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Cambiando nuestra actitud

Por. Luisa Leyva.


Cuando hablamos del enviar debemos tener en claro que allí se ve
reflejado todo el esfuerzo y trabajo desarrollado dentro de la
visión. Podemos salir y ganar a miles, consolidarlos y discipularlos en las
escuelas de líderes; pero si no logramos enviarlos y llevarlos a
reproducirse en otros a través de las células, nuestro trabajo será
infructuoso. El verdadero crecimiento se logra cuando cada persona que
Dios me ha dado y he formado enfrenta el reto de pastorear a otros en
sus células. Es allí cuando realmente comienza el ministerio de una
persona y cuando comenzamos a conquistar nuestra ciudad. Cada célula
es una conquista territorial, cada célula debe impactar su sector y
establecer el Reino de Dios.

Cambie de actitud

Hace pocos días estaba hablando con una de mis doce sobre el desempeño de su grupo en el
trabajo celular y con gran preocupación me contó como una de sus líderes le había dicho que
amaba la visión, que la iglesia era maravillosa; pero que cada vez que hablábamos de células y de
recoger la información todo cambiaba. Quedé muy preocupada y más aún, cuando otro líder, que
trabaja con otro pastor, me contó cómo las células no eran la prioridad dentro de su ministerio. Fui
entonces a orar y a preguntarle al Señor que estaba pasando y me llevó al libro de Hechos 9 y 10 y
me confrontó con lo siguiente:

En el capítulo 9 de Hechos la iglesia está viviendo uno de sus mayores avivamientos, había
sanidades, muertos eran resucitados y las multitudes venían corriendo a los pies de Cristo. El
apóstol Pedro era el hombre de Dios más reconocido. Estaba haciendo un excelente trabajo para el
Señor. En nuestros días Dios está haciendo lo mismo: hay un gran mover del Espíritu Santo y
muchos vienen sedientos de Dios.Pero Dios quería algo más, en el capítulo 9 ha preparado a un
hombre a Cornelio, que aunque no asistía a la iglesia, era un hombre piadoso que amaba a Dios y
era justo. El Señor inquietó su corazón para guiarlo a Jesús. En la casa de Cornelio, nació una
célula, célula que dio origen al ministerio a los gentiles. Mientras tanto el Espíritu Santo le habla a
Pedro a través de una visión y en tres oportunidades, le recalca, sobre no llamar inmundo lo que
Cristo santificó. 

Pedro tuvo que cambiar su actitud y reconocer que Dios quería ir más allá y llevar salvación a todas
las ciudades. Si de Pedro hubiese dependido la salvación no habría llegado a Cornelio, su familia y
a los gentiles.Tenemos que cambiar nuestra actitud frente a las células, Dios quiere tocar cada
ciudad y Él está tocando el corazón de hombres y mujeres  para llevarlos a Cristo. No podemos
decidir quien puede o no merece salvación, Cornelio era un hombre justo y bueno y el Señor lo
quería en sus filas. En nuestras ciudades hay miles de personas, que como Cornelio, son personas
justas y buenas que necesitan ser guiadas a Jesús y las células son la oportunidad para esto. 

Como pastores debemos transmitirle a nuestra gente el deseo de salir de la iglesia, de las
reuniones de adoración o alabanza y lanzarnos a conquistar y tomar nuestra nación. No seamos
más como Pedro, que cada vez que Dios le hablaba tenía que hacerlo tres veces y en visión. Dios
quiere sacarnos a conquistar. 

Haga del trabajo celular una prioridad

Volviendo al ejemplo de mi discípula, pude entender que lo que, realmente le molestaba, no eran
las células; sino la supervisión de las mismas, pues ella no tenía la disciplina de llenar
semanalmente la información. Tristemente tuve que reconocer que la culpa era mía, pues había
permitido que la supervisión se convirtiera en algo que se hace de vez en cuando y no en una
herramienta de crecimiento. No nos podemos desviar de nuestro objetivo. La razón de ser del
ganar, consolidar y discipular es extendernos con el evangelio a través de las células. No
permitamos que las actividades de la iglesia desvíen a nuestra gente de su trabajo celular. Cada
actividad, cada pesca, cada convocatoria debe apuntar a lograr el crecimiento de nuestra iglesia,
crecimiento que se debe ver reflejado en el crecimiento celular.

Que todo apunte a crecer en número de entregas, de personas en encuentro, de alumnos en


escuela de líderes y con una gran explosión celular. Como en la época de Pedro Dios quiere
llevarnos a un nuevo nivel de conquista en nuestro ministerio y afuera hay muchos Cornelio
esperando con su casa abierta para una célula. Quizás esa es la puerta para que por medio de
nuestros líderes toquemos a los hombres más influyentes de la nación.

Tenga un alto nivel de motivación

Hay dos maneras de crecer en las células, una por presión y otra por motivación. Cuando
presionamos a nuestros líderes a que tienen que multiplicarse y los obligamos, lo estamos haciendo
mal y estas serán células enfermas. Pero cuando mantenemos un alto nivel de motivación ligado a
la fe y al espíritu de conquista vamos a crecer de la manera correcta. Los primeros motivados
debemos ser nosotros, tener la convicción que nuestras células crecerán y se multiplicarán y que
llevaremos salvación y restauración a cada familia y casa que toquemos. Cuando lo estemos
transmitiremos ese espíritu a nuestra gente, pues ellos entenderán que Su mano estará sobre sus
células y que estarán cumpliendo con la gran comisión.

Tenemos el privilegio de hacer parte de una iglesia celular. Somos el resultado del sueño de Dios
colocado en el corazón de nuestro pastor que soñó no sólo con una iglesia de multitudes, sino
también con una iglesia que se extiende a través de miles de células para tocar las familias de la
tierra. En los dos últimos años, en Colombia, hemos abierto más de 180 sedes de la MCI: sedes
que nacieron como una célula y que su crecimiento les llevó a convertirse en iglesias. 

Esto fue precisamente lo que Dios hizo a través de la célula de Cornelio: ganar una familia, sus
allegados y un nuevo espacio para la iglesia a través del ministerio a los gentiles.

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