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Por
Julián García San Miguel
C. de la Real Academia de la Historia
-MADRID-
Imprenta de la Viuda de M. Minuesa de los Ríos
Miguel Servet, 13.—Teléfono 631.
-MADRID-
Imprenta de la Viuda de M. Minuesa de los Ríos
Miguel Servet, 13.—Teléfono 631.
Ayuntamiento de Avilés.
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Y a era tiempo.
Época de florecimiento es la presente para la historia asturiana, que estaba
muy necesitada de asiduo e inteligente cultivo.
Campomanes y Jovellanos, Marina y Caveda pensaron mucho en esta
empresa; y con ricos materiales y más amplios horizontes se preparaban a la obra
acopiando muchos y variados materiales, que en mal hora se desparramaron o
perdieron, retrasando así el deseado libro de las Glorias y Hazañas asturianas,
fijadas y narradas con cuenta y razón y sin las candideces y confusiones del
obispo D. Pelayo y Tirso de Avilés, de Carballo (el Mariana asturiano) y Trelles.
Nunca se lamentará bastante el extravío ele papeles que juntaron aquellos
insignes hijos del Principado; y si bien algunos se recogieron - a la manera que
el mar arroja mil y mil restos a la playa,-sin embargo, la pérdida fue grandísima
y detuvo por mucho tiempo la historia provincial, que, a sus timbres gloriosos,
juntaría la autoridad y crítica de tan esclarecidos narradores.
La prensa periódica de la provincia, a partir de El Nalón -1842, -puso mano
a la noble tarea de juntar los materiales reaparecidos y de publicar otros nuevos,
facilitando así el camino de cuantos, llevados por sus aficiones y admiración al
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N ada estaba tan lejos de nosotros como escribir en esta ocasión un bosquejo
histórico de la hermosa villa que representamos; no ciertamente por falta de
deseo, sino por carecer de tiempo para reunir los datos y antecedentes necesarios
al estudio detallado de la gloriosa historia de Avilés, desde su fundación hasta
nuestros días.
Fue preciso que nuestro cariñoso amigo el erudito escritor D. Fermín Canella
nos comprometiera a tomar a nuestro cargo esta penosa labor, con destino a la
importante obra que dirige (1), para que nos decidiéramos a emprenderla con
premura de tiempo y escasos elementos de consulta.
Era nuestro propósito, ya que no podíamos eludir el compromiso, concretar
el trabajo cuanto nos fuera dable; pero la remota antigüedad de este pueblo, uno
de los primeros de la provincia; el importante papel que jugó antes de la invasión
agarena, y durante el período de la Edad Media hasta finalizar el siglo XVII, en
que comenzó su decadencia; así como nuestra situación personal con relación a
la villa en que nacimos, y en cuya regeneración hemos tomado parte muy activa,
motivos son que justifican la necesidad en que nos encontramos de dar a este
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P oco podemos decir acerca del origen y primeros pobladores de Avilés, como
no aceptemos las fábulas por algunos historiadores recogidas para buscar
en las primitivas edades vestigios de civilizaciones que pasaron sin dejar rastro
que explique satisfactoriamente su existencia y permita alguna afirmación, no
basada en hipótesis o en coincidencias de nombres más o menos verosímiles.
Si existió alguna agrupación o pueblo que corresponda a lo que, más
tarde, se llamó Abilies (1), sus moradores serían los mismos que poblaron la
antigua Asturia o alguna de sus tribus, fueran o no aborígenes, y más o menos
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(1) En un documento del siglo IX se le llama Illés; en otro del X, Abiliés, y en otros Avillés,
Abillés, Abeliés, Abellés y Abeyés.
(2)En 1868, siendo el autor de este trabajo Vocal secretario de la Comisión provincial de
monumentos históricos y artísticos de Oviedo, visitó la ermita de Santa Cruz, y estudió su
inscripción votiva, no habiendo podido bajar a la cripta para reconocer el dolmen por falta
de permiso del aristocrático propietario. Por entonces dirigió una Memoria a la Comisión
citada el Sr. Cortés Llanos, que se publicó en el Resumen de sus anuales tareas en 1870,
refiriéndose en este importante trabajo a sus anteriores excavaciones.
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II
Vencedor el imperio romano en todas partes; posesionado de casi toda la
Península, la soberbia de Augusto no podía detenerse ante la indomable fiereza
de los astures, y sojuzgando primero a los cántabros, tras titánica resistencia,
(3)Fue esta inscripción objeto de copias y estudios diferentes por muchos arqueólogos,
hasta que últimamente sacó fidelísimo calco el Sr. Frassineli, con el que pudo
decir la última palabra sobre su interpretación el sabio académico don Aureliano
Fernández-Guerra en sus interesantes obras El libro de Santoña (Madrid, 1872) y
Cantabria (Madrid, 1878).
Véanse Vigil, en Asturias monumental epigráfica y diplomática (Oviedo, 1887), y
Canella, Memoria sobre la iglesia de Santa María de Naranco (Madrid, 1884).
(4) Memoria del Sr. Pedregal sobre los Primeros pobladores de Asturias y su relación
con los demás pueblos (Oviedo, 1870).
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(7) Fernández-Guerra, Fuero de Avilés, pág. 13. Ya diremos más tarde que el verdadero
origen de las armas de la villa viene de la conquista de Sevilla por San Fernando.
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III
En la imposibilidad de historiar concretamente lo ocurrido en el territorio
de Avilés en este largo período que medió entre la dominación celta y la venida
de los sarracenos, necesitamos estudiar los sucesos que se desarrollaron en la
provincia, comunes a los pueblos que de ella formaban parte, pues todos tenían
los mismos hábitos y defendían la misma causa.
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(15) También lo afirma el Sr. Arias en su notable Memoria de la historia de Adiós (M. S.).
(16) España Sagrada, t. XXXVII, págs. 11 y siguientes.
(17) Fernández-Guerra, Fuero de Avilés, pág. 14.
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(7) Puede que la confundan con el palacio de Boides, situado en las inmediaciones de Gijón,
que Alfonso III mandó construir y le sirvió de morada cuando la ingratitud de su hijo
D. García le hizo deponer la corona, de cuyo edificio no queda vestigio alguno; o con el de
Cultrocies, hoy Contrueces, también cercano a aquella villa.
(8) Fuero de Avilés, pág. 12.
(9) Castellum etiam concedimus Gauzonem cum Ecclesia Sancti Salcatoris, etc. - Risco,
España Sagrada, tomo XXXVII, 330.
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III
Es el Fuero, como hemos indicado, un cuerpo de doctrina jurídica en el que se
(10) Fernández-Guerra, Fuero de Avilés, págs. 13, 47 y 48.
(11) Apéndice primero.
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(12) «E neguno home non pose en casa de orne de Abiliés sine suo grado. Si non per suo
grado pausar, et á forcia pausar, deféndasi con suos vecinos quanto poder.»
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(13) Del monasterio de las Huelgas de Avilés era una carta de ingenuidad otorgada por
Gelvira Velasquis a favor de cierta familia de criación, precisamente en 1155.
(14) Apéndice segundo.
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IV
Inició la cuestión el sabio académico D. Aureliano Fernández-Guerra y
Orbe en el discurso leído en junta pública de la Real Academia Española el año
de 1865, para solemnizar el aniversario de su fundación (27).
