Patrimonio

& Caleñidad
Recorrido histórico por instituciones culturales
Patrimonio
& Caleñidad
Recorrido histórico por instituciones culturales

Carmen Cecilia Muñoz Burbano

Carlos Mario Recio Blanco

Patrimonio & Caleñidad
Recorrido histórico por instituciones culturales
ISBN edición impresa: 978-958-52162-7-3
Alcalde
Jorge Iván Ospina Gómez
Secretario de Cultura
José Darwin Lenis Mejía
Subsecretario de Patrimonio,
Bibliotecas e Infraestructura cultural
Leonardo Medina Patiño
Autores
Carmen Cecilia Muñoz Burbano
Carlos Mario Recio Blanco
Grupos de investigación
Grupo Historia de la Práctica Pedagógica en
Colombia —GHPPC—
Nación / Cultura / Memoria
Esta edición está bajo una licencia Creative Commons
Atribución / No comercial / No derivar/
4.0 Internacional.
Diseño de portada
Patrimonio & Caleñidad
Julieta Ruiz Sinisterra
Recorrido histórico por instituciones culturales
Fotografías Internas
© Carlos Mario Recio Blanco
Harold José David Rojas Quimbay
Profesor
Archivo Secretaría de Cultura
Instituto de Educación y Pedagogía
Aleph Digital Studio - Archivo Dager
Miembro Grupo Historia de la Práctica Pedagógica en
Diego Maurico Medina Cortéz
Colombia —GHPPC—
Inventario de Bienes Muebles 1996 y 1998,
Universidad del Valle
Colcultura
Fotos cortesía archivo histórico
© Carmen Cecilia Muñoz Burbano
Universidad del Valle
Profesora Departamento de Historia Universidad del
Valle Integrante del grupo Nación Cultura Memoria
Diseño Gráfico y Diagramación
Julieta Ruiz Sinisterra
papalote.comunicacion@gmail.com
Santiago de Cali, Colombia
2020
Reservados todos los derechos
Este libro, o parte de él, no puede ser reproducido por ningún medio
sin autorización escrita de los autores
Contenido
Presentación7
Introducción9
Teatro Municipal ‘Enrique Buenaventura’ 10
Teatro Jorge Isaacs 17
Teatro al aire libre Los Cristales 24
Centro Cultural de Cali 27
Sociedad de Mejoras Públicas 31
Casa Proartes 37
Estación del Ferrocarril 41
Universidad del Valle 47
Instituto Departamental de Bellas Artes 59
Colegio de Santa Librada de Cali 68
Biblioteca Municipal del Centenario 77
Museo de Arte Moderno ‘La Tertulia’ 82
Complejo La Merced 89
Convento San Joaquín 97
Epílogo105
Bibliografía107
Presentación

El texto que usted tiene en sus manos da cuenta de un recorrido histórico y patrimonial del
otrora Cali “viejo” hoy Distrito Especial, Deportivo, Cultural, Turístico, Empresarial y de Servi-
cios de Santiago de Cali. La ventana para este viaje, inicia con un recorrido por los teatros Mu-
nicipal Enrique Buenaventura y Jorge Isaacs en las primeras décadas del siglo XX, mostrando
la gestión para su construcción y la majestuosidad de su arquitectura en el primer momento del
clasicismo italiano y el segundo en relación al neoclasicismo francés y romanticismo italiano.

En este recorrido histórico, pedagógico y educativo, la mejor forma de hacer caleñidad, un tér-
mino del sincretismo cultural, se precisa al identificar, recorrer y disfrutar de la construcción de
un cuerpo patrimonial arquitectónico que da cuenta de las tensiones, dificultades, desarrollos
y acuerdos que dieron forma a la sucursal del cielo. Como lo dice Rogelio Salmona “La buena
arquitectura transforma sin modificar”; desde estos iconos de ciudad se mantiene la identidad,
el arraigo, los sabores, olores y prácticas del ser caleño.

El balance arquitectónico, histórico y patrimonial de este trabajo nos permite disfrutar de las
hechuras de las universidades, colegios, centros administrativos, casas de artes y otras edifica-
ciones más que engalanan las calles, barrios y avenidas y de paso refrendan que la historia es
viva, cercana y memoria del presente.

