertos efectos disuasivos de posibles futuros crímenes. No era
que cada una de esas sentencias fuera realmente para
__ ~_.jj ~_,.~.del rey. Algunas que la
se con gran aspereza; sin embargo, el rey también podia
mostrarse clemente. A través del o la la Corona hacía visible que Sllm3ll0
rectora era de fonna pa1ieIlIla11st;a, como la del de famllia dentro de la casa.
La finalidad de sus "'U'HV>""" era garfu"1tizar el orden público. El contraste entre dos
sentencias de tos xvn y XVIII pennite observar matices en los términos en que
éstas eran redactadas.
A principios de junio de 1608 en la villa de mora (GraIlada)un pequeño grupo de
ca2<1dores disparó contra un hruarda llaInado Pedro Román., porque éste pretendía incau
tarles los anímales que habüm abatido. Esto ocurría en una reserva de caza en tierras de
señorlo. Pedro Román estaba protegiendo la propiedad de su sellor contra los caz.adores
furtivos. El tuvo como d.esenlace que el hruarda perdió su vida sin tener la opor·
tullidad de recibir de un sacerdot.e ia absolución de sus pecados. Este factor fue considera
do del que los criminales carecían de la mínima con:ipa
sÍón hacia su víctima. Los tres furtivos fueron condenados a la horca en términos sirnjla
de muerte, cuando los cuerpos de los fueran
a cortarlos en piezas y, cada una de ellas,
alrededor de la reserva en su crimen.
Servían pm'a marcar el territorio donde había sido cometido el delito, al que para
recordar que se aplicaba con rigor contra los delincuentes. 5
Este caso ilustra lo que eljuez pensaba sobre la justicia que estaba aplicando cada vez
que dictaba sentencia. Contea los criminales más destacados lajusticia debía lllaIlifestarse
Estos criminales fueron, sin embargo, afortunados, porque lograron eludir el castigo. Justo
después de cometido el ellos huyeron de la justicia, procediéndose judicialmente contra
ellos en rebeldía. En 1616 los bienes de estos criminales fueron embargados y vendidos para
pagar las costas judiciales y la compensación económica a la viuda de la Vícti...'1l8. C.C.
lego 1669, doc. 18, sin fol.
- 59
TOMÁS A. MANTECÓN, "Los criminales ..."
como tonnento, vergüenza pública y deshonra. En este ejemplo los criminales eran gente
corriente, de las clases más bajas, pero cuando el convicto era un noble lo dispuesto en la
sentencia no em tan diferente. En casos de honúcidio alevoso el criminal era empujado a
través de las calles hasta la plaza donde debía practicarse la ~ecución separándole la
cabeza del cueIpo con lLl1a espada Además, ellos perdían sus bienes, que pasaban la
mitad a la C.Amara de Castilla y la otra mitad para los herederos de la víctima, aplicándose
un principio retributivo o remunerativo para con la parte ofendida, por un lado, y con la
vindicta publica, por otro.
El criminal convicto ya no em nada cuando se1e conducía al cadalso, había perdido su
condición humana a los ojos de lajusticia. Por eso se le paseaba como un fardo sobre una
bestia. El delincuente había sufrido una muerte social previa a su ejecución en público.
Por eso se le trataba como si fuera un mero objeto, no una persona sino un bulto. Lo
horrible del crimen que había co metido cosificaba y desalmaba al criminaL Este di scurso,
implícito en las sentencias, no varió demasiado desde el siglo XVII al XVIII. El "'~b"-'''HC'''
ejemplo permite comprobarlo. Se trata de un fragmento de una sentencia redactada en la
corte de Valladolid contra un campesino de Cantabria. Fue emitida cien años más tarde
del caso de GnuJ.ada ya comentado. En la aldea de Quijas (Cantabria) en 1708,
Gutiérrez mató a su suegra y acuchilló a su propia esposa hasta casi matarla. El juez le
condenó a pena capital y redactó una sentencia en los si!,'Uientes ténninos:
"En caso de que la sentencia sea ejecutada, el convicto será sacado de la
cárcel pública y colocado sobre una mula, aparejada con ropas de luto. En~
tonces, cmzará las calles públicas de la villa detrás de un pregonero que
proclame su culpa. ASÍ, será conducido hasta el lugar que se considere indí··
cado para la ejecución (porque al presente no hay lugar a propósito en este
valle). En ese lugar se habrá construido un cadalso. Entonces, el verdugo
cortará la cabeza del convicto, la que se expondrá sobre un poste en Quijas
(donde el criminal hizo su delito) en la torre de la iglesia o en otro lugar
apropiado ... "6
- 60
prohistoriOl 5·2001
tada. Las dos sentencias fueron proclamadas en público. Esto también era muy importan
te, pues mostraba toda la aspereza y contundencia con que podía llegar a e:\."Presarse la
justicia del rey. Igualmente, mostraba que había escapatorias a la aplicación de los casti
gos. Alguna posibilidad de eludir un duro castigo se asentaba en el propio funcionamiento
de la administración de justicia y la aplicación de una racionalidad judicial, no estricta
mente legal. Así 10 muestra lo escrito por el juez que decidíó sobre el caso de siglo XVIII
citado. En alh'Unas regiones, como era el caso de Cantabria, existían métodos para arbitrar
y negociar los conflictos, incluso criminales, que estaban profundamente arraigados en
valores tradicionales. A esas formas de arbitraje consuetudinario se apelaba confrecuen
da yeso hacia que muchos procesos fenecieran antes de llegar a sentencia. En estos casos
las partes enlitigío habífuJ. llegado a un acuerdo negociado y el juez detelúa los autos
judiciales. 7 Además, aunque el proceso hubiera llegado a sentencia y ésta fuera tan con
tundente como las ya citadas, no era una extrañeza que el rey indultara al delincuente
varios años después de que cometiera el crimen. La clemencia del monarca era a menudo
la mejor opción para que el criminal eludiera visitar el cadalso.
Eso ocurría con gran frecuencia en la región septentrional de Cantabria. Véase MANTECÓN,
TomásA. Conflictividadydisciplinamiellto social en la Cantabria n/rol del Antiguo Régimen,
Universidad de Cantabria, Fundación Marcelino Botín, Santander, 1997. También en
MANTECÓN, Tomás A. "Mearung and social context of crime in preindustrial times: rural
society ofthe North ofSpai.n, 17th and 18th centuries", en Crime, History and Societies, vol. 2,
núm. 1, pp. 49-73. Rasgos que seguramente son extensibles al conjunto de la Comisa Cantábrica,
si se tienen en cuenta las características con que se manifestaba la justicia del rey en la sociedad
gallega de la época. REY, Oíelia "La justicia del rey en la Galicia del Antiguo Régimen", en VII
Semana Galega de Historia. ¿Quen manda aqui? O poder na historia de GaUcia, Asociación
Galega de Historiadores, Santiago, 1999, pp. 167-191.
- 61
ToMÁsA. MANTECÓN, "Los criminales ..."
han hablado sobre la actitud de los más sabios legisladores que no tuvieron
en cuenta lo que pasaba en cada casa, ni las costumbres que allí eran mante
nidas [ ... ] un observador inteligente ve fácilmente las costumbres de la fa
milia para tener una idea del gobierno y constitución política del reino... "8
Estas palabras asentaban en la jurisdicción la base del bien común bajo el cetro real.
La autoridad del rey debía tener en cuenta las vidas de sus súbditos, sus costumbres y
modos de relación y autoridad. Además, la paternal disciplina e:iercida por el rey debía
preservar las buenas costumbres y evitar las demás. Disciplina significaba educación,
corrección, instrucción y, caso de ser necesario, castigo. Desde este punto de vista, la
jurisdicción era el mejor ámbito para desarrollar muchos de los proyectos políticos de los
gobernantes. Cada sentenciajudicial era un ejemplo práctico de la autoridad y disciplina
ejercida por el rey en un ámbito que le era exclusivo: el ejercicio de la justicia. Otra
potestad que ejemplificaba la exclusividad del soberano en ámbitos jurisdiccionales era el
uso de la gracia o clemencia; instrumento que los monarcas accionaban al decidir sobre
las solicitudes de indulto. Por medio de estas herramientas, tanto cuando castigaba como
cuando se mostraba clemente, el soberano proyectaba una imagen patemalista, como si se
trdtara de un padre que educara a sus hijos. Sus correcciones paternales, los castigos e
indultos debían tener el efecto de suprimir o inhibir que se manifestaran las malas cos
tumbres. Sin embargo, el monarca había de ser consciente de las costumbres de sus súbdi
tos. Éstos contaban con instrumentos tradicionales para instruir a sus semejantes e, igual
mente, a la administración y gobernantes en todo cuanto constituía su patrimonio consue
tudinario, que incluía principios e instrumentos tradicionales para ejercer correcciones y
castigos en cada uno de los distintos ámbitos de sociabilidad. Así, pues, la disciplina,
entendida en los términos e"-plicados, se manifestaba en dos direcciones: desde arriba
hacia el conjunto de la sociedad y, viceversa, desde abajo hasta las más altas instituciones
de la monarquía. 9
Algunos historiadores han considerado que el ejercicio de la gracia por parte del rey
era" contrapmlto de una legislación imperfecta". la clemencia real seria en realidad
una necesidad política de los soberanos. Al conmutar la pena capital por castigos menos
ásperos, los monarcas podían lograr hombres, bien para aplicar en servicios militares
incluso en los más distantes territorios del reino o bien para servir en galeras. 10 Existen
documentos sobre los que puede asentarse ese tipo de explicación. Sin embargo, algunos
juristas españoles del siglo XVIII también mostraban puntos de vista mucho más matiza
dos. Don Manuel Lardizábal y Uribe, por ~jernplo, tras una larga c"-periencía como juez
- 62
prohistori" 5 • 2001
en Granada, en 1782, escribió uno de los mejores tratados sobre la justicia penal de la
época. En esa obra, Lardízábal, mostraba puntos de vista divergentes con los que arriba
cité. Para Lardizábal, precisamente era la severidad en la práctica judicial la que podía ser
vestigio de una autoridad y de una justicia manifiestamente imperfecta, medieval o propia
de gobiernos bárbaros. Al contrario, la que se apoyaba en la clemencia, la gracia y el
perdón mostraba civilidad. 11 Los ark,'Umentos de Lardizábal coincidían con cuanto expli
caba el texto e:h'Pedido por el Consejo de Castilla en 1796 ya señalado.
En el siglo XVIII el Cons~io de Castilla se convirtió en uno de los más básicos instru
mentos para desarrollar gobierno y justicia Desde 1707 este Cons~jo había asumido com
petencias que el extinto Consejo de Aragón tuvo antes de que se derogaran los fueros
aragoneses. Cambios de este tipo fonnaban el sustrato de las tensiones entre los distintos
Const(jos de la Corona. En el siglo XVIII la monarquía española vivía un periodo de
redefmición de su naturaleza, funciones y relaciones con los remos que la componían.
Estos cambios provocaron una "transformación de la Monarquía Hispánica en Remo de
Espaíla"', una nueva constitución de España como reino. Esto e:h'Plica, por ~.iemplo, los
proyectos y procesos de penetración del derecho castellano en las diversas instituciones y
reinos bajo el cetro de la monarquía,12 pero también afectaba decisivanlente a la concesión
de los Indultos Generaies de 1719, 1720, 1724, 1760, 1775, 1783, 1789y 1795. En cada
uno de estos casos estallaban las tensiones entre los Consejos de Castilla, Guerra, Hacien
da, Indias y Órdenes. El de Castilla administraba la concesión de indultos; sin embargo,
los otros Cons~ios intentaban lograr el reconocimiento de sus infonnes y veredictos sobre
los casos que remitian al de Castilla.!3
En 1720 el Consejo de Indias manifestaba su interpretación sobre el problema. El Con
s~o pretendía tener "supremajurisdicción", de modo que "no reconocería la superioridad
del Consejo de Castilla, a menos que el rey diera instrucciones precisas". Ese año, sin
embargo, el Consejo de Castilla se encargó de la administración y gestión delIndulto Gene
ral, ofreciendo lUla opornmidad para que se e:h-presaran nuevas discrepancias sobre qué
institución debía canalizar la concesión de los indultos. En 1760 el presidente del Consejo
de Castilla explicaba que esas fu..'1ciones siempre habían con-espondido al Consejo que él
11 LARDIZÁBAL YURlBE, Manuel Discurso sobre las penas, contrahído a las leyes criminales
de España para facilitar su reforma, por don Manuel Lardizábal y Uribe, del Consejo de Su
Magestad, su alcalde del crimen y de hijosdalgo de la Real Chancillería de Granada, Madrid,
1782, pp. 7-18.
12 FERNÁNDEZ ALBALADEJO, Pablo "La monarquía", en Actas del Congreso Internacional
sobre Carlos JI! y la Ilustración. I. El Rey y la A4onarquia, Madrid, 1989, pp. 24-26.
13 También hubo Indultos Generales en 1707 y 1715, pero focalizados en ex-pedientes tramitados
desde Valencia y Barcelona por los rivales de 10sBOJ.bones en la Guerra de Sucesión. Lamayoria
de los problemas y tensiones entre Consejos, en cualquier caso, se arraigaban en una cierta
indefinición sobre las instituciones que debían encargarse de la tramitación y resolución de los
ex-pedientes de indulto.
- 63
ToMÁs A. MANTECÓN, "Los criminales..."
presidía. En 1724 y 1783 la tensión entre los Consejos se manifestó también. En 1724 el
Conse;jo de Castilla consideraba que la actitud de los otros Conse;jos "limita la autoridad
real", puesto que ésta había sido ya expresada en favor del propio Consejo de Castilla. De
hecho eran los miembros de este último Consejo los que estaban encargados de visitar las
cárceles reales e inspeccionar la condición y estado de los presos. En 1783 se llegó a un
acuerdo. El Cons~io de Castilla se encargaba de la administración del indulto mientras que
jueces especializados en cada uno de los otros Consejos colaboraban seleccionando aquellos
ex})edientes y solicitudes de indulto que debían ser tramitadas. El mismo esquema funcionó
en los Indultos Generales de 1816 y posteriores. En cada caso, la Cámara de Castilla recibía
las solicitudes de indulto de criminales que habían sido juzgados y condenados (general
mente por homicidio alevoso o no) en los tribunales de justicia de Granada, Valladolid, La
Coruña, Sevilla, Oviedo, el País Vasco, Valencia, Aragón, Mallorca y Navarra.
14 M.ás del 70% de los criminales indultados en el siglo XVII huían en lugar de esperar que se
dictase sentencia. Algunos años después solicitaban el perdón del rey. HERAS, J. L. de las
"Indultos concedidos por la Cámara de Castilla en tiempos de los Austrias", enStudia Histórica.
Historia Moderna, vol. 1, núm. 3, 1983, p. 125.
15 Desde tlnes del siglo XIX hasta el temprano siglo XIX todos los homicidios eran considerados
- 64
prohistoriG 5 • 2001
Tabla 1: Condición social de los suplicantes de indulto: porcentajes.
Jornaleros 8.36
Criados y dependientes 10.29
Pastores 5.79
• Muleteros y carreteros 2.57
(tn::lrna" de campo 2.57
Campesmos 12.86
Molineros, taberneros y posaderos 2.57
Artesanos 14.80
Camoneros 1.29
Soldados 2.57
Estudiantes 0.64
[ -
Burócratas y notarios 161
Mercaderes 0.32
Otros 2.25
Sin información 31.51
Total 100.00
Cifras absolutas 311.00
Fuente: AGS, Gracia y Justicia, 874. Estas cifras incluyen súplicas de indulto que llegaban
desde diversos tribtmalespara lograr el perdón de Viernes Santo, pero principalmente se refieren a
los indultos Generales de 1760, 1765, 1771, 1775, 1780 Y 1783. "Otros" son una viuda y tma
prostituta (las únicas dos mujeres), un teólogo, tm torero, un cantante de salmos, un vendedor de
paja y un sastre.
Al estudiar quiénes eran los solicitantes de indulto, llama la atención que no hubiera
entre ellos miembros de la aristocracia. Este grupo podía lograr la conmutación de las
sentencias y el indulto por otros medios basados en las relaciones personales y en la inter
vención de aquellas instituciones en que ellos mismos podian prestar servicios a la Corona,
o a las que e&tabanligadospor su noble condición y privilegio. Retomando a las solicitudes
de indulto estudiadas y hablando sobre la condición social de los solicitantes, 10 que se
muestra es que entre 1760 y 1788 alrededor del 35% de cuantos pedían indulto eran bien
"muerte segura" y esa consideración debía ser impedimento para lograr indulto, excepto cuando
podía comprobarse que el homicidio tuvo lugar en medio de una trifulca. Novísima Recopilación,
ley 1, tit. 42, libro 12.
TOMÁsA. MANTECÓN, "Los criminales.. "
campesinos o gente vinculada al mundo rural .Y un 15% más eran artesanos. A pesar de
carecer de información sobre la condición social de un 30% de los solicitantes, parece claro
que la solicitud de indulto fue un instrumento en manos de los criminales de las clases
populares para lograr 10 que crin;jnales procedentes de las élites conseguían por otros me
dios. 16 El criminal que solicitaba indulto en el periodo estudiado, por lo tanto, procedía de
las clases populares entendiendo bajo esta noción un amplio margen de situaciones concre
tas pero, ¿cuál era la distribución geográfica de estos criminales en el mapa peninsular?
En generaL las solicitudes de indulto procedían más de la costa que del interior de
Castilla y más frecuentes eran las que llegaban de las áreas más UIbanizadas que de las
más rurales. La Corte, Sevilla, Granada, Málaga y el Reino de Valencia se encontraban.
entre las áreas que solicitudes de indulto aportaban. Había otros argumentos más
para explicar las altas cifras de Galicia y Navarra. Era diferente también el "'1""cuV<'..'
de Palencia. Las cartas de remisión de condena no informan demasiado sobre esa des~
igual dish-ibución telTÍton.al. Sin es posible obtener información
de las solicitudes de indulto en el
con la procedencia de las solicitudes de ti"'UUlU.
zaClOn eran las condiciones para cometer el crimen y mayor fue el número de
solicitudes de indulto que se tramitaron. Galicia y Navarra se presmtan como Ulla anoma
lía a esta regla en el mapa.
Galicia y Navarra, como Asturias, el País Vasco y Cantabria, tuvieron en la época una
densidad de población ligeramente más alta que Castilla, contaron con menos centros
urbanos propiamente pero existiannúcleos urbanos menores bien conectados entre
sí que dotaban al área de cierto dinamismo. 17 Sólo e18% de la población de estas regiones
septentrionales vivía en centros con más de 5.000 habitantes (que eran 13 en
1787 y sobre un5% enpuntos conrnás de 10.000 habitantes (5 centros urballos).lS Rasgos
16 Comparando estas estadísticas con las explicaciones de lrvíng Thompson sobre los condenados
remitidos a en 1586-1589, en el contexto de constitución y derrota de La Invencible, la
conclusión es que en ambos casos las de las clases populares fueron las más afectadas.
En el estudio de Thompson el grupo que destacaba sobre los demás era el de los artesanos más
pobres (43%), manteniendo proporciones menores las de campo (28%). rumvlPSON,
Irving "A map of crÍlne in sixieenth-century Spain", en War alld saciety in Habsburg Spaín,
Hampshire, 1992, la ed. 1979, p. 265.
11 Había sido distinto en 108 siglos XVI y XVII. FERNÁNDEZDEPJNEDO, Emiliano "CoyuntUr'd
y política económica", en Historia de núm. 7. Centralismo, ilustración y del
Antiguo Régimen (1715-1833), Barcelona, 1981 [la ed. 1980], pp. 27-29.
18 Las cifras 110 fueron muy distiill:as en etapas anteriores: 9% y 6 en centros de 5.000 y 10.000
habitantes respectivamente en 1530 y 1591. Datos extraídos de PÉREZ MOREDA, Vicente y
''''',J..u~J.'-, David "La población urbana española entre los XVI y XVIII. Una perspectiva
demográfica", en FORIEA PÉREZ, José Ignacio (ed.) Imágenes de la diversidad. El mundo
urbano en la Corona de Castilla, Santander, 1997, p. 136.
- 66
prohistoria 5 • 2001
opuestos ofrecía por entonces AndaluCÍa, donde el 54% de la población vivia en núcleos
por encima de los 5.000 habitantes y 34% en centros por encima de los 10.000 poblado
ros. 19 A pesar de todo, en la Comisa Cantábrica, los núcleos de población en tomo a los
2.000 habitantes y más ya mantenían características umanas, constituyendo centros reli
giosos, administrativos y judiciales. Era allí donde se localizaban los mercados comarca
les y de más amplio ámbito, las escuelas y los conventos. 2ü Del mismo modo,
U",,u\HVF,"'CU! Lv'","" estos núcleos c:\.presaban, tanto por medio de sus peculiares, más apre
- 67
TOMÁsA. MANTECÓN, "Los criminales..."
Los factores demobrráficos y económicos tanto como las tasas de urbanización permi
ten e),.'plicar mejor las razones de la distribución territorial de las solicitudes de indulto
elevadas al rey. Estos argumentos hacen presumible la existencia de una relación entre el
número de criminales que pedían indulto, las estadísticas criminales y otros factores de
tipo económico. Hasta ahora he hablado sobre los criminales que pedían indulto y sobre
los factores económicos, pero no he comentado hasta qué punto las estadísticas que pue
den confeccionarse con las cartas de remisión de condena son representativas del impacto
del crimen. También, al abordar el factor económico, he tenido en cuenta la propiedad de
la tierra, puesto que resultaba el indicador que permitía trazar un mapa ubicando la distri
bución de la gente considerada pobre a efectos Además, el Catastro de Ensenada
desaforumadamente no ofrece infonnación sobre la Corona de Aragón, Navarra, el País
Vasco y Granada. Todas estas cuestiones e¡,:plicaci6n adicional, pero empe
zaré por aclarar albruIlos puntos sobre la calidad de las estadísticas de suplicantes de
indulto como indicador de tasas de criminalidad.
Basta una rápida mirada a la Tabla 1 para observar que la condición social de los
suplicantes de indulto no estaba equilibrada. Menos de un l3% eran campesinos. Tam
bién algunos de los demás del mundo sin los campesinos eran
buena representación de la del mismo modo que a..'i.esanos, soldados, estu
ruantes, burócratas y todos ellos más de120%, mejor el compo
nente urbano. Fue ese componente urbano el que más clara huella dejó en este tipo de
documentaci6n. Todo esto podria bien había más crimen en las ciudades
que en el mundo mral o bien que los tribunales urbanos eran más activos que los mrales.
Cada uno de estos dos puntos darrespuesta a todo esto, sin embargo, la
mayor presencia de formas de arbitr¡lje de los conflictos informales o semiformales, con
suetudinarias, en el mundo rural es lo que está detrás de estas diferencias observadas.
Obviamente, quienes solicitaban el indulto erdll criminales juzgados y merecedores de los
más duros castigos y las modalidades de crimen más frecuentes, más cotidianas, eran
menos graves y merecían contundentes. Por esa razón son casi inexistentes
al estudiar la criminalidad desde la informadón que ofrecen los suplicatorios de indulto.
Consecuentemente, las cartas de remisión de condena o solicitudes de indulto muestran
infonnaci6n sólo sobre los más graves delitos y, más sobre el mundo urbano que sobre el
rural. No obstante, la distribución territorial de los solicitantes de indulto, al menos, per
miten indicar en que áreas de la península las gentes tenían más posibilidades de ser
víctima de los más graves tipos de crimen, particularmente de honúcidio.
Estos comentarios evalúan la calidad de los documentos consultados par-a estudiar el
impacto del crimen. Queda por e:\-plicar si había o no coincidencias geográficas entre las
áreas con las más altas tasas de solicitudes de indulto y las áreas de la Península Ibérica
con mayor proporción de desposeídos y pobres y, caso de ser si esas coincidencias
indican cierta relación entre mayor pobreza y mayor impacto del crimen. Este asunto
necesita más profundas y abundarltes no obstante, las cifras que arrojarl
Palencia y Galicia, por ejemplo, apuntan ciertas conexiones en áreas, como las citadas
- 68
prohistori" 5 - 2001
donde, además, se daban los rasgos demográficos y de urbanización ya indicados. Hay
alf,'Ún otro tipo de indicador que pennite dotar de más consistencia a este comentario. En
la Espafia del siglo XVIII se practicaron varias levas que aplicaron a miles de jóvenes a
servicios en la annada. La más importante de esas levas tuvo lugar en 1764, cuando más
de 8.000 hombres fueron conducidos a un destino militartemporal. z1 Los afectados fueron
varones con capacidad para trabajarpero que malgastaban su tiempo en tabemas, bebedo
res frecuentes, jugadores, inclinados a acompafiarse de prostitutas, mendigos, rateros ...
en general, gente de malas costumbres, incluso muchachos que mantenían uniones extra~
matrimoniales que escandalizaban a sus vecinos o a sus párrocos, o que desobedeCÍan y
daban maltrato a sus padres, o no contribuían a la economía doméstica. No eran crimina
les como eran los solicitantes de indulto, no habían protagonizado los más graves delitos,
pero algunos de los afectados por la leva habían tenido contacto con los bajos fondos de la
sociedad y con algunas modalidades de crimen no demasiado grave, lo que los burócratas
frecuentemente llamaba..'111/alas costumbres: sexualidad e:x.iramatrimonial (68%), ratería
contumaz (26%) o tenacidad en el hábito de embriagarse, jugar y frecuentar tabemas
(alrededor de un 6%).
Hay algunos rasgos de la documentación e infonnación que ofrece la leva de 1764 que
me gustaría comentar antes de continuar. Ante todo, la leva afectó sólo a varones, en su
mayor parte solteros (56%), pero en todo caso jóvenes, capaces de desarrollar el servicio
militar para el que se les requeria. Esos hombres no eran criminales sino desviados socia
les. Otro aspecto que es preciso subrayar ellla infonnación que muestra la leva de 1764 es
que 110 ofrece datos sobre Galicia, Asturias, Cantabria, el País Vasco y Cataluña. A pesar
de todo, incluyó información sobre la Corona de Aragón y, al igual que ocurre con las
súplicas de remisión de condena, la leva de 1764 dejó más profundo impacto en el mundo
urbano que en el rural. En general, la leva de 1764 pennite obtener una geografía penin
sular, una distribución ibérica de los desviados sociales y, en ese sentido, es una infonna
ción complementaria a la de los expedientes de indulto estudiados.
Hay varias coincidencias entre la distribución territorial que ofrecen la leva y los
suplicatorios. Las más grandes ciudades, las áreas y regiones más urbanizadas, las más
densamente pobladas son aquellas que ambos documentos señalan con mayor claridad.
Sevilla, Granada, Málaga, Madrid, el Reino de Valencia, Aragón, Murcia, E:x.1remadura y
algunos puntos del Norte de Castilla, principalmente Burgos, fueron las áreas donde la leva
de 1764 tuvo mayor impacto. De alguna manera, no hay grandes discrepancias con las
regiones en que mayor peso tuvieron los suplicatorios de indulto, lo que parece dar mayor
credibilidad a la fuente utilizada para observar el inlpacto territorial de los crímenes más
graves y, quizá, de la criminalidad en general. Por supuesto, algunos de los aspectos que
21 El impacto de las demás levas puede conocerse gracias a los estudios de Rosa M. Pérez Estévez.
PÉREZ ES1ÉVEZ, Rosa Maria El problema de los vagos en la Espaila del siglo XVIII,
Conferencia Española de Cajas de Ahorro, Madrid, 1976.
- 69
TOMÁS A. :MANTECÓN, "Los criminales... "
- 70
prohistoria Si - 2001
las heridas permitía comprobar que la muerte de la víctima había sido provocada por el
agresor con total intención de poner fm a la vida de su presa. Iturralde había sido un
cliente habitual de un burdel de la CaUe de la Espada, donde solía encontrarse con dos
soldados llamados José Balboa y Francisco Gómez de Noguera. Los tres jóvenes eran
amigos y acostumbraban divertirse juntos por las noches. Noguera, que en ese tiempo
compartía habitación con Balboa, eX'Plicó al juez que la noche del 30 de septiembre de
1757 Balboa no fue a donnir, ni volvió tiempo después. El tribunal (Sala de íos Alcaldes
de Casa y Corte de A1adria) inició una causa crinúnal contra Balboa, pero el acusado
había desaparecido y nadie pudo encontrarle ni en la Corte ni en Lorca, donde había
nacido. La causa criminal siguió su curso sin la presencia del acusado, en rebeldia, y ellO
de julio de 1758 José Balboa fue sentenciado a pena de muerte. En el caso concurrían
varias circunstancias a!)Tavantes del crimen que eljuez tuvo en cuenta: fue alevoso, ejecu
tado con nocturnidad y, además, el criminal había huido de la justicia. Balboa debía ser
ahorcado; sin embargo, (a pesar de que no logró indulto) la sentencia de pena capital no
pudo ser ejecutada.
En febrero de 1771 el padre de José Balboa, en nombre de su hijo, escribió un suplica
torio formal de indulto. E""Plicó en él que !iuhijo había sido considerado culpabie sin que
hubiera pruebas ciertas e irrevocables contra él, sólo con indicios de culpa. Además, desde
entonces, su hijo había servido casi quince años como soldado en elRemo de Nápoles y él
ya no era un hombre joven, sino un anciano que necesitaba la cercana compañía y auxilio
de su hijo. Además, subrayaba que nadie se había querellado nunca contra José Balboa
por la muerte de Pedro Iturralde, pues la causa formada y sentenciada contra Balboa había
sido de oficio. A pesar de todos estos argumentos, el Consejo de Castilla desestimó el
suplicatorio de indulto el 20 de marLO de ese año. José Balboa, entonces, buscó nuevos
informes en su favor que pudieran dar más fuerza a su súplica. E16 de Mayo, directamen
te, Balboa ponía en conocimiento del Conscjo su brillante historial militar en Nápoles
donde llegó como voluntario en 1757 y aún se mantcnía al servicio de Su Majestad. Un
día después, desde Messilla, el propio Marqués de Squilacce envió una carta personal a
don Manuel Roda, presidente del Consejo de Castilla, en la que anotaba: "todo está en sus
manos y autoridad, porque la gracia del reyes grande; espero que le presente este caso con
su energía habituar'. En la carta y para facilitar la concesión del indulto, el marqués
también enfatizaba la vieja mutua buena relación que les había mudo: "¿pochia darme
esta vez 10 que mi amistad y favor espera recibir de vuestra gratitud?". La amistad de
Squilacce ya no tenía el mismo valor que pudo haber tenido rulos atrás. José Balboa tam
poco fue indultado ese año y su petición no llegó al Consejo de Castilla en los años si
b'Uientes. 22
La fortuna de Pedro Arbizu fue totalmente diferente en 1775: logró el indulto. Arbizu
era supervisor de la renta de tabaco en TafaIla (Reino de Navarra). Tuvo una bronca con
- 71
TOMÁS Á. MANTECÓN, "Los criminales... "
su compañero de trabajo José Vital sobre quién de los dos era más homado. Arbizu golpeó
a Vital, que cayó al suelo, donde recibió, de su agresor, varios golpes de cuchillo en la
cabeza, hasta morir. Esta fue la razón para que el 13 de febrero de 1773 se dictara senten
cia contra Pedro Arbizu: seria colgado de una soga por el cuello hasta morir. En 1775 el
suplicatorio de Arbizu subrayaba algunos aspectos que podrlan servir para redncir la nI
deza con que aparentemente se manifestaba el crimen. Indicaba que nadie salvo él y su
vÍCtima conocían realmente todos los detalles de lo ocurrido. Sin embargo, trató de redu
cir la gravedad del crimen y evitar la consideración del mismo como alevoso, señalando
que después de que él golpeara a Vital y antes de acuchillarle, cuando estaba encima de
"Vital había agarrado sus testículos tan fuertemente que le dejó fuera de sí."
A pesar de ese argumento, la petición de indulto de Arbizu fue rechazada en marLO de
1775. Después, el mismo mes, la viuda de Vital le perdonó. Ella, que se había casado de
nuevo, daba a Atbizu una oportunidad para lograr el indulto y éste no quería desperdiciarla.
Su madre, su herrnana y hermanos escribieron al presidente del Consejo de Castilla so1i
citándole su "paternal patronazgo". DeCÍan que el caso judicial de Pedro A.rbizu no había
llegado al rey y, por lo tanto, se desconocían los detalles y círcunstancias en que el crimen
había ocurrido. Listaban seis buenas razones para conmutar a Pedro Arbizu la pena capi
tal por otra condena menos severa. En primer lugar, Arbizu ya disponía del perdón de la
viuda. En segundo lugar, Arbizu había luchado porque Vital le había retado con sus pala
bras. En tercer lugar, Arbizu era noble que había servido al rey, como sus antepasados y su
hernIano mayor. Además, todo el proceso y la sentencia contra Pedro Arbizu tendría un
efecto negativo sobre el honor de la familia. Incluso sor Antonia de Santa Teresa, una
monja, y su hermano fray Bernardo de San Benito, hermanos de Pedro de Arbizu, se
verían infamados por la ejecución de éste. En adición a estos argumentos, la carta enviada
al Consejo de Castilla por la familia del acusado indicaba que existian muchos preceden
tes de conmutación de condenas de pena capital por scrvicios vitalicios en la armada.
Estos argumentos debieron ser convincentes, puesto que el Consejo de Castilla conmutó
la pena capital por servicio militar en Puerto Rico, "de porvida". Aunque no queda cons
tancia de que lo hiciera, Atbizu tuvo, luego, una oportunidad para reducir el exilio cn
Puerto Rico, puesto que en 1798 una disposición general reducía un tercio los periodos
que debían cumplir los condenados a servicios militares en América.
Estos dos casos muestran que el Consejo de Castilla ofrecía soluciones desiguales a las
solicitudes de indlllto elevadas por criminales sentenciados por el mismo tipo de delito.
En la decisión del Consejo no sólo pesaba la naturaleza del crimen, sino también las
circunstancias en que había sido consumado y el sentido y argumentos expresados en la
documentación incluida en ]a solicitud de indulto. Las circunstancias del crimen permi
tian comprender cómo se había producido y evaluar el daño causado a la víctima y a la
vindicta publica, por esa razón eran tenidas en cuenta, sobre todo, durante el proceso y a
la hora de dictarse sentencia. Eso no quiere decir que no pesaran tanlbién después, en el
propio expediente de indulto. En los dos casos estudiados tuvieron cierta relevancia. En
ambos, las principales circunstéUlcias agravantes del delito eran la alevosía y nocturnidad.
- 72
prohistoria 5 - 2001
Además, ambos criminales habían escapado de la justicia. Sin embargo, la gran diferen
cia entre un caso y otro eran los atenuantes, la calidad social del delincuente y de quienes
se sumaban a su suplicatorio de indulto, así como las consecuencias que tuvieron los
respectivos honúcidios que esos criminales habían cometido.
Contra José Balboa el propio juez informaba sobre la falta de pruebas irrefutables. A
eso se añadía que el crimen se había producido en una bronca con la víctima, a "sangre
caliente". Ese mismo factor atenuante actuaba también en el caso que inculpaba a Pedro
Arbízu, quien había matado a su víctima en medio de una trifulca entre ambos. En el caso
de Arbízu incluso la forula en que se produjo la pelea con su víctima actuaba como ate
nuante, esgrimiendo él que había perdido el control de sí mismo cuando acuchilló a su
compañero José Vital. En este caso el asunto pasaba de ser una mera bronca, la sangre se
había calentado demasiado y, ya metidos en la lucha, el líquido y bermellón elemento
hervía cada vez más hasta el fatal desenlace. Desde fmes del siglo XIV cada homicidio
merecia la consideración de voluntario a menos que el agresor pudiera demostrar que la
muerte habia ocurrido en medio de una gresca entre agresor y ·víctima. Este argumento
ayudó a Pedro Arbizu a lograr el indulto que solicitó, pero el mismo razonamiento no
logró igual efecto en Balboa. Había otras circunstancias del crimen que marcaban diferen
cias entre ambos casos.
Fuente: AGS, Gracia y Justicia, leg. 874.251 casos en que se hicieron explícitas las circunstan
cias del crimen (suponen un 81 % del total de los estudiados).
- 73
TOMÁS A. MANTECÓN, "Los criminales..."
Los efectos causados por el crimen tanto a la parte del criminal como ala delavíctima
también fueron tenidos en cuenta para lograr o no el indulto. Esto ayuda a entender por
qué, después de recibir la carta de la madre y hermanos de Arbizu, el Consejo de Castilla
cambió su decisión sobre el ex-pediente de indulto que le afectaba. El honor de la familia
de Pedro Arbizu seria infamado por el castigo que se disponía contra el criminal, tanto
por la fornla del castigo como por su carácter de ejecución en público. Eso pesó a su favor
más que en el de Balboa la presencia de un brillante historial militar en Nápoles. Había
otros factores importantes para lograr la clemencia del rey. Eran muy importantes los
informes de cuantos se smnaran al suplicatorio y que podían llegar de la fanlilia del
criminal o, incluso, de la de su víctima (la víuda o viudo, los hijos o progenitores en la
propia escritura de apartamiento de la querella o de perdón), además de cortesanos seña
lados y burócratas. Todos esos informes no sólo reflejan la naturaleza de la solidaridad
familiar, sino también la intensidad de los lazos de patronazgo o de otro tipo que se tejían
en torno al criminal. El m~.ior valedor que pudo conseguir Balboa fue Squilacce. La opi
nión de éste podía haber sido clave en 1766 o antes, pero no después. Balboa, como
Squilacce, representaba a los perdedores en esta sociedad de más allá de mediados del
siglo XVIII. Balboa había obtenido el mejor iufoffi1e, pero de la persona equivocada y,
además, no había logrado el perdón de la parte ofendida. Por su parte, Pedro Arbizu había
logrado el perdón de la parte de víctima, que se sumó a su solicitud de indulto.
Los suplicatorios de Balboa y Arbizu muestran lo que era importante, y lo que no lo
era, para que un honúclda de ese tiempo lograra el indulto. No obstante, repasar los otros
suplicatorios relnitidos al Consejo permiten dotar de más generalidad a las conclusiones y
observar que había más factores que podían inclinar de un lado o de otro la balanza de la
justicia. Podían ser factores generales como el privilegio, la posición social, el nivel eco~
nónúco, el clientelismo-patronazgo ... los que ayudaran al reo convicto a lograr el indulto,
o bien cualidades personales como lajuventud o ancianidad, el buen o mal temperamento,
la demencia... incluso hábitos individuales como el alcoholismo o la propensi6n ajugar y
apostar en las tabernas. Todo esto podía tener consecuencias positivas o negativas de cara
a lograr eludir los castigos más duros por medio del indulto.
La solicitud de indulto requería una estrategia bien defmida del suplicante para, por
un lado, eludir la ~jecución de la sentencia y los efectos que causaba eljuicio en los bienes
y personas de la pa..'ie del agresor (caso de que éste estuviera en rebeldía) y, por otro lado,
para cambiar la decisión del juez y lograr el indulto cuando todo parecía ya perdido. La
mayor parte de los solicitantes habían sido responsabilizados por homicidio involuntario
(82%) o voluntario (12%) en que las circunstancias atenuantes más frecuentemente esgri
midas por los suplicantes de indulto se referían a situaciones en que el criminal había
perdido el control de sí mismo, particulannentc en broncas tabernarias y trifulcas por el
estilo. Lajuventud fue a menudo considerada una etapa de la vida en que la persona es
aún inex-pcrta y en que las pasiones afloran con más en ese sentido se tomaba
para considerarlo como factor atenuante del delito. Todas estas eventualidades que podían
concurrir en el crimen completaban alrededor de un 60% de las que se recogían en los
- 74
prohistoriCl 5 - 200 i
SUI)1lC:at()D()S enviados por homicidas al Consejo de Castilla. Otra clase de argumentos
afloraban en caso de cri.rrünales de otro tipo, en los delitos '"''''''-'''U'''',
- 75
TOMÁsA. MANTECÓN, «Los criminales ...»
Obviamente, también podía denegarse el indulto o conmutar la sentencia por otro tipo
de pena. En los mIos estudiados sólo un 12% de los casos tuvieron un desenlace como el
de José Balboa y no fueron indultados, sobre todo, se trataba de casos de homicidio cuya
involuntariedad no quedó demostrada (alrededor del 26% de los expedientes motivados
por un caso de homicidio alevoso). Otra opción de conmutación de sentencia de pena
capital era la de destierro del distrito donde el crimen había sido cometido y, frecuente
mente, de los territorios españoles peninsulares. Esa era la posibilidad más suave que
llegaron a lograr algunos homicidas voluntarios, puesto que ninguno de ellos logró nn
indulto plenario. Obviamente, la pena de muerte era el tipo de castigo corporal más duro,
pero la ejecución pública implicaba ignominia y vergüep.za pública no sólo para el crimi
nal, sino también para sus parientes. El ejemplo de Arbizu vuelve a ser excelente para
comprobarlo. Por eso al indultar al criminal se buscaba una graduación de las alternativas
posibles, según fuera la gravedad del crimen cometido y los posibles efectos del castigo
que se aplicara al criminal. Cuatlto más claras fueralllas circunstancias en que el crimen
se produjo, más suave la alternativa a la pena capital contenida en la sentencia. Todas las
opciones de castigo tenían uua vertiente corporal y otra espiritual. La peor combinación
de ambas era la ~jecución en público, pero las otras opciones, el destielTo, servicios mili
tares perpetuos en lugares distantes ... tanlbién contenían proporciones de castigo corporal
- 76
prohistoria 5 ~ 2001
y espiritual pero en un grado más leve que la pena capital.
El destierro podía adoptar la forma del castigo corporal más leve, pero llevaba apare
jada una dimensión espiritual o moral equivalente a otras alternativas, puesto que impli
caba desarraigo del desterrado y, además, lil significación del destierro se aproximaba a la
idea de muerte social, aunque no implicara la espectacularidad que llevaban aparejadas
las ejecuciones públicas. Por esa razón, el destierro era menos lesivo para el honor de la
familia del delincuente; castigaba la mente y el cuerpo del criminal, pero no era tan severo
en el plano corporal. Indulto pleno o comnutación de la pena por alguna modalidad de
destierro fueron las decisiones más frecuentemente adoptadas por el Consejo de Castilla
ante los suplicatorios. La información que ofrecen estos documentos muestran un rostro
de la justicia del Antiguo Régimen totalmente distinto a aquél con que Foucault la retrató.
En el siglo XVllI el Consejo de Castilla y la Corona fueron sensibles a los grados de culpa
que podían deducirse de la consideración del crimen y la sentencia pero también de todo
el entomo en que se había desarrollado el crimen y el proceso contra el delincuente. Eso
hacía que, desde la práctica, cobraran gran relevancia las circunstancias agravantes y
atenuantes del delito. Por esa razón la ejecución pública y la tortura del delincuente no
fueron un frecuente desenlace que pusiera fm a las causas criminales.
Retomando las dos sentencias con que se iniciaba este artículo y a la vista del análisis
realizado es posible deducir que no debieron producirse demasiados cambios en la forma
en que la Corona se manejó con los peores criminales del reino en los siglos XVII y
XVIII. Sin embargo, podriamos obtener también una imagen distorsionada sobre cómo se
había comportado la Corona ante esta problemática en tiempos pretéritos. En el siglo
XVlllla pena capital parece haber sido reservada en España a casos reahnente excepcio
nales. Además, incluso cuando alguien era sentenciado a pena de horca, había posibilida
des de eludir que la sentencia se La segunda conclusión es que elperdón real en
los témunos eX]Jlicados no concernía generalmente a los miembros de la nobleza. Los
suplicantes eran habitualmente gente corriente, de las clases populares. Por supuesto,
algunos miembros del estamento nobiliario también solicitaron y obtuvieron la conmuta
ción de sentencias dictadas contra ellos, no obstante, los senderos que solían frecuentar
para obtener ese resultado solÍa..'l ser diferentes a los aquí explicados. No es necesario
indicar que el privilegio tenía un gran impacto dentro del funcionamiento de la maquina
ria administrativa. La gente noble, por lo tanto, podía tramitar su asuntos en tribunales y
Consejos especializados, generalmente Órdenes y Guerra. Esta situación, junto a otros
problemas, subyacía a las largas disputas entre los Consejos y contra el de Castilla a 10
largo del siglo XVIII. Eventualmente, el Consejo de Castilla asumió el principal papel en
la administración de la clemencia del rey por la vía de la concesión de indultos.
Mi tercera conclusión es concerniente a lo que significaba conmutar, por'lÍa de indul
to, las penas contenidas en las sentencias por castigos más livianos, que afectaran más
ligeramente al delincuente tanto en el plano corporal como en el espiritual. La mayor
parte de los suplicantes de logró un indulto plenario del castigo, aunque el proceso
ya había consumido para entonces parte de los bienes del criminal. En caso de aplicar
TOMÁsA. MANTECÓN, "Los criminales ..."
algún tipo de castigo como alternativa a la pena capital, el más frecuentemente dispuesto
en los e""pedientes de indulto fue el de destierro, que era la versión más leve de castigo
corporal para los peores criminales. En este caso el indulto pretendía reducir la aspereza
de la justicia y los efectos morales que el castigo en público traía sobre el criminal y sus
allegados, pero sin obviar que el delincuente recibiera un castigo directo sobre su persona
y ajustado a la culpa que se le estinlara por el Consejo de Castilla. Esta forma de proceder
en justicia contrasta con el ejemplo que servía a Foucault para caracterizar lajusticia del
Antiguo Régimen en que un extraordinario castigo (descuartizamiento vivo) era dispues
to para un excepcional tipo de crimen (alta traición) y de criminal (Darniens, que aspiraba
a regicida). Ante casos menos extraordinarios que el que estudió Foueault las respuestas
podían ser y eran de otro tipo. Por medio de la administración del indulto y con el trata
lniento fInalmente dispuesto contra el criminal., el rey mostraba que su autoridad era
eficaz para reparar algo que había sido roto o dañado por el delito: el ideal de convivencia
y orden a que aspiraban sus gobernados y que él garantizaba. Cada suplicante de indulto
que era perdonado ofrecia un ej emplo concreto de que la clemencia del rey era real. Ade
más, el perdón real daba al monarca la posibilidad de proyectarse como un gobemarlte
patemalista, imagen que eran sistemáticamente reiterada por los tratadistas políticos de
la época y aconsejado en las propias leyes penales y reales instrucciones.
El castigo corporal era una de las opciones que inlplicaba la administración de justicia,
pero estaba lúnitado sólo a aquellos casos en que era imprescindible que se aplicara porque
de no hacerlo así el daño resultante se consideraba lnayor. Eso ocurría, por ~ enlplo, cuando
el criminal no quería o no se le perrnitía solicitar indulto. Aunque era posible reclamar
indulto incluso cuando no se disponía delperdón de la parte ofendida, no era factible cuando
las circunstancias agravantes del crimen eran tan e:>.tremadamente claras y ásperas que lo
impedían, o cuando la h'lcjecudón de la sentencia provocara una mayor conmoción sodal
que la ejecución misma. La sinlple sospecha o indicios de alevosía bastaban, a veces, para
excluirun suplicatorio del indulto. Sin embargo, cada caso era diferente a todos los demás y
una buena prueba de ello es la elevada proporción de hOlnicidas alevosos que fneron indulta
dos (75%), cuando sólo un 48% de ellos obtuvieron elperdón de la parte de la víctima Otros
tipos de delito eran más fácilmente perdonados. El perdón de la parte de la víctima era
esencial, pero, en la práctica, no era imprescindible para lograr el indulto.
Todos estos comentarios indican, primero, la obvia necesidad de más investigación en
la historia de los castigos y condenas en la España Medieval y Moderna; segundo, enfatizan
la realista idea de la vigencia de un proceso de civilización del castigo judicial, que rompe
con la imagen trazada por Foucault sobre los sistemas penales del Antiguo Régimen;
tercero, los suplicatorios de indulto de la del siglo XVIII muestran que los cam
bios civilizatorios se estaban opera.'ldo en el campo de laprivatizacíól1, individualización
y espiritualización de los castigos, es decir, cada vez más circunscritos en la persona del
delincuente, ejecutados en espacios más privados y lejanos de la escenOt,rrJiía y publicidad
festiva, descrita en las primeras páginas de este estudio y, fmalmente, más al~iados del
castigo corporal y las mutilaciones y más orientados a la refonna moral y espiritual del
- 78
prohistoriQ 5 -1001
criminal. Eso no quiere decir que al fInal del Antiguo Régimen no se hicieran públicos
anuncios de contundentes sentencias dictadas contra los peores criminales, que muchas
veces estaban fugados de la justicia y fueron juzgados en rebeldia. Reducir y prevenir el
crimen no hacía ya precisa la mdeza con que se había aplicado la justicia en tiempos
pretéritos. Desde el plIDto de vista del control social el indulto podía ser lID instrumento
tan efectivo como el castigo, incluso alites de que se popularizaran las ideas de Beccaria y
se redactaran los códigos penales liberales. Los monarcas españoles del siglo XVIII tuvie
ron que lidiar con crimen, criminales, castigos e indultos. Los suplicantes que lograban el
indulto confirmaban con su actitud que, en la lidia, hasta el rabo todo es toro.
]-20
21-40 •
41-60 •
61-80 ..
81-100
•
101-'150
•
151-200
201-250 ••
251-300
301-400 ••
401-500
501-'600 •
e
Fuente: AGS, GuerraModema.leg. 5111
- 79
ToMÁsA. MANTECÓN, "Los criminales... "
1.1150-69 % E3 1-9 %
~20-29 %
- 80
prohistoriG 5 - 2001
El 4-5 %
- 81
TOMÁsA. MANTECÓN, "Los criminales..."
. . 51-60 ~1l-20
11141-50 ~ 6-10
$§331-40 ES 1-5
-82
prohistoria S • 2001
Resumen
Este trabajo analiza los cont1ictos que se producen entre la concepción local en los PÍlineos
Orientales y las nuevas disposicio!les de resolución legal que compás del proceso
de codificación francesa (1791 y 1810) respecto a las prácticas judiciales. Demuestro que la
tarea legisladora de principios del siglo XIX fue <marbolada como referente equitativo y
utilitario, y que ocupó el espacio doctrinal que en la anterior centuria había monopolizado
la valoración social del daño infligido por causa de ultrajes, injurias verbales y no verbales
(es decir, de hecho, como las gestuales). El proceso de codificación, que modificó la propor
ción acordada a delitos y penas, redefmió a su vez los vínculos de relación tejidos entre las
partes en disputa, y en base a los nuevos preceptos republicanos cuya finalidad era recrear
el orden social.
Palabras Clave
codificación - ofensas - conflicto social- conflicto legal
Abstract
TIlÍs papel' analyses the conflicts which are produced between the local conception at the
Oriental Pyrenees and the new legal resolution arranges wruch springs up in time to the
process offrench codification (1791-1810) in relation to the judicial pl'actices. 1prove that
the legislatLl1g task: of fue ear1y nineteenth centu.ry was hung up as equalitarian and utilitafian.
Tlús legislating task \vill take up the doctrinal space that the social valuatioIl ofthe damage
inflicted due to verbal insults andno verbal (i.e., offact, such as the gestual ones)
had mOllopolizeddurillg the 1ast century .TIle processof coditication v.lillmodify h1.e acconled
proportion to oftimce and at the sarue time t11at it will redefine the relation ties
tissued between the parties in dispute on the base al' new republican injunctions whos
fL.'1ality is recreating the social arder.
- 83
SILVIA Gó~EZ ¡ MESTRES, "Cambio político, ... "
Key Words:
1 -
En este trabajo analizo los conflictos que se producen, respecto a las prácti
cas judiciales, entre la concepción local en los Pirineos Orientales y las nuevas
disposiciones de resolución legal que surgen al compás del proceso de codifica
ción francesa (1791 y 1810). Demuestro que la tarea de principios del siglo
XIX fue enarbolada como referente equitativo y utilitario, que ocupó el espacio docL.-i
nal que en la anterior centuria habia la valoración social del daño infligido
por causa de ultr<\.íes, injurias verbales yno verbales de hecho, como las gcstuales).
El proceso de codificación, que modificó y penas, redefinió
a su vez los vínculos de relación entre las en en base a los nuevos
preceptos republicanos cuya fmalidad era recrear el orden social. Para ello, he consultado
diversos casos de procesos criminales del archivo del Francés de los Piri
neos Orientales (en adelante ADPO) que se encuentran en Perpiñán, tanto del tribunal
criminal (que figuran en los Archivos Departamentales con la sigla 2 U) como del correc
cional (los cuales aparecen con la sigla 3 U). Esta doenmentación corresponde a los años
1789 a 1810, periodo de interés por la impronta dejada por la Revolución Francesa en el
seno de las prácticas jurídicas pirenaicas. En este trabajo, entonces, me propongo exarru
nar el impacto que produjo la intervención codificada del Derecho Penal sobre algunos
aspectos de resolución de conflictos que habían intervenido hasta ahora en la definición y
conceptualización del orden social. La documentación mencionada constituye una exce
1cntepuerta de entrada para percibir las diferentes representaciones jurídicas del uuiverso
social, así como el potencial enfrentamiento entre la ley y la práctica judicial, este último
manifestado en litigios tan particulares como las injurias y los ultrajes.
Partiendo de este contexto metodológico y analítico, mi hipótesis apunta a la sospecha
que produce la urgencia de una e2l.J)licitación fOlIDal de la delinútaCÍón de las fronteras
entre la autoridad y el sujeto sancionado, las necesariamente, debían redefinir el
orden social. La traducción más inmediata de esta situación toma fonna ""HjJU~""<L
del sistema de procedimiento penal al poner de manifiesto los elementos legales que
implotan en los tribunales. En el trallscurso de su realización se pone en ev¡denda la
contradicción de la prommciación judicial de sentencias con las forrnas de comprensión
local de la resolución penal entre las partes produciendo, por ello, una situación de super
posición entre la cOllcepciónjurídica de Antiguo Régimen, las nuevas disposiciones de la
ley y las distintas formas de represión jurisdiccional. La tendencia apunta a sobrepasar las
representaciones locales de lo social.Y producir un efecto de racionalización latente en
todos los ámbitos de la definición jurídica.
A través de la progresh'a descualificaCÍón de los valores sociales de estimación de los
derechos al interior de la comunidad, se procederá a sujudicialización y regularización de
- 84
prohistoriCII S . 2001
acuerdo a las disposiciones de la ley. Se apreciará, por otra parte, un cambio en el sistema
del procedimiento que afectará, consecuentemente, a la acción punitiva. El indivi
duo resulta despojado de los principios jurídicos que regulaban su relación con los demás
de derecho (que se traducían en los tribunales de Antiguo Régimen mediante la
creación de obligaciones culos procesos de correspondencias entre el delito y la pena), y,
de alguna manera, pierde su identificación como individuo social en el marco del nuevo
régimen político. El hecho de afrontar un conflicto entre dos partes establecerá nuevas
estJrat~~g¡¡lS de penalización, así como la defInición de entidades civiles acordes a la nueva
realidad política republicllila, Y ello porque la sujeción a un sistema político transfIere
principios de identificación legal y/o social que imponen calificativos a los sujetos de
derecho (ciudadano, criminal, etc.) así como representaciones culturales vinculadas al
dolo o la culpa (culpable, responsable, etc.). Aquellos principios se mantienen, se ganan °
se pierden en función de un proceso de clasificación proporcionado por las leyes yactiva
do en el seno de los tribunales.
En este sentido, un cambio (aunque sólo se manilleste en la vohmtad de codificar y
legislar lo que hasta ahora se presuponía en la existencia de las prácticas jurídicas) supo
ne también una transfonnación, no tanto en el Derecho en sino en las representaciones
sociales que se desprenden de la nueva configuración política del orden social. Por otro
lado, los principios ideales de equidad y utilidad que se manifestaron al compás de la
Revolución desatada en 1789, dominarán todos los ámbitos jurídicos, redefmirán las rela
ciones sociales para con el Derecho, y se convertirán en mediadores legales entre los
individuos, y, lo que es más importante, entre estos últimos y el Estado.
