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Algunas dificultades que bloquean el aprendizaje

Existen dificultades que bloquean o, al menos, dificultan el


aprendizaje de la institución escolar. No es la menor la rutinización de las
prácticas docentes. La inercia hace que se perpetúen los modos de
pensar, de sentir y de proceder. Son tan potentes las inercias que resulta
sorprendente la ausencia de interrogantes y de búsqueda de respuestas a
fracasos y, fallos y limitaciones evidentes.

Otra causa es la fuerza que tiene la burocratización de las


prácticas profesionales que buscan el cambio. Cuando la innovación se
convierte en una burocracia., el cambio ha muerto. Hay muchos cambios
sin alma en la escuela. Algunos de ellos vienen impuestos por leyes y
normativas que no han nacido en la misma escuela. Se confecciona el
documento solicitado (un proyecto, una memoria, un reglamento...), pero
nada importa la incidencia real de su elaboración en la mejora de las
prácticas. El contenido puede ser excelente, la autoría compartida y la
formalización muy precisa, pero cuando se convierte el documento en un
trámite burocrático no tiene valor para el cambio más rico y profundo.

No quiero dejar de nombrar un enemigo importante del


aprendizaje de la escuela. Es el fatalismo. Esa sensación terrible e
inmovilizadora que consiste en pensar que las cosas son como son, que
nada puede cambiar, que quienes los intenten se estrellarán
irremediablemente contra las dificultades y contra la forma de ser de las
personas. Se diría que estamos condenados por un extraño destino a
repetir los errores que hacemos.

La perversión de la meritocracia hace que quienes de verdad


desean transformar la escuela y favorecer su aprendizaje se vean
castigados por la comparación con aquellos que multiplican sus méritos a
través de medios espurios. Para ser buenos profesionales en la escuela
hace falta asistir a cursos, a seminarios, a Congresos, aunque esa
asistencia no proyecto repercusión alguna en la institución. Mejor
profesional, para el sistema, es aquel que acumula más acreditaciones de
formación, no el que trabaja y se esfuerza cada día instado por las
necesidades y exigencias del alumnado, de los colegas y de la sociedad.

La falta de la autonomía escolar (Smyth, 2001) es otro de los


obstáculos más eficaces para que la escuela aprenda. Si todo viene
legislado, si no existen un margen suficiente de autonomía curricular,
organizativa y económica, será difícil que la escuela tenga un proyecto
propio que se comprometa en procesos de reflexión y de mejora.

El individualismo hace difícil el aprendizaje colegiado de la


institución. Los procesos de balcanización que se producen en las escuelas
(Hargreavres, 1996) y el individualismo que impregna muchas prácticas
docentes, hacen casi imposible que la escuela, como institución aprenda.
No se plantean los fines como objetivo compartido, no se realizan las
prácticas con una visión y un empeño coordinado. No se concibe el Centro
como la unidad de intervención. "Mi aula", "mi asignatura", "mi tutoría",
"mis alumnos", 'mis objetivos", "mis problemas",... son expresiones
delatoras de este transfondo institucional.

Una dirección de carácter más gerencialista que pedagógico,


más impositiva que favorecedora de la participación, más tendente al
control que a la mejora, difícilmente impulsará procesos de reflexión
compartida conducentes al aprendizaje. La dirección autoritaria se
atrinchera en las rutinas y se protege de las críticas, de tal manera que se
hace impermeable al aprendizaje. Lejos de propiciar la reflexión
compartida pretende pensar por y para todos. Se convierte en un
obstáculo, no en un estímulo, para el aprendizaje.

Si no existe control democrático, si no se produce una doble


corriente de exigencia sobre la escuela, si la institución no está recorrida
por una tensión conducente a la mejora, será difícil que aprenda y mejora.
Cuando cada uno puede hacer lo que se le antoja sin que haya la menor
repercusión sobre su forma de actuar, es fácil que la relajación de adueñe
de la actividad de los profesionales. La responsabilidad en el uso del
dinero público y la trascendencia de lo que se hace en las aulas y en los
escuelas obliga a la sociedad (de forma descendente y ascendente) a
ejercer un control democrático.

o Dificultades para el aprendizaje de la escuela

- Rutinización de las prácticas profesionales: cuando se mecanizan las


prácticas profesionales se establecen las rutinas de manera rígida.
- Descoordinación de los profesionales: cuando falta “unidad de acción”,
es decir, un proyecto compartido, discutido, estratégicamente desarrollado por
todos.
- Supervisión temerosa: cuando los que supervisan la actividad de la
escuela no ven bien la innovación es difícil que los profesionales se animen a
ponerla en marcha.
- Dirección gerencialista: potenciar la dirección da lugar a disminuir la
participación de los profesores.
- Centralización excesiva: cuando la organización escolar es regida
desde fuera, los profesionales pierden su iniciativa y su responsabilidad.
- Masificación de alumnos: dificulta la atención a la diversidad.
- Desmotivación del profesorado: motivación del profesor es un elemento
básico para el desarrollo de una acción de calidad

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