Concluíamos de salir del aula universitaria cuando esto ocurrió, y, escasos en
luces para tomar parte en la contienda, nos fue preciso hacerlo para responder
a alusiones que en la prensa nos dirigieran los que impugnaban el notable
trabajo del Sr. Fernández-Guerra, con el que nos creían identificados, por haber
acompañado a este erudito anticuario en la excursión que hizo a la villa para
estudiar su historia y monumentos.
La investigación de confusos sucesos históricos a través de los siglos es
siempre tarea difícil, contribuyendo a su estudio por regla general la casualidad
como factor importante; y si muchas veces los escritores coetáneos hablan de los
(26) Archivo municipal de Avilés. - Apéndice séptimo.
(27) Antes que el Sr. Fernández-Guerra, insinuó algunas dudas acerca de la autenticidad
del Fuero el señor marqués de Pidal en su discurso de ingreso en la misma Real Academia.
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(29) Sospechamos que al transmitir los historiadores estas sentidas palabras del conquistador
de Toledo, las han debido alterar, porque en el último tercio del siglo XI no se hablaba el
castellano con esa corrección, como es fácil comprobar leyendo documentos muy posteriores,
en los que el lenguaje es mas incorrecto y tiene mucha mezcla de palabras latinas y del bable
del país.
(30) Se publicó por Apéndice á la «Memoria» de los trabajos de la Comisión de Monumentos
de la provincia por el vocal Secretario D. Fermín Canella (Oviedo, 1874).
(31) Fernández-Guerra, Fuero de Avilés, pág. 15.
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(38) No seria la única vez que el Fuero estuvo fuera del Archivo, porque el mismo
Fernández-Guerra lo tuvo en Madrid varios meses para su estudio y para fotolitografiarlo
en el Depósito de la Guerra.
(39) Apéndice sexto, Real carta del rey D. Felipe III dada en Valladolid a 11 de Julio de
1605, que se conserva en el Archivo municipal.
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II
«Pocas, aun entre las ciudades de primer orden, dice Quadrado, han sido
tan celosas o afortunadas como Avilés en la conservación de sus monumentos;
pocas han sabido conciliar las mejoras del presente y las aspiraciones a su futuro
desarrollo con el respeto a lo pasado» (55).
La observación del erudito y docto arqueólogo resulta exacta; y ya sea por
el cuidado de las corporaciones locales, por el respeto de los avilesinos a sus
gloriosas tradiciones o por obra de la casualidad, es lo cierto que en esta risueña
villa existen bellos monumentos artísticos en buen estado de conservación.
Casi todas las construcciones antiguas de Avilés son de la misma época y
orden arquitectónico, sin que pueda sostenerse la opinión de los escritores que
remontan a la primera mitad de la duodécima centuria la casa solariega del
Marqués de Valdecarzana y la iglesia parroquial de Santo Tomás de Sabugo.
Está aquélla situada en la calle del Marqués de Pinar del Río, antes Herrería,
y basta fijarse en su vetusta construcción para comprender se trata de señorial
palacio, mansión de linajuda familia, ennoblecida por los años y gloriosa historia
de los primeros poseedores.
Del viejo edificio sólo queda la fachada que mira a la expresada calle; las otras
y el interior fueron reformadas por su nuevo dueño, el ilustrado D. Fernando
María de Ochoa (56), que procuró conservar tan estimable monumento de la
Edad Media sin alterar su estilo, ni desvirtuar el mérito artístico.
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éste y el curioso memorial de la conquista por el Dr. Solis de Meras; y el segundo un sinnúmero
de documentos, desconocidos muchos; las biografías de los Adelantados (titulo honorífico),
etcétera. La obra fue premiada por la Real Academia de la Historia y está ilustrada con
láminas y mapas.
(62)La urna colocada sobro la tumba contiene las cenizas de una malograda joven, doña
Carlota de Lujan y Silva, que falleció en 1776, hija de D. Pedro X, Adelantado do la Florida.
(63) Quadrado. - Obra citada, pág. 180.
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(64) Este ilustrado arqueólogo en la pág. 181; Jovellanos en sus Obras coleccionadas, t.
II. págs. 178 y 179, y Vigil en la Asturias Monumental, Epigráfica g Diplomática, pág.
274, copian tres de los expresados epitafios, no habiendo podido leer el cuarto por estar
ininteligible.
(65) Diccionario Geográfico, t. III, pág. 187.
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(76) Por residir en Avilés el Comisario de Marina del Principado, le guarnecían un cabo de
escuadra y algunos soldados de la Marina real.
(77) Selgas. - De Avilés a Cudillero.
(78) Antigüedades de Asturias.
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(79) Más tarde se restringió, exigiéndose examen y titulo de calderero expedido por
el Corregidor de León, que necesitaban presentar a la Justicia de la villa para que lo
confirmara y autorizara su uso.
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(1) Con motivo de las obras que se están ejecutando en el puerto de Avilés, se extrajo un
mortero de bronce, que se supone sea uno de los que los ingleses arrojaron al mar cuando se
apoderaron del castillo de San Juan de Nieva.
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II
De lo que basta ahora hemos dicho se desprende que al terminar la Edad
Media principiaba para Avilés un periodo floreciente, al que contribuyeron
poderosamente las concesiones y reales privilegios que le fueron otorgados, y
sobre todo el carácter emprendedor de sus hijos.
Este trabajador y linajudo pueblo siempre procuró disfrutar la mayor libertad
e independencia en su régimen interior, llegando en el reinado de Felipe II a
ser uno de los más ricos y prósperos de la provincia, según afirma el laureado
escritor Sr. Arias en su «Memoria histórica de Avilés», trabajo meritísimo ya
mencionado, y al que aun habremos de acudir con frecuencia.
A partir del siglo XVII el crecimiento que alcanzó la villa fue tan rápido como
evidente.
El municipio emprendió obras locales de importancia; y rivalizando las
corporaciones populares en interés y celo, llevaron a cabo mejoras que aun no
comprendemos cómo se pudieron realizar, contando sólo con los recursos del
pueblo y algunas sisas que los reyes les concedieron.
La primera que ejecutaron al finalizar el siglo XVI, en 1573, fue la
construcción del puente de San Sebastián, que resistió hasta estos días por
su solidez y fortaleza, y aun continuaría prestando servicio si la piqueta
demoledora no hubiera alentado a su existencia. Construyóse a la vez el cay o
muelle, al que, según las actas de sesiones del concejo, atracaron navíos cargados
con 2.000 fanegas de trigo, concediendo el Rey una sisa de 4.100 ducados sobre
determinados artículos de consumo, que amplió más tarde con otros 1.000 para
que la obra se pudiera realizar.
Hacia tiempo que se agitaba en Avilés el pensamiento de la traída de aguas
del abundante manantial de Valparaíso, y aquellos animosos regidores, que no
se arredraban ante las más atrevidas empresas para mejorar la villa, pidieron al
Rey una sisa de 3.500 ducados, que amplió a doble cantidad, y en 1584 dieron
comienzo a los trabajos, que terminaron nueve años después. Aun subsiste esta
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III
Al finalizar el siglo XV los municipios eran corporaciones independientes
con amplias facultades en la administración y gobierno del concejo; y lo mismo
en lo político y gubernativo que en lo civil y criminal, y aun en lo militar, ejercían
funciones más o menos relacionadas con las del poder central, según el alcance
y extensión de los privilegios y exenciones que disfrutaban. Eran, digámoslo así,
una especie de pequeñas repúblicas federadas, que se entendían y concertaban
estipulando pactos y alianzas, llamadas hermandades, para protegerse y
defenderse mutuamente, con las que robustecieron el poder municipal enfrente
de los que pretendían amenguar su influencia y menoscabar su autonomía (1).
