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ARTÍCULOS ESPECIALES

Ética clínica y tabaco


93.485
Rodrigo Córdoba y Rogelio Altisent
Instituto de Bioética y Ciencias de la Salud. Zaragoza. España.

La primera razón para promocionar un determinado estilo de los comportamientos humanos. Es ilustrativo diferenciar en-
vida ha de ser el convencimiento de que esa conducta –no tre ejercicio de la libertad formal o aparente y la toma de de-
fumar– es buena y produce beneficios para la salud. Actual- cisiones verdaderamente libres o voluntarias; un fumador
mente no cabe ya la discusión en el seno de la comunidad enciende su cigarrillo en un ejercicio de aparente libertad,
médica y científica de que el consumo de tabaco es la causa sin que esto constituya automáticamente una conducta ver-
de enfermedad más extensamente documentada que jamás daderamente libre, porque le puede faltar voluntad para
se haya investigado1. Tampoco es objeto de controversia el abstenerse debido a que siente un impulso irrefrenable, una
hecho de que la interrupción del tabaquismo tiene benefi- auténtica coacción interior equiparable a una coacción ex-
cios importantes para la salud, cualquiera que sea la edad terna. En otras palabras, una cosa es tener o ejercer la liber-
de las personas, tanto en aquellas que tienen enfermedades tad y otra diferente ser libre. Cuando se evalúan comporta-
relacionas con el tabaco como en quienes no las tienen2. mientos humanos, se puede observar diferentes calidades
Una vez justificada una intervención sobre la conducta de de libertad, en función del grado de autodominio del que
las personas por razón de su salud, nos debemos pregun- nace una determinada conducta, y de las repercusiones
tar: ¿hasta dónde puede llegar la presión o la influencia del que ésta va a generar sobre la capacidad de autocontrol de
profesional hacia el paciente?, ¿cuál debe ser la actitud ante la persona. Si valoramos el hábito tabáquico desde esta
las preferencias de un paciente?, ¿cuándo, o en qué medi- perspectiva, se puede afirmar que quien fuma sus primeros
da, las opciones del paciente sobre estilos de vida implican cigarrillos impulsado por una moda o por la presión de gru-
que el profesional pueda ir disminuyendo su responsabili- po no es precisamente un modelo de independencia, pero
dad o su implicación en el cuidado de ese paciente? En además está iniciando una senda que le va a recortar su
otras palabras, ¿estamos preparados para resolver los pro- autonomía de manera sustancial cuando se haya generado
blemas éticos generados entre la libertad del paciente, el la dependencia. De ahí se deduce que el ejercicio de liber-
criterio profesional del médico y sus deberes hacia la socie- tad de quien decide no fumar se puede catalogar como una
dad? Son éstas algunas de las cuestiones que se le plantean autonomía más auténtica y de mayor calidad que la de
al clínico, para cuya respuesta se hace necesario recurrir al quien inicia o mantiene el consumo de tabaco (esto sería
razonamiento de la ética como disciplina filosófica. aplicable a cualquier hábito tóxico generador de dependen-
cia).
Al promover estilos de vida saludables nos situamos ante el
La aportación de la reflexión desde la ética clínica
reto de la dimensión educativa de la atención sanitaria, es-
En el escenario de la actividad clínica de nuestro tiempo, la pecialmente en atención primaria4. Desde la esfera de la re-
autonomía del paciente ha adquirido un protagonismo sin flexión filosófica, José Antonio Marina ha señalado la debili-
precedentes en la historia de la medicina. Tradicionalmen- dad del marco teórico que sustenta algunos programas de
te, al médico se le han exigido conocimientos científicos y prevención y tratamiento de las drogodependencias, cuyas
habilidades sanadoras, pero actualmente también se le pide explicaciones del fenómeno aditivo resultan conceptual-
que sea capaz de afinar en el respeto hacia la libertad del mente confusas y que tienden a rechazar cualquier modelo
paciente, teniendo en cuenta además las consecuencias que haga al paciente responsable en el inicio de su proble-
que sus decisiones clínicas puedan tener para terceras par- ma5. Esta apreciación puede dar pistas para explicar algu-
tes. Traduciendo esto a la terminología bioética, se diría nas frustraciones del sistema educativo de las últimas déca-
que, a la hora de tomar decisiones a la cabecera del pa- das, marcado probablemente por una idea confusa de lo
ciente, el deber de beneficencia necesita tomar en conside- que es auténtica libertad. Parece muy conveniente promo-
ración la autonomía de la persona e incorporar también el ver la construcción de una autonomía personal de calidad,
criterio de equidad social. que no se mezcle con ese tipo de libertad devaluada que
El razonamiento ético adquiere un significado ineludible confunde espontaneidad con inconsciencia, ofreciendo una
cuando se trata de intervenir sobre estilos de vida que tie- falsa senda de atajos y espejismos hacia el bienestar y la fe-
nen riesgos para la salud3. En la cultura occidental está ad- licidad. A las consecuencias de esta ausencia de crítica so-
mitido que la primera obligación del profesional es ayudar a cial sobre el concepto de autonomía moral habría que aña-
cultivar la salud de los seres humanos, pero contando con dir el efecto devastador de los intereses económicos que
la libertad del paciente. sustentan y manejan el mundo de las adicciones.