El Derecho Penal frdIlcés se codillcó por vez primera en 1791 como parte de las refor
mas liberalizadoras y democratizadoras del periodo revolucionario. Durante el i\ntiguo
Régimen, había conocido un proceso de foanalización del procedimiento penal con la
ordenanza de agosto de 1670 que respondía, en cierta manera, a una intención
modernizadora que se manifestaba en una voluntad política de orden, autoridad y unifor
midad.! La aportación más clara del nuevo proceso de codificación penal de fines del siglo
XVIII consistió en la necesidad de cubrir las lagunas y contradicciones entre la legisla
Clon y procurando unas reglas precisas y completas sobre el fundamen
to de la pena, la responsabilidad penal, la medida, la modalidad de las sanciones, y los
pr',ncipios de legalidad de las infracciones y las penas. Se buscaba evitar la posible a,...-"bi
trariedad en las decisiones sobre los actos obj eto de incriminación y los procesos de reso~
lución penal. El manuscrito sobre decisiones civiles y crillÚllales del COllseil Souverain
Sobre la rdación, que se inicia a mediados del siglo }"'VITI, erru'e las fonnas del Derecho ' h ""em",,"
o consuetudinario, las prácticas jurídicas, y Sl! sometimiento a los procesos de unificación y
centralización de Iajusticia, sugiero consultar las ya conocidas obras de CASTAN,NicoleJustice
et répression ell Languedoc: a l'époque des lumiel'es, Flammarion, Paris, 1 y CASTAN,
YvesHoillléteté et relations sociaies en Languedoc (1715-1780), Plan, París, 1974.
- 85
SILVIA GóMEZ 1 MESTRES, "Cambio político, ..."
du Roussillon, escrito por Vilar Reynalt, demuestre!. como lUl ejemplo de muchos, cómo la
recepción del sistema de pruebas (propio de la tradiciónjuridica catalana) podía llegar a
defonnar las características del procedimiento criminal francés sin por ello dejar de ob
servar estrictamente las disposiciones de la Ordenanza de 1670.2
Es, por lo tanto, un problema de procedimiento el que se pone en cuestión con la
Revolución de 1789, y no del Derecho en si. Podemos afirmar que la transfonnaCÍón
jurídica se hizo eco de los cambios sociales. Poco antes de la convocatoria de los Estados
Generales (1789), Louis XVI dio la primera manifestación de refonna mediante la publi
cación de un edicto (del año 1788) que rindió homenaje a la ordenanza de 1670. Más
tarde, este proceso de modificación cobra especial significación a raíz del Código de
Brumario año IV, con la introducción de ciertos call1bios en las leyes criminales y, en
particular, en el Código de Instrucción Criminal que tomará fonna defmitiva en 1790.3 Si
en una primera época se otorgó un espacio importante al homicidio y los delitos por
"golpes y heridas", la tendencia es a simplificar este tipo de infracciones y sintetizarlas
con la fijación de figuras más generales, como acontece en el Código Penal de 1810.4
Durante el siglo XIX se da fonna deflnitiva al proyecto i.niciado a fmales de la centuria
anterior: la unifonnización nacional del Derecho francés, aunque continúan reproducién
dose hábitos jurídicos del Antiguo Régimen. La adopción del sistema de procedimiento
por jurado y, fmalmente, la introducción de nuevos principios en el terreno de la prueba,
acompañarán este proceso. De acuerdo a Lascoumes, Pierrette y Leonel, el principal obje
tivo del nuevo Derecho Penal no pretendió sancionar las disposiciones civiles ni partici
par en la defensa de los bienes y de las personas, sino más bien proteger las instituciones
y valores republicanos. Es decid, se trataba de defrnir qué castigar y con qué fmalidad, con
la intención de proveer de legitimidad al Derecho Penal en base a un orden social y
político, refoffimlando así las fhtnras delimitaciones y fronteras de la transgresión penal,
los comportalllientos sancionables y sus fonnas de suplicio.
Con este objetivo, la defmición de la incriminación se contemplaba de acuerdo a un
conjunto de infracciones que reposaban sobre la moral iusnaturalista confonne a una natu
raleza del hombre y no de las cosas, como el que funda el Derecho natural clásico; una
moral racional individual del hombre cuya misión consistía en la preservación de su patri-
Cfr. ASTAING, Antoine "La procédure cnminelle dans le recueil de Decisiones de MIchel de
Vilar Reynalt, avocat général au conseil souverain de Roussillon (fIn XVII-début XVllI)", en
Revue historique du droítfiunfaise et étranger, 77 (3)juilL-sep., 1999, pp. 333-349.
Cfr. ESMEIN,A. Hisfoire de la procédure en France et spécialementde la procédure inquisitoire
depuis le XIII si¿cle jusqu 'el nos jours, L. Larose et Forcel, Paris, 1882. Sobre la prueba en la
historia yen sus distintas docüÍ1las jurídicas, políticas y sociales, véase "La Preuve", enRecuil
de la Société Jean Bodín pour la histoire des institutions, Bruselas, 1965.
LASCOUMES, Pícrrc et alAu nom de l'ordre. Une histoire politique du code pénal, Hachette,
Pans, 1989.
- 86
prohistoriC'l 5 • 200 1
momo natural (este último sostenido en tres dimensiones: cuerpo, bienes y honor), clasifi
cando las infracciones en función de los atentados corporales y a la propiedad privada.
En tomo a este marco jurídico, se perseguía la construcción de una sociedad ideal
basada en el texto legal que haria desaparecer la arbitrariedad judicial imperante, con una
tendencia a diferenciar y precisar más los delitos, U11a lógica que exigió la multiplicación
de códigos y la creación de novedosas jUL-1sdicciones y competencias especificadas por la
"naturaleza" de cada delito, pero que no pudo excluir las manifestaciones locales que
conservaron los resabios del derecho consuetudinario. Algunos estudios sobre el cambio y
la persistencia de esos hábitos en diferentes zonas de Francia han dado como resultado
empírico la manipulación concreta que se haCÍa de la justicia a nivel local por parte de los
habitantes, y en función de perspectivas fundadas en el derecho consuetudinario. Así,
mientras Marie-Renée Santucci demuestra la negativa de la sociedad de l'Hérault
(Nlontpellier) a solucionar sus diferencias a través de los tribunales impulsados por el
nuevo régimen, Claverie describe cómo las comunidades de Lozeme resuelven sus con
flictos entre familias haciendo uso habitual de los nuevos procedimientos judiciales. 5
La permeabilidad de la referencia histórica conceptual en el derecho de las obligacio
nes muestra su adaptabilidad a referentes contextuales más amplios fundados en la letra
del código, en su espíritu y en la aplicación de la que es objeto, ámbitos marcados por una
relación de intercamblo largamente tributaria a constrerumientos econólnicos y sociales.
La obligación (vinculum iuris) contraída por las partes se convierte, por 10 tanto, en la
principal expresión de la defmición de la naturaleza de las ofensas y de su dinlensión
social, Se<l ésta tributari.3 del Estado, de la corrmnidad o del individuo. En este sentido, la
situación de periodo intermedio que caracteriza a la primera mitad del siglo XIX (en
plena fase de transformación tanto de los postulados jurídicos que determinarán el siste
ma de compromiso legal entre las partes vinculadas por la querella, como de sus defmi
ciones sociales) toma forma de procesos judiciales en los que se debate cL.qramente entre la
valoraciónjuridica local y la aplicación del derecho universal.
Estos elementos, al tiempo que distinguen eljuicio social del juicio legal, se superpo
nen produciendo COll10 resultado sentencias que en su "espíritu" contienen los valores
mordles de la comunidad los cuales muestran el persistente ¡llTaigo de los usos y de
las costumbres. En esta la relación entre las partes en asume la nece
sidad y la voluntad de las partes parece
a que La continuidad en
social sobre la culpa (o sobre lo que es moral e inmoral)
m.antencr en el sistema de obligaciones a pesar de las nuevas concep
ciones que definen la letra de la ley.
- 87
SILVIA GóMEZ 1 MESTRES, «Cambio político,...»
MAINE, Henri Sumner Anden! La11', Its connectioll with lhe Early History ofSodety, and its
Re/ation to Mudem Ideas, of Arízona Tucson, 1986, con introducción de
Lawrence Rosen, p. [prhnera edición Holt, New York, 1864]. MONTESQUIEU, Charles
de Secondat. baron de Del espíritu de las leyes, Porrúa, México, 1997, p. 4, fprinlera edición
Ginebra, 17481.
GAZZANIGA, lean Louís Introduction historique au droí! des oblígations, PUF, París, 1992,
p.214.
- 88
prohistoriA 5 • 2001
!las le.ves que en determinados casos no defienden suficientemente a un ciu
dadano."8
La defmición del delito por injuria viene marcada por la ambigüedad inherente a su
existellcia como derecho (vinculado a los principios morales de la sociedad civil de Anti
""V,5U1,''"'''.;, Y por su posición oscilante en la extr.1juricidad de la resolución de los
La diversIdad de situaciones concretas justificaba la necesidad de un cambio en la
observar la proporción pernlada por el sistema punitivo de la
ción y su adaptación a los preceptos del honor. Se buscaba la utilidad como fm esencial
para re situar la en los marcos que definen el Derecho fonnal y de
cualquier tipo de resolución o que escapase a la ley buscando las aguas
de la arbitrariedad. Bentham se preguntará, por ejemplo, si realmente el sistema del ho
nor por el prh'1cipio de utilidad o, por el contrario, es el ciego instinto el que
sujeta al individuo a una sucesión desencadenada de intercambio de sentimientos entre
los hombres cuyas consemcncias son más graves que la propia injuria al honor; y se
decantará por la primera opción. 9
Por otra pa,rte, como veremos, la a las leyes del soberano depende de la deli
mitación de la propia tipicidad legal, y a ello se abocó el nuevo régimen. En los hechos, es
decir, en los propios procesos judiciales consultados, es posible verillcar, sin embargo,
que tanto las partes en litigio como los magistrados se apoyan sólo débilmente en
legales plenamente construidos y delimitados.
Ante un caso de "vlas de hecho" (de violencia) en el cuallL.'1a de las prutes acusa a la
otra de divulgar una mentira que toma fomla de "injuria verbal", por ejemplo, se pone en
tela de juicio la imprecisión de los ténmnos que definen una calumnia y que la distinguen
de la El procurador imperial, después de haberresunüdo los hechos por los cuales
desecha la posibilidad de proclamar como calumnia la injuria HA...iVI'-lcl.
ptelle2iIlte debido ala imprecisión del contenido y significado de su ténnino. Con
tales como "pudor" o "acción deshonesta" conservan su significación original en el
seno de la comunidad a pesar del esfuerzo estatal por designar bajo el &"l1paro los
diferentes hechos intennedios o menores de delitos se2l..'1131es -hasta entonces ignorados
que, Vigarello, ocupó buena parte de las e2l..'Pectativas jurídicas del siglo XlXlO. Los
nuevos ideológicos pretenden laicizar los atentados morales que profesan los
delitos sexuales y contra la honestidad y el y poner de relieve otras de
contenido más sodal. En efecto, de acuerdo al articulo 367 y 375 del nuevo Código de
Dr.,-,v,,,,,,,,.l.fi, Cesare De los delitos y de las penas, Madrid, 1982, p. 151; el énfasis es
mío.
Jerenny The Themy ofLegíslalían, Fred B. Rothman & Co Littleton, Colorado,
1987.
10 VIGARELLO, GeorgesHistoria de la violación siglosXVI-){X, Cátedra, Valencia, 1999.
- 89
SILVIA GóMEZ 1 "Cambio político, ... "
Instrucción Criminal, la pena correccional se pronuncia contra aquellos que habrían profe
rido Íl~jurias y reuniones públicas, pero el vocabulario utilizado por el inculpado
(coquín, granuja), que da motivo a la querella analizada en este párrafo, no np"nitp 1~rf',...i
sar nin¡:,'Ún hecho en no contiene vicios determinados, no precisa el delito. IJ
En el terreno de la injuria, el cambio revolucionarlo consistió en la modificación de la
forma de calificar a la víctima y de calcular la pena, produciendo un cfecto de sensibiliza
Clon que se sobre el daño producido y t:v:nbién sobre la persona receptora de ese
núsmo dallo. La tarca de fue ocupar espacios de evaluación sobre los hechos
que hasta entonces habían ocupado los "valores morales y sociales en el seno de la comuni
dad del De acuerdo al Recui! de Jurisprudence du XIX siecle de
Lafabregue, injuria se regulará en función de la disposición de la
ley (la cual determÍlla los actos lícitos e ilícitos), &'lulándose la reputación o el honor como
máxima la valoración del daño sufrido en la persona que i"'t" ...... ',,'"',""
Por otro eliminada la resolución privada entre las partes a las que se les
intervención en la determinación de la competencia jurisdiccional, se establect~ la compe
tencia del tribunal de con carencia de potestad para regular las re¡:HlnlC1{)·
nes públicas, y se convielte en denuncia que debe ante los
tribunales como instruIda legítima y legitimadora: "Les propos, meme qui no
tendent point a attaquer la probité, l'honneur, la reputation de quelqu'un, ou a porter
atteinte a la consideratíon dont iljouit, en sontpoint des injures dans les sens de la loí; les
tribunau.\: de policen'enpeuvent connaitre" (Arret du 8 septembre 1809, num 156)".12
La reducción de la competencia Jurisdiccional de las injurias linúta el espacio de ac~
tuación de las partes implicadas en el proceso, restringiéndose a una simple contraven
ción de leyes de policía. Pero lo más importante es que se ~jerce la responsabilidad civil y
la punición sobre el delito a parJr de la exégesis de la misma letra de la ley que pasa así a
sustituir a la valoración social. Este proceso es consecuencia directa de la supresión de la
diferencia entre juicios civiles y crÍl1lÍllales en el telTeno de la injuria. Como sabemos, en
el primer caso, esto es, en el contexto civil, se exigía la reparación de daños e ;n+",,.,,,·c,,',,:,
núentr'ds que la vía criminal buscaba la vindicta publica en caso de duelo, delitos de lesa
majestad, vagabundaje o sacrilegios, cuya mayorrepresión interesaba a la salvaguarda de
la integridad del soberano.!:;
~ 90 ~
prohistorica 5 • 2001
En líneas generales, y en particular al hablar de vindicta pública, el Derecho se vacía
de contenido moral metafísico para velar por la defensa de la sociedad, comportando una
garantía de seguddad contra los atentados a las personas y las propiedades, así como la
defensa de la moralidad cívica. Ello se 10!:,'Ta a través de la proliferación de condenas
contra hechos de violencia, reales e injurias verbales. Es decir, la percepción del
delito se centraliza hacia su resultado material distinguiendo la sanción por gravedad
moral de la que surge por su gravedad social, y esta última acabará desplazalldo a la
primera en el marco del nuevo régimen.
Podríamos, desde ahora, preguntarnos por qué ocurrió este desplazamiento. El hecho
de desprenderse de los aspectos morales fue una estrategia para evitar arbitrariedades a su
vez ligadas a privilegios sociales o largos litigios difíciles de ser sustentados por el común
de la población, y es que una de las mayores objeciones que hacen los le.gisladores
posrevolucionarios es que las disputas en los tribunales del Rosellón se habían sostenido
hasta entonces en la excesiva prolongación en el tiempo procedimental.
A partir de 1789, son constantes las apelaciones que las víctimas con el
ánimo de reivindicar una reparación más adeC't.lada al daño así como el derecho a
penalizar por la vía pública a sus agresores con el fin de satisfacer la herida moral que se
les ha abierto, y que es valorada en sede judicial en térnli.llos sociales y no meramente
individuales. Un caso llevado ante los tribunales correccionales de Perpiñán, el 3
Vendimiario año XIII, nos muestra que la injuria en ténninos del honor individual queda
deslucida en función del orden soci~l. El enfrentanuento de Fran9Qise Montés con ~farianne
FOUl1üol acaba en un proceso que se instruye en el tribunal criminal del Departamento de
los Pirineos Orientales (aunque tiene su procedencia en el tribunal civil de Perpiñan), en
el que los magistrados declaran que ambas partes se injuriaron mutuamente, y que la
justicia no puede pronunciarse por una de ellas. En cambio, sí se observa la punición
(mediante la aplicación de una multa) por el mero hecho de atentar contra la tranquilidad
pública, es decir, el orden social:
"Aucune d' elle ne peut par consequent reclamer justice contre l' autre, puisqu' il
est d'un príllcipe constant que la compensation est ad...'1li.se lorsqu'il
d'injtLries reciproques de la part de deux individus. Considerant que
quoiqu' il doive étre prolloncé un hors de cours du procés, entre Montés et la
femme Fric a raiscn de leurs interets respectifs, ceux-ci doivent néamoins etre
punis pour s' etre livrés a des injuries quí ont donné lieu a un attroupement et
parcours et que ont alteré la tranquilité publique" .14
- 91
SILVIA GóMEZI MESTRES, "Cambio político, ..."
dica mayor indemnización por la gravedad de las injurias recibidas, y alega que un tal
señor Motés la trataba de ''j...p .... ", 1111 código de la época que no he podido descifrar
pero que, intuyo, está relacionado COll el calificativo de "puta" o de "hija de puta". Frente
a estas iPJurias, la mujer respondió con los térnunos coquin y polisson. 15 Desde la pers
pectiva de género, un tema en el que no profundizaré aquí, es llamativo encontrar la
diferencia sexual inherente a las injurias: las mujeres siempre son calificadas de prostitu
tas y los varones de golfos. El documento afiade que en "langue vulgaire" (lengua vulgar)
el acusado, juzgado en un tribunal gritó en castellano: la mataré. El señor Motés
se queja de la anulación de cuatro testimonios por él presentados que telúan la fInalidad
de demostrar el carácter provocador de la mujer, habituada a injuriar, y reclama no dar
por acabada la disputa y, por lo mantener eljuicio como competencia del tribunal
criminal, cosa que no ocurrió.
Otra eX',Plicación merece el que se produce en el papel de los testigos.
Debido de la valoración testimonial, los propios testigos ya
no son decisivos en la resolución de la justicia del siglo XIX. La disposiciónj erárquica y
la clasificación de de equivalencia con la verdad responden al
cálculo del método probatorio propio del derecho moderno, permiten mantener las estruc
turas jurídicas de la era anterior revestidas de una nueva mosoría penal. A través de la
pronunciación del procurador --del rey o y de las deliberaciones deljurado, la
mentalidad jurídica de los paisanos se adapta a los preceptos que disponen las nuevas
leyes. Como consecuencia de este procedimiento, los testimonios perderán capacidad de
valoración sobre el culpable y el daiio producido con el fin de calibrar la sentencia, aun
que sin que por ello se un cese en el sistema de validación, clasificación y
adnúnistración de pruebas testimoniales cuyos principios se mantendrán de acuerdo con
el antihJUo sistema francés. En este sistema de testifIcación, son frecuentes las acusaciones
de falsedad o la denuncia de la voluntad de los testigos de ajustar "viejas cuentas" contraí
das con la parte denunciante o Existen datos de un caso que ternulló con la
separación de una comunidad en dos bandos por la intervención de los testigos en una
querella entre dos mujeres por el uso del agua de una fuente. La inculpada pretendió
demostrar la falsedad de un testigo alegando que había mantenido un conflicto previo con
él por haberse negado a su pedido de matrÍlllonio. "La prévenu reproche la témoin Jean
Soubirainepourporterde l'animosité contre safamille soit pour l'avoir quitté de sa qualité
de chirurgien soit pour ne pas elle déposant avoir voulu se marié avec le dite témoin".
Las pruebas testimoniales de domésticos, amigos o enemistades suelen ser
admitidas, siempre y cuando las e indicios (en el mejor sentido dado por
Ginzburg) sean corroboradas por otras pruebas materiales. Mediante el sistema ro:mano~
canónico del "Testis unus, testis nu11us", la sola disposición de un testimonio no constitui
rá plena prueba si aquél no se corresponde con la revelación de otros indicios:
15 AIJI>O, 2U 175 .. all0 J 806. Los télminos slgJllllICan "granuja", "pillo", "truhán" y "pícaro".
prohistoria 5 - 2001
"La procedure par devant le tribunal corrcctionncl a pour base les regles
ordinaires établies dans les [ois anciennes. I1 faut dans cette hipotheze des
adminiscules, des índices des presumptions qui aident la dépositiol1 isolée.
Un seul témoin ne fourrut preuve, la regle que la déposition d'un témoin re
proché est valable c' est quelle est conforme a celles autres témoins en sauroit
etre appliqué" .16
- 93
SILVIA GóMEZ 1 "Cambio político,.,."
seules parens, alliés ou conjol..,ts dont le témoignage est exclu, sont les ascendants ou
descendants de la persone prévenu, son frere et son soeur ou alliés en pareil degré, la
femme ou son man". 21 La querella que se produce entre dos individuos en el can1ino que
se dirige a Ceret (llamado lo camí dos) sólo cuenta con el testimonio del doméstico del
inculpado y el de la mujer de la víctima. En este último caso, las disposiciones legales
frenan la posibilidad de aceptar su declaración, pero el tribunal opta por aceptarla por la
ausencia oficial del vínculo. "Considerant que la dite Mane Pous n' est pas la fernme de
Joseph Mr.rill... sur ces rnotifs, le tribunal ordonne que la dite Mane Pons sera incontinent
entendue comme témoin". 22
También los parientes "ficticios", aquellos cuya relación se establece a través de lazos
espirituales o ocupan un espacio importante en la testificación de los proce
sos e incluso establecen una más estrecha filiación de parentesco. Es la fuerza de la vincu
ladón la que define una relación de pro~imidad u otra entre dos individuos, la cual se
sustrae de la veracidad imparcial sobre la representación de los hechos que se someten a
juicio, 10 que su retracción defmitiva como propiedad para validar la testifica
ción en cuestión.
- 94
prohistorie. 5 • 2001
-95
SILVIA GóMEZ 1 MESTRES, "Cambio político, ..."
¡¡dad, las cuales conservan su significación tradicional aunque tomando prute legal a
través de la aplicación del Código Penal.
A pesar de la voluntad del siglo XIX de evitar la judicialización de aquellos actos
vinculados, por decirlo así, a los sentimientos, 10 que acabará defmiendo al individuo
como tnmsgresor en relación a la ley será su deseo inmoral de cometer el acto, es decir, la
intención. La intención es 10 que resulta de llevar a término la voluntad, ésta defmida
según la buena o mala fe. En el caso de las violencias ejercidas por"golpes y heridas", y
que derivabrul en la muerte, sólo se toma en cuenta la voluntad aunque no laintencionalidad
para que se configure el homicidio. 26 Es una forma de descategorizar lo que hasta enton
ces había motivado las mayores contiendas que, por el alcance moral que conllevaba entre
las comunidades del Rosellón, habían podido negar a producir graves repercusiones en
temas de venganza o de reacciones violentas. 27
Si bien la percepción social de la calificación de los agentes inculpados persistia
traduciéndose en la dirección que tomará la sentencia, esta última tendrá que acogerse a
los principios que regirán la nueva conceptualización de la culpabilidad expresada a trd
vés de la intencionalidad. Esta h'ltencionalidad se corresponde con las preguntas siguien~
tes: ¿el hecho delaacusaGÍón es constante?, ¿el acusado es el autor?, ¿sella cometido con
unaintenCÍón criminal? La respuesta a estas cuestiones tendrá que determinar la morali
dad del hecho y su materialidad. Es decir, el hecho criminal calificado por la y la
intención culpable, que designa a aquello que determina a que se cometa. 28
Otro de los objetivos de la intencionalidad, aparte de determinar la culpabilidad, con
siste en buscar las circunstancias que han precedido o acompañado la acción. El fm es
precisar la calificación que merece el acto de acuerdo a 1m criterio clasificatorio de menor
a mayor gravedad. En este sentido, la valoración de la intención muchas veces suele
reconocerse pero no formalizarse en el sentido legal. Simplemente, o se ignora, o se reco
noce a la vez que se excusa en la aplicación de la sentencia.
La legítima defensa, por su parte, no sólo se expresa por la manifestación de una
provocación directa, sino que en a1 gunos casos responde a provocaciones trrulsferidas por
otras vías que quedan fuera del alcance jurídico. En los procesos por crimenes y delitos
producidos por causa de una provocación de este tipo, el homicida y/o agresor suele huir
u optar por el silencio, por lo que sólo conocemos el relato a través de los testigos y
deducimos la opinión popular sobre éste en la resolución de la sentencia. Uno de los casos
más evidentes es el proceso abierto contra Joseph Coste, originario de Baget (Catalmla), y
- 96·
prohistorio 5 - 2001
domiciliado en Costoja (Francia). Coste cruzó con un grupo de vilatanos franceses los 50
km. que separan las poblaciones de Costoja y Rocabruna para ejecutar a Theresa PauIy,
acusada de bruja y de provocar la enfermedad que estaba acabando con la vida del padre
de Coste. Estas son las declaraciones del hijo de la víctima:
"A lui demander de nous ex-pliquer le sujet de la rixe a repondu que le dít
Joseph Coste s'etoÍt fourré a 1'idee que la dite sa mere (Therese PauIy) etoit
sorcelle; qu'en consequence elle faisait souffrir depuis longtemps son pere
qu' a l' occasion de cela le dit Coste avoit insulté la dite sa mere [...] que le dit
Coste lui avoit declaré qu 'ils voulaíentvenir avec quatre o cinq hommes annés
qu 'il prendoit a la dite commune de Costoja et de le gorger si elle ne guarisoit
pas son pere."29
En sede judicial, el inculpado negó absolutamente todo y no dio más detalles que su
propio desconocimiento de los hechos. La resolución del tribunal reconoció su culpabili
dad en el homicidio pero calificó a este último como "no premeditado", 10 cual suponía
una condena de 20 años de trabajo forzado en los ferrocarriles de acuerdo al artículo 8 del
titulo 2 del Código Penal de 1791.
La cuestión de la legítima defensa fue una de las más discutidas en la formulación de
los crímenes contra las personas y contra las propiedades. En los debates que se produje
ron en Francia después de 1789, Duport defmió la figura como un acto "indlspensablement
commandé par lanécessité actuelle de la lé,gitime défense de soi-meme ou autri" ,30 y que
recoge los casos de "defensa natural" que se incorporan en el "derecho social". El recurso
a la conscíencia y a la voluntad individual, reformulará la perspectiva de evaluación
sobre la legitimidad que merecen los hechos. 3l Entender como legítima la reacción vio
lenta que responde a la simple provocación implica reconocer la regulaciónjuridica de la
satisfacción anímica así como desinhibir al individuo de la responsabilidad sobre los ac
tos ~jercidos bajo estos efectos. La Plmición de los delitos y crímenes logra desprenderse
de cualquier principio irracional exculpatorio vinculado a los sentimientos individuales.
Si bien las sentencias se pronuncian respetando el aspecto objetivo del delito y evitando
considerarlos efectos subjetivos, el grado de la pena variará según la valoración social del
hecho. De esta forma, el hecho no merece más atención que por la simple transgresión
legal, manteniéndose apegado a su autor. De acuerdo a la jurisprudencia recogida por el
abogado Lafabregue, no sólo autor de Recuil de Jurisprudence du ..YLYsiecle sino también
Juez del Tribunal Civil de Perpiñán en 1867: "Le crime de tentative de meurtre no peut
etre excusé par le seul motif que le prevenu a ete excité a cette action par des violences
- 97
SILVIA GóMEZ 1 :MESTRES, "Cambio político,..."
graves precedentes; un tel motu laissant ignorer si ce sont des personnes qui ont exercé
l' objet des violen ces exercées". 32
n ADPO, 1J715/l, A11'et du 7 fevrier 1812, n 22; Código Penal, artículos 321 y 326, "Table
Alphabétique par ordre des matieres de tous les arrets rapportés dalls la partíe criminelle",
Bulletin Officiel de la Cour de Cassatiol1, en Recuil de Jurisprudence du XIX siecle.
B ADro,2U 148 - año X. Hasta la segunda coma esta escrito en francés, el resto en catalán.
- 98 ~
prohistori. 5 . 1001
quí 1'a re<;u, du líeu et de lapanie du corps on le coup a été dOlmé. Sur ce
motifs le tribunal declare Joseph Padaille cultivateur domicilié a la communa
d' Argeles duement atteinf et cOl1vainclt d'avoirle 23 prairal demiervers le 8
heures du soir a la ditte commune frappé hors le cas de legitme deffense et
sans excuse suffisante~ Juste Hiacs epouse de Pierro Moreta d' Argeles" [...]
Condanme le dit Padaillé a une amende de 50 francs en faveur de la republique
et an.'\: depends du proces liquidés sauf erreur a la somme de cent neuf franes
un centime a ce non compris l' e:\-pedition du present. "34
34 ADPO, 2U 148 - año X. Comprobamos que, pese a reconocer que la bofetada fue provocada, el
fonnulario obliga a referirse a estos casos de golpes por tuera de la de legítima
defensa y sin excusa suficiente.
- 99
SILVIA GóMEZ 1 MESTRES, "Cambio político, ..."
moindre de que celle qui avoit été reprise par la partie publique. Les anciens
criminalistes avoient toujours pewut que le soufflet etoit l'injure la plus grave
qu'on put faire a une homme, ils en dOlment plusieurs motifs, de sorte que
grotium luí meme liv 20n chap ler #10 es ím ler qu'il en repagne pas a la
justice explicite de tué l'aggreseur que a donne un soufflet. Sans doute cette
doctrine est erronée, elle fasoít le malheur de la societe, mais pour y oboier i1
faut que le magistrat chargé de reprimer les delites impose une forte amende
et des peines tres rigoureuses, a ceux quí osent faire quelqu'une de les injuries
aux quelles on attache une b>rdnde ignonimie dans le pays on l' on vit. Les
nouvelles lois bien loin de diminuer la qualité de l'injurie qui resulte d'un
soufflet, l'out de beaucoup augmenté;jamais l'honmle u'avoit eu plus de dignité
eu France, que depuis qu'il n'a d'autre souverain que la loi, que ete(il) legal
de tous les autres on no peut ni s' engnerir de son origine ui de ses richeses,
mais seulement de ses vertus. Sur ces motifs conclud le soussigné a la
reformatiou du jugement dont est appel avec la present et a ce que Joseph
Padaille so11 condanmé aux peines portés par l'art 12 de la loi precitée avec
dépens."35
- 100
prohistori&'l 5 • 2001
derechos, éstos deben ser "recompuestos" en el sentido de composición. Sólo cuando esta
relación recíproca qUe se establece entre el delito y la pena no es equitativa, se niega la
voluntad del individuo, es decir, su reconocimiento en tanto que confIriéndole
entonces a una situación de inferioridad civil y de deshonra: "La peine est considérée
comme le droit propre au climinel, en le punissant, on honore le criminel comme un étre
raisonnable",37 seria uno de los lemas de la Revolución.
En este proceso de transformación jurídica, se de los pri..n
cipios sensibles a tener en cuenta como atenuante hnmanizador de los suplicios de f\nti
guo Régimen. Uno de los principios fundamentales que el sistema de proporciona
lidad entre la pena y el delito en los procesos hace necesario que el motivo
..",nr""C'i"" sea mucho más fuerte que la ofensa. ASÍ, el deshonor y de reconoci~
miento de derechos civiles, se DOllvierten en ingredientes de la más efica
ces, hablando en términos de Benthanl,38 y recrean la infamia. Con ello quiero decir que
se produce un desplazamiento de la noción de sujeto, que parte de una nueva concepción
política del individuo social y moral que afecta tanto a su relación con el Derecho como a
la representación que se deriva de aquena relación.
En síntesis, de lo expuesto hasta aquí quisiera enfatizar en el hecho de que, como parte
del proceso de reforma que impulsa la Revolución Francesa, el Derecho Penal actuó como
plataforma de construcción del nuevo orden social fijando los cambios jurídicos, llenando
los vacíos legales y regulando las prácticas jurisdiccionales. El proceso de codificación se
convirtió en una de las principales prioridades de las reformas cuya fmalidad fue desechar
ciertos principios que habían caracterizado al Derecho Penal del XVIII. Lo hizo
tomando la ley como máxima racional y objetiva. Con este objetivo ocupó los espacios que
hasta ahora habían monopolizado valores morales y sociales, suministró defmiciones, e
ideó un universo cultural sobre las relaciones juridicas con la intención de construir el
nuevo orden legal y delimitar espacios de actuación para las autoridades de la
situación revolucionaria.
Ante este proceso, los casos examinados penniten intuir cómo se articulan ",LQH,,,.,,
tendencias ideológicas con las representaciones y percepciones en espe
cial en cuanto al gran proceso de la reformulación jurídica. La de la justi
re}:lre:,entacIon social de las categorías jurídicas que defme el su valoración
moral y y la concepción del Derecho, demuestran el desfase ex;stente entre el
cambio de los soportes legales y doctrinales y el mundo de las formas de
vida y convicciones sociales, en particular en el terreno de la compensación y de la com
posición.
37 HEGEL, Georg Wilhelm Príncipes de la philosophie du droit Oll droít naturel et science de
rEtat en Abrege, Líbrame Philosophic 1. Vrin, Paris, 1989.
38 BENTHAM, Jeremy The Theory... , cit.
- 101 •
SILVIA GóMEZ [MESTRES, "Cambio político, ..."
Podemos deducir que durante al menos la primera mitad del siglo XDC (y debido al
estado de coexistencia, contradicción y diferenciación persistente entre los procesos so
ciales, de una parte, y los procesos legales, de otra) los vacíos legales siguieron mante
niéndose por 10 que respecta a su aplicación. Los pocos cambios sustanciales que la codi
ficación produce en el terreno de la incorporación del jurado o la cámara de jueces en el
caso de los tribunales con-eccionales, así como el mantenimiento del antiguo sistema de
pruebas, puede que fuesen los mayores responsables de la persistencia de las prácticas
jurídicas de Antiguo Régimen. Al mismo tiempo, se producen h'fandes cambios en tomo
a las refornmlaciones de los principios ideológicos que sustentarían las nuevas disposicio
nes penales orientadas a legitimar los valores republicanos, aunque las mentalidades si
guen teniendo como referente los antiguos valores sociales. Así, pues, mientras los resor
tes de las fonnulacionesjuridieas el curso de lajusticia se orientan hacia
la consolidación del nuevo marco juridico que establecerá la "naturaleza" del ciudadano
nacional francés, el reconocimiento del individuo como de las comunidades
sociales que conforman la demarcación de la del Rosellón se expresa mediante
el arraigo a los valores sociales y culturales que hasta entonces habían las relacio
nes judiciales.
La interacción de las dos dimensiones pone de manifiesto la identificación local de los
habitantes, 10 cual cobra realismo a través de la reivindicación de los preceptos consuetu
dinarios que regulaban las relaciones sociales frente al nuevo modelo y
clasificación de los tipos legales. Como consecuencia de pem1aIlecen ciertas
concepciones sobre el sujeto de derecho, la culpabilidad, la moral o la inmoralidad. Se
anteponen (a la vez que forman parte de la mísma práctica legal) valorativas
distintas de las lógicas ju.rídicas fonuales. Estas observaciones penniten suponer la exis~
tencla de diferentes modelos de comprensión del derecho y la justicia, que sitúan en pla
nos distintos a la sociedad y a la ley.
-102~
prohistoria 5 • 2001
FRANQOIS GODICHEAU
(Miembro de la Casa de Velazquez, Madrid)
Resumen
Análisis de lo que se ha dado cnllamar "historia dc la represión" de la guerra civil española:
se repasa la constitución de esta historia como un género en sí, con sus polémicas cenadas y
sus reglas; un género bastante impermeable a las problemáticas comunmente utilizadas en el
estudio de la violencia política sobre otros períodos o en otros países. Para entender las
limitaciones de esta historia, hay que analizar el impacto que tuvieron y siguen teniendo los
imperativos de "la memoria y el olvido" de la guen-a civil. Cuarenta años después de su final,
el pacto de olvido que se fraguó, fijó como cuadro interpretativo del conflicto la idea de la
gucna fratricida, locura y tragedia colectiva, con una puesta en paralelo de los hechos violen
tos de cada lado del frente. A partir de un libro-balance sobre la "historia de la represión de
la guerra", vemos como éste impone un enfoque que impide conectarla con cuestiones socia
les y políticas exteriores al campo de la guerra civil. Resuelta la cuestión de las reivindica
ciones justicieras por el pacto de olvido operativo desde la Transición, asoma cada vez más la
reivindicación de la "memoria de los vencidos" contra el olvido de lo que fue el régimen de
Franco. Proponemos, saliendo de un género que encuentra su plUlto [mal con ese libro, tillas
líneas de reflexión sobre represión política durante este conflicto, que nos acerquen a un
estudio y lUla m~ior comprensión de las sociedades y de los regímenes enfrentados.
Palabras Clave
Guena civil española - represión - memoria y olvido - violencia política - historiografía
reconciliación - dictadura - justicia
Abstract
This paper analyses what has been called "history of represion" during the spanish civil
\Var: the paper makes a repOlt ofthe constitutioll o1't11is history as a genre in itself, with its
GODICHEAU, Franc;ois "La represión y la guerra civil española. Memoria y tratamiento históri
co", prohisto,I.,Año V,número 5, 2001,pp. 103-122.
* Este trabajo tbnna parte de mi investigación doctora!, ditigida por el Dr. Bemard Vincent,
titulada Repression et mise en ordre politique: les anarchistes et la constmction de ['ordre
public dan:; la Catalo&me en Gl/erre civile (1937-1938), tesis que será presentada en la Ecole
des Hautes Eludes en Sciences Sociales (EHESS), París. Agradezco los referatos anónimos de
la revista Prohistoria, los comentarios de mi director, y también a C'¡abriela Dalla Corte por su
lectura atenta, sus criticas, c01l'ecciones y sugerencias.
- 103
FRANCO!S GomCHEAU, "La represión..."
c10sed controversies and it" rules; a genre quite imperviousto the problems usually raised in
the studies about political violence in otherperiods andcountries. To understand the linlits of
this hlstory, \Ve mUSí focus on the ímpact ofthe "reminding and forgetting" requirements of
the civil \Var. Forty years after its elld, the forgetting pact which was made, [lXed the
interpretative frame of the conf1ict in the idea of fratricidal war, madness and collective
tragedy, with the idea ofthe parallelism ofviolence in each side ofthe front. By the study 01'
a balance book about "history of civíl war represion", we can see how the focus this history
imposes makes diticult the connectioll with social and political questions alíen to the civíl
war. Afier the problem of justice demands had beell resolved by the forgetting paet useful
n'om the Trallsicióll, \Ve can see appea.ring more andmore the demand forthe mCillory ofthe
defeated against the forgetting ofwhat was Franco's policialregi...'1le. Letting a genre that has
fOILTld its conc1usion with that book, we propose some directions of work about political
represion duting this coni1ict, so \Ve can better study and understand the societies aud regimes
which faced each other.
Keywords
spanish civilwar - represion - reminding and forgetting -política] violence- historiography
- reconciliatioll - dictature - justice
~ 104 ~
prohistoric 5·2001
nos de la del olvido han afectado particulannente este tema, que no ha estado
muy cnla producción a veces muy caudalosa de la bibliografía sobre la guerra
civil. Es una cuestión tan difícil de abordar, tan dolorosa y azarosa, cuando no se dispone
de fuentes o cuando alguien escribe sus memorias, tan filtrada por el dolor, la emoción y
la ideología, que finalmente, pocos autores la enfrentaron e hicieron de ella un tema
central, a pesar de que los miles de muertos, con o sin cifras, bailasen en muchos escritos.
Cuando fue abordado el tema en los años de la Transición, se produjo en un clima
polémico: se trataba de invalidar o de defender las cifras establecidas por el único que
había tenido acceso a los archivos militares y muchas facilidades para su trabajo, el mili
tarfranquista Jesús Salas Larrazábal. También eran fantaseados en polémicas
políticas ciertos hechos luctuosos, de un lado u otto del frente, después de haber sido
objetos del forcejeo propaga.'ldístico de la dictadura. Si bien después de varios años de
polémica, aparecieron libros con listas de víctimas rigurosamente establecidas, trabajos
regionales o provinciales basados en una metodología honesta, como por ejemplo los
trabajos de Solé i Sabaté y ViUan'oya para Cataluña, por tanto no se apagaron todas las
polémicas. Faltaba sin duda una síntesis sobre el tema.
Recientemente, se ha publicado un libro colectivo titulado Víctimas de la Guerra Ci
vil l cuyo mérito principal es pacificar el terreno y d~jar sentado que las cifras de Salas,
rebatidas desde veinte años, han de ser olvidadas. Al núsmo tiempo, proporciona a los
españoles unos relatos seguros de 10 que pasó en cada campo y en la post.!:,'Uerra. Sin
embargo, este libro, por definitivo que sea en tanto que síntesis, no deja de plantear pro
blemas en la medida en que se inscribe en la continuidad de la "historia de la represión",
lo que llamarla yo un subgénero dentro del género "histona de la guerra civil". Es decir,
adolece de los defectos propios de este subgénero al mismo tiempo que, dando el asunto
por zanjado, deja pensar que el terreno de la violencia y de las represiones durante la
guerra no ofrece ya más interés para el :historiador, aparte de completar las cifras que
faltan.
Ahora bien, ¿qué es lo que se pretende aquí? No se pretende combatir el olvido. Ya no
hay reivindicación de justicia, y no es aquí donde vamos a debatir sobre si podría (o
deberia) haber o no. Durante la Transición se produjo en España una de "pacto de
olvido" y la de la legitinúdad política y de la práctica democrática del último
cuarto de reposa sobre ese pacto. No se enjuició a los criminales, y los juicios del
régimen y de 1".5 violencias ocurridas en el campo republicano quedaron para
polémicas y opciones minorita.rias que rechazaban la Transición tal como
tenia lugar. A esto cabe señalar que ellústoriador no es quien pueda inventar reivindi
caciones justicieras en una sociedad pacificada. En cambio, puede ver cómo aparece tar
dia y tímidamente una reivindicación de una memoria de los vencidos, en ya no
JULIÁ, Santos (coord.) Víctimas de la guerra civil, Temas de Hoy, Madrid, 1999.
- 105
FRANI;OIS GoDICHEAU, "La represión..."
del olvido de los crimenes pasados, sino del olvido, con ellos, de una parte importante de
la memoria democrática del país. Lo que empieza a notarse, es que los hechos violentos,
más allá de su impacto moral, tienen un amplio sentido político que precisamente tiende
a desaparecer si se linrlta el estudio de las cifras. El reproche que encontramos en las
reivindicaciones actuales de la memoria de los vencidos es que el olvido de los crimenes
de la guerra, que pernrlte el olvido de la guerra, acarrea también el olvido de la dictadura
de cuarenta años que siguió a dicha guerra. Se trata aquí de analizar cómo se ha hecho la
"historia de la represión", para indicar los nuevos caminos emprendidos por los investi
gadores sugiriendo, al mismo tiempo, alternativas a dichas visiones.
- 106
prohistoria 5 • 2010 1
Mientras tanto, los vencidos, reducidos al silencio, sin recursos desde el exterior para
hacer el recuento de las víctimas de la barbarie nacionalista y del nuevo régimen, estaban
condenados a contentarse con denunCÍas y pocas y azarosas aproximaciones. Fuera de
L,,~}aU", en la emigración, prevalecía el análisis político y las disputas acerca de las res
ponsabilidades de la pérdida de la !,'1lerrd. En síntesis, sólo la memoria de los muertos del
bando vencedor se celebraba, discursos y con el1evantamiento de monumentos
como el Valle de los caídos. La publicación de los vastos estudios sintéticos sobre el
conflicto que conocemos como clásicos de la bibliografía-enparticular los libros de Hugh
111Omas' y de Gabriel Jacksonc supuso, en las mismas fechas que se publicaba el resu
men de la Causa General, una primem respuesta a la propaganda del régimen, sólo que
las cuentas que hacían eran demasiado imprecisas para zanjar las polémicas. :Mientras
Thomas proponía la cifra de 40.000 ejecuciones nacionalistas, luego ascendida a
75.000 en una edición posterior, Gabriel Jackson hablaba de 200.000 víctimas. Para el
bando republicano, la evaluación del primero era de 55.000 muertos, la mitad para el
sef,'Ulldo. Pero Hugh Thomas no explicitaba el método empleado en la contabilidad,
avalando la idea de que su estimación se debía más a la voluntad de encontrar un témúno
medio entre las exageraciones de unos y otros que a una contabilidad propia. Enlareedicíón
de su libro en 1977, TIlomas llegó a subrayar la dificultad a la hora de arriesgarse a dar
cifras: "raros son los autores que quisieron tomar posición". 5
mOMAS, Hugh Tlle Spanish Civil War, Eyre and SpottiS\voode, Londres, 1961.
JACKSON, Gabriel The Spanish Republic and the Civil TifIar, Princetoll University Press,
Princeton, 1965.
1HOMAS, Hugh The Spanish Civil T1"ar... , cít., nota 28, capítulo 16 de la edición de 1977 [1'.
SALAS LARRAZÁBAL, Jesús Pérdidas de Guen-a, Planeta, Barcelona, 1977; este libro fue
rematado tres años después por un texto del mismo autor titulado Los datos exactos de la
guerra civil, Rioducro, Madrid, 1980. Las cifras de ejecuciones dadas en este último libro son
de 72.500 asesinados por parte de los republicanos y 35.500 por el bando de los nacionales.
- 107
FRAN<;:QlS GomCHEAU, "La represión..."
- 108
prohistoria 5 - IDO 1
sociológico: el hecho de que en períodos de crisis económica aumentase la indiferencia
social por todo lo que no toca directamente el destino individual y concreto de las perso
nas. Finalmente, denunciaba la tendencia a poner en paralelo los dos terrores, argumen
tando que en un caso, el franquista, se había tratado de una forma de acción política
progranlada y claramente asumida desde el poder, cualesquiera que fuesen sus fonnas, y
ejecutada desde los centros operacionales. Añadía que los responsables de este bando
sabían lo que hacían y podían haber tennmado pronto con ello; incluso admitía que en un
principio había habido brotes de violencia vengativa más o menos espontánea. En cam
bio, en el campo republicano, el derrumbanriento del poder estatal y el surginriento de
múltiples poderes en forma de comités, habían impedido dur.mte mucho tiempo al gobier
no legítimo controlar y detener la violencia y los asesinatos, "explosión rudimentaria de
pasiones de clases soterradas, no programada como armapolítica".9
TIJÑÓNDE LARA, Manuel "Prólogo" en REIG TAPIA, Alberto Ideología e historia: sobre la
represión franquista y la guenu civil, Akal, Madrid, 1986.
10 SOLÉ 1 SABATÉ, Josep María y VILLARROYA 1 FONT, JoanLa repressió a la guerra ya la
postguerra a la comarca del A4aresme (1936-1945), Biblioteca Serra d' Or, Barcelona, 1983, 2
volúmenes.
II SALAS LARRAZÁBAL, Jesús La repressió a fa reraguarda de Catalunya (1936-1939),
Publicacions de l'Abadia de Montserrat, Barcelona, 1989.
12 En particular, véase GABARDA CEBELLÁN, Vicente E/s af.Jsellaments al Pais Valenciá (1938
1956), Altons el Magnánim, Valencia, 1993; GABARDA CEBELIJÁN, Vicente La represión
en la retaguardia republicana. País Valenciano (1936-1939), AlfollselMagnánim, Valencia,
1996; HERNÁNDEZ GARCÍA, Antonio La represión en La Rioja durante la guerm civil,
- 109
FR-\N<;:oIS UCiDlC;HE.Au,"La represión..."
Víctimas de la Guerra Civil, que realiza 1illa síntesis de todos estos trabajos en forma de
IDl relatode las represiones al que sigue un anexo dedicado a las eifras.1>
En la mayoría de estos escritos yen la producción global sobre el tema de la represión,
está presente una tensión creada por las implicaciones memoriales de la cuestión. El
consenso político, durante los rulos de la transición para acallar las posibles resurgenCÍas
de los problemas de la gucrra civiL consenso que generó una especie de "deber de olvido",
¡justicia revolucionaria. El
1995; CASANOVA, JUliáJl et al.
violencia en (1936-1939), Siglo XXI, l\ladrid, 1992; CENARRO Ángela
El fin de la esperallza:fascismo y guerra civil en la provincia de Ten/el (1936-1939), Diputación
Provincial, 1996;r'\LL<\ Ev'.JRANDA, Francisco In gueml civil en Ir, reú'1f'1.lian1lC1.
y revolución en la provincia de Ciudad real, Diputación de Ciudad
ORS MONTENEGRO, l'vtiguelLa represión de guefTa y posguerra en
(1936-1945), Institut de Cultura Juan Gil Albert, Valencia, 1995;
MUÑOZ, Rafael Política y Guerra Civil eH Almería,
."'.L;'-.tU''''~.I.''"L, J\llarÍa Elena La represión en A..sturias. en la cárcel del
1994; GARCÍA PIÑEIRO, Ramón Los mineros aSTUrianos bajo
el/hmquismo (1937--1962), Fundación Prh-uero de J\1<1yo, 1990; MORENO GÓJ\1EZ,
FrallciscoLa guerra civil en Córdoba (1936-1939), Alpuerto,Madrid, 1985; GIL BRACERO,
Rafael Granada: jaque a la República, Caja general de Ahonus de ('n'anada, 1998;
ESPINOSA MAESTRE, Francisco La guerra civil en fIuelva, Diputación proVlllcial de Huelva,
Huelv8;, 1996; CIFUENTES CHUECA, Julia y MALUENDA PONS, Pilar El asalto a la
República. Los delfranquismo en Zaragoza (1936-1939), Institución Femando el
Católico, 1995; NADAL, Antonio Guerra civil en Málaga, Arguval, Málaga, 1984;
Navarra 1936. De la esperanza al terror, Altaffaylla Kultur TaÍaIl8;, 1986; ORTIZ
llJ'Jcu.'U'~'. Juan Sevilla: del golpe militar a la gt/enr.z civil, Imprenta Vístalegre, Córdob8;,
1998; SALAS, NicolásSevillafi/!! la ciave: república, alzamiento, gt/erra civil (1931-1939),
Castillejo, Sevi1l8;, 1992; GARCÍA LUIS, Ricardo La justicia de los rebeldes: los fusilados en
Santa Cnlz de Tenerije (1936-1940), Tegueste, Santa Cruz de Tenerife, 1994; SABÍN
RODRÍGUEZ, José MariaPrisión ymuerte en la E5paña de postguerra, Anaya-Mario Muclmik,
Madrid, 1990; GALLARDO MORENO, Jacinta La guen'a civil en La Serena, Diputación
Provincial, Badajoz, 1994; RllliIÓ DÍAZ, Manuel y GÓMEZ ZAFRA, SilvestreAlmendralejo
(1930-1941), Los Santos de Maimona, Bad¡tioz, 1987; COBO ROMERO, Francisco LagUe17r.z
civil y la represión franquista en la provincia de Jaén (1936-1950), Diputación Provincial de
Jaén, Jaén, 1993; NÚÑEZ, Mercedes Cárcel de Ventas, Librairie du Glabe, París, 1967;
GONZÁLEZ MARTÍNEZ, Cannen Guerra civil en A4urcia. Un análisis sobre le poder y los
comportamientos colectivos, Universidad de Mureia, Murcia, 1999.
13 JULIA, Santos (coord.) Víctimas de la guerm civil, cit. La primera parte sobre las represiones
- 110
prohistoria 5 • 2001
frustró la memoria de los vencidos y principales damnificados por el franquismo. La
forma de llegar a un acuerdo tácito sobre 10 que había sido la guerra civil pasó por el tema
de la guerra entre hennanos: hermanos habían matado a hennanos, los españoles habían
sido víctimas de un ataque colectivo de locura mortífera y había que impedir cualquier
rebrote de enfrentamiento fratricida. Este miedo y la actitud consistente en silenciar o
evitar los conflictos propiciaron una transición pacífica y el nacer de un espíritu negocia
dor y de consenso. Una de las razones del éxito de esta ideología fue que emanaba tanto
del bando antifranquista (ver en particular la política de reconciliación y olvido
promocionada por el Partido Comunista de Espafia, PCE, a partir del abandono de la
lucha arrnada a finales de los 1940) como del franquista; otra razón, y no la menor, era la
profundidad de los desgarros producidos por el conflicto, y la necesidad, a la escala de la
familia y del pueblo, de callar y olvidar ciertas cosas para reconstruir una convivencia y
continuarvivíendo: el traspaso de esta actitud a la escala de la política y del estado resultó
obvio para muchos españoles. Así, mientras los historiadores peninsulares empezaban a
reapropiarse la historia de la guerra civil mediante numerosos estudios, libros, a.-rtículos,
encuentros y tesis doctorales, quedó consensuado entre los mass media y, por ende, entre
el gran público, que la guerra había sido aquel conflicto fratricida que durante la transi
ción sinrió como tema a unos y otros para pregonar su voluntad de diálogo y su disponibi
lidad para un proceso pacífico. 14
En este doble y contradictorio movimiento entre la búsqueda de un mejor conocimien
to del conflicto y la necesidad del olvido (sentida por casi todos), el tema de la represión,
al igual que otros problemas, sufrió una deformación en su interpretación global. Esta
defonnación permitía encajar esta cuestión tan delicada con la necesidad de pacíficaci6n
republicanas y nacionalistas hasta mayo de 1937 cayó a cargo de Julián Casanova, la segunda,
que corre hasta el final de la guerra, fue a cargo de JoSt.j) Maria Solé i Sabaté y de Joan Villaroya
i Font, y la tercera, dedicada a la represión de postguerra franquista (hasta 1949) la escribió
Francisco Moreno. Sobre la contabilidad de las víctimas mortales de las represiones, los autores,
basándose en los estudios regionales aludidos llegan, para la represión franquista, a tUl total de
72.527 ejecuciones en las 24 provincias (la suma de muertos a partir de los datos de Salas llega
a 34.250, o sea, menos de la mitad). Estiman que habría que doblar esta citra para llegar al total
de la represión franquista en toda España. Para el campo republicano, la evalúan a 37.843
víctimas en vez de 60.628 entre las 22 provincias estudiadas, 10 que llevaría a lIDa represión
republicana de 50.000 muertos en vez de los 70.000 atnbuidos por los historiadoresdelrégímen.
14 Este seria para mí el principal de esos mitos que, según Alberto Reig Tapia, las investigaciones
no logran trastornar, por una parte porque muchos se inscriben en esta visión de las cosas y por
otra porque es el punto de vista que se ha beneticiado del rnayor apoyo político y mediático a la
horade consensuare! olvido, que, repito, la mayoria de los españoles sintieron como necesario.
Paloma Aguilarnos recuerda en su libro A4emona y olvido de la guenu civil (Alianza Editorial,
Madrid, 1996) que hubo un momento en que unos y otros podían lanzarse a la cabeza el insulto
"revanchista" (si bien su uso surgió primero entre los franquistas), quedando claro para todos
que había un tipo de actitud que no terúa derecho de ciudad.
• 111
FRAN<;Ols GoDlCHEAU, "La represión..."
15 REIG TAPIA, Alberto AJemoria de la Guerra Civil. Los mitos de la fribu, Alianza, Madrid,
1999; entre estos "rnitos", destacan el de la inevitabilidad de la guerra, el de la resistencia
rebelde en el Alcázar de Toledo, el de Madrid, "capital de la Gloria y del Dolor", el del papel de
los intelectuales y muchos más.
16 Fundo estas líneas sobre los trabajos de AGUILAR Paloma Alemoria y olvido... cit.; de la
autora, "Collective Memory ofthe Spanish Civil War: the case ofthe Polítical Anmesty in fue
Spanish Transition to Dernocracy ", WorfdngPaper, InstiMo Juan March, Madrid, 1996. También
pelmiten aclarar la génesis de estas distorsiones y la cuestión del olvido los
títulos MICHAEL, Richards Un tiempo de silencio. La guerra civil y la cultuIV de
la represión en la España de Franco (1936-1945), Critica, Barcelona, 1999; ALVARES OSÉS,
José Antonio; Ignacio; lIARO SABAlER, Juan; GONZÁLEZ MUÑoz, María
del CarmenLa guerra que aprendieron los espmloles. República y Guerra Civil en los textos de
bachillerato (1938-1983), Los libros de la Catarata, Madrid, 2000; ARÓSlEGUI SÁNCHEZ,
Julio "Lamemoria de la gucrra civil en la sociedad española de la trdIlSición", en BERNECKER,
Walthcr' (comp.) De la Guerra Civil a la Transición.lv/emaria histórica, cambio de valores y
conciencia colectiva, N\c'ueFolge, mUTI. 9, Augsbtrrg, 1998, pp. 38-69. Puede Imber discrepancias
acerca del origen de la propaganda sobre la guerra fratricida, la gran tragedia y la necesidad de
olvido. Si bien Paloma Aguilar deja bastante claro que eso tue una estrategia a la vez del
réginlen y de que veían en ello un buen camino hacia una transición pacífica y una
tabla de salvación, Santos Jllliá, en el prólogo a Víctimas de la guen'a civil, recuerda que antes
prohistoria 5 2001a
Montenegro, que la califica nada menos que de romántica. 17 Para él, no se puede oponer
una organizada por un lado a una represión incontrolada por otro: los partidos
y las organizaciones dominantes en el campo republicano tienen una responsabilidad
aplastante en la represión, tan grande como la de las autoridades franquistas en su propio
campo.