La amistad con el municipio de Avilés, plaza fuerte, villa prepotente y puerto
importante del Cantábrico, era en aquella época muy apetecida, y las buenas
relaciones que tenía con Oviedo, unidos en la lucha que sostenían para sacudir el
yugo del Obispo y Cabildo, al que estaban sujetos por reales donaciones que les
ocasionaban reñidas contiendas, contribuyeron a estrechar su inteligencia en los
sucesos ocurridos en aquellas agitadas monarquías, y en las luchas promovidas
para hacer que se les respetaran las franquicias y libertades que el Fuero del
Emperador les concediera, concluyendo por transigir sus litigios, como hemos
indicado, y constituir un pacto de hermandad, que observaron religiosamente,
(1) En una sesión de principios del siglo XVIII en la que se habla de la jurisdicción y privilegio
de primera instancia, con motivo de unos despachos del Gobernador que se oponían a este
fuero, dice el Alguacil mayor D. Lope Miranda refiriéndose a este funcionario: «no teniendo
jurisdicción en las cosas que tocan a los vecinos de esta república en primera instancia,
vulnera los reales privilegios con el auto que dio en los despachos referidos».
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(2) El historiador asturiano Tirso de Avilés hace constar la existencia del pacto de
hermandad entre Oviedo y Avilés.
(3) Arias. Memoria histórica de Adiós (M. S.) - Actas de las sesiones conservados en el
Archivo municipal.
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(7) El número de regidores que debían nombrar los jueces se elevó en el siglo XVII a diez,
elegidos por la suerte, y el Alférez mayor por su oficio.
(8) Arias. - Memoria histórica de Adiós (M. S.).
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(9) Afirma el Sr. Arias que valían 22.000 reales las siete cuentas y 48.000 maravedises que
dio para aquellas guerras.
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V
Tales fueron las magistraturas populares que gobernaban la villa y su concejo
en relación con las comarcas del antiguo y extenso alfoz.
Estaban influidas las municipalidades del siglo XVI por un espíritu
eminentemente local que les daba fisonomía propia, y la autonomía e
independencia necesarias para vivir de sus mismas fuerzas, reflejando las
condiciones y manera de ser del pueblo que representaban. Por eso el consistorio
avilesino fue en todo tiempo espejo en que se reproducían las costumbres,
hábitos, tendencia e historia de la antiquísima villa, cuyos hijos sobresalieron
en las armas, en la navegación, en las ciencias, en las artes y en la industria y
comercio, llevando su carácter, valor e inteligencia a todas partes; pero siempre
unidos con lazos de imperecedero cariño a la noble tierra en que nacieron; a la
pequeña república, como la llamaban nuestros antepasados.
Nada le fallaba a la representación municipal de Avilés para desenvolverse
con desembarazo en favor de sus administrados y del pueblo que representaba.
Satisfacían las necesidades de la vida colectiva las diferentes Ordenanzas que
tuvo el concejo, breves y rudas en los primeros tiempos, conforme a los servicios
públicos de aquellos días; más amplias y completas según avanzaban los siglos,
y progresaban las costumbres, regulando el régimen local disposiciones varias,
análogas todavía a muchos de los preceptos que informan el articulado de las
novísimas leyes orgánicas por las que se rigen los actuales Ayuntamientos.
(12) Tirso de Avilés menciona en su Nobiliario a los Alas, Cascos, Alfonsos, Leras y Bangos,
pero había otras muchas familias también ilustres. De los Cascos, dice el canónigo ovetense
«que antes que hubiese regidores perpetuos en »dicha villa (Avilés), el principal de este
apellido daba el «ramo a uno de los jueces a quien ellos nombraban».
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(13) Las últimas, con reminiscencias a usos y costumbres antiguos, son las de 1779 y 1783,
que se conservan también en copia en el Archivo provincial de Oviedo.
(14) Sr. Arias.- Memoria histórica de Avilés.
(15) Se obligaba a los desocupados a tomar trabajo dentro del sexto día o a abandonar la
villa, bajo pena de cien azotes y un año de destierro.
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VI
El Ayuntamiento de Avilés protegía el culto católico, y gastaba sumas de
consideración en las iglesias de la villa, pagando sus principales atenciones. Así,
en 1587 contribuyó a levantar la sacristía y capilla de San Francisco; en 1653
reedificó la de San Roque; en 1660 costeó la bóveda de la capilla mayor de San
Nicolás, y más tarde edificó la del Cristo, e hizo construir el precioso retablo de
esta iglesia y el magnífico órgano, que fue obra de Alonso Menéndez Forcines.
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(21) Dice el Sr. Arias que el nombre cuchar proviene de la forma de la medida que se sacaba
de cada saco o fanega, y además de que eran cucharas las que componían la ochava de la
fanega.
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D aba fin el siglo XVIII cuando ocurrió la Revolución francesa, que proclamó
los principios de la escuela democrática enfrente del absolutismo,
importando de la vieja Albión la hermosa teoría de los derechos del hombre,
que repercutiendo al otro lado de los mares, en la joven república de los Estados
Unidos, volvió a Europa regenerada para afirmar la igualdad de los ciudadanos
ante la ley, y los derechos individuales que, a través de poco más de media centuria,
se consolidaron en España, y forman parte de la Constitución del Estado. No eran
para nosotros ciertamente cosa nueva; pues mucho antes de que los concediera
Inglaterra en la famosa Carta Magna, se practicaban en estos reinos al amparo
de los Fueros y Cartas pueblas que los Reyes concedieran á los municipios; los
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(1) De Avilés en 1808 lo fueron el coronel D. Ramón Miranda Solis, nombrado después
gobernador militar de la villa, concejo y sus jurisdicciones, y D. Nicolás de Llano Ponte. En
1811 lo fue D. Rodrigo Valdés Busto, cura párroco de San Nicolás.
(2) Mathieu dice que no pasaban de 1.000 los patriotas avilesinos que intentaron oponerse
al paso de los franceses.
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(3) Así lo afirma el Sr. Arias con relación d los datos que obran en el Archivo municipal.
(4) Dice Madoz que «Avilés hizo en aquella guerra cuantos esfuerzos pudo por la causa
nacional». Diccionario geográfico, pag. 187.
(5) Contribuyó a la formación del ejército asturiano, creado por la Junta general del
Principado, con un regimiento que llevó su nombre y parte del de cazadores de Fernando
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(10) Véase el folleto «Relación de los festejos con que la villa de Avilés celebró la venida de
SS. MM. y AA. los días 23 y 24 de Agosto de 1858, y noticia de los sucesos ocurridos en estos
días. Añadidas varias poesías compuestas con el mismo objeto». — Oviedo, imprenta de D.
B. González, 1858.
Fue el autor de esta crónica D. Pedro Carreño, y algunas de las composiciones poéticas van
suscritas por sus autores, el mismo Sr. Carreño, y los Sres. D. M. González Quirós, D. B. de
las Alas, U. Nicolás Suárez Inclán. No llevan firma dos excelentes romances en bable.
(11) La dirección de ésta fue confiada al excelente piloto, muy conocedor del puerto, D.
Hermenegildo Rodríguez.
(12) D. Teodoro Cuesta, afamado poeta y excelente músico.
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III
Al comenzar el siglo actual, la importancia de Avilés, en lo que afecta al
régimen municipal, había descendido considerablemente, pues ya el concejo
no extendía su jurisdicción a los alfoces de Gozón, Carreño, Corvera, Illas y
Castrillón, como ordenara D. Fernando IV en su real privilegio de 1309,
pechando en Avilés y disfrutando de su Fuero y franquicias; porque a medida
que los reyes de la casa de Austria dificultaron a los municipios la conservación
de sus antiguos privilegios y exenciones, fue desapareciendo el aliciente que los
unía a la villa, de la que ya no necesitaban para su defensa, y, en cambio, les
afligían los tributos que les imponía.
Así, en el reinado de Carlos II comenzaron a pretender más libre condición,
y aunque Avilés se opuso tenazmente para sostener su privilegio, como la
separación no le perjudicaba , primero Carreño y después Gozón se declararon
independientes, practicándose con éste en 1605 un deslinde de términos
municipales, en el que se tomó por base la mayor extensión de las aguas saladas
en las mareas equinocciales. Este deslinde perjudicó a la Villa por imprevisión
de los que en él la representaron, pues con el saneamiento de las Huelgas carece
de terreno para extender por ese lado su creciente población, que está a punto de
invadir el municipio de Gozón.
La separación no fue, sin embargo, tan radical que no dejara entre ellos
algún lazo, pues los alcaldes y jueces de este concejo podían traer vara hasta las
primeras casas de la villa, pasado el puente de San Sebastián, sin que por eso
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(13) Está también a punto de construirse en este mismo sitio un semáforo que, poniéndose
en comunicación con los buques que se acerquen al puerto, sepan cuándo lo pueden tomar
sin dificultad; y la humanitaria Sociedad de Salvamento de Náufragos proyecta establecer
en San Juan de Nieva una bien montada estación, con los aparatos necesarios para prestar
auxilio a los barcos que cruzan la inhospitalaria costa asturiana en los borrascosos días del
invierno.
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(15) Hasta la mitad del presente siglo solamente tenía Avilés medianos caminos vecinales,
y uno de éstos era su única comunicación con Oviedo. De 1847 es la carretera proyectada y
dirigida por el ingeniero D. Severo Robles, que se construyó con un empréstito provincial,
bajo la acertada dirección y administración de una celosa junta, en la que figuraban don
Juan Ruíz Cermeño, jefe político presidente; D. Francisco J. Sierra, D. Juan Coll y Malats,
D. Antonio de Llano Ponte,- vocales, y D. Benito Canella Meana, secretario.
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V
No menores esfuerzos hizo Avilés en la presente centuria por la cultura de
todas las clases sociales, y por el progreso moral y material de los elementos que
influyen en su bienestar.
(16) Fue contratista y constructor de este camino de hierro el Excmo. Sr. Conde de Sizzo-
Noris, ingeniero italiano.
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VI
No menor desarrollo adquirió Avilés en orden a las mejoras locales, y bien
puede afirmarse que inició este importante movimiento el entusiasta avilesino
D. Juan de Llano Ponte, con la construcción de la calle que lleva su nombre
y la extensa barriada para obreros que en ella edificó. Imitaron su ejemplo
otros ricos convecinos, amantes del progreso avilesino; y unos con capital
ganado honradamente en el pueblo, y otros con inteligencia y laboriosidad
adquirido en América, construyeron y reedificaron numerosas casas, mientras la
administración municipal mejoraba las calles y paseos, consiguiendo transformar
en pocos años la histórica villa, hoy una de las más bellas de la provincia.
Para tan rápido progreso fueron necesarias grandes reformas en todos
los servicios municipales, realizadas con perseverante entusiasmo por los
Ayuntamientos que se sucedieron en la celosa administración de los intereses
comunales, llevándose a cabo mejoras que llaman justamente la atención a
cuantos visitan el pueblo de Pedro Menéndez, a pesar de los pequeños recursos de
que el erario municipal podía disponer; pero la constancia y energía desplegadas
(20) El movimiento de buques en el puerto de Avilés durante los años 1894 y 95 fue el
siguiente: Entraron en el primero 172 de vapor y 119 de vela, y salieron 154 y 60: en el
segundo entraron 232 de vapor y 77 de vela, y salieron 324 y 84 respectivamente.
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(4) El Ayuntamiento acordó nombrar una comisión de hombres competentes para preparar
un proyecto de monumento al insigne Pedro Menéndez, a fin de levantarlo por cuenta del
municipio en el sitio de la villa que se considere más apropósito.
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(11) Vigil, Pedro Menéndez, tomo I, pág. 116. - Arias.. Historia de Avilés.
(12) Hasta ha pocos años este importante manuscrito se guardó inédito en el archivo de la
casa del Conde de Revillagigedo; pero recientemente lo publicó Ruidíaz en su notable libro
La Florida.
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(13) Arias, obra citada.-No hemos podido averiguar lo que fuó de esta tapicería, ni la época
en que desapareció. Nos dijeron que se la llevaron los franceses cuando se apoderaron de la
villa, pero no lo sabemos con certeza.
(14) Vigil, obra citada.
(15) Vigil, obra citada.
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(23) El escritor asturiano D. F. Canella escribió una completa biografía de este célebre
avilesino (Véase Cartafueyos d’Asturias, Oviedo, 1886).—Tello Téllez.
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II
Fue Avilés, según afirma un erudito cronista de heráldica y antigüedades de
Asturias, «el pueblo más principal de armas pintar que hay en el Principado,
después de la ciudad de Oviedo». «Hay pocas villas y ciudades de España que las
tengan mejores», escribió el mismo historiador (31), diciendo con referencia a
la «Crónica General de España» que fueron concesión del Rey D. Fernando el
Santo cuando tomó a Sevilla.
Por órdenes del Almirante y General de la Armada D. Ramón Bonifaz,
se aprestaron dos naos con las proas ferradas y dentadas que Rui Pérez hizo
construir en Avilés con maderas de los abundantes bosques que rodeaban el
pueblo. Con ellas se reunió a la escuadra del Cantábrico, emprendiendo el viaje
a Sevilla por el Guadalquivir hasta el puente de barcas que interrumpía el paso,
haciendo imposible que la ciudad fuera atacada por aquella parte.
Era preciso deshacer el formidable obstáculo que se oponía a la marcha de
(31) El canónigo ovetense Tirso de Avilés, de Bolgues en las Regueras, y oriundo de la villa,
donde residió mucho tiempo, y tuvo familia y numerosos deudos.
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(31) Con diferentes adiciones tienen igual divisa Santander, San Vicente de la Barquera,
Comillas, Laredo y Castro-Urdiales. («Costas y Montañas», por Juan Garda. - D. Amós
Escalante.-Madrid, 1871.)
(32) Tirso do Avilés, Carballo, Piferrer, Muñiz, Vigil y otros autores de heráldica.
Los casas de Bonifaz, Avilés y Falcón pintaban también estas armas en sus escudos.
-169-
III
Hemos dado fin a nuestro trabajo, sintiendo haber excedido los límites que
nos habíamos trazado; pero la historia de Avilés tiene bastante importancia para
que no hayamos podido prescindir de los sucesos más interesantes de este pueblo,
cuyo origen se remonta a los tiempos de la dominación romana, interviniendo
después en casi todos los grandes acontecimientos que en España tuvieron lugar,
ya directamente o por medio de sus hombres más notables.
No entró en nuestro propósito escribir la historia cronológica de la villa con
todos sus accidentes y sucesos importantes, que requería estudio más detenido
del archivo municipal, aun no bastante conocido y ordenado, para investigar el
paradero de notables pergaminos que en él existieron y han desaparecido; pero
en este precioso arsenal encontrará abundantes materiales el que se proponga
depurar lo que fue la villa en las primitivas edades, y la parte que tomó en los
acontecimientos que en nuestra patria se desarrollaron desde que se inició
la reconquista hasta que los reyes de la casa de Austria concluyeron con la
independencia de las municipalidades, privándolas de las libertades, franquicias
y exenciones que los fueros y cartas-pueblas les habían concedido.
Limitamos nuestra labor, apremiados por la amistad de los directores de
«Asturias», a trazar ligero bosquejo histórico del pueblo en que nacimos, y con
cuya representación parlamentaria nos honramos hace veintisiete años. Tal
vez esta circunstancia fuera obstáculo para realizar este modesto trabajo con la
imparcialidad que requiere el juicio crítico de acontecimientos históricos que
influyen poderosamente en la vida local y determinan su importancia, porque
nada hay que apasione tanto como el amor al nativo suelo: pero por fortuna
nunca nos dejamos arrastrar por tan secundarios estímulos, ni por las pasiones
que engendran los ideales políticos, pensando que valen poco al lado de los
intereses permanentes que dan vida y porvenir a los pueblos.
Ceñidos a este criterio, no estorbaron nuestro propósito el acendrado cariño
que a la villa tenemos, ni las contingencias de su honrosa representación en
-170-
-171-
-172-
-174-
2
De kasa (o) homo morar' é fogo fezer', dará I sólido de fornage; é faza forno
qui quiser’.
3
Omne poblador de Abiliés quanta heredat poder' comparar de fora, de terras
de villas, seia franca de levar on quesir’, é de vender, é de dar, el de fazer de ela zo
qu’ il plazer'; et non faza per ela neguno servitio.
4
E neguno horme non pose en casa de ome de Abiliés sine suo grado. Si non
per suo grado pausar’ (et) a forcia pausar’, deféndasi cum suos vezinos quanto
poder’.
5
En estos foros quam deó rei dono Alfonso, [et] oturgó quam omnes de Abiliés
-175-
6
Et illos maiorinos que i lio Rei poser’ siant vezinos de illa villa, I franco et
I gallego; que illos ponga per laudamento de illo concellio que demandent
sos directos dou Rei. Et tegant los vezinos eo foro et altero sic los saiones. Et
quomodo tanto placerá ad illo Rei que sedeat maiorino non sedeat expectado. Et
si illo non quesierit [non quesieril] non sedeat maiorino.
7
Merino nec saione non intrent in lcasa de omne de Abiliés por peinos
prender, si fidiador li parar’ per foro de illa villa. Et si sobre fidiador quesierit
intrar, deféndasi lo don de illa kasa quomodo illo poder’. Et si mal illo merino vel
saione prender’ supra isto, logros’ lo. Et si fidiador non li parar’, preda illos peinos
et díalos ad illo rancuros'; et si los li revelar’, prenda dél altero dia V sólidos.
8
Si vezino á vecino kasa demandar’, dé cada uno fidiador (en) LX sólidos; que
aquel que será venzudo pectet LX sólidos al Rei.
9
Si omne de fora [de fora] demandar kasa e(n) la villa, venga ala villa dar et
-176-
10
Efanzó, Podestade, Comité que kasa habuerit in illa villa, habeat tale foro,
quomodo habet maiore vel minore.
11
Por debdo cognozudo que habeat dar vezino a vezino, preda peinos illo
saione, et det illos al quereloso, et non det plazo, si non quesir'. Et si medo aver’
qu’al si vaia, teste o al maiorino que no s’ vaia ata que l’ dé directo. Et s’ el se for’
vaia lo maiorino ad illa kasa et préndala el prétela quomodo si el fos’. Et si los li
vedar’ altero dia prenda V sólidos el repreda peinos. Et quantos dias los toller’,
tantos V sólidos prenda del ata que det so abe- re[re]. Et si peinos toller’, non dé
l’ peinos del cabo del aver; et si no li da so aver, de VIIII et VIIII dias li de peinos
del cabo ata que sedeat pagado.
12
De rancura que aia vczino de altro, de debdo (que) cognozudo no sia, váá cum
lo maiorino et demande fidiador, el si illo der’, prédelo. Et si él diz: «Non daré
agora fidiador, mas buscar iré oi toth lo dia el darlo l’ei,» vaia lo maiorino sua
via, et illo busca suo fidiador en toth lo dia et level’ ad alla casa del rancuroso. Et
si illo rancuroso non hi for’, faga testigos de los vezinos et diga: «fidiador quero
dar a fulano, e no es i; a es fidiador fulano;» e si asi no levar’ fidiador, vada altro
dia lo maiorino (et) prenda dél V sólidos. E si él diz: «Non daré fidiador,» intr’el
maiorino per peines; é si los li vedar, prenda dél altro dia V sólidos e de cabo; é
per quantos dias li vederá peinos é fidiador en tal guisa, de tantos V sólidos. E s’il
maiorino per alguna confecta a pre tal non quesierit daré directo, faga testigos
et escafora pindrare sen calumpnia; é dé l’efiado, et venga a la villa, el prenda
fidiador per foro de la villa, et sedea solta illa pindra. Et si ante non rancurar’ a
maiorino o a saion, é foras quesil’ pindral, torne la pindra a suo don e pecte LX
-177-
13
Et si dos omnes travaren, maguer qu’el maiorino o’l saion davant esté, non a i
nada, si uno d'elos non il da sua voz, si ferro esmoludo non i sacar’a mal fazer. E
si sacar armas esmolidas vel omne i matar’, escóllasi lo maiorino qual si quesir’,
o las armas o 'l omicidio, s'es qu'il sia dada (voz): LX sólidos per las armas, e
per omicidio CCC sólidos. Et quantas i sacaren, levantes’ uno de la volta, qual
si quesil’, el det fidiador per totos, et para los tras si; et non pectet por totas las
armas nisi LX sólidos. Et si voz li da uno d’aquelos qui travaren, al maiorino, vaia
cum el et dé efiar (al) ra(n)curoso per foro de la villa, et a tercio dia det directo.
El maiorino non te(n)ga voz per negun de eles; maias elos tengant sua voz si
soberent: et si non soberent, rogont vezinos de villa que tengant suas vozes. Et
quel fiado(r) fore’ per foro de la villa demande al altro fidiador de quada, per tot
sempre per foro de la villa; et el delo tan gran es lus fidiador como l'altro, ata que
prendo iuditio. Et si alguno d’elos retraersi quesir del iuditio pectet V sólidos á
suo contendor; et suo contendor préndalos cum lo maiorino: el maiorino aia los
medios et illo medios. Et al fidiador de cui prenden los V sólidos, donent fidiador
al doble á cabo ambos los contendores; et aiant sobre coto lor iuditio ambos dos;
(et) el qui caer, doble la fidiador. Et d’aquelos qui travaren, el qui sovado fur' cum
torto, si voz der’ al maiorino el arrancado fur’ el altro per iuditio, pecte V sólidos
al maiorino el él no lo prenda ata (que) lo rancuroso seia cumplido. El rancuroso
per quanas feridas aver’ on l’artro arrancado for’ periuditio vel per pesquisa, per
cada ferida de los dentes en iuso pectet VII sólidos é medio. E de los denles et é
suso o sánguine rumper, per quantas plagas aver' que desebradas sunt unas ad
alteras, XV sólidos per cada una: et si sangne non rumper, VII sólidos et medio;
ó escudo é lanza et espada; ó XII homnes descalzos de sua casa ala la sua que illo
vaiant pedir mercede. Et de istos III directos prédalo el uno, et bésalo. Et s il
rancuroso non quiser’ preder uno de estos III directos, pártiansse concilio d'ele,
et tenganse cum altro. Et si altro non [non] li quisier’ dar, partanse illo concilio
d’él, et ténganse cum altro.
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15
16
Si omne de fora rancura over’ de vezino de villa et al maiorino vener’ é lo
rancurar’ ante que l' pindre, vaia lo maiorino al vezino cum lo rancuroso de fora,
el diga lo maiorino al vezino: «Tu, fula, da directo a est’ omne qui s’ ranculó de tí.»
E s’ il vezino dreito li quiser’ dar por el maiorino, vaia lo maiorino cum lo vezino
al plazo a mennedo, et válali et aiúdelo. Et s’ il vezino non over’ fidiador buque lo
merino fidiador e meta lo vezino cum sua manu. Quan se tornar’ a casa no il do
gentar ni cena, ni ’l fazza servitio per azó, si non queser. E si fidiador no il quesir’
-179-
17
Nul vezino que predar’ fora sen rancura, que monstrar’ al maiorino o al saio,
pectet LX sólidos al maiorino, et torne la pindra. Maias si él monstrar’ rancura
al maiorino o saio, que enderezar non quera, on él testigos posca aver solos duos
bonos omnos leiales, esca fora pindrar sen calumpnia et dé la efiada; e torne
a villa e prenda fidiador per foro de la villa e seia solta illa pindra. Et neguno
vezino dintro villa non debe pindrar; e si pindrar’, pecte V sólidos al maiorino o
al saio, et torne la pindra a so don.
18
E nul vezino qui demandar’ voz de V sólidos a so vecino (é) el allro lo negar’,
(é) el altro perquisitio non pot aver, deu I omne de sua mano, (e) sia christiano
sisquer de VII annos in arriba qui responda: «Amen.» Et aquel qui l’ aiuramentar’
aiuraménter’ per quanto si queser’; (et) el iurador kalle quando él aver’ dicto;
responda una vez: «Amen.» Quant li iutgaren det el fidiador de sua iura a
tercer dia per (foro) de la villa. E si voz demandar’ de V sólidos a asuso, sequer
de V sólidos el I denario si(a) la voz, iure él per sua cabeza al tercio dia. Et s'il
altro queser’ tornar a lith, recudal’ l’ altre é dense fidiador de la lith é mano del
maiorino del Rei: e d’aquel dia a VIIII dias sien aparelliadas de la lith; e dense
-180-
19
E’ la villa del Rei non pol haver vasallo si non el Rei; si de kasa non fur’ o
de so manu posta. E nul omne qui dentro villa s’aclamar’ a senior de fora, qui
pobladore vezino de la villa (for’), pectet LX (sólidos) al maiorino.
20
Et omne qui pindres tenga de omne de fora et sos peinos sacar li quiser’ per
iuro, per iuditio, o per fábula, et pendrar per illo, non compla iuditio a medianedo;
maias venga ad illa villa et prenda iuditio sobre sos pindres e firme sobr’ ellos quí
los tever’, et non esca [fora] per ellos foras a meanedo.
21
Hospes qui pausa in kasa, si so aver comendar’ ad ospet o áa la óspeda, et en
testigos poda aver de los vezinos, de tanto que li da a condesar, tanto li torne. Et
si testigos non a d’aqueli dar qui (d)io a condesar, quando ill osper le tornal’ suo
aver, l’ospes algo il [qui] quiser’ sobreponer, salve (lo) don de casa per sua cabeza
que maias non li deó d’aquello, et parcasse el altro d’ él. E si quando in sua casa
intra e so aver me[n]te deintro e al óspede non da, et algo í perde, et al óspede
sospecta a, e demándalo o a el o a sua criazion, -per quantos si quiser salvar don
de casa iure per ellos que per él, ne per illos, ne per sos consilios, minos non a so
aver; et parcasse d’ellos.
-181-
23
Hoinne ó mulier quam venir’ ad ora de transido per mandar suo aver et sua
directura mandar, queque fezer’ sedeat stavido. Et si la mandar’ en sua sanitat é
pois no la desfazer’, estabila en es de aver et de lieredat.
24
Totli omne qui populador for’ e’ la villa del Rei, de quant aver quiser aver,
si aver como heredat, de fer en toth suo placer de vender o de dar. Et a quen lo
donar’ que sedeat stábile, si filio non aver’. Et si filio aver’ dél delo a mano illo
quis quiser’ et fur’ plazer, que non deserede de toto. Et si (de) toto lo desseredar,
toto lo perdant aquellos a quen lo der’.
25
Et omne que mulier prenda pedida a sos parentes o a suos amicos et per
concilio, et arras li ded(er)it ante que la sponse, déli fidiador de suas arras quales
si conveniren per foro de villa.De qual dia qu’el fidiador li der’, abeat facta sua
karta ata VIIII dies o (a) la mulier o sos parentes; et robret la karta illo marito
in concilio, el fidiador solto d’estas arras qu’el marito li da. Des que filio aver, las
arras mortas et partiant zo que Deus los der’.
26
Hom qui so aver perder’, si sospecta over’ de suo vezino, et homo leal sia ’l
vezino que ladrón non siat de altro furto provado per concilio, sálvese per sua
cabeza, et non lide por en. Et si hommo fur’qui leal non sit, que altro furto aia
-182-
27
Hom qui sua sícera vendir’, et falsa mesura teñir’, el lo poder’ saber concilio,
el maiorino prenda[lo el] III de los bonos omnes ; o vaia a casa de aquel, e feran
las mesuras a las que directas sunt per concellio, et si falsas exirent, britalas el
maiorino el prenda V sólidos de aquel sobre quen falsas las trobarent.
28
Qui vassura gectar de sua kasa e’ las calles pectet V sólidos al maiorino, e
tollal' en. Et vezino qui per mal talento iectar’ pelra in casa de suo vezino, pectet
V sólidos al don de la kasa, si tal nino non fur’ que sedea de X anuos in iuso.
29
Ifomne que sua kasa lugar’ (a) quem se quesil, si pera si la quisel, o pera so
filio, ó (per)a sua filia, equaqui morarenl in illa de illo luguer per quanto í moró,
et esca d'ela; et si sacarlo quiser’ per altro, perda(t) luguera. Maias si convenientia
li miserit, qui non la perga per él ni pro altro, téngala iu(s)que suo plazo, et del’
suo luguer.
30
Homo qui demandar aver' ad ome morto, onde lo morto de manifesto non
estit en sua infirmitate, quam si manifestare et suos debdos cognoscit, que los
que avia a dar et altero ad él, - iure el qui demanda sob’ el morto, et leve ferro
-183-
31
Nul omne qui á testimonio se clamar’, o mulier qui disser’ qui testimonios
ai de bonos omnes leíales el de bonas mulieres, prestenli. Et loth omne el tota
mulier que a perquisitio se clamar’ en qualque voz que l' demandar’; no la saque
neguno d’ ela. Et quando iulgada for’ sua pesquisilio, dense fidiador ad illa l'uno
(d') éntegra, (altero) da queda: aquel que demandó, da queda; l’altre, d'énlegra, si
arrancar’ per pesquisilio.
