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Boletín de la

Academia Nacional de Historia


boletín
de la
academia nacional
de historia

Volumen LXXXVIII N° 184

Segundo semestre de 2010


ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

DIRECTOR: Juan Cordero Íñiguez


SUBDIRECTOR: Agustín Moreno Proaño
SECRETARIO: Eduardo Muñoz Borrero
BIBLOTECARIO–ARCHIVERO: Enrique Muñoz Larrea
COMISIÓN DE PUBLICACIONES: Hernán Rodríguez Castelo
Jenny Estrada Ruiz
Francisco Salazar Alvarado
TESORERO: Jorge Núñez Sánchez
RELACIONADOR PúBLICO: Juan José Paz y Miño

BOLETÍN de la A.N.H.
Vol LXXXVIII nº 184

©  Academia Nacional de Historia del Ecuador

ISSN Nº 1390-079X

Diseño e impresión
PPL Impresores 2529762
Quito
flandazurippl@andinanet.net

marzo 2011

Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación

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ÍNDICE GENERAL

Editorial 7

EN EL BICENTENARIO 13
• Los Próceres de agosto: vecinos, ciudadanos y creyentes
Carlos Freire 15
• Antonio Ante y Flor
Juan Francisco Donoso Game 37
• Los Checa en la historia del Ecuador.
Del 10 de Agosto de 1809 y el 2 de Agosto de 1810
Marcia Stacey 59
• La obra de teatro que se escribió tras el 2 de Agosto trágico
Hernán Rodríguez Castelo 87

ARTÍCULOS Y ENSAYOS 95
• La visita de José García de León y Pizarro a Quito
Kenneth J. Andrien 97
• José María Landa y Ramírez, un argentino en Cuenca
en la primera mitad del siglo XIX
Juan Cordero Íñiguez 129
• El teniente general don Toribio Montes Calaca y Pérez
Enrique Muñoz Larrea 175
• Origen del Dr. Ángel Polibio Chaves,
fundador de la provincia de Bolívar
Gregorio César De Larrea 185

DISCURSOS ACADÉMICOS 193


• Acotaciones sobre la masacre del 2 de Agosto de 1810
Gustavo Pérez Ramírez 195
• Ricardo Paredes Romero: el médico marcado por la
huella de la Revolución Juliana
Germán Rodas Chaves 215
• San Martín, su entrevista con Bolívar en Guayaquil
y retiro del gobierno del Perú
Benjamín Alfredo Rosales Valenzuela 227

VIDA ACADÉMICA 249


• Homenaje de la ANH a cinco grandes historiadores
Juan Cordero Íñiguez 251

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Directorio de miembros de la ANH 269
Individuos de número de la ANH a diciembre de 2010 271
Miembros correspondientes a diciembre de 2010 277
Miembros electos para correspondientes 282
Miembros honorarios 283
Miembros extranjeros electos como correspondientes 283
Miembros de provincias 286

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rimero con el anuncio “Hacia el bicentenario”, y, cuando

P en 2009, llegó la celebración de los doscientos años del pro-


nunciamiento quiteño y el establecimiento de la primera
Junta autónoma de América, con el título “En el bicente-
nario”, la primera sección del Boletín de la Academia Nacional
de Historia publicó artículos que iluminaran el glorioso aconte-
cimiento. Se comenzó, como lo recordarán los lectores del Bole-
tín, por una amplia y rigurosa panorámica de cuanto se hizo en
Quito, desde la cena de navidad de 1808, en la casa del Marqués
de Selva Alegre, en el Valle de los Chillos, donde los intelectua-
les que maduraban aquellas ideas revolucionarias les dieron una
primera forma programática. Fue el largo estudio titulado “La
gloriosa y trágica historia de la independenciade Quito. 1808-
1813”, del académico Hernán Rodríguez Castelo, que ha sido
ya más de una vez reproducida en publicaciones de conmemo-
ración del Agosto quiteño y ha servido de base para entusiastas
empeños de vulgarización de esa página de la historia patria
tan digna de recordación.

Cuando, transcurrido el año 9, se llegó al agosto de 2010, por


primera vez la gloriosa historia de la Revolución de Quito cobró
caracteres de trágica. Fue la inmolación de la mayor parte de los
líderes y conductores del primer gobierno quiteño autónomo
asesinados con sevicia por las tropas del Real de Lima en esos
calabozos que aún pueden los quiteños, ecuatorianos y ameri-
canos visitar en el lado norte de lo que, antes de la expulsión de
los de Loyola, fueran universidad y colegio de los jesuitas y hoy
es el Centro Cultural Metropolitano.

Resultaba impropio el nombre de “celebración” para la recor-


dación de hechos tan luctuosos –la masacre consumada por los
del Real de Lima no se redujo a los calabozos en que estaban
prisioneros esos quiteños ilustres: se volcó hacia la ciudad, en
cuyas calles fueron asesinados a mansalva decenas de gentes
del pueblo–. No parecen haberlo entendido ciertas autoridades

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

del gobierno y la ciudad que multiplicaron actos festivos, la mayor parte


sin ningún contenido histórico. Fue –dijo un académico en una sesión
de la Corporación– como si una familia, para recordar el asesinato de
sus abuelos, hiciese una fiesta bailable.

Frente a tamaña aberración –que, por supuesto, no fue la única–


y como un aporte para sacudir una indiferencia casi general frente a
acontecimiento que conmovió a América, comenzando por el mayor de
los americanos, Bolívar, este Boletín, que recoge el pensamiento y senti-
miento de los historiadores miembros de la Academia Nacional de His-
toria, hizo de su número 183, un “Homenaje de la Academia Nacional
de Historia a los próceres sacrificados el 2 de Agosto de 1810”. Fue ese
número monográfico todo un tomo sobre ese Agosto que dio a la patria
sus primeros mártires. Comenzó por biografías sólidamente documen-
tadas de las principales figuras: Juan de Dios Morales y José Riofrío, por
Jorge Núñez; Manuel Rodríguez de Quiroga, por Hernán Rodríguez
Castelo; Coronel Juan Salinas, por el Gral. Juan Francisco Donoso Game
(Miembro fundador de la Academia Nacional de Historia Militar, escri-
tor invitado); Juan de Larrea y Guerrero, por Carlos Freile; y una breve
noticia de otros patriotas, con quienes la historia se ha mostrado avara
en guardarnos datos fidedignos, por Enrique Muñoz Larrea.

Y después crónicas en verso y prosa escritas por testigos de los


sucesos del 2 de Agosto, dos de ellos en los mismos días que siguieron
a la masacre: el impresionante “Cántico lúgubre en que se lamenta el
estado de desolación de la ciudad de Quito el día jueves 2 de agosto de
1810, a la una y media de la tarde”; la “Relación de un pasajero que vio
en Quito el 2 de Agosto de 1810”; las páginas en que refirió esos hechos
William Bennet Stevenson, secretario entonces del Presidente de la Au-
diencia, el Conde Ruiz de Castilla, en su A historical and descriptive na-
rrative of twenty years residence in south america, y el relato de los
sucesos hecho por el Provisor Caicedo –testigo privilegiado de muchos
de esos hechos, hasta en sus últimos recovecos– en su Viaje Imaginario
(por supuesto que sin presentarse como su autor, autoría que podía ha-
berle acarreado pena capital).

8
E D I TO R I A L

Esa entrega del Boletín de la Academia Nacional de Historia, ti-


tulado Homenaje de la Academia Nacional de Historia a los próceres sacrifi-
cados el 2 de Agosto de 1810, fue un estupendo libro, que solo pudo
haberse hecho en Quito, donde se escribieron esas crónicas, lamentos y
testimonios que nos entregan palpitantes los sentimientos de dolor, in-
dignación y cólera de quienes fueron testigos de tragedia tan abruma-
dora. Estupendo libro, merecedor de mejor suerte, porque hasta a él ha
llegado la general insensibilidad e indiferencia ante página tan grande
de historia americana. Pero la Academia cumplió, y esta publicación es
lo que va quedando de la recordación quiteña del 2 de Agosto de 1810.

Pero la historia de los primeros años de independencia de Quito


–entonces Quito era lo que es hoy la República del Ecuador–, y la obli-
gación de seguir recordando y reviviendo esos sucesos gloriosos y trá-
gicos persiste.

Montúfar rige en Quito una nueva Junta de Gobierno, para que


ejerciera autoridad en Quito y la Provincia, y en solemne Cabildo elec-
tores del Clero, de la nobleza y de los barrios eligieron a quienes con-
formarían la Junta. ¿Saben nuestro munícipes cuándo ocurrió aquello?
¿Han tenido alguna idea de que eran los llamados a conmemorarlo? El
17 de febrero de 1811 las tropas quiteñas que avanzaban sobre la realista
Cuenca lograron una importante victoria en Paredones. ¿Lo han recor-
dado y celebrado nuestras Fuerzas Armadas actuales, herederas de ese
primer ejército nacional? Y sucesos de tanta magnitud llegarían hasta la
elaboración de nuestra primera Constitución y su promulgación, casi el
mismo día en que España promulga la suya. Y las dos son tan coinci-
dentes, y no solo en el espíritu sino hasta en la letra, que se abren estu-
pendos espacios para la investigación histórica. España prepara grandes
celebraciones para recordar los doscientos años de esa primera Consti-
tución, que los españoles llamaron la Pepa. Cabe esperar que al menos
este Boletín procure responder a los retos que estas últimas páginas de
la historia de la primera independencia de Quito plantean.

Entretanto este nuevo número del Boletín se abre con la sección


“En el bicentenario”. Nuevas iluminaciones sobre hechos y actores de

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esa “gloriosa y trágica historia” aportan Carlos Freile en su ensayo “Los


próceres de Agosto: vecinos, ciudadanos y creyentes”, el general Juan
Francisco Donoso Game en su biografía de Antonio Ante, otro de los
ilustres hombres del Agosto quiteño, y Marcia Stacey en su documen-
tado estudio “Los Checa en la historia del Ecuador del 10 de Agosto de
1809 y del 2 de Agosto de 1810”. Y, como un eco del 2 de Agosto trágico,
se vuelven los ojos a una pieza teatral escrita por el ilustre americano,
el chileno fray Camilo Henríquez, que fue también testigo de la matanza
de los próceres y las gentes quiteñas, la famosa La Camila. La recuerda
y estudia un historiador que es, además, crítico literario y amplio cono-
cedor de la historia del teatro nacional, Hernán Rodríguez Castelo.

Pero dos de los trabajos de la siguiente sección y uno de la ter-


cera guardan relación, aunque indirecta los dos primeros, enormemente
sugestiva, con los hechos del Agosto quiteño.

El eclesiástico argentino José María Landa y Ramírez, a quien


dedica estudio respaldado por rico juego de documentos, Juan Cordero
Iñiguez, el director de la Academia, fue brazo derecho del atrabiliario
obispo Quintián, el peor enemigo de la Revolución de Quito en Cuenca.

Y Toribio Montes, a quien dedica su estudio el académico Enri-


que Muñoz Larrea, fue quien dirigió la campaña que acabó con la revo-
lución y quien, tras la resistencia heroica, con el eufemismo de
“pacificador”, pasó por las armas a tantos quiteños. Cabe recordar lo
que se escribiera en “La gloriosa y trágica historia de la independencia
de Quito”: “La sevicia con que Montes y su atrabiliario segundo, Sá-
mano, tomaron venganza dejó huellas espeluznantes en órdenes como
la dada por el Presidente a un Fábrega, que había capturado a Nicolás
Peña y su heroica esposa Rosa Zárate en los bosques de Malbucho, en
donde las gentes quiteñas habían ido a combatir después de los sucesos
de diciembre en Ibarra: “Proceda Ud. a ponerles en capilla, pasándolos
por las armas por la espalda, cortándoles las cabezas que, con brevedad,
remitirá Ud. del mejor modo posible, para que se conserven y que ven-
gan ocultas, a fin de ponerlas en la plaza de esta capital”.

10
E D I TO R I A L

Y, aunque por tratarse de un discurso académico de ingreso,


está en la correspondiente sección, y no en la parte “En el bicentenario”,
el trabajo de Gustavo Pérez Ramírez titulado “Acotaciones sobre la ma-
sacre del 2 de Agosto de 1810” constituye importante aporte al esclare-
cimiento de los trágicos sucesos del 2 de Agosto de 1810.

Los otros trabajos, comenzando por uno interesantísimo sobre


“La visita de José García de León Pizarro a Quito”, cedido gentilmente
por su autor, el profesor de la Universidad de Ohio Kenneth J. Andrien,
y traducido por el académico Gonzalo Ortiz Crespo, nos permiten apro-
ximarnos al amplio espectro de inquietudes históricas en que los miem-
bros de la Academia Nacional de Historia del Ecuador, al igual que
académicos amigos de otros lares, despliegan sus búsquedas y estudios.

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EN EL
BICENTENARIO
LOS PROCERES DE AGOSTO:
VECINOS, CIUDADANOS Y CREYENTES 1

Carlos Freile

Para mejor entendimiento de las palabras siguientes cabe recal-


car el ámbito al cual se refieren: en cuanto al espacio tocan al Reino de
Quito, configurado en el Imperio Español como Real Audiencia, en
cuanto al tiempo se ciñen al inicio del proceso de Independencia, entre
1808 y 1812.

De vecinos a ciudadanos
Todo acercamiento al proceso de la Independencia debe contar
con el hecho de que los actores de ella, a quienes nosotros llamamos
“próceres”, pertenecían a una sociedad estamental y patrimonial, como
todas las del Antiguo Régimen. Modelo de sociedad que ellos no ponían
en tela de juicio, pues su anhelo era lograr si no total independencia
sí suficiente autonomía, no tanto de Madrid, lejana, desconocedora e
inepta, sino de Lima y Santa Fe, cercanas, ambiciosas y abusivas. Sin
embargo es evidente la intención, por lo menos de los actores más co-
nocedores del derecho y de las tendencias del tiempo, de establecer un
estado con bases políticas no estamentales sino ciudadanas, en otras pa-
labras, de separar los derechos políticos de la situación social de la per-
sona en el momento de su nacimiento. No olvidemos que esa situación
estaba profundamente ligada no solo al color de la piel, a la sangre, sino
también a la riqueza y al consenso de las gentes.
Partamos de las formas de participación en los años anteriores
al período independentista propiamente dicho. De acuerdo con la tra-
dición española de origen medieval, el pueblo estaba representado por
los vecinos, quienes, por ejemplo elegían autoridades y procuradores
hasta que el poder real se volvió absoluto por influencias llegadas de
fuera y justificadas por el concepto romano de “imperium”, el derecho
a mandar. Sin embargo en las Leyes de Indias se mantuvo el principio de

1 El presente artículo es una ampliación de la ponencia presentada en el Seminario Interdisci-


plinar “Ciudadanía y Memoria” del Stipendienwerk Lateinamerika-Deutschland, realizado
en Quito en febrero de 2009.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

que los vecinos elegían autoridades: “hagan elecciones los vecinos”


(Libro IV, Título 10, Ley 3). Pero, ¿quién gozaba el rango de vecino? Las
mismas Leyes citadas lo definen: “el que tiene casa poblada, aunque no
sea Encomendero de Indios, se entiende ser vecino” (Libro IV, Título 10,
Ley 6). Aquello de “casa poblada” indica capacidad económica e inde-
pendencia de otros, por lo que debe el vecino colaborar en la vida digna
y ordenada de la ciudad y también en su defensa, como se ve a todo lo
largo de los siglos coloniales en los casos de levantamientos indígenas
o ataques de piratas (un caso digno de memoria es el de la oposición de
los vecinos y cabildo de Quito a la entrada de las tropas del general
Pedro de Arana por considerar injustificada la medida ordenada por el
virrey de Lima, hecho sucedido en 1592 a raíz de la llamada Revolución
de las Alcabalas). Podemos completar la idea con la definición que da
el Diccionario de Autoridades en 1737: “(vecino es) el que tiene casa, y
hogar en un Pueblo, y contribuye en él a las cargas, ú repartimientos,
aunque actualmente no viva en él”. Según Escriche, en España se nece-
sitaban diez años de permanencia para adquirir el título de vecino (Jo-
aquín ESCRICHE: Diccionario razonado de Legislación y Jurisprudencia,
Paris, Librería de Rosa, Bouret y Cía, 1852), en América no, por obvias
razones. No he encontrado otras condiciones para ser vecino, en las
Leyes de Indias solo se establece que para ser Alcaldes Ordinarios, o sea
jueces municipales de primera instancia, se requería ser personas hábiles
y que sepan leer y escribir (Libro V, Título 3, Ley 4). El análisis atento
de los documentos coloniales y la observación astuta de los modos de
vida nos lleva a afirmar con toda certeza que junto a los requisitos men-
cionados siempre aparece el “consenso social”, esa misteriosa especie
de voto anónimo y casi unánime que otorga respetabilidad y honor a
determinadas familias y a otras no. No es necesario recordar que los in-
dígenas y negros estaban excluidos de la “vecindad”, los primeros por
ser considerados menores de edad jurídicos necesitados siempre de la
presencia de un procurador, llamado “protector de indios”, los segundos
por no ser libres. Esta amarga realidad permaneció después de la Inde-
pendencia, aunque algún visionario deseó eliminarla. En todo caso una
familia india rica podía asumir el rango de mestiza y poco a poco ser
tenida como criolla por eso del consenso social, igual sucedía con los
mulatos.
El vecino del Antiguo Régimen se convertirá en ciudadano en
el estado liberal. Tan es así que las condiciones para ser ciudadano in-

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L O S P R O C E R E S D E AG O S TO : VECINOS, CIUDADANOS Y CREYENTES

cluyen la capacidad económica, en el Ecuador hasta 1860. Durante los


años de las luchas por la Independencia los protagonistas primarios del
proceso revolucionario son los vecinos. Pero ya antes habían actuado
con conciencia clara en movimientos contrarios al poder afuereño, como
en el caso de la “Guerra de los Barrios de Quito” de 1765, cuando casi
todos los vecinos criollos hicieron causa común contra los abusos reales
o ficticios de ciertas autoridades subalternas recién llegadas de Santa Fe
de Bogotá. Pocos años después, Eugenio Espejo expresaba con claridad
los deberes del ciudadano: “un genio pacífico de que debe gloriarse todo
buen ciudadano para no ser peste de la sociedad” (Cartas Riobambenses
en Carlos E. FREILE G.: Cartas y lecturas de Eugenio Espejo, Quito, 2008,
p. 146), “acomodarse al humor general de los hombres”, es decir a su
naturaleza (Defensa de los Curas de Riobamba, Investigación, Introducción
y Notas por Carlos FREILE con la colaboración de Carlos PALADINES;
Quito, 1997, p. 111), “solicitar –en el sentido de buscar- la felicidad del
Estado” (Reflexiones acerca de las viruelas en Federico GONZALEZ S: Es-
critos de Espejo, T. II, Quito, 1912, p. 365). Espejo viene a ser el gozne entre
el Antiguo Régimen y el estado liberal, sin que esto signifique que haya
superado el estamentalismo. No en balde sus discípulos y amigos tu-
vieron el papel principal en la gesta libertaria, como lo reconocieron las
propias autoridades españolas después de 1812.
Revisemos algunos momentos decidores del proceso de Inde-
pendencia desde 1808, sacando a luz el protagonismo de algunos veci-
nos en trance de llegar a ser ciudadanos de hecho y de derecho. Co-
mienzo con 1808 y no con la fundación de la Primera Junta Soberana
pues en ese año con motivo de la llegada del nuevo Presidente de la Au-
diencia, D.Manuel Urriez, Conde Ruiz de Castilla, los colegiales de San
Fernando representaron cuatro obras de teatro: Catón, Andrómaca, Zo-
raida y Araucana. Veamos el por qué los quiteños se entusiasmaron con
ellas y las comentaron día y noche en calles, plazas, mercados, salones
y conventos. Catón es una tragedia del inglés Joseph Addison (1673-
1719) que exalta la figura de Catón de Útica, el mismo que aparece en
“El Purgatorio” de Dante, pues movido por un invencible republica-
nismo se opuso a los planes tiránicos de Julio César y fracasado se sui-
cidó. Andrómaca, en la leyenda griega fue la devota esposa de Héctor,
muerto éste, formó parte del botín de Neoptólemo, es la heroína de la
tragedia homónima de Eurípides (siglo V a.C.), defensora de la dignidad
de los derrotados frente a los abusos de Menelao, el rey espartano, pero

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existe un punto de la trama que no debe pasarse por alto: Hermione, es-
posa legítima de Neoptólemo y por ende rival de Adrómaca, consigue
que Orestes mate a su esposo con el fin de evitar que deje el trono al hijo
de Andrómaca, la extranjera, ¿sutil referencia a la presencia del “rey in-
truso” José I en España? Sobre este mismo tema Racine escribió la tra-
gedia homónima (1667), con algunos cambios, en ella Pirro, el rey es
asesinado por Orestes, aunque la causa no es política sino sentimental.
Algún autor sostiene que ésta fue la tragedia representada en Quito. Zo-
raida, drama escrito por Nicasio Álvarez de Cienfuegos (1764-1809),
poeta español muerto en la cárcel por su oposición al invasor y tirano
francés. La protagonista es víctima de los abusos del déspota de Gra-
nada, Boabdil. En un momento dado exclama ella: “Querido Abenamet,
¿por qué naciste / en días tan maléficos y aciagos? / Cuando el amor y
la virtud rigiesen, / tú serías feliz…” En este caso también existe la opi-
nión de que la tragedia representada fue Zaira (1732) de Voltaire, cuyo
tema es una adaptación del conocido Otelo. La Araucana, el poema épico
de Alonso de Ercilla (1533-1594) sobre la conquista de Chile, es muy co-
nocida. A partir de su argumento se escribieron varias obras de teatro,
no sabemos cuál de ellas fue representada en Quito, posiblemente la de
Lope de Vega, aunque no es de sus mejores logros, sin embargo el tema
se puede sospechar: la codicia de los españoles y la defensa incansable
de su libertad por parte de Caupolicán. Lo que nos interesa es que los
promotores de estas representaciones fueron dos hombres inquietos en
política, Juan de Dios Morales y Manuel Rodríguez de Quiroga, quienes
a los pocos meses serán protagonistas cruciales del proceso libertario y
que a través de esas obras apelaban a los quiteños para actuar de manera
decisiva e inmediata.
España había sido invadida por Napoleón y éste le había im-
puesto un nuevo rey con la complicidad cobarde del legítimo. Frente a
ello los españoles recurrieron a la vieja doctrina de que el poder radica
en el pueblo y al no tener rey legítimo optaron por reasumir la soberanía
en nombre del heredero, Fernando VII. Esto se hacía no tanto por in-
fluencia de la Revolución Francesa sino de la Escuela de Salamanca y
sobre todo de Francisco Suárez S.J, como se verá más adelante.

Excursus: la Escuela de Salamanca


A principios del siglo XVI la Universidad de Salamanca experi-
mentó una renovación fecunda con la presencia de influyentes filósofos

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L O S P R O C E R E S D E AG O S TO : VECINOS, CIUDADANOS Y CREYENTES

y teólogos que lograron darle una nueva faz a la escolástica. De hecho


se habla de una “Escuela” en cuyo origen estaría Francisco de Vitoria,
al que se le unieron Domingo de Soto, Melchor Cano y otros. Estos pen-
sadores trataron varios puntos candentes como el del origen del mal, el
del libre albedrío, la predestinación y la gracia, discusiones que deriva-
ron en la famosa controversia de auxiliis. En este caso interesan sus re-
flexiones acerca del origen divino del poder, las características del
gobierno legítimo y de las tiranías. En el mundo medieval San Isidoro
de Sevilla desarrolló la tesis paulina del origen divino del poder, tesis
extendida por la cristiandad hasta el Renacimiento aunque no manera
homogénea, pues algunos tratadistas defendían el poder absoluto de
los reyes, en otras palabras un poder sin condiciones; otros derivaron
hacia el modelo inglés, de unión en el monarca de las autoridades polí-
tica y religiosa… Los españoles defendían un cierto control de la comu-
nidad sobre el monarca en cuanto gobierna en nombre de ella y si lo
hace de manera injusta puede ser defenestrado y sustituido. Las refle-
xiones de los maestros salmantinos derivaron desde allí al tema de la
naturaleza de todos los hombres de la cual derivan los derechos llama-
dos hoy día humanos, los cuales no son una concesión graciosa del es-
tado ni una resolución de la voluntad general sino una consecuencia
ineludible de la naturaleza humana.
El jesuita Francisco Suárez rechazó las teorías políticas de los
anglicanos, resumidas en las conocidas sentencias de Jacobo I de Ingla-
terra: “el rey es anterior a cualquier estamento, parlamento o ley” y “los
reyes han sido el origen de las leyes y no las leyes el origen de los reyes”;
para ello escribió su Defensio fidei catholicae adversus anglicanae sectae, en
la cual sostiene lo ya dicho: el pueblo recibe el poder de Dios y lo tras-
mite al monarca libremente por medio de un pacto condicionado y mo-
dificable, pues el rey tiene la obligación de sujetarse a la ley y a la moral
para servir al bien común. En resumen, el poder político tiene límites y
se halla vinculado con el pueblo.2

2 Los estudios más actualizados demuestran la enorme influencia de la Escuela de Salamanca


en la evolución de la economía moderna. Surgen los nombres de Soto, Valencia, Azpilcueta,
Oñate…, alguno de ellos citado por Eugenio Espejo (véanse las obras de Joseph A. Schumpe-
ter y de Marjorie Grice-Hutchinson). También se ha señalado la dependencia de Galileo de
algunos de los maestros salmantinos como Soto y Muñoz, sobre todo en el tema de las inves-
tigaciones sobre la caída de los cuerpos y la inercia.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Hacia la ciudadanía autónoma


Un grupo de vecinos de Quito decidieron seguir el ejemplo de
los españoles peninsulares y reasumir al soberanía por cuanto el rey le-
gítimo había sido alejado del poder. La conjura se inició a fines de 1808
pero fracasó por una delación y la pérdida de los documentos compro-
metedores. Posteriormente se reinició y estalló en agosto de 1809. Los
textos son muy claros al respecto, los vecinos hacen uso de sus derechos
como ciudadanos del Imperio Español, se sienten iguales a todos los
demás, se saben capaces y dueños de sus destinos. En el primer Oficio
enviado al Presidente se dice con claridad: “El Pueblo de esta Capital
ha declarado formalmente, por Acta de hoy, haber cesado legítimamente
los actuales Magistrados en sus funciones…” (Oficio de la Junta Su-
prema, al Conde Ruiz de Castilla, 10 de agosto de 1809, en Alfredo
PONCE RIVADENEIRA: Quito 1809-1812, Madrid, 1960, p.136). A las
pocas horas se proclamó: “… a la Junta Central establecida en Madrid
le faltaba ya aquella representación política por la cual se le juró obe-
diencia”. “… el mismo derecho que tiene ahora Sevilla para formar in-
terinamente Junta Suprema de Gobierno tiene por lo mismo cualquiera
de los Reinos de América … habiendo cesado el aprobante de los Ma-
gistrados, han cesado también éstos sin disputa alguna en sus funciones,
quedando por necesidad la soberanía en el Pueblo”. (Manifiesto de la
Junta Suprema de Quito al Público, 10 de agosto de 1809, en Id. p. 137).
Como se ve ya se hablaba de que la “soberanía queda en el Pueblo”.
Una de las justificaciones de este proceder se dio en la defensa que el
ideólogo del movimiento Juan de Dios Morales hizo de él: “El Sr.Dn.
Fernando VII no puede, por nuestra desgracia, regir su monarquía. La
Junta Central se extinguió políticamente; luego la América está anár-
quica: estando anárquica, no hay autoridades constituidas, está en su
estado natural, y estando en estado natural, es libre de darse el gobierno
que le parezca conveniente y análogo a las circunstancias, como lo de-
clararon y lo han hecho los españoles, fundados en el Derecho de Gen-
tes. ¿Ha hecho el pueblo de Quito otra cosa? Claro está que no. Luego,
erigiendo su Junta, ha usado del derecho que le conceden la Naturaleza
y las leyes fundamentales de la sociedad” (Citado por Roberto AN-
DRADE: Historia del Ecuador, Primera serie, Quito, 1982, p. 217).
En los estertores de la primera etapa del movimiento libertario,
el Presidente de la segunda Junta encabezaba un decreto con las siguien-
tes palabras: “Nos, el Dr. Dn. José Cuero y Caicedo, por la gracia de Dios

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L O S P R O C E R E S D E AG O S TO : VECINOS, CIUDADANOS Y CREYENTES

y de la Santa Sede Apostólica Obispo de esta Diócesis … y por la volun-


tad de los Pueblos, Presidente del Estado de Quito.” (Decreto del Obispo
de Quito, Quito, 8 de agosto de 1812, en Rubén VARGAS U. S.J.: El Epis-
copado en los tiempos de la emancipación suramericana, Lima, 1962, p. 385).
El mismo en circular a los párrocos les decía: “Debiendo a imitación del
Apóstol honrar nuestro ministerio y conservar a estos pueblos cuya cus-
todia espiritual se nos ha encomendado por Dios y en lo temporal por
el libre consentimiento de estas Provincias que me han colocado a la
frente del Gobierno para procurar la felicidad común…” (Circular re-
servada del Obispo de Quito, Quito, 19 de septiembre de 1812, en Var-
gas, p. 387).
Las acciones y palabras de los vecinos no van tan solo en direc-
ción positiva: la reasunción de la soberanía, sino en negativa: rechazar
los abusos sufridos, se redactan verdaderos memoriales de agravios: El
primero es el oficio enviado a los diferentes ayuntamientos del Reino
de Quito, cito del ejemplar enviado a Popayán: “Un pueblo que conoce
sus deberes y que para defender su libertad e independencia ha sepa-
rado del mando a los intrusos —- no reconoce más juez que a Dios …
“(por parte de las autoridades no se ha visto otra cosa que) un desprecio
criminal de los derechos sacrosantos que nos ha concedido la naturaleza.
No se nos ha tenido por hombres sino por bestias de carga,…” “… se
ha hecho por los españoles europeos la más ultrajante desconfianza de
los americanos…” “(los españoles) teniéndose por dueños, no se dignan
hacer a sus esclavos partícipes de sus cuidados y decretan allá en sus
nocturnos conventículos la suerte desgraciada de éstos, soñando con-
servar el señorío”. “Es público ya en todo el mundo que un plan hipo-
tético de independencia para el caso de subyugada la España y faltar el
legítimo Soberano ha sido el cuerpo del delito. Este es el Bonapartismo
claro respecto de los procesantes, a quienes es preciso calificar por con-
siguiente de opresores de los criollos y usurpadores de sus derechos na-
turales” (Manifiesto de la Junta Suprema de Quito al Público, agosto 10
de 1809, en Ponce, p. 136 ss). El segundo es el Oficio del Marqués de
Selva Alegre a los diferentes Ayuntamientos del Reino de Quito en el
que luego de señalar que la Junta Central se hallaba ya extinguida
añade: “… el Pueblo de esta Capital, fiel a Dios, a la Patria y al Rey, no
solo temeroso de ser entregado a la inicua dominación francesa, sino
convencido de que ha llegado el caso de corresponderle la reasunción
del Poder Soberano se ha congregado…” (Oficio del Marqués de Selva

21
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Alegre al Ayutamiento de Popayán, Quito, 10 de agosto de 1809, en


Ponce, p. 139). El tercero es el Manifiesto del Pueblo de Quito, allí se
afirma: “Quito … ha sido mirado por los españoles que únicamente lo
mandaban, como una Nación recién conquistada, olvidando que sus ve-
cinos son también por la mayor parte descendientes de esos mismos es-
pañoles; han sido mirados con desprecio; tratados con ignominia, ofensa
la más amarga a la dignidad del hombre; han visto todos los empleos
en sus manos; la palabra criollo en sus labios ha sido la del insulto y del
escarnio…” (Manifiesto del Pueblo de Quito, agosto de 1809, en Ponce,
p. 142). Nótese que los agravios son tres: la opresión española, que en-
cierra el desprecio a los criollos y el acaparamiento de cargos públicos,
la negación de los derechos naturales y la posible entrega a Bonaparte
que significaría la persecución y aniquilamiento de la Religión católica.
De éstos nos interesa la negación de los derechos naturales, pues con
ello se birla a los criollos la capacidad de ser auténticos vecinos, autén-
ticos ciudadanos. Un poco menos de un mes más tarde, y vista la reac-
ción adversa de varias ciudades del Reino, es especial Guayaquil,
Cuenca y Popayán, al unísono con las dos sedes virreinales, los patriotas
escribieron por la pluma de Manuel Rodríguez de Quiroga: “La sacro-
santa Ley de Jesucristo y el imperio de Fernando VII perseguido y des-
terrado de la Península, han fijado su augusta mansión en Quito. Bajo
el Ecuador han erigido un baluarte inexpugnable contra las infernales
empresas de la opresión y la herejía. En este dichoso suelo, donde en
dulce unión y confraternidad tiene ya su trono la Paz y la Justicia, no
resuenan más que los tiernos y sagrados nombres de Dios, el Rey y la
Patria.”. (Manifiesto de la Junta Suprema de Quito a América, septiem-
bre 4 de 1809, en Ponce, p. 157). Aquí se expresa de manera más clara el
motivo profundo de la oposición radical a la menor posibilidad de que
Napoleón pueda dominar América: la defensa de la fe católica. Nótese
la vinculación de la opresión con la herejía. Aunque el punto será am-
pliado en la segunda parte de este artículo, sirve recalcar aquí que estas
palabras, y otras similares, confirman las sospechas de que nuestros pró-
ceres de 1809 no se sentían guiados ni por Voltaire ni por Rousseau, ni
por Robespierre ni Marat. Aunque tres años más tarde ya evocarán la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Pasemos a otro aspecto crucial: el mecanismo de reasunción de
la soberanía. En cierta historiografía ecuatoriana se solía criticar y des-
prestigiar al movimiento de los patriotas del 10 de agosto de 1809 mo-

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L O S P R O C E R E S D E AG O S TO : VECINOS, CIUDADANOS Y CREYENTES

tejándolo de conjura de los marqueses, como si cuatro o cinco aristócra-


tas más dos o tres comensales suyos se hubiesen arrogado la represen-
tación de todos los vecinos de la ciudad y del Reino. Los documentos
nos dicen que no fue así, que desde el inicio se buscó la aprobación del
pueblo y se procedió a elecciones por parte de los vecinos, con las limi-
taciones que ya señalé, derivadas de una sociedad todavía estamental,
aunque algunos de los protagonistas ya mostraban la voluntad de cam-
biarla hacia una sociedad de ciudadanos. Veámoslo.
Uno de los mayores críticos de la actuación de los próceres,
sobre todo de los marqueses, a los que llamó “traidores”, escribió hace
cincuenta años: “Para lo cual (los conjurados) acordaron también que
los principales vecinos de los barrios de la Capital suscribiesen sigilo-
samente con sus firmas la designación de los delegados o diputados ba-
rriales que debían reunirse para la elección de los miembros que debían
componer la Suprema Junta de Gobierno”. (Manuel María BORRERO:
La Revolución Quiteña 1809–1812, Quito, 1962, p. 23). Esta afirmación se
ve corroborada por la propia Acta de Constitución de la Junta Soberana,
la que asienta lo siguiente:
“Nos, los infrascritos diputados del pueblo, atendidas las pre-
sentes críticas circunstancias de la nación, declaramos solemnemente
haber cesado en sus funciones los magistrados actuales de esta capital
y sus provincias; en su virtud los del barrio N. elegimos y nombramos
por representantes de él a NN, y lo firmamos…” Fórmula que se repite
para cada uno de los barrios de la ciudad. (Acta de Constitución de la
Junta Soberana, en Borrero, p.27). A las pocas horas se expedía un Bando
que comienza con las palabras “Don Juan Pío Montúfar, …, Presidente
de la Junta Suprema Gubernativa de este Reino, constituida por el pue-
blo…” (Bando de la Junta, 10 agosto 1809, en Borrero, p. 30).
Tampoco los actores del movimiento de la ciudad de Quito pre-
tendieron representar a todos los habitantes del Reino sino que pidieron
se elija y envíe un diputado por cada ciudad, como consta en el oficio
circular enviado a todas las ciudades, villas y asientos: “… podrá Vues-
tra Señoría remitir a la mayor brevedad el Representante que se elija y
nombre…” (Oficio del Marqués de Selva Alegre al Ayuntamiento de Po-
payán, 10 de agosto de 1809, en Ponce, p.139).
En muestra clara de la intención en germen democrática de que
el pueblo esté realmente presente en las deliberaciones la Junta expidió
un decreto por el cual “(convoca a todos los miembros de las corpora-

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

ciones) y poderdatarios del pueblo para que congregados en una de las


piezas más espaciosas de esta capital expusiesen libremente sus senti-
mientos sobre la Constitución gubernativa que empezaba a organizarse
por la universal y común aclamación de este vecindario.” (Convocatoria
del 12 de agosto de 1809, en Borrero, p. 31).
Pasados los primeros días la Junta decidió enviar un Manifiesto
a todos los pueblos de América justificando su acción, sobre todo por la
tremenda campaña en contra surgida desde las ciudades opositoras y
desde las dos sedes virreinales, entre otros puntos afirmaba: “El orden
reina, se ha precavido el riesgo y se han echado, por el voto uniforme
del Pueblo, los fundamentos inmóviles de la seguridad pública” (Ma-
nifiesto de la Junta Suprema de Quito a América, septiembre 4 de 1809,
en Ponce, p. 157). Meses después, ya en situación precaria, uno de los
líderes del movimiento, el Capitán Juan Salinas, al justificar lo actuado
asentaba en Oficio al antiguo Presidente de la Audiencia: “Son más de
ocho mil las firmas en la ratificación del Acta Popular, inclusas las del
Ilmo. Sr. Obispo, Cabildo Secular, Eclesiástico, religiones, etc., a más del
populacho” (Oficio reservado del Capitán Juan Salinas al Conde Ruiz
de Castilla, Octubre 18 de 1809, en Ponce, p. 186). Percibimos la sombra
del sentimiento del caballero frente a la masa popular, a pesar de que
este capitán no pertenecía a la nobleza. La Junta tuvo sus divisiones por
eso cambió su Presidente, pero las ideas y procedimientos seguían in-
cólumes. Leamos al nuevo Presidente, elegido después de la renuncia
de Montúfar: “El Jefe de la Junta, y de acuerdo con ella, como también
con los votos de toda la ciudad de Quito, Nobleza, vecindario y Cuerpos
Políticos…” (Oficio del Conde de Selva Florida, D. Juan José Guerrero,
Presidente de la Junta Suprema de Quito, al Conde Ruiz de Castilla, oc-
tubre 24 de 1809, en Ponce, 179). Por “cuerpos políticos” se entendían
las diferentes agrupaciones de vecinos, sobre todo los gremios y cofra-
días de enorme presencia en la sociedad de esos años, no solo en los as-
pectos religiosos, sino económicos y políticos.
Esa primera Junta fracasó por el ataque orquestado desde varias
ciudades, el que culminó con la entrada en la ciudad de Quito de dos
regimientos de pardos de Lima, los que sacrificaron a más de 500 per-
sonas el aciago día del 2 de agosto de 1810, entre ellos a más de 40 de
los involucrados más directamente en la conformación de la primera
Junta, casi todo ellos asesinados en prisión, lo que movió al patriota chi-
leno fray Camilo Henríquez a llamar a Quito “Luz de América”, ala-

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L O S P R O C E R E S D E AG O S TO : VECINOS, CIUDADANOS Y CREYENTES

banza que se colocó en el faro de Valparaíso, como es conocido. A los


pocos días llegó a Quito el Comisionado Regio, enviado por la Junta
Central, Carlos Montúfar, hijo de primer Presidente, bajo cuya dirección
se realizó un Cabildo Público, en cuya acta se asentó: “…se leyeron los
nombramientos y diputaciones de los barrios, que en cumplimiento de
lo ordenado en ella (el Acta del día anterior) se hicieron, para que en su
nombre hablasen lo que tuvieren por conveniente para la tranquilidad
y seguridad pública…” (Acta del Cabildo Público celebrado en Quito el
20 de septiembre de 1810, presidido por el Comisionado Regio D. Carlos
Montúfar, en Ponce, p. 203). Los diputados decidieron fundar una se-
gunda Junta y para ello convocaron a los electores, dentro del sistema
estamental, como reza el Acta correspondiente: “Habiéndose congre-
gado … los cinco electores del Clero secular y regular, los cinco de la no-
bleza y de los cinco barrios para elegir sus vocales y representantes…”
(Acta Constitutiva de la Junta de Gobierno de Quito, 22 Septiembre
1810, en Ponce, p. 205). Al mismo tiempo llamaron a las demás pobla-
ciones a unirse en el proyecto que poco a poco adquiría un tinte liberta-
rio: “Se previno igualmente …a los Cabildos .. se les invitase y exhortase
para que considerados los justos motivos que impelen y exigen la unión
… convocado el pueblo por medio de Diputados que elijan los Cuerpos
y Nobleza, con orden y libertad, el nombramiento de dos Vocales en los
Ayuntamientos de los Gobiernos y uno en los de los Corregimientos, es-
cogiendo hombres de instrucción y de la confianza de los pueblos…”
(Oficio de la Junta de Quito al Ayuntamiento de Guayaquil, Septiembre
28 de 1810, en Ponce, p. 208).
La segunda Junta dio un paso más: convocó a un Congreso el
cual decidió dar una constitución al nuevo estado de Quito, para ello
pidió proyectos, en uno de ellos se dice: “… el Soberano Congreso, com-
puesto de los individuos que representan a esta Capital, Ciudades, Villas
y Pueblos del Reino de Quito…” “ (Proyecto de Constitución del Reino
de Quito por el Canónigo Calixto Miranda, enero 1812, en Ponce, p. 271).
En el proyecto aprobado por los diputados, elaborado por el sacerdote
Miguel Antonio Rodríguez, leemos en la introducción: “El Pueblo So-
berano del Estado de Quito, legítimamente representado por los Dipu-
tados de las Provincias libres que lo forman y que se hallan al presente
en este Congreso, en uso de los imprescindibles derechos que Dios
mismo como autor de la naturaleza ha concedido a los hombres para
conservar su libertad … en consecuencia de haber reasumido los Pue-

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

blos de la dominación española por las disposiciones de la Providencia


Divina, y orden de los acontecimientos humanos la Soberanía que ori-
ginalmente residía en ellos….” (Miguel Antonio RODRÍGUEZ: Pacto
Solemne de sociedad y unión entre las Provincias que forman el Estado
de Quito, en Federico E. TRABUCCO: Constituciones de la República del
Ecuador, Quito, 1975, p. 13). Ya en el cuerpo de la Constitución indica:
“La forma del Gobierno del Estado de Quito será siempre popular y re-
presentativa” (Art.3), cada provincia elegirá un diputado, excepto Quito
que elegirá dos por el número de la población (Art. 12), quedan exclui-
dos de tener parte en el Congreso “los sospechosos en materia de Reli-
gión, los enemigos de la causa común, los neutrales …, los deudores del
fisco, los que no son naturales de estos países, ni tienen carta de natura-
leza librada por alguno de los Gobiernos libres de América, los menores
de veinticinco años…” (Art. 16), por último: “El Gobierno del Estado se
obliga a todos los habitantes de él y les asegura que serán inviolables
sus derechos, su religión, sus propiedades, y su libertad natural y civil
(Art. 20).3 Y en su consecuencia declara que todo vecino y habitante en
él de cualquier estado, condición y calidad que sea, puede libre y fran-
camente exponer sus sentimientos, y sus dictámenes por escrito, o de
palabra…” (Art. 20). Desde 1809, y en apenas tres años, se ha superado
la noción estamental y se ha establecido una mayor igualdad, sin refe-
rencia ni a la nobleza ni a la fortuna. Además se concede el derecho de
ciudadanía a todos los naturales de la América Española, lejos estaba
de nuestros próceres el nefasto nacionalismo de los años posteriores.
Para comprender mejor todas las dificultades sufridas por los
patriotas para la realización plena de su propósito de asumir la sobera-
nía y ejercer sus derechos ciudadanos, demos una rápida mirada a la re-
acción de los españoles o realistas. Escribió el Gobernador de Pasto al
Virrey de Santa Fe que “(El Cabildo de Pasto le ha comunicado) el oficio
que le pasó el traidor y sedicioso Marqués de Selva Alegre, participán-
dole su nombramiento de Presidente de la Junta formada en la ciudad
de Quito, con la prevención de asumir la autoridad Soberana de su Pue-
blo y pretensiones de que se le agregue esta Provincia de mi cargo, por
los infames y escandalosos principios que pretende establecer” (Oficio
del Gobernador de Popayán, Miguel Tacón, al Virrey de Santa Fe, Po-
payán, 20 de agosto de 1809, en Ponce, p. 151).
3 En la transcripción de Trabucco hay un error que he subsanado con la versión de Borrero en
p.333.

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En su defensa de lo actuado la primera Junta de Quito argumen-


taba de la siguiente manera: “La Junta Central estaba disuelta política-
mente, pues aunque existiese en un ángulo de España, ya no reunía el
voto general de aquélla, ni podía tener la representación civil de pueblos
conquistados y oprimidos, pues sojuzgado el Constituyente perece la
personalidad del constituido…” (Cuando la Junta Central) en cualquier
ángulo de la Península reúna los votos de todas las Provincias, libres
del yugo extranjero, nos someteremos y humillaremos a su autoridad
legítima”. Ahora viene lo que nos interesa en este acápite: “Es un error,
es una grosería supersticiosa, es una crasa ignorancia, pensar que no tie-
nen los pueblos de América los mismos derechos que tuvieron los de
España para crear sus Juntas y defender su independencia … ¿por qué
ha de ser traición en Quito lo que es energía, valor y entusiasmo en la
Península?” “Probadnos que los pueblos no tienen derecho, que no
deben consultar a su seguridad y que el americano es un negro de
Africa, que nació solo para arrastrarse y obedecer con temor y temblor,
y renunciaremos a nuestra causa”. (Demostración legal y política que
hace el Cabildo de Quito a los Cabildos de Popayán y Pasto sobre los
procedimientos de la Corte de Quito,19 de septiembre de 1809, en Ponce,
p. 165).
Una vez sometida la Junta y ocupada la ciudad por las tropas
limeñas se instauró un juicio contra los patriotas, el fiscal entre otros
puntos afirmó: “En segundo lugar hemos notado con el mayor asombro
darle al populacho compuesto de la gente más ruin y despreciable de la
ciudad, el nombre de soberano, permitiendo de este modo, que esta vil
canalla amotinada, dictase y pidiese imperiosamente por medio de los
que se denominaban Tribunos, todo lo que les inspiraban sus amotina-
dores, cuando por otro medio no podían conseguir la bárbara ejecución
de sus proyectos”. (Vista Fiscal presentada por Tomás Arechaga, en Bo-
rrero, p. 211).
Cuando el Obispo Presidente envió oficios a diferentes ciudades
de la América Española recibió alguna indignada respuesta en la que se
decía que mientras viva un solo español en España, aunque fuese menor
de edad o amente, a él le tocaba gobernar las colonias. Las acciones y
palabras del virrey de Lima, Abascal, también muestran con toda clari-
dad ese desprecio irracional que tenían autoridades y personas en tierras
americanas. Esta ceguera de los peninsulares, serviles o liberales, pro-
vocó que las tímidas intenciones iniciales de los patriotas se volvieran

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

extremas y pasaran ya a buscar la independencia con todas sus fuerzas.


No querían ser bestias de carga ni simples dependientes de poderes le-
janos.
En búsqueda de una síntesis tendiente a aclarar cómo se vivió
la ciudadanía en la Independencia señalo que se dio una evolución de
una representatividad estamental, en que tienen presencia política los
tres estados: nobleza, clero y pueblo, éste encarnado en cada barrio, a la
representatividad ciudadana como aparece ya en la constitución de
1812. En el medio se nota una reminiscencia del sistema corporativista
medieval con la referencia a los cuerpos que engloban los estamentos
dichos y los gremios, al menos en opinión del historiador liberal Roberto
Andrade.
Debemos notar que los criollos quiteños nunca lanzan ataques
o quejas contra los criollos de las ciudades opositoras y las capitales vi-
rreinales. Podemos presumir que lo hicieron porque tenían la esperanza
de que se unieran a su causa autonomista y luego libertaria. Cuando
constataron las represiones cruentas y sanguinarias llevadas adelante
por criollos y españoles realistas no perdonarán a quienes no solo no les
apoyaron sino que trataron de acabar con todos ellos.
La representatividad en el período estudiado fue siempre indi-
recta: los vecinos o ciudadanos nombraban electores, los que a su vez
elegían a los diputados y éstos a las autoridades. En todo caso no apa-
rece algo que saldrá en las constituciones posteriores hasta 1860, el voto
censitario o por capacidad económica, suprimido por el gobierno con-
servador de García Moreno.
Lo anterior configura la “acción popular política concreta”
según Ramiro Borja y Borja, conocido constitucionalista. Pero aparece
también la que él llama “acción popular política difusa”, que “consiste
en el conjunto de sentimientos, deseos, pensamientos, decisiones popu-
lares referentes a la marcha del Estado”, en los diferentes hechos en que
el pueblo dio a conocer sus intenciones y en la apertura a ello en la cons-
titución de 1812 (Cfr. Ramiro BORJA Y BORJA: Constitución quiteña de
1812, Quito, 1962, pp. 80 s.).
Otro punto crucial que no podemos soslayar es nuestra tesis de
que la inspiración de los próceres no se halla de manera preferencial, en
los años que nos han ocupado, en la Revolución Francesa, sino en la tra-
dición hispánica. Los derechos del ciudadano no solo tienen su origen
en una concesión estatal, sino sobre todo en la voluntad de Dios al cre-

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arnos libres y soberanos. Años más tarde será innegable el influjo central
de esa Revolución, con las salvedades señaladas por Alexis de Tocque-
ville.
En conclusión podemos señalar que, contrariamente a lo que al-
gunos han afirmado, el pueblo de Quito, al inicio, y el de otras ciudades,
después, sí ejercitó la ciudadanía en los primeros años de la lucha por
la Independencia. Este derecho le fue negado por quienes todavía divi-
dían a la sociedad en estamentos, pero a esa separación propia del An-
tiguo Régimen se añadía el prejuicio peninsular contra los criollos (no
se diga contra los indios, negros y castas) que significó un ingrediente
que agravó el deseo de los quiteños de gozar de autonomía frente a los
virreinatos. Si unos y otros hubiesen respetado más la opinión de las
mayorías quiteñas, se habría evitado la cruenta y larga Guerra de la In-
dependencia que tantos males trajo a nuestra república y cuya herencia
resultó nefasta. Pero no se puede cambiar la historia, lo que sí podemos
es nunca permitir que nuestros derechos ciudadanos sean conculcados
por anacrónicos monarcas furtivos o indeseables tiranos cínicos.

Los próceres creyentes


Los próceres de 1809 no solo se sentían ciudadanos con dere-
chos sino también creyentes con deberes, en todo el trayecto de su ac-
cionar por la libertad dejaron bien claro su intención de mantener
intocada la herencia de fe recibida de sus mayores y que había plasmado
Eugenio espejo, mentor de casi todos ellos, en su famoso escrito colo-
cado en las cruces de Quito: “Salva Cruce!”.
Así como es notorio que todos los partidarios de la libertad eran
creyentes, así también lo es que no todos los creyentes eran patriotas.
Es natural que haya discrepancias sobre los métodos para alcanzar los
fines espirituales y materiales que los hombre pretenden y sobre la
mayor o menor idoneidad de las diferentes opciones, pues los creyentes
son seres humanos con criterios, visiones e intereses propios. En conse-
cuencia no debemos escandalizarnos por el hecho indudable de que
hubo gente de Iglesia en ambos lados de la lucha por la Independencia:
patriotas y realistas, sin olvidar a los indiferentes.
La Iglesia está compuesta por obispos, sacerdotes, religiosos y
laicos, por consiguiente habrá que analizar la participación de cada
grupo y de acuerdo con sus peculiaridades y circunstancias.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Los laicos
Uno de los motivos que llevó a los patriotas a fundar la Junta
Soberana en 1809 fue impedir que llegaran a América ciertas ideas y ac-
ciones de la Revolución Francesa, sobre todo en cuanto se oponían a la
religión católica. A pesar de las prohibiciones dadas por la Corona, aquí
se conocían y comentaban los excesos revolucionarios, por eso en dife-
rentes documentos escritos por los próceres se evidencia el rechazo a la
irreligiosidad de la Revolución y a su propagandista “el Tirano de la Eu-
ropa”, Napoleón.
Por esta razón es indudable que esa Revolución ejerció una in-
fluencia menor de la que se ha sostenido tradicionalmente sobre todo
por los historiadores de tendencia liberal jacobina. Los próceres de 1809
aceptaron el concepto de “Derechos del Hombre y del Ciudadano” y lo
hicieron propio, pero lo vincularon al origen divino de esos derechos,
en cambio quienes vendrían después sufrirán una dependencia ideoló-
gica francesa más radical y en mucho anticatólica.
Los próceres muestran con toda claridad una influencia de la
modernidad católica de Salamanca y de las enseñanzas del filósofo je-
suita Francisco Suárez quien escribió que el poder proviene de Dios y
es Dios quien lo entrega al pueblo. El sabio jesuita afirma en el “De Prin-
cipatus politicus” traducido como “La soberanía popular”, publicado a
inicios del siglo XVII: “El poder, considerado en abstracto, en cuanto
procede del Autor de la naturaleza … no reside en una sola persona ni
en un grupo particular de aristócratas o de ciudadanos del pueblo. Pues
este poder solo se encuentra en la comunidad en cuanto es necesario
para su conservación y en cuanto puede demostrarse por medio de la
razón natural. Ahora bien, la razón natural solo dice que el poder pú-
blico está necesariamente en toda la comunidad, y no en una persona o
senado. Luego, en cuanto procedente de Dios inmediatamente, se en-
tiende que solamente reside en toda la comunidad y no en una parte de
ella … Ningún rey o monarca recibe o ha recibido el poder político di-
rectamente de Dios o por institución divina, sino solamente mediante
la voluntad del pueblo”.
Manuel Rodríguez de Quiroga, en el “Alegato” en nombre de
la Junta apeló a esta tesis y a la tradición española y concluyó: “En otras
palabras, la soberanía reside en el pueblo, que la encarga al monarca; si
éste no cumple, el pueblo tiene derecho a recuperar sus legítimas atri-
buciones y a cambiar de autoridad”.

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Nótese el “si éste no cumple”, pues en la teología política cató-


lica el ejercicio de la soberanía se halla unido sin fisuras a la responsa-
bilidad personal. Esta responsabilidad va unida a la rendición de
cuentas, privilegiada por los próceres tanto en la justificación de sus ac-
ciones cuanto en los proyectos de constitución de 1812. Dejo solo enun-
ciado este tema que nos llevaría al análisis de las pretensiones
liberticidas del estado acaparador de toda iniciativa y carente de res-
ponsabilidad .
El raigambre católico de los próceres quiteños se deja notar tam-
bién en los fines expresos de la Junta: en el Acta del 10 de agosto se dice
que ellos fueron “sostener la pureza de la religión”; el Juramento del 11
de agosto enuncia: “Juramos conservar en su unidad y pureza la Reli-
gión Católica, Apostólica y Romana, en que, por la misericordia de Dios,
tuvimos la felicidad de nacer”; en la sesión solemne realizada en la Sala
Capitular de San Agustín el 16 de agosto explican los próceres que su
propuesta: “se dirige al fin santo de conservar intacta la religión cris-
tiana”; en la Proclama enviada a diferentes ciudades se expresa: “bajo
el Ecuador han erigido un baluarte inexpugnable contra las infernales
empresas de la opresión y de la herejía”; ya derrotada la primera Junta,
en las explicaciones dadas el 11 de diciembre dijeron los patriotas que
en la jornada de formación de la Junta, “se protestó con la vida morir
por la pureza, unidad y conservación de la Religión Católica”. El prócer
Juan Pablo Arenas al explicar su actuación en defensa propia exclamó
que “entró en el asunto pensando que obraba bien, proponiéndose por
base fundamental la defensa de la Religión…”
Al finalizar la reunión de la noche del 9 de agosto los conjurados
elevaron al cielo una oración a la Madre de Dios, según Alberto Muñoz
Vernaza fue “la Primera Salve republicana”, quien la entonó fue Manuel
Rodríguez de Quiroga. El 13 de agosto todos los protagonistas del cam-
bio político concurrieron sin boato al Carmen Alto a pedir luces y forta-
leza a Dios. El solemne día del 16 de agosto, antes de la sesión en la Sala
Capitular de San Agustín, el obispo celebró una misa para impetrar de
Dios ayuda y protección. De igual manera al día siguiente todas las nue-
vas autoridades, gente principal y pueblo acudieron a la Catedral a la
misa solemnísima de acción de gracias con el canto del Te Deum, la tra-
dicional oración de gratitud de los católicos a Dios. La calles aledañas
se engalanaron con colgantes, palmas y flores.
El día 2 de agosto de 1812, cuando los pardos de Lima sable en

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mano atacaban a los próceres al grito “Vivan los limeños. Viva Bona-
parte”, estos respondieron con unción y valentía “Viva la Religión”, por-
que en el momento de la muerte relucen y vencen las convicciones más
íntimas y queridas. Además, por lo ya visto, el nombre del “tirano de la
Europa” estaba vinculado con la persecución a la fe católica. Por esa
misma razón todos ellos murieron como buenos católicos, pidieron la
extremaunción y el santo viático, como consta, por ejemplo, en la certi-
ficación de la muerte de don Juan Pío Montúfar en Alcalá del Guadaira.

Los sacerdotes
El pionero en hablar abiertamente sobre libertad en el Reino de
Quito fue un sacerdote, Juan Pablo Espejo, quien en 1794 ya fue acusado
de planificar un gobierno revolucionario, de atacar al Rey a las autori-
dades, siendo encarcelado por ello. Años más tarde participó con entu-
siasmo en los preparativos y en los hechos mismos del 10 de agosto, fue
capellán de las tropas patriotas, participó en varios hechos de armas,
etc., razones por las cuales fue condenado a destierro en el Cuzco con
25 libras de hierro en los pies. Pero no escarmentó, pues continuó sir-
viendo a la causa patriota hasta 1822 cuando ayudó a Sucre con vituallas
y acémilas. Todavía en 1829 escribió a Bolívar recordando los méritos
por la libertad, tanto los propios como los de su hermano Eugenio.
Los ejemplos de eclesiásticos patriotas podrían multiplicarse
hasta el cansancio: el cura de Píntag, José Riofrío, participó en la conjura
desde 1808 y cayó mártir del 2 de agosto. José Correa, párroco de San
Roque, estuvo presente en la toma del cuartel junto a Juan Salinas, mo-
vilizó a la población y, entre otras acciones, lamentablemente participó
en el asesinato del Conde Ruiz de Castilla en venganza por la masacre
del 2 de agosto y otros abusos criminales. Manuel José Caicedo, provisor
del obispado, organizó un escuadrón de indígenas y mestizos, y los di-
rigía con charreteras, entorchados y correajes sobre la sotana con sable
en mano. El mismo escribió una narración de los acontecimientos inti-
tulada “Viaje imaginario”, allí en referencia a la gente del pueblo que
buscaba detener a los facinerosos del 2 de agosto, habla de “esos héroes
del cristianismo…” Miguel Antonio Rodríguez, traductor en Quito de
la “Declaración de los Derechos del Hombre”, en 1811 pronunció la
“Oración fúnebre” por los mártires del 2 de agosto del año anterior, los
llamó “ilustres defensores de la ciudad de Quito, sacrificados a la vio-
lencia por la causa de su Religión…”, fue autor del “Pacto Solemne de

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L O S P R O C E R E S D E AG O S TO : VECINOS, CIUDADANOS Y CREYENTES

Sociedad y Unión entre las Provincias que conforman el Estado de


Quito”, primera constitución aprobada en nuestra Patria aunque solo
por representantes llegados desde Alausí y Riobamba hasta Ibarra. Allí
se retoman las ideas ya conocidas: “las Provincias han reasumido la so-
beranía que originalmente residía en ellas”, siendo el fin que persiguen
“la gloria de Dios, defensa y conservación de la Religión Católica y fe-
licidad de estas Provincias”. En el Congreso de 1811 fueron presentados
dos proyectos más de Constitución. Elaborados por dos canónigos Ca-
lixto Miranda y Manuel Guisado, en ambos se expresa la adhesión y de-
fensa de la religión Católica. Otros casos: Fray Antonio Albán,
mercedario, entregó las cañerías de plomo de su convento para la fabri-
cación de municiones, Juan José Roca, protegió a decenas de fugitivos.
Varios dirigieron tropas, alguno lanza en ristre, como José Pérez, Tadeo
Romo, Francisco Hurtado, José J. Manosalvas, Francisco Saa, Ramón Al-
zamora, Manuel Arias, Ignacio Bossano, Luis Cevallos, con un largo et-
cétera. Varios de ellos fueron condenados a muerte en primera instancia,
pero se les conmutó la pena por el destierro y la cárcel, junto a muchos
no nombrados aquí. Se les destinó a presidios o confinamientos en
Ceuta, Valdivia, Manila, Piura, Cuzco, Trujillo, Guatemala, Chagres…
Merece mención especial el padre Pedro José Donato, lojano,
quien fue fusilado en Ibarra el 10 de diciembre de 1812. Y de él nadie se
acuerda.
Finalicemos esta rápida visión de la actuación de los clérigos
con el resumen estadístico de la diócesis de Quito: Según los informes
de los fiscales, de 143 curas seculares, 78 fueron patriotas, 43 realistas y
22 indiferentes. (Estos sostenían que podían servir a la Iglesia y al pueblo
bajo cualquier régimen por consiguiente no tomaron partido. Varios de
los realistas afirmaron que ya habían jurado lealtad al rey, en consecuen-
cia no podían jurar lealtad a otra autoridad, aunque lo hubieran querido,
pues hubieran incurrido en perjurio).
De los religiosos no tenemos estadísticas pormenorizadas, pero
los fiscales del Rey, Arechaga y Núñez del Arco, afirmaron en diversas
oportunidades que la inmensa mayoría fue patriota y totalmente entre-
gada a la libertad.
Como ya se ha podido constatar por algunas alusiones, el papel
de los sacerdotes y religiosos fue más allá de su simple actividad indi-
vidual, pues casi todos se proyectaron como lideres de sus feligresías.
El poder intelectual del sacerdote era grande, de hecho nadie tenía la

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

capacidad de arrastrar a las masas como él. Los contingentes patriotas


salidos de Quito para defender el proyecto de la Junta, mal armados y
poco preparados pero entusiastas, casi en su totalidad fueron organiza-
dos, guiados y conducidos por sus curas hasta los lugares en donde pre-
sentaron batallas a los contingentes realistas venidos de Cuenca,
Guayaquil, etc.

Los obispos
En el Reino de Quito en esa época había dos obispados, Quito
y Cuenca. Comencemos con la sede quitense, era su obispo el criollo
José Cuero y Caicedo, natural de Cali, quien se mostró dudoso al prin-
cipio. El día de los acontecimientos no se encontraba en Quito sino en
una quinta en Pomasqui, hasta allí llegaron algunos canónigos para co-
municarle las novedades. No sabemos la tónica de esa información, pero
sí que varios de ellos eran realistas, por eso pudo tener un tinte antipa-
triota. Lo cierto es que el obispo y los canónigos escribieron un docu-
mento apartándose de los hecho por los patriotas. Tan solo después de
los asesinatos del 2 de agosto de 1810 el obispo se entregó totalmente a
la causa de la independencia, por lo pronto impidió la continuación de
la masacre pues salió con su provisor a calmar tanto a los soldados li-
meños cuanto al pueblo quiteño que se había lanzado a atacarlos para
vengar a los muertos. Después de la llegada del Comisionado Regio Car-
los Montúfar, el obispo fue elegido Presidente de la Segunda Junta,
como tal se empeñó tenazmente por el triunfo de la causa patriota. Fir-
maba sus decretos con la fórmula “José, por la gracia de Dios obispo de
Quito y por la voluntad de los pueblos presidente de Quito”. En varios
decretos dispuso la excomunión a los sacerotes opositores de la Junta,
estableció contribuciones monetarias para ayuda a su defensa y envió
cartas a toda América para explicar las razones de los patriotas quiteños.
Luego convocó a todas las ciudades del Reino de Quito a que envíen di-
putados para instalar un Congreso Constituyente, pero solo asistieron
representantes desde Alausí y Riobamba hasta Ibarra. Ese Congreso pro-
mulgó el “Pacto Solemne” ya mencionado. El fiscal Tomás de Arechaga
resumió así su visión de la conducta del Prelado: “Cualquier cargo que
le resulte a la generalidad de esta ciudad y sus Provincias, revierte con-
tra el Señor Obispo, que teniendo como pastor de la Iglesia las más po-
derosas y temibles armas con que combatir y sofocar en sus principios a
los viles profanadores del templo, los reanimó con su anuencia, condu-

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L O S P R O C E R E S D E AG O S TO : VECINOS, CIUDADANOS Y CREYENTES

ciendo al mismo tiempo su rebaño por el sendero de su perdición…” Por


estas razones se pidió la pena de muerte para el obispo, pero el Pacifi-
cador Toribio Montes consideró que ajusticiar a un obispo revestía una
gravedad desusada y lo envió al destierro en Lima. Allí murió pobre y
achacoso.
En la diócesis de Cuenca en 1811 el Vicario Fausto de Sodupe
recibió autorización del Obispo para seguir causa a todos los eclesiásti-
cos que hubieran delinquido. Entre otros: los frailes Juan Arciniegas, Vi-
cente Ochoa y el minorista José Fernández; el Dr. Mariano Crespo, cura
de la catedral, fue encarcelado; acusado el cura Agustín Peralta. Sodupe
pidió se identifique a tres eclesiásticos defectuosos de Loja, pero no sa-
bemos si la respuesta llegó. Estos casos muestran que también en la re-
gión austral hubo sacerdotes favorables a la causa patriota, a pesar de
la postura radical del Obispo y de que no hubo apoyo de la población a
la Junta quiteña..
El obispo de Cuenca, Andrés Quintián y Ponte, español, era con-
sumado realista. Lanzó excomunión a los eclesiásticos que no declaren
bajo juramento en los interrogatorios para descubrir a los insurgentes.
Envió cartas y proclamas no solo a diversas personas en el Reino de
Quito sino a muchos personajes de fuera. Sus principales intereses y me-
didas conducían a que los fieles de su diócesis, que incluía la región de
Guayaquil, no se dejaran contaminar por las ideas perversas de los qui-
teños. Colaboró activamente con Melchor Aymerich, con Montes y
demás autoridades españolas. Su actuación ultrafidelista le valió el pre-
mio de una condecoración real.

Reflexión final
La conducta de los diferentes actores del primer momento del
proceso de Independencia, patriotas, realistas e indiferentes, tanto en el
clero como entre los laicos, no significó una ruptura total con la visión
del mundo vigente: el nuevo paradigma de la Revolución Francesa que
estableció por primera vez un estado sin referencia a Dios y a la religión,
no se impuso a los primeros próceres: ellos mantuvieron su fidelidad a
las creencias tradicionales, pues no las consideraban contrapuestas al
deseo de alcanzar la libertad y la felicidad, ya en 1794 el sacerdote Juan
Pablo Espejo había afirmado que pedir libertad no es pecado ni herejía.
Actuaron convencidos de que su patriotismo se identificaba natural-
mente con su fe en Dios y su pertenencia a la Iglesia. Es más, de acuerdo

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

a las diferentes tomas de posición de los próceres y a la explicación de


sus acciones, queda clarísimo que bebieron sus ideas de la tradición ca-
tólica española, con la aceptación de los aspectos positivos de la Revo-
lución Francesa en cuanto negación del absolutismo de los reyes y la
defensa de los derechos del hombre. La médula teórica de las Juntas fue
la tesis de Francisco Suárez según la cual el poder o la soberanía es en-
tregada por Dios al pueblo y éste lo encarga al gobernante.
En todo caso todavía queda por escribirse el estudio profundo
sobre el pensamiento axial de los próceres, en especial sobre su visión
de la política y de la realidad, impregnado de valoración de lo propio,
rescate de la ciudadanía y defensa de la fe.

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cana, Lima, 1962.

36
ANTONIO ANTE Y FLOR
Juan Francisco Donoso Game

Antonio Ante, nace hijo único de don Gaspar Ante y Donoso, quiteño y
doña Isabel López de la Flor y Grijalva, ambateña, en la hacienda San
Vicente de la Flor propiedad de sus padres en el cantón San Miguel de
Urcuquí, al nor-occidente de la provincia de Imbabura. Le bautizan el
mismo día de su nacimiento: el 1 de febrero de 1771. (La hacienda de su
nacimiento es actualmente de propiedad del prestigioso ibarreño Fer-
nando Madera Erazo y en la puerta de entrada a la propiedad existe
placa recordatoria del nacimiento de Antonio Ante)
Se cría en Quito en la hacienda de Cangahua, cercana a Quito.
A los 4 años de edad, en julio de 1775 pierde a su padre y casi un año
después a su madre, en abril de 1776. Huérfano de padre y madre, con
suerte y ternura es llevado a la ciudad de Ambato a casa de su tío ma-
terno don Joaquín López de la Flor y Grijalva. Su esposa doña María
Juana de Egüez y Egüez, hace de cariñosa madre para que el huérfano
no se sienta un desamparado. Allí entabla ‘buenas migas’ de por vida
con sus cinco primos: Francisco, Vicente, Teresa, Mariano y Vicente
López de la Flor y Núñez. En generoso y humanitario ambiente, como
un hijo más, lo crían y educan en el Seminario San Luís. Esforzado
alumno alcanza con éxito el bachillerato. Cumplidos diecisiete años,
siendo aún estudiante, contrae matrimonio el 24 de septiembre de 1788
con la adolescente Petrona Egüez y Mestas de la mejor sociedad amba-
teña. La infortunada niña muere casi enseguida, posiblemente a conse-
cuencias de un mal parto. Pronto deja el luto el joven viudo y el 29 de
noviembre del año siguiente, vuelve a contraer nupcias con Mariana
Oláis y Bustamante, oriunda también de la ciudad de las frutas y las flo-
res y pariente inmediata de su tía política María Juana Egüez de López
de la Flor. El matrimonio se realiza en la iglesia de El Sagrario de Quito,
el 22 de noviembre de 1789, siendo padrinos Nicolás de la Peña Maldo-
nado y José Oláis, tía de la novia.
Un año antes, figura como primer alférez del Regimiento de Dra-
gones de las milicias disciplinadas de Quito.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Con afán de labrar su futuro en aulas escolásticas, ingresa a la


Universidad Santo Tomás de Aquino, en Quito. Tras seis años, en 1797, se
gradúa de doctor en Derecho Civil y en Derecho Canónigo. En el censo
de 1797, viven en la casa Nº 50 de El Sagrario, y vecinos de Manuela Es-
pejo, hermana del gran Eugenio y el abogado Gabriel Zenitagoya, tío
de Juan Salinas. Con esos vecinos, con su padrino de matrimonio, con
los compañeros de universidad y con el ambiente candente de emanci-
pación que vive Quito, pronto se contagiará de ideas agitadoras e inde-
pendentistas.
A causa de la invasión napoleónica y la descomposición de la
corona el Estado español está en crisis desde 1808. En el siglo XIX se pre-
tende que las posesiones españolas de ultramar tengan un papel de
mayor apoyo –léase extorsión– a favor de la corona. América se con-
vierte en proveedora de materias primas y mercados. Época dura para
los ibéricos, pero de ideas nuevas para los americanos. Surgen las com-
paraciones. Triunfan las ideas románticas y la ideología liberal, que se
imponen tras el éxito de la Revolución Norteamericana y la Revolución
Francesa. Se conoce que en Quito se estudian Juan Jacobo Rousseau y
Carlos Montesquieu y siempre son buscadas la Enciclopedia Francesa y
particularmente la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,
traducida en Bogotá por el prócer Antonio Nariño. Juan Pío Montúfar
y Eugenio Espejo conocen esa traducción en suelo bogotano y la traen
a Quito. De mano en mano, semejantes escritos revolucionarios, contri-
buyen a desarrollar el pensamiento emancipador en la Audiencia de
Quito y no sólo la pareja ed quiteños traen libracos revolucionarios, sino
que se dedican a la tarea de conformar una sociedad secreta masónica.
Nace la logia Escuela de La Concordia, donde el Dr. Eugenio Espejo, ac-
tivo masón e incansable revoltoso, es el Secretario.
Siguiendo el modelo de las sociedades patrióticas europeas,
aquellos masones quiteños buscan constituir una organización en que
puedan participar otros individuos no iniciados en la masonería, para
promover las ideas de progreso social, a más de irles conociendo para
el futuro; así nace la Sociedad Patriótica de Amigos del País. Su Presidente
el general Luís Muñoz de Guzmán y Secretario –no podía ser de otro
sino él– el doctor Eugenio Espejo; quien también es encargado de la re-
dacción y publicación del primer periódico quiteño, llamado Primicias
de la Cultura de Quito.
La temprana extinción de la quiteña Sociedad Patriótica de Amigos

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A N TO N I O A N T E Y F L OR

del País, se da por falta de la real aprobación de su estatuto; así como la


prisión y muerte del revolucionario Eugenio Espejo. Con la extinción
de la Sociedad Patriótica desaparece también la Escuela de la Concordia;
mas Juan Pío Montúfar –fiel a su juramento masónico– organiza en Qui-
to la logia Ley Natural, con similares fines y objetivos. De ese taller –qui-
zás, también, de las anteriores organizaciones– es Antonio Ante y Flor.
Desde que ingresó a la Universidad, hizo amistades con gentes
de ideas de avanzada y se afilió a la masonería. Ya en el ejercicio profe-
sional de abogado, contribuye a la difusión de las ideas libertarias, pre-
dicando la insurrección y haciendo la propaganda de la importancia de
ser libres. De fácil palabra no pierde oportunidad para procurar hablar
como lo hacía su maestro Espejo. En enero de 1805, es electo Regidor
del Cabildo quiteño. Y en 1806, es nombrado Abogado Defensor de Po-
bres, que ejerce hasta 1808, en que es reemplazado por su amigo el doc-
tor Manuel Rodríguez de Quiroga.
En las vacaciones que se daba viaja a la finca Illina en Izamba,
adoctrinando a los ambateños que querían escucharle en las ideas re-
volucionarias; alumnos suyos sus primos Flor Egüez, y los jóvenes Ma-
nuel Anda, Pedro Lana, Mariano Cevallos y Manuel Lara.
Antonio Ante y José Mejía Lequerica son invitados a España por
Juan José Matheu, conde de Puñoenrostro, que tiene que viajar para con-
traer matrimonio con María Elena Ángel Donado, sobrina del barón de
Carondelet. En Guayaquil tras frustrado el viaje por la bronca de Ma-
theu con el Gobernador de la plaza, coronel Bartolomé Cucalón, Anto-
nio Ante en su condición de abogado se queda para asumir la defensa
de su amigo mientas los otros toman el barco para Europa.
Tras noticias llegadas de la invasión napoleónica a la península
ibérica y la prisión del rey de España Fernando VII, principia a predicar
insurrección en la forma discreta que más convenía, escribiendo el fo-
lleto titulado Clamores de Fernando VII; especie de proclama que si bien
favorece al monarca, indirectamente reanuda los ardores de indepen-
dencia, impulsando los primeros pasos hacia su consecución. Copias
anónimas del escrito son enviadas a Lima, Buenos Aires, Santiago, Ca-
racas y Santa Fe de Bogotá.
Cuando tiene la intención de trasladarse a Lima con su amigo
Luís de Saa, llevando sus escritos subversivos, es persuadido por el ca-
pitán Juan Salinas de que permanezca en Quito para contar con sus ser-
vicios cuando la revolución que se acerca se produzca. Acepta la

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

insinuación y usa el tiempo para escribir dos manifiestos: Proclama y Ca-


tecismo, con la intención de convencer a los lectores sobre las ventajas
de la independencia y soberanía.
El 25 de diciembre de 1808 se reúne en la casa del marqués de
Selva Alegre en Píntag, con algunos complotados. Pero el presidente
Ruiz de Castilla conocedor de los escritos subversivos de Antonio Ante,
mas el desliz en el hablar de Juan Salinas, ordena prisión a los conspi-
radores. El día 28 son identificados, apresados y enjuiciados Juan Pío
Montúfar, Juan de Dios Morales, Juan Salinas, Manuel Quiroga, Nicolás
de la Peña y el presbítero José Riofrío. Antonio Ante se esconde. Tras
una serie de incidentes de tinte judicial se traspapela el proceso al ser
remitido a Bogotá y los detenidos, sin expedientes que prueben culpa-
bilidad a los ojos de los jueces y jurando inocencia, salen en buena hora
libres.
Mas, sin que les amedrente el haber estado presos y enjuiciados,
siguen comprometidos reuniéndose con la conjura y la revolución. Con-
vencidos de que la libertad no tiene que ser conseguida sino que tiene
que ser conquistada, el martes 7 de agosto de 1809, los compatriotas se
reúnen a casa de Javier Ascásubi para redactar el acta de la revolución.
Sin embargo por no haber la concurrencia necesaria deciden congre-
garse en el departamento que arrienda Manuela Cañizares en la casa
parroquial de El Sagrario. Aparentarían una reunión social el día 9 y gol-
pear el 10. Efectivamente una vez congregados leen el Acta de la Revolu-
ción, designándose sectores y responsabilidades. A las 2 de la madru-
gada quedan constituidos, comprometidos e inmediatamente se pone
en marcha el plan.
Pasada la media noche, el capitán Juan Salinas parte a cumplir
la misión en la guarnición militar, situada a pocos pasos del propio Pa-
lacio de Gobierno. Su fácil ingreso se debe a que también están conjura-
dos el oficial de la guardia y los miembros de la misma. En el interior
del cuartel, Salinas, que tenia llegada y liderazgo, despierta y pone en
formación a las tropas leyéndoles el Acta del Pueblo y comprometiendo
a todos con la sublevación.
Antonio Ante, a su vez, es el encargado de acudir antes de la
seis de la mañana donde el presidente de la audiencia Manuel Huríes,
conde Ruiz de Castilla. Le acompañan su primo Juan Ante, Antonio Pi-
neda y Miguel Donoso. Llevan sellado oficio de la Junta Suprema que
tiene que ser entregado personalmente al gobernante español. Sorpren-

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A N TO N I O A N T E Y F L OR

den al anciano en su lecho y le entregan la decidora nota de que ha ce-


sado en sus funciones, relevado por los patriotas.
Enterado el Conde del contenido de tan audaz como inesperado
oficio, permanece arrestado en su recámara. Avanzada la mañana queda
constituida la Junta Suprema de Gobierno. ¡La revolución está en marcha!
El acta respectiva, entre otras instrucciones da a conocer las razones de
la Junta y quienes la gobiernan. Presidente es designado Juan Pío Mon-
túfar, marqués de Selva Alegre y vicepresidente José Cuero y Caicedo,
obispo de Quito; Secretario de Estado en lo Interior, Juan de Dios Mora-
les; de Gracia y Justicia, el doctor Manuel Rodríguez de Quiroga y de
Hacienda Juan Larrea.
El día 16 se conforma una fuerza militar denominada Falange,
reparto bélico que doctrinariamente es un cuerpo de infantería confor-
mado por más o menos 400 voluntarios a pie, unidos con el mismo fin
bélico y dividido en batallones y que poseen alguna preparación militar
y cierta disciplina. Su paga mensual suele ser por contrato, con descuen-
tos de sus haberes por vestuarios y prendas entregadas, así como tam-
bién por actos de indisciplina. De esta Falange es nombrado comandante
con el grado de coronel Juan Salinas Zenitagoya. El doctor Antonio Ante
es nombrado comandante del segundo Batallón Veteranos y con la jerar-
quía de teniente coronel; su segundo comandantes es Nicolás Aguilera,
el mismo que conspirado le ayudó a ingresar al palacio de Gobierno,
donde el conde Ruiz de Castilla. El primer batallón está mandado por
Javier Ascásubi y el tercero por Joaquín Zaldumbide.
Por la ciudad comienza leerse un verso de autor desconocido:

La prueba que ya tenemos


una Junta respetable,
de gente ilustre y de luces
y para todos amables.
Esa gran Junta sabia
todo en razón lo ha de hacer,
no como el gobierno torpe
que cayó por siempre ayer.