Rápidamente pasamos, en un corto tiempo para la humanidad, del cabildo al distrito, así sigue
y seguirá el empuje de la gente caleña que se ve reflejada en el patrimonio material e inmaterial
de ilustres coterráneos que han dejado una huella imborrable en la impronta de ciudad. Aquí, se
condensa la historia de la ciudad en un tomo, disfrútenla.

A todos, gracias.

José Darwin Lenis Mejía

Secretario de Cultura de Santiago de Cali
Introducción

El presente texto busca ofrecer a la ciudadanía en general un recorrido histórico de

algunas de las más importantes instituciones de carácter cultural, religioso y educa-
tivo con que hoy cuenta Santiago de Cali, y que pertenecen, sin excepción, al ámbito
patrimonial, ya sea por su significado histórico, su valor arquitectónico, por los bienes
de interés cultural que conserva o por la función que desempeñan; aspectos que, en
la mayoría de los casos, se entrecruzan, potencializando su dimensión como bienes
patrimoniales.

En esta ocasión, hemos realizado una selección de reseñas de un trabajo anterior

publicado en el año 2012 denominado “Historia, Memoria y Patrimonio Mueble en
Santiago de Cali”, resultado de un arduo trabajo de investigación, especialmente desde
la perspectiva histórica. Hoy, mantenidos en el propósito de rescatar y difundir algu-
nas muestras de nuestro patrimonio a un público más amplio y generalizado, hemos
decidido compartir algunos textos sobre teatros, museos, corporaciones públicas y
privadas, comunidades religiosas y entidades educativas, complementados con la ri-
queza de un variado material visual cuya pretensión está en observar y reconocer los
cambios y transformaciones que se mencionan a través de la escritura.

Testigos de la transformación urbanística y social de la ciudad, los bienes materiales

que se reseñan dan cuenta de diferentes contextos históricos, pero además, de singulares
procesos de consolidación institucional, que han venido configurando hasta hoy nues-
tra actual sociedad caleña. Seguimos convencidos que este tipo de trabajos aportan a la
toma de conciencia y el reconocimiento de los valores históricos, estéticos y culturales,
que, sin lugar a dudas, respaldan la protección y conservación de los bienes materiales
y las manifestaciones inmateriales, cuya tarea nos compete a todos.

Los Autores
 Teatro Municipal ‘Enrique Buenaventura’