En la primera parte del libro Víctimas de la Guerra Civil, Julián Casanova parece
adherirse a este planteamiento, ya que pone especial empello en tratar paralelamente las
dos represiones: el primer capítulo trat'l de las matanzas iniciales en los dos campos; el
segundo de la "violencia al servicio del orden" (franquista) y el tercero de "la violencia
desde abajo" en el territorio leal. Este último capítulo se interesa por la evolución de un
"terror caliente" frente a un "terror frío" en los dos campos, empezando por plantear el
paralelismo de esta manera:
"La concentración del poder no resultó fácil, ni siquiera en el bando insurgen
te donde todo parecía destinado al mando supremo del general Franco y cuya
autoridad, sin embargo, fue bastante menos omnipotente de lo que se pinta.
Pero había indicios de cambio y, para lo que aquí interesa, pruebas claras de
que el terror se estaba controlando en los dos bandos desde arriba: las sacas y
paseos cayeron en picado; los asesinatos decrecieron considerablemente. El
terror, como la atmósfera, se enfrió, inaugurando una fase de violencia legal,
pasada por los tribunales". 18
de todo, fueron los opositores, comunistas y no comunistas, a partir de los años cincuenta,
quienes empezaron a hablar de guerra fratricida y de reconciliación: "no a los años de la transición,
sino a ellos, a los que, aun habiéndolo sufrido, recitaron ese pasado como guerra fratricida, es a
quienes debemos en su origen la decisión de olvidar". Sobre esto se puede aducir que, aun
teniendo los opositores la iniciativa de este discurso, mucho antes de los detensores del régimen,
fue su utilización por las elites vinculadas a éste la que contó más, desde el punto de vista de la
capacidadmediática. Fuesen o no empujados a este cambio de posiciones por la oposición, las
elites del franquismo asunúeron perü~ctamellte este discurso hastaesgl'imirlo en todas ocasiones
y descalificar al adversario tachándolo de "revanchista", lo que en la escala de valores
pacificadores que se estaba fOljando venia a ser la actitud más negativa posible.
17 ORS MONTEl\TEGRO, ~figuelLa represión de guerra... , dt..
lS JUUÁ, Santos Violencia política en la EspaPía del siglo XX, Taurus, Madrid, 2000, p. 160.
- 113 ~
\JODIC1-IEAU, "La represión..."
demostrado en más de un libro que no es participe de la ideolo!:,>1a de la guerra fratricida y
que ha contribuido en gran manera a renovar los estudios en este canlpo- estuviera, sin
embargo, influenciado por la manera tradicional de plantear la cuestión de la represión;
es como si en un libro sobre las víctimas de la h'Uerra, el paralelismo se impusiera a pesar
del autor, como un rasgo obligatorio del subgénero "historia de la represión de la Guerra
civil". El paralelismo se encuentra también, de manera más clara aún, bajo la pluma de
Josep Maria Solé i Sabaté, en otro volumen colectivo de reciente publicación. 19 Parajus
tificar el empleo del plural para el título del capítulo "las represiones", Solé i Sabaté nos
explica:
Esta enunleración que mezcla las 'Víctimas con los verdugos, parte de la ideología de la
guerra fratricida, como d~ja ver el párrafo si.!,'Uiente: "son muchos los conceptos y las mo
dalidades de la violencia originada por un golpe de Estado fracasado que dio lugar a una
guerra civil en la que la palabra represión no representa sino la punta del iceberg en el que
miles de personas vieron truncadas para siempre sns vidas." 21 Sin embargo, en este mismo
escrito como en el libro Víctimas de la Guerra Civil, se puede constatar que durante los
veinte y pocos años que han pasado desde la Transición, la ideología de la guerra fratricida
- 114
prohistoria 5 • 2001
ha tenido que hacer un lugar a la reivindicación de la memoria de los vencidos y
represaliados por el franquismo. Así, mientras que en 1986, en un mismo encargo sobre la
represión, Josep ~1arla Solé i Sabaté y Joan Villarroya sólo escribian sobre las dos represio
nes intervenidas entre 1936 y 1939, diez años después, en la contribución titulada "Las
represiones", Solé i Sabaté incluye naturalmente la represión franquista de postguerra. 22
En diez años, además, varios autores, entre los que cabe citar Julián Casanova Ruiz,
Ángela Cenarro Lagunas, Francisco Cobo Romero y Miguel Ors Montenegro, escribieron
mlOS volúmenes donde cabía el estudio de la violencia desatada con la guerra y durante
varios atlOS después de ella, tal y como los dos historiadores catalatleS 10 habían hecho ya
en 1983 con la comarca del Maresme. 23 En Victimas de la Guerra Civil, de las tres partes,
la que cuenta la represión de postguerra es la más importante en número de páginas. En
ella, Francisco Moreno se exiiende a veces con bastante precisión y un tono que es el de la
recuperación de la memoria de las víctimas del franquismo, sobre las diferentes formas de
la represión ejercida porla dictadura hasta 1949. De hecho, no puede haber, en ellibro en
conjunto, un paralelismo entre la violencia ejercida por los dos batIdos; cuanto mucho,
éste se ve torcido por la inclusión de la represión franquista de postguerra. Como "'Hl""'.»,
el libro cumple con su cometido de tenninar con las polémicas y pacificar el tema. Es
portador, en parte por esta tensión que acabatnos de subrayar, de futuras criticas y discu
siones sobre lo que se debe incluir en la represión y cómo conceptualizar la violencia de
aquella época. El titulo mismo ret1eja la evolución que ha conocido el tema: a pesar de ser
la conclusión y remate de la historia de la represión, prefiere el término de "víctimas"
como si declarara posible el final de la denmlcia y el principio del apaciguamiento de la
memoria. 24
22 El encargo de 1986 era para la serie dedicada por Hist01ia 16 a la Guerra Civil.
23 SOLÉ 1SABATÉ, Josep Maria y VILLARROYA 1FONT, JoanLa repressió a la guerra...cit.
Debemos citar también ulllibro UllpoCO posterior de los mi&lliOS autores: La repressiófiunquista
a Catalunya (1938-1953),62, Barcelona, 1985.
24 No deja parella de plantear un serio problema este titulo. En efecto, al incluir los represaliados
por el franqulsmo hasta 1949 en las "víctimas de la guerra civil", el hbro parece realizar Ulla
separación en el franquismo. ¿Aquellos represaliados de 1939 a 1949 acaso serian más víctimas
de la guerra civil que del franquismo? La fórnmlano deja de ser problemática en cuanto pemúte
interpretaciones que sin duela los autores no compartirían. La techa misma de 1949 no es la que
se practica en otros libros con semejante tema y deja también lugar a discusiones.
- 11 5
FRANCOIS GoDlCHEAU,
emocional y memorial que pesa sobre los aIlos 1936 a 1939. Y ello no sólo por el impera
tivo de olvido dado durante la Transición y mantenido después, sino también porque este
imperativo tiene su oligen, su punto de partida, en varios decenios de propaganda fran
quista, de recuerdo obligatorio de cierta historia. La forma en la que se hizo la historia de
la guerra civil, durante muchos mIos desde el exterior (y sin o con muy poca documenta
ción arclúvística), se entremezcló con los debates que agitaban las diferentes fracciones
de los vencidos. T,mlbién con la apropiación de la historia de la guerra desde España en
los momentos de la recuperación, que coincidió con centenares de memorias y monografías
testimoniales. Todo esto ha pesado en la manera de abordar la guerra por parte de los
historiadores profesionales. De hecho, parece como si este objeto de memorias y olvidos
actuara como un polo de con los investigadores que bUSCaIl hacer una historia
acorde con metodológicas y problemáticas del momento actual. Cuan
to más polémica es la temática elegida dentro de la historia del conflicto, más parece que
no habria nada que o que más vale no hacerlo.
La represión funciona como un subgénero, no sólo porque se sabe de inmediato de qué
se trata cuando uno el sino también porque esta historia se ha elaborado
en medio de una tensión memoria-olvido bien particular, y bajo lh'13S formas bastante
predeternulladas. Una de las características principales de los libros o capítulos que tratan
de la represión es el de un relato más o menos corto (desde un volumen
entero en Solé y Villarroya hasta quince páginas en Gabarda Cebellán) a una contabilidad
o mlaS listas de muertos. Pocas veces el térnlino represión, aplicado a la guerra civil, da
lugar a otro tipo de historia. 25 Pocas veces, un autor adjetiva la represión y anlplia el
concepto hasta tratar de otra represión que no fuera asesinatos y matanzas. 26 Ángela Ce
narro Lagunas resume los defectos de esta reciente historiografía de la represión:
"La llegada del nuevo de libertades ofreció la ocasión a todos los que
habían tenido que callar durante cuarenta aftoso Su afán de reivindicar las muer
tes silenciadas ha tenido como resultado la denuncia de la violencia ejercida por
el ejército sublevado y la publicación de monografías locales oreh>lOnales que se
han centrado en el recuento detallado de las víctimas de la represión y de un
sinfínde sucesos más o menos escabrosos: desenterrar cuanto más muertos m~ior
era una buena forma de demostrdr lo cruenta que fue la pasada dictadura. Estos
" 116
prohistoria 5 2001a
afanes iban teñidos de una tenue y pretendida objetividad, presidida por el lema
de que los hechos no mienten, o bien de una visión maniquea que repetía el
esquema de la historio grafía más ideologizada Se ruladia además el interés por
aprender de la historia (pues para el grueso de la población depoco sirve si no es
para extraer conclusiones que permitrul mejorar el futuro), exhibiendo una serie
de barbaridades que los españoles no deberian repetir jamás". 27
- 117
FRANi;OlS GoDlCHEAU, "Larepresíón..."
tratándose del franquismo. Ahora bien, el libro se sitúa en la línea de las historias de la
represión, está dirigido al gran público, yal contrario de lo que anuncia la contraportada,
apOlia, para las dos primeras partes en particular, muy pocas novedades. Si bien no es un
libro que aborde la contabilidad (sólo el anexo toca el tema del balance cifrado), se limita
a ser una descripción y no propone al lector unas líneas de problematización de la cues
tión: menos que un fenómeno histórico cuya singularidad y excepcional violencia tendría
que ocasionar muchas preguntas, siendo un séquito de hechos horrorosos, a veces
clasificados por categoria, a veces por provincias, del que se nos propone un recordatorio.
Sin embargo, el hecho deponerpunto final a la "lústoria de la represión" tal y como la
hemos conocido (lo que este libro hace muy bien) me parece indispensable para poder
emprender otro tipo de historia, para, como mínimo, poder aplicar al período 1936-1939
las herramientas conceptuales que se han forjado sobre otros períodos o en otros países.
Cerrado el debate y terminada la historia específica de la represión, la guerra civil puede
venir a ser un terreno de investigación "normal", es decir, dejar de ser un coto reservado
para polémicas de especialistas del conflicto, y reintegrarse al siglo veinte español y euro
peo, y a las problemMicas que ahí se El mismo Julián Casanova liam3 a abrir el
tema mediante una perspectiva con la Europa de los años 1930, única fom13
de renovar un marco interpretativo global sobre la guerra, que a causa de las implicaciones
memoriales del conflicto ha permanecido intocado desde hace decenios. 29
Alberto Reig Tapia, reconociendo que este libro es "una exigencia historiográfica in
eludible para acallar las reiteradas manipulaciones que sobre la lacerante cuestión de la
represión nunca han dejado de hacerse desde tribunas y platafomlas mediáticas ajenas a
la historiografia", llama, no obstante, a una continuación del trabajo: "los autores, basán
dose en los estudios sectoriales ya intentan una síntesis y una visión general
sobre la que, no obstante, habrá que seguir insistiendo con mayor reposo", porque, a partir
de ahí, "todo abunda en la constatación de la normalización de la Guerra Civil y del
franquismo como exclusivo objeto de estudio y no como mera arma ideológica partidista
en querellas de índole estrictamente políticas".3°
En efecto, el tema de la represión es particularmente interesante como punto de obser·
vación para constatar la transfonnaCÍón o no de la guerra civil en objeto de estudio nor
malizado, es decir, para ver si nuevos estudios ayudan a asmnirplenamente el conflicto y
a la inversa, si un real olvido a base de un conocimiento desmitificado, puede devolver
estos tres rulos a unos estudios históricos algo más liberados del lastre de memoria que
siguen arrastrando. No sólo hay que "seguir rescatando la memoria de la guerra, la me
moria democrática, de la angosta morada donde quedó relegada durante tantos años por
la prepotencia y el cainismo de los eternamente vencedores, primero, y cierto y discutible
2 9 CASANOVA, Julián "Guena civil, ¿lucha de cla'leS?: el difícil ejercicio de reconstmirel pa'lado",
Historia social, núm. 20, otoño 1994, pp. 135-150.
30 REIG TAPlA., Alberto A1en/aria de la Guerra Civil..., cit.,p. 327, el énfasis es mío.
- 118
prohistoria 5 - 2001
pragmatismo de no pocos demócratas, después", sino también" desmitificar algunos suce
sos y devolverles su primera esencia para que queden más acordes la historia y la memoria
sin más aspiraciones que contribuir a que las nieblas y las ausencias del olvido ganen
transparencia y fijen el recuerdo. Para que seamos más libres para el olvido, y para el
recuerdo".'1
Poco se ha aprovechado el tema de la violencia represiva para hacer tUl estudio de los
poderes en los tiempos de guerra, un examen de lo que puede encubrir todo el discurso
sobre el control y el descontrol, sobre las dificultades del poder y las luchas internas, no
sólo entre fracciones sino también entre diversos grupos sociales. Asimismo, la insisten
cia, a la hora de estudiar los discursos, sobre las justificaciones cínicas de unos y condenas
poco cAitosas de otros, ha ocultado otras vías de investigación que podrían ser, por qiem
plo, comparaciones diacrónicas para cada bando entre los discursos del orden antes y
después del estallido de la guerra. Pa..ra el campo republicano, íos pocos estudios sobre
justicia que existen están desvinculados de la cuestión de la violencia política, cuando
podrían ser aprovechados para investigar acerca de la construcción de un nuevo orden
juridico-policial en un contexto de fuerte militarización y ensañadas luchas políticasY
Pard el campo rebelde, el estudio de lajustitlcación legal y, en general, de las relaciones
entre imposición de la fuerza bruta y fonllalización legal, se debería acompañar del aná
lisis de las actitudes en el ámbito de lo jurídico. Otras vías de investigación pueden ser
destacadas, como lo ha enseñado ConxÍta Mir para la postguerra, con estudios a la escala
de los pueblos sobre las redes y estrategias locales y familiares en tomo a la violencia
represivaY
La simplicidad metodológica del tratanúento de este tema para la guerra civil aparece
cada vez más porque contrasta conIa complejidad y la calidad de las reflexiones que sobre
la represión}' la violencia se están dando en las universidades esparlo1as. Si durante un
tiempo el difícil acceso a los archivos ha podido eAlllicar cierto retraso metodológico de
los estudios sobre la guerra, sería exagerado acudir a este argumento en la actualidad,
sobre todo a la vista de 10 realizado sobre el periodo más cercailO y complicado desde el
punto de vista documental: el franquismo. Síguiendo los avances de la reflexión histórica
sobre el nazismo y el fascismo y los fenómenos de violencia a ellos ligados, un buen
número de investigadores están produciendo, acerca de este periodo, una historia muy
32 SÁNClffiZ RECIO, Glicerio Justicia y Guerra en EspaFía. Los tribunales populares (1936
1939), Alicante, 1991; tmnbién del autor, La República contra los rebeldes ... , cit.; BARRULL,
Jaume Violencia popular ijustícia revolucion¿uia. El Tribunal P opufar de Lleida (1936- 1937) ,
Pages, Lleida, 1995. Estos libros sólo son una minima parte de lo que pemúte la documentación
judicial republicana. 111 investigación personal intenta aprovechar esta documentación y realizar
la propuesta aquí presentada.
n IvlIR CURCO, Conxita Vivir es sobrevivir. Justicia, orden y marginación en la Cataluña mm!
de postguerra, Milenio, Lleida, 2000.
- 119
FRAN<;OJS 'UVU1C-nCfU'> "La represión..."
34 En el número e~pecial de Ayer consag11ldo a este tema en 1994 (Violencia y política en España,
Madrid, Marcial Pons), el coordinador, Julio Aróstegui, subrayaba esta falta en las historias de
la violencia: "Los trabajos que se van produciendo, cada día con mayor asiduidad, sobre episodios
concretos de la política represiva en territorios particulares del país, de manera especial en ese
central del siglo que abarca desde 1931 hasta 1963, y que en la jerga habitual conocemos
como guerra civil y primer franquismo, una alanllante carencia de ideas y de
conceptuaciones orientativas de la lo que amenaza seriamente con convertir un
tema de trascendental importancia para el entendimiento de nuestra historia reciente en tma
mera descripción de crueldades o en un 'contar muertos', cuyos nefastos efectos no
destacar. Nuestro intento de que algún destacado especialista se encargara de este t11lta1nÍento
no ha tenido éxito", el énfasis en el de pp. 15-16. Entre los estudios reCIentes,
destacaremos los trabajos de GONZft.LEZ CALLEJA, Eduardo La razón de lafi.¡erza. Orden
público, sllbve;:~ión y violencia política en la Espaí'ía de la Restauración (1875-1917),
Madrid, 1998; y El A1ausery el sufragio. Orden público, subversión y violencia política en la
crisis de la Restauración (1917-1931), CSIC, Madrid, 1999. También ROMERO MAURA,
Joaquín La Romana del diablo. Ensayos sobre la violencia política en Espaiia, Marcial Pons,
Madrid, 2000; y JULIÁ, Santos Violencia política en la Espaí'ía del siglo XY, Madrid,
2000.
- 120
prohistoria 5 • IDO 1
una larga dictadura modeló también los cuadros de interpretación de los hechos violentos
en aquel periodo; varias razones convergieron hacia una presentación en paralelo, todavía
imperante, de 10 que se sigue llamando con el mismo nombre, "las represiones", ocurridas
en cada bando. La dificultad de salir del marco de la guerra fratricida ha pesado sobre la
escritura de los historiadores de una manera especialmente fuerte en este tema, tema
aparte de una historia aparte, la de la bruerra civil.
Es en otro campo, el de la historia del franquísmo, donde el estudio de la represión, de
la violencia política, ha innovado recientemente: alú, al analizar el franquismo como una
realidad total, con su funcionamiento propio, sus reglas, sus actores y dinámicas internas
(roces y conflictos entre sus componentes, evoluciones y continuidades), los historiadores
han reinteh'rado la represión en un verdadero sistema, la han vuelto inteligible y sih'Ilifica
tiva. 35 Hay que notar a este respecto el provecho que puede traer el cambio de escala, el
análisis micro de u,'larealidad (pueblo o barrio) que el investigador intenta conocer lo más
completamente posible: a la escala de un pueblo, la represión no puede ser solamente una
lista de muertos, contiene mucho, mucho más. La recuperación de los detalles precisos, de
la fuerza que tienen los testimonios, de] dolor, tan difícil de transmitir, puede hacerse
mediante este cambio de escala. Pero si se sigue esta vía, habrá que especificar en los
objetivos de la investigación la construcción conceptual de las nociones de represión y
terror, quizás empezando por diferenciar estos dos ténninos y aplicarlos a los dos fenóme
nos no tan simétricos ocurridos de cada lado del frente. 36 Aquí surge una pregunta: ¿vale
la pena promover esta diferenciación conceptual? En realidad, tendría que formularse así:
¿qué es 10 que pretende el historiador al poner en tela de juicio la visión paralela de la
represión de guerra?
No se pretende hacer justicia del pasado. Durante estos últimos años, en Francia, se ha
debatido sobre el papel del historiador en los procesos de enjuicianriento de los criminales
de bruerra y se ha tenido que admitir que este papel era en realidad muy limitado. La
intervención real de historiadores como "peritos" en eljuicío de Maurice Papan ha sido
rechazada por varios investigadores y profesores. 37 Se acordó que 10 único que podían
35 Hay que citar aquí dos estudios entre los más interesantes para entender la violencia política
como componente principal de un sistema total y aplastante: CENARRO LAGUNAS, Ángela
Cruzados y camisas azules. Los orígenes del fascismo en Aragón (1936-1945), Prensas
Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 1997; MIR CURCO, COILxita Vivir es sobrevivir... , cit
36 En la contribución de Francisco Moreno al libro Víctimas de la guen'a civil, citado más arriba,
se puede obselvru' cómo, gracias ala enumeración de vruias iomtas y telTCUOS donde se verifica
el tema de la violencia, y también debido a la inserción de muchos más detalles, la in1agen de la
represión se vuelve más completa y compleja.
37 Antiguo secretario de la administración estat'11 en la ciudad de Burdeos, que participó en la
deportación de niños judíos alos campos de concentración durante la ocupación nazi en Frd11cia,
durante la segunda guerra mundial.
- 121
FRAN<;:OIS GoDICHEAU, "La represión ..."
hacer era informar a la sociedad, sin más legitimidad para intervenir en un proceso judi
cial, limitando a este papel de información su intervención en la sociedad.3g
Lo que se puede hacer, al contrario, es aportar análisis sobre regímenes y fenómenos
políticos, a partir del estudio de los hechos violentos, separar el enfoque moral que lleva a
la opinión personal sobre si el pacto de olvido es o no benéfico, del trabajo histórico sobre
el sentido político complejo y plural) de las violencias consideradas,
reintegrándolas en el sistema que las producía. Esto significa prestar atención y comparar
los discursos (político, policial, judicial, militar) sobre la represión y las prácticas de las
instituciones, trabajar sobre la coherencia intema o las contradicciones de los movimien
tos represivos, para ver si los fenómenos estudiados hacen sistema o no, y y hasta
cuándo funciona. si se pregunta a qué orden público apuntan los fenómenos
represivos, se añade a la dimensiónjurldico-policíaca, las dimensiones sociales y políti
cas, en la medida en que un estudio del orden engloba el orden político y el social.
De esta manera, salir del coto reservado de una historia-género literario y utili
zar el terreno de la guerra civil para echar luz sobre su antes y sobre todo su después; en
vez de informar que el olvido tiende a hacer el
debate no habido y venir, sobre la República y la Dictadura. Si hay una
exigencia de la memoria de los vencidos, es que este debate pueda existir.
33 Para un balance sobre estas polémicas, véase CONAN, Erie y ROUSSO, Henry Vichy, un passé
qui /le passe pas, 1996, [2a. ed.]. También ROUSSO, Henry La hantise du
passé, TeA'tUel, Paris, 1998 y "'Dle Historian, a Site ofMemory", en FISHMAN, Sarah et aL
(directores) France at War. Vichycmd the Historians, Berg,NewYork, 2000.
- 122
prohistorie 5 • 2001
Jurisdicciones en Tensión
ELSACAULA
(UNR)
Resumen
La reacción del padre, en tanto autoridad de la fmniiia, contra la libertad de elección de los
primos hennanos que habían concertado esponsales secretos, desencadenó el juicio de disen
so matrimonial que seestudía. Demoró tres años para resolverse: entre 1802 y 18051as cortes
civiles y eclesiásticas de la ciudad de Buenos Aires y la sede arzobispal de Charcas se ocupa
ron del pleito sin alcanzar sentencia definitiva. Se analizan las tensiones entre autori
dad patema, legalidad monárquica y polifonía de la Iglesia americana, en el proceso de
profesionalizaci6n de la justicia letrada.
Palabras Clave
jurisdicciones - pleito fmniliar - disenso - autoridad
Abstract
The reactioll of the father, as authority of the family, against the fre..."dom of electioll of two
cousins fuat had swom secret wedding VO\VS produced the realisation ofthe trial that is being
studied. 1t took three years fol' the case to be resolved: between 1802 and 1805 the civil and
clerical courts ofthe city ofBuenos Aires and the archbishop of Charcas took parí in the trial
without reaching any detmite sentence. 111e tension between the parental authority, the
mOllarchicallegality, thepolyphony oftheAmerican Chmchand theproticiency ofthe justice
is being analysed in this article.
KCyWords
juxísdictions - fmniliar argument - disense - authority
CAULA, EIsa "Jurisdicciones en tensión. Poder patriarcal, legalidad monárquica y libertad ecle
siástica en las dispensas matrimoniales del Buenos Aires virreina!", prohlstorta, Año V, número 5,
2001,pp 123-142.
* Este trabajo fonna parte de mi Tesis de Maestría titulada "La sociedad y el poder desde el
enfoque de Género". Agradezco amis directores Ricardo Cícerchia y Maria Inés Carzolio, así
como a mis colegas y amigos Gtiselda Tarragó, CJabliela Dalla Corte, Darío Brn.riera y a los
réferis de esta publicación por sus yaliosos comentarios a versiones previas.
- 123
ELSA CAULA, "Juridicciones en tensión ... "
Sobre disensos CICERCHIA, Ricardo La ·Vida maridable: Ordinary families, Buenos Aires,
Archivo General de la Nación (en adelante AGN) Tribunales Civiles, Legajo E, n Q 1, años
1800-1804, C.11, Al'. 18,07/01/1803. Archivo Privado de Vicente Anastasio Echevania (en
- 124
prohistorifj 5 • 2001
Comencemos por el relato de los hechos que desembocaron en el conflicto civil y ecle
siástico. El padre de Ma.ría Antonina, don José de Echevarría y Madina, se desempefiaba
como Escribano de la Real Casa de la Moneda de Buenos Aires. Al tomar conocimiento de
que su hija de tan sólo diecisiete filOS había celebrado esponsales secretos con su primo
hermano Vicente, no sólo negó el permiso aludiendo a que su hija había consentido por
estar "seducida y engafiada, al mismo tiempo que halagada por un primo que habitaba
dentro de nuestra propia casa", sino que desencadenó un verdadero escándalo social al
expulsar de la vivienda familiar al sobrino y al obligar a su hija a pennanecer "recogida" en
la residencia de Cristóbal de AguilTe, pariente, paisano y amigo de confianza Para el jefe
de familia, la casa de A,guirre, tul prestigioso comerciante de Buenos Aires -cuya esposa era
prima hermana de la madre de Maria Antonina- era "rula casa 10 mismo que la núa, llena
de celo por la honra Dios ... en que hoy no viendo ni oyendo, ni practicando sino
labores honestas y muchos exercicios de piedad y devoción". } Como es sabido, el depósito
en un lugar distante del podía tener diversas intenciones. En ocasiones, em la esh<l
utilizada por eclesiásticos para proteger a los novios afectados. En nuestro
caso, lamtenóón de José fue sólo una: tJrzar a su hija a cambiar de alejándola de
la posible influencia de "Tiempo tiene para que se le e:\.tinga la inclinación
que mi sobri.no a hecho que le , afirmó en una oportunídad. 4 Al privarla de
comunicación que motivaba su pretensión esperdha persuadirla y apartarla de la decisión
tomada. s El recogimiento, la garantía de una reclusión más controlada que la ofreci
da por los conventos, supuso la reclusión de Maria A.ntonina por el lapso de tres afios hasta
que se dictó la sentencia defini.tiva, reclusión que significó, por otra parte, la exposición
pública del conflicto fan1iliary la incomunicación para los contrayentes. La disputa quedó
c1aranlente planteada entre dos premisas irreconciliables: la preeminencia del consenti
miento de los contrayentes, o la hegemonía del consentimiento paterno.
La relación entre Vicente y María Antonina era conocida para todos los que frecuenta
ban el círculo intimo de la familia Echeva.'TÍa. Desde el momento en que Vicente llegó a
la ciudad, fue evidente que mantenía con su prima hermana un trato calificado de
"familiarisimo". La intima c.omUllÍcacíón que conservaban hada sospechar algo más que
una simple y buena relación entre primos. Pero el temperamento del jefe de fan1Ília inspi
raba tanto respeto y temor que los jóvenes habían acordado "a!,'Uardar las circoostancias
más propicias en que lo contemplen realmente a este designio" para anunciarle que ha
bían celebrado" esponsales secretos aunque con la mano en reserva" porq ue aún no tenían
su consentimiento. La posibilidad de ooa negociación del conflicto al interior del espacio
doméstico sólo hubiese sido posible si una de las partes hubiese estado dispuesta a dec1i
MARTÍNEZ, Manuel Lib¡-ería de jueces JI, Madrid, 1774, citado en PORRO, Nelly
7, L.'1stituto de Investigaciones de Historia del Derecho, Buenos Aires, 1980, pp. 123-149.
- 125
ELSA CAULA, "Juridiccionesen tensión..."
nar su decisión. Mada Antonina supuso ingenuamente que su padre entendería su resolu
ción pero no fue así, y la altemativa abierta fue acudir directamente a la corte civil. Ella
misma relataría tiempo después que sabía que la decisión de celebrar esponsales secretos
con su primo ocasionaría la enconada oposición de su padre. A pesar de este conocimien~
to, la joven sostuvo con firmeza su resolución de "enfrentar por todos los carninas" la
actitud refractaria de su padre. En carta a su padrino, Ignacio Picazarri, por entonces
Deán Provisor del Obispado de Buenos Aires, sostuvo que el matrimonio con su primo
hermano era su ú11ÍCa salvación. Buscando su apoyo como padrino y como máxima auto
ridad eclesiástica de la ciudad, puntualizó:
"Me arrojo junto a las piedades y altas facultades de V.S. para que se digne
dispensarme impedimento (del segundo grado de consanb'Uinidad), a la urgen
te conmiseración de que conceptúo que esta es la única unión que fabricará mi
salvación, sCb'lÍn así me lo ha asegurado tanlbién mi espiritual Director. v.s.
como Pastor en el día de este Pueblo y especial mío, por la calidad de mi
Padrino, no escaseará esta gracia."6
La oposición patema, como vemos, tenía varíos motivos. En prim;;r lugar, José de
Echevama y W.adh'la ya había concertado a espaldas de su hija su unión "con un L/a.t;:)CUIlV
amigo, hombre de bien y de bienes". En segundo lugar -y dado que profesaba enonne
fidelidad a los preceptos de la católica, apostólica y romana-, consideraba que el
casamiento entre Mac"Ía .A.utonina y Vicente debía ser considerado una gran falta y prohibi
do en virtud del impedimento de segundo grado de consanguinidad. La decisión del Escri
bano de la Real Casa de la Moneda de Buenos Aires puede parecer paradójica si pensamos
que Vicente em para él un sobrino yerdaderamente especial. En efecto, Vicente había que
dado huérfano a los doce rulos y fue precisamente el hermano de su padre, don José, quien
lo adoptó. El niño dejó Rosario de los Au1:'oyos, su tierra natal, y se fue a vivir a la casa de su
tío en Buenos Aires, cuando aún su prLrna Mada Antonina era una niña pequeña.
Como padre adoptivo, y en su calidad de autoridad máxima de la familia, José decidió
que su sobrino fuese "un buen sacerdote". Con esta fmalidad, el joven fue enviado a
estudiar al Real Colegio Carolino. Allí accedió al título de bachilier, pasando luego a la
Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Javier de Chuquisaca donde se
en Leyes y Sagrados Cánones. Sin embargo, el joven tomó un camino diferente al
trazado por su tío: no se ordenó sacerdote, sino que prefrrió la carrera del foro, primero
participando como practicante en la Real Academia, y luego como abogado en la Audien
cia de Charcas y "Opositor a las Cátednts de Instituta y de la de Vísperas de Cánones de la
Real Universidad", decisión que su tío nunca entendió y que desembocó en un largo dis
tanciamiento con Vicente. 7 En 1802, luego de quince años de ausencia de Buenos Aires,
- 126
prohistoric. 5 2001
M
Vicente regresó a la ciudad. Fue recibido en la casa de su tío, que cumplía las veces de
"casa paterna", e ingresó directamente como abogado en la Real Audiencia de Buenos
Aires. Fue precisamente durante ese año cuando, enamorado de su prima hermana Maria
Antonina, celebré esponsales secretos con ella a espaldas de su tio y tutor, quien consideró
la unión lisa y llanamente como imperdonable traición. El juicio de disenso matrimonial
sustanciado en este contexto, así como su resolución en el marco de las creencias religio
sas y culturdles sobre la familia y el matrimonio, constituyen el objeto de estudio de este
articulo, cuyo propósito es mostrar las maneras de hacer justicia y las implicaciones de la
organizaciónjurisdicciollal en la sociedad hispano-colonia1. 8
Siguiendo el encadenamiento particular deljuicío de disenso matrimonial, mostraré el
ejercicio del control regio sobre el comportamiento del clero. Asimismo, y con la fmali
dad de comprender la tensión manifestada en el seno de las jurisdicciones porteñas, ana
lizaré las actividades del clero en función del orden familiar así como las lealtades y
alianzas entre los actores que participaron en el pleito. Tres jurisdicciones -patriarcal,
monárquica y eclesiástica- se disputaron el saber para alcanzar la "verdad juridica", plan
teando contradicciones legales y superposiciones de poder que coinciden con el proceso
de formación de la sociedad disciplinaria En este contexto, la constitución de nuevos
dispositivos de saber con su correlato práctico, supone un conjunto de tácticas y estrate
gias de poder que podríamos vincular, en este momento, con el avance del proceso de
secularización y con el consiguiente fortalecimiento del Estado Absolutista. 9 . Por esta
razón, el objetivo es mostrar la tensión entre la autoridad paterna -opuesta a otorgar la
venia para el matrimonio-, el Magistrado real local -que declara la irracionalidad del
disenso patemo- y la polifonía de la Iglesia americana -la cual emitió dos fallos diferen
tes a 10 largo de los años en que se dirimió el conflicto. Dicha tensión debe entenderse
asinúsmo en el contexto histórico de su aparición, esto es, el proceso de profesionalización
de lajusticia letrada en el marco de las instituciones estatales. 10
Vicerrector Dr. Don Juan José de Segovia, La Plata. Noviembre 25 de 1794, en CORREA
LUNA, Carlos "Un casamiento en 1805", el.1Revista de k, Universidad de Buenos Aires, Tomo
43, Buenos Aires, 1920,p. 24.
Para lUl estudio sobre el ejercicio del derecho y el significado de la justicia desde la percepción
de lUlactor social de la colonia rioplatense Cfr. DALLA CORTE, Gabriela "Cuando los empeños
personales son la Regla judicial: Percepciones subjetivas y valoraciones de lajusticia colonial
rioplatense", enBoletínAmericGnista, núm. 49, Publicacions Universitatde Barcelona, Barcelona
1999. También Vida i mortd'ww aventura al Riu de la Plata,JaimeAlsina j Verjés, 1770-1836,
Publicaciolls de l'Abadía de Montserrat, Biblioteca Serra D' Or, Barcelona, 2000.
FOUCAULT, MÍchelLa verdady lasformasjuridicas, Gedísa, Barcelona, 1992.
10 HERZOG, Tamar"¿Letrado o teólogo? Sobree1 olido de lajusticiaa principio del siglo XVllr',
en SCHOLZ, Johannes-MÍchaelFallsludien ztlr ~panischen undportugiesischen Justiz 15.bis20.
jahrhundert, Víttorio Klostennaun, Frankfurt, 1994.
- 127
EI.SA CAULA, "Juridicciones en tensión..."
la institución fami
liar como medi.o de socia1izad6n moral y pallUca que debía ordenarse a través de
restrictivas. Por esta f32ón cabe recGrdar que la definitiva de la institución
la vohmtad de les
- 128
"0historia 5 • 2001
que la unión podía afectar el honor familiar y perjudicar el orden social 12 Nelly Porro
propone distinguir dos maneras de promover el recurso: la manera" directa", que comien
zan los novios en calidad de hUo, futuro yerno, hija o futura nuerd, hermano o nieto del
dispensante y la manera "indirecta", que se produce cuando quien tomala iniciativa es el
padre, la madre o ambos, el padrastro o los parientes cercanos como hermanos, hennanas,
cuñados, tíos y tías, abuelos de los novios, etc. 13
Según la Rea! Pragmática, el disenso paterno sólo podía ser aceptado en caso de ser
racional, es decir, de tener 'justificada causa". El recurso legal sirvió para litnitar efecti
vamente la arbitrariedad paterna. A partir del 7 de abril de 1778 -año en que la legisla
ción fue extendida a las posesiones españolas en América- dos modificaciones de trascen
dencia se introdujeron en las disputas pre-nupciales: el requisito ineludible del consenti
miento paterno para contraer matrimonio, hasta entonces nunca exigido por las leyes
canónicas; y la presentación ante 1ma corte civil en caso de disenso, destituyéndose por
ende las cortes eclesiásticas. La pena estáblecida para los infractores y sus descendientes
era la pérdida de la calidad de herederos forzosos. La resolución del 3 de julio de 1788
1 tit. 2°, Lib. X Novísima Recopiiación) en la que Carlos nI había ordenado "no se
deben admitir en los Triblmales eclesiásticos demandas de esponsales celebrados sin el
consentimiento paterno, de suerte que la oposición de los padres -presumida envista de la
falta de consentimiento- reputada en la época como un impedimento impediente, se con~
vierte en impedimento dirimente de los esponsales, por considerarse que no hay obliga
ción de contraer un matrimonio ilícito."14 La normativa de Carlos m, por otra parte,
contenía referencias explícitas sobre los esponsales de los hijos de familia menores de
veintidós años en el caso de las mujeres y menores de veintitrés en el caso de los varones.
El haber celebrado esponsales sin consentimiento o tener esponsales pendientes merecían
penalización, pero dichas penas sólo podían ser impuestas en aquellas circunstancias en
que el convenio hubiese sido realizado entre los contrayentes. Debemos tener en cuenta.
también que en 1787 una nueva cédula real se había sumado al rigor de la Real Pragmá
tica y prohibía a los sacerdotes celebrar matrimonios sin la previa aprobación de los
padres, clara manifestación de la política refonmsta de los Borbones, es decir el regalismo,
doctrina que defendía prerrogativas de la monarquía frente a la IglesiaY
- 129
ELSA C.A.ULA, "Juridiccionesen tensión..."
Para constatar cómo fueron aplicadas dichas normativas, en gran parte contrapuestas,
contamos con algunos estudios que, tomando como base los juicios de disenso presenta
dos ante la Real Audiencia de Buenos muestran cómo se hacíajusticia entre fmes
del siglo XVIII y principios del XIX. tú En esta dirección los aportes realizados por Nelly
Porro son de gran utilidad en tanto dibujan el panorama juridico de la aplicación de la
Pragmática. '7 La autora analiza medio centenar de sentencias que evidencian la tenden
cia a favorecer las demandas de los jóvenes contrayentes así como una limitada acepta
ción social de los postulados de la Real Pragmática. lE Dicho proceso fortaleció los postu
lados tridentinos, defensores de la libre elección de los contrayentes, en tanto el derecho
canónico romano consideraba que el matrimonio sólo podía tener entre dos perso
nas que por propia dicho sacramento. 19 Haciendo referen
cia a dos ciudades del Río de la es decir, Córdoba y Buenos Aires, Susan Socolow
estudia de disenso así como las ap,ela,Cl()lli~S
BJlte la Real Audiencia. En relación al número de m,¡tnm()mos, smm~me
finalm,~nte acepimc'an
suscitarse \"'-"'LUí'-","", se resolvían en el ámbito dmuéstico, Al los motivos de
autora confirma que, si bien. la raza,
moralidad erUl."llas razones más diferen~
Beatriz y
n.~'U"""jlVHde la legislación sobre matrimonio de de familia en el
documental, , en Actas y estudios del JI! Congreso del
Instituto internacional de Historia del Derecho Indiano, Madrid, 1973, pp. 779-799;
PUEYRREDON, Alfredo "Aporte documental al estudio del en el Río de la Plata",
en Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1985, pp. 239-283;
Ricardo Historia del Derecho Argentino, Tomo ll, Buenos Aires, 1946, pp, 272-281;
DELLEPIAt-.'E, Antonio "Una patricia de Antaño: María Sánchez de Mendeville", en Das
patricias ilustres. 1923; CORREA LUNA, Carlos "Un casamiento en 1805", en
Revista de la Universidad de Buenos Aires, ciL Con respecto de Améríca, Cfr,
SEED, Patricia Amar, lwnrar y obedecer en ell'vléxico coloniaL tomo a la e lección
matrimonial,1574-1821, 199 1; NlZZA DA
casamento do Brasil colonial, Sao 1984;
Cuba colonial, AliaIl.za América, Madrid, 1992.
Nelly "Conflictos sociales y tensiones familiares en la sociedad virreina! rioplatense
a Imvés de los juicios de disenso", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana
Dl:Emilio Ravignani, núm. 26, 2a serie, Buenos Aires, 1980, pp. 361-392.
18 Las sentencias en primera instancia arrojan los siguientes resultados: 20 de disenso irracionaL
9 de disenso 16 sin resolucí Óll, 1 otorgamiento de permiso por el padre, 4 desistimiento
de los hijos y 1 avenimiento (no se casan), datos en PORRO, Nelly "Los Juicios de disenso ..".
cit
19 CICERCHIA, Ricardo "Vida familiar y prácticas conyugales. Clases populares en una ciudad
colonial, Buenos Aires, 1800-1810", en Boletin del JnstitutodeHistoriaArgentina y Americana
Dr. E. Ravignani, núm, 2, 38 serie, Litadar, Buenos Aires, 1990, p. 96.
- 130
prohistoriG 5 - 2001
cias en el peso relativo de las mismas. Por ejemplo, la cuestión de la desigualdad econó
mica se destaca en la ciudad de Buenos Aires como la causa de mayor importancia mien
tras que, en Córdoba, las consideraciones raciales teman más trascendencia social. Asi
mismo, al observar la actitud tomada por las familias que pertenecían a la élite local y
quienes formaban parte de los sectores medios y populares frente a las elecciones de los
hijos, señala diferencias notables entre ellas, 10 cual impide formular generalizaciones
rotundas. Socolow sostiene la eficacia relativa de la Real Pragmática, al constatar que los
comerciantes lograron imponer sus decisiones en todos los casos; los almaceneros y buró
cratas en la mitad de sus causas; los artesanos, peones y pequeños terratenientes en una
tercera parte, y los militares en sólo una cuarta parte.20
Vicente de Echevarria inició las acciones judiciales a través del recurso directo con el
objeto de demostrar la irracionalidad de la oposición del padre de Maria Antonina y
obtener el consentimiento judicial supletorio. Ambos conjuntos normativos -cánones
doctrinales del Concilio de Trento de 1563 y de la Rea! Pragmática de 177611778- cons
tituyeron los instrumentos juridicos consultados y utilizados minuciosamente por los
pleiteantes, clérigos y juristas que actuaron en el juicio de disenso que se estudia, para
justificar y defender sus posturas, siempre en la búsqueda de "sentencia justa". Esta sen
tencia justa dependía de la defmición de detenninadas pautas éticas y del régimen de
castas, con la fuerte estratificación cromática del uso, 10 cual conduce a comprender la
"justa causa" introducida por la Real Pragmática al considerar, básicamente, el criterio
de igualdad entre los contrayentes con el fm de evitar matrimonios asimétricos. La estra~
tegia de especificar "justa causa" era común en la época y se consideraba una táctica
utilizada con la fmalidad de evitar discusiones al recortar las posibilidades de argumentar
contra la deliberación, que era la fuente de decisiónjudicialY Dicho de otra manera, a
diferencia de la justicia moderna que solicita pruebas y razones, la de Antiguo Régimen
requería la llamada "justa causa". Su contribución a la agilización del trámite en instan
cia judicial fue notoria. Los plazos que los tribunales civiles teman para fallar eran varia
bles. En algunos pleitos no se concedía plazo, mientras que en otros se otorgaban hasta
casi treinta días. 22 El caso analizado alcanzó sentencia en el término de doce días al no
existir "desigualdad" alguna entre los contrayentes, de manera que la justicia civil no
dudó al promulgar sentencia y derivar el caso de manera inmediata al ámbito eclesiástico.
La demora en esta instancia, por el contrario, sugiere el lento declinar del poder y de la
ideología de la "vieja sociedad corporativa".
Intelpretar las causas justas y racionales, como reclamaba la Pragmática, no fue tarea
fácil para los letrados y jueces, porque mucho de ellos estaban unidos por diversos vínculos
- 131
ELSA CAULA, "Juridicciones en tensión ..."
a los dos pleitea'1tes, es decir, formaban parte de la red sociaL El ejemplo más paradigmá
tico lo constituye el De'dn del Obispado de Buenos 18Jres, don Pedro Picazani, quíen estaba
unido a la familia Echevarría por lazos de runistad, paisanaje y pacL'inazgo. El "círculo
privado" de la fatnilia nuclear, como señalanlos anteriormente, estaba inmerso en una red
de relaciones familiares queponía en relación a una multitud de hombres y mujeres, parien
agregados y esclavos que quedaban automáticamente involucrados en caso de conflicto,
al mismo tiempo que obligados a tomar posición a favor o en contra de lUla de las
La instancia. civil
En este conte:xio desafortunado, ¿cuáles fueron los pasos dados por los novios para
obtener la dispensa civil y posteriormente la dispensa eelesiástica? La presentación en la
corte civil fue realizada por Vicente (que se desempeñaba como Oidor de la Real Audiencia)
en su l10mbre yen el María Antonina, e17 de enero de 1803. El joven argumentó que su
prometida había solicitado la "venia" a su padre, y que éste se Jahabía negado "r~'f'hl",Anrlr'_
la en forma de depósito", por lo cual se veía incapacitada para "gestionar en el asunto". El
la presentación realizada por Vicente y nombró
voto Antonio Garda López, que tenia funciones judiciales, para que procediese
a las Reales órdenes. EiS de enero de 1803, el alcalde dio comienzo a la primera instancia
interrogando a María Antonina en su de depósito, en casa de Cristóbal de y,
atendiendo al pedido realizado por Vicente, decidió remitirla a casa de la família Ugalde
Monasterio, que se comprometió a no penuitir las visitas de su padre ni de Vicente. Maria
Antonina, mientras tanto, concedió un poder especial al Procurador Juan de la Rosa Alba
para ser representada en "diligencia y acto judicial o extrajudiciales convenga que sean de
mi favor y defensa; suplique, apele, siga las apelaciones y suplique recurso."23
El alcalde también pidió e:-''Plicaciones a José Echevarria, quien respondió airado, des
autorizando a Vicente a sustanciar el juicio en lugar de su hija además de cuestionar su
papel como Oidor. Alegó que la Real Cédula de 1788 sólo autorizabaalos hijos a reclamar
judicialmente y acusó a su sobrino de fomentar discordias y de aprovecl1arse de su confian
za. Seguidamente, enumeró los motivos de su disenso, centrándose en el vínculo de paren
tesco, en particular "el obstáculo que concurre para la verificación del enlace conyugal, no
es tanto el defecto de mi consentimiento quanto los impedimentos canónicos del parentes
co y esponsales antecedentes que cOlTeSpol1den a distintas jurisdicciones y distintos juicios
en que no soy parte. "24 José desacreditó a su sobrino Vicente por haberlo interpelado como
"padre" y también, a la Real Audiencia por creer en su Oidor. Lo que empezó como una
23 AGN, C.1 J, Ar. N°!!s, folio 2. Segím el altículo vrr de la Real Cédula, la primera instancia
estaría en manos del juez designado por la Audiencia en su distrito, y la segunda asumida por
la propia Audiencia, en PORRO, Nelly "Los juicios de disenso ... ", cit., pp. 203-204.
24 AGN, C.11. Ar. nO 18, folios 1, 3 Y8. AGN, IX 24-8-5. Reales Cédulas, 1783-1788, folio 383
a 386. La utilización del conectivo "no es tanto" parece tener la intención de la
tuerza del primer juicio porque el uso retólico no oculta el peso que la primera proposición
tenía en el testimonio.
- 132
prohistoria 5·2001
tibia denuncia sobre el conocimiento que debía tener un abogado del t."ibunal Regio, como
Vicente, continuó con una discusión general en tomo al permiso para contraer matrimonio
y acabó siendo un alegato sobre la falta de idoneidad del superior tribunal civil a quien don
José solicitó su retractación y, "reponer por contrario imperio el referido e.xordio". Alegó
también la falta de veracidad en la exposición judicial de su sobrino y expresó tres aspectos
a tener en cuenta para la argumentación de este artículo:
"No basta que mi hija en la declaración que se le ha tOlnado haya expuesto
haberme pedido el y que yo se lo neb'Ué, para que su pretendiente
promueva justicia [... J a más que la licencia que me pidió aquella para casarse
fue sin expresarme con quién y mal podía yo concederla sin esta circunstan
cia... mucho más que con mi consentimiento y de su libre elección y espontá
nea y plena voluntad se hallaba y halla contraído con otro sujeto de las mayo·
res ventajas quién tenía dada su palabra de antelnano y esperándose el
mes de octubre o noviembre para cumplir lo estipulado. "25
- 133
ELSA CAULA, "Juridicciones en tensión ... "
nes, fundadas en la convicción de que su poder era indiscutible: "si yo no apelé de ella, fue
porque bien mirada ninguna trascendencia podía tener hacia la potestad espiritual que es
la que únicamente toca el conocer y el decidir, si nú disenso es bastante motivo o no, por
sí solo, para negar la dispensa". En efecto, José rechazó el dictamen emitido por los jueces
letrados de la instancia civil y reconoció la necesidad de tener un conocinliento peculiar
para actu?..r dejuez. Por consiguiente, se sentía en condiciones de desafiar al propio Sumo
Pontífice aunque atemperó la fuerza de su argumento al declarar: "nadie se escandalice
pues voy a e:\.'}Jlicarme inmediatamente cuanto he dicho, mi intención no es pasar ante el
mismo soberano pontífice, no pretendo rebajar (ni tal cosa me permita Dios) sino recono
cermás y más la plenitud de potestad del vicario de Jesucristo lo que parece
más no lo es."27 Las previsiones de José, sin embargo, no se cumplieron. El LH<',,-"'U
Real otorgó venia para el disenso y éste pasó a los tribunales eclesiásticos para que se
resolviese el impedimento canónico.
La instancia eclCSI:!lstJ!ca
Paralelamente al juicio civil y de la mano del judicial supletorio, los novios
acudieron al Obispado de Buenos r'\ires y presentaron lill breve y e:\.llresivo escrito. Allí
volvieron a encontrar al Deán Picazarri; solicitaron se admitiera una "Información de
calidad" finnada por seis testigos de mérito en calidad de prueba, pero la solicitud de
dispensa canónica fue rotundamente negada en tres oportunidades en el mes de enero de
1802. Las pruebas ante la corte eclesiástica fueron tanto de tipo instrumental
como testimonial. Dentro de las primeras y con la intención de exaltar la buena conducta
de los contrayentes, se incorporaron las lla¡11adas pruebas de prestigio, es decir, partidas
de bautismo, información de méritos y servicios, limpieza de sangre y "trato familiar con
la prima". Las instrumentales acompañaron la Información de méritos del día 24
de enero de 1803 y estuvieron firmadas por seis testigos, es decir, personas de condición
distinguida por su cargo y posición en la sociedad cuya función era corroborar las 'L.U"HU'''
dones presentadas. Sin embargo, José realizó inmediatamente la recusación de los testi
gos aduciendo carencia de prestigio y "tachas personales y procesales", con la intención
de desu'Uir el mérito de dicha información y para desacreditar a su sobrino. Especialmen
te contradictoria fue la recusación realizada a Francisco de Arce, primer
había vivido en casa de don José durante varios así como de Francisco Gutiérrez de
Villegas, cuya noble71l era notoria por el parentesco con el Exmo. Sr. don Pedro Cevallos,
que a su vez era pariente muy cercano por a:fllÚdad de don José. 28
Ante la teruúmmte negativa de la curia porteila, los novios enviaron poderes a Char
cas en busca de la clemencia del Arzobispo Fray Antonio de San Alberto y denunciaron la
- 134
prohistoriQ 5 - 2001
conducta del Deán Provisor PicazarrL La respuesta desde Charcas no sehízo esperar: dos
despachos exhortativos fueron enviados, sin demora, por Monseñor San Alberto como
réplica, ordenando al Deán Provisor la concesión de la dispensa "si no mediaban causas
graves". El Deán, sin embargo, no obedeció la orden enviada desde Charcas, de modo que
no sólo procedió de un modo contrario a la orden, sino que aceptó y agregó al c,,--pediente,
fuera de término, otros escritos del padre de Maria Antonina y los dictámenes de los
clérigos franciscanos Barrientos y Monteros, amigos de José EchevarrÍa. Las fuentesnor
mativas que hacían de sustento teórico a los postulados puestos en discusión, habían sido
incorporadas al ex-pediente por José, quien apoyándose en las epístolas pontificias29 anun
ciaba que las autoridades eclesiásticas locales no debían obedecernecesariamente a las de
Chareas:
"No es universal y sh"1 excepción alguna la obediencia que los
sufragancos deben a los Metropolitanos, que tampoco absoluta, universal:y sIn
excepción la potestad de estos para admitir apelaciones, o las extraordinarias
contra las sentencias, o procedimientos de aquellos que tanto los lillOS, como
los otros puedan en ciertos casos, el cumplimiento de la bulas de los
Soberanos Pontífices, estas tres proposiciones, digo, no hay Canonista que las
ignore, aunque no se haya versado más que en el primer Libro de los
Decretales. "30
. 135·
ELSA "Juridiccionesen tensión..."
Este alegato a favor del amor y la libre elección de los contrayentes era compartido por
otros juristas y funcionarios 32 pero no por el Deán Picazarri ni por el recién designado
al igual que aquél, negó rotundamente la concesión de la dando
como motivo la especificidad del privilegio episcopal, que era lo lnismo que alegar la falta
de competencia para pronunciarse, porque se trataba de concesiones reservadas a la Silla
Apostólica. De modo que una vez más se desoían las órdenes que simultáneamente
ban desde Charcas. El Prelado Diocesal Lué, influenciado por el Deán, rehusó nrf',n...r{'!{,~
nar el penniso solicitado luego de tomar en consideraCÍónlos dictámenes pn:seI1Úl(ios
los dos clérigos de la Orden de San Francisco estrechamente vinculados a don José y al
presbítero Picazam. Las Letras Exhortatorias habían sido enviadas por el Arzobispo de
Charcas, Monseñor San Alberto, quien no dudó en presionar al obispo de Buenos Aires
para que otorgara la dispensa, luego de instruirse de las jnstas causas que tenian los
contrayentes para solicitarla. San Afuerto
".. .las declaró graves y suficiente para la dispensa, librando sus letras
al Provisor para que la concediese y, aunque presentadas
no le quedaba más que cUlllplirlas, el Obispado de Bueuos Aires, lejos de darse
- 136
prohistorie. 5 - 2001
el debido cumplimiento sojuzgó el procedimiento del Arzobispo y entrome
tiéndose mandó para el efecto dar traslado e información a Don José, que no
era ni podía ser parte legítima en el asunto, en lugar de esclarecer la legitimi
dad de las causas en que se fundó la resolución del superior metropolitano"33.