A pesar de que entre los complotados existen personas intere-


santes, con visión muy clara de los objetivos propuestos, no son tomados
en cuenta. Por ello y por otras razones, con el correr de los días, se con-

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

forman dos grupos antagónicos entre los criollos: los ‘Montufaristas’ y


los ‘Sanchistas’. Juan Pío Montúfar, marqués de Selva Alegre con los
unos y Jacinto Sánchez Carrión, marqués de Villa Orellana, con los otros.
Los “Montufaristas” aceptan la independencia de España, pero conser-
vando el orden monárquico con Fernando VII. Los “Sanchistas” exigen
la independencia total de España y sus reyes. “Lo cierto es que las ex-
clamaciones de adulo a Frenando VII, no engañan a nadie, y menos a
los españoles apresados”·.
Noticias contrarias al régimen comienzan a llegar desde Popa-
yán, Cuenca y Guayaquil negándose a secundar el golpe. Habrá que
convencerles por la fuerza. Al norte con sus tropas va Pedro Montúfar
en dirección a Pasto y Popayán. Antonio Ante pasa a comandar las Fuer-
zas del Sur, y marcha rumbo a Riobamba para establecer su Cuartel Ge-
neral. Su principal misión defender Guaranda y Alausí, por donde se
cree que podrían subir las tropas realistas de Guayaquil para llegar a
Quito, y luego planificar y ejecutar la toma de Cuenca, ciudad en manos
de los realistas.
En tanto que avanza a su cometido, en la capital ocurren los pri-
meros sucesos funestos para la revolución y Antonio Ante decide retor-
nar a Quito preocupado de las noticias que le llegan. En la capital,
conoce que los principales de la Junta Suprema, motivados por reaccio-
nes adversas a ella, desean apresurar la reposición de Ruiz de Castilla
en su gobierno, para así evitar los peligros de una guerra generalizada
y que Quito pueda ser atacada en tenaza por sus vecinos del norte y del
sur. Antonio Ante, molesto y decepcionado es el último que deja la es-
pada.
En la ciudad ya recorre otro verso, pero con otra letra:

¿Qué es la Junta? Un nombre vano


que ha inventado la pasión,
para ocultar las traición
y perseguir al cristiano.
¿Qué es el pueblo soberano?
Es ensueño, una quimera,
es una porción ratera
de gentes sin Dios ni Rey
¿Viva, pues, viva la Ley
y todo canalla muera,

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A N TO N I O A N T E Y F L OR

¿Quién ha causado los males?


Morales.
¿Quién los cubre con su toga?
Quiroga.
¿Quién perpetuarles desea?
Larrea.
Es menester que así sea,
para lograr ser mandones
estos desnudos ladrones,
Morales, Quiroga y Larrea.

¡La revolución ha finalizado! ¡Sesenta y nueve días de ‘Patria


Boba’! ¡Tanto esfuerzo para nada! El destino de la revolución estuvo
marcado por la inercia y doblez del Marqués de Selva Alegre, quien casi
a la fuerza asumió la presidencia y el encargo de ‘gobernar’. Los demás
miembros de la Junta tuvieron comportamientos diversos. El obispo José
Cuero y Caicedo, fue el primero en renunciar a la vicepresidencia. Varios
clérigos y otros tantos nobles, condes y marqueses y más encopetados,
defeccionaron desde el principio. Gentes sin ningún interés patriótico o
revolucionario. Puestos algunos solamente por fuerza de las circunstan-
cias en una revolución que ni entendían ni querían ni les interesaba. Los
patriotas y la barriada, que estuvo lista a todo, decepcionados de la me-
drosa Junta. “Antonio Ante, a poco acusó de versatilidad a Montúfar y
cuando se enteró que Salinas había pactado con Ruiz de Castilla se ofre-
ció para matarlo.”
Las predicciones y recelos lógicos de Antonio Ante y otros, co-
mienzan a cumplirse: ¡Hay una fuerte reacción de los españoles! A los
pocos días entran los soldados del Regimiento Real de Lima enviados por
el virrey Abascal para pacificar estas regiones y tomarse Quito. Ingresan
sin resistencia el 24 de noviembre de 1809. Funcionan más bien como
una fuerza de espionaje y represiva de cualquier indicio de emancipa-
ción. La situación empeora, pues el coronel Manuel Arredondo coman-
dante de los ‘pardos’ limeños, permite todo tipo de excesos y abusos de
sus hombres sin hacer caso a los dictados de Ruiz de Castilla, que pro-
metió que no habría retaliaciones.
El día 4 de Diciembre las autoridades españolas dan orden de
prisión para cuarenta y seis personas y destierro para otras. Al domicilio
de Antonio Ante, seis soldados van por él. El tejado y las cornisas salvan

43
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su pellejo. Escabullido es declarado proscrito. Rápido bando circular,


‘readvierte’ que las personas que le presten ayuda a los prófugos de la
justicia, serán reos de la comisión del delito de alta traición y condena-
das a muerte por cómplices y encubridores. En la lista del bando Ante
ocupa el quinto lugar en peligrosidad. Primero el marqués de Selva Ale-
gre. Luego Juan Larrea y los curas José Riofrío y José Correa. Tras suyo
su primo Juan Ante y Valencia.
En su huída llega a Ambato a procurar escondrijos y a ‘salto de
mata’ donde sus generosos familiares López de la Flor y Egüez o donde
sus valientes y solidarios amigos de juventud y tendencia. En Ambato
escribe El Anteojo, enviando a las autoridades de Santa Fe, refutando la
vista del fiscal Arechaga.
Poco a poco van llegando a prisión: Juan Salinas, Juan de Dios
Morales, Manuel Rodríguez Quiroga, Juan Pablo Arenas, el cura José
Riofrío, Francisco Javier Ascásubi, Nicolás Aguilera, Antonio Peña,
Pedro Montúfar, José Vinuesa, Manuel Cajías, Pedro Montúfar, Juan La-
rrea y Guerrero. Vicente Melo, Vicente Mideros, Mariano Godoy y el es-
cribano Atanasio Olea.
Pasan los meses. A pesar del ambiente de sobresalto que se vive,
los patriotas constantemente procuran comprar información a la tropa
realista utilizando todos los medios a su alcance. Así llegan a conocer
que ya ha salido de España y está pronto a arribar el hijo del Marqués
de Selva Alegre, coronel Carlos Montúfar, en condición de Comisionado
Regio, para reducir las diferencias entre chapetones y criollos en la Au-
diencia de Quito. Pero corren también los rumores de que antes de que
llegue, los presos serán pasados por las armas.
Cuando los conjurados conocen de este rumor o certeza, des-
confiados deciden organizarse para tratar de liberar a los prisioneros.
Antes del 2 de agosto sorpresivamente Antonio Ante llega a Quito de-
seoso de liberar a sus compañeros presos. Mas, sin embargo, el día pre-
ciso otros descortinadamente se adelantan. Un grupo de valientes
reunidos también para rescatar a los presos –de seguro que si sabían tra-
bajaban juntos-, han decidido atacar a los tres sitios donde están los en-
carcelados. Tan cruda y poco reflexionada fue su resolución, que ni
siquiera pensaron en un caudillo que debía dirigirlos, ni en la coordina-
ción y unidad que debía tener semejante operación.
El 2 de agosto de 1810, a la una y media de la tarde, se produce
el intento programado. Armados de rudimentarias pistolas, machetes y

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A N TO N I O A N T E Y F L OR

puñales, simpatizantes del movimiento —incluido Antonio Ante- van


en pos de cumplir su cometido: liberar a los encarcelados en las dos pri-
siones. Mas, la falta de coordinación para actuar a la misma hora entre
las dos partes, trae funestas consecuencias. ¡La matanza es brutal!
Pese a que Ruiz de Castilla ha ordenado proteger a los deteni-
dos, hasta el juicio formal, ¡no fue así! Los ‘pardos’ de Lima de la Guar-
dia Real, se dirigen a los calabozos, asesinan a mansalva a los patriotas,
incluso delante de los familiares que les visitan. No satisfechos con haber
corrido sangre en las cárceles, la caterva uniformada, a órdenes de Arre-
dondo, sale a las calles a la brutal tarea de matar a toda persona que esté
frente a sus armas, sin dejar de lado desmanes y robos en tiendas y do-
micilios durante interminables horas. Cholos de pésima catadura, entre
los que se podía dudar si eran racionales o irracionales, o si tenían alma
o no, conciencia o cerebro. Para embravecerlos aún más y despertarles
sus bajos instintos de brutos, se los embriagó antes de la acción.
Comienzan a disparar a toda persona que ven. A balazos caen
niños, mujeres, hombres, inválidos, sin distinción alguna. ¡Paralela-
mente se inicia el saqueo de la ciudad! Las puertas de las casas que in-
útilmente se cierran o se trancan, son rotas a culatazos. Los que pueden,
saltan por las ventanas posteriores y se salvan procurando unirse. En
sus barrios deciden contraatacar. Se arman con palos, piedras, hachas,
cuchillos y se lanzan, valientes e imprudentes, a un combate desigual
ante las tropas realistas.
La intervención del obispo Cuero y Caicedo pudo detener la
matanza, cuando recorre las calles de Quito acompañado de un grupo
de sacerdotes. Llevan consigo la imagen de Jesucristo crucificado pi-
diendo cese el vandalismo, la carnicería y la masacre. Las iglesias apo-
yan con el desgarrante tañido de sus campanas.
La oportuna intervención del obispo y los suyos hace que la san-
guinaria gentuza de los ‘pardos’ limeños, borracha de licor, apetencias
y sangre, detenga su brutalidad
Tras el grito de independencia de Quito, secundaron algunos
pueblos su posición, conformando Juntas dizque en nombre y respaldo
de Fernando VII y declarando su independencia, que era lo que temía
el Virrey de Perú. Por imitación y o por propia necesidad, cada cual con
su propia historia se van creado Juntas de Gobierno así: el 19 de abril
de 1810 en Caracas. El 22 de mayo de 1810 en Cartagena de Indias. El
25 de mayo de 1810, en Buenos Aires. El 3 de julio de 1810 en Santiago

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de Cali. El 4 de julio de 1810 en Nueva Pamplona. El 20 de julio de 1810


en Santa Fe en Bogotá. El 15 de septiembre de 1810 en Guatemala. El 16
de septiembre de 1810 en México. El 18 de septiembre de 1810 en San-
tiago de Chile. El 15 de mayo de 1811 en Paraguay.
En tanto en España, la Junta Suprema de Sevilla, ante la difícil
situación que habían vivido los españoles deseando reconstituir el Estado,
dividido a la sazón en tantas provincias y entre ellas las americanas de
ultramar que tienen una pasión independentista, y más aún que Napo-
león, ha tenido un duro golpe militar y político con la derrota en Bailén.
Mientras unas regiones de América, reconocen a la autoridad
de la Regencia, otros se niegan a reconocerla imbuidos por la suprema-
cía regional, la confusión imperante y que hace que mutuamente se til-
den de traidores. Inédito. Se presentan dos frentes: los que aceptan la
autoridad de la Regencia y los que mantienen los principio de la Junta
Soberana.
La Junta Central, instalada primero en Sevilla y luego en Cádiz
se traslada a la Isla de León, donde permanece algunos meses hasta que
se concreta la adopción del Consejo de Regencia. El objeto de este cam-
bio es no sucumbir a los requerimientos de Napoleón ni su pretendida
Junta de Bayona. Ratifican que los dominios españoles en las Indias no
son colonias sino que forman parte integrante de la monarquía española
con igualdad de derechos. Así mismo manifiestan, que pueblo tan mag-
nánimo y generoso, no debe ya ser gobernado, sino por verdaderas le-
yes, aquéllas que llevan consigo el gran carácter del consentimiento
público y la utilidad común; por lo tanto confirman las Cortes, y para
que no se retrase su funcionamiento con la venida de los representantes
desde América, hacen que trabajen con los suplentes, americanos que
están viviendo en España.
Al llegar a América semejantes noticias de crisis peninsular, sin
distingos e indistintamente de condiciones sociales y económicas, se
mantiene tres conceptos heredados y generalizados: Lealtad al rey cau-
tivo, exaltación de la religión católica como elemento de identidad y re-
chazo a la imposición francesa. Sin embargo por la ausencia del Rey,
creen que la soberanía debe pasar a la sociedad; esto es al pueblo en de-
mocracia. En este marco, para no complicar las cosas en América, le Re-
gencia dispone la salida de comisionados desde España, con el fin de
conquistar las opiniones y voluntades de los Americanos a favor de la
causa de los españoles peninsulares que era la causa de todo un reino.

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A N TO N I O A N T E Y F L OR

El 12 de septiembre de 1810 llega a Quito el Comisionado Regio,


Carlos Montúfar. . Retorna a la ciudad que le vio nacer luego de 10 años
que partió para Europa.Las terribles noticias de la masacre del 2 de
agosto, le tienen ensombrecido. Triste y apenado se lamenta el no haber
llegado a tiempo. Hoy reconoce por qué le demoraron. No sólo han
muerto familiares y amigos, sino que reconoce la lamentable perdida de
seres tan importantes para el futuro patrio
Tres días después el Comisionado en cumplimiento de las ins-
trucciones españolas, establece una Junta de Gobierno —la segunda-
que comienza a funcionar doce días después. Esta Junta tiene al conde
Ruiz de Castilla de Presidente, Vicepresidente el obispo Cuero y Cai-
cedo. Antonio Ante, es propuesto por el barrio de San Sebastián para
ser parte de ella, pero se excusa sin dar mayores explicaciones. Creemos
que quedó ‘curado’ de la anterior...
Para el Congreso patriota que se reúne en Quito en 1812, es
electo el Dr. Ante como Diputado por Guaranda. Acude presuroso y
aunque es pobre y con familia, desiste de cobrar dieta alguna. Luego,
por consenso, conforma la Suprema Diputación de la Guerra, como uno
de sus cinco miembros.
Antonio Ante, a órdenes del coronel Feliciano Checa, es parte
del ejército patriota. Su primera misión, nuevamente como tiempo atrás,
interceptar al realista general Toribio Montes, que días antes ha organi-
zado sus fuerzas con soldados del Perú, Panamá y Guayaquil. El militar
español desde el puerto se moviliza por Guaranda con intención de lle-
gar a Quito, que sigue ocupada por las fuerzas patriotas. A su vez, tropas
realistas también avanzan desde Cuenca con los generales Melchor Ay-
merich y Juan Sámano.
Los realistas están muy molestos y quieren llegar a Quito, pues
el 18 de junio de 1812, a raíz de los maltratos recibidos por el populacho
que le arrastró desde El Tejar hasta el centro de la ciudad, ha fallecido el
Conde Ruiz de Castilla.
El 25 de julio de 1812, Antonio Ante con cuatrocientos hombres
de refuerzos que le envía el coronel Feliciano Checa, arremete contra la
vanguardia de los españoles de Toribio Montes en San Miguel de
Chimbo. Desde las tres hasta las cinco de la tarde combaten bravamente,
debiendo retirarse por escasez del parque; perdiendo más de cien hom-
bres, de los cuales treinta y cinco muertos y los restantes quedan heridos
en el propio campo y tomados prisioneros.

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El 2 de septiembre el general Montes inflige derrota a las fuerzas


patriotas en Mocha; renunciando al mando el coronel Feliciano Checa.
Tras este descalabro, Antonio Ante es propuesto para remplazarlo como
comandante de todas las tropas, pero se niega y dando explicaciones re-
conoce que no tiene de militar sino su arrojo y valentía, recomendando
que asuma el cargo el coronel Carlos Montúfar. Sin embargo que él es
declarado ‘Sanchista’ y contrario a los ‘Montufaristas’ pues les tiene an-
tipatía, especialmente a Juan Pío por cobardón y pusilánime.
Carlos Montúfar dispone el repliegue ordenado de las tropas
para defender Quito. La protección será a la altura de El Panecillo; ata-
laya y llave de la defensa. El 8 de noviembre, Antonio Ante defiende el
ala derecha en San Diego y La Magdalena. Ignacio Ortiz, propiamente en
la elevación. Francisco Calderón en San Sebastián y en la retaguardia Ma-
nuel Matheu.
Atacan los españoles y la defensa por el centro ha cedido. Hay
que confinarse a la ciudad. Antonio Ante repliega hacia el Arco de la
Reina y de allí a la plaza de La Merced, donde sostiene el ingreso realista
por varias horas.
Por la tarde del 8 de noviembre el general Toribio Montes re-
toma la ciudad de Quito de manos de los patriotas y restablece el poder
español –será por diez años más–. En tanto los grupos de patriotas dis-
persos, avanzan a congregarse y hacerse fuertes en Otavalo e Ibarra. El
general Juan Sámano persigue a los patriotas comandados por Carlos
Montúfar.
Para Antonio Ante, el patriotismo es una necesidad moral.
Quiere seguir combatiendo. Fuerte y desinteresado, se desplaza hacia
el norte y en Atuntaqui quiere enfrentar a las tropas de Sámano que vie-
nen en persecución. Tras discusión acalorada con Carlos Montúfar –el
Dios de la guerra no está con los que vacilan– se pierde tan importante
oportunidad de, aprovechando el conocimiento del terreno, derrotar a
los realistas.
El 25 de noviembre las fuerzas patriotas acantonadas en San
Antonio de Ibarra, resisten valientemente el ataque sorpresivo de las
tropas realistas de Sámano, y a pesar de la inferioridad numérica derro-
tan a los invasores. Luego combaten en Ibarra, donde definitivamente
pierden los patriotas. Montúfar huye a la hacienda Huachalá en Ca-
yambe. Francisco Calderón, y con él Antonio Ante, se repliegan al norte
de la ciudad. La caballería realista carga contra los pocos hombres que

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A N TO N I O A N T E Y F L OR

quedan en las filas patriotas y a la altura de la laguna de Yaguarcocha,


los dispersan. El jefe Francisco Calderón y doscientos soldados, así como
Antonio Ante y el ayudante artillero Ponce, fueron los últimos oficiales
patriotas del año 12 en luchar denodadamente hasta el final. Detenido
Francisco Calderón, es fusilado en el puente del río Chota. Antonio Ante
escapa milagrosamente, siendo perseguido inútilmente por Sámano. Se-
cretamente y embozado se va a Ambato donde se cree más seguro.
Días antes–el 27 de noviembre– Antonio Ante redacta carta ade-
lantada de lo que pasará, dirigida a Juan Sámano y firmada por Fran-
cisco Calderón, en la que le dice:

Si el monstruo de la humanidad titulado Presidente, se produce


tan cruelmente cuando trata de seducir y engañar y tiene armas al
frente, ¿qué más hará cuando se rindan estos? En dónde está la libertad
del americano tan decantada por los repetidos gobiernos que se han
creado en España.

Al final del año, por orden del general Toribio Montes, es con-
finado a Loja, el Marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montúfar. El fun-
cionario español lo que quiere es paz. El mismo presidente Montes al
Dr. Ante le suspendió en el ejercicio de sus funciones junto con 25 juris-
tas, considerando que junto al Dr. Mariano Merizalde, son los revolu-
cionarios más recalcitrantes.
Pasan los días de incertidumbre. Dentro del seno familiar se co-
noce que el presidente de la Audiencia, Toribio Montes, ejerce una polí-
tica respetuosa y conciliatoria. Presentadas así las cosas acude a
conciliador diálogo en enero de ese año 13. El general Montes conoce al
doctor Ante. Quiere ‘matar dos pájaros de un tiro’: por un lado ayudarle
y por otro tenerle lejos. Un mes después Antonio Ante recibe el pasa-
porte para el destierro a Lima, vía Ambato y Guayaquil. Va a Ambato
procurando en el trayecto al destierro descansar ya que se siente en-
fermo y gastado de tantas fatigas e impotencias.
En marzo de 1813, Núñez de Arco, fiscal acusador de Antonio
Ante, registra en su Alegato

El doctor Antonio Ante en la primera insurrección fue teniente


coronel de la Falange. En la segunda comandante de Artilleros y luego
Representante Judicial. Asistió a las expediciones contra Cuenca y sos-

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

tuvo los ataques de Guaranda, Mocha y la entrada a Quito, con el


ardor del más distinguido entusiasta, siempre manejando dineros sin
haber rendido cuentas jamás. Por su condición feroz y sanguinaria,
siendo pocas las expresiones que merece este monstruo Monarcómano
obstinado.

Mas sucede coincidencialmente que en Ambato el joven Ignacio


Hidalgo comienza a reunir armas para llevarlas a un paraje cercano,
donde espera formar una falange de guerrilleros patriotas. Al ser des-
cubierta esta conjura, el Presidente de la Audiencia, ordena localizar de
inmediato a Hidalgo y al ser detenido que se lo fusile, y, también, que
cuanto antes continúe al destierro el Dr. Ante, pues se le supone com-
plicado en semejante sedición.
Entonces llega a su conocimiento que los astutos españoles pien-
san embarcarlo en Guayaquil, no con destino al Perú sino a Manila en
Filipinas y decide ocultarse, regresando a Quito calladamente donde su
esposa e hijos.
Perseguido de mal infortunio, su vuelta coincide con la llegada
a la capital del sanguinario general Juan Sámano y conociendo la in-
quina feroz que le tiene el español, se ve precisado a alejarse al norte,
pensando en unirse a las tropas de Bolívar, venezolano del que ya se
oye sus ímpetus libertarios y su lucha encarnizada contra los realistas.
En Cayambe, con el teniente coronel Antonio Pineda, promueven alza-
mientos en los cantones de Otavalo e Ibarra y tratan de conseguir el des-
concierto de las defensas de Pasto. Denunciado, los tres revoltosos con
sus cabezas puestas a precio, obligándose a ocultar en los bosques cer-
canos a Pichincha y “desde aquellos bosques a buscar ocasiones de obrar
contra el enemigo”. ¡Tal su lucha y su tenaz empecinamiento!
Temperamento idealista y revoltoso no se hace esperar y no ne-
cesita mucho para continuar a las andadas revolucionarias. Aunque no
sale de casa ni se dejaba ver en las ventanas, hace numerosas conexiones
patriotas y deciden y planean unas ‘Vísperas Sicilianas’ –imitando la
matanza de los franceses en la isla Sicilia que acabó con el dominio de
Carlos de Aujón– en que los habitantes de Quito así como los de Ibarra,
Otavalo, Latacunga y Ambato y exterminen a todos los de nacionalidad
española.
Todo marchaba bien hasta que la ligereza de uno de los com-
prometidos se denuncia de la conspiración. Por efecto mismo de la re-

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A N TO N I O A N T E Y F L OR

velación se conoce que el doctor Ante se encuentra oculto en su propia


casa en Quito. ¡Ordenan su muerte!
Para el efecto se disfraza a un soldado de campesino para que
dizque llegue a entregarle un oficio en manos del doctor. En la casa le
manifiestan que no está; mas tal fue la insistencia del seudo campesino,
que la servidumbre cae en la trampa y le conducen a que hable perso-
nalmente con su amo. El disfrazado le entrega la misiva, y cuando se
presta abrirla, aprovecha para sacar un puñal y tomándole despreve-
nido, lo clava en el pecho a la altura del corazón. Herido pero con gran
reacción logra asirle vigorosamente el puño y evitar otras cuchilladas.
Gritos de socorro atraen a familiares y domésticos, mientras el asesino
huye. Soldados apostados en las cercanías, entran presurosos a la casa,
toman el cuerpo exánime y se lo llevan arrastrado al cuartel. Las calles
por donde pasa el agonizante son marcadas con sangre.
En el Archivo Nacional, consta el juicio a Antonio Ante, “abogado
de la Real Audiencia y capitán de las tropas revolucionarias”, instruido en
Quito el 9 de junio de 1813. A los dos días el Juez monta auto cabeza del
proceso:

En la ciudad de San Francisco de Quito a nueve de julio de mil


ochocientos trece, el Excelentísimo Señor Don Toribio Montes, dijo::
Entre las monstruosas criminalidades cometidas en esta vecindad es
público y notorio que el Doctor D.C. Antonio Ante, abogado de esta
Real Audiencia tomó con el mayor empeño el delincuente proyecto de
revolver sus habitantes desde la primera Junta que se celebró el diez
de agosto del ochocientos nueve, habiendo asistido al conventículo pre-
parado maquinado en la casa del Sagrario de la que en junta de su co-
legas procedió a sorprender al cuartel, levantando desde ese entonces
en peso las gentes para que sea erigido un gobierno contra las leyes
fundamentales de la monarquía, tomasen las armas contra el rey y con-
tra sus magistrados que a su nombre gobernaban esta Provincia, ha-
biéndose el mencionado año en que a la Junta saca el título de capitán
comandante de una de las compañías de las tropas revoltosas. Extin-
guido aquel gobierno y a los ocho meses del legítimo, formado el aco-
metimiento contra el Cuartel Real apareció repentinamente
acaudillando el tumulto habiendo antes estado fugitivo, por habérsele
perseguido por días, por criminalidad y aún publicándosele el bando
por traidor.; de formas que triunfante en la Segunda Junta; y revolu-

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

ción del año ochocientos diez, volvió al mismo empleo de Capitán Co-
mandante y aún logró se le nombrase representante por la Provincia
de Guaranda en el Congreso subversivo, cuyo ministro lo desempeñó
completamente, procurando se llevase la insurrección por cuantos ar-
bitrios le sugería su maledicencia, robando a la Caja Nacional canti-
dades gruesas de dinero con los pretextos de comprar armas y otros;
asistiendo a las expediciones militares que hacían los revoltosos contra
las fidelísimas ciudades de Pasto, Cuenca y el asiento de Guaranda,
sin omitir alguna hasta la acción que se dio en el cerro del Panecillo
contra las tropas revolucionarias, en el que fueron derrotados con sus
compañeros, habiendo demostrado en ambas revoluciones su genio se-
diciosos, turbulento, sanguinario y ladrón cual ninguno. Para venir
pues el castigo de tan enormes delitos mandó su Excelencia se formara
este auto cabeza de proceso, y que a su tenor certifiquen los escribanos
José Antonio Arboleda, Miguel Munive y Antonio Portila; y hecho se
proceda a lo más.

El Fiscal da su opinión. Encuentra delito. Acusa, y pide condena:

Que los crímenes del doctor Antonio Ante han sido muy notorios,
como que ha sido uno de los caudillos de la primera insurrección del
diez de agosto, uno de los que con fuerza armada trataron de consumar
la del dos de agosto del año ochocientos diez y en esta última sobre
haber sido Capitán Comandante y representante del asiento de Gua-
randa, fue del número de sediciosos que más se distinguieron en toda
clase de delitos; en resistir a las legítimas autoridades, en los diversos
ataques que vuestra Excelencia las derrotó completamente y en perpe-
tuar el imperio de las pasiones y los crímenes. En este concepto y
siendo público y notorio cuanto se puntualiza en el auto cabeza del
proceso, y cuanto certifican los escribanos, para separar de esta repú-
blica un miembros tan encancerado y tan obstinado en la insurrección,
se servirá Vuestra Excelencia destinarlo por diez años al Presidio de
Ceuta con retención hasta nueva orden y con especial encargo a aque-
llos jefes que velen mucho sobre la conducta del demandado Doctor
Ante, como es justa.

En audiencia de estrados el fiscal se ratifica en sus opiniones y


dice:

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A N TO N I O A N T E Y F L OR

El doctor Antonio Ante en la primera insurrección fue teniente coro-


nel de la Falange. En la segunda comandante de Artilleros y luego Repre-
sentante Judicial. Asistió a las expediciones contra Cuenca y sostuvo los
ataques de Guaranda, Mocha y la entrada a Quito, con el ardor del más
distinguido entusiasta, siempre manejando dineros sin haber rendido cuen-
tas jamás. Por su condición feroz y sanguinaria, siendo pocas las expre-
siones que merece este monstruo Monarcómano obstinado.

Antonio Ante, hace su propia defensa, reconociendo que su


papel ha sido el de luchar por la libertad de los pueblos de América,
como a su vez España también luchó por su libertad frente a los fran-
ceses. Indignado, niega rotundamente, que se haya dispuesto de dinero
alguno en su favor.
– ¡Díganme que les odio a ustedes pero no me tilden de ladrón!, les
grita con fuerza, sin embargo de su debilidad por la herida sufrida.
Con la opinión del Fiscal, la defensa del acusado, el Juez cierra
y archiva el proceso como cosa juzgada y sin apelaciones emite la terri-
ble sentencia: – Doctor Antonio Ante López de la Flor, ¡diez años a la prisión
de Ceuta en África!
Ceuta, pequeña ciudad española desde 1668 –antes Portuguesa–
ubicada en la orilla africana del Estrecho de Gibraltar; entre el mar Me-
diterráneo y el océano Atlántico–. Allí funciona el penal de El Rosedal.
En el penal los detenidos son divididos en tres categorías: Militares, que
han cometido faltas disciplinarias. Civiles, prontuariados. Y políticos se-
diciosos a la corona; incluyéndose los de ultramar: los de las colonias
americanas. Los presos llevan cadenas según la condena...
El Dr. Antonio Ante, con su 47 años y aún convaleciente es con-
ducido –Sábado Santo de febrero de 1818– a Ceuta en unión de su hijo
José María, de 13 años, que ha obtenido permiso para acompañar a su
padre, dado su precario estado de salud.
En casi dos meses de espantoso viaje en semejantes bajeles de
vela y remo y en su condición de preso, al fin el navío toca el puerto
donde está la cárcel. El padre, a los calabozos del penal. El hijo, sacrifi-
cado con sus trece años de edad, a la ciudad y a velar por el progenitor.
En semejante penal, sufre soledad en medio de tantos reclusos.
Presidiario. Reo por la libertad. Tan lejano a su tierra y a los suyos, so-
brelleva con paciencia lo que todo condenado en esas condiciones se
obliga. Desaseo. Pobre comida. Desamparo. Monotonía. Horas intermi-

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nables y diariamente ¡resignación! Triste palabra. Único refugio que le


queda. Abatido y miserable. Desdichado que no tiene otra medicina que
la esperanza; de esa esperanza que está lejana en el tiempo: ¡faltan diez
años! Para volverse loco y todo por la emancipación de su lejana tierra.
El muchacho trabajará como ayudante de sastre y de zapatero
para supervivir y ayudar al cautivo, al que visita constantemente lle-
vándole lo que puede, inclusive zapatos de compostura para que se en-
tretenga y prestándole corta compañía.
En 1820 se produce en España el alzamiento liberal capitaneado
por el general Rafael y Núñez Riego, contra el régimen absolutista de
Fernando VII. Riego, en el poder como gobernante pone en vigencia la
Constitución aprobada en 1812, de corte liberal, conocida como ‘La
Pepa’. El general, en funciones y como claro signo de reconciliación, deja
en libertad a todos los realistas que encuentra en su camino y ordena li-
bertar, también, a todos los presos políticos, incluidos los de ultramar.
Amnistía providencial para Antonio Ante. Incrédulo. Desconfiado.
Cruza muros, puerta y foso. A los dos años seis meses vuelve ver la luz
de la libertad en el sol ceutañez. Con su hijo avanza al barco que le con-
ducirá a América. Jamás olvidará semejante y terrible periplo; por el
contrario, afiebrarán los recuerdos de las paredes en tan terrible maz-
morra.
Antonio Ante y su hijo pasan a Cádiz, punto de salida de Es-
paña si se tiene el correspondiente pasaporte. Correteando los trámites,
se entera por coterráneos americanos que viven en ese puerto y que
están molestos, que tropas españolas están próximas a partir para el
nuevo continente. Molesto –‘genio y figura hasta la sepultura’– de que
continúe el vasallaje donde ya no pueden sustentarse más por la fuerza
de feudos ni señoríos, se junta a los inquietos revoltosos, para escribir
dura carta, que fastidia a las autoridades españolas.
Pronto, hay la “orden de presentación” –quizás el juicio– a los
autores de nuevas protestas. Asustado de caer en prisión nuevamente,
cada cual arranca en desbandada. Sin pasaportes, de Cádiz pasan a la
isla Palma de Mallorca, para ver si algún navío les saca del Mediterráneo
sin pasar por ningún puerto español.
Pronto ‘vela y viento’ de vuelta a América. Arriban al obligado
puerto de La Guayra, pasan a Caracas rumbo a Bogotá, luego a Cundi-
namarca, pero no pueden seguir hacia el sur por la guerra que arrasa
esas regiones.

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A N TO N I O A N T E Y F L OR

Un año y nueve meses se mantienen en forzadas aventuras y


sinsabores y finalmente cuando en Atuntaqui los Ante, padre e hijo se
vuelven a ver con los suyos, la felicidad es inconmensurable. Llegan
para encontrar a María Mercedes –la mayor de las hijas– felizmente ca-
sada con el alférez Juan Donoso y Chiriboga, que se ha convertido en
un protector y padre para todos.
El 27 de mayo de 1822, tres días después del triunfo de las armas
patriotas en Pichincha que sella tantos años de sufrimientos y persecu-
ciones, ingresan a Quito. Al fin como hombre libre y emancipado, con
la inmensa felicidad de reencontrarse con su fiel y sacrificada esposa
Mariana y sus otras hijas. Luisa casada con Pastor Valdez e Isabel con el
Dr. Joaquín Enríquez.
Viviendo vida tranquila y sosegada en Quito, en marzo de 1823,
es designado provisionalmente Auditor de Guerra del Departamento
del Sur, con 500 pesos de sueldo. Luego recibirá el nombramiento de
Asesor de la Intendencia del Departamento. En octubre de 1827, se rea-
lizan las elecciones para representantes a la Convención de Ocaña, para
reformar la constitución de Cúcuta. Antonio Ante sale electo y deberá
acudir a ella como representante del Departamento del Sur, del 9 de
abril al 10 de junio en esa ciudad colombiana al norte de Santander. Pre-
sidirá la comisión acompañado de los doctores Manuel Avilés y Pablo
Merino. A última hora por enfermedad de su esposa Mariana Oláis no
puede viajar, siendo remplazado por el doctor José Matías Orellana
En 1830 es firmante del Acta de Separación del Departamento
del Sur de la Gran Colombia. Ese mismo año asiste como Diputado por
el Departamento de Quito a la Primera Constituyente convocada por el
general Juan José Flores. Reunidos en la ciudad de Riobamba el 14 de
agosto de 1830 y el fogoso letrado tiene ilustrada voz y papel prepon-
derante en la escritura de la Carta Fundamental, en quince leyes orgá-
nicas, veintidós decretos y varias resoluciones.
Durante las sesiones es injusta y soezmente insultado por el co-
ronel venezolano León Febres Cordero. Mas, recibe el respaldo unánime
y airado de todos los diputados al punto que el insultador se ve obligado
a abandonar el país.
El año 1 835 da sus últimos pasos en la vida pública regresando
al Congreso como Diputado. Tras cerrarse ese parlamento, se retira de
toda actividad pública a voluntario alejamiento e inusitado aislamiento
social.

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Antonio Ante, desde poco tiempo atrás, carga con desolación


su viudez. La sacrificada Mariana Oláis y Bustamante ha muerto y el
esposo vive solo y en oscurecida pobreza. Con esa realidad, a insinua-
ción de sus hijas elige ausentarse a la hacienda Alobuela (hoy Agualongo,
‘la vieja’, de propiedad del Ec. Marco Hernán Rivadeneira Salazar) de
su yerno Juan Donoso, cercana a San Juan de Ilumán. Se dedica, dizque,
a las faenas agrícolas. En esas andanzas extrañas a su condición, recru-
decen sus padecimientos físicos y mentales. Secuelas de años de hombre
sufrido, afloran a cada rato. Las huellas físicas y mentales comienzan
por tomarle irascible y neurótico. Los síntomas de su alteración mental
se hacen evidentes. Se trastorna mentalmente. Con sólo 65 años de edad,
fallece este prohombre ecuatoriano, el 18 de octubre de 1836. La partida
de defunción consta en el libro de entierros de la matriz de San Luís de
Otavalo.
El Dr. Antonio Ante y Flor –ejemplo para cualquier generación–
fue caballero culto y de fino y urbano trato. Su alma grande para el sa-
crificio se entregó entera al ideal de su Patria. Su carácter inquieto y ner-
vioso, unido a singular constancia y tenacidad heroica poco común, le
distinguió entre todos ¡como el mejor!
Recordando su memoria el cantón imbabureño Antonio Ante,
fue creado el 12 de febrero de 1938 Institutos educativos y calles, en es-
pecial la situada en Quito, en el sector oeste del parque La Alameda, lle-
van con honor y justicia su identificación. Mas creemos que el bronce
eterno tiene que tallarle un monumento al “más rígido de los de los re-
volucionarios” como lo calificó el historiador Roberto Andrade. Y al pie
de ese monumento debe decir “EL INVENCIBLE”, como lo llama Ma-
nuela Espejo, hermana del ‘Chúzhig’; renombre puesto con admiración
y cariño por Rodríguez de Quiroga, el otro prócer de la independencia.
“El más eminente de los patriotas quiteños”, como se le conoce
a Antonio Ante y Flor, siempre pensó en virtudes, jamás en comodida-
des. Hombre que reveló su carácter hasta en las cosas más simples. Que
desde niño no tuvo días sin penas. Valiente, en toda la extensión de la
palabra. Tenaz, hasta donde jamás desfalleció su fuerza de voluntad a
toda prueba. Ejemplarizador. Sempiterno. Perdurable. La vida de los
grandes hombres que se han ido, debe hallarse perenne en el corazón y
en la mente de los vivos, pues de ningún modo puede fenecer aquel que
existió dispuesto a morir por sus ideales. Ecuatoriano, atormentado por
la libertad, hasta los limites inconmensurables de su palabra Patria.

56
A N TO N I O A N T E Y F L OR

Bibliografía utilizada:

- Andrade Roberto.- Historia del Ecuador. Defensa de Salinas.


- Andrade Manuel de Jesús.- Próceres de la Independencia.
- Jurado Fernando.- Antonio Ante y Flor. Actores de la Revolución Qui-
teña.-
- Pareja Diezcanseco Alfredo.- Ecuador: Historiando la Republica.
- Pérez Pimentel Rodolfo. -El Ecuador Profundo.- Antonio Ante.
- Rodríguez Castelo Hernán.- Lírica de la Revolución Quiteña.
- Ruiz de Castilla (Seudónimo).-Biografía del doctor Juan de Dios Morales.
- Zúñiga Neptalí.- Juan Pío Montúfar, Primer Presidente de la América Re-
volucionaria.
- Wikipedia.- Enciclopedia libre.- Ceuta.

57
LOS CHECA EN LA HISTORIA DEL ECUADOR
DEL 10 DE AGOSTO DE 1809
Y DEL 2 DE AGOSTO DE 1810

Marcia Stacey Ch.

Introducción
La investigación en archivos militares abre una nueva perspec-
tiva para la Historia Patria, pues con los datos allí existentes, en especial
con la revisión de los Expedientes de Vida Militar, se mira de manera
diferente los sucesos, los hechos y los acontecimientos del pasado. Es
así, que el desfile de documentos necesarios para probar la identidad
de cada personaje, sus descendientes, las acciones válidas para mejorar
su calificación y la serie de testimonios, que narran cada acto solicitado
por el militar, que estuvo directamente en los hechos estudiados; nos
dan una mejor y más clara identidad del sujeto, inmerso en la época que
le tocó desarrollar su historia. Esta investigación ha sido una gran e im-
portante ayuda para poder localizar personajes y hechos perdidos en la
Historia. Básicamente se lo realizó en dos archivos, donde se guardan
los expedientes militares, de manera que pasan a ser los Indicadores de
la investigación, aparte de otros archivos como el AGI (Archivo General
de Indias) que guarda una enorme documentación sobre América y la
Conquista; datos con los que se ha podido completar el panorama en el
que se desenvolvieron los actores y los hechos, a los que nos vamos a
referir.
Es importante que podamos aclarar más aún sucesos tan cer-
canos entre sí, como los del 10 de agosto de 1809 y del 2 de agosto de
1810, por medio de dos hermanos, personajes que se ubicaron en bandos
distintos, que fueron afectados y actores de los dos hechos. Esto no llama
la atención, pues el uno vivía en Jaén de Bracamoros, y llegó a ser su
Gobernador; como enviado por su padre para desarrollar los negocios
familiares, a pesar de ser militar de carrera. El otro vivía en Quito, tam-
bién militar de carrera y vio desde otro ángulo la política de la colonia
y el perjuicio y olvido de los criollos.

59
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Los 4 años que duró la investigó en los dos archivos militares,


fue como para obtener más de 6.000 fichas, y allí se encontró un expe-
diente del coronel don Feliciano Checa y Barba, PRÓCER DE LA INDE-
PENDENCIA, en cada uno de los archivos mencionados, donde se
buscaba el derecho al Montepío de sus familiares.
El primer archivo investigado fue el del ISSFA ( Instituto de Se-
guridad Social de la Fuerzas Armadas ). Allí están los expedientes de los
militares vivos, jubilados y los fallecidos en los últimos años y que tienen
herederos o personas dependientes, que deban recibir el montepío. Y el
segundo fue el Archivo Histórico Militar, que tiene varias partes; nos in-
teresa más que nada los “Libros de vida Militar”, que son iguales a los an-
teriores, pero que ya han pasado a ser Historia, con más de 20 años de
antigüedad, hasta que se llega a los héroes de la Independencia. Allí se
tiene expedientes de: próceres, héroes, militares que han llegado a la
presidencia y de otros militares en general, que constan con sus datos
personales, con las fechas de todo evento y además de sus estudios e in-
clusive: la narración de sucesos y de personas involucradas en dichos
hechos.
Aparte de estos archivos se tuvo la suerte de encontrar varios
expedientes sobre el Coronel Don José Ignacio Checa y Barba en el AGI:
Archivo General de Indias en Sevilla y otros datos en el AHP: archivo
Histórico de Piura.
Para justificar el objetivo y para obtener los datos más aproxi-
mados sobre los personajes y los sucesos involucrados en esas fechas
que conmemoramos, se pudo complementar con pequeños aportes de
otros archivos, como también el de la Cancillería del Ecuador, que con-
tiene valiosos informes. Se ha utilizado Bibliografía que constará como
nota al pie en cada uno de ellos.
La obra de Luz del Alba Moya, El Árbol de la vida, fue de gran
ayuda, como también la obra de Waldemar Espinoza Soriano La fuerza
de la verdad. Contiene muchas referencias sobre los Checa en Jaén de Bra-
camoros.

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L O S C H E C A E N L A H I S TO R I A DEL ECUADOR

General D. Ignacio Checa y Carrasco de la Torre


con sus dos hijos1

CAPITULO PRIMERO

El Corregidor de Loja general don Ignacio Checa y Carrascosa


El General, Licenciado don Ignacio Xavier Joseph Manuel de
Checa y Carrascoza de La Torre nació en Baeza-Jaén en Andalucía-Es-
paña el 3 y b. el 6 de junio de 1723 en la parroquia de San Pablo. Ciudad
de Baeza2-3
Fue hijo legítimo de Don Crisanto Mateo de Checa y Salvador
Morata natural de San Lucar de Barrameda, Capitán de Caballos del Re-
gimiento del Príncipe.4 Casado con Doña María Cathalina Carrascosa y
Jiménez de la Torre. “”Persona ilustre y descendiente de familias que han go-
zado de estos reinos de familias de Hidalgos notorios”5
1 Única foto del Corregidor de Loja el General D. Ignacio Checa y Carrasco de la Torre con sus
dos hijos: José Ignacio y Feliciano. ( Banco Central del Ecuador)
2 AGI. Archivo General de indias, Sevilla, Contratación,5501,N.2.,R.22
3 AESCH.- Bautizos de Baeza, Libro 8 folio 145 v.
4 LASO CHIRIBOGA Luis E. con “Árboles genealógicos”.
5 AESCH. Relación de Méritos de Don Ignacio Checa y Carrascosa.

61
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Fue Colegial en el San Phelipe de la ciudad de Baeza y en los de


San Bartolomé y Santiago El Mayor de la ciudad de Granada, en San
Bartolomé y Santiago el Mayor, en cuya Universidad se graduó de Ba-
chiller en Cánones, habiendo sido Presidente de la Jurisprudencia.
Se recibió de Abogado en la Real Chancillería en la propia ciu-
dad de Granada el 14 de noviembre de 1742 y se incorporó en los si-
guientes Reales Consejos el 11 de VIII- 1745 , en el colegio de Abogados
de esta corte.
Desempeñó algunos cargos desde 1748 hasta el 1-VII-1757, en
que recibió el nombramiento como Corregidor de Loxa y Zamora, de
parte del Rey y partió para Sevilla por la documentación respectiva y
de allí al puerto de Cádiz, para embarcarse con su empleado. 6
Salió de Cádiz el 13 de noviembre 1758, para llegar a las Indias,
donde ocuparía su cargo como Corregidor y Justicia Mayor de Loxa y
Zamora, en la Real Audiencia de Quito; pidió autorización para viajar a
su destino con dos criados: el Consejo de Indias le concedió autorización
sólo para uno, llamado Andrés Aboy, cuya Probanza se presenta, dice
ser natural de la ciudad de Santiago, en Galicia, hijo de Andrés Aboy,
natural del lugar de Piñeiro en el reino de Galicia y de Petania Fontel
de otra feligresía. 7
En el pasaporte de salida Don Ignacio justificó no ser casado y
llevar un criado, baúles de su ropa, armas y libros de su uso, presentó
toda la documentación pertinente de él y de su empleado.8
Fue Corregidor y Justicia Mayor de Loxa y Zamora, en la juris-
dicción de la Real Audiencia de Quito, durante cinco años y meses:
desde el 21 de abril de 1761, en que otorga fianza de mil pesos para el
desempeño de su cargo.
La Relación de Méritos del Licenciado Don Ignacio Checa dice:

“ ...que sirvió en dicho empleo con tal aplicación, que tenía reedificado
sin el menor gravamen del Vecindario las casa de cabildo de la ciudad de
Loxa, que había 30 años que se hallaban arruinadas; reedificó su cárcel, y
abierto caminos para mayor beneficio del comercio y de los correos y que
quedaba entendiendo en la fábrica de un puente en el famoso río de Cata-

6 LASO CHIRIBOGA.Luis E. “Árboles genealógicos”.


7 AGI. Archivo General de indias, Sevilla, Contratación,5501,N.2.,R.22.
8 AGI. Archivo General de indias, Sevilla, Contratación,5501,N.2.,R.22.

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L O S C H E C A E N L A H I S TO R I A DEL ECUADOR

mayo, habiendo antes renovado los de Vinoyaco y Saraguro...”... también


arreglo la carnicería y el Real Hospital... 9

En 1763 firma como comisario de Visita en Cuenca.10. Certifi-


cado en 12 de agosto de 1766, sobre su ejecutoria como Corregidor, “...
que lo hizo con acentuada conducta y trató bien a los Indios.”…11
Pese a que se le había acusado de comenzar el negocio de la cas-
carilla de manera ilegal, por cuanto estaba prohibido cosecharla en ese
momento, fue sentenciada su buena conducta el 5 de VII de 1768, con
recomendación para otro cargo por la diligencia en el anterior, como Co-
rregidor de Loxa. “ Hallándose en Quito al tiempo de la expatriación de los
Regulares de la Compañía de Jesús, se le nombró por conducto de aquellos, que
compusieron el Segundo trozo del Colegio Máximo y Casa del Noviciado, para
llevarlos, como lo hizo, al puerto de Guayaquil, en donde los entregó al Gober-
nador, usando para ello la prudencia requerida en tal encargo.” Certifica tam-
bién el Presidente Interino de la Audiencia de Quito, Don Juan Antonio
Celaya, que durante los agitados y turbulentos días que atravesara la
ciudad de Loxa de su Corregimiento, él supo mantener la paz en ella.
Luego, se levantan varias quejas de algunos funcionarios, que dicen que
el negocio de la cascarilla, estaba concentrado en un grupo de aventaja-
dos sociales, y que nadie más podía hacerlo.
Casó 1. en Madrid con Cathalina Fernández de la Calle.12
Casó 2. en Quito el 18- VII-1760 Doña María Josefa Cabrera de
Barba y Guerrero, hija de Don Tomás Cabrera de Barba y Arauz, quien
a su vez era hija de Don José Cabrera de Barba y Ochoa de Berna n. de
Lima (¿) y de Doña Juana de Arauz y Rojas13, n. de Loxa, hija. del Capi-
tán Don Luis de Arauz, n. de Quito, hermana del Arzobispo de Bogotá
Don José de Arauz y Rojas, (fallecido en “Olor de Santidad” y cuyo pro-
ceso se sigue en Roma) y de Doña Gabriela Rojas n. de la ciudad de
Loxa.14 Don Tomás Cabrera de Barba había, Cc. Doña María Guerrero y
Ponce de León Castillejo, dama quiteña de gran prestancia, de la casa
de los Condes de Selva Florida.

9 AESCH.- Relación de Méritos de Don Ignacio Checa y Carrascosa.


10 ANDA Aguirre Alfonso, LOS CORREGIDORES DE LOJA.
11 AESCH.- Relación de Méritos de Don Ignacio Checa y Carrascosa.
12 MUÑOZ DE SOTOMAYOR Arc. de Block.
13 ANH. Sección Haciendas. Po-Tm.1772, Doña Juana de Arauz casó 2º c. Don Leandro Sánchez
Viescas.
14 APMV. Información de Patricio Muñoz Valdivieso.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

El matrimonio de Doña Josefa fue bendecido por su pariente el


Dr. Don Matías de Arauz15. Fueron Velados en el Oratorio de la Mar-
quesa de Maenza. Padrinos: los marqueses de Maenza: Doña Mariana
de Aranda y Enríquez de Guzmán y Don Gregorio Mathew de la Esca-
lera. Testigo fue su tío Don Ignacio Guerrero y Ponce de León Casti-
llejo.16
La novia llevó 9.800 pesos de dote.17
F, Doña Josefa en Quito, el 2 de diciembre de 1792, enterrada en
la Iglesia de La Concepción el día 3.
Don Ignacio Checa y C. estableció negocios en Loja hasta 176618.
Fue propietario de la estancia Yaguarcuna en el valle de Punzara, la ven-
dió el 10-XII-1766 en 420 pesos al General y nuevo Corregidor de Loja
Don Manuel Daza y Fominaya. 19 Luego, éste le acusó de haber explo-
tado y negociado a destiempo la cascarilla y además, “...”de haber mal-
tratado y mantener presos a varios indígenas proveedores de la cascarilla.“ 20
Escribió un informe para España, donde relata muchos aconte-
cimientos y habla sobre varios personajes lojanos; sus descripciones
están muy bien logradas. Habla sobre la campiña, el comercio y sus ha-
bitantes, se puede encontrar buena información sobre los indígenas y
conocer problemas que se presentaron en esa época.
Terminado su Corregimiento fue Oidor de la Real Audiencia de
Quito desde 1781 ante Ascaray, hasta 1784. Declaró tener una casa a la
vuelta del convento de las Conceptas, también declaró obrajes en “Santa
Clara” y en “Tumbaco”. Declaró haciendas en Cotocollao, Chichi y Cu-
ñaburo.21
Hacia 1783 se hallaba como Comisionado de Visita en Cuenca.
Falleció en Cuenca en 1785, a la edad de 59 años, (verdaderamente fa-

15 AGÍ. ( Archivo General de Indias, Sevilla). Sección Méritos. De Don Mathías de Arauz y
Roxas, cura de la Concepción de Quito Vicario de Cayambe, Nieto del Lic. Don Alonso de
Arauz, Abogado de la Real Audiencia y de Doña María de Troya. Personas nobles, padres
de Don Luis de Arauz Cc. Doña Gabriela de Roxas, n. de Loxa. Doña Gabriela era hija del
Sargento Mayor Don Francisco de Roxas y de Doña Josepha de Torres Hinojosa, vecinos de
Loxa. Fue hermana del Canónigo Don Joseph de Rojas, persona tenida por noble en Loxa
28-Sep. 1738.
16 GANGOTENA Juan Carlos y GZ-Tovar: Ceniga Nº 8 Los Barba. pp 126.
17 MUÑOZ DE SOTOMAYOR Arc. de Block.
18 Archivo de la Iglesia Matriz de Loja, Libro 2 de 1742-1771.
19 Notaría I de Loja, 1765-6.
20 MOYA Luz del Alba. El Árbol de la vida, Pág. .88.
21 MUÑOZ DE SOTOMAYOR Arc. De Bloc.

64
L O S C H E C A E N L A H I S TO R I A DEL ECUADOR

llece de 65 años, pese a que en los documentos consta como que fallece
de 59 años). Fue sepultado en la Iglesia de San Agustín; había testado
en Quito en Sep. de 1782, ante es escribano Juan de Ascaray, lugar de su
residencia desde 1767.
Don Ignacio fue dueño de la hacienda Chichi, en el valle de Tum-
baco, por haberla comprado. Ella formaba parte de la hacienda Tumbaco,
desde Pachusalac, hasta El Quinche, por el lado Norte, ya que por el sur
pertenecían a la familia Grijalba. La vendió en 1784, “por no poderla aten-
der debidamente”22. Aduce que son tierras peligrosas de indios bravos y
de asaltantes, sobre todo se queja de los feroces indios del aillu Apianda.
Años más tarde compró su hijo Feliciano una parte y también la vendió
por la misma razón.23
Doña Juana de Arauz y Rojas, madre de su suegra, fue propie-
taria de la Hacienda “Roxas” en Cumbayá, lindando con las tierras del
Auqui Chico, Don Francisco Atabalipa; pagó impuestos hasta el año de
1775 y Don Ignacio Checa pagó luego hasta 1779.24 Fueron también pro-
pietarios en el sector Don Luis Arauz, José Arauz, Mencia y Rita Arauz.
Más tarde figura como dueño Don Ignacio Checa. La hacienda “Pinza”
figura como propiedad de Don Ignacio Checa desde el año de 1776 y
también “Pisugulla”. Pasan desde 1795 a manos de Don Ignacio Barba
las haciendas de “Roxas”, “Pinza” y “Pisugulla”. Mientras “La Recoleta”
pertenecía también a Doña Juana de Arauz y a Don Luis de Arauz.25
Doña Josefa Barba y su hijo José Ignacio Checa y Barba, reclaman la ha-
cienda de Pomasque, a la muerte de su tío carnal el Dr. Don Joseph de
Barba, en 1780.26 Doña Josefa, ya viuda, declaró haber convenido con el
escribano José Enríquez Osorio, la venta del Obraje y hacienda “Chichi”
y de “Cuñiburo”, por 21.600 pesos. En 1791 la Sra. demando la rescisión
del contrato en Quito en 1791.27

22 ANHQ. Sección tierras.


23 ANHQ, Sección Notarial, año de 1780.
24 REBOLLEDO G. LORETO. Comunidad y resistencia, El caso Lumbisí durante la colonia. Pág.. 176-
7-178. También eran propietario en Roxas sus hermanos José, Rita, y Mencia, quienes estaban
vencidos en el pago de impuestos hasta el año de 1779.
25 Idem.
26 Del ANH, Testamentarías año de 1780-81, caj. 190, exp...
27 MUÑOZ DE SOTOMAYOR Arc. De Bloc.

65
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

LOS CHECA Y BARBA

1. Dña. María Rosa n. en Loja el 15-VIII- 1761.


Cc. Don Fernando Tinajero Guerrero.
2. Don Thomás Joseph María Ignacio Francisco Javier
Manuel.
N. en Loja el 19 y b .el 20-XII-1762. Presbítero.
3. Don Joseph Ignacio n. en Loja el 21 –IV- 1764.
Cc. Doña María Isabel Solano de la Sala y Piedrahita.
4. Don Pedro n. en 1766 b. en San Francisco de Quito,
Presbítero.
5. Don Juan ( Manuel Antonio), n. 1768 en Tumbaco.
Presbítero.
6. Doña Justa María Petrona Ramona, b. en el Sagrario
el 9-VIII-1770.
7. Doña Juana n. en Quito b. el 28 de VI- 1776 de 2 años
( n. en 1774?).
Cc. Don José Larrea y Barba en 1793.
8. Don Manuel Antonio Ignacio Atanasio Ramón, b. en
Sta Bárbara el 3-V-
1775.
9. Don Francisco de Borja Ignacio, b. en Santa Bárbara
el 2-XI-1777.
10. El Coronel Don Manuel Antonio Feliciano b. en
Quito el 9-VI- 1779. Cc. Dña. María Alegría Josefa
Raimunda Barba y Borja.
11. Don Juan Antonio Fernando b. en El Sagrario el 30-
V-1780.
12. Doña María Micaela Mercedes Jerónima Francisca
Ana b. en El Sagrario de Quito30-IV-1781.

De los hijos del General Don Ignacio Checa y Carrascosa de la


Torre vamos a estudiar solo a dos y a un nieto.

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L O S C H E C A E N L A H I S TO R I A DEL ECUADOR

CAPÍTULO SEGUNDO

Don Joseph Ignacio Checa y Cabrera de Barba


Militar: Coronel. Gobernador De Jaén De Bracamoros

“Nació en Loja el 21-IV-1764, b. en la capilla de las Monjas Concep-


tas28, que fuera luego inscrito en El Sagrario de Loja. Padrino el Go-
bernador de Armas Don Pedro Xavier de Valdivieso y Doña Isidora
de Valdivieso.
Lo firma el padre Sancho de Araujo de la Compañía de Jesús.” 29

En el año de 1777 fue admitido a la Escuela Militar en calidad


de Cadete del Primer Cuerpo que se formó para la expedición del río
Amazonas. Permanece allí hasta el año 1782.
Fue ascendido a oficial en 1782.
A los 5 años de servicio eficiente el Virrey del Reino de Nueva
Granada lo nombra como Teniente de Alabarderos de su Guardia, que
lo desempeñó en Santa Fe y en Cartagena.
Pasó al “Reyno de Quito” y fue destinado como Ayudante.
Estuvo en dicho cargo en las ciudades de Cuenca y el Corregi-
miento de Latacunga y de Ambato (Hambato), donde ejerció como Sar-
gento Mayor.
En 1788 se le eligió como Gobernador de Quixos. En Tiputini
pacificó a los indios infieles que amenazaban y los sujetó a la doctrina,
al igual lo hizo en varias poblaciones, como Capucuy, San Miguel y otras
del Gobierno de Maynas.
Terminada esta acción, se reintegró a la Compañía de Veteranos
de Quito con el grado de Teniente, el 11-IV de 1792.
Luego fue nombrado como Juez Subdelegado de Bienes de Di-
funtos. Comienza el documento así: “Yo, Don Carlos por la Gracia de
Dios... etc. ”
Fue Administrador de las Reales Rentas de la Provincia.
Por orden del Presidente de la Real Audiencia de Quito, pasa a
formar las milicias en 1809.

28 Arch. de Patricio Muñoz Valdivieso


29 El archivo del Monasterio comienza desde su fundación

67
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

“ Como militar de profesión, en mayo de aquel año recibió del mencio-


nado Presidente de la Audiencia de Quito, unas instrucciones para
poner en Funcionamiento dos compañías de milicias permanentes en
la provincia de Jaén. Debía adiestrarlas en el manejo de las armas e in-
culcarles la disciplina inherentes a dichas instituciones”.30

En el año de 1809 se tiene la propuesta del Conde Ruiz de Cas-


tilla, para su ascenso a Capitán de Infantería.

Por orden del presidente audiencial, Checa y Barba se concentró con


sus milicianos en el asiento de Ambato, ascendiéndole simultánea-
mente al grado de coronel y dándole el comando de todas las tropas allí
reunidas. Así lo dispuso el Consejo de Guerra que operaba en Rio-
bamba, el 26 de octubre de 1809. El gobernado de Jaén estaba ahí con
su hermano Feliciano y con sus hijos Ignacio y Pedro. Sin embargo, el
9 de noviembre le cursaron una disposición para retirar sus milicias
toda vez que los efectivos de Lima, capitaneados por el teniente coronel
Manuel Arredondo y enviados por el virrey Abascal iban a encargarse
de la pacificación de Quito. J.I. Checa y Barba debía trasladarse de La-
tacunga a Guaranda para auxiliar al ejército de Lima…

Para recaudar bienes de su familia pasa a Quito en 1809, cuando


le toma la “escandalosa” Revolución de Quito del 10 de Agosto.
José Ignacio Checa y Barba se declaró a favor del rey, por más
que le ofrecían muchos halagos los patriotas. Así, el Presidente de la
Real Audiencia: “Dispuso que las milicias jaenesas salieran a combatir a los
“reboltosos”, actitud que también tomaron los gobernadores de Guayaquil y de
Cuenca, en sus respectivas jurisdicciones…”
Se incorporó al Orden Antiguo, pese a todos los ofrecimientos
que le hiciera el Nuevo Gobierno, y a pesar de que logró hablar con el
conde Ruiz de Castilla en la misma Cárcel. Dice “...sometiéndoles al orden
a los usurpadores de la autoridad”, los siguió hasta desarmarlos en Gua-
randa y Alausí. Por esta acción fue ascendido al grado de Coronel y
Comandante General de las tropas acantonadas en Riobamba. Avanzó
hasta “Chisinche” donde se retiraron los insurgentes.

30 ESPINOZA SORIANO Waldemar .-La fuerza de la verdad. Ed. por Fondo Editorial Banco Cen-
tral de la Reserva del Perú. Pág. 75.

68
L O S C H E C A E N L A H I S TO R I A DEL ECUADOR

Luego los insurgentes nombraron nuevamente en la Capital


otra Junta con el título de “Governativa” y cuando ellos intentaban invadir
Cuenca para tomársela, avanzó con sus tropas, con la gente y armas que pudo
juntar.”
Firmando en la Sala Capitular de Riobamba, con fecha 22-X-
1809, el ascenso de varios oficiales a su grado superior; entre ellos fueron
ascendidos: el Comandante General Don Ignacio Checa y Barba, al
grado de Coronel; don Feliciano Checa al grado de Capitán. conminado
por su hermano para que rectifique su actitud; don Ignacio y Don Pedro
Checa y Salas al grado de Tenientes.
Siguen otros nombres.
Firman los que siguen: Fernando Dávalos, Fernando Velasco,
Mariano Dávalos, Martín Chiriboga y León, José Albear, y el Cnel. Co-
mandante General Don Ignacio Checa.
Sin embargo el 9-XI-1809 le firmaron una disposición para reti-
rar sus milicias, toda vez que los efectivos de Lima, capitaneados por el
Tcoronel Manuel Arredondo y enviados por el Virrey Abascal, iban a
encargarse de la pacificación de Quito.
José Ignacio Checa debía trasladarse de Latacunga a Guaranda
para auxiliar al ejército de Lima o ayudarles brindándoles las comodi-
dades que fueran necesarias. Dice:

Así fue, el dinámico lojano entregó a Manuel Arredondo las armas, arti-
llería y demás pertrechos de Guerra…31 El Gobernador de Jaén siguió pres-
tando servicios, hasta la represión completa de Quito, a cuya capital
ingresó con las tropas vencedoras llegadas de Lima.

• El 20 de Febrero de 1810, pasó J.I. Checa y Barba con sus soldados a


Latacunga para sostener a los leales del rey. El 1º, de mayo de 1811
• Mientras su hermano Feliciano tenía bajo su mando la provincia de
Chimbo.
• El Presidente de la Real Audiencia de Quito Don Raúl Molina, lo tachó
de subversivo por ser hermano del ilustre Don Feliciano Checa y
Barba. Pidió sustituirlo por Manuel Pozo y Pino. Pero rápidamente
Molina se retractó, retirando su denuncia y así Don José Ignacio Checa
y Barba siguió en su cargo.
• El Sr. Antonio Amar, afirma el haber conocido las acciones a favor de
31 Idem. Pág. 76.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

los realistas, de parte del Sr. Don Ignacio Checa en la revolución de


Quito del 10-VIII-1809.
• Después de los sucesos del 10 de VIII, escribe al patriota Marqués de
Selva Alegre, para que revise su actitud y provea de los medios nece-
sarios para cumplir con su comisión en Alausí y su primer cuidado
era que se retirara de la Junta a su hermano legítimo Don Feliciano
Checa y Barba, que, debido a la fuerza de las circunstancias mandaba
en Chimbo.

Este, 1 de mayo de 1811, con sus armas, tropas y municiones se le reunió en


Riobamba. En Marzo del mis año, JI Checa, volvió alistar milicias montadas y
de a pie en varios pueblos de su gobernación, para enrumbarlos a Zumba (Loja),
en misión oficial. En total, sumaban 190 hombres: 50 de ellos procedentes de
San Felipe, a caballo y 60 de a pie, originarios de Chirinos. Salieron a poner en
orden ciertos desmanes acaecidos en la ciudad de Cuenca. J.I: Checa y B. corrió
a cargo de la citada movilización, sin causar egresos a la Caja Rea32

• Para el 24-V-1811 firma como Gobernador y Comandante Militar de


Jaén de Bracamoros.
• Siguen las recomendaciones por sus acciones en los años de 1812-1813.
En X-1813 el Pres. Don Toribio Montes le concede el grado de TCoro-
nel efectivo, por Real Orden del 14-I-1814 y se ratifica el 18-IX-1814.
Conformaba el premio por los relevantes méritos contraídos por el
servicio de su majestad.
• En los inicios de 1814, hace jurar a los pueblos de su demarcación gu-
bernativa la Constitución de las Cortes de Cádiz, lo que comunicó a
la Real Audiencia el 22 de I-1815.
• Luego reclama que ha servido durante 40 años a la Milicia, unas veces
con sueldo y otras sin sueldo.
• En 1817 demuestra cómo ha intensificado el cultivo del cacao y por
primera vez se introdujo el arroz en Jaén de Bracamoros y en Mainas.33
• Reclama en 30-III-1818, para que se le transfiera a Cuenca con el grado
de Coronel, al que cree merecerlo. Ya que se había nombrado nuevo
Gobernador a Don Juan Miguel Melo de Portugal, antes de Quijos,
dejándolo sin sueldo.34

32 Idem Pág. 76
33 ESPINOZA SORIANO.-La fuerza de la verdad. Ed. Por Fondo Editorial Banco Central de la Re-
serva del Perú.
34 AGI.- Expediente N-28 . Firmado en Quito Mayo 21 de 1818. Memorial documentado, que

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• En 1819, viejo ya, dejó las tropas, ante los celos del nuevo gobernador,
debido a su gran prestigio y ascendiente. Cobró entonces el nuevo go-
bernador “venganza”, pues estorbaba a su autoridad y pidió que sa-
liera de Jaén de Bracamoros. Checa obedeció el mandato y partió a
Piura, a casa de su hija.
• El 21–IV–1821 se confirma el nombramiento de Melo como Goberna-
dor.
• El 4 de VI la Provincia de Jaén proclamaba la emancipación de España,
Quito, y Bogotá.35 Nombraban a Juan Antonio Checa “deudo de don Ig-
nacio” como Gobernador Interino, por cuanto “la Independencia se había
desentendido de Jaén de Bracamoros, tanto del un lado como del otro.”36
• Don José Ignacio fue muy apreciado por sus ejecutorias a favor de la
población de Jaén, como también por au trabajo agrícola y de recolec-
ción para la exportación. Desgraciadamente ahora nada se puede ver
pues más bien decayó todo su empeño con dicha población en los años
posteriores, hasta perder su importancia.
• Murió sin testar en la hacienda “Tigua Grande “Pugilí.” Jurisdicción
de Latacunga, adonde se había retirado, a la edad de 70 años, en 1834.
Don Ignacio Checa y Barba había casado en Quito (o en Lata-
cunga) con Doña María Isabel Solano de la Sala y Piedrahita por 1768.
Hija de Don Antonio Solano de la Sala, Alguacil mayor de la Audiencia
de Quito, n. de Chiclana en España, y de Doña Antonia de Piedrahita y
Zumárraga (Hija de Don Francisco Javier Piedrahita y Zapata n. de Cali,
en el Nuevo Reino de Granada, abogado que fue y Alguacil Mayor de
la Audiencia de Quito, y de Doña Francisca del Castillo y Zumárraga n.
de Quito).37 Testó ante la Notaría 1- de Saona el 27–2–1798
Era ella dueña de la hacienda “Tigua Grande”, junto con los Es-
cudero Valdivieso, tierras que heredaran de su tío el Sacerdote Pedro
Escudero.
Don Ignacio también f.f. c. Jacinta Méndez. C.d.

eleva a S. M. el Teniente Coronel Don Ignacio Checa, Gobernador que acaba de ser de Jaén
de Bracamoros en solicitud de igual destino – Archivo del Dr. Ernesto Spangemberg Checa
Buenos Aires-Argentina.
35 ESPINOZA SORIANO Waldemar.-La fuerza de la verdad. Ed. Por Fondo Editorial Banco Cen-
tral de la Reserva del Perú.
36 ABCE. Documento sobre la Independencia de Jaén de Bracamoros. En el Archivo de MSCH.
37 Arch. del Dr. Ernesto Spangemberg Checa.

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Hijos: CHECA Y SOLANO DE LA SALA.


(CHECA Y SALAS)38

1. Cipriano n. en 1785 f.n.


2. Bernardo n. en 1786 f.n.
3. Don José Ignacio n. en 1788
Cc. Doña Ma. Valdivieso y Carrión
4. Don Pedro, Gobernador de Jaén de Bracamoros
5. Doña Mercedes Checa y Solano de la Sala.
Cc. Antonio Modesto Larrea y Nájera.

CAPÍTULO TERCERO

Su hijo: Teniente. Independentista desde 1818


Don José Ignacio Checa y Solano de La Sala
Posiblemente n. en Quito o sus alrededores y se b. en Santa Bárbara
de Quito, el 22-IX-1788.
(No hay que descartar que pudo nacer en Jaén de Bracamoros.)
Se crió y educó en Jaén de Bracamoros, allí vivía con varios
miembros de la familia de su padre; ellos tenían varios negocios y pro-
piedades allá y que luego fueron a otros lugares y desaparecieron del
lugar, a formar sus familias y a vivir en Piura, cuando ya los negocios
familiares decayeron, pues ellos fueron los encargados de recoger varios
productos para el negocio que se llevaba en “el centro de acopio de la
hacienda el Tablón de Oña”
Salió para Quito acompañando a su padre el Tcnel Don Ignacio
Checa y Barba, quien pidió licencia para ausentarse a Quito, con sus dos
hijos Ignacio y Pedro, el motivo era arreglar asuntos de una herencia.
Estando ya en la capital se suscitaron los graves acontecimientos del 10
de agosto de 1809. Por esta razón y en vista de la premura, se reunieron
los relistas, nombrando a Don Ignacio Checa y Barba como Comandante
General de las Milicias de Latacunga, Ambato, Riobamba, Guaranda y
Alausí. Dicha reunión de los realistas se la realizó en la Sala Capitular
de Riobamba.

38 STACEY CH. Marcia, De Próceres y Presidentes V. Genealogías ecuatoriano–peruanas.

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• Firmado en la Sala Capitular de Riobamba, con fecha 22-X-1809, el as-


censo de varios oficiales a su grado superior entre ellos fueron ascen-
didos.39
• Para esa. fecha tenía la edad de 21 años y acompañó a su padre y junto
a Don Pedro, en todas las actividades que les tocó asumir, hasta la total
pacificación de la Audiencia de Quito.
• Ascenso de Don Ignacio y Don Pedro Checa y Salas al grado de Te-
niente.
• Permanecieron los tres un tiempo prudencial y fue el mismo Presi-
dente de la Real Audiencia quien les pidió regresar a Jaén con el con-
tingente que habían preparado para estas ocasiones y que marchaba
con ellos a la cabeza.
• Pasados todos los acontecimientos del 10 de VIII-1809, regresó con sus
familiares a Piura, época que se le encuentra en Jaén, dirigiendo los
negocios de la familia, en especial la recogida del tabaco y el algodón
para mandar a Cuenca.
• Se mantuvo en la milicia junto a su padre y en Piura se lo encuentra
como Capitán en 1815.
• Siendo éste, su último acto como partidario del Rey.
• A continuación se pasa al lado de los independentistas desde 1818 y
colabora activamente con el nuevo bando por la Independencia.
• Declarada la Independencia del Perú, la Junta del Gobierno presidida
por el cuencano y héroe de Ayacucho Gran Mariscal D. Antonio José
de La Mar, nombró a su padre con el cargo de Intendente de la pro-
vincia de Piura–Perú en 1823, y se mantuvo cerca a él, acompañándole
en todos los actos. Luego, como ya había decaído mucho el comercio
en Jaén de Bracamoros, pasó a trabajar en ganadería en las propieda-
des de su familia política y en las otras que había adquirido.
• Falleció 14-IV-1841 en Piura. Testó el 13.
Había casado en Piura el 31-X-1814 c. Doña Rosa Ma. Valdi-
vieso y Carrión, quien falleció en Piura el 15-XI- 1862. Ella fue, hija le-
gítima de Don Vicente Valdivieso y Valdivieso y de Da. Antonia
Marcelina Carrión e Iglesias, quienes fueron dueños de varias hac: Sán-
cor, Sol-Sol, Miraflores y Venturosa, todas en el norte del Perú, en las que
se reunía los productos de exportación, cascarilla, algodón, tabaco y
otros desde las montañas de Jaén, que se los recolectaba para mandar a
los comerciantes y a los centros de acopio.
39 Ver en su padre los sucesos de Riobamba y los ascensos.

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CHECA Y VALDIVIESO n. en Piura (Don y Doña).40

1. María Josefa n. en 1816.


2. Ignacio n. 1817.
3. Manuel José n. en 1820.
4. José María n. 1821.
5. Micaela n. en 1823.
6 Rosa 1824.
7 Mercedes n. en 1827.
8. María Amalia n. en 1829.
9. Jacoba Paula Hermelinda.
10. Adela.
11. Isabel que falleció.

CAPÍTULO CUARTO
Prócer. El coronel don Feliciano Checa y Barba.
Dice su fe de bautizo

En nuebe días del mes de junio de mil setecientos setenta y nueve años.
Yo el cura de esta Iglesia catedral Bauticé, puze Oleos y Crisma á Manuel
Antonio, nacido en el día… hijo legítimo del geral. Don Ignacio Checa y
de Doña Josefa Barba; fue su madrina Doña Manuela Guerrero, a quien
advertí su espiritual parentesco de que doi fee. Don Juan Fausto Gámez. 41

Estudio la primaria en la ciudad de Quito. Luego ingresó a las


milicias reales y alcanzó el grado de subteniente, continuando su carrera
regular, hasta la noche del 9 de agosto de 1809, en que se tomó el Cuartel
Real con el coronel Juan Salinas y otros próceres. Por este hecho fue as-
cendido al grado de Capitán de Fusileros y enviado a Latacunga.
En Agosto de 1809. Atacó por 4 ocasiones a la avanzada y gue-
rrillas del Ejército de guayaquil. Tenía que permanecer escondido pues
le perseguían.
40 La mayor parte de datos obtenidos de Piura y Lima, pertenecen al archivo de la genealogista
Doña Isabel Ramos Seminario. Se ha adjuntado datos obtenidos en el Archivo Regional de
Piura y otros del genealogista argentino Dr. Ernesto Spangemberg Checa.
41 AES. Sacado del Tomo I I n-4-6, Quito-Ecuador año de 1919, reproducción facsimilar hecha
por el Banco Central del Ecuador año de 1986, pág. 229 |

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Debido a su continua actuación republicana tuvo causa criminal


en su contra de parte del fiscal Tomás de Aréchaga, acusándolo de ha-
berse sublevado contra la corona, fue perseguido y se escondió en una
hacienda cercana a Quito, desde donde mantenía contacto con los demás
próceres.
Salió el 2 de agosto de 1810 para tomarse el Cuartel Real de ar-
tillería. Fracasado el intento se volvió a su escondite en el campo y salía
cuando los patriotas le necesitaban. Se mantuvo allí por varios meses
Siguió su lucha por la independencia y el 15 de octubre de 1811
recibió los despachos del Teniente Coronel por la Junta Soberana de
Quito, establecida por segunda ocasión, bajo la presidencia del Sr.
Obispo Monseñor José Cuero y Caycedo.
Fue Jefe de las tres divisiones del ejército quiteño que se orga-
nizó para atacar al realista General Tacón. Después de cuatro días de in-
tensa lucha entraron en Pasto el 22 de septiembre de 1811, y retiraron el
botín de los españoles para armamento.
Los quiteños pidieron una condecoración para Checa, grabando
el río y sitio de Guáytara, con una torre que simbolice a Pasto y que diga
“Al vencedor de Pasto, por su virtud y patriotismo” El Vicepresidente
Mariano Guillermo Valdivieso le entregó una espada con dicha graba-
ción.

Hoja de servicios: Archivo Histórico del Ministerio de Defensa

• Servicios: 26 años, 4 meses, hasta fines de 1835


• Declara tener 2 hermanos varones y 1 hermana mujer. (?)
Ascensos:
• Capitán:13- VIII - 1809: a petición del Coronel Juan de Salina: le da +
2a 2m/ por servicios prestados.
• Tent.Crnel 4 – X - 1811.
• Coronel Efectivo 25 VI 1812
Total de servicios: 23a 6m.
Cuerpos que ha servido:
• Batallón Nº 1 de la Falange de Quito en el batallón de Infantería de
Voluntario de Quito.
• De Teniente Coronel Comandante del 1er Batallón del Comandante
Militar del Batallón Latacunga.
• Comandante General del Ejército.

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• Comandante de Armas de la Provincia de Chimborazo.


• Campañas y acciones de Guerra:
• En VIII-1809 a órdenes del Capitán Juan de Salinas, hizo la campaña
del “Camino Real” en calidad de comandante en que atacó por 4 oca-
siones a las avanzadas y guerrillas del Ejército de Guayaquil, haciendo
en cada asalto de 8 a 10 prisioneros.

• En VIII-1810 se levantó por las muertes en el cuartel y fue atacado por las
columnas de Infantería y Caballerías enemigas en las calles de Quito.
En agosto de 1810 se presentó a la defensa de los que habían muerto en el
cuartel y levantando los barrios y los pueblos que le primer día fue atacado
por las columnas de Infantería y Caballerías enemigas en las calles de Quito.
En octubre del mismo año reclutó 200 hombres que formaron la base del bata-
llón “Veteranos de Quito” y marchó a la campaña de Guaranda contra Arre-
dondo, a las órdenes del Coronel Carlos Montúfar. 42

• En IV-1811 en Guáytara contra Pasto, de Comandante General. En las


acciones de Funes, Cuchilla de Telles, Calabazo, Lacuanquer, hasta el
día de la toma de pasto.
• En Paredones el VII-1812 a órdenes del Coronel Francisco Calderón.
• En San Miguel de Chimbo libró una acción desesperada contra el Ge-
neral Toribio Montes, Presidente de la Audiencia de Quito. Luego de
acciones desafortunadas debió refugiarse en las montañas, pasando
hambre y penuria hasta 1813, en que dedicó su tiempo a trabajos agrí-
colas en una hacienda cercana a Quito durante 8 años.
• Como Comandante General en Mocha.
• En la acción del Panecillo a órdenes del coronel Carlos Montúfar.
• En Diciembre en San Antonio de Caranqui.
• En la primera acción de Guachi a órdenes del Coronel Luis Urdaneta.
• En 1820 las fuerzas patriotas obtuvieron su triunfo y él luchó en Hachi
a las órdenes del Capitán Luis Urdaneta y se unió a Sucre que se en-
contraba en Pujilí. Sucre lo hizo su Ayudante de Campo y pelearon
juntos en el segundo Huachi, que fue fatal para los patriotas y debie-
ron replegarse a Guayaquil. Luego desde Cuenca avanzaron a Quito,
llegando el 24 de mayo de 1822, para triunfar en Pichincha.
• En la segunda acción de Guachi en 1921 a órdenes del General Antonio
José de Sucre.

42 MDN. Hoja de Servicios del Prócer Coronel Feliciano Checa, Pág. 8

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• Estuvo en la célebre Batalla del Pichin-


cha.
• Posteriormente fue Prefecto y luego
nombrado Ministro de la alta Corte Mar-
cial, hasta el 28-II-1822.
• Ascendió a Coronel Efectivo en tiempo
de la Gran Colombia, sirvió como Juez
político y Comandante Militar en Lata-
cunga y luego Comandante de Armas y
Gobernador en Chimborazo, hasta junio
de 1828, en que pasó como Colector del
ramo de Contribuciones de indígenas y
Corregidores de Quito, siendo comisio-
nado en 1830 para actuar frente a la su-
blevación del General Urdaneta.
Otras referencias:
• Quito 22 de diciembre de 1812, se informa que observa conducta co-
rrecta, puntual y exacta.
• Se informa que el Coronel Feliciano Checa peleó y combatió contra el
poder español desde 1809 hasta 1812, de un modo distinguido en más
de 12 ocasiones de guerra.
• En 15-octubre de 1811 fue condecorado a nombre de la nobleza, a los
27 días de la toma de Pasto, que la tomó a días de fuego.
• En 1822 se encuentra en la Batalla del Pichincha y sirve hasta 1840
• Afectado por grave enfermedad desde hace más de 4 años, permane-
ció postrado, razón por la que no pudo enrolarse en las últimas cam-
pañas y fue borrado de la lista militar43
• El abnegado y generoso patriota Don Mariano Guillermo de Valdi-
vieso, refiriéndose a los servicios del Teniente Coronel Checa, en el in-
formé que extendió en Otavalo el 14 de marzo de 1825, se expresó así:

Haviendo sido testigo acular en varios hechos ocurridos en el tiempo de


mi mimando como vocal y Vicepresidente de la Junta Instada en Quito en
el año de diez, y como tal seguí dirigiendo la expedición a Cuenca, me
consta que hallándonos sitiados y amenazados por el Exército de Pasto, se
destinó por último recurso al Sr. Coronel Checa para que al frente de las
tropas de Quito, marchase contra un enemigo tan temible qual se ha ex-

43 MDN..Arch. Histórico Militar. Expedintes Nº 57-1 H.P. 162f.

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perimentado en tan triste, como funesta Experiencia: efectivamente voló


este oficial, y en pocos días arrolló, a los fastuosos tomando la ciudad y
muchos despojos de armas, oro y plata, asegurando diez ocho arrobas de
oro, que en su fuga dejó enterrados el coronel Tacón. Con cuio desempeño
y glorioso triunfo le obsequió el que informa una espada guarnecida de oro
y bayna con su Inscripción del gravado dela oja, que decía:
Al vencedor de Pasto por su virtud y patriotismo.”