Es frecuente utilizar el concepto de libertad de manera di-
versa, lo cual, si no es adecuadamente clarificado, puede
La libertad del primer acto de fumar
generar confusión a la hora de elaborar el análisis ético de
Está aceptado que el inicio del problema del tabaquismo se
asienta generalmente entre la adolescencia y la edad infan-
Correspondencia: Dr. R. Altisent.
Instituto de Bioética y Ciencias de la Salud. til. Los hechos son que la mayoría de las personas fumado-
Coso, 46, 3.o B. 50004 Zaragoza. España. ras inician el consumo antes de los 20 años, y que la edad
Correo electrónico: altisent@unizar.es promedio de comienzo de esta conducta adictiva se sitúa
Recibido el 30-9-2003; aceptado para su publicación el 10-12-2003. en los 13 años6. Los motivos por los que el adolescente co-

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mienza a fumar son complejos pero existen, al menos, tres persistentes, que a menudo asocian a su conducta de fu-
motivaciones principales, de las cuales el adolescente no mar. También son bastantes los que tienen la percepción
suele ser consciente. La motivación más genérica es proba- de ser adictos a una sustancia que quieren abandonar y no
blemente la todavía muy notable aceptación social del fu- pueden, pero sólo 1 de cada 100 del total (3 de cada 100
mar. La sociedad en su conjunto sigue contemplando el que lo intentan) consigue dejar de fumar por sí mismo en el
acto de fumar como un gesto inocente o de riesgos discuti- plazo de un año12. Lo verdaderamente difícil es que los fu-
bles. Otra razón, consecuencia de la anterior, es la tremen- madores dejen de fumar mientras se sienten bien, que es
da presión de grupo o de pares para experimentar con los cuando se puede llegar a prevenir de forma efectiva tanto
primeros cigarrillos. Sin embargo, sabemos desde hace mu- enfermedades como muertes prematuras.
chos años que el tabaco es altamente adictivo y que, des- El profesional sanitario está legitimado para aconsejar viva-
pués de unas pocas semanas de fumar a diario, el adoles- mente el abandono del tabaco, aunque no tenga certeza de
cente sufre ya un cierto grado de adicción a la nicotina, que que, de ese modo, un determinado individuo vaya a eludir
tiende a ser más intensa con el paso del tiempo y el incre- la enfermedad o la muerte prematura. Desde una perspecti-
mento de la cantidad de cigarrillos fumados7,8. va poblacional no hay ninguna duda de que se debe actuar
La tercera gran motivación para iniciar al joven en el consumo y disponemos de sobradas pruebas para fundamentar esta
de cigarrillos procede de la publicidad. Es posible que 1 de posición. Sin embargo, aunque el cumplimiento de las me-
cada 3 adolescentes se inicie en el consumo de tabaco influi- didas restrictivas del tabaco en espacios públicos cerrados
do por los anuncios directos o indirectos, a través del patroci- pueda imponerse, en el contexto del acto clínico el cambio
nio de actividades deportivas, fiestas, regalos, o por determi- de conducta no puede imponerse, sino que debe proponer-
nados líderes mediáticos (actores, músicos, artistas...) que se. Para el fumador activo, el tabaco es un riesgo, enorme e
aparecen fumando en películas, conciertos o entrevistas9. inaceptable, pero un riesgo al fin y al cabo, no una certeza.