Con lo cual queda a la vista el poder que el padre tenía en el ámbito eclesiástico. De
allí que Vicente denunciara ante la Real Audiencia que "se había hecho ley de honor en la
curia porteña fmstrar su matrimonio". Consideraba que había sido agraviado por Picazarri,
al no apartarse de la causa ya que el parentesco ritual que 10 unía a María Antonina 10
obligaba a ello. En consecuencia, interpuso "recurso de fuerza" con la intención de limi
tar la arbitrariedad del funcionario eclesiástico a la que Picazarri respondió "con otra
resolución no menos arbitrari~ violenta y aj ena al modo juridico de proceder en casos de
recusación al ordinario eclesiástico", desconociendo que dicho recurso se fundaba en la
"conocida imagen del rey como padre de sus súbditos, el guardián de lajustici~ a quien
todos podían apelar para que les restituyera sus derechos y para que los protegiera contra
cualquier daño."34 La Real Audiencia solicitó entonces, aljuez eclesiástico, el envío de
los documentos y ordenó al mismo tiempo la suspensión del procedimiento?5
Entretanto y a pesar de que la nueva Pragmática impedía dar copia simple o certifica
ción de los procesos con la fmalidad de impedir que se divulgasen secretos familiares y se
produjesen escándalos,36 cabe señalar que en la ciudad de Buenos Aires todos los allega
dos al círculo de la casa y no sólo José Echevarria, tomaban conocimiento de los autos, ya
que la información procesal circulaba casi a la par del rumor común y cotidiano. Sin
embargo, Vicente se quejaba de que recibía los informes con una demora que lo peljudi
caba. Esto, por otra parte, no era sorprendente, ya que Vicente carecía de los vinculo s
personales de los que gozaba su tío, en la curia porteña. De hecho, Vicente supo muy
tarde que las autoridades habían incorporado al e:\.-pediente los informes de los clérigos
franciscanos, cuyo criterio temia: "al saberlas me hubiera arrojado a los pies de V.S.I.
suplicándole no se aconsejase de algtmos de los que pensaban, pues le había inteligenciado
de todos los traidores y de aquellos de pluma viciosa. Recibido así el daño sin haberlo
podido remediar antes, por la ignorancia de esos pasos y el horrendo vapuleo que me han
dado".3i Así lo denunciaba, entre acongojado y furioso: "entre tanto caminaban estos mis
clamores, se considere mi necesidad espiritual y aguardaba su resultado, se le hacía saber
a don José, el seg¡.mdo despacho enviado desde Charcas y viéndose presionado y haciendo
- 137
ELSA "Juridiccionesen tensión... "
uso de todo lo que la curia le franqueaba, solicitó la opinión de otros religiosos de las
órdenes de éste pueblo, sobre si había causas para las dispensas."38
La noción de falta o delito como incumplimiento de la ley natural, moral O religiosa
es~~rnmdlapor José, sumó argumentos en contra de su sobrino y de sus aliados. Buscaron
desacreditar a Vicente como funcionario de la Real Audiencia de Buenos Aires y a Mon
señor San Alberto por haber extendido las Letras Comendaticias a Picazarn. El nudo del
conflicto de lasjurisdicciones descansaba sobre dos presupuestos básicos: la naturaleza de
las delegaciones pontificias establecidas desde el Concilio de Trento y la autoridad de los
Obispos dentro de sus diócesis en materia de dispensas a los hnpedimentos matrimonia
les. Existía una abundante bibliografía sobre este tema escrita desde el ecuménico Conci
lio de Trento. El Breve de Gregorio XIII, del año 1578, al igual que las reflexiones de
Valenzuela, Fraso y otros canonistas39, sostenían que sólo el Papa podía conceder la dis
pensa a través de una gracia especial. Por consiguiente, si los Obispos obraban en los
casos de gracia como delegados del Papa, sus resoluciones no debían ser apeladas ante el
superior arzobispal. En este sentido, el objetor del matrimonio de su hija manifestaba que:
"Hay casos en que no digo suspender, sino que no deben absolutamente atem
perar los sufraganeos a los mandatos de los respectivos Metropolitanos, aun
que quieran hacerlo, como lo son todas aquellas en que se trata de concesiones
reservadas a la Silla Apostólica, o en que los sufraganeos procedan nuevamen
te como Delegados de la misma Santa Sede, de modo que tal delito había sido
el apelar al Arzobispo, por carecer de autoridad superior. "40
Vicente no coincidía con estos criterios. Para él, existía una densa legislación canÓni·
ca que cuestionaba los postulados defendidos por su tío, y daba legitimidad a la postura
defendida por el Superior Metropolitano de Charcas. La Bula de Benedicto XIV del año
1741, así como los Breves de Clemente XIV y de Pío VI, por t:iemplo, concedían a los
arzobispos y obispos de Indias facultades para dispensar por los de parentesco
además, de que la Real Cédula delll de marzo de 1781 eximía de la concurrencia perso
nal a Roma, a los pretendientes.
Al promediar el año 1803, el desacuerdo familiar continuaba sin dictamen. Al status
de Maria Antonina se sumaban "mayores escándalos por el comprometimiento público
del honor y viviendo fuera de su casa". La preocupación por la situación moral de su
38 Thidem,folio 6.
19 Cuando hablamos de canonistas nos referimos a los especialistas que estudian y comentan los
textos de los cánones y reglas que la Iglesia establecía para dírigír las acciones de los feligreses.
El derecho canónico, también llamado derecho divino porque los preceptos que contiene están
tomados de las Sagradas Escüturas, comprendía tanto el derecho antiguo como el Decreto de
Graciano y las colecciones de decretales de Gregorio IX, en CORREA LUNA, Carlos 'Un
casamiento ... ", cit., pp. 55-57.
40 APVAE, doc. n° 34, folio 8.
- 138·
prohistoriCl 5 • 2001
prometida inquietaba a Vicente, quien llegó a decir a su hermano José Lino que "yo me
voy llenando de canas a toda prisa, al pensar en Maria Antonina, quien tiene que conciliar
todos los días su elección, su libertad, su honor, y los respetos de su Padre, que diariamen
te la visita y la ataca pesadamente para el desistimiento. "41 Los novios decidieron enton
ces alcanzar la dispensa papal. En febrero de 1804 iniciaron las diligencias y acreditaron
un apoderado en r-.1adrid para que los representara ante el Consejo de Indias, paso impres
cindíble para acudir a la Santa Sede. La persona elegida fue el Procurador Baltasar Sánchez
~donado, quien inmediatanlente presentó el recurso ante el Fiscal del organismo. Para
lelam.ente, continuaron sus tratativas ante la Real Audiencia de Charcas, donde también
José EchevarrÍa designó un apoderado para "librar recursos contra todo el género huma
no, más que costase mucho dinero."42 La muerte del An:obispo Fray Antonio de San Al·
berto fue una dura prueba para los jóvenes. Su sucesor, el Dr. Orihuela, quizás presiouado
por el apoderado de José Echevarría, decidió declararse incompetente.43
Entre tanto, José tanlbién comenzó a rcalizar gestiones en España para designar quien
lo representase ante el Consejo de Indias y en la sede papal. Su intimo amigo Carlos José
Montero, maestro de escuela de la Catedral de Buenos Aires, le recomendó los servicios
del Dr. Roque de Torrejón. José EchevarrÍa le envió un poder con las siguientes i.'lstruc
ciones: "vea si le puede repudiar, me parece que usted me puede servir de mucho y si en
caso inopinado le faltare plata, hágame también el favor de suplicarle, pues aunque yo me
muera no la perderá con su correspondientes primas."44
En setiembre de 1804, el Fiscal del Consejo de Indias analizó el expediente y realizó
un eA'tenso informe, sosteniendo que el caso no pertenecía al fuero contencioso sino al
voluntarioso. Respecto a las acusaciones realizadas por José a su sobrino, determinó que
carecían de formalidad. Analizó los cargos detenidamente, tanto el de seducción de la hija
del "bienhechor" como el de ingratitud, y realizó algunos comentarios:
"Aunque la calidad de Pariente tan inmediato, y el estado y circunstancias
aminoren de algún modo el cargo que resulta, Vicente Echevarría no puede o
no debe iguorar que ha recibido del Dr. Joseph unos beneficios tan considera
bles, debiendo a su amor y generosidad con crecidos costos la honrosa Carrera
que goza, estaba obligado a reconocer estos favores, venerar la voluntad de su
benéfico Tío y abstenerse de ofenderlo en un punto tan grave y delicado como
el del Matrimonio."45
El Fiscal del Consejo de Indias, sin embargo, decidió pronunciarse a favor de la licen
cia solicitada por Vicente y Maria Antonina para acudir a Roma. Aconsejó otorgarles la
- 139
ELSA CAULA, "Juridicciones en tensión ... "
absolución, tanto a los novios como a los funcionarios eclesiásticos que habían participa
do con sus recomendaciones sin poder resolver el caso y, decidió dejar a un lado eljuicio
de competencia jurisdiccional, referido al tema de la delegación de las facultades
episcopales. Examinó únicamente la discusión del mérito de las causas que se alegaban
para solicitar la dispensa. EnRoma, el 20 de diciembre de 1804 el Papa Pío VI emitió el
Breve que, fmalmente concedió la esperada dispensa:
"De conformidad, queriendo distinguir con una gracia especial a los mismos
expositores y a sus ministros, los absolvemos y reputamos absueltos de toda
sentencia de excomunión y entredicho y de cualquiera censura y pena eclesiás
tica.y con tal que no se haya cometido con la mujer el delito de rapto, quere
mos que los recurrentes puedan contraer matrimonio público y solenmemente,
según la forma del Concilio de Trento y luego permanecer unidos y libres y
lícitamente, no obstante el impedimento de segundo grado de consanguinidad
o afInidad, ni las costumbres y órdenes apostólicas, ni cualquieraresolución."46
A continuación, el breve papal tuvo que realizar el "pase regio" antes de llegar a
destino. La certificación de los escribanos del Cons~.ío de Indias fue enviada e16 de marzo
de 1805. 47 Mientras esto ocurría en territorio europeo, en la ciudad de Buenos Aires, luego
de una corta enfermedad, el14 de febrero de 1805 José de Echevarríamoria en brazos de
su h~ja, tal vez ya notillcado por los apoderados de la dispensa papal que autorizaba a la
joven a unirse en matrimonio con su primo hermano. Recién un mes más tarde, Maria
Antonina y Vicente, renovaron sus votos ante el obispo Lué. La celebración del matrimo
nio se realizó e14 dejunio de 1805:
46 APVAE, doc. nOS. "Breve de S.S.Pío Vil concediendo la dispensa para casarse a Doña Maria
Antonina y a Don Vicente Anastasia de Echevarría, In Nomine Domini Amen (en Nombre del
Señor Amen)".
47 APVAE, doc. n o 5: "Certifico yo, Don Leandro Femández de Moratín del Consejo de Su Maj estad,
su Secretario y de la interpretación de Lenguas que este trasunto de un Breve de dispensa
matrimonial, expedido por su santidad a favor de Vicente Anasta"io de Echevarria y María
Antonina también de Echevarría, de la ciudad o Diócesis de Buenos Aires, en las India,>, es en
todo confom1e a su original, del cual se ha hecho la traducción en esta secretaría de mi cargo,
con fecha de hoy.- Madrid, primero de febrero de mil ochocientos cinco". "DonVicente Joaquín
de Matnrana, caballero de la orden de Santiago, del consejo de su majestad, su Secretario y
oficial mayor de la secretaria del supremo consejo y cámara de Indias, por lo tocante al Perú y
lo Indiferente: certifico que habiéndose presentado este Breve, pidiendo su Pa<;e, visto en el
consejo con lo expuesto por el señor fiscal, ha venido en concedérsele en la forma ordinaria por
su acuerdo de este día, sin perjuicio de los derechos, que competen a don José de EchevalTía,
con arreglo a las Reales Pragrliáticas, y soberanas resoluciones de la materia de casanlÍento, de
que deberá usm·donde conesponck'l y como le convenga y con este íln doy la presente certiíicación,
que tinno en Madrid a cinco de marzo de mil ochocientos y cinco". Cabe agregar que los
Escribanos fumantes fueron Domingo Rodríguez, Marcial Nazar y Angel García Xin1enez.
- 140
prohistoriG 5 • !lOO 1
"Habiéndose hecho en tres días festivos, que fueron .el21 y 28 de Abril y ello
de Mayo al tiempo del ofertorio de la Misa conventual las tres conciliares
proclamas sobre el matrimonio y no habiendo resultado impedimento alguno
canónico, fuera del parentesco en segundo grado de consanguinidad por línea
transversal, que les está dispensado por El Ilustrísimo Sr. D. Benito de Lué y
Riega dignísimo Obispo de esta Diócesis, como consta del Despacho respecti
vo execute en virtud de las más bastante y necesaria comisión y en seguida
estando hábiles en la Doctrína Christíana y sacramentaLmente confesados, los
desposé por palabras de presente y según fomla de Nuestra Madre la Iglesia
habiendo oído, advertido y entendido sus mutuos consentimientos."48
En la curia porte.lla, la apertura del caso fue acompañada por otro ex-pediente deno
minado "Información Producida", en el que vecinos prestigiosos como Antonio García
López, Nicolás Suárez, Manuel Obligado y el propio Cristóbal de Aguirre argumentaron
razones a favor del casamiento. El informe fue redactado por éste último, en calidad de
albacea testamentario de los bienes de José de Echevama y como curador y tutor de Maria
Antonia de Echevarría:
"Por disposición del fmado su padre ha estado Da. Maria Antonina en casa del
que declara todo el tiempo de la discordia hasta que por agravarse la enfenne
dad de su padre, fue a su casa donde estuvo asistiéndole. En el tiempo que
pennaneció ella en la casa del declarante, el padre en diferentes ocasiones le
hizo las instrucciones más eficaces a f111 de separarla del intento de casarse con
su primo; pero ella siempre estuvo constante. Después, con motivo de haberle
instituido su albacea, determinó hacer reconocimiento fonual de todos los pa
peles e intereses de la casa mortuoria y los halló en un total desgreño, tanto los
de don José como los de la testanle.lltana de su difunta suegra que murió en
1795, dejando un poder para testar que otorgó de albacea a su hija Doña M.
Francisca Ramos, mujer de dicho Echevarría y esta no otorgó testamento ni
fIrmó inventario, nada más hizo en substa\1Cia que enterrar a su madre. Y, en
este estado presentan ambas testamentarias una confusión dificil de esclare
cer; por tanto y porque todos los intereses de don José están en dependencias
muchas trabajosas, considero conveniente a la heredera que se case con un
hombre de qualídades y que libre de esos cuidados, atienda los intereses que le
pertenecen además de otras resultas fatales que pudieran experimentarse si
dicha doña Maria Antonina no lograse casarse con su primo de quien es públi
co y notorio la pasión que la domina."49
4& APVAE, doc. nO 6, Paltida de casamiento. Archivo de la Iglesia de la Merced, Folio 454 vuelto
del Libro 6 de Matrimonio, años 1760 a 1808. El resaltado me pertenece.
49 APVAE, "Información Producida", folio 4. El resaltado me pertenece.
- 141
ELSA CAULA, "Juridicciones en tensión..."
Reflexiones finales
El acercamiento a las prácticas sociales como elementos fundamentales de los imagi
narios familiares nos ha permitido reconocer la variedad de discursos sobre el matrimonio
y la familia de las elites porteñas del final de la colonia El pleito allalizado muestra el
peso de la cultura eclesiástica frente al avance de la cultura laica materializada en la
promulgación de la Real Pragmática sobre matrimonio que otorgaba poder y fuerza a la
decisión paterna.. La tensión entre las jurisdicciones en disputa se resuelve con la inter
vención de la máxima autoridad de la Iglesia, institución que puso fIn al conflicto al
conservar el derecho de concesión de la "gracia especial". Por lo tanto, el espíritu de la
nueva legislación que instituía los tribunales civiles como árbitro de los conflictos y
timaba como fundamental el poder del conse..ltimíento patemo para contraer maúimonio,
se desvanece en el desenvolvimiento mismo de la aplicación del derecho. En este sentido,
advertimos que el aspecto juridico de los hechos no es un conjunto limitado de normas,
reglas, principios o valores, a partir de los cuales pueden plantearse respuestas legales,
sino más bien una manera determinada de imaginar lo real. 50
Desde la perspectiva de las sentencias, se observan otras dimensiones del incumpli~
miento de la escrita. La justicia civil ordinaria -creadora de derecho desde 1778 en
América- si bien resolvió rápidamente yen doce días declaró la irracionalidad del disen
so, al pronunciarse a favor de los jóvenes, no logró extender y hacer valer su resolución al
ámbito eclesiástico. Asimismo no debemos dejar de sefialar que en su actuación relativizó
aspectos de la nueva legislación que nutrían su flamante poder, a saber, la obligatoriedad
de contar con el consentimiento paterno para contraer matrimonio a los hijos menores de
edad. En otro sentido cabe remarcar la eficiencia y rapidez en la "acción de decir dere
cho" de los tribunales civiles, aún cuestionando al "pater familiae" con las dilatadas y
compl~.ias contradicciones que se plantearon en el seno de la Iglesia cuando les tocó pro
nunciarse sobre el impedimento canónico del segundo grado de parentesco. En conse
cuencia, la Iglesia no se nos presenta como una Íllstitución monolítica, sino como lila
polifonía de voces. Su representantes dialogan sÍnlograrponerse de acuerdo y sumaron la
disputa de competencias jurisdiccionales d~iando a la vista la imposibilidad de unos
pocos de tomar distancia de la autoridad del "pater familiae". De esta manera, se pone de
manifiesto la dificultad de separar la cuestión del impedimento del parentesco próximo
para contraer matrimonio de las relaciones sociales familiares, el código de honor y la
patria potestad porque a la cuestión de los grados prolúbidos relativos al matrimonio
entre parientes, nudo central del conflicto de competencia eclesiástica se agregaba la
oposición del padre que, en tanto autoridad de la familia conservaba un poder que sólo
podía quebrarse ante el supremo de la Iglesia.
50 GEERTZ, Clífford Conocimiento local. Ensayos sobre la interpretación de las culturas, Paidós,
Barcelona, 1994, p. 202.
- 142
prohistorica 5 • 2001
Resumen
La Revolución de Mayo produjo trn corte con el orden antiguo, pero no tenninó con los
estatutos diferenciados en ese único movimiento. Por su parte, las refonnas iniciadas en
1821, sirvieron para fundar la Provincia de Buenos Aires y proftrndizaron el proceso republi
cano, au,'lque no todas las medidas tomadas durante la Feliz Experiencia pueden interpretarse
con un único perfil ideológico; tomamos porcaso 1aLey de Elecciones, que no fonnó parte de
un proyecto de relonnas liberales y que no fue pergeñada para extender otra ciudadanía que
la del sufragio, porque era indispensable para consolidar las instituciones inauguradas con la
autonomía. La extensión de derechos políticos por la ley de Elecciones de 1821 en Buenos
Aires, sirvió para avanzar en la eliminación de rémoras estamentales, pero que con ser
desusadamente amplia no se tradujo en resultados totalmente favorables al proceso de indi
viduación, porque dirigida a obtener resultados electorales inmediatos, eligió sostener la
legitimidad sobre trn orden social no demasiado diferente del heredado.
Palabras Clave
Ciudadanía - vecindad -libertad - estatidad - igualdad
Abstract
The RevolutionofMay caused a breakdown \vith the oldregime (AncienRegimen); however,
this sole movement did not Iinish with the system 01' differentiated orders. The retonns that
began in 1821 were useful to set the foundation of the province 01' Buenos Aires and to
deepen the republic8n process; however, not all the measures taken during the (so-called)
"Feliz Experiencia" can be lmderstood as having a uníque ideological proftle. We cantake as
an example the Electoml Law whicl~ 'lince itwas designed as a tool necessary to consolidate
fue institutions inaugurated with the autonomy, it was neither a pmt of any project ofliberal
retornls nor it was intended to broaden any other citizenship but mere1y fue suffrage's one.
The extensioll ofpoliticallights promoted by the 1821 Electoral Lawwas useful, in Buenos
Aires, to put fonvard the elinrination of tile strata remainders; nevertheless, even though its
was unusually wide, it did result in no entirely favourable results regarding the process 01'
* Agradezco las lecturas y las sugerencias para distintas versiones de este trabajo, de Daniel
Vázquez y de Sergio Cercós.
- 143
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía... "
individualisation; because, and since it was designed to pro vide ínn11ediate electoral results,
the law sustained the legitimacy of a social order which was not entirely different from the
olle inherited.
KeyWords
citizenship - vecindad 1 - freedom - estatidad - equality.
- 144
prohistorica 5·2001
de la se!,'llridad individual que la autoridad pública debía brindarle a los vecinos urbanos
y a los rurales.
Eu un trascendente libro de principios del siglo XIX, podemos leer:
"Por derechos privados o individuales entendemos aquí la seguridad de las
personas, y de las propiedades, la libertad de la industria, la de las opiniones,
y por consiguiente la de las conciencias. Somos de opinión que la declaración
de estos derechos debe ser común a todos los estados unidos; pero que convie
ne no mezclar en ella nada que sea relativo al ~jercicio de los derechos de
ciudadano, o a la facultad de elegir, de ser elegido, y de tomar parte en las
deliberaciones públicas; porque todos estos actos suponen condiciones, yad
miten límites, que solo podrían ser exactamente reconocidos en el interior de
cada Estado. "3
DAUNOU, Pedro sobre las garantias individuales (1818), traducción del francés con
notas explicativas y aclaratorias por e! Dr. D. Gregorio Funes (1822). Prólogo de Enrique Martínez
paz (h), Imprenta de la Universidad, Buenos Aires, 1941, p. 153.
Entre otros, BUNGE, Carlos Octavio Historia del Derecho Argentino, 2 Volúmenes, Buenos
rac.ult1ll,de Derecho y Ciencias Sociales, 1912-1913,pp. XXVI-XXVll. CABRAL JEXO
Historia del Código Civil Argentino, Jesús Menéndez, Buenos Aires, 1920.
TrabrJos de reciente aparición exponen con autoridad posibles interpretaciones, véase GALLO,
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ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."
Buenos Aires, 1999; MYERS, Jorge Orden y Viltud. El discurso republicano en el régimen
El canllnO que mejor ha transitado la historiograí1a más reciente ha sido el de las elecciones. La
historia electoral en América Latina ha enriquecido los conocimientos al punto que permiten
tomar distancia crítica del discurso ideológico nacionalist..'1 de la parte del siglo XIX,
véanse entre otros: SABA TO, Hilda (coord.) Ciudadanía política yfom¡aciól1 de las naciones.
Perspectivas históricas de América Latina, F.C.E., México, 1997 y ANNINO, Antonio (comp.)
Sólo los ciudadanos o los vecinos, en cuestiones locales, gozaron de esos derechos; pueden
mstrearse sus raíces en Roma y su desarrollo posterior en la Edad Media, véase ULLMANN,
Walter Historia del pensamiento politico en la Edad iVledia, Ariel, 1997, pp. 194
232 Y SARTORI, Giovanni TeOlia de la democracia. 2. Los problemas clásicos, Buenos
-146
prohistorio 5 • 2001
Un ejemplo claro es el de los esclavos, que llegaban de mallera directa a la justicia, a
diferencia de los itinerantes o transeúntes qne lo hacían como reos, aunque nÍllguno tenía
derecho de resistencia. 8
Derechos sociales, tomamos fundamentalmente el derecho a compartir el patrimonío
de la comunidad, acceso a bosques, espejos de agua, pasturas, puertos y circulación; el
derecho a que la autoridad pública vele por preservarles de peligros sobre su bienestar y
sobre sus negocios o trabajos; todos están cunlplidamente incluidos en los artículos 14 a
20 de la Constitución de 1853.
El tránsito revolucionario
En un trabajo bastante reciente se afIrma, que mientras los derechos civiles se exten~
dieron a todos los naturales, por obra de la Constitución de Cáliz, la ciudadanía se man
tuvo restringida a un grupo muy pequeño. El artículo c!rcuuscribe la ciudadanía al dere
cho de elegir y de ser elegido, pero en él se hacen algunas reflexiones sobre los exchúdos,
que se corresponden con los que lo fueron en Buenos Aires; exclusión de las mujeres, de
los menores y de los domésticos y criados, aunque también aparece en notas, la existencia
de una prohibición de votar para los peones de estancia.9
La presencia del supuesto igualitario que se impuso con las revoluciones burguesas,
obliga a pensar que la igualdad social se alcanzó a partir de ellas y que el paso siguiente
fue la lenta marcha hacia el sufragio universal. Todavía espoco aceptado, que la construc
ción de un sujeto único de derechos fue el resultado de un proceso totalizador, en el que
los derechos políticos no corrieron por una vía diferente de los otros derechos, sociales y
privados y, si los tiempos en que se desplegaron unos y otros muchas veces no fueron
iguales, las diferencias no se encuentran en el largo plazo, salvo en el ámbito de los
discursos o en el de las disposiciones no cumplimentadas.
El corte con el orden colonial no fue igualmente abmpto en todos los niveles, en
algunos casos, los cambios se operaron de manera progresiva y sobre construcciones so-
Hemos hecho una composición entre la tipología expuesta enM4RSHAIL, T. H., "Ciudadanía
y clase social", enMARSHALL,T. H. y BOTfOMORE, TomCiudadanía yelase socia~Alíal1za,
Madrid, 1998, Ylos usos de la época: derecho privado por civil, que era la denominación que se
aplicaba al derecho de una nación, del curso dictado por Rafael Casagemas en la Universidad
de Buenos Aires, 1832-1833, en LEIVA, Alberto David "Las lecciones de derecho civil del
profesor Rafael Casagemas", Revísta de Historia del Derecho, núm. 17, lIID, Buenos Airt.'S,
1989 Ydel Proyecto de Código Civil de Ugarte, en ZORRAQUIN BECU, Ricardo lvmrcelino
Ugarle 1822-1872. Un jurista en la época de la organización nacional, Colección de estudios
para la Historia del Derecho Argentino, Buenos Aires, 1954, p. 76.
Véase GUERRA, Frfuiyois-Xavier "El soberano y su reino", en SABATO, Hilda (cood.)
Ciudadanía política ... ,. Cit., nota 5; lamencióll a la exclusión de peones en la p. 28 del mismo
artículo.
-141
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."
ciales muy antif,'1las. Una construcción muy conocida es la del ciudadano, que durante la
colonia era el vecino que gozaba del estado de ciudad.
"El vecino de una Ciudad, que goza de sus privilegios, y está obligado a sus
cargas, no relevándole de ellas alguna particular exención."
-148
prohistorio S • IDO 1
12 Uninteresanteabordajedelasditlcultadespostrevolucionariasparaordenaralasociedadfrancesa
en ROSANVALLON, PielTe Le sacre du citoyen. liistoire du suffrage universel en Franee,
C:mllimard, Paris, 1992, pp. 45-10l.
B En nuestro "De súbditos a ciudadanos, los pobladores rurales bonaerenses entre el Antiguo
Régimen y la modemidad", en Boletín del Instítuto de Historia Argentina y Americana Dr. E.
Ravignani, nlun.l1, UBA,BuenosAires, 1995.
14 En DE ANGELIS, Pedro Recopilación de las Leyes y Decretos Promulgados en Buenos Aires
desde el 25 de mayo de 1810 hasta fin de diciembre de 1835,2 Tomos, Imprenta del Estado,
Buenos Aires, 1836, T 1", pp. 58-60. Muchos elementos de análisis se encuentran en esta
norma, que porotr'd parte se repite ",n los años 1821, 1822 Y1823 endiferenlcs decretos; véase
DIAZ, Benito Juzgados de paz de campaila de la Provincia de Buenos Aires, Universidad
Nacional de La Plata, La Plata, 1959.
- 149·
15 De siervos y de sirvientes: Siervo (Dellat. servus, del m. otigen que selvare; v . SERVAR.).
Esclavo. En particular, de los que, antiguamente, pertenecí3l1 al señor de las tierras en que
vivían. Como se ve el estado de servidumbre es propio de la condición de los esclavos; es
diferente la de sirviente, porque éste es servidor, persona que sirve a otra, particularmente
criado: persona adscrita al servicio doméstico, en MOLINER, WJ.aliaDiccionario, Novell, 1996.
Doméstico. El criado que sirve en una casa. Los derechos y deberes de un doméstico dependen
absolutamente de la convención que hubiere hecho con su anlO. La acción que tiene 1m doméstico
para cobrar el salario de sus selvicios queda cortada por la prescripción de tres años que se
empiezan a contar desde el día en que hubiere sido despedido por su amo; pero para impedir
esta prescripción basta cualquiera petición de la deuda, aunque sea extrajudicial. [...] El doméstico
tiene tacha legal para ser testigo en pleitos de su amo, .." L. 13, tít.l6, p. 3// los derechos
pmticulares del ciudadano se suspenden por el estado de sirviente doméstico. L.1, constituc.
Art.1 0, véase ESCRICHE, Joaquín Diccionario razonado de Legislación Civil, Penal, Comercial
yForense, (eel. facsimilar 1833), UNAM, México, 1993, p. 709.
16 El Estatuto de 1815, en SILVA, Carlos Alberto El Poder Legislativo de la Nación Argentina,
Tomo 1, 1" parte, Cllinara de Diputados de la Nación, Buenos Aires, 1937, pp. 130-151.
1J Véase nuestro "Ciudadanos y vecinos. De la igualdad como identidad a la igualdad como justicia",
en Entrepasados, nÚln.14, Buenos Aires, 1998.
18 Véase BUSHNELL, David "El sufragio en la Argentina y Colombia hasta 1853", en Revista del
Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, núm. 19, FDySC UBA, Buenos Aires, 1968,
- 150
prohistoria S • 2001
La Ley de Elecciones de 1821, enuncia con toda claridad en los dos primeros artículos:
1, Será directa la elección de los representantes, que deben completar la Representa
ción Extraordinaria y Constituyente,
2, Todo hombre libre, natural del país, o avecindado en él, desde la edad de 20 años,
o antes si fuere emancipado, será hábil para elegir, í9
pp. 11·29; entre las obras recientes TERNAVASI O, Marce1a, "Nuevo régimenrepresentativo y
expansión de la frontera política, Las elecciones en el Estado de Buenos Aires: 1820-1840", en
ANNINO, Antonio Historia de las elecciones... , cit., nota 5, p. 68.; también "Las refonnas
rivadavianas en Buenos Aires y el Congreso ('Jeneral Constituyente (1820-1827)", en
GOLDMAN, Noemí Nueva Historia Ar-gentina, Tomo ID, Sudamericana, BuenosAires, 1998.
19 La Ley de Elecciones dell1 de 1821, en SILVA, Carlo s Alberto El Poder Legislativo... ,
cit., nota 15, pp. 472·473.
20 Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, Acuerdos de la Honorable Junta de
RepresentantesdelaProvindadeBuenosAires (1820-1821), Tomo V, vol. 1, La Plata, 1932,p,26.
21 A modo de ejemplo remitimos a CHfARAMONTE, José Carlos La critica ilustrada de la realidad
Economía y sociedad en el pensamiento argentino e iberoamericano del siglo XVIII, CEAL,
Buenos Aires, 1983; no desconoce esa cercanía BAGÚ, Sergio El plan económico del gntpO
rivadaviano (1811-1827), Universidad Nacional del Litoral, Rosario, 1966.
- 151
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."
Eludiremos aquí esa discusión, no sin antes hacer notar que el propósito de los
refonlladores no pudo ser otro que el de monopolizar el poder público. Participaban de
una idea imperativa del derecho, que reservaba la producción de las leyes al ámbito legis
lativo y a la capacidad nonnativa del ~jecutivo, para tenninar con el derecho judicial
fundado en la costumbre. Intentaron reducir al mínimo la capacidad de crear derecho que
tenían los jueces, en especial los alcaldes de hennandad; la tarea de los jueces debía
consistir en aplicar la ley, de allí la implantación de los tribunales de primera instancia y
el reemplazo de los alcaldes de hennandad por jueces de paz y por comisarios; con una
concepción estatista del derecho, donde la producción juridica seria facultad del legisla
dor y el poder de policía se concentraría en el gobierno. 22
Hay dos percepciones muy claras para el grupo dirigente que acompañaba a Martín
Rodríguez. Una muy fuerte, del aparato burocrático, que debía ser ajustado o creado se
gún las necesidades de la provincia que nacía autónoma y que se enunciaba soberana.
Otra menos imensa, de la que no había podido prescindir de las diferencias
sociales heredadas del antiguo diferencias que, como los fueros, privilegios y car-
gas, constituían una traba para la formación del nuevo Estado.
Para afrontar el primerproblcma se plantearon las reformas: la eclesiástica,
de muerte al más fuerte de los estamentos; la militar, porque el Ejército seria ahora pro~
vindal, con nuevas metas y diferentes fronteras; la de justicia, sobre la que hemos hecho
arriba una breve referencia, y la financiera que, entre otras, son las que aquí nos interesa
destacar. 23
Aunque ceñido a la creación del aparato estatal de Buenos Aires, se planteó de manera
precisa la concentración del poder, de los cueIpos al cuerpo del Estado; de igual manera se
percibió la cuestión de la soberanía y de las representaciones, no serian ahora los cabildos
los conductores, no había corona ní gobierno revolucionario con los cuales mediar, no
cabía que siguieran conduciendo desde las ciudades, administrando justicia, gobierno y
milicias, porque había un mundo rural para incoIporar que crecía con una dinámica sor
prendente. Los cabildos, fueron reemplazados por la Sala de Representantes, pero la nue
22 Sobre costumbre véase TAU ANZOATEGUI, Víctor "La coshm1bre en el derecho argentino del
siglo XIX. De la Revolución al Código Civil", en Revista de Historia del Derecho, núm. 4,
Buenos Aires, 1976; para una lectura general sobre la Justicia: ffiA..""lEZ FROCHAM, Manuel
La. organización judicial argentina, La Facultad, La Plata, 1938.
23 Sobre el carácter borbónico de la Refonna Católica, en CALVO, Nancy Iglesia, Estado y sociedad
en tiempos de Rivadavia. Dilemas del reformismo católico; tesis de maestría FLACSO, junio
de 2000. Para larefonna financiera S011 de ineludible lectura los trabaj os deAMARAL, Samuel
"La reforma tinanciera de 1821 y el establecimiento del crédito público en Buenos Aires", en
Cuademosde Numismática,l111m. Tomo lX,BuenosAires, 1982 y "El empréstito de Lonures
de 1824", cnDesarrollo núm. Buenos 1984. Sobre la refonna
nuestro "La..<;milicia..<;rurales bonaerenses entre 1820 y 1830", en Cuadernos de HístoriaRegional.
UNLu, núm. 19, Luján-PBA, 1998.
- 152
prohistoriClS ·2001
- 153
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."
- 154
prohistorio 5·2001
Con no menos fundamentos ha sido explicado el interés por implantar una forma de
gobiemo mixta, con fuerte presencia senatorial, por parte de influyentes personajes in
cluidos dos de los redactores de la Ley, por el caso Juan J. Paso y Manuel A. De Castro. Es
para resaltar, la rapidez con que un profesional de gran trayectoria como Paso logró cam
biar de opinión, desde que integrara la comisión constitucional que redactó la Constitu
ción de 1819, y no lo es menos el parecer sobre el asunto de Manuel A. De Castro, quien
en 1826 manifestaba una vez más su ya conocida y autorizada opinión.
"Tan difícil me parece organizar una sociedad sin clasificar los individuos que
han de ejercer los derechos, o los poderes políticos, como sería imposible orga
nizar un ejército sin clasificaciones militares; [...] es imposible que puedan
obrar las masas sino dividiéndose. En el género de gobierno representativo
que reconoce por base [...11a soberanía origina..ria del pueblo, [...] pero por
democrático que sea el gobierno republicano, nunca puede comprender a to
dos. Es indispensable excluir a todos aquenos que no tienen todavía una vo
ImItad bastantemente ilustrada por la razón, o que tienen una voluntad some
tida a la voluntad de otros. AsE se excluyen generalmente los infantes, los
menores, los sirvientes, las mujeres, etc."28
- 155
ORES TE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."
Veamos quiénes quedaron afuera de las elecciones. No podían votar los esclavos, las
mujeres y los menores; ahora bien, aunque es imposible precisar todas las estima
ciones de los especialistas coinciden en que el porcentaje de esclavos negros era mayor al
5% de la población y en algunos lugares alcanzaba casi al 9%; si consideramos además
que las mujeres podían tranquilamente representar a la mitad de la población, sólo nos
resta estimar cuan amplia era la franja de la sociedad representada por los menores. Una
muy reciente publicación de un reconocido especialista, estima que los menores de 14
años representaban un 40% del total de la población, de manera constante hasta 1860. Si
le agregamos al conjunto, los menores entre 15 y 19 años, los extranjeros y los transeú,,'1
inferimos que apenas un quinto de la población estaba en condiciones de votar, pero
que ese cOl~junto era también desigual, dado que unos pocos -los propietarios- gozaban
del derecho en plenitud, ya que poseían el voto pasivo. 30
No obstante, queda en pie nuestra af1IIIlación anterior, la Ley concedió el sufragio a
franjas de la sociedad que hasta entonces no lo tenían, una particular concesión de la
ciudadanía política, que tal como lo explicáramos configuró una extensión de fragmentos
de libertad negativa a los artesanos, a los dependientes, a los peones y a los empleados del
gobierno, que induyó también a los libertos ya los menores de 25 años aunque mayores
de 20.
Veamos el caso de los artesanos. Se ocupaban de las producciones manuales, de los
oficios llamados mecánicos que la cultura de antiguo orden tenía por oficios viles, que no
permitían adquirir prestigio. No obstante, a fmes del siglo XVIII fueron cambia...'ldo las
concepciones, que se proyectaron sobre las revoluciones hispanoamericanas, así es que
leemos en el diccionario de Escriche:
"Artesanos. Está declarado por la ley que son honestos y honrados los oficios
de curtidor, herrero, sastre, zapatero, carpintero y otros a este modo; y que el
uso de ellos no envilece la familia ni persona del que los ui la inhabilita
para los empleos municipales de la República... "31
Es conocido por los historiadores, que los artesa..nos eran movilizados desde los tiem
pos coloniales para diversas actividades, en especial para recoger las cosechas o a causa
30 Sobre menores de 14 años véase MORENO, José Luis "La infancia en Río de la Plata: ciudad y
campaña deBuenos Aires 1780-1860", en euademos de Histolia Regional, núm. 20-21, UNLu,
2000; cifi:as de esclavos, en GOLDBERG, Marta YI\1ALLO, Silvia "Lapoblación aílicana
en Buenos Aires y Formas de vída y subsistencia 1750-1850", en Temas de Africa
núm. 2, Fac. deFil y BuenosAíres, 1993; también en GOLDBERG, rvfarta
"La pobtacióllllegra y mulata de la ciudad de Buenos Aires, 1810-1840", en Desarrollo
Económico, núm. 61, Bueno:,; 1976. Para un análisis de la población entre 1815 y 1830
GARCIA BELSUNCE, César Buenos Aires. Su gente 1800-1830, Tomo 1, Emecé, Bueno s Aires ,
1976.
31 ESCRICHE, Joaquín Diccionario... , cit.
. 156
prohistoria S ·2001
de calamidades diversas. Después de 1810 fueron incorporados a las milicias cívicas y
bajo el mando del Cabildo se mantuvieron al servicio y proteccíón de la ciudad; por con
sih'lliente, continuaron levantando cosechas y cumpliendo con los servicios milicianos; la
decisión de no movilizarlos recién se produjo en 1826, en ocasión de la Guerra con el
Brasil.
Se otorgó a los artesanos el voto activo en 1821, pero no parece que la práctica política
les concediera de inmediato el pasivo, porque esa franja de habilitaciones es una zona gris
oscurecida por la propia transición. Dos episodios ilustran los límites sociales que se
interponían a la ciudadanía plena de estos menestrales, cumplían obligaciones de servi
cios militares de las que habían sido excluidos por la ley Militar de 1822105 comerciantes,
véase el reclamo de Viamonte (documento 1), y no integraban las listas de candidatos
para los cargos electivos. Se muestra excepcional la presencia del artesano Mariano Víctor
Martínez, elegido diputado en las elecciones de 1823, que como aprecia Tulio Halperin,
"[... J es juzgada homenaj e suficiente a su honrada clase. "32
La resistencia social a a los artesanos, tal vez pueda deberse a que muchos de
ellos eran esclavos o lo habían y muy seguramente al estatuto inferior heredado de la
Españamedieval. En un diccionario de la lengua española, hasta hace poco, así se definia
a los ciudadanos (naturales o vecinos):
"El que en el pueblo de su domicilio tenia un estado medio entre el de caballe
ro y el de oficial mecánico. "33
De los peones pennanentes, de los estantes y de los domésticos, yanos hemos ocupado
en otros trabajos;34 aquí reafirmamos que poco se sabe del lugar que tuvieron en la socie
dad postindependiente y que se sigue trabajando con un supuesto falso, el de la igualdad
civil de todos los habitantes, a pesar que sobre los peones pennanentes, estantes y domés
ticos, pesaba tilla disnúnuCÍón de estatuto personal; se operaba una capitis deminutio, por
su condición de dependientes que moraban en la casa de sus patrones. La situación de
dependencia les quitaba uno de los derechos políticos fundamentales, el de presentarse
por sí ante la justicia (documento 2).
Por otra parte, ]a minusvalía en relación con la ciudadanía se extendía según la tradi
ción a los empleados de la administración pública; es en ese aspecto que la de Elec
ciones vino a cambiar la costumbre de raíz, aunque poco después, dnrante las sesiones del
congreso de 1824, la sociedad expresó a través de sus representantes, el malestar ocasio
nado portan arriesgadas concesiones (documento 3).35
35 Véase arriba el texto de l\1anuel A. de Castro citado en nota 26; la di::.mÍllucíón de cabeza era
- 157
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."
Fueron los libertos también subalternizados, porque si bien adquirieron el voto activo,
siguieron dependiendo civilmente de un tutor o curador, que en prineipio debía ser su
anterior amo o en algunos casos y más grave aun, el anlO de su madre, cuando se pasaban
por alto las disposiciones del año XIII y se encuadraban los casos en las leyes antiguas. 36
Llamó poderosamente nuestra atención una frase, aparentemente sacada de contex10,
que se atrIbuye al Padre Castañeda y que consta en actas de la Sala de Representantes,
como respuesta a un pedido de ésta al religioso rebelde.
"...que el pueblo no tiene garantías mientras no se establezca el juicio de jura~
dos: que en los solteros no hay soberanía. .. "37
Es que el tema de los menores es de una enorme complejidad, eran hábiles para traba
jar a partir de los 14 años, pero seguían bajo la dependencia de sus padres hasta la mayo~
ría de edad a los 25 años. Por ello denuncia Alberdi, que llli mayor de 20 años que era
considerado ciudadano en Buenos Aires, seria capaz de decidir con su voto en negocios de
la República pero no lo seria igualmente para actuar en materia civil; un carrero, un
labrador o un fabricante menor de 25 años, podía adquirir fortuna con su trabajo pero no
era dueño de administrarla (documentos 4 y 4.1); en este último punto hace hincapié
Somellera al proponer bajar de 25 a 2l1a edad tope, tomando el ejemplo de Inglaterra; la
habilitación serviría doblemente a la sociedad, para aumentar el número de actores civiles
y para ejercer un mejor control sobre los mismos en aras de la seguridad.:l9
- 158·
prohistoria 5 • 2001
Hemos tratado en extenso el caso de los transeúntes en anteriores publicaciones,40 por
ello y en beneficio de la economía de recursos no lo haremos nuevamente; más, la diferen
cia entre domiciliados y transeúntes continúa ocupando un lugar central en todas nuestras
e}¡:plicaciones sobre la fonnación de la sociedad bonaerense. No se podrá obviar, que la
situación planteada por la autonomía a la organización de la Provincia, convirtió a los no
naturales, a los no avecindados y en especial a los hombres solos en objetos de la acción
policial. En esto reside la diferencia que mantenemos con otras interpretaciones, afirma
mos que, todos los transeúntes sin empleo reconocido, sin pasaporte o sin mercancías
legales en tránsito, eran considerados extranj eros a los que no les cabía la protección de la
autoridad pública. Se entiende, que todos los habitantes que 110 eran transeúntes estaban
1tcluídos en el Registro Cívico y tenían papeleta de identidad, de acuerdo con los diferen
tes estatutos que se reconocían en la Provincia de Buenos Aires en 1831 y aún en 1857 41
(documentos 5 y 5.1).
El gobiemo de la Feliz particularmente rígido, con la e"''Pedición de
documentos que permitían transitar, salir de la ciudad o trasladarse de un lugar a otro del
territorio provincial, porque hacía a la seguridad tenitorial42 y era, como se ha e"''Plicado,
un asunto delicado en el que estaba enjuego el derecho de las personas (documento 3).
"34. Por estado entendemos una calidad o circunstancia, por razón de la cual
los hombres usan de distinto derecho; porque de un derecho usa el hombre
libre, de otro el siervo, de uno el ciudadano y de otro el peregrino (Ley I,
tít.23 PartA); de alú nace que la libertad y la ciudad se llamall estados. Tanlbien
se llama el estado en derecho con el nombre de cabeza, y por esta razon se dice
que el siervo no la tiene, y que se le ha disminuido ó quitado al que perdió el
estado de libertad, de ciudad ó de familia (Ley 3 tít 23).
"35. El estado es de dos maneras: natural o civil. Estado natural es aquel que
dimana de la mísma naturaleza, V.gr., que unos sean nacidos, otros por nacer,
unos varones, y otros hembras; rulOS mayores de veinte y cinco años y otros
menores. Civil es el que trae su origen del derecho civil, v.gr., la diferencia
Derecho, núm. 23, Imprenta de la Universidad, Buenos Aires, 1972; SEOANE, Maria Isabel
"Instituciones protectoras del menor en el Derecho Argentino Precodificado (1800-1870)", en
Revista de Historia del Derecho, núm. 7, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho,
Buenos Aires, 1980; también CASSINARI, Mfllia La situación jurídica del mellor 1810-1870,
Ms. Instituto Ravignani, 2001.
40 Nuestros "Domiciliados y transeúntes en el proceso de fonnación estatal bonaerense (1820
1832)", ellEntrepasados, núm. 6, Buenos Aires, 1994 y "De súbditos ...", cit.
41 Véa'!e, Constitución de la Provincia de Buenos Aires de 1854, sección8a , declaraciones generales,
articulo s 145 y 146, yel ya citado Proyecto de Código Civil de Marcelino Ugarte en nota 7.
42 Una noticia periodística infomla sobre el descubrimiento de tm falsificador de "Licencias para
viajar al interior o fuera de la Provincia con frutos ... ", que con la fmua de Rivadavia y del
alcalde de barrio se extendían en papel sellado; el operativo, realizado por el jefe de policía
había sido ordenado por djuez de paz del cuartel 18, enEl Argos, 20-2-1822, p. 40.
- 159
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."
En nuestras anteriores publicaciones hemos pasado por alto la gravedad del aS1L.'lto
señalado, sobre el estado de las personas, porque, ennuestro afán por remarcar
da entre domiciliados y transeúntes/peregrinos, no ponderamos adecuadamente la situa
ción de la minoridad en relación con los edictos sobre vagancia; los menores fuera de la
tutela de sus padres, tampoco podían circular sin papeleta de conchabo o en su defecto el
nasatlorte o permiso para transitar. Por ello, creemos que hubo dos tipos bien defmidos de
vagos en que se en todos los hombres solos: los transeúntes y los
menores.
43 Del derecho de las personas, llbro I, título 3, enALVAREZ, Jua.'llnstituciones... , cit., pp. 20
21.
44 Arrimados: " ...que algunos hombres, que el pretexto de pobladores o labradores, y sin
tener acaso más fortuna que una pennanecen en algunos terrenos baldíos[ ...] bajo la
- 160
prohistoriG 5 • 2001
darse de un lugar a otro, que no se daba a los transeúntes ni a los menores no emancipa·
.dos, acceso libre a la propiedad y al ejercicio honesto de una actividad industrial, capaci
dad para vender bienes y para endeudarse, entre otras.
Al mismo tiempo, los derechos sociales, se mantuvieron estrechamente unidos a la
vecindad y al proceso de expansión de las fronteras; se consolidaron con la ampliación del
sistema político, pero también ayndaron a sostener un orden social de corte tradicional.
Se nos ocurre, finalmente, volver sobre la libertad política y los contenidos modemos que
el concepto encierra, podríamos establecer una relación entre propiedad y libertad, que
giraría en tomo a la capacidad para poseer. Las llamadas ciases propietarias, fueron reco
nocidas con la ciudadanía plena, salvado queda el caso de los artesanos que ya hemos
ex-plicado; con el resto, la libertad negativa fundada exclusivanlente en la concesión del
sufragio, fue de la mano con la habilitación controlada para enaj enar la fuerza de trabajo,
porque se reglamentó férreamente toda actividad industriosa y se penalizó el ocio. 45
"Por el derecho local de Buenos Aires, todo el trabajo está dividido en gre
mios o colporaciones inaccesibles (algunos de ellos bajo penas de ser desti
nados al ejército de línea) a todo trabajador que no hibiese obtenido de la
policía política su inscripción en la matricula correspondiente al ramo en que
quire trabajar. [...] Las puertas de esos trabajos y ~.iercicios están cerradas
para todo el que no ha cuidado deproveerse de papeletas y salvoconductos de
manos de la policía política... "46.
denominación de arrimados...", en Gobierno de Buenos Aires, Adanual para los jueces de paz
de Campaña, 1825, p. 23. Agregados: " ..gentes con hogar, y con ocupacióllaparente que viven
realmente en el ocio, que viven del robo y que no son perseguidos por la ley. Estas son las
tamilias que con el nombre de arrendatarios o agregados se sitúan al abrigo de las haciendas del
campo, que levantan una choza, y siembran una fanega de trigo, pero no se conchaban, no se
ocupan de otra cosa, no pueden mantenerse y se sostienen del robo de los ganados de las haciendas
vecinas", Buenos Aires, 1825, Cámara de Justicia, citado por LEVAGGI, Abelardo "Buenos
Aires 1800, El delito de abigeato en los siglos X'VIl, xvm y XIX", en Revista de Historia del
Derecho, Vol.xxrv, Buenos Aires, 1978,p.119.
45 MARILUZ URQUIJO, José "La mallO de obra en la industria porteña. 1810-1835", en Boletín
de la Academia Nacional de la Historia, Vol. Xxxm,28 secc, Bueno s Aires, 1962, pp. 583-622
Y"La regulación del aprendizaje industrial en Buenos Aires (181 0-1835)", enRevista del Instituto
de Historia del Derecho Ricatdo Levene, núm, 14, Imprenta de la Universidad, Buenos Aires,
1963, pp. 59-85.
46 ALBEROI, Juan Bautista Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina. Según
su Constitución de 1853, Raigal, Buenos Aires, 1954.
- 161
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."
APÉNDICE DOCUMENTAL
- 162
prohistoriG 5·2001
motivo son innumerables los reclamos de las familias que considerándolos fundados
los ha dirigido al Sr. Gobemador. Que de éstas resultan se han ocultado muchos
artesanos y algunos de los acuartelados y que aquella Inspección cree de conformi
dad con el gefe de la Legión, que un artesano honrado y de un pequeño crédito, se
halla en el caso que la ley designa en el artículo 21 0, pues que con su trabajo es
dueño de un rédito seguramente mayor que el que puede reportar el comerciante
dueño de fábrica o establecimiento rural cuyo valor llegue a mil pesos que además el
arbitrio que propone aquel cree es el más a propósito para conseguir el comple
tar el déficit militar con hombres que con por poco ocupados son los que deben ser
alistados. Que hasta ahora por los medios puestos en práctica para cumplimiento de
la ley, solo se ha aumentado el qj ército con 11 hombres. Firma: Juan José Viamonte"48
- 163
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."
Así pues, como el actor por el cuasi contrato conocido en derecho de la litis-contes
tación, contrae obligaciones y responsabilidades para con el demandado: nada más
natural que no haya una absoluta libertad, por regla general, de que quien quiera
que sea tenga facultad para molestar con demandas a otro individuo (pp.93-94).
En nota al pié se lee:
(a) En el Auto acord.22 tít.4 lib.6 Rec.C, hallamos la prolija enumeración de la
mayor parte de casos que constituyen vecindad; la cual equipara por consiguiente
los vecinos á los naturales, para sujet:'U'los á todas las cargas impuestas á estos, y que
además los exceptuaba deljuez especial de extranjeros, que por aquella disposición
había establecido.- Dice así: Debe considerarse vecino en primer lugar cualquier
extrangero que obtiene privilegio de naturaleza: el que nace en estos reynos: el que
en ellos se convierte a nuestra Santa Fe Católica: el que viviendo sobre sí, establece
su domicilio: el que pide y obtiene vecindad en algull pueblo: el que se casa con
muger natural, y habita domiciliado en ellos; y si no es la muger por el
mismo hecho se hace delfuero, y domicilio de su marido: el que se arraiga compran
do, y adquiriendo bienes raíces y posesiones: el que siendo oficial viene á morar y
ejerce oficios mecánicos, o tiene tienda en que vender por menor: el que tiene oficios
de Consejos, públicos, honoríficos ó cargos de cualquier género, que solo pueden
usar los naturales: el que goza de los pastos, y comodidades que son propias de los
vecinos: el que mora diez años. (aclara: hoy son cuatro por nuestra ley patria).
Con easa poblada en estos Reynos, [...] distinh'lliéndose los transeuntes en la exone
ración de oficios concejiles, depositarias, receptorias, tutelas, curadurias, custodia
de panes, viñas, montes, huéspedes, leva de milicias y otras de igual calidad.
(sobre el mismo tema) ítem 210: El segundo requisito
Persona sui juris, mayor de edad, o con venia ó habilitación de ella. Con la simple
enumeración de estas calidades ya se comprenden bien. Por persona suijuris enten
demos, como todos, ser aquellos que no están sujetos á potestad paterna, ni en
servidumbre; y por mayor de edad, al que ha cumplido 25 años: que es la época en
que la ley admite como legítima la personería. Asi es que el hijo de familias no
puede presentarse demandando por sí, ni lo puede el siervo. En la palabra hijo de
familias, se incluye tanto á los de consanguinidad, como a los civiles, es decir, los
prohijados: asi como el estado de servidumbre incluye la ley en casos seí1a!ados á
los meros sirvientes asalariados."49 (p. 96)
~ 164
prohistoriG 5 • 2001
jomalero, soldado, notoriamente vago, ó legalmente procesado en causa criminal,
en que pueda resultar pena aflictiva o infamante.
-El señor Galisteo. Yo creo que este artículo, en cuanto á la parte que se contrae á los
jomaleros, no les hace justicia; pues siendo verdad que eljomalero, y el doméstico
no están libre de deberes respecto á la república, tampoco debe privárseles de los
goces, mucho mas cuando la expetiencia nos enseña que de estos jomaleros general
mente es de los ptimeros de que se hecha mano para la guerra: estando por consi
h'Uiente obligados al mayor de los sacrificios, que es el de la vida, deben tener el
derecho de sufragar como los demas ciudadanos ...
-El señor Castro. Es preciso hacerse cargo que lo que importa en el artículo, es el
buscar en los individuos que han de ~jercer los derechos de ciudadano, y muy espe
cialmente el principal y de mas inlportancia, cual es el sufragio activo, que tengan
voluntad propia, para que, al expresar su sufragio, se verifique que ex-presan su
opinión, y que de él resulte la expresión de la voluntad general; y no tal vez, la de un
pequeño número de hombres, proUllciada por un gran número de bocas.
Considerado con detención lo que es un doméstico a sueldo, no debe presUlllÍrse que
tiene voluntad propia, por la gran influencia del patrón sobre él; pues de él depende
su subsistencia y hasta el pan que come.
Sobre esto, Señores, se ha clamoreado tanto, siendo un vicio que sentinlOs en las
mas de las elecciones, en las que es preciso que los individuos tengan en primer
lugar independencia, y en el segundo lugar capacidad para eAJ)resar su opinión.
Estos son los dos puntos principales; aunque no se puede prohlbir, ui se debe, el
in...flujo y consejo de persuasión, porque esto no quita la libertad; pero si la influencia
que trae una coacciono ¿Cómo se resistirá de la insinuacion de un patrón un domés
tico que vive de su pan y de su sueldo, y no debe desconocer el Sr. Diputado el
petjuicio que resulta de este no libre ejercicio de ese derecho...
