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METAFORA Y FUNCION SOCIAL: lenguaje sexual, sexismo y alienación (*)

Emilio Rivano Fischer

I EL SEXO COMO RECOMPENSA

1. Metáforas del sexo. Las metáforas del sexo encuentran orígenes de figuración en los
más variados tópicos. Nos centraremos en algunos que, por sus orígenes bélicos,
violentos, agresivos, opresores, depredadores, posesores, entre otros, aparecen, en forma
más o menos explícita y en diversas modalidades, en posturas y en discusiones sobre
sexismo y feminismo. Nos encontramos con una gama considerable. Veremos sólo
algunas para pasar luego a las perspectivas de fondo.

1.1. Combates. Tenemos, por ejemplo, la metáfora EL SEXO COMO COMBATE.


Como toda otra metáfora, este es un marco conceptual que permite infinitas
expresiones:

“¿iré o no iré a la pelea con el Jaime? He ahí la cuestión”


“estábamos en plena batalla con el flaco cuando entró mi mamá a la pieza. Se puso
verde la vieja…”
“hubo un pequeño roce de armas entre nosotros, pero, la verdad, nunca enganchamos
como pareja”
“los tiras detenían a las prostitutas y las pasaban pasar por las armas”
“mientras la acribillaba con mi pistolón ella gritaba de placer”
“esos dos colalés que ves colgando allí son un par de trofeos de guerra que guardo con
mucho cariño”
“oye, amigui, ¿y el Manuel tiene un arma contundente o qué?”
“mi amor ¿y con ese sable me va a atravesar?”
“y ese cañón, mi amor, ¿es para mí?”
“¿y amigui? ¿Obtuviste o no obtuviste una victoria anoche?”

1.2. Conquistas. Otra metáfora es EL SEXO COMO CONQUISTA DE TERRITORIO,


desde la que surgen expresiones como:

“si quieres conquistarla, debes primero ganar su confianza”


“tómame”
“estuvo asediándola por largo tiempo”
“no me ha dado la pasada últimamente”
“no puedo protegerme de sus encantos. Al final, él termina por penetrar mis defensas y
conquistarme”

1.3. Caza. Otro ámbito de expresividad infinita es la metáfora EL SEXO COMO


CAZA:

“esos jotes del Manuel y el Lucho andan cazando minas en los bares”
“¿y compadre? ¿Cómo estuvo la cacería anoche?”
“la tenía atrapadita, lista para comérmela, pero se me escabulló como un pez de las
manos”
“a mí el hombre tiene que cazarme, si no, no sirve como hombre”
“algunos hombre los tiene, ese instinto del cazador, otros no”
“mira esos buitres en la barra, al acecho de cuanta mina pasa por delante”
“cayó en sus redes”
“me atrapó con su mirada”
“cuidado amigui, mira que el Manuel es un laceador de primera”

1.4. Cargas. Otra metáfora es EL DESEO SEXUAL COMO SOPORTE DE CARGA:

“ando con roca”


“tengo que descargarme urgentemente”
“esta piedrecita que llevo no la soporto más”
“fueron al prostíbulo a botar la piedra”
“quedé livianito después de hacer el amor”

1.5. Comida. Un ambiente conceptual acaso universalmente productivo es la metáfora


del SEXO COMO COMIDA:

“mijita rica”
“esa mina es una ricura”
“me lo comería al Rodrigo, ¿y tú?”
“bomboncito delicioso”
“la vecinita del frente está pa'chuparse los dedos”
“se me hace agua a la boca ese mino”
“el apetito sexual”
“la satisfacción sexual”
“el jardinero le está comiendo la color a don Alfonso”
“era su mejor amigo y le estuvo pellizcando la uva todo el tiempo”

1.6. Cimas, luchas, música. La lista continúa. Otras metáforas dentro de las tendencias
que interesan a estos desarrollos incluyen EL SEXO COMO ALCANZAR UNA CIMA
“con usted, mi amor, siempre alcanzo la cima”, “llegué a la cumbre varias veces esa
noche”, “Carmen, ¿te gustaría subir este cerrito?”), EL SEXO ES TOCAR UN
INSTRUMENTO “él sí sabe sacar las notas de mi cuerpo”, “mi amante toca las cuerdas
precisas de mi feminidad”, “sus gritos de placer son música parea mis oídos”) y EL
SEXO COMO COMPETENCIA DE LUCHA (“en la lucha sexual, las mujeres son más
fuertes”, “mi amor, usted siempre me gana y yo me quedo con las ganas”, “nos
trenzamos campeonato de lucha libre toda la noche sobre la cama de sus padres”).

1.7. Esquema retórico general. Dejemos la ilustración. Elevando el análisis de estas y


otras metáforas a un plano general nos encontramos con un movimiento básico para su
ordenamiento. Puesto en forma esquemática, el movimiento se describe así: DESEO-
ESFUERZO-RECOMPENSA. En este esquema se inscriben aquellas metáforas
particulares. El esquema subordina un grupo metafórico a sus términos, los que resumen
en forma abstracta una actividad.
¿Qué significan estos términos? La secuencia tiene algo de dramático, de motivación
personal. Pero, en tanto descripción neutra, resume una actividad, en sus tres momentos
principales, y sin indicación de agente o motivación. Es decir, el esquema puede
aplicarse para caracterizar al agente, sus motivos, su método de acción y su logro, pero
sirve también para orientar la caracterización de la acción, su transcurso en las etapas
inicial, media y final.

La perspectiva permite ciertas operaciones a la vez que deja fuera de lugar operaciones
de niveles más específicos. Así, por ejemplo, en el nivel del esquema, se pierde la
especificación estilística y retórica de las metáforas particulares, que son a su vez una
fuente de motivos retóricos, de acción, persuasión, y actitudes. Ya no se despliega, por
ejemplo, la motivación alimenticia, de apetito, de hambre, etc. y su riqueza expresiva y
empleos estilísticos y retóricos en el ámbito del sexo. Ya no articulan las lógicas de la
conquista, del combate, de la caza, el ámbito sexual. Atrás quedan los apareamientos
conceptuales, propiamente. El apareamiento ahora, si cabe hablarse de apareamiento, es
entre el sexo y el esquema de recompensa, es decir, el flujo básico y general que nos
lleva desde un deseo, a través de un esfuerzo, a una recompensa, que es la satisfacción
del deseo. Pero también nos enseña el esquema que cualquier movimiento específico
que responda a este esquema es un candidato a metáfora del sexo. Si la actividad del
caso y el concepto que la contiene (en idea-lenguaje) responden al formato abstracto del
esquema, puede a su vez formatear al sexo. Podemos hablar de un esquema retórico
general y también de un esquema conceptual general. El plano amplio de esta nueva
proyección incorpora estos eventuales movimientos específicos, estas motivaciones y
actividades de la recompensa.

II ACTORES SEMANTICOS Y ACTORES SOCIALES

1. Sexismo e imaginería. Pero la perspectiva, más allá de constituir una abstracción


válida y generativa de un grupo abierto de metáforas, nos permite ordenar los distintos
actores en la secuencia, y también explicar, en el sentido de describir, cambios
funcionales y retóricos con respecto a los sexos, desde la perspectiva de la recompensa.

Con el tiempo, por ejemplo, los papeles del esquema general se liberan, y así también
los papeles específicos de la expresividad metafórica. Las mujeres pueden "subir al
cielo", "culminar en el orgasmo", "darle duro a un hombre", "comerse a un hombre",
"hacer sonar a un hombre", "tumbar a un hombre", etc. La imaginería, entonces, no es
sexista, en sí. Es la sociedad que determina quién sufre y quién goza; quién es
recompensa y quién recompensado; quién desea, se esfuerza y se satisface y quién no se
computa deseando, esforzándose y satisfaciéndose. La imaginería juega con esta
determinación social, no la causa. El esquema funcional permanece, pero los papeles
sociales se han liberado. La expresividad permanece, pero los roles de los casilleros
semánticos pueden ser ocupados libremente por ambos sexos.

1.1. Sexismo y materialismo. En un sistema de explotación industrial de la mano de


obra masculina, por ejemplo, el mecanismo funcional establece, entre otras, una
recompensa sexual. El esfuerzo en la producción (el trabajo) recibe una recompensa
sexual. El sistema instala a la mujer en la casa para ello. Es su especificación de diseño
en este punto. No interesa acá detallar los mecanismos adicionales para esto, tales como
el dinero (la capacidad adquisitiva), el matrimonio nuclear, ciertos valores religiosos y
morales, la protección del hogar, etc. Lo que interesa es ver el movimiento general del
esquema funcional en una etapa histórica y luego en otra. Interesa observar la
expresividad lingüística y la conceptualización o la cognición en función del orden
social.

Nótese que la mujer como recompensa en el sistema industrial sólo puede concebirse
como víctima del sistema, no del hombre. El hombre es víctima del sistema, en el
mismo sentido de cumplir funciones específicas. Y vemos que en la era moderna, la
expresividad no cambia necesariamente, sólo porque cambien las funciones de los
sexos: el esquema de recompensa, el mecanismo, sigue en pie, también sus funciones
básicas, pero su uso ha cambiado algo. De modo que no es necesario que la
expresividad cambie en forma radical. Y, de hecho, como vemos, no cambia en forma
radical.

Así, lo que se entiende por concepto o cognición ha quedado sujeto a dos planos
distintos: Uno, el de fondo, que es el plano social, desde donde se determinan las
funciones que deben cumplirse. El otro, el conceptual o cognitivo, que es el que
armoniza en idea y expresividad con las funciones que se cumplen, y está determinado
por estas funciones.

2. Alienación. El entendimiento, desde esta perspectiva, aparece alienado en el


lenguaje, pero no por las metáforas particulares, en sí (por ejemplo, el hecho de que las
mujeres sean vistas como comida, o los hombres como conquistadores, etc.), sino por
el movimiento funcional de fondo que organiza, en primer lugar, el orden social y,
concomitantemente, el concepto y la expresividad. Es decir, en el movimiento que nos
ha ocupado, la recompensa como fuerza de motivación, subyace a la retórica y
estilística, y es el mecanismo para resolver funciones, por ejemplo, de consumo y
producción.

___________________

(*)
Amplifico y elaboro en esta discusión algunos puntos desarrollados en “Metáfora,
Lenguaje, Pensamiento” en Primer Seminario Nacional sobre Desarrollo del
Pensamiento y Educación. Publicaciones de la Universidad Central DE Chile. 2003.

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