La publicidad del tabaco ha sido engañosa y sólo muy re- El tabaquismo no siempre acaba provocando una enferme-
cientemente la industria ha reconocido públicamente que el dad de manera inexorable, del mismo modo que ocurre con
tabaco causa daño, y que el consumo de cigarrillos es alta- otros hábitos no saludables o factores de riesgo. La visión
mente adictivo (pero sin llegar a admitir que sea una droga). poblacional aconseja hacer una intervención breve básica a
Hace varias décadas que las tabaqueras disponían de infor- la totalidad de los fumadores, aun a sabiendas de que el
mación suficiente para conocer todos estos asuntos al deta- beneficio potencial será solamente para una parte de ellos.
lle. En 1963, Addison Yeaman, ejecutivo de la multinacional Ese beneficio será para los que dejen de fumar, y en mayor
tabaquera Brown & Williamson, dijo: «La nicotina es adicti- medida para unos que para otros. Lo mismo ocurre cuando
va. Estamos, entonces, en el negocio de vender nicotina, tratamos la hipertensión arterial, ya que sólo evitamos un
una droga adictiva». En el año 1969, Philip Morris, vicepre- accidente cardiovascular tratando a un determinado núme-
sidente para investigación y desarrollo de la empresa a la ro de personas hipertensas. La ventaja preventiva no es
que daba nombre, escribió en un documento titulado «Por para todos y cada uno de los pacientes tratados. La justifi-
qué se fuma» lo siguiente: «Fumar un cigarrillo para el prin- cación de esta intervención es la maximización del beneficio
cipiante representa un acto simbólico. “Yo no soy el hijo de poblacional, dado que no es posible conocer quién va a so-
mamá, soy fuerte, soy aventurero, no estoy anticuado”. brevivir y quién va a enfermar, o quién va a morir a causa
Conforme se debilita el simbolismo psicológico, el efecto far- del tabaquismo. Sin embargo, lo que sí sabemos es que 1
macológico toma el control para mantener el hábito...». En de cada 2 fumadores fallecerá prematuramente a conse-
1972 un científico de alto rango de una compañía tabaque- cuencia de su adicción, y esto no parece un riesgo acepta-
ra afirmó: «El cigarrillo no debe interpretarse como un pro- ble para nadie, salvo para aquellos que deseen consciente-
ducto, sino como un sistema. El producto es la nicotina. mente terminar lentamente con su vida13. En conclusión,
Piense en el cigarrillo como un dispensador de una dosis de aunque no conozcamos el nombre de los pacientes a quie-
nicotina. Piense en la inhalación de humo como el vehículo nes vamos a «salvar la vida» con nuestra actividad preventi-
de la nicotina»10,11. Esta ocultación deliberada de la realidad va frente al tabaquismo, tenemos la certeza de que esta in-
priva al joven, y al consumidor en general, de la posibilidad tervención es una de las que tienen mejor relación
de conocer de forma completa y veraz los riesgos del tabaco coste-efectividad, lo cual supone una razón de ética profe-
y su poder adictivo (no con las advertencias, impuestas tar- sional de mucho peso que justifica y obliga a su inclusión
díamente en las cajetillas por la Administración). en la práctica clínica habitual.
La publicidad del tabaco es perversa y a la vez técnicamente La responsabilidad del profesional sanitario lleva implícito el
perfecta: pretende vender al joven la idea de que el consumo deber de luchar en favor de la salud en la prevención y no
de cigarrillos es un ejercicio de libertad e independencia y un sólo en la esfera curativa3. Esta posición requiere en mu-
símbolo de tránsito a la edad adulta. Intenta asociar la ima- chas ocasiones ser educadamente beligerantes con deter-
gen del cigarrillo a la del éxito social, al triunfador que sabe minadas conductas o actitudes perjudiciales para la salud.
relacionarse, al «ligón». Y esto ocurre en un momento en que Una beligerancia que no equivale a imposición o paternalis-
el joven intenta organizar su escala de valores, cuando es mo, pero sí a la profesionalidad de desarrollar habilidades
más sensible a estas presiones y a la vez se encuentra más para intentar persuadir y aproximar posiciones. De hecho, el
desarmado para afrontarlas. ¿Tienen los adolescentes una paciente nos autoriza implícitamente a actuar de este modo
verdadera percepción de que el tabaco y otras sustancias tó- cuando traspasa el umbral de la consulta o el hospital,
xicas que consumen suponen un riesgo muy elevado para la puesto que los médicos no nos dedicamos a acosar a los fu-
salud y para su libertad? La decisión del adolescente de ini- madores en la intimidad de su hogar o su lugar de trabajo.