[...] -El señor Dorrego. [...] Los domésticos á sueldo reciben un estipendio por su
trabajo, y lo pueden ganar en otra parte, y no es una coaccion estar dependiente,
para sujetarse en estos casos á su patron; al contrario, de esta resoludon (si se toma)
lo que resultará es una aristocracia terrible y un barrenamiento al sistema represen
tativo, que fija sus bases en la igualdad de derechos...
[...] -El sellar Castro. [...] Explicaré el sentido del articulo ó lo que importa el que
quiso darle la comisiono Se ha dicho que cualquier mozo dependiente será excluido
por el mero hecho de estar á sueldo. La constitución habla de la persona que vive á
sueldo y bajo de dependencia inmediata; no basta que viva á sueldo, es necesario que
sea doméstico, que viva en casa de un patrón, de su pan, y bajo de su techo, que es lo
que tigurosamente constituye dependencia. Se ha dicho tambien que porque no se
excluyen á los empleados que perciben sueldo? Y que en este caso vendría á ~j ercer
el sufragio la vigésima parte de la población, porque sería solo la clase comerciante
la que haría la votación. Esta es una inexactitud, y grande exageración.
[...] Se dice que no quedan mas que comerciantes: pero ¿y los artesanos, los oficiales
- 165
ORESTE C. ""'-"1C'0""nC.LV, ''Itinerarios de la Ciudadanía..."
- 166
prohistori" 5 • 2001
Fuero Fuero Real, Leyes del Estilo, Siete Partidas, Ordenamiento de Alcalá,
Ordenamiento Real, Nueva Recopilación, Recopilación de Indias, Reales Cédulas,
Ordenanza de J\.1Jnas, Ordenanzas de Bilbao, Ordenanza de Intendentes, Leyes na
cionales o patrias." (p. 84)
Documento 5. 1 -Reformas económicas del derecho civil con respecto a las personas.
Desde la sanción de la Constitución, ya no se diferencian las personas en cuanto al
goce de los derechos como antes sucedía, en libres, ingenuos y libertinos; en
ciudadanos y peregrinos; en padres e hijos de familia, para los fines de adquirir.
Todas nuestras civiles sobre servidumbre o vasallaje, sobre ingenuos, sobre
potestad dominica, sobre libertinos y sobre extranjeros, están derogadas por los artl~
culos 15, 16 Y20. El arto 15 suprime la esclavitud; el art 16 iguala a todo el mundo
ante la ley, y el 20 concede al ex1ranjero todos los derechos civiles del ciudadano.
La patria potestad, que establecía nuestro derecho civil español de origen romano
feudal, recibe de nuestra Constitución moderna cambios de hTdllde influjo en la eco
nouúa política. La moderna ciudadanía impone deberes incompatibles con la antigua
dependencia doméstica. Un ciudadano menor de veinticinco aFíos, que puede ser
elector pollüco, es decir, que puede pactary contratar en los más arduos negocios de
la República sería incapaz de comprar y vender eficazmente en materia civil?
[...] En virtud de la potestad útil, el padre tiene derecho de vender o de empeñar a
sus hijos, en casos de miseria, según las leyes 8 y 9, título 17, parte cuarta. ¿Este
dominio inmoral subsistiría en presencia de la Constitución. que ha dicho (art.15):
Todo contrato de compra-venta de personas es un crimen?
[...} Son adventicios los bienes que el hijo adquiere por su industria, o por herencia
de su madre o parientes. Como el derecho civil rige también en materia de comercio,
de agricultura y de industria fabril, se de ese principio que un negociante, DIl
labrador, o un fabricante menor de veinticinco años bien podxá adqtúrir la fortuna
de [...], no por eso sería dueño de administrarla por si, ... [...] El nuevo derecho
constitucional no admite la pérdida del estado civil (capitis diminutio) que nuestro
derecho espaFiol lomó del romano. No hay crimen que desnude al habitante de la
República Argentina del derecho civil en su propiedad, estando el Art. 17 de la
Constitución que ha dicho: 'La confiscación de bienes queda borrada para siempre
del Código Penal argentino' ."52
- 167
ORESTEC. 0rU'CLL'J, "Itinerarios de la Ciudadanía ..."
"En ,,,;,!",u,c,,a el Señor Presidente llJ!unció en discucion el articulo 8, del tratado cele
brado en 4, del corriente por los Diputados de los Gobiernos de las Provincias litora
les. Dicho articulo había sido modificado por la comisión de negocios constitucio
nales, aparese del proyecto que acompañó á su dictful1en.
El Señor Ministro de Gobiemo con el obj eto de probar que la voz habitantes que usaba
el tratado, era mas acomodable al caso, que la de ciudadanos, aconsejada por la comi
sión, espuso, que eran tres las clases de personas que recidian en un Estado, á
ciudadanos habitantes, y residentes ó tranceuntes. Que los considerados en esta ulti
ma clasificacion no pertenecían propiamente al país de su recidencia, ni de
ser subditos de sus respectivos Gobiernos. Que los segundos pertenecían á la sociedad
en que estaban arraigados y establecidos; eran subditos del Gobierno, y áun que no
gozaban de ni de las prerrogativas del ciudadano, entraban sin emlO3JrgO
en el ro11 de estos en muchos casos y participaban de las cargas y de los gozes
del estando solo exentos de las cargas y los gozes politicos, los cuales eran
reservados á los primeros, que disfrutaban indistintamente de todos los derechos. Que
establecida esta diferencia, se deducía, que hallandose repartido el comercio entre bs
ciudadanos, y habitantes, favorecer solo á los primeros, otorgando les la libertad de
navegadon, seria reducir de tal modo esta misma libertad, que ni se habia J.VIU¡;;1,ltdl.JV,
ni dado esa franquicia al comercio en general, lo cual era el objeto del articulo.
sin de esto, como la tendencia del tratado era á pernritiJ la navegacion en los
dos de los ciudadanos ó habitantes de las PrOvincias, no por él se hallaban
irJuvidos los Gobiernos de conceder ó restringir esa libertad á los habitantes de s,us
respectivas el articulo solo érarelativo á no prohibir la á
los habitantes de las otras Provincias, ...
[ ... ] Por de la comision se dijo: que no era exacta la diferencia que se habia
establecido entre habitantes, ciudadanos y meros rccidentes ó transeuntes, pues se
gún todos los publicistas la voz generica de habitantes comprendía dos clases
tas, á una que tenía opcion á todos los derechos, y otra que no. Que á la
primera correspondian los ciudadanos, fuesen naturales ó legales, y á la segunda los
que no eran ciudadanos. Que la calidad de habitantes no ponia á los hombres en la
clase de subditos del Gobierno, en cuyo país vivían, ... Que la comisÍon habia que~
!ido poner á cubierto los derechos que en todas partes estan reservados a la ciudada
nía como que son propiamente inherentes a ella.
Sobre se versó el debate, hasta que declarado el asunto suficientemente
a 'l/otar, si se aprobaba ó no el articulo 8 del tratado, y resulto
la afmnativa .. ,"53
- 168
prohistoria 5 - 2001
Documento 6. 1 - Reclamo de Sarmiento sohre Transeúntes. Acta de la 4ta. Sesión
ordinalia celebrada por el Concejo Municipal el 14 de abril de 1856.
"En seguida el señor Sarmiento hizo moción para que la nota que se
acababa de leer relativa al censo, se considerase sobre tablas, porque creía que debía
evit~se viese la luz púb1ica un do cumento en el cua11a oficina estadisti ca \.VJei'''5Ll'''
ba una colocando a10s nacidos en demás provin~
cías entre los disminuyendo así el número de ciudadanos que tal clasi~
ficación em ilegal y arbitraria desde que violaba algunos articulo s de la Constitu
ciónque citó y que creía por esto, deber aconsejar un procedimiento inmediato sobre
este asunto por considerarlo de grave trascendencia,"54
S4 EllActas del Consejo Alunicfpal de la Ciudad de Buenos Aires, 1856. Publicación ordenada por
el Presidente del Honorable Consejo Deliberante Dr. Carlos CoIl, Talleres Gráficos Optimus,
Buenos Aires, 1910.
- 169
prohistoriG 5 • 2001
Resumen
En este 8ltículo nos circunscribimos a trazar un cuadro del proceso de construcción de una
delictiva: los vagos y malentretenidos en Buenos Aires entre 1730 y 1830, para ello
"''''''i5p.Hev" las que se fOljaron en tomo a ésta y las nociones y valores que se
fuemn asociando a la vagancia. a un análisis sistemático y a una relectura de la
nonnativa dictada en esa centuria; por lo tanto, la novedad del presente artículo no reside
tanto en las fuentes utilizadas sino en el tratruniento que de ellas hicimos.
A 10 181'go del siglo, pudimos observar la ampliación de las prácticas sociales que pasaron a
ser repudiadas las asimilarse a la vagancia en la medida que se les
"soluciones" similares. La .t1gura delictiva temIÍnará por ser definida por un mecanismo pre
ciso: no ya por la carencia de f81llÍlia, de bienes o de dOlllÍcilio sino de papeleta de conchabo,
dc alistamiento, de pasaporte () de liccncia de mendicidad. La construcción histórica de la
figura del vago deviene, entonces, de una compleja y densa filiación en1a que intervinieron
no sólo los textos y las detlniciones de los juristas sino también los mecanismos empleados
para llevar adelante la represión.
Palabras Clave
delitos - justicia - vagos - malentretenidos - ocio - trabajo
Abstract
In this artic1ewe trace fue process ofconstTuction ofa crimonious figure, t!le vagabonds and
fue ones who do not make good use of therr tiee time; in Buenos Aires betwccll the years
1730 and 1830. For tilat purpos<.:, we invetigate on the concepts constituted in view ofthis
artel other notions and values that have been asociated with fue concept of"vagabons". We
inquire a sistematic analisis a rereading ofthe nonns establishedin that century. 'Therefore,
the present artic1e' s innovation es not based on fue sources used but on the treatement that we
ALONSO, Fabián, BARRAL, María E., FRADKIN, Raúi O. y PERRI, Gladys "Los vagos de la
campaña bonaerense. La construcción histórica de una figura delictiva (1730-1830", prohlstorlc¡,
Año V, número 5, 2001, pp. 171-202.
* Este trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación "La expelicncia de la justicia. Poder y
sociedad e111a campaña bonaerense (1730-1830)" que desarrollamos en el D<''Partamento de
Ciencias Sociales de la Universidad de Ll~án.
• 171 •
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. FRADKIN, G. "Los vagos de la campatla..."
have done to them. Along the century we colod obselve the social practices' expansioll \vhich
came lo be repudiated, and which Catl be assimilated to the vagabonds in tl1e Satne measure
tl1at similar "solutions" were imposed the crimonious tigure wil! end up being defined by a
precise mechunism: no! by t11e lack of tiunily, goods or dwelling bUl by fue "papeleta de
conchabo" by of certificates of enrolling, ofpassport and of begging licence fue bistorical
construction ofthe vagabolld' s figure comes from a complex and dense illiation, in which not
OlUy te:xLs and judiciary defillitions intervened; but also the mechatlÍsms applied to carry on
the represíon.
Key Words
crimes - justice 10att.'TS malentretenidos - iclleness - work
Acerca de la delimitación de este catnpo de "~'UU.¡.V,, .1-"ru..,1~ Gabriela "La historia del
1999,pp.133-158.
Roclolfo Alonso Editor, Bs. As., MOLAS, Ricardo Historia social del
- 172
prohistoriCII 5 • 2001
para la acción social y que, por lo tanto, constituye un componente esencial de las relacio
nes sociales al tiempo que crean condiciones de legitimación de esas relaciones. 3
- 173
F. ALONSO, M. E. BARRAL, RO. FRADKIN, G. PERRI, "Los vagos de la campaña ..."
pues muestra como ya estaban asociadas íntimamente las nociones de vago, borracho,
violento y ladrón que más tarde impregnará toda la normativa sobre la vagancia.
Un esquema mental que proviene de la eh'Periencia medieval europea se aplica a los
indios y luego se desplaza hacia otros sujetos y otras prácticas. En este sentido, laRecopi
lación de 1680 puede ser vista como una combinación de tradición y eA'Periencia;s en ella
la persecución se aplicaba todavía con un criterio preferente a "Los españoles, mestizos,
mulatos y zambaigos vagabundos no casados que viven entre los indios". Es decir, que se
había fOljado una visión de los vagabundos concentrada en los solteros que violaran el
esquema de separación y segregación de las dos Repúblicas. Por eso, la Ley 4, Libro VII,
Título IV, defInía una política también perdurable, la idea de sujetar a los vagos mediante
diversos mecanismos: "formar Pueblos", "dar tutores" a los hijos de españoles y
mestizos, y "á los varones, que edad suficiente pongan á ofIcios, ó con runos, ó a
cultivar la tierra" y "que las mugeres sean puestas en casas virtuosas, donde sirvan". 9
Esta presentación ver algunos rasgos de lo que puede considerarse la mat.nz
inicial. La ociosidad era considerada como la causa de los males; su corrección debía
resultar de una verdadera pedagogía social que si no surtía efecto tenía como solución
última la c:\'Pulsión del pueblo. Estas disposiciones surgieron para mantener la separación
entre las dos repúblicas y por lo tanto, el vago o el ocioso eran vistos como que
atentaban contra el orden moral de la sociedad por el "estrago que hacen en las almas".
Destaquemos, por el momento, dos aspectos. Por un lado, la figum está íntimanlente
relacionada con el hecho de ser soltero. Por otro, el predominio del término "vagamundo"
hace referencia a esta preocupación de las autoridades por la movilidad, en especial de
mulatos y negros libres. Por ejemplo, la Ley I1I, del Título V del Libro VII, se preocnpa
por los negros y mulatos libres
"por ser gente que no ticuen asiento, ni lugar cierto, y para esto conviene
obligarlos á que vivan con amos conocidos, y no los puedan dexar ni pasarse á
otros sin licencia de la Justicia ordinaria, y que en cada distrito haya padrón de
todos, con expresion de sus nombres, y personas con quien viven... "10
Es decir, que ya entonces aparecieron nociones que habrían de perdurar largo tiempo:
sujeción al trabajo, limitación de la movilidad laboral, permiso legal de movimiento y
empadronanuento general como métodos de control social. Por entonces, también, ya
so. Reducción y conversión en las l'vfisiones jesuitas de las selvas sudamericanas, siglosXVJly
359.
10 Recopilación de Leyes... , cit., p. 361.
- 174
prohistorio S • 1.001
estaba delineado un arsenal de penas que iban desde los azotes y el confmamiento en las
galeras hasta el trabajo compulsivo en las minas ll y el servicio de annas. En este sentido,
la ley XXV estableció que:
"Que ningún español, ni mulato, mestizo, negro, ni zambaygo esté sin amo á .
quien sirva en la Provincia de Tierrafmne, y los que vivieran sin ocupación
sirvan en la guerra ó sean castigados."12
Las mismas leyes asociaban eljuego con el ocio y las malas costumbres; en este senti-
do es sihrnificativo transcribir la Ley II
"JÚlltase á jugar en tablages públicos mucha gente ociosa de vida inquieta, y
depravadas costumbres, de que han resultado muy grandes inconvenientes, y
delitos atroces en ofensa de Dios nuestro Señor, con juramentos, blasfemias,
muertes, y pérdidas de hacienda, que de semejantes distraimientos se siguen,
demás de los desasosiegos, é inquietudes, que se han causado, perturbando la
paz, y unión de la república, por intereses de baratos, y naypes." 13
De este modo, esta construcción se apoyaba en una noción que la fundamenta: se trata
de "delitos atroces en ofensa de Dios", Ulla concepción que retoma y anIplifica la defmi
ción de los "malos hechos" que se encontraba en las Partidas y que refiere a la difusa
distinción que por entonces podía hacerse entre delitos y pecados. Así como de la tradi
ción castellana proviencnla figura delictiva y las penas, ella también proveyó la institu
ción principal destinada a perseh.'1lírla: los Alcaldes de Hermandad. Así, en la Recopila
ción de 1680 ya se establece que su función prioritaria era "refrenar los excesos cometi
dos en lugares yermos y despoblados, por la mucha gente ociosa, vagabunda y perdida,
que vive en ellas."14
Estos datos indican que la figura delictiva y la constmcción del estereotipo social fue
previa a la difusión efectiva del delito y que la gravedad de las penas aparece independien
te de la gravedad de la infracción. De este modo, se construye una suerte de molde donde
se irán introduciendo las conductas condenables. Ello es central pues ya puede delinearse
un ideal defmido: los indeseables son e:\.'pulsados de la ciudad o lajurlsdicción, viven en
despoblado (inciviliz.:'ldos, con indios) y por ello, la pena es el confmamiento al margen de
la comunidad CÍ"vilizada. El vago es visto como un germen ajeno a la ciudad que la pone
en peligro...
- 175
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. FRADKIN, G. "Los vagos de la "
Cmmdo este andamiaje jurídico mtente ponerse en pleno funcionamiento durante el
siglo XVIII serán necesarias nuevas fonnulaciones; sobre todo, cuando el foco de la aten
ción se vaya desplazando al mundo rural. En este sentido, aparecen dos momentos decisi
vos. En la Real Orden del 30 de Abril de 1745 se precisa WI criterio básico para defmir a
los vagos:
"... los que sin oficio ni beneficio, hacienda y renta vive, sin saberse de que
venga la subsistencia por medíos lícitos u honestos. El que teniendo algún
patrimonio no se le conoce otro empleo que el de casas de juego, compañías
mal opinadas, frecuencia de parajes sospechosos."!5
Es una misma pena y un mismo tratamiento unificaba dos modos de vida dife
rentes: el de los "ociosos" de rentas y propiedades que no se sujetan al
el de los "mal entretenidos" y alternadores tabernas).
dncen así dos asociaciones: ocioso/vago, mal entretenido/vago; se defIne un criterio preci
so: que sea ullmodo de vida h..abitual; y uno de prueba: la reincidencia. Sin embargo,
conviene retener que todavía este arsenal nOffimtivo sobre todo a una
primordialmente urbana.!6
15 Real Orden citada en la Ley VII, l1tulo XXXI, Libro Xll de la j\¡'ovisima Recopilación...• cit.,
p.2.
1(, En el mismo sentido en 1778 se extendió a sin pasaporte; en 1783 alos curaIlderos
y amaestradores de animales y a los que, con de ser estudiantes, se dedicaban a
vagablmdear por el Reino, y en 1788 a los artesanos y menestrales.
- 176
prohistorio 5 • 2001
La figura fue ex"tendiendo su sentido, incluyendo un conjunto diverso de prácticas
sociales repudiadas y que eran asimilables a la vagancia en la medida que se les impuso
un mismo tratanliento. La vagancia, por 10 tanto, no tuvo un cuerpo legal propio, exclusi~
vo y específico. Por el contrario, su persecución se inscribió en un marco normativo difu~
so, a medio camino entre lo que el derecho moderno habrá de distinguir como delitos y
faltas o contravenciones y atravesado por las tensiones que podían plantearse entre la
norma escrita y las "costumbres del pays". Pese a que no podía haber una distinción
precisa entre falta y delito, ni en sus fundamentos ni en las penas impuestas, cabe advertir
que la diferencia se hacía evidente en los procedimientos judiciales implementados pues
la persecución de la vagancia solia obviar los trámites más elementales de las causas pe
nales ordinarias Y De esta forma, las defmiciones de la figura fueron variando seh'Ún el
contexto histórico, la influencia de tradiciones juridicas y culturales y la eX'Periencia his
tórica realizada, con la particularidad propia del derecho cuyas definiciones perduran
más allá de las condiciones que originariamente hicieron necesaria su formulación. 18
Tanto las primeras fonnulaciones del siglo XIV como las de su cristalización en el
XVI se realizaron en una fase histórica de configuración de un nuevo derecho por parte de
un nuevo tipo de estado. En térnlinos de Foucault,19 desde el siglo XII venía configurán
dose en Europa occidental "una noción absolutamente nueva: la infracción" que sustiÚlye
a otra más antigua: el daño. Esta metamorfosis supone que allOra se trata de una ofensa al
propio estado y sustenta la confiscación por éste de la función judiciaL Para llevar adelan
te esta operación se adoptó un modelo de indagación, el inquisitivo, que provenía de la
práctica i.nstitucional eclesiástica y administrativa y que habría de impreguar todo elor
den jurídico de categorías religiosas generando "una curiosa conjunción" entre infracción
legal y falta religiosa, entre delito y pecado, uno de cuyos resultados fue transfornwa la
confesión en la "prueba de verificación", o como sostiene Tomás y Valiente, la idea latente
de considerar al delincuente como pecador transformará a la confesión en "la reina de las
pruebas".20 SCt,'1Í.'lFoucault este modelo habría perdurado hasta que a fmes del siglo XVIII
y principios del XIX, cuando se operó una sustancial mutación de las nociones y concep
ciones: la falta pasará entonces a ser estrictamente una infracción de la ley civil, la ley
penal pasará a fundamentarse en la utilidad social, el crimen a ser considerado como daño
social y el criminal como 1m enemigo social.
17 LEVAGGI, Abelardo "Buenos Aires 1800, El delito de abigeato en los siglos xvn, XVIII y
XIX", en Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, Vol. XXIV, 1978,pAO.
18 VILAR, Piare "Historia del derecho, historia total", en Ecollomia, derecho, historia. Conceptos
y realidades, Arie!, Barcelona, 1983, pp. 106-137.
19 FOUCAULT, MichelLa verdady lasfonnasjuridicas, Gedisa, Barcelona, 2000.
20 TOMÁS Y VALIENTE, Francisco La tortura judicial en España, Crítica, Barcelona, 2000, p.
156. Del mismo autor ver El derecho penal de la monarquía absoluta (siglos XVI, XVII Y
XVIII), Tt~cnos, Madrid, 1992.
- 177
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. G. PERRI, "Los vagos de la campaña..."
La lucidez con que Foucault presenta los trazos b'IUesos del cambio de concepciones
no debe excluir la consideración de pat1icularidades y avatat·es propios del proceso histó
rico en contextos defmidos. término, porque la influencia de las nuevas con
cepciones (Beccaria fundaIUentalmente) fue más tardía y limitada en España que en otras
naciones occidentales, donde siguió imperando un tratanúento de los delitos sin tipificación
y que habilitaba una "interpretación extensiva por analogía", dentro de un esquema bási
camente casuístico Y Por ello mismo, la antigua defuúción contenida en las Partidas de
"los malos hechos" como realizados" contra los mandanúentos de Dios y contra las bue
nas costumbres y contra lo establecido por las leyes y los fueros y derechos"22 habrá de
continuar en vigencia. En segundo término, porque la misma naturaleza de la vagancia
como figura delictiva la hacía especialmente penneable para mi-xturar nociones de natu
raleza y filiación diferente. Es que en el ámbito pueden encontrase tras
pnmeros esbozos de tip11lc:aCJIOn
.,_••_•.,_ OlDcr::lba sobre un fondo tradicional muy escasamente alterado una continuidad
jurídica sustarltiv3. Por fue claramente considerada como un "daño
social", un atentado contra la utilidad social y pero esta fOn1mlación no d<;jaba
de e-vocar connotaciones religiosas en tomo a la ociosidad. A su vez, e11ugar de la prisión
como espacio y método de pena habrá de esperar: el destino privilegiado fue el servicio de
armas, retomando y generalizando una fOTIna de condena que formulada en el siglo XVI,
se aplicó ocasionalmente en el XVII, se amplió en el XVIII y se generalizó en el XIX.
23 Las fuentes utilizadas para annlizar las nonnas sobre la persecución de la vagancia fueron los
Bandos de Gobernadores y Vüreyes del Río de la Plata, los Acuerdos del Extinguido Cabildo de
Buenos Aires (AECBA), el Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires (ROPBA) y el
Registro Oficial de la República Argentina (RORA).
- 178
prohistoria S - 2001
sociales que no eran inicialmente asimilables a la fif,rura del vago se terminará por operar
una notoria ampliación de las prácticas sociales que podían inc1uírse dentro de la figura
jurídica de la vagancia. Veamos este proceso con mayor detalle.
En etapa, como ya se anunció, las disposiciones se dirigían principalmente a
ordenar que losvagos abandonen la ciudad y sujurisdicción. Esta situación la encontrdrnos en
cinco ocasiones (1745, 1746,1748 -enero y diciembre-y 1769).24 Sin embargo, no siempre
estas disposiciones tienen las mismas fomlulaciones: en 1745, no se especifica la condición
étnica de los que deben sere>"'Pulsados y se hacereferencia a los "vagamundos y holgazanes";
en 1746 se dispone echar a los vaganlUl1dos, ya sean esparloles o indios, negros y mulatos que
no tengan oficio o no estén conchabados 25 En 1748 ya no se mencionan a los españoles, se
hace mención alos vagos y a los ex1ranjeros soIteras y en diciembre de ese mismo arlo junto a
los vagabundos se a los polizones que estaban arribando a las costas. En 1769, se
eArpulsaba a los vagfu"11lmdos y a las personas que no viven de su trabajo, ni tienen oficio, ni
sel'íores, lUla fonnulación queno era más que la aplicación te>..1:ual de las nonnas metropolita
nas. 26 Todavía, también, la soltería era un rasgo relevante en la defInición.
Estas disposiciones perseguían a la vagartcia durante todo el afio. Sin embargo, había
un momento clave en que las autoridades se preocupaban especiahnente: la cosecha del
trigo. De esta forma, en los bandos que convocaban a la población de la ciudad para la
siega, que ordenaban que se cerraran obrajes y hornos de ladrillos e intentaban regular el
trabajo y eljomal de quienes trabajaban en la cosecha aparecen menciones a los vagos. 27
En fecha tan temprana como 1743 ante la falta de peones para la siega, a pesar de aber en
esta ciudad gente vagamunda como ser negros y mulatos libres indios y mestizos que
pueden servir,28 se los convocaba para conchabarse en las chacras. En 1750 y 1753 se
acusaba de los problemas para levantar las cosechas a la gran cantidad de ociosos y haraga
nes que estaban en condiciones de conchabarse y se ordenaba el cierre de las canchas donde
comunmente se mantienenjugando;29 esta disposición se reiteró en 1764, 1774 Y 1777. 30
Paralelamente, en este tipo de bandos se fue introduciendo un nuevo punto destinado,
ahora sí a la aprehensión de los vagos, al menos en 18 oportunidades31 entre 1760 y 1787.
Por ejemplo, en enero de 1760 se ordenaba que:
- 179
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. G. "Los vagos de la campaña..."
"las patrullas que handan de día y de noche p.r las calles aprehendiendo a los
peones que se encontrasen en las obras, y a los oficiales de sastres y sapateros
y demas gente baganlllnda que se juntan en las canchas trayéndolos presos a la
real carzeY'.32
Once años después se estableCÍa que los cabos núlitares y los jueces de la campaña
"...obliguen a todos los gauderios y bagamundos y gente ociosa a que se conchaben para
segar...")
La década de 1780 puede considerarse como de tránsito hacia un segundo momento.
Con la frontera indígena más segura y ordenada,34 1as autoridades coloniales se dispusie
ron a aumentar su capacidad de control de la población rural y ello se evidenció a través
del aumento en la cantidad de Alcaldes de la Hermandad designados por el Cabildo de
Buenos Aires35 y en la cantidad de parroquias y viceparroquias rnrales. 36 En los bandos,
a partir de 1785 se incluyó nuevamente la convocatoria para que los vagos se conchaben
obligatOliamente para la Pero, además, la de la campaña que poseía la elite
urbana se tomaba cada vez más siniestra: en ella, la vagancia ocupaba illllugar relevante.
En 1789 los regidores del Cabildo de Buenos Aires consideraban que en la campaña
imperaba un desorden quejamás se ha visto. Las autoridades del Cabildo asimilaban ya
plenamente la figura del agregado a la del vago y a ambos con criminales37 y planteaban
- 180
prohistori. 5 • 2001
que tales excesos se debían a la ignorancia que los habitantes de la campaña tenían sobre
la doctrina cristiana. Pam remediar esta situación propoman el establecimiento de escue·
las en cada parroquia donde se debía enseñar a leer, escribir y los rudimentos de la reli
católica. Por otra parte, obligaban a los hombres que estaban casados a que vivml con
sus mujeres como una fonna de evitar la vagancia.
El diagnóstico del cabildo porteño es claro: la criminalidad de la vagancia estaba fuera
de toda duda:
"La multitud de bagamundos, forajidos, gentes ociosas, y araganas de que
tanto abundan en la Campaña son el origen de muchas muertes, robos, y des
ordenes que se experimentan en ella, que se haga inevitable con sus muchos
vicios y excesos, y frequentes homicidios que los hacendados no vivan con
seguridad, que sus haciendas no logren los multiplicos, y aumentos que
conseguirllll si de esta peste de Malechores y Ladrones estuvieran libres todas
las Estancias y Chacras, á cuyo abrigo se recojen para executar mas a su salbo
sus depravados designios."
- 181
F. M. E. BARRAL, R. O. FlL>\Dl;.IN, G. PERRI, "Los vagos de la '-,(1.1Jl1.,"l1n..
y se les quitará las Comisiones que tuvieren, á los Cabos, y Jefes del
si abrigazen y disimulasen á estos Vagos tan peJjudiciales, con el
'-'<>JlHIJ''-',
Con todo, deja muy en claro otra cuestión decisiva: la generalizada tolerancia depropie~
tarios y autoridades rurales. Ello creaba una situación "intolerable" que se manifestaba en
" .. .10 insolentes y necesarios que se hacen los Peones, no obstante el crecido
y abundancia cou que se les trata: la facilidad con que al menor descui
do sea en la sazón de la Comida, sea en el Servicio de un mate, Ó sea porque el
triste aburrido de lo poco y mal que travaja, les exorta a su
lo abandonan y se van, de.iandole muchas veces en la situación mas críti~
ca, en que pierde su cosecha, conducía a aquel estado con mucho sudor de su
y que la causa de todo esto es la multitud de araganes, ociosos y
vagos que hay en la Canlpaña empleados enjugar, robar y hacer muchos exce~
SOS, por el que hallan en cualquier parte, donde no se les un un
de Came y no les falta un caballo en quevagar."38
Esta pretensión no se restringe a una época específica del año -para la sino de
modo permanente. A su vez, se intenta terminar con la mendicidad como una forrna
alternativa de conseguir sustento. 40 ¿ Signo de modernización? Conviene no exagerar: las
38
Serie
rtLA..-!.Jn.. Tomo VilI, Libro XLIX, pp. 671-673 Y685.
8-10-5, f. 5.
40
de Córdoba establecía que "ni se pida limosna sin licencia
del gobiemo ". GÓNZÁLEZ de I'v1ARTÍNEZ, Marcela Control social..., p. 37 Y 39 .
. 182
prohistoria 5 -IDO 1
distinciones por &'I11pO étnico o estado civil no han desaparecido: se establecía "que todo
indio, mulato conocido, o moreno libre que no se halle poblado" debía presentarse ante al
Alcalde y, en pillticular a los solteros, los obligaba a vivir conchabados. 41
A partir de diciembre de 1791 en el tradicional bando que se publicaba con motivo de la
cosecha, aparece un nuevo elemento en la ampliación de la persecución de la vagancia.
En el artículo 2 se establece:
"Que a todo peon q.e se encontrase vagueando por la campaña, induciendo a
fuegos, ebrios, o con daga o cuchillo, aunque no haya ofendido a nadie, o lleve
consigo baraja o dados, sca aprehendido y remitido a disposición de esta supe
rioridad, .. "42
De este modo, puede verse como distintas prácticas sociales se fueron conjugando en
tomo a una sola figura delictiva. La asociación vago = bebedor jugador"" portador de
armas ya no habrá de desaparecer y este artículo se repite en seis bandos posteriores hasta
1805 43 y reaparecerá transformado posteriormente.
Por entonces, puede reconocerse una tercera etapa. Por un lado, un paso decísivo fue la
instauración de las papeletas de conchabo y de alistmruento, En 1804, el Virrey Sobremollte,
establece:
", .. conviniendo al buen orden por todos tenrunos desterrar la olgazaneria en
que viven muchos que devian estar ocupados en oficio, ó labranza ó de peones
de campo; ordeno que todos los que deven vivir asalariados por falta de oficio,
ó bienes propios, se conchaben en el tennino de un mes, y tomen papel de L.\mO
conocido que bajo su fIrma acredite estar asu servicio, cuydando de renovarselo
cada dos meses, yen esta inteligencia las Patrullas, Partídas y Rondas no nece
sitaran otra prueba para aprehenderlos por vagos, que la falta de este papel,
6 la cert!ficaciol1 o papeleta de fuero y alistamiento ... "44
-183
F. "'-'-'Jl''''J, M. E. BARRAL, R. O. FRADKIN, G. de la campaña..."
Queda en claro que, de ahora en adelante, quien no posea dichas papeletas era conside~
rado vago. No es el {mico cambio: los que se cncuentrenjugando y no tengan el papel de
conchabo serdll puesto presos. En esta misma dirección vuelve a prohibir el pedir limosna:
"Observando que contribuye a la olgazaneria la libertad de pedir limosna mu
chos que pueden dedicarse al trabajo, secan tambien presos como vagos los
que no hallandose ciegos, muy ancianos, o impedidos, la piden peJjudicando a
los verdaderos pobres ... "45
De este modo, el criterio de definición se ha ido modificando: del modo de vida habi~
tual basado en la opinión se ha pasado a un requisito fonnal exigido por el estado. 46 Sin
embargo, no iba a ser senciilo defmir a la papeleta como único requisito: así, por
las instrucciones para los Alcaldes de Hermandad de 1813 establecieron que serian excep
tuados aquellos que gozaran de fama de "honrados". 47
Por otro un nuevo y decisivo cambio se habrá de opentr a partir de 1810 cuando
emU12:aCllon de la vagancia esté destinada a engrosar las filas de los ejércitos; cambio
más que en la norma en las condiciones en que ella debe cumplirse y en la
en aplicarla. los sucesivos gobiernos profundizaron las disposiciones coloniales y
aplicaron nuevas medidas y penas. Mientras continuó la tendencia de compeler al trabajo
mediante la papeleta de conchabo, desde julio de 1810 se restringió la movilidad de la
población poniendo limitaciones para salir de la jurísdicción. 48 La obligatoriedad de po
seer papeleta de trabajo o pase para poder transitar por la provincia se reiteró en los afios
de 18 1815 Y 1818. 49 Por su parte, el Bando de Policía rural de 1815 establecía un
criterio preciso:
"Todo individuo de la campaña que no tenga propiedad legítima de que sub·
y que haga constar ante el Juez territorial de su partido, será reputado de
clase sirviente [... ] "Todo sirviente de la clase que fuere, deberá tener una
papeleta de su patrón, visada por el Juez del partido, sin cuya precisa calidad
invalida [...] Todo individuo de la clase de peón que no conserve este
documento será reputado por vago [...] Todo individuo, aunque tenga la pape
que transite la campaila sin licencia del Juez territorial, ó refrendada por
45 Ibídem.
46 Tanto en diciembre de 1808 como en setiembre de 1809 se acuerda que las partidas volantes
para aprehender a todos los "vagos y maJentretellidos"los identifiquen por no poseer la papeleta
de conchabo: AECBA, S. IV, T.lli,p. 386 YAGN, 2-10-5 f. 5.
4, "Será /lombrado COI/lO vago toda persona que no tenga un papel que justifique su ocupación,
no entendiéndose éste con las personas conocidamente honradas por los Alcaldesy vecindario ":
Francisco Historia de la Policía .... cit, p. 236.
48 AGN, 2-10-5,1: 55-5I.
49 CANSANELLO, Carlos "Ciudadano,; y vecinos. De1, igualdad como identidad a la igualdad como
,enE'ntrepasados. núm. 14, 19-20;AGN,X,2-1O-6, f. 61.
- 184
prohistorie 5 - 2001
él siendo de otra parte, será reputado por vago [...]Todo individuo que transite
por la campaña aunque sea en servicio del estado debe llevar su pase del Juez
competente, en caso contrario será reputado porvago."50
Papeleta de conchabo con visado oficial y pasaporte se combinaron así para defmír la
obj eto de persecución. Las situaciones contempladas eran por cierto diferentes pero
las unificaba la figura legal dentro de la cual se las encuadró y la peualizacióll establecida:
los infractores serian destinados al servicio de armas por 5 años la vez y, si no
fueran aptos, " ...se los obligará a reconocer un patrón, á quien servirán forzosamente dos
años en la primera vez por su justo salario y en la segunda por diez años."
La exigencia de contrata escrita de trabajo se reiteró enjulio y septiembre de 1823, en
abril de 1824 se extendió a los trabajadores extranjeros y nuevamente se impuso en sep
tiembre de 1824.51 Tanlbién se intensificaron las medidas que restringían la movilidad:
en diciembre de 1821 se ordenó que la Policía lleve un registro diario de todas las perso
nas que entraban y salían de la capital;52 enjunio de 1822 la obligatoriedad de poseer
pasaporte para poder transitar porla campaña; en noviembre de 1823 este pasaporte sólo
era requisito para los peones y debía estar fIrmado por su patrón; en 1825 nuevamente se
establecía que para salir de la provincia se necesitaba un permiso escrito autorizado por la
autoridad del pago; 53 Yen 183 Ose obligaba a todos los habitantes de la campaiía, excepto
a los propietarios y domiciliados, a poseer dicho pasaporte para poder transitar libremen
te. 54 Queda claro que quienes no poseyerdIl estos pasaportes se los trataba como vagos,
aumentando decididamente las posibilidades de la población rural de verse incluida en
esta fI!,'Ufa.
En este contexto deben inscribirse las disposiciones mediante las que se convocaba
para la confonnación de las milicias y ejércitos, las cuales tuvieron un notable incremento
entre 1810 y 1830. A los cuatro días de instaurada la Junta de Gobierno en 1810 se
establecía que los vagos y personas sin ocupación entre los 18 y 40 años sean destinadas al
servicio de anuas. 55 En el llÚsmo año se ordena un reclutamiento en la camparla destiua
-185
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. G. "Los vagos de la campaI1a... "
La solución prefetida será la ley militar de 1823 que estableció la pena de selVicio para
"Todos los ociosos sin en la labranza ú otro ~jercicio útil [... ] Los
U",",U'~H",a. se encuentren en casas de juego, taber~
clase [...] hUosdefamilia
de la obediencia de Los que por uso de I.-U',H>JliU,
heridas leves, son destinados por la ley á "61
"Organización de lajusticia de campaña... ", cito y BAGÚ, El plan económico del gmpo
rivadaviano... , cit., pp. 160,239.
60 DÍAZ, Benito "Organización de la justicia de campaña ...", cit. p. 209.
61 ROMAY, Francisco: Historia de ¡aPolida... ll, p. DÍAZ, Benito "Organización de la
justicia de campaña... ", cito pp. 202-203 Y BAGÚ, Sergío El plan económico del gmpo
livadaviallo... , cit.,p. 239.
- 186
prohistoriCl5 ·2001
Cuadro 1. Disposiciones de enrolamiento para milicias y ejército en Bucnos Aires:
población convocada y número de convocatorias (1806-1829).
_ .. __ .....
E}"TIanjeros. 4
Subtotal 26
1820-1829 Todala población 20 i
!
Esclavos 3
Vagos 12
Extranjeros. 4
'
Subtotal I 39
I
Total 75
Hemos podido encontrar al menos 75 disposiciones de enrolamiento producidas entre
1806 y 1829.62 Como puede verse durante las invasiones inglesas, la nota dominante fue
convocar al conjunto de la población y sólo para los esclavos hubo convocatorias diferen
ciadas. En la década de 1810, ello se mantuvo pero ya puede observarse la presencia de un
nuevo sector de la población que se convoca: los vagos. En la década de 1820, paralela
mente a que se incrementan las convocatorias para toda la población, los vagos comíen-
71.Ul a primar como grupo diferenciado en el conjunto de estas disposiciones.
- 187·
públicas armas
~
1 17451 6 años a razón y
sin sueldo
11760
•
I
Presos en la
I I
Real Cárcel63
1766 10064
I
1767 100 I
1769 100 4 años en Malvinas Vergüenza
pública
II 1789 Vivir en
pueblos
1790 25a50 Sin plazo Casas de
determinado residencia o
expósitos
III 1804 2 a4 meses Cárcel65
! 1 6 meses 4 años
! 18 Sin plazo
I determinado
- 188
prohistoria 5·2001
(coní.) detenninado i
.1813 5 años 2 años con
patrón con
-_. I
salario
1815 •5 años 2 años con
patrón con
• salario
1816 Sin plazo
I determinado
1822 2566 De 1 año a8 4 años
•con salario
1823 ¡ 1 mes IDe2a4años
I~~e=dol
1824
I
El cuadro resume y esquematiza la evolución de la penalización de la vagancia en
Buenos Aires. En la primera etapa las penas combinan azotes, destierro (a Montevideo o
Malvinas) y trabajos públicos. En la segunda, el destierro desaparece como forma de
pena, mientras se mantienen las otras dos formas. En la tercera, se generaliza una nueva
forma de penalización, el servicio de armas que pasa a ser la forma excluyente ya que
quedan algunos casos residuales de utilización de azotes (e:\.l'resión todavía de la perdura
ción de criterios étnicos diferenciales) o el trabajo en obras públicas para los que no resul
tan aptos para el servicio. El servicio de armas, en consecuencia, resulta una adaptación
para nuevos fines de la forma más antigua de penalización: el trabajo compulsivo en
presidio a ración y sin sueldo. Dicho en otros términos, el servicio es la nueva forma del
destierro y el presidio. Además, puede verse cómo las mismas penas son aplicadas a
vagos,jugadores, ebrios y mendigos.
En la década de 1820 el calamitoso diagnóstico de fmes de la década de 1780 no sólo
se mantiene sino que se profundiza y el lugar de los vagos en él se acrecienta. De esta
fomla, una circular del Jefe de Policía de 1821 defmió a los vagos y mal entretenidos
como"esa plaga desoladora de nuestro país". 67 Un decreto de abril de 1822 identificaba a
la vagancia como el principal obstáculo al "adelantamiento del país":
66 Esta pena se aplica a los negros y mulatos a quienes se encuentren ebrios y que son considerados
como vagos.
67 AGN, Policía, 1821-1822, X- 32-10-1.
- 189
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. FRADKIN, G. PERRI, "Los vagos de la campaña ..."
De este modo, dentro de una extrema continuidad se van introduciendo nuevas nocio
nes: los vagos no sólo son una "clase improductiva", "gravosa" y "nociva" (aunque ahora
ya no para el Rey o la religión sino para la "moralidad pública") sino que se han conver
tido en una auténtica amenaza al orden social y en un obstáculo de la "reforma general".
Esta concepción, inscribe a la vagancia en el conjunto de prácticas sociales que deben ser
erradicadas para abrir una nueva era. 69
La continuidad se e:\.'presa en el mantenimiento de antiguas formas represivas. De esta
fomla, todavía enjunio de 1822 un decreto seguía manteniendo una clara distinción entre
práctica y condición social:
"Todo el que aparezca en público entregado a una embriaguez habitual, si no
tiene propiedad u ocupación que sufrague a su subsistencia, quedará incluído
en la declaración del 19 de abril sobre vagos" [... ] 'fEI que adolezca del mismo
vicio y tenga propiedad u ocupación, siempre que se presente en parajes públi
cos, será llevado al cuartel de policía y retenido por veinticuatro horas". 70
68 AGN, Policía, X-32-1O-2; BAGÚ, Sergio El plan económico del gntpO rivadaviano... , cit., p.
160.
69 FRADKIN, Raúl "Entre la ley y la práctica: la costLm1bre en la campaña bonaerense durante la
primera mitad del siglo XIX", cnAnuario delIEHS, núm. 12, 1997, pp. 141-156.
70 BAGÚ, Sergio El plan económico del gntpO rivadaviano ... , cit., p. 16l.
71 AGN,IX-8-10-1,f 80.
- 190
prohistoria 5 • 2001
jugardll en chacras, Además los pulperos que favorecían el juego y la ebriedad perdían sus
bienes y recibían multas, 72
El aumento significativo de las penas por reincidencia, nos permiten ver que se quería
evitar que la vagancia, o la ebriedad se convirtieran en "una forma de vida habi
tual". Por ejemplo a por segunda vez se los encontrara penl1itiendo el juego de
naipes y dados les COlTcspondían penas mucho más graves, como el destierro por un año
al presidio de Montevideo para trabajar a ración y sin sueldo en las obras del rey. 73 Como
en el caso de los vagos que no se fueran de la ciudad, el tipo de pena que se imponía a
quienes jugaban en las chacras en 1745 era el destierro. Pero mientras los vagos enm
destinados al presidio de Montevideo para en las obras públicas durante seis
años,74 Jos jugadores eran desterrado a en las obras del por un rulo. 75
Para la misma década el control sobre el juego siendo uno de los principales
objetivos de las autoridades. En 1 multas pard permiten los juegos, pero
para los dueños de chacra son mucho más altas -'-1-00 pesos- que para los dueños de tienda
o de 25 aSO pesos. 76 Al año se contemplan multas más alias para los
que en can'eras los días de -100 pesos y de caballos- que
Jos pulperos que pernútenjugar, de 10 a 20 pesos. íi
Una década más en 1766 se penalizaba con 100 azotes a '_ilUICm."
c111as chacras. Es interesante observar en esta enumeración quiénes eran
de esta pena: negros, mulatos yvagos. 78 Además se los destiena -como a los vagos
en 1769 por no irse de la ciudad79 y mientras a estos últimos también se les somete a la
vergüenza pública para los jugadores se establece la pena de los azotes.
A lo largo de la década de 1770 continúa penalizándose tanto a los quejuegan como a
los que pem1iten Un hecho destacable es que a partir de este momento se profun
dizrul las medidas dirigidas a controlar el juego en las chacras durante el tiempo de la
cosecha, En 1773, 1775, 1776 Y 1779 se establecen multas de 25 pesos para los
dueños de canchas o chacras donde se juegue y a los indios, negros y mulatos que jueguen
100 azotes. 80 Ellla década de 1780 conti¡J.úan las mismas penas, para los dueños de cau
chas o chacras que los juegos y para los pulperos que vendan en
chacras en enero y diciembre. 81 A lo de toda la década de 1790 la nonnatíva sobre
juegos fue abundante: eljuego de pato fue sístemáticamentereprimido con seis meses de
n AGN, lX-8-1O-1,f. 8L
73 AGN, lX-S-IO-l,f. 9I.
74 AGN, lX-8-l0-1, f. 80.
75 AGN,lX-8-10-1,f. 8I.
;6 AGN, lX-1O-8-2,f 120.
77 AGN,IX-IO-8-2,fs.133y151.
7S AGN, IX-lO-8-3, [s. 109 y 141.
19 AGN, IX-8-1 0-3, f 176.
80 AGN, lX-S-lO-3, 1'8. 223,397 Y441; AGN, IX-8-10-4, fs. 25 V., 80 Y 136.
8¡ AGN,IX-8-10-4, 1's.136, 191 y210;AGN,lX-8-10-5,fs. 14.
• 191
F. ALONSO, J\,1. E. R"RRAL, R. O. FRADKIN, G. PERRI, "Los vagos de la campail.a..."
82 AGN,IX-S-1O-5,f212,IX-1O-8-7.
85 Sobre los juego s, ver MAYO, Carlos (Director) Juego, sociedad y estado en Buenos Aires 1730
1830, Editorial de la Universidad Nacional de La Plata, La Plata, 1998.
86 AGN,IX-8-10-8,[. 122,
87 AGN, IX-8-lO-S, [ 134.
88 AGN, IX-8-IO-5,f. 122.
89 AÜl."J, IX-S-10-1.
90 AGN,IX-8-10-2.
91 AGN,IX-S-IO-5.
92 AGN,IX-8-10-5.
93 AGN, IX-8-20-S, f. ¡ 91 YAGN, X-2-IO-S, f. 5.
- 192
prohistoriCl 5 ~ 2001
mismas décadas podemos observar que la normativa establece la pena del servicio en el
a los ociosos que se encontraran en casas de juegos, tabernas o carreras en días de
y a quienes no tuvieran ocupación elllabranza u otro oficio útil. Para aquellos
que no fueran considerados aptos para el servicio en el ejército, se establecía los trabajos
I.JtIlLJlLl.AJ<:> o que "tomen papel de amo conocido".
4. Un cambio decisivo
Una asociación terminará porresult:1r decisiva: la de vago y ladrón y, en especial, la de
vago y cuatrero. Ella tenía una larga historia y no se remitía sólo a los de las
zonas de frontera sino, cada vez más, a los pequeños productores que se U.",,,HJllll(!Udll
Ya en 1755, el gobernador Andonaegui pidió que se nombrara un Preboste Gene
ral para reprimir el robo de ganado adjudicado a los vagabundos. Por su en 1759 el
Cabildo propuso que a los ladrones de ganado se los marcase a fuego en la espalda luego de
aplicarles el correspondiente castigo, por la segunda vez luego de aplicarles el castigo acos~
tumbrado realizarles ou.a. ir.arca en la e:."Palda o en la mano y por la tercera vez propone la
pena de muerte en la horca Esta propuesta quería reemplazar al acostumbrado"
que la c:-"'Posición del reo por las calles con las muestras de sus robos y su
nn·,tpr·,,,r remisión para trabajar en las obras públicas. 96 En 1766 se dio un paso decisivo:
por Real Cédula se estableció que quien "hurtase triplicadas reses de las que la
sca con la pena de muerte, aunque este haya sido su único
decretó la pena capital para quienes por tercera vez incurrieran en este aunque en
cada robo lmr+..ado sólo una cabeza; para quienes robasen menos por la vez
sufrirían el destierro a las obras reales, previa marca a en la mano derecha con la
señal de ladrón cuatrero: "LQ". Si reincidiera y la cantidad sif,'1le siendo menor, se estable
ció que se duplique el tiempo del destierro y la marca a fuego, esta vez en el carrillo. 97
- 193
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. FR-.\DKIN, G. PERRI, "Los vagos de la campaña..."
De este modo, en abril de 1811 se establecerá la muerte en la horca por robo calificado
y 10 mIos de presidio por un robo simple,103 una rigurosidad que se reiterará a través de
diversas comisiones e~iraordinarias en esa década. En un contexto de graves preocupa
ciones por los robos y salteamientos, la asociación de las figuras de vago, agregado y
cuatrero será cada vez más intensa.
La criminalización decidida de la vagancia y su asociación con el cuatrerismo susten
tan1a penalización a través del servicio de armas y la difusión de un estereotipo social que
por momentos, en el lenguaje policial y judicial, adquiere rango de figura penal: la cam
paña estaría amenazada por una multitud de "malhechores", "salteadores", "malévolos" y
"facinerosos" que recibirán el mismo tratamiento y la misma penalización que los vagos,
98 AGN,IX-8-10-5,f133.
99 AGN,IX-8-10-5,f135.
101 Documentos para la Historia Argentina, T. IV, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco,
- 194
prohistorio 5·2001
al punto de que se hacen difícilmente diferenciables. 104 Por ejemplo, en diciembre de
1826, eljefe de Policía propuso reencargar a los comisarios y sus auxiliares lapersecución
de los "vagos y mal entretenidos" y hacerlos responsables por todo "hombre ocioso, sin
ocupación conocida o de costumbres escandalosas", 105 tilla clara perduraCión de las con
cepciones más antiguas aplicadas en nuevos contextos.
Será durante esta déeada que se producirá la cristalización de una nueva concepción
aunque puede rastrearse que se venía amasando al menos desde flnes del XVIII smo
antes. Junto a los agregados las normas y el accionar de las autoridades comienzan a iden
tiflcar cada vez como "vagos" "perjudiciales" y "criminales" no ya a los hombres "solos",
"sueltos" y "sin bienes de subsistencia" smo también a los hogares campesinos que poseen
algunos bienes. Ellos a ser denunciados como la causa de todos los males que
asuelan a la campaña. En 1796, el Síndico del Consulado las foealiza en un lugar preciso:
"... hallándose en tan dispersas habitaciones están expuestas, o a las violencias
de los malévolos, ;) a sufrir que sus ranchos o tugurios de paja y un cuero por
puerta (que son sus comunes casas) sirvan de albergue y refugio a muchos
individuos viciosos y mal entretenidos, que vLniendo de otras se
quedan en esta, y a varios criminales prófugos de las cárceles y perseguidos de
lajusticia, y aun a los núsmos esclavos que se sustraen del poder y el servicio
de sus amo, cuyo pernicioso ejemplary contmuo influjo, acaba de corromper
las costumbres de la juventud; formándose a las veces en tales casuchas retira
das al abrigo de la distancia, de los jueces, de los párrocos y vecinos honrados
que pueden notar sus operaciones, ciertas cuadrillas de hombres estragados a
quienes, fuera de la enajenación de los cueros que reclaman los hacendados,
son familiares entre otros excesos [...] las citadas gentes perjudiciales, ".",."",t""
entre las estancias, no matan en esta banda ganados ajenos tan sólo por el
mterés del cuero, en porciones (como sucede en la Banda Oriental y campos
realengos de aquel distrito donde sin hacer caso de carne alguna de los anima
les que matan, sólo cuidan de C:l..1:raer las pieles para venderlas), sino princi~
palmente para subvenir a la necesidad de mantenerse con sus carnes, sin hacer
abandono de estas sino en raro caso; de forma que la e:l..1:racción y beneflcio
que hacen dichos de los cueros, es por consecuencia del que
han causado en la matanza de animales para saciar el hambre, y que aún sm
tener esperanza de beneflciar los cueros no dejarían de causar, impeli
dos de la necesidad de alimentarse."106
-195
F. fiL'JN»U, M. E. BARRAL, R. O. FRADKIN, G. PERRI, de la campaña ..."
Esta concepción se irá profundizado al punto que en 1821, Pedro A. García sostiene que:
"La ri&'Urosa policía que se establezca en todos los puntos de la campaña, hará
que desaparezcan de ella, hombres y aun familias tan inmorales y vagas."I07
De modo aún más preciso en noviembre de 1827 el Juez de Paz de la Matanza decía:
"Desde los suburbios de la Ciudad hasta lo mas remoto de la Campaña hai
infmitos Ranchos cuyas familias numerosas subsisten y se alimentan con lo
qe. se roba en la Provincia y quiza con lo qe. se trae de otras partes del mismo
modo; porqe. los ladrones queriendo tener una salba ¡,'Uardia y vigía prodigan
quanto tienen pa. asegurar sus personas y perpetuar sus crimenes. Así es qe.
con este aliciente ilIfanle vemos prostituirse y abandonarse porcion de fami
lias, qc. podrian ser utilisimas al Pais. Los unos con la capa de Labradores,
otros con la de cuidadores de Bueyes, otros de Puesteros y por fm con la de
vecinos son unos completos araganes, qe. solo causan la destrucción del País,
y de varios infelices qe pierden de una hora pa. otra el fruto de los trabajos de
una porción de años, y quiza la vida. Puedo asegurar a V.S. qe. no habrá un
solo Juez de Campaña qe. no esté convencido de estas verdades, y qe. no pueda
se.ií.alar uno a uno los Ranchos de esta qe. por mla imprudente prédi
ca los toleran y consienten. Estos Ranchos son la fuente feetmda de los desór
de ellos es de donde nacen los males qe. extenruendose por todas pac'ics
como mla impetuosa avenida fluyen y hasta haberse establecido el
SISl¡errla de callar á todo lo que se sabe por no descubrir la complicidad en los
hechos y romper las relaciones de amistad y parentesco qe. tienen los buenos y
107 GELJvfAN, Jorge UnfimCÍonario en busca del Estado. Pedro Andrés Garcia y la cuestión agraria
bonaerense, 1810-1822, Presentación y selección de documentos de J. Gelman, Universidad
Nacional de Quilmes, Berllal, 1997,p. 177.
108 InfoTIlles del Tribunal de Justicia al Gobiemo, 1822-1842, AGN, Biblioteca Nacional, Leg.
387, W6609, f. 29v-41 .
