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MANUEL LACUNZA: MILENARISMO Y TRASCENDENCIA FILOSÓFICA

MUY poco o nada se conocen -en nuestro desmemoriado ambiente filosófico chileno- las andanzas del P.
Manuel Lacunza. Su olvido y destierro para siempre de nuestra historia filosófica y nacional hubiése sido
un hecho insalvable a no ser por una breve y efímera alusión de Don Enrique Molina en su "Filosofía en
Chile":

"La penuria filosófica de Chile ha ido, naturalmente, en aumento a medida que remontamos la
corriente del tiempo, desde la vida independiante de la nación hacia la época del coloniaje. En esta última
no encontramos más que un nombre que valga la pena mencionar y eso en pleno siglo XVIII: el del padre
Manuel Lacunza, autor del, en sus días, celebrado libro "La venida del Mesías en gloria y majestad",que
-por lo demás, y es lo que nos interesa- no nos da cuenta de su filosofía y sus repercusiones, del
milenarismo, su gran propuesta que en sí mismo demuestra un completo sistema filosófico.

PERO, así y todo, le agradecemos a don Enrique esta vaga y germinal alusión a lo que llamanos
-algunos- filosofía chilena, pues los tiempos y la tecnología propician un estudio riguroso de la filosofía
propiamente tal. ES cierto, las propuestas milenaristas de Lacunza nunca han tenido en Chile una
repercusión significativa a nivel popular, es decir, no fueron propuestas reflexionadas en el ámbito propio
de la realidad, o -como diría Giannini- no fué una reflexión cotidiana. La idea del Reino de Cristo en la
tierra por mil años antes de la resurrección universal, no fué opinión pública, ni menos objeto intelectual
filosófico de la época, un signo inequívoco de la verdad histórica que padecía Chile ya en tiempos de la
colonia. Sin embargo, aún ante la ausencia de reflexión filosófica propiamente tal, el pensamiento de
Lacunza no fue inadvertido en círculos eclesiásticos e intelectuales. Las propuestas de Lacunza son
verdaderos postulados filosóficos que dificilmente despertarían la imaginación de los sectores populares.
Pues, escencialente, Lacunza acusaba la interpretación bíblica, y promulgaba considerar la verdad
teológica tal y como aparecía, literalmente, en la Biblia. Su discusión era exclusívamente teológica,
doctrinal, iba más allá del dogma religioso, dogma que todo buen cristiano está condenado a no discurrir.

RENÉ Millar Carvacho, en su estudio "Recepción de Lacunza en Chile", nos dice:


"Pero si bien el utopismo de Lacunaza no ha logrado penetrar en la fantasía popular, sí ha
resultado atractivo y ha despertado interés en miembros del clero y en algunos estudiosos, ya sea para
criticarlo o defenderlo. Lo curioso es que cada cierto tiempo el milenarismo lacunciano reaparece de cara
a la opinión pública, a través de artículos y libros, haciendo que se mantenga vivo el interés en torno a él.
¿Cuál es la razón de esa vitalidad en los ámbitos mencionados? No resulta fácil explicar el fenómeno, pero
sin duda que influyen las cualidades de la obra misma, su carácter controvertido y sobre todo el interés
universal que ella despertó. De hecho es la obra erudita escrita por un autor chileno que mayor
repercusión ha tenido a nivel mundial y en consecuencia Lacunza ha pasado a ser la figura intelectual
nacional de más trascendencia. Esa sería, a nuestro juicio, la circunstancia que explica por qué el
milenarismo de Lacunza es un tema recurrente en ciertos ámbitos que van más allá de lo religioso".

CONSIDEREMOS que hay cuatro períodos históricos, divergentes, en el que el pensamiento del P. Manuel
Lacunza tuvo influencia:

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a) el período que corresponde al de la recepción de La Venida del Mesías entre las décadas de 1790 y
1820, entre los años inmediatamente posteriores al término de la obra y los que concluyen con la edición
inglesa de 1826;
En Chile, su obra se conoció muy pronto, mientras el P. Lacunza aún vivía y bastantes años antes a que
ésta fuere impresa . "Llegó precedida de gran fama y de su carácter polémico, lo que se aprecia tanto en
el extracto como en la impugnación. Las copias manuscritas circularon merced a los compañeros de exilio
de Lacunza y a sus amistades y todo parece indicar que no dejaron indiferente a los lectores, algunos de
los cuales sintiéndose muy favorablemente impresionados por ella la recomendaron o estuvieron
dispuestos a hacer circular un extracto de la misma. Otros la vieron como un peligro para la ortodoxia
católica y partidaria de ideas novedosas y discutibles en un momento muy especial donde se estaba
cuestionando demasiados principios y estructuras. Aunque son pocas las noticias específicas respecto a sus
lectores queda la sensación de que causó revuelo y fue discutida, ya sea por las ideas que contenía, como
por los comentarios y acogida que tuvo en otros lugares y también por tratarse de un autor chileno. Todo
parece indicar, que sectores conservadores la vieron como un peligro para ortodoxia religiosa y por el
contrario, otros de inspiración liberal la consideraron valiosa y útil por ir contra interpretaciones
tradicionales". (Recepción de Lacunza en Chile, René Millar Carvacho, 2002)
Es interesante consignar que los enemigos de la obra expresaron su especial preocupación por el encanto
que las ideas de Lacunza ejercían incluso entre el clero más conservador y militante. Esta atracción fue
denunciada, por ejemplo, en una diatriba publicada en Madrid en 1824, subtitulada "Observaciones para
precaverlo
(al público) de la seducción que pudiera ocasionarle la obra".

b) el que se extiende entre el primer centenario de la muerte del autor y fines de la década de 1910;
"Vaïsse ha mostrado la influencia de Lacunza en la formación de la Iglesia Católica Apostólica
llamada Irvingiana.
Los teólogos irvingianos John Sidney Davenport (1801-1900), Francis Sitwel (1787-1865) en una obra
póstuma, y William Bramley Moore (1831-1918) no disimulan sus opiniones coincidentes a propagar
ideas semejantes a las de Lacunza, no solamente en Gran Bretaña, sino también en muchos otros países.
Si los hermanos de Plymuth, conocidos con el nombre de darbistas, hubieran tenido la costumbre de citar
a sus fuentes, Lacunza aparecería frecuentemente en sus escritos. No he encontrado su nombre, sino en
los de Samuel Prideaux Tregelles (1813-1875) y Andrew Miller (1810-1883). John Arnott MacCulloch,
en un artículo consagrado a esa denominación protestante, hace intevenir a Lucunza como origen del
movimiento. Achille Maulvault (1834-1918), hablando de Lambert, ha señalado la influencia ejercida
sobre la escatología darbista por los corifeos del milenarismo católico moderno: Lacunza y Lambert. El
futurismo darbista proviene directamente de Lacunza, aunque se aparta de éste en más de un punto.
Georg Friedrich Müller (1805-1898) había comenzado a comprender la importacia del retorno de Jesús
en 1829, poco tiempo después de la publicación del Ben-Ezra de Irving". (Lacunza. Un heraldo de la
segunda venida de cristo, Dr. Alfredo Félix Vaucher, Barcelona, 1970)

c) el de los años treinta y cuarenta, como protagonista al padre Salas y sus discípulos;

d) el que se extiende desde la década de 1950 hasta el presente.

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No es extraño que Lacunza fuese interpretado, en distinto momento histórico, como conservador y liberal
e incluso bajo el prisma de la teología de la liberación, movimiento que se desarrolló a nivel
latinoamericano.

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m.r.o.g

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