• En 1830 le ordenaron organizar la Milicia hasta de 2.000 hombres para


evitar que prosperaran los desórdenes surgidos al separarse el distrito
del sur.
• Del 2 de junio de 1832 hasta el 30 de abril de 1835 fue Prefecto del De-
partamento del Ecuador. Se retiró el 22 de enero de 1836 con honores
y su retiro lo concedió el Presidente Rocafuerte. Recibió las 2/3 de su
sueldo, habiendo servido en la milicia por un espacio de 20 años. (?)
• Fue Juez Militar de la Corte Superior Marcial el 24 de abril de 1837 y
continuó hasta el 6 de marzo de 1845, en que, a raíz de la Revolución
Marcista, el Presidente Vicente Ramón le suspendió en el servicio y
en el retiro.44

Casó el 30 de abril de 1812 en el Sagrario de Quito, con su so-


brina segunda y previa dispensa de parentesco: Doña María Alegría Jo-
sefa Raimunda Barba y Borja, bautizada el 16-III- 1789. Hija legítima de
Don José Barba y Sánchez de Orellana, (primo hermano del novio y Pró-
cer Don Feliciano Checa y Barba) y de Doña Ignacia Borja y Freire. Fue-
ron sus padrinos el Mayorazgo Don Francisco de Villacís y Recalde. 45
Vendió su hacienda llamada “Tumbaco”, en 1816, limitaba desde
el río San Pedro hasta el valle del Quinche, que la había comprado en
1796 ante el notario 6- José Enríquez Osorio (de la 4a Notaria, en reem-
plazo). La vende por cuanto no puede atenderla en vista de los bando-
leros que asolan ese lugar e imposibilitan el acceso y explotación de las
tierras. Por la misma razón no hay labriegos y los indios se han retirado
a las montañas.46
Fue propietario de las haciendas El Galpón o Guasaya en la pro-
vincia de Pichincha, las mismas que vendió la viuda en 1848, él compró

44 MDN. Arch. H. M. Expedintes Nº 57-1 H.P. 162f.


45 CENIGA 8- Los Barba por Juan Carlos Gangotena. Quito Julio de 1990
46 ANH. Notaría 6. José Enríquez Osorio 1796

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la hc. Pansaleo en 1846, antes de fallecer y la familia luego vendió su otra


propiedad de San José u Obraje en 1860.47
Roca le suspendió el goce de su retiro militar, lo que le ocasionó
una fuerte depresión y su fallecimiento en 1846 a la edad de 67 años.48
Ante el pedido de la viuda, que dice: “Que se encontraba en la indi-
gencia a la muerte de su esposo “, el Congreso Nacional lo declaró así:

El Coronel Feliciano Checa y Barba quien había sido uno de los más
distinguidos Próceres de la Independencia ecuatoriana, exaltándose su
memoria pos Mortem”

LOS CHECA Y BARBA

1. Don Manuel Checa y Barba Dr. n. en 1812 en Jaén


de Bracamoros. Cc. Doña María Borja y Lizarza-
buru.
2. Doña Mercedes Checa y Barba n. en 1814. Cc. Flo-
rencio Barba y Borja.
3. Doña Margarita Checa y Barba n. en 1816 f.s.
4. Da. Rafaela Checa y Barba n. en 1818 ( no se sabe
sí existió o no, pues hay una demanda por monte-
pío, como que ella vivió y c. luego con el Abogado
León Espinosa de los Monteros.(Denegada la soli-
citud por falta de pruebas, ya que no presentó su
fe de bautizo ).
5. Doña Ignacia Checa y Barba n. en 1825 f.s. 1892.
6. Doña Dolores Checa y Barba n. en 1827, su esposo
testó viudo para 1878, Cc. Pablo Larrea y Larrea.
7. José Ignacio Checa y Barba n. en Pugilí, en la ha-
cienda Saguanchi en 1829

47 ARCHÁN ROMERO Carlos y ANDRADE ANDRADE Bruno, Estructura Agraria de la Sierra


Centro–Norte 1830-1930. Banco Central del Ecuador. 1986 pág.124
48.MDN. Arch. H. M. Expedientes. Nº 57-1 H.P. 162f.

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CONCLUSIONES
Hemos podido ver las actividades de los tres militares de ape-
llido Checa durante el 10 y el 2 de agosto de 1809 y 1810. A lo largo de
los hechos, su actividad nos indica claramente cuál fue la primera y
luego la definitiva inclinación que tenían, si al lado patriota como lo es-
tuvo desde un principio el Coronel Feliciano Checa y Barba, mientras
su hermano estuvo siempre por el lado del rey, y, Pedro y José Ignacio
Checa y S., seguían las inclinaciones de José Ignacio Checa y Barba, que
trataba inútilmente de convencer a su hermano Feliciano, sin conse-
guirlo. Es ya desde 1818, en que se definen por los patriotas y trabajan
en busca de la Independencia, mientras Feliciano tenía un largo reco-
rrido junto a las tropas de los patriotas, defendiendo a la ciudad de las
matanzas que realizaban los realista, tratando de someter a los pueblos
nuevamente. Pero ya la semilla de la Independencia había germinado y
resultó imparable. Los levantamientos se sucedían como pólvora por un
lugar y otro, de manera que las tropas realistas no alanzaban a sofocar
tanto levantamiento. José Ignacio preparó un Ejército contra los levan-
tamientos y, desde Jaén de Bracamoros se lanzaba contra Quito, cosa in-
concebible dada la distancia y la poca comodidad de viajar tan lejos.
Resultaba difícil todo, los alimentos, la ropa y además, debían llevar sus
propias armas. Ahora se hace muy difícil comprender estas hazañas de
los patriotas, en una guerra cuerpo a cuerpo. Feliciano fue un soldado
arrojado y valiente, que dio ejemplo a todos y motivó al patriotismo,
hasta el final, pues estuvo en la Batalla de Pichincha. Es decir vio y vivió
todo el desarrollo de los actos precursores para la Independencia.

(Siguen anexos)

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BIBLIOGRAFÍA

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Borja Luis Felipe ( hijo), “ Méritos y Servicios del Coronel Feliciano Checa”, Quito
1919. Impreso por Luis Barba V.
Espinosa Soriano Waldemas.“La fuerza de la verdad”. Ed. Por Fondo Editorial
Banco Central de la Reserva del Perú.
Gangotena Juan Carlos: “Los Barba”:CENIGA 8- por.Quito Julio de 1990
Laso Chiriboga Luis E. “ Árboles Genenalógicos.”
Marchán Romero Carlos y Andrade Andrade Bruno,“Estructura Agraria de la Sierra
Centro - Norte 1830-1930” . Banco Central del Ecuador. 1986.
Moya Luz del Alba. “El Árbol de la vida”.
Muñoz de Sotomayor Arc. de Block.
Rebolledo G. Loreto. “ Comunidad y resistencia, El caso Lumbisí durante la Colo-
nia”
Spangenberg Checa Ernesto. - Relación de Méritos de Don Ignacio Checa y Carras-
cosa.
Stacey Ch. Marcia Dra. “De Próceres y Presidentes” V. Genealogías
ecuatoriano”, Inédito, de próxima aparición.

86
LA OBRA DE TEATRO QUE SE ESCRIBIÓ
TRÁS EL 2 DE AGOSTO TRÁGICO

Hernán Rodríguez Castelo

Fue testigo de los trágicos acontecimientos del 2 de agosto de 1810 un


ilustre chileno llegado a Quito con ya bien ganada fama de espíritu
ilustrado y decidido por la causa de la libertad hasta haber sufrido
prisión por la Inquisición en Lima, el fraile de la Buena Muerte Camilo
Henríquez.
Camilo Henríquez vuelca los sentimientos con que aquellos in-
faustos hechos agitaron su espíritu en una pieza teatral, escrita con harta
probabilidad a muy poco de la infame masacre de patriotas y pueblo
quiteño. La tituló La Camila y subtituló “La Patriota de Sud-América”.
Henríquez presentó su pieza como “Drama sentimental”. Pero,
descontados ciertos excesos sentimentales, con sus lágimas y todo, la
obra es, más bien, teatro moralizante –al estilo de la tragedia clásica
francesa– y de ideas –en la línea de Voltaire–. Por supuesto, a larga dis-
tancia de lo uno y lo otro.
Fray Camilo, en su obra, se presenta como afecto al teatro, a ese
teatro de moralidades, ideas y discursos que es su Camila.
En un pasaje de la pieza, un personaje, Cacique de una tribu
amazónica, anuncia –sin que ello venga a cuento, lo cual nos prueba que
de lo que se trataba era, más que de otra cosa, de hablar de teatro– “tres
días de funciones” para los cuales un cacique vecino le ha ofrecido en-
viar “quienes nos diviertan con dos funciones tetrales de mucho gusto”.
La Cacica pide que le cuente “cómo son esas funciones”, y el Cacique
presenta así la primera, la obra “La Basilia”, en parlamento cortado
brevemente por comentarios y preguntas de su mujer:

La primera noche se presenta la Basilia. Su aunto es una jovencita de raro


mérito y hermosura, que pasando mil trabajos llegó a un país de América
desde el centro de Alemania y tuvo que reembarcarse precipitadamente de
miedo de los quemadores. Su pobre madre murió de pesadumbre al ver
frustradas sus esperanzas pues, donde creía haber hallado amparo, no
había encontrado más que perseguidores.

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LA CACICA.- ¿Esos quemadores fueron los que quemaron las casas de


Guayaquil?
CACIQUE.- ¡Jesús! Petronita. Estos quemadores no quemaban casas, sino
hombres y mujeres. Entregaban a las llamas a cuantos no pensaban como
ellos en ciertas materias obscuras. Es incalculable el número de víctimas
que sacrificaron en Holanda, Italia, España, Portugal, etc. Ni aun el pro-
fundo genio de los matemáticos ingleses puede determinar el número de
familias que redujeron a la mendicidad y el infortunio.
LA CACICA.- ¿Y por qué se les dejaba cometer tantas maldades?
CACIQUE.- Estaban sostenidos por grandes intereses y por grandes
usurpaciones.
LA CACICA.- A ninguno ha de gustar ver á esos monstruos sobre el
teatro. Las mujeres le querrán tirar hasta con los asientos.
CACIQUE.- Ya lo veo. Pero la obra es utilísima, y agrada por sus escenas
tiernas y lastimosas. Fuera de eso, su desenlace es consolador, es como
sigue: La amable Basilia estuvo por perecer en el mar, y padeció indecibles
calamidades, pero llegó a Filadelfia, y fué recibida con una hospitalidad
muy caritattiva y generosa; en ocho días se le colectó y formó una dote de
setenta mil pesos. Se ha casado, y vive actualmente llena de comodidades
en Sud-Carolina1.

El Cacique no ha visto representada esa obra en Estados Unidos,


“porque los cuáqueros nunca van a la comedia”. Elogia las virtudes de
esos hombres domésticos, y vuelve al tema central de su discurso:

Y sin embargo los quemadores los detestan; quisieran poder quemarlos a todos,
sin perdonar á sus amabilísimas esposas. Los quemadores prohibieron con te-
rribles amenazas la lectura del Eusebio, porque elogiaba sus virtudes. En la
Habana, unos amigos me llevaron al teatro, pero la Basilia no puede repre-
sentarse en las poblaciones españolas.
LA CACICA.- ¿Por qué?
CACIQUE.- Porque hombres perversos han hecho creer al rey de España que
los quemadores y los amigos de los quemadores son las columnas de su
trono.Además de esto, los pueblos supersticiosos son muy corrompidos y frívo-
los, y gustan de tramoyas de enamoramientos, y otras cosas tan frívolas como
ellos mismos.

Ha terminado el inquieto fraile este cuadro a grandes brochazos


1 La Camila fue publicada por primera vez en 1817: Buenos Aires, Imp. Benavente y Ca. Cita-
mos por una reedición del tiempo, sin lugar ni año.

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del teatro en la América de la hora rechazando el teatro que califica de


frívolo y del gusto de pueblos supersticiosos “que son muy corrompidos
y frívolos”. Teatro de enamoramientos, y, cabe suponer, de celos y
traiciones; es decir los asuntos predilectos para el decadente teatro es-
pañol del último tercio del XVIII. Porque no pienso que se haya atrevido
a tachar de frívola la comedia de costumbres de Leandro Fernández de
Moratín o los deliciosos sainetes de Ramón de la Cruz. Aunque aun esto
cabe en autor ideológicamente tan impaciente como fray Camilo.
La segunda pieza de las tres anunciadas por el Cacique es “La
caridad maternal”, teatro edificante, de exaltación de virtudes filantrópi-
cas, cuyo asunto resume así el Cacique: “Unas señoras respetables de
Sud–América, presididas por la amable esposa del gobernante del país,
se reunieron y formaron una sociedad con el fin de educar huerfanitas,
y amparar doncellitas pobres, librándolas de las acechanzas de los se-
ductores, siempre crueles y desnaturalizados.Y tiene usted que a lo
mejor la sociedad fue perseguida, y las señoras se disgustaron. Las don-
cellitas lamentan su orfandad y desgracia, e inspiran la más profunda
compasión”.
Y nuestro autor no llegó a presentar la tercera obra.

¿Y “LA CAMILA”?
En cuanto al drama de fray Camilo es de acción a la vez simple y artifi-
ciosa, construida sobre el manido recurso de la virtud de la esposa
puesta a prueba con exigencia extrema ante la presencia oculta a sus
ojos del esposo que ella da por muerto o, al menos, irremediablemente
extraviado.
Camila, que es la joven aquella, ha llegado con sus padres a una
tribu oriental huyendo de los horrores de la matanza del 2 de agosto de
1810 y la ensañada persecución a los insurgentes que siguió. (Lo cual,
de paso, sirve al autor para hacer, por boca del padre, una exaltación de
la obra cumplida por los misioneros jesuitas en esas tierras).
Camila languidece afligida por la memoria de Diego, el esposo,
con apenas una leve, aunque irreductible esperanza de que viva.
Aunque para la madre, que lo ve todo negro, “él pereció sin duda en
aquella tarde terrible en que asesinaron a todos los patriotas presos en
la cárcel, y después salieron matando por las calles del desventurado
Quito, sin distinción de estado, edad o sexo”. Confirma tan sombría pre-
sunción que no tuvieron noticia alguna de él en los tres días que per-

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

manecieron ocultos en la casa del obispo Cuero y Caicedo, antiguo


amigo de la familia. Pero la joven esposa se empecina en su esperanza
en largo y emocionado monólogo.
Aparece entonces un personaje indígena de nombre Yari que se
lamenta por el asesinato de Salinas. “De tales personas –dice– es patria
natural nuestra nueva Filadelfia”. Y del talante del indio aquel, de su
lenguaje y de eso de “la nueva Filadelfia”, tanto como el espectador, se
sorprende el padre, don José, hasta el punto de preguntarle si no es un
ángel. Y esto es lo que el tal Yari responde, presentándose: “Soy un indio
de la tribu de los omaguas. Me crié en Jeveros. Serví allí al señor Salinas.
El me enseñó a leer y escribir; me trató con bondad paternal; me llenó
de beneficios. Después la divina providencia me condujo a Lima, y logré
hacer algunos estudios a la benéfica sombra de los señores Gave y
Aerove”. Y añadiría que en Lima florecían entonces hombres eminentes,
y tuvo la fortuna de oirlos y leer sus excelentes libros. Y ahora, cuñado
del Cacique, está “como todos sus amigos con la cabeza llena de grandes
proyectos”.
En conversación con la familia quiteña Yari hará uno de esos
discursos a los que el dramaturgo confía las ideas, que son las de la li-
bertad de América, pues “las pretensiones de España están en contradic-
ción con la naturaleza”.
El Cacique anuncia a la familia que la entregará al gobernador
español de Jeveros, que se lo exige. ¿Anuncio real? ¿Ficción?
Don José reclama solidaridad de americanos y respeto a las
leyes de la hospitalidad. ¿Y los quiteños las respetaron con el asesinato
del pariente de Tupac Amaru en la cárcel? –le reprocha el Cacique–. Fue
cosa del despotismo español, se defiende el padre. Y Camila reclama al-
tiva y elocuente que esa generosa tribu vaya a entregar al gobierno es-
pañol a unos patriotas.
El Cacique presenta como una salida que Camila dé su mano a
su primer ministro. Y parece que toda la amenaza de entregarlos a los
españoles fue para llegar acá. ¿Y quién es ese “primer ministro”?
Pero Camila lo rechaza: su corazón, dice, no es suyo.
El padre respalda a su hija: “Hija mía, ya sabes que la gloria de
una heroína es morir por su patria, y que la gloria de toda mujer es morir
por el honor”.
En medio de una dolorosa despedida Camila dice haber pasado
al ministro un recado suplicándole la oiga y eso lo mueva a respetar a
“una viuda que quiere ser fiel a la memoria del difunto marido”.

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L A O B R A D E T E AT R O Q U E S E E S C R I B I Ó T R Á S E L 2 D E AG O S TO T R Á G I C O

El Cacique les dará audiencia. Y antes, la Cacica reprocha a su


marido hacer sufrir así a unos pobres compatriotas. Y por allí nos en-
teramos de algo muy nuevo del Cacique. Se admira la Cacica: “¡Y estas
palabras pronuncia un hombre educado en los Estados Unidos de Norte
América!” Se ha educado en un colegio allá. Lo ha llevado un señor
Monsón. Y, al insistir la Cacica en sus duros reproches, el Cacique le dice
en secreto algo que la tranquiliza. Segundo secreto. Que tiene que ver
con el misterioso ministro. Y es entonces cuando le conversa de esas fun-
ciones de teatro ya vistas.
Y entra en escena el famoso ministro. Llega hablando de las ven-
tajas del método de Lancaster que ha visto en la escuela de la tribu y
elogia los tornos de hilado que se han repartido por el pueblo. Y el anun-
cio de una aria que esa noche cantaría una muchacha hermosa y él
habría de acompañarla le trae el recuerdo de de su joven esposa, a la
que dedica cálido encomio. Anuncia al Cacique salir a buscarla aunque
le maten los opresores.
Pero el Cacique lo detiene: “Yo tengo poder bastante para resti-
tuir a vuestros brazos a vuestra amable compañera”.
Y le da a leer un papel que el ministro lee en voz alta:

DEMOSTRACION DE LAS PROPOSICIONES SIGUIENTES


PRIMERA.- Para remediar la lastimosa despoblación de América, y su
atraso en las artes y agricultura es necesario llamar extranjeros con el
atractivo de unas leyes imparciales, tolerantes y paternales.
SEGUNDA.- Si la América no olvida las preocupaciones españolas, y no
adopta más liberales principios, jamás saldrá de la esfera de una España
ultramarina, miserable y obscura como la España europea.
Escrita por Camila Shkinere hija de los ciudadanos José y Margarita.
Dedicado a mi marido el teniente coronel Diego, etc.

¡O sea que Camila, que es Camila Shkinere, era toda una filósofa
política!
Y, cuando el ministro se extraña de cómo llegó a manos del
Cacique tal papel, él le musita algo al oído. Tercer secreto, que para la
audiencia ya no lo es tanto.
Y entonces, con el ministro escondido, el Cacique trata de con-
vencer a Camila de que se case con el ministro, y ella proclama incon-
movible su fidelidad a Diego.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Y es el momento en que el ministro, que no es otro que Diego,


el esposo de Camila, sale y la toma en brazos y hace alto elogio de la
joven: “¡Oh gloria de tu sexo; honor de las Américas; lustre y ornamento
de la naturaleza humana!”
La escena final es la de los reconocimientos y de los últimos e-
logios. Dice el ministro a los padres de su esposa: “Estáis en el asilo de
la libertad, entre los hombres de la razón y de la naturaleza, en el seno
de la filantropía”. Y les anuncia esa brillante utopía ya antes insinuada:
“Creed que ponemos aquí los cimientos de una nueva Filadelfia”. Y del
Cacique pondera: “Hemos hallado en el Cacique, mi amigo, a uno de
los genios más sobresalientes de la edad actual; su inteligencia es extensa
y muy cultivada; su carácter es compasivo, generoso y magnánimo”.
El Cacique cierra la pieza con el último elogio de Camila,
“¡Heroína del nuevo mundo!” Y, curiosamente, el autor desplaza a su
personaje para las últimas líneas: “Vuestras virtudes aparecerán algún
día, para gloria de la patria, admirables y excelsas sobre los teatros del
mundo. Las americanas sensibles tributarán a la memoria de Camila
Shkinere elogios y lágrimas. Me propuse en fin presentar en vuestra per-
sona un gran modelo a las patriotas de Sud América”.

LOS DISCURSOS
Tanto o más que de sentimientos este es un teatro de ideas, con clara
voluntad de transmisión de mensaje político. Y esas ideas y pensamiento
se confían a discursos, que dramáticamente lastran el avance de la ac-
ción, pero dan su densidad intelectual a la obra.
Dos son los principales discursos políticos.
Hablando con D. José, Yari le ha preguntado: “¿No me diréis
ahora, cómo el sanguinario Arredondo, jefe de las tropas de Lima,
prendió a los patriotas, faltando a las promesas y proclamas que habían
precedido?”. El caballero le ha respondido: “No sabéis que los tiranos
no nos guardan palabras, porque dicen que somos rebeldes?” Y ello da
pie al primer discurso.
El tema es el derecho a la rebeldía como emanado de la natu-
raleza misma. Es ley de naturaleza no dejarse despedazar por depreda -
dores. Así, pues, declarar rebeldes a los americanos será declarar rebelde
a la naturaleza.
Un silogismo en bárbara, apenas disimulado. Que se encadena
a otro que omite la premisa menor por innecesaria:

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El corazón humano está en un movimiento continuo anhelando por verse


libre y dichoso.
Las pretensiones de la España están en contradicción con la naturaleza.

La premisa menor omitida debió ser: “Es así que España pre-
tende sofocar ese movimiento”.
Es decir que fray Camilo, que se ve era, a más de tantas otras
cosas, competente retórico, usó del entimema; ese silogismo con supre-
sión de un paso, que, según la Retórica de Port Royal, halaga la vanidad
de aquellos a los que se habla y torna al silogismo más fuerte y más vivo.
Y el discurso da nuevos pasos, siempre apoyándose en la natu-
raleza. La naturaleza separa a los hijos de los padres cuando están cre-
cidos. La naturaleza divide las poblaciones en familias independientes.Y
la gran sociedad del mundo lo hace en naciones independientes. Como
para concluir, apasionadamente:

Y ¡que2 una pequeña parte del mundo antiguo, la parte más obscura y
atrasada de la Europa, se atreve a llamar rebeldes, y quiera tener por es-
clavos a los habitantes de casi todo el nuevo mundo! Esto es insufrible.

Al inicio del acto III, la escena primera se resuelve en un solo


discurso, el segundo gran discurso político, que lo dice el Cacique antes
de, a la sombra de unos árboles, iniciar audiencia al pueblo.
La tesis se presenta en forma de interrogación. Advirtieron los
retóricos de la antigüedad clásica que que la interrogación presentaba
en forma “impaciente y patética” (Quintiliano) lo que se afirmaba y que
el orador usaba este recurso cuando quería humillar a la parte contraria:

¿No fuera posible que empezase aquí en Sud-América el imperio de la


razón y las leyes sabias y paternales, como el blando resplandor de la au-
tora?

Y el discurso desarrolla este ideal como una gran utopia:

Un pueblo nuevo, sin lujo, sin heredadas preocupaciones y costumbres,


puede presentarse libre de aquellas máximas bárbaras, que por la serie de

2 En el impreso que manejamos “qué” acentuado en clara errata: trátase de un “que” enuncia-
tivo.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

los siglos han hecho gemir a la humanidad. Ni es difícil que toda la


América se avergüence al cabo de sus rancias ilusiones. Entrando en sí
misma conocerá sus verdaderos intereses y romperá sus cadenas.

Y concluye el discurso con una ojeada optimista, pero con sor-


dina, a los primeros pasos de ese pueblo nuevo:

Es probable que sus primeros pasos no sean firmes ni prudentes. La especie


humana es como la naturaleza, que en el seno de las tempestades prepara
maravillas. La América tendrá su juventud; esta es la edad de los extravíos;
mas en la escuela de los infortunios aprenderá á seguir las lecciones terri-
bles que reciba de la experiencia.

¿Cuándo se escribió esto? Si fue, como todos los indicios


mueven a pensarlo, a poco del 2 de agosto de 1810, antes de que la Rev-
olución de Quito volviese a imponerse, un pasaje así nos deja ante un
penetrante poder de anticipación, propio de un certero pensamiento
político. Solo que la premonición de fray Camilo aún no acaba de re-
alizarse...
Pudo haber habido aún un tercer discurso político, pero no pasó
de breve elogio que el ministro hizo de la organización social de los
omaguas. Y aquello anclaba en un espacio de la selva amazónica -la
selva utópica de fray Camilo- esa gran utopía americana dibujada por
los discursos anteriores:

Aquí no hay tiranos ni perseguidores. Estáis en el asilo de la libertad, entre


los hombres de la razón y de la naturaleza, en el seno de la filantropía.
Acordáos de la Pensylvania, y creed que ponemos aquí los cimientos de
una nueva Filadelfia.

Y es cuanto el texto de La Camila nos dice. Casi imposible


rodearla del conjunto de contextos que nos permitirían aquilatar su reso -
nancia. Hay, por supuesto, el contexto del 2 de agosto, con tanta pre -
sencia en la pieza. Y que fray Camilo Henríquez estuvo en el Quito de
esas horas sombrías es un hecho histórico. Pero, ¿escribió su pieza es-
tando aún en la sufrida Quito? Haya sido así o no, ¿conocieron su drama
al menos sus amigos quiteños, los que abrigaban sus mismas ideas sobre
la rebeldía, la libertad y la utopía de una nueva América?

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ARTÍCULOS
Y
ENSAYOS
LA VISITA DE JOSé GARCÍA DE LEÓN Y PIzARRO
A QUITO
Políticas de reforma en el Imperio atlántico de España
durante el período borbónico tardío (*)

Kenneth J. Andrien (**)

Resumen
Este artículo examina los embrollos políticos que surgieron al-
rededor del período como visitador y presidente-regente de la Audien-
cia o Reino de Quito de José García de León y Pizarro (1778-84), a fin de
demostrar las profundas divisiones políticas que se suscitaron en el Im-
perio atlántico español por las reformas borbónicas. Las políticas de Gar-
cía de León y Pizarro fortalecieron el estado colonial y produjeron un
incremento dramático de las rentas de la Corona, pero también provo-
caron una elevación de las protestas de las elites locales e incluso cau-
saron la condena de sus sucesores. Estas luchas políticas en Quito
revelan la competencia de muchos puntos de vista acerca de la reforma
y renovación del Imperio español. Las reformas borbónicas surgieron
de una serie de luchas políticas arduamente disputadas a ambos lados
del Atlántico, lo que llevó a resultados parciales e, incluso, diferentes en
las distintas regiones del imperio. Esta lucha política también ayuda a
explicar por qué no surgió jamás durante ese siglo un plan coherente y
aceptado por todos para la reforma del Imperio español.

Palabras clave
Reformas borbónicas, José de Gálvez, José García de León y Pi-
zarro, Quito, impuestos, textiles, obrajes, visitador.

(*) Traducido por Gonzalo Ortiz Crespo. El artículo apareció originalmente en el Journal of Latin
American Studies, 41(4), 2009, 617-662 y ha sido traducido y se lo publica con la expresa au-
torización tanto del autor como de la Cambridge University Press (permiso Q 01354 de 10
de mayo de 2010) © Cambridge University Press, permiso este último que autor y traductor
desean agradecer.
(**) Profesor Distinguido de Humanidades en Historia en la Universidad Estatal de Ohio. El
autor desea agradecer a los anónimos lectores del artículo para el Journal of Latin American
Studies por sus útiles comentarios y su crítica constructiva.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Introducción
Durante el reinado de Carlos III (1759-88), el impulso de reforma
del Imperio español en el Atlántico llegó a su máxima expresión en los
años que siguieron a la toma de La Habana por los ingleses en 1762. La
desastrosa pérdida de esta estratégica fortaleza del Caribe obligó al mo-
narca y a sus consejeros a prestar atención a cómo reforzar la defensa
de sus colonias. Para pagar las acciones y obras de defensa, la corona
endureció los controles administrativos, impuso nuevos impuestos, e
intentó recortar tanto el comercio de contrabando como la influencia de
comerciantes extranjeros para dar prioridad al comercio dentro del im-
perio. El gobierno de Madrid, usualmente, comenzaba este proceso de
reforma enviando a visitadores, es decir inspectores, bien entrenados,
leales y ambiciosos, para que recolecten información y para que inicien
los cambios administrativos, fiscales, militares y comerciales.
El primero de estos visitadores, José de Gálvez, dirigió la ins-
pección de Nueva España entre 1764 y 1772.1 En el reino o Audiencia de
Quito, el Gobierno de Madrid confió la inspección a un protegido de
Gálvez de 41 años de edad, José García de León y Pizarro. Junto con
otros visitadores (como José Antonio de Areche y Sornoza en Perú, Juan
Francisco Gutiérrez de Piñeres en Nueva Granada y Tomás Álvarez de
Acevedo en Chile) García Pizarro sirvió como catalizador de la reforma
del imperio atlántico español. Algunas de estas visitas produjeron una
fuerte conmoción política, provocando incluso rebeliones, como los
casos de Nueva España, Nueva Granada, el Perú y el Alto Perú.2
García Pizarro no encontró una oposición armada durante su
período como presidente-regente del Reino de Quito (1778-84), aunque
él puso en marcha en el distrito una serie de profundas reformas admi-

1 Tras su retorno a España, Carlos III dio a Gálvez el título del primer Marqués de la Sonora y
en 1775 lo nombró Ministro de las Indias, puesto que conservó hasta su muerte en 1787. La
obra estándar sobre Gálvez sigue siendo la de Herbert I. Priestly, José de Gálvez, Visitor-General
of New Spain, 1765-1771 (Berkeley, 1916)
2 Sobre las rebeliones producidas por los cambios introducidos por las reformas borbónicas,
véase Felipe Castro Gutiérrez, Nueva ley y nuevo rey: reformas borbónicas y rebelión popular en
Nueva España (Zamora, 1996); John Leddy Phelan, The People and the King: The Comunero Rev-
olution in Colombia, 1781 (Madison, 1978); Ward Stavig, The World of Túpac Amaru: Conflict, Com-
munity, and Identity in Colonial Peru (Lincoln NE, 1999); Sinclair Thomson, We Alone Shall Rule:
Native Andean Politics in the Age of Insurgency (Madison, 2002); Sergio Serulnikov, Subverting
Colonial Authority: Challenges to Spanish Rule in Eighteenth-Century Southern Andes (Durham
NC, 2003); y Scarlett O’Phelan Godoy, Rebellions and Revolts in Eighteenth-Century Peru and
Upper Peru (Colonia, 1985).

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L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

nistrativas y fiscales. El presidente-regente había recibido amplios po-


deres del Ministerio de Indias, los que él empleó con una mezcla de ru-
deza, astucia política y habilidad administrativa para revitalizar el
estado colonial y extraer grandes montos de ingresos de las modestas
economías regionales del reino. Sin embargo, luego de que salió de
Quito, las medidas de García Pizarro provocaron una creciente oposi-
ción de sus colegas burócratas y de las más destacadas elites locales. De
hecho, uno de sus sucesores, Juan Antonio Mon y Velarde, criticó pú-
blicamente a García Pizarro por imponer rapaces exacciones fiscales, por
promover la corrupción política y por permitir un dispendioso creci-
miento de la burocracia.3 Mon y Velarde y quienes le sucedieron pro-
movieron políticas diseñadas a revivir las deprimidas condiciones
económicas del reino para así sostener los ingresos del tesoro y fomen-
taron relaciones comerciales productivas con la metrópolis.
Estas controversias políticas alrededor de García Pizarro pro-
porcionan aproximaciones vitales a los numerosos puntos de vista com-
petitivos acerca de la reforma y la renovación del imperio atlántico
español del siglo XVIII. Con frecuencia, el éxito o el fracaso de políticas
borbónicas específicas, estuvieron determinadas por las luchas entre
grupos de interés clave con diferentes ideas acerca de la reforma. A me-
nudo, estas batallas políticas sobre la reforma abarcaban un amplio con-
junto de grupos sociales en las Indias, que se movilizaban para influir
en el proceso político y favorecer sus propios objetivos particulares. El
resultado de tales conflictos en la arena política, sea que involucrase a
las elites o a una amplia coalición de grupos sociales, proporcionan el
contexto esencial para entender el cambio social, cultural y económico
en el mundo del imperio español. Los frecuentes toma y daca que se
daban en las inestables y peleadas arenas políticas de España y las Indias
también ayudan a explicar porqué nunca surgió un único plan cohesivo
de reforma durante el siglo XVIII.

Historiografía de las reformas borbónicas


Los historiadores de las reformas borbónicas han debatido por
décadas la coherencia y efectividad de las políticas de la corona, enfo-
cándose particularmente en el reino de Carlos III. De acuerdo a una im-
portante síntesis hecha por John Lynch, la corona enmarcó políticas que
3 Sobre la carrera de Mon y Velarde en la Audiencia de Santa Fe, ver Ann Twinam, Miners, Mer-
chants and Farmers in Colonial Colombia (Austin, 1982), passim.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

recortaron las libertades políticas y económicas coloniales, y, en con-


junto, las reformas representaron nada menos que una “segunda con-
quista de América”.4 Con este fin, la corona dejó de vender los cargos
públicos, liberalizó el sistema comercial, reformuló los límites adminis-
trativos, aumentó los impuestos y renovó los establecimientos militares
de las Indias. David Brading ha sostenido que estas políticas provocaron
la oposición de las colonias y “la alienación permanente de la elite crio-
lla”.5 Pero otros estudiosos han argumentado que las políticas borbóni-
cas carecían de tal coherencia ideológica y enfatizan, en cambio, en las
metas divergentes y hasta contradictorias de los hacedores de políticas
en Madrid quienes, de manera vacilante e inconsistente, luchaban por
balancear los objetivos fiscales, comerciales, administrativos y militares
de la corona. Esta posición tuvo su más claro inicio en un artículo de
John Fisher en que pasaba revista a las reformas militares:
Uno se pregunta, de cuando en cuando… si las reformas bor-
bónicas tienden a engañar a todos los que las estudian. ¿Correspondie-
ron realmente al suave, coherente y magistral programa de cambio y
revitalización del imperio que han destacado generaciones de comen-
taristas, desde los propios hacedores de políticas imperiales de la España
del siglo XVIII hasta los investigadores de hoy día? ¿No será más realista
pintarlas en términos de un vacilante, incierto e inconsistente deseo de
modernización y centralización imperial, caracterizado más por sus re-
trasos, contradicciones y obstrucciones que por su resolución?6
Siguiendo el razonamiento de Fisher, Allan J. Kuethe ha demos-
trado que los reformadores españoles a veces promovieron clases de po-
líticas profundamente diferentes para las distintas provincias de su
variado imperio. En la reforma de Cuba, según documenta Kuethe, Ma-
drid suavizó las regulaciones comerciales para los productos tropicales
cubanos mientras en México mantuvo los controles monopólicos sobre
el comercio. De hecho, la corona incluso redireccionó grandes sumas del
4 John Lynch, The Spanish American Revolutions, 1808-1826 (Nueva York, 1973), pp. I-37. Este
punto de vista también ha sido presentado muy poderosamente por D.A. Brading, Miners and
Merchants in Bourbon Mexico (Cambridge, 1971), pp. 33-92, y en el capítulo de Brading, “Bour-
bon Spain and its American Empire” en Leslie Bethell (ed.) Cambridge History of Latin America,
vol. I: Colonial Spanish America (Cambridge, 1987), pp. 112-62.
5 Brading, “Bourbon Spain”, p. 438. Sobre los fundamentos intelectuales de esta oposición, véase
D.A. Brading, The First America: The Spanish Monarchy, Creole Patriots, and the Liberal State 1492-
1867 (Cambridge, 1991), pp. 467-91.
6 John Fisher, “Soldiers, Society, and Politics in Spanish America, 1750-1821”, Latin American Re-
search Review, vol. 17, N° 1 (1982), p. 217.

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L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

tesoro en México para apoyar a Cuba como un puesto estratégico de


avanzada en el Caribe tras la Guerra de los Siete Años.7 Los hallazgos
de Kuethe han sido respaldados por Jacques Barbier, quien examina
cómo los acontecimientos políticos y militares de Europa forzaron al rei-
nado de Carlos IV a mediados de la década de 1790 a saltar de una po-
lítica a otra, en una búsqueda desesperada de los recursos que requería
para enfrentar las exigencias de la guerra.8
Más recientemente Staley J. y Bárbara H. Stein han contribuido
a las discusiones académicas sobre las reformas borbónicas con su estu-
dio en dos volúmenes sobre la compleja y enrevesada red de grupos de
interés disputándose por dar forma a las políticas de la corona.9 En su
primer libro, Silver, Trade, and War: Spain and America in the Making of
Early Modern Europe, los Stein argumentan que la debilidad económica
de larga duración de España permitió que comerciantes franceses, ho-
landeses y, en especial, ingleses, accedieran a enormes montos de plata
colonial a través del contrabando y proveyendo de mercancías y capital
a pequeños comerciantes andaluces que comerciaban legalmente a tra-

7 Allan J. Kuethe, Cuba. 1753-1815: Crown, Military, and Society (Knoxville, 1986) y “La desregu-
lación comercial y la reforma imperial en la época de Carlos III: los casos de Nueva España y
Cuba”, Historia Mexicana, vol. 41, N° 2 (1991), pp. 265-92. Ver también Allan J. Kuethe y G.
Douglas Inglis, “Absolutism and Enlightened Reform: Charles III, The Establishment of the
Alcabala, and Commercial Reorganization in Cuba”, Past and Present, N° 109 (1985), pp. 118-
41.
8 La interpretación de Barbier apareció en una serie de artículos: ver Jacques Barbier “The Cul-
mination of Bourbon Reforms, 1787-1792”, Hispanic American Historical Review, vol. 57, N° 1
(1977), pp. 51-68; Barbier “Peninsular Finance and Colonial Trade: The Dilemma of Charles
IV’S Spain”, Journal of Latin American Studies, vol. 12, N° 1 (1980), pp. 21-37; Barbier, “Venezue-
lans Libranzas, 1788-1807: From Economic Nostrum to Fiscal Imperative”, The Americas, vol.
37, N° 4 (1981), pp. 457-78; Jacques Barbier y Herbert S. Klein, “Revolutionary Wars and Public
Finances: The Madrid Treasury, 1784-1807”, Journal of Economic History, vol. 41, N° 2, (1981),
pp. 315-37; Barbier, “Indies revenues and Naval Spending: The Cost of Colonialism for the
Spanish Bourbons, 1763-1805”, Jahrbuch für Geshichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft
Lteinamerikas, vol. 21 (1984), pp. 171-88; “Imperial Policy Toward the Port of Veracruz, 1788-
1808: The Struggle Between Madrid, Cádiz, and Havana Interests” en Nils Jacobsen y Hans-
Jürgen Puhle (eds.), The Economics of Mexico and Peru During the Late Colonial Period, 1760-1810
(Berlin, 1986), pp. 240-51; “Comercio Neutral in Bolivarian America: La Guaira, Cartagena,
Callao, and Buenos Aires”, in Reinhart Liehr (ed.) América Latina en la época de Simón Bolívar
(Berlín, 1989), pp. 363-77; y “Comercio secreto: The Economic and Political Significance of a
Fiscal Expedient, 1800-1808” (trabajo inédito presentado al Congreso Internacional de Ameri-
canistas, Amsterdam, 1988).
9 Ambos libros proporcionan evidencia empírica en apoyo a la tesis que los autores promulgaron
previamente en The Colonial Heritage of Latin America: Essays in Economic Dependence in Pers-
pective (Oxford, 1970), p. I, donde argumentan que desde 1492 en adelante, España y Portugal
dependían de los poderes económicos más desarrollados de la Europa del norte.

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vés de Cádiz.10 Los reformadores españoles (los proyectistas) intentaron


detener el contrabando, recobrar el control sobre el comercio americano,
modernizar las finanzas estatales y promover los controles burocráticos.
Sin embargo, la oposición de los miembros corruptos de la burocracia,
la fuerte comunidad de mercaderes (centrada en la asociación de comer-
ciantes de Cádiz) y sus poderosos aliados los comerciantes extranjeros,
se combinaron para hacer fracasar esta primera fase de la reforma. En
su segundo volumen, Apogee of Empire: Spain and New Spain in the Age of
Charles III, 1759-1789, los Stein explican cómo el rey Carlos III y sus mi-
nistros favorecieron el aumento de ingresos, la ampliación de la base
impositiva y la liberalización del comercio, después de perder La Ha-
bana en la Guerra de los Siete Años.11 La reforma culminó en la exten-
sión del libre comercio, primero a las islas españolas del Caribe en 1765
y, más tarde, a todo el imperio, excepto por Nueva España y Venezuela
(las cuales fueron incluidas en 1789).12 Sin embargo, los Stein argumen-
tan que estas reformas Carolinas nunca intentaron reformas estructura-
les de gran escala; solo buscaban “el ajuste calibrado” diseñado para
“apuntalar el edificio gótico” del imperio español en el Atlántico.13
Como resultado, España permaneció una metrópolis subdesarrollada,
que re-exportaba bienes británicos y franceses a las Indias. Los Stein
concluyen que la plata americana produjo el declive de España y fue el
combustible para el auge del capitalismo en la Europa del norte.
En los últimos años los investigadores del siglo XVIII han am-
pliado y profundizado sus debates sobre las reformas borbónicas. Estos
estudios se han enfocado en un abanico de temas tales como los orígenes
intelectuales de las reformas, la difusión del conocimiento científico, el
contexto atlántico de la reforma, los esfuerzos para recortar el poder de
la iglesia, la ingeniería social de los Borbones (tal como la reforma del
matrimonio, del tratamiento a los esclavos y de la propiedad colonial)
y el éxito o fracaso de las políticas de la corona en las diferentes partes
del imperio.14 Estudios influyentes de los centros imperiales como Mé-

10 Stanley J. Stein y Barbara H. Stein, Silver, Trade, and War: Spain and America in the Making of
Early Modern Europe (Baltimore and London, 2000).
11 Stanley J. Stein y Barbara H. Stein, Apogee of Empire: Spain and New Spain in the Age of Charles
III, 1759-1789 (Baltimore and London, 2003).
12 Ver Kuethe e Inglis, “Absolutism and Enlightened Reform”, pp. 118-43.
13 Stein y Sten, Apogee of Empire, p. 27. La opinión de que las reformas representaban poco más
que “apuntalar el edificio gótico” del imperio ya fue expresada en Stein y Stein, Colonial He-
ritage, p. 104.
14 La literatura reciente sobre las reformas borbónicas es voluminosa, pero algunos de los libros

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L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

xico y Perú, han argumentado que las políticas borbónicas tuvieron con-
secuencias duraderas y a veces perjudiciales.15 Otros estudiosos, por el
contrario, sostienen que las reformas solo tuvieron un impacto limitado
en Nueva Granada o Chile. Más aún, algunas de las políticas borbónicas,
como el establecimiento de nuevas asociaciones de comerciantes (con-
sulados) y sociedades de ayuda económica fueron incluso adoptadas por
las elites en las periferias del imperio tales como Cartagena, La Habana
y Buenos Aires.16 Sin embargo, todos estos estudios ven las reformas
borbónicas como factores importantes que dieron forma a la evolución
política, social y económica de España y las Indias.
Por contraste, en sus recientes artículos revisionistas sobre las
finanzas imperiales españolas, Alejandra Irigoin y Regina Grafe rebajan
la importancia de las reformas borbónicas en el imperio atlático español
del siglo XVIII. Primero se oponen a las críticas del Premio Nobel Dou-
glass North del ultra-centralismo fiscal del imperio español, que North
sostiene que sofocó el espíritu de empresa e impidió el desarrollo eco-
nómico. Irigoin y Grafe sostienen, en cambio, que el estado en España
y en las Indias era débil, descentralizado y que sirvió en gran parte para
redistribuir el ingreso de las zonas centrales, tales como México, a las

más influyentes que estudian el tema son: Jeremy Adelman, Sovereignty and Revolution in the
Iberian Atlantic (Princeton, 2006); H.H. Elliott, Empires of the Atlantic World: Britain and Spain
in America, 1492-1830 (New Haven, 2006), pp. 292-324; Agustín Guimerá, El reformismo bor-
bónico: una visión interdisiplinar (Madrid, 1996); Francisco Sánchez Blanco, El absolutismo y
las luces en el reinado de Carlos III (Madrid, 2002); Jorge Cañizares Ezguerra, How to Write
the History of the New World: Historiographies, Epistemologies, and Identities in the Eighteenth-
Century Atlantic World (Stanford, 2001); Jordana Dym y Christophe Belaubre, Politics, Econ-
omy and Society in Bourbon Central America, 1759-1821 (Boulder, 2007); Gabriel B. Paquette,
Enlightenment, Governance, and Reform in Spain and its Empire, 1759-1808 (Basingstoke, 2008);
Cynthia E. Milton, The Many Meanings of Poverty: Colonialism, Social Compacts, and Assistance
in Eighteenth-Century Ecuador (Stanford, 2007); Ann Twinam, Public Lives, Private Secrets: Gen-
der, Honor, Sexuality and Illegitimacy in Colonial Spanish America (Stanford, 1999), y Patricia H.
Marks, Deconstructing Legitimacy: Viceroys, Merchants, and the Military in Late Colonial Peru
(University Park, 2007).
15 Ver, en especial, Carlos Marichal, Bankruptcy of Empire: Mexican Silver and the Wars between
Spain, Britain, and France, 1760-1810 (Cambridge, 2007), pp. 1-80, y Marks, Deconstructing Le-
gitimacy, pp. 55-106.
16 Gabriel Paquette, “State-Civil Society Cooperation and Conflict in the Spanish Empire: The
Intellectual and Political Activities of the Ultramarine Consulados and Economic Societies, c.
1780-1810”, Journal of Latin American Studies, vol. 39, N° 2 (2007), pp. 263-98. Algunos es-
tudios más tempranos que minimizan el impacto de las reformas borbónicas son Jacques A.
Barbier, Reform and Politics in Bourbon Chile, 1755-1796 (Ottawa, 1980) y Anthony McFarlane,
Colombia Before Independence: Economic, Society and Politics under Bourbon Rule (Cambridge,
1993).

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

periferias. Las reformas borbónicas tuvieron poco impacto en fortalecer


este débil aparato fiscal español, que funcionaba principalmente por ne-
gociación y estableciendo consensos con las ricas y poderosas elites co-
loniales, un fenómeno que las autoras llaman “absolutismo regateador”.
Al final, Irigoin y Grafe argumentan que la redistribución fiscal de la ri-
queza proporciona capital y un estímulo económico a las regiones más
pobres y periféricas del imperio. Estas redistribuciones de la riqueza se
acabaron con la independencia, lo que contribuyó al declive económico
y a la inestabilidad política en el siglo XIX.17
El análisis del Reino de Quito que se hace en este trabajo, ex-
pone las profundas divisiones políticas que surgieron acerca de las re-
formas borbónicas, las cuales en gran parte determinaron el resultado
de estas políticas en el distrito. García Pizarro gobernó construyendo un
fuerte aparato estatal, capaz de extraer grandes montos de ingresos por
impuestos de las economías regionales del reino. Aunque inicialmente
exitosas, estas políticas con el tiempo provocaron la oposición vocife-
rante de los grupos locales e incluso atrajeron ásperas críticas de los si-
guientes presidentes de la Audiencia, quienes enfatizaron en la
necesidad de promover el desarrollo económico local antes que solo ele-
var las exacciones fiscales. Este debate sobre el curso de la reforma en el
reino solo podía ser resuelto en las volátiles e impredecibles arenas po-
líticas de España y las Indias., El éxito o fracaso de las políticas borbó-
nicas de reforma en Quito y en otras partes del imperio atlántico español
resultaron de exactamente esas luchas políticas durante el reino de Car-
los III. De hecho, fue el resultado de esta confrontación política lo que
dio forma a la implementación de las políticas borbónicas de reforma,
dando a éstas sus resultados vacilantes, desiguales y, con frecuencia, di-
ferenciados que tuvieron en las diferentes regiones del imperio.

17 Regina Grafe y María Alejandra Irigoin, “The Spanish Empire and Its Legacy: Fiscal Redis-
tribution and Political Conflict in Colonial and Post-colonial Spanish America”, Journal of
Global History, vol. 1, N° 2 (2006), pp. 241-67; Alejandra Irigoin y Regina Grafe, “Bargaining
for Absolutism: A Spanish Path to Nation- State and Empire Building”, Hispanic American
Historical Review, vol. 88, N° 2 (2008), pp. 173-209. Estos puntos de vista controversiales se
discuten en un foro en el mismo número: ver Carlos Marichal, “Rethinking Negotiation and
Coercion in an Imperial State”, pp. 211-218; William R. Summerhill, “Fiscal Bargains, Political
Institutions, and Economic Performance”, pp. 219-33; y Alejandra Irigoin y Regina Grafe,
“Response to Carlos Marichal and William Summerhill”, pp. 235-45.

104
L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

El contexto socio-económico de la reforma


Después de que a finales del siglo XVI, la producción de oro al-
rededor de Zaruma empezó a declinar, el eje económico del Reino de
Quito fue la economía textilera de lana de la Sierra centro-norte, la que
producía paños, bayetas y jergas para los mercados en Perú y Nueva
Granada. La venta de estos textiles ordinarios de lana financió la impor-
tación de artículos europeos de lujo y proporcionaba moneda circulante
para las empresas locales, el comercio regional y los ingresos tributarios
del Gobierno. Sin embargo, para los años 1770, esta economía textil se-
rrana estaba envuelta en una prolongada recesión económica, resultante
de una combinación de epidemias, catástrofes naturales, obrajes textiles
competidores en Perú y, sobre todo, el ingreso de textiles europeos ba-
ratos y de mejor calidad que había comenzado a inicios del siglo XVIII.18
Conforme se ahondaba la recesión en la Sierra centro-norte, la
Sierra sur entraba a una era de lenta pero continua prosperidad, mien-
tras la costa alrededor de Guayaquil experimentaba un boom exportador
desde los años 1770. Comerciantes locales en la Sierra sur proveían de
algodón y lana cruda a los indígenas de los pueblos, quienes la conver-
tían en telas baratas y durables destinadas a los mercados en el norte
del Perú y la Costa. Los terratenientes prosperaban al atender la de-
manda de alimentos en los mercados locales en la Sierra sur, el norte del
Perú y la costa. Otros hacendados hacían su negocio al vender abun-
dantes cargas de cascarilla, corteza de un árbol rica en quinina.19 Para
finales del siglo XVIII, también había comenzado un boom exportador
de la Costa, basado sobre todo en la exportación de cacao que los pro-
pietarios de plantaciones enviaban a la zona comercial del Pacífico, prin-
cipalmente México.20 Para cuando García Pizarro llegó en 1778, el Reino
18 Kenneth J. Andrien, The Kingdom of Quito, 1690-1830: The State and Regional Development (Cam-
bridge, 1995), pp. 33-54, 80-110.
19 Sobre la evolución de esta industria textil, ver Silvia Palomeque, “Historia económica de
Cuenca y sus relaciones regionales (desde fines del siglo XVIII a principios del XIX)”, Segundo
encuentro de historia y realidad económica y social del Ecuador (3 vols., Cuenca, 1978), vol. 1, pp.
77-128, y su libro, Cuenca en el siglo XIX: la articulación de una región (Quito, 1990), pp. 19-25;
así como Manuel Miño Grijalva, “Capital comercial y trabajo textil; tendencias generales de
la protoindustria colonial hispanoamericana”, HISLA, N° 9 (1987), pp. 59-79.
20 Los principales trabajos sobre el boom exportador de la costa son Michael T. Hamerly, Historia
social y económica de la antigua provincia de Guayaquil, 1765-1842 (Guayaquil, 1973), y El comer-
cio de cacao de Guayaquil durante el período colonial (Guayaquil, 1976); María Luisa Laviana
Cuetos, Guayaquil en el siglo XVIII: recursos naturales y desarrollo económico (Sevilla, 1987), y
Carlos Contreras C., El sector exportador de una economía colonial: la costa del Ecuador entre 1760
y 1820 (Quito, 1990).

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

de Quito consistía realmente de tres regiones económicas separadas que


tenían solamente escasa interacción comercial entre sí. El centro-norte
de la Sierra comerciaba textiles más que nada con Nueva Granada, la
Sierra sur enviaba telas bastas al norte del Perú, y de manera secundaria
a la Costa, mientras que los cacoteros de ésta enviaban su producto a
mercados más distantes en la zona comercial del Pacífico.21
Los desiguales patrones regionales de desarrollo económico en
el Reino de Quito planteaban problemas de enormes proporciones a los
reformadores españoles en España y las Indias. El declive económico de
la Sierra centro-norte llevó a una crisis de largo plazo en la recolección
regional de impuestos, que tradicionalmente habían sido el sustento del
estado colonial. Para entonces, las economías de la Costa y de la Sierra
sur eran más prósperas pero el estado colonial era notoriamente débil
en ambas regiones, y los gobiernos locales extraían solo montos modes-
tos de impuestos. García Pizarro tenía que sacar de alguna manera más
rentas públicas de la Sierra centro-norte, a pesar de su crisis, y explotar
más eficientemente a las florecientes economías de la Sierra sur y la
Costa.
En las décadas anteriores a la llegada de García Pizarro, los in-
tentos de elevar significativamente los impuestos habían provocando
una violenta oposición en el reino. Los esfuerzos locales para aumentar
los impuestos a la población indígena produjeron repetidas y sangrien-
tas revueltas rurales, pero el desafío más serio y perjudicial para la au-
toridad real ocurrió en la ciudad de Quito en 1765.22 Cuando la corona
intentó asumir el control directo sobre el impuesto a las ventas (alcabala)
y el monopolio del aguardiente de caña (estanco), quitándoselos a los re-

21 La exportación más rentable de tejidos de lana de mejor calidad a Lima declinó, especialmente
después de que la Corona española dio fin a la distribución forzada de bienes europeos y
coloniales a las comunidades andinas (llamada el repartimiento de mercancías) tras la rebelión
de Túpac Amaru. Estas distribuciones siempre inculían un monto considerable de tejidos
de lana de los obrajes de Quito: ver Alfredo Moreno Cebrián, El corregidor de indios y la eco-
nomía peruana en el siglo XVIII (Madrid, 1977), pp. 317-59.
22 El trabajo fundamental sobre las rebeliones indígenas en el reino sigue siendo el de Segundo
Moreno Yánez, Sublevaciones indígenas en la Audiencia de Quito desde comienzos del siglo
XVIII hasta finales de la colonia (Quito, 1985). Tres estudios de la insurrección de Quito de
1765 son los de Kenneth J. Andrien, “Economic Crisis, Taxes and the Quito insurrection of
1765”, Past and Present, N° 129 (1990), pp. 104-31; Anthony McFarlane, “The Rebellion of the
Barrios: Urban Insurrection in Bourbon Quito”, Hispanic American Historical Review, vol. 49,
N° 2 (1989), pp. 283-330; y Martin Minchom, The People of Quito, 1690-1910 (Boulder, 1994,
pp. 210-41.- N. del T. De esta última obra, hay edición en español, El pueblo de Quito, 1690-
1910. Demografía, dinámica sociorracial y protesta popular (Quito, FONSAL, 2007).

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L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

caudadores de impuestos locales, estallaron motines en mayo y junio


que derrocaron a la Audiencia y establecieron un gobierno popular que
gobernó Quito por más de un año. Sin embargo, ninguna otra ciudad
del reino se unió a Quito en su rebelión contra la autoridad real, de ma-
nera que el poder del gobierno popular permaneció confinado a la ciu-
dad capital y su hinterland. Además, a lo largo de los meses, las tensiones
y las profundas divisiones entre los miembros de la aristocracia criolla
quiteña y los miembros de la plebe de los barrios populares debilitó al
gobierno de coalición. Como resultado, cuando las tropas reales, tras
marchar desde Lima, llegaron a la ciudad el 1 de septiembre de 1766,
rápidamente derrocaron al gobierno rebelde y reestablecieron el poder
de la Audiencia. A pesar de ello, una tensa calma se apoderó de Quito,
y las instituciones del estado colonial permanecieron peligrosamente
débiles.

Las reformas de José García de León y Pizarro


García Pizarro llegó a Guayaquil a inicios de 1778, como un po-
lítico bien conectado y en ascenso, con amplios poderes políticos para
llevar adelante grandes reformas en el Reino de Quito.23 A lo largo de
los años se había asegurado el patronazgo de algunos importantes po-
líticos españoles, incluyendo a Manuel de Roda, Gaspar Melchor de Jo-
vellanos, Pedro Rodríguez Campomanes, Rafael Múzquiz, y finalmente
del poderoso Ministro de las Indias, José de Gálvez, quien se convirtió
en su inquebrantable patrono.24 El ascenso político de García Pizarro fue
ayudado por su mujer, María Frías y Pizarro, a quien en España se la
llamaba despreciativamente como “La Pizarro” por su incesantes ma-
quinaciones para impulsar la carrera de su marido.25 En 1778 García Pi-
zarro tenía simultáneamente los cargos de visitador, presidente de la
Audiencia, regente (el recién creado cargo de funcionario presidente),
superintendente subdelegado de hacienda (principal funcionario de ren-
tas) y supremo comandante militar del distrito.26 Además, tenía claras

23 José García de León y Pizarro a José de Gálvez, Guayaquil, 19 de marzo de 1778, Archivo Ge-
neral de Indias (de aquí en adelante, AGI), Quito 264.
24 José García de León y Pizarro, Memorias de la vida del excmo. señor d. José García de León y Pizarro
(3 vols., Madrid, edición de 1894), vol. 1, pp. 11-14; vol 3., pp. 125-6.
25 Stein y Stein, Apogee of Empire, p. 240.
26 En la mayoría de las regiones, Gálvez esperaba poder separar la administración militar, fiscal
y judicial.De acuerdo con Brading, “Su idea era establecer un sistema de troika, con los re-
gentes presidiendo lo judicial, los superintendentes el tesoro y los intendentes y virreyes

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

instrucciones de Madrid para hacer una revisión completa del sistema


fiscal, con el poder de despedir funcionarios incumplidos, de auditar
todas las cuentas, dar por terminados o reformar los contratos con los
cobradores de impuestos, reformar o establecer monopolios reales e im-
poner nuevos impuestos si le parecían necesarios. Sus instrucciones tam-
bién le ordenaban fomentar la economía local impulsando la minería,
la producción de cascarilla y el comercio regional.27 Sin embargo, estas
instrucciones no decían nada, sobre revivir la alguna vez próspera in-
dustria textil lanar de la Sierra centro-norte.
La prolongada debilidad política de la Audiencia después de la
insurrección de 1765 fortaleció aún más la posición del implacable y de-
cidido García Pizarro. Para 1778 la corona había dejado que se produje-
ran cuatro vacantes en la corte superior de Quito, dejando a solo dos
jueces civiles (oidores) con algún poder político en la capital. Ambos, el
Conde de Cumbres Altas y Nicolás Vélez de Guevara, estaban viejos y
enfermos, lo que limitaba su potencial de participar activamente en la
política local, no se diga de montar cualquier oposición efectiva al hábil
y enérgico nuevo presidente.28 Además, el joven y ambicioso fiscal de la
corte, Juan Josef de Villalengua y Marfil, rápidamente forjó una estrecha
alianza con García Pizarro casándose con su hija, Josefa Pizarro.29
Pocos meses después de su llegada a Quito, García Pizarro es-
cribió a José de Gálvez una franca carta con la política que había plani-
ficado, partiendo de la descripción de los problemas económicos de la
región y proponiendo una serie de remedios. La mayoría de ellos habían

manteniendo la administración civil y militar”, Brading, “Bourbon Spain and its American
Empire”, p. 407. Los poderes de García Pizarro eran incluso más extensos que los dados a
Gálvez en México, Areche y luego Escobedo en el Perú, y Gutiérrez de Piñeres en Nueva
Granada, todos los cuales tuvieron que competir con virreyes poderosos y, a menudo, sus-
picaces. Incluso Álvarez de Acevedo en Chile fue nombrado regente de la Audiencia pero
no se le nombró presidente: ver J.R. Fisher, Government and Society in Colonial Peru: The In-
tendant System, 1784-1814 (Londres, 1970), pp. 18-19, 25, 55; Barbier, Reform and Politics, pp.
115-34; Phelan, The People and the King, pp. 7. 14-16, 22, 33; y Pirestly, José de Gálvez, pp. 123-8.
27 Instrucciones a la Visita de Quito, el Pardo, 4 de febrero de 1777; 10 de marzo, 1777; Cédula,
el Pardo, 17 de marzo de 1777, AGI, Quito 264.
28 José García de León y Pizarro a José de Gálvez, Quito, 18 de enero 1779, AGI, Quito 240. Ade-
más, antes de un año de la toma de posesión de García Pizarro como presidente, Vélez de
Guevara dejó Quito y se trasladó a Lima para ser alcalde del crimen en la corte superior de
esa ciudad, lo que de hecho lo sacó de la arena como una amenaza política potencial: ver
Mark A. Burkholder y D.S. Chandler, Biographical Dictionary of Audiencia Ministres in the Ame-
ricas, 1687-1821 (Westport, 1982), p. 349.
29 Burkholder y Chandler, Biographical Dictionary, p. 358.

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sido solicitados durante muchos años por las elites criollas deseosas de
revitalizar la economía local del reino. El nuevo presidente explicaba
que las importaciones de textiles europeos habían sacado de importan-
tes mercados coloniales a los tejidos de lana quiteños, dificultando el co-
mercio y creando escasez de monedas. Incluso Guayaquil, con su
economía de exportación en surgimiento, carecía de mano de obra ade-
cuada para desarrollar todo su potencial agrícola y comercial. Más aún,
aunque las minas locales de plata y oro podían proporcionar algún ali-
vio a estos problemas económicos, los altos precios del mercurio y la es-
casez de mano de obra desalentaban su explotación. García Pizarro
proponía tres remedios principales: restringir en un tercio o en la mitad
la importación de los textiles baratos del exterior (paños de segunda) de
las fábricas europeas a Lima y al resto del Perú; subsidiar la importación
de 300 a 400 esclavos cada año para aliviar la escasez de mano de obra
de la Costa; y proveer de mercurio barato para estimular la minería de
plata. Era un programa de desarrollo económico, si no muy original, al
menos de grandes miras.30
Aunque esta carta identificaba los principales males económicos
del reino y encapsulaba las políticas favoritas de las elites quiteñas, re-
sultó políticamente contraproducente. El fiscal del Consejo de Indias
envió las sugerencias a Jorge Escobedo, un oidor bien conectado de la
Audiencia de Lima, quien estaba trabajando como subdelegado del vi-
sitador Areche en Perú.31 En una carta del 22 de mayo de 1781, Escobedo
rechazó por completo el plan de García Pizarro, asegurando que el textil
quiteño languidecía en los mercados peruanos porque era inferior al im-
portado, había poca oferta de mercurio para las minas probadas del
Perú y México, y el trabajo esclavo era demasiado caro para trabajar en
las plantaciones de Guayaquil. En resumen, Escobedo consideraba las
recomendaciones de García Pizarro absolutamente imprácticas.
Cuando el Consejo de Indias coincidió con esta opinión, el am-
bicioso García Pizarro cambió abruptamente de posición y abandonó
cualquier plan de conseguir concesiones políticas de Madrid para sus
gobernados. A cambio, decidió emular el programa de reforma utilizado
por su mentor, José de Gálvez, una década antes en Nueva España, el
cual priorizaba las reformas fiscales y administrativas con miras a in-

30 José García de León y Pizarro a José de Gálvez, Quito, 18 de junio de 1779, AGI, Quito 410.
31 Escobedo sucedería a Areche como visitador del Perú en junio de 1782: Fischer, Government
and Society in Colonial Peru, p. 102.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

crementar las recaudaciones antes que la promoción del desarrollo eco-


nómico de largo plazo. En Quito, esto implicaba ejecutar un programa
de gran alcance de innovaciones fiscales, administrativas y militares a
fin de aumentar la habilidad del Estado para explotar los reducidos re-
cursos económicos de la región.
García Pizarro creó una burocracia fiscal centralizada, presidida
por una nueva agencia, la Dirección General de Rentas.32 Quitó a los co-
lectores de tributos la jurisdicción de recaudar algunos tributos muy lu-
crativos (el tributo indígena y la alcabala) y privó a las oficinas locales
del tesoro (cajas) la atribución de mantener los monopolios reales (el es-
tanco de aguardiente, tabaco, barajas y pólvora), poniendo su manejo
directamente bajo la jurisdicción de la Dirección General de Rentas y su
red de subtesorerías. Los funcionarios fiscales que trabajaban para la Di-
rección General depositaban en las cajas del tesoro el ingreso excedente
de estos impuestos (el tributo colectado menos los gastos burocráticos).
La oficina local del Tribunal de Cuentas (que se implantó en Quito desde
1776) auditaba las cuentas de las distintas oficinas de la Dirección Ge-
neral.33
Esta creciente red de oficinas de impuestos, que se sumaba a las
distintas agencias tributarias y puestos de estancos reales, significó una
expansión sin precedentes del poder burocrático, lo que permitía al go-
bierno intervenir en sectores económicos clave e influenciar en la vida
diaria en todo el reino. Por ejemplo, después de su establecimiento en
1778, la Administración General de las Fábricas de Tabaco, Pólvora y Naipes
en Guayaquil empleaba a 45 funcionarios. La fábrica misma proveía tra-
bajo a 46 trabajadores adicionales, a los que se sumaban 61 vagabundos
y criminales asignados a la operación. Más aún, todos los cultivadores
de tabaco en la región costera tenían que vender su cosecha al monopo-
lio gubernamental a precios que éste fijaba. Tal política afectó a más de
700 cultivadores en Daule y Balsar, 93 en Baba y más de 200 en Porto-
viejo.34
A través de una mezcla de buena suerte y hábiles nombramien-

32 El decreto real que autorizaba esta nueva burocracia fue expedido el 10 de marzo de 1777:
ver Douglas Alan Washburn: “The Bourbon Reforms: A Social and Economic History of the
Audiencia of Quito, 1760-1810” (Tesis de PhD, Universidad de Texas en Austin, 1984), p. 129.
33 Ibid., pp. 129-32.
34 Estado de Empleados en esta Administración Gral, Factoria Gral, y Fabrica de Rl Rta de Ta-
baco, Polvora, y Naipes de Guayaquil y su Gobernación, Abril de 1778, AGI, Quito 240.

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L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

tos clientelares, García Pizarro se aseguró el control sobre prácticamente


todas y cada una de las agencias con cierta influencia en el reino, lle-
nando los nuevos puestos burocráticos y de la milicia con parientes,
amigos y aliados políticos cercanos provenientes de las elites peninsu-
lares y criollas. Por ejemplo, cuando la estratégica gobernación de Gua-
yaquil quedó inesperadamente vacante debido a la transferencia del
Coronel Ramón Carvajal, la Corona nombró al hermano del presidente,
Ramón García de León y Pizarro, en 1779 para llenar el puesto.35 Juan
Josef de Villalengua, cercano aliado y yerno del presidente, mantenía
un puesto clave en la Audiencia, mientras su primo, José de Carrión y
Marfil, fue consagrado obispo de Cuenca en 1787.36 El control de los
obispos era particularmente importante puesto que el gobernador de
Cuenca, José Antonio Vallejo, chocaba a menudo con García Pizarro y
su creciente “familia política” sobre las políticas de reforma. Además,
los cargos en la nueva burocracia se entregaron a aliados tales como el
secretario personal del presidente, Agustín Marín de Blas, quien fue
nombrado Director General de Rentas. Para 1783, de aproximadamente
65 nombramientos fiscales en cargos administrativos importantes en la
Audiencia, solo 10 habían sido designados antes del período de García
Pizarro, en tanto que el resto habían sido nombramientos personales del
presidente.37 De manera parecida, García Pizarro dio a sus aliados co-
misiones en los nuevos regimientos disciplinados de la milicia, que él
creó. Muchos de estos nombramientos fueron a miembros destacados
de las elites criollas, ansiosos de honores y temerosos del caos social des-

35 Allan J. Kuethe, Military Reform and Society in New Granada, 1773-1808 (Gainesville, 1978), p.
119. Las descarnadas tácticas políticas de José García de León y Pizarro se parecían mucho
a las utilizadas por su mentor, José de Gálvez, en su visita a Nueva España: ver Linda K. Sal-
vucci, “Costumbres viejas, ‘hombres nuevos’: José de Gálvez y la burocracia fical novohis-
pana (1754-1800)”, Historia Mexicana, vol. 33, N° 2 (1983), pp. 224-64.
36 Federico González Suárez, Historia general de la República del Ecuador (Quito, edición de 1970),
vol. 2, pp. 1206, 1219, 1247.
37 Razon de los empleos de Real Hacienda que hay establecidos en Quito y sus Provincias, y
los sujetos Destinados enellas los quales se colocan en la devida Distinción y Separacion de
Ramos y Pueblos, según proviene la Real Orden de 12 de marzo de este año de 1783, Quito,
1783, AGI, Quito 240. Incluso aquellas pocas personas que aún desempeñaban sus cargos
en 1783 con nombramientos anteriores a la administración de García Pizarro, eran por lo ge-
neral sus partidarios. Josef de Guarderas, más tarde controlador de la Administración de Al-
cabalas y tesorero de las cajas reales de Quito, y Juan Bernardino Delgado y Guzmán habían
servido en la visita, una manera usual en aquellos años de hacer méritos con el presidente y
subir en la burocracia quiteña: Hoja de servicios de José de Guarderas, Quito, 1797; Hoja de
Servicio de Juan Bernardino Delgado y Guzmán, 1795, AGI, Quito, 232.

111
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

pués de la Insurrección de Quito de 1765 y de las periódicas rebeliones


de los indios de la Sierra. El Conde de Selva Florida, por ejemplo, sirvió
como coronel en la unidad local de dragones.38 Esos nombramientos se
cercioraban de que los aristócratas criollos y las figuras del establishment
militar recibieran títulos militares, asegurando así su lealtad y coopera-
ción con los esfuerzos del presidente de mantener un rígido control po-
lítico del reino.
García Pizarro no solo premió a sus aliados sino que usó su con-
siderable poder político para castigar o despedir a cualquiera que se
opusiera a su control político y burocrático del reino. Por ejemplo, si-
guiendo las órdenes reales de mantener el orden público en la turbu-
lenta ciudad de Quito, el presidente abolió el cargo de corregidor de la
ciudad, quitando así una barrera potencial a la consolidación de su
poder en el ámbito de la Audiencia.39 Una historia de incompetencia y
escándalos en las oficinas del tesoro en Quito y Guayaquil le permitieron
a García Pizarro despedir a varios enemigos políticos y reemplazarlos
con gente designada por él mismo. Por ejemplo, cuando José de Gazan,
funcionario del tesoro de Guayaquil se opuso a sus políticas, el presi-
dente acusó a Gazan de “estar loco” y lo despidió sumariamente. Mien-
tras algunos de sus contemporáneos estaban de acuerdo en que Gazan
era un colega difícil, al mismo tiempo la mayoría comentaba favorable-
mente sobre la calidad de su trabajo.40 El mismo patrón se vio en Quito,
cuando el presidente despidió a ambos funcionarios del tesoro, Sebas-
tián Bermúdez Valledor y Nicolás Ignacio Talón, supuestamente por no
dar cuentas por 27.000 pesos de las rentas públicas.41

38 Kuethe, Military and Society, pp. 121-22.


39 José García de León y Pizarro a José de Gálvez, número 26, Quito, 18 de septiembre 1780,
AGI, Quito 240.
40 José García de León y Pizarro a José de Gálvez, número 26, Quito, 18 enero 1779, AGI, Quito
240, número 60. García Pizarro achacó este comportamiento a una dolorosa enfermedad es-
tomacal que sufría Gazan. Mientras la mayoría de los colegas comentaban sobre el compor-
tamiento poco ortodoxo del irascible Gazan, la mayoría también dio testimonio de su
competencia, incluido el auditor principal de la oficina del Tribunal de Cuentas en Quito,
Francisco Antonio de Asilona: ver Informe del Consejo, Madrid, 27 de abril 1778, AGI, Quito,
377; Francisco Antonio de Asilona a la corona, Quito, 31 de agosto 1778, AGI, Quito, 411.
41 José García de León y Pizarro a José de Gálvez, Quito, 18 de marzo 1779, 18 de agosto 1779,
AGI, Quito 240; fianzas de Nicolás Talon y Sebastián Valledor, Quito, 23 de febrero 1785,
AGI, Quito 592.

112
L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

Cuadro 1
Ingresos de Cuenca, Guayaquil y Quito

3.000.000

2,500.000
Pesos de Ocho

2.000.000

1.500.000

1.000.000

500.000

0
1765-1769 1770-1774 1775-1779 1784-1784 1785-1789 1790-1794 1795-1799 1800-1804
Años
CUENCA GUAYAQUIL QUITO

Fuentes: Cuentas de la Caja de Quito, 1765-1803, AGI, Quito, 416-29; Cuentas de la Caja de Cuenca,
1765-1803, AGI, Quito 453-8; Cuentas de la Caja de Guayaquil, 1765-1804. AGI, Quito, 469-75, 477.

El espectacular aumento en las recaudaciones de impuestos en


el reino, claramente demostró la efectividad de este nuevo aparato es-
tatal colonial (ver Cuadro 1). Los ingresos en el distrito de Cuenca,
donde las reformas tuvieron un impacto más limitado, crecieron de
65.000 pesos en el período de 1765 a 1769 a más de 526.000 pesos entre
1800 y 1804. Mientras tanto, los ingresos de las cajas reales de Guayaquil
aumentaron de más de 249.000 pesos a más de 1’100.000 pesos en el
mismo período. Ambas regiones experimentaban un crecimiento eco-
nómico importante, el que fue explotado por el reforzado aparato estatal
con mayor eficiencia, extrayendo capital de inversión que pudo haber
ido a actividades empresariales para sostener la prosperidad económica
local. Sin embargo, el incremento en las rentas gubernamentales fue más
impresionante en la región de la Sierra centro-norte deprimida econó-
micamente. Las rentas que se recogieron en las cajas reales de Guayaquil
y Cuenca (reforzadas por las remesas de Guayaquil y Cuenca), se dis-
pararon de más de 746.000 pesos en los años que siguieron a la Insu-

113
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

rrección de Quito (1765-69) a sobre 2’500.000 de pesos en los años 1785


a 1789.42 Sin duda, tan pesadas exacciones fiscales en la crítica situación
de la Sierra centro norte sin duda exacerbaron la espiral descendiente
de la región.
El drástico incremento en las rentas gubernamentales dependía
en buena parte en los impuestos a la economía exportadora de la Costa
y a los indios de la Sierra. El perso impositivo per cápita en la región de
Guayaquil, saltó de 11 reales en 1765 a más de 48 reales para 1780, casi
el doble de lo pagado por los ciudadanos de la nación más próspera de
Europa, Inglaterra. Entre 1765 y 1769, los ingresos por el tributo indígena
en Quito sumaron 209.532 pesos, mientras de 1780 a 1784 llegaban casi
a 530.000 pesos, un ingreso del que casi 30% había sido era colectado en
las oficinas del tesoro. De hecho, esto transfería riqueza de la Costa y de
los grupos indígenas más pobres para pagar los salarios de las elites que
trabajaban en puestos burocráticos no productivos en Quito.43
Los salarios gubernamentales y la transferencia de la riqueza de
Guayaquil y Cuenca a Quito aparentemente permitían a la elite quiteña
vivir por encima de sus recursos, mientras la economía manufacturera
de la Sierra centro-norte continuaba su inexorable declive a fines del pe-
ríodo colonial. De acuerdo con los ingresos por alcabala, la Sierra centro
norte experimentaba un serio desbalance entre importaciones y expor-
taciones. Para finales del siglo XVIII, la región importaba anualmente
entre 200.000 y 400.000 en mercadería europea y colonial, mientras que
sus exportaciones nunca sobrepasaron los 150.000-200.000 pesos. Este
déficit comercial era probablemente compensado por los salarios guber-
namentales y otros pagos misceláneos (particularmente, remesas desde
Cuenca y Guayaquil), que sumaban al menos 150.000 pesos anuales. En
breve, los salarios crecientes en el sector público y los pagos transferidos
por el gobierno proporcionan la explicación más plausible de cómo las
elites podían permitirse tan alto nivel de importaciones europeas. En
efecto, el estado colonial reformado por García Pizarro promovía una
realocución de los recursos de la Costa, la Sierra sur y las comunidades
indígenas para apoyar el consumo de las elites serranas.44
Desde la presidencia de García Pizarro en adelante, el estado
colonial también sacaba estos fondos reales de las colonias. Cada año el

42 Andrien, The Kingdom of Quito, pp. 196-201


43 Ibid, pp. 191-206.
44 Ibid, p. 155.

114
L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

tesoro real de Quito gastaba lo que fuera necesario para solventar los
gastos burocráticos locales, y enviaba el resto a Cartagena, sea para apo-
yar la construcción de las defensas de la ciudad portuaria o para reenvío
a España. Las remesas de Quito a Cartagena se incrementaron de menos
de 110.000 pesos en el período 1700-04 (37% del total de los gastos) a
cerca de 1’100.000 pesos entre 1800 y 1803 (sobre 56 %).45
Dados los éxitos políticos y fiscales del presidente en Quito, no
es de asombrarse que García Pizarro recibiera elogios de Madrid. El pro-
pio Ministro de las Indias, José de Gálvez, escribió felicitando al presi-
dente, y cuando dejó Quito en 1784, García Pizarro recibió su esperada
promoción al Consejo de Indias.46 Incluso el gobierno de Madrid nom-
bró a su yerno y protegido, Juan Josef de Villalengua y Marfil, para su-
cederle como presidente-regente de la Audiencia. Esto en apariencia
aseguraba que la estructura de poder político construida por el presiden
y sus aliados duraría en el tiempo.47

La oposición a García Pizarro


A pesar de los éxitos y de su derroche de patronazgo político
para acallar la oposición local, pocos años después de que García Pizarro
dejó Quito se levantaron quejas sobre su descarado nepotismo, su co-
rrupción y su gobierno tiránico. Se argumentaba que el ex presidente-
regente y su “familia política” habían comprado o intimidado a sus
enemigos en la aristocracia criolla y el establishment gubernamental. Al-
gunos opositores, silenciados mientras el presidente gobernaba en
Quito, incluso declararon que el clan de García Pizarro había extorsio-
nado y extraído sobornos para enriquecerse, había cobrado coimas de
la venta ilegal de los cargos públicos y había usado a la milicia local para
reforzar sus inescrupulosos planes.48
Aunque García Pizarro siguió siendo un influyente miembro
del Consejo de Indias, la muerte de José de Gálvez en 1787 probable-
mente dejó al ex presidente más vulnerable a las acusaciones de sus opo-
sitores en Quito. El 9 de octubre de 1788, la corona ordenó una
45 Cuentas de la Caja de Quito, 1700-04, Archivo Nacional de Historia, Quito (en adelante, ANH-
Q), Real hacienda 10, Cuentas de la Caja de Quito, 1800-05, AGI, Quito 427-9.
46 Todos los regentes enviados por Gálvez fueron elevados al Consejo de Indias: ver Mark A.
Burkholder, “The Council of the Indies in the Late Eighteenth Century: A New Perspective”,
Hispanic American Historical Review, vol. 56, N° 3 (1976), p. 417.
47 González Suárez, Historia general del Ecuador, vol. 2, p. 1215.
48 Francisco Gil y Lemos a Fernando Quadrado, Santa Fe, 26 de enero 1789, AGI, Quito 272.

115
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

investigación especial (pesquisa) sobre acusaciones específicas contra


García Pizarrro mientras gobernó el Reino de Quito. Cuando el virrey
de Nueva Granada, Francisco Gil y Lemos, recibió la orden de iniciar la
pesquisa, encargó la tarea a Fernando Quadrado y Valdenebro, un pu-
ritano juez de la Audiencia de Quito renombrado por su integridad per-
sonal y profesional.49 De acuerdo con el Obispo de Quito, Quadrado fue
un “ave muy rara” porque “la integridad con el dinero y la integridad
con las mujeres es milagrosa en estas provincias”.50
Esta pesquisa enfrentó una formidable oposición del Presidente
Villalengua, sucesor y heredero político de García Pizarro, quien no tenía
intención alguna de permitir que se desacreditara las políticas de su
padre político. De hecho, supuestamente Villalengua y sus aliados ha-
bían continuado los amenazadores y despóticos numeritos de García Pi-
zarro. El presidente atacó a Quadrado acusándolo de parcialidad,
alegando que solo había pedido testimonio a los descontentos opuestos
a los líderes políticos. Quadrado respondió a Villalengua y a sus aliados,
acusándoles de que ellos eran “una familia poderosa, no solo por sus ri-
quezas sino por … su autoridad en la corte”.51 Sin embargo, conforme
proseguía la investigación la evidencia contra garcía Pizarro se acumu-
laba. El ex presidente supuestamente había extorsionado más de 230.000
pesos en sobornos, incluso extorsionando 20.000 pesos al obispo de
Quito.52 Además, Quadrado acusó que las reformas fiscales del presi-
dente habían producido muy poco, alegando que gran parte de los fon-
dos de la administración de las antiguas propiedades de los jesuitas
provenían de la venta de las tierras de esa orden, no de un hábil manejo
de aquellos bienes. Quadrado también afirmaba que la corrupción cam-
peaba en varias agencias de la Dirección General de Rentas, para lo que
él recomendaba una investigación especial.53 La noticia de una carga de
bienes de contrabando que se había confiscado en la Guayaquileña, un

49 Ibid.
50 Mark A. Burkholder, “Honest Judges Leave Destitute Heirs: The Price of Integrity in Eigh-
teenth-Century Spain”, in Richard K. Matthews (ed.), Virtue, Corruption, and Self-Interest: Po-
litical Values in the Eighteenth Century (Bethlehem PA, 1994), p. 257.
51 Fernando Quadrado a Francisco Gil y Lemos, Quito 18 de junio 1789, AGI, Quito 267; Fer-
nando Quadrado a Francisco Gil y Lemos, Quito 21 de marzo 1789, carta reservada, AGI,
Quito 267.
52 Resumen de dinero, plata labrada, y alajas de oro, piedras y perlas que resultan del informa-
ción averse regalado a la señora Pizarro, Quito, sin fecha, AGI, Quito, 267.
53 Fernando Quadrado a Francisco Gil y Lemos, Quito 18 de mayo 1789, AGI, Quito 267

116
L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

barco supuestamente operado por Ramón García Pizarro, implicó al her-


mano del ex presidente en extorsión y comercio de contrabando.54
Para 1790 la pesquisa había degenerado en una serie de acusa-
ciones y contraacusaciones, dejando a todo el reino envuelto en faccio-
nes políticas. De hecho, parecía que solo la intervención del gobierno de
Madrid podía resolver el punto muerto al que había llegado la cuestión
política en Quito, y tras una cuidadosa revisión de la evidencia, los
miembros del Consejo de Indias decidieron no imponer castigo alguno.
A cambio, el Consejo transfirió a Juan Josef de Villalengua a Guatemala
como presidente-regente de la Audiencia y envió a Ramón García Piza-
rro a Salta como gobernador. Esto sacó de la escena a las dos figuras con-
troversiales. En cuanto a Fernando Quadrado, el Consejo elogió sus
esfuerzos para descubrir la verdad sobre la corrupción en Quito y Gua-
yaquil, pero también reconoció que se había excedido con mucho de sus
instrucciones. Su comisión había sido solo investigar ciertas acusaciones
de abuso, no explorar cada aspecto de las actividades del clan García
Pizarro en Quito. Al final, el Consejo ordenó al nuevo presidente, Juan
Antonio Mon y Velarde, completar en silencio la investigación y promo-
ver la armonía en el Reino de Quito.55

Opiniones encontradas sobre la reforma imperial


Aunque la mayor parte de la oposición local a las reformas de
García Pizarro giraba en torno a su supuesta deshonestidad, nepotismo
y métodos autoritarios de gobernar, otros importantes funcionarios de
las Indias criticaron su estrategia para reformar el estado colonial. Un
crítico, el virrey Francisco Gil y Lemos, sostenía que García Pizarro había
creado una burocracia muy grande, pesada y difícil de manejar que in-
evitablemente llevaba a problemas de deshonestidad y nepotismo. El
sucesor de Villalengua, Juan Antonio Mon y Velarde, estaba de acuerdo
en la necesidad de poner límites al desperdicio burocrático y a la co-
rrupción en Quito. Al mismo tiempo argumentaba que las políticas de
desarrollo económico debían preceder a los esfuerzos de aumentar los
impuestos: solo una vibrante economía colonial podía ser el camino a
largo plazo para producir rentas constantes para la corona. Sin vitalidad

54 Corona al Virrey de Nueva Granada, Madrid, 29 de enero 1790, AGI, Quito 271; Fernando
Quadrado a la corona, 3 de febrero 1790, AGI, Quito, 267. Informe del fiscal, Madrid, 18 de
octubre 1790; Consulta, Madrid, 18 de octubre 1790, AGI, Quito, 271.
55 Ibid.

117
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

económica, creía Mon y Velarde, las rentas fiscales declinarían u las ga-
nancias serían engullidas por la inflada burocracia que ahora tenía el
reino.
Antes de ser nombrado a Quito, Mon y Velarde había tenido el
cargo de oidor en Nueva Granada y visitador en Antioquia (1785-88),
donde impuso programas para desarrollar una vigorosa economía local.
Construyendo sobre recomendaciones del gobernador de Antioquia,
Francisco Silvestre, el visitador había mejorado la administración local,
promovido el orden público, reclamado la creación de un obispado y,
lo más importante, fomentado la minería, el comercio y la agricultura.56
Esto incluyó escribir un nuevo código de minería, introducir monedas
de plata para reemplazar el polvo de oro en las transacciones comercia-
les, promover la reforma agraria y fundar nuevos pueblos mineros y
asentamientos agrarios para estimular la minería, facilitar el comercio e
incrementar la producción de alimentos. En Quito, Mon y Velarde habría
de recomendar una estrategia similar de “desarrollo”, frente a los pro-
blemas específicos del reino: primero, creando una burocracia más pe-
queña y eficiente y, segundo, trazando programas respaldados por el
estado para promover el crecimiento económico.
Las políticas de Mon y Velarde representaban una clara alterna-
tiva a las reformas fiscales más obviamente explotadoras favorecidas
por García Pizarro y su patrono, José de Gálvez. Esto no era una sor-
presa, dada la actividad desplegada por Mon y Velarde en Antioquia y
la historia de enfrentamientos de su propia familia con Gálvez. Su tío,
Juan Antonio Velarde y Cienfuegos se había opuesto vigorosamente a
las políticas de Gálvez en Nueva España, cuando se desempeñaba como
fiscal de la Audiencia de México. Junto con su principal aliado, Francisco
Xavier de Gamboa, aquel Velarde había promovido reformas económi-
cas y se había opuesto a lo que consideraba políticas fiscales autoritarias
de Gálvez. Esta oposición contribuyó a una “promoción” no deseada
para Velarde y Cienfuegos a la Audiencia de Granada en 1768.57 Sea que
las futuras políticas de Mon y Velarde en Antioquia, y más tarde en
Quito, hayan sido influenciadas por la experiencia de su tío en Nueva
España o no, lo cierto es que claramente representaban una agenda de

56 Twinam, Miners, Merchants, and Farmers in Colonial Colombia, pp. 32-3, 50-60, 124-8, 106-8;
Burkholder y Chandler, Biographical Dictionary of Audiencia Ministers, p. 219; y McFarlane,
Colombia Before Independence, pp. 137-40.
57 Brading, Miners and Merchants, pp. 34-9.

118
L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

reformas imperiales muy distinta.58 También era un programa de refor-


mas más acorde con los deseos de larga data de las elites del Reino de
Quito, que se hallaban para entonces ansiosas de deshacer las autorita-
rias y cada vez más costosas reformas burocráticas y fiscales de García
Pizarro.
Poco después de su llegada a Quito, Mon y Velarde escribió a
Madrid criticando los problemas administrativos de la burocracia fiscal
del reino. Señalaba que las cuentas de prácticamente todas las agencias
se hallaban en mora, lo que hacía imposible testificar sobre su honesti-
dad y eficiencia. Más aún, dos grandes hacendados proveían casi todo
el aguardiente embotellado por el estanco, lo que producía precisamente
la clase de ineficiencia y amiguismo que él consideraba espantosa. Y
hacía notar, exasperado: “Mi silencio aparecería culposo en un asunto
de tal seriedad; mucho más cuando el remedio a estos males es tan di-
fícil”.59 Para enfrentar estos abusos, Mon y Velarde propuso una reorga-
nización completa de la burocracia fiscal, que incluía cortar el
desperdicio, bajar los salarios, eliminar los cargos públicos superfluos
y exigir un más eficiente registro de las cuentas. Como él mismo lo dijo:
“A primera vista uno nota el exceso de empleados en varias oficinas, los
altos salarios de que muchos gozan y la inutilidad de otros; y finalmente
las injustificadas cargas que todo esto impone al tesoro”.60 El presidente
consideraba que sin estas drásticas reformas, esta pesada y alta buro-
cracia arruinaría la economía y la sociedad del Reino de Quito. Como
resultado, proponía recortes anuales del presupuesto de cerca de 36.000
pesos en distintas oficinas de la Dirección General de Rentas.61
Fuera de los cambios administrativos, Mon y Velarde también
proponía un ambicioso programa de desarrollo para el reino para rever-
tir la espantosa crisis, que ya duraba un siglo, de la producción textil
del reino. En su concepto, la provincia de Riobamba, un antiguo centro
de producción textil, estaba sumida en un completo deterioro. La región
había presumido alguna vez de tener 22 obrajes, pero para 1790 el nú-
mero había bajado a solo cinco. La población indígena de la zona no
podía encontrar empleo para pagar su tributo, y huían de sus aldeas en
58 Ibid., p. 70.
59 Juan Antonio Mon y Velarde a Antonio Porlier, Quito, 18 de enero 1791, AGI, Quito, 249.
60 Ibid.
61 El presidente también encontró que el sistema de milicias era igualmente despilfarrador y
requería de recortes drásticos: ver Juan Antonio Mon y Velarde a Pedro de Lerena, Quito, 3
de marzo 1791, AGI, Quito, 249.

119
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

gran número “víctimas de los cobradores de tributos”.62 Incluso trabajar


en las haciendas de los españoles no era una opción, dado que los ha-
cendados locales carecían de efectivo para pagar el tributo de sus traba-
jadores conciertos. Los desastres naturales, como los terremotos perió-
dicos, solo empeoraban la deprimente situación económica. Sin planes
concretos para revivir la economía local, las recaudaciones de impuestos
continuarían decayendo, a pesar de cualquier reforma burocrática.63
El presidente reconocía que la crisis económica regional tenía
su causa en la introducción, desde inicios del siglo XVIII, de los textiles
baratos de Europa. Mientras Mon y Velarde recomendaba a la corona li-
mitar las importaciones a Lima de los paños baratos de segunda, tam-
bién reconocía que esta política no era suficiente para promover la
recuperación económica del reino. A lo largo del tiempo, la llegada de
ropas baratas desde Europa había cambiado el gusto de los consumido-
res. De acuerdo con Mon y Velarde la gente pobre del Perú habría pre-
ferido caminar desnudos que usar los textiles quiteños, cuando las
anteriores generaciones habían tenido en gran estima los paños de los
obrajes del reino. Para mejorar este deprimente estado de cosas, solici-
taba prohibiciones más estrictas de las importaciones de telas europeas
a Sudamérica, la inversión en caminos y otras infraestructuras, el sua-
vizar los controles de los estancos (en especial sobre la producción de
cascarilla), incentivos tributarios para liberar al capital de inversión, y
asistencia técnica para rejuvenecer la moribunda industria minera. Mon
y Velarde predecía que sin esa asistencia estatal, la economía languide-
cería, las recaudaciones de impuestos declinarían (en especial, el tributo
que se exigía a la oprimida población indígena) y el comercio interna-
cional desaparecería lentamente.64
El presidente no tuvo tiempo de vivir en Quito suficiente tiempo
para movilizar apoyo político para llevar adelante estos planes. Después
de menos de un año en el poder fue promovido al Consejo de Indias y
salió del reino para España.65 Murió en ruta a Cádiz, y así no tuvo si-
quiera la oportunidad de argumentar a favor de sus puntos de vista
sobre la reforma como miembro del Consejo.
Después de que Mon y Velarde dejara Quito, varios de sus su-

62 Juan Antonio Mon y Velarde a Antonio Valdés, Quito, 18 de junio 1790, AGI, Quito, 248.
63 Ibid.
64 Ibid. Esos planes están también resumidos en Washburn “The Bourbon Reforms”, pp. 157-9.
65 Burkholder y Chandler, Biographical Dictionary of Audiencia Ministers, p. 219.

120
L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

cesores se hicieron eco de su análisis de los males económicos del reino


y propusieron similares remedios. El presidente Luis Guzmán y Muñoz
(1791-7) buscó formas de fomentar la minería, aumentar la producción
textil, promover el comercio, particularmente de la cascarilla, y aliviar
la escasez de circulante. La corona solo respondió al último punto, su-
giriendo la introducción de monedas de cobre, un paliativo acertada-
mente resistido por Guzmán. Sin embargo, un terrible terremoto que
asoló mucho del centro y norte de la Sierra en 1797, solo aumentó los
males económicos del reino y sofocó cualquier acción estatal para pro-
mover el desarrollo mientras Guzmán fue presidente.66
Con la quiebra del poder del clan García Pizarro, las elites qui-
teñas también cabildearon abiertamente para que se implementaran re-
formas que ayudaran a la deprimida economía de la Sierra centro-norte.
En un inicio, la transferencia de los pagos tributarios de las comunida-
des indígenas, la Costa y la Sierra sur habían beneficiado a los consu-
midores de la elite de Quito, pero para los 1790 los crecidos impuestos,
las cada vez menores ganancias de los obrajes textiles y los altos costos
de transporte, que impedían la venta de los productos agrícolas y pas-
toriles a los pueblos mineros de la Nueva Granada, habían erosionado
los beneficios de la reforma. Incluso lo que parecían buenas oportuni-
dades económicas desembocaron en desilusiones a largo plazo. Por
ejemplo, después de la expulsión de los jesuitas en 1767, muchos quite-
ños compraron afanosamente las tierras de la orden, por lo general a
precio de remate, para hacerse de nuevos activos lucrativos, pero muy
pocos fueron capaces de duplicar el éxito económico de la Compañía.
Al contrario, incluso miembros de la aristocracia local cayeron en ma-
yores deudas. Por ejemplo, Juan Pío Montúfar y Larrea, el segundo Mar-
qués de Selva Alegre, era hijo de un antiguo presidente de la Audiencia
pero cuando heredó su título Montúfar tuvo que esforzarse para pagar
a la corona más de 16.700 pesos en impuestos a fin de poder asumir su
título de nobleza.67 En 1786 el virrey retuvo el reconocimiento de su tí-
tulo hasta que Montúfar vendió algunas propiedades para pagar su
deuda.68 Muchos otros miembros de la nobleza titulada sufrieron de pa-
recidos apuros por sus deudas y también de las cargas y censos sobre

66 Washburn, “The Bourbon Reforms”, pp. 158-60.


67 Michael T. Hamerly, “Selva Alegre, President of the Quiteña Junta of 1809: Traitor or Patriot?”,
Hispanic American Historical Review, vol 48, N° 4 (1968), p. 643.
68 Demetrio Ramos Pérez, Entre el Plata y Bogotá: cuatro claves de la emancipación ecuatoriana (Ma-
drid, 1978), p.141.

121
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

sus propiedades rurales. El salario que se ganaba como funcionario pú-


blico proporcionaban para muchos miembros de las elites uno de los
pocos medios seguros para tener acceso al capital, pero con demasiada
frecuencia los puestos más lucrativos y poderosos seguían destinados a
los extranjeros, en especial a los peninsulares.
La crisis económica y el aumento de las cargas impositivas tam-
bién tuvieron nefastas consecuencias para las clases medias y populares
urbanas de Quito. De acuerdo con Cyntia Milton, el número de ciuda-
danos que solicitaban ayuda estatal para aliviar su pobreza subió dra-
máticamente a partir de la década de 1780. Por ejemplo, de 1770 a 1779,
solo 53 quiteños presentaron declaraciones de pobreza, mientras que en
los 1780 ese número subió a 234 y en la siguiente década 238 ciudadanos
lo hicieron.69 Los altos impuestos y las menores oportunidades econó-
micas no solo afectaron a los más pobres, sino que con el tiempo los pe-
queños tenderos, los trabajadores textiles, los sirvientes, los vendedores
ambulantes y los jornaleros empezaron a sufrir. Más aún, la agudización
de la crisis económica erosionó las fronteras sociales, de manera que los
criollos que caían en la pobreza se hacían difíciles de distinguir de las
castas, sectores urbanos de orígenes raciales mezclados. A su vez, los
que provenían de las castas aprovecharon el descenso de tantos criollos
para reclamar la condición de blancos en los censos oficiales del go-
bierno.70
La elite de la Sierra centro-norte encontró un aliado favorable en
el sucesor de Guzmán como presidente, Francisco Luis Héctor, Barón de
Carondelet. Tras tomar posesión en 1779, Carondelet rápidamente cul-
tivó estrechos lazos con los aristócratas criollos de Quito, especialmente
con el Marqués de Selva Alegre, quien se convirtió en su mejor amigo en
la ciudad. Los miembros del círculo íntimo del presidente eran la mayo-
ría de la aristocracia quiteña: el Marqués de Solanda, el Marqués de Villa
Orellana, el Conde de Casa Guerrero, el Marqués de Miraflores y el
Conde de Puñonrostro, cuyo hijo se casó con una hija de Carondelet.
El plan de reformas presentado por Carondelet al gobierno de
Madrid reflejaba claramente la influencia de sus amigos y consejeros
criollos. El presidente propuso pagar el situado, o remisión de los tribu-
tos, a Cartagena en bienes locales, no en especie, a fin de aliviar la esca-
sez de moneda local. Carondelet recomendó imponer límites a las
69 Milton, The Many Meanings of Poverty, 218
70 Ibíd., pp. 219-220

122
L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

importaciones de textiles europeos al Perú, a fin de incrementar la de-


manda de los textiles de lana producidos por los obrajes de Quito. Tam-
bién era favorable de construir nuevos caminos para rebajar el costo del
transporte de productos agrícolas de las haciendas de Quito hacia los
distritos mineros de Nueva Granada, especialmente el Chocó. Además,
Carondelet sugirió construir una vía desde la Sierra hacia las costas de
Esmeraldas en el Pacífico a fin de promover el comercio con Nueva Gra-
nada y Panamá. Finalmente, recomendaba elevar al Reino de Quito a
Capitanía General, lo que lo independizaría de Bogotá. Si se las toma
juntas, estas reformas habrían unido la Sierra centro norte con Popayán,
el litoral Pacífico de Nueva Granada y Panamá en una zona comercial
integrada. Sin embargo, ninguna de estas sugerencias impresionó a los
funcionarios en Bogotá o Madrid y fueron sumariamente rechazadas.71
Los esfuerzos para revivir la economía de un centro textil colonial sim-
plemente no tenían oídos en los funcionarios de la metrópolis, quienes
querían que los textiles y otros bienes manufacturados que se vendieran
en las Indias fueran suplidos por las empresas españolas, no por las co-
loniales.

Conclusión
Las reformas borbónicas evolucionaron en conflictivas y a veces
impredecibles arenas políticas tanto en España como las Indias durante
el reino de Carlos III. Los ministros del rey mezclaron ideas de la Ilus-
tración de Europa con una diversidad de discursos reformistas prove-
nientes de las Indias para dar forma a una serie de políticas pragmáticas
imperiales diseñadas para renovar el imperio atlántico español. En un
reciente estudio sobre las bases intelectuales de las reformas carolinas,
Gabriel Paquette ha argumentado convincentemente que la “idonsicrá-
tica y desigual naturaleza de la política provino no de la escasez sino de
la diversidad de ideas contrarias que la corona buscó instrumentar, a
veces simultáneamente en las distintas colonias”.72 Esta circunstancia

71 Ramos Pérez, Entre el Plata y Bogotá, p. 141; Thomas Marc Feihrer, “The Baron de Carondelet
as Agent of the Bourbon Reforms: A Study of Spanish Colonial Administration in the Years
of the French Revolution” (2 vols., tesis de PHD, Tulane University, 1977), vol. 2, p. 756; Car-
los Landázuri Camacho, “Las primeraas juntas quiteñass”, en Organización de Estados Ibe-
roamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, La Independencia en los países andinos:
nuevas perspectivas (Memorias del Primer Módulo Itinerante de la Cátedra de Historia de
Iberoamérica, Quito, Diciembre 9 al 12 de 2003), p. 98.

123
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

dio como resultado lo que Paquette ha llamado la las políticas reformis-


tas “intelectualmente híbridas” de la corona.73 Los hacedores de política
en Madrid diferían de los de las Indias, con diferencias a menudo muy
profundas, sobre la dirección que debía tomar la reforma y la necesidad
de adaptar las políticas de la corona para enfrentar las exigencias locales.
El proceso de reforma no fue solamente un esfuerzo para “apuntalar el
edificio gótico” (como lo sostienen Stein y Stein): fue un esfuerzo prag-
mático de modelar unas reformas usando las ideas más actualizadas
disponibles y de implementar estas políticas en la parte atlántica de un
imperio muy diverso.74 Como consecuencia, las reformas borbónicas
evolucionaron en medio de un proceso político, que nunca estuvo mol-
deado por una visión ideológica consiste y coherente.
Tales conflictos políticos también influyeron en la dirección y
resultados de la reforma en el Quito del período tardío borbónico. Las
políticas fiscales de José García de León y Pizarro representaron una vi-
sión dominante de la reforma colonial, particularmente cuando el po-
deroso José de Gálvez se desempeñó como Ministro de las Indias.
Después de un breve flirteo con la promoción de reformas que impul-
saran el desarrollo económico en el Reino de Quito, García Pizarro puso
énfasis en un conjunto de políticas completamente diferentes, para lo
que expandió la burocracia, que llenó de sus aliados políticos, y usó este
nuevo aparato administrativo para recaudar impuestos. Estas políticas
resultaron tener enorme éxito en el corto plazo para extraer dinero de
las economías locales, pero a un alto costo económico para el reino y su
población. En Quito no produjeron un “absolutismo negociado” y un
aparato estatal débil, sino uno que pudo imponer una serie de impues-
tos regresivos, que drenaron recursos de las economías regionales, in-
hibieron la expansión del mercado y exacerbaron las tradicionales
barreras geográficas a la comunicación. Por efecto de ello, luego de que
García Pizarro salió de Quito para España, se levantó una fuerte oposi-
ción local a estas reformas impuestas con mano autoritaria. Cuando la
corona autorizó una investigación conducida por Fernando Quadrado

72 Paquette, Enlightenment, Governance, and Reform, p. 153.


73 Ibid., p. 152.
74 Ibid., p. 153; Stein y Stein, The Colonial Heritage of Latin America, p. 104. Una revisión de las
luchas políticas acerca del fin del monopolio comercial del consulado de Cádiz se encuentra
en Allan J. Kuenthe, “El fin del monopolio: los Borbones y el consulado andaluz”, en Enri-
queta Vila Villar y Allan J. Kuenthe (eds.), Relaciones de poder y comercio colonial (Sevilla, 1999)
pp. 35-66.

124
L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

en 1788, los opositores en Quito se unieron para denunciar a García Pi-


zarro y a sus aliados por su nepotismo, corrupción, intimidación e in-
tentos de monopolizar sectores económicos clave, particularmente la
producción y venta de cacao. Aunque la corona impuso solo sanciones
muy pequeñas al ex presidente y sus compinches, sí se logró quebrar su
poder en el Reino de Quito.
Juan Antonio Mon y Velarde llegó a Quito en 1790 con un plan
de reforma distinto, que enfatizaba la promoción del desarrollo econó-
mico regional. Mon y Velarde también solicitó un desmantelamiento
parcial del grande y cada vez más costoso aparato administrativo esta-
blecido por García Pizarro. Sin embargo, el corto período administrativo
de este presidente en Quito, el inicio de la guerra contra Inglaterra en
1796 y el gigantesco terremoto de 1797 se unieron para impedir los es-
fuerzos de emprender cualquier programa serio de desarrollo econó-
mico promovido por Mon y Velarde y sus sucesores.
Los distintos climas políticos en España pudieron acomodar
tanto las reformas fiscales impuestas por García Pizarro y la suerte de
programas de desarrollo económico respaldados por el estado condu-
cidos por Mon y Velarde en una zona minera como Antioquia. Al mismo
tiempo, no hubo entusiasmo alguno en Madrid por resucitar las manu-
facturas coloniales de lana de Quito. Los planes de Mon y Velarde y sus
sucesores iban en contra de los esfuerzos del gobierno de Madrid de
desalentar las industrias coloniales y promover las manufacturas penin-
sulares para estimular el comercio trasatlántico entre España y las In-
dias. De hecho las diferentes ordenanzas aduaneras del comercio libre
(enérgicamente apoyadas por José de Gálvez como Ministro de las In-
dias) intentaban proteger a los bienes manufacturados en España de la
competencia extranjera con miras a volver a tener el control sobre el co-
mercio transoceánico con las Indias. Sin embargo, el nacionalismo eco-
nómico representado en estas políticas aduaneras del comercio libre, no
se extendían a proteger los centros manufactureros de las colonias.75
Como observó el arzobispo Antonio Caballero y Góngora, virrey de
Nueva Granada (1782-9), la crisis de los obrajes de Quito era adecuada
y justa porque la “función apropiada de las colonias” era la agricultura
y la minería, mientras que los bienes manufacturados, tales como los
textiles “deben ser importados de España”.76 No es entonces sorpren-

75 Stein y Stein, Apogee of Empire, pp. 162-85.

125
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

dente que cuando posteriores presidentes del reino, particularmente el


Barón de Carondelet, y miembros de la aristocracia de Quito, recomen-
daron políticas conducentes a revitalizar las economías manufactureras
y agro-pastoriles en la Sierra centro norte, la corona categóricamente las
rechazara.
La formulación e implementación de las políticas de reformas
de los Borbones en Quito, como puede verse, difirieron ampliamente de
las que se llevaron adelante en otras provincias de las Indias. Tras acallar
la Revuelta de los Comuneros en Nueva Granada, las políticas econó-
micas de los Borbones, ha dicho Anthony McFarlane, tuvieron muy
poco impacto en promover el crecimiento basado en las exportaciones
al tiempo que las políticas fiscales de la corona no hicieron mayor daño
a las economías locales.77 En Chile, Jacques Barbier encontró que las re-
formas de Álvarez de Acevedo llegaron a subsumirse en las políticas lo-
cales y produjeron pocos cambios de sustancia en el desarrollo político
y económico de la provincia.78 De hecho, según Gabriel Paquette, en al-
gunas provincias periféricas del imperio, las elites locales adoptaron las
sociedades económicas y las reformas mercantiles, lo que promovió un
gran nivel de cooperación entre el estado y la sociedad civil.79 Las amar-
gas controversias y el negativo impacto socio-económico de las reformas
en Quito se asemejan más a la situación en el Virreinato del Perú. Aquí
la corona separó del virreinato las ricas zonas mineras del Alto Perú
(anexándolas después de 1776 en el Virreinato del Río de la Plata), re-
cabó impuestos más altos y reforzó los controles administrativos al im-
poner el sistema de intendencias. De acuerdo con Patricia Marks, las
innovaciones comerciales de los Borbones restringieron la capacidad de
los comerciantes limeños de competir en el comercio del Pacífico, de las
rutas comerciales terrestres y en el comercio trasatlántico. Como efecto
de esto, dice Marks, el resentimiento por las reformas ocasionó encona-
das disputas políticas que duraron hasta la época de la independencia.80
Como lo indican las luchas políticas a fines del siglo XVIII en

76 Citado por John Lynch, “The Origins of Latin American Independence”, en Leslie Bethell
(ed.), The Independence of Latin America (Cambridge, 1987), p. 16.
77 Anthony McFarlane resume estos argumentos en “The State and the Economy in Late Colo-
nial and Early Republican Colombia”, Ibero-Amerikanisches Archiv, vol. 23, N° 1-2 (1997), pp.
61-70.
78 Barbier, Reform and Politics in Bourbon Chile, pp. 113-34.
79 Paquette, “State-Civil Society Cooperation and Conflict”, pp. 296-8.
80 Marks, Deconstructing Legitimacy, pp. 55-106.

126
L A V I S I TA D E J O S É G A R C Í A D E L E Ó N Y P I Z A R R O A Q U I TO

Quito y otras partes, las reformas borbónicas salieron de un largo y com-


plicado proceso político en el cual luchaban por el poder grupos de in-
terés con muy distintas visiones sobre el futuro del imperio y con
agendas políticas bien dispares. La Ilustración española representó una
fusión de ideas de Europa junto con una variedad de corrientes políticas
de las Indias, las que con frecuencia enfatizaban los males políticos, so-
ciales y económicos del orden colonial. En el debate público sobre la re-
forma y renovación del imperio participaron todos: tratados sobre la
reforma escritos por intelectuales peninsulares (tales como los proyec-
tistas), junto con las opiniones de los miembros del clero colonial, los lí-
deres étnicos indígenas, los miembros de las elites criollas y los
burócratas coloniales.81 Los hacedores de política en Madrid se basaban
en toda esta información para modelar las reformas imperiales, pero el
proceso siempre involucró una gran dosis de toma y daca. Aunque José
de Gálvez dominó este proceso político en los 1780 y formuló una ide-
ología gobernante para el imperio casi “hegemónica”, sus políticas siem-
pre tuvieron poderosos oponentes en España y las Indias.82
Como lo demuestra el caso del Quito tardo-borbónico, la re-
forma en las Indias también emergió de unos escenarios políticos alta-
mente conflictivos que proporcionaron el marco para los cambios
políticos, sociales, económicos y culturales. No es sorprendente, enton-
ces, que las reformas borbónicas aparezcan como una colcha de retazos
distintos y hasta contradictorios de políticas que a veces se diferenciaron
profundamente entre las distintas regiones de las Indias. Las reformas
surgieron de un proceso intensamente político, que representó ideas y
agendas políticas diferentes en las distintas áreas del complejo y variado
imperio atlántico español.

81 Ver Kenneth J. Andrien, “The Noticias secretas de América and the Construction of a Governing
Ideology for the Spanish American Empire”, Colonial Latin America Review, vol 7, n° 2 (1998),
pp. 175-92.
82 Para un resumen de las primeras ideas políticas sobre la reformas del imperio por José de
Gálvez ver Luis Navarro García, La política americana de José de Gálvez (Málaga 1998).

127
JOSé MARÍA LANDA Y RAMÍREz,
UN ARGENTINO EN CUENCA EN LA PRIMERA
MITAD DEL SIGLO XIX.

Juan Cordero Íñiguez,

PRESENTACION DEL PERSONAJE. Sí, un personaje en la histo-


ria de Cuenca, cuya biografía nos permite conocer a uno de tantos rea-
listas, que opuestos radicalmente al movimiento libertario de América,
ocurrido entre 1809 y 1824, supo adaptarse a las nuevas circunstancias
políticas y en suma, colaborar con el desarrollo de los pueblos que ini-
ciaban sus primeros pasos dentro de un régimen republicano, que de-
jaba atrás trescientos años de monarquía, con notables dubitaciones,
entre las que estuvieron las relaciones de la Iglesia y del Estado, unidas
antes por el Patronato Regio y ahora en un proceso de separación, previa
una confrontación de sus representantes.
José María Landa y Ramírez nació en Buenos Aires en 1768. In-
gresó a la orden de los Agustinos, estudió Derecho en Chile y allí se
graduó de abogado. En Santiago conoció a Andrés Quintián Ponte y An-
drade, un sacerdote español con quien hizo amistad, convirtiéndose
luego en su secretario y con él vino a Cuenca, cuando fue nombrado
obispo de esta diócesis por el papa Pío VII y ratificado por el rey Carlos
IV el 2 de febrero de 1807. También se unió a la comitiva, el abogado
chileno José María Vázquez de Noboa, quien posteriormente tuvo un
papel relevante en el proceso independentista de Cuenca.
Fue consagrado en su calidad de obispo en Lima y pasó a Cuenca,
donde inició sus labores desde el 7 de noviembre de 1807. Landa y Ra-
mírez continuó colaborando con el obispo hasta el año de su muerte
ocurrida en 1813, y después como deán, cargo que lo mantuvo a lo largo
de su vida, se encargó del obispado, hasta que llegue el sucesor de
Quintián Ponte.

Ponencia para el XII Congreso Extraordinario de Academias de la Historia de Iberoamérica.


Buenos Aires. 02-07 de agosto de 2010.

129
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

QUIÉN FUE EL OBISPO PONTE Y ANDRADE. Este obispo es-


pañol tenía una mentalidad tradicionalista, que compartía con su secre-
tario Landa y Ramírez. Fue extremadamente realista y se manifestó
siempre opuesto a las ideas libertarias que ya se expresaron claramente
en Quito el 10 de agosto de 1809.
Consideraba al rey como una autoridad de derecho divino y exi-
gía la fidelidad por medio de reiterados juramentos públicos. Rechazó
el nombramiento de miembro de la Junta Suprema y apoyó a Aymerich
hasta con sus dineros y con fondos de la Iglesia, de la catedral, del futuro
seminario y otros, inclusive exonerando pagos, con la condición de lu-
char contra los rebeldes quiteños y quienes los apoyasen.
El 24 de agosto de 1809 huyó de Cuenca cuando circuló la noticia
de una posible toma de la ciudad por las tropas quiteñas e igualmente
huyó cuando creyó que llegaría a Cuenca Carlos Montúfar, tomando la
vía de Naranjal hacia Guayaquil donde murió el 24 de junio de 1813. El
rey por su lealtad le concedió las insignias de la Gran Cruz.
En una carta escrita el 29 de septiembre de 1810 a Miguel Pey, vi-
cepresidente de la Junta de Santa Fe, comentó claramente que los movi-
mientos que se registraron hasta entonces siempre serán insurrecciones
con “un manifiesto deseo por la independencia”. Y añadió: “si fuera
capaz de aconsejar a los que concibo caminan tan errados, o ellos admi-
tieran mis consejos, les dijeras y aún les rogara por las amorosas entra-
ñas de Jesucristo, que inmediatamente entren en razón, que deshicieran
su Junta escandalosa; que restablezcan el legítimo gobierno y que pidie-
ran un indulto general al Supremo Consejo de Regencia a imitación de
Caracas.” En una respuesta larga dice, Miguel Pey: “Los americanos,
señor obispo de Cuenca, son unos hombres tan libres, como los españo-
les europeos y pueden y deben establecer un gobierno, siempre que así
lo pidan las necesidades, como ya lo han exigido imperiosamente en la
desgraciada situación en que se halla la Península.”1

CUENCA Y EL DIEz DE AGOSTO DE 1809


Cuenca recibió oficialmente la notificación del establecimiento de
la Junta Suprema de Gobierno, presidida por Juan Pío Montufar, el 16
de agosto de 1809, es decir, seis días después de la deposición del conde
Ruiz de Castilla, presidente de la Real Audiencia de Quito. En seguida,
1 Incluido en Cordero Iñiguez, Juan, Cuenca y el Diez de Agosto, Universidad Alfredo Pérez
Guerrero, Quito, 2009.

130
J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

el gobernador Melchor Aymerich convocó al Cabildo civil para tomar


una decisión, que no fue otra que la de proclamar una total oposición a
ese movimiento, debiendo, por lo tanto, iniciar una serie de acciones,
para sofocarlo.
A la reunión asistieron Melchor Aymerich, Fernando de Salazar
y Piedra, José María Vázquez de Noboa y Joaquín Salazar. Al no contar
con una concurrencia plena porque algunos regidores estaban en sus
haciendas (En Cuenca agosto ha sido siempre un mes de cosechas),
todos resolvieron invitar para que se incorporen a las sesiones a los su-
jetos más experimentados de la ciudad: Tomás Borrero, José María Landa
y Ramírez, Antonio Soler, Antonio García Trelles, Juan Rivera, José Herze
y Nicolás Mosquera, a quienes se les tomó el juramento de rigor, antes
de proceder a abrir el oficio.
La mayoría de los asistentes resolvió rechazar el contenido del
documento y acordó lo siguiente:

1°. Que el gobernador autorice en Junta de real hacienda la ex-


tracción del dinero necesario para pagar a cien hombres que
armados defiendan los derechos del Rey;
2°. Que vayan dos comisionados a Guayaquil y a Loja con la carta
del marqués de Selva Alegre, con los criterios de Cuenca y con
la petición de auxilios. El destinado a Guayaquil recibiría 300
pesos y el que iría a Loja 100, tomados de los fondos de pro-
pios;
3°. Que se mande un despacho al virrey de Lima para que auxilie
con 200 hombres de tropa;
4°. Que se informe a la Junta Suprema Central que gobierna en
España;
5°. Que se informe al virrey de Santa Fe;
6°. Que el gobernador tome todas las medidas que creyere con-
venientes para impedir el avance de la revolución quiteña;
7°. Que se les obligue a todos los regidores que asistan a las se-
siones, so pena de una multa de 50 pesos2;
8°. Que habrá sesiones continuas para seguir resolviendo lo más
conveniente en estas críticas situaciones.

2 Era costumbre reiterada la inasistencia de los regidores a las sesiones, pues sólo lo hacían oca-
sionalmente o cuando se trataba de temas de su interés personal. En el siglo XVIII hubo nu-
merosas amonestaciones y amenaza de multas.

131
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Hubo de inmediato otra sesión el 18 de agosto. José María Landa


y Ramírez, secretario del obispo, estuvo de acuerdo con todo. Él fue ele-
gido para partir hacia el sur en comisión especial para comprometer el
apoyo de Loja y de las autoridades virreinales de Lima. Igual cosa ocu-
rrió con Diego Fernández de Córdova, que se dirigió a Guayaquil con
el fin de comprometer a su gobernador. 3

INFORMES DEL DELEGADO JOSÉ MARÍA LANDA Y RAMÍREZ


El 21 de agosto José María Landa, que salió de Cuenca el 18, in-
formó sobre sus gestiones positivas en Loja y comunicó que ese mismo
día partía para Piura. El 28 ya estuvo en esta ciudad peruana de donde
informó al Cabildo de sus gestiones. Dijo que había enviado información
precisa al virrey del Perú y solicitudes de auxilio de numerosas armas
y gente y, sobre todo, que ponga a Cuenca bajo su protección. Quizá,
por la experiencia de haber vivido en esta ciudad por tres años dijo tex-
tualmente en una misiva: “Cuenca hasta aquí no solamente ha sido de-
pendiente, sino también quasi esclava de Quito…”.4 En esa ciudad se
mantuvo por lo menos hasta el 31 de agosto de 1809, pues con esta fecha
mandó otro informe al Cabildo de Cuenca.
El 9 de septiembre el virrey de Lima José Abascal envió un oficio
informando que ha dado a Guayaquil instrucciones sobre la defensa de
esa ciudad y de la de Cuenca, felicitando al mismo tiempo, por la lealtad
de unos y otros. Comentó sobre el conocimiento de lo ocurrido por un
informe del comisionado José María Landa y Ramírez y dio razones
para considerar que la Junta de Quito había actuado erróneamente y
con ánimo revolucionario. El cabildo de Cuenca aprovechó la recepción
de esta comunicación para insistir en el envío de armas y de soldados.
Ver anexo Nº 1
El 26 de septiembre el Cabildo recibió una comunicación del vi-
rrey del Perú, con un expreso agradecimiento por su actuación y con la
oferta de informar a las autoridades de la Península sobre la lealtad de
Cuenca. Informaba también de las disposiciones dadas al gobernador
de Guayaquil para auxiliar a Cuenca, en todo lo que se le pida y, además
anunciaba el envío de 500 fusiles y más armas y la indicación de que se
ataque antes que entren las aguas del invierno y se sigan difundiendo

3 Ver en el anexo el acta completa de la sesión del Cabildo.


4 Colección de documentos transcritos para la obra Cuenca y el Diez de Agosto, del autor de
este artículo.

132
J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

las noticias que pueden contagiar a otras regiones. También le expresaba


a Aymerich que debía someterse a las resoluciones del gobernador de
Guayaquil, pues así lo había querido el conde Ruiz de Castilla y le pidió
que no haya rivalidades entre los dos.
El 8 de octubre de 1809 José María Landa informó al Cabildo
desde Lima, sobre sus gestiones de apoyo y lo hizo por medio de varios
oficios. El 23 de octubre el virrey de Lima José Abascal contestó un oficio
del Ayuntamiento de Cuenca y se ratificó en elevar al Rey un informe
sobre los méritos de la ciudad en la defensa de los intereses reales, agra-
deciendo nuevamente por los servicios prestados.
En fin, el 5 de enero de 1810 José María Landa y Ramírez informó
al Cabildo de Cuenca sobre el envío desde Lima de documentos a la Co-
rona, dando a conocer la lealtad de la ciudad. Así terminó su gestión, ha-
biendo empleado un poco más de cuatro meses en ir y venir, siendo
felicitado por el Cabildo, pues se había cumplido el objetivo propuesto.
De todos sus cuantiosos gastos sólo recibió 1.000 pesos de devolución, re-
nunciando gustoso a la diferencia. Con fondos propios compró fluido va-
cuno y entregó a los médicos cuencanos con instrucciones sobre su uso.
Para su retorno a Cuenca el proceso revolucionario había fraca-
sado. Nuevamente estaba en la presidencia de Quito el conde Ruiz de
Castilla, quien había dispuesto, contrariando su palabra empeñada, el
apresamiento de los líderes y de todos los simpatizantes de las ideas li-
bertarias y muchos estaban ya en las cárceles. Aymerich, que avanzó con
tropas desde Cuenca hasta cerca de Quito, tuvo que retornar a su go-
bernación y licenciar a los soldados. Transcurridos unos meses, el 2 de
agosto de 1810, los líderes de este movimiento fueron brutalmente ase-
sinados en las cárceles de Quito, ciudad que por su amor a la libertad
recibió del prócer chileno Camilo Henríquez, el nombre alterno de “Luz
de América”.
Con la documentación de los méritos de Cuenca, evocando anti-
guos aportes para la defensa de Guayaquil, en una serie de quince pie-
zas, catorce de las cuales corresponden a lo actuado desde el 16 de
agosto de 1809, al fin, la ciudad terminó por recibir una alta distinción,
que se unió a las otorgadas anteriormente para encabezar por un breve
lapso las actas capitulares con la expresión “En la muy noble, muy leal
y fidelísima ciudad de Cuenca del Perú”. 5 En diez años cambió la posi-
5 Toda la documentación relacionada con el tema fue estudiada por el autor de este artículo,
pues en un gran expediente fue localizado en el Archivo General de Indias, en la sección Au-

133
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

ción de nuestra ciudad, al entregar grandes contribuciones económicas


y humanas para la liberación de nuestro país y del Perú, siendo sus ma-
yores representantes Abdón Calderón, el Héroe Niño que luchó en la
batalla del Pichincha y José Domingo La Mar, que se destacó en la batalla
de Ayacucho, ascendiendo al grado de Mariscal y llegando a dirigir los
destinos del Perú en calidad de presidente de la República. Ver anexo
Nº 2.

JOSé MARÍA LANDA Y RAMÍREz


AL SERVICIO DE LA IGLESIA DE CUENCA
Al establecerse el obispado, se creó también el cabildo eclesiástico,
cuyas dignidades se las debía proveer paulatinamente, según mejoren
los ingresos. La máxima autoridad, después del obispo, estuvo casi siem-
pre en la persona de Landa y Ramírez, pero también ocupó otros cargos,
dentro de la siguiente lista de dignidades: un deanato, como segunda
autoridad, con 2.000 pesos de renta anual (en este cargo se mantuvo
Landa y Ramírez por mucho tiempo); un arcedianato, con la obligación
de examinar a los clérigos que han de ser ordenados, debiendo su titular
ser bachiller en derecho canónico o en teología; una chantría, con cono-
cimientos de canto; una maestrescolía, para cuyo desempeño se requería
ser graduado en uno de los derechos o en artes; un tesorero, encargado
de cuidar los bienes de uso en las ceremonias religiosas. Cada una de
estas autoridades ganarían 1.600 pesos anuales; diez canonjías con 1.200
pesos anuales cada una; seis raciones enteras (con 750 pesos) y seis me-
dias raciones (con 400 pesos). También se debía proveer dos curas recto-
res, una sacristanía, seis capellanías, un mayordomo, encargado de la
fábrica de la catedral, varios maestro capillas, una cancillería o notaría,
un pertiguero (que iría delante del obispo, despejando las calles y cami-
nos) y un perrero (que arroje los perros y limpie la iglesia) y otras digni-
dades más. El patronato, con el derecho de escoger los candidatos para
el obispado quedó reservado para los reyes y sus sucesores.
Para las elecciones tendrían voz y voto todas las dignidades y los
canónigos y en los demás asuntos espirituales y temporales se disponía
la participación de los racioneros. El cabildo eclesiástico debía sesionar
dos veces por semana y quienes no asistan o no cumplan con sus obli-
gaciones no tendrán derecho a las correspondientes remuneraciones.
diencia de Lima, Legajo 806. Producto de este trabajo fue la obra Cuenca y el Diez de Agosto
de 1809, publicada en el 2009, con los auspicios de la Universidad Alfredo Pérez Guerrero.

134
J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

Los ingresos para cubrir estos gastos, más los de las construccio-
nes de iglesias y de atención en hospitales, provenían del cobro de los
diezmos, que se dividían en varias partes, de manera bastante compleja,
pero que dejaba para el Rey una suma que se enviaba como situado a
Quito “en reconocimiento de superioridad y del derecho de patronato.”
El primer gobernador de Cuenca Antonio Vallejo, en la sesión del
cabildo civil de 1 de febrero de 1780, solicitó que el patronato de la nueva
iglesia catedral y obispado correspondiese al gobernador y no al presi-
dente de la Audiencia. Este tema, fue objeto de una larga polémica entre
las autoridades civil y eclesiástica, primero cuando se estaba bajo el ré-
gimen del patronato regio y después cuando los nuevos estados quisie-
ron heredar ese derecho. Tanto en la una época como en la otra Landa y
Ramírez participó en las discusiones.
Después del fallecimiento del obispo Andrés Quintián Ponte y
Andrade en 1813, Landa como segunda autoridad, se encargó del obis-
pado y se mantuvo en el cargo como vicario capitular o general y como
obispo desde la fecha mencionada hasta que llegó el titular, oriundo de
Guayaquil, Ignacio Cortázar Lavayen, el 15 de marzo de 1815. Landa en
este lapso y después, con gran interés, impulsó el establecimiento defi-
nitivo del Seminario Conciliar, del que llegó a ser su rector.
También se abrió en Cuenca un colegio femenino en un oratorio
construido con fondos particulares y con el apoyo de José María Landa
y Ramírez y, años más tarde por García Moreno. Dijo Benigno Malo
“Este establecimiento va a transformar a la generación presente del bello
sexo colocándola en un pie de completa civilización europea.”
En 1814 el Cabildo civil hizo algunas preguntas al Cabildo ecle-
siástico sobre la educación de los jóvenes, sugiriendo la enseñanza de
literatura y normas sobre comportamiento y educación. La contestación
se remitió a otra, dada a Toribio Montes y que tenía relación tanto con
el financiamiento del Seminario como con las cátedras que debían man-
tenerse desde su erección. Anexo Nº 3.
Podemos sacar una primera conclusión, por los datos que posee-
mos que Landa y Ramírez puso mucho empeño en que funcionara efec-
tivamente el Seminario desde el año de su fundación, ejerciendo su
rectorado por varios períodos. Con su probada generosidad, ayudó a
muchos jóvenes para que pudieran ingresar a estudiar, como en el caso
de Mariano Cueva Vallejo, quien al quedar huérfano, recibió el apoyo
moral y económico del Rector.6
6 Mariano Cueva Vallejo (05/08/1810-18/03/1882) llegó a ser uno de los políticos e intelectuales

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Fueron profesores de este Seminario los doctores José Mejía, un


sacerdote peruano, doctor en ciencias teológicas, virtuosos, casi janse-
nista –dice Julio Tobar Donoso– También lo fueron Miguel Custodio Vin-
timilla, José Antonio Arévalo, Miguel Rodríguez, fray Tomás Lozada.
Ver anexo Nº 4
En 1815 se recibió la cédula real de nombramiento del obispo ti-
tular y Landa en su calidad de canónigo penitenciario y de obispo en-
cargado, mandó que se conozca en toda la provincia la elección de José
Ignacio Cortázar y Labayen, para que se la acate plenamente. En este
mismo año ascendió a la maestrecolía, dejando vacante la canonjía pe-
nitenciaria de la iglesia catedral, cargo que solo se lo llenó en 1819, pre-
vio un concurso. Ver anexo Nº 5.
Se puede observar que a lo largo de su dilatada vida, por sus mé-
ritos, Landa fue ocupando diversas responsabilidades dentro de la Igle-
sia. En muchos casos, hay que decirlo, era elegido en su ausencia, por
cuanto viajaba mucho, sobre todo a Guayaquil y Quito, en cumpli-
miento de alguna otra responsabilidad. En 1818 recibió el nombramiento
de juez hacedor de diezmos, en reemplazo del canónigo Fausto Sodupe.
También desempeñó el cargo de maestrescuela de la catedral.
Landa, con Pablo Ochoa, oídor de la Audiencia de Santa Fe, ha-
bían sacado el pontifical7 y traladado a Guayaquil. Por resolución del
Cabildo se le obligó a que sea devuelto a la ciudad. Ver anexo Nº 6.
En 1819 se autorizó la convocatoria para llenar la vacante de la
canonjía penitenciaria que antes estuvo ocupada por Landa y Ramírez.
Ver anexo Nº 7.
A Landa no lo hallamos en el proceso libertario de Cuenca, que
comenzó el 3 de noviembre de 1820, que tuvo un revés el 20 de diciem-
bre del mismo año y que reconquistó definitivamente su libertad a partir
del 15 de febrero de 1822, con la intervención de Antonio José de Sucre.
Landa y Ramírez seguía en sus actividades sacerdotales, ya den-
tro del nuevo orden jurídico y en febrero de 1822 se le encuentra infor-
mando sobre la volutad testamentaria del finado Manuel Vintimilla,
quien dejaba una buena parte de sus bienes para obras pías. En septiem-

más valiosos de Cuenca. Fue vicepresidente de la República, presidente de la Corte Superior


de Justicia, rector de la Universidad de Cuenca, copartícipe en la redacción del Código Penal
y notable escritor que publicó sus artículos en El Cuencano, La Atalaya y La República.
7 Se llamaba pontifical a todos los ornamentos que utilizaba un obispo en las ceremonias reli-
giosas.

136
J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

bre de este mismo año le vemos presidiendo una visita oficial de los
miembros de la Iglesia a Simón Bolívar, quien se hallaba en Cuenca des-
cansando y meditando sobre cómo llevar el proceso independista al
Perú. El Libertador, en un diálogo cordial le recordó a Landa que los ar-
gentinos son muy orgullosos. Unos pocos días después, cuando la co-
mitiva de Bolívar partía para Loja, como un acto de cortesía, varios
sacerdotes les acompañaron por un trecho y al despedirse preguntó
Landa si algo necesitaban para su largo viaje y Bolívar, que se había afi-
cionado de las cabalgaduras de los clérigos contestó que sí, y les pidió
que las cambiaran, por lo que tuvieron que desmontar y entregarlas, con
una pesadumbre no oculta de él y sus compañeros.
La permanencia de Bolívar en Cuenca fue fructífera, especial-
mente por las decisiones que tomó en torno a la educación, confiando
en que las cumpla su gobernador Tomás de Heres, con la ayuda del más
ilustre de los clérigos visibles en ese momento, José María Landa y Ra-
mírez, quien fue nombrado Director de Escuelas de primeras letras.
Lo más probable es que, siguiendo los lineamientos de la educa-
ción de aquellos tiempos, Landa haya preparado el horario y las asig-
naturas, comenzando por la asistencia a las seis de la mañana para ir a
misa, y siguiendo con la enseñanza de asignaturas de ocho a once de la
mañana y de tarde de dos a cinco, de lunes a sábado, con división de
los niños entre los que sabían leer y los que no, atendidos por “contra-
maestres”. Un solo maestro enseñaba catecismo, lectura, escritura, arit-
mética, geografía, urbanidad y pequeñas nociones de contabilidad. Se
inculcaban sentimientos religiosos, de unión y de fraternidad. Se les
daba a conocer también algunos artículos de la Constitución Política. Se
incluía la norma de que los castigos debían ser proporcionales a la edad
de los niños. Se determinaron hasta los textos que debían leer y estudiar,
además los días de descanso: domingos, días de preceptos, semana
santa, tres días de Pascua y el mes de agosto8.
Fueron cuatro las escuelas creadas en Cuenca por él para niños y
consiguió que los monasterios de religiosas lo hicieran para niñas. Con
las abiertas en otros lugares se llegó, para aquella época, al alto número
de treinta y seis.
En el mes de octubre de 1822 cumplió con una disposición general
emitida para toda la República de Colombia, de hacer que los funcio-

8Revista Tres de Noviembre, Ns. 46/47, Cuenca, 1939.

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narios que estaban bajo su dependencia juren cumplir y hacer cumplir


la Constitución de Cúcuta. Ver anexo Nº 8.
En 1823 presidió una asamblea electoral e informó al gobernador
de Cuenca que había obtenido la mayoría de votos el señor Ignacio Val-
divieso y Rada. Igualmente le dio a conocer la convocatoria para la la
elección de electores por haberse producido la renuncia a la Asamblea
por parte de Ignacio Cárdenas. Del proceso y los resultados también in-
formó de inmediato. Anexo Nº 9.
En la tradición cuencana se cuenta la anécdota de que en 1824 la
señora Melchora Gómez Coello, departiendo con José María Landa le
dijo: hoy han peleado en el Perú los españoles con los insurgentes y ha
triunfado la patria. Pasados unos días se supo del triunfo en Ayacucho
y hubo muchos comentarios por la clarividencia de la devota dama.
El 8 de enero de 1825 el Cabildo eclesiástico nombró como dipu-
tado al presidente del coro de canónigos, José María Landa para ir a fe-
licitar a Simón Bolívar por su éxito en el Perú. Ver anexo Nº 10.
Sus buenas relaciones con el gobernador lo llevaban a responder
oportunamente sus oficios, comprometiéndose a cumplir con lo dis-
puesto. Así lo hizo cuando se disponía que se dicten los cursos de filo-
sofía en lengua castellana, o la enseñanza de las leyes citando solo el
año de la emisión, o convocado oportunamente al tribunal que debía
juzgar a los participantes u opositores para llenar vacantes en el Semi-
nario o en el cabildo eclesiástico. Anexos Nº 11.
En 1827 fue designado el nuevo obispo de la diócesis Félix Calixto
Miranda y Suárez. Se conoció de su nombramiento el 29 de julio de 1828.
Landa y Ramírez fue delegado del obispo para administrar la diócesis,
y prestó el correspondiente juramento previas las debidas autorizacio-
nes. El obispo titular permaneció en Quito e Ibarra hasta el año de su
muerte, en 1829. Desde entonces quedó vacante la sede episcopal y
quien actuaba, como la máxima autoridad de la diócesis fue Landa y
Ramírez, pues solo se proveyó de un nuevo obispo en 1848, primero en
la persona de Pedro Antonio Torres, quien no llegó a posesionarse y en
seguida en la de José Manuel Plaza, que gobernó hasta 1853, con la co-
laboración de fray Vicente Solano. En el año de su nombramiento ya
había fallecido Landa y Ramírez. Ver anexo Nº 12.
Se había asignado una hacienda que fuera de los padres jesuitas
en Sulupali, al sur de la ciudad, a beneficio del Seminario, cuyo recto-
rado estaba en manos de José María Landa y Ramírez, pero hubo difi-

138
J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

cultades en recibirlo y hasta el año de 1829 no se efectivizaba tal recep-


ción. Ver anexo Nº 13.
José María Landa y Ramírez era ya, desde la independencia con-
solidada el 24 de mayo de 1822 un distinguido ciudadano republicano,
por ello se le nombró como uno de los delegados del Azuay para inte-
grar en 1830 la Asamblea Constituyente de Riobamba, que se reunió
para aprobar la primera Constitución del Estado del Ecuador. Asistió
con las debidas autorizaciones, quedando en su reemplazo al frente de
la diócesis de Cuenca el vicario capitular doctor José María Riofrío. Ver
anexo Nº 14.
Desde este mismo año se inició una dura polémica entre Landa y
Francisco Eugenio Tamariz, un español que pasó a ser republicano como
él y que cumplió un papel relevante en los primeros años de vida inde-
pendiente en nuestra ciudad. El punto de partida tuvo que ver con ju-
risdicciones de los poderes civil y eclesiástico. Anexo Nº 15.
Se recibió una comunicación en el siguiente sentido: “declarando
sin efecto el nombramiento de Juez Hacedor de parte de la Mitra que
recayó en el Señor Dean Doctor Josef Maria de Landa, y ordenando que
el Venerable Cavildo subrogue dicho nombramiento en la persona que
hubiere reunido Votos, ó proceda en su defecto a nueva eleccion.
Quando esta Corporacion recivió el indicado oficio fixó su attencion en
las observaciones en que el Señor Prefecto funda su resolucion, y ha-
llando que todas estriban en el enemistad que el Señor Coronel Tesorero
Francisco Eugenio Tamariz abriga contra el enunciado Señor Dean…”9
Los miembros del Cabildo eclesiástico juzgaron que los razona-
mientos de Tamariz solo se basaban en resentimientos y por ello resol-
vieron nombrar a unos delegados para que procuraran que terminen
esos problemas entre las dos autoridades.
En 1831 fue elegido clavero junto con el canónigo Pedro Ochoa.
En las elecciones de enero de 1832, a pesar de su ausencia, fue elegido
como procurador del Cabildo. Anexos Nº 16.
En 1833 el deán Landa y Ramírez no asistió por un largo tiempo
a las sesiones del Cabildo eclesiástico por una notoria enfermedad. En
1835 seguía de juez hacedor de diezmos. En este mismo año fue elegido
para asistir al Congreso nacional como senador y es así mismo el año

9 Libro de Actas del Cabildo Eclesiástico. Libro Segundo. Archivo Histórico de la Curia Arqui-
diocesana de Cuenca.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

de la iniciación de una polémica con fray Vicente Solano. El motivo fue


un escrito de Landa sobre los impedimentos matrimoniales.
Fray Vicente Solano, era para entonces uno de los más influyentes
intelectuales de la ciudad, caracterizado, desde que en 1828 dirigió el
primer periódico cuencano “El Eco del Asuay”, como un polemista con-
tumaz. En una carta comentó: “habrá oído que el doctor Landa quería
dominar Cuenca. En todo se metía: elecciones de diputados, de alcaldes,
de concejales municipales, de abadesas, de prioras; en fin cuanto grande
o pequeño se hacía en Cuenca debía llevar el exequátur del Sr. Landa.
¿Y cómo se metía en todo? Del modo más bajo: adulando siempre a los
prefectos, a los gobernadores, a cuántos tenían influjo. Hacía, pues, el
pobre clérigo un papel bien triste y secundario en la carrera de la ambi-
ción. Y no crea Ud. que esto le sucedía a Landa porque obraba en un te-
atro pequeño. Fije la vista en Talleyrand, hombre de grandes talentos
políticos, pero ni con ellos pudo jamás dominar ninguna asamblea fran-
cesa, durante la revolución, como Mirabeau o siquiera como Robespie-
rre…Un sacerdote es célebre, es ilustre, es grande, cuando maneja la
política según el Evangelio: es decir, predicando la paz a los pueblos,
procurando extinguir los odios, enseñando la santa doctrina, escri-
biendo la verdad…; de otra suerte es un ridículo…”10
En 1835, como deán cumplió con la orden de que sus subalternos
juraran la Constitución aprobada por la Asamblea de Ambato. En ese
año fue nombrado juez hacedor de diezmos, igual en el siguiente año.
Anexos Nº 17.
El Dr. Mariano Vintimilla, vicario capitular de la catedral fue des-
terrado por intervenir en asuntos políticos en contra del presidente Vi-
cente Rocaduerte, lo que prohibía el concordato, habiendo quedado la
vacante correspondiente que fue cubierta por el doctor Miguel Pío Ar-
teaga. Por este motivo hubo una larga correspondencia entre Landa y
el Ejecutivo.11 Anexo Nº 18.
10 Carta dirigida a su amigo y pariente Antonio Aguilar desde la hacienda Papaya, en la provin-
cia de Loja el 26 de agosto de 1850. Publicada en La Unión Literaria, Segunda serie N° 2,
Cuenca, julio de 1902, p. 79)
11 Mariano Vintimilla Domínguez, nacido en 1779, estidió Derecho y después ingresó al sacer-
docio. Fue legislador y político, seguidor de Juan José Flores y opositor de Vicente Rocafuerte,
especialmente cuando éste se expresó en contra de la participación de los eclesiásticos con
jurisdicción en elecciones y representaciones. El presidente lo destituyó, le impuso una multa
y lo desterró conjuntamente con Vicente Solano, Andrés Villaquirán y otros azuayos.
En la diócesis de Cuenca, llegó a ser vicario eclesiástico y protonotario. Intervino en polémicas
políticas y religiosas. Cuando se aprobó la Constitución de l843, llamada Carta de la Esclavi-

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J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

En 1836 fue reelecto como juez hacedor de diezmos. En 1843 tuvo


el nombramiento de clavero. En 1844 recibió la desegnación de juez ad-
junto. En 1845 pasó a ser procurador. En este mismo año participó ac-
tivamente en una discusión sobre el nombramiento de vicario capitular,
exhibiendo una gran erudición en el campo del derecho canónico. En
1847 volvió a ser juez hacedor de diezmos.Anexo Nº 19.
En sus últimos años de vida siguió con poder y prestigio, pues
siempre fue elegido como representante de la Iglesia de Cuenca y de su
cabildo eclesiástico para exponer ante el poder ejecutivo los puntos de
vista eclesiásticos frente al gobierno nacional. También hizo gala de su
erudición en el análisis de la jerarqúia de las jurisdcciones dentro de la
misma Iglesia católica. Anexo Nº 20.
Ya para 1848 encontramos a otra persona en el deanato de la ciu-
dad, pues ya no participó Landa en la reunión del primero de enero,
para designar autoridades dentro del cabildo eclesiástico, por lo que cre-
eemos que murió a fines de 1847 o a principios de 1848.

CONCLUSIÓN
La figura de José María Landa y Ramírez, aunque controvertida
por varias de sus actuaciones, es muy importante para la historia cultu-
ral de Cuenca, pues su papel en el campo de la educación masculina y
femenina fue trascendental y ejemplar, incluso por su proverbial gene-
rosidad, expresada en varios actos de su vida, ya que fueron varios los
casos en los que puso de su peculio el dinero para pagar a profesores o
becar a estudiantes. Sus enfrentamientos con los más altos personajes
de la época engrandecen su figura, pues muy pocos podían contender
con un Tamariz o un Solano.
Landa y Ramírez, el apasionado realista, después del proceso de

tud, obligó a los sacerdotes y a los fieles a jurar obediencia, a pesar de que hubo críticas en el
sentido de que se toleraba otros cultos privados, a más del católico, a lo que se opuso fray Vi-
cente Solano, quien entró en una dura polémica con Vintimilla. Después emitió otro conde-
nando a la excomunión a todos los que apoyaran de una u otra manera la revolución
antifloreana, pues era un movimiento que luchaba contra una autoridad legítima elegida por
voluntad divina.
En 1845, con la derrota del presidente venezolano salió del país para regresar a ejercer nueva-
mente un gran influjo en el gobierno de Diego Noboa, a quien apoyó y quien le dio el rectorado
del Seminario y el cargo perdido de provisor.
Quizá porque hizo alguna obra en beneficio de la educación la Municipalidad ha designado
con su nombre a una de las calles de la ciudad. Hay una escuela que también lo recuerda.
XVIII - XIX

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la independencia política, sirvió con sus conocimientos en los momentos


trascendentales de los inicios de la vida republicana y en los casos críti-
cos de desajustes en las relaciones de la Iglesia con el Estado; sin em-
bargo su nombre brillará por ser el primer rector de un Seminario
Conciliar donde se formaron los mejores talentos de la ciudad y por
haber tenido la virtud de la generosidad. Costeó de su caudal la dota-
ción de vacunas, la provisión de maestros, maestras y de material di-
dáctico.

ANEXOS
DOCUMENTOS EN LOS QUE TUVO PARTICIPACIÓN
JOSÉ MARIA LANDA Y RAMPIREZ

Como respaldo del texto que hemos escrito sobre este personaje
Argentino que influyó mucho en la historia de la independencia y de
los primeros años de vida republicana en la ciudad de Cuenca, seleccio-
namos algunos documentos que los incluimos como anexos.
Están tomados del libro que escribiéramos para dar a conocer el
papel cumplido por las autoridades de la ciudad en el arranque del pro-
ceso independentista, así como de los libros de actas del cabildo ecle-
siástico que reposan en los archivos de la Curia Arquidiocesana y del
Cabildo Eclasiástico de Cuenca. También provienen unos pocos docu-
mentos del Archivo Histórico Nacional, Sección del Azuay, que funciona
bajo la dirección de la Casa de la Cultura. Destacamos con cursiva el
nombre de José María Landa y Ramírez.
Han localizado estos datos los investigadores que han trabajado
como asistentes del autor: Carmen Malo Ponce y Julio Delgado Ayora,
a quienes les expreso mi agradecimiento.

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ANEXO N 1

Corresponde a la nota N. 3
Acta del Cabildo de Cuenca del 16 de agosto de 1809.

/P. 125/ En la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santa Ana de Cuenca a los diez y
seis de agosto de mil ochocientos y nueve. Los Señores Coronel de los Reales ejércitos,
Don Melchor de Aymerich, Gobernador Político y Militar de esta ciudad; Don Fernando
Guerrero y Salazar, Alcalde Ordinario de primer Voto; Don José María Noboa, Alcalde
Ordinario de Segundo Voto; y, Doctor Don Joaquín Salazar, Abogado de la Real Audiencia
y otros, de este Muy Ilustre Cabildo, sin asistencia de los demás Señores por ausencia
según la razón dada por el Escribano de este dicho Cabildo expresando, que aunque Don
Ignacio Dávila Regidor Decano estaba en esta Ciudad y casa de su morada se había reti-
rado a la Quinta de su propiedad distante de ella, etc. Hallándose juntos y congregados
en esta Sala a las doce horas de su día a efecto de abrir un Pliego que acaba de llegar con
nema para este Muy Ilustre Cabildo, franqueado con Sello de la Administración de Co-
rreos de Quito al parecer, y despachado, según un rótulo que se halla en el mismo nema,
por el Presidente de la Suprema Junta; acordaron los Señores /126/ que por la total falta
de los Señores Regidores ausentes en el campo se convocase para efecto de abrir dicho
Pliego a los Sujetos más expertos de esta Ciudad, como son: el Prebendado Doctor Don
Tomás Borrero, Doctor José María de Landa, Secretario del Ilustrísimo Señor Obispo, Don
Antonio Soler, Tesorero Oficial Real, Don Antonio García y Trilles, Administrador de Co-
rreos, Don Juan Rivera, Contador del Real Ramo de Alcabalas, Don José Herze, y el Doctor
Don Nicolás Mosquera, y que los relacionados ratifiquen antes de todo el Juramento de-
bido de fidelidad al Soberano, Don Fernando Séptimo y en su Real nombre a la Suprema
y Real Junta Central que gobierna el Reino, de amor a la Patria, y de guardar secreto en
todo lo que se tratare y acordare, con lo cual se concluyó este acuerdo, y lo firmaron los
Señores por ante mí de que doy fe.
Melchor Aymerich. – Fernando de Salazar y Piedra. – Lcdo. José María Vásquez de
Noboa.– Dr. Joaquín de Salazar.– Antonio José Villavicencio y Andrade, Escribano Público
de Cabildo y Real Hacienda; inmediatamente comparecieron los Señores electos y previa
licencia del Ilustrísimo Señor Obispo Diocesano por lo que hace a los Doctores Don Tomás
Borrero, y Doctor Don José María Landa y Ramírez, inteligenciados del acuerdo que an-
tecede rectificaron el juramento en /127/ toda forma de Derecho a presencia de los Señores
Gobernador, y Alcaldes Ordinarios con arreglo a los particulares contenidos en dicho
acuerdo expresando que así lo juraban: en su consecuencia, se abrió el referido Pliego que
visto se encontró que contenía un oficio dirigido de dicha Ciudad de Quito a los diez de
Agosto presente, firmado al parecer por el Señor Marqués de Selva Alegre, comunicando
que el Pueblo de dicha ciudad temeroso de ser entregado a la Dominación Francesa se ha
congregado, y declarado haber cesado legítimamente los Magistrados en las funciones
que tenía la Junta Central, y que en su consecuencia había creado otra igual Suprema Junta
interina con el tratamiento de Majestad para que gobierne en nombre del señor Don Fer-
nando Séptimo (que Dios guarde) mientras su Majestad recupera la península o viene a
imperar en América, eligiendo de Presidente de ella, a el referido señor Marqués de Selva
Alegre, con tratamiento de Alteza Serenísima: y que lo participaba a este dicho Muy Ilustre
Cabildo para su inteligencia y a fin de que elija y nombre representante de este cuerpo
con el Sueldo de dos mil pesos anuales, según la disposición Soberana del Pueblo: en este
estado se hizo presente /128/ y concurrió el Señor Regidor Decano Don Ignacio Dávila y

143
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con su acuerdo dijeron: que por cuanto la materia a que se contrae el citado oficio exige
una madura consideración para resolver lo conveniente sobre ella, acordaron que en pri-
mer lugar se pase oficio a el Señor Gobernador, Subdelegado de esta Ciudad a fin de que
en Junta de Real Hacienda disponga la extracción del Dinero para el Sueldo de cien hom-
bres que el mismo Señor Gobernador deberá poner inmediatamente sobre las Armas para
la defensa en los casos que ocurran en obsequio en los derechos del Nuestro Augusto Mo-
narca el Señor Don Fernando Séptimo, de la Patria, y la Religión por el tiempo que se con-
ceptúe conveniente: en segundo, que pasen dos Comisionados a la ciudades de Guayaquil
y Loja, llevando consigo testimonio del relacionado oficio del Señor Marqués de Selva
Alegre, y un exhorto en forma para que los Jefes y Cabildos de una y otra ciudad se sirvan
remitir a esta en calidad de auxilio cien hombres, y los más que se proporcione con las co-
rrespondientes Armas, mediante a convenir así para el mejor servicio del Rey Nuestro
Señor, de la Patria, y de la Religión: prevenidos los comisionados de reflexionar las cir-
cunstancias /129/ en cada lugar y según ella, entregar los pliegos que conduzcan aten-
diendo siempre el servicio de Nuestro Soberano y de la Patria: que para los gastos
necesarios de conducción de los expresados Comisionados se extraigan trescientos pesos
del caudal de propios, bajo el libramiento, partida y libro respectivo, y se entreguen los
cien pesos al que debe pasar a Loja, y los doscientos al destinado para Guayaquil, con la
calidad de que se les reintegrará del mismo caudal los mayores costos que impendan: que
dichos comisionados lo sean los doctores: Don José María Landa, y don Joaquín de Salazar
y Lozano, el primero para la ciudad de Loja, y el segundo para la de Guayaquil, dándo-
seles por el Gobierno los despachos, y órdenes conducentes para que los Tenientes y Man-
dones de los Pueblos del tránsito auxilien con cuanto convenga a la pronta expedición:
advertidos los citados comisionados de guardar toda reserva acerca de los objetos de sus
destinos hasta el arribo a los expresados lugares, que así mismo se pase otro despacho, y
testimonio del ya referido oficio al Excelentísimo Señor Virrey de Lima, a efecto de que
su Excelencia se sirva auxiliar a esta Provincia en obsequio de los derechos de la Nación,
con doscientos hombres de tropa, junto /130/ con los resguardos y Pertrechos debidos:
que se dé cuenta a la Junta Suprema Central que gobierna en nombre de su Majestad,
nuestro suspirado Señor Don Fernando Séptimo, y al Excelentísimo Señor Virrey de este
Reino para que inteligenciados de lo precedido se sirvan dictar las Providencias conve-
nientes que se dan en el buen servicio del Rey, la Patria y la Religión: reservándose proveer
acerca de lo principal del oficio del memorado Señor Marqués de Selva Alegre para la si-
guiente Junta que deberá celebrarse el día diez y ocho del que rige.
Con lo cual se concluyó esta Acta que las firmaron los Señores que la componen de
que doy fe.
Y de que así mismo acordaron los dichos Señores que su Señoría el Señor Goberna-
dor que preside esta Junta, tome y dicte, todas y cualesquiera providencias que juzgase
ser más conveniente al mejor servicio del Rey y de la Patria, y últimamente que el mismo
Señor Gobernador despache las órdenes necesarias para que todos los Señores Regidores
que se hallan ausentes se dirijan a esta Ciudad, sin excusa ni pretexto alguno, y bajo la
multa de cincuenta pesos aplicados a disposición de esta Junta, en el día que recibieren
dichas órdenes. Melchor Aymerich. – Fernando de Salazar y Piedra. – Licenciado José
María Vásquez /131/ de Novoa. – Ignacio de Dávila y Astudillo. – Antonio Soler. – Tomás
Borrero. – Doctor José María de Landa y Ramírez. – Antonio García. – Doctor Joaquín de
Salazar. – José de Herze.- Juan de Rivera. – Nicolás Mosquera. – Ante mí José Villavicencio
y Andrade Escribano Público de Cabildo y Real Hacienda. 1

144
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ANEXO Nº 2

Dentro del expediente presentado por Cuenca a Su Majestad, demostrando su leal-


tad, con quince grupos de documentos consta con el N. 10 los siguientes:

Pieza N° 10. El Comisionado del Ilustre Cabildo Doctor Don José María Landa, que
arribó a la capital de Lima acredita los efectos de su Comisión en solicitud de auxilios, y
coligación para la defensa de los Soberanos derechos, en todo el continente del Perú, y la
Cuenta que de pronto dio a Su Majestad desde dicho Lima acerca de la novedad causada
por la ciudad de Quito con la creación de la nueva Junta Suprema de Gobierno. Se publi-
caron íntegramente en la obra ya citada: Cordero Iñiguez, Juan, Cuenca y el Diez de
Agosto de 1809, Universidad Alfedo Pérez Guerrero, 2009.

ANEXO Nº 3

AHCA/C. Cuenca. 1814. L. 1. fol. 3. Cabildos Eclesiásticos. (fol. 3)… Contestación al Ex-
celentísimo Cavildo de esta ciudad sobre la enseñanza de Jovenes.

Excelentísimo Señor.- Enterado del oficio de Vuestra Excelencia en que se sirve so-
licitar de este Venerable Cuerpo los establecimientos de Literatura y educación con que
cuenta para la educación con que cuenta para la Ylustracion de los Jovenes de esta Ciudad
y su provincia, deseando uniformar su contestación con la que sobre la materia se dio al
Excelentísimo Señor Don Toribio Montes dice: que para no multiplicar entidades sin pro-
vecho sobre un mismo objeto puede Vuestra Excelencia referirse a lo que se dixo con fecha
27 de Enero de este año acreditando con Documentos los fondos que devian servir para
el fomento del Seminario, y las Catedras Acordadas en su Ereccion, con las demás que
contiene el oficio de Remicion.
Dios Guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Sala Capitular de Cuenca y Abril
15 de 1814.- Excelentísimo Señor.- Doctor Juan Manuel Diaz de Avecillas – Fausto de So-
dupe – Doctor José Maria de Landa y Ramirez – Josef Mexia – Excelentísimo Cavildo y
Regimiento de esta Ciudad…

ANEXO Nº 4

NOTAS PERSONALES SOBRE EL SEMINARIO. Desde la creación del obispado


hubo interés por el establecimiento de un seminario. Los primeros informes se pideron al
obispo Fita y Carrión, en 1790. Para 1803 ya existía el colegio de San Francisco Javier, del
que se aspiraba a que sea un colegio real, con escudo y blasones. Después pasó a llamarse
colegio de San Andrés. Desde entonces se empezó a reunir dinero proveniente del 3% de
las rentas eclesiásticas y del valor de una canonjía suprimida, que para agosto de 1809 as-
cendía a la suma de cerca de 50.000 pesos, cantidad que fue entregada por el obispo An-
drés Quintián Ponte y Andrade en calidad de préstamo al gobernador Melchor Aymerich,
quien nunca la devolvió, para atender el equipamiento de la tropa que lucharía contra la
revolución del Diez de Agosto.
El mencionado obispo trajo desde Lima a buenos profesores, siendo el más renom-
brado el doctor José Mejía, quien influyó en los cuencanos para que se dedicaran a estudiar
y cultivar las letras. El seminario como tal fue creado por disposición de Fernando VII el

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

6 de septiembre de 1813, con el impulso del encargado del obispado, el argentino José
María Landa y Ramírez y del cuencano Miguel Custodio Vintimilla. En 1816, con el obispo
José Ignacio Cortázar hubo una nueva fundación con el nombre de San Ignacio de Loyola
y consta como rector José María Landa Ramírez. Comenzó a funcionar normalmente desde
1818. Fue también rector Andrés Villamagán, presbítero quiteño y catedrático de moral
fray Vicente Solano.
En la época de Diego Noboa retomó el carácter de seminario pues se había cambiado
por un colegio con el nombre de San Ignacio, ya citado. A partir de 1847 empezó a ser
mixto, es decir, a aceptar laicos que no aspiraban a ser sacerdotes. El seminario fue refor-
mado y elevó su calidad académica cuando fue obispo de la ciudad Remigio Estévez de
Toral. Valiosos profesores como Vicente Cuesta, Rafael Villagómez Borja y Luis Cordero
dieron prestigio al Seminario. Antes había trabajado con provecho Tomás Rendón.

ANEXO Nº 5

AHCA/C. Cuenca. 1815. L. 1. fol. 3. Cabildos Eclesiásticos. // (fol. 3) … Año de 1815.


Al Ylustrisimo Señor Obispo sobre el Recibo de la Cedula del Obispo.

…han sido obedecidas, mandadas guardar, cumplir y executar las Reales Cedulas
de 20 de Noviembre…haviendo dado inmediatamente posecion del Gobierno á nombre
de Vuestra Señoría Ylustrisima, al Señor Canonigo Penitenciario Doctor Don José Maria
Landa y Ramirez, mandó que se circule por las Vicarias de la Diocesis para los efectos que
se expresan. …Cuenca 13 de Julio de 1815. Ylustrisimo Señor - Doctor Juan Manuel Diaz
de Avecillas – Fausto de Sodupe – Doctor José Maria de Landa y Ramirez – Josef Mexia –
Tomas Borrero – Bernardino de Alvear – Ylustrisimo Señor Doctor Don José Ignacio de
Cortazar Dignisimo Obispo Electo de esta Diocesis……

AHCA/C. Cuenca. 1815. L. 1. fol. 3v-4. Cabildos Eclesiásticos. (fol. 3v)…..Al mismo
señor Gobernador que los Curas de la Catedral no deben cobrar derechos por los en-
tierros de los Señores Obispos.

…el Presvitero Don Mariano Ysidro Crespo Cura del Sagrario de esta Santa Yglesia
Catedral…estubo mui distante de arreglarse al Capitulo 38 Libro 2° del Seremonial de
Obispos en la Administracion de Sacramentos, funeral y exsequias del finado Excelenti-
simo e Ylustrisimo Señor antecesor de Vuestra Ylustrisima; cuya gestión arguye la falta
de veneracion con que en ningún caso será capaz de conducirse con su Prelado este Ve-
nerable Cuerpo ál mismo tiempo que se le hace el agravio de suponérsele poco instruido
en sus obligaciones,…y de introducir en esta Diosesis u abuso perjudicial, pues que si el
Cura de la Catedral por la asistencia material a las exequias debe reportar gratificación,
con mucha mas razón los Curas de las cinco leguas que están en gastos y molestias que
no tiene aquel, y en tal caso se haría contra lo dispuesto por el Seremonial que nada les
asigna, …(fol. 4)…lo que parece mas conforme a justicia declarando desde luego por te-
meraria e irracional la pretencion del Cura Crespo…Sala Capitular de Cuenca 10 de Oc-
tubre de 1815 - Ylustrisimo Señor.- Doctor Juan Manuel Diaz de Avecillas y Benites –
Fausto de Sodupe – Doctor José Maria de Landa y Ramirez – Josef Mexia – Tomas Borrero
– Juan Antonio de la Magdalena Xaramillo – Ylustrisimo Señor Doctor Don José Ignacio
de Cortazar Dignisimo Obispo de Cuenca…

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AHCA/C. Cuenca. 1818. L. 1. fol. 17. Cabildos Eclesiásticos. (fol. 17)…A la Real Junta
de Diezmos, partisipandole el nombramiento de Jues Hazedor de Diezmos en el Señor
Landa por ausencia del Señor Sodupe.

Por Acta Nombrada en esta fecha há sido nombrado el Señor Doctor José Maria de
Landa y Ramirez Dignidad Maestrescuela de esta Santa Yglesia Catedral de Juez Hazedor
de Diezmos, durante la Ausencia del Señor Aureliano Don Fausto Sodupe, para que por
falta de este requisito, no padezcan entorpesimientos los asuntos pendientes, como lo há
representado el Señor Doctor Don Juan Aguilar Juez Hazedor por parte de la Mitra. Y
para los efectos combenientes lo comunica á Usias.
Dios Guarde a Vuestros Señores muchos años. Sala Capitular de Cuenca 5 de Mayo
de 1818.- Doctor Juan Manuel Diaz de Avecillas y Benites– Josef Mexia – Juan Antonio de
la Magdalena Xaramillo Tavera – José de Granda - Tomas Borrero – Pedro Ochoa – Señores
de la Real Junta de Diezmos.

AHCA/C. Cuenca. 1818. L. 1. fol. 17v. Cabildos Eclesiásticos. (fol. 17v) Al Ylustrisimo
Señor Obispo sobre el nombramiento de Juez Hazedor de Diezmos conferido al Señor
Landa por ausencia del Señor Sodupe.

Ylustrisimo Señor.- Haviendo hecho presente el Señor Juez Hazedor por parte de
Vuestra Señoría Ylustrisima que para que no padezcan Atraso los negocios relativos a
Diezmos con perjuicio del interés que en su pronto Despacho tienen ambas Magestades
y los partisipes, durante la ausencia del Señor Aureliano Don Fausto Sodupe destinado
por Vuestra Señoría Ylustrisima a la Visita General; y habiendo procedido desde luego á
nombrar quien le sobstituya por parte del Cavildo; ha Salido Electo el Señor Maestrescuela
Doctor Don José Maria de Landa y Ramirez, y lo pone en noticia de Vuestra Señoría Ylus-
trisima.- Dios Guarde a Vuestra Señoría Ylustrisima muchos años. Sala Capitular de
Cuenca 5 de Mayo de 1818.-Ylustrisimo Señor.- Doctor Juan Manuel Diaz de Avecillas y
Benites– Doctor José Mexia – Juan Antonio de la Magdalena Xaramillo Tavera – Josef de
Granda - Tomas Borrero – Pedro Ochoa – Ylustrisimo Señor Doctor Don José Ygnacio de
Cortazar Dignisimo Obispo de esta Diocesis……

ANEXO Nº 6

AHCA/C. Cuenca. 1818. L. 1. fol. 36-36v. Cabildos Eclesiásticos. (fol. 36)…… Al Señor
Teniente Governador Yntendente Sobre la entrega del Pontifical.

Siendo ya muy Urgente la falta del Pontifical que Sacaron los Señores Maestrescuela
Doctor Don José Maria de Landa, y Don Pablo Ochoa Oydor de la Real Audiencia de Santa
Fe sin conocimiento de este Cavildo para remitirlo á Guayaquil, como lo verificaron, el
Ylustrisimo Señor Obispo finado Don José Ygnacio Cortazar, del que quedó por falleci-
miento del Exelentisimo é Ylustrisimo Señor Don Andrés Quintian y Ponte; espera este
Venerable Cuerpo, que sin embargo de lo representado para que se tasen los deterioros
que hubiesen, sin perjuicio de lo que hubiese lugar en Derecho, y con respecto a que en la
Caxa Real podrá maltratarse mas de lo que se (fol. 36v) halla, y aun llegan á inutilizarse,
se sirva Vuestra Señoría disponer que inmediatamente se entregue bajo de Ynbentario, y
Conforme al recibo que otorgaron dichos Señores al Sacristan Mayor de esta Santa Yglecia
de Cuenca 27 de Noviembre de 1818.- Doctor Juan Manuel Diaz de Avecillas y Benites –

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Fausto de Sodupe – Señor Teniente Governador Yntendente Ynterino Lizenciado Don


Juan Lopez Tormaleo…

ANEXO Nº 7

AHCA/C. Cuenca. 1819. L. 1. fol. 37-37v. Cabildos Eclesiásticos. (fol. 37)…Año de 1819.
Al Señor Presidente Sobre la provicion de la Canongia Penitenciaria.

Exelentisimo Señor.- En Acta de esta fecha ha Acordado este Cavildo que respecto á
hallarse Vacante la Canongia Penitenciaria de esta Santa Yglesia Catedral desde el trese
de Agosto de mil ochosientos quinze por asenzo del Señor Doctor Don José Maria Landa
a lá Maestrescolia de esta misma Yglesia, se solicite de Vuestra Excelencia su permiso y
veneplacito para librar el correspondiente Edicto para su provicion; lo que hace presente
á Vuestra Excelencia para que no hallando inconveniente en ello pueda este Venerable
Cuerpo Cedevacante proceder a fixar dicho. Edicto con el termino de los seis meses pre-
venidos por la Ley.- Dios Guarde a Vuestra Exelencia muchos años. Sala Capitular de
Cuenca y Enero 26 de 5 de 1819.- Excelentisimo Señor.- Doctor Juan Manuel Diaz de Ave-
cillas y Benites – Fausto Sodupe.- Doctor Josef Mexia –Excelentisimo Señor Presidente
Vice Patrono Real Don Juan Ramirez......

Archivo Nacional de Historia de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay (ANH/C).


ANH/C. Cuenca. 1822. C.37201. Gobernación Administración.

(fol. 1) //El testimonio adjunto instruira á Vuestra Señoria de lo que conforme a la


ultima voluntad del finado Doctor Manuel Veintimilla obró de Alvacea, cuyos documentos
son los unicos que se encuentran en el Archivo de este Cavildo como no se tenga a la vista
de la causa mortuoria del citado Veintimilla, tampoco puede dar á Vuestra Señoria una
idea caval de los fondos que puedan pertenecerle en la maza que de los dichos bienes
devia resultar para la importancia de obras pias á que fueron destinadas.

Dios Guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Sala Capitular de Cuenca Mayo 2
de 1822
[r] Doctor José Maria de Landa y Ramirez. [r] Doctor Josef Mexia.
[r] Pedro Ochoa . [r] Doctor Andres Villamagan.

ANEXO Nº 8

ANH/C. Cuenca. 1822. C.32336. Gobernación Administración.


(fol. 1) //Cuenca Octubre 17 / 1822.

Al Señor Gobernador de Cuenca.


Luego que se ponga corriente el Seminario de esta Ciudad, cuidare de que las per-
sonas comprehendidas en decreto de 20 de Diziembre de 1821 que Vuestra Señoría se Sirve
dirigirme en testimonio con oficio 16 del corriente, hagan el Juramento que en el se pre-
viene.
Dios Guarde a Vuestra Excelencia muchos años.
[r] Doctor José Maria de Landa y Ramirez.//

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ANEXO Nº 9

Señor Governador y Comandante General de Cuenca.//ANH/C. Cuenca. 1823. C.40236.


Gobernación Administración.
(fol. 1) //Cuenca Noviembre 14 /1823-13°
Al Señor Gobernador de Cuenca.
Reunida la asamblea Electoral para nombrar representante conforme a la Orden de
Poder Egecutora que Vuestra Señoria se sirvio transcrivirme; obtubo la pluralidad absoluta
para este encargo el Señor Ygnacio Valdivieso y Rada.
Lo comunico a Vuestra Señoria para su inteligencia y y en contestacion.
Dios Guarde a Vuestra Señoria.
[r] Doctor José Maria de Landa y Ramirez.//

ANH/C. Cuenca. 1824. C.34483. Gobernación Administración.


(fol. 1) // Cuenca Septiembre 15 de 1824 – 14.
Al Señor Yntendente del Departamento del Asuai.
Ympuesto del oficio que con esta fecha se sirve Vuestra Señoria dirigirme para que
á consequencia de haver admitido la Camara de representantes la renuncia del Señor
Ygnacio Cardenas, en reunion extraordinaria le de Sucesor la Junta Electoral; acabo de
transcrivir a los Señores Juezes Politicos de Canton la disposicion del Poder Egecutivo
que Vuestra Señoria se sirve copiarme; a fin de que reunidos los electores el 27 del corriente
en el lugar acostumbrado tenga su devido cumplimiento y (fol. 2) lo comunico a Vuestra
Señoria para su inteligencia y en contestacion como lo verificare con el resultado de la
elección.
Dios Guarde a Vuestra Señoria.
[r] Doctor José Maria de Landa y Ramirez.//

ANH/C. Cuenca. 1824. C.34523. Gobernación Administración.


(fol. 1) // Cuenca Octubre 6 de 1824 – 14°
Al Señor Yntendente del Departamento del Asuai.
Reunidas mas de las terceras partes de electores para nombrar Representante a la
Junta Electoral por la dimicion del Señor Ygnacio Cardenas; resulto el Señor Presvitero
Andres Beltran con dose votos, y el Ciudadano Manuel Casto Alvear con onze.
Lo comunico a Vuestra Señoria para su inteligencia del Gobierno.
Dios Guarde a Vuestra Señoria.
[r] Doctor José Maria de Landa y Ramirez.//

ANEXO Nº 10

AHCA/C. Cuenca. 1825. L. 1. fol. 55v-56. Cabildos Eclesiásticos. (fol. 55v)…Al Excelen-
tísimo libertador felicitandole el triunfo de las armas en Ayacucho.

Cavildo Ecleciastico.- Sala Capitular de Cuenca 8 de Enero de 1825. Al excelentisimo


Señor Libertador Presidente de Colombia.- En la imposivilidad de trasladarse este Cabildo
Eclesiastico á una inmenza distancia para felicitar á Vuestra Excelencia por los triunfos
de las Armas de Colombia en Ayacucho á tenido á bien Diputar el efecto al Señor Presi-
dente de Coro Doctor José Maria de Landa; satisfecho de que Vuestra Excelencia admitirá

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con plaser la unica demostracion que de algun modo puede llenar los votos del Clero de
Cuenca.- Dios Guarde a Vuestra Exelencia (fol. 56) Excelentisimo Señor.- Doctor Josef
Mexia – Pedro Ochoa – Doctor Andrés Villamagan – Bernardino Alvear…….

ANEXO Nº 11

ANH/C. Cuenca. 1825. C.33127. Gobernación Administración.


(fol. 1) // Cuenca Octubre 6 de 1825 – 14°
Al Señor Yntendente y Comandante General del Departamento del Asuay.
Tendra su devido cumplimiento lo dispuesto por el Supremo Poder ejecutivo en 21
de Abril ultimo sobre que en los Colegios de la Republica se dicten los Cursos de Filosifia
en Castellano como se há verificado en el de esta Capital, a virtud de los reglamentos del
mismo Supremo Gobierno que asi lo tenian prevenido.
Dios Guarde a Vuestra Señoria.
[r] Doctor José Maria de Landa y Ramirez.

(fol. 2) Cuenca Agosto de 1825 – 14°


Al Señor Yntendente y Comandante General del Departamento del Asuay.
En su caso será debidamente cumplido el Decreto del Supremo Gobierno a 21 de
Marzo ultimo relatibo á que en la cita de las Leyes se haga solo mención de la fecha en
que el Poder Ejecutivo lo mandó ejecutar.
Dios Guarde a Vuestra Señoria.
[r] Doctor José Maria de Landa y Ramirez.//

ANH/C. Cuenca. 1826. C.23781. Gobernación Administración.


(fol. 1) // Cuenca Mayo 12 de 1826 – 16°
Al Señor Yntendente y Comandante General del Departamento del Asuay.
En este momento que son las dies y media conduce el Notario del Venerable Dean
y Cavildo al Señor Canonigo Andres Villamagan transcripto el oficio que Vuestra Señoria
se há servido pasarme en esta fecha para que precisamente a entrar mañana todos los Se-
ñeres vocales á la oposicion, y leccion, que habiendo sacado puntos en esta mañana debe
pacientar el Señor Don José Antonio Arevalo como unico opocitor. El Señor Doctor Villa-
magan se ausento por recobrar su salud perdida, como es publico y notorio: se halla en
tal distancia, que puede comodamente regresar para las diez del dia de mañana. Los
demas Señores aun que achacosos, y ocupado alguno de ellos con exercicios publicos, és
de esperar que deje por un corto espacio de tiempo esta ocupación, y se contraiga á la de
su Silla, á cuyo fin he mandado poner en noticia de todos la Nota de Vuestra Señoria á
que contesto.
Dios Guarde a Vuestra Señoria.
[r] Doctor José Maria de Landa y Ramirez.//

ANEXO Nº 12

AHCA/C. Cuenca. 1828. L. 1. fol. 72-72v. Cabildos Eclesiásticos.


(fol. 72)…..Al Ylustrisimo Señor Obispo Sobre su Consagracion.
Sala Capitular de Cuenca Julio 29 de 1828 – 18°.- Al Ylustrisimo Señor Doctor Mi-
randa Dignisimo Obispo de Cuenca – Ylustrisimo Señor.- Reunido el Venerable Dean y

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J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

Cavildo y Cabildo para inponerse de la Comunicación con que Vuestra Señoría Ylustri-
sima se ha servido favoreserle há tenido el Placer de ser informado por la apreciable Nota
de Vuestra Señoría Ylustrisima 22 del presente mes de que la Yglesia de Cuenca há mere-
cido el 13 del mismo haya sido Ungido su legitimo Pastor por el Venemerito Prelado de
la de Popayan. Los Miembros que tienen el honor de Componer este Cuerpo, no hallan
expresiones adequadas para felicitar el rebaño encargado a Vuestra Señoría Ylustrisima
los que se hallan animados todos por la mas pronta posecion de su amable persona; y por
que el cielo prodiga a Vuestra Señoría Ylustrisima gracias que (fol. 72v) haga disfrutar á
cada uno de sus Diocesanos.- A Consequencia del nombramiento que Vuestra Señoría
Ylustrisima se sirvió conferir al Señor Dean de esta Santa Yglesia Catedral Doctor Josef
Maria de Lada y Ramirez, previa la annuencia del Señor Yntendente del Departamento,
prestó el Juramento prevenido por Derecho, y tomó posecion del gobierno de la Diocesis
á nombre de Vuestra Señoría Ylustrisima, haviendo acordado que el Jueves 31 del co-
rriente, se Celebre Misa en accion de Gracias, con asistencia de las Autoridades. Tienen el
honor los que Subscrivén de ofrecer a Vuestra Señoría Ylustrisima la mas alta concidera-
cion, y respeto con que se lisongean ser sus mas obsequiosos Subditos, y Servidores.- Dios
Guarde a Vuestra Señoría Ylustrisima.- Ylustrisimo Señor.- Doctor Josef Maria de Landa
y Ramirez.- Doctor Josef Mexia – Pedro Ochoa – Doctor Miguel Rodriguez – Bernardino
de Alvear – Josef Antonio Marcos...

ANEXO Nº 13

AHCA/C. Cuenca. 1829. L. 1. fol. 75v. Cabildos Eclesiásticos. (fol. 75v) Al Señor Rector
del Colegio Seminario Doctor Josef Maria de Landa para que se haga Cargo de la Ha-
zienda de Sulupali.
Cavildo Ecleciastico.- Sala Capitular de Cuenca Diziembre 18 de 1829-19°.- Al Señor
Dean y Rector del Colegio Seminario de esta Ciudad.- En esta fecha há dado Cuenta el
Doctor Josef Maria Canisares por Nota de 14 del presente del Existo de su Comicion sobre
la entrega que hiso de la Hazienda de Sulupali el Doctor Miguel Ygnacio Valdivieso, y
Notandose en las diligencias practicadas que no hay recibo de ella por parte del Colegio
que en acto continuo devio haverse hecho cargo de la misma por medio de un personero,
con cuyo obgeto se hiso notificar á Vuestra Señoría el Decreto Sobre la resepcion: há tenido
á bien providenciar en esta fecha lo siguiente - Sala Capitular de Cuenca Diziembre 18 de
1829 – 19°.- Recivido en esta fecha con los Documentos que acompaña, inmediatamente
recivirá la Hazienda el Colegio que se hará Cargo de ella, como devio haverse hecho
quando se concluyo la Entrega por parte del Doctor Valdivieso, lo que se entendia basica-
mente en el Decreto de Comicion para la resolucion, proveydo por este Cavildo que nunca
pudo querer hubiese morocidad en este particular. Debuelvase esta Nota con los Docu-
mentos ál Señor Provisor para que se agreguen a los Autos de la materia, y pasese Oficio
con insercion de este Decreto al Señor Rector para su inteligencia – El Arzediano – El Maes-
trescuela – Doctor Villamagan Marcos – Beltran – El Cavildo pues en Cumplimiento de
su dever, y en obsequio del Seminario, desea que en este particular se proceda sin perdida
de momentos, como copera de la exactitud de Vuestra Señoría - Dios Guarde a Vuestra
Señoría.- Mariano Batallas - Bernardino de Alvear – Doctor Andrés Villamagan - Josef An-
tonio Marcos – Andrés Beltran de los Rios.

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ANEXO Nº 14

AHCA/C. Cuenca. 1830. L. 1. fol. 76-76v. Cabildos Eclesiásticos. (fol. 76)……..Lizencia


al Señor Dean Governador para que pueda pasar a Quito.
Sala Capitular de Cuenca Mayo 7 de 1830.- Al Señor Doctor José Maria de Landa y
Ramirez Dean de esta Santa Yglesia Catedral y Governador del obispado: Señor Ynteli-
genciado este Cavildo del orden del Señor General Prefecto General del Sur há comuni-
cado á Vuestra Señoría a fin de que con la mayor brevedad posible se ponga en camino
para la Ciudad de Quito, Há convenido de acuerdo comun conceder á Vuestra Señoría la
licencia necesaria al efecto y como con la partida de Vuestra Señoría (fol. 76v) Resultaria
quedar asefala la Yglesia á Resuelto oficiar ál Señor Doctor José Maria Riofrio Vicario Ca-
pitular para que venga á llenar sus deveres tomando entre tanto este Cavildo las riendas
del Gobierno en fuerza de este caso extraordinario y con arreglo a los Canones.- Dios
Guarde a Vuestra Señoría.- Mariano Batallas - Bernardino Alvear – José Mexia – Pedro
Ochoa - Doctor Andrés Villamagan – Doctor Miguel Rodriguez - Josef Antonio Arevalo -
Josef Antonio Marcos – José Matias Orellana - Andrés Beltran de los Rios ……….

ANEXO Nº 15

AHCA/C. Cuenca. 1830. L. 1. fol. 77. Cabildos Eclesiásticos. (fol. 77)Al Señor General
Prefecto Torres.
Sala Capitular de Cuenca Noviembre 26 de 1830 – 20° -
Al Señor General Prefecto del Departamento Ygnacio Torres – El Señor Tesorero
principal Francisco Eugenio Tamaris se Ha presentado en este Cavildo Solicitando el re-
conosimiento de la letra y firma de un Escrito presentado ante Vuestra Señoría por el Señor
Dean Doctor Josef Maria de Landa, como igualmente testimonio de él Para los efectos in-
dicados es necesario el enunciado Escrito: por lo tanto Suplica á Vuestra Señoría este Ca-
vildo se sirva remitirlo con Cargo de su debolucion luego que se evoque el asunto – .-
Dios Guarde a Vuestra Señoría.- Mariano Batallas - Bernardino Alvear –Andrés Beltran
de los Rios, Secretario …

ANEXO Nº 16

AHCA/C. Cuenca. 1830. L. 1. fol. 77. Cabildos Eclesiásticos. (fol. 77)Al Señor General
Prefecto Torres.
Sala Capitular de Cuenca Noviembre 26 de 1830 – 20° -
Al Señor General Prefecto del Departamento Ygnacio Torres – El Señor Tesorero
principal Francisco Eugenio Tamaris se Ha presentado en este Cavildo Solicitando el re-
conosimiento de la letra y firma de un Escrito presentado ante Vuestra Señoría por el Señor
Dean Doctor Josef Maria de Landa, como igualmente testimonio de él Para los efectos in-
dicados es necesario el enunciado Escrito: por lo tanto Suplica á Vuestra Señoría este Ca-
vildo se sirva remitirlo con Cargo de su debolucion luego que se evoque el asunto – .-
Dios Guarde a Vuestra Señoría.- Mariano Batallas - Bernardino Alvear –Andrés Beltran
de los Rios, Secretario …

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J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

ANEXO Nº 17

AHCA/C. Cuenca. 1831. L. 2. fols. 1-1v. Cabildos Eclesiásticos. // “(fol. 1) Año de 1831.
Acta de Elecciones de año nuebo.
En la Ciudad de Cuenca a primero de Enero de mil ochosientos treinta y uno. Los
señores del Venerable Dean y Cavildo sede vacante de esta Santa Iglecia Cattedral y Go-
vernador del Obispado por ausencia del Señor Dean Doctor Josef de Landa y Ramires que
exercia el Govierno por igual ausencia del Señor Vicario Capitular Doctor Josef Maria Rio-
frio...
... Hallandose juntos, y congregados en esta sala capitular para elegir, y nombrar las
Personas que deven servir los ofcios de la Iglesia en el presente año, procedieron a la vo-
tacion... (fol. 1v) ... Para Claveros, segun la graduacion dispuesta por la cedula del caso,
fueron nommbrados los Señores, Dean Doctor Josef Maria de Landa, y Canonigo Pedro
Ochoa... Con lo qual se concluyó esta Acta, y lo firmaron los Señores que la componen de
que doy feé.-
[r] Mariano Batallas [r] Bernardino de Albear
[r] Pedro Ochoa [r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] Jose Antonio Marcos [r] Andrés Beltran de los Rios
Ante mi
[r] Josef Izquierdo del Prado
Notario de Cabildo...

AHCA/C. Cuenca. 1835. L. 2. fol. 39v. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 39)... Oficio
Sala Capitular de Cuenca y Agosto veintiseis de mil ochocientos treinta y sinco.- Ha-
viendo Jurado el Venerable Dean y Cavildo de esta Santa Iglesia Catedral la Constitucion
de la Republica del Ecuador, en los terminos que previene el Articulo cuarto del decreto
de tres del presente mes espedido por la Convencion Nasional; tengo la honrra deacom-
pañar a Usia la Certificacion que se previene en el articulo septimo del mencionado De-
creto dando contestacion a su apresiable nota de veinticuatro del corriente conque se sirvió
usia dirijirlo.- Dios Guarde a usia.- Doctor José María de Landa.-
Es Copia
[r] Ortega...”

AHCA/C. Cuenca. 1835. L. 2. fol. 39v-40. Cabildos Eclesiásticos.


“(fol. 39v)... Eleccion de Juez Hacedor de Diezmos.
En la Sala Capitular de Cuenca en Veinte y tres de Octubre de mil ochosientos treinta
y cinco. Los Señores del Venerable Dean y Cavildo á saber Doctor Jose Maria de Landa y
Ramirez Dean Bernardino de Alvear Maestrescuela: Doctor Josef Mexia Ca (fol. 40) nonigo
de Merced el Señor Doctor Miguel Rodriguez Canonigo; El Señor Andres Beltran y el
Señor Jose Torres Racioneros; el Señor Doctor José Mariano Plaza, y el Señor Jose Fermin
Villavicencio Medios Racioneros.-
Hallandose juntos y congregados para elegir Juez Hacedor de Diezmos por parte
de la Mitra en virtud de haveresele admitido al Señor Reverendo Andrés Beltran la re-
nuncia de este destino; reunió el Señor Dean Doctor Jose de Landa la pluralidad absoluta
de votos. Con lo que queda concluida la presente acta y la firmaron por ante mi de que
doy feé
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Bernardino de Albear

153
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[r] Doctor Jose Mexia [r] Doctor Miguel Rodriguez


[r] Andres Beltran de los Rios [r] Jose Torres [r] Doctor Jose Maria Plaza
[r] Jose Fermin Villavicencio
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular...”

AHCA/C. Cuenca. 1831. L. 2. fols. 1v-2. Cabildos Eclesiásticos.(fol.1v)…Nonbramiento


de Vicario Capitular y de Monjas en el Señor Prevendado Racionero Andrés Beltran
de los Rios.-
En la Ciudad de Cuenca á quatro de enero de mil ochosientos treinta y uno. Los Se-
ñores del Venerable Dean y Cavildo sede vacante de esta Santa Iglecia Catedral, y Go-
vernador del Obispado por ausencia del Señor Dean Doctor Josef María de Landa y
Ramirez en Guayaquil, quien exercia el Govierno por igual ausencia en Loxa del Señor
Vicario Capitular Doctor Josef Maria Riofrio; ha saver...
... (fol. 2) Hallandose juntos, y en esta Sala Capitular hasiendo Cavildo Ordinario
por ser dia Martes señalado por la ereccion, y a mas de esto por citacion de los Señores
Vocales para proceder a la admision de la renuncia que há hecho el Señor Doctor Josef
Maria Riofrío de la Vicaria Capitular de este Obispado con fecha en Loxa á veinte de Di-
ziembre ultimo... se admitió la renuncia por Decreto de esta fecha y asu consequencia se
mandó que en el mismo día se porceda a la Eleccion... y haviendo hecho el escrutinio de
ellas por el presente Notario reunió todos quatro votos para el Vicario Capitular, y de
Monjas el Señor Prevendado Racionero Andrés Beltran de los Rios...
Con lo que se concluyó esta Acta, y lo firmaron los Señores que la componen de que
doy feé.-
[r] Mariano Batallas [r] Bernardino de Albear
[r] Pedro Ochoa [r] Andrés Villamagan.
Ante mi
[r] Josef Izquierdo del Prado
Notario de Cabildo...

AHCA/C. Cuenca. 1831. L. 2. fols. 12-12v.-13. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 12)... Nom-
bramiento de Vicario Capitular en el Señor Garaycoa.
En la Ciudad de Cuenca á catorse de Diziembre de mil ochosientos treinta y uno.
Los Señores del Venerable Dean y Cavildo sede vacante de esta Santa Iglecia Catedral, Dr
Josef Maria de Landa y Ramírez Dignidad de Dean, Mariano Batallas, Dignidad de Arze-
diano, Bernardino de Alvear, Dignidad de Maestrescuela, Doctor Josef Mexia, Pedro
Ochoa, y Doctor Andres Villamagan Canonigos de Merced, Doctor Miguel Rodriguez (fol.
12v) Canonigo Doctoral; y Doctor Josef Antonio Arevalo Canonigos Penitenciarios.-
Hallandose Juntos y congregados en esta sala capitular haviendo cavildo extraordi-
nario por citacion se tubo a la vista la nota oficial de siete del corriente dirijida á este Vene-
rable Cuerpo por el Ministerio del Interior, de una representacion del Señor Prevendado
Andres Beltran de los Rios renunciando la Vicaria Capitular y de Monjas á cuya solicitud
se ha proveydo el Decreto del tenor siguiente.- Cuenca: Diziembre catorse de mil ochosien-
tos treinta y uno.- Vigesimo Primo.- Por manifestada la carta; admitese la renuncia que del
Provisorato y Vicaria de Monjas de la Diocesis hase el Señor Prevendado Andres Beltran
de los Rios, y procedese acto continuo a la eleccion de Vicario Capitular y de Monjas...

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... de que doy fe quedó de manifiesto, que por unanimidad de Vo (fol. 13) tos fue
electo Vicario Capitular y de Monjas el Señor Doctor Francisco Xavier Garaycoa... acor-
daron igualmente que el Señor Canonigo Penitenciario Doctor Josef Antonio Arevalo sirva
provicionalmente ambos destinos, mientras que el Señor Garycoa los asepte y se haga
cargo del Govierno de esta Diocesis... Con lo qual se concluyó esta Acta y la firmaron los
Señores que la componen de que doy feé.-
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Mariano Batallas
[r] Bernardino de Albear [r] Doctor Jose Mexia
[r] Pedro Ochoa [r] Doctor Andres Villamagan
[r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] Doctor José Antonio Arevalo
Ante mi
[r] Josef Izquierdo del Prado
Notario de Cabildo...”

AHCA/C. Cuenca. 1832. L. 2. fols. 15-15v. Cabildos Eclesiásticos. “ (fol. 15)... Acta de
Elecciones de oficios para el servicio de la Iglecia.
En la ciudad de Cuenca a 1º de Enero de 1832.
Los Señores del Venerable Dean y Cabildo de esta sede vacante de esta Santa Iglecia
Catedral... ... Sin concurso del Señor Dean Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez ni de
los Señores Jose Antonio Marcos y Doctor Jose Maria Riofrío.
Hallandose juntos y congregados en esta sala Capitular para la eleccion y nombra-
miento de las personas que deven servir los oficios de la Iglecia en el presente año, prose-
dieron a la votacion... y en virtud de ella quedó electo el Señor Dean Doctor Jose Maria de
Landa y Ramirez de Procurador de este Benerable Cabildo...
(fol. 15v)... Con lo cual se concluyó esta Acta y la frmaron los dichos Señores pre-
sentes de que doy feé.-
r] Mariano Batallas [r] Bernardino de Albear
[r] Doctor Jose Mexia [r] Pedro Ochoa
[r] Doctor Andres Villamagan [r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] Doctor José Antonio Arevalo [r] Jose Matias Orellana
[r] Andres Beltran de los Rios [r] Doctor Jose Maria Plaza
[r] Jose Fermin Villavisencio
Ante mi
[r] Josef Izquierdo del Prado
Notario de Cavildo...”

AHCA/C. Cuenca. 1832. L. 2. fols. 16v-17. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 16v)... Nombra-
miento de Vicario Capitular al Señor Racionero Doctor Jose Maria Riofrio.
En la ciudad de Cuenca á diez y seis de Enero de mil ochosientos treinta y dos. Los
Señores del Venerable Dean y Cavildo sede vacante de esta Santa Iglecia Catedral, Doctor
Jose Maria de Landa y Ramirez de Dean...
... Hallandose juntos, y congregados en esta sala Capitular a efecto de elegir Vicario
Capitular y de Monjas segun se halla prevenido con fecha de trese del corriente... Pusieron
los expresados sus votos... (fol. 17)... Examinados recayó la eleccion de Vicario en el Señor
Racionero Doctor Josef Maria Riofrio, cuya anuencia se solicitará para ponerlo en posecion
del destino.

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Con lo qual se concluyo esta Acta, y la firmaron los Señores que la componen de
que doy feé.-
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Mariano Batallas
[r] Doctor Jose Mexia [r] Pedro Ochoa
[r] Doctor Miguel Rodriguez [r] Doctor José Antonio Arevalo
Ante mi
[r] Josef Izquierdo
Notario de Cabildo...”

AHCA/C. Cuenca. 1832. L. 2. fols. 17-17v-18. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 17)... No Corre.
En la ciudad de Cuenca a Veinte y quatro de Enero de mil ochosientos treinta y dos.
Los Señores del Venerable Dean y Cavildo, Mariano Batallas Dignidad de Arzediano: Ber-
nardino de Alvear Dignidad de Maestrescuela: Doctor Josef Mexia, y Pedro Ochoa Cano-
nigos de Merced: Josef Matias Orellana, y Doctor Josef Maria Riofrio Racione (fol. 17v)
ros; y Doctor Josef Mariano Plaza medio Racionero, sin concurso de los demas Señores
por no haver asistido.-
Hallandose juntos y congregados los dichos Señores en esta Sala Capitular por ser
Martes señalado en la ereccion, se leyó una Nota del Señor Prefecto del Departamento en
que solicita sea contestada la que dirijió con fecha cinco del prersente relativa a poner en
conosimiento de este Venerable Cuerpo la disposicion guvernativa que sus Señoria se ha
servido dar, declarando sin efecto el nombramiento de Juez Hacedor de parte de la Mitra
que recayó en el Señor Dean Doctor Josef Maria de Landa, y ordenando que el Venerable
Cavildo subrogue dicho nombramiento en la persona que hubiere reunido Votos, ó pro-
ceda en su defecto a nueva eleccion. Quando esta Corporacion recivió el indicado oficio
fixó su attencion en las observaciones en que el Señor Prefecto funda su resolucion, y ha-
llando que todas estriban en el enemistad que el Señor Coronel Tesorero Francisco Eugenio
Tamariz abriga contra el enunciado Señor Dean, acordó que el Señor Provisor Doctor Jose
Maria Riofrio, y el Señor Doctoral Doctor Miguel Rodriguez pasasen personalmente a lo
del Señor Prefecto a fin de que Su Señoria se dignase tomar un interes en consiliar los ani-
mos de los Señores Dean Doctor Jose Maria Landa, y el Tesorero Francisco Eugenio Ta-
mariz para que, terminando las disenciones que en el concepto del Señor Prefecto pueden
ser funestas a los intereses Fiscales, no hubiese inconveniente en que Exersiese el destino
de Juez hacedor de parte de la Mitra la perzona que há meresido la confianza (fol. 18) del
cavildo por cuya razon se omitió contestar la citada Nota. Como esta diligencia no há pro-
dusido el efecto que se deseaba, y el Señor General Prefecto insta por la contestacion men-
cionada; el Venerable Cavildo há tenido que considerar:
Primero. Que el Señor General Prefecto, ni como Jefe del Departamento, ni como
Vice –Patrono ni como Presidente de la Junta de Diezmos puede dejar sin efecto las deli-
veraciones de este Venerable Cuerpo en la presente materia, prinsipalmente quando ellas
van acordes con las disposiciones Canonicales, y las Leyes Civiles.-
Segundo. Que el nombramiento de Juez Hacedor en la persona del Señor Dean, ni
altera la Paz, y tranquilidad publica, ni puede crérse perjudicial a los interese del Fisco,
mucho mas si se considera que la providad, rectitud, y zelo de entre ambos Señores no
dan lugar a presumir sean capases de sacrificar aá enconos personales las rentas de cuya
conservacion y cuydado estan encargados.-
Tersero. Que la medida que há adoptado el Señor Prefecto lejos de consiliar la paz,
autorisa la enemistad del Señor Tamaris, pues que la califica como obice, que respecto de

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J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

los destinos en que tiene intervencion el tesorero priva a los que no sean adictos á este del
derecho que el Articulo onze de la constitucion del Estado concede a los Equatorianos.
Quarto. Que este Venerable Cuerpo infringiria el Articulo cinquenta, y siete de la
misma constitucion si subrogase el nombramiento en otra perzona antes de que el electo
sea Oydo, y vensido en Juicio.-
Y Quinto. Que el Cavildo no puede proceder á nueva eleccion porque han cesado
sus atribuciones desde que verificó el nombramiento en persona, que al paso que reune
todas las calidades que requieren los Sagrados Canones, y las Leyes (fol. 18v) Civiles, es
acreedora a la entera confianza de esta corporacion. en merito de estas consideraciones
acordaron los Señores que suscriben.-
Primero. Que se conteste al Señor General Prefecto con copia de esta Acta suplican-
dole se sirva rebocar la disposicion referida.- Y Segundo. Que en caso de que su Señoria
se deniegue a la rebocatoria, se eleve igual copia de esta Acta, y lo condusente con el in-
forme respectivo á Su Excelencia el Señor Presidente del Estado para que se sirva dictar
la Providencia que su saviduria estimase mas conveniente. con lo qual se concluyó esta
Acta,y la firmaron los señores que la componen de que doy feé.

AHCA/C. Cuenca. 1833. L. 2. fol. 22-22v. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 22)... Sobre Elec-
ciones de Jueces.
En la sala Capitular de Cuenca á primero de Enero del año del Señor de mil ocho-
cientos treinta y tres. Los Señores del Venerable Dean y Cabildo Sede vacante de esta Santa
Iglecia Catedral... sin asistencia del Señor Dean Doctor José Maria de Landa y Ramirez
por su notoria enfermedad...
... Hallandose juntos y congregados, para elgir, y nombrar las personas que deban
servir los oficios de Iglecia en el presente año, procedieron a la votacion de Jueces adjun-
tos...
... Con lo qual se concluyó esta acta y la firmaron sus señorias de que doy fee.-
[r] Mariano Batallas [r] Pedro Ochoa [r] Doctor Andres Villamagan
[r] Doctor Miguel Rodriguez [r] Jose Antonio Marcos
[r] Jose Matias Orellana [r] Doctor José Maria Riofrio
[r] Doctor Jose Mexia
(fol. 22) [r] Doctor Jose Maria Plaza
[r] Jose Fermin Villavisencio
Ante mi
[r] Manuel de Ortega
Notario de Gobierno y Cavildo...”

ANEXO Nº 17

AHCA/C. Cuenca. 1835. L. 2. fol. 39-39v. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 39)... Juramento
de la Constitucion.
En la sala Capitular de Cuenca y agosto ventiseis de mil ochosientos treinta y sinco.
Reunido el venerable Dean y Cavildo a saber el Señor Dean Doctor José Maria de Landa
y Ramirez...
... Para dar cumplimiento al decreto de 13 del presente mes en que, la Convencion
de la Republica cumplieron con el tenor del Articulo 4º,, Jurando seguir su Estado guardar
y sostener la Constitucion de la Republica del Ecuador Sancionada por la Convencion Na-

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

cional mandando de que conforme al Articulo 1º del mencionado Decreto se confiriese el


correspondiente certificado de esta acta por mi el presente Escribano Publico y Notario
mayor de la Diocesis acompañandose con el respectivo oficio al vuestro Señor General
Prefecto en contestacion asu apresiable nota de 24 del corriente.
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Doctor Miguel Pio Arteaga
[r] Doctor Jose Mexia [r] Bernardino de Albear
[r] Pedro Ochoa
(fol. 39v) [r] Doctor Miguel Rodriguez [r] Andres Beltran de los Rios
[r] Jose Torres
Ante mi
[r] Antonio Sevilla
Escribano Publico y Notario mayor...”

ANEXO N 18

AHCA/C. Cuenca. 1835. L. 2. fols. 40-42v. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 40)... acuerdo
aserca del informe que pide el encargado del Poder Ejecutivo.
En la Sala Capitular de Cuenca en veinte y ocho de Octubre de mil ochosientos
treinta y cinco. Los Señores del Venerable Dean y Cavildo á saber Doctor Jose Maria de
Landa y Ramirez Dignidad Dean...
(fol. 40v)... Hallandose juntos y congregados para evacuar el informe que Su excelen-
cia se há servido pedir con fecha 14 del corriente por conducto del Señor Ministro del Inte-
rior sobre el reclamó que há dirijido al Supremo Gobierno el Doctor Miguel Pío Arteaga.
... El Señor Dean dijo: Que dirijendose las miras a Su excelencia el Señor Presidente
de la Republica á peneciarse algun motivo que tubo este Venerable Cuerpo para nombrar
de Vicario Capitular al Doctor Miguel Pío Arteaga és un deber poner á la vista el concor-
dato de ambas Potestades luego que fue estrañado el Doctor Mariano Vintimilla, proce-
diendo el Excelentisimo Señor Jefe Supremo en virtud de la autorizacion con que se
hallaba investido, y el Prelado de la Diocesis Sede Vacante con arreglo a las disposiciones
del caso, que no se estienden á ecsaminar si es inosente ó culpable el estrañado, ni somete
las resoluciones al Gobierno Secular al juicio de la Iglecia en materias Politicas, que fueron
las que dieron motivo para la Suprema Providenciad de 4 de Junio y siguientes.-
Declarada ya la vacante sin restitucion mentales que no tienen lugar en el Derecho,
ni en materias tan delicadas como la de comunicar la Jurisdiccion espiritual de que de-
pende la seguridad de las conciencias y de los Sacramentos; se procedió i demoró de los
ocho dias que prescribe el Tridentino á elejir Vicario Capitular ejerciendo entretanto el Ve-
nerable Dean y Cabildo la Jurisdiccion que habia de reasumir dando comicion á uno de
los Señores del Capitulo para que presidiese la eleccion de Priora de Monjas del Carmen
de esta Ciudad, y despachando (fol. 42v) varias dispensas privatibas de la Jurisdiccion
Ordinaria Diocesana.
Haberse declarado la Vacante, y haber reasumido el Gobierno resulta de la Acta de
29 de Junio; y haber sido nombrado Vicario Capitular el Doctor Pio Arteaga de la de tres
de Julio del presente año, sin que hasta este momento haya innovado por su parte en la
materia.
Con lo que concluyó esta Acta, y la firmaron de que doy fe.
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Bernardino de Albear
[r] Doctor Jose Mexia [r] Doctor Miguel Rodriguez

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J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular
En el mismo dia se dirijió al Supremo Gobierno copia de esta Acta...”

AHCA/C. Cuenca. 1836. L. 2. fol. 46-48v. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 46)... Aserca
del informe que pide el Ministro del Interior.
En la Sala Capitular de Cuenca en quince de Noviembre de de mil ochosientos
treinta y seis. Los Señores del Venerable Dean y Cavildo á saber Doctor Jose Maria de
Landa y Ramirez Dignidad Dean...
... Hallandose juntos y congregados para evacuar el Informe que de orden del Su-
premo Govierno há pedido el Señor Ministro del Interior con fecha dos del corriente sobre
la solicitud que elevaron en la de veinte y seis de Octubre ultimo los Doctores Julian An-
tonio Alvares, y Jose Peñafiel.-
Dijo el Señor Canonigo Doctor Andres Villamagan... (fol. 47)... El Señor Canonigo
Doctor Jose Mejia dijo... El Señor Maestrescuela dijo... El Señor Arcediano dijo... (fol. 47v)...
El Señor Doctor Jose Maria de Landa dijo: que desde que Su Excelencia con vista de lo
que este Venerable Cuerpo espuso en veintiocho de Octubre de mil ochosientos treinta y
cinco a consecuencia de las representaciones que dirijio el Señor Doctor Pio Arteaga re-
clamando el Provisorato de la Diocesis, declaró que debia conocer de este negocio el Ve-
nerable Dean y Cabildo se revocó en duda la Jurisdiccion que el Señor Doctor Mariano
Veintimilla ejercia en la Diocesis sin nuevo nombramiento del Venerable Dean y Cabildo
a virtud de la destitucion que anteriormente habia sufrido en cumplimiento de las ordenes
del Supremo Govierno extraordinariamente autorisada por los Pueblos.
Que esta misma duda de su autoridad la tiene ratificada el expresado Supremo Go-
bierno en las ordenes que ha librado para que se suspenda la vicita, sin que pueda en nin-
gun caso acojerse a la quisencia de este Venerable cuerpo por que las formulas de un juicio
establecida por las Leyes ni pueden alternarse ni dejan de servir de moratorias maliciosas
a litigantes de mala fee. Que en tales circuns (fol. 48) tancias decantandose delicadesa, y
zelo por las almas se há devido sacrificar todo para no exponer la perdicion de ellas como
lo hán hecho los Padres de la Iglecia que nos antecedieron sin que se les haya objetado
que se esponia el valor de los Sacramentos y las funestas consecuencias que produciría
en el orden civil, y espiritual, si llegase el caso de declararse nulo el Provisorato del Doctor
Mariano Vintimilla.
Que para que no continuen en lo subcesivo, es de vital necesidad, que asi como en
un principio se acordó por ambas potestades su separacion sin guardar estas formalidades
para resumir al Doctor Vintimilla el Govierno de la Diocesis se adopte la medida que para
iguales casos hátenido lugar en la Iglesia, ya sea nombrando un Vicario Capitular ó un
Governador Provisorio que ejersa lejitimamente la jurisdicccion mientras que los coliti-
gantes alcansan declaratoria de la autoridad competente con lo que se aquietarán las con-
siencias, y no continuaran las nulidades a que están expuestas las providencias que
emanarian de una autoridad incompetente.
Que el remedio es urjente asi como los males son graves y en tales casos a Su Exce-
lencia compete como protector de la Iglesia, y de los Canones segun la Constitucion obrer
con la actividad que tiene acreditada en negocios de menor importancia.
Con lo cual se concluyó está Acta y la firmaron los Señores que la componen de que
doy fee.-

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[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] Andres Beltran de los Rios [r] Doctor Jose Mexia
[r] Bernardino de Albear [r] Andres Villamagan
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular
Se saco copia de esta Acta que se dirijió al Supremo Gobierno en el Correo de esta
fecha Cuenca Noviembre 16 de 1836.- Ortega...”

AHCA/C. Cuenca. 1836. L. 2. fol. 49-53v. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 49)... Si debe nom-
brarse Gobernador Eclesiastico, mientras se resuelba la question entre los Señores Doc-
tor Mariano Vintimilla y el Doctor Pio Arteaga, aserca de la Vicaria Capitular.
En la Sala Capitular de Cuenca á siete de Diciembre de de mil ochosientos treinta y
seis. Hallandose reunidos los Señores bocales que Suscriven dijo el Señor Penitenciario...
(fol. 49v)... el Señor Canonigo Doctor Andres Villamagan dijo...(fol. 50v)... el señor Canonigo
Doctor Jose Mejia dijo... (fol. 51)... el Señor Maestrescuela Doctor Bernardino Alvear dijo...
... El Señor Dean Doctor Jose Maria Landa dijo: que sin embargo de que su dictamen
en la actualidad es reducida á obedecer y cumplir la orden del Supremo Gobierno sobre
que se nombre un Governador Eclesiastico durante la cuestion entre los Doctores Vinti-
milla y Arteaga por el bien que de esta medida resulta a los fieles como esta pronto a ve-
rificarlo en descargo de su conciencia, segun (fol. 51v) lo há manifestado en diversas
ocasiones he emitido su opinion sobre materia, le parece indispensable esclarecer algunas
equibocaciones que se han establesido como principios para que en vista de lo dicho por
el Supremo Gobierno delivere lo que tenga por conveniente.
Se supone en primer lugar que despues de destituido el Doctor Mariano Vintimilla
de la Vicaria Capitular de esta Diocesis en veinte i nueve de Junio de ochosientos treinta
y cinco; y haviendo sido nombrado en tres de Julio del mismo año el Doctor Arteaga, sin
que haya innovado él Cabildo hasta la fecha este nombramiento, y elegido nuevamente
segun el Tridentino al Doctor Vintimilla de Vicario Capitular pueda alcanzarse esta falta
por la habilitacion que alcanzó del Supremo Gobierno
Segunda que componiendose este Venerable cuerpo de cinco individuos con voto
mientras que los interinos no obtengan la aprovacion del Senado, tan poco pueden repu-
tarse por la Mayoria los Señores Rodriguez, Alvear y Orellana, que han suscrito la nota
de 20 de Mayo ultimo no reconociendo al Doctor Mariano Veintimilla de Vicario Capitular,
sino contestandole que quedaban inteligenciados de la delegacion que se hacia en el Señor
Prevendado Doctor José Bau, que contrayendoes á la (fol. 52) actual reunion tampoco la
mayoria dice reconocer, y obedecer al Doctor Mariano Vintimilla, sino los Señores como
se reconoce por el tenor de esta acta han opinado que se obedesca y cumpla la providencia
del Supremo Gobierno; dos que se obedesca y suplique; y uno que se necesita de tiempo
por la gravedad del negocio para deliverar sobre la materia.
De lo espuesto resulta que no habiendo obtenido nuevo nombramiento él Doctor
Mariano Veintimilla de este Cabildo despues de haver sido destituido por el mismo
cuerpo, no es tal Vicario Capitular de la Diocesis por los mismos principios en que se
funda el Señor Villamagan de que la potestad civil no puede disponer de los negocios es-
pirituales:
Que la opresion en que esta sumergido el Doctor Arteagaapenas le permite hacer
uso de su jurisdiccion en los terminos a que lo ha reducido el poder, cuyos actos devian
conciderarse clandestinos, como no lo fueron los de los Papas perseguidos.

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Que socorrian á los fieles desde las Criptas sin que por eso se reputasen por clan-
destinos unos actos nesesarios.
Que uniformandose con la Constitucion que tiene jurada como no lo han hecho al-
gunos individuos de este cuerpo que no deben ser concideradas como Ecuatorianos, en
el caso de permanecer obstinados obedese el Articulo 15 de ella sin que reconosca mas fa-
cultad en las Camaras que la de admitir las acusaciones contra el ejecutivo en ningun caso
(fol. 52v) recurso deapelacion que en uno de sus escritos hizo el Doctor Veintimilla haver
interpuesto para el Congreso:
Que en igual conformidad considera un informe que que circula bajo las firmas de
los mismos, á ecepcion de unos pocos que suscrivieron la representacion dirijida á Su Ex-
celencia el Presidente estendida sin duda por el Doctor Veintimilla por impulsos de sos-
tener las colocaciones que la han merecido.
En el citado impreso en el Capitulo ultimo se leen estas palabras “Los que suscrivi-
mos estamos dispuestos ántes á derramar nuestra sangre...y no dudamos que el pueblo
cristiano hara otro tanto”. Este impreso se halla comprendido en la segunda clave de la
ley del Articulo 4º de la ley de imprenta, en cuanto promueve la rebelion, ó perturbacion
de la tranquilidad publica, y debilita el respeto devido á las autoridades constituidas.
Si somos Ecuatorianos se se há jurado la Constitucion sin obligacion esta y las leyes
en conciencia, es visto el ataque que se ha hecho con semejante impreso suponiendo á la
mayoria de este Venerable Cuerpo incurso en las restricciones mentales á desobedecer la
autoridad Suprema, suponiendo que de siete individuos tenian voto, y que (fol. 53) con-
fieran haberse coligado con el Doctor Veintimilla para aparentar que nombraban Provisor
fuese en la parte sana.
De que resulta, ó que los escritores no reconocen á los de unas por individuos del
Cuerpo como nombrados por el Gobierno Nacional o que si concienten los tres Señores
en esta propocicion obran en consonancia con los cediciosos, y de consiguiente se halla el
Gotero en el comprometimiento, ó de quitar las sillas en los que há nombrado en virtud
de sus atribuciones, ó de escarmentar á los que años hános molestan con estas especies
alborotando las conciencias dandonos él renombre de Sismaticos, y inspirando á los fieles
que no reciban asi la comunion de nuestras manos, dejandolo de hacer hasta el Jueves
Santo para confirmar el error.
El esponente recomienda á Su Excelencia el cumplimiento de la ley de Imprenta, y
que se mande que juren la Constitucion los que no lo han hecho. Con lo cual se verá si es
verdadero el espiritu de religion con que se presentan.
En este estado dijo el Maestrescuela que reconocia al Señor Veintimilla por Provisor.
Con lo cual se concluyó está acta mandando que se diese cuenta con testimonio de ella al
Supremo Gobierno (fol. 53v) y la firmaron, por ante mi de que doy fee.-...
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Bernardino de Albear
[r] Doctor José Mexia [r] Andres Villamagan
[r] Doctor José Antonio Arevalo
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular...”

AHCA/C. Cuenca. 1836. L. 2. fol. 53v-55. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 53v)... Disputa de
los Señores Capitulares si se puede, o no nombrar Vicario Interino
En la sala Capitular de Cuenca en veinte y quatro de Diciembre de mil ochocientos

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

treinta y seis. Los señores del Venerable Dean y Cabildo, a saber el Señor Doctor Jose
Maria de Landa y Ramirez Dean...
... Reunidos para dar cumplimiento á la orden del Supremo Poder Ejecutivo de 14
del corriente en que se ratifica la de 30 de Noviembre ultimo mandando que se proceda á
nombrar un Vicario Capitular Interino, mientras que se decide por autoridad competente
el pleito pendiente entre los Doctores Mariano Vintimilla, y Pio Arteaga, sobre quien lo
sea legitimo de la Diocesis, con el laudable objeto de tranquilizar las conciencias, y de ase-
gurar el (fol. 54) jercicio de la Jurisdicccion espiritual: dijeron;
Que habiendo transcurrido el termino de tres dias que se permitia á los Señores de
este Venerable Cuerpo para jurar la Constitucion de la Republica haviendo cumplido con
este precepto todos á excepcion del Señor Canonigo Doctor Andrés Villamagan por las
razones que expuso el Señor nuevamente citado por el escribano que al efecto comicionó,
cuyo tenor á la letra és como sigue “Yó el infrascripto escribano publico certificó en toda
forma de derecho que habiendo pasado con el Notario del Venerable Cuerpo Capitular
de orden del Señor Dean Doctor Jose Maria Landa á requerir al Señor Canonigo Doctor
Andres Villamagan para que se presentará en la Sala del Cabildo para reunidos con los
demas Señores componentes dar el devido cumplimiento á la resolucion del Supremo
Poder Ejecutivo de la Republica comunicado por el organo del Señor ministro de estado
en los despachos del Interior y Relaciones Exteriores de catorce del presente mes...
... me expreso el Señor Villamagan que se hallaba imposibilitado atacado de un ca-
tarro y de una ulcera... es todo cuanto puedo decir en obsequio de la verdad y de mandar
verbalmente del expresado Señor Dean...”
Era llegado el momento de proceder á la mencionada eleccion por los demas señores
que se hallaban habiles segun la constitucion que habian jurado, y poniendlo en ejecucion
colocaron sus votos...
... Examinados estos reunio dos votos para Vicario Capitular Interino y de Monjas
el Señor Canonigo Interino José Matias Orellana, y otros dos el Señor Prebendado José
vasquez Loyola.
En este estado (fol. 54v) propuso el Señor Dean que para que no se hiciese ilusoria
la orden del Supremo Poder Ejecutivo, y cesaren las inquietudes de las conciencias reasu-
miese el Venerable Dean y Cabildo el ejercicio dela jurisdiccion espiritual, como que recide
en el radicalmente por este medio juridico, y se salva el valor de los Sacramentos y se dá
en tornó al Supremo Gobierno un imparcial testimonió de su subordinacion y dejar por
el buen orden alterados desgraciadamente con cuestiones que lejos de aprovechar perju-
dica á los fieles.
El Señor Penitenciario dijo... El señor Canonigo Mexia dijo... El Maestrescuela Doctor
Bernardino de Alvear dijo...
Con lo que se concluyó este acuerdo quedando citados para proceder a nueva elec-
cion poniendose noticia del Doctor Mariano Vintimilla lo que ha resuelto la pluralidad
para que se abstenga del ejercico de la jurisdiccion mientras que este Venerable Cuerpo
nombra Vicario Capitular interino y lo firmaron deque doy fe.-
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Bernardino de Albear
[r] Doctor José Mexia [r] Doctor José Antonio Arevalo
(fol. 55) Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular
En el mismo dia Yo el Notario puse enconocimiento del Señor Doctor Mariano Vi-

162
J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

nitmilla él tenordel Acta que antecede en persona de que doy fee.-


[r] Ortega...”

AHCA/C. Cuenca. 1836. L. 2. fol. 55-55v. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 55)... Votacion
para Vicario Interino
En la Sala Capitular de Cuenca en veinte y seis de Diciembre de mil ochocientos
treinta y seis. Los Los señores del Venerable Dean y Cabildo, a saber el Señor Doctor Jose
Maria de Landa y Ramirez Dean...
... Dijeron: Que de conformidad con lo acordado dia veinte y quatro del presente
para cumplir con lo dispuesto por el Supremo Gobierno con fecha 30 de Noviembre ultimo
y 14 del corriente, procedieron á sufragar por le Vicario Capitular interino y de Monjas
mientras se resuleve el Pleito pendiente entre los Doctores Mariano Vintimilla y Pio Arte-
aga sobre quien sea legitimo Vicario Capitular...
... Examinadas las cedulas reunió el Señor Canonigo interino José Matias Orellana
dos votos, y dosel presbitero José Vasquez Loyola, mandando que se diese cuenta en este
estado al Gobierno. Los Señores Doctores Arevalo y Landa, como se previene en la orden
de 14 del corriente: y los Señores Alvear y Mexia al Supremo Gobierno y al Ilustrisimo
Señor Obispo de Quito con testimonio de la mencionada Acta de 24 de Diciembrey de el
dia de la fecha. Con lo cual se cerró este acuerdo... (fol. 55v) y la firmaron que doy fee.-
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Bernardino de Albear
[r] Doctor José Mexia [r] Doctor José Antonio Arevalo
Hoy 7 de Diciembre de1836 se sacaron los testimonios prevenidos
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular...”

AHCA/C. Cuenca. 1837. L. 2. fol. 56v-58v. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 56v)... Disputa
de los Señores Capitulares aserca de la Vicaria Capitular.
Sala Capitular
En la Ciudad de Cuenca a dies de enero de mil ochocientos treinta y siete. reunido
el Venerable Dean y Cabildo previa citacion del Señor Presidente del cuerpo, a saver los
Señores Jose Maria de Landa y Ramirez Dean de esta Santa Iglesia Catedral, El eñor Be-
ranrdino de Alvear Dignidad Maestrescuela, Doctor José Mejia Canonigo de Merced, y
Doctor José Antonio Arevalo Canonigo Penitenciario para acordar sobre la providencia
de cuatrodel corriente que con oficio de la misma fecha se sirve dirijir a este Venerable
Cuerpo en testimonio del Señor Obispo de Quito y sobre lo que con la misma fecha de
cuatro del propio mes tiene a bien desir el Señor Ministro del Interior en virtud de la nota
que con fecha de veinte y ocho de Diciembre ultimo le dirijió este Venerable cuerpo anun-
ciando haber recaydo en el Señor Canonigo interino José Matias Orellana la eleccion de
Governador Ecleciastico:
Dijo el Canonigo Penitenciario... (fol. 57)... El Señor Canonigo de Merced Don José
Mejia Dijo... El Señor Maestrescuela.- Dijo...
.. El Señor Dean Dijo: Que para desvanecer las equivocaciones de los Señores preo-
pinantes se remite á las Actas de veinte y cuatro, y veinte y seis de Diciembre que en tes-
timonio see dirijieron al Supremo Gobierno y que la nota que se há leido hoy en este
Venerable Cabildo, se han sometido al Consejo de Estado. Por ellas se acredita, que el
Señor Canonigo interino José Matias Orellan ha sido nombrado (fol. 57v) Vicario Capitular

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

interino; ni se há declarado que continue el Doctor Mariano Vintimilla en la Jurisdiccion


Espiritual de esta Diocesis.
Cualquiera acuerdo que sin previa citacion se haya celebrado, es considerado por el
derecho como conventiculo, ó Cabildo Clandestino por que esta prohibido por la ereccion
de esta Santa Iglesia Catedral para los viernes en el Articulo 28 declarando cualquier otro
dia que no sea el Martes por que tratandose de elecciones no se puede omitir la citacion
aunque se hallen ausentes los vocales; mucho mas estando presentes en la Ciudad.
El esponente reproduce lo que tiene dicho en diversas ocaciones sobre que despues
de destituido por este Venerable Cuerpo el Doctor Mariano Veintimilla; habiendo reasu-
mido, y ejercido la jurisdiccion mientras nombraba al Doctor Pio Arteaga no podia por si
mismo restituirse al ejercicio de ella el citado Doctor Vintimilla, sin incurrir en las Censuras
decretadas por la Iglesia latas, y no ferendas contra los que se usurpan la Jurisdiccion Ecle-
ciastica, pues la providencia que alcansó del Supremo Poder Ejecutivo ha sido unicamente
para los efectos civiles y cuando mas seria estimada como una incitativa al Venerable Dean
y Cabildo como la que dirijió la anterior Administracion en un caso igual, sin entrometerse
la presente ni la pasada en conferir por si la Jurisdiccion que esclusivamente le pertenece,
al Cabildo Sede Vacante respecto de su oficial.
Que si puede tener lugar el sofisma de que habiendo Vicario Capitular, no puede el
Cabildo nombrar otro mas bien debe refluir en favor del Doctor Arteaga que fue elejido
Canonicamente despues de Destituido el Doctor Vintimilla. Cualesquier otor lenguaje
choca con los mismos princicipios que establecen para sostener al Doctor Veintimilla.
Es igualmente una equivocacion suponer que el Ilustrisimo (fol. 58) Señor Obispo
de Quito continua al Doctor Veintimilla como Vicario Capitular cuando en su auto de cua-
tro del corriente se leen estas palabras, y en uso de las facultades que en nos residen, nom-
bramos de Vicario Capitular al Doctor Mariano Veintimilla declarando enseguida sin lugar
la apelacion interpuesta como fundador en un gravamen futuro.
Antes de nombrarlo Vicario Capitular en uso de las facultades que residen en Su Se-
ñoria Ilustrisima pone como para fundamento de este nombramiento el no haber reunido
la Mayoria ninguno de los candidatos. Reunido este considerando el de no admitir la ape-
lacion de unfuturo gravamen se deduce naturalmente que Su Señoria Ilustrisima no trato
decontinuar al Doctor Mariano Veinitmilla en la Vicaria Capitular a las atribuciones que
estimó naturales.
Que el esponente esta intimamente penetrado que luego que Su Señoria Ilustrisima
descubra los misterios que encierra este negocio estará muy distante de sostener el nom-
bramiento de Vicario Capitular que ha hecho en el Doctor Mariano Veintimilla mientras
no acredite por la purgacion Canonica que por un respeto cincero a la Leyes y Autoridad
de la Iglesia que se há hecho digno de ocupar el puesto que se ha usurpado si legitima
mision.
Que esta a sido la conducta de la Cabesa visible de la Iglesia con los que desgracia-
damente se hán querido substraer de ella, habiendolo verificado de hecho por el Doctor
Veintimilla sin quere reconocer en el segundo caso la misma autoridad que en el primero
lo nombró Vicario Capitular.
Que no viniendo acompañada la providencia del Ilustrisimo Señor Obispo de Quito
nombrandolo Viario capitular de la anuencia prevenida en la atribucion 1ª del Articulo 8º
de la (fol. 58v) Ley de Patronato y de lo dispuesto en el Articulo 40 de la mima Ley tam-
poco puede surtir sus efectos el nombramiento de Vicario Capitular mientras que im-
puesto el Supremo Poder Ejecutibo con testimonio de todo niegue, ó preste su anuencia,

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pues que si se atiende a que el Ejecutibo ejerce el Patronato donde reside yá que el nom-
bramiento ha sido hecho en Quito ni provicionalmente pueden hacer sus veces los Señores
Governantes de Provincia hasta la resolucion del que ejerce el alto Patronato.
En este estado el Señor Maestrescuela Bernardino de Albear Dijo: Que se le remita
al Supremo Poder Ejecutibo testimonio de la acta de treinta de Diciembre ultimo que no
fue conventiculo, sino a citacion del mismo Señor Dean en dia Viernes.
El Señor Dean Dijo: Que la citacion fue para dar instrucciones al Señor Bou sobre
diesmos y no para otra cosa. El Señor Doctor Mejia Dice...
Con lo Cual se concluyó esta Acta y la firmaron los Señores ante testigos por hallarse
enfermo el Notario y no hallarse ningun Escribano Publico.
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Bernardino de Albear
[r] Doctor José Mexia [r] Doctor José Antonio Arevalo
[r] José Fermin Villavisencio [r] José Rodriguez de la Parra
Testigo de actuacion Testigo de actuacion...”

AHCA/C. Cuenca. 1839. L. 2. fol. 64-67. Cabildos Eclesiásticos.


“(fol. 64)... Informe del pleito sobre Vicario Capitular
En la Sala Capitular de Cuenca en catorce de Agosto de mil ochocientos treinta y
nueve. Los Señores del Venerable Dean y Cabildo que aui suscriben, hallandose cele-
brando Cabildo extraordinario para evacuar el informe que el Excelentisimo Señor Presi-
dente de la Repulica pide a consecuencia del dictamen del Consejo de Gobierno sobre
lasolicitud que le hán dirijido varios Eclesiasticos y algunas personas seculares pidiendo
que mientras se resuleva quien sea Vicario Capitular de la Diocesis se nombre un Interino
aompañando igualmente la representacion que ha hecho el Señor Mariano Vintimilla opo-
niendose á esta medida; fueron de dictamern los Señores que suscriben se entiendese acta
para que cad uno emitiese su opinion, y dando principio por el Señor Canonigo Doctor
Jose matias Orellana.- Dijo... (fol. 64v)... El Señor Canonigo Doctor Andrés Villamgan
Dijo... (fol. 66)... El Señor Maestrescuela.- Dijo...
... El Señor Dean Dijo: Que del volumen y desordenado expediente que le há puesto
á la vista aparecen las epocas en el Gobierno del Señor Doctor Mariano Vintimilla.
La prueba legitima fuera de toda duda por el nombramiento que este Venerable
Dean y Cabildo hizo en su persona á consecuencia de la renuncia que el Señor Presvitero
de esta Santa Iglesia Catedral Doctor Jose Maria Riofrio, hizo de la Vicaria Capitular y de
Monjas de la Diocesis.
En la Segunda, parece intruso por no haber sido nombrado las mismas formalidades
que en la primera, despues despues de haber sido destituido por ambas Potestades de la
Vicaria Capitular nombrando dentro de los ocho dias sin restriccion alguna al Doctor Pio
Arteaga, el dia tres de Julio de 1835, sin que pueda legar que la convencion de Ambato, y
el Poder Ejecutivo lo instituyeron, pues ni en aquella asamblea nacional ni el Excelentisimo
Señor Presidente de la Republica exisitian facultades espirituales que conferirle al Señor
Doctor Vintimilla, como (fol. 66v) reciden en los Capitulos habitualmente en sede plena,
y actualmente en sede vacante, segun repetidas declaraciones de las Sagradas Congrega-
ciones, con las cuales bien pudo este Venerable Cuerpo destituir al Señor Doctor Vintimilla
de la Vicaria Capitular, aunque para ello no hubiese intervenido la poderosa causa de
guardar buena armonia con la primera autoridad de la Republica revestida en aquel mo-
mento de facultades extraordinarias, dando con este paso á los diocesanos, el Senado de
la Iglesia el ejemplo tan recomendado por el Apostol de respetar las potestades civiles,

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calmando por este año las alteraciones que los atriviliarios causaron en el publico, tratando
de persuadir que la Religion de Jesucristo és personal, y no las que enseñó en su Evangelio,
como actualmente sucede con admiracion de los sensatos.
La tercera emana de la que le comunico el Ilustrisimo Señor Obispo de Quito su-
pliendo la negligencia de este Cabildo en 4 de enero de 1837 nombrando de Vicario Capi-
tular interino hasta que decida el pleito entre los Doctores Mariano Vintimilla y Pio
Arteaga, á cuya resolucion há contravenido, manifestando en su escrito presentado á este
Venerable Cuerpo en 24 de Octubre de1837 que la jurisdiccion que ejercia era como Vicario
Capitular y nó como interino confesando en él que no habia comparecido ante este vene-
rable Cuerpo para posesionarse del Gobierno accidental, ni de consiguiente á prestar el
juramento requerido por las Leyes Vigentes antes de empezarlo á ejercer.
Por todo esto que resulta comprovado del expediente és de dictamen que haviendo
faltado el Señor Doctor Vintimilla á las formalidades prescriptas por las Leyes de la Re-
publica que á todos obligan en conciencia, continua de Provisor intruso en la tercera epoca,
desconociendo no solamente la custodia espiritual del Señor Metropolitano, sino la del
Poder Ejecutivo, con la cual como con la de este Venerable Dean y Cavildo se conformó el
mencionado Ilustrisimo Señor Metropolitano por las palabras siguientes que se hallan in-
sertadas en su auto.-
Vistos. constando del testimonio de las Actas que há (fol. 67) remitido el Venerable
Dean y Cabildo de la Diocesis de Cuenca á este Tribunal Superior para dar cumplimiento
á las ordenes del Supremo Gobierno de 30 de Noviembre y 14 de Diciembre ultimos, habia
procedido á nombrar Vicario interino hasta que se decida el pleito entre los Doctores Ma-
riano Vintimilla y Pio Arteaga, y refleccionando que ninguno de los dos por quienes se
emitieron los sufragios habia logrado la mayoria de conformidad con lo expuesto por el
Promotor Fiscal, en una de las facultades que en Nos residen nombramos de Vicario Ca-
pitular al Doctor Mariano Vintimilla.
Ni puede estar mas claramente expresada la voluntad del Metropolitano para que
tubiesen cumplimiento las ordenes del Supremo Gobierno y los acuerdos de este Venera-
ble Cuerpo en su cumplimiento como testigo presencial de las clamidades que afligen á
esta Iglesia ni pueden estar mas calificadas dé insubordinacion del Señor Doctor Vintimilla
á las primeras facultades del Ecuador en el orden espiritual y temporal, y consiguiente-
mente es de urgente necesidad poner un dique á las nulidades que en la administracion
espiritual sufre esta diocesis.
Que de los documnetos á que seremite en este informe al exponente se acompañe-
copia certificada para que con vista de ella resuelva el Supremo Poder Ejecutivo en la Sa-
biduria de sus consejos lo que crea mas conveniente al regimen de esta Iglesia
portegiendola en uso de la alta prerrogativa del Patronato tan recomendada por la carta
nacional.
Con lo cual concluyó esta Acta y la firmaron de que doy fee.
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] Bernardino de Albear [r] Andres Villamagan
[r] Doctor José Antonio Arevalo [r] Doctor José Matias Arevalo
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular...”

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AHCA/C. Cuenca. 1841. L. 2. fol. 72v. Cabildos Eclesiásticos.


“(fol. 72v)... En la Sala Capitular de Cuenca a primero de Enero de mil ochocientos
cuarenta y uno. Los Señores del Venerable Dean y Cabildo hallandose reunidos en la en
esta Sala Capitular dia señalado por la ereccion, para nombrar los oficios de estilo para el
presente año; procedieron a la votacion en la forma siguiente.- Para Juez Hacedor, resulto
electo por unanimidad de votos el Señor Dean Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez...

AHCA/C. Cuenca. 1842. L. 2. fol. 76-78. Cabildos Eclesiásticos.


“(fol. 76)... Sobre la reasuncion de la Jurisdiccion
En la Sala Capitular de Cuenca en cuatro de Octubre de mil ochocientos cuarenta y
dos, los Señores del Venerable Dean y Cabildo, hallandose reunidos en esta Sala Capitular
celebrando cabildp por ser Martes señalado por ereccion a saber El Señor Doctor Jose
Maria de Landa y Ramirez dignidad Dean...
... Dijeron: Que teniendo á la vista el escrito del presbitero Jose Antonio Torres recla-
mando del zelo del Venerable Cuerpo que hallandose suspenso el Señor Doctor Maraino
Vintimilla por el Señor Metropolitano de la Vicaria Capitular de esta Diocesis por un año,
debia Su Señoria Venerable constandole de la intimacion legal dictad con el documento
que presenta reasumir el Gobierno de la diocesis mientras se nombraba quien lo desem-
peñase, y en esta consecuencia, que se proveyese de nula á la incongruidad en que se ha-
llaba.
Expresa el Señor Doctoral: Que segun su opinion y principios el Señor Doctor Ma-
riano Vintimilla en el momento que se le hizo el auto de suspencion pronunciado por el
Señor Metropolitano en 16 de septiembre ultimo por medio del Señor Juez Comicionado
Dean Doctor Jose Maria Landa y Ramirez, quedó en todo suspenso de la jursidiccion es-
piritual...
.. El Señor Canonigo Andres Villamagan Dijo... (fol. 76v)... El Señor Maestrescuela
Bernardino Alvear Dijo... El Señor Arcediano Dijo...
... (fol. 77) El Señor Dean Dijo evitar efujios que se pudiesen poner en duda la lega-
lidad de sus pedimentos se habia abstenido de poner en conocimiento del Venerable Dean
y Cabildo la suspencion decretada por el Señor Metropolitano espedida legalmente al
Señor Doctor Mariano Vintimilla el beinte y ocho de septiembre ultimo como ha tenido la
honra de manifestarlo al Cuerpo con la lectura del oficio que tenia puesta con la fecha de
28 de Septiembre antes de que fuese estado por el Superior Tribunal de la Corte de este
Distrito y con la contestacion que esta de la referida citacion dio el mencionado Superior
Tribunal de que no siendo el juez de la causa sino el Señor Metropolitano podia alzar la
suspencion decretada por la Superioridad dando cuenta con todo lo obrado como se le
tenia prevenido:
Que a consecuencia de esta circunspecta conducta el venerable Dean y Cabildo
podia formarle cargo de omision ni el esponente sea responsable de la resolucion del Señor
Metropolitano ni de ello que Su Excelencia la Corte Superior de este Distrito la resolviese
en vista del recurso que fue introducido por el Señor Doctor Mariano Vintimilla de las re-
soluciones del Señor Metropolitano ni del cumplimiento de ellas para ejecutar con obser-
vancia de las leyes de la Republica correntorias de las de Colombia y de los canones que
a nadie le es facil infringir sin el funesto ejemplo de desovedecer a las autoridades legal-
mente constituidas haciendose acreedor por esta insubordinacion a las penas establecidas
por el codigo en los cargos (fol. 77v) de que hace mencion en su providencia de 28 de Sep-
tiembre ultimo a que se remite pero que habiendo vaciado las circunstancias en virtud de

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reclamo hecho por el presbitero Josef Antonio Torres debe romper en silencio y obras en
el presente negocio como uno de los individuos del Venerable Dean y Cabildo, en sus con-
secuencias es de sentir que segun el documento presentado por el presbitero Torres se
halla suspenso por el Señor Metropolitano de la Vicaria Capitular de esta diocesis el Señor
Mariano Vintimilla por un año a quien se le ha intimado legalmente y que en su virtud
debe reasumir el Govierno el Venerable Dean y Cabildo mientras que se resuelvan los re-
cursos pendientes para consultar con esta medida la seguridad del ejercicio de la Juris-
diccion Espiritual deviendo correr el nombramiento del Governador desde el momento
en que se resuelvan por las autoridades legales los recursos que haya intentado ó intentase
el Señor Doctor Vintimilla a quien no se le pueden subosbstruir sus defensas asi como no
se puede dejar la Diocesis sin Pastor legitimo en cuyo caso se halla la de Cuenca que fiel
y obediente a sus juramentos no solamente reconoce, sino que obedece al Señor Metropo-
litano segun la declaracion de las leyes preexistentes que nadie se haatrvido a contradecir
hasta este momento.
Con lo cual se concluyó haciendola en este momento presente el Señor Doctoral que
la Jurisdiccion Episcopal la ejercerá el Venerable Dean y cabildo mientras que llegue el
caso de que este mismo cuerpo nombre Gbernador, cuando siga suspenso el Señor Vinti-
milla...
... Y se concluyó esta Acta y la firmaron deque doy fé.-
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] Andres Villamagan [r] Bernardino de Albear
[r] Doctor Julian Antonio Alvarez
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular...”

ANEXO Nº 19

AHCA/C. Cuenca. 1836. L. 2. fol. 43. Cabildos Eclesiásticos. “(fol. 43)... Eleccion de Ofi-
cios.
En la Sala Capitular de Cuenca en primero de Enero de mil ochosientos treinta y
seis. Los Señores del Venerable Dean y Cavildo á saber Doctor Jose Maria de Landa y Ra-
mirez Dignidad Dean...
... Hallandose juntos y congregados celebrando Cavildo Ordinario por ser dia seña-
lado por ereccion para nombrar los oficios de estilo para el presente año Dijeron: Que
devia procederse a la votacion de Jueces Hacedores, y habiendo procedido a ella salieron
electos el Señor Dean y el Señor Pentenciario Doctor Jose Antonio Arevalo...
... Con lo cual se concluyó la presente acta, y la firmaron sus Señores por Ante mi de
que doy fe.-
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] Andres Beltran de los Rios [r] Jose Torres [r] Doctor Jose Maria Plaza
[r] Jose Fermin Villavicencio
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular...”

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J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

AHCA/C. Cuenca. 1843. L. 2. fol. 79. Cabildos Eclesiásticos.


“(fol. 79)... Elecciones
En la Sala Capitular de Cuenca en primero Enero de mil ochocientos cuarenta y tres,
los Señores del Venerable Dean y Cabildo, que abajo suscriben hallandose reunidos para
nombrar las personas del Venerable Cuerpo que sirven los oficios a esta Santa Iglesia Ca-
tedral conforme es de uso y costumbre porcedieron unanimente á votar para...
... Clavero el Señor Dean.
Con lo que se concluyó la presente y la firmaron Sus Señorias por antemi de que
doy fe.-
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Andres Villamagan
[r] Bernardino de Albear
[r] José Fermin. Villavisencio
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular...”

AHCA/C. Cuenca. 1844. L. 2. fol. 84. Cabildos Eclesiásticos.


“(fol. 84)... Nombramiento de oficios
En primero Enero de mil ochocientos quarenta y quatro. Hallandose reunidos en
esta Sala Capitular el Señor Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez dignidad Dean...
... para nombrar los Señores que sirvan los oficios de esta Santa Iglesia Catedral con-
forme és a uso y costumbre procedieron unanimente a la eleccion siguiente...
... para Jueces adjuntos al Señor Dean y al Señor Doctoral...
Con lo que se concluyó esta Acta y la firmaron Sus Señorias de que doy fe.-
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] Doctor Julian Antonio Alvarez
El mismo dia se elijió la junta de diezmos
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular...”

AHCA/C. Cuenca. 1844. L. 2. fol. 84v. Cabildos Eclesiásticos.“


(fol. 84v)... Nombramiento de comision
En la ciudad de Cuenca en diez y siete de Abril de mil ochocientos quarenta y quatro.
Los Señores del Venerable Dean y Cabildo, hallandose reunidos en esta Sala Capitular ce-
lebrando Cabildo Extraordinario por citacion del Señor Dean, Dijeron: Que recivida la
nota de Su Excelencia de 8 del presente comunicado por el Señor Ministro de Gobierno á
consecuencia de la solicitud que este Venerable Cuerpo dirigió á su Excelencia el Presi-
dente con mucho de suplicar el no giro á la renuncia que el Ilustrisimo Señor Doctor Pedro
Torres ha hecho de este Obispado; y penetrado en el Venerable Cuerpo de que una insi-
nuacion racional seria acaso mas eficaz, que los reclamos por escrito, resolvio de comun
acuerdo, que de su seno partiese una comicion la que lleba el unico objeto de poner todos
los medios posibles a fin de inclinar á Su Ilustrisima á la admision de las bulas expedidas
por Su Santidad contando con la cooperacion del Supremo Gobierno: y recayó nombra-
miento para la comicion, por unanime consentimiento en los Señores Dean José Maria
Landa y Ramirez, y Canonigo José Matias Orellana.-
Con lo que concluyó este acuerdo y lo firmaron de que doy fe

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] Doctor Julian Antonio Alvarez
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular...”
AHCA/C. Cuenca. 1845. L. 2. fol. 85v. Cabildos Eclesiásticos.
“(fol. 85v)... Nombramiento de oficios
En la Ciudad de Cuenca en primero de Enero de mil ochocientos y cuarenta y cinco.
Los Señores del Venerable Dean y Cabildo, a saber El Señor Doctor José María de Landa
y Ramirez, Dignidad Dean...
... Hallandose reunidos en esta Sala Capitular celebrando ordinario señalado por la
Ereccion, para el nombramiento de los oficios de esta Santa Iglesia Catedral, procedieron
unanimente á la eleccion siguiente.
... Para Procurador al Señor Dean...
Con lo que se concluyó la presente Acta y la firmaron Sus Señorias por ante mi de
que doy fe.-
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] Doctor Julian Antonio Alvarez
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular...”

AHCA/C. Cuenca. 1845. L. 2. fol. 87-101. Cabildos Eclesiásticos.


“(fol. 87)... Eleccion de Vicario Capitular
En la Ciudad de Cuenca en veinte y ocho de Junio de mil ochocientos y cuarenta y
cinco. Los Señores Venerable Dean y Cabildo que aqui suscriben dijeron: Que haviendose
hecho nueva votacion para el nombramiento de Vicario Capitular y de Monjas, segun lo
acordado el dia veinte y cinco del corriente, resultó del examen de las voletas, que siendo
iguales en numero a los Señores Vocales habiendo reunido el Ilustrisimo Señor Doctor
José Miguel Carrion tres votos, y el Señor Doctor Remigio Toral, otros tres para Vicario
Capitular.
En este estado, se discutió... era la eleccion canonica oidos los dictamenes de lso Se-
ñores Vocales, se vino en conocimiento que habia diferencia de opiniones sobre si el Ilus-
trisimo Señor Obispo de Botren era el Vicario Capitular, segun la jurisdiccion sobre de
esta Iglesia y otras de America, apoyandose en las dispocisiones canonicas, y de derecho
Real, y habiendose expresado por uno de los Señores Vocales que para mayoresclareci-
miento de la materia, fuese escrita la opinion que cada uno emitiese, dió principió á este
acto libre y espontaneo el Señor Doctoral...
... (fol. 88) El Señor Caninogo Matias Orellana Dijo... El Señor dijo Doctor Andres
Villamagan... (fol. 89)... El Señor Maestrescuela dijo... (fol. 89v)... El Señor Arcediano dijo...
(fol. 90)... El Señor Dean dijo: que a su modo de ver se han padecido en la delucidacion
de este negocio, equivocaciones de hecho, y de derecho, que igualmente se han desviado
de las desiciones canonicas y civiles como igualmente de las practicas observadas en igua-
les casos en las Iglesias de America, desestimando la buena armonia que debe reinar entre
ambas potestades cuando el negocio se verza sobre el bien espiritual y temporal del terri-
torio que a uno y á otro le esta encargado.
Cuando se asegura que el Ilustrisimo Señor Carrion, es Arcediano de Quito, no se

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J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

tiene presente que solo goza la renta de aquella Silla, con asignacion (fol. 90v) hecha por
el Papa, y por declaratoria del poder competente del Ecuador, para su congrua sustenta-
cion sin necesidad de asistir á Coro, y las demas funciones canonicales, en cuyo caso es
unicamente necesaria la residencia material y formal para llenar los deberes que impone
el Arzedianato que aunque es una verdad incuestionable de que el Ilustrisimo Señor Ca-
rrion, no puede denegarse á servir al Ilustrisimo Señor Arteta, en los casos que lo ocupe,
es visto ya no lo necesita, que han cesado las causas que lo movieron para pedirlo por su
auxiliar de aquella Diocesis.
Privado el Ilustrisimo Señor Carrion como es publico y notorio de su congrua, asig-
nada por la Santa Sede, reconocida y declarada por la Nacion, no reclamando, ni ocupado
por el prelado Diocesano, es visto que fue abandonada a si misma aquella ilustre victima
por sobstener los derechos de la Relijion y de los Pueblos que al fin han recobrado los hijos
del Ecuador á costa de los imensos sacrificios.
En tan aflictivas circunstancias, no pudo perder de vista el Ilustrisimo Señor Carrion,
el derecho de la congrua en donde quiera que se le presentase, como que es preferente a
los demas escritos: se fijó en Loja lugar (fol. 91) de su nacimiento; se halla dentro de su
Diocesis, y por su orijen es Diocesano de él: de conseguiente se halla libre de toda traba
para ser Vicario Capitular, mientras que el Ilustrisimo Señor Obispo de Quito, no lo llame
a servir la Coajutoria de aquella Diocesis, y el Govierno lo restituya la Congrua de sus-
tentacion designada por la Cede Apostolica y de la Nacion, pues que si continua faltan-
dole esta, tampoco se le puede obligar para Servir, pudiendo permanecer donde se la
proporcionen.
Que aun cuando fuese sostenida por el Tridentino la eleccion de Vicario Capitular
de esta Diocesis, hecha en el Ilustrisimo Señor Carrionni sostenido por las Cedulas Espa-
ñola, ni por la practica de las Catedrales de America, reuniendo igualdad de votos un Ca-
nonista y un Teologo, se incurre en infraccion de ley, suponiendo que con tres votos, siendo
seis los vocales pueda haber eleccion, cuando para que se verifique está, es necesario que
el candidato obtenga un voto mas, sobre la mitad del numero de vocales, de modo que
permitido, y no concedido que el Ilustrismo (fol. 91v) Señor Carrion fuese persona inhabil,
el Venerable Dean y Cabildo, no habria hecho eleccion con tres votos.
Se falta a la buena armonia que debe reinar entre ambas Potestades, cuando el ne-
gocio de que se trata, mira el bein espiritual y temporal, habiendo recomendado el Señor
Governador de la Provincia en su apreciable nota del veinte y seis del corriente que la
eleccion de vicario capitular no recayese directa o indirectamnte en persona comprometida
con la administracion que há espirado en el caso de tener relaciones que le liguen al Doctor
Mariano Vintimilla cuya desafeccion a la causa de los Pueblos es tan intensa y conocida
hasta aqui a la letra las palabras del mencionado oficio.
Y siendo como es notorio él Doctor Remigio Toral há pertenecido a la sociedad que
se estableció en esta ciudad para sobstener la constitucion y als leyes sancionadas por la
convencion del año cuarenta y tres y que es pariente en cuarto grado de sanguinidad con
conlingencia al tercero del Doctor Mariano Vintimilla por haber sido segun se afirma pu-
blicamente las abuelas hermanas del Señor Vintimilla y del Señor Toral, cabalmente la vo-
tacion ha recaido despues de tener conocimiento de la citada nota en persona que no
merece la confianza del Gobierno, por lo cual se há falsado a la buena armonia que debe
reinar entre ambas potestades.
Por estos motivos es de sentir el esponente que el Ilustrisimo Señor Obispo Carrion
es Vicario Capitular de la diocesis y (fol. 92) y ya sea como testigo en concurencia..., ó por

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

que el Doctor Toral hiso ahi reunido un voto sobre la mitad del numero de los vocales ha
padesido equivocacion cuando se ha asegurado que con tres votos siendo seis; los sufra-
gantes habia eleccion de Vicario Capitular.
En este estado dijo el Señor Doctoral...
... y de consiguiente el Señor Doctor Toral es Vicario Capitular canonicamente electo.
con lo cual concluyó esta Acta de que se pasará copia al Señor Gobernador de la Provincia
en contestacion a su estimable nota del veinte y tres del corriente, y la firmaron de que
doy fe.-
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] José Matias Orellana [r] Doctor Andres Villamagan
[r] Doctor Julian Antonio Alvarez
Se sacó la copia prevenida y se pasó a la Gobernacion con el oficio de estilo.-
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular...”

AHCA/C. Cuenca. 1847. L. 2. fol. 113v. Cabildos Eclesiásticos.


“(fol. 113v)... Elecccion de oficios
En la Ciudad de Cuenca en primero de Enero de mil ochocientos y cuarenta y siete.
Los Señores del Venerable Dean y Cabildo, a saber El Señor Doctor José María de Landa
y Ramirez, Dignidad Dean...
... Hallandose reunidos en esta Sala Capitular celebrando Cabildo ordinario señalado
por la Ereccion, para el nombramiento de los oficios de esta Santa Iglesia Catedral, proce-
dieron unanimes á la eleccion siguiente. Para Juez Hacedor al Señor Dean...
... Para Obreros á los Señores Dean y Doctoral
Con lo que se concluyó la presente acta, y la firmaron Sus Señorias por ante mi de
que doy fe.-
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] Jose Matias Orellana [r] Doctor Julian Antonio Alvarez
Ante mi
[r] Mariano Palacios
Escribano Publico y Notario Mayor...”

ANEXO Nº 20

AHCA/C. Cuenca. 1846. L. 2. fol. 103v-104. Cabildos Eclesiásticos.


“(fol. 103v)... Sobre que se de poder al Señor Dean para que en las camaras represente
a esta de varios particulares consernientes a esta Iglesia

En la ciudad de Cuenca en catorce de Octubre de mil ochocientos cuarenta y seis.


Los Señores del Venerable Dean y Cabildo que aqui suscriben, celebrando (fol. 104) Ex-
traordinario... Dijeron que habiendo necesidad urgente de representar ante las Honorables
Camaras varios particulares consernientes al bien de esta Iglesia y de su Capitulo, tenian
por bien conferir los poderes amplios, sin limitacion alguna ál Ilustre Señor Dean de esta
misma Iglesia Catedral Doctor José Maria de Landa y Ramirez para que con vista de la
instruccion acordada y de las que se le acompaña copia legalizada, proceda la voz, ó por
escrito á las gestiones que considere conducentes á este objeto; saquese copia de esta Acta,
y remitasele por el presente correo: la que firmaron que doy fe.-

172
J O S É M A R Í A L A N DA Y R A M Í R E Z , U N A R GENTINO EN CUENC A

[r] Doctor Miguel Rodriguez [r] Jose Matias Orellana


[r] Doctor Julian Antonio Alvarez
Ante mi
[r] Manuel Ortega
Notario Capitular...”
AHCA/C. Cuenca. 1847. L. 2. fol. 114v-118v. Cabildos Eclesiásticos.
“(fol. 114v)... Elecccion de Vicario Capitular y de Monjas
En la Ciudad de Cuenca á dos de Febrero de mil ochocientos y cuarenta y siete. ce-
lebrando Cabildo Ordinario los Señores que susbscriben... con el objeto de nombrar Vicario
Capitular á consecuencia de lo ultimamente dispuesto por su Excelencia el Poder Ejecutivo
en trese de Enero del presente año...
... emitiendo cada uno libremente sus opiniones sobre la materia (fol. 115)... que-
dando de consiguiente por la disposicion de derecho, elegido Vicario Capitular y de Mon-
jas de la Diocesis el mencionado Protonotario Doctor José Maria Riofrio, como que ha
reunido la mayoria de sufragios... El Doctoral dijo... (fol. 116)... El Señor Jose Matias Ore-
llana dijo... (fol. 116v)... El Señor Arcediano Doctor Miguel Rodriguez dijo...
(fol. 117v) El Señor Dean Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez dijo: que a los fun-
damentos con que los Señores, Canonigo Orellana y Arcediano Rodriguez han demos-
trado hasta la evidencia que en ningun caso hubo omision por parte del Cabildo para
nombrar Vicario Capitular de la Diocesis, le será permitido añadir, que obligando como
obliga en conciencia la observancia de lo dispuesto por la Santa Sede en materia de juris-
diccion, como igualmente lo ha prevenido por las leyes civiles de la Republica, ni el Ilus-
trisimo Señor Obispo de Quito es Metropolitano de Cuenca, ni esta reconocido como tal
en Ecuador por las disposiciones civiles el Ilustrisimo Señor Arzobispo de Lima; y de con-
siguiente las gestiones que se han dirigido á uno y á otro no pueden producir efecto alguno
en derecho.
No él Ilustrisimo Señor Obispo de Quito, por que la Santidad de Gregorio 16 há de-
clarado en el breve que el mismo Ilustrisimo Señor Obispo há remitido á este Cabildo (fol.
118) eximiendose de reconocer en el recurso que alguno de los Señores de este Venerable
Cuerpo le dirigieron, dispone el Sumo Pontifice en los negocios contensiosos conosca pro-
visoriamente el Juez mas inmediato del Juez a quo; y no siendo mas inmediato el Ilustri-
simo Señor Obispo de Quito del de Cuenca, es visto que en espiritu de error á dirijido
estos pasos que se han remediado en otros asuntos de que tubo conocimiento el Venerable
Dean y Cavildo de esta Santa Iglesia de lo dispuesto por el predicho Santisimo Padre Gre-
gorio 16.
No del mismo modo al Ilustrisimo Señor Arzobispo de Lima, por que desconocida
su Autoridad por las Camaras, no le es facultativo al Venerable Dean y Cabildo de Cuenca
ir contra aquella disposicion, reconociendo como juez competente al que ha declarado la
nacion que no lo és.
De modo que aunque hubiese habido la negligencia, supuesta y no provocada, de
parte del Cavildo para elegir Vicario Capitular seria bastante en competencia de jurisdic-
cion á donde han ocurrido lo que han disentido en opiniones para que se tubiesen por
subsistentes las elecciones anteriores de Vicario Capitular indicando permitido y no con-
cedido, que fuesen legitimos jueces los Ilustrisimos Señores Obispos de Quito y Arzobispo
de Lima para conocer de la materia, basta la excusa del primero y el silencio del segundo
por mas de un año, desde haber sido exitado para que conociese el negocio, par que rea-
sumiese su jurisdiccion el cavildo supliendo la negligencia del ultimo segun el comun

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

sentir de los Canonistas, entre los cuales debe tambien numerarse Graci de beneficiis: Con-
trayendose todos a lo dispuesto por el Tridentino tanto en el caso de omision de parte del
Cavildo en la eleccion del Vicario Capitular, como de parte del Superior en no suplirla.
De modo que no se atiende en la obligacion que todos tenemos de obedecer las dis-
posiciones Eclesiasticas y civiles, esta fuera de toda duda, que el Cavildo no ha padecido
negligencia en elejir Vicario Capitular, que aun cuando fueran Jueces legitimos para su-
plirla los mencionados Ilustrisimo Señor Obispo de Quito y el Ilustrisimo Señor Arzobispo
de Lima (fol. 118v) demostrando como se halla la escusa del uno y la negligencia del otro
Prelado, há podido y devido entrar en el ejercicio de sus atribuciones Conciliares, elijiendo
como lo ha verificado en este dia por mayoria de votos al Señor Protonotario Apostolico
al Doctor Jose Maria Riofrio para Vicario Capitular y de Monjas de la Diocesis.
Con lo que se concluyó esta acta, y la firmaron los Señores que se hallan presentes
de que doy fe.-
[r] Doctor Jose Maria de Landa y Ramirez [r] Doctor Miguel Rodriguez
[r] Jose Matias Orellana [r] Doctor Julian Antonio Alvarez
Ante mi
[r] Francisco Javier Ortega
Notario Capitular...”

DOCUMENTOS Y BIBLIOGRAFÍA

– Cordero Íñiguez, Juan, Cuenca y el Diez de Agosto de 1809, Universidad Alfredo Pérez
Guerrero, Quit5o, 2009.
– Revista La Unión Literaria. Varios números.
– Solano, Vicente, Obras completas, La Hormiga de Oro, Madrid, 1890, 4 vols.
–Terán zenteno, Carlos, Índice Histórico dela Diócesis de Cuenca, Editorial Católica de J. M.
Astudillo Regalado, Cuenca, 1947.
– Tobar Donoso, Julio
- LIBRO COPIADO DISPUESTO POR LOS SEÑORES DE ESTE CAVILDO ECLECIAS-
TICO SEGÚN LA ACTA DE 5 DE MARZO DE ESTE AÑO DE 1799 (LIBRO DE
ACTAS NUMERO UNO DEL CABILDO ECLESIÁSTICO DE LA DIÓCESIS DE
CUENCA) 1799 – 1830.
- DOCUMENTOS DE LOS OFICIOS DEL DR. JOSÉ MARÍA DE LANDA Y RAMÍREZ
Archivo Histórico de la Curia Arquidiocesana de Cuenca (AHCA/C) AÑO DE 1814.
- LIBRO DE ACTAS NUMERO DOS DEL CABILDO ECLESIASTICO DE LA DIOCESIS
DE CUENCA. 1831 – 1852. DOCUMENTOS DE LOS OFICIOS DEL DR. JOSÉ MARÍA
DE LANDA Y RAMÍREZ. Archivo Histórico de la Curia Arquidiócesana de Cuenca
(AHCA/C). AÑO DE 1831.

174
EL TENIENTE GENERAL
DON TORIBIO MONTES CALOCA Y PéREz

Enrique Muñoz Larrea

Cuando desembarcó en Guayaquil el 21 de junio de 1812 el recién as-


cendido a teniente general, el rango más elevado dentro del ejercito real,
don Toribio Montes nombrado Comandante General del Reino de Quito
y Presidente de su Real Audiencia, era un general colmado de méritos
dentro de los Reales Ejércitos españoles.
Don Toribio Montes Caloca y Pérez había nacido en el pueblo
de Mamés situado en la montañas de la provincia de Santander en el
año de 1749,  como fue segundón de un hogar hidalgo, no tenía otro fu-
turo que entrar al servicio de la Iglesia o la milicia, en la que se alistó a
la edad de 15 años en calidad de cadete, ingresando al  Regimiento de
Infantería del Príncipe destinado en Orán en el que permaneció hasta
el grado de Capitán.1
En su hoja de vida consta que combatió con valor en  la expedi-
ción de Argel de 1775 donde fue herido, en el bloqueo de Gibraltar de
1779, en la reconquista de la isla de Menorca a los ingleses en el año de
1781 y en la guerra de 1793 contra los franceses en la cual se tomaron la
provincia  francesa del Rosellón,2 allí fue ascendido al grado de  coro-
nel  en 1795 por méritos de guerra y dos años después a Brigadier.
Participó en la llamada guerra de las “Naranjas” contra Portugal
en 1801, después con su regimiento pasó al Campo y Línea de Gibraltar
hasta la llegada del propietario el general don Francisco Xavier Casta-
ños. En el año de 1802 le ascendieron a mariscal de Campo y el 26 de
abril de 1804 fue nombrado Capitán General e Intendente del ejército
de la Isla de Puerto Rico donde permaneció casi cinco años.
1 Siendo coronel y Jefe del Batallón de infantería de Murcia recibió en julio de 1789 al casi niño
cadete José de San Martín,  más tarde Libertador de América.
2 La Convención francesa de 1793 declaró la guerra a España, Inglaterra, Austria y a otros es-
tados europeos. En 1795 se firmó entre Francia y España un Tratado de Paz, llamado de Basi-
lea   que significó el fin de la conocida “como la guerra del Rossellón” o guerra de la
Convención, que enfrentaba a ambos países desde 1793. Esta guerra, aunque se había iniciado
de forma favorable para los intereses españoles,  después había supuesto un duro revés con  la
invasión  francesa del territorio español por Cataluña, Vascongadas y Navarra (llegando in-
cluso a ocupar Miranda de Ebro.

175
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Como gobernador de la Isla se preocupó por la cultura y edu-


cación, le cupo la honra de la fundación de la imprenta traída de la isla
contigua de San Thomas y la publicación de la Gaceta de gobierno, pri-
mer periódico de Puerto Rico. El 17 de septiembre de 1805 decretó la
obligatoriedad que todos los niños de edad escolar tenían que acudir a
la escuela.
En 1808 al tener noticia de  la invasión de los franceses a España,
sin tener autorización  de la  Corte, armó una expedición con el fin de
reconquistar la parte española de la Isla de Santo Domingo (Haití), en-
tregada a Francia por el tratado de Basilea de 1795. “Salió de aquel
puerto con la tropa necesaria, artillería, pertrechos y un bergantín ar-
mado en guerra que se compró al efecto, seis lanchas cañoneras, los
transportes y víveres precisos, consiguiéndose  después de varias accio-
nes, y puesto sitio a la plaza, hacer prisionera a toda la guarnición, que
se componía de más de mil ochocientos hombres, tiempo después se re-
cibió la Real orden aprobando todos los gastos ocasionados.
A su salida de la Gobernación de Puerto Rico fue encomiado de
la siguiente forma: “el gobierno de los militares fue, en la mayoría de
los casos, despótico y absolutista durante el siglo pasado. Hombres
como Toribio Montes o Rafael Primo de Rivera, preocupados por el bien-
estar de la Isla o por la igualdad entre sus hombres son, lamentable-
mente, una excepción”.
Habiendo solicitado regresar a España para servir contra los
francesas  remitió 1.200 pesos  de donativo para la guerra y se le destinó
como subinspector general de las tropas veteranas de milicias de Infan-
tería y caballería del Reino del Perú y Gobernador de la  plaza y puerto
del Callao de Lima, trabajo que desempeñó un año y nueve meses hasta
que fue nombrado por Real despacho de 1ro. de noviembre de 1811 Pre-
sidente de la Real Audiencia de Quito y general en Jefe del ejército de
Operaciones,3 en sustitución de don Joaquín Molina que pasó a Lima
sin destino, quedando encargado de la Presidencia el Brigadier don Mel-
chor Aymerich, gobernador de Cuenca.
El 3 de enero de 1812 el Consejo de la Regencia le asciende a te-
niente general y con ese grado arriba a Guayaquil el 21 de junio de 1812
al mando de 3974 hombres de tropa con sus respectivos oficiales, cuyo

3 Archivo General Militar de Segovia, España. Sección 1ra. Legajo 3939.


4 El batallón de trescientos efectivos que el general Montes trajo de Lima se componía de 202
soldados del regimiento del infante don Carlos, 106 de las milicias veteranas de Lima y 89 de
la milicia de pardos también de Lima.

176
E L T E N I E N T E G E N E R A L D O N TO R I B I O M O NTES C ALOC A Y PÉREZ

viaje y equipamiento fue costeado gracias a la donación de 100.000 pesos


que hizo el Consulado de comerciantes de Lima. En Guayaquil se unió  a
la expedición el coronel don Juan Sámano que estuvo de guarnición en
de Santa Fe, de la que venía huyendo luego que los patriotas santafere-
ños depusieron en el cargo al virrey don Antonio Amar y Borbón; a estos
hombres se unieron 418 de la Milicias Urbanas de Guayaquil y 1.860 de
las Milicias de Cuenca, el general Montes entraba a “Pacificar” las pro-
vincias de Quito al mando de 2.675 hombres sobre las armas, a más de
1.000 indios que fueron reclutados en calidad de porteadores.
Al iniciar la campaña de pacificación don Toribio Montes or-
denó que las milicias de Aymerich se unieran a las tropas veteranas que
trajo de Lima a más de las que tomó en Guayaquil; se encontraron  en
el pueblo de San Andrés y dispuso que el  brigadier Aymerich fuese su
segundo y tome el mando de las tropas veteranas y que  el coronel Juan
Sámano dirija a las milicias cuencanas.
Retrocedamos dos años a la entrada de Montes a Guayaquil,
para repasar brevemente la excursión militar que la Junta de Quito envió
a Cuenca para tratar de someter a su autoridad a esa realista ciudad.
Después de la pequeña zalagarda entre las fuerzas patriotas al
mando de don Carlos Montúfar y las realistas bajo la conducción de don
Melchor Aymerich que tuvo lugar en el sitio llamado Paredones en las
proximidades de Cañar la madrugada del 17 de febrero de 1811, ante
las noticias que corrieron sobre el “triunfo” patriota, se produjo una tra-
gicomedia entre las autoridades realistas: el presidente don Joaquín Mo-
lina abandonó la ciudad y presentó la renuncia de su cargo al Cabildo
de Cuenca, la que fue aceptada; el obispo viendo que el Ayuntamiento
le aceptó la renuncia al presidente, huyó a Guayaquil ciudad en la que
permaneció largo tiempo; la pequeña guarnición que custodiaban la ciu-
dad ante el miedo que tenían a los quiteños, también “pusieron pies en
polvorosa”, el Cabildo cuencano invitó a Montúfar a que entre en paz a
la ciudad, ofrecimiento que no fue aprovechado. Luego de verse las
caras por 15 días Montúfar y Aymerich, cada cual “cogió las de Villa-
diego”, Montúfar a Quito y Aymerich a su gobernación en Cuenca a es-
cribir  informes a la Junta de Regencia de España sobre sus “brillantes
triunfos sobre las fuerzas patriotas”, que a vuelta de correo le llegó el
ascenso a Brigadier
Un año más tarde y en mismo el mismo sitio, las tropas patriotas
estuvieron frente a frente con las realistas, esta vez al mando del coman-

177
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

dante Feliciano Checa que al saber este la entrada de Montes a Guaya-


quil, se replegó a la ciudad de Riobamba para contener a los cuerpos re-
alistas de Guayaquil y Cuenca.
Las bisoñas fuerzas patriotas de Checa que tenían por misión
contener a la fuerzas realistas del general Montes tuvieron una carácter
heterogéneo, eran indisciplinadas, sin entrenamiento, no contaban con
la ayuda de un “pie veterano” que consistía en que en cada pelotón o
compañía esté al mando de un oficial y sargento veterano que servía de
consejero, guía y soporte a este “ejército” inexperto, como así se acos-
tumbraba en ese tiempo al inicio de un reclutamiento de nuevas levas
de milicianos, hasta que al cabo de un tiempo en que recibían una ins-
trucción adecuada sobre las artes de la guerra, se les considere vetera-
nos.5 “Esta campaña, la más importante de cuantas antecedieron, fue
sin embargo la menos arreglada (organizada), porque jefes, oficiales, clé-
rigos y frailes, ocupados solamente en juegos y todo género de orgías,
no hacían caso alguno de la moral, de su deber ni del enemigo que ya
lo tenían encima. En son de descubrir campo (patrullar), los oficiales
iban y volvían de aquí para allá, visitando en esta hacienda, dando en
otras serenatas al rasgueado de guitarras o estableciendo garitos por los
contornos del mismo campamento”.6
El comandante patriota Checa estaba concentrado en Riobamba
a cargo de una fuerza de 2.900 hombres, muchos de ellos se decían de
“cuchillo y palo” porque eran las únicas armas con que contaban, y ante
el avance de las tropas reales hacia Guaranda se replegó a Mocha consi-
derando que era una posición más ventajosa para enfrentar al enemigo.
Después de varias escaramuzas,  el ejército real burla las defen-
sas patriotas  y entra en Mocha, igualmente elude las establecidas sobre
la quebrada de Jalupana en Latacunga, gracias a la ayuda de americanos
realistas que conocían la orografía del terreno, se presentan en las gote-
ras de Quito que la toman el 7 de noviembre de 1812 con la pérdida de
70 hombres en ambos bandos y numerosos heridos
La entrada de Montes  estuvo presidida de toda clase de rumo-
res “ sobre los crímenes y desafueros” que venían cometiendo a su paso

5 El significado de veterano dentro del ejército español, no tenía que ver con la edad, sino con
la preparación y entrenamiento para desempeñar la función de cualquier puesto dentro del
ejército.
6 Pedro Fermín Cevallos. Historia del Ecuador. Tomo VII, Editorial Tungurahua. Ambato 1972.
Pág. 9.

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las tropas realistas, y los que pensaban en el escarmiento que podía


hacer con los habitantes de Quito; tal fue el pánico que se apoderó, que
muchas personas, algunas ordenes religiosas, incluso de clausura, con
el obispo al frente, abandonaron la ciudad, más, las medidas que tomó
el nuevo Presidente fueron las acertadas y justas para obtener la recon-
ciliación y tranquilidad a la provincia.
El general Montes debió estar bien enterado de los aconteci-
mientos en la Audiencia de Quito y seguramente pensó en no caer en
los mismos errores que incurrieron los anteriores Presidentes. El come-
tido de su gobierno era pacificar al país y tranquilizar los ánimos tanto
de los patriotas exaltados como de los realistas efervescentes. Le favo-
reció a su propósito de pacificación  el “triunfo” de las fuerzas realistas
cuencanas  en Verdeloma y la división de los patriotas quiteños, y, frente
al estado de rebeldía que se encontraba el país, tenía que resolver pri-
mero militarmente esa situación y luego adoptar otras  medidas de go-
bierno…
Después de los aislados desafueros del ejército realista en su en-
trada en Quito, Montes mandó a contener tales abusos y a devolver los
objetos del pillaje. Trató de calmar a la población por medio de bandos
exhortándoles volver a sus casas sin ningún temor, a excepción de una
lista que comprendían una cincuentena de nuestros padres patriotas, a
los que les impuso fuertes contribuciones económicas, a no pocos les
hizo prisioneros, les confinó y desterró; al final de su mandato estas
penas fueron levantadas.
Inmediatamente de la toma de Quito el general Montes envió
al coronel Sámano en persecución de los restos del derrotado ejército
patriota que se había replegado hacia el norte; otra vez surgió la desa -
venencia  por el mando de las milicias entre el coronel Francisco García
Calderón y Carlos Montúfar, no se llegó a ningún acuerdo y cada uno
obraba según su criterio.
Diversas circunstancias obraron en la derrota patriota en Ibarra:
la desavenencia e ingenuidad de los mandos, la falta de preparación y
disposición de ánimo de las milicias quiteñas, propició para que Sámano
ocupara Ibarra ante las desbandada de las fuerzas patriotas, las persi-
guió tomó prisioneros al coronel Francisco Calderón, al comandante
Manuel Aguilar y al comandante de caballería Marcos Guillón, nacido
en Francia y avecindado en Guayaquil. Luego de un juicio sumario fue-
ron fusilados Calderón y Aguilar y don Marcos Guillón sufrió la bárbara

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pena de muerte por la horca. Con esta inhumana acción quiso Sámano
dar un golpe de efecto para apagar en el pueblo quiteño sus inquietudes
libertarias.
Hay una mancha en la administración de Montes cual fue la eje-
cución cruel y sanguinaria de don Nicolás de la Peña Maldonado y de
su mujer doña Rosa Zárate, héroes epónimos de las luchas libertarias
de 1809; después de la batalla de Ibarra huyeron hacia Esmeraldas y en
Playa de Oro fueron tomados prisioneros ejecutados por la espalda y
cortadas sus cabezas el día 14 de julio de 1813,  fueron remitidas a Quito
donde fueron expuestas en la Recoleta de la Merced y en la Plaza Mayor.
Montes envió a Sámano, elevado ya al grado de brigadier, a pa-
cificar a Popayán que había sido tomada por el presidente Masuera, re-
clutó a entusiastas realistas en Pasto y en el  Patía y formó una brigada
de más de 1.800 hombres, todos ellos devotos y animosos de servir a  las
armas reales. Ocupó Popayán, Cali, Buga, Quindío, Ibagué venciendo
una y otra vez al francés  teniente coronel Servies que estaba al frente
de las tropas republicanas.
Sámano estableció sus reales en la población de Cartago en es-
pera de la propuesta de paz que don Toribio Montes había enviado a la
Junta de Bogotá, adjuntándoles la nueva Constitución de Cádiz. Esta la
rechazó y nombró presidente a don Antonio Nariño teniente general del
ejército republicano para que prosiga la guerra. Salió hacia el sur y le
derrotó al Brigadier Sámano en el sitio llamado Calivio el 15 de enero
de 1814, en vista de esta pérdida y ante las quejas que recibió sobre los
desafueros, pillaje de las tropas de Sámano contra las personas de la pro-
vincia,  fue reemplazado por el  mariscal de campo don Melchor Ayme-
rich. Sobre este hecho Montes escribió “Todo proviene de no haber
observado el brigadier Sámano mis órdenes y prevenciones, y proce-
diendo sin política con los vecinos de un país que se prestaron gustosos
a recibirlo antes que entrara en él, pues deseaban sacudirse de los males
que sufrían, han padecido robos saqueos y atropellamientos, sin oírles
sus justas quejas y reclamos…”7 Para finales de 1814 y una vez derro-
tado Nariño, ya estaban pacificadas las provincias del norte.
En el mes de mayo de 1813 el presidente Montes recibió la
nueva Constitución española que fue promulgada por las Cortes Gene-
rales de España el 19 de marzo de 1812. Los quiteños la recibieron y ju-

7 Ibídem.

180
E L T E N I E N T E G E N E R A L D O N TO R I B I O M O NTES C ALOC A Y PÉREZ

raron  con indiferencia, ya que para ellos  era irreversible el concepto de


independencia de España; hasta ese entonces  sus reivindicaciones eran
la igualdad de oportunidades con los peninsulares para acceder a la ad-
ministración del gobierno, la libertad de comercio y otras exigencias me-
nores, la figura del Rey como tal, nunca fue discutida, ahora, como ya
lo proclamaron en 1809, creían que la soberanía residía en la nación y
no solamente desechaban la monarquía absoluta, sino que desconocían
su autoridad, tal era la idea unánime de los patriotas americanos que
regaron con su sangre los campos de Venezuela, Nueva Granada y la
sellaron en Pichincha, años más tarde.
Ante la política de conciliación del presidente Montes, el gober-
nador Aymerich, el obispo de Cuenca y el brigadier Sámano que perte-
necían a la “línea dura” pusieron muchos reparos a los electores y
candidatos a regidores que se iban a presentar a la elección del Cabildo
Constitucional, de acuerdo con las nuevas leyes; a ellos se sumaron Fro-
mista, Arteaga y otros realistas tales como don Ramón Núñez del Arco,
doctor Andrés de Villamagan, Calixto y Muñoz etc.. Así, Aymerich lo
hace conocer a la Regencia, en un extenso documento que escudriña a
cada uno de ellos por su participación en los anteriores pronunciamien-
tos libertarios. El presidente Montes se queja a la Regencia: “que el bri-
gadier gobernador de Cuenca don Melchor Aymerich vertiendo especies
en la tropa y protegiendo la insubordinación hasta el extremo de expre-
sar planes sobre invadir mi persona y despojarme del mando. Misera-
bles, conocen poco mis recursos, el país, sus intereses, los de la nación,
sus ideas y los poderosos motivos que me han hecho obrar para reunir
en el Cabildo Constitucional a los hombres más pudientes de mejor fe,
de una influencia decidida, queridos por el pueblo, y por consiguiente
los únicos que deben fijar la opinión, contener el desorden y cimentar
el nuevo sistema realizando los deseos de la nación.”8 Magistral la lec-
ción de estadista. Si España se hubiese esmerado en elegir a los funcio-
narios que enviaron a América y nos habría mandado unos Montúfar,
Carondelet, Montes o Mourgeón la suerte  común pudo ser distinta, por
los menos nos hubiéramos ahorrado tantas muertes y dolor, ya que la
independencia, que era inevitable, se la pudo alcanzar en otra forma.
Como dijo Rubén Darío: “hay mil cachorros sueltos del León español”
que querían su libertad.

8 José Gabriel Navarro. La Revolución de Quito del 10 de agosto de 1809. Quito 1962. Pág. 468.

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Voy a citar al correcto historiador don Pedro Fermín Cevallos


del juicio que hace del gobierno de don Toribio Montes:

El general Montes  es otro de los gobernantes de tino y discreción, de


quien puede gloriarse la nación española: pues, aunque fueron muchos
sus actos de severidad con los vencidos, respecto de contribuciones, pri-
siones, confinamientos y destierros, también tuvo contemplaciones y
condescendencias que dulcificaron la suerte de nuestros padres, obte-
niendo en recompensa mantener la pública tranquilidad. Se puso como
hombre de mundo a la altura de las circunstancias del pueblo vencido,
y penetrando con acierto la conducta que debía seguir obró con tanta
prudencia, que todos sus contemporáneos confiesan haberse debido ex-
clusiva- mente a su habilidad y procedimientos suaves la pacificación
de esta provincia.

Veamos lo que manifiesta el general Montes de su gestión:

Habiéndome nombrado S.M. Presidente de la Real Audiencia de


Quito, cuyo Reino se hallaba en insurrección entré en la Capital atra-
vesando repetidas veces la cordillera de los Andes a fuerza de armas,
el día 7 de noviembre de 1814, conseguí su pacificación, estableciendo
el gobierno en todos los ramos de aquellas provincias que comprenden
más de trescientas leguas, donde permanecí hasta el 26 de julio de 1817
que entregué en la mayor tranquilidad el mando al teniente general
don Juan Ramírez, habiendo sostenido durante aquel tiempo con la
tropa del ejército a su cargo, diez y nueve acciones de las que dio opor-
tunamente testimonio al Ministerio de la Guerra por conducto del vi-
rrey del Nuevo Reino de Granada, en las cuales se apresaron más de
tres mil fusiles, setenta cañones de todos los calibres, mil pares de pis-
tolas y un considerable número de lanzas, sables, espadas y las muni-
ciones y pertrechos correspondientes…
Por real Orden de 14 de octubre de 1815, se dignó SM concederme la
Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel la Católica y las conde-
coraciones militares de San Hermenegildo y San Fernando el 26 de fe-
brero de 1817.

Al término de su mandato salió de Quito el 26 de julio de 1817


y llegó al puerto de Cádiz el 29 de abril de 1819 después de dos años de

182
E L T E N I E N T E G E N E R A L D O N TO R I B I O M O NTES C ALOC A Y PÉREZ

viaje. Una vez que se presentó al ministro de Guerra en Madrid, fue de-
signado  vocal de las Suprema Asamblea de las  Órdenes de Isabel la
Católica y la de San Fernando y el 20 de junio de 1820 fue nombrado
vocal de la Junta Militar de Indias.
Habiendo cumplido 72 años de edad y acreditado 63 años, 9
meses 18 días de servicio en los Reales Ejércitos, solicitó su retiro a la
ciudad de Murcia.
Cuando el deber nuevamente lo llamó al servicio en el año de
1823 se encargó del mando militar de la provincia de Murcia, debido a
que  las autoridades constitucionales abandonaron la ciudad cuando en-
traron en España las tropas aliadas, llamados los 100.000 hijos de San
Luís, para sostener al tambaleante rey Fernando VII. Estuvo al mando
de la provincia hasta que fue reemplazado el 31 de diciembre de 1827.
El 13 de abril de 1828 solicita al Rey que le autorice el traslado
a Madrid, ya que no le sienta bien el clima de Murcia por ser “salitroso
y de malas aguas”, causándole este temperamento mucho perjuicio a su
salud, sin embargo, dice, el clima de Madrid ha sido siempre bueno y
ha disfrutado de él.
No sabemos que le retuvo en la ciudad de Murcia, puede ser
que se agravó su estado de salud, lo cierto es que el Capitán General del
Ejército de Valencia y Murcia da el parte al Secretario de Estado y del
despacho de Guerra del fallecimiento del teniente general don Toribio
de Montes en la madrugada del 1 de enero de 1829, a la edad de 79
años.9

9 Archivo General Militar de Segovia, España. Legajo M-3939.

183
ORÍGEN DEL DR. ANGEL POLIBIO CHAVES,
FUNDADOR DE LA PROVINCIA DE BOLIVAR

Gregorio César de Larrea

EL APELLIDO CHAVES
Los especialistas expresan que Chaves, con “s”, no con “z”, es antiguo
y noble linaje, originario de Portugal, de donde pasó a España, entron-
cando con ilustres familias.
Chaves, en Portugués, singifica “llaves”. En España fundaron
varias casas: una de ellas en Ciudad–Rodrigo (Salamanca); otra, en Tru-
jillo (Cáceres), de la que dimanaron los Condes y Duques de Noblejas;
otra, en Badajoz; una adicional en Segovia, de la que procedieron los
Marqueses de Quintanar; y otras en Burgos y en Teruel. (Consultado en
Internet.- Ver Bibliografia).
Algunos títulos nobiliarios españoles han sido ostentados por
el apellido Chaves, a saber: Marqués de Bermudo, extendido en 1869 a
Don Juan Ignacio de Chaves. Conde de Casa Chaves (1815) a Don José
Mauricio de Chaves y Mendoza. Duque de Noblejas (1829) para Don
Mariano del Amparo de Chaves y Villarroel. Marqués de Quintanar
(1714) a Don Pedro de Cháves y Girón. Conde Santibañez del Ríoi (1689)
para Don Diego Godínez y Brochero, que en 1974 sucedió Doña María
Cristina Gallego de Chaves y Escudero. (González–Doria, Fernando,
Diccionario Heráldico y Nobiliario de los Reyes de España).
Una rama de la casa de Ciudad–Rodrigo pasó al Perú, en la per-
sona de Gómez de Chaves, natural de dicha población, cuyo nieto
Gómez de Chaves y Gómez, natural de Lima, ingresó a la Orden de San-
tiago el 20 de Noviembre de 1632.
En España, igualmente, hubo múltiples caballeros de este ape-
llido que probaron nobleza la ingresar a las distintas Ordenes Nobilia-
rias (Consultado en Internet.- Ver Bibliografía).
El Genealogista, Dr. Fernando Jurado Noboa, opina que la fa-
milia del Dr. Angel Polibio Chaves “pasó de extremadura a Riobamba
hacia 1640 y de aquí a Chimbo por 1680, para aparecer posteriormente
en Guaranda” (Vega y Vega, Wilson C, Angel Polibio Chaves, Fundador

185
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

de la Provincia de Bolívar, Colección SAG, vol. 116, Quito, 1997, pg. 11).
Su tronco habría sido el Maestre de Campo Don Juan de Chaves Hino-
josa, Caballero de Santiago, nombrado Corregidor de Guayaquil, cargo
al que renunció para ser Corregidor de Riobamba desde 1642. (Freile
Larrea, José, Don Juan de Hinojosa y Chaves, Corregidor de Riobamba,
en la Revista CENIGA, vol. 9, Julio 1991, pg. 29-53).
El autor del presente artículo ha logrado rastrear los ancestros
del Dr. Angel Polibio Chaves, documentadamente, desde inicios del
siglo XVIII, en Guaranda, como se verá a continuación.
Alférez don Leonardo de Chaves.- Poseía el grado de oficial
militar de Alférez y usaba el “don” propio de las élites. En Guaranda, el
25 de Enero de 1723, el Alférez Leonardo de Chaves, vecino del pueblo
de Guaranda, se obliga a pagar al Capitán don Juan Bautista Plasarte,
vecino de Guayaquil, residente en Guaranda, 600 pesos de a ocho, por
el arrendamiento de las Rentas Decimales (Cobranza de Diezmos) de
los pueblos de San Lorenzo y sus anejos, para el año1723. (Guaranda,
Notaría 1ª, Protocolos 1702-1763, f.140v.). Casó con doña Juana López
de Galarza, viuda del Sargento Mayor don Dionisio Camacho. (Gua-
randa, Not.1ª, Protc.1778-1789,f.149v:13 Abril 1780).
Don Leonardo Chaves y Galarza.- Asistió enormemente a su
madre en sus enfermedades, en su hacienda Catanaguán, por lo que en
Guaranda, el 13 de Abril de 1780, ella cede a su hijo don Leonardo Cha-
ves y Galarza, 6 caballerías de tierra (Guaranda, Not. 1ª, Protc.1778-
1789,f.149v: 13 Abril 1780). don Leonardo Chaves era hermano de don
Sebastián Chaves y Galarza. En Guaranda, el 18 de Agosto de 1781, don
Sebastián y don Leonardo Chaves y Galarza eran albaceas y herederos
de doña Juana Galarza, ya difunta. Su madre dejó la estancia Capito, en
términos del pueblo de San Lorenzo, en la jurisdicción de Guaranda.
(Guaranda, Not. 1ª, Protc.1778-1789,f.234v: 18 Agosto 1781).
Don Leonardo Chaves y Galarza poseía 4 caballerías en el valle
de Catanaguán, en términos del pueblo de Chapacoto, en la jurisdicción
de Guaranda (Guaranda, Protc.1ª, 18 Agosto 1781,f.234 v.). Don Leo-
nardo Chaves y Galarza testó en Guaranda, el 29 de Marzo de 1791 y
otorgó codicilo el 1º de Abril de 1791 (Guaranda, Not.1ª, Protc.1790-
1801,f.51 y 54). Declaró ser hijo legitimo de don Leonardo Chaves y doña
Juana Galarza, ya difuntos. Fue casado con doña Tomasa Gonsales. Tuvo
los siguientes hijos:
– Don Bernardo Chaves y Gonsales.- Estudió en el Real Colegio de San

186
O R Í G E N D E L D R . A N G E L P O L I B I O C H AV E S , F U N DA D O R D E L A P R OV I N C I A D E B O L I VA R

Fernando, en Quito (Ver codicilo de su padre). Vivía en 1791.


– Don Casimiro Chaves y Gonsales
– Don José Chaves y Gonsales.- Vivía en 1791.
– Doña Antonia Chaves y Gonsales.- Difunta en 1791. Casó con N. Pas-
miño y tuvo 2 hijos legítimos: don Antonio y don Juan Pasmiño Cha-
ves.
Al casarse, su mujer, doña Tomasa Gonsales, aportó al matri-
monio “el sitio donde moro” y una casa. Dejó, al morir, una estancia lla-
mada Catanaguán, comprada a doña Juana Galarza; ahí, él fabricó una
casa.
Don Leonardo Chaves y Galarza era compadre de don José Ri-
vadeneyra. Fueron testigos de su testamento: don Juan Camacho Cha-
ves, don Andrés Chaves y don Pedro Galarza.
Por otra parte, don Sebastián Chaves y Galarza, hermano de
don Leonardo, testó en Guaranda, el 7 de Febrero de 1789 (Guaranda,
Not 1ª, Protc.1778-1789,f.676). Don Sebastián declaró ser natural de Gua-
randa; hijo legítimo de don Leonardo Chaves y doña Juana Galarza, ve-
cinos que fueron de Guaranda, ya difuntos. Casó con doña Margarita
León, quien no llevó dote al matrimonio. Tuvieron 9 hijos, de los cuales
a la fecha vivían 5: Toribio (clérigo diácono), Pablo, Antonio, Rosa c.c.
don Pedro Chavarría (Guaranda, Not1ª, Protc.1790-1801,f.34) y María
Chaves León (doncella).
Don Sebastián Chaves y Galarza con su esposa compraron la
estancia Pucará. Su fundo, Pucará y San Miguelito estaba ubicado en
términos del pueblo de Guanujo. Lo compraron a doña María Camacho
c.c. don Ramón Cano, en 350 pesos (Guaranda, Protc. 1º, 11 Agosto
1789,f.709).
En Guaranda, 4 de Febrero de 1779, don Juan Martínez, vecino
de Guaranda, dice que don Gregorio Martínez es vecino de Quito. Ex-
presa que otorgó poder a don Gregorio, y en esa fecha lo sustituye con
don Sebastián Chaves, vecino de Guaranda (Guaranda Not.1ª,
Protc.1778-1789). Además, en Guaranda, el 3 de Agosto de 1779, don
Fernando Arroba restituye poder en don Sebastián Chaves (Guaranda,
Not. 1ª, Protc.1779,f.26).
Una hija de don Sebastián Chaves y Galarza, llamada doña Rosa
Chaves y León declara, en Guaranda, el 13 de Junio de 1798, ser viuda
de don Pedro Chavarría. Era vecina de Guaranda. Vende un potrero lla-
mado Suruguayco, que lo compró a doña Leocadia Roca, situado en tér-

187
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

minos del pueblo del Guanujo (Guaranda, Not. 1ª, Protc. 1790-1801,
f.530).
Don Sebastián Chaves y Galarza poseía en 1781 una estancia en
el pueblo del Guanujo, que la compró a doña María Camacho en 350
pesos (Guaranda, Protc. 1º, 18 Agosto 1781, f. 234 v).

Don José Chaves y Gonsales.- Que aparece en los documentos,


también como don José Martínez de Chaves, apellido usado segura-
mente en honor de algún antepasado.
En Guaranda, el 30 de Diciembre de 1779, don José (Joseph)
Martínez de Chaves, vecino de ese asiento, vende a Marcelo Tello, ve-
cino del pueblo de San Lorenzo, más o menos una caballería de tierras
en el territorio de Induzi, que compró en público remate de los bienes
de Asensio Quirós, contra los que siguió causa ejecutiva don Xavier de
la Puente (Guaranda, Not. 1ª, Protc. 1766-1798).
En Guaranda, el 27 de Agosto de 1783, encontramos a don José
Chaves, vecino de Guaranda, actuando jurídicamente (Guaranda, Protc.
1º, 1778-1789,F.324).
En Guaranda, el 12 de enero de 1789, doña Tomasa Gonsales,
viuda de don Leonardo Chaves, dice que su marido vendió una caba-
llería de tierra y estancia, en el valle de Catanaguán, a su hijo don José
de Chaves, en 100 pesos (Guaranda, Not. 1ª, Protc.1790-1801,f.499v.).
En Guaranda, el 13 de Febrero de 1836 se nombró, al “ciuda-
dano” José Chaves, tasador de un fundo de la ciudadana Sebera Ga-
larza. (Guaranda, Not.1ª, Protc.1835-1838,f.10).
El ciudadano don José Chaves testó en Guaranda, el 22 de No-
viembre de 1836. (Guaranda, Not.1ª, Protc.1835-1838,f.10). Había casado
en primeras nupcias con doña Elena Rivadeneyra, hija de don José Ri-
vadeneyra. tuvieron 18 hijos de los cuales al momento vivían 2:
Don José Chaves Rivadeneyra.- Su padrino fue el Dr. don Prós-
pero Vásconez, cura de Guanujo. Casó con doña María Coloma.
Doña Ana Chaves Rivadeneyra.- Casada con el ciudadano An-
tonio Camacho.
Su padre declara que a su hija doña Ana le ha entregado 1.700
y más pesos; y a su hijo don José ha entregado 793 pesos y reales (Ver
codicilo de don José Chaves de 24 de Noviembre 1836). Tomaron sus 2
hijos, los terrenos llamados Catanaguán.
Declaró que en el mismo sitio de Catanaguán poseía 8 caballe-

188
O R Í G E N D E L D R . A N G E L P O L I B I O C H AV E S , F U N DA D O R D E L A P R OV I N C I A D E B O L I VA R

rías de terreno.
Decía además tener como sus hermanos a: don Bernardo, don
Casimiro y doña Antonia Chaves.
Durante un primer matrimonio construyeron 2 casas: una de
altos y otra de bajos.
Casó en segundas nupcias con la Señora Manuela Arregui Mar-
tínez, hija legítima de don José Arregui y doña Rosalía Martínez. Pro-
crearon 8 hijos, de los cuales vivían, al momento 3: Doña Teresa Chaves
Arregui, Don Benedicto Chaves Arregui, Doña Trinidad Chaves Arre-
gui.
Con su segunda esposa compraron la estancia Guangoliquín en
150 pesos.
El ciudadano José Chaves otorgó 2 codicilos en Guaranda: el 23
de Noviembre de 1836 y el 24 de Noviembre de 1836 (Guaranda, Not.1ª,
Protc.1835-1838, f.60 v. y f.61 v.).
Existe una escritura hecha en Guaranda por el ciudadano Ma-
riano Barriga, como albacea de don José Chaves, de algunas cuadras de
terreno, a favor de Benancio Rivas, en 36 pesos (Guaranda, Not.1ª,
Protc.1835-1838, f.68 v.).
En Guaranda, el 5 de abril de 1837, existe una escritura de fianza
que hace la ciudadana Ana Chaves, a favor de su marido el ciudadano
Antonio Camacho, por 200 pesos, para que entre en el “destino de con-
ductor de balijas” (Guaranda, Not.1ª, Protc.1835-1838, f.73).
En Guaranda, el 3 de Marzo de 1838, la Señora Ana Chaves c.c.
ciudadano Antonio Camacho, y los ciudadanos: Mariano Alegría, José
Manuel, Joaquín, Lisardo Carbajal, dan fianza al ciudadano Fernando
Calero, que remató en este año el Diezmo de la Parroquia de Guanujo,
en 1.330 pesos.

Don Benedicto Chaves Arregui.- Hijo legítimo de don José


Chaves y Gonsales y doña Manuela Arregui Martínez. Casó con doña
soledad del Pozo Lombeida. Hijo:

Doctor don Angel Polibio Chaves del Pozo.- Nació en Gua-


randa el 22 de Febrero de 1855. “Abogado, militar, político, poeta y pe-
riodista. Fundador de la Provincia de Bolívar en 1884 de la que fue su
primer Gobernador”. Falleció en Guaranda, el 11 de Septiembre de 1930
(Vega y Vega, Wilson C. Angel Polibio Chaves, Fundador de la Provincia

189
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

de Bolívar, Colección Sociedad de Amigos de la Genealogía, SAG,


vol.116, Quito, 1997,287p.p.).
Se graduó de abogado en Cuenca. En 1882 se enroló en el Ejér-
cito Restaurador que combatía contra la dictadura del Gral. Ignacio de
Veintemilla, obteniendo el Grado de Coronel. Colaboró con gran nú-
mero de diarios y revistas, y fundó por lo menos diecinueve periódicos.
En 1883 fundó el diario “Los Principios”, que fue el primero publicado,
regularmente, en Quito. Fue Concejero Municipal en Guaranda, Secre-
tario del Consejo de Estado, Director del Colegio Militar, Director de Es-
tudios de Pichincha, Subsecretario de los Ministerios de Relaciones
Exteriores y de Hacienda, Diputado y Legislador, miembro de muchas
asociaciones nacionales y extranjeras. Publicó numerosos libros y folle-
tos. (Pérez Merchant, B., Diccionario Biográfico del Ecuador, Quito, 1928,
515 p.p.). Había casado con la distinguida dama Doña Juana Ramírez.

DATOS SIN FILIAR SOBRE CHAVES EN GUARANDA


– Dr. don Hipólito Machado de Chaves: En Guaranda, el 9 de Abril de
1734, el Alférez Bernardo Sánchez Barragán, vecino de Guaranda,
otorga poder al Dr. don Hipólito Machado de Chaves, cura del Pueblo
de San Miguel (Guaranda, Not.1ª, Prot.1702-1767).- Datos sobre la fa-
milia Machado de Chaves constan en el artículo de Gregorio César de
Larrea, intitulado Don Gabriel de Vera y Aragón, Corregidor de Lata-
cunga, y su familia, publicado en la Revista del Centro Nacional de
Investigaciones Genealógicas y Antropológicas, CENIGA, vol.15, Julio
1997, Quito, pag.175-177. Desconocemos si se trata de la misma familia
Chaves del Dr. Angel Polibio Chaves.
– Don Joseph (José) y doña Leonor Chaves: Eran vecinos de Guaranda
en el siglo XVIII. (Guaranda, Not.1ª, Protc.1702-1767,f.623).
– Doña Manuela Chaves: En Guaranda, el 20 de abril de 1764, era ya di-
funta. Casada con don Antonio Exsila, también difunto (Guaranda,
Not.1ª, Protc.1778-1789, f.23. Foja suelta dentro del libro). Doña Ma-
nuela Chaves: tenía como hija legítima en 1789 a doña Josefa Excila
Chaves (Guaranda, Not.1ª, Protc.1778-1789, f.704v.).

DATOS SIN FILIAR SOBRE CHAVES EN RIOBAMBA


– En Riobamba, el 1 de Abril de 1675, Matías de Chaves de la Costa era
mercader. (Riobamba, Arch. Histórico Casa de la Cultura, Not.1ª,
Protc.1674-1679, f.361, caja 41).

190
O R Í G E N D E L D R . A N G E L P O L I B I O C H AV E S , F U N DA D O R D E L A P R OV I N C I A D E B O L I VA R

DATOS SIN FILIAR SOBRE MARTINEz EN GUARANDA


– Entre las familias de Guaranda, Martínez es una de las que descendía
el Dr. Angel Polibio Chaves.
– Gaspar Martínez: Testamento, 13 de Mayo de 1642 (Guaranda, Not.
1ª, Protc.1625-1637 y 1637-1653, f.42.- Libro mal empastado): Consta
que era vecino de Quito, residente en Chimbo, natural de Aranda de
Duero, en Castilla la Vieja, Reino de España; hijo legítimo de Amaro
Martínez y María Albarez, hidalga. Tenía de caudal en la Ciudad de
los Reyes (Lima), 512 pesos de a 8. Llevó paños, como mercader, a
Lima. Casado primero con María Reguero. Tuvo 6 hijos: 5 varones y 1
hembra, llamados: Fray Gaspar, Fray Bartolomé, Fray Antonio Martí-
nez, los 3 de la Orden de Santo Domingo. Otro, José Martínez; y una
más. La hija, Isabel Martínez. Todos ellos vivían en Quito. La esposa
recibió de dote 1.800 pesos en plata y ajuar. Casó segundo, después
de enviudar, con doña Isabel de Figueroa, ya difunta. Tuvo 1 hijo, ya
fallecido. Su segunda esposa no llevó dote al matrimonio. Nombra he-
rederos a sus hijos José e Isabel Martínez.
- Don Gregorio Martínez de Valmaseda: En Guaranda, el 24 de
Julio de 1778, era vecino de Quito, transeúnte en Guaranda. Da poder a
don Juan Josef (José) Martínez, vecino de Guaranda (Guaranda, Not.1ª,
Protc.1778-1789, f.18).
- Maestro don Josef Joaquín Martínez y Camacho: en Guaranda,
el 9 de Octubre de 1779, declaró ser bisnieto legítimo de Nicolás Cama-
cho.
En Guaranda, el 16 de Octubre de 1779, expresó: que don Ma-
nuel de Arregui poseía la hacienda Quinchoa, en términos de Guaranda,
que heredó de sus padres. Están impuestos en ella, 1.000 pesos a censo,
por Francisco Sánchez Albarado. Este censo lo reclama don José Joaquín
Martínez y Camacho, descendiente legítimo de Albarado.
El Maestro don Josef Martínez pretende Ordenes Mayores y
pide esa capellanía.

191
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

BIBLIOGRAFÍA

– Vega y Vega, Wilson C., Angel Polibio Chaves, Fundador de la Provincia de Bolívar,
Colección de la Sociedad de Amigos de Genealogía, SAG, vol.116, Quito, 1997, 287
p.p.
– Pérez Merchant, B, Diccionario Biográfico del Ecuador, Escuela de Artes y Oficios,
Quito, 1928, 515 p.p.

El internet cita las siguientes fuentes:


– Nobiliario de Armería, por Miguel de Salazar.
– Nobiliario, de Onofre Esquerdo.
– Libro de Linajes y Armas del Reino de Aragón, por Juan del Corral
– Armas y Blasones, de Jerónimo Bolea.
– Historia de la Casa de Silva, por Luis de Salazar y Castro.
– Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española.
– Armorial Portugués, de Santos Ferreira.
– Diccionario Heráldico y Nobiliario de los Reinos de España, por Fernando Gonzá-
lez Doria.
– Angel Polibio Chaves, Fundador de la Provincia de Bolívar, Colección Sociedad
Amigos de Genealogía, SAG, vol. 116, Quito, 1997, 287 p.p.
– Don Juan de Hinojosa y Chaves, Corregidor de Riobamba, por José Freile Larrea,
en Revista del Centro Nacional de Investigaciones Genealógicas y Antropológicas,
CENIGA, vol. 9, julio 1991, Quito, pg. 29-53.

FUENTES PRIMARIAS CONSULTADAS


– En Guaranda, Archivo de la Notaría Primera, fueron revisados totalmente los si-
guientes libros de Protocolos, que no tienen índice.
- 1702-1767, 1766-1798, 1778-1789, 1790-1801, 1835-1838
- En Guaranda, Archivo de la Notaría Primera, fueron revisados parcialmente los
siguientes libros de Protocolos, que no tienen índice:
- 1603-1622 (Este libro contiene también protocolos de otros años, por ej. de 1674.
- 1625-1637 y 1637-1653 (Contiene también los Protc. de 1656-1657, 1640-1643 y
1660).
- 1632-1637
- 1682-1686
– En Riobamba, Archivo Histórico de la Casa de la Cultura, fueron revisados par-
cialmente los siguientes libros de Protocolos que pertenecieron a la Notaría Pri-
mera:
– Caja 30: 1647-1649, Caja 32: 1650-1653, Caja 35: 1656-1660, Caja 36: 1658-1661, Caja
38: 1646-1663, Caja 41: 1674-1673.

AGRADECIMIENTO
Al Doctor don Gonzalo Chiriboga Chaves y al Doctor don Martín Chiriboga Chaves.
Al doctor don Angel Escudero Vásconez, Notario Primero del Cantón Guaranda, por
haberme permitido revisar los libros antiguos de Protocolos.

192
DISCURSOS
ACADÉMICOS
ACOTACIONES SOBRE LA MASACRE
DEL 2 DE AGOSTO DE 1810

Gustavo Pérez Ramírez

Sea lo primero, muy grato y sentido, expresar mis más sinceros agrade-
cimientos a las directivas y miembros de número de la Academia Nacio-
nal de Historia, por mi ascenso a individuo de número. Para mí es muy
honrosa, si bien en extremo generosa esta decisión por lo que representa
esta prestigiosa y centenaria Academia, que tiene a su haber pléyades
de notables historiógrafos, desde su egregio fundador, Federico González
Suárez, hasta nuestros días, con un ilustre director como el actual, Dr.
Juan Cordero Íñiguez e inmediatos antecesores, Doctores Manuel de
Guzmán Polanco, Plutarco Naranjo Vargas, Jorge Salvador Lara, todos
de muchos méritos intelectuales y humanos, y con historiadores de la
talla del Doctor Jorge Núñez Sánchez, quien tan gentilmente me ha dado
la bienvenida, y de Fray Agustín Moreno Proaño, para no citar sino unos
pocos, que han sido estimulo constante para mi labor de historiador.
Acepto tan alta distinción sin pretensión alguna, consciente de
que no soy sino un ratón de archivos, hemerotecas y bibliotecas. Como
tal doy prioridad a la investigación sobre documentos primarios, a la
luz de un paradigma historiográfico analítico, crítico, no elitista, en
busca de conocer y servir mejor a este gran país al que tanto debo, co-
menzando por haber encontrado en la quiteña y talentosa escultora, Fina
Guerrero Cassola, la mujer de mis sueños, con quien, por lo demás, he
quedado incorporado a la historia viva del Ecuador, por tener como sue-
gro, al coronel Virgilio Guerrero Espinosa, líder destacado de la Liga
Militar de la Revolución Juliana, nombrado por la Junta Provisional,
Intendente General de la Provincia del Guayas, donde adelantó merito-
ria labor, que lo llevó, meses después, a ser nombrado secretario de la
Junta. Y por parte del bisabuelo materno de Fina, quedé relacionado con
el sabio Carlo Cassola, pionero en Ecuador de la enseñanza de la Quí-
mica y Física en el colegio Vicente León de Latacunga. De ambos he es-
crito sus biografías con base en documentación primaria, y siguiendo
* Discurso de incorporación como miembro de número de la Academia Nacional de Historia
del Ecuador-Quito octubre 18 de 2010.

195
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

el referido paradigma. Mi reto y empeño es seguir colaborando en el


desarrollo de la historiografía del Ecuador.
Para el discurso de posesión, que prescriben los estatutos, he es-
cogido un tema ampliamente estudiado por los historiadores, desde los
cronistas de la Independencia, Manuel José Caicedo, Agustín Salazar y
Lozano, Pedro Fermín Cevallos, hasta nuestros días, pero que no se
puede dar por agotado, como es propio de la investigación crítica; lo
sigo explorando, a la par con otra investigación a la que me referiré más
adelante, habiendo terminado la investigación sobre la Revolución de
Quito, en base a nuevos documentos que traje del Archivo Histórico
Restrepo de Bogotá, para cuya lectura fue valiosísima la cooperación
del paleólogo Fray Agustín Moreno, y que, gracias al Prefecto Provincial
de Pichincha, Gustavo Baroja Narváez, y al Director Cultural, Raúl Pérez
Torres, se acaba de publicar dentro de la colección Cochasqui, para
donar a los colegios e Instituciones de la Provincia de Pichincha.
El tema que propongo ahora a su consideración es la Masacre de
los Héroes y Heroínas de la Independencia del 2 de agosto de 1810, que
con motivo del luctuoso Bicentenario, hemos estado conmemorando. Lo
vengo estudiando para hacer visibles a quienes han quedado en el olvido
bajo el rótulo de “menos notables”, o sea desde la perspectiva de esa “otra
historia” que la brasileña-americana, Teresinka Pereira, Presidente de la
Asociación Internacional de Escritores y Artistas, define poéticamente
como “la cadena de acontecimientos invisibilizados o negados, pero que
de modo intermitente emerge a la superficie como episodios multiformes
de resistencia a la par, impugnadores y salvacionistas”, o sea dando el
protagonismo al pueblo, como lo hizo en los Estados Unidos el historiador
Howard Zinn, fallecido a comienzos de este año.
En su aclamada La otra historia de los Estados Unidos, traducida a
varios idiomas, y que en 2003 fue galardonada con el “Prix du Monde
Diplomatique” Zinn se propuso mostrar la Historia de los Estados Uni-
dos vista por el pueblo trabajador, en vez de la visión de las elites polí-
ticas y económicas, y reconocer que fue el pueblo, “ordinary people”,
el que protestó contra el genocidio de los aborígenes americanos, y cons-
truyó los movimientos que lograron acabar con la esclavitud, que creó
el sindicalismo y ha luchado contra las discriminaciones, insistiendo
en los ideales expresados en la Declaración de la Independencia.1
1 Hower, Zinn, “A people´s History of the United States, 1492-Present”, Perennial Classics, 1980,
New York, N.Y. En español “La otra historia de los Estados Unidos”.

196
AC OTAC I O N E S S O B R E L A M A S AC R E D E L 2 DE AGOSTO DE 1810

Entre nosotros, el historiador Jorge Núñez ha sido explícito en


registrar la acción de la gente del común, en particular, con respecto al
caso que nos ocupa, sobre el cual afirma y demuestra que la revolución
la inició y la hizo el pueblo, y que los marqueses llegaron después, lla-
mados por el mismo pueblo, pero no fueron ni motivadores ni líderes
de ese acto fundacional en esa noche gloriosa. Así lo dejó consignado
en el prólogo que honra mi libro sobre la Historia del Acta de la Inde-
pendencia de Quito del 10 de agosto de 1809 que FONSAL publicó el
año pasado en esplendida edición.
Otros historiadores, sin embargo, han ignorado al pueblo lle-
gando a decir que la Revolución de Quito de 1809 fue de los Marqueses,
esencialmente aristócrata, si bien, entre ellos, “de modo intermitente”
emerge a la superficie” la consideración del pueblo.
Respecto al pasado, el historiador Salvador Lara, en su carta a
Manuel María Borrero, lo felicitó por ser el primero en ocuparse del pue-
blo, aunque lo rectificó en su segunda carta, habiendo comprobado que
la originalidad de reivindicar la participación popular en el 10 de agosto
de 1809 ha correspondido a historiadores y escritores anteriores , como
al P. José María Le Gohuir S.J. en 1920, y a otros sucesivamente. Y hay
que señalar que Agustín Salazar y Lozano, en sus Recuerdos de la Revo-
lución de Quito 1809 celebra que se hubiera contado “con la disposición
de un pueblo que había repetido pruebas de aspirar a lo grande y dis-
tinguido, casi todo con ideas tradicionarias desde la Conquista en orden
a su felicidad e Independencia”.2
Por cierto, la Academia Nacional de Historia, a instancias de su
sub director, Fray Agustín Moreno, se propone reescribir la historia de
Ecuador en 45 volúmenes, con una visión integradora como corres-
ponde a la nueva metodología historiográfica.
En la primera parte de esta exposición, presentaré algunos re-
sultados de la investigación sobre los mártires del 2 de agosto, que he
venido adelantando en busca de quienes han quedado relegados al ol-
vido. En la segunda parte me referiré a lo que propongo..
Inicié el análisis en la Plaza de la Independencia de Quito, ante
el monumento a los héroes, que en la peana de la parte posterior ostenta
una inscripción en granito, ya borrosa, que reza Nómina de los próceres

2 Agustín Salazar y Lozano, Recuerdos de la Revolución de Quito 1809, en Cronistas de la Indepen-


dencia de la República, Biblioteca Ecuatoriana M’nima, Quito ,1960, Editorial J.M. Cajica, Puebla
México, p.l99.

197
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

de la Independencia ecuatoriana asesinados alevosamente en Quito en su propia


prisión el 2 de agosto de 1810.

Albán Larrea y Guerrero Juan


Aguilera Nicolás Melo Vicente
Arenas Juan Pablo Mideros
Ascázubi Francisco Javier Morales Juan de Dios
Cajas Manuel Olea Anastasio
Godoy Peña Antonio

Al lado derecho, se añadieron, quizás posteriormente, otros


próceres: Quiroga, Riofrío, Salinas Juan, Tobar, Villalobos, Vinueza José.
Aún con el añadido, me sorprendió una nómina de sólo 18 pró-
ceres, en la que, ciertamente, no están todos los que son, ni aparente-
mente son todos los que están, como lo pensé inicialmente al leer la
inscripción, pues Albán, Mideros y Godoy no aparecen en listas poste-
riores.
Sin embargo tratando de esclarecer el enigma, encontré que
Pedro Fermín Cevallos menciona a este trío, que junto a Mosquera, Mo-
rales y dos hermanos de apellido Pazmiño, formó parte de los atacantes
al cuartel de Lima bajo el comando del capitán Landáburo.3 Y añade que
3 Pedro Fermín Ceballos, Resumen de la Historia del Ecuador desde su origen hasta 1845, 2ª edición,
Imprenta de la Nación, Guayaquil, 1886, tomo III, pp.68-69 y Carlos de la Torre y Reyes, La

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AC OTAC I O N E S S O B R E L A M A S AC R E D E L 2 DE AGOSTO DE 1810

en prisión “fueron muertos Mideros


y Godoy; y que Albán, mal herido,
logró escapar”.4 Eran hijos del pue-
blo.
El Albán que encabeza la
nómina citada, es Manuel Albán,
quiteño. Pudo escapar por el bo-
quete abierto en la pared del cuartel
por el cañón de los militares santa-
fereños.5
Por otra parte, en el facsí-
mile del acta de la Independencia,
hay un Diego Mideros, quiteño, del
Barrio San Roque, entre los que eli-
gieron al Marqués de Orellana, aun-
que no aparece entre los firmantes,
y no por omisión del escribano, que
sería comprensible, pues se trata de una de las copias del acta, donde
además aparece dos veces la firma de Nicolás Vélez,6 cuya explicación
encontré en la confesión que, ante el Oidor Felipe Fuertes, hizo Vélez
diciendo que “firmó por el barrio San Sebastián, pero estampó su firma
otra vez cuando faltaba el representante de San Marcos”.
En cuanto a Godoy, encontré que su nombre aparece con la ini-
cial M. citado en Próceres de la Independencia, como “uno de los 7 hijos
del pueblo” que comandados por el capitán Landáburo, “en arranque
de patriotismo sublime, resolvieron libertar a los prisioneros sin más
armas que puñales”.7
José Antonio Quevedo, en la Revista de la Escuela de Literatura
de 1887 describe los actos de heroísmo de este trío, calificando de entu-
siasta a Albán, hercúleo a Mideros y valiente a Godoy. Éste murió sobre
Revolución de Quito del 10 de agosto de 1809, Banco Central del Ecuador, colección Historia XIII,
Editorial Ecuador, 1990, p.475.
4 Ibidem, p.476.
5 Ver su reseña en Próceres de la Independencia del colombiano Manuel de Jesús Andrade, Tipo-
grafía de la Escuela de Artes y Oficios, Quito 1909, p.11. Manuel María Borrero se inclina a su-
poner que se llamaba Mariano, uno de los asaltantes al cuartel Real de Lima y que salió herido.
6 Manuel María Borrero, La Revolución Quiteña 1809-1912, Quito, Editorial Espejo, 1972, p. 49.
7 Me refiero al facsímile de la copia del acta, pues en versiones como la de Carlos de la Torre
Reyes, si aparece, pero sin fundamento alguno. Ver Op.Cit., p.215. También aparece dos veces
el nombre de Manuel Romero.

199
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

la cureña del cañón, mientras Mideros, corriéndole la sangre por la cara,


con las piernas y un brazo despedazados, arrimándose en el cañón y el
cadáver de Godoy disparó un fusil, gritando algo balbuciente ¡mueran
los chapetones! Y remató a un oficial antes de sucumbir él mismo heroi-
camente.8
Respecto a Tobar, a pesar de que se le ha considerado como una
de las víctimas del 2 de agosto en los calabozos,9 debe quedar aclarado,
como lo destaca el historiador Hernán Rodríguez Castelo, que murió en
Guayaquil según dos estrofas del Cántico Lúgubre:

¿A quién no ha de consternar,
El término lastimoso
Que tuvo en un calabozo,
El caballero Tobar?

De Cuenca al de Guayaquil
Donde espiró desgraciado,
Fue conducido engrillado,
Pasando desdichas mil.10

Resulta entonces acertada la nómina de los próceres que el Ar-


chivo Nacional tan oportunamente publicó en 2007 con anticipación a
las celebraciones del Bicentenario de la Independencia, en el Nº 33 de
su Boletín, cuya fuente es la inscripción del Monumento y en la que se
omite a Tobar. 11
En 1923, C. de Gangotena y Jijón había publicado su lista de
“Los muertos del 2 de agosto de 1810”, un poco más corta, en ella enu-
mera sólo 13 próceres, incluyendo dos nuevos nombres, José González
y Carlos Betancourt, y excluyendo a Villalobos, Vinueza y a Tobar.12

8 Manuel de Jesús Andrade, Op.Cii., p.161


9 Citado por Costales Alfredo y Dolores, Insurgentes y Realistas, La Revolución y la Contra revo-
lución Quiteñas, 1809-1822, FONSAL, Quito, 2008, pp. 185-187.
10 Manuel de Jesús Andrade, Op. Cit,. P.385.
11 Boletín de la Academia Nacional de Historia, N° 183, p.201.
12 Boletín del Archivo Nacional, La Revolución de Quito 1809.1812, Edición especial, N° 33, 2007,
p, 23.

200
AC OTAC I O N E S S O B R E L A M A S AC R E D E L 2 DE AGOSTO DE 1810

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

En la Sala Capitular del Convento de San Agustín se encuentra


otra lista de los Próceres de la Revolución de Quito, en la que se enu-
meran 14 nombres, incluyendo el de Tobar.

Con motivo del Bicentenario, el historiador Enrique Muñoz La-


rrea, contribuyó con una nueva lista de los mártires del 2 de agosto de
1810, publicada en el Boletín de la Academia de Historia, edición espe-
cial, que marca un hito en las conmemoraciones bicentenarias. Habría
que incorporar a Mideros, Godoy y a varios más que van surgiendo del
anonimato, de los cuales llevo identificados más de media docena.
Por dar un ejemplo, la pareja constituida por el ambateño Ma-
riano Castillo, y su novia guayaquileña, Manuela Valdés, ambos deci-
didos luchadores por la Independencia. Manuela murió el 2 de agosto
en la prisión tratando de salvar a su novio; él sobrevivió fingiendo estar

202
AC OTAC I O N E S S O B R E L A M A S AC R E D E L 2 DE AGOSTO DE 1810

muerto. El joven Mariano “de gallardo parecer, valiente y de lúcido en-


tendimiento”, como lo describe Cevallos, prisionero por haber estado
en la reunión del complot y acompañado a Antonio Ante a Carondelet
en la madrugada del 10 de agosto, fue herido de bala en la espalda y
empapada la vestimenta con su sangre , aparentó estar muerto. Soportó
impasible 10 bayonetazos; llevados los cadáveres por los religiosos a
San Agustín, Castillo dio muestras de vida y fue auxiliado.13 Los reli-
giosos lo mantuvieron oculto por varias semanas hasta que se repuso
totalmente de sus heridas. Cuando llegó a Quito el Comisionado Regio
Carlos Montúfar, se sumó a sus campañas militares.
Posteriormente realizó la campaña libertadora del Sur hasta
triunfar en Pichincha. Después fue a Lima donde el 6 de Enero de 1827,
se sumó a la revolución. Finalmente fue a Piura donde en medio de la
depresión por la desunión de los patriotas, se suicidó.
Sería injusto no mencionar a Manuela Valdés entre los mártires
de ese día, como descalificar a Mariano Castillo y a Manuel Albán por
haber sobrevivido, como a otros por ser menos notables.
A este respecto debo señalar, que en 1863, M. Cuevas había pu-
blicado su propia corta lista de mártires “Salinas, Morales, Quiroga, Are-
nas, Ascázubi, Aguilera, Peña, Vinueza, Larrea y Guerrero, Cajias,
Villalobos, Olea, Melo” a la que le añadió “y otros menos notables”.
Destaco esta última frase, que considero infortunada, pues ante
la muerte, que fue igualmente cruel, alevosa e injusta para todos los pró-
ceres sin excepción, es de esperar un trato con equidad para los “menos
notables”. Todos dieron su vida por la Independencia y a todos les de-
bemos igual homenaje. Es un ejemplo de lo que criticamos, entendible
en el contexto de los años de que data este comentario, cuando la his-
toria no registraba la acción de la gente del común. Encontré en Cevallos
la misma referencia a “otros menos notables”.
Hay que seguir desempolvando archivos, pues los nombres de
todos los héroes merecen ser visibilizados y honrados sin distinción de
clase social ni de género.
Manuel de Jesús Andrade, en el prólogo a su libro Próceres de la
Independencia escribe: “creíamos no pasar de doscientos y el número de
próceres excede de setecientos. Si hay algunos que no lo son, más serán
los que faltan”.

13 Boletín de la Academia Nacional de Historia, Vol. VI, 1923, p.154.

203
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

El número de insurgentes que fueron sacrificados el 2 de agosto


es superior a las listas que se tienen. Según William Bennet Stevenson,
el número de los prisioneros confinados en las celdas fue de 72, “muchos
de los cuales estaban sujetados con grillos y fueron sacrificados”, de lo
que se deduce que los que lograron escapar a la muerte no pudieron
constituir una mayoría; muchos fueron liberados, pero algunos no qui-
sieron huir.14
Sabemos por un testigo presencial, el provisor Doctor Manuel
José Caicedo, que pasando con el Obispo por la calle de la Compañía,
un soldado les gritaba desde una ventana: “Ya estamos bien, porque los
presos todos, menos el Doctor Castelo, ya murieron”, y que el soldado
Barrantes había gritado como loco: “Maten quiteños, desde el obispo
para abajo, maten a todos”.15
Entre los prisioneros, debieron encontrarse muchos de los 36
que firmaron el acta de la Independencia, todos varones, gente del
común en buena parte, representante de los 6 barrios del Quito de en-
tonces. De esa lista sólo se han destacado como héroes sacrificados a As-
cázubi, Villalobos y Melo.
No es inapropiado suponer que, si no todos los firmantes del
Acta fueron apresados, sí debieron ser muchos más que los tres identi-
ficados, habida cuenta de la implacable cacería que por orden del pre-
sidente de la Audiencia de Quito, Conde Ruíz de Castilla se llevó a cabo,
bajo pena de muerte, a quien encubriese a un reo, después de que fue
repuesto en su cargo en octubre de 1809, traicionando sus promesas, y
fiel a lo que fue como militar, comandante del pelotón que ejecutó a
Tupac Amaru II en 1780, lo que lo puso en la mira del Rey para sus fu-
turos ascensos.
Cacería que se extendería a los numerosos ciudadanos que antes
del 16 de agosto estuvieron firmando su adhesión al acta,16 que según
Arechaga fueron unos 8 mil, más de la cuarta parte de la población del

14 Pedro Fermín Cevallos, Op.Cit. p.68.


15 Manuel José Caicedo, Viaje imaginario por las provincias limítrofes de Quitoy regreso a esta capital,
en Cronistas de la Independencia de la República, Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Quito, 1960,
Editorial J.M. Cajica, Puebla México, p76-.
16 Carlos de la Torre y Reyes, Op.Cit., p.236: “para el 16 de agosto contaba el incipiente gobierno
con muchas adhesiones escritas de entidades oficiales y particulares, que, al aprobar con efu-
sión el cambio de régimen político, prometían su concurso para llevar adelante la revolu-
ción”.

204
AC OTAC I O N E S S O B R E L A M A S AC R E D E L 2 DE AGOSTO DE 1810

Quito de entonces. Por algo el Teniente Coronel Fernando Bassantes


pidió matar a todos los quiteños, desde el Obispo para abajo.17
Carlos de la Torre y Reyes escribe que en el trascurso de esa
misma mañana (del 10 de agosto) en el cuartel siguió la recolección de
firmas para apoyar al movimiento subversivo”.18 Nicolás Vélez confesó
que recogió alrededor de 70 firmas.
En el Archivo General de la Nación en Bogotá, encontré el ori-
ginal de una de las despiadadas órdenes, con la lista de los encargados
de la persecución a los insurgentes:

17 Carlos de la Torre y Reyes, Op. Cit., p.482.


18 Carlos de la Torre y Reyes, Op. Cit., p.214

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Lista de los sujetos, comisionados para la prisión de los insurgentes.

+ Don José de Checa, para prender al marqués de Selva Alegre, y los


tres cuñados de Quiroga con 18 hombres.
El sargento Manuel Bedón, a Manuel Ceballos y José Vinueza con 2
hombres.
+ Don José Vergara, a Don Juan Pablo Arenas con 4 hombres
+ Don Antonio García, a Don Javier Montufar y Don Manuel de Angulo
con 2 hombres.
+ Don Luis Cifuentes a Juan Antonio Rivadeneira y Toribio Ortega con
4 hombres.
+ Don Miguel Ponce, a Pacho Organista (Francisco Guzmán) y Pedro
Veintemilla con 4 hombres.
+ Don José Miño, a Don Nicolás Vélez, con 2 hombres.
Don Juan Salvador, a Antonio Ante con 4 hombres.
Don Andrés Salvador, a Javier Sambrano con 4 hombres
Don Antonio Aguirre, a Don Juan Ante con 6 hombres.
+ Don Manuel Aguilar, a los eclesiásticos D. José Correa, D. José Anto-
nio Castelo, y D. Pablo Espejo con 6 hombres.
+ Don Francisco Aguirre, a Don José Riofrío con 12 hombres.
+ Don Vicente Aguirre, a D. Antonio Pineda con 6 hombres,
Don Víctor de San Miguel, a D. José Corral y D. José Padilla con 2
hombres.
El Oficial Marino de Cajas Reales, D.N. Galárraga, a Juan Pablo Berra-
zueta, con 2 hombres.
Don Francisco Campana, a D. Joaquín de la Barrera y Vicente Pare-
des con 6 hombres.

Quito y Diciembre de 1802. Firmado Fuertes.

Este documento es de gran interés, no sólo por ser testimonio


de la persecución a quienes firmaron el acta, sino también por documen-
tar la magnitud de la cacería humana, habiéndose destacado a 84 hom-
bres al mando de 16 encargados para llevar a prisión a 28 insurgentes,

206
AC OTAC I O N E S S O B R E L A M A S AC R E D E L 2 DE AGOSTO DE 1810

entre los cuales se encontraban 4 eclesiásticos: José Correa, cura de la


parroquia de San Roque, José Antonio Castelo, cura de la parroquia de
El Sagrario, Pablo Espejo, y José Riofrío, cura de Pintag. De Antonio Cas-
telo, el historiador Hernán Rodríguez Castelo anota que fue al menos
uno de los que escapó.19.
En esta, que es una de varias listas, aparece en primer lugar
como candidato para la prisión Manuel de Angulo, el primero en la lista
de los que firmaron el acta, junto con los demás firmantes del Barrio de
la Catedral, Antonio Pineda, Manuel Ceballos, Joaquín de la Barrera,
Vicente Paredes y Juan Ante y Valencia. Le siguen Nicolás Vélez, quien
firmó por los barrios de San Sebastián y San Marcos y Toribio Ortega,
quien firmó por el barrio de Santa Bárbara.
Manuel María Borrero, trae otra larga lista de 124 insurgentes
patriotas, advirtiendo que fue formulada por el Fiscal Tomás Arechaga
y mandada a fijar en todos los pueblos de la presidencia y hasta en los
Virreinatos de Nueva Granada y del Perú para que fuesen capturados
por reos de Estado.20 La cito porque Borrero aclara que publicó la lista

…para que sus nombres ignorados sean inscritos en las páginas glo-
riosas de los héroes de nuestra Independencia; pues todos ellos y los
más de humilde cuna, fueron hijos de esta tierra ecuatoriana, a la que
quisieron libertar y redimir del yugo peninsular”. Y añade, “ya que
también, casi todos ellos, fueron mártires y víctimas ignotas sacrifica-
das en aras del patriotismo en el campo del combate o en la persecución
y torturas con que les sancionó cruelmente la reacción española, sin
que se haya podido consignar sus nombres en columna alguna porque
las páginas escritas de Historia los ha ignorado. 21

Encontré también en El Archivo Histórico Metropolitano de


Quito en la Circaciana, las actas de reconocimiento de los cadáveres, re-
cuperada por la Revista “Museo Histórico”,22 un gran aporte a la recons-
trucción de los hechos, además de la publicación de otros documentos
inéditos sobre el tema que nos ocupa.
Destacamos, en particular, el Acta de reconocimiento de los cadá-

19 Boletín de la Academia Nacional de Historia, N° 183, p.179.


20 Manuel María Borrero, Quito Luz de América, Editorial Rumiñahui, Quito, 1959, p.54.
21Manuel María Borrero, La Revolución Quiteña 1809-1912, Op.Cit., pp.48-49.
22 Revista Museo Histórico, órgano del Archivo Metropolitano de Historia, cuya sede es el edi-
ficio de la antigua Biblioteca Jijón y Caamaño en el Parque de la Circaciana en Quito.