. 196
prohistoriG 5 • 2001
laboriosos con los malos y araganes, siendo también estos Ranchos la princi
pal causa de falta de brazos y de la mucha deserción en las tropas ..." 109
Tms estas consideraciones el Juez proponía una suerte de corolario del bando de Oliden
de 1815: si éste había defInído como sirviente a "Todo individuo de la campafta que no tenga
propiedad legítima de que subsistir" el Juez agrega que "tenga o no tenga rancho". Así, de
las "casuchas" de los alrededores de la ciudad en 1796 hemos pasado a los "ranchos" de la
entera campaña en 1827. Un nuevo y preciso enemigo se delinea y se defme con mayor
precisión. La novedad reside en la claridad del diagnóstico: mientras haya ranchos campesi
nos autónomos habrá insolencia y retracción al trabajo supeditado. Será justamente sobre
esos ranchos diseminados por toda la campaña y los arrabales de la ciudad y los pueblos
donde recaiga el peso terrible de la presión el1roladora del estado, el verdadero motor de
propagación de la figura de la vagancia por vía de la migración, la evasión del servicio o de
la deserción. La idea, sin embargo, ya estaba en germen en las normas tucumanas muy
anteriores que calificaban como vagos a "toda la jente Pobre y libre de baja esfera", sin
distinción de estado civil, calificación étnica o sexo, o las alusiones a la '1 ente plebe" .110
Esta transformación nos permite pensar en otro problema: la estrecha relación que
puede reconocerse en los cambios operados en las concepciones de la vagancia y las de la
pobreza. Así como en el siglo XVI se defmió una verdadera concepción de la vagancia, en
la mayoria de los estados europeos occidentales se habían transformado las concepciones
medievales de la pobreza imponiéndose llll mayor control a los marginados a quienes se
pretendía inculcar la virtud por el trabajo y erradicar el vicio de la holgazanería. La
pobreza era una virtud en la medida que se manifestara obediente, sumisa y pasible de
acción caritativa; la ociosidad, en cambio, la causa de todos los males en la medida que
supone libertad y propensión al pecado y al delito. En este sentido,]a ilustración
no borrará esta distinción sino que vendrá a reforzarla por medio de la criminalización de
la "falsa pobreza" y de la mendicidad. En Esp~ al parecer, el ritmo fue más lento y por
lo general se mantuvieron en vigencia las corrientes ideológicas del cristianismo medie
val. El pobre se defmía a su vez bajo muy diversifIcados tipos de carencia de bienes
importantes para la vida individual y social. Estos podían ser económicos, de salud, de
influencia o poder social, de saber o de honor y se expresaban en situaciones de depellden~
da, debilidad y humillación. lll En esta ideología, el pobre resignado y sumiso era una
- 197
F. ALONSO, M. E. R.O. G. PERRI, "Los vagos de la campaña ..."
- 198
prohistoria 5 - IDO 1
NUlas Huérfanas. lI5 Pero también la preocupación para circunscribir la amplitud social e
identificar con precisión a los "verdaderos pobres". La persecución de los mendigos no
habrá de detenerse y su asociación con la fih'llIa de la vagancia de ulcrementarse y los
"falsos mendigos" recibirán el mismo trato que los "vagos y mal entretenidos". Si cn
Córdoba esta concepción ya pucde registrarse hacia 1792 116 en Bucnos Aires en 1809, en
las instrucciones que el Virrey envia a los Alcaldes de Barrio se sostiene:
"La mdigencia suele ser otra de las causas que impulsan a delmqnir, y sm
embargo de la feracidad y abundancia de esta ciudad no dalllugar a una verda
dera a lo menos aquella que constituye los mendigos públicos, a que
se dedican algunos mas por holgazanería que por necesidad". 117
Pero, probablemente, las nuevas concepciones quedan eA1'resadas con mayor claridad
en el decreto del 29 de febrero de 1823:
"En un país que ostenta la smgular ventaja de grande abundancia y baratez en
los almlentos, y hoy hasta en el vestuario y que el trabajo más tenue y material
es pagado a alto precio, la mendicidad es necesariamente un fraude y, frecuen
temente' un crimen. En todo tiempo habría sido un deber el desposeer a la
dilapidación, al ocio y a la relajación de este recurso que las hace impunes, que
las perpetúa y generaliza; mas en el día las providencias libradas en virtud de
la ley de refonna agregan a este deber la oportunidad y exigencia."
La mendicidad ba pasado a ser, como tantas otras prácticas sociales, un crimen: a los
mendigos se les exigirá no sólo una licencia policial smo una clara "señal visible" que los
identifique y distitlga. 118 No se trata de un cambio menor: se mtenta que la condición
social deje de defmirse por la "opinión" social y pase a discriminarse por la acción buro
115 Se puede ver para este tema: BARRÁN, José Pedro La espiritualización .... , cit. y MORENO,
José Luís (comp.) La politica social antes de la política social, Trama Editorial-Prometeo,
Buenos Aires, 2000.
116 GONZÁLEZ de MARTÍNEZ, M. Control sociaL, cit., p. 31.
lli ROMAY,FranciscoHistoriadelaPolicfa,uj cit~p.187.
l!S Un ejemplo de esta señal de identificación puede verse en PARISI"L WoodbilleBuenos Aires y
las Provincias del Río de la Plata, Hachette, Bs.As., 1958, p. 186.
-199
F. ALONSO, M. E. R. O. FR.A.DKIN, G. PERRI. «Los vagos de la carnpama.
crática del estado. Las penas, con todo, no tienen nada de nuevo: un mes de trabajos
tercera. Un nuevo tipo penal queda así fonnulado: el ,. delincuente doloso de mendicicL.qd":
que, aunque por el estado de sulud no pueda ganar su sustento, goce de propie-
5. Conclusiones
Tres ciclos parecen así completarse a lo largo de un de a evasores
del servicio y de hombres sueltos a familias que crian y vagos; de
mendigos merecedores de caridad a ociosos criminales. Se sintetiza toda una evolución de
la vagancia: y perseguida inicialmente para asegurar el orden urbano tcmrina
rá por impreh'11ar todo el accionar estatal sobre el mundo rural. De medidas aleccionadoras
para el reo y la sociedad (como los azotes), se pasó a una concepción del trabajo como
reeducación galeras) y, posterionnente, en trabajo en obras públicas y el servicio de
armas.
Más que la defInición precisa de un tipo penal, la figura tenninará por ser defrnida por
un no ya por la carencia de familia, de bienes o de domicilio sino de
papeleta de de alistamiento de pasaporte o de licencia de La cons
trucción histórica de la fIgura del vago deviene, entonces, de una densa frlia~
cnla que intervinieron no sólo los tC,,"1:os y las definiciones de sino tam
bién los mecanismos para llevar adelante la re¡:¡re!;ÍÓJ1.
cabe advertir alas disposiciones de las más altas autoridades de la
Monarquía ocuparon un destacado las que emanaron de autoridades pero
también consideramos altamente probable que haya habido una suerte de doble movi~
miento de del dispositivo nonuativo: primero, desde el Tucum¿ll
hacia el a Buenos Aires, en particular, durante el XVIII; y, luego,
desde Buenos Aires al interior, a partir de la década de 1810. Ello no es casual si se
considera que para las autoridades coloniales la extensÍón y la represión del vagabundaje
era un fenómeno que excedía el ámbito de unajurisdicción. Pero, además, una compara
ción de las disposiciones adoptadas para el Tucumán y Córdoba con las dictadas en Bue
-200·
prohistorio 5 • 2001
nos Aires: sugiere que el despliegue del arsenal nonnativo de represión fue desarrollado
con mayor rigor en aquellas jurisdicciones; posteriormente, la adaptación y reformulación
en el ámbito porteño replicó sobre el conjunto de las jurisdicciones administrativas.
En el camino también la figura ha ido desdibujando la marcada connotación étnica
que tenía en sus odgenes y adquiriendo una connotación cada vez más clasista en la
medida que se vincula directanlente a las necesidades laborales y militares: sin embargo,
la impronta étnica no desaparece por completo y se mantiene en la práctica judicial y
policial.
La transformación del sujeto pasible de persecución implicó también un cambio en las
metáforas: si a mediados del XVIII se los definía como "una Bandada de Palomas que se
espanama por el campo" 120 en el XIX se hablará de la "polilla de la campaña". Este
decurso haber tenido dos etapas: una, en el último tercio del cuando se
apunta a relocalizar familias y reunirlas en puntos deternlÍnados tomo a los fortines
de y otra, en la década de 1820, cuando se las concibe como verdaderas familias
de delincuentes. Sin la transformación termina por ser contradictoria con el
estereotipo inicialmente definido, donde la ausencia de familia se suponía que era un
atributo de la Esta tra.nsfornlación de la figura y del suj eto se vincula a otro proble
ma: estas familias crian y protegen a bandoleros, una idea que ya aparece en 1780 121 y que
será mucho más desa...'Tollada en los años 20. Se completa así un desarrollo que al menos
desde mediados del XVIII fue vinculando de vago y a la del ladrón de ganado y,
aunque nunca a ser completamente idénticas y existirá una muy lábil frontera
entre ambas, se completa con la condena sistemática de los agregados y arrimados, prime
ro y, después, de los labradores intinerantes, ocupantes de hecho, agregados o arrendata
rios, identificados como potenciales ladrones de ganado. 122
Al considerar las nOfll.k1S de persecución de la vagancia en el contexto del corJunto de
la nonnativa orientada al control de las personas pudimos advertir dos procesos conver-
La vagancia cada vez con más fuerza mientras se buscaba evitar que se
consolidara como una fonna de vida. A lo largo del período hemos visto que estas solucio
nes plantearon tanto el destierro y el trabajo en las obras públicas, como la incorporación
de los a las tareas rumIes o al ejército. En fonna correlativa un conjunto de
prácticas sociales asociadas principalmente aljuego y la mendicidad se penalizaron pro
gresivamente ampliru'l.do los contenídos de la figura de la vagancia
Si1l embargo, los intentos de reh>ular el ocio y las diversiones no eran nuevos y estaban
contemplados en las antiguas leyes españolas. En las disposiciones metropolitanas del
~ 201
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. FRADKIN, G. "Los vagos de la campaña ..."
último tercio del siglo XVIII puede observarse como el ocio, eljuego y la vagancia apare
cen como un conjunto de ideas cada vez más imbricadas y esto se refleja cnla nonnativa
vinculada a cada uno de estos "problemas", que tanlbién va trazando líneas que a lo largo
del período irán convergiendo hacia una creciente represión.
De manera tal que, la dirección que siguieron estas disposiciones ampliaba esta figu
ra, en la medida que se le iban adosando otra gama de conductas que pasaron a ser pena
lizadas. Además, el conjunto de prácticas sociales que pasaron a ser repudiadas, pueden
asimilarse a la vagancia en la medida que se les imponia "soluciones" similares. La am
plitud creciente de los contenidos de la figura delictiva y, sobre todo, la variedad de prác
ticas y sujetos sobre las que termina aplicándose invitan a ver en la presión enroladora del
estado la causa central del aumento de la vagancia de modo que la figura penal de
verdadera coartada del estado y argumento de legitimación.
¿Aumenta la vagancia o aumentan las prácticas sociales y los sujetos que se incluyen
en esta figura? ¿Hasta qué punto este "hambre" de brazos del estado debe sustituir la
de la vagancia como
a\.U"'AVHat construida para compeler al
trabajo dependiente? Todadafalta un estudio empirico sistemático quepemnta medir con
precisión la ex1:enSÍón efectiva del fenómeno de la vagancía y de su persecución. 123 Sin
embargo, no cabe duda de que el conjunto de nomlas y penas trasluce el creciente interés
por parte de las autoridades para el ordenamiento de la campaña y en particular para
garantizar los brazos necesarios en las tareas mrales, en especial para la cosecha. Pero,
como ya ha sido demostrado 124 esta cuestión no podía ser resuelta de este modo, al menos
mientras perduraran las condiciones de amplia autonomía que podían todavía manejar los
hogares campesinos. Tanto es así que ella estaba en la misma base de los fracasos reitera
dos en implementar un régimen de trabajo compulsivo. 125
123 Entre los Íntcntos más destacados: GARCÍABELSUNCE, César (clircctor) BlIenosAires, 1800
1830, JI: saludy delito, Emecé, Bs.As., VIGUERA,Anibal y FANELLI, Jorge "Aproxi
mación a los vagos y malen1retcnidos en la campaña rioplatense a tllles del siglo XVill", ponen
cia a las Primeras .lomadas de Historia Argentina y Americana, Tandir, 1983; MAYO, Carlos
"Entre el trabajo yel 'ocio': vagabundos de la llanura pampeana (1750-1810)" enHISLA,XIll
XIV, Lima, 1989,pp. 67-76; I\Il;\RTÍNEZ DOUGNAC, C;abriela "Justiciacolollíal...", cit.
114 ce Especialmente GARAVAGLlA, Juan Carlos Pastores y labradores de Bue/Jos Aires. Una
historia agraria de la camparía bonaerense, 1700-1830, Ediciones de la Flor-IEHS-Universi
dad Pablo de Olavide, Bs.As., 1999; GELMAN, Jorge Campesinos y estancieros. Una región
del Río de la Plata afines de la época colonial, Los Libros del Riel, Bs.As., 1998.
l2S GELMAN, Jorge "El íracaso de los sistemas coactivos de trabajo rural en Buenos Aires bajo el
rosismo. Algunas e"'plicaciones preliminares", en Revista de Indias, LIX, núm. 215, 1999, pp.
123-141.
- 202
prohistorica 5 • 2001
Resumen
Este trabajo describe y estudia el modelo de organización y administración de justicia im
plantado en la provincia de Buenos Aires en el periodo 1825-1834. Presenta dos niveles
claramente diferenciados: juzgados de primera instancia y juzgados de paz. Analiza
cuantitativamente 2678 e;-,:pedientes judiciales del fondo documental Tribunal Civil del Ar
chivo General de laNación, con el fin de evaluar lamagnitlld del fenómeno de conflictividad
social en la caw.paña bonaerense. Clasifica las fuentes por año de inicio de la causa en el
triblmal civil y por lugar de origen del conflicto, por el tipo de conílicto que originó eljuicio
y por localizacióngeográíica. Concluye que los datos cuantitativos proporcionados enfatizan
la integración de ciudad y hinterland concentrando la mayor parte de las causas, con el con
secuente predominio de la justicia civil letrada en el ámbito urbano y su escasa incidencia en
la vida mral. En la camp6.ña, se realza la importancia de los juzgados de paz como única
instancia de acceso a la justicia. La dispersión temporal y espacial de las causas permiten
inferir un clima de inquietud social de magnitud a 10 largo de la campaña así como un escaso
control ejercido por las instancias superiores de la justicia letrada, residentes en la ciudad,
sobre las zonas mas alejadas del tenitorio.
Palabras Clave
justicia - sistema judicial- tribunales civiles - cont1icto social- Buenos Aires - Siglo XIX
Abstrad
TIris work describes and studies the model oforganisation and administration ofjustice used
in fueprovince ofBuenos Aires between 1825 and 1834. Itpresents two very different levels:
First Instance Cornts and Peace Cornts. It allalyses in depth 2678 judicial fIles from the
G..>rlera! Files oftIle National Civil Court in arder to evaluate fue ex:tent ofthe social conflict
in the tenitory ofBuenosAires. Itc1assifies fue sources according to the year ofthe beginning
ofthe cause in tlJ.e civil courtand to theplaceof origmoffueconflict; accordlllg to thetypeof
ROBLES, Nidia N. ''La justicia civil en la campaña bonaerense: una aproximación cuantitativa",
prohlstorl.,Año V, número 5, 200l,pp. 203-22l.
* Una primera versión de este trabajo fue presentada en la Red de Estudios Rurales, Instituto de
Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Facultad de Filosot1a y Letras-UBA en
ablil de 2000. Asimismo, este trabajo forma parte del proyecto de investigación "La experiencia
de lajusticia. Poder y sociedad en la campaña bonaerense (1730-1830)", dirigido por el Profesor
Raúl O. Fradkin, Universidad Nacional de Luján.
- 203
NIDIA N. ROBLES, "La justicia civiL."
confli.ct that give Origlll to the trial and to the geographic location. It concludes that the
figures obtallled emphasise the integration ofthe city and lilllterland concentratillg fue majority
of causes, predominating, therefore, the intellectual civil justice in the urban area and its
scanty effects in the rurallife. Tnere predominates the importance ol' the Peace Courts o f
Justice as the only way of access to justice. Through the temporal and spatial scattering of
causes it can be inferred that there was not only a general feeling of social unrest but aIso a
loose control by the local comis ofjustice over isolated areas ofthe territory.
KeyWords
justice - judicial system - courts - social cont1ict - Buenos Aires - llineteenth century
modo de introducción
Al respecto ver FRADK1N, Raúl (comp.) La historia agraria del Río de la Plata. Los estable
cimientos productivos, 2 vols., CEAL, Buenos Aires, 1993; GARAVAGLIA, Juan Carlos "Las
chacras y las quintas de Buenos Aires. Ejido y campaña, 1750-1815", enMANDRlNI, Raúl y
REGUERA, Andrea (comps.) Huellas en la tierra. Indios, Agricultores y hacendados en la
pampa bonaerense,IEHS, Tandil, 1993,pp. 121-146.
Ver CANSANELLO, Oreste C. "De súbditos a ciudadanos. Los pobladores rurales bonaerenses
entre el Antiguo Régimen y la Modernidad", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y
Americana Dr. Emilio Ravignani, núm. 11, Buenos Aires, 1995,pp. 113-139.
- 204
prohistorica 5·2001
Si bien la utilización de este tipo de fuentes no agota las posibilidades de estudiar la
conflictividad social, dichas estimaciones cuantitativas resultan útiles a la hora evaluar la
mab'Ilitud de estos fenómenos como base para posteriores estudios cualitativos. Por otra
parte, cabe señalar que los trabajos tradicionales4 sobre este periodo y esta problemática
sólo se hanbasado en el estudio de las disposiciones legales vigentes para tratar de contro
lar a la población rural, sin realizar ninguna medición que permitiera vislumbrar en qué
medida la convulsión socio-política recorría la campaña bonaerense.
El marco temporal de este trabajo abarca el periodo que va desde 1825 hasta 1834.
Este período fue seleccionado teniendo en cuenta dos aspectos. Por un lado, 1825 señala
el año a partir del cual las reformas introducidas en la organización y administración de
justicia, uno de cuyos artífices fue Rivadavia, comienzan a adquirir un carácter más esta
ble en relación con los años anteriores. Por el otro, tanlbién la coyuntura politica experi
menta un importante vuelco hacia 1825. En ese año, las tensiones políticas entre los
miembros del partido que gobierna la provincia desde la crisis de 1820 se hacen evidentes
dentro y fuera del que sesiona en Buenos Aires. Tensiones que se agudizan ante
el acicate permanente que representa para el recién instalado ejecutivo nacional la guerra
con Brasil y cuyas repercusiones entre una población mral que será objeto de una crecien
te presión reclutadora ante las exigencias del frente oriental, no se harán esperar. 5 Como
es sabido, de ahí en más las tensiones irán en aumento hasta alcanzar su punto culminante
con la revolución de diciembre de 1828, cuyas consecuencias se hacen sentir fuertemente
en la campaña bonaerense teniendo como epílogo el alzamiento rural y luego la elección
de Rosas como gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1829.
El año de 1834 señala el momento en que Buenos Aires ha logrado salir airosa de los
diversos enfrentamientos que han sacudido a las provincias en su conjunto en los años
inmediatamente anteriores y ha puesto las bases para la reconstrucción de una hegemoIÚa
porteña que, un año más tarde, encontrará a Rosas nuevamente como titular del ejecutivo
provincial por un largo periodo, durante el cual perfeccionará el aparato judicial, político
y administrativo puesto en marcha en la década anterior.
Las Fuentes
Como hemos señalado en el apartado anterior, este trabajo se centra en el análisis de
fuentes judiciales. Se trata de un total de 2678 e:\l'edientes correspondientes al fondo
El presente es una primera presentación de una investigación en curso que se completa con el
Véase por ejemplo: LEVAGGI, Abelardo "La seguridad en la campaña bonaerense entre los
ña", en Investigaciones y ensayos, núm. 20, Buenos Aires, 1976, pp. 377-410; DÍAZ, Benito
- 205
NIDIA N. ROBLES, civil..."
El relevamiento ponnenorizado de las causas sólo se realizó para los ehpedientes correspon
dientes a San Isidro y Quilmes que serán objeto de un análisis cualitativo en la investigación de
nos Aires, 1834; ESTEVES SEGUÍ, 1vliguel Tratado elemental de los procedimientos civiles el!
eí Foro de Buenos Imprenta América, Buenos 1850. Estos autores describen los
Véase por ejemplo AGN -TC: A-18, leg.7 (1825): Anzoategui, Josefa vs. Rivas, Benito sobre
- 206
prohistoria S • 2001
2. Deudas: incluimos todos los expedientes en los que se eA'Íge el pago de una obliga
ciónde tipo monet.:'lrio (préstamos de dinero, conflictos de sociedades comerciales,
habilitación, arrendamientos de casa-pulperías, cobro de salarios adeudados).9
3. Control de las tierras: comprende todos aquellos conflictos cuya causa principal
sea la propiedad, la posesión y 1o el usufructo de la tierra (propiedad y posesión,
arrendamientos y desalojos). 10
4. Control de los recursos: comprende los conflictos relativos al control de los recur
sos naturales (propiedad del ganado, marcas y guías, compra-venta de ganados,
compañías ganaderas, embargo de ganado, daños provocados por el ganado, admi
nistrd.ción de estancias, sustracción de y I o cueros).ll
5. Propiedades urbanas: cabe aclarar que en esta categoría se incluyen los casos de
conflictos porpropiedades en los pueblos de can1paña solamente, ya que el univer
so de análisis no incluye la ciudad propiamente dicha (compra-venta, alquileres
adeudados).lZ
6. Otros: comprende expedientes motivados por rifas ylo carreras, rendición de cuen
tas, administración de bienes, despojos, inventarios, etc. u
Véase por ejemplo AGN - TC: A-19, lego 9 (1825): Arana, Diego vs. Barreiro, Domingo sobre
cobro de $416 y 3 cuartillos que el demandado debe desde 1809.
10 En realidad, se trata de tres subcategorias que incluyen una mayor variedad de causas: Propie
dad y posesión (deslinde, mensura y amojonamiento; títulos; venta y / opennutadetierras y I o
establecimiento productivo; hipotecas sobre tierras, disposición de tierra" enhercnCÍa); Arren
damientos (establecimientos productivos, cobro de arrendamientos a subarrendatarios; cobro
de arrendamiento de la tierra; incumplimiento de contrato de arrendamiento); desalojo (inclui
mos los casos en que le desalojo no se presenta como una consecuencia de la deuda de arrenda
mientos).
Véase por ejemplo AGN-TC: C-25, lego 11 (1826): Claveroll, Francisco y otros n. MuImos,
Tomás sobre arrendamientos. G-21, lego 11 (1830): Josefa vs. Olivera, Petrona sobre
reclamo de títulos de una chacra. 8-17, lego 9 (1830): Santucho, Esteban vs. Corvem, Manuel
sobre desalojo de unos terrenos.
¡¡ Véase por ejemplo AGN -TC: B-l7, leg. 8 (1832): Ballesteros, Martín vs. Barrancos, Felípe
sobre devolución de ovejas.
12 Véase por ejemplo AGN - TC: A-29, lego 3 Acevedo, Francisco vs. Núñez, José sobre
m~jor derecho a la compra de lUla casa y cobro de cu~'".u'-" ...".
n Véase por AGN-TC: L- 14, leg, 7 (1831): Luisa sobre administración interina
de sus bienes.
14 Se utilizó el criterio de regionalización desarrollado en: MORENO, José Luis y MATEO, José
"El redescubrillÚento de la demogratia histórica en lahistolia económica y social", en Anuario
IEHS,núm. Tandil, 1997,pp. 35-56.
- 207
NIDIA N. ROBLES, "La justicia civiL.."
acotadas que el conjunto de la provincia a lo largo de todo el decenio. Las cinco regiones
son: campaña cercana (Las Conchas, Matanza, Morón, Pilar, Quilmes, San Fernando,
Tigre, San Isidro y Flores); región norte (Arrecifes, Baradero, Fortín de Areco, Capilla
del Señor, Pergamino, Rojas, Salto, San Antonio de Areco, San Nicolás de los Arroyos,
San Pedro y Zárate); región oeste (Guardia de Luján, Lobos, Los Toldos, Villa de Luján,
Navarro y San Andrés de Giles); región sur (Cañuelas, Chascomús, Ensenada, Magdale
na, Monte, Ranchos y San Vicente) y región nuevo sur (Dolores, Tandil, Monsalvo y
Bragado).
15 Una excepción al respecto la constituye el Reglamento de 1817 que continuó vigente en Buenos
en muchas de las provincias aun después de la calda del poder central y hasta el estable
cimiento de un nuevo ordenamiento constitucional, tanto a nivel provincial corno nacional.
16 Ver HALPE~TNDONGHI, Tulio"MilitarizaciónrevolucionariaenBuenosAires, 1806~1815",
en HALPERIN DONGHI, Tulio (comp.) El ocaso del orden colonial en Hispanoamérica, Sud
americana, Buenos Aires, 1973; CANSANELLO, Oreste C. "Las milícias rurales bonaerenses
entre 1820 y 1830", en Cuademos de Historia Regional, núm. 19, UNLu, 1998, pp. 7-51;
GARAVAGLIA, Juan Carlos Poder, conflicto y relaciones sociales en el Río de la Plata, s.
XVIII-XIX, Editorial Horno Sapiens, Rosario, 1999.
- 208
prohistoria 5 • 2001
que el gobernador y la Sala de Representantes e:~:presaban a esa llueva entidad política
denominada provincia. 11 De este modo, la supresión de los cabildos implicó el reconoci
miento de las transfonnaciones operadas en la década de 1810 y la integración de la
campafia al sistema politico, puesto que se deja a un lado la tradición española que conce
bía a la ciudad como un estado en sí misma, para ser reemplazada por otra que considera
ba que las decisiones debían tomarse en y para el cOl1iunto de la provincia. 18
La supresión de los cabildos conllevó a la reorganización del aparato judicial y poli
cial de la provincia. Esta nueva organización, vigente entre 1821 y 1824, establecía que la
justicia ordinaria estaría en manos de cinco jueces letrados de primera instancia del fuero
civil y criminal, dos por la tres por la canlpaña (estos últimos tendrían asiento en
la cabecera de cada uno de los tres departamentos judiciales de campaí'ia creados al efecto
Sin embargo, esta nueva orgaítÍzaciónjudicial tuvo corta duración porque en 1824108
juzgados de primera instancia se redujeron a cuatro, dos civiles y dos criminales, pero
todos ellos localizados en la ciudad. De este modo, se puso en evidencia el fracaso del
intento de crear una justicia letrada en la campaña.
Este fracaso aceleró el proceso de concentración de las funciones judiciales y policiales
en la figura deljuez de paz. Este proceso iniciado en 1825 conla, por elmomentn,provisoria
. asunción de las funciones antes atribuidas a los comisarios de campaña por los jueces de
paz, no se detuvo, puesto que, a fines de 1829, éstos ya habían asumido la función de
conservación del orden dentro de sus partidos. Si.!,ruiendo esta línea, durante el régimen
rosista, los jueces de paz sumaron a sus funciones judiciales y policiales (atribuidas en
forma permanente a de 1836), otras de carácter econónúco (levantamiento de pa
drones de propietarios y comerciantes del partido, regulación y recaudación de la contri
bución directa, etc.) y de carácter político (ejecutar instrucciones para las elecciones de
Representantes, enviar infoffi1es y filiaciones de los unitarios del partido, etc.).20
De este modo, podemos decir que el nuevo diseño institucional que, en medio de
lnarchas y contramarchas, se implanta a partir de las reformas del gobierno de Martín
Rodríguez, se caracterizaba por establecer dos niveles claramente diferenciados en la or-
- 209
NIDlA N. ROBLES, "La justicia civil. .. "
ganizaciónjudicial. Así, mientras que los juzgados de primera instancia eran institucio
nes predominantementejudiciales a cargo de letrados que percibían un salario del Estado,
los juzgados de paz reunían atribuciones judiciales, policiales, políticas y administrativas
a nive110cal y estaban a cargo de vecinos legos cuyas decisiones eran adoptadas las más de
las veces sobre la base de la costumbre2! en lugar de recurrir a la leyes y decretos oficiales
emanados de las autoridades provinciales. Además, debemos considerar que el carácter
local de la esfera de acción de la justicia de paz estaba acentuado por el hecho de que sólo
aquellas causas cuyo monto superase los $300 podían acceder a la instancia de lajusticia
letrada urbana.
- 210
prohistoric5 ·2001
La utilización de los datos cuantitativos que proporcionalllos expedientes de las cau
sas que se presentan ante la justicia civil nos pennitirá observar la extensión y dispersión
espacial de los conflictos judiciales, a la vez que podremos analizar qué cambios :>'" .l"'~''''
trdll en los años signados por la crisis politica y cuál es el alcance efectivo del sistema
judicial eula campaña bonaerense.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que el número de conflictos registrados no
representa a la totalidad de los conflictos que surgieron entre la población rural y que se
resolvieron en una instancia judicial; ya que, como hemos señalado en otro apartado, 110
todos los pleitos podían acceder a la instancia de la justicia letrada que representaban los
tribunales civiles. Así, los sectores sociales de menores recursos debían dirimir sus con
flictos (en los casos que dichos conflictos al ámbito de la justicia) sólo dentro de
la esfera local que los de paz. Lo mismo sucedía con aquellos
conflictos menores que no superaban el monto de trescientos pesos.
acercamiento a las fuentes nos pennite observar un dato por demás revela
dor: del total de 2678 relevados, 1926 corresponden a pleitos entablados en la
ciudad de Buenos Aires y sólo 752 corresponden a los diversos pagos que componen la
campaña bonaerense (ver Anexo, Cuadro I). Es decir, que el 71,91% de los ex-pcdientes
corresponden a la ciudad mientras que a la campaña le cOlTesponden sólo e128,09% del
total de expedientes. Estos datos parecen no dejar dudas sobre el hecho de que la justicia
civil letrada es una justicia eminentemente urbana, cuyos alcances sobre el resto del terri
torio provincial se ven muy limitados en la práctica contrariando lo establecido por las
disposiciones vigentes. Resulta válido afirmar entonces que la justicia de primera instan
cía civil tiene escasa incidencia en la vida rural, acentuándose la distancia que separa a la
norma de la práctica judicia1.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando procedemos a desagregar los datos disponibles para
la campaña en su conjunto? Al divi.dir la campaña en cinco regiones (campaña cercana,
región norte, región oeste, región sur y región nuevo sur) podemos observar que la mayor
cantidad de expedientes, 301 sobre un 1ota1752, corresponden a los partidos que compo
nen la campaña cercana, es decir, los que integran el más inmediato hinterland porteño
(ver Anexo, cuadro II). Le siguen, en orden decreciente, la región Norte y ]a región Sur
con 158 y 154 e:\-pedientes respectivamente.
El peso relativo de las causas correspondientes a la campaña cercana sobre el conjunto
de causas del espacio rural es de gran importancia, ya que representa el 40% de las mismas.
Estos datos no deberían sorprendemos si tenemos en cuenta que entre los partidos que
integran esta región se encuentran muchos de los de más antigua ocupación y poblamiento.
De este modo, en el marco de la dinámica del proceso de crecimiento demográfico y de
expansión de la producción que se sobre todo a partir de 1820, las áreas
rurales que constituyen el más inmediato hinterland porteño muestran una integración
cada vez mayor con la ciudad. Es decir que, aunque la cercana se diferencia
tanto desde el punto de vista espacial como socio-productivo de la ciudad, la línea diviso
ria entre ambas es imprecisa y, por momentos, cambiante.
- 211
NIDIA N. ROBLES, civiL."
- 212
prohistoria 5 ~ 2001
en medio de un clima de agitación generalizada se manifiesta en una reducción .delnúmero
de causas que llegan a esa instancia letrada que, en algunos casos, supera el 50% (región
Norte, 11 c,,:peruelltes en 1829frentea23 en 1828; región Sur, 10 expedielltesen 1829 frente
a26 en 1828; región nuevo Sur, O expedientes en 1829 frente a 8 expedientes en 1828).
Un comporta.l11iento similar se observa a partir de 1831. Aquí otra vez nos encontra
mos con un importante descenso en el de expedientes que, de 81 para toda la
campafía en 1830, se reducen a 57 en 1831. En este rulo vuelve a agitarse el fantasma de
la guerra civil: los dos bloques en que se divide el país, el Litoral federal y el Interior
unitario, se encruninan hacia un nuevo enfrentlli,uento. 26 A su vez, en 1831 dentro de la
provincia de Buenos Aires, la agudización de los conflictos en el seno del partido feder,,]
porteño trasciende el ámbito de los debates en de Representantes a través de la agita~
ción callejera y llega a exte:nderse a la Uno de los puntos culminantes de esta
agitación se alcanza en 1833 con la Revolución de los Restauradores, durante la cual los
fallidos intentos del gobierno de Balcarce por encontrar apoyos en de las gualni~
ciones rurales termina con la desobediencia generalizada de la campaña,27 que agudiza el
proceso de disolución de la autoridad.
Por otra pa.4:e, cabe recordar que a la movilización de hombres que había implicado la
participación porteña en la campaña contra la Liga del Interior, se suma la requerida por
la campaña contra los indígenas que encabeza Rosas al terminar su primer mandato. 28
26 Las primeras acciones principian a comienzos de 1831 con la movilización de las fuerzas fede
rales de López y los avances de Quiroga en Córdoba, San Luis y Mendoza. En mayo, Rosas
moviliza a los tres mil hombres acantonados en San Nicolás. A pesar de la captura del Gral.
Paz, que desarticula a la Liga Unitaria, las hostilidades continúan hasta la derrota de Lamadrid
a manos de Quiroga, en la Ciudadela de Tucumán (4 de noviembre de 1831). Ver HALPERIN
DONGHI, Tulio Argentina. De la revolución .... cit., pp. 330·331; BARBA, Enrique Unitarismo,
federalismo. rosismo, CEAL, Buenos Aires, 1982, pp. 98-104.
27 La disidencia entre federales doctrinarios y rosistas, en la que los primeros se erigen en defen
sores de la libertad il1dividual y de la división de poderes frente a los seg1111dos, partidarios de
1111as facultades e>..iraordinarias sin límite temporal y acérrimos defensores de la imposición de
1111 estado de excepcionalidad, tendrá como corolario la unanimidad que caracterizó al régimen
a partir de 1835. Los aftas previos a este desenlace, se caracterizaron por 1111a movilización
popular convenientemente encauzada por Rosas a su favor. Ver HALPERIN DONGHI, Tullo
Argentina. De la revolución..., cit., pp. 301-331; BARBA, Enrique Unitarismo.[ederalismo ...
cit., pp. 98-104; TER,."IAVASIO, Marce1a ''Nuevo régimen representativo y e>..-pansión de la
frontera política. Las elecciones en el estado de Buenos Aires: 1820-1840", enANNINO, Anto
nio (comp.) Historia de las elecciones en Íbero América, siglo XIX, F.C.E., Buenos Aires,
1995, pp. 65-105.
28 "A fines de mano de 1832 el gigantesco convoy partía de la estancia de Rosas en los Cerrillos:
mil quinientos hombres, treinta carretas, seis mil caballos y algunos millares de vacas ..."
HALPERlN DONGHI, Tulio Argentina. De la revolución..., cit., p. 318.
- 213
NIDIA N . .l'-'""J:>L.,,,o,"La justicia civil..."
En este contexto, la merma más considerable de causas iniciadas ante la justicia civil
lo experimenta, en 1831, la región Sur que sólo 8 ex-pedientes frente a los 22 del
año anterior; en tanto que en la Norte y en la región Oeste la disminución vuelve a
alcanzar el 50% (11 Y3 ex-pcdientes frente a los 22 y 6 expedientes registrados para 1830,
respectivamente). La excepción más notable frente a esta situación la constituye la cam
paña cercana que registra lill aumento en el número de ex-pedientes que llegan él.llte el
tribunal civil: 33 en total; una cifra similar no se alcanzaba desde 1827 y recién se supe
raría en 1834.
Los años de 1832 y 1833, no exentos de crisis políticas, registran una leve recupera
ción en la cantidad de lrdnütados (64 Y 62, respectivamente). Sin embargo,
aún se encuentra lejos del promedio (86,3 eA-pedientes) de los años con mayor actividad de
lajusticia letrada.
Un párrafo aparte merece el comportamiento observado durante los 1825 a 1828. Es·,
tos sin duda, no la agitación y al todo el decenio
estudiado; en si tenemos en cuenta los efectos que la presión reclutadora y la
creciente militarización, de la guerra con Brasil, así como la turbulenta expe
riencia de la presidencia de Rivadavia, contribuyeron a aumentar las tensiones conflic
tos entre ruraP9 Sin embargo, en estos años las fluctuaciones en el número
de causas del total de la campaña no presenta descensos tllil bmscos como en los años
posteriores; ya que, si bien en 1826 y 1827 disminuye la cantidad de expedientes
dos. esta disminución no alcanza la magnitud de la de 1829 o de la de 1831.
Los principales problemas se presentan cuando pasamos al análisis de los datos por
regiones porque las fluctuaciones en el número de e-''Pcdientes no se ajustan a patrones dc
comportamientos claros. no todas las regiones responden por igual a los vaivenes de
la crisis política del periodo, Hecho que sin duda tiene que ver no sólo con la intensidad
que alcanza la crisis en los diferentes momentos, sino con la forma en que ésta
en las relaciones entre los diversos actores sociales y en regiones con diferentes estructu
ras socio-productivas.
de
neno·ao. SI podemos observar que 1829 marca 1111
como señalamos el descenso en
ro de causas es casi 5,"J,J;"·LOHlcau.U Oeste).
Sin embargo, un hecho que salta ti
cercana para todo el período estudiado en relación las otras que, aunen
los acilos en que se obselVan fuertes descensos en el número de expedientes, LiH'5U'HGotra
región logra superarla en cuanto a la cantidad de e:\:pedientes registrados.
A partir de estos datos, podríamos aventurar 1illa primera reflexión. Por un lado, di
chos datos nos permiten corroborar que toda la campaña se ve por un clima de
-214
prohistorio 5 - 2001
inquietu.d generalizada que se manifiesta no sólo en la cantidad de causas judiciales sino
también en su dispersión espacial. Por otro lado, también podemos observar que en los
afios en que la crisis política alcanza su clímax, la magnitud de la agitación social que
vive el muudo rural y el escaso control que sobre éste ejercen las instancias superiores de
la justicia letrada para quienes residen en los pagos más alejados de la ciudad.
Cuando pasamos a analizar los datos obtenidos en función de la clasificación por tipo
de causas, predominan las correspondientes a la categoría DEUDAS que representan el
40,5% del total (ver Anexo, cuadro IV); en segundo lugar aparece la categoría TIERRAS
que representa 29,3% del total; seguida por las categorías CONTROL DE LOS RECUR
SOS YCONFLICTOS FAMILIARES representando el 10,3% y e18,9%, respectivamente.
Las dos Últinlas categorías (propiedades urbanas y OU'os) reúnen al 10% de los expedien
tes restantes.
Como hemos señalado en otro apartado, en este trabajo nos preguntamos hasta qué
punto el sistema legal vigente sirve de caja de resonancia para expresar la creciente
conflictividad social que recorre la campm.la bonaerense en un marco de profundas trans
formaciones. Por esta razón, nuestro análisis se centrará eulos conflictos suscitados en
tomo a la propiedad, la posesión y el USuflUcto de la tierra y al control de los recursos
naturales, como fomlas de resistencia de la población mral frente a los importantes ca11l~
bios de la estructura productiva.
Una atención especial merecen los datos correspondientes a la categoría TIERRAS
dada la importancia que, desde comienzos del siglo XIX y sobre todo a partir de la década
de 1820, cobra el proceso de apropiación legal de la tierra, transformándose en el marco
para el desarrollo de múltiples conflictos entre propietarios y ocupantes sin titulos. 30
En las diferentes regiones el número de expedientes correspondientes a conflictos
sobre tierras oscila entre el 32,8 y e121,1% del total de la campafia. 31 Así, si bien pode
mos observar que la presión sobre la tierra se extiende a 10 largo de toda la catnpaña, su
intensidad y modalidad varia de uua región a otra.
Desde mediados de la década de 1810, se registra uucambio considerable en cuanto ala
importancia de la producción ganadera que se uaduce en uua expansión sobre las "tierras
nuevas" al extenderse la frontera al sur del río Salado. 32 En este contexto, en los partidos
que integran la región del Sur y del nuevo Sur (estas dos regiones agrupan 25,7% del total
- 215
NIDIA N. ROBLES, civiL."
- 216
prohistoria S • 2001
ción dejusticia, que se adecue mejor que el sistema de raigambre colonial a las caracterÍs
ticas de esa nueva entidad política denominada provincia. Sin embargo, la coyuntura
política que se abre sobre todo a partir de 1825 no resulta la más adecuada para alcanzar
el éxito de los objetivos planteados.
La imagen de conjunto que surge al considerar los datos proporcionados por nuestras
fuentes y las características del contexto político es sumamente rica. Por un lado, nos
muestra claramente los linútes que encontró el intento de establecer una justicia letrada
que, al menos en la instancia de apelación, tuviera un alcance efectivo sobre el conjunto
del espacio provincial. Las eifras que arroja el relevai11iento de las causas que acceden a
esta instancia en un lapso de diez años (1825-1834) pone en evidencia que la justicia
letrada es eminentemente una justicia urbana que resuelve con.f1ictos predominantemente
urbanos (estos últimos representan el 71,9% del total. Ver Anexo, cuadro 1).
En este sentido, el peso que tienen sobre el total de los expedientes de la campaña los
correspondientes a la campaña cercana muestran la creciente integración y dependencia
recíproca entre la ciudad y su hinterland más próxinlo. Los datos reflejan esta realidad.
No sólo esta última región representa el 40% del total de expedientes correspondientes a
la campat'ía; sino que ciudad y cercana concentran el 83,1% del total de los
expedientes. Esta integración también resulta reconocida por la nueva organización judi
cial porque, como dijimos anteriormente, a los efectos de la administración de la justicia
de primera instancia, la casi totalidad de los partidos que integran la campaña cercana
aparecen agregados a la ciudad.
Cuando agregamos a estos datos los de las variaciones regionales del periodo, pudi
mos observar que en los años en que los conflictos políticos se agudizan, se reduce
significativamente el número de e:\.-pedientes correspondientes a los pagos más distantes
de la ciudad. A la vez, esta limitación en el acceso a la instancia letrada para los habitan
tes de las zonas más lejanas de la campaña acentúa la importancia del rol a desempeñar
por los juzgados de paz; ya que en muchos casos se convertirán en la única instancia
judicial a la que se puede acceder para la resolución de los conflictos. Estos datos reflejan
una sociedad en la que predominan los conflictos por bajos montos y en la que, por lo
tanto, la justicia de paz tiene un alcance efectivo mayor que el fijado por la normativa. En
este contexto, el papel de los jueces de paz como mediadores entre la heterogénea socie
dad rural y las autoridades provinciales es, a todas luces, central. 35
Por otro lado, la dispersión espacial y temporal de las causas resulta un buen indicador
de la fuerte conflictividad social que caracteriza la vida cotidiana de los habitantes de la
35 GELMAN, Jorge "Crisis y reconstrucción del orden en la campaña de Buenos Arres. Estado y
sociedad en la mitad del XL,,\:", en Boletín del h1StitUto de Historia Argentina y
AmericuflG Dr. Emilio Ravignani, núm. 21, 2000,pp. GARAVAGLIA, Juan
Carlos "La justicia rural en Buenos Aires durante la prÍlllera mitad del siglo A'IX (estructuras,
ftmciollcs y poderes locales)", en GAFAVAGUA, Juan Carlos Poder, conflicto y relaciones.",
cit., pp. 89-122.
- 217
NIDIA N. ROBLES, "La justicia civiL."
ANEXO
de campaña
1926 71,91
1926 71,91
19 0,70 2,52
8 0,29 1,06
0,13
49 1,82 6,51
6 0,22 0,79
24
- 218
prohistoria 5 - 2001
i
Total 2678 100
- 219
NIDIA N. ROBLES, "La justicia civiL."
Matanza
(40% del total
Morón
de la campaña)
Pilar
Quilmes
San Femando
San Isidro
S.J. de Flores
i
Norte Arrecifes
158 i
Baradero
(21 % del total
F.deAreco
de la campaña)
Capilla del Señor
Pergamino
Rojas
Salto
S. A. de Areco
San Nicolás
San Pedro
Zárate
VIlla de Luján
Navarro
S. Andrés de Giles
Sur Cañuelas
154
Chascomús
(20,4 % del total
Ensenada
de la campaña)
Magdalena
Monte
Ranchos
San Vicente
- 2~O-
prohistoria 5 • 2001
Cuadro ITI: Total de expedientes por región y por años
l:0:1
I recursos
de los :::~ !
1: 2:: I
I
:::::
I Conflictos 25 14 11 11 6 67 I ,
89%
, familiares
I
I
Propiedades 11 7 6 4 - 28 3,7%
urbanas
¡
I Otros 18 14 8 12 1 I 53 7%
- 221 .
prohistori. 5 • 2001
Resumen
La constitución de la propiedad privada en laArgentina no fue un proceso simple, ni carente
de conflictos. En este attículo reconstruimos a través de procesos adtninistrativos y judiciales
entre particulares y el Estado, lo cotidiano de esos conflictos. La frontera que la
legislación sobre tierra'l se avanzaba sobre el ten·itorio. Sin embar
go, esa abundancia relativa de tienas no constituyó una válvula de escape, por el contrario,
las condiciones de la legislación llevaron a la especulación. Partimos del de Carla
GUlZburg según el cual, la guíapara el laberinto de los archivos y la historia es lo que distin
gue a un individuo de otro en cualquier sociedad: el nombre, en este caso el de Díaz Vélez.
Palabras clave
tierra -legislación - propiedad rural-procesos judiciales - mediciones -sudeste bonaerense
Abstract
TIle establishment 01' fue prívate property in Argentina wm; a complex process wifu some
dit'ticulties and contlicts. Rere we try to reconstmct tIle constitution ofthese cont1icts among
persons and persons and fue state wifu adtninistratíve and jmidical process. TIle advance of
the frontier, or fue availability oflands, allowed fue renewal ofland legislationin proporuon
as fueir advance. But, the relative abundance oflands was not a safety valve for contlicts. On
the contrary, land lcgislation stimulates the speculation. Carlo Guinzburg' s fuesis ahout fue
* Este trabajo fonna parte de mi tesis de doctorado que compara la frontera del sudeste bonaerense
(Argentina) y del oeste paulista (Brasil) entre 1850 y 1900, desalTollada en el Instituto de
EconomíadclaUnivers'Í.dadEstadualdeCampina'l,Brasil. Una versión preliminar fue presentada
smlPCtSlO "Estrategias productivas y transfonnación del espacio en el mundo rural, u J.l'¡:' u,,, y
Brasil y Argentina. SiglosXIX y iI..'X",Seg'lmdasJomadas de Histotia Económica, Montevideo,
21·23 de julio de 1999. Agradezco los comentarios que en aquella oportunidad realizaron la.,
Dras. Noemí Girbal de Blacha y Ligia Osario Silva. Agradezco también los referatos anónimos
de la revista prehistoria.
- 223
MARiA V. SECRETO, "Procesos judiciales... "
name and the possibilities 01' fo 110w the name, as a guide in archives and in History "vill be
ourHypothesis in this case. We choose one name: Díaz Velez ID follow him fr>,rough the maze
ofthearchives.
KeyWords
land - legislation - rural property - juridical process measurements
Buenos Aires southeast.
1
ntroducción
En este trabajo proponemos describir y evaluar los efectos de las leyes de tierras
en la Argentina entre el periodo posterior a la independencia y el año 1881 en el
sudeste de la provincia de Buenos Aires. Creemos que los estudios de casos nos
pemüwdll aproxÍmalllos a diversos temas: la forma en que cristalizó la propiedad rural
en la Argentina en el de frontera; la manera en que era vívida la normativa y los
mecanismos implementados en la Consideramos que la existencia de la
frontera como proveedora de tierras una forrna de apropiación particular que ex
mediante una serie a gran parte de la población.! Esto decir
que, si bien tomanlOS como referente a Turner, no compartimos su hipótesis acerca de la
abundancia relativa de tierras como válvula de escape. Escasas interpretaciones históricas
tuvieron el éxito que tuvo la de la frontera del historiador norteamericano J. F. Turner,
cuya obra se sitúa en el contexto particular de fmales del siglo XIX, en que los econolUÍs-
- 224
prohistorica 5 • 2001
tas más importantes de Europa se preocuparon por el problema de la tierra y por su valor
dentro de las economías de los Estados. 2 De cierta fOrula, y tal vez de una muy simplifica
da, la tesis de Tumer suma dos perspectivas: una forma particular de apropiación territo
rial generó una sociedad expansionista y democrática. La originalidad de Turner radicó
en la sistematización de ideas que formaban parte del sentido común y que habían sido
recogidas, inclusive, por la literatura,3 Su teoria del avance de la frontera nortean1ericana
como e"'jJ1icación del desarrollo particular de los Estados Unidos se convirtió en la ver
sión ortodoxa nacional, ej erciendo ¡''l"atl influencia en las historiografías nacionales de los
países con abundatlCÍa relativa de tiemls, 4 De acuerdo a Ezequiel Gallo, el caso argentino
que va de 0,0 hasta 1,0. En esta escala cero indica perfecta igualdad en la distribución de la
tierra y 1,0 la mayor desigualdad en la distribución de la tien:a. Concluye que la provincia de
Buenos Aires e2l.'}Jerimentó llll modelo de creciente concentración de la riqueza similar al que
eX'Perirnelltaron dos estados con gran índice de concentración como son los de Texas y Wisconsin.
Dice Lyrnan Johnson que la mayor parte de los estudios respetables sobre los censos de los
Estados Unidos han demostrado en las regiones de ti'ontera tm nivel alto de concentración.
Como ya lo había hecho Lenin basándose en los datos de los censos de 1900 y 1910, LENlN,
Vladimir Ilich Capitalismo e agricultura nos Estados Unidos: novos dados sobre as leis de
desenvolvimento do capitalismo na agricultura, Debates, Sao PauIo, 1980.
Pero el tema de la tiemlffrontera es percibido en toda su importancia mucho antes de [males
del siglo XIX, Cuutldo en 1893 Tumer pronunció su discurso sobre el significado de la frontera
en la historia americana, Smith, Ricardo y Marx: yahabíall destacado algunos de los elementos
que caracterizan el desarrollo de la frontera norteanlericana y Tocqueville había hablado de las
particu1ruidades de la democracia rulledcana. La primera edición de La democracia en América
es de 1835,
En su libro Facundo, civilización y barbarie, Austral, Buenos 1962, [1a. ed, 1845],
Domingo Faustino Srumiento llama la atención sobre la similitud entre el poema de Estebrul
Echeven:ía, La cautiva y las obras de F enimore Cooper El último de los A1ohicanos y La pradera,
Encuentra respuesta a esta semejanza en la hipótesis de que "los accidentes de la naturaleza
producen costumbres y usos peculiares de estos accidentes, haciendo que donde estos accidentes
se repiten, vuelvan a encontrarse los mismos medios de parar a ellos, inventados por pueblos
distintos", pp. 24-25.
4 Cfr. Bebe J.F. Tumer, CEAL, Buenos Aires, 1992, p. 22, Fue Walter Prescott
Webb rul1plió el concepto de frontera, dándole dimensión universal. En su perspectiva la
trontera es llll factor detennimmte de la moderna sociedad occidental. No fueron los Estados
Unidos la lmica nación que tuvo acceso a tierras "vacías", sino que también existió una irontera
europea que incluía aquellas tierras anlericanas. Una tI'ontera compuesta por tres continentes y
medio; \V1~BB, Walter Prescott The Great P lains, \.ll'osset and DUlllap, New York, 1931, En el
N Congreso lntemaciOllal de Historia Económica fue presentado un conjunto de trabajos, en la
sección \11I que tenía como título Ocupación del suelo, poblamiento y frontera, que trataban
de la eX'Pansióll territorial de diferentes de Amóica LatLl1.a. Los que se refirieron a
Argentinafueron: HALPERlN DONGHI, Tl.llio "La expansión de la frontera de Buenos Aires
(1810.1852)"; Ezequiel "Ocupación de tienels y colonización en Santa Fe
- 225
MARiA V. SECRETO, "Procesos judiciales... "
en los nuevos territorios argentinos (1890-1910)", en JARA, Alvaro, (comp.) Tierras Nuevas.
México, 1969, p. IX. En Argentina, podemos considerar estos te>."Íos de la década de 1960s.
que en 1993 tuvo lugar en la Universidad de San Andrés un encuentro entre investigadores de
Ezequiel Gallo adhiere a una reivindicación de Lee Benson, sobre la influencia que el econo
mista italiano Achille LOlia habría tenido sobre a obra de Tumer. Cfr. BENSON, Lee Tumer
and Beard. American historical Wliting reconsidered, New York, 1960, p. 37. Ver GALLO,
Ezequiel ''Frontiera, stato e immigration inArgentina, 1855-1910", Altreitalie, Anuo III, núm.
6, 1991,pp. 13-21.
19&7.
gran parte de su territorio aún era desconocido, con la fmalidad de distribuir tierra gratuitamente
entre los hijos del país. BAGÚ, Sergio Elplan ecol1ómicodel grupo Rivadaviano, 1811-1827,
- 226
prohistorio 5·2001
dancia relativa se mantuvo durante todo el período considerado en este estudio (de .1810 a
1880).8 En todo el proceso no estuvieron ausentes los conflictos y disputas por la tierra,
il1clusive en las lejanas tierras del sudeste bonaerense, mucho antes de la campaña militar
de 1880.
La cuestión de los limites siempre suscitó conflictos en el ámbito rural. No podía ser
de otra forma en la historia ah'Taria pampeana. Las mensuras basadas en cálculos
geométricos y astronómicos del siglo XIX, tendrían que haber salvado esas dificultades y
establecido límites ciertos e irrefutables a las propiedades, aunque no siempre fue asP Un
caso ejemplar para observar cómo funcionaron las leyes sobre tierras en la Argentina es el
del General Eustáquio Díaz V élez y su testamenteria,lO no sólo porque fue propietario de
Diccionario Juridico Fonml, Bibliografía Argentina, Buenos Aires, 1948. Sobre prácticas de
herencia y tratlsmisión de la tien'a ver: ZEBERIO, Blanca "El estigma de la preselvación.
F amília y reproducción del patrimonio entre los agricultores del sur de Buenos Aires, 1880
1930", en BJERG, Matia Mónica y REGUERA, Alldrea (comp.) Problemas de la historia
Agraria, TEHS, Tatldil" 1995, pp. 155-181. Los tra<;pasos de estancia., a que se refiere este
trabajo no exceden las 3000 Q 4000 hectáreas; el caso a que nosotros hacemos referencia supera
esta superílcie.