32
Homne qui vizino es, et casa non a en la villa, quan dél’ fidiador per calumpnia
que faga ó per rancura que aia suo (vezino) d’él, - e der’ per ello fidiador per foro
de illa villa: et (si) non abastar’ a tercio dia, si él (se) foro o se sté, que pectet
fidiador V sólidos et aduca l’ome á directo per foro de la villa; et si aducer non
poth, compla la voz. Et si omne que casa aver’ e la villa, per quaque calumpnia
sia, dé fidiador en V sólidos: et si (s) fur’ peche ’l fidiador V sólidos; (é) el fidiador
-184-
33
Em barailla que levantur en la villa on omnes querrán á volta, si omne í
matarent, non saquent que uno homiciro, per nomen lo matador, o quel qui s'
quisel d’aquelos qui podrán saber per pesquisitio quién el feriron. Unde sospecta
haberent, de directo per foro de villa, iure per sua cabeza, et non seia bomiciero.
Mentre que in esta volta sunt, ante que directo prendent, fagant treguas per foro
de la villa, sí de aquestas voltas cum de altras; e de las treguas dent fidiadores: sí
de la una parte cum de altra den fidiador en mil sólidos; (é tailles’) el poíno destro
(d'aquel qui las treguas franger’): ó siant les treguas bonas et salvas d’elo(s), et de
ses párenles, et de VI suos amicos el de suo conseillo, et istas treguas per quant si
convenirent: é qui las treguas franger’ pecte mil sólidos, medios al Rei, et medios
al concilio: el poinno prenda lo conceillo; ó si non, redímalo del concedió como
poda trobar á mercet.
34
Tolh homne que en [sa] kasa de Abiliés entrar’, per qualque calumpnia que
faga, non responda al maiorino ó saio, si non testar’ cum dos omnes leíales; e si
lo testar’ et el don de la casa l’amparar’, responda con él. Si non l’amparar', non
responda per él don de kasa, si non aver testigos; e si aver testigos leíales, qui al
don de la kasa ensinne, o iecte fora lo don de la kasa o li responda cum él.
35
Toth omne ó tota mulier que falsa esquisitio disser’, on provada poder’ seer
per concilio, pectet LX sólidos, elos medios al Rei elos medios al concedió. Et per
falsa perquisitio non perda lo rancuroso so dreito. E non persquirant de patre, ne
de matre, ne de ermano, ne de los contendores, ni de omne de suo manu posta, o
d’om que aia parte en la voz: et esto esquirant de omne leial, o de bona mulier, o
de bono mancibo, o de bona manceba que vaia ad penitentia.
-185-
37
Hom qui aver comparar’ de romeo, qualque aver, on testigos posca aver, - nul
omne, qui de furto lo [de] demandar’, cum los testigos que él a que de romeo lo
comparó, de los testigos que a, e salve él solo que non furtó, ne l’ aconseilló; et
tenga so aver.
38
E ganado de los bomnes de Abiliés paisscant per tolh logar; et taillent per
montes, así como al tempo del Rei dompno Alfon[fo]so.
39
Vezino qui kasa non aver’ en villa, si ba(ra)illa aver, con el qui kasa i aia, el qui
kasa non i aver s’a delantrar aventes, et efiar a es’ qui kasa i a. Et si rancura aver’
el qui kasa í a d’aquel (que) no i a kasa, e fidiador no il’ quisir’ dar el qui kasa non
i a per maiorino del Rei o per saio, o per él meismo si no il’ dar',- tenga la voz
peindrada el vezino qui kasa aver’ al qui kasa non i a, ata que li dé fidiador; e quan
li der’ fidiador, troca sua (voz) del qui primero efió e pois de dreito al altro.
40
Homne de la villa de Abiliés non colla t(estat)io de nul omne, si de maiorino
o del saio.
41
Homnes qui vezinos siant de la villa de Abilés super quem invenirent aver
-186-
42
Et de rotura de kasa, CCC sólidos al Rei, et C sólidos al don de la kasa, et
C sólidos á conceillo de villa. Dúos homnes cum armas derrumpent kasa: et de
rotura de orta serrada, LX sólidos al don de la orta, et medio al Rei, et medio al
don d'ela.
43
Homnes populatores de Abiliés, non dent portage ne ribage desde la mar ata
León.
Si quis hanc kartam stabilitatis frange(re) temptaverit, sit excomunicatus
et a lege Dei segregatus, et cum Datan et Abiron in infernus dampnatus et in
vita sua careat lumen occulorum suorum: el pectet ad partem Regis D solidos
purissimi argénti, et ad illo concilio aliud tantum persolvat. Facta karta serie
testamenti in mense ianuario era M. C. LXXXX. III. Regnante imperatore
domno Adefonso cum coniuge sua dom(n)a Richa regina, una pariter cum
sorore mea infante domna Sancia, et filiis meis Sanctio, Fernando, et filia regina
Urracha, in Legióne. Ego iam dictus Adefonsus Hyspanie hymperator, simul
cum uxore mea et filiis meis karta quam fieri iussi et legere audivi, manu propria
robora vi et signa inieci. †
Infante dompna Santia conf. Sanctius rex conf. Rex Fernandus conf.
-187-
-188-
Carta del requerimiento que hizo Pedro Pelaez, personero del concejo de Avilés,
a las abadesas y conventos de San Pelayo y La Vega, con una carta de emplazamiento
del Rey D. Alfonso X, dada en Toledo a 3 de Diciembre de la era 1307 (A. D. 1369),
para que pareciesen ante el Rey a responder en derecho sobre lo del portazgo de
Olloniego. - En Oviedo jueves 19 de Diciembre de la era 1307. (A. D. 1369.) (1).
C onoscida cosa sea aquantos esta carta vieren. Como ante mi Beneyto
Iohannis teniente la notaría de Nicolao Iohannis notario del Rey en
Ouiedo et ante las testemunnas de yuso escripias. Pedro Pelaiz mostro vna
carta del Rey fecha en esta guisa. = Don Alfonso por la gracia de Dios Rey de
Castiella, de Toledo, de León, de Gallizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murcia,
de Jahen, et del Algarue. Alas abbadesas el alos conuentos de sant Pelavo et de
santa María dela Vega de Ouiedo. Salut et gracia. El conceio de Abilies se me
enbiaron querellar et dizen quelos que tienen el portalgo de Olloniego de uos
(1) El original en el Archivo de Avilés.- Esta copia la tomamos del Apéndice a la Memoria
sobro «El Fuero de Avilés» del Sr. Fernández-Guerra.
-189-
(2) Alfonso IX, hizo donación del portazgo de Olloniego a las monjas de San Pelayo y de la
Vega de Oviedo.
-190-
APÉNDICE TERCERO
Carta sentencia del Rey D. Alfonso X en el litigio sostenido por su hijo el Infante
D. Alfonso y la villa de Avilés sobre pago de portazgo de Oviedo-Valladolid 30 de
abril de la era 1313. (A. D. 1274) (1).