Foto antigua
Primeras décadas del siglo XX

10 | Alcaldía de Santiago de Cali

Reseña histórica
Con la idea de construir un lugar adecuado
y destinado exclusivamente a la presentación
de los grandes artistas y exponentes de las
distintas expresiones del arte para el deleite de
los ciudadanos, se iniciaron las gestiones, que
años más tarde, le entregarían a la ciudad uno
de los espacios culturales más bellos y signifi-
cativos. El 19 de octubre de 1917 a través del
Acuerdo No. 30 se realizó la permuta por medio
de la cual el departamento del Valle del Cauca
daba en propiedad al municipio de Cali el lote
de terreno situado en la carrera quinta con calle
séptima[01], de la actual nomenclatura, avaluado
en $20.000 pesos, adquirido con el fin de cons-
truir un teatro para la ciudad. Días después,
el 1º de noviembre del mismo año, mediante
Acuerdo No. 1, el Concejo Municipal decretó su
construcción en el lugar que hoy ocupa.
La iniciativa, que surgió de un grupo de no-
tables caleños entre los cuales se destacó la
presencia del maestro Manuel María Buena-
ventura[02], considerado por muchos como el
principal gestor de la construcción del teatro,
recogía las necesidades de la ciudad, que para
la fecha aún no contaba con escenarios cultu-
rales adecuados ni recintos que ofrecieran las
comodidades requeridas tanto para el público
como para los artistas invitados. Ese motivo
había obligado a la ciudad, desde tiempos co-
loniales, a recurrir a la casa del Cabildo o a
lugares improvisados para realizar cualquier
presentación artística o cultural, hasta cuando
fue construido el Teatro Borrero[03] en la carre-
ra 4 con calle 10 y 11, que infortunadamente
tiempo después fue destruido por un incendio.
La idea, inicialmente propuesta y defendida
por el maestro Manuel María Buenaventura,
tuvo sin embargo, muchos contradictores
provenientes de varios sectores de la ciudad,
incluyendo a los integrantes del mismo Con-
cejo Municipal, quienes criticaban el proyecto
sobre todo por el alto costo que acarrearía la
obra. Por lo tanto, mientras unos defendían
con ahínco la obra argumentando su impor-
tancia en términos de desarrollo, otros no
convenían semejante inversión:
[…] las opiniones en Cali, cosa muy natu-
ral, estaban encontradísimas. Muchos, pro-
bablemente los más, querían se hiciese un
espacioso salón para cine, que permitiera
adaptarle un escenario, para cuando se pre-
sentasen ocasiones teatrales; otros argumen-
tando la escasez de recursos se pronunciaban
por un teatro sencillo, de construcción ligera,
para así lograr su rápida terminación, pero
la Junta desde el primer momento, formó el
propósito de acometer una obra verdadera-
mente monumental, sin oir argumentos en
contra[04].
Adjudicado el lote, todo el proceso de cons-
trucción del teatro desde sus inicios hasta la
fecha de su inauguración 10 años después, el
30 de noviembre de 1927, exigió a la ciudad y
a los caleños grandes esfuerzos que bien de-
Monumento nacional, Resolución No. 002 del 12 de marzo de 1982
ben ser destacados en la historia de esta insti- Carrera 5 No. 6-64
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 11
 tución. El proyecto, que se inició con la suma
de $2.000 pesos donados por la Junta de Or-
nato y Mejoras Públicas, fue financiado con la
emisión de 800 bonos de los cuales 696 fue-
ron comprados por el departamento del Valle.
No obstante, los costos que superaban en am-
plio margen lo conseguido hasta el momento,
exigió la creación de una lotería para financiar
y adquirir los fondos económicos necesarios
para la construcción de tamaña empresa. En
razón a esto, y a pesar de la oposición que
presentó un grupo de personas, el 16 de abril
de 1921 se creó la lotería cuyos recursos, en
un ochenta por ciento, serían destinados a la
construcción del teatro. Aunque su duración
fue relativamente corta puesto que su último
sorteo se jugó en 1924, fue posible el mis-
mo año crear oficialmente la Lotería del Valle
mediante Ordenanza No. 22 expedida por la
Asamblea del departamento.
Telón
G. Alessandrini, Casa Peyron - Italia 1920 // Terciopelo rojo, hilo dorado - 3 m x 10 m
12 | Alcaldía de Santiago de Cali
Por otra parte, para ayudar a la financiación
del teatro se logró la exoneración de algunos
impuestos a través de la oportuna intervención
del entonces presidente Marco Fidel Suárez, lo
