Está en la página 1de 6

Cacho’s Midnight Balcony’s

Serenade

Presentando a:
Cacho de Castelar (el remisero fulero)
El Abuelo (la encarnación personal del
autor)
Paco el Flaco (el Dios Plumífero)
Ken the Monkey (el mono nazi)

El Cotolengo Nazi, fundado en el año 20XX en Lomas de


Zamora, era comandado por el terrorista Basho que, junto a sus
unidades caninas y humanas, estaba preparando su golpe
internacional definitivo, sacando los submarinos nazis hundidos en
Bahía Blanca, para reconstruirlos y avanzar militarmente sobre
Kamchatka, el último bastión del mundo decente y moral que
quedaba. Pero como sacar los submarinos costaba un ojo de la
cara, Basho, en un acto de incuestionable fe nazi, se arrancó un ojo
con una lapicera, vendiendo su globo ocular izquierdo a rituales
africanos. Así, con la plata necesaria y su parche, empezó a
comprar el equipo necesario para ubicar, desenterrar y sacar a flote
las reliquias submarinas del Tercer Reich.
Todos estos sucesos eran ocultados, gracias a la
colaboración de los supermercados y las casas de computación, de
la lupa de la O.N.U (o sea, Estados Unidos y un montón de tipitos
sin voz ni voto); haciendo que el Cuarto Reich se acercara cada vez
más.
El plan continuaba que, luego de sacar los submarinos y
reconstruirlos, el Cotolengo Nazi lanzaría su primer ataque contra
Pearl Harbor. El resto del documento era secreto, incluso para
integrantes del cotolengo, como el Abuelo.