ciarse en el consumo de tabaco ¿es auténticamente libre? La práctica clínica tiene claramente una función educativa o
instructiva. Actuamos así cuando damos nuestra opinión
acerca del origen de los problemas del paciente, cuando in-
¿Es legítima la intervención del profesional?
dicamos y valoramos su gravedad, cuando discutimos sus
El fumador adulto suele tener mayor percepción del riesgo actitudes y cuando proporcionamos un entrenamiento con-
que el adolescente. Muchos fumadores tienen de forma ha- ductual. Por otra parte, la mayoría de los fumadores acep-
bitual síntomas molestos como tos, expectoración o disnea tan de buen grado los consejos para dejar de fumar, incluso

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aunque nunca se hayan planteado dejarlo14. Los médicos La persuasión es uno de los enfoques más aceptables para
tienen no solamente el derecho y la legitimidad para ayudar el paciente fumador, con el objetivo de ayudarle a replan-
a los fumadores a dejar el tabaco, sino también el deber éti- tear su actitud personal respecto al tabaco. Los mensajes
co de intentarlo en todos los casos, incluso antes de que persuasivos pueden tener distinto carácter. El mensaje cen-
enfermen o soliciten ayuda explícitamente como conse- trado en la calidad de vida intenta con un estilo seductor
cuencia de su conducta adictiva. priorizar el placer o la belleza: «Al dejar de fumar disminu-
yen las arrugas, mejora el aliento y disminuye la tinción de
los dientes, mejora el olfato, se respira mejor y aumenta la
¿Hasta qué punto debe intervenir el profesional?
capacidad de ejercicio...». La persuasión normativa se cen-
En cada situación el profesional sanitario debe encontrar el tra en mandatos legales, técnicos o éticos: «No se puede fu-
equilibrio prudencial de su intervención. Hay casos en los mar en los lugares públicos ni en ciertos trabajos», «Tiene
que un bajo grado de autonomía de partida puede justificar un riesgo 20 veces mayor de tener un cáncer de pulmón si
estrategias más directivas o paternalistas, que sólo son sigue fumando», «Una persona debe cuidar su salud por-
aceptables como excepción. Son situaciones en las que el que sólo tenemos un cuerpo para toda la vida». La persua-
profesional puede y debe manejar la situación en beneficio sión pragmática centra el mensaje en el máximo beneficio
del paciente que tiene la autonomía muy limitada, ya sea para el paciente: «Dejando de fumar mejorará su circula-
por un bajo nivel cultural, por determinadas características ción y podrá caminar sin tener que detenerse por el dolor».
psicológicas o por una enfermedad grave invalidante que La persuasión individual basa su mensaje en una buena re-
exige una modificación no diferible de la conducta. Son pa- lación previa: «Dado que nos conocemos desde hace años,
cientes que no terminan de comprender los peligros del ta- le comunico que me gustaría que dejara de fumar porque el
baco o no tienen percepción personal del riesgo. Nos en- tabaco perjudica seriamente a sus bronquios». Por último,
contraríamos entonces ante actuaciones profesionales la persuasión grupal apela al grupo para llevar al paciente a
calificables de paternalismo débil15, es decir, intervenciones nuestro terreno: «En el último año muchos de nuestros pa-
que, siendo en apariencia contrarias a la voluntad de una cientes han dejado de fumar y se sienten mucho mejor que
persona, le benefician objetivamente y están justificadas por antes»18.
la precariedad de su autonomía en los elementos sustancia- La estrategia de la deliberación sería la más próxima a la ex-
les que definen un válido consentimiento informado: volun- celencia clínica, tanto en su dimensión técnica como en la
tariedad, información y capacidad16. ética19. Naturalmente, se parte de la seguridad de que los
En ocasiones algunas de estas personas fumadoras argu- aspectos cognitivos están resueltos y se trata de avanzar en
mentan que su problema respiratorio obedece a causas más la negociación con el paciente procurando actuar como fa-
o menos inevitables como su antiguo trabajo, la contamina- cilitador o catalizador para que surja poco a poco la motiva-
ción ambiental o cualquier otra. Sin embargo, la experiencia ción intrínseca para el cambio. Esta estrategia, que se pue-
ha mostrado que pueden responder positivamente y de forma de desarrollar en la entrevista motivacional, tiene un ritmo
inesperada a una indicación muy firme y clara de su médico: más lento, pero quizá más seguro a largo plazo, en compa-
«Como médico responsable de su salud debo prohibirle total- ración con otros enfoques más directivos20. La entrevista
mente que siga fumando un solo día más». Normalmente motivacional se caracteriza porque huye de las etiquetas y
esta estrategia, basada en una pequeña catarsis, tiene sus de la necesidad de que el paciente acepte inexorablemente
riesgos, pero sería aceptable en caso de enfermedad grave las ideas del terapeuta antes de que se plantee el cambio.
con mal pronóstico a medio plazo (isquemia arterial, enfer- Se trata de hacer hincapié en la elección personal y en la
medad pulmonar obstructiva crónica [EPOC] grave, etc.) y responsabilidad para elegir la conducta futura. El terapeuta
debe entenderse como una actuación excepcional, nunca intenta provocar las propias preocupaciones del paciente y
como una pauta general. Negar esta posibilidad sería como trata de trabajar las resistencias a partir de la reflexión evi-
pretender solicitar a un paciente anestesiado consentimiento tando la confrontación. Jamás se culpabiliza al paciente
para resolver una complicación quirúrgica. Esta táctica es un («no está motivado») y considera que la participación del
ejemplo de la necesaria flexibilidad de la actuación profesional paciente y la aceptación de los objetivos fijados son los as-
que no puede quedar encorsetada por reglas o principios dog- pectos cruciales. Se trata de una técnica centrada en el pa-
máticos que nos alejen de las necesidades reales del paciente. ciente que intenta huir de modelos directivos y paternalis-
Desde el punto de vista clínico se puede afirmar que la tasa tas, no sólo porque éstos sean éticamente dudosos, sino
de intervención en el tabaquismo es baja, es decir, que el porque se entiende que con este procedimiento se puede
problema de la inhibición planea por encima del interven- obtener cambios más estables a largo plazo20.
cionismo. En algunos casos las estrategias que se utilizan
son inadecuadas, ya que menudo se utiliza el miedo o la
Eficiencia en las intervenciones con fumadores
culpabilización. El recurso al miedo no siempre funciona
porque en muchos casos la adicción es más poderosa. Con- Durante mucho tiempo, en el ámbito de la medicina se ha
viene recordar que muchos pacientes con enfermedades pensado que educamos a un paciente por el mero hecho
graves como infarto de miocardio, carcinoma de laringe o de informarle de su padecimiento o problema. Esta concep-
enfermedad pulmonar crónica con oxigenoterapia siguen ción reduccionista no tiene en cuenta que solamente a par-
fumando a pesar de su precaria situación presente y de te- tir de una información no suele derivarse un cambio de
ner un futuro sombrío17. En otras ocasiones se apela a la conducta. Nuestros hábitos de vida no se rigen sólo por nor-
acusación, recriminando al fumador su incapacidad para mas racionales, sino también por actitudes aprendidas y
abandonar un hábito tan lesivo, amenazándole con darle de elaboradas a lo largo de la vida. Las actitudes tienen tres
alta o dejar de atenderle si persiste en su actitud. Las actitu- componentes: cognitivo («mi abuelo era fumador y llegó a
des culpabilizadoras, al igual que las de neutralidad, son octogenario»), afectivo («fumar me relaja y a veces me hace
desaconsejables desde el punto de vista práctico, no tienen sentir con más confianza en mí mismo») y conductual (rito
un sólido fundamento ético y denotan una insuficiente com- de encender el pitillo después del café o en reuniones). Si a
prensión del carácter adictivo crónico de la conducta de fu- un paciente le damos un consejo para que deje de fumar
mar o de los verdaderos riesgos del tabaco. («Debería dejar de fumar porque le perjudica la salud»), es-

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tamos actuando solamente sobre el componente cognitivo tre consumo de tabaco y determinadas enfermedades, y se
mediante informaciones de base racional. Sin embargo, ha planteado si sería correcto limitar las prestaciones a es-
educar en salud equivale a intervenir también en las esferas tos pacientes cuando no abandonan el tabaco. En este aná-
afectivas y conductuales21. lisis conviene clarificar previamente que la asociación entre
En general, la variable principal para ajustar el tipo de inter- tabaquismo y enfermedad es incuestionable, pero no de la
vención del profesional debería ser el estadio del cambio. misma forma en todos los casos. Los riesgos relativos y atri-
Los estadios del cambio son una especie de estaciones por buibles son distintos para cada enfermedad cardiovascular
las que puede transitar el fumador a lo largo de su vida. o neoplásica relacionada con el tabaquismo. El pronóstico
Este proceso ha sido dividido en varias fases siguiendo el de las intervenciones en función del abandono o no del ta-
modelo transteorético conocido como el «Modelo de fases baco también es distinto.
del cambio»21,22, según el cual existen distintas actitudes El primer aspecto a considerar es la naturaleza adictiva del
respecto a la posibilidad de dejar de fumar: tabaco. Sin embargo, como cuestión preliminar hay que
asegurarse de que se han proporcionado todos los elemen-
1. El fumador que todavía no quiere dejar de fumar. La acti-
tos cognitivos de forma adecuada. Por lo tanto, debemos
tud del fumador está en consonancia con su comporta-
preguntarnos si se han valorado todos los aspectos cultura-
miento: fuma habitualmente, tiene un grado determinado
les, emocionales y psicológicos necesarios para transmitir
de dependencia y se ve a sí mismo como fumador. El nú-
de forma clara y comprensible al paciente la relación entre
cleo de la intervención sería informarle de nuestro deseo de
el tabaco y su enfermedad. El abandono del tabaco no es
ayudarle. En caso de que no quiera dejar de fumar y mues-
en muchos casos una decisión voluntaria, incluso con una
tre rechazo al mero comentario sobre el tabaco, no convie-
motivación muy poderosa como es recuperar la salud. En
ne replantear el tema en 6 meses, aunque siempre pode-
situaciones extremas de guerra o catástrofe se han dado ca-
mos ofrecernos a ayudarle si cambia de opinión.
sos de fumadores que han vendido su comida por tabaco y
2. El fumador que piensa en dejar de fumar. Se produce
han llegado a morir por inanición24. Muchos fumadores pre-
una «disonancia» entre la conducta y la actitud (fumador
sentan serios obstáculos para dejar de fumar a pesar de va-
disonante). Son fumadores que pueden haber intentado dejar
rios intentos, de reiterados consejos médicos e incluso de
de fumar en varias ocasiones pero han encontrado dificulta-
tratamientos farmacológicos. Ciertamente, en la mayoría de
des para ello. Son personas conscientes de que el consumo
los casos incluso los intentos más serios de abandonar el
de tabaco perjudica su salud y hacen intentos sucesivos para
consumo de tabaco pueden no tener éxito a largo plazo.
dejarlo. Piensan dejar de fumar en los próximos 6 meses.
La siguiente pregunta que podríamos hacernos es la si-
Una buena parte de ellos se encuentran en una situación de
guiente: ¿el sistema ha puesto todos los medios disponibles
«contemplación crónica» en la que «pensar en dejar de fu-
para ayudar al paciente a dejar de fumar? Evidentemente, al
mar» sustituye al «actuar para dejar de fumar». La clave de la
médico no se le juzga por los resultados sino por los me-
intervención sería informarles de nuestra disposición a ayu-
dios, pero en este caso, ¿sólo hay que juzgar a los médicos
darles cuando se decidan a dejar de fumar y trabajar las mo-
por los medios que ofrecen para ayudar a los fumadores, o
tivaciones y las preocupaciones: salud, estética, economía,
también hay que valorar los esfuerzos que ponen sobre la
estrés, peso, irritabilidad, entre otras.
mesa los pacientes que fuman? Es decir, también cabe pre-
3. El fumador que desea dejar de fumar a corto plazo. Son
guntarse: ¿el paciente ha realizado esfuerzos evidentes para
los individuos que se plantean dejar de fumar en las próxi-
dejar de fumar? ¿Hay correspondencia de esfuerzos y res-
mas 4 semanas y hacen un serio planteamiento para ello. El
ponsabilidades entre unos y otros?
núcleo de la intervención sería darles la enhorabuena, fijar
A partir de aquí se puede entrar seriamente a analizar la
una fecha para el abandono, facilitar materiales de soporte
pertinencia de la prestación sanitaria de la que estamos ha-
y organizar el seguimiento.
blando. Supongamos que se plantea una posible interven-
De acuerdo con este enfoque, las intervenciones más inten- ción quirúrgica de alto coste, con listas de espera y demás
sivas sólo se deberían proponer a una pequeña fracción de factores acompañantes. En el caso de que la respuesta a
los fumadores, ofreciendo a la mayoría intervenciones bre- las preguntas anteriores sea afirmativa, nos queda una últi-
ves o muy breves que no induzcan resistencias, conflictos, ma cuestión tan importante como las demás y mucho más
discusiones y argumentaciones prolongadas que en mu- obvia: ¿va a mejorar el tratamiento de forma significativa el
chos profesionales generan la percepción de interferencia pronóstico del paciente si no deja de fumar? El hecho de ser
en la autonomía del individuo20. fumador no puede ser un motivo a priori de exclusión de un
En su conjunto, esta estrategia personalizada requiere un tratamiento médico o quirúrgico que pueda mejorar la salud
proceso deliberativo junto al paciente que permite dar una de un fumador con independencia de que siga o no fuman-
alta calificación ética a esta intervención al menos por dos do. En el caso de la angioplastia coronaria se ha comproba-
razones. En primer lugar, por el respeto que supone para la do que, a pesar de seguir fumando, los resultados mejoran
autonomía personal, al tomar en consideración el estadio su salud igual que en los exfumadores al menos en los pri-
del cambio, es decir, el momento madurativo y volitivo de meros 6 meses25. Sin embargo, los pacientes a quienes se
cada persona. En segundo lugar, al garantizar una mayor realiza una derivación coronaria y que siguen fumando pre-
eficiencia se rentabilizan los recursos obteniendo mejores sentan peor pronóstico en comparación con los que aban-
resultados, de acuerdo con criterios de «coste de oportuni- donan el tabaco26. A pesar de estas dudas razonables, estos
dad», un concepto que los clínicos deberíamos incorporar a dilemas no se suelen plantear con un toxicómano o con un
nuestra práctica habitual23. paciente con un intento de suicidio frustrado. ¿Acaso no te-
nemos todos el derecho a una nueva oportunidad?
Supongamos que un fumador que padece de enfermedad
Problemas éticos de equidad ante el fumador
de Buerger o de estenosis coronaria múltiple no se esfuerza
¿Hasta qué punto podemos exigir al paciente que deje de en dejar de fumar, manifiesta además una actitud pasiva y
fumar para seguir ayudándole? Esta cuestión ha surgido en de desprecio hacia su propia salud y no acepta ayuda para
los últimos años a partir de la escasez de recursos de los dejar de fumar. Supongamos también que la intervención
sistemas sanitarios, en aquellos casos de clara relación en- quirúrgica propuesta no mejora significativamente su pro-

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nóstico en estas condiciones. ¿Debería permanecer este pa- 2. Samet JM. Health benefits of smoking cessation. Clin Chest Med
ciente en la lista de espera? ¿Sería correcto y justo dar prio- 1991;12:673.
3. Altisent R, Brotons C, González R, Serrat D, Júdez J, Gracia D. Ética de la ac-
ridad a este caso en perjuicio de otros que tuvieran una ac- tividad preventiva en atención primaria. Med Clin (Barc) 2001;117:740-50.
titud de responsabilidad y cooperación con el plan 4. Trilla Soler MC, Espluga Capdevila A, Plana Fernández M. Educación
terapéutico en su conjunto? La respuesta debe hacer refe- para la salud. En: Martín Zurro A, Cano Pérez JF, editores. Atención pri-
maria. Conceptos, organización y práctica clínica. 5.a ed. Madrid: Else-
rencia al coste de oportunidad y a la justicia distributiva. vier, 2003; p. 657-73.
La sociedad debe reconocer que el fumador no es del todo 5. Marina JA. Crónicas de la ultramodernidad. Barcelona: Anagrama,
responsable de su adicción y asumir que debe brindarle 2000; p. 150-1.
apoyo para vencerla. Sin embargo, en reciprocidad, el fu- 6. Plan Nacional de Drogas. Ministerio del Interior. Madrid, 2000.
7. Organización Mundial de la Salud. Consecuencias del tabaco para la sa-
mador debe colaborar activamente en el proceso, siguiendo lud. Informe técnico n.o 568. OMS: Ginebra, 1974.
los consejos e indicaciones de los profesionales sanitarios. 8. American Psychiatric Association. Breviario DSM-III-R. Criterios diagnós-
En definitiva, esta cuestión nos hace reflexionar sobre los ticos. Barcelona: Masson S.A., 1988.
9. Pierce JO, Choi WS, Gilpin EA, Farkas AJ, Berry CC. Tobacco industry
derechos y responsabilidades de pacientes y médicos. promotion of cigarettes and adolescent smoking. JAMA 1998;279:511-5.
Aquéllos tienen responsabilidades con su propia salud y en 10. Organización Mundial de la Salud. Ministerio de Sanidad y Consumo.
relación con el buen uso del sistema sanitario, y los segun- Día Mundial Sin Tabaco. Madrid, 2000.
11. Organización Mundial de la Salud. Ministerio de Sanidad y Consumo.
dos, junto al sistema sanitario, también tienen el derecho (y Día Mundial Sin Tabaco. Madrid, 2001.
el deber) de limitar prestaciones ineficaces, así como las 12. West R, McNeill A, Raw M. Smoking cessation guidelines of health pro-
ineficientes, sobre la base de criterios de equidad. fessionals: an update. Thorax 2000;55:987-99.
A menudo se alude a la existencia de numerosos problemas 13. Peto R. Smoking and death: the past 40 years and the next 40. BMJ
1994;309:973-9.
y obstáculos para llevar a la práctica las intervenciones en 14. Borrell F. La función educativa de la práctica clínica. Aten Primaria
tabaquismo. Se puede hablar de «obstáculos internos» rela- 1990;7:168-72.
cionados con la actitud y conducta personal del médico 15. Beauchamp TL. Paternalism. En: Reich WT, editor. Encyclopedia of bio-
ethics. New York: Simon&Schuster Macmillan, 1995; p. 1914-20.
frente al tabaco. Los profesionales fumadores aconsejan a 16. Simón P, Concheiro L. El consentimiento informado: teoría y práctica (I).
menos fumadores y con menos intensidad, aunque cuando Med Clin (Barc) 1993;100:659-63.
lo hacen logran resultados similares a los de los profesiona- 17. Moreno A, Ochoa FJ, Ramalle-Gomara E, Saralegui I, Fernández MV,
Quintana M. Eficacia de una intervención para dejar de fumar en pacien-
les fumadores. Los fumadores pueden ser más o menos tes con infarto agudo de miocardio. Med Clin (Barc) 2000;113:209-10.
ayudados en su deseo de dejar de fumar en función del 18. Borrell F. Manual de entrevista clínica. Barcelona: Doyma, 1989; p. 135-70.
profesional que les caiga en suerte27. Los «obstáculos exter- 19. Gracia D. La deliberación moral: el método de la ética clínica. Med Clin
nos» suelen guardar relación con la disponibilidad de recur- (Barc) 2001;117:18-23.
20. Rollnick S, Heather N, Bell A. Negotiating behaviour change in medical
sos tanto de tiempo como de formación. Sin embargo, es setting: the development of brief motivational interviewing. Journal of
probable que la intervención en tabaquismo esté más rela- Mental Health 1992;1:25-37.
cionada con la actitud profesional que con los recursos. Por 21. Prochaska JO, Di Clemente CC. Stages and process of self change of
smoking: toward an integrative model of change. J Consult Clin Psychol
otra parte, un análisis de la evidencia científica nos dice que 1983;51:390-5.
la intervención en tabaquismo es 3 veces más coste-efecti- 22. Salvador-Llivina T, Marín Tuya D, Agustí-Vidal A. El tratamiento del taba-
va que la intervención en hipertensión arterial y unas 9 ve- quismo: niveles de intervención. Med Clin (Barc) 1987;89(Supl):45-51.
23. Ortún V. ¿Qué debería saber un clínico de economía? Dimens Hum
ces más que la intervención en la hipercolesterolemia, y 1997;1:17-23.
casi nadie parece plantear problemas para intervenir en es- 24. Cortés M. Tabaquismo durante la guerra civil española (1936-1939).
tos otros factores de riesgo, mientras que hay quienes plan- Prev Tab 2002;4:37-40.
tean obstáculos con el tabaquismo. Esto también es una 25. Violaris AG, Thury A, Regar E, Melkert R, Serruys PW. Influence of a his-
tory of smoking on short term (six month) clinical and angiographic after
cuestión ética de equidad sobre la que todos los profesiona- succesful coronary angioplasty. Heart 2000;84:299-306.
les de la salud deberíamos reflexionar28. 26. Amoroso G, Marianai MA, Tio Ra, Grandjean JG. Continued cigarette
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pendent vasodilatation in the internal thoracic artery grafts. Ital Heart J
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