que hace necesario destacar la importancia
del apoyo del gobierno nacional en cabeza del
presidente de la república y el ministro de Ha-
cienda Esteban Jaramillo, a través de quienes
se logró obtener la exoneración de impuestos
de aduana y la rebaja del 50% en el pago de
los fletes férreos exigidos para el transporte
de los materiales traídos desde el exterior y de
uso necesario para la construcción del teatro.
La junta administradora creada en 1917 y
conformada por notables ciudadanos como
Ignacio Guerrero, Manuel María Buenaventu-
ra y Juan de Dios Restrepo, como miembros
principales, y Blas Scarpetta como secretario,
fue la responsable directa de la administración
de los recursos que inicialmente se destinaron
para la construcción del teatro. Cabe señalar
que esta junta encargada de la administración
del teatro era elegida cada dos años e integra-
da por prestantes damas y caballeros de la
ciudad, auténticos servidores de la comuni-
dad, amantes del arte y de sus múltiples mani-
festaciones. Varios de ellos por su destacada
labor, fueron reelegidos como miembros de
ella. Fue la primera junta del teatro la que co-
misionó a los arquitectos Rafael Borrero Ver-
gara y Francisco Ospina para levantar los pla-
nos de la edificación que se inauguró 10 años
después, luego de que el 11 de abril de 1918
hubiera sido colocada la primera piedra talla-
da por el obrero Jorge Jaramillo y puesta al
lado izquierdo del lugar donde posteriormente
se levantó el teatro, con la sencilla inscripción
que dice: “9 de abril de 1918”.
 Pasados 10 años de intenso trabajo, el 30
de noviembre de 1927 fue inaugurado en Cali
el Teatro Municipal. En términos generales,
las obras y diseño del teatro lo llevaron a
destacarse como la primera sala artística de
Colombia, muy superior al Teatro Colón de
Bogotá, contando con una acústica perfecta
y equilibrada distribución interior en la parte
escénica, además de una exquisita decora-
ción e ideal en su tamaño para presentacio-
nes artísticas en vivo; allí en ese magnífico
espacio y desde el momento mismo de su
inauguración, acogió innumerables artistas
y presentaciones de singular valía, la mayo-
ría extranjeros, sobre todo en sus primeros
años. Luego del discurso inaugural pronun-
ciado por el doctor José Manuel Saavedra
Galindo, se dio paso a la presentación de la
compañía musical de Ópera Italiana Bracale
con su obra “El Trovador” de Giuseppe Verdi,
y la del tenor Hipólito Lázaro. Para honor de
muchos, esta compañía fue la misma que se
presentó en la inauguración del reconocido
e imponente Teatro Colón de Buenos Aires,
Argentina, y años atrás, en condiciones muy
distintas, se había presentado en Cali con su
obra “Aída”, en el Teatro Borrero, ya desapa-
recido para entonces. Con relación a la pre-
sentación es preciso señalar que para la fecha
“cuando Cali no contaba con artistas nacidos
en su propia comarca, la presentación de es-
pectáculos de otras latitudes representaba
algo más que un simple entretenimiento: im-
plicaba un evidente acto de fascinación”[05].
Ese mismo sentimiento, conjugado con el
amor y la admiración que la sociedad de en-
tonces sentía por las manifestaciones artísticas
exteriores, muy probablemente llevó a que la
arquitectura misma del teatro, aunque conjuga-
ba adaptaciones criollas, hubiera sido inspirada
por el estilo barroco italiano. Cabe anotar que
el concepto de cultura expresado y entendido
para la época, en el que se seguían los referen-
tes exteriores buscando imitarlos, definía gene-
ralmente la “cultura” a partir de las tradiciones
europeas. De ahí que las expresiones artísticas incrementar la llegada de espectáculos que
hubiesen querido destacar los gustos hacia la correspondían a las más recientes actividades
música clásica, el ballet, el teatro, la ópera, en- del arte a nivel mundial. De cualquier modo,
tre otros, razón por la cual “hasta comienzos de lo cierto es que en Cali, antes de la década del
los años cuarenta, no se podía hablar en Cali cincuenta, no existió una tendencia que pu-
de algún tipo de tradición continua en materia diera definir una línea común de los espectá-
cultural. Los artistas de la época eran exóticos culos; por el contrario, se recogían todas las
ejemplos aislados, los cuales representaban tendencias creando públicos para cada tipo de