- 227 •
MARÍA V. SECRETO, "Procesos judiciales ... "
una de las mayores propiedades rurales durante gran parte de los XLX y dividida la
mantuvieron sus herederos en el siglo XX, sino también porque las demandas y demarca
ciones enfitéuticas que realizó, así como las compras y transferencias de que dispuso
(unido a las mensuras ya las relaciones con sus vecinos), fueron lo suficientemente con
flictivas como para dejarvestigios documentales. Además de conflictivas, la forma en que
se constituyó la propiedad de los Díaz Vélez, siempre utilizando los medios legales dispo
¡tibles, nos permite analizar todas las posibilidades que ofrecía la
Como vemos, para rastrear los orígenes de la confonnación de la propiedad, así corno
los tortuosos canlinos seguidos por los propietarios para conformar su dorniItio, escogi
mos algunos procesos judiciales y administrativos que refl~ian muy bien aquellas confor
maciones. Para comprobar nuestra hipótesis, proponemos realizar un trabajo de historia
institucional de la propiedad rural. Recurrimos a ideas y conceptos tomados de la
microltistoria, en particular la afIrmación de Ginzburg: "El hilo de Ariadna que !,'1lÍa al
investigador en el laberinto documental es aquello que distingue un individuo de otro en
todas las sociedades conocidas: el nombre".ll En la constitución del propiet.'1fio -y no sólo
como hilo conductor- el nombre es muy importante. Aunque nos interese el sujeto/pro
pietario, la situación que ocupa en el entramado social es determinante de sus posibilida
des de apropiación de la tierra. Intentaremos reconstruir las relaciones posibles de los
individuos a fm de relacionarlas con la constitución de su propiedad y de su clase. 12
Sabemos que cada archivo proviene de una relación social específica, sancionada
muchas veces por una institución. Según el archivo, los individuos aparecen como naci
dos, casados o muertos; propietarios o usufructuarios; inventariados o inventariantes. Si
el hilo de Ariadna nos conduce en este laberinto, con él también puede tejerse la red en la
cual el individuo está inserto en la sociedad. 13 Pero como la microhistoria es esencialmen
te una práctica historiográfica, que no se ha constituido en escuela o basado en progra-
- 228
prohistorica 5 - 2001
mas, nos limitaremos a esta enunciación, esperando brindar al lector el juego de escalas
entre los procesos (particulares) y la ley (general). Como dice Levi, "reducir la escala de
observación para propósitos de observación e::\"Perimentales. El principio unificador de
toda investigación microhistórica es la creencia de que la observación microscópícareve
lará factores previamente no observados" .14 Quizás lo que justifica de forma más contun
dente nuestra elección sea la hipótesis de estar ante lo que Ginzburg defme como" excep
cional normal", esto es, un acontecimiento que se presenta como excepcional, probable
mente por la existencia de un registro, pero que, debido a la frecuencia con que ocurre, es
posible caracterizarlo como nonna1. 15 La excepciollalidad del caso en estudio radica en la
propia instalación del proceso judicial en el año 1865, así como en el hecho de que el
abogado de la defensa fuese precisamente el Dr. Nicolás Avellaneda,16 presidente de la
República en 1874 y cuya tesis doctoral se convertirla en el trabajo más citado por los
historiadores para conocer la problemática referida a tierras públicas. A pesar de esta
excepcionalidad, el caso muestra las maneras en que el General Díaz Vélez constrnyó su
gran propiedad, estrategias usuales entre propietarios y pretendientes a tierras durante el
siglo XIX.
de la Provincia de Buenos Aires Dr. Ricardo Levene (en adelante AHPBA), Geodesia: Minisl.t-'rio
de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires (en adelante MOP), Biblioteca Nacional de
Buenos Aires.
14 LEVI, Giovantli "Sobre a mícro-história", cit., p. 139. En 1994 fue publicado en la sección
discusiones y lecturas de los Quademi Storici, n(uu. 86, Agosto de 1994, un debate entre CarIo
Ginzburg, Edoardo Grendi y JacquesRevel sobremicrohistoria: GINZBURG, Carla "Microstoria:
due o tre cose che so di lei"; GRENDI, Edoardo ''Ripensare la microstoria?"; REVEL, Jacques
"Micmanalisie cosntruziolle del sociale". En este debate, Grendi dice "el carácter colectivo de
la propuesta historiográfica del microanálisis está más ligado que a una cuestión de estilo, la
historia como práctica, fundada sobre una fuerte concepción teórica, se vuelve sobre todo a
resultados analíticos contra la visión retórica de la profesión del historiador en un país hace
mucho tiempo dominado delídeologismo legado por herencia idealista y al radicalizado, dualismo
político con Ulla indudable tendencia a 1ahisto1'ia síntesis." Sobre la microhistoria como práctica
también ver RAC'JÜIO, Osvaldo "La storia come pratica. Omenaggio a Edoardo Grendi (1932
1999)", Quademi Stand, núm. 100, Aprile, 1999.
15 Ésta es la primera acepción que otorga GIDzburg a "excepcional nonnal". La segunda es defInida
en los siguientes téJ.mmos: " ... si las fuentes silencian y/o distorsionan sistemáticamente la
realidad social de las clases subaltemas, un documento que sea realmente excepcional (y, por lo
tanto, estadísticamente 110 frecuente) puede ser mucho más revelador que mil documentos
estereotipados.", GINZBURG, Carlo "MicrostOlia: due ...", cit., p. 177. Lo "excepcionalnOlmal"
fue deJ:lnido por primera vez por Edoardo GRENDI en "Microanalisi e stOlia sociale", en
Quadem i Stond, núm. 7, 1972.
1(, Seguiremospara nanard "caso Díaz Vélez" el alegato de defensa de suabogado AVELLAN'EDA,
Nicolásl\4aniflesto en derecho en elpleito que sigue elfiscal del Estado contra la testamenter"Ía
del General Díaz Vélez sobre un titulo de propiedad, Del Buenos Aires, 1865.
- 229
MA.RÍA V. SECRETO, "Procesosjudicia1es ...
diente con instituciones heredadas de la época colonial y en 1810 bTdll palie de las tierras
anre,:l1eJi1g,ls Hasta entonces, se habícJl concedido extensiones bajo el sistema de
mercedes reales, 18 Poco después de la l.:Jlependencia, el país enfrentó el IJ1'JV1"'llhl
tierra a través de la de enfiteusis, El enfitéutico de Rivadavia
manifestaba tres fmalidades. fmes económicos --haciendo
,"".UV'HU>'''' el suelo para el liberando los capitales para inversiones DríJm.:CL1
va.<;-; en fines sodales -sujetando el hombre a la tierra-; y, "'LHaH''''.'.'''.''''',
firlancieros la tierra gara..ntia del empréstito, ya que los bancos no
ba..'1 tierras como 19 Por la enfiteusis rivadavia.na quedaba prohibí·
da la enajenación de tierra pública y el gobierno podía otorgar tierras a quien las solicitase
sin que las mismas perdieran su carácter de tierras públícas. El solici.tili"lte de!:Jia pagar Ull
canon al Estado, el cual se establecerla cada diez afios mediante un cálculo sobre el valor de
la tierra ocupada,. La frontera del Rio Salado fue el límite para el cálculo del valor de la
tierra, siendo más caras las tierras localizadas al norte que las localizadas al sur. 20
lí En la época de Fernando rr 2mte lanecesidad del tesoro para enfrentar las frecuentes ycostosas
guenas se implementó la ó>ubasta de las tierras de realengo. A de 1591 predominó este
sistema, sin dejar de exi stir los otros, como repartimiento, Reales Cédulas de Gracia o Merced,
remates y composiciones, los Cllales estaban sujetos a Real COl¡jinnación, En las disposiciones
y Indias se reconoció la posesión como causa justa de prescripción para
adquirir dominio de la tierra, Tanto la Real CMula de 1591, como laRccopilación de 1680 y la
Real I¡¡stmedén de 1754 así lo sólo que esta última admitió la para
hechos ocuuidos C011 anterioridad a 1700. Figuras jurídicas, como la de "tercero
derecho", probablemente su en e,,1os derechos otorgados las L!V"C~LVU
OTS CAPDEQUI, José Maria El Estado espaiiol en las Indias, FCE, México, 1975, pp. 35-37.
18 En ese mismo afio se le ordena al Coronel García efectuar una visita a todos los fuertes de la
frontera e i.nvestigar la legitimidad con que se ocupaban los terrenos realengos. Esta eX'Pedición
tenía por objetivo que el mismo coronel arbitrase como podian darse las tierras sin las trabas
hasta entonces vigentes. GARCÍA, Pedro Andrés Diario de un viaje a Salinas Grandes, en los
campos dei Sud de Buenos Aires, Eudeba, Buenos Aires, 1974.
19 OSORlO, Ligia y SECRETO, Mana Verónica "Terras públicas, OCUpUyao privada: elementos
para la história compamda da apropriay1ío territorial na Argentina e no Brasil", en Economia e
Sociedade, núm. 12,junio, 1999,p. 119.
2Q "Del punto de vista conceptual la enfiteusis, fmUla típica de apropiación territorial en el
feudalismo europeo (derivada de la enfiteusis romana), está a medio camino entre el
arrendamiento y la propiedad plena [...] La enfiteusis argentina se diferencia del tipo feudal
porque rrllentms en esta la concesión era perpetua y efectuada entre particulares, en el caso
- 230
prohistoriCl 5 • 2001
Una vez establecido el régimen enfitéutico, por decreto de 3 de Febrero de 1827 se
ordenó que los terrenos fuera de la línea de la frontera no podrían ser dados en enfiteusis.
Demarcándose en esa oportunidad la frontera por los siguientes puntos: de Cabo Corrien
tes al Tandil, y desde allí a la laguna Curalafquen, Cruz Colorada, y Mar Clúquita del
Norte. El 19 de Septiembre de 1829 se acordó por decreto la donación en propiedad de
una suerte de estancia de media legua de fondo por media legua de frente para los qne
querian establecerse en la Nueva frontera, establecida en esta oportunidad en el fuerte
Federación. Las condiciones eran: transportarse al lugar y poblar con cien cabezas de
ganado vacuno o caballar, o el sembrado de producto equivalente a ese capital, levantar
rancho yabrirunpozo.2!
La falla principal que detecta Oddone en la ley de enfiteusis es que no linútaba la
superficie, dando canlpo libre a los especuladores: la gente COll mayores recursos o con
influencias en altas esferas del gobierno obtuvo fácilmente toda la tierra que quiso, dice el
autor. La ley de enfiteusis también fue desvirtuada, y el objetivo de crear una clase media
de COl0110S no fue logrado: los Anchorena encabezaron la lista de enfiteutas que obtuvie
ron tieiTas entre 1822 y 1830 (l541eguas).22 En la década de 1830, durante el gobierno de
Juan Manuel de Rosas en la provincia de Buenos Aires, la política de premios y donaciones
apareció en escena. Aunque se puede relativizar la cantidad de tien-as que esta política
involucró,23 es transcendental desde el punto de vista institucional. Durante este periodo
argentino la tierra era una propiedad estatal y pennanecia inalienable", en OSORIO, Ligia y
SECRETO, Maria Verónica "Terras públicas ...", cit., p. 118.
21 MUZLERA, Joaquín Tierras Públicas. Recopilación de leyes, decretos y resoluciones de la
provincia de Buenos Airessobre tierras públicas desde 1810 a 1895, Isidro Solá Sans, La Plata,
1895, p. 103.
22 ODDONE, Jacinto La burguesía terrateniente argentina, Liberia, Buenos Aires, 1975, p. 69.
[la ed. 1930]. Sobre el fracaso de la ley de enfiteusis desde el punto de vista de la pérdida de su
espíritu ver CÁRCANO, :Miguel Ángel Evolución histórica del régimen de la tienu pública,
Endeba, Buenos Aires, 1972; decir "Anchorena" tiene un poder más simbólico que demostrativo;
decir Allchorena en Argentina es decir "clase dominante", Cfr. SEBRELI, Juan José Apogeo y
ocaso de los Al1chorena, Siglo XX, Buenos Aires, 1972. También LAMAS, Andrés Bemardillo
Rívadavia y la cuestión de la tierra, Biblioteca de la Liga Argentina para el impuesto único,
Buenos Aires, 1915. [1' ed. 1882J. Como parte de un plano de gobiemo, la ley de enfiteusis
estaba también vinculada a una serie de medidas que incluían políticas inmigraiorias, financieras,
y de reestlUcturación territoriaL Ver BAGÚ, Sérgio Elplan del gnJpo rivadaviallo, UNL, Rosario,
1966 y ARECES, Nidia y OSSANA, Edgardo Rivadavia y su tiempo, CEAL, Buenos Aires,
1984.
23 Acerca de la sobrestimación de las cantidades de tierras cedidas por el Estado, Intesta y Valencia
destacan en algunos trabajos el problema de las fuentes, problema metodológico que habría
llevado a muchos a confundir legislación con efectos de la legislación o con su aplicación.
Andrés Canetero, por ejemplo, tomó como fuentes las mensuras y no las tierras realmente
escrituradas. Los boletos emitidos no siempre fueron ubicados en una porción de tierra
- 231 •
MARíA V. SECRETO, "Procesos judiciales ... "
- 232
prohistoria 5-1001
contratos serían de ocho años y durante la vigencia de los mismos el Estado se reservaba
el derecho de enajenar las tierras, dando a los arrendatarios prioridad para la compra. El
precio del arrendamiento fue establecido entre 2.000$ m/c y 10.000$ m/c anuales por
le.gua cuadrada, condiciones para las tierras al interior de la frontera. Las tierras al exte
rior de la misma debían ser concedidas gratuitamente. Los poseedores de tierras del Esta
do por título de enfiteusis deberian pagar el canon vencido. Los enfiteutas de terrenos del
Estado que habían tenido embargados los bienes por decreto de 16 de septiembre de 1840
quedaban exceptuados del pago del canon atrasado hasta un rulo después del desembargo.
Esta ley trunbién establecía que los subarrendatarios de tierras públicas tenían derecho a
substituir al arrendatario principal por el Estado. 28
Una ley de 1858 pondría unpUllto [mal en la cuestión: entre el8 de díciembre de 1829 y
3 de febrero de 1852 se anularon las donaciones, pero se reconocieron los premios por com
bate contralos indios. Losboletos de los titulares debían ser localizadosfuera de lafrontera en
el plazo de noventa días; se anularon los premios de fidelidad de 1839, pero se reconocieron
los derechos de los enfiteutas que habían comprado enel marco de la misma ley. En 1876 se
sancionó una ley de colonización e inmigración, que fue, de acuerdo a Scobie, una verdadero
ley de colonización, abriendo posibilidades para empresas privadas de colonización (aunque
de las 225 compaíuas de colonización que obtuvieron la concesión de tierras para los fmes
mencionados, sólo 14 cumplieron con el obj etivo de la subdivisióny colonización).29 En 1887
se sancionó la ley de Centros Agrícolas, por la que se autorizaba al poder ~ecutivo para
formar centros agrÍColas en la provincia. Las tierras en que se crearían estos centros eran las
que rodeaban a las estaciones del ferrocarril, pero el proyecto no fue exitoso: los centros no
fueron creados y la especulación con los créditos fue tal que quedó una deuda en el Banco
Hipotecario de la provincia por cien millones de pesos. En palabras de Francisco Se~'UÍ:
"La ley abría las puertas a las facilidades del crédito, sobre todo en el banco
Hipotecarío y la época fatal por los delirios de grandezas; el abuso hizo presa
de la ley, la crisis sobrevino y hoyes una lrunentable ruina. Desnaturalizada
por la especulación vil. Falseada por la tendencia a la conservación de las
grandes áreas [... JEn el mejor de los casos el empresario del centro agrícola se
entregó el mismo al cultivo de la totalidad de la tierra."30
- 233
MARíA V. SECRETO, "Procesos judiciales ... "
La ley de 1876 había llegado tarde para la región pampeana, sólo era aplicable en los
territorios nacionales; la normativa referida a los centros agrícolas que buscaba crear la
pequeña propiedad en el corazón de la pampa fue totalmente desvirtuada.
¡¡ En 1817 un decreto sobre población de la nueva línea de frontera decía que" ...existiendo un
crecido nluuero de ollciales agregados al estado mayor de plaza, a quienes no puede colocar por
ahora este Gobierno Supremo eulos regimientos de línea [... ] ni acudirles oportunamente con
los sueldos que les concspondcn por la escasez del tesoro público, siendo acn.--edores por sus
servicios a las distinciones y recompensas con que la patria honra el mérito, y deseando
proporciolwrlesmedios honestos de subsistencia, he verúdo en acordar, que losrefC1idos oficiales
que quisieren dedicarse a fOlmar establecimientos en las nueva línea de fronteras que va a
extenderse, sean con la repartición de terrenos y au.xilíados con alguna
cantidad de dinero ... ", citado en MUZLERA, Joaquín Tienns Públicas... , cit., Tomo 1, p. 11.
32 AVELLANEDA, NicolásAIanifiesto... , cit.,p. 11. Lcvantarrancho y colocar ganado cFdIllas
condiciones necesarias para las donaciones y concesiones, recordemos que éste es el relato del
abogado de la defensa, y que no consta prueba.
- 234·
prohistoriCl 5 • 2001
"Tal el espíritu alto y justo del que se encontraba compenetrado para recom
pensar al animoso poblador del desierto, que desafiando la soledad, la miseria
y peligros inauditos, ha sido el verdadero creador de esta riqueza territorial
que hoy enciende tantas codicias [...] bajo el imperio de estas disposiciones fue
constituido el título originario [ ... ] y que es la verdadera raíz de los derechos
puestos hoy en controversia."33
·235
MARiA V. SECRETO, "Procesos judiciales... "
36 Así es presentado el General Díaz Vélez por su abogado ante el Juez: como un héroe de la
guerra de Independencia, que había combatido junto a otro gran héroe de proyección nacional
como era Belgrano. Aunque una biografía de Díaz Vélez dice que en 1816 "".deshonró su
comisión pactando con el enemigo y separando del ejército al C:reneral Belgrano", en uuAONDO,
Enrique Diccionario Biográfico Argentino, Coni, Buenos Aires, 1938.
w 236
prohistoriG 5 - IDO 1
Las argumentaciones del Fiscal que actuó en 1834 fueron 10 suficientemente fuertes
como para desmoronar las objeciones del Departanlento Topográfico. El gobierno aprobó
la nueva liquidacIón y la mensura, y otorgó una escritura con la que se tomó posesión de
los terrenos del Quequén. Mientras tanto, Díaz Vélez había sido elegido Juez de paz del
partido de Chascomús en 1828, aunque renunció al poco tiempo. En las elecciones de
1833 fue electo representante por los partidos de Montes y Lobos, pero talllbién en esa
oportunidad renunció. En 1837 fue llUeValllente propuesto para Juez de Paz, esta vez por
el partido de Montserrat Al proponerlo para este cargo, el comisario Laguna decía sobre
DíazVélez:
"Federal neto, natural de Buenos Ayres, residente en la eX'Presada parroquia y
hacendado en la campaña, estado casado, edad 56 mlos, capital de buena con
sideración, conducta buena, tiene conocimiento de leer y escribir, ha prestado
servicios a la Sagrada Causa y a la Restauración de Nuestras Leyes con su
persona y bienes."
En los hechos, parece que Díaz Vélez no fue un federal neto, o por 10 menos no como
Rosas y sus partidarios esperaban, o creyó mej orrepresentados sus intereses de clase jlmto
con los otros hacendados del movimiento. Dos años despnés de esto embargaban todos
sus bienes como represalia por haber participado en la revolución de los Libres del Sud.
Pero hasta entonces, es decir, hasta el mlo 1839, se había comportado como "un federal",
y fue durante la décadarosísta (1829 a 1839) cuando concentró sus grandes propiedades
rurales. Después de permanecer detenido un breve lapso, Díaz Vélez huyó para Montevi
deo, retomando a Argentina en 1852, poco después de la batalla de Caseros. Consiguió
rescatar todos sus bienes antes de morir en 1856: en ocasión de la muerte ab-intestato de
su mujer, Carmen Guerrero, ocurrida en 1853, el General Díaz Vélez se propone hacer el
inventario, no encuentra mayor obstáculo respecto de las propiedades urbanas, pero todo
se complica con los bienes del campo. Díaz Vélez alega que los desastres de épocas pasa
das han dejado esas propiedades en un "completo desorden";
37 Geodesia, MOP, duplicado de la mensura de Carmen GuelTero de Díaz Vélez, Sección de Bahía
Blanca,Agrimensor Chiclana, Alio 1834. Cuando al año siguientcAndujar transfiere para Díaz
Vélez las tierras que tenía en Médano Blanco, se realiza otra mensura. En ~1e oficio se adjuntan
cuatro pedidos de arrendamiento, dos fechados en 1862 y los otros dos en 1869. Geodesia,
MOP, duplicado de la mensura de Francisco Andujar, Agrimensor Chiclana, Año 1835. Estas
tierras mensuradas son linderas de las otras 32 leguas deDíaz Vélez. Se agrega con fecha 91111
1837 que fue aprobada la mensura de las 12 leguas, y se autoriza a Andl~ar para transferir en
favor de Díaz Vélez ,por la cantidad de 37000 pesos, el terreno que le fue concedido en enfiteusis.
- 237
MARÍA V. "Procesos judiciales... "
Por este motivo se estableCÍan las siguientes medidas preventivas: a) las denuncias
debían presentarse directamente de la Oficina de Tierras Públicas, b) los empleados
de la Oftcina de Tierras Públicas, del Departamento Topográfico y de los ML,isterios
públicos no podrían solicitar e) las condiciones de población tendrían que cum
plírse en el plazo de un afto. Y, sin haber cumplido esas condiciones, no se podrían hacer
transferencias. Para constatar que se había cumplido el requisito de se debía
presentar certificado del Juez de Paz.
Para garantizar el cumplimiento de las condiciones de población de las tierras al exte
rior de la línea de frontera se decretaba en 16 de Octubre de 1863 que todo denunciante
38 AGN, Sucesiones.
39 "Siendo ésta por ahora al sud la que se extiende al intelior del Quen-quen Grande, Siena del
Tandil, y al Arroyo Tapalque,hasta encontrarse en su prolongación con el fortín esperanza hasta
el de Cruz de Guerra, y la línea de fortincsc:\ieriores que cubre el Bragado, y al Norte, desde el
fortín Ituzaingo hasta Junín, y de éste hasta la puerta del aJ.TOyO del Medio en una línea que
corre en dirección al campamento de la Loma Negra.", en MUZLERA, Joaquín Tierras
Públicas ... , cit., pp. 201·202.
40 MUZLERA, Joaquín Tierras Públicas ... , cit., pp. 34-35.
- 238
prohistoria 5 - 2001
debía depositar en el banco de la Provincia de Buenos Aires a la orden del gobierno, la
cuantía de 10$ mJe. En el caso de hacer efectivas las condiciones de población el dinero
sería devuelto con intereses, previa exhibición del certificado. Caso contrario quedaría en
beneficio del erario público. Una ley de 14 de Agosto de 1871 reglamentaba la venta de
tierra pública al e:x.1.erior de la línea de frontera. Los concesionarios podían comprar, mas
se especificaba que tenían preferencia para la compra los arrendatarios de éstos.
Este fue el punto de la argumentación del Fiscal Pico y sobre esto Avellaneda hizo la
siguiente observación: si la merced fue rechazada, la propiedad particular no fue recono
cida y los campos fueron declarados de propiedad pública, entonces la mensura de 1826
no tuvo por objeto la merced sino ubicar un titulo enfitéutico. Este seria el argumento más
fuerte elaborado por Avellaneda para defensa de sus clientes. La cosa juzgada, el argu
mento más contundente de Avellaneda se apoyaba en que:
identidad en la cuestión, como en la materia sobre la que versa y es su
objeto; puesto que no se ha deducido acción alguna que tienda a illvalidar el
contrato; y sólo se trata, como se trató en l834 de rectificar la base de la
liquidación, que hoy como entonces se suponía equivocada, produciendo las
mismas consideraciones."42
Por otra parte, Avellaneda realizó la defensa de los intereses de su cliente, apoyándose
en su hipótesis, que vendría a ser tradicional en su abordaj e, de que el valor de la tierra es
- 239
MARíA V. SECRETO, "Procesos judiciales... "
otorgado por la ocupación ypor el trabajo, considerando sagrados los derechos que defen
día. Para justificar ésta, él contaba con treinta años de "posesión" de esas tierras por la
familia Díaz Vélez. Podemos coincidir con Avellaneda en señalar que el General Díaz
Vélez pidió la transferencia para evitar problemas al Estado en relación con aquellas
tierras tan disputadas. Pero nos inclinamos a pensar esa actitud como una estrategia de
concentración de su propiedad.
Cuando los herederos en 1865 enfrentan al Fiscal del Estado en la causa en que fueron
representados por el Dr. Avellaneda, ya habían disputado los derechos sobre parte de los
campos del Quequén con algunos de sus vecinos yvolveriml a enfrentarlos después. Mu
chos de esos vecinos eran simples ocupantes y arrendatarios de la familia Díaz V élez y del
Estado;" como es el caso de José Maria Vásquez y Amadeo Muñoz. 44 Según Avellaneda,
el sistema de arrendamiento era la causa de los litigios, como así también el desconoci
miento de las tierras públicas. Los solicitantes, afmna, "denuncian" los campos como si
ellos fuesen los descubridores. La denullcia iniciaba un ex-pediente que muchas veces se
convertía en litigio por la presencia de otros interesados,45 En la causa, el fiscal Pico
aparece como un celoso defensor de los intereses del Estado. Cuando en 18621lega a la
conclusión de que las concesiones hechas al exterior de la frontera habían suscitado espe
culación, él consulta al Ministro de gobiemo relatándole que en 1860 había recibido
órdenes de no aceptar transferencias de derechos de concesiones al exterior de la frontera
sin que previamente se hubiesen completado las condiciones incluidas en el contrato de
concesión.
"Exmo. Sr.: El gobierno se halla en el caso de tomar las medidas eficaces para
evitar que se hagan concesiones de tierra fuera de la frontera, a personas que
no tienen el ánimo ni los medios de poblarlas. Estos figurados arrendatarios
estorbfu'l a los pobladores de buena fe, [... ] Pero el fiscal no cree que el prohibir
las transferencias hasta que esté poblado el terreno pueda ser una medida ca
paz de cortar el abuso. El mismo negocio se disfrazaría de mil modos. [...] El
43 Para un pedodo anterior, pero que puede an'ojar luz sobre este ver: FRADKJN, Raúl "'Labradores
del instante', 'arrendatarios eventuales': el arriendo rural en Buenos Aires a fines de la época
colonial", en BJERG, María Mónica y REGIJERA, Andrea Problemas de la historia agmria:
nuevos debates y perspectivas de i nvestigacióll, Tandil, 1995, pp. 47-77.
44 Eulos procesos de mensura aparece protestando en representación de Andrés Egaña (miembro
de la testamentería por ser el marido de una de las hijas del GeneralDíaz Vélez). Sólo después
de testimoniar las "pretensiones" de alglffios vecinos es que solicitará las tienlls que arrendaba
a Egaña, las solicitará en arrendamiento directo al Estado.
45 A VELIANEDA, Nicolás Estudio sobre las leyes de tierras públicas, Jackson, BuellosAires, si
d.,p.125-137. Avellaneda compara esta situación con la cielos Estados Unidos dondelamellsura
era previa. Además de otras cuesÜolles como la propiedad plena, la venta directa de la tieml
con un precio ni alto la mensura previa es una de las soluciones apuntadas por el autor
para la cuestión agl1lria argentina.
·240
prohistoria 5·2001
fiscal cree que serán más eficaces los medios siguientes: 1) Obligar a los con
cesionarios a hacer la mensura del ten'eno y presentarla al Departamento To
pográfico dentro de un corto tieu1po, 4 meses por ejemplo, 2) Obligarles a
presentar a la Oficina de Tierras Públicas dentro de un año un certificado del
Jnez de Paz del partido [...) 3) Declarar que los témlÍnos para medir y poblar
son pereutorios, que por el hecho de venderse sin haberse hecho la mensura y
certificado del Juez de paz caducará la concesión y no se concederá prorroga
de término en ningún caso y bajo ningún pretexto. 4) qne todo el que desiste
del arrendamiento concedido deberá pagar una multa ... "46
La respuesta áspera de Valentín Alsina denota que Pico (que reclamó para el Estado
una gran patte de las tierras de la testamentería de Díaz Vélez en 1864) había aprobado
?Jgunas transferencias sin que los concesionarios hubieran cumplido las obligaciones que
la concesión estipulaba 47 Parece que el celo deljefe de la Oficina de Tierras surgió repen
tinamente en 1864 o tal vez como consecuencia de las represalias sufridas. Pero una cosa
queda clara: las tierras al exterior de la fronterd pasaron a ser una de las principales
preocupaciones del fiscal y de la Oficina de Tierras. Es difícil determinar si la presión
ejercida por los vecinos disputando y denunciando esa porción de tierras como públicas
llevaron al Fiscal a entablar en 1865 una causa judicial a los herederos del General Díaz
Vélez ya cuestionar la liquidación del Departamento Topográfico, o sí fueron los mmores
sobre la intención del Estado de reclamar esas tierras como propias lo que llevó a los
vecinos a reclamar también la tierra como pública. En todo caso, es evidente que primero
Díaz y después su testatnenteria, gozaban de alf,'1ÍIl privilegio con relación al domi
nio sobre la tierra, codiciada por sus vecinos. También es evidente que esa acumulación
había sido permitida por las relaciones de que había gozado el General Díaz Vélez entre
1810 y 1839. Héroe de la revolución, federal en el periodo rosista -recordemos que entre
- 241
MARiA V. "Procesos judiciales..."
1829 Y 1839 consolidó su posición como propietario mral- y finalmente, adherente del
movimiento de los Libres del Sud.
La propiedad de los Díaz V étez no fue menguada por ninguna de las reclamaciones,
aunque las expropiaciones comenzaron en 1881 a partir de una acción de los vecinos, que
pretendieron fundar un poblado cabecera del partido de Necochea creado en 1865. Los
vecinos iniciaron trámites en busca de este objetivo, trámites que terminaron con la ex
propiación de cuatro leguas de la familia Díaz Vélez. Al abordar "el conflicto de vecin
dad" el jurisconsulto San Tiago Dantas, dice que una cosa tiene que ser esclarecida, " ... el
problema de vecindad no se presentó en los mismos ténninos al jurisconsulto romano,
medieval o moderno; el hecho social de la vecindad se transformó, los conflictos más
frecuentes en una época, en otra se toman raros, y en su lugar surgen nuevos, a los cuales
no se adaptan las soluciones precedentes."48 Podemos decir entonces que el hecho social
de la vecindad se presentó en la campaña bonaerense del siglo XIX, como una cuestión de
limites de la propiedad y de la e).iralimitación de esos derechos. Porque hay otra caracte
rística que es mencionada por Dantas, siguiendo a lhering, " .. .1a separación entre los
predios, aún cuando manifestada exteriormente por fosos, empalizadas, muros, etc. no
destruye su relación natural de cohesión y dependencia recíproca."49 Y esto, supoIÚendo
que existiera esa separación, que no era el caso, "la costumbre en tanto ley y práctica, se
asocia a la construcción de conceptos y categorías sociales, y en esta sociedad coexistían
muy diversas nociones acerca de la propiedad [... ] sólo conel alambrado será posible una
nueva representación de las relaciones sociales y la propiedad."50
Entre las nociones acerca de la propiedad que acudieron para generar esta serie de
conflictos debemos mencionar la categoría de "mejor derecho": si bicnhay algunos casos
en que el mejorderecho es fácil de estipular, como en el caso de la existencia de títulos, la
existencia de un derecho consuetudinario de ocupación efectiva llevó a muchos ocupantes
a reclamar en este caso tierras que efectivanlente ocupaban con ganados en la región de
Médano Blanco.
En el proceso judicial de 1865 no aparecen las otras tierras que Díaz V élez poseía, ni
se hace mención a cómo se constituyó la propiedad mediante sucesivas anexiones. Pero
sabemos que desde la merced, pasando por la enfiteusis, las transferencias y las ventas del
periodo rosista, el embargo de 1839 y la recuperación pos Caseros, se constituyó la propie
dad de los Díaz Vélez en el sudeste bonaerense, que se mantuvo hasta el año 1881, cuando
fue fWldado el pueblo de Necochea y parte de esa gran extensión fue e.x1'ropíada, a través
de la legislación sobre fundación de poblados. Pero, estariamos muy engrulados si simplí
48 DANTAS, SanTiago O co;iflifo de vízinhanfa e sua composi«Io, Forense, Río de Janeiro, 1972,
p.15.
49 VON IHERlNG, R. Des restrictions ímposées aux propriétaíres fonciers dans 1'íntet-et des
voisiollS, citado por DANTAS, San Tiago O cm!flito de ... , cit. p. 114.
so FRADKIN, Raúl "Entre la ley...", cit., p. 151.
- 242
prohistorio 5 - 2001
ficáramos las disputas sobre las tierras de Díaz Vélez y de su testamentería, ala referida
de 1865: otrdS disputas, aunque no comprometiesen tanto los derechos de la testamentería,
acontecieron entre 1862 y 1878. En efecto, en 1862 Pedro Villamor envió una solicitnd a
la Oficina de Tierras Públicas con la fmalidad de arrendar tierras, al exterior de la fron
tera, pidiendo para tal fin las ubicadas con frente a Arroyo Seco, también conocido como
Arroyo Mendoza. Tal solicitud no podía ser atendida porque la Oficina de Tierras regis
traba otra petición anterior de Pascual Muñoz. En diciembre de 1863 Pascual Muñoz
presenta una solicitud de compra, y su abogado avala elpedido enlos siguientes tém1Í1lOs:
"Los denunciantes a quienes acabo de referirme, Exmo. Sr. han perdido su
derecho por cuanto no han practicado las diligencias establecidas dentro del
término de la ley [...] ha cesado ya la razón que cerró las puertas a mi comiten
te. Es en virtud de ellos que me presento solicitando la referida área de canlpo
en compra."51
Al Departamento Topográfico le constaba que esas tierras debían estar en los límites
del terreno de Francisco Andujar y que en esa fecha pertenecían a los herederos del Gene
ral Díaz Vélez. No obstante, fue autorizada la compra provisoria a Pascual MUñoz.52 Poco
después, el Juez de Paz de Loberia intimó el desalojo de MUñoz por considerar que, de
acuerdo a la testamenfería de Diaz Vélez, esas tierras pertenecían a Don Andrés Egaña
(En 1864 estas tierras pertenecían al partido de Loberia, después de 1865 pasaron a for
marparte del de Necochea). La confusión real o aparente respecto a estas tierras incluye a
otras personas y a otras causas. En el mismo año, es decir, en 1867, Pascual Muñozpidió
ante el Juez de Paz del partido de Necochea el desalojo de un agregado, Juan Cepeda,
alegando que necesitaba de las tierras que este último ocupaba. El plazo fijado fue de tres
meses, luego de los cuales presentó la causa ante el Juez de Primera Instancia, dado que el
Juez de Paz se negaba a ~jecutar su sentencia argumentando incompetencia. El Juez de
Primera instancia solicitó al Alcalde "una vista de ojos" del establecimiento de Cepeda y
se certificó que Juan Cepeda se había trasladado a campos que arrendaba a Andrés Egaña,
y que el ganado salía en dirección opuesta a los campos de Muñoz. La "vista de ojos" era
una simple constatación in situ, absolutamente empírica, que implicaba la participación
de testigos y, como veremos, no era muy rigurosa respecto a las conclusiones.
- 243·
La pregunta no era muy clara, y las respuesías tampoco. Todos, inclusive el propio
alcalde, coincidieron en que Cepeda se encontraba en los núsmos campos y que solo había
cambiado el ganado de lugar. Que estas tierras que reclamaba Muñoz pertenecerían a la
testamenterÍa de Díaz Vélez, y que Egaña como parte de latestamellteria arrendaba a
terceros. Para aumentar la confusÍón, en 1867 Fermín Muñoz, herméillo de Pascual, se
presentó solicitando lm campo que ocupaba, y mencionó como siendo linderos a su her
mano Pascual Muñoz, ZoiJo Francisco Medina y la Testamenteria de Díaz Vélez.
La respuesta que recibió fue que había otras denuncias anteriores e inclusive:
"Si la solicitud de compra entablada por Pascual Muñoz, a quien se cita como
lindero, llegara a tomar lugar ha de ocupar lma prute del terreno solicitado,
aím cuando el propio Murloz crea lo contrario, por estar situado hoy dentro de
los límites del terreno de los herederos del General Díaz Vélez, por más que se
diga que no es así. Por 10 demás el terreno es de propiedad pública y está
situado en el partido de Necochea al exterior de la línea de las fronteras."53
- 244
prohistoriaS ·2001
En ocasión de realizarse la mensura del terreno denunciado por Fermin MUlloz en
junio de 1868, se presentaron los linderos, como era establecido por ley, con sus títulos.
La observación del Depmtamento Topográfico fue que los linderos no eran tales, y que la
tierra correspondía a los herederos de Diaz Vélez. 54 Don José Maria Vásquez en represen
tación de Don Andrés Egaña, se presentó días después de la mensura ante el Juez de paz
para confmnar su oposición, ya que se había negado a finnar la mensura, pero aquí no
acabó el conflicto. 55 En 1868 se presentaron dos solicitudes de las disputadas tierras, la de
Don José Maria Vásquez y la de Don Amadeo Mufíoz. El primero reclamó mejores dere
chos que los Sres. Mufíoz al campo del pmtido de Necochea. Se trataba de tres lehruas que
decía ocupar y que pretendía comprar. El Departamento Topográfico solicitó entonces la
documentación necesaria para confinnar la ocupación. Vásquez presentó un recibo por el
valor de 10.000 pesos pagos en concepto de arrendamiento de un campo de propiedad de
Andrés Egaña en Médano Blanco.
"Como este es campo de propiedad pública al exterior de fronterdS y no que
riendo continuar en el carácter de subarrendatario, como la ley me autoriza a
colocarme en la posición de arrendatario del gobierno, vengo, amparado por la
ley de 21 de 1857, artículo 14 a pedir a V.E. me tenga por arrendatario en la
extensión de tres legl.las que son1as que ocupo en mi establecimiento en Méda
no Blanco: él tiene como 5.000 cabezas vacunas, muchas yeguarizas, pobla
ciones, plantas [ ... ] La ubicación se hará en el paraje en el que el estableci
miento está situado 10 que se designará por la mensura que desde ya ofrezco
practicar. Si alguna parte del terreno o todo él estuviese fuera del área concedi
da a la sucesión de Díaz Vélez desde ya está, vengo denunciar y pretendo
mejor derecho al de cualquier otro que lo pretendiese [...] hago estas indicacio
nes porque se me ha asegurado hay una concesión de los hernlanos Muñoz,
cuya concesión ya mensurada ha suscitado una protesta por parte del Sr. Egmla
sucesor en parte de la citada testamenteria."56
54 En este mismo año de 1868, Arnadeo Muñoz, hijo de Pascual, solicita un terreno que ocupaba
con población y algunas cabezas de ganado y que dice tratarse de tierra pública en el partido de
Necochea al exterior de la línea de las fronteras. Este terreno le había sido concedido y protes
taron la mensura Francisco Medina y Andrés Egaña.
55 Geodesia, MOP. En 1865 Don Adolto Serna y Don Carlos Warnes arrendaron tres leguas de
terrenos públicos. En aquella oportunidad la IIlensuro fue practicada por Julio Díaz, cumpliendo
todas las condiciones de la concesión, según declaran, la transfIrieron para Francisco Medina y
fue escriturada por el gobiemo en marzo de 1867. La protesta es a causa de que ese terreno fue
invadido por la mensura que Malato realizara para los hennanos Muñoz. De acuerdo a las
- 245
MARÍA V. SECRETO, "Procesos judícíales... "
57 Esta compra no fue la solución final de los problemas de MU110z con sus vecinos. En 1883 la
Corte de la Provincia de BucnosAil'es falló en favol'de Francisco Medina, quíen había reclamado
la compra en venta privada de las tienlls que él ocupaba desde 1860 por Amadeo Muñoz.
GOYENA, JU&íDigesto ... , cit., Tomo 2, p. 198-200.
- 246
promtorica s • 1001
Argentino Roca y la de Dardo Rocha para a gobernación de Buenos Aires, aceleraron los
retrasados trámites. Rocha ya había apoyado a Murga para la sanción de la ley de 1877. El
8 dejunio de 1881 se decretó la venta provisional de solares que constituirían el poblado
de Neoochea.
La frontera. también fue el criterio que tuvieron los vecinos de Díaz Vélez al solicitar
las tierras que todos consideraban públicas, y que por estar al exterior de la :frontera eran
gratuitas. Todas las medidas sobre las tierras de la frontera y allende ésta, evidencian la
intención de beneficiar a los pobladores. Pero también denotan la especulación que se
hacía con aquellas tierras y la preocupación del Estado respecto de lo que se le escapaba
de las manos. Por eso, la preferencia por los arrendatarios en lugar de los concesionarios.
Evidentemente, se presuponía que el arrenda.tario e:ll.-plotaba y ocupabala tierra alquilada,
mientras el beneficiario directo de la concesión, inclusive, la subalquilaba.
La posición de los Díaz Vélez respecto de la fundación del pueblo parecerla paradojal
ya que la expropiación podría ser redituable (claro que no tanto como si se hubiese hecho
la subdivisión y la venta de los terrenos del ~ido). Es dificil saber si esta situación estaba
en los de la familia. Algunos descendientes de los tres herederos originales tuvie
ron en mente emprendimientos aunque sin éxito. Inclusive proyectaron un cen
tro agrícola inmediatalnente después de la de Centros Agrícolas de 1887.58 Una cosa
queda la farniHaDíaz Vélez resistió todo lo posible la disminución de su propiedad
mientras sus vecinos hacían todo lo posible para limitar ésta. La racionalidad económica
de estos actores no es siempre la misma, es unaracionalidadhis1órica con fuertes compo
nentes patrimollialistas. La clase dominante argentina fue cambiando de estrategias en el
transcurso de la Con el fm de las guerras de emancipación se redujo el significa
do del mérito aunque surgirían otros frentes: los indios, los unitarios, etc. Ade
lnáS, con la lenta pero creciente diferenciación social surgieron grupos como los saladeristas,
comerciantes y laIlcros cuyo económico los llevó a ~ercer influencia en la escena
política. Pero las "diversificaciones" aparecen sobre todo a fmes del siglo XIX, sin que la
clase dominante perdiera su base fundiac1"Ía. S9
~8 Geodesia, MOl>. En 1889 tiene lugar una nueva expropiación para ensanche del ej ido, de igual
fonna acontece en 1902, 1927 Y 1946. Entre los emprelldimientos urbanos familiares consta el
proyecto de Don Estaquio Díaz Vélez rlerealízación de una Villa sobre la playa y balneario de
Nctochea.
59 Cfr. SABATO, Jorge F. La clase dominante en laArgentinalvloderna:fonnación y caracterfstícas,
Cisea, Buenos Alres, 1988, p. 39.
- 241 ~
MA.RÍA V. SECRETO,
- 248
prohistori. 5 ·1001
- 249
prohistori. 5 . 2001
BERNARDO SOR!
Resumen
El autor presenta el estado actual de la cuestión de la temática, bibliografía y conceptos
utilizados y su aplicación a Brasil y América Latina, a partir de un enfoque fragmentado y
"en elaboración". Conteil.1ualiza la crisis del modelo societario de los siglos XVI y XVII a
partir de la superposición de paradigmas societarios divergentes, constituyéndolo en un pro
blema teórico fundamental a la vez que en unidad de análisis de la sociabilidad contemporá
nea. Conceptualiza tres unidades de análisis actuales: juridificación de la sociedad, de tra
dición alemana;judicialización del conflicto social, anglosajona; sociedad de derechos, fran
cesa. Describe los usos del concepto de ciudadanía, denotando sus problenlas así como la
crisis actual de dicho concepto. Respecto a Brasil y América Latina, denota una crisis de los
paradigmas de modernización, referencia de las ciencias sociales del continente, caliticándo
los como "ciencia social del no" y "sociología del no y del deseo". Concluye analizando la
lógica de relación entre el subsistema judiciario y el sistema social como problema sociológi
co central para comprender la sociología juridica de América Latina.
Palabras Clave
sistemas sociales - sistemas políticos - justicia - nacionalidad - Europa - América Latina
siglo XX
Abstract
The author presents the actual state 01' the bibliograt1cal and conceptual theme applied to
Brazil and Latín America from a partial viewpoint and "in process 01' elaboration". It
contextualizes fue social system's crisis between the 16th and 17th centuries from the
jUA1aposition ofditTerent social paradigms, consisting offundanlental theorical problem. Al
the sanle tinIe, consisting of an anaIysis 01' the actual society. It deve10pes three current
analisys' Ulúts; the sodety' sjUl'Ídifieation, of agerman' s tl'adition, lhe social conflict' s judiciary
way, anglosaxOll, right' s society, french. It describes fue usage ofthe concept 01' citizenship,
dcscribing its problems as wel1 as fue current crisis 01' the mentioned concepto As regards
Bl'azil and Latin America, it describes the crisis 01' the modemists paradigms, with reference
to fue continent' s social sciences, calit1cating lhem as "no's social sciences! andno' s sociology
and sciences for pleasure". It concludes analising lhe logic 01' lhe relationship bel:ween the
judicíary system and the social system as a central sociologist problem to ullderstand the
Latín American' s sociology.
SORJ, Bemardo "Jm'Ícídad, política y sociedad", prohistorhl, Año V, número 5, 200i, pp 251-264.
* Conlerencia ofrecida en la Universitat de Barcelona el 03-03-2000.
- 251
BERNARDO SORJ, "Juridicidad, política ... "
KeyWords
political systems- social systems -justice -nationality - Europe - LatinAmerican - twentleth
ccntury
odria hacer, o bien una presentación sistemática, o bien una elaboración relati
P vamente fragmentada Creo que esta última opción se impone pues estamos
tratando de un tema muy amplio y que es parte de un debate en elaboración. Por
lo tanto, trataré de suscitar problemas relacionados al estadio actual de la biblio
y, en particular, de los conceptos utilizados, indicando los problemas que presen
tan. En una segunda parte, en la medida que el tiempo 10 permita, discutiré algtL."'1os
problemas su aplicación a una realidad que conozco que es el Brasil)' la
América Latina, pero que tiene relevancia también en Europa.
Comencemos por situar el problema en su contexto histórico. En primer lugar,
que vivimos un pedodo histórico de superposición de paradigmas societarios. Vivimos en
una situación de pasaje, tenemos una cierta idea de adónde estábamos, que era un mundo
relativamente estable con dos paradigmas societarios, el del Jfleifare Stare'y los diferentes
modelos de socialismo real. Sabemos que estos dos paradigmas, por razones diferentes,
están en transformación (uno, el comunista, porque desapareció, y el otro, el capitalista de
bienestar social, porque está en profunda crisis de mutación).
Al mismo tiempo vivimos en tiempos de globalización pero también en sociedades
nacionales centradas en el poder del Estado. Estaluos, por 10 tanto, en un momento de
pasaje, esto es, que tanto el vit:.io como el nuevo (o los nuevos) paradigmas están presen
tes. Decir que el paradigma del Estado de Bienestar acabó es, por 10 menos, una exagerd
ClO11, porqne aún las sociedades. Al mismo tíerr.po, sabemos que ese modelo está
en crIsis porque está siendo minado a nivel supra e infranacional. Ese modelo tenía como
fundamento la idea de la soberanía nacional, de Estados capaces de proponer, a través de
acuerdos políticos y alglm tipo de equilibrio entre el capitalismo que produce
desigualdad social y la voluntad de amplios sectores de generar algún tipo de y
de solidaridad y de proponer modelos societarios. Ese modelo está en crisis por la crecien
te intem.aciona1iü..1ción de la economía, de la cultura, de la ÍnfOffi1acÍón, y la disminución
relativa del poder de los Estados nacionales de imponer políticas económicas propias,
más allá de las imposiciones de los movimientos del capital, de los intereses económicos
que hoy funcionall a nivel global bajo el liderazgo de los Estados Unidos. Hay una crisis
de la capacidad de los Estados y las sociedades nacionales de mantener bajo el concepto
de soberanía tma propuesta societaria más o menos autónoma.
Comienza a cristalizarse la idea de que el modelo societario que comienza a desarro~
llarse a partir de los siglos XVI y XVII en Europa, y luego en el resto del mundo, estaría
llegando a su fm; un modelo en que los Estados nacionales crean consensos intemos y se
relacionan en la arena internacional en un sistema más o menos anárquico en términos de
fuerza y de poder. Este modelo está en crisis porque el sistema más o menos anárquico
- 252
prohistoria S - 2001
(que, por otro lado, nunca fue totalmente anárquico, salvo en situaciones de guerra) está
pasando a una nueva fase en la que se genera un sistema de regulación supranacional que
es cada vez más importante y decisivo, y que limita y delinúta la capacidad de regulación
nacionaL
El modelo también está en crisis porque a nivel infranacionallos grandes sistemas de
identidad colectiva, defonnación de sujetos sociales, también sufrió una gran transforma
ción. En cuanto los sujetos sociales fundamentales durante los dos últimos siglos estaban
asociados a la realidad nacional, a la toma de poder político a lúvel nacional, a represen
taciones político-partidarias nacionales, hoy estaríamos pasando a identidades colectivas
y sujetos sociales, que no úenen más como proyecto central la representación política a
nivel nacional. Si hoy hablamos de ecologismo, de movimientos relacionados a la sexua
lidad -feministas, homosexuales- de nuevas realidades étnicas, entonces el recorte no es
más la toma del poder político, ni el recorte es estrictamente nacional. Las representacio
nes trascienden el marco nacional, sea a nivel infranacional ("yo soy de una identidad
local, a mí me interesa desarrollar mi identidad aquí, en esta pequeña localidad, o 1m
grupo específico, el resto poco me interesa") o de un grupo que tiene proyectos que sólo
son viables a nivel transnacional, como el movinúento ecologista. No hay un verdadero
proyecto ecológico que se sustente si no es a través de la identidad transnacional, porque
los problemas ecológicos son de nivel mundial, no nacional.
Vivimos en un momento de implosión en el pensamiento sobre lo que constituye y
cómo se constituye la sociedad. Esto es más grave para un sociólogo, o para un cientista
político, que para un antropólogo, porque este último está más acostumbrado a trabajar en
localidades, en casos de estudio. Para los dos primeros es más grave porque nosotros
vivíamos en una cierta tranquilidad al hablar de algo que se llamaba "la sociedad". El
problema es que no enfrentábamos claramente a qué unidad empírica nos referíamos
cuando decíamos la "sociedad". No lo decíamos, pero lo sabíamos: la sociedad era la
sociedad brasilera, la fnmcesa, la española, o una abstracción, como la "sociedad moder
na". Pero en general, de hecho, terminaba siendo la sociedad nacional. Si uno busca en
los estudios de Bourdieu, o de Parsons, o de Giddens, por detrás del discurso de la moder
nidad se hablaba de la e;.,:periencia de la sociedad nacional.
Si esa unidad implosiona, tenemos un problema conceptual. ¿Cuál es nuestra unidad
de análisis? Alguien podría decir: el mundo y, en parte, sería verdad, pero no es fácil
analizar el mundo, porque todavía las diversidades nacionales existen. El viejo paradig
ma de la sociedad nacional todavía es un paradigma central para entendernos y entender
la convivencia de las personas en un marco deterl1Únado, porque todavía el Estado nacio
nal es muy importante. AlmÍsmo tiempo, sabemos que existe algo que se llama "sociedad
global", pero es muy dificil de conceptualizar. La tendencia de ciertos científicos sociales
es olvidarse de las diferencias nacionales y hablar de una sociedad global. Es obvio que
para quienes venimos de paises periféricos sabemos que es una violencia social enorme
porque es difícil generalizar y homogeneizar experiencias. Por ejemplo en un libro actual,
Manuel Castells dice que hay un cuarto mundo formado por los pobres de las favelas de
- 253
BERNARDO SORJ, "Juridicidad, política","
Brasil, de los de Nueva York y África, Ésta, en el mejor de los casos, es una imagen
metafórica, porque en ténninos prácticos y de sensibilidad moral es un delirio. Los pobres
de Harlem no tienen nada que ver con los pobres de África, ni estos últimos con los pobres
de las favelas de Río, Los pobres de Harlem son norteamericanos, los pobres brasileros
sonbrasileros, los pobres africanos sonafricanos, La diversidad social todavía está enraizada
en diversidades nacionales,
Es un problema teórico fundamental: tenemos que aprender a traba,jar simultánea
mente con paradigmas que se supel]Jonen, que no generan una coherencia clara, recono
ciendo que ambos paradigmas, el de las sociedades nacionales y el de la sociedad global,
contienen elementos fmldamentales de la sociabilidad contemporánea, Quizás podemos
justificamos con al caso de la física cuántica, por el que ciertos fenómenos
subatómicos se simultáneamente como partículas o como onda. Es difícil de
pensar cómo trabajar con fenómenos que no encajan totalmente en ningún marco explica
tivo. A nivel epistemológico hay temas que pueden ser dichos, pero que dificilmentepue
den ser pensados o imaginados. En eso estamos, en una fase histórica en que podemos
decir cosas pero no podemos pensarlas a nivel de cierta sensibilidad. La ciencia social está
acostumbrada a ser sensible, a pensar problemas que pueden ser imaginados, y hoy tene
mos ese problema.
Entrando en tema, ¿cuáles son los conceptos que nuestras disciplinas -las ciencias
sociales y la ciencia política- trataron dejuntar en relación al tema deljudiciario y al tema
de la organización social en el sentido clásico de las ciencias sociales, como estructura de
poder, como estructuras de dominación, como estructuras morales? Hay tres conceptos, de
tres tradiciones diferentes: la alemana, la anglosajona y la francesa.
El primer concepto, central para el debate, tiene que ver con la juridificación de la
sociedad. Es un concepto desarrollado en particular por Jürgen Habermas, en su teoría de
la acción comunicativa y fue utilizado en la República de Weimar, en Alemania, entre las
dos Guerras, cuando el Estado comienza a regular cada vez más las relaciones entre las
clases sociales, y los tém1Ínos con los que la clase obrera se integra al sistelna politico
normativo de la sociedad capitalista. Como sabemos, los conceptos están asociados a
tradiciones de pensamiento. La tradición alemana tiene como obsesión unlllulldo pasado
donde las relaciones serían más espontáneas, el mundo de la vida, y una relación proble
mática con la modernidad, en la medida en que esta última tira la espontaneidad, la
creatividad y las personas, y las regula a través de tecnologías y burocracias.
Aquí la idea es que la modernidad capitalista, para regular el conflicto social entre las
clases, pasa a burocratizar la vida de las personas, el Estado pasa a colonizar el mundo de
la vida, Para Habennas, el Welfare State es una solución del conflicto social que implica
la destrucción de la espontaneidad de las personas. Esto se ha acelerado de tal modo, que
si en una época se daba automáticamente el seguro de salud, hoy una persona para obtener
un seguro de desempleo tiene que presentarse una vez a la semana, debe hacerse estudios
psico-técnicos, etc. En ciertos casos, en los Estados Unidos, para recibir el seguro social
de pobreza una persona no puede tener hijos. Para integrarse en el sistema, la persona
- 254
prohistoriCl 5 - 2001
tiene que aceptar una sobrerregulación burocrática de su vida. Se produce así la
juridificación.
La idea básica de este concepto, el de "juridificación", es que el Estado moderno, para
poder regular el conflicto social, que es antes de todo un conflicto entre clases sociales,
interviene y detennina cada vez más las condiciones de participación de los ciudadanos, en
particularde los obreros, en el sistema social. Habermas utiliza el concepto de "colonización
interna", por el cual el Estado pasa a colonizar las relaciones sociales, y regula las bases
sobre las cuales se dará el conflicto social y la integración de las personas en la sociedad en
el caso de contratos, negociaciones colectivas o desempleo. Es decir, el individuo estáregu
lado, porque hay juridificacióll y colonización interna. Como se trata de lila sociedad capi
talista y las relaciones de poder son antagónicas, no hay posibilidad de escape.
Me interesa este concepto, que viene de la tradición alemana, porque permite una
crítica de izquierdas al Welfare State, que en cierta forma no es tan diferente a la crítica
liberal. El liberalismo dice que el Welfare State supone una intromisión indiscriminada
en la vida de las personas, a las que hay que dar más libertad. La crítica de Habennas
converge en algún lugar con esta idea de que el Welfare State se transformó en una gran
máquina burocrática de dominación.
¿Cuál es el gran problema con el concepto de "juridificación"? Que está en crisis, no
tanto por una critica de izquierdas, sino por una crítica de derecha, pues la base de ese
Welfare State era un acuerdo político de sindicatos, la patronal y obreros, mediado por el
sistema público. y era un sistema fundado, en gran medida, en el papel central del Poder
Ejecutivo. En la actualidad está diluyéndose buena parte de las bases sociales que sostu
vieron al Welfare State, como se ve, en particular, en la privatización de selvicios que
antes estaban en manos del Estado. Yen este pasaje el Poder Ejecutivo pierde el control
del sistema, que pasa, como veremos, al Poder Judicial. Si antes había problemas con la
salud pública, el conflicto pasaba por el Ministerio de Salud y las reivindicaciones y
luchas lo hacían por el Poder Ejecutivo. En la medida en que hoy tenemos un seguro de
salud privado, si estamos insatisfechos tenemos que recurrir a la justicia porque el Seb'UfO
de salud no me está dando algo que está escrito en el contrato. Cuestiones que antes eran
resueltas a nivel del Poder Ejecutivo y de la representación política, hoy se transformaron
en cuestiones contractuales de derecho privado.