-191-
(2) No puede ofrecer duda que el abuelo a quien D. Alfonso el Sabio se refiere es D. Alfonso
IX, como aparece más claramente en la carta de requerimiento a las Abadesas de San Pelayo
y de Santa María de la Vega de Oviedo, del Apéndice segundo, sobre pago de portazgo de los
de Avilés en Olloniego, en la que se dice que «nunca dieron en tiempo del Rey D. Ffernando
mio padre» es, pues, indudable que el privilegio que alegan los de Avilés para no pagar el
portazgo en Oviedo y al que esta sentencia se refiere es de Alfonso IX, y éste es también el
que se quemó en el incendio que abrasó la villa.
-192-
v. j. Johan uermudiz
R.ª(Registrada)
-193-
-194-
(2) Publicada por el Sr. González Llanos en la Revista de Madrid, segunda época, VIII,
202. y por Fernández-Guerra en «El Fuero de Avilés».
-195-
Carta del Rey Don Alfonso X disponiendo que se guarde a los de Avilés la
exención de portazgo que desde la mar hasta León tenían por fuero del Emperador.-
Sevilla 20 de diciembre de la era 1319 (A. D. 1281) (1).
S epan quantos esta carta vieren como yo don Alfonsso por la gracia de Dios
Rey de Castiella, de León, de Toledo, de Gallizia, de Seuilla, de Cordoua,
de Jerez, de Jahen et del Algarbe. Venieron Jolian pixota el Johan perez vezinos
et moradores de Auilles con carta de perssoneros del Concejo de Auilles et
(1) Archivo municipal de Avilés. - Apéndice a la Memoria del Sr. Fernández-Guerra
sobre «El Fuero de Avilés», páginas 25 y 20. - Contestación del Sr. Arias de Miranda,
Apéndice tercero, pág. 100.
-196-
Juan Afonso.
(2) Fernández-Guerra dice que la copia que se le mandó del Original traslada así la firma
del notario, no siendo fácil acertar con el nombre, y supone que es García Ferrández por
haber autorizado otras cartas reales el mismo año, pero sin poder afirmar que sea el que
suscribió ésta.
-197-
D Felipe por la gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de Aragón etc. Por
cuanto por parte de la villa de Avilés se nos hizo relación que habiéndosele
mandado despachar confirmación de sus previlegios, fueros, usos y costumhres,
y teniendo despachada la dicha confirmación, aviendo acudido al nuestro sello
(1) El original en el Archivo municipal do Avilés. -Tomamos esta copia de la contestación
del Sr. Arias de Miranda a la Memoria académica sobre «El Fuero de Avilés» del Sr.
Fernández-Guerra. Apéndice quinto, pág. 105.
-198-
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-203-
-204-
-205-
-206-
(1) Este resumen lo publica el Sr. Fernández-Guerra en su Memoria sobre «El Fuero de
Avilés», págs. 49 á 53. - Apéndice, págs. 26 y 27.- Lo adicionamos con otros documentos no
comprendidos en él.
-207-
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-224-
-225-
CAPÍTULO PRIMERO
I
Origenes de Avilés..........................................................................................................18
Primeros pobladores
Los celtas
II
Dominación romana......................................................................................................20
Vestigios que dejó en la provincia
Zoela y Noega
Castillo de Gauzón
Aras Sestianas
Murallas de Avilés
Dominación gótica
III
Organización y costumbres de los primeros pobladores.......................................27
de Asturias y en particular de Avilés
Industrias que ejercían
CAPÍTULO SEGUNDO
I
Invasión de los árabes....................................................................................................32
Munuza en Avilés
Monarquia asturiana
Memorias de Gauzón
II
Traslado de la corte a León...........................................................................................36
La nobleza, el clero y estado llano
Fuero de Avilés de Alfonso VI, confirmado por Alfonso VII
III
Examen del Fuero...........................................................................................................38
-226-
CAPÍTULO TERCERO
I
Principales acontecimientos ocurridos en los siglos XIV y XV............................54
Guerras de Don Pedro y Don Enrique
El Principado de Asturias
Juntas de nobles asturianos en Avilés
Expulsión de los Quiñones
Reyes Católicos
Renacimiento de la Villa
II
Monumentos histórico-artísticos de Avilés en la Edad Media...........................60
Palacio de Valdecarzana
Casa de Las Alas
Iglesia de Santo Tómas
Iglesia de San Nicolás
Capilla de Las Alas
Iglesia de San Francisco
Iglesia de Santa María Magdalena de Corros
III
Organización municipal de Avilés en los siglos medios.........................................69
Carácter nobiliario y emprendedor de la Villa
Su progreso y riqueza
Su puerto y comercio
Industrias que se explotaron en aquella época
CAPÍTULO CUARTO
I
Sucesos ocurridos en Avilés durante los siglos XVI, XVII Y XVIII...................76
II
Crecimiento de la Villa..................................................................................................80
Obras y monumentos
El «cay» y traída de aguas
-227-
CAPÍTULO QUINTO
I
Siglo XIX........................................................................................................................105
Invasión de los franceses y desastres que causaron en Avilés
II
Sucesos políticos
Una fecha triste Viajes regios
III
Cambios en el antiguo régimen municipal.............................................................118
IV
Progreso de la Villa; obras y principales reformas.................................................121
Puerto y muelle
Ferrocarril
-228-
CAPÍTULO SEXTO
I
Hijos ilustres de Avilés.................................................................................................138
Casa de Las Alas
Nuño Pérez de Quiñones
Rui Pérez
Diego Rodríguez de Avilés
Gonzalo, Lope y Rodrigo Rodríguez de Avilés
Juan Alfonso Sánchez de Avilés y sus hijos Diego y Juan Menéndez de Avilés
Pedro Menéndez de Avilés
Bartolomé Menéndez de Avilés
Alvaro Sánchez de Avilés
Pedro Menéndez Marqués
Esteban de Las Alas
Alonso de Las Alas y Pedro Menéndez Marqués
Antonio Flórez
Pedro Solis
Alonso Rodríguez de León
Juan y Nicolás Almazán
Rodrigo Alonso de León
Tomás de Avilés
Hernando y Martín de Las Alas
Gregorio y Martín de Las Alas
-229-
-230-
APÉNDICE SEGUNDO
Carta de emplazamiento de Don Alfonso X a las abadesas de
San Pelayo y de la Vega de Oviedo sobre pago de portazgo en Oviedo...........189
APÉNDICE TERCERO
Carta sentencia de Alfonso X en litigio sostenido por los de Avilés con el
Infante Don Alfonso por exigirles el pago de portazgo en Oviedo..................191
APÉNDICE CUARTO
Carta real del mismo rey, dirigida a los portazgueros de Puebla de Gordón
eximiendo a los avilesinos de este tributo................................................................194
APÉNDICE QUINTO
Real carta de D. Alfonso el Sabio mandando se les guarde a los de Avilés la
exención de portazgo y otros impuestos desde la mar a León....................196
APÉNDICE SEXTO
Real carta de Felipe III mandando se anoten en la Contaduría general de
Hacienda los fueros y privilegios de la Villa de Avilés..........................................198
APÉNDICE SÉPTIMO
Comunicación de D. Ciriaco Miguel Vigil a la Real Academia Española en
defensa de la autenticidad de los Fueros de Avilés y Oviedo..............................201
APÉNDICE OCTAVO
Documentos importantes que se conservan en el Archivo municipal
de Avilés..........................................................................................................................207
APÉNDICE NOVENO
Acta de enterramiento de Pedro Menéndez de Avilés en la iglesia de San
Nicolás.............................................................................................................................215
-231-
-232-