un inusitado grupo de bohemios locales, afe- estilos, tanto así que podría afirmarse que “el
rrados a mantener, aisladamente, el amor por Teatro Municipal daba cabida a toda suerte de
unas manifestaciones que, muchas veces, no visitantes los cuales simplemente garantiza-
les pertenecían directamente”[06]. ban el éxito de sus temporadas y el público
caleño asistía en masa a una sala que unas
Esta situación que privilegiaba la importa-
ción de artistas fue, sin embargo, cambiando veces era un centro circense y otras el “Tem-
po” del arte”[07]. Tan grave fue lo anterior que
poco a poco en Cali gracias al desarrollo de
un nuevo tipo de conciencia cultural en toda por más de 20 años los más grandes propó-
sitos culturales del teatro se vieron desdibu-
la ciudad y a la fundación del Instituto de Be-
llas Artes, primero, y del Instituto Popular de jados cuando este recinto fue utilizado para
realizar concetraciones de carácter político,
Cultura después. De éstos fueron naciendo
en la ciudad los artistas locales, cuyos actos premiaciones escolares, coronación de reinas
o utilizado como sala de cine, dejando de ser
eran los que inicialmente reforzaban las pre-
sentaciones extranjeras, pero que con el tiem- el templo del arte y produciéndole una ruina
material que deterioró su decorado y destruyó
po fueron adquiriendo brillo propio, logrando
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 13
 elementos valiosísimos como, por ejemplo, su
silletería, forrada de fino paño importado. A tal
punto se llegó, que en cierta oportunidad el
centro de la cultura fue alquilado para celebrar
una novillada.
Sólo hasta la década del 50, cuando las
escuelas de formación artística se hallaron
fortalecidas y empezaron a ofrecer progra-
mas de muy buena calidad a través de docen-
tes-artistas de muy reconocida trayectoria,
empezó a crecer simultáneamente la oferta de
espectáculos locales con un destacado nivel
y, por otro lado, la aparición cada vez mayor
de empresarios interesados en traer artistas
extranjeros y apoyar las nuevas figuras que
surgían en la ciudad. Solo hasta ese momento
es posible hablar en Cali de la consolidación
de un público asistente e interesado, sino en
fomentar, al menos en admirar las distintas
expresiones del arte. Con la llegada en 1953
de Susana López[08], calificada como mujer ex-
cepcional de singular sensibilidad, carácter y
firmes resoluciones y quien por muchos años
permaneció al frente del teatro en calidad de
directora, se resolvió afrontar los daños cau-
sados en el teatro por su inadecuado uso y
rescatarlo como patrimonio cultural de Cali.
Durante su dirección, la señora López hizo
resurgir hermosos originales escondidos por
remiendos inconsultos, hizo remodelar la
entrada, restaurar puertas, construir nuevos
camerinos, ampliar el foso para la orquesta,
reformar los palcos y cortinas, colocar sanita-
14 | Alcaldía de Santiago de Cali
rios, mejorar la decoración y ampliar la luneta,
para lo cual se contrataron a los arquitectos
Bacca y Mondineu. Simultáneamente planteó
la nueva política que había de imponerse para
la reapertura de las puertas del teatro al pú-
blico después de un prolongado receso y de
haber recibido importantes reformas. Por tal
motivo en la reinauguración que llenaba de
orgullo a la ciudad, tuvieron lugar las presen-
taciones de Claudio Arrau en el piano y la Or-
questa Sinfónica Nacional, catalogada como
una verdadera agrupación de elite musical.
Desafortunadamente, los grandes avances
logrados en términos de la cultura iban en
franca contravía de los intereses económi-
cos del municipio, que para la época, podía
tener las condiciones para sostener un lugar
destinado a rendir homenaje perpetuo a las
grandes expresiones de arte, máxime cuando
existía un criterio comercial que invadía toda
relación de supervivencia cultural. Por esta ra-
zón, se justificó por mucho tiempo la frecuen-
te presentación de artistas o espectáculos que
dejaban en entre dicho la calidad de su trabajo
y provocaban, entre los asistentes al teatro y
sus fieles defensores, una avalancha de duras
críticas. Por lo tanto, una vez se reabrieron las
puertas del teatro, una de las principales pre-
ocupaciones giró en torno al tipo de espectá-
culos que en adelante harían uso del renovado
escenario del teatro. De ahí que fuera frecuen-