Igualmente, en la medida en que las nuevas identidades colectivas no son más de tipo
sindical o partidaria, que se resolvían a nivel de conflicto político y en el Poder Ej ecutivo,
y pasan a ser identidades de minorías que no reivindican ya una representación política
consensual o un proyecto nacional, da lugar a un proyecto societario de minorías étnicas,
de millorias sexuales, da lugar a conflictos que son transferidos del ~iecutivo para resol
verse en la esfera judiciaria. En lugar de ser relaciones típicas de clase, que se resolvían
pornegodaciones colectivas o por representaciones político-partidarias, tenemos reivin
dicaciones de minorías, o de individuos, contra-poderes más o menos abstractos o reales,
que terrninan siendo conflictos que se resuelven en el ordenjudiciario, porque no tienen
una representación política nacional, ni la podrían tener.
- 255
BERNARDO "Juridicidad, política ... "
- 256
prohistoriCl 5 - 2001
El tema de la soberanía, que es la base del sistema de Derecho en Francia, entra en
crisis y genera la sensación de anarquía. La salida, para muchos pensadores franceses, es
retomar la tradición constitucionalista americana: hay que reforzar el poder de la Corte
Suprema Constitucional, que es la única que garantiza la coherencia del sistema. Si eso es
verdad o no, lo veremos en el caso latinoamericano.
Un concepto que no discutiré directamente, pero que no se puede olvidar, es el de
"ciudadanía", concepto central de la modernidad que presenta dos características: es usa
do por todos los autores, sea como concepto descriptivo, sea como concepto normativo.
Cuando hablamos de ciudadanía, estamos hablando tanto de una positividad, algo real
mente existente, como de Wl ideal, es decir, de "los derechos de la CÍudadatúa", que es
algo que quisiéramos que fuese, pues sabemos que, por ejemplo, en ningooa sociedad
moderna hay completa igualdad efectiva, inclusive frente a la ley. Al mismo tiempo la
igualdadjuridica, como norma ideal, define la posibilidad de luchar por una mayor igual
dad en otras áreas. Ambos elementos, el descriptivo y el utópico, generalmente están
confusos y llevan al uso y abuso del concepto "ciudadalÚa". De todas formas, volvemos
siempre a este concepto porque no hay otra categoria de "ideal social" en el mwldo capi
talista fuera del concepto de "ciudadalÚa". Últinwnente fue atacado por ser un concepto
maclústa, occidental, blanco, pero siempre se vuelve a él porque hasta ahora no se ha
generado otro concepto que capte la voluntad de un ideal de "ida social solidaria en con
diciones democráticas y capitalistas.
Existe una idea de ciudadalÚa que enfatiza los derechos individuales y que viene de la
tradición anglosajona ("yo, individuo, quiero que el Estado meproteja a mí ya nú propie
dad, y por el resto déjenme tranquilo, por favor, pues yo quiero tener la máxima libertad
posible"). La otra idea de ciudadalÚa que plantea la igualdad, la fraternidad, asociada al
ideario de la revolución francesa, es una idea Ilk1.S comunitaria. Como sociólogos sabemos
que estas dos tradiciones no están separadas, porque todo individuo vive en comunidad.
Para haber individuos con propiedad tiene que haber un marco que los organice, que les
dé un lenguaje, que les dé una regulación legal, un marco que los una y separe, y algún
tipo de solidaridad comw1itaria. La ciudadanía es, por 10 tanto, una unidad precaria entre
individualismo y comunidad.
¿Cuál es el brraIl problema del concepto de ciudadanía? Que, de alguna forma, busca
sintetizar la desi!,'Ualdad de hecho y la i,b'Ualdad de derecho. Hay una discusión en la
tradición socialista: ¿es pum misúficación la idea de igualdad de derechos contenida en el
concepto de ciudadalÚa?, y que tuvo consecuencias reales sobre las luchas políticas del
siglo XX. Sabemos que, fundados en la idca de ciudadanía, los movimientos sociales
buscaron superar las desit,'Ualdades que generaba el mercado.
Por otro lado, la unidad entre individuo y comunidad que mantuvo la ciudadanía como
identidad colectiva desde los orígenes del Estado moderno fue dada por la nación. Es
decir, yo soy un individuo y parte de una nación, y la idea básica es que la comunidad a la
que pertenezco y asegura mis derechos de ciudadanía es mi país. Actualmente esa unidad
está en crisis. Y por los factores que señalé antes: porque los partidos y los sindicatos,
- 257
BERNARDO SORJ, "Juridicidad, política ... "
construidos sobre una solidaridad nacional, están en crisis; porque los intereses. de los
grupos empresariales son transnacionales, en particular el capital fmanciero que organi
za/desorganiza la economía mundial; porque la nueva economía tiene carácter
transnacional; hoy quien crea un "site" en Internet no piensa en su país, piensa en el
mundo; las tecnologías son globales y la nueva economía tiene una lógica muy símílar a la
lógica fmanciera porque es una lógica de producción imnaterial, donde se invierte en
pensar un producto y luego en distribuirlo y no en los costos de producción, que son
ínfimos.
En otras palabras, el concepto de ciudadanía está en crisis. Habernlas habla de un
nuevo "patriotismo constitucionalista". Lo que uniría a los ciudadanos sería, no el pasado
ni una cultura nacional, sino valores comunes expresados en la Constitución. Así, hay illl
esfuerzo por reconstituir la unidad de los sistemas tradicionales de representación por el
sistema de derechos y por una identificación con el sistema constitucional.
Para finalizar esta primera parte, diria que la crisis última del sistema actual que lleva a
revalorizar al sistema de derechos tiene su base en el papel de 10 sagrado en la sociedad. La
sociedad moderna fue trdIlsfiricndo lo sagrado a diferentes niveles de la sociedad. Lo sagrJ.
do no sólo aparece en la fOfma de Dios o la Iglesia, sino que en la sociedad moderna lo
sagrado es transferido a otros objetos, partidos, ideologías. Quizás sea ésta tilla de las razo
nes por las cuales la depresión en lajuventud aumentó tanto, pues uno de los problemas hoy
en día es que ya no hay objetos sagrados con los cuales unjoven puede identificarse.
Tenemos dos salidas para la representación de lo social: el retomo a lo sagrado tradi
cional, los fundanlentalismos que colocan un problema enorme a la coherencia societaria,
o la lucha por derechos expresados y representados a través del sistema judiciario. Sabe
mos que la modernidad jurídica comienza cuando se destruyen los sistemas judiciales
alternativos, inclusive de las propias religiones, y se centraliza a nivel del Estado. El
retomo a lo sagrado como organizador de la vida pública implica la implosión del poder
último del Estado de imponer la ley ("si mi Obispo o mi rabino dice que yo tengo que
seguir tal ley, si es necesario desobedeceré al orden jurídico estatal"). No es casual que
aún hoy la gente mantenga ideales sociales y busque canalizarlos a través de ONGs que
defienden derechos, que puede ser de derechos de la naturaleza, con la consecuente santi
ficación de la naturaleza, o de derechos humanos. Pero se transfieren al nivel de los
derechos y del judiciario esas e:\.'})ectativas.
¿Cuál es el problema central colocado por el lugar central dado al judiciario? La impo
sibilidad del poder judicial y del sistema de derechos de resolver los conflictos sociales.
Así, lo que conseguimos es implosionar el judiciario, porque al mismo tiempo se produce
una desacralización sociológica del mismo. Esta desacra!ización se da hoya varios nive
les. Antes la profesión deljudiciario era fundanlentalmente asociada a élites dominantes
claramente vinculadas a poderes establecidos, estaba profundamente politizada en el sen
tido que acompañaba/obedecía al poder ejecutivo. Hoy hay una renovación social: entran
en el judicimlo personas de clase media-baj a, muchas mllieres que no se sienten pm1e del
sistema de poder dominm1te. En general, son bastante críticos. Otro fenómeno que se
- 258
prohistoriQ S • 2001
produce es la mediatización del judiciario, esto es, el judiciario pasa a serparte del "show
business" mediático, con escándalos famosos, por ejemplo en Italia. Desde el punto de
vista de la ciencia política, lo que está en juego es cómo se establece la correlación entre
los diferentes poderes que organizan el sistema societario, y cómo esos poderes son capa
ces o no de resolver los conflictos sociales.
Yo vengo de una tradición sociológica en la que el judiciario era un "no ente", un
concepto reducido y deducible de procesos sociales más anlplios. Pero hoy día eljudicia
rio expresa una dimensión central de la vida social, la búsqueda de orden y de comunica
ción, a pesar y dentro de un sistema de dominación social dado. El judiciario permite la
convivencia y el diálogo entre oponentes, a pesar de que ese diálogo pueda, en ciertos
momentos, esconder la dominación y la desigualdad social.
Finalmente, dadas las limitaciones de tiempo sólo haré algunos comentarios
metodológicos generales sobre el estudio del Brasil y de la América Latina. En primer
lugar, debemos señalar una crisis de los diversos paradigmas de modernización que fue
ron la referencia de las ciencias sociales en el continente. Durante las últimas décadas
nuestra ciencia social fue una ciencia social del "no": se decía que en América Latina no
tenemos una burguesía nacional hegemónica, ni proletariado con suficiente conciencia de
clase, ni partidos políticos representativos, ni democracia completa, ni ciudadanía plena,
etc. Se hacían investigaciones para descubrir lo que no teníamos, en función de los mode
los que idealizábamos: el de Albania, el de China, el de los Estados Unidos o el de Suecia.
Esa era nuestra sociología, y no estoy simplificando demasiado.
Esa sociología del "no y del deseo" (no somos pero queremos ser tal cosa), era bastante
cómoda y está también en discusión. El comunismo acabó, Europa y Estados Unidos están
canlbia.'ldo, los suecos no quieren ser más suecos y los franceses no quieren o no pueden
ser más franceses como antiguamente, de forma que no hay más un punto de llegada para
nosotros los latinoamericanos, de forma que tenemos un problema porque nos sacaron el
punto de referencia y de comparación, lo cual es una maldad terrible. Ahí descubrimos
que los conceptos clásicos de la sociología eran conceptos que refl~jaban experiencias
locales y nacionales detenninadas. La sociología de Bourdieu, muy interesante, reflej aba
la sociedad francesa con sus problelnas específicos de diferenciación estético-cultural.
Aplicada a Estados Unidos o Brasil, sus resultados son dudosos. Cielto concepto de "clase
obrera" tenía sentido en Alema¡lÍa o Inglaterra pero valor dudoso en Espaüa o Brasil. Los
grandes conceptos de la modernidad comienzan a entrar en crisis, y no sabemos para
dónde vamos. Si no lo saben los europeos, menos nosotros.
¿Hay salida a eso? En parte sí, en parte no. Yo en otra época era bastante critico
respecto a esa sociología del "no y del deseo" en un continente como el latinoamericano,
con tilla tradición calcada en la occidental europea, que no puede darse el lujo de ser
siquiera islámico porque sus habitantes son cristianos en su mayoría, con alguna influen
cia africana aquí y que no puede hacer un retomo a un pasado idealizado; esta socio
logía está condenada a ser un espejo quebrado del mundo occidental o de nuestra versión
del mundo occidental, porque puede ser que todos seamos esp~ios deformes frente a un
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BERNARDO "Juridicidad, política ... "
- 260
prohistorica 5 • 1001
nuevas constituciones presentan nna lógica interna de evolución del subsistema jurídico
bastante coherente. Pero la cuestión central es cómo este subsistema es apropiado por la
sociedad. Por ~iemplo, en el caso colombiano el gobierno puede paralizar la acción de
cualquier enemigo político usando la ley. En Brasil, la oposición trató de apropiarse de la
ley, pero 10 hizo sin éxito porque no tiene el poder político capaz de movilizar el uso de la
ley y de imponerse. Lo que tenemos es nn sistema judicial cada vez más complejo y, al
ITÚsmo tiempo, en gran medida inefectivo, pero que exige recursos económicos y huma
nos crecientes. Y bajo nn aparente crecimiento de derechos humanos creamos nna selva
intrl..ncada en la cual sólo pueden moverse de manera eficaz quienes tienen los instrumen
tos políticos y económicos para hacerlo.
-Debate.
Ignasi Terradas (UB): Esta conferencia nos ha intentado ordenar cuestiones de la socie
dad y de la historia. Bernardo nos ayuda a colocarnos en el momento en que estafilloS,
aludiendo a cuestiones sociales, económicas, con lucidez teórica, que es lo que
pedimos constantemente. En Antropología estanIOs acostumbrados a relacionar estudios
localizados, concretos desde el pnnto de vista empírico, o de experiencias humanas, y
luego articularlas, lo cual es muy dificil. A veces nos parece que el ejemplo local que
tenemos coincide con la teoría general porque encaja, pero no somos concientes de que a
nivel general existen contradicciones entre las teorías. Pensamos que estamos articulando
algo muy local con todo el mnndo, y estamos articulando con una sola visión.
diferente, nuevo, sin Estado o en el que este último ocupa un lugar secundario. Esto es
difícil de imaginar porque vivimos los últimos siglos en un sistema organizado por Esta
dos. Sería un mlmdo que se parecería bastante a la ciencia ficción norteamericana y,
aunque no nos gusten mucho las películas de ciencia ficción norteamericanas, como los
Estados Unidos están en la frontera de ese proceso consiguen imaginarse cosas que para
nosotros son chocantes. De repente, San Francisco dominada ponUl grupo de saqueadores
con control efectivo, con una "soberanía" sobre el espacio que presupone la pérdida de
capacidad efectiva de dominación, una soberanía que niega la idea clásica del Estado
como monopolizador de la violencia. Si piensas que hoy la mayor industria norteamerica
na o brasilera en términos de empleo no es la de micro chips ni la de coches, sino el sector
de la seguridad privada que ha reemplazado a la pública, vemos que se está dando la
privatización del mundo, con soberanías diferenciadas.
¿Qué mundo será ese? Yo no tengo dudas de que son los intereses económicos-tecno
lógicos los que tienen mayor capacidad para transfOfilar, pero no siempre son capaces de
integrar socialmente. Al contrario, los impactos son en buena medida desintegradores. Se
integra una nueva élite, los hijos de la élite y clases medias-altas de todos los países, de
Brasil a Tailandia (podríamos decir" chicos bien del mundo, uníos"), que pasan a estudiar
en los centros universitarios americanos, y así se crea una nueva élite internacional con
una visión del mundo homogénea, que no es "mala", que puede aceptar valores humanís
tas genéricos, pero tiene las cosas muy claras: el mercado no se toca, se hace lo que se
puede, si le puedes tirar comida a los pobres de África desde un avión, se la tiras.
Se están desintegrando sistemas de solidaridad históricamente constituidos, pero al
núsmo tiempo hay lógicas de nueva integración solidaria que son frágiles y con poder
linútado, pero que también están avanzando. De la misma fOfila que se fOfila una élite
global económica, se fOfila una élite global solidaria. A largo plazo yo tengo una visión
de cierto deternlinismo tecnológico. En cien años la biotecnología habrá cambiado tanto
la especie humana, que el mundo no va a tener nada que ver con lo que vivimos actual
mente, vamos a una transfornlación total de la especie humana, violenta y compleja.
- 262
prohistorio 5 • 2001
Bcmardo Sorj: Hoy el Ombudsman está en casi todas las empresas, y en esos casos ha
tratado de desburocratizar ciertas prácticas. Pero su poder efectivo no puede ser mistificado.
En mi Universidad no había línea telefónica, y con el Ombudsman sigue sín tenerla. El
Ombudsman es más una figura bonita, pero no veo que tenga poder real. En Argentina
pocas veces la corrupción fue tan grande como en la última década, y es cuando hay más
Ombudsman en el país. Como figura merece respeto, pero a nivel del sistema cumple una
función en cierta fonna decorativa.
María Jesus Buxo (UB): Me gustaría preguntarte qué opinión te merece el tema de la
acusación a Pinochet y la polémica en relación a la extradición a España.
Bemardo Sorj: Yo fui Ulla de las personas que más festejó el hecho de que Pinochetno
pudiese volver a Chile cuando se inició todo este proceso. Pero aparecen los problemas
desde cierta perspectiva latirlOamericana, con matices nacionalistas, pero que no es irrele
vante. Hay miedo de que ciertas prácticas de intemacionalización del poder judicial que,
en última instancia, es dominado por los países poderosos, se apliquen a temas o generen
precedentes que no tengan que ver estríctamente con los derechos humanos. Con esa
lógica, mañana se pueden hacer cosas siInilares en el terreno de los derechos económicos,
y un latinoamericano que copió un site norteamericano mañana puede ser llevado a una
Corte Internacional de Derechos Económicos. Por lo tanto, la pérdida de la soberaI1Ía
nacional es una sensación contradictoria. En el caso de Pinochet estamos todos felices,
pero hay gente con las mejores intenciones en el terreno de los derechos humanos que
dicen que, extendidas a otras áreas, estas acciones son por lo menos problemáticas. Por
ejemplo, en Europa se dice: no aceptamos productos en los que hayan trabajado niños
menores de quince atlaS edad, y así se protegen los derechos humanos. Y nosotros sabe
mos que en cualquier familia brasil era los niños trabajan desde muy chicos. Es un absurdo
pensar que un nifío carr;pesino no va a trabajar y ellllombre de derechos humanos mete
mos intereses económicos. Y mañana pasa 10 mismo con los derechos humanos y la ecología,
y se dice que algo fue producido en condiciones ecológicas tales, y por lo tanto se prohíbe
su importación, es decir, el tema de derechos humanos resbala para áreas que no son tan
de derechos humanos y es lo que nos preocupa porque se manipulan intereses económi
cos. En el sistema internacional, el uso de conceptos derechos humanos relacionados al
trabajo infantil o a cuestiones ecológicas esconde una diversidad de intereses.
José María Ortuño (UB): Lo que nos Lf1dica el ejemplo de Pinochet es la persistencia de
las soberanías de los Estados nacionales y el poder de los intereses económicos desde una
perspectiva moderna. Cuando se produj o la detención de Pinochet yo estaba precisamente
en Londres, y la discusión era quién era mejor cliente para Inglaten'a, si Chile o España.
Y Chile interesaba mucho más como cliente. Yo veo una dinámica fundada en Estados
nacionales.
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BERNARDO "Juridicidad, IJV'H'~'"
Bernardo Sorj: Por ahi comencé. Vivimos en el paradigma estatal, pero lentamente está
dejando de ser decisivo en la sociabilidad, en la formación de Puedes hacer
shopping por Internet y comprar en Norteamérica desde Esprula. claros indicadores
de que el sistema de estatal está cambiando por la globalización, que anlbos siste
mas conviven. Y ese es el problema: ¿ cómo pensar anlbos modelos en forma simultánea?
- 264
prohistoriCl 5 • 2001
L soberana francesa desde la Baja Edad Media hasta el siglo XVIII, han cuajado
en lllllibro -La reine de Franee. Symbole et pouvoir, Gallimard,
que no sólo armoniza el análisis del desarrollo jurídico a partir de la
institucionalización de la ley, con los estudios de la antropología simbólica acerca de la
2000
- 265
MARíA l. CARZOLIO, "Poder y género ... "
Demuestra que es difícil comprender la coronación del rey, por ejemplo, sin tener en
cuenta la existencia de la reina. Asociada al rey por el matrimonio, está comprendida en
la persona misma del sobera.no. La consagración la coloca en el subconjunto de la sobera
nía encarnada por el rey. Puede ser incorporada a cualquier análisis sobre la persona rcal
sin ser, sin embargo, nombrada. De tal manera, donde los eruditos del Antih'UO Régimen
trataban al rey o a la reina en términos de substancia real, los historiadores acttlales no
parecen ver más que la sola presencia del rey. La reina, inexistente en la documentación
escrita, toma lugar y consistencia sólo en el paisaje simbólico e institucional de la monar
quía de Antiguo Régimen participando de la substancia real que encama la monarquía y
asegurando su perennidad.
La consagración no hace al rey, cuya legitimidad reposa sobre su nacimiento. Es un
acto de sacralización que lo coloca en una especie de pedestal para distinguirlo del resto
de los hombres precisamente porque es distinguido por Dios. La sacralización representa
entonces la consagrdción religiosa de una función política que revela la estrategia de
integración de un soberano en la institución eclesiástica. La coronación puede ser des
compuesta en dos fases, de las cuales la seb'Ullda, con la unción, constituye la coronación
propiamente dicha, y le pernlite ser el representante temporal de la autoridad celeste. Es
allí donde aparece como el rey designado para gobernar el reino. La persona real entra en
escena y la reina se le reúne por su pertenencia a la misma identidad. Ella no participa en
la primera parte porque a las esposas no les concierne la investidura caballeresca, pero
tiene su lugar en la segunda porque durante la misma se trata de marcar con un seno
divino a quienes están a la cabeza del reino.
El rey y la reina son doblemente tocados por esta sacralización, el primero porque es a
la vez encamación de la dignidad real y detentador de la autoridad, la se/:,'1lllda porque ella
es, a igual título que su esposo, investida de la dignidad real y, además, representativa de
la de la autoridad viva del rey por la fusión de dos seres como resultado del matrimonio
cristiano. Pero mientras el estatuto del rey no varia en el sistema monárquico, la diversi~
dad de estatutos de la reina en el curso de su vida, permiten analizar los componentes de
la persona real.
Otras ceremonias reales son analizadas simultáneamente en su contenido y evolución
en el plano de la construcción política del Estado, de la identidad de las personas reales y
del ceremonial.
Las entradas del rey y de la reina se dan en ocasiones diferentes. Las del rey sirven
para presentarlo a sus súbditos. La de la reina se da con ocasión de su llegada a Francia.
En ese caso, los agasajos se desarrollan en tomo de los temas del matrimonio, la fecundi
dad y la paz. Se la presenta como la antítesis complementaria de su marido. Si éste es un
ser de exterior y gnelTa), la reina es de interior (farrJlia, reino). Pero de la
misma manera que el rey, ella recibe las llaves de la ciudad como símbolo de smnisÍón y
de fidelidad y también libera presos por el derecho de gracia -pero ella por intermedio de
su procurador- como es costumbre por parte del rey. Éste siempre tiene la precedencia en
las entradas, pero ella es el segundo persoll'1je del reino.
- 266
prohistorio 5 - 2001
La costumbre de 110 poner en escena en lila misma ceremonia las dos personas reales
se modifica sin desaparecer completamente en la segunda mitad del siglo XVI. Después
de la muerte de Enrique IV y por la reunión de la pareja real, la evolución ceremonial
tiende a borrar de forma significativa a la reina.
En el siglo XVII se produce un cambio en la representación de la reina en el dominio
alegórico. Es soberana antes que madre y esposa del rey más que protectora.
Las en tradas deben verse además en dos niveles de construcción: 1) el que deriva del
control de las modalidades de representación de la dignidad soberana por el poder real y,
2) el que se desprende de la voluntad urbana, traduciendo las aspiraciones de una comu
nidad que recibe a su señor y afirma SIl identidad. Para el soberano se trata de ofrecer
testimonio de la grandeza y el poder reales, en tanto que la temática desarrollada por la
ciudad es estrictamente identitaria. El ceremonial del Estado insiste así sobre eliazo del
rey con sureino, el ceremonial urbano sobre el de la villa con su señor. Aún o.J. el momen
to más fuerte de la monarquización de las entradas reales en el siglo XVII, la dimensión
personal de las decoraciones urbanas penna.1'lece como el testimonio del lazo establecido
entre los contratantes, y el compromiso de la palabra dada recuerda siempre que se trata
en origen de un ritual feudal construido sobre una relación de fidelidad. Para que la
soberanía del monarca sea notoria, es necesario que esa relación directa y personal salga
del ámbito de la feudal, que la dignidad real se convierta en expresión del poder monár
quico, y que el rey aparezca como la encamación de la corona. En la evolución de las
entradas reales se percibe así la lenta transfommCÍón del sistema monárquico, que pasa
de una estructura feudal a un modelo estatal.
Es a pa..'iir del siglo XVII cua.'1do el Estado se afirma lo suficiente para pasar a ese tipo
de relación. La entrada aparece en adelante como un instrumento de propaganda monár
quica destinado a imponer el poder soberano al conjunto del reino. Ya no necesita la
relación de reciprocidad.
El rol destinado a la reina en esta evolución es revelador de esta progresión. Si en el
siglo XVI estaba relacionada con la temática de lafamilia, la pacificación, la intermediación,
cuando se transforma en soberana, se separa de la población y no puede ser ya protectora.
Desde comienzos del siglo XVII las festividades de María de Médicis tienen esta tenden
cia, pero sobre todo las de Ana de Austria. Al mismo tiempo que su persona se e.:\1Í1lgue a
la sombra del rey, la soberana la substituye.
Los funerales reales también son reveladores de la relación de género traducida al len
guaje del poder. Durante los siglos XV Y XVI, las reinas reciben el mismo tratamiento que
los reyes y aparecen también como encarnación de la soberanía. Los funerales reales feme
ninos se hallan estrec1mmente ligados a la afim1ación de los principios sucesorios de la
monarquía. Pero las palabras pronunciadas cuando unareil1a es sepultada recuerdan que no
participa del proceso de pem1a..'lencia dinástica. Mientras al rey se lo entierrd. con la acla
mación de "i Viva el rey!", a la reina con las de "La reina está muerta", repetida dos veces.
Por la ley sálica el rey no muere jamás, en tanto que la reina sÍ. Tal ceremonial fue organi
zado para Ana de BretaI'ía, cuya muerte facilitó la integración de este reino a la Corona.
- 267
MARiA L CARZOLlO, "Poder y
El ceremonial sufre una mptura con el entierro de Luis XIII, que desea morir sólo
CDmo un cristiano. Los cambios instituidos no dejan de tener consecuencias sobre la con
sideración otorgada a las personas reales. La reina pierde la exaltación de su dignidad
real. Como clistimla se desliza a la sombra de su marido. Descartada de la consagración y
no beneficiada -salvo en contadas ocasiones y por razones estrictamente de
entradas independientes, es progresivamente desposeída de los atributos de soberanía.
En la medida en que la dignidad, sin estar totalmente ausente en las -pues
pennanece inherente a la identidad del difunto- no tiene la que tema en el
siglo XVI, la corno el rey, no es exaltada en la glolia de su soberanía. La M"t:,"«4au
real se transfonna en de su identidad. Ana de Austria no se
de las marcas de la soberanía sobre el ataúd cerrado (cetro y mano
matrimonio la inscribe en la le permite c.ompartir con su esposo una dignidad
que coloca a las personas fuera de la sociedad sobre la que reinan. Ya del
cetro y de la mano de por no ser representada en su soberanía que por la
corona y el manto la reina pronto desposeída de la gracia divina que constituía el
fundamento de su distmción. Donde se anunciaba el deceso de una reina de la
gracia de Dios, se afirma ahora el de una princesa que debe a su marido el título real. La
nobleza inicial de es en primer lugar, seguida de su calidad de esposa,
y finalmente de su carácter real
En la tercera parte de la la figura de la reina aparece desde la de los
fundamentos juridicos del absolutismo francés, que vertebrado en tomo a la sálica
entrai'íó una del rol político de la rema. Es impOliante el
reconido de las eutre la Leona juridica y las prácticas, en otros
lugares por los testimonios Aunque originada en un contexto favo
rable a la femenina en el poder, la ley sálica tema por función esencial
proteger al rcinJ. contra una investidura extranjera. La mitificación de la ley el
recurso a la costumbre inmemori.al se sustentó en su tratamiento de conforme a las
leyes naturales, y por de esencia divina. Cada nueva crisis sucesoria actualizó
la problemática, arrastrando el debate sobre el terreno de la incapacidad femenina para
gobemar y, en sometida a la autoridad masculina. Como
corolario, la esposa Tealno rol que jugar en el plano político. con
alh'1lnas vacilaciones, afinnar a teóricos poIític.os yjuristas, la soberanía absoluta
delrcy de Francia en el siglo XVII. Sin embargo, ese discurso encontró una contradicción
flagrante en el de la por las mujeres en los illÍsmos siglos.
La ley sálica, que de la necesidad de justificar la exclusión de las
francesas y de su a los juristas a un profundo análisis de la monar
quía hereditaria, y de los que constituyeron las "leyes fundamentales
del reino". Prcocupados estabilidad y la continuidad políticas y focalizados
sus intereses sobre la idea de la monárquica, se aplicaron a demostrar la legi
timidad del príncipe y de sus sucesores, para confer'lflcs la autoridad necesmia para el
ejercicio de un poder estabilizador. sucesoria de la primogenitura masculina, que
- 268
prohistorlca 5 • 2001
se completó conla noción de la transmisión instantánea que garantizaba el pasaje imne
diato de la autoridad real a un sucesor designado por la ley, hacían de la corona un bien
tan indisponible como el reino, cuya inalienabilidad es proclaluada en el juramento de
Carlos V de Valois. Pero el deseo de garantizar la continuidad polítiea impulsó a fOljar
también las reglas de fmlcionamiento de un Estado privado de rey, y allí las prácticas
conducen a contradecir en los hechos la exclusión política de la reina. Se sientan allí las
bases de la estabilidad del Estado moderno. La ley sálica, la inalienabilidad del reino y la
legislación sobre la regencia redefinen el lugar del rey en el sistema monárquico presen
tándolo, no como un señor feudal, sino como un soberano depositario de una corona de la
cual no puede disponer. Pero la ley sálica, al tener en cuenta la minoridad del rey, concier
ne igualmente a la reina, que asumiendo la regencia asegura la conservación del reino
dUf"dllte el transcurso de aquélla, convirtiéndola en lazo de unión entre uno y otro rey. De
modo que al definirse el lugar del rey, se defme también el de la reina por su exclusión o
por su confirmación en el rol de regente.
Así los franceses se habrían conformado a la voluntad de Dios, que habría preordenado
la larga duracióu y conservación de la Monarquía francesa por ley divina, marcando su
superioridad como reino sobre los demás. También la de sus reyes: su casamiento por
procuración, su matrimonio con princesas de casas reinantes eX1ranjeras, sus iguales y
jamás súbditas -particularidad que los distinguía de su propia nobleza- su sucesión úni
camente por línea masculina, circunscribía a los nacidos dentro de llii grupo social, el de
los soberanos, cuyas costumbres y privilegios, así como el ejercicio de unanúsma función,
la posesión y el ~iercicio del poder, creaba su especificidad y mantenía el espíritu de
exclusión.
Otras singularidades separan a la pareja real de sus súbditos. A diferencia de la cos
tumbre de París, que exige la comunidad de bienes entre los esposos, la pareja rcalla
excluye. El rey, por sus bodas místicas con la Corona, está incorporado a ella y carece de
personalidad privada. Por tal motivo no puede ser propietario, es sólo usufructuario del
reino. La reina, en cambio, se remite al dominio de lo privado, por consiguiente tiene
diferente naturaleza juridica que su esposo y no puede tener con él comunidad de bienes:
eso la excluye del poder, pero no de la propiedad. Pero como esposa del rey adquiere la
dignidad real que la hace reina de Francia de manera defInitiva y que conserva en su
viudez.
La substancia real no se puede concebir más que a través de su relación con el poder:
simboliza ese ingrediente que permite ejercer y representar la autoridad real, que está
estrechamente ligada a la autoridad viva del rey, y emana de la sacralización del poder
que garantiza la infalibilidad reaL Es necesario comprenderla como la dimensión espiri
tual de un ser real, una materia pfu'iícular que hace de los soberanos unos seres aparte y
que está indisociablemente ligada al poder. En el caso de la reina, la consagración ocurre
tardíamente, cuando la sobenma está ya asociada a la corona por su matrimonio y atesti
gua el lugar acordado a la esposa real cula orgfu'1ización monárquica. Es a partir del siglo
XVI cuando se afirman las diferencias entre las dos coronaciones y entre las dos personas
- 269
MARÍA 1. CARZOLlO, "Poder y género ... "
Se les suele reprochar una mala administración de las fmanzas, pues para asegurar su
poder deben hacer gastos para adquirir fidelidades. Su debilidad no reside en los poderes
que les son acordados, sino en el equilibrio de fuerzas que deben mantener para limitar las
controversias en un nivel que les permitan gobernar.
La teoria deja así lugar a la práctica para reforzar la posición de la reina durante la
minoridad real, ofreciendo una figura de madre adaptada a ese modo de gobernar: mater
nal y protector. Es en ese sentido que las construcciones teóricas, especialmente las del
siglo XVII contribuyen a conferir a la regencia una dimensión profundamente femenina.
La proyección de ese modo de gobernar quedó hasta tal punto asociado a las reinas ma
dres, que para poner fm a las regencias características de la época monárquica, la Asam
blea nacional constituyente, en la constitución del 3 de septiembre de 1791, decidió ex
cluir defmitivamente a las muj eres.
La regencia femenina se articula entonces en tomo a dos parejas: la primera, consti
tuida por el rey y la reina le confiere majestad; la segunda, compuesta por la madre y el
hijo, asegura su autoridad; el primero condicionando la existencia del segundo, represen
ta para la princesa el punto de partida de su recorrido real; el segundo, derivando del
primero, asegura a la reina la apoteosis de su carrera. La presencia de la reina madre en el
gobierno aparece entonces directamente ligada a sus adquisiciones matrimoniales y al
éxito de su misión dinástica. Se instala en la regencia como se instala en el trono, bajo los
auspicios de la paz, de la estabilidad y de la intercesión, valores que ella encarna a lo largo
de su existencia real. Lazo entre un rey y otro por su maternidad, asegura la transición de
IDI reinado a otro. Pero la transición debe hacerse sin dejar rastros. Es un agente de enla
ce, súbdita al mismo tiempo que reina y, en definitiva, bajo la dependencia del rey.
La reÍlla puede convertirse, en defmitiva, en la perfecta encarnación de la soberanía
integrando los datos de la ley sálica, pues en la medida en que es apartada de la sucesión
real que permite solamente la transmisión plena del poder, no constitnye amenaza para la
autoridad del rey y puede ser asociada a su esposo en la representación monárquica. Es
entonces porque la ley sálica circunscribe el lugar de la esposa real, que la soberanía se
puede manifestar indistintamente bajo una fomla femenina o masculina. Es en la últilna
fase de la consagración, una vez consagrada y coronada, que ella se comporta estricta
mente como su esposo. En los funerales, por el contrario, es tratada como soberana hasta
la tumba, y es necesario esperar su entierro, es decir, su desaparición definitiva, para que
se manifieste una divergencia ceremonial que recuerde su posición de mujer. La reina es
entronizada como esposa y la operación le permite ser soberana, es enterrada como sobe
rana, pero se borra de la escena política como esposa. Su entrada y su salida reales están
marcadas por el sello del matrimonio, el cual instala a la reina en una posición de inferio
ridad en relación al rey aunque ella reine junto con su esposo. Ponderar la extensa biblio
grafía utilizada, que no registra njnh'1Ín intento de síntesis parejo al realizado por F.
Cosandey resulta obvio, como lo seria también recomendar su lectura.
- 272
prohistort. 5 - 2001
BARRIERA, Darío y DALLA CORJE, Gabriela "El derecho y la justicia entre la historia y la
antropología", prohistoria, Año V, número 5,2001, pp. 273-293.
~ 273 ~
D. BARRIERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y la justicia... "
A LffiROS
ALONSO OLEA, Eduardo El concierto económico (1878-1937). Orígenes y forma
ción de un derecho histórico, Instituto Vasco de Administración Pública de la Adminis
Tesis doctora1 de la Universidad del País Vasco que analiza el régimen concertado de las
camcnte los límites de la centralización del Estado a f11lcs del siglo XIX, la excepcionalidad
FALK MOORE, Sally "Inca Theory and Practice", en Power and Property in Inca P em,
ColumbiaUniversityPress,NuevaYork,l pp. 126-135.
- 274 •
prohistori. 5 ~ 2001
labor de sus miembros (jueces y magistrados), en el marco de la impla..'ltación del Estado
liberal. Libro dirigido a juristas y escrito por un constitucionalista, también interesa desde
el punto de vista hlstoriográfico para compensar las miradas sobre la constitución del
poder judicial en el Estado de Derecho, y para remscutir conceptos caros de la Antropolo
gía Jurídica: independencia, autonomía, discrecionalidad.
- 275
D.BARRIERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y lajusticia... "
- 276
prohistoriG 5 • 2001
de saber vivir, ley paralela a laoticial, convención literaria y teatral, condicionada por los
cambios en la Iglesia católica, corpus dependiente de los letrados y juristas, y forma de
vida noble .
- 277
D. BARRIERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y la justicia... "
- 278 ~
prohistoria S • 2001
convencida de que la administración dejusticia gozaba de cierta ajenidadfrente al problema
de la patrimonialización. SupWlto dev1sta apunta con fuerza hacia los subalternos, verdade
ros ejecutores de gran parte del proceso judicial: son ellos y no sólo los jueces quienes "ha
cen" también al ejercicio de la justicia. Desviando la luirada de los magistrados a los letrados
y oficiales intermedios, el problema de la venalidad aparece con todas sus aristas. Y abre un
camino fantástico, que apenas comienza a transitarse.
se aplica una visión general de la ciudad y el área mral. Estos temas resultan innovadores
en los estudios sobre el Derecho y la criminalidad en que se inserta el libro.
- 280
prohistoriCII 5 • 2001
Espaílol. El texto comienza haciendo referencia a los derechos históricos vascos recogi~
dos en la Disposición Adicional Primera de la Constitución de 1978 y en el Estatuto de
Autonomía del País Vasco del afio siguiente, para trazar en perspectiva histórica el azaro
so camino de esos derechos. El esquema cA'Plicativo es el del pluralismo, particularmente
jurídico, que exuda esa Constitución, y aborda los parámetros normativos del auto gobierno
vasco. Va de la realidad foral a la experiencia inmediata, describiendo etapas cronológicas
intennedias. Son estudiados así los regímenes forales de Alava, Guipúzcoa y Vizcaína en
el siglo XIX, la decadencia del régimen foral durante el siglo XIX, la abolición de la
foralidad por la ConsrrtllCÍón monárquica de 1876, la autonomía vasca antes de la Guerra
Civil desatada entre 1936 y 1939, el sistema constitucional de 1978, y concluye
con una reflexión sobre la del estudio de los fundamentos del régimen foral
histórico. El material. bibliográfico es verdaderamente a!Il.plio y se trata de una obra muy
bien documentada. Las del autor coinciden con algunas de las ideas (>"-,..r"""I1·,,,
por Bartolomé Clavero en un libro reseñado pClX3 la versión electrónica de esta sección.
LLUY, MCO Eivissencs i .Formenterers als Camps Nazis, incluye "Els silencis"
de Neus Escandell Tur, y "La segona guerra muudial i els espanyols" de Daniel Arasa i
Fava, Institut d'Estudis Eivissellcs, Eivissa, 1995.
Este trabajo se inspira en la linea abierta por Montserrat Roig en E/s catalan'} als camps
nazis, y aborda la suerte de algunos pobladores de Ibiza y Fonuentera que sufrie:ron el e.xilio
al sur de Francia y su deportación a los campos de concentración alemanes durfu'lte la SCbrun
da Guerra ffioodial, pa:rticul&ll1ente los campos de Mauthausen, en Austria, y el de Gusen.
Comienza por ra:,"irear las vicisitudes de personajes más reconocidos de la vida política y
cultural de las islas (como ser el nüsmo Angel Palerm, ~"iliado en México)
para continuar con un entristecedor relato de la vida cotidiana en campos de exterminio y de
trabqjo forzado. Como metodología hace uso de entrevistas a escasos superviyientes así como
relatos de miembros de su propia familia. Demuestra la impronta dejada por el r"o,rn,'n
franquista, su alianza con el y el significativo silencio fr'dllCés frente al destino
de una población cuyo" delito" no era poseer la nacionalidad 'Judía", sino formar parte de las
filas republicanas 00 hecho, por otro lado, representado gráficamente en térrnL."'1os
iconográficos: ya en un campo de concentración como Mauthausen los republicanos penin
sulares eran distinguidos por ooa señal de color roja y la letra S.
Esto es desde el punto de vista juridico (tal como pudo
verificarse en la por eL\1useo de Historia de Cataluíia entre abtil
y mayo de 2000, en la que quedaron reflejadas materialmente las reglamentaciones im
a la población española agmpada y ex.terminada en MauLl).ausen), porque refiere a
la ritualiz.ación de las taxonomías y a la nonuativizacióll interna del campo de concentra
ción, el cual puede ser analizado como un "microcosmos" en el que confluyen y coagulan
formas de hacer derecho, formas de exclusión, formas de clasificación. En este sentido, se
sabe mucho más de las disposiciones Ilonnativas aplicadas a los judíos -los cuales fueron
obligados a al1toimponerse la imagen de la estrella de David para ser fácilmente distinguí
- 281
D. BARRIERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y lajusticia... "
dos- pero poco se conoce del hecho de que los homosexuales eran sometidos a fu'l trato
discriminatorio desde el punto de vista nonnativo al ser forzados a llevar illl distintivo de
color rosa, al igual que los peninsulares a los que nos referimos ut supra. Desde
esta perspectiva, el uso no accidental de los colores distintivos recupera para el análisis
una de las pretensiones de la teoría de los colores de Wittgenstein: mostrar la voluntad
taxonómica humana. En este caso, tanto la ritl1alización de la inlagen como su en
el marco reglamentario nazi nos pernúten insertamos en la imagineria pseudo-religiosa y
jurídica de la Segunda Guerra Mllldial.
·282·
prohistoria 5 • 2001
SANTOS, VÍCtor CelenÚll El Derecho en la literatura medieval, Bosch Casa Edito
rial, Barcelona, 1996.
El autor brinda nn denso estudio sobre la literatura medieval española, en nn periodo
histórico previo al renacimiento cultural, y 10 hace a partir de fragmentos literarios en
lugar de utilizar corpus legales. Esta es la originalidad de una obra que no pretende ana
lizar lo que las leyes decían acerca de cómo debía ser el Derecho, sino cómo era realmente
este último. La eA'Presión artística, señala Santos, se conjuga con la jurídica para com
prender cómo se comportaban los jueces y cómo se averiguaba la verdad, así como para
escrutar el ambiente jurídico de la época. El autor otorga a las obras literarias una impor
tante cualidad como documentos históricos para los Historiadores del Derecho que, como
sabemos, siempre han preferido estudiar la nornUltiva para reconstruir sistemas jurídicos
del pasado. El orden de la exposición distingue entre Derecho Penal, Civil y Procesal, y a
través de citas de obras literarias originales analiza las teorías de la pena, la justificación
del Derecho, las figuras civiles (sucesiones, derechos reales), el rol de la prueba y de la
evidencia, el papel de los "letrados" que, como bien señala Santos, es un térnlino que
mantiene con la voz "literato" un parentesco real y simbólico.
- 283
D. BARRIERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y la justicia... "
B - CAPÍTULOS DE LffiROS
GEERTZ, Clifford Conocimiento local, Ensayos sobre la interpretación de las cultu
ras. Paidós, Barcelona, 1994. [primera edición en inglés por Basic Books, lne., 1983]
Nadie puede negar que Clifford Geertz sea uno de los antropólogos más lúcidos del mo
mento y el que más ha contribuido a la proliferación de estudios antropológicos como
actos interpretativos (Véase la selección de teA10s de Geertz y otros autores realizada por
Carlos Reynoso bajo el titulo El surgimiento de la Antropologia Posmoderna para Edito
rial Gedisa, Barcelona, 1992). Uno de sus últimos libros traducidos al castellano, Conoci
miento local, Ensayos sobre la interpretación de las culturas, editado por Paidós en 1994,
incluye un excelente capítulo que recomendamos leer. Se trata de "Conocimiento local:
hecho y ley en la perspectiva comparativa" (pp. 195-262). Una de las tantas propuestas
del autor es comparM casos diferentes sin renunciar a la generalidad, sino ex-plicando
grandes texturas situándolas en marcos locales de conocimiento, oscilando entre "los pe
queños imaginarios del conocirrúento local y los grandes de todo propósito cosmopolita",
iluminando en un continuo equilibrio dialéctico lo local y lo global. Así, habla de la
necesidad de "una penetración de la sensibilidad jurídica en la antropología o de una
etnográfica en el derecho" como estrategia comprensiva; o de "establecer un ir y venir
hennenéutico entre ambos campos observando primero uno y después el otro, con el fm de
formular cuestioues morales, políticas e intelectuales".
El principio metodológico de la "descripción densa" como práctica de inteligibilidad
aparece aquí con claridad, rechazando la confih'Uración de hechos y nonnas como fenóme
nos equivalentes (lo que en Derecho se denomina "tipos legales") para proponer el estudio
de rituales al estilo de Ue\yel1Yll. Todo su texto se funda en el binomio fOffi1ado por "en
caso de x, entonces y", y "ya que x, por 10 tanto y", una separación entre nonnas casuísticas
y apodicticas (si bien el antorno utiliza estos conceptos) que es central en la diYisi6n entre
- 284
prohistoria 5 • 2001
la disposición general y el caso concreto. Precisamente la localización de ese caso y su
conmensurabilidad implica la idea de heterogeneidad cultural y, por ende, históriea. Frente
al funcionalismo, su modelo cultural es de sociedades atravesadas por una variada serie de
segmentos y niveles jurisdiccionales. Sugerimos, fInalmente, comparar este texto con uno
anterior, "Juego profundo: notas sobre la riña de gallos en Balí", aparecido junto a "Des
cripción densa: hacia una teoría inte¡pretativa de la cultura" en La interpretación de {as
culturas, Gedisa, Barcelona, [lo edición Basic Books, Inc. Nueva York, 1973]. En "Juego
profundo" el autor precisamente esta idea de jurisdicción a través de los mecanis
mos de arbitmje en la riña de gallos, y el rol de mediadores y árbitros de la propia comuni
dad frente al poder central o incluso desobedeciendo sus
PETlT, Carlos y VALLEJO, Jesús "La categoria giuridica neUa cultura europea del
Medioevo" Storia d'Europa, IJI' JI Medioevo, Einaudi, Torino, 1995.
En este artículo Carlos Petit y Jesús Vallejo analizan la categoriajuridica en Europa en la
Edad Media tomando como referentes los conceptos ius, status, consuetudo, el paso del
¡us al derectum en las fuentes medievales. También abordan la concepción del derecho a
partir de las ideas de naturaleza y justicia, y cómo se configura el Derecho natural. Des
pués de esta semblanza conceptual, realizan un estudio más detenido de tipo histórico e
historiográfico. Concluyen señalando que en el Medievo no es cierto que las normas supe
riores se impongan siempre sobre las inferiores, ni que la esfera jurídica de mayor ampli
tud prevalezca sobre la menor. Otorgan mayor sentido a la pluralidad de las normas y de
J.'>U'-"''-'.lU'''.", ya que una norma consuetudinaria puede ley de acuerdo al
ámbito de aplicación personal o tenitorial en un ámbito inferior, al que una
consuetudine local o Constituye un texto interesante para redefinir el rol de
la ley en la construcción juridica del espacio europeo.
-286
prehistoria 5 - 2001
VINCENT, Bemard '''Hacer las paces'. Les Jésuites et la violence dans l'Espagne des
XVI e et XVIIe siecles", en DUVIOLS, Jean-Paul et MOLINIÉ-BERTRAND, Annie La
violence en Espagne et en Amérique r-Xve-XIXe si¿cles) Acles du colloque international Les
Raisons des plusforts, Presses de l'Université de Paris-Sorbonne, París 1997, pp. 189-196.
Los jesuitas diferenciaron el rol jurídico del árbitro (fundado en la equidad) del que se
le atribuía al Rey o a las autoridades civiles y que Azara valoraba por su positividad y por
su concordancia con la formación del Estado centralizado y absoluto. Este papel media
dor jugado por los jesuitas parece haber sido una constante en la historia de la Orden. A
través de la hermenéutica de unas cuarenta cartas enviadas por los jesuitas españoles a
Roma durante el año 1561, Vincent comprueba la práctica de la intercesión, la reconcilia
ción, generalmente espectacular entre los parientes, y el rol del acto de composición como
dispositivo de prevención de conflictos sociales o familiares. Ello demuestra que una de
las áreas más importantes de actuación fue la "pacificación" (hacer las paces), la limita
ción de los efectos de la violencia y la canalización de las pulsiones agresivas, en especial
en la esfera privada, como una especie de prolongación de la administración del sacra
mento de penitencia. Pero también la vida pública y la sociabilidad fueron dos ámbitos de
interés de los jesuitas a través del control de la rivalidad de facciones urbanas, de los
enfrentamientos entre bandas juveniles y de los espectáculos taurinos, este último aún
presente en el consuetudo peninsular. Estas prácticas, llevadas adelante por los jesuitas y
el resto de sacerdotes, así como por familiares y notables, supusieron la creación de la
"infrajusticia" con la finalidad de avenir a las partes mediante su intervención arbitral en
calidad de "hombres buenos" o jueces arbitrales. Vincent señala que un particular sentido
de la "civilización" guiaba a la Orden, en la dirección de una moderación de la afectivi
dad, uno de los principios básicos de construcción de la civilité de la época, como ha
demostrado Norbert Elías para quien el concepto de civilité consiguió su sentido específi
co a finales del siglo XVI, al romperse la sociedad caballeresca y la unidad de la Iglesia
católica, y es el antepasado directo de otra categoría, la de civilización. Civilidad era la
sensibilidad en los gestos y en las maneras, un código de comportamiento alternativo y
propio de personas civilizadas en sus costumbres y pautas de conducta. En Francia, afir
ma Elías, la intelectualidad burguesa y los grupos superiores de la clase media fueron
quienes se incorporaron al círculo de la sociedad cortesana, que es la que lideró la idea de
la civilización. "Cuando las desigualdades sociales y económicas hicieron saltar el marco
institucional del ancien régime, esto es, cuando la burguesía se convirtió en nación, el
carácter nacional se constituyó con mucho de lo que había empezado siendo específicamente
cortesano y, en cierto modo, rasgo social distintivo de la aristocracia cortesana pero que
luego, había sido patrimonio también de los grupos burgueses cortesanos". Las nuevas
formas de la sociabilidad encuadraron perfectamente en esta transformación, conducidas
por la idea de civilización (ELÍAS, Norbert El proceso de la civilización. Investigaciones
sociogenéticas y psicogenéticas, FCE, México, 10 ed. 1977).
- 287
D. BARRlERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y la justicia... "
- 288
prohistorift S ·2001
D-TRATADOS
LLORENTE, Juan fo..ntonio Los procesos de la Inquisición. Discursos sobre el orden
de procesar en los Tribunales de la Inquisición, Edición critica de Enrique de la Lama
Cereceda, EmIate, Pamplona, 1995.
Importante contribución sobre la obra de uno de los miembros de la Lrlquisición eS'pa.ilola,
Juan Antonio más conocido por su Hisroire critique de l'Inquisition d'E,pagne,
elaborada dos años antes de la supresión del Santo Oficio en 1820, y por su campaña
modernista y anti-inquisitorial. Los Discursos, paIte de los cuales son editados por Emi
quede la Lama Cereceda, fueron confeccionados en 1797, veÍJ.lteaños antes de la Historia
y a pedido del arzobispo de Selimbria y Gran Inquisidor, Don Manuel Abbad y
Lasierra, bajo cuyo amparo el autorredactó el manuscrito. En este texto Uorente muestra
cierta cautela al referirse a temas claves como el rol de inquisidores y de la infonna
Clon a la m:mera en que debía calificarse el sumario, la crítica a las forutas
asumidas por la acusación el tipo infamante a¡;Ju\..t'U<i
las estrategias para modificar a la institución a la que, por esa
considerdba de utilidad Estos Discursos son un de la exacerbada critica
que proyect1ria años después y qu e de acuerdo a los especialistas, el caldo de
cultivo de la crisis y disolución del Santo Oficio en tras más de tres siglos de
instauración como dispositivo jurisdiccional.
E - ACTAS DE CONGRESOS
• DUVIOLS, Jean~Paul; MOLl'NlÉ-BERTRAND, Almic La violence en Espagne et en
Amérique (Xve-jXre siecles) Acles du colloque internarional Les Raisol1s
Conclusiones de Ba.rtolomé Betmassar, Presses de rUl11versité de Paris-Sorbonne (Ibérica
Nouvelle série nO 9), París, 1997.
Importante contribución al estudio de la violencia desde perspectiva comparada en un
amplío arco temporaL a las Actl~S del Coloquio Intemacional "Les raisons
des forts" del que participaron pa.'iicularmente investigadores franceses. lnc:ollPOl:a
contribuciones varias sobre violencia hechos de sangre, el rol del derecho y de
la justicia, el de la Iglesia r de las corporaciones la de los
poderes y la manera en que contienen violencia en sus representaciones.
Brinda al poder}' la violencia desde amplia y
pertinente para abordar la materia, la situación social y económica del periodo, la pobla
ción y el cambio demográfico, el poder político y eclesiástico, así como la situación educa
tiva guatemalteca. Se trata de una presentación interesante que permite c131i:ficar supues
tos sobre la sociedad y el período referido, y brinda una pintura interesante y documentada
sobre Guatemala desde el punto de vista etnohistórico.
- 290·
prohistoria 5 - 2001
Las intervenciones de los participantes van desde un ensayo sobre los aspectos funda
mentales de la antropología jurídica (Eloy Gómez Pelón) o el concepto de propiedad
desde la antropología social (Caries Salazar) a una serie de replanteos de los usos y las
dimensiones de lo jurídico que se ponen a prueba básicamente a partir de estudios de caso
que se ocupan de espacios y periodos bien diferentes.
José Ortuño Aix discute, desde una re lectura de Gluckman, las interpretaciones de
invenciones de tradición o de rebeliones irracionales encontrando procesos de creación de
derechos legítimos entre los Tiv. El bandolerismo que sucede a la derrota carlista sirve de
guía para plantear la sutil e histórica diferencia entre la "verdad jurídica" y la "verdad
histórica", abordada en este caso por Silvia Gómez i Mestre. Beatríz Ruíz, de la mano de
los utopistas, nos propone una lectura de la justicia como "parteaguas" de opinión, resal
tando el nivel de lo sinuoso, los aspectos de borde que presentan las representaciones de y
sobre la justicia en diferentes momentos y sociedades. Las figuras del Ombudsman, el
síndic de greuges y de los defensores del pueblo forman el punto de partida para que
Gabriela Dalla Corte someta a discusión la naturaleza estrictamente jurídica de un fenó
meno que se plantea como tal, evidenciando, por el contrario, el juego de relaciones polí
ticas que se extiende tras la cuestión de la ciudadanía en sociedades contemporáneas. El
tema de la identidad atraviesa, quizás sin ser el centro, los trabajos de Liliana Suárez
Navaz, Silvia Bofill Poch, Antonio Reyes Aguilar y Cristina Jular Pérez-Alfaro: quizás
más evidente en el primero y el último de los casos, el problema de las propiedades de las
aguas y de las tierras (presente en Botíll y Reyes) están relacionados íntimamente con la
cuestión identitaria tanto como en los casos de fronteras nacionales (el sur de Europa) o
jurisdiccionales-fiscales (Oña contra Frías): en estos trabajos, los sujetos se libran a mani
festaciones casi siempre no elaboradas en donde se ponen en juego las construcciones de
esquemas referenciales básicos sobre los cuales se orienta la dinámica de lo relacional, tan
bien relevada en todos los trabajos del simposio.
Por último, José M. Cardesín, y Mruta Rico junto con Júlia Ribot, parecen preferir la
vía de la paradoja: obedecer la justicia para burlarla o pasar por el matrimonio con o sin
papeles son los caminos escogidos para plantear--como lo hacía Ortuño en su trabajo- la
creación de espacios legítimos y legitimables con el concurso del reconocimiento previo
del orden existente o la sanción de lo fáctico en sus pliegues.
- 291
D. BARRIERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y ¡ajusticia... "
- 292·
prohiltoria 5 • 2001
Se sugiere también la consulta de una de las mejores páginas web sobre Antropología
Jurídica en América Latina, que pe...'ienece a la Red Latinoamericana de Antropología
Jurídica: \yww.gcocities.com/rcla,iu (relaju@yahoo.com), la cual está sostenida porre
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- 293»
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