207
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

veres. Se lee allí que “la premeditada Malicia (escrita con mayúscula) de
los Culpados en el crimen de Estado excitó el día de ayer a las dos de la
tarde, una conmoción con el punible fin de asegurar su impunidad y
hacer otra nueva insurrección, apoderándose de las armas  a cuyo pro-
yecto ensayaron este medio escandaloso que no pudo producirles el su-
ceso meditado”.23
Más adelante se da fe de los cadáveres que se encontraron en
las iglesias del Convento Máximo de San Agustín; el Real y Militar de
la Merced; del Seráfico de San Francisco, su colegio de San Buenaven-
tura y la Capilla de Ánimas situada bajo su pretil; el de Santo Domingo
y Capilla Mayor del Sagrario. .
En total 40, en parte cadáveres de próceres, sin que se enumeren
los cadáveres que fueron a parar en Santo Domingo y en la Capilla
Mayor del Sagrario.
Aparecen allí nombres de reconocidos próceres, y otros que
estoy en proceso de identificar su condición de insurgentes.
Como podrán comprender, me propuse como siguiente paso, ir
a las diferentes iglesias para buscar los archivos donde hubiera quedado
documentada la lista de los difuntos, especialmente en la iglesia de
Santo Domingo y en la Capilla Mayor del Sagrario, de las cuales no se
hace el relato.
Gracias al Dr. Enrique Muñoz Larrea, me enteré de que esta
tarea ya la había realizado el historiador Jorge Moreno Egas, con quien
me puse en contacto. Él me relató su experiencia que dejó consignada
en su libro: Vecinos de la Catedral de Quito fallecidos entre 1801 y 1831.24
Es un encomiable trabajo de paciencia; el autor investigó en los
Archivos Parroquiales de El Sagrario, Santa Bárbara, San Marcos, San
Blas, San Roque y San Sebastián, y elaboró listas de los fallecidos.
En los denominados “Libros de los Muertos” solo encontró enu-
merados a los “estimados como españoles”, donde aparecen 19 nom-
bres, 13 de los cuales pertenecientes a próceres conocidos, 2 a realistas
y 5 por investigar si fueron patriotas.
Como me lo confirmó el historiador Moreno Egas, en los “Libros
de Muertos de Indígenas” de mestizos, etc., de los Archivos Parroquiales
no ha quedado registro histórico de quienes murieron luchando por la
Independencia el 2 de agosto de 1810, siendo de extracción popular.

23 Revista Museo Histórico, Vol.34-35, pp.


24 Jorge Moreno Egas, Vecinos de la Catedral de Quito fallecidos entre 1801 y 1831, Offset, Quito,
Ecuador, 1988, Offset, Quito, Ecuador, 1988.

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AC OTAC I O N E S S O B R E L A M A S AC R E D E L 2 DE AGOSTO DE 1810

Los próceres que aparecen en la lista del historiador Jorge Mo-


reno Egas, aparecen con los nombres de sus esposas y el sitio donde fue-
ron sepultados. Es un importante aporte, al haber identificado las
esposas, no menos sacrificadas que los próceres masacrados, y el lugar
donde reposan sus restos.
Como el historiador Jorge Moreno no tuvo acceso al archivo
Histórico del Convento de San Agustín, acudí a Fray Agustín Moreno,
en cuya compañía fuimos a consultar los archivos en busca de informa-
ción sobre los próceres sepultados en la cripta. Fuimos atendidos con
especial deferencia por el padre Patricio Villalba, Superior del Con-
vento, quien nos llevó al Archivo donde se conservan valiosísimos do-
cumentos que datan desde el siglo XVI. Sin embargo, con respecto a la
época de la Independencia hay un vacío de 1809 a 1835, como lo reporta
el historiador agustino español, Fernando Campo del Pozo, en articulo
aún inédito, sobre Fray Pedro Antonio Burbano, pastuso, primer obispo
de Pasto, quien en los días de la Independencia, era el Prior del Con-
vento, y fue “responsable de la desaparición de las Actas de Capítulos
Provinciales e intermedios desde 1809 hasta 1835”, comprensible si su
lealtad estuvo con los realistas pastusos, siendo él mismo de Pasto.25
Posteriormente he sabido que la documentación sobre los már-
tires que reposan en la cripta, se encuentran en el Archivo Histórico Res-
trepo en Bogotá.
Queda la tarea, que prosigo, para identificar en cuanto sea po-
sible, al menos a quienes habiendo firmado el acta de la Independencia,
hubieran sido puestos prisioneros y hubieran sido sacrificados en la pri-
sión el 2 de agosto. Ya tengo identificados a los 36 firmantes que están
incluidos en la lista de Próceres de la Independencia que publicó Manuel
de Jesús Andrade en 1909.26

25 En el Archivo Histórico Agustino de Quito ver Libro de Consultas N°23 de 1771 a 1831, f.43 rv
26 En el citado libro Próceres de la Independencia de Manuel de Jesús Andrade, aparece una refe-
rencia a cada uno de los firmantes: Manuel de Angulo, p.15;Joaquín Barrera p.35;Nicolás
Vélez p.397;Lorenzo Romero p.344; José Rivadeneira p.416; José Álvarez p.13; José Ponce
p315; Cristóbal Garcés p.159;Antonio de Sierra p.367; José Padilla p.300; Vicente Melo p.241;
Antonio Pineda p.312; Juan Ante p.16-17; Francisco Romero p. 344; Juan Quijano p.318;
Ramón Puente p.317; Juan Coello; Miguel Donoso p.110; Toribio Ortega p.298; Francisco Xa-
vier Ascázubi p.29; Nicolás Ximénez p.199; Manuel Romero p.344; Francisco Villalobos p.399;
Manuel Cevallos p.92; Vicente Paredes p.301; Juan Pino p.313; Manuel Romero (bis) p.344;
Antonio Bustamante p.65; Gregorio Flor de la Bastida p.140; Mariano Villalobos p.399; Tadeo
Antonio Arellano p.26; Luis Vargas p.396; Ramón Maldonado y Ortega p.223; José Bosme-
diano p.62; Juan Barreto p.37.

209
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Pero, no quiero cansar a la distinguida audiencia con más deta-


lles y con los resultados de la revisión de la extensa bibliografía, en
busca de testimonios de testigos oculares.
Permítanme una cita más, el testimonio del ciudadano Ignacio
Torres, quien presentó al Cabildo de Quito la “Relación autógrafa de los
sucesos del 10 de agosto de 1809, del 2 de agosto de 1810 y del 24 de mayo de
1922”, que la Revista Museo Histórico ha conservado. Lo hago porque
gracias a él es posible añadir más nombres a la nómina de Patriotas ase-
sinados el 2 de agosto:

El día jueves 2 de agosto del año 10 mataron a los señores Juan Sali-
nas, Doctor Juan de Dios Morales, Don Manuel Quiroga, Doctor Rio-
frío, cura de San Roque, (cuya sangre pedía venganza), un señor
Aguilera, un señor Peñaherrera, los catedráticos señores Bous,
padre de los religiosos Bous, un señor Ascázubi, el señor Olea, Es-
cribano y otros más señores que no recuerdo, pero que fueron cerca de
60. Por las calles mataron algunos hombres o muchachos que divisa-
ban; durando este asesinato hasta el día viernes; y el sábado se mar-
charon los invictos soldados, que saquearon topesos entalegados... Con
ese dinero, mejoraron de fortuna varios pobres que se hallaban en la
torre de San Agustín, y otras partes donde dejaban escondidas las ta-
legas de los soldados.27

En relatos como este, se siguen encontrando más próceres ma-


sacrados, que siguen ignorados.
Confirmo, sin embargo, que mi objetivo no es establecer la lista
completa, pues no pretendo tener la última palabra en este tema, que
queda abierto a ulteriores investigaciones.
Mi propósito es rescatar en lo posible, para la memoria colec-
tiva, a los excluidos, indígenas, afroamericanos, mulatos mestizos, con-
siderados como “menos notables”, incluyendo a las mujeres de la
Independencia sacrificadas el 2 de agosto, donde no solo murieron los
que estaban en prisión, sino muchos en las calles, 300 en total, entre los
cuales estuvieron muchos insurgentes luchando por liberar a sus com-
pañeros, entre ellos mujeres en busca de sus esposos, hijos, padres, her-
manos, como ocurrió con Rosa Zárate y su marido Nicolás de la Peña,

27 Revista Museo Histórico, vol. 34-35, pp.41-42.

210
AC OTAC I O N E S S O B R E L A M A S AC R E D E L 2 DE AGOSTO DE 1810

angustiados por la suerte de su hijo Antonio en prisión, quien resultó


entre los asesinados. La esposa de Juan Larrea y Guerrero, Dña. Isabel
Bou, fue herida y salió empapada en la sangre de su esposo.
Menos mal que un testigo culto, le dedicó un par de estrofas de
su inmortal Cantico Lúgubre, a la negra esclava y a su feto, encinta del
Dr. Rodríguez Quiroga, con quien compartió la ignominiosa muerte,
cuando con las dos hijas de su amo, visitaba la prisión:

Mil veces feto infeliz


De la negra de Quiroga!
Esta muere y él se ahoga
Sin salir de su matriz.

¡Oh soldado cruel, feroz!


Del vientre a la sepultura
Arrojaste a esa criatura
Que pudo gozar de Dios.28

Cabe citar una vez más a Manuel de Jesús Andrade, quien con
su libro Próceres de la Independencia, es de los raros autores que incluye
mujeres entre los Próceres: (Isabel Bou de Larrea p.62; Josefa Calixto
p.80; Manuela Cañizares p.82; Magdalena Dávalos p.107; Teresa Flor
p.143; María Larraín p.206; Monge p.245; Manuela Sáenz p.350 y Ro-
saura Velis Alava de Peña p.397), si bien hay que revisar cada caso.
Felizmente, con motivo del Bicentenario se han publicado va-
rios libros sobre la Mujer en la Independencia, comenzando por el de la
historiadora, Jenny Londoño, “Las Mujeres de la Independencia”, amplia-
mente divulgado por la Campaña Nacional de Lectura Eugenio Espejo.
De especial valor informativo y analítico son también dos libros publi-
cados por FONSAL, el de Alfredo Costales Samaniego y Dolores Costa-
les Peñaherrera, titulado Insurgentes y Realistas , La Revolución y la Contra
Revolución quiteñas 1809–1822, y el de Sonia Salazar Garcés y Alexandra
Sevilla Naranjo, titulado Mujeres de la Revolución de Quito.

28 Cantico Lúgubre en que se lamenta el estado de desolación de la ciudad de Quito en el día jueves 2 de
agosto de 1810 a la una y media de la tarde. Ver Boletín de la Academia Nacional de Historia,
edición especial, N° 183, agosto 2010, Quito, Ecuador, p.203. El historiador, Hernán Rodríguez
Castelo, atribuye la autoría de este poema a Miguel Antonio Rodríguez, p.93.

211
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Y cabe citar dos libros más, Mujeres Patriotas y Precursores de la


Libertad,29 e Insurgentes y Conspiradoras, los Barrios de Quito en el Proceso
de Independencia,30 El Primero publicado por el Instituto Ecuatoriano de
Investigaciones y Capacitación de la Mujer, y el segundo por la Secreta-
ría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación ciudadana, en cuya
presentación, la Secretaria, Doris Solíz Carrión, recalca la importancia
de recuperar la memoria y valorar la participación de la población en
los acontecimientos de la historia y visibilizar a quienes han sido mar-
ginados del desarrollo del país.
En estas obras aparecen varias de las mujeres, con nombres y
apellidos hasta ahora desconocidas, que merecen más protagonismo
cuando se enumeran los Próceres.
Y así, llego a lo que considero lo esencial de mi exposición. Pero
antes debo hacer una aclaración. En un artículo de opinión sugería como
homenaje a todos los próceres de la Independencia, sin distinciones
entre notables y menos notables, que se erigiera un mausoleo, que podía
ser sin sus restos, como el de Aga Khan, y utilizaba las palabras de Eloy
Alfaro, en su discurso del 6 de agosto de 1906, escrito quizás por Celiano
Monge, su secretario, para la inauguración del monumento en honor a
los héroes del 2 de agosto de 18010 en la Plaza de la Independencia, que
por decreto expedido el 11 de agosto de 1888, se había ordenado que se
construyera en una de las plazas de Quito, dedicándolo a los Padres de
la Patria, en conmemoración del grito de la Independencia.
Cito las palabras de Eloy Alfaro, porque mantienen vigencia:
“para demostrar de esta manera solemne la gratitud nacional a los Pró-
ceres que nos legaron Libertad y Patria, lo que es propio de un pueblo
noble y altivo, de un pueblo que se siente capaz de seguir el ejemplo
grandioso de los eximios Varones en cuyo recuerdo se levantará el mo-
numento” Y añadió: “Los pueblos que no hicieran la apoteosis de sus
más esclarecidos antepasados, ni celebraran las grandes efemérides de
la Patria, serian siempre ajenos a la gloria y a las virtudes excelsas”.31

29 Instituto Ecuatoriano de Investigaciones y Capacitación de la Mujer, Doctora Marcela Costales


P., Qutio,2009.
30 Insurgentes y Conspiradoras, los Barrios de Quito en el Proceso de Independencia, publicado por la
Secretaría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación ciudadana, PPL impresores,
Quito, 2009-
31 Patria Inmortal, Quito 10 de agosto de 1906, p.11. Importante publicación que conocí gracias
al Arq. Alfonso Ortiz Crespo. El historiador Francisco Salazar Alvarado me prestó su copia
impresa.

212
AC OTAC I O N E S S O B R E L A M A S AC R E D E L 2 DE AGOSTO DE 1810

Pienso ahora, sin embargo, que aunque los héroes y heroínas de


la Independencia merecen el homenaje de un monumento o mausoleo,
la conmemoración de sus gestas heroicas debería tener más bien un ca-
rácter de reflexión a futuro, porque se trata de centrar la atención en las
ideas que inspiraron a los Próceres a comprometerse en la lucha libera-
dora, su verdadero legado, y actualizarlas a nuestro tiempo, para inte-
resar, sobre todo a la juventud, en la continuación de la gesta libertadora.
Sugería que se podría pensar en una campaña educativa para
divulgar las biografías de quienes tanto sufrieron por lograr la indepen-
dencia del Imperio de la época, y sobre todo, para socializar entre la ciu-
dadanía el pensamiento político que los animó, su ideario y legado,
dilucidando los conceptos de construcción de Patria, de Bien Común,
de equidad entre todos los hombres, de fraternidad de todos los pueblos
del mundo, de Independencia, libertad política, autonomismo, republi-
canismo y sobre todo de los Derechos del Hombre traducidos del fran-
cés por Nariño.
Me complace anunciar que la Ministra de Cultura, Erika Silva
Charvet, acogió la idea que está ya en sus preparativos. Como marco de
referencia para la campaña, me he comprometido a preparar un libro
que tendrá dos partes; en la primera he seleccionado unos 30 próceres,
hombres y mujeres que presento con sus respectivos cónyuges, lo que
permite visibilizar a la mujer, incluyendo sus datos, en cuanto los voy
encontrando. Hago un breve perfil de cada uno recurriendo a sus más
connotados biógrafos, y en cada caso, al menos a dos biografías más,
que en algunos casos ayudan a completar o clarificar datos.
La segunda parte del libro es un ensayo sobre las ideas claves
que motivaron a los próceres en su lucha, que analizo en el contexto de
su época y las propongo actualizadas a los tiempos que vivimos, junto
con ideas nuevas que pueden galvanizar la mente y el entusiasmo de
las nuevas generaciones para comprometerse a seguir la lucha por una
independencia, ya no sólo política, sino económica, social, cultural, hacia
una sociedad solidaria.
He propuesto que la campaña se titule “Los héroes y heroínas
de la Independencia nos interpelan”. Pienso en el célebre discurso de
un orador anónimo, que en 1885 expresaba su desengaño figurando que
“las augustas sombras de los mártires del 2 de agosto de 1810 se alzaban
iracundas del sepulcro a preguntarnos con amargo acento de reconven-

213
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

ción ¿qué provecho hemos reportado de su inmenso sacrificio por dar-


nos una patria?32
En la campaña se dará prioridad al ideario de los héroes y he-
roínas de la Independencia, considerada ésta como un proceso, que ha
pasado por etapas de frustración y contra revoluciones, pero que se fue-
ron ganando batallas hasta el triunfo final. El Grito de independencia
de Quito de 1809 se frustró temporalmente al año siguiente con la vil
masacre de los Próceres. Sin embargo, la lucha prosiguió, Una segunda
Junta duró algo más, pero se desintegró en 1812, hasta que finalmente,
el 24 de mayo de 1822 se logró la independencia del Imperio de la
época.
Fue un proceso secular iniciado por el pueblo con sus subleva-
ciones y levantamientos, hasta lograr la liberación del dominio de Es-
paña. Pero se implantó el neocolonialismo de los nuevos imperios, con
atropello a la soberanía, en favor de las políticas e intereses de las trans-
nacionales bajo la doctrina del Consenso de Washington, y la continua-
ción del saqueo de nuestros inmensos recursos humanos y naturales.
El verdadero reconocimiento a los próceres debería ser el segui-
miento de su ejemplo, para afianzar el cambio definitivo, que requiere
igualmente ideales revolucionarios basados en los principios democrá-
ticos, en los valores para un cambio de época, que incluyen el respeto a
la naturaleza, cambios en el actual modo de producción, acumulación,
consumismo y organización de la vida social, así como el rechazo a los
anti valores que obstaculizan los cambios fundamentales de estructura,
y el surgimiento del llamado Hombre Nuevo solidario, que ponga por
fin al Ecuador entre los países más equitativos y solidarios, resultado
de una emancipación económica, social y cultural que va más allá de la
independencia política.

32 Ver Fondo Bibliográfico MANUEL DE GUZMÁN POLANCO, ANHE, Nobles descendientes


de los de 1810.

214
RICARDO PAREDES ROMERO:
EL MéDICO MARCADO POR LA HUELLA
DE LA REVOLUCIÓN JULIANA.1

Germán Rodas Chaves

Uno de los personajes fundamentales de la historia ecuatoriana, parti-


cularmente del siglo XX, fue Ricardo Paredes Romero, político y médico
de enorme valía en la construcción del pensamiento alternativo ecuato-
riano respecto de quien no se ha escrito lo suficiente y aquello que se ha
dicho de él está relacionado, fundamentalmente, con su compromiso
político y militante en las filas de la izquierda ecuatoriana.
Este texto, que forma parte de un estudio inédito y más amplio
auspiciado por la UASB y su Comité de Investigaciones, tiene el propó-
sito de aproximarnos al médico Ricardo Paredes para comprender la in-
fluencia de la Revolución Juliana sobre aquel, pues Paredes Romero dio
una enorme significación política y social a este periodo, al punto que
lo calificara como un proceso que favorecería, en su entender, la cons-
trucción del socialismo en el Ecuador.
En efecto, en el marco de la denominada Revolución Juliana se
produjeron cambios importantes en diversos órdenes económicos y so-
ciales. Respecto de la atención de la salud o mejor dicho sobre la inter-
pretación de las causas de la enfermedad y del rol del Estado para
enfrentar la antinomia salud-enfermedad, se lograron modificaciones
cualitativas que permitieron el que se consolidara, desde el Estado, una
nueva forma de responder frente a los conflictos de la salud. Fue un pe-
riodo que favoreció, de otro lado, el surgimiento de una pléyade de mé-
dicos, y de trabajadores de la salud que fueron capaces de poner en
marcha nuevas visiones para enfrentar la enfermedad y, particular-
mente, para impedir que ella arremetiera en contra de los sectores más
vulnerables del país. Paredes formó parte de este selecto grupo de pro-
fesionales.

1 Texto del Discurso de Germán Rodas Chaves con el cual el Historiador se incorpró como
Miembro Correspondiente de la Academia nacional de Historia, el 11 de noviembre del 2010

215
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Voy a referirme, pues, a una de las figuras sociales y políticas


más trascendentes de la historia reciente del Ecuador que nació en Rio-
bamba en 1898. Fue hijo de Alejandro Paredes Pérez, funcionario del
Ministerio de Hacienda y dueño de una pequeña quinta cercana a Rio-
bamba, y de María Romero Gallegos.
Prontamente los hermanos Paredes Romero (dos mujeres y dos
varones) quedaron huérfanos por el fallecimiento de su padre quien, a
la edad de 33 años, fue afectado por una enfermedad cancerosa. Ricardo,
entonces, solamente tenía 4 años de edad. Tal circunstancia provocó di-
ficultades económicas para el mantenimiento del hogar, tarea frente a
la cual su madre hizo enormes sacrificios para atender a la familia y do-
tarles de una educación adecuada en medio de una rigurosidad intrafa-
miliar que fue formando el carácter de Ricardo quien, por las
circunstancias anotadas, demostró desde temprana edad rasgos de so-
lidaridad y compañerismo con sus amigos, muchos de los cuales proce-
dían de hogares humildes.
Ricardo Paredes inició en su hogar el conocimiento de las pri-
meras letras; posteriormente tendría una tutora. Los estudios secunda-
rios los efectuó en el Colegio San Fe Felipe Neri, regentado por los
Jesuitas. En este colegio sus estudios los realizó entre 1908 hasta 1913,
es decir los cinco primeros años del bachillerato.
Ricardo vivió una educación confesional y cuando la actitud de
los Jesuitas sobrepasó el trato elemental de aquello que se solía definir
como disciplina, Paredes encabezó una respuesta, junto a sus compañe-
ros, de reclamo ante la actitud despótica de los religiosos, asunto que
le obligó a dejar el Colegio San Felipe Neri, en 1913, y cursar su último
año en el Colegio fiscal Pedro Vicente Maldonado, Institución en la cual
se graduó de bachiller en 1914.
Mientras ocurría la graduación de Bachiller de Ricardo Paredes,
su hermano mayor Ángel Modesto ya había abandonado su natal Rio-
bamba e iniciado, en Quito, sus estudios de derecho en la Universidad
Central.
El distanciamiento geográfico de Ángel Modesto con su madre
y sus hermanos fue difícil, al punto que doña María Romero Gallegos
tomó la determinación de vender su finca y trasladarse con toda la fa-
milia a vivir en Quito para favorecer no solamente los estudios de su
hijo Ángel Modesto, sino para cumplir la expectativas de Ricardo que
había definido su vocación profesional por la medicina.

216
R I C ARDO PAREDES RO MERO: EL MÉDICO MARC ADO POR LA HU E L L A D E L A R E VO L U C I Ó N J U L I A N A

La venta de la propiedad de la familia Paredes Romero ocurrió


en 1914. Doña María Romero esperó la graduación de su hijo Ricardo
como Bachiller y de manera inmediata se trasladó a Quito en donde al-
quiló una pequeña vivienda. El mismo año de 1914 Ricardo fue inscrito
como estudiante de medicina en la Universidad Central
El primer año de medicina Ricardo Paredes lo cursa entre 1914
y 1915. A ese periodo corresponde, también, el gobierno de Leonidas
Plaza Gutiérrez. Paralelamente en el mundo se ha iniciado la Primera
Guerra Mundial y en América los sucesos de la Revolución Mexicana
conmovían ya la conciencia de esta región. Ricardo no quedó al margen
del conocimiento y reflexión de los acontecimientos señalados a los cua-
les pudo acercarse con mayor información y detalle habida cuenta que
en la Universidad, dichos sucesos históricos fueron motivo de comen-
tario, analisis y discusión
Cuando Ricardo Paredes estudiaba en el cuarto año de medicina
en la Universidad Central, se produjo el triunfo de la Revolución Rusa
de Octubre de 1917, acontecimiento que coincidió, también, con las ex-
periencias negativas que en la economía nacional venía dejando la Pri-
mera Guerra Mundial, lo cual contribuyó a ciertos niveles de deterioro
político del entonces régimen de Alfredo Baquerizo.
El triunfo de los Bolcheviques, entonces, impactó en el inci-
piente movimiento obrero ecuatoriano, en los sectores artesanales y po-
pulares, así como en grupos de jóvenes radicales, que miraron con
asombro la formación de un Estado dirigido, conforme lo afirmaban
quienes lo habían impulsado, por los trabajadores, lo cual provocó, par-
ticularmente en aquella juventud, la lectura de los clásicos del marxismo
que ya se vendían, entonces, en la librería Sucre, local en el cual además
se organizó un centro de tertulia al que solía concurrir Ricardo con al-
guna frecuencia.
Paredes, entonces, no estuvo alejado de las disquisiciones refe-
rentes a la realidad mundial, las mismas que se plantearon, a contrapelo,
en el entorno de una notoria frustración social -casi colectiva- después
de la muerte de Alfaro y del desplazamiento del liberalismo radical por
el liberalismo civilista que, a todas luces, había hipotecado los cambios
previstos, inicialmente, por los montoneros alfaristas.
Entre 1919 y 1920 Ricardo Paredes hizo el último año de Medi-
cina. Entonces fueron sus profesores los doctores: Gabriel Araujo en me-
dicina legal; Isidro Ayora en obstetricia y ginecología; Eustorgio Salgado

217
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

en cirugía operatoria y anatomía topográfica; Ricardo Villavicencio


Ponce e Isidro Ayora en patología externa y clínica de las vías urinarias
y enfermedades venéreas, como también lo fueron, los dos últimos pro-
fesores señalados, tutores en cirugía y dermatología.
A partir de los datos referidos queda plenamente evidenciado
que Ricardo Paredes en el periodo lectivo correspondiente a su último
año de estudios médicos, fue alumno del Doctor Isidro Ayora en tres
asignaturas distintas, lo cual le permitió tener un contacto directo con
el mencionado profesor, asunto que además fue posible debido al nú-
mero reducido de estudiantes de medicina. En el año de 1921, en efecto,
se graduaron 21 estudiantes, entre los cuales obtuvo el doctorado Ma-
tilde Hidalgo de Prócel, la primera médica del país y compañera de aula
de Ricardo.
Una vez rendidos los exámenes correspondientes y completa-
dos los cursos respectivos, Ricardo Paredes obtuvo la Licenciatura en
Medicina. El título se expidió el 31 de mayo de 1921; en aquella misma
fecha se aperturó el expediente para la obtención del Doctorado en Me-
dicina y, además, en el mismo día, Ricardo presentó el pedido al Decano
para que le declarara apto para presentarse al grado Doctoral en la ca-
rrera médica
La tesis de Ricardo Paredes, que versó sobre la sífilis, fue leída
y examinada el 28 de junio de 1921 ante el tribunal compuesto por los
profesores: Maximiliano Ontaneda, Enrique Gallegos e Isidro Ayora.
La mentada tesis, conforme la reglamentación interna de aquel
entonces, fue presentada por escrito, a manera de un libro compaginado.
No tiene pie de imprenta (no obstante esta levantada en imprenta, en el
sistema de cajas, esto es letra por letra y línea por línea) y se halla cons-
tituida de un cuerpo de 60 páginas. Al final de la última hoja impresa
está la rúbrica de Ricardo Paredes. El original del texto reposa en el Ar-
chivo Central de la Universidad Central de Quito, correspondiente a las
tesis de medicina presentadas en el año de 1921.
Quince meses después de la graduación de Ricardo Paredes
como Médico ocurrió, el 15 de noviembre de 1922, la masacre de los tra-
bajadores en Guayaquil.

En el año 2005 efectué una serie de entrevistas a Cesar Endara,


uno de los fundadores de la izquierda política marxista en el país, a fin
de estudiar la génesis del socialismo en el Ecuador. De ellas extraigo una

218
R I C ARDO PAREDES RO MERO: EL MÉDICO MARC ADO POR LA HU E L L A D E L A R E VO L U C I Ó N J U L I A N A

que me ha abierto el camino para precisar que en el caso de Ricardo Pa-


redes Romero, el punto de inflexión entre el médico y el político, estuvo
marcado por los sucesos del 15 de noviembre de 1922. César Endara
me refirió lo siguiente:

“Ricardo era médico, otros estudiaban en la Universidad, otros éramos


obreros o artesanos, pero todos coincidimos que el momento de hacer
algo había llegado una vez que masacraron a los huelguistas en Gua-
yaquil. Esto lo comprendimos y lo dijimos cuando ya nos fuimos or-
ganizando unos años después […]”

Respecto de los acontecimientos del 15 de noviembre de 1922,


Paredes analizaría dichos sucesos en varios de sus textos con opiniones
llenas de dramatismo y de rebeldía que dan la razón a las aseveraciones
de Endara y que denotan la influencia extraordinaria que sobre el mé-
dico riobambeño ejerció el fatídico 15 de noviembre, ratificando en mí
la percepción que tal suceso tuvo un impacto extraordinario tal en la
vida política de Paredes, al punto que estoy seguro que le indujo a que
Ricardo asumiera el camino de la lucha militante. Lo señalado no nos
puede hacer olvidar que la impronta de la Revolución Rusa, también
ejerció una formidable incidencia sobre Paredes, todo lo cual abonó para
su compromiso político y profesional en una conjunción dialéctica in-
separable.
Y si aquellas fueron las influencias para sus definiciones ideo-
lógicas, su trajín político cotidiano maduró, rápidamente, a propósito
de la revolución juliana en cuyo contexto la vida política del médico rio-
bambeño asumió rumbos definitivos. Sobre aquello trataré de manera
inmediata:

LA REVOLUCIÓN JULIANA: LA IDENTIFICACIÓN DE RICARDO


PAREDES CON ESTE PROCESO POLÍTICO

En 1924, el 1 de septiembre, se posesionó como Presidente del


Ecuador Gonzalo Córdova, luego de imponerse con el tradicional me-
canismo del fraude electoral sobre las candidaturas adversarias de Ja-
cinto Jijón y Juan Manuel Lasso, candidatura esta última progresista y
de tendencia socialista junto a la cual se identificó Paredes y a la que
promocionó entusiastamente con sus talentosos artículos en el periódico

219
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

“Humanidad”, publicación dirigida por Jorge Carrera Andrade y finan-


ciada por Juan Manuel Lasso y que solamente circuló el año de 1923,
pues el 15 de noviembre de ese año fue clausurada debido a su postura
fiscalizadora respecto de la masacre ocurrida un año atrás en Guaya-
quil2.
El triunfo del candidato Córdova, adicionalmente, se produjo,
en medio de serias divisiones al interior del liberalismo, circunstancia
que favoreció para que Jacinto Jijón y Caamaño, líder conservador, acau-
dillara una revuelta armada en el norte del país que pudo ser sofocada
por el ejército.
Pero lo afirmado no eliminó la oposición al Gobierno. Otros sec-
tores fueron sumándose para confrontarlo; entre ellos el banquero y em-
presario liberal Luís Napoleón Dillon quien, como lo dice el historiador
Enrique Ayala, se transformó en ideólogo de la oposición al régimen “y
a su soporte, el poder bancario de Guayaquil”3.
Desde los primeros meses de gobierno de Córdova, la inestabi-
lidad política se incrementó no solamente por las razones señaladas,
sino debido a que el estado de salud del gobernante le impedía ejercer
el cargo a plenitud. En efecto, Córdova tuvo largas ausencias de la Casa
de Gobierno y del poder real.
Quizá lo peor para Córdova estaba por venir, pues en las filas
de las Fuerzas Armadas, particularmente entre los jóvenes militares, co-
menzó a vivirse un descontento creciente (que a su vez expresaba el sen-
timiento de los más amplios sectores de la colectividad) lo cual generó
que al interior de la institución militar surgiera la conformación de una
estructura política, La Liga Militar, que se organizó bajo la influencia
del pensamiento transformador de la época y luego de la crisis en la que
había entrado el Estado liberal.
El movimiento de la oficialidad joven del ejército actuó en con-
tra de la superioridad politizada del ejército4 y provocó un golpe militar,
el 9 de Julio de 1925, que defenestró a Córdova y que en la historia se
conoce como la Revolución Juliana.
La referida revolución no solamente cuestionó el ejercicio del
régimen de Córdova, sino que surgió como una respuesta frente al com-

2 Germán Rodas, Partido Socialista, Casa Adentro, Quito, Ediciones La Tierra, 2006, p 28
3 Enrique Ayala, La Revolución de Junio de 1895, en : Nueva Historia del Ecuador, volumen 9, Epoca
Republicana lll, Corporación Editora Nacional, Quito, 1990, p. 166 p. 166.
4 Juan Paz y Miño, Revolución Juliana: Nación, Ejército y bancocracia, Quito, Abya-Yala, 2000, p.
19.

220
R I C ARDO PAREDES RO MERO: EL MÉDICO MARC ADO POR LA HU E L L A D E L A R E VO L U C I Ó N J U L I A N A

portamiento inescrupuloso propiciado por los sectores hegemónicos del


país que habían gobernado en el último periodo, lo cual, además, signi-
ficó enfrentar a la “bancocracia que lideraba el Banco Comercial y Agrí-
cola, gerenciado por Urbina Jado”5.
El comportamiento lleno de corruptelas políticas y económicas
a las que me refiero, a su vez constituyó el resultado de la crisis a la
que fueron conducidos los poderosos grupos oligárquicos, comerciales
y financieros del país a propósito de la debacle del modelo cacaotero,
sectores todos estos que intentaron transferir sus pérdidas al conjunto
de la sociedad utilizando para sus fines a los gobiernos de la plutocracia
liberal que se habían consolidado luego del asesinato de Alfaro.
La oficialidad del ejército fue receptiva a esta realidad en el con-
texto de un panorama más amplio en el cual el pensamiento crítico y las
ideas de cambio, comenzaron a tener un espacio notable. De esta manera
el derrocamiento de Córdova fue un episodio en el entorno de una as-
fixia estructural que había comenzado mucho tiempo antes a julio de
1925.
La insurrección militar del 9 de julio decidió constituir una Junta
de Gobierno Provisional, la misma que gobernó entre el 10 de julio al 9
de enero de 1926 .
La primera Junta del Gobierno Provisional fue remplazada, el
10 de enero de 1926, por una nueva Junta de Gobierno, también deno-
minada Provisional6 y luego, en el mismo año, el 31 de marzo, esta se-
gunda Junta fue sustituida por el Presidente Interino doctor Isidro Ayora
quien gobernó como tal desde el 3 de abril de 1926. Ayora fue electo,
posteriormente, como Presidente Constitucional7, Presidencia que se
instaló el 17 de abril de 1929 hasta el 24 de agosto de 1931.
Ricardo Paredes Romero vivió con gran intensidad el periodo
del derrocamiento del Presidente Córdova y el inicio de la Revolución
Juliana, tanto más que aquel suceso fue una especie de corolario a las
intenciones iniciales del Grupo Antorcha –el mismo que se organizó el

5 Gustavo Pérez, Luís Napoleón Dillón, Intelectual Humanista del Siglo XX, Quito, Ediciones Apolo,
2.009, p. 56.
6 La segunda Junta Provisional la conformaron Julio E. Moreno, Homero Viteri Lafronte, Isidro
Ayora, Humberto Albornoz, Adolfo Hidalgo Narváez, José Gómez Gault.
7 El 9 de julio de 1928, Isidro Ayora convocó a una Asamblea Constituyente que se instaló el 9
de octubre del mismo año. El 29 de marzo de 1929 la Asamblea Constituyente promulgó la
nueva Carta Política, la décimo tercera en la vida del Ecuador, y eligió al propio Ayora como
Presidente Constitucional.

221
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

16 de septiembre de 1924 a poco tiempo de la posesión del nuevo Presi-


dente de la República– constituido no solamente como un núcleo de es-
tudio y difusión de la ideología y doctrina socialistas, a las cuales
adhirieron, sino además para combatir a Córdova y a su régimen. El
grupo Antorcha estuvo conformado, además de los hermanos Ricardo
y Modesto Paredes, por Cesar Carrera, Néstor Mogollón, Leonardo
Muñoz, Delio Ortiz, Julio Peñaherrera, Gonzalo Pozo, Hugo Alemán y
Augusto Arias.
El grupo Antorcha, y desde luego Ricardo Paredes, en 1924 es-
tuvieron, pues, alertas respecto de las condiciones críticas económicas
del Ecuador; sobre la crisis del proyecto liberal; ante el descontento so-
cial, todo lo cual hacía previsible un desenlace que fracturara la institu-
cionalidad representada por Córdova.
Para corroborar estas aseveraciones, transcribo las apreciaciones
de Ricardo sobre este periodo histórico que inicialmente fueran entre-
gadas por el propio Paredes a la Internacional Comunista en Moscú, en
1927, y que luego fueron publicadas, en 1928, en la Revista Internacional
Sindical Roja, vinculada a la internacional comunista, bajo el acápite si-
guiente: “La Revolución Militar y Socialista de 1925”8:

La situación de la economía nacional se agravaba día a día y al mismo


tiempo, la vida de las clases pobres empeoraba rápidamente. En este
momento hemos comenzado una campaña violenta contra el gobierno
denunciando todos los crímenes de nuestra burguesía. Los principales
grupos políticos de la oposición eran: el bloque socialista radical diri-
gido por Luís N. Dillon, la Liga Secreta de los oficiales subalternos y
nuestro pequeño grupo socialista. La revolución era inminente y nos-
otros lo decíamos abiertamente en nuestro periódico “La Antorcha”:
la próxima revolución tendrá un carácter económico. Escribíamos cre-
yendo que las capas inferiores del cuerpo de oficiales serían uno de los
factores de esa revolución. Desde ese momento, nuestros esfuerzos ten-
dieron a imprimir al movimiento revolucionario una buena orientación
estableciendo contacto entre los círculos militares y las organizaciones
obreras.9

8 Germán Rodas, La Izquierda Ecuatoriana, Aproximación Histórica, Quito, Abya-Yala-


Ediciones La Tierra, 2000, p. 27
9 Ricardo Paredes, El Movimiento Obrero en el Ecuador, Revista Internacional Sindical Roja, 1928,
p.76-81. Archivo del P.C. y en: http//es.wilkepedia.org/wiki/Internacional_Sindical_Roja

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R I C ARDO PAREDES RO MERO: EL MÉDICO MARC ADO POR LA HU E L L A D E L A R E VO L U C I Ó N J U L I A N A

Queda absolutamente evidenciado que el grupo Antorcha y el


periódico de igual nombre que este núcleo de luchadores políticos puso
en circulación, asumieron el compromiso de incidir en el proceso que
se articulaba, pero que, al mismo tiempo, tal puñado de comprometidos
con el cambio radical en el país comprendieron que su influencia, so-
bretodo, debía ser doctrinaria e ideológica en la rebelión en ciernes,
pues su fortaleza orgánica todavía incipiente les impedía actuar de otra
manera.
En todo caso, el corto texto de Paredes que he leído expresa cla-
ramente el analisis marxista de la situación económica nacional; la com-
prensión política del proceso de la juliana; el rol que intentaron asumir
al interior de este movimiento y la voluntad política de construir una
alternativa al modelo capitalista de aquellos años.
Volviendo al punto de partida de la acción de Antorcha, es in-
dispensable reiterar que uno de los objetivos de este grupo fue el de asu-
mir la oposición a Córdova; ha de comprenderse pues el apoyo que
Antorcha dio por ello a la sublevación de los oficiales del ejercito en contra
del gobernante y a su posterior sustitución, tanto más que algunos de los
integrantes de Antorcha lograron mantener cierto nivel de comunicación
con varios miembros de la Liga Secreta y, sobretodo, debido a que formó
parte de la Junta de Gobierno Provisional Luís N. Dillón de quien el grupo
Antorcha y Ricardo Paredes tenían una particular valoración en el sentido
que “Dillón representaba una línea socialista radical”.
Tanta fue la aproximación del Grupo Antorcha con los sucesos
del 9 y 10 de julio de 1925 que a los tres días después del derrocamiento
de Córdova y de la constitución de la Primera Junta del Gobierno Pro-
visional -en otras palabras, a las pocas horas de la proclamación de la
Revolución Juliana- el mentado Grupo Antorcha decidió constituirse en
núcleo político del socialismo científico aplicado creadoramente a la re-
alidad ecuatoriana y dispuesto, como tal, a organizar en el país un par-
tido con igual fundamentación teórica y política, que según la opinión
de esta célula activista se llamaría partido socialista. Esta determinación
del núcleo Antorcha la volvieron pública y comenzaron, pues, a actuar
así en una especie de doble carril: por un lado apoyando a la Revolución
Juliana y, de otra parte, organizando al Partido Socialista.
Este afán del grupo Antorcha de constituirse en un núcleo base
de lo que aspiraban fuese luego un partido, tuvo la finalidad adicional
de buscar los mecanismos adecuados para incidir, en ese momento, en

223
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

la Revolución Juliana desde una postura conceptual y orgánica propias.


Se actuó en la perspectiva de orientar el proceso. Ricardo Paredes fue el
timonel de esta visión política e ideológica que tuvo limitaciones prác-
ticas a la hora de la política concreta.
Las expectativas políticas de Ricardo Paredes fueron inicial-
mente mayores a la realidad concreta. Así se entiende que Paredes dijera
que en la Primera Junta Provisional se hallaba el “socialista Dillón”, y
luego supusiera que formando parte de la segunda Junta Provisional su
maestro y amigo el prestigioso médico Isidro Ayora -de quien Paredes
tenía una alta valoración y estima- las causas de la transformación estu-
vieran garantizadas a plenitud. Esta realidad no fue posible porque el
apoyo social al proyecto de cambio no había involucrado al conjunto de
la sociedad ecuatoriana. Simplemente no estaban dadas las condiciones
de una transformación radical y, además, no había un partido que pu-
diese dar dirección política al fenómeno de la Juliana.
Paredes comprendió este último asunto con el talento que le ca-
racterizaba: es decir que si detrás del proyecto de la Revolución Juliana
no había un partido debidamente constituido, no sería posible incidir
ideológica y políticamente sobre ella, debido a lo cual aceleró el proceso
organizativo del socialismo10 cuyo germen histórico se había sembrado
en la conciencia social, teniendo como telón de fondo la crisis estructu-
ral de la economía y de la sociedad ecuatorianas.
La organización partidaria en la que pensó Paredes, desde el
inicio, fue aquella que asumiera en su definición ideológica el carácter
de marxista y que por lo tanto representara, para ese momento, los afa-
nes del proletariado nacional. Desde esta visión, también, dedujo que
podía apoyar las acciones de la Revolución Juliana, manteniendo una
postura de clase, de identidad propia, pero al mismo tiempo de impulso
a las tareas del nuevo régimen, favoreciendo, también, la interlocución
(y la acción) de la vanguardia política y social con el régimen juliano,
sin someterse a este proceso por alguna canonjía burocrática.
“La revolución de julio debía su fuerza a la estrecha ligazón de la clase
obrera, el gobierno y los elementos revolucionarios” dijo Paredes sobre este
10 La fundación del Partido Socialista se produjo luego de un denodado esfuerzo del grupo An-
torcha, pero de manera particular de Ricardo Paredes, quien recorrió el país organizando los
núcleos que concurrirían a la fundación del PSE, hecho que aconteció en mayo de 1926. Ob-
viamente había un acumulado histórico para que se produjera esta fundación, así como se
habían producido las condiciones sociales para que emergiera un partido marxista, de carácter
contestatario y alternativo al sistema.

224
R I C ARDO PAREDES RO MERO: EL MÉDICO MARC ADO POR LA HU E L L A D E L A R E VO L U C I Ó N J U L I A N A

proceso en su informe sobre la realidad ecuatoriana (particularmente


sobre el movimiento obrero en el Ecuador) en la reunión de la Tercera
Internacional que se efectuó en Moscú y a la que concurrió en 1927. Su
texto, que ocupa las páginas 76 a la 81, fue publicado, como ya lo he re-
ferido, en la Revista Internacional Sindical Roja en 1928.
La adhesión de Paredes a la Revolución Juliana quedó escrita
en las siguientes líneas:

Por todas partes se formaban soviets militares, agrupados orgánica-


mente por la Junta Militar Superior. Los obreros celebraban grandes
reuniones y enviaban sus diputados a las Juntas Militares para expo-
ner sus reivindicaciones. El programa de las Juntas comprendía toda
una serie de artículos anunciando reformas sociales; el gobierno revo-
lucionario prometía el saneamiento de las finanzas nacionales lo que
suscitó la aprobación unánime de la clase obrera. Sostenido por los mi-
litares y la clase obrera el gobierno realizó, en el curso de los primeros
meses una serie de importantes reformas, atacando seriamente a la in-
fluencia del capital financiero. La revolución de julio dio un impulso
grande al movimiento socialista”11.

A MANERA DE CONCLUSIONES

1.- Estudiar la figura médica de Ricardo Paredes Romero, en el contexto


de la Revolución Juliana, no solamente es fundamental para conocer
su perfil como profesional de la salud, sino para interpretar con
mayor rigurosidad su comportamiento social y político frente a uno
de los procesos históricos más importantes del siglo XX cuya influen-
cia en el campo de la medicina, y particularmente en el de la salud
pública, es trascendente, y cuya incidencia tiene matices que nos
ponen de frente con la que fuera una vida ( la de Paredes Romero) al
servicio de los demás; una entrega militante no solamente en su pro-
fesión, sino en la perspectiva de la construcción de una sociedad dis-
tinta, ese sueño impostergable de Paredes en cada un de sus actos
que ciertamente lo vuelve un personaje de su tiempo y un contem-
poráneo de los paradigmas de cambio.
2.- De la simpatía a la llamada la Revolución Juliana, Paredes Romero

11 Ricardo Paredes, El Movimiento Obrero en el Ecuador… 1928.

225
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

pasó al entusiasmo cuando descubrió que ella impulsaba acciones


de hondo contenido social que, en materia de salud pública, se tra-
dujeron en líneas concretas para precautelar la salud de los trabaja-
dores y de la población en general, al organizar instituciones como
la de Higiene y al emitirse decretos que tenían por finalidad proteger
el ambiente laboral y favorecer los derechos del pueblo trabajador.
Estos hechos puntuales denotan las líneas de influencia del proceso
de 1925 sobre el médico Ricardo Paredes Romero, tanto más que la
Revolución Juliana adoptó comportamientos específicos que favore-
cieron la salud pública e impactaron en la orientación profesional en
Paredes.
3.- Los impactos a los que me refiero, se evidenciaron luego en los textos
que escribió Ricardo Paredes cuando trató y analizó el problema del
Paludismo en el país, estudio trabajado en 1936 y, fundamental-
mente, cuando en 1938 abordó sobre la situación de la salud de los
trabajadores en las minas de Portovelo y respecto de la presencia del
Imperialismo, en el mismo contexto, en el Ecuador. En estos dos úl-
timos trabajos hay una evidente cosmovisión epidemiológica de la
salud y del trabajo y un tratamiento oportuno sobre los determinan-
tes sociales que inciden en la salud de los sectores vulnerables de la
sociedad. No cabe la menor duda que esta postura analítica devino
de la influencia de la epistemología marxista en la relación trabajo-
salud, relación que fue abordada desde una perspectiva progresista
por la Revolución Juliana, desencadenando nuevos enfoques en el
rol del Estado frente a la salud, realidad que nutrió conceptualmente
a Ricardo Paredes Romero al punto que puedo afirmar que fue un
médico, un trabajador de la salud, marcado, también, por la huella
de la revolución de Julio de 1925.

Quito, 11 de Noviembre del 2.010

226
SAN MARTÍN, SU ENTREVISTA CON BOLÍVAR EN
GUAYAQUIL Y RETIRO DEL GOBIERNO DEL PERÚ*

Benjamín Alfredo Rosales Valenzuela

DESIDEALIzANDO A LOS LIBERTADORES

En algunos países o regiones de Suramérica, historiadores con


afanes nacionalistas resaltan las figuras de los libertadores Bolívar y San
Martín, queriendo elevarlas a un nivel sobrehumano, al retratarlos como
intachables justifican todos sus excesos y errores, que sin duda come-
tieron, culpando a la falta de apoyo y colaboración de otros, los fracasos
por ellos incurridos.
El año pasado, en el Congreso Extraordinario de esta Asocia-
ción, realizado en Ecuador con motivo del bicentenario de la Revolución
de Quito, don Elías Pino Iturrieta, director de la Academia Nacional de
la Historia de Venezuela, dictó una brillante conferencia sobre la extra-
limitación de la historiografía de la Independencia de su país titulada
“La Independencia de Venezuela: propuestas para cohabitar con sus es-
tatuas”. En esta sugiere la necesidad de reconstruir “interpretaciones
más apegadas a la realidad en la cual se han regodeado la retórica y la
política hasta nuestros días.” Nos dice que sobre Bolívar se han realizado
estudios excesivamente entusiastas promoviendo un culto con el bene-
plácito de gobiernos. Dice Pino: “El tabernáculo impide reflexiones
sobre temas medulares, como los relativos a la creación de Colombia y
a su posterior desmembración, hasta ahora rodeados de subterfugios”1.
El historiador inglés John Lynch ha hecho estupendos trabajos
sobre la América española y el proceso independentista, que realizados
con un alejamiento de pasiones localistas, van en la línea de interpreta-
ciones modernas bajo una perspectiva continental y a través de ópticas
diversas, como cree necesario nuestro colega académico venezolano.

* Discurso en el XII Congreso de Academias Iberoamericanas de Historia Buenos Aires, agosto


1 de 2010
1 ELÍAS PINO, “La Independencia de Venezuela: propuestas para cohabitar con sus estatuas”,
Discurso en Congreso Extraordinario de Asociación Iberoamericana de Academias de Historia.
Quito, 2009.

227
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Luego de casi cincuenta años como profesor de Historia de Latinoamé-


rica, principalmente en la Universidad de Londres, Lynch ha publicado
dos estupendas biografías, la primera: “Simón Bolívar, una vida” en 2006
y la segunda: “San Martín: soldado argentino, héroe americano” en 2009. En
ellas se refleja el estudio profundo realizado y una visión imparcial de
los hechos y personajes, que evidencian un acercamiento del autor a la
realidad de los procesos independentistas y sus circunstancias.
Sin embargo, no todos los trabajos históricos de escritores an-
glosajones sobre la independencia de Suramérica guardan la misma
rigurosidad que los de Lynch, la obra “Libertadores: la lucha de Latinoa-
mérica por la independencia 1810-1830”, del periodista Robert Harvey, pu-
blicada en 2000 con buen mercadeo y éxito en ventas, por ejemplo, tiene
garrafales errores, hechos quizá por la ligereza del estudio y amplitud
del trabajo, o por el afán de exaltar encima de lo real, las hazañas mili-
tares de Bolívar. En el corto capítulo 13 escribe, entre otros errores: que
Guayaquil era un puerto histórico del Imperio Inca, omite referencia a
la independencia de esta próspera ciudad en octubre de 1820, hecho que
posibilitó la llegada de tropas colombianas, en naves guayaquileñas,
para fortalecer la guerra emprendida por el Estado de Guayaquil contra
el ejercito realista en Quito, minimiza los refuerzos enviados por San
Martín que posibilitaron el triunfo en Pichincha, confunde a esta heroica
batalla con el enfrentamiento previo en Riobamba, escribe que Quito
tenía medio millón de habitantes cuando entró Bolívar en junio de 18222.
A más de otras barbaridades como las mencionadas, en la obra de Har-
vey existen errores conceptuales aún mucho más graves, para comenzar,
pone en un mismo grupo de “libertadores”, en el que con razón figuran
Miranda, Bolívar, San Martín y O´Higgins, al “emperador” mexicano
Iturbide, al Almirante escoses Cochrane y a Don Pedro de Brasil en un
grave error de perspectiva histórica.
En años recientes se han abierto espacios de discusión que cues-
tionan muchas de las acciones y políticas de los grandes líderes que lu-
charon por, y finalmente lograron la independencia de Suramérica de
la corona española. La obra del peruano Herbert Morote, con el suges-
tivo titulo Bolívar, Libertador y Enemigo N° 1 del Perú es significativa, ya
que reconociendo el genio del general venezolano, que alcanzó el triunfo

2 ROBERT HARVEY, “Liberators, latin America’s Struggle for Independence 1810-1830”, pág.
193,194, 196.

228
S AN MARTÍN, SU ENTREVISTA CON BOLÍVAR EN GUAYAQUIL Y R E T I RO D E L G O B I E R N O D E L P E R Ú

patriota en las batallas de Junín y Ayacucho, que sellaron la indepen-


dencia del Perú y Suramérica, resalta la manera tiránica con que Bolívar
actuó en los 21 meses después de esta última batalla. Escribe Morote:

El Libertador expatrió a su más ferviente opositor, Luna Pizarro, junto


a otros congresistas que se oponían a sus designios…ordenó el fusila-
miento de cuanto soldado protestase…encarceló al almirante Guisse…
se deshizo del general argentino Necochea…fusiló a Berindoaga…En
resumen, aterrorizó a los peruanos que se le opusieron3.

Morote cuestiona además el manejo de las finanzas y la conce-


sión de minas para el pago de deuda a los ingleses durante el gobierno
de Bolívar en el Perú.
En Guayaquil siempre existió un resentimiento, quizá no gene-
ralizado, sobre la forma que Bolívar anexó la provincia a Colombia, sin
permitir un pronunciamiento popular como pretendía la Junta de Go-
bierno. Hoy, historiadores guayaquileños como Guillermo Arosemena,
publican artículos evidenciando como se perjudicó la economía de la
región, por las inmensas extracciones de bienes y personas para la gue-
rra en el Perú y otras políticas bolivarianas que afectaron a Colombia y
a la región.4
Mucho tiene que escribirse aún sobre los errores políticos que
cometió Bolívar, especialmente al pretender imponer un sistema de
gobierno fuertemente centralista y presidencialista, que tuvo como con-
secuencia la final división de su querida Colombia en tres naciones: Vene-
zuela, Nueva Granada y Ecuador. Y es bueno que veamos a los liberta-
dores como figuras de carne y hueso, que conozcamos sus pasiones, am-
biciones y debilidades, y dejemos atrás visiones épicas de héroes míticos
que solo sirven para penosas emulaciones de actuales lideres de barro.

SAN MARTÍN Y SU CAMPAñA A TRAVéS DE LOS ANDES

La figura de José de San Martín resalta entre los hombres cuyas


acciones hicieron posible la independencia de Suramérica. Cuando lee-
mos biografías de San Martín nos llama la atención las cruciales y fun-

3 HERBERT MOROTE, “Bolívar, Libertador y Enemigo N° 1 del Perú”, Lima 2007, pág. 112.
4 GUILLERMO AROSEMENA, “¿Fue Bolívar Estadista?”, http://independent.typepad.com/
elindependent/2010/03/fue-bol%C3%ADvar-estadista-i.html.

229
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

damentales decisiones que tomó y que cambiaron el curso de su vida y


de la historia de este continente.
La primera gran decisión fue la de regresar a América, al fin y
al cabo, poco conocía este hombre a los treinta y cuatro años de edad de
su tierra natal, más allá de un vago recuerdo, pues su familia había par-
tido para la península ibérica cuando él tenia apenas seis años. San Mar-
tín había hecho una nada despreciable carrera militar de veinte y un
años al servicio de España, la que debió abandonar, así como lo hizo con
su madre y hermanos. El prócer debe haber sentido una terrible decep-
ción con la monarquía borbónica que había llevado a España a la crisis
más grande de su historia, e influenciado en su determinación el pen-
samiento de sus amigos americanos, que en el Cádiz de 1811, se reunían
para analizar los acontecimientos en América y planificar su retorno al
continente para integrarse a los primeros esfuerzos independentistas.
Lynch hace unas interesantes reflexiones sobre esta vital decisión del
patriota argentino:

Había ya un sentido de destino en San Martín. Su preferencia por su


tierra natal fue una decisión calculada, basada en una compulsión in-
terior la que casi prevenía su elección…En 1811 el vio lo que tenia que
hacer: si permanecía en España el seria nadie. Si regresaba a Argentina
el podría lograr cosas grandes para una causa mayor5.

Gracias a las conexiones hechas en Cádiz y Londres con miem-


bros de la Sociedad de Caballeros Racionales, en especial Carlos Alvear,
ni bien llegó a Buenos Aires fue presentado al triunvirato gobernante e
incorporado al ejército patriota con el rango de teniente coronel, el
mismo que tenía en el español. Se conectó socialmente y apenas seis
meses después de llegado a la ciudad se casó con la hija de un porteño
acaudalado en septiembre de 1812.
Su profesionalismo en la preparación del batallón de caballería,
que se estrenó con éxito en San Lorenzo a comienzos de 1813, catapultó
su prestigio por lo que se le encargo organizar las defensas de Buenos
Aires. Luego de la terrible derrota sufrida por el ejército del norte, que
intentaba liberar al Alto Perú, en noviembre de ese año en Ayohuma,
San Martín fue enviado a ese frente con refuerzos para las desconcerta-
das tropas al mando del General Belgrano.
Los meses entre 1814 y 1816 fueron críticos para la revolución

5 JOHN LYNCH, “San Martín: argentine soldier, american hero”, 2009, pág. 24.

230
S AN MARTÍN, SU ENTREVISTA CON BOLÍVAR EN GUAYAQUIL Y R E T I RO D E L G O B I E R N O D E L P E R Ú

suramericana, se había acabado la guerra peninsular y restablecido la


monarquía de Fernando VII, lo que le permitió a España enviar las fuer-
zas lideradas por el General Morillo que aplastaron a los independentis-
tas venezolanos y neogranadinos, desde el Alto Perú los realistas ame-
nazaban con tomar Tucumán, fuerzas enviadas desde Lima aplastaron a
los divididos patriotas chilenos en Rancagua en octubre de 1814, estos
reveses hacían ver a la independencia como una meta inalcanzable.
En Tucumán, mientras organizaba el alicaído ejército e impul-
saba la formación de efectivas guerrillas, lideradas por el gaucho Martín
Güemes, San Martín reflexionaba sobre la estrategia más conveniente
para lograr la libertad de Suramérica. Continuar con el intento de liberar
el Alto Perú desde el sur era difícil porque se enfrentaban a tropas abas-
tecidas desde Lima, el centro del poderío español en Suramérica, era un
territorio de altas elevaciones para lo que no estaban preparadas las tro-
pas porteñas y sus habitantes respaldaban a los realistas. Una invasión
por mar desde Valparaíso a Lima tendría mejores posibilidades de éxito,
contando que los habitantes de la costa peruana estarían más dispuestos
a apoyar la independencia que los del altiplano. De ahí nace el Plan Con-
tinental de San Martín, según Lynch: “Su estrategia estaba basada en la
tesis de que la revolución suramericana no se podía asegurar hasta que
el corazón del poder español en Perú haya sido destruido”6. Es posible
que la idea del plan se haya originado en la expedición propuesta por
el coronel Paillardelle en 1813, o que San Martín conociera, cuando es-
tuvo en Londres, el plan para atacar al Imperio español presentado por
el escoses Maitland al gobierno británico cincuenta años antes, pero fue
él quien decidió “usar todo su poder de persuasión ante sus jefes polí-
ticos en Buenos Aires para introducir y preservar su plan”7.
Para ejecutar esta estrategia, San Martín debió abandonar el ejer-
cito del norte y formar el ejercito de los Andes, con muy poco apoyo del
gobierno de Buenos Aires, que se debatía en una inestabilidad inaudita.
El régimen del segundo triunvirato fue reemplazado por el Director Su-
premo Posadas, luego sería el propio Alvear quien asumiría el poder
político en base al mando militar que ya ostentaba. San Martín, para rea-
lizar sus propósitos, consiguió el nombramiento de gobernador de la
Intendencia de Cuyo, llegó a Mendoza en septiembre de 1814 y desde
ahí formó el ejército independentista.
A pesar de la falta de apoyo económico de los gobiernos de Bue-
6 JOHN LYNCH, “San Martín: argentine soldier, american hero”, 2009, pág. 64.
7 JOHN LYNCH, “San Martín, argentine soldier, american hero”, 2009, pág. 65.

231
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

nos Aires, San Martín organizó las fuerzas de defensa de la Intendencia,


la que luego de la derrota de los chilenos en Rancagua, corría el riesgo
de ser invadida por tropas realistas. Tuvo que poner bajo control a las
fuerzas de los hermanos Carrera, organizar la fabricación de uniformes,
armas y pertrechos para el ejército, tomar medidas para mejorar la ad-
ministración de Mendoza, incluso se preocupó del riego y la producción
agrícola de la provincia.
El caos en el gobierno de la Provincias Unidas del Río de la Plata
continuó en 1815 con la caída de Alvear en el mes de abril, el directorio
nombró al General Rondeau como Director Supremo, quien asumió el
mando del ejército del norte con el fin de lanzar una tercera expedición
al Alto Perú, la que como había prevenido San Martín, sufrió otra de-
sastrosa derrota en Sipe Sipe.
Con la llegada al poder de Pueyrredón, cambió la suerte de San
Martín, según Pérez Pardilla: “Por fin había llegado al gobierno el hom-
bre con genio de estadista y garra de gobernante, que daría el apoyo
para la creación de un gran ejercito”8.
En los casi tres años en que San Martín estuvo en Mendoza, for-
mando el ejército de los Andes, demostró su capacidad administrativa,
sus habilidades como jefe militar y político, pues logró el total apoyo de
la población de Cuyo a la causa de la independencia de Chile y América.
En enero de 1817 el ejército al mando de San Martín emprendió
el cruce de los Andes y el 12 de febrero triunfó brillantemente en Cha-
cabuco, dos días después ocupó Santiago, convocó una asamblea, la que
el día 16 nombró a O´Higgins como Director Supremo de Chile, como
el libertador había propuesto. Las tropas realistas al mando de Osorio
se atrincheraron al sur en Talcahuano e incluso amenazaron nuevamente
la independencia de Chile luego del triunfo que obtuvieron contra las
tropas de O´Higgins en Cancha Rayada el 19 de marzo de 1818. El ejér-
cito español en Chile fue finalmente derrotado por los patriotas al
mando de San Martín el 5 de abril en la batalla de Maipú.
En mayo San Martín fue recibido gloriosamente en Buenos
Aires como libertador de Chile, pero eso no garantizó el apoyo de Ar-
gentina para la nueva etapa del Plan Continental, la liberación de Perú,
porque los gobiernos de la república enfrentaban caos y anarquía por
los enfrentamientos entre centralistas y federalistas. El General atravesó
los Andes tres veces para buscar un apoyo que le fue esquivo.
San Martín luchó, a capa y espada, para conseguir recursos y

8 AGUSTÍN PÉREZ PARDILLA, “José de San Martín, el Libertador cabalga”, 1997, pág. 158.

232
S AN MARTÍN, SU ENTREVISTA CON BOLÍVAR EN GUAYAQUIL Y R E T I RO D E L G O B I E R N O D E L P E R Ú

llevar a cabo su propósito de liberar el Perú, su decisión en 1811 de re-


gresar a su América natal, no era solo para reforzar la independencia de
Buenos Aires, o de las Provincias del Río de la Plata, no era suficiente li-
berar Chile, ninguna de estas estaría asegurada mientras se mantuviera
en Lima el poderío español. San Martín no era un hombre impulsivo,
tomó decisiones luego de profunda meditación y después de hacerlo las
sostenía con firmeza. A pesar de no contar con suficiente apoyo del go-
bierno de Buenos Aires, se empeño en su objetivo. Contó eso sí, con la
decidida colaboración de su amigo O´Higgins y el gobierno chileno, que
formó la Armada comandada por Cochrane, la que posibilitaba la inva-
sión al corazón del imperio español en Suramérica. Finalmente la expe-
dición independentista partió de Valparaíso en agosto de 1820, San
Martín tenía la esperanza de que al llegar a costas peruanas, se le unie-
ran miles de voluntarios para reforzar el ejército patriota y poder some-
ter a las fuerzas españolas del Virrey Pezuela.

INDEPENDENCIA DE GUAYAQUIL

La noticia del triunfo de Bolívar en Boyacá creó la expectativa


en algunos jóvenes de Guayaquil sobre la fortaleza del proceso inde-
pendentista. A fines de septiembre de 1820 se conoció que la expedición
de San Martín había llegado a costas peruanas, así mismo, arribaron a
la ciudad tres oficiales venezolanos expulsados, por favorecer la revo-
lución, del batallón español Numancia que estaba estacionado en Lima,.
Con ese motivo, José Villamil, natural de Nueva Orleáns radicado en
Guayaquil, y José Antepara organizaron sendas reuniones con los ve-
nezolanos León Febres Cordero, Miguel Letamendi y Luís Urdaneta,
oficiales peruanos del batallón de Granaderos estacionados en la ciudad
y jóvenes guayaquileños adictos a la causa independentista, para orga-
nizar una revolución que libere a Guayaquil del dominio español. Uno
de los más jóvenes, Febres Cordero, exponía así los motivos para realizar
el golpe: “De la revolución de esta importante provincia puede depen-
der el éxito de ambos Generales (Bolívar y San Martín), en razón al
efecto moral que produciría, aunque nada más produjera”9. Parecía in-
digno para los convocados que uno de los ejércitos libertadores llegara
cuando la ciudad no esté aún liberada.

9 JOSÉ VILLAMIL, “Reseña de los Acontecimientos Políticos y Militares de la provincia de


Guayaquil, desde 1813 hasta 1824, inclusive”, Lima 1863. Republicado “La Independencia
de Guayaquil”, BCE 1983, pág. 14.

233
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

En la provincia había cerca de mil quinientos hombres de guar-


nición entre granaderos de reserva, milicias, un escuadrón de caballería,
una brigada de artillería y la tripulación de siete cañoneras, sin embargo,
entre los complotados estaban algunos oficiales criollos. Entre la noche
del 8 de octubre y la madrugada del 9 se tomaron los cuarteles con la
muerte del comandante español, apresaron al gobernador y las princi-
pales autoridades, y declararon la independencia de Guayaquil.
En primera instancia se nombró presidente de la junta guber-
nativa al coronel Escobedo, y enseguida se comisionó a Villamil para
que llevara noticias de la revolución y entregara los prisioneros al Ge-
neral San Martín. Villamil relata en su reseña de los acontecimientos, su
encuentro con la Armada comandada por el Almirante Cochrane el 31
de octubre, que se encontraba a las afueras de la rada del Callao prepa-
rando el asalto al Esmeralda, y su entrevista con el libertador San Martín,
que estaba en Ancón. No podía el General dar mucha ayuda a los revo-
lucionarios, pero si envió 150 carabinas y a los coroneles Guido y Luzu-
riaga como comisionados ante el gobierno de Guayaquil.
Durante los primeros días después de la revolución, Escobedo
apresó y confiscó los bienes de los vecinos españoles de la ciudad, cau-
sando una gran consternación en la misma, y envió, sin las previsiones
ni hombres suficientes, una expedición militar a Quito. Las acciones
abusivas de Escobedo contra los peninsulares, a pesar de que muchos
de ellos favorecían la independencia, provocó la reacción ciudadana,
treinta días después del golpe revolucionario se reunió un cabildo
abierto que destituyó a Escobedo y nombró una nueva Junta de Go-
bierno presidida por el patricio José Joaquín de Olmedo que liberó a los
presos y les restituyó sus bienes10. Esta Junta promulgó pocos días des-
pués un Estatuto Provisorio republicano y liberal que rigió durante la
vigencia del Estado de Guayaquil hasta julio de 1822.
Las tropas de la provincia en su avance a Quito, después de pe-
queños encuentros exitosos con brigadas enemigas, sufrieron a fines de
noviembre una aparatosa derrota ante fuerzas muy superiores en los
llanos de Huachi. Al Coronel Luzuriaga se le encargó reorganizar las
fuerzas que sobrevivieron al desastre y evitaron que la ciudad fuera to-
mada por tropas realistas.

10 EMILIO ROCA, “Recuerdos históricos de la Emancipación Política del Ecuador y del 9 de


Octubre de 1820”, Guayaquil 1900. Republicado “La Independencia de Guayaquil”, BCE
1983, pág. 91-93.

234
S AN MARTÍN, SU ENTREVISTA CON BOLÍVAR EN GUAYAQUIL Y R E T I RO D E L G O B I E R N O D E L P E R Ú

Las lluvias de la estación invernal impidieron que eso sucediera,


mientras tanto, Bolívar al conocer la Independencia de Guayaquil, envió
primero al General Mires con una compañía de soldados experimenta-
dos y luego al General Sucre con 600 hombres, que se constituirían en
la base del ejército libertador del territorio quiteño. Sucre llegó a la ciu-
dad con la disposición de agregarla a Colombia, lo que fue rechazado
por al Junta de Gobierno que lo nombró sin embargo, Jefe del Ejército.
La Junta de Gobierno no accedió al pedido de Bolívar porque
entre los ciudadanos de Guayaquil habían tres tendencias independen-
tistas y republicanas: la primera tenía el apoyo de algunos miembros de
la Junta y comerciantes prominentes, favorecía la unión con Perú cuando
este país se independice; otra que admiraba a Bolívar y favorecía la in-
tegración de la provincia a Colombia; la tercera, respaldada por Olmedo
y que era la más popular, creía que la provincia, junto al territorio de la
Presidencia de Quito, debía ser una republica independiente de Colom-
bia y Perú11.
La campaña de 1821 se inició con el triunfo patriota en Cone,
un llano en la costa cerca de Guayaquil, pero luego el ejército indepen-
dentista fue derrotado nuevamente en los campos de Huachi, en la sie-
rra central cerca de Ambato al sur de Quito. Bolívar, que dirigía el grueso
del ejército colombiano desde Popayán, no podía enviar suficientes re-
fuerzos a Sucre en Guayaquil por lo que pidió al General San Martín
en noviembre de ese año el envío del batallón al mando de Heres, o
“cualquier otro cuerpo que pueda ser destinado a Guayaquil, de los del
ejército del mando de V. E.”12. El General San Martín respondió genero-
samente asignando al General Santa Cruz para que se pusiera a las ór-
denes del General Sucre con 1400 hombres, los que junto a cientos de
reclutas de Guayaquil, Cuenca y Loja completaron el ejército que selló
la liberación de la antigua Presidencia de Quito en la sangrienta Batalla
de Pichincha el 22 de mayo de 1822.

11 JOSÉ VILLAMIL, Reseña de los Acontecimientos Políticos y Militares de la provincia de Guaya-


quil, desde 1813 hasta 1824, inclusive, Lima 1863. Republicado La Independencia de Guayaquil,
BCE 1983, pág. 38.
12 SIMÓN BOLÍVAR, Obras Completas, Vol. I, La Habana 1947, pág. 607.

235
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

SAN MARTÍN COMO PROTECTOR DEL PERÚ

Desde que partió la expedición libertadora del Perú de Valpa-


raíso el 21 de agosto de 1820, se hizo evidente que la relación de General
San Martín con el Almirante Cochrane iba a ser conflictiva. Según Lynch,
al escoses se lo puede describir como: “un mercenario superior, marino
profesional con características de valor, fanfarronería y originalidad que
le dieron fama durante la guerra napoleónica”13. La primera confronta-
ción ocurrió cuando San Martín decidió, con una actitud cauta, desem-
barcar en Pisco, mientras el Almirante quería continuar al Callao,
enfrentar a los realistas y ocupar la capital, aprovechando el factor sor-
presa. La estrategia de San Martín, de ir ganando territorios y reclutas
en los alrededores de Lima, según Cochrane era muy costosa pues había
que mantener la flota inactiva. San Martín quería evitar un sangriento
enfrentamiento con los realistas para ganar la mente y corazón de los
peruanos, que se unirían así a la causa libertadora e influirían al virrey
para lograr un acuerdo de independencia, en la forma de una monar-
quía constitucional encabezada por un príncipe español. Sin embargo,
según los hechos demostraron, el general argentino sobrestimó el apoyo
popular peruano a la causa independentista14.
De Pisco, el general reembarcó el 23 de octubre y fue primero a
Ancón, donde lo visitó la delegación guayaquileña encabezada por Vi-
llamil con las noticias de independencia, y luego más al norte al valle
de Huaura donde permaneció seis meses. Cochrane no se quedaba tran-
quilo, el 5 de noviembre asaltó con éxito la fragata española Esmeralda
que estaba anclada en Callao.
La actitud conservadora de San Martín contribuyó para que
Torre Tagle lidere a Trujillo en su declaración de independencia el 29 de
diciembre y que oficiales criollos como Gamarra, Santa Cruz y Castilla
se unieran al ejército libertador. Mientras las fuerzas de Miller y Arenales
acosaban a los españoles por tierra, Cochrane dominaba los mares, lo
que provocó que el batallón Numancia se adhiera a la causa libertaria y
que oficiales realistas depusieran al virrey Pezuela reemplazándolo con
el general La Serna el 29 de enero de 1821.
Una segunda expedición del general Arenales a la región andina
en abril fue interrumpida por la firma de un armisticio entre La Serna y
13 JOHN LYNCH, “San Martín, argentine soldier, american hero”, 2009, pág. 111.
14 Ídem, pág. 121-123.

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S AN MARTÍN, SU ENTREVISTA CON BOLÍVAR EN GUAYAQUIL Y R E T I RO D E L G O B I E R N O D E L P E R Ú

San Martín el 23 de mayo, que fue aprovechado por el virrey para eva-
cuar Lima y fortalecerse en la sierra. San Martín entró victorioso en la
capital del virreinato el 12 de julio y el 28 se proclamó la Independencia
de Perú. Comenzó la administración del Protector en Lima aunque no
se había presentado aún ninguna batalla entre los ejércitos rivales. San
Martín permitió que el general Canterac con 3000 hombres cruzara
frente a Lima hacia la fortaleza del Callao, que estaba en manos realistas,
la abasteciera, y luego se retirara a la sierra con el tesoro y sus hombres,
sin enfrentarlos. Está actitud fue muy criticada por Cochrane y algunos
de los oficiales patriotas, haciéndole perder popularidad al libertador,
la que no recuperó ni con la rendición de la fortaleza y el cambio de su
comandante, el general Lamar, el 19 de septiembre, al ejército indepen-
dentista15.
Pocos días después, luego de innumerables comunicaciones
entre Lord Cochrane y el Ministro Monteagudo, reclamando el primero
la paga de sus tripulantes y provisiones, así como la acción ilegal de la
Armada al apoderarse de dineros y bienes en Ancón, el Ministro le in-
dica al Almirante que. “ha resuelto S. E. salga usted inmediatamente
para los puertos de Chile con la Escuadra a su mando, devolviendo
antes el dinero y pastas particulares que ha tomado”16. El Almirante in-
tentó justificar sus acciones en comunicaciones posteriores, pero el rom-
pimiento entre Cochrane y San Martín fue definitivo, debió salir el
Almirante de Callao a comienzos de octubre.
El ejército de San Martín se componía de peruanos, chilenos, co-
lombianos y argentinos, lo que ocurrían celos entre ellos, sobretodo por-
que el General manifestaba preferencia por los primeros para estimular
el entusiasmo revolucionario entre la población del país, además los
neogranadinos y venezolanos, que se habían sublevado del batallón es-
pañol Numancia, exigían el retorno a Colombia17. La derrota de las fuer-
zas comandadas por el general peruano Tristán en Ica, en abril de 1822,
aumento el descrédito del Protector entre los oficiales del ejército, quie-
nes injustamente lo culparon del fracaso.
Los reveses militares del ejército libertador del Perú causaron

15 Ídem, pag. 133-134.


16 Documentos para la Historia del Libertador General San Martín. Tomo XVIII, Buenos Aires
MMI, pág. 133
17 JOSÉ COROLEU, “América, Historia de su Colonización, Dominación é Independencia”,
Tomo Cuarto. Barcelona 1896, pág. 243.

237
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

que la política implantada por Monteagudo, con la venia del Protector,


de acosar a los peninsulares establecidos en Lima, se acentuara. El pro-
pio ministro tucumano declaró en sus memorias, que de diez mil espa-
ñoles distribuidos en todos los rangos cuando llegó el ejército libertador,
quedaban menos de seiscientos cuando lo expulsaron del Perú18. Esta
política, que generó ingresos al gobierno, por la confiscación de bienes
de los desterrados que fueron distribuidos entre los oficiales, causó un
deterioro económico por el abandono de propiedades productivas, y
perdida de apoyo de ciudadanos que consideraban abusivo los atrope-
llos cometidos. En menor escala, y por apenas un mes, esta política de
arbitrariedades e injusticia contra españoles fue la que siguió Escobedo
en Guayaquil a partir de octubre de 1820, lo que motivó su destitución
y expulsión por la nueva Junta de Gobierno.
Las situaciones política y militar no eran muy ventajosas para
José de San Martín cuando salió de Lima por segunda vez para entre-
vistarse con Bolívar. El viaje que inició a comienzos de 1822 se interrum-
pió cuando supo que el Libertador no podía llegar a Guayaquil.

LA ENTREVISTA CON BOLÍVAR EN GUAYAQUIL

El encuentro entre Bolívar y San Martín en Guayaquil es uno de


los eventos históricos más analizado y comentado por los estudiosos.
Nunca se podrá saber con certeza que se dijeron los dos generales en un
total de seis horas que duraron las tres entrevistas que tuvieron en los
días 26 y 27 de julio de 1822. Historiadores venezolanos como Don Vi-
cente Lecuna rechazan la autenticidad de la misiva que San Martín envió
a Bolívar desde Lima dada a conocer por el francés Lafond en 1844, y
algunos argentinos creen que falta veracidad en las memorias enviadas
por el secretario de Bolívar, José Gabriel Pérez al secretario de Relaciones
Exteriores en Bogota y al Intendente del Departamento del Sur. Tres fue-
ron los temas principales que debieron abordar los libertadores y que
motivaron el famoso encuentro.
Primero.- Sin duda, uno de los propósitos del viaje de San Mar-
tín a Guayaquil era apoyar la voluntad de la Junta de Gobierno, de que
la ciudad escoja libremente su destino. Había manifestado el Protector
al Presidente de la Junta, en agosto del año anterior, que él no haría, sino
18 JOSÉ COROLEU, América, Historia de su Colonización, Dominación é Independencia. Tomo
Cuarto, Barcelona 1896, pág. 247.

238
S AN MARTÍN, SU ENTREVISTA CON BOLÍVAR EN GUAYAQUIL Y R E T I RO D E L G O B I E R N O D E L P E R Ú

seguir la voluntad del pueblo y considerar a la provincia en la posición


política que ella mismo se coloque. El asunto de Guayaquil ya lo habían
tratado los libertadores, el 3 de marzo de 1822. San Martín le dirigió una
carta a Bolívar, en la que le expresaba el sentimiento que tenia por la in-
timidación que le hacia el Libertador al Gobierno de Guayaquil para
que se agregue la provincia a Colombia, y le pedía: “Dejemos que Gua-
yaquil consulte su destino y medite sus intereses para agregarse a la sec-
ción que le convenga”19. Bolívar recibió esa carta con mucho retardo,
como el mismo dice en su contestación del 22 de junio desde Quito, en
la que manifiesta: “Y no pienso como V. E. que el voto de una provincia
debe ser consultado para constituir la Soberanía Nacional”. Escribe que
el Gobierno de Colombia había resuelto no permitir, por más tiempo, la
existencia de la Junta, y luego reitera no creer que Guayaquil tenga de-
recho a expresar su voluntad para incorporarse a la República, pero que
consultará al pueblo porque este es digno y para que el mundo vea: “que
no hay pueblo de Colombia que no quiera obedecer sus sabias leyes”20.
Es posible que esta comunicación, en la que el Libertador manifiesta su
resolución sobre el asunto de Guayaquil, no le haya llegado al Protector
antes de su partida del Callao, puesto que en la relación que hace uno
de sus acompañantes, Rufino Guido, expresa que uno de los objetivos
reservados del viaje, era apoderarse de la provincia que se había decla-
rado a favor del Perú; al llegar a Puná conocieron que Bolívar ya había
agregado Guayaquil a Colombia, por lo que San Martín cambió de pla-
nes y ordenó que el convoy con dos batallones que lo seguía, regresara
al Callao21.
San Martín era un hombre práctico, ya nada podía hacer con
respecto a Guayaquil ante un fait acompli, Bolívar se había adelantado o
él había llegado tarde. En la carta de Bolívar a Santander le dice que el
Protector le ofreció eterna amistad hacía Colombia, intervenir a favor
del arreglo de limites y no mezclarse en los negocios de Guayaquil.
Pérez en sus informes dice que San Martín afirmó que nada tenia que
decir sobre Guayaquil, y que Bolívar le contestó que el había llenado los
deseos del Protector de consultar al pueblo, el que estaba convocado
para expresarse el 28 del mes, el día en que partió San Martín de regreso
al Callao.

19 Documentos sobre la Entrevista de Guayaquil, Guayaquil, 1972, pág. 15.


20 Ídem, 1972, pág. 8-9.
21 Ídem, pág. 73.

239
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Rufino Guido dice que al día siguiente de la partida, a bordo


del Macedonia, San Martín le dijo: “¿Qué le parece a usted como nos ha
ganado de mano el Libertador Simón Bolívar?”, confiando que Colom-
bia no se quedaría con Guayaquil luego que el Perú acabe con los cha-
petones, ya que, el Protector percibía, que el pueblo en masa quería ser
anexado al Perú22.
En la controvertida misiva de San Martín a Bolívar fechada en
29 de agosto, el Protector manifiesta:
“Nada diré a usted sobre la reunión Guayaquil a la Republica
de Colombia. Permítame, general, que le diga, que creí que no era a no-
sotros a quienes correspondía decidir este importante asunto. Concluida
la guerra, los gobiernos respectivos lo hubieran transado, sin los incon-
venientes que en el día pueden resultar a los intereses de los nuevos es-
tados de Sud–América”23.
Algo de premonición tiene esta sentencia de San Martín, la gue-
rra entre Perú y Colombia en 1828 estuvo, en gran parte, motivada por
los deseos peruanos de agregar a su territorio a Guayaquil, intención
que tuvo otra vez el General Castilla cuando Ecuador se había separado
de Colombia, y Perú ocupó Guayaquil en 1859. Si Bolívar hubiera per-
mitido que la Junta de Gobierno, convoque al pueblo libremente a ex-
presar sus deseos, seguramente este hubiera decidido su integración a
Colombia, dada la popularidad del Libertador, pero se hubiera evitado
el malestar peruano que provocó que sus gobiernos invadieran dos
veces la ciudad en los primeros treinta y cinco años de independencia
del Perú.
Segundo.- La inestabilidad y el caos en la primera década del
gobierno de Buenos Aires, la influencia de la aristocracia de Lima y de
Monteagudo, habían persuadido a San Martín que una monarquía cons-
titucional dirigida por un príncipe europeo, era lo que más convenía
para el Perú. Ese fue uno de los temas conversados en la entrevista, y
con el que Bolívar discrepó con San Martín. En los informes enviados
por el secretario Pérez, y que seguramente el Libertador dictó, se afirma
que Bolívar contestó que esto no convenía a América ni a Colombia pero
que el no se opondría a la forma de gobierno que cada estado quiera
darse. Por ese informe podemos entender que el Libertador estaba más
en contra de la venida de príncipes europeos que de una monarquía
22 Ídem, pág. 77.
23 Ídem, pág. 79.

240
S AN MARTÍN, SU ENTREVISTA CON BOLÍVAR EN GUAYAQUIL Y R E T I RO D E L G O B I E R N O D E L P E R Ú

constitucional como tal, pues dice: “que S. E. habría preferido invitar al


general Iturbide a que se coronase con tal que no viniesen Borbones,
Austriacos, ni otra dinastía europea”24.
Bolívar, por la experiencia de la primera etapa de la Republica
de Venezuela, era opuesto al federalismo y favorecía una democracia
centralista, como la que estableció en Colombia. Sin embargo, por las
dificultades que tuvo para controlar al congreso, y la necesidad de un
gobierno fuerte, incluso dictatorial para lograr la independencia defini-
tiva de Perú, el Libertador posteriormente estuvo a favor de un fuerte
presidencialismo, vitalicio, como consta en las constituciones que pro-
puso para Bolivia, Perú y Colombia. En algo influyó el pensamiento de
San Martín, opuesto a un republicanismo que podía degenerar en caos
y desorden, en las ideas bolivarianas.
Tercero.- Sobre la ayuda militar que debía darle Colombia al Pro-
tector para la independencia de Perú, es donde más difieren las versiones
de la entrevista. Pérez menciona que conversaron sobre la Federación de
los dos países, sobre el apoyo del Protector para el arreglo de límites, pero
que este había venido a Guayaquil como una simple visita sin empeño
político ni militar, “pues ni siquiera habló formalmente de los auxilios que
había ofrecido Colombia y que se aprestaban para partir”25.
Según el historiador Lynch, “el recuento bolivariano de la entre-
vista es un análisis franco de lo que ocurrió, aunque selectivo y parcial”26.
En la famosa carta dada a conocer por Lafond, San Martín le expresa a
Bolívar que los resultados de la entrevista no son los que esperaba para
la pronta terminación de la guerra. Le escribe, seguramente reiterándole
lo que le dijo personalmente, que el ejército del Perú no tenía mas que
8.500 hombres disponibles, contra más de 19.000 realistas y que la divi-
sión de 1.400 colombianos que el Libertador le enviaba solo servirían
para mantener el Callao y orden en Lima. Las excusas que le habría dado
Bolívar para no enviar el grueso de su ejército no lo convencían, dice en
la misiva: “o que no ha creído sincero mi ofrecimiento de servir bajo sus
ordenes con las fuerzas a mi mando o que mi persona le es embarazosa”.
La excusa de que el Congreso de Colombia no consentiría su separación
de la república no le parecía plausible a San Martín27.

24 Ídem. 67-68.
25 Ídem, pág. 66-67.
26 JOHN LYNCH, Op. Cit., pág. 189.
27 Documentos sobre la Entrevista de Guayaquil, Guayaquil 1972, pág. 78.

241
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Hay una discrepancia en el número de hombres que ofreció Bo-


lívar enviar al Perú, pues en la carta que escribió el Libertador a San-
tander el 29 de julio, dice que “lleva 1.800 colombianos en su auxilio,
fuera de haber recibido la baja de sus cuerpos la segunda vez, lo que
nos ha costado más de 600 hombres: así recibirá Perú 3.000 hombres de
refuerzo, por lo menos”28. Es posible que Bolívar haya considerado que
la ayuda que brindaba seria suficiente para el triunfo de los patriotas, o
que como sucedió poco después con la sublevación en Pasto, Colombia
necesitaba el grueso del ejército para consolidar la independencia en la
República. Sin embargo, San Martín esperaba más, y salió frustrado y
defraudado del encuentro.
En 1896 escribió el historiador Coroleu que por el resultado de
la entrevista, esta distó mucho de ser cordial, tanto las miras como los
caracteres de los interlocutores eran contrarios, reflexionando así:
“Bolívar era locuaz, inquieto; San Martín, tranquilo, frío, reser-
vado; aquél, orgulloso con sus triunfos, tenia formada pobre idea de los
soldados del Sur; esté, más modesto o más transigente, hacía caso omiso
de las glorias alcanzadas en sus campañas para no pensar en otra cosa
sino en mancomunar los esfuerzos en bien de la causa de la indepen-
dencia; el primero creyó ver en San Martín una modestia fingida y falsa;
el segundo en Bolívar una ambición desapoderada. Ni uno ni otro se
comprendieron, y se separaron recelosos y disgustados”29.
Esta opinión se corrobora con la carta que San Martín envió al
francés Lafond y que se conserva en el museo Mitre, aunque en esta ex-
presa también su admiración a los hechos militares de Bolívar, “su cons-
tancia a prueba que se fortalecía en las dificultades, sin dejarse abatir
por ellas, por más grandes que fueran los peligros a los que se hubiera
arrojado su alma ardiente”30. Si bien los libertadores no llegaron a po-
nerse de acuerdo en la entrevista de Guayaquil, no podemos decir que
hayan quedado enemistados, las comunicaciones de los dos en fechas
posteriores, evidencian una mutua admiración y respeto entre ellos.

28 Documentos sobre la Entrevista de Guayaquil, Guayaquil 1972, pág. 61.


29 JOSÉ COROLEU, “América, Historia de su Colonización, Dominación é Independencia”,
Tomo Cuarto, Barcelona 1896, pág. 248.
30 Documentos sobre la Entrevista de Guayaquil, Guayaquil 1972, pag.83-84.

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S AN MARTÍN, SU ENTREVISTA CON BOLÍVAR EN GUAYAQUIL Y R E T I RO D E L G O B I E R N O D E L P E R Ú

El retiro del Protector de la guerra del Perú

Por la forma de ser del general San Martín, tranquilo y calcula-


dor, sabemos que la importante decisión de dejar el Perú, no fue hecha
a la ligera, sino luego de mucha meditación. Son evidentes los proble-
mas políticos y militares que tenía el Protector del Perú; su amigo José
García del Río, desde Santiago de Chile le escribió en marzo de 1822,
sobre los cuentos que en esa capital se decían de él y su gobierno, es-
parcidos por los oficiales chilenos que habían regresado descontentos
del Perú. Le dice García en esa comunicación que unos especulaban en
Chile sobre “el golpe de una revolución”, recomendándole que a su re-
greso, asumiera el mando con solemnidad, y: “enseguida procede Ud.
a la apertura del Congreso, y allí puede renunciar al mando político, sin
que entonces tenga nadie que morder a Ud., ni quede lugar a creer que
el paso ha sido forzado”31.
En Guayaquil, San Martín le dijo a Bolívar, según la comunica-
ción que el Libertador dirigió a Santander el 29 de julio, “que se retirará
a Mendoza, porque está cansado del mando y de sufrir a sus enemi-
gos”32.
Cuando el Protector llegó a Lima de regresó de la entrevista, en-
contró que el ministro Monteagudo había sido depuesto y deportado, y
su posición política se había deteriorado. En la carta que le dirigió a
O´Higgins el 25 de agosto le dice que va a llegar la época que tanto ha
suspirado y que se retirara después de convocar al Congreso, le adelanta
una explicación para esta decisión:
“Ud. me reconvendrá por no concluir la obra empezada, Ud.
Tiene mucha razón, pero más tengo yo. Créame, amigo mío, ya estoy
cansado de que me llamen tirano, que en todas partes quiero ser rey,
emperador y hasta demonio; por otra parte, mi salud esta muy deterio-
rada, el temperamento de este país me llevan a la tumba, en fin, mi ju-
ventud fue sacrificada al servicio de los españoles, y mi edad media, al
de mi Patria; creo que tengo derecho de disponer de mi vejez”33
San Martín convocó al Congreso del Perú tan pronto llegó de

31 Documentos para la Historia del Libertador General San Martín, Tomo XVIII, Buenos Aires
MMI, pág. 347.
32 Documentos sobre la Entrevista de Guayaquil, Guayaquil 1972, pág.61.
33 Documentos para la Historia del Libertador General San Martín, Tomo XVIII, Buenos Aires
MMI, pág. 480.

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Guayaquil, el mismo que se reunió el 20 de septiembre de 1822, y en


efecto, como le había anunciado a Bolívar y a O´Higgins, le entregó for-
malmente el mando del Perú presentándole una escueta proclama y se
retiró a su casa para preparar su partida a Chile. El Congreso presidido
por Luna Pizarro le agradeció al general sus servicios en la misma fecha
de su instalación, en el oficio se expresa: “La Nación peruana se lisonjea
de ser agradecida a la paz de los eficacísimos esfuerzos que V. E, ha
hecho, lanzándose, como el rayo de la célebre montaña que vio los últi-
mos días de Lautaro, a exterminar en el suelo de los incas el férreo poder
de España”34.
Al día siguiente zarpó San Martín desde Ancón rumbo a Valpa-
raíso, luego de pasar pocos días en Santiago, el general se instaló en
Mendoza manteniéndose al tanto de los acontecimientos del Perú y
Guayaquil a través de comunicaciones recibidas de amigos como Tomás
Guido, Rudecindo Alvarado, Hipólito Unanue, Francisco Ugarte, José
Lamar, Fray Manuel Negrón, Francisco Roca, José Joaquín Olmedo,
entre otros. En muchas de estas le expresan la esperanza que el general
regrese, advirtiendo el peligro de que la situación militar y política se
agrave en el Perú35.
El historiador John Lynch especula sobre lo que tenía en mente
San Martín mientras estuvo un año en Mendoza, a pesar de la enferme-
dad de su esposa Remedios: “Perú no estaba cerrada completamente;
había todavía una rendija abierta en la puerta. Él había renunciado al
puesto de Protector pero no al de general, y puede ser que mientras su
esposa lo esperaba en Buenos Aires, él esperaba los acontecimientos en
Perú”36.
Luego de la partida del general San Martín de Lima, los sucesos
políticos y militares fueron demostrando que para que la independencia
triunfe en Perú eran necesarios un ejército poderoso y un gobierno dicta-
torial. Cuando los delegados del Congreso del Perú le ofrecieron al Li-
bertador Bolívar lo segundo, el comprometió el grueso del ejército colom-
biano en la guerra contra el último bastión realista en América del Sur.
Simón Bolívar llegó a Lima, donde fue recibido con entusiasmo, el 1 de

34 Documentos para la Historia del Libertador General San Martín, Tomo XVIII, Buenos Aires
MMI, pág. 502.
35 Documentos para la Historia del Libertador General San Martín, Tomo XVIII, Buenos Aires
MMI, pág. 504-555.
36 JOHN LYNCH, “San Martín, argentine soldier, american hero”, 2009, pág. 199.

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S AN MARTÍN, SU ENTREVISTA CON BOLÍVAR EN GUAYAQUIL Y R E T I RO D E L G O B I E R N O D E L P E R Ú

septiembre de 1823, luego de recibir la autorización del Congreso de Co-


lombia. La unión del ejército colombiano con el de Perú y el genio de Bo-
lívar hicieron posible los triunfos patriotas en Junín y Ayacucho en 1824.
La decisión de San Martín de alejarse de Perú, luego de la en-
trevista de Guayaquil, fue racional y patriótica, se desprendió de un
mando que necesitaba acciones dictatoriales, las que él no quería asumir,
y dio lugar para que Bolívar comprometa a su ejército y prestigio en la
Independencia del Perú.
San Martín no actúo irresponsablemente con América, esperó
en Mendoza hasta que conoció el arribo de Bolívar a Lima antes de via-
jar a Buenos Aires, y retirarse tres meses después a Europa, como había
decidido. Llegó al puerto el 4 de diciembre, tarde para despedirse de su
esposa enferma, pero una vez que estaba seguro que su participación
en la finalización de la guerra no era ya necesaria.
Los libertadores se plantearon estos acontecimientos en su en-
cuentro en Guayaquil. Quisiera resaltar la opinión del Dr. René Favaloro
en que debemos terminar de presentar a San Martín y Bolívar como ene-
migos:
“No hay duda alguna de que se diferenciaban temperamental-
mente y serían innumerables los ejemplos por relatar para marcar sus
distinciones caracterológicas particulares…A pesar de ello se compren-
dieron, se respetaron y se admiraron mutuamente. Los dos sabían que
luchaban por la misma causa: la libertad de América y los derechos re-
publicanos del hombre. Los dos deberían constituir el basamento de la
verdadera y sólida unidad latinoamericana”37

CONCLUSIÓN

Estos años en que iniciamos la celebración del proceso de inde-


pendencia de nuestras repúblicas, son propicios para resaltar la figura
de San Martín, militar valiente y brillante estratega, quien decidió re-
gresar a su América natal para luchar contra el dominio de una monar-
quía decadente, acometió con el Plan Continental que liberaría Chile e
invadiría el corazón del poder español en Lima, y se retiró modesta-
mente para dar paso a la unión del ejército que él comandaba con el de
Colombia, acelerando así, el fin de la guerra de Independencia del Perú
y la libertad de toda Suramérica.

37 RENE FAVALORO, ¿Conoce usted a San Martín?, Buenos Aires 2009, pág. 190-191.

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El retiro de San Martín de la guerra peruana y de la Indepen-


dencia de América se produce no solo como consecuencia de la entre-
vista con Bolívar. Antes de eso, su figura política en Perú se había
debilitado por las equivocadas acciones del ministro Monteagudo, tam-
bién estaba menoscabado su liderazgo militar por el rompimiento con
el comandante de la Escuadra chilena y el descontento de oficiales del
ejército por la cautelosa estrategia seguida por el patriota argentino.
La anexión realzada por Bolívar de Guayaquil a Colombia y la
negativa del Libertador de comprometer el grueso de su ejército con la
guerra en el Perú, complicaron más la perspectiva militar y política de
San Martín, por lo tomó la difícil decisión de renunciar al mando pe-
ruano.

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248
VIDA ACADÉMICA
HOMENAJE DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
A CINCO GRANDES HISTORIADORES:
CELIANO MONGE NAVARRETE,
MANUEL DE GUzMÁN POLANCO,
ALFREDO PAREJA DIEzCANSECO,
PLUTARCO NARANJO VARGAS Y JORGE SALVADOR LARA

Juan Cordero Íñiguez

INTRODUCCIÓN

La Academia Nacional de Historia, una institución respetable,


con 101 años de vida, creada por monseñor Federico González Suárez
para fomentar las investigaciones históricas en todo el país, con solo un
gran objetivo: llegar a la esquiva y multifacética verdad de los hechos,
continúa, en la iniciación de su segundo siglo de existencia, en esta di-
fícil pero cívica tarea, para lo cual se motivará e incentivará la actividad
rigurosamente científica, respaldando la investigación en fuentes pri-
marias y poniendo al alcance de los ecuatorianos una copiosa biblio-
grafía especializada y actualizada.
De estos dos campos estamos preocupados y por ello se está tra-
bajando en un reglamento de ayudadas económicas para quienes pre-
senten proyectos debidamente sustentados y se incorporen a la redac-
ción de la Manga Historia General de los Ecuatorianos y Ecuatorianas, un
proyecto que pronto lo daremos a conocer1. También se está trabajando
asiduamente para enriquecer la Biblioteca Jacinto Jijón y Caamaño, y ha
sido un paso de gran trascendencia la adquisición de la sección histórica
de la biblioteca de quien fuera uno de los grandes intelectuales y cien-
tíficos ecuatorianos, el Dr. Luis A. León.2
También es tarea primordial de nuestra Institución, recordar a
los ecuatorianos los grandes acontecimientos del pasado y por ello, la

1 A partir de un proyecto de Reglamento preparado por el Académico Enrique Ayala Mora, se


están haciendo los reajustes para aprobarlo y ponerlo en vigencia.
2 Debo destacar el empeño que pone en mejorar la Biblioteca, bajo todos los aspectos, el acadé-
mico Enrique Muñoz Larrea. En cuanto a la Biblioteca del Dr. León, son alrededor de 5.000 tí-
tulos, donde se destaca la colección de crónicas, los que se están procesando para servir a los
lectores e investigadores.

251
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Academia misma y varios de sus miembros han contribuido última-


mente con sendas publicaciones en torno al proceso independentista,
cuyo bicentenario se está conmemorando en estos años.
Partimos de la reedición de una obra de Camilo Destruge, titu-
lado Controversia Histórica sobre la iniciativa de la Independencia Americana,
escrito en torno a Chuquisaca, La Paz y Quito en 1809, hecha por el aca-
démico guayaquileño Melvin Hoyos; seguimos con La Patria Heroica, de
Jorge Salvador Lara, Cuenca y el Diez de Agosto de 1809 de quien les habla
y Quito Luz de América, de Manuel de Guzmán Polanco. Hemos dedi-
cado tres números de nuestro Boletín, con artículos y ensayos de varios
académicos en torno de este trascendental acontecimiento y otro Boletín
más, en número especial, el 183, exclusivamente dedicado a rendir un
Homenaje de la Academia Nacional de Historia a los Próceres sacrificados el
Dos de Agosto de 18103. Otras contribuciones de académicos están en Ac-
tores y Procesos de la Revolución Quiteña, obra poligráfica de Multimedios
106.9 publicada por FONSAL, con ensayos de varios miembros de nues-
tra Institución; en la Historia del Acta de la Independencia, del académico
Gustavo Pérez Ramírez, también editada por FONSAL. Sendos libros
sobre la Independencia y las mujeres en el proceso revolucionario, lo
han escrito Jorge Núñez Sánchez y Jenny Londoño López, Académico
de Número el primero y Correspondiente la segunda. Con estos traba-
jos, y con otros más se ha continuado la tarea de realzar, ante la faz pú-
blica, los acontecimientos históricos de nuestra Patria, como ha sido
tradicional en su centuria de existencia.
Es, en fin, tarea gratísima de la Academia, exaltar a quienes han
contribuido con estudios substanciales para el mejor conocimiento de
nuestro fecundo pasado y más, si están ligados a nuestra Institución. Y
al revisar sus obras, he constatando que todos los homenajeados en el
día de hoy, se han preocupado del movimiento revolucionario del Diez
de Agosto, en su visión global: antecedentes, desarrollo y consecuencias.
De manera que, la organización de varios eventos programados para
conmemorar la muerte heroica de nuestros primeros próceres, ocurrida
el 2 de agosto de 1810, tiene como un número brillante el reconocimiento
de los aportes de estos cinco grandes historiadores ecuatorianos.

3 La dirección del Boletín está a cargo de Hernán Rodríguez Castelo y el número especial, circuló
ya exactamente el 2 de agosto, gracias a su capacidad de trabajo, su disciplina y empeño.

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NOMINACIÓN DEL AUDITORIO

En el acto de hoy partimos de la oficialización del nombre de


este auditorio, que desde hoy se llamará Manuel de Guzmán Polanco.
Doy así cumplimiento al mandato del Directorio que, por unanimidad
y con plena complacencia, lo decidió en una de sus primeras sesiones
del presente año. Manuelito, como lo llamábamos con afecto, después
de cumplir una fructífera labor en pro del país en muchos de los campos
del quehacer humano, se integró al eterno reino de Dios el 25 de diciem-
bre del año pasado.
Durante los últimos ocho años de su vida, su principal preocu-
pación se centró en la Academia Nacional de Historia, buscando el in-
cremento de su presupuesto, con el gran apoyo del Ministerio de
Educación; la ocupación de un edificio amplio y digno, obtenido en co-
modato en la alcaldía del académico Paco Moncayo Gallegos; la reaper-
tura de la Biblioteca Jacinto Jijón y Caamaño; el apoyo a los investi-
gadores; y, el mantenimiento de la periodicidad del Boletín, que llegó
en su administración al número 180. Además, ocupó su tiempo en pre-
parar y publicar parte de sus propias investigaciones, dentro de las cua-
les está el citado libro Quito, Luz de América, que tiene un capítulo sobre
Camilo Henríquez, redactado por Jorge Núñez Sánchez, nuestro fla-
mante premio Eugenio Espejo, a quien, con una justificada digresión, le
felicitamos personal e institucionalmente, por tan acertada decisión del
gobierno ecuatoriano.Hemos ampliado la capacidad del auditorio y
desde hoy, de manera oficial, convocará a los actos culturales más rele-
vantes, tanto de la Academia como de diversas instituciones culturales
que requieran de este espacio orgullosamente denominado Manuel de
Guzmán Polanco. Nuestra intención es que sea una cátedra abierta para
todos los investigadores de la Historia que con libertad puedan exponer
sobre sus trabajos, con solo la sujeción a la indispensable rigurosidad
científica y al respeto a los diversos criterios que se puedan exponer
sobre un mismo tema.
En nuestra dirección hemos abierto sus puertas a la presenta-
ción de libros como los del Dr. Moisés Arteaga Lozano, del Arq. Fer-
nando Albornoz Bueno y del académico guayaquileño Xavier Garaicoa
Ortiz. Hemos incorporado en este auditorio a los académicos correspon-
dientes extranjeros, los españoles Carmen Ruigómez Gómez y Luis
Ramos Gómez, quienes convirtieron en un libro sus discursos de rigor

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Manuel de Guzmán Polanco

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y lo titularon Echando cuentas en las cajas de Quito, un estudio sobre un


aspecto de la economía quiteña en el siglo XVIII. Ha sido también un
buen espacio para acoger a quienes le recordaron con afecto a Jorge
Luna Yépez, en el primer centenario de su nacimiento. Ha disertado
aquí John Sanbrailo sobre las relaciones de Estados Unidos con el Ecua-
dor. Se ha iniciado aquí un programa sobre la Historia del Ecuador con
el Colegio de Periodistas del Pichincha y fue también un honor, tenerle
en esta tribuna a la historiadora portuguesa Alexandra Pelúcia quien
disertó sobre la expansión lusitana en los siglos XV al XVIII; en fin, la
difusión de un software de uso gratuito para bibliotecas, hace unos
pocos días, fue la última de las actividades cumplida en este lugar.
El ilustre nombre de Manuel de Guzmán Polanco vaticina el
bueno y constante uso de este pequeño pero acogedor auditorio para el
ejercicio intelectual de nuestros conciudadanos. En estas paredes, hoy
desnudas, pronto estarán los retratos de historiadores representativos
de diversos lugares de la Patria para constituirse en una galería de ho-
menaje a quienes dedicaron su vida, personal e institucionalmente, a la
siempre grata tarea de investigar y dar a conocer la profunda historia
de nuestro querido Ecuador.

LOS RETRATOS DE CUATRO HISTORIADORES

La segunda intención de esta convocatoria es descubrir –develar


dicen algunos- cuatro retratos que lucirán en la sala de sesiones y en los
ambientes interiores de la Academia: Alfredo Pareja Diezcanseco, Ce-
liano Monge Navarrete, Plutarco Naranjo Vargas y Jorge Salvador Lara.

ALFREDO PAREJA DIEzCANSECO. GRANDE EN LA LITERA-


TURA, EN LA HISTORIA Y EN LA VIDA. (1908-1993) Comencemos
por Alfredo Pareja Diezcanseco, el guayaquileño multifacético que igual
sobresalió en el relato y en la investigación de nuestra historia. Pareja
es uno de los grandes intelectuales ecuatorianos de todos los tiempos.
Recordemos algo de su trayectoria: comenzó como novelista, calificado
por Isaac J. Barrera, como el mejor de su generación; siguió en este gé-
nero y en el relato corto hasta el final de su vida, llegando a producir
quince obras; también escribió ensayos, crítica, periodismo, inclusive
participó en la fundación de un diario; pero le entusiasmó la novela his-
tórica, produciendo obras que hoy son clásicas en su género, como Vida

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

Alfredo Pareja Diezcanseco

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y Leyenda de Miguel de Santiago, donde la recreación del ambiente colo-


nial del siglo XVII es magistral. Dentro de este mismo género está La
Hoguera Bárbara, un episodio trágico que parece un capítulo especial del
realismo mágico de nuestra América, con exaltación de Eloy Alfaro, el
Viejo Luchador que impulsó e implantó la revolución liberal finisecular,
tan trascendente en nuestra historia. Sus propias experiencias políticas
están en Hombres sin tiempo. Y dentro de nuestro estricto campo acadé-
mico de la historia, lo más notable de él es su amplia producción biblio-
gráfica, quizá opacada por su mayor relevancia, establecida por la
crítica, en el campo de la literatura. Y lo bueno es que están escritos con
gusto literario, lo que hace más placentera su lectura. He aquí algunos
de sus títulos: Breve Historia del Ecuador (1946), Historia del Ecuador (1954),
La lucha por la Democracia en el Ecuador, (1956), El Ecuador de Eloy Alfaro
(1964), Historia de la República del Ecuador de 1830 a 1972 (1974), Las insti-
tuciones y la administración de la Real Audiencia de Quito (1975), Ecuador:
de la prehistoria a la conquista española (1978), Ecuador: la República. De 1830
a nuestros días. De todas ellos su Historia del Ecuador, una gran síntesis,
en tres volúmenes, de los principales acontecimientos de nuestro pa-
sado, ha tenido varias ediciones, desde la primera de 1954. Por estas y
otras contribuciones, fue incorporado a la Academia Nacional de His-
toria en 1989, en calidad de Miembro de Número.
Alfredo Pareja Diezcanseco ha tenido una vida azarosa en sus
años juveniles, con participaciones políticas que le llevaron al destierro,
pero que también le ubicaron en la legislatura y en legaciones diplomá-
ticas. Al final de su existencia, una cosecha de reconocimientos, de con-
decoraciones y de membrecías de instituciones de alto prestigio fueron
un colofón digno de un ilustre y extraordinario ecuatoriano.
Agradezco a nombre de nuestra Institución a sus familiares más
cercanos por estar presentes en este acto de recordación y de afecto para
este gran personaje, particularmente a su hijo economista Jorge Pareja
Cucalón, a quien le pido que, en compañía de nuestro Subdirector, des-
cubra el retrato de su padre. Al terminar el acto lo colocaremos en el
sitio de honor que le hemos señalado, junto a los retratos de dos grandes
historiadores generales del Ecuador, el padre Juan de Velasco y el Dr.
Pedro Fermín Cevallos.

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CELIANO MONGE NAVARRETE, “EL GRAN CELIANO”, quien


fuera tercer Director de la Academia no tenía un buen retrato en la Sala
Mayor de Sesiones, como tampoco lo tenían Jorge Salvador Lara y Plu-
tarco Naranjo Vargas. Hubo la oportunidad de contratar a un excelente
retratista, el artista Angeloni Tapia, cuyos méritos no los voy a ponderar,
porque estarán a la vista cuando descubramos sus obras. Con estos re-
tratos se completa la galería de los diez Directores que ha tenido la Aca-
demia desde 1909 hasta el 2009. El más difícil de ejecutarlo, nos ha dicho
Angeloni, fue el de Celiano, pues debió partir solo de fotografías. En los
otros casos, el artista pudo verlos, conversar y extraer los detalles de la
composición de la obra, en sus despachos y en pleno trabajo, pues Jorge
y Plutarco siguen incansables en el cumplimiento de sus obligaciones
profesionales y en la redacción de sus obras.
A Celiano, el Gran Celiano como lo llaman sus coterráneos am-
bateños, le debemos los cuencanos un singular obsequio: en 1915 hizo
llegar al Municipio, presidido por Alfonso Cordero Palacios, un excep-
cional documento, pues se trata del proceso iniciado el 3 de noviembre
de 1820 y concluido, con un Plan de Gobierno, aprobado por una con-
vención presidida por José María Vázquez de Noboa el 15 de noviembre
del mismo año, que no es otra cosa que la Constitución Política de la Re-
pública de Cuenca. Celiano lo descubrió en un archivo privado y gene-
rosamente lo remitió a quienes eran sus legítimos dueños. Pero es toda
la Patria la que debe recordarle con afecto por lo mucho que aportó para
conocer mejor el proceso revolucionario de liberación política, que ahora
estamos conmemorando. Cito sólo algunas de sus colaboraciones para
el Boletín de la Academia: Pro Patria, El capitán Juan de Salinas; doña Rosa
Zárate fue quiteña; Episodios de la Independencia; El primer combate de Hua-
chi; Abogado y Prócer, el Dr. Francisco Xavier Salazar…
Hombre de altas cualidades, sus talentos fueron reconocidos y
aprovechados por Juan Montalvo y por El Viejo Luchador, quienes con-
taron con su colaboración. Fundó revistas y participó en otras, fue co-
fundador del Diario El Comercio, en 1906, primer Cronista Vitalicio de
Ambato, consejero de Estado, diputado, y maestro en la cátedra y en la
vida.
Nuestro Académico Franklin Barriga López, en la Historia de la
Academia dice: “Su vida la consagró al trabajo, a la meditación, a la in-
vestigación substanciosa y plena. Espíritu de una seriedad marcadísima,
cuya silueta viene hasta hoy haciéndonos recordar al hombre que toma

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Celiano Monge Navarrete

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

real conciencia de la misión que tiene que cumplir, de los pasos que debe
dar para mejor seguir la senda que ha elegido.”4 Y a su vez, otro gran
académico, J. Roberto Páez nos recuerda que Celiano fue “Gran inves-
tigador del pasado; abnegado compulsador de documentos; infatigable
escudriñador de datos y fechas;…Tuvo el culto de nuestros héroes y la
dedicación necesaria para hacer resaltar cuánto sirviera para elevar su
nombre y acrecentar su fama. Pocos como él han amado a nuestros pró-
ceres y se han empeñado tanto en dar a luz cuánto concurriera a engran-
decerlos…”5
Pido, como en el caso anterior, acercarse a este estrado, a uno
de sus familiares para descubrir con nuestro Tesorero el excelente retrato
de Celiano.

PLUTARCO NARANJO VARGAS: UNA VIDA ABNEGADA, GE-


NEROSA, FECUNDA. Profesional, investigador, historiador, intelectual
y ocasionalmente político. Es excepcional en todas sus facetas. Un pa-
radigma de su provincia natal Tungurahua y de nuestro querido Ecua-
dor.
La Academia Nacional de la Historia le cuenta como a su Direc-
tor de Honor, y en sesión unánime del Directorio ha decidido rendirle un
cálido homenaje, no solo por haber dirigido la Institución, sino porque
se trata de uno de los más ilustres ecuatorianos, que con envidiable vi-
talidad ha mantenido una abnegada vida, junto a su gran colaboradora
y compañera la doctora Enriqueta Banda, siempre pensando en función
social y cultural, con fecundas actividades en los campos que ha incur-
sionado y todo con una laudable generosidad, propia de su alma noble.
Debo confesar que quedé sorprendido, sobre todo por su co-
piosa bibliografía, recogida pacientemente por Wilson Vega y Vega: nada
menos que 353 títulos, entre libros unitarios o poligráficos y artículos.
Le admiré más al leer algunos artículos biográficos que irán en un libro
que estamos preparando para rendirle un merecido homenaje. Uno de
los redactores es el ex presidente de la República, el doctor Rodrigo Borja
Cevallos, quien contó con su participación en el ministerio de Salud du-
rante toda su administración. Coincidimos con su apreciación al decir

4 Barriga López, Franklin, Historia de la Academia Nacional de Historia, Editorial El Conejo,


Quito, 2009, p. 394.
5 Páez, Roberto J. Fragmento de un discurso citado por Franklin Barriga López en la obra antes
mencionada.

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Plutarco Naranjo Vargas

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

que no ha conocido hombre de mayor capacidad de trabajo y que se


trata de una persona extraordinaria, fuera de lo común.
Edgar Samaniego Rojas le muestra en su faceta de farmacólogo,
enseñando en la Universidad Central, investigando en el laboratorio,
aplicando sus descubrimientos en la industria farmacéutica y dándonos
a conocer sus aportaciones en la publicación de ciento treinta y cinco ar-
tículos y libros sobre el tema. Junto a Eduardo Estrella, a Luis A. León,
a Misael Acosta, entre unos pocos más, Plutarco Naranjo ha enriquecido
el conocimiento de la etnobotánica y de la medicina aborigen.
A Plutarco se le mira también como un elocuente montalvista,
cuya valoración, así como la de Espejo, ha sido preocupación de toda
su vida, expresada en varias publicaciones. Dice Jorge Núñez, otro de
los articulistas: “Nos ha enseñado a leer nuevamente a Montalvo, a le-
erlo con sentido crítico, desde nuestro tiempo y nuestro espacio…”
Germán Rodas le presenta en su temprana militancia socialista,
apasionado por las reivindicaciones sociales, pero distante de los extre-
mismos. Sigue su trayectoria desde los años juveniles, su participación
en el nacimiento de la Federación de Estudiantes Universitarios, en los
congresos del partido, en la redacción de un ideario que lo tituló La Doc-
trina Socialista y de otro libro que lo llamó La Primera Internacional, con-
virtiéndose, en la trayectoria de su vida, de militante y activista, en un
pensador político de avanzada.
Gustavo Pérez Ramírez, enfoca una de sus grandes cualidades,
de la que podemos también dar testimonio muchas personas: como un
generoso amigo, sí, haciendo hincapié en las dos palabras: generosidad
y amistad.
Rodrigo Fierro, con su conocida erudición, enfoca ampliamente
una de sus claras y permanentes vocaciones, la del investigador cientí-
fico, objetivo y preciso. Muestra su trayectoria a partir de su vinculación
con la empresa LIFE, donde surgieron medicamentos para curar las aler-
gias, enfermedad de la que Plutarco es el mayor especialista en el Ecua-
dor; un sustitutivo del plasma sanguíneo, una penicilina de liberación
lenta, nuevas vitaminas…Le sigue en la Universidad del Valle, en Co-
lombia, laborando por tres años, con una autoridad científica y humana
reconocida por todos. Nos informa de un logro excepcional para un
ecuatoriano o latinoamericano, ser becado para hacer investigaciones
en los Estados Unidos, lo que visto por el fanatismo de los dirigentes
universitarios de Quito, fue motivo de una injusta censura. Superando
ese tropiezo, con la majestad de un hombre de bien, nos muestra como

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siguió con la frente en alto y avanzó muy lejos, hasta ser uno de los ma-
yores científicos que haya tenido el Ecuador.
En la misma orientación están Fausto Palacios Gavilanes y Juan
Francisco Torres. Este último comenta: “Plutarco Naranjo ha guardado
la virtud de la humildad, lo que le ha permitido dialogar con la gente
pobre de nuestra sociedad, humildad que le ha facultado vivir con dig-
nidad, con honestidad a toda prueba, dignidad que le ha hecho orgulloso
de sus ancestros, de sus raíces, de su tierra.”6
Plutarco pasa por momentos difíciles pues soporta una grave
enfermedad, pero mantiene su verticalidad de hombre de bien y sigue
en su infatigable trabajo. Como que nada le pasa, siente el mal para sus
adentros, pero acude al llamado de sus amigos y admiradores para pre-
sentar libros suyos, de otros autores, a nuevos académicos o recibir jus-
tos homenajes. Su energía vital supera las adversidades y más allá del
dolor, sigue atendiendo a sus pacientes, sigue llevando adelante sus in-
quietudes, sigue siendo un Maestro, cuya mejor enseñanza es el testi-
monio de su vida.
¡Qué inmensa su obra científica! ¡Qué fortaleza para el trabajo!
¡Qué disciplina! ¡Qué pasión por la Patria y por los más altos represen-
tantes de su libertad! ¡Que bello y tierno su amor por su compañera
desde las aulas universitarias! ¡Qué dignidad y verticalidad frente a una
grave enfermedad!
Hoy la Academia descubrirá su retrato que irá en la Sala de Pre-
sidentes. Queremos que sea el mismo Plutarco, con su esposa y el Bi-
bliotecario quienes quiten el velo que cubre este excelente óleo.
Continuarán los aplausos para este hombre, paradigma de los ecuato-
rianos, en esta misma semana, cuando pongamos en circulación el pri-
mer volumen de la Colección Académicos, dedicado a Plutarco y para
cuyo acto, a cumplirse en este mismo auditorio el jueves 19 de agosto,
invito cordialmente a tan distinguido y selecto público.
Unas palabras más, muy íntimas y personales para Plutarco:
muchas gracias, muchísimas gracias de corazón por haberme candida-
tizado para asumir la Dirección de la Academia, lo que me honra so-
bremanera. Espero acercarme, por lo menos un poco, a la excelencia
suya, Plutarco, y a la de todos mis predecesores.

6 Estas citas corresponden a la presentación y a algunos de los artículos que constan en el libro
que la Academia dedicara a Plutarco Naranjo Vargas, ya en circulación.

263
JORGE SALVADOR LARA, EL HISTORIADOR MÁS UNIVERSAL
DE LA ECUATORIANIDAD, para mi gran amigo, que ama a Cuenca
de corazón y que me permitió colaborar con él en la preparación de las
Obras Completas de Alfonso Moreno Mora, uno de los mayores poetas
morlacos –abuelo de mi esposa– quiero expresarle por esta y otras de-
ferencias, una profunda gratitud.
Con Jorge iniciamos, a comienzos del 2009, los homenajes que
se merece Quito en la recordación del bicentenario del proceso indepen-
dentista. La Patria Heroica, de su autoría y Cuenca y el Diez de Agosto de
1809, de la mía, en ediciones de calidad, gracias al auspicio de la Uni-
versidad Alfredo Pérez Guerrero, están entre las primeras obras que cir-
cularon, dentro de la ya copiosa bibliografía que se ha editado por este
magno acontecimiento. Con Jorge compartimos el honor de ser cronistas
de nuestras respectivas ciudades; con Jorge hemos incursionado ocasio-
nalmente en política en secretarías de Estado y en la legislatura y lo
hemos hecho con total sentido cívico; en fin, con Jorge sentimos una es-
pecial predilección por el conocimiento y la valoración de las culturas
aborígenes de nuestro país, así como por la pasión por formar amplias
bibliotecas personales.
En esta oportunidad, la Academia coloca su retrato en nuestra
Sala de Honor, como un acto más de reconocimiento de la amplísima
labor cumplida en beneficio de la Patria, a lo largo de su dilatada vida
cultural y política y particularmente por todo lo que ha hecho por la
Academia tanto en calidad de Director a lo largo de veinte años, como
de miembro de la misma. Reciba, pues, Jorge, nuestro sincero aplauso y
profundo agradecimiento. Quiero solo destacar que es el historiador que
más ha contribuido con sus artículos y ensayos para nuestro Boletín,
pues contamos, desde 1926 hasta la actualidad la suma de 120 aportes,
como se puede constatar en el Catálogo Analítico de los Boletines7 que entró
en circulación con motivo de nuestro primer centenario institucional. Es
también Jorge, el Académico que más ha presentado en discursos pú-
blicos a miembros que han ingresado a la Institución, lo que nos ha lle-
vado a hacer una recopilación de los mismos que se publicará en dos
volúmenes, dentro de la Colección Académicos, como un homenaje más
a nuestro querido Director Vitalicio de Honor.

7 Academia Nacional de Historia. Cien años. Catálogo analítico de sus Boletines, Quito, Academia
Nacional de Historia, 2009.

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Jorge Salvador Lara

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Es inmensa la gama de temas históricos que ha estudiado Jorge,


convirtiéndose en el historiador más universal de todos los ecuatoria-
nos. Sus trabajos arrancan desde el poblamiento más antiguo y el estu-
dio de los fósiles humanos que han quedado como testimonio de ello,
avanzan por la revisión de los rasgos culturales de muchos de nuestros
pueblos ancestrales, se encaminan hacia la historia del Incario, para lle-
gar al período hispánico, a partir de una Biografía Apasionada de Isabel La
Católica, con análisis profundos y visiones equilibradas y propias sobre
el peso real de la cultura hispánica, hasta llegar a las luchas revolucio-
narias por la independencia y al desarrollo de nuestra tormentosa vida
republicana, con enfoques no solo de los aspectos políticos sino también
sociales, económicos y culturales. A más de lo expuesto, quiero resaltar
la gran síntesis de todo nuestro pasado hecha bajo su dirección científica
titulada Historia del Ecuador, editada por Salvat en ocho elegantes volú-
menes, así como la dirección y la coautoría de la Historia de la Iglesia Ca-
tólica ya con varios volúmenes publicados y otros en edición.
Con ello se podría decir que Jorge es hoy el Gran Historiador
Ecuatoriano, un Doctor en Ecuatorianidad, como se le calificó en otros tiem-
pos a Pío Jaramillo Alvarado. Ojalá siga con la energía vital que le ha
hecho trabajar como pocos hombres por la grandeza de nuestro querido
país.
Adentrándome un poco más en su intensa vida, debo resaltar
su vinculación con la Pontificia Universidad Católica del Ecuador desde
su fundación, pues ostenta la primera matrícula en 1946 en la facultad
de Jurisprudencia, a la que luego sirvió como profesor y autoridad, hasta
cuando decidió jubilarse. Entonces surgió un gesto espontáneo de sus
ex alumnos y compañeros, quienes en el 2001 publicaron el Libro de Ami-
gos, una voluminosa obra de más de un millar de páginas, donde se pue-
den conocer muchas facetas de su vida, obras suyas y una amplísima
bibliografía, que hay que actualizarla al 2010.
A más de lo dicho en páginas anteriores, también debo resaltar
en desempeño del Ministerio de Relaciones Exteriores por dos ocasio-
nes, la representación del Ecuador en El Vaticano, la Presidencia del Ins-
tituto Panamericano de Historia y Geografía y últimamente la
Presidencia de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, entre otras dig-
nidades que ha ostentado.
Jorge guarda cuidadosamente, en varios volúmenes las memo-
rias de sus numerosos viajes, muchos de ellos en representación del País,

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algunos ilustrados con fotos y postales; lo mismo pasa con la colección


de sus artículos periodísticos, que son muchísimos, publicados, sobre
todo, en El Comercio, El Telégrafo, El Universo y El Tiempo. Los he
podido ver en su Biblioteca –Archivo–Museo– que ha invadido todos
los ambientes de su acogedora casa y que Jorge se complace en mostrar
y explicar a sus amigos, incluyendo breves referencias a los retratos de
sus ancestros y de sus personajes admirados.
Jorge ha recibido las máximas condecoraciones ecuatorianas, in-
cluyendo el Premio Eugenio Espejo, así como altas distinciones de varios
países hispanoamericanos, de España, Italia, Israel y El Vaticano. Tam-
bién se ha incorporado a muchas Academias de nuestro continente y de
España, es miembro de numerosas instituciones culturales y ha recibido
un reconocimiento especial de la UNESCO.
Siguiendo los lineamientos de nuestro fundador, Jorge ha tenido
como norte de su vida amar y servir a Dios y a la Patria, siempre en de-
fensa de la verdad, aunque ello le haya llevado en algunas ocasiones a
mantener polémicas de altura, como la que ocurrió hace cincuenta años,
con motivo de la publicación de un libro sobre el Diez de Agosto, escrito
por Manuel María Borrero.
Con Teresita, su amada esposa, que ha sido en gran parte coau-
tora espiritual de su inmensa obra, queremos quitar el velo de este re-
trato que la Academia mandó a confeccionar para que honre nuestra
Galería de Presidentes.

CONCLUSIÓN

La Academia, por medio de su Directorio, planifica muchas ac-


tividades dentro de su campo de acción, siendo la mayor la preparación
de una obra voluminosa que enfoque nuestra dilatada historia de
quince mil años, desde la presencia de cazadores especializados hasta
llegar a la actualidad, con enfoques de lo político, lo económico, lo social,
lo ideológico, lo cultural, y lo cotidiano y con una visión integradora de
todos los pueblos distribuidos en nuestra compleja y rica geografía pa-
tria. El interés final es que se conozca mejor lo que hemos sido, con una
visión que parta del quehacer colectivo, para llegar a enraizar más un
sentimiento cívico de amor, valoración y respeto al Ecuador, una sola
nación, que abarque a todos los ecuatorianos, más allá de las nacionali-
dades étnicas, que hay que respetarlas y valorarlas, pero que sea una

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obra que realmente sume los aportes de todos sus niveles humanos,
desde los más remotos hasta los actuales y que nos ha convertido en un
pueblo esencialmente mestizo, cultural y étnicamente, lleno de grande-
zas por la labor de sus hijos.
Difícil es cumplir con esta ardua tarea, que la estamos dise-
ñando con calma para poner a consideración de todos los académicos y
de la ciudadanía. Esperamos que el prospecto esté listo en unos pocos
meses y será necesaria la suma de muchas voluntades para culminar la
obra, prevista en más de cuarenta volúmenes. Será el gran proyecto de
la Academia en la iniciación de su segundo siglo de existencia y anhe-
lamos que se ejecute en el siguiente lustro. Desde ahora, compromete-
mos a todos los ecuatorianos de buena voluntad, que los hay, para
sumarse a este grandioso proyecto.

Señoras y Señores.

Quito, 16 de agosto de 2010

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DIRECTORIO
DE MIEMBROS DE LA ANH
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

INDIVIDUOS DE NUMERO, A DICIEMBRE DE 2010

DIRECTORIO

1.- DR. JUAN CORDERO ÍÑIGUEZ–DIRECTOR 092-372665


6 de Diciembre N 21-217 y Roca–Quito 2907-433
E-mail: ahistoriaecuador@hotmail.com 07-2839-181
Museo de las Culturas Aborígenes–Cuenca
Calle Larga 524 entre Hno. Miguel y Mariano Cueva
E-mail: juancordero@hotmail.com
Fecha de Incorporación: Enero 23/2002.- Sillón 20.-
Tema del Discurso:“Nombres y Sobrenombres de Cuenca”.
Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

2.- FRAY AGUSTIN MORENO PROAÑO, ofm.–SUBDIRECTOR 2281-124


Convento de San Francisco–Quito 2281-613
Fecha de Incorporación: Enero 25/1979.- Sillón 2.-
Tema del Discurso: “Patria y Estirpe de Fray Jodoco Rique”.
Le dio la bienvenida el Dr. Jorge Salvador Lara

3.- HNO. EDUARDO MUÑOZ BORRERO–SECRETARIO 2660-365


Santuario Hno. Miguel – Ave. Antonio José de Sucre
y Tte. Hugo Ortiz–Quito
Fecha de Incorporación: Febrero 28/1991.- Sillón 11.-
Tema del Discurso: “La Influencia de la revolución
Francesa en la Independencia de Hispanoamérica” .
Le dio la bienvenida el Dr.Jorge Villalba Freire, s.j.

4.- SR. ENRIQUE MUÑOZ LARREA 2509-942


BIBLIOTECARIO–ARCHIVERO 099-576358
Edificio Tulipán, 2º. Piso
Fco. Andrade Marín 360 y Eloy Alfaro, Quito
E-mail: vientos4@uio.satnet.net
Fecha de Incorporación: Junio 3/2005. - Sillón 28.-
Tema del Discurso:“Semblanza del Tte. Gral.
Ing. Don Fco. Requena y Herrera”.
Le dio la bienvenida el Hno. de las EE.CC. Eduardo Muñoz.

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5.- LCDO. HERNAN RODRIGUEZ CASTELO (casa) 2788-112


JEFE DE PUBLICACIONES
Bolívar 705 y Batallas–Alangasí
Edif.. Torres de Iñaquito, Torre C. Depto. 1202 – Quito
E-mail: sigridrodriguezc@yahoo.com
Fecha de Incorporación: Junio 12/2001.- Sillón 18.-
Tema del Discurso:“El Admirable Siglo XVIII de la
Literatura Quiteña”.
Le dio la bienvenida el Hno. Eduardo Muñoz Borrero.

6.- DR. JORGE NÚÑEZ SÁNCHEZ–TESORERO 098-347433


Alonso de Torres 278 y James Colnet 2265899
Edif. Monte Doral Ph 2, piso 10.Sector El Bosque
Email: jorgenez47@yahoo.es / jorgenu@andinanet.net
Fecha de Incorporación: Julio 12/2001.- Sillón 19.-
Tema del Discurso:“La Corrupción en el Ecuador
Colonial”.- Le dio la bienvenida el Dr. Plutarco Naranjo.

7.- Dr. JUAN JOSÉ PAZ Y MIÑO–RELACIONES PÚBLICAS 095-026475


El Día N 37 215 y El Telégrafo–Quito 6035-651
E-mail: juan@pazymino.com
Fecha de Incorporación: Marzo 14/2007.- Sillón 5.-
Tema del Discurso. “La historia inmediata del Ecuador
y la deuda histórica con la sociedad ecuatoriana”.
Le dio la Bienvenida el Dr. Jorge Núñez Sánchez

****
8.- DR. JORGE SALVADOR LARA 2469-604
Guarderas 434 – (Urb. La Concepción)–Quito (0f) 2509-471
E-mail: jorsalla@andinanet.net
Fecha de Incorporación: Julio 27/1967.- Sillón 1.-
Tema del Discurso: “Los Restos Humanos más Antiguos
del Ecuador”.
Le dio la bienvenida Don Carlos Manuel Larrea.

9.- PADRE DR. JORGE VILLALBA FREILE 2237-940


Residencia Universidad Católica–Quito 2509-686
E-mail: jvillalbaf@puce.edu.ec
Fecha de Incorporación: Marzo 28/1980.- Sillón 3.-
Tema del Discurso: “José Joaquín de Olmedo en
1830 a través de sus Cartas”.
Le dio la bienvenida Fr. Agustín Moreno.

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10.- PROF. ROBERTO MORALES 06-2640-335


Diario La Verdad FAX 06-2640-194
Flores 542 entre Sucre y Rocafuerte–Ibarra
E-mail: diariolaverdad@andinanet.net
Fecha de Incorporación: Stbre. 28/2006.- Sillón 4.-
Tema del Discurso:“Los aportes del Crn el. Teodoro
Gómez de la Torre al devenir Histórico del Norte del País”.
Le dio la Bienvenida Fray Agustín Moreno, ofm.

11.- DR. MIGUEL DIAZ CUEVA 07-2831-917


Calle Luis Cordero No. 1754–Cuenca fax 07-2832-695
E-mail: mdiazcueva@hotmail.com
Fecha de Incorporación: Diciembre 17/1986.- Sillón 7.-
Tema del Discurso: “La Lápida de Tarqui”.
Le dio la bienvenida Fray Agustín Moreno Proaño, ofm.

12.- DR. PLUTARCO NARANJO VARGAS 2508-479


12 de Octubre 2206 y Colón 2236-590
Casilla 17-7-8884–Quito 096-073321
E-mail: naranjo@lenguaje.com
Fecha de Incorporación: Julio 27/1989.- Sillón 8.-
Tema del Discurso: “Colón, Pizarro y las Especias”.-
Le dio la bienvenida el Dr. Luis Bossano.

13.- DRA. JENNY ESTRADA Telefax 04-2343-216


Chile 3312 y Vacas Galindo, 2º. Piso 092-208616
E-mail: jennye@gye.satnet.net–Guayaquil
Fecha de Incorporación: Dcbre. 8/2006.- Sillón 9.-
Tema del Discurso: “Segunda Guerra Mundial,
Lista Negra en Ecuador”.
Le dio la bienvenida el Dr. Benjamín Rosales V.

14.- DR. JUAN FREILE GRANIZO 2333-478


Edificio Espro – 0f. 202 recado 2506-923
Alpallana 505 y Whymper – Quito
Fecha de Incorporación: Junio 30/1990.- Sillón 10.-
Tema del Discurso:“La Vida Cotidiana de Quito a
finales del Siglo XVIII: el Testamento de Catalina
Aldás, madre del Precursor Espejo”.
Le dio la bienvenida el Dr. Carlos de la Torre Reyes.

15.- DR. ALFONSO ANDA AGUIRRE 2251-064


Vargas 1040 y Oriente (Edificio Zaldumbide)–Quito
Fecha de Incorporación: Mayo 26/1999.- Sillón 13.-
Tema del Discurso: “La Federación Lojana y la Ley

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

de Descentralización del Estado”.


Le dio la bienvenida el Hno. Eduardo Muñoz Borrero, o.f.c.

16.- DR. CARLOS FREILE GRANIZO Telf. 239 1510/511


Bermejo N39-128 y Av. de los Granados, PB–Quito 098-300700
Apartado l7-22-20195 - E-Mail: cfreile@lahora.com.ec
Fecha de Incorporación: Junio 24/1999.- Sillón 14.-
Tema del Discurso: “La Visión de Manuela Espejo
sobre su hermano Eugenio, en el Juicio que por la
muerte que éste siguió contra el Presidente Luis
Muñoz de Guzmán” .
Le dio la bienvenida: el Padre Jorge Villalba.

17.- DR. FERNANDO JURADO NOBOA (de 8 a 9 am) 2920-763


Edificio Torres de Iñaquito –Torre A
Of. 901 (Altos CCNNU)–Quito
fernandojurado49@hotmail.com
Fecha de Incorporación: Diciembre 21/1999.- Sillón 15.-
Tema del Discurso: “Actitud ante la Muerte de los
Grandes Ecuatorianos”.
Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

18.- DRA. ISABEL ROBALINO BOLLE 2950-267


Rocafuerte 1477 y Venezuela–Quito 2280-764
E-mail: isabelrobalino87@hotmail.com
Fecha de Incorporación: Mayo 4/2000.- Sillón 16.-
Tema del Discurso: “Luis Robalino Dávila: Capítulos de un
Ensayo de Biografía”.
Le dio la bienvenida el Dr. Jorge Salvador Lara.

19.- LCDO. FRANCISCO SALAZAR ALVARADO 2446-049


Manuel Sotomayor 245–Quito 099-514366
E-mail: francisco_salazaralvarado@yahoo.com
Fecha de Incorporación: Febrero 17/2001.- Sillón 17.-
Tema del Discurso: “La Vida y el Pensamiento del
Gral. Francisco Javier Salazar Arboleda”.
Le dio la bienvenida el Dr. Carlos Freile Granizo.

20.- DR. P. JULIAN BRAVO S.J. 2491-156/7


Nogales 220 y Fco. Arcos.–Quito 2493-982
Fecha de Incorporación: Mayo 22/2003.- Sillón 21.-
Tema del Discurso: “Mario María Cicala, S.I. y su
contribución a la Historia de la Antigua Provincia de la
Compañía de Jesús y de la Audiencia de Quito”.
Le dio la bienvenida el Dr. Jorge Salvador Lara.

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21.- DR. JUAN VALDANO MOREJON 2370-310


Buganvillas y Juan Montalvo–Tumbaco
Fecha de Incorporación: Junio 5/03.- Sillón 22.-
Tema del Discurso:“Generaciones e Ideologías en el
Ecuador. Itinerario de una búsqueda y nuevas aproximaciones
a un Método Histórico”.
Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

22.- DR. OCTAVIO LATORRE 2400-731


Samuel Fritz 176 y Joaquín Sumaita (El Inca)–Quito
E-mail: olatorre@andinanet.net
Fecha de Incorporación: Junio 19/03.- Sillón 23.-
Tema del Discurso: “Historia de la Evolución de la
Armada del Ecuador”
Le dio la bienvenida Fray Agustín Moreno, o.f.m.

23.- DR. SANTIAGO CASTILLO 005411 4300 6196


Ave. Juan de Garay 845 – 4o.H
CP C1l53 AB - Buenos Aires, Capital Federal.-
E-mail: Josancas53@hotmail.com .- Argentina
Fecha de Incorporación: Novbre. 19/2003.- Sillón 24.-
Tema del Discurso: “Epistolario de las Misiones
Diplomáticas de Rocafuerte en el Perú”.
Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán P.

24.- DR. ENRIQUE AYALA MORA 3228-083


Universidad Andina 3228-031
Toledo 2280 – Plaza Brasilia–Quito Fax 3228-426
De las Malvas E 15-247 y Fco. Arévalo 2433-485
Box 17-12-886 – E-mail: rector@uasb.edu.ec 2554-558
Fecha de Incorporación: Enero 20/2004.- Sillón 25. 099-809855
Tema del Discurso: “Desarrollo Histórico de la
Nación Ecuatoriana”.
Le dio la bienvenida el Dr. Plutarco Naranjo Vargas.

25.- DRA. MARIA CRISTINA CARDENAS 07-4090-178


E-mail: acardena@ucuenca.edu.ec fax 07-2880-60
Cristina.cardenas8@gmail.com 094-296152
Edificio Puertas del Sol
Jacarandá 1-57 y Ordóñez Lazo–Cuenca
Fecha de Incorporación: Junio 3/2004.- Sillón 26.-
Tema del Discurso: “El Proyecto Republicano
del Progresismo Azuayo (1840-1895)”.
Le dio la bienvenida Fray Agustín Moreno, ofm.

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26.- DR. BENJAMIN ROSALES VALENZUELA 04-288-7492


Calle 1ª. Nº 103 entre Circunvalación y Bálsamos URDESA 04-2881-230
Apartado 09-01-562 - Guayaquil 093-040961
E-mail: anh_guayas@yahoo.com
Brosales777@gmail.com
Fecha de Incorporación: Dicbre. 1/2004.- Sillón 27.-
Tema del Discurso: “El General José de Villamil
y la Independencia de Hispano América”.
Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

27.- DRA. DORA LEON BORJA DE SZASSDI 001 7877537241


Mallorca 41, Hato del Rey 00917
San Juan–Puerto Rico, P.R.
E-mail lajosszas@hotmail.co.
Fecha de Incorporación: Mayo 21/2009.- Sillón 6.-
Tema del Discurso: “La ciudad de Santiago en Amay,
1539-1542”.
Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

28.- DR.GUSTAVO PÉREZ RAMÍREZ 2230-513


González Suárez 926, Dep. 2B–Quito 098-027342
Edificio Panorama (Frente a Nestlé)
e-mail: gustavoperezramirez@yahoo.com
Fecha de incorporación: 18 de octubre de 2010.- Sillón 12.-
Tema del Discurso: “Acotaciones sobre la masacre del
2 de Agosto de 1810”
Le dió la bienvenida el Dr. Jorge Núñez Sánchez.

***/***

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LISTA DE MIEMBROS CORRESPONDIENTES A DICIEMBRE 2010

1.- Lcdo. LUCAS ACHIG SUBIA 07-2816-555


Calle Valle de los Chillos 1-70 y Valle de FAX 07-2842-424
Yunguilla (Sector Coliseo Mayor)
E-mail: lachig@ucuenca.edu.ec .- Cuenca

2.- Dr. MIGUEL ALBORNOZ


Apartado Postal 10922, México 10
Las Lomas, México D.F.

3.- Ms. ALICIA ALBORNOZ


Apartado Postal 10922, México 10
Las Lomas, México D.F.
E-mail: aliciaalbornoz@hotmail.com

4.- Dr. GUILLERMO AROSEMENA AROSEMENA Telefax -04-2353-130


P.O.Box 09-01-921
Ave. 2ª. 511 entre 4ª. Y 6ª. (Los Ceibos)- Guayaquil
E-mail: garoseme@gmail.com

5.- Prof. JOSÉ ARTEAGA PARRALES 06-2630-404


Palacio Episcopal – Ave. Universitaria 091-984755
Portoviejo.- Manabí

6.- Dr. FRANKLIN BARRIGA LÓPEZ 2458-421


10 de Agosto 39-127 y Dibuja, piso 11-2 092-695041
Edif. Pacheco Mora - Quito
E-mail: f-barri@uio.satnet.net

7.- Dra. ANA LUZ BORRERO VEGA 07-2856-396


Universidad de Cuenca 099-600077
Calle 12 de Abril s/n
E-mail: alborveg@yahoo.com .- Cuenca

8.- Padre JUAN BOTTASSO 2562-633


ABYALA .- 12 de Octubre y Wilson 2897-124
E-mail: juanbottasso@yahoo.com – Quito

9.- Sra. AURELIA BRAVOMALO DE ESPINOSA 2503-502


Wilson 728 y Juan León Mera
aureliabravomalo@hotmail.com .- Quito

10.- Dr. KLEVER BRAVO 098-125941


Ultimas Noticias N 37-111 y El Espectador
E-mail: kbravo59@hotmail.com

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11.- Dr. HUGO BURGOS GUEVARA 2891-228


Bramante Nº 165. Primavera I., segunda cuadra 098-246041
frente Hosp. de los Valles – Cumbayá
Casilla 17-11-6625
E-mail: ahburgos@andinanet.net .- Quito

12.- Lic. CARLOS CALDERÓN CHICO 099-762568


Tulcán 1200 y Aguirre (esq.) – Guayaquil 04-2451023
E-mail: ccaldero53@yahoo.com

13.- Ing. BOLÍVAR CÁRDENAS ESPINOZA 092-862013


Luis Cordero y Aurelio Jaramillo (esq.) 0f. 07-2240-373
Consejo Provincial del Cañar – Azogues

14.- M.A. JUAN CASTRO Y VELÁZQUEZ 04-2328-569


Casilla 4863 .– Guayaquil 0f. 04-240-3212
E-mail: castroyvelazquez@hotmail.com

15.- Dr. JORGE CAZORLA 06-2644-602


José Martí 284 y Ave. Atahualpa.- Ibarra

16.- Dr. JUAN CHACÓN ZHAPÁN 091-476384


E-mail: juanariosto@hotmail.com Cuenca

17.- Lic. XIMENA ESCUDERO ALBORNOZ 2260-456 (casa)


Gaspar de Escalona N.39-68 y Granda Centeno 2584-961/2 Ext.186
Buzón 544 099-678058
Casilla 17-21-1263 – Quito.

18.- Econ. LEONARDO ESPINOSA 07-2842-205


E-mail: lespinos@etapaonline.net.ec – Cuenca

19.- EDUARDO ESTRADA GUZMÁN 04-2303-969


Roca 102 y Malecón, 9º. Piso – Edif.Rocamar 099-886712
E-mail: Eduardo_i_estrada@yahoo.com
anh_guayas@yahoo.com
Casilla 09-01-7648 – Guayaquil

20.- Dr. JOSE XAVIER GARAICOA ORTIZ


Rumichaca 213 y Manuel Galecio –Guayaquil
xaviergaraicoa@yahoo.com

21.- Lic. EZIO GARAY ARELLANO 04-2368041


Casilla 09-01-11140 – Guayaquil 0f. 04-2394-440/41
E-mail: ezigar@yahoo.es

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22.- Dr. JOAQUÍN GÓMEZ DE LA TORRE 2414-731


Pablo Sachún 4766 y Samuel Fritz 2419-460
Urbanización Dammer - Quito 098-548609

24.- Dr. JAVIER GOMEZJURADO 2607-433


Conjunto Puertas del Sol, Bloque A-Etapa 1–Dep. 2B 099-830454
Autopista Rumiñahui – Quito
E-mail: jgomezjurado@gmail.com

25.- Arq. MELVIN HOYOS GALARZA 04-23040-961


Biblioteca Municipal 09-7638927
10 de Agosto entre Chile y Pedro Carbo,
E-mail: melvinhoyos@yahoo.com - Guayaquil.

26.- Dra. ALEXANDRA KENNEDY DE VEGA 2231-459


San Ignacio 1001 y Jonás Guerrero 099-427013
Edif. El Barranco – Quito
E-Mail: akennedy@etapaonline.net.ec

27.- Ms. JENNY LONDOÑO 2265-899


Alonso de Torres 278 y James Colnet 09-8347-432
Edif. Monte Doral PH 2, piso 10.Sector El Bosque
E-Mail: jennylondo52@gmail.com – Quito

28.- Dr. JORGE MARCOS PINO 04-2850-780


Ave. Central 300 – Cdela. Sta. Cecilia 099-353534
Email: jgmarcos@es.inter.net .- Guayaquil.

29.- Dr. GALO MARTÍNEZ 2520-710


Pérez Guerrero 391 y Versalles -0f. 18- Quito

30.- Dr. CLAUDIO MENA VILLAMAR 2560-416


Páez 884 y Mercadillo, Edif.. Interandina- Quito 092-558372

31.- Lic. CARLOS LUIS MIRANDA TORRES 03-2871-218


Correo Central de Pelileo 0f. 03-2871-207

32.- Ab. EDUARDO MOLINA CEDEÑO 05-2639-461


Universidad San Gregorio de Portoviejo 093-123580
Ave. Eloy Alfaro y Ave. Olímpica. Portoviejo
E-Mail: ramiro-molina@hotmail.es

33.- Gral. PACO MONCAYO GALLEGOS 3991001/4


Edificio Coruña Plaza, 3er. Piso, Of. 302
Coruña 2788 y 0rellana
E-mail: paco.moncayo@asambleanacional.gov.ec

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34.- LEONARDO MONCAYO JALIL 2542-640


Edif. Torres de la Colón-Of. 11- Mezanine 099-406138
E-mail: moncayolener@hotmail.com - Quito

35.- Dr. RICARDO MUÑOZ CHAVEZ 07-2880-170


Estudio: Ave. 12 de Abril 2-29
Edificio Torre del Río – 4º. Piso
E-mail: rmuñozch@cue.satnet.net – Cuenca

36.- Prof. GERARDO NICOLA LÓPEZ 03-2840-914


Calle Cuenca 14-35 – Ambato 03-2840-913

37.- Dr. CARLOS ORTIZ ARELLANO 03-3411-559


Ayacucho 1370 y Loja - Riobamba 09-4003-618
E-Mail: croamba@hotmail.com

38.- Arq. ALFONSO ORTIZ CRESPO 2377-565


González Suárez N 32-90 y Bejarano 2580-230
E-mail: aortizc@uio.satnet.net - Quito 099-716105

39.- Dr. GONZALO ORTIZ CRESPO 2460-228


Los Comicios 271 – Conjunto Alcalá 087-293686
Edificio Alcázar-Urb. Quito Tennis
E-mail: gortiz@puntonet.ec

40.- Ing. RODRIGO PÁEZ TERÁN 2340-164


Casilla l7-23-280 – Sangolquí 099-834529
E-mail: ro75pater@gmail.com -

41.- Dr. FAUSTO PALACIOS GAVILANES 03-2822-903


Av.Quisquis 1425, Cdela. San Antonio - Ambato 03-2841-879
E-mail: hernanpal@hotmail.com

42.- Ing. AGUSTÍN PALADINES Loja

43.- Arq. ANDRÉS PEÑAHERRERA MATEUS 2560-791


Manuel Larrea 1003 092-740375
E-mail: arqandrespenia@yahoo.com

44 .- ARQ. JUAN FDO. PÉREZ ARTETA 2042-011/13


Ave. Pampite, Edif.. Oficenter, 0f. 110 - Cumbayá
E-Mail: jfperez@interactive.net.ec

280
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

45.- Dr. RODOLFO PÉREZ PIMENTEL 04-2303-700


Baquerizo Moreno 910 y Junín Fax 04-2568-595
Casilla 09-01-00875 - Guayaquil 04-2568-596
E-mail: rodolfoperezpimentel@hotmail.com

46.- Sr. VÍCTOR PINO YEROVI 04-2270-378


Alamos Norte Mz 1 V-10 FAX 04-2248-257
P.0.Box 15160 Guayaquil 04-2231-460
E-Mail: vpino@gye.satnet.net

47.- Prof. VICENTE POMA MENDOZA 07-2972-811


Rocafuerte entre Colón e Independencia
Pasaje, Prov. de El Oro

48.- Dr. GALO RAMÓN VALAREZO 099-700109


Eloy Alfaro 1824 y Bélgica, 3er.piso
E-mail: garaval@yahoo.com

49.- Dr. GUSTAVO REINOSO HERMIDA 07-2825-934


Calle José Arízaga 1-62 entre P. Aguirre 07-2843-241
y Gral. Torres. Cuenca FAX 07-2842-029

50.- DR. GERMAN RODAS CHAVES 2469121


Universidad Andina Simón Bolívar 08 9498321
e mail: grodas@uasb.edu.ec

51.- Dr. JAIME EDMUNDO RODRÍGUEZ 92697-3275


Dpto. de Historia–Universidad de California
Irving, CA. 92717–USA.
E-mail: jerodrig@uci.edu

52.- Dra. ROCÍO ROSERO JÁCOME 2234-296


Veintimilla E 10-50, Edif.. El Girón, 0f.74 096-032187
Toctiuco 130, Urb. San Antonio–Conocoto
E-mail: rosero@uio.telconet.net

53.- Cap.Fr. MARIANO SÁNCHEZ BRAVO 04-285-3310


Colinas de los Ceibos Of. 04-232-4231
Ave. Leopoldo Carrera Calvo 505 y Calle 9ª. FAX 04-2325-906
Instituto de Historia Marítima
Ala sur del Edif. de la Gobernación – Guayaquil
E-mail: inhimaec@yahoo.com

54.- Dr. VLADIMIR SERRANO PÉREZ 2237-731


Orellana N-26 y San Ignacio – Quito
E-mail: vlasepe@hotmail.com

281
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

55.- Dra. MARCIA STACEY CHIRIBOGA 2054-004


Carlos Guarderas 618 y G. Salazar 099-016801
(La Concepción) Quito

56.- Dr. AMILCAR TAPIA 2401-148


10 de Agosto 8536 y A. Montalvo 097-676465
Sector La Luz, Casa 2-A, Dep.23
E-Mail: amtapia@hotmail.es - Quito

57.- Sra. GRECIA VASCO 2280-431


Archivo Nacional Casa 2275-590
10 de Agosto N 11-359 y Sta. Prisca esq. Quito
E-Mail: archivonacionalec@andinanet.net

MIEMBROS ELECTOS PARA CORRESPONDIENTES

1.- Dr. DIEGO ARTEAGA MATUTE 07-2875-365


Casilla 01 01 1413.- Cuenca

2.- HUGO DELGADO CEPEDA


Fco. Segura 804 y 6 de Marzo 04-2346-632
Casilla 09-1-43-53 Guayaquil 2348-650

3.- JAIME IDROVO URIGÜEN


San Joaquín – Sector Cruz Verde
Box 01-01-143 - Cuenca

4 .- Dr. MARIO GARZÓN ESPINOSA


Colegio José Peralta, Cañar

5.- Dr. CARLOS LANDÁZURI CAMACHO


Banco Central
E-Mail: clandazuri@uio.bce.fin.ec

6.- Dr. JORGE MORENO EGAS 2564-526


Madrid 859 y Pontevedra
Apartado 17-12-595-Quito
E-mail: jamoreno@puce.edu.ec

7.- Dr. PATRICIO MUÑOZ VALDIVIESO 2432642


Corte Nacional de Justicia, Quito 2431-022
E-mail: pato268@yahoo.com 087-651395

8.- Dra. PILAR PONCE LEIVA 34 91 394 5784


Víctor de la Serna, 19 Madrid 28016 91 519 7443

282
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

E-mail: pilarponce@hotmail.com
Madrid, España.

9.- Lic. ALFONSO SEVILLA FLORES 2231-816


Alpallana E 6 123 – 5º.piso A.- Quito 2507-042
ivalles2a@hotmail.com

10.- Lcdo. WILSON VEGA


Ministerio de Cultura, Quito

11.- Dr. IRWING IVÁN ZAPATER CARDOSO 2431-835


FONCULTURA – Quito 099-812026
E-mail: ivanzapt@hotmail.com

MIEMBROS HONORARIOS

- GRAL. PACO MONCAYO GALLEGOS

- PROF. SERGIO MARTÍNEZ BAEZA

- DON JUAN MARÍA ALZINA DE AGUILAR

MIEMBROS EXTRANJEROS ELECTOS COMO CORRESPONDIENTES

- Dr. ERIC BEERMAN 917592603


Hernández Rubin 7, ático, 28043, Madrid
E-mail: ericbeerman@telefonica.net

- Embjd. MIGUEL BAKULA PATIÑO 00511-4468-911


Lima, Perú

- Dr. ANTONIO CACUA PRADA 00571-2123726


Subdirector Academia Colombiana de Historia
Calle 115 No. 9 A-30 piso 5, edif. Ana María, Bogotá DC Colombia

- Dr. ALEJANDRO CRUZADO BALCÁZAR 00514-4967-6636


Ave. del Ejército 356 - Trujillo–Perú
E-Mail: alejandrocruzado@yahoo.com.ar

- Dr. FRANCISCO DE BORJA MEDINA


España

283
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

- Dr. JOSÉ A. DE LA PUENTE CANDAMO 00511-4277-987


Director Academia Nacional de Historia de Perú
E-Mail: admite@an-historia.org.ar
Lima, Perú

- Dr. SANTIAGO DÍAZ PIEDRAHITA 0057-1-3367-350


Director Academia Colombiana de Historia
Calle 10 No. 8-95 – Bogotá D.C. Colombia 0057-1-2825-356

- Dra. MA. PAULINA ESPINOSA DE LÓPEZ 0057-1-2564-656


Bogotá – Colombia

- Dr. WALDEMAR ESPINOSA SORIANO


E-Mail: valdemar_espinozasoriano@hotmail.com
Lima, Perú

- Mons. MARIANO FAZIO FERNÁNDEZ

- Dr. HORACIO GÓMEZ ARISTIZABAL 0057-13-342-439


E-Mail: patriciarapida@hotmail.com - Bogotá

- Dr. ASDRÚBAL GONZÁLEZ SERVÉN


Final Avenida Bolívar entre Calles 46 y 47
Puerto Cabello, Venezuela.

- Dr. EKKEHAR KEEDING


Talerweg 13 – D-67742 Aden Back – Alemania
E-Mail: ekke_keeding@yahoo.de

- Dra. MARIA LUISA LAVIANA CUETOS (34) 954 551-224


C/Virgen del Valle 52, 4º. B - 41011 Sevilla, España
E-Mail: laviana@cica.es

- BERNARD LAVALLE Fax 01-45-87-41-75


13, rue Sateuil, París, Francia - Cedex 05.

- Dr. GERARDO LEÓN GUERRA 0057-27-234-538


Academia Nariñense de la Historia – Pasto

- Dr. JUAN MARCHENA FERNÁNDEZ 63-94-79-665


C/Pajaritos 8, 2º. –1, Sevilla, 41004, España
E-mail: jmarfern@upo.es

- Prof. SERGIO MARTÍNEZ BAEZA 00562-638 2489


Londres 65, Santiago
E-Mail: smbaeza@vtr.net .- Chile

284
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

- Dr. EDUARDO MARTIRÉ


Rodríguez Peña 1842, p. 10º. Dep. B.- 1021
E-Mail: inhide@infovia.com.ar .- Bs.As. Argentina

- Dra. EMILIA MENOTTI VIOLA 0054 011 4683-6025


E-Mail: sociedadbolivariana@yahoo.com
Buenos Aires, Argentina.

- Dr. OTTO MORALES BENÍTEZ


Bogotá, Colombia

- Dra. INÉS MUÑOZ LYDIA 0057-27-234538


Presidenta de la Academia Nariñense de Historia
E-Mail: ac_narhistoria@hotmail.com.
Pasto, Colombia

- Dr. JAVIER ORTIZ DE LA TABLA


Universidad de Sevilla, Sevilla, España

- Dr. LUIS RAMOS GÓMEZ 91-73-06-620


Valle de En medio No. 2-F (3º.A)
28035–Madrid

- Dra. LOISE J. ROBERTS (831) 625 5635


24694 Upper Trail – Carmel, CA. 93923 –USA
E-Mail: ljrobertsl4@aol.com

- Dra. CARMEN RUIGÓMEZ GÓMEZ 91-73-06-620


Valle de En medio No. 2-F (3º. A)
28035 Madrid

- Dr. NICOLÁS SÁNCHEZ ALBORNOZ


José Martínez de Velasco 6,
28007, Madrid, España
E-Mail: nsalbo@wanadoo.com

- Dr. PEDRO VERDUGA 0057-27-234-538


Academia Nariñense de la Historia – Pasto

- Dra. GISELLA VON WOBESER 0055-2196-53


Academia Mexicana de la Historia
Plaza Carlos Pacheco 21 Centro C.P.060, México
E-Mail: acadmxhistoria@prodigy.net.mex

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

LISTADO DE MIEMBROS DE PROVINCIAS

CENTRO PROVINCIAL CORRESPONDIENTE DE GUAYAS

DIRECTORIO

- DR. BENJAMIN ROSALES VALENZUELA – Director 04-288-7492

- ARQ. MELVIN HOYOS GALARZA – Subdirector 04-2524-100

- SR. EDUARDO ESTRADA GUZMAN – Secretario 04-2303-969

- LIC. MARIANO SANCHEZ BRAVO – Bibliotecario 04-285-3310

- LIC. EZIO GARAY ARELLANO – Tesorero 04-236-8041

- DRA. JENNY ESTRADA RUIZ – Vocal 04-2343-216

- DR. JORGE MARCOS PINO – Vocal 04-2850-780

MIEMBROS

- DR. SANTIAGO CASTILLO (Argentina) 005411-4300-6196

- DRA. DORA LEON DE SZÁSDI Puerto Rico

- DR. GUILLERMO AROSEMENA 04-2353-130

- LIC. CARLOS CALDERON CHICO 099-762-568

- M.A. JUAN CASTRO Y VELAZQUEZ 04-2328-569

- DR. XAVIER GARAICOA

- DR. RODOLFO PEREZ PIMENTEL 04-2303-700

- SR. VICTOR PINO YEROVI 04-2270-378

- SR. HUGO DELGADO CEPEDA (electo)


04-2346-632
CAÑAR, AZUAY Y LOJA

- DRA. MARIA CRISTINA CARDENAS 07-2829-944

- DR. MIGUEL DIAZ CUEVA 07-2831-917

286
B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

- LIC. LUCAS ACHIG SUBIA 07-2816-555

- DRA. ANA LUZ BORRERO 07-2856-396

- ECON. BOLIVAR CARDENAS 07-2240-165

- DR. JUAN CHACON ZHAPAN 07-2450-105

- ECON. LEONARDO ESPINOSA 07-2842-205

- DR. RICARDO MUÑOZ CHAVEZ 07-2880-170

- DR. GUSTAVO REINOSO HERMIDA 07-2825-934

- DR. GALO RAMON VALAREZO 099-700109

- ING. AGUSTIN PALADINES

- DR. DIEGO ARTEAGA MATUTE


(Electo)

- DR. JAIME IDROBO URIGUEN


(Electo)

- DR. PATRICIO MUÑOZ VALDIVIESO


(Electo)

IMBABURA

- PROF. ROBERTO MORALES 06-2640-335

- DR. JORGE ISAAC CAZORLA 06-2644-602

TUNGURAHUA Y CHIMBORAZO

- SR. CARLOS LUIS MIRANDA TORRES 03-2871-218

- PROF. GERARDO NICOLA LOPEZ 03-2840-914

- DR. CARLOS ORTIZ ARELLANO 03-2966-264

- DR. FAUSTO PALACIOS GAVILANES 03-2822-903

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B O L E T Í N N ° 1 8 4 D E L A AC A D E M I A N ACIONAL DE HISTORIA

ESMERALDAS, MANABI Y EL ORO

- PROF. JOSE ARTEAGA PARRALES 05-2630-404

- AB. EDUARDO MOLINA CEDEÑO 05-2639-461

- PROF. VICENTE POMA MENDOZA

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