Pero volviendo a Neo-Castelar, la Torre del Terror tenía tanto


boludeo que parecía que todos los días estaban de carnaval. El
Abuelo, luego de publicar “La Posta de Jesús.com”, fue nombrado
como “innombrable” por la Iglesia, como “depravado religioso” por el
Consejo Mundial de la Moral y como “tragasables hindú” por los
pungas de la esquina. De esta manera, el Abuelo consiguió sus
breves momentos de fama, apareciendo en el Gran Hermano,
Utilísima, Fashion TV y la nueva temporada de Batman.
-¡Estoy tan emocionado que me pondría a cantar merengue!-
admitió el Abuelo, llorando de la emoción, delante de las cámaras
de Crónica TV, que sacó la noticia con el titular “El Abuelo cantaría
merengue. Horror en Parque Patricios”-.
Pero fácil vino y fácil se fue. El Abuelo, luego de su fugaz
estrellato, volvió a sus trabajos en el Cotolengo Nazi. El remisero
Cacho, que seguía fabricando vino en el fregadero de la cocina,
empezó su propia “Escalera a la Fama”, fumando desde un cigarrillo
hasta un tomate. Ken the Monkey volvió al Movimiento Fauna con
Mussolini, rama natural del cotolengo, para seguir cumpliendo
misiones. Paco el Flaco, el Dios Plumífero, y conocedor de la ópera
“El Barbero de Sevilla” y otras cosas, se estuvo acicalando y
comiendo los piojos que tenía su amo Cacho en su cabello grasoso.
Pero un día, el Abuelo recibió una importante misión de
Chopper, representante del Cotolengo Nazi en Neo-Castelar. La
misión improbable era atrapar a un enemigo del la organización
llamado Ed Charnega, hackeador de juegos de Juego del Niño
(que, por razones legales, no es un Gameboy de Nintendo). Este
hombre había traicionado al cotolengo y estaba tratando de vender
información a un opositor, la Cámara Federal de Casación.
Pero, como esta misión era mucho para él solo, pidió ayuda a
sus compinches:
-Cacho, necesitó que me ayudes- pidió humildemente el
anciano-.
-¡Tu vieja!- respondió Cacho-.
-Cacho, tengo dos Lecops y un botón si querés- ofreció el
Abuelo, sacando de su bolsillo aquellos objetos-.
-Sos un hijo de puta…como me conoces- admitió Cacho,
tomando deslealmente lo ofrecido, aceptando así el trabajo-. Pero
los dos bichos estos se quedan a cuidar la torre, para que ningún gil
la venga a usurpar.
Con Ken y Paco entrenados en el arte del Muay Thai, el
Abuelo y Cacho salieron con rumbo al desolado Caballito, llevando
equipaje necesario para viajar por la República Gada, como libros
de exorcismo, un pica-hielo y un póster de Meteoro. Su caminata
por el páramo fue bastante estúpida (igual que todas las benditas
caminatas), pero tuvo un hecho inexplicable que vale la pena
relatar:
Una noche, con Cacho ya roncando como un camión y con el
Abuelo a punto de dormirse, éste último sintió, ya avanzada la
madrugada, un zumbido que empezó a ponerse cada vez más
fuerte. El Abuelo, por curiosidad, se levantó, encendió una antorcha
y fue caminando en las cercanías para ver que producía el zumbido.
-Seguro que es alguien desinflando un globo con las axilas-
supuso el venerable ancianito-.
Caminó unos cien metros hasta encontrarse cara a cara con
un artefacto en forma de disco que emitía aquel zumbido, junto a
una intensa luz. El aparato estaba suspendido a pocos centímetros
del suelo, sin moverse para nada. Estupefacto, el Abuelo se acercó
al artefacto, pero sintió la necesidad de presentarse ante los
tripulantes de la nave:
-¡Yo soy el ilustre Abuelo, salgan para que les cuente un
chiste!- gritó, usando su acostumbrada presentación ante lo
desconocido-. ¡No es lo mismo una bola negra que una negra en
bolas!
Después de semejante aberración a la lengua castellana, de
atrás del OVNI, salieron dos seres humanoides. Uno de ellos resultó
ser Grondona, que apenas salió dijo calmadamente:
-No se asuste, esta es su hora clave.
El otro ser resultó ser el infame Herby, alias el Chupacabras,
el profeta de Pyongyang.
-¡Sos vos de nuevo, el mismo boludo que me rompió las bolas
hace tiempo!- dijo Herby apenas reconoció al Abuelo-.
El Abuelo, que odiaba a muerte a los comunistas, respondió:
-¡De acá!
-Ni creas que voy a perder el tiempo con vos, vengo a por
unas vaquitas y gallinitas para la merienda- aclaró Herby-.
-Y yo buscó mi habano- agregó Grondona-.
-Vos calláte, anda a ver si encontraron a Conzi- replicó Herby.
Grondona obedeció a su jefe y volvió a la nave por detrás mediante
una supuesta puerta trasera que el Abuelo no pudo ver-. Bueno,
chau gil, y no me jodas más que a la próxima te implantó una sonda
en el medio del culo- dijo Herby, entrando al OVNI del mismo modo
que lo hizo Grondona. Luego, el OVNI se elevó verticalmente,
perdiéndose en el cielo nocturno, dejando el área debajo de él toda
chamuscada-.
El Abuelo se quedó en silencio, meditando de la escena de la
que participó, finalmente diciendo:
-¡Y una mierda para vos también, Herby!- gritó, alzando su
puño hacia las estrellas-.
Luego de unos días, Cacho y el Abuelo llegaron a Caballito,
que estaba en ruinas, y era habitado por los trastornados votantes
de la Alianza:
-Y dicen que soy aburrido- murmuraban los habitantes,
arrastrándose por el piso como caracoles, con la vista perdida-.
Entonces, Cacho se aproximó a uno de los tipos de Caballito,
que se arrastraba, babeando, sobre un charco de agua.
-¿Cómo le va?- dijo Cacho-. Dígame donde esta Ed
Charnega.
-…se va a acabar la fiesta para unos cuantos…-fue lo que
respondió el votante de la Alianza del 1999-.
-¡Me tiene los huevos llenos, siempre es la misma respuesta!-
se enojó Cacho, tomando un palito de madera del suelo-. ¡Te
reviento acá y ahora!
-…qué bueno es dar buenas noticias…-dijo incoherentemente
el votante, siguiendo en su trastornado estado “alfa”-.
Entonces Cacho, totalmente desbordado de locura asesina,
azotó al votante con su ramita en la cabeza.
-Cacho, deja la ramita, ya encontré a Ed Charnega.- dijo el
Abuelo, viendo la sanguinaria acción del remisero-. Seguime.
Cacho siguió al Abuelo unos metros hasta que se encontraron
con un edificio de cuatro pisos abandonado, con su pintura opacada
por suciedad, sus vidrios llenos de mugre y con una pintada de la
barrabrava de Barrionuevo que decía, “Lanata, gordo puto”.
Pero en el balcón del cuarto piso había un hombre de barba
crecida y cabellos largos sin la más mínima higiene. Este hombre
estaba desnudo, golpeando las rejas del balcón con una katana.
Era Ed Charnega, un oscuro ente de procedencia desconocida, de
mente ultrajada por la locura y los roms hackeados.
Al notar al Abuelo, dijo:
-¿Qué mierda estas mirando?
El tipo estaba claramente loco, con un cuadro psicópata
neurótico paranoico difícil de describir. Cacho le dijo al Abuelo:
-Voy por la puerta del edificio, subo, le doy unas patadas en el
culo, lo llevamos al Cotolengo Nazi y cobramos por el trabajo.
-No se puede, Cacho- replicó el Abuelo-.
-¡Pero, pedazo de infeliz, la puerta esta abierta!- gritó Cacho-.
-Pero escuchame, Cacho, el guión, que se tomó cuatro hojas
para llegar hasta acá, no puede terminar así, que vos llegas y lo
cagas a trompadas. Hay que complicarse la vida en estas historias
de mierda.
Entonces, el Abuelo se puso a meditar en silencio, mientras
Cacho le tiraba cascotes al balcón donde estaba Ed, que era
defendido por las rejas de éste.
-Gordo, ¿vos sabes quién es Mestre?- le preguntó Ed a
Cacho-.
-Ni idea- le respondió Cacho-.
-Claro, cómo vas a saber si sos un pelotudo- dijo Ed,
golpeando las rejas con la katana-.
Ahí Cacho se puso como loco, tomó su nunca bien ponderada
escopeta y presionó el gatillo contra Ed, aunque, como la escopeta
había sido usada para destapar el inodoro hace unos días, no salió
ni una bala. Y Ed, al ver esto, dijo:
-¿Ves que te falló tu famosa tecnología, boliviano de mierda?
A todo esto, el Abuelo seguía con su meditación silenciosa.
Pero a la madrugada, mientras Ed se seguía burlando de Cacho, el
Abuelo abrió los ojos y dijo:
-Ya sé como derrotar a Ed, dame las velas que traje.
-Bueno…las velas me las comí ayer. Había hambre- dijo
Cacho, mostrando, una vez más, su clarísima bestialidad-.
-Bueno, entonces dame tu ramita- respondió el Abuelo-.
Cacho le dio la ramita al Abuelo, que trazó un gran
pentagrama en la tierra. El Abuelo, vale la pena aclarar, al ser
ferviente seguidor de Zerpa, conocía los oscuros rituales paganos
de las islas perdidas de Papua; y ahora, usando el pentagrama, se
dispuso a usar sus habilidades paganas.
-No me apellido Pagano por nada- añadió el Abuelo-.
Dicho esto, comenzó a murmurar palabras en catalán que
nadie entendía, haciendo que el pentagrama brillara fuertemente,
esparciendo una nube espesa y oscura sobre él. Cuando la nube se
disipó, aparecieron dos Hombres-Pantera, los habitantes ocultos del
ahora selvático Jardín Botánico (¿es botánico o satánico?), que son
panteras bípedas con alto coeficiente intelectual, y adoradores del
Padre Farinello y Meteoro (los Mensajeros de la Luz, según ellos).
El Abuelo les dio un póster de Meteoro como tributo a cambio
de su ayuda para derrotar a Ed Charnega, que ellos aceptaron
gustosos. Así, los Hombres-Pantera tomaron sus rudimentarias
hachas de piedra, entraron al edificio, y pronto el Abuelo y Cacho
vieron como Ed Charnega era molido a patadas por los Hombres-
Pantera en el balcón. Con Ed Charnega atado y amordazado, los
Hombres-Pantera se borraron en el aire como un viento pasajero.
-¡Qué mierda!- mencionó Cacho al ver este acto de
desaparición-. Bueno, llevemos a Ed al Cotolengo Nazi para cobrar
los patacones.
-Siempre con el dinero Cacho, sos un pecador; yo solamente
hice esto por la gloria del futuro Cuarto Reich- dijo el Abuelo-.
-Deja de hablar, viejito, porque ya te deje de escuchar.
Después de ir al Cotolengo Nazi, el Abuelo y Cacho fueron
condecorados por Chopper con “La Medalla por una Vida de
Logros”, además de una recompensa de trescientos patacones y
dos vales de descuento para los cines.
-¡Sí, al fin lo logre, voy a poder ir a ver la película de Raúl
Portal!- se alegró el Abuelo, mirando sus vales de descuento-. ¡Lo
voy a hacer por vos, papi!
Y Cacho, con los patacones, se fue de juerga con Rafa,
despertándose, sin recordar nada, a la mañana siguiente en un
jardín de infantes con muñecas inflables, y cubiertos de petróleo y
plumas de pollo.
Qué raro de ellos.

También podría gustarte