te encontrar en los distintos periódicos notas
como la siguiente:
 Si las reformas hechas al Coliseo Muni-
cipal y el dinero así invertido no ha tenido
por objeto entregar a la ciudadanía culta un
sitio para deleite de la elegancia emocional,
un sitio de aristocracia artística, no se justi-
fica en absoluto la alegría de los tenedores
del buen gusto. El Teatro Municipal como la
Sala Beethoven son lugares sagrados donde
tan sólo se ha de permitir el máximo de cate-
goría en los espectáculos. Desgraciadamente
en esta ciudad se desprecia la existencia de lo
estético y se violan las normas más exigentes.
Reciente está la actuación patrocinada por la
Dirección de Extensión Cultural de una can-
tante mediocre y vulgar en la Sala Beethoven
y ahora se va a presentar en el Municipal una
revista insulsa y un cantante con capacidad
suficiente para hacer apasionar a las domés-
ticas y a los aficionados a programas radiales
cursis o a traganíqueles de cantina[09].
Pasados los años la situación financiera del
teatro no parecía resolverse. Para 1979 el tea-
tro se mantenía con base en un aporte anual
del municipio estipulado en $200.000 pesos
que desde hacía dos años no se cancelaba.
Para la fecha sólo se lograba el mantenimien-
to con la escasa ganancia que dejaban los es-
pectáculos, razón por la cual a la junta no le
fue posible adelantar las obras de embelleci-
miento y dotación que el teatro pedía a gritos
en un plazo corto, y por el contrario tuvo que
someterse a esperas grandísimas para poder
hacer los arreglos más urgentes.
En el marco de los 450 años de fundación
de la ciudad de Santiago de Cali y con motivo
de celebrar los 60 años del Teatro Municipal
en 1987, la administración del teatro, bajo la
dirección de Luz Stella Rey Córdoba, inició
una obra de dotación con el fin de ofrecer una
mayor cobertura a la comunidad y un mejor
servicio para las artes, para lo cual fue nece-
sario adquirir por parte de la administración
municipal cuatro lotes aledaños al teatro. Aun-
que por razones estrictamente arquitectónicas
el escenario como tal no podría ser modifica-
do, se pensó incluir dentro de sus reformas
un escenario adjunto al que existía con el fin
de agilizar las necesidades de la tramoya y fa-
cilitar el montaje de escenografías. Sumado a
esto se proyectó la construcción de salones
de ensayo, una zona de descargue de esce-
nografía y utilería, bodegas y talleres para el
montaje de escenografías y demás necesida-
des escénicas, modernos camerinos, cuarto
de enfermería, lavandería y taller de utilería
que complementarían los servicios con los
que debía contar el teatro para su perfecto
funcionamiento. El diseño de dichas obras
complementarias del teatro, enmarcadas den-
tro de las políticas culturales de la ciudad fue
presentado en concurso por los arquitectos
Rafael Ceballos, Eugenio Castillo, Víctor Beja-
rano y José Fernández.
En junio de 2002, el teatro fue declarado
monumento nacional y posteriormente el go-
bierno municipal le dio el nombre de Teatro
Municipal ‘Enrique Buenaventura’ en homena-
je a la memoria del fallecido dramaturgo ca-
leño. Hoy por hoy, el Teatro se mantiene para
fortuna de la ciudad como escenario dedicado
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
al fomento, desarrollo y consolidación de las
manifestaciones artísticas y culturales que
benefician a la comunidad en general. Des-
de 1999, el Acuerdo No. 55 el Concejo de la
ciudad definió al Teatro Municipal como una
unidad administrativa especial adscrita a la
Secretaría de Cultura y Turismo, fijando sus
objetivos y dictando las disposiciones de re-
gulación de sus actividades.
Hecho este breve repaso de la historia del hoy
Teatro Municipal Enrique Buenaventura, no po-
dría menos que reconocerse la importancia y el
significado que tiene para los caleños este edifi-
cio que adorna el centro de la ciudad y que mar-
ca el inicio de una época en que la cultura y el
arte empiezan a ser vistos con otros ojos. Aun-
que las siguientes frases fueron escritas hace
ya varios años, aún hoy gozan de total validez
para resaltar el valor que conservan muchos de
nuestros bienes inmuebles en términos de pa-
trimonio, historia e identidad.
[…] lo que sí es una verdad irrefutable, es
que en pleno siglo veinte, cuando el arte
entra por la puerta grande de su total reno-
vación, cuando el cine, el video y los com-
putadores lo arrastran hacia una maravillosa
transformación y somos felices testigos del
advenimiento de una nueva arcadia cultu-
ral, es desde todo punto de vista gratificante
contar con este vivo y permanente testigo de
una tradición cultural que logra mantenerse,
en un espacio que representa la presencia de
la historia, de un lugar que hace de la vida
de la ciudad una estimulante atracción para
todos aquellos que persisten en soñar[10].
15
 Notas
[1] “Allí en tiempos pretéritos existió una casa de un solo piso, de
aspecto alegre con ventanales sobre la carrera 5, portón empedrado
de estilo colonial cerca a la esquina sobre la calle 7. […] Estaba
habitada por una familia de destacada posición social, cuyo jefe
oriundo de Antioquia llegó a Cali muy joven, siendo altamente
apreciado por ser modelo de hombres de trabajo. Aquí contrajo
matrimonio con una dama de altos abolengos, de cuya unión hubo
númerosa descendencia. La segunda de sus hijas de 16 años empezó
a padecer de lo que al principio fueron insignificantes dolencias, que
una vez examinadas por el médico levantaron serias sospechas ya
que las máculas y los pequeños nódulos que presentaba resultaron
ser portadores del bacilo de Hansen, conocido comúnmente como
lepra. Aquella niña se convirtió en la primera de las víctimas de una
enfermedad que diezmó por completo a la familia y a sus sirvientes,
quienes se vieron obligados a dejar la ciudad definitivamente. La
casa con todos los muebles quedó totalmente abandonada y era
tenida como morada de lémures. Puertas y ventanas aseguradas con
remaches de hierro, puestos por las autoridades, en defensa de la
comunidad permanecieron cerradas por más de un cuarto de siglo.
Los peatones, al llegar a esos parajes, instintivamente se pasaban a
16 | Alcaldía de Santiago de Cali
la acera contraria. El mal de san Lázaro, para el cual hoy hay mucha [4] Óp. cit. ROMERO, Sandro. p. 87
tolerancia, en aquellos tiempos inspiraba más que pavor. Pudiera
[5] Ibíd. p. 26
decirse que esa esquina era mirada como un sitio maldito. Tomado
de: Manuel María Buenaventura, en: Magazín Despertar vallecaucano, [6] Ibíd. p. 26
julio-agosto de 1975.
[7] Ibíd. p. 33
[2] [….] Manuel María Buenaventura, hombre de gran visión y
[8] El espíritu y la permanente actividad de Susana López frente al
sensibilidad por las artes, líder cívico por excelencia, quien supo
Teatro Municipal ayudaron a consolidar la imagen de este recinto
rodearse de un grupo de dinámicos caleños para retar en el momento
como pilar de la cultura vallecaucana. Gracias a su labor, el Teatro
a una sociedad que no estaba preparada para tan grande empresa,
recuperó la exclusividad de representar espectáculos de gran nivel
la cual resultó superior al momento de su realización; sus grandes
artístico, evitando cualquier otro tipo de actividades extra-culturales.
valores estéticos y prácticos, le han servido para conservarlo
Ibíd., p. 37
como monumento nacional. Tomado de: Romero, Sandro, (textos
y compilación). 60 años, Teatro Municipal de Cali, Escenario de [9] Recortes de periódicos (SR), Artículo escrito por Omar Díaz
acontecimientos, Ed. Printer colombiana, Cali, 1987, p.11. Aparicio, Cali, 1954.
[3] Teatro pueblerino al estilo de los antiguos corrales españoles, [10] ROMERO, Sandro. óp. cit. p.42
construido a base de guadua, con techo de zinc en el fondo del patio de
la entonces casa municipal, lugar que aunque no brindaba las mejores
condiciones fue el utilizado para realizar todo tipo de actos culturales.
Teatro Jorge Isaacs

Foto antigua
Primeras décadas del siglo XX

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Monumento Nacional –Decreto No 2858 del 26 de noviembre de 1984
Autores Ings. Gaetano Lignarolo y Guido Micucci, 1931
Restauración Manuel Lago - Calle 12 Carrera 3
18 | Alcaldía de Santiago de Cali
Reseña histórica
En el mismo lugar donde años atrás funcio-
nó el Teatro Moderno, destruido por causa de
un incendio el 20 de julio de 1928, se inauguró
el Teatro Jorge Isaacs el 26 de diciembre de
1931 en memoria del reconocido escritor va-
llecaucano y célebre autor de la novela María,
como respuesta que tienen los pueblos para
honrar la memoria de sus mejores hombres.
Para la construcción de dicho teatro, la firma
Bohmer y Linzen había adquirido en remate un
solