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Mascaras

Con el tiempo fui cubriendo mi rostro con tiras de periódico de las noticias que m
e impactaban, de esos encabezados de regaños y prohibiciones, de panfletos eclesiás
ticos, de dudas y burlas ajenas; eran pegadas con el tiempo, y finalmente pinta
das con un poco del color de mi alma, a veces eran trozos de otras vidas, así fue
como hice mi primer mascara. Descubrí y deshice más de una hasta perder mi cara. Ah
ora dudo de como sea, mis ojos son una guía para el abismo que mi mente esconde,
mis risas y voces son sólo un teatro creado para cientos de funciones en el circo
de la vida.
A través de agujeros hechos en esas plastas de papel de mala forma, de mal color y
con su propia originalidad contemplaba la vida, y me sentía hipócrita, ocultando mi
piel tras papel y yeso, envolviendo la falsedad en un silencio. Pero el mundo
es más cruel y engañoso que una máscara, el mundo es una configuración de planetas giran
do y mostrando mil rostros, aprovechando la luz y las sombras, el amor y el desp
recio que reflejan sus superficies, con nubes que ocultan su tierra, sus mares
.
Las mascaras no eran siempre de papel, algunas estaban formadas con pedazos de p
iel de un animal, de una persona, con su cabello o sus uñas, todo funcionaba para
cubrirse, para mostrar lo que se deseaba, pero las cubiertas no son perfectas y
las personas no son perfectos artistas del engaño. Sus mentiras caen, sus actos lo
s golpean, las preguntas arrugan su ceño y desvanecen la ilusión. Las batallas con
sus vidas rasgan sus apariencias y revelan un nuevo tono en su máscara, una vieja
capa, una nueva cubierta o incluso su piel, ahora tan simbióticas no saben lo que
es.
Me volví un observador de mascaras, un descifrador de símbolos, interprete de ceños
, incluso la apariencia más oscura muestra un poco del verdadero rostro. Cada masc
ara tenía una historia, una cicatriz imborrable. Cada figura, cada color podían rem
ontarse a su creación, a su razón de ser y ahí podía destruirse. La destrucción es tan sim
ple como tocar la máscara, dejar una mancha cambia el significado y esto puede lle
var a su portador a dejarla o cubrirla.
La complejidad no se debe a la cantidad de grecas sino a su carencia, la simplez
a es la mejor forma de ocultar. Sonreír, contar chistes, guardar silencio. Nadie p
uede ser una sola cosa, cada persona está compuesta por su madre, padre, hermanos,
amigos o la carencia de cualquiera de ellos. La vida les ha dado más de un recuer
do, las experiencias los han obligado a cambiar o dejar su máscara.
A pesar del intento de hacerse de nuevo, sus nuevas apariencias son un reflejo q
ue quiere ocultar algo viejo, demostrar algo nuevo y así terminan sólo por recrears
e, los cambios radicales son tan extraños como los milagros. Los milagros se compa
ran con sobrevivir a un accidente, o una gran cantidad de suerte que cambia de n
egativo a positivo.
Yo tengo una obsesión, un deseo, ver sus rostros imperfectos, sin gloria ni temor
. Y uno aun más grande, ver mi semblante de nuevo. Descubro y quiebro mascaras pa
ra encontrar velozmente una nueva puesta. El sadismo, el cariño son caminos que i
luminan la senda del ocultamiento. El sadismo, obliga a las personas a romper su
escudo, los quiebra y los deja en el abandono de un infante, les causa dolor y
en ese momento están desnudos. Deprimidos, confundidos, molestos y a veces destroz
ados. Son fácilmente observados y entonces compruebas las coincidencias entre los
dibujos y la imagen ahí, tirada, anonadada.
El sadismo tiene un problema si es que nos incuben los sentimientos, les duele y
los hace alejarse, y rara vez regresan para ser contemplados, hace que recreen
su vieja mascara y te odien. Pero por qué te odian si han visto su rostro de nuevo
, y todo es tan simple como: para eso tienen sus mascaras, porque no gustan de s
us rostros, porque bajo ellos están protegidos.
El amor, el cariño son caminos más complicados que el rompimiento de una máscara, esta
consiste en ganar a la persona, y así como nuestro superhéroe nos revelara su ident
idad. El camino es largo, no sólo requiere de halagos y escuchar, se necesita sabe
r escuchar y desarrollar un vínculo, a veces regalos, otras regaños. Y entonces un día
tal vez se descubra o deje descubrir lentamente, no es un movimiento fuerte, su
s muros van cayendo suavemente ante nosotros dejando ver poco a poco lo que ocul
tan, a comparación del sadismo en que la explosión son unos segundos y después se alza
n altas murallas cuando la contusión a terminado.
El camino del amor es tan lento y complicado a ojos de la fría razón, revoluciones q
uímicas en la mente de dos. Estupidez debido a una necesidad patológica de no estar
solo. Cuentos idealistas de una persona que no existe y que intentan encarnar en
su vida cotidiana.
Pero incluso las personas de mascaras más rígidas pueden caer en él, inician por delei
tarse con las figuras que caminan delante de ellos, después una mirada, una incita
ción. Comienza la danza reproductiva. El canto del romance. Y una vez si se dejan
arrastrar por la marea, por ese río de aguas dulces y confusas. Se hayan ahogándose
en pozos brillantes, en labios canturreantes de sirena, sobre superficies de sed
a dopados de un aroma.
Ella es el fauno que silbo mi canción, la marea que me convenció con su ritmo, ella
revela su máscara en historias nocturnas y en debrayes diurnos me encanta en risas
. Ata sus brazos sobre mi esqueleto, enciende la chispa de la magia cósmica. En u
n beso me apaga y me hunde en un infinito.
Mi forma silente relucía a un pensador, un soñador, alguien reservado y que observan
te; en cambio alguien que habla mucho da a conocer impulsividad, valor o torpeza
, busca de aceptación. Las ideas y palabras fluían en un jugar de niños, mis pliegues
caían y me revelaba.
Y entonces se diluyo el papel sobre aceite, me vi blanco, azul, negro, con una m
ueca alegre manchada de puntos tintineantes. Mi rostro ¿qué ha pasado a mi rostro? m
e cubrí con mis manos y entre dedos resbalaba sabían de un sauce llorón.
Porque ya no tengo mascara, porque las cicatrices están en mi rostro y las lágrimas
son reales, porque me volví una mueca vacía en un tono azul.
Y tú ¿qué puedes ver en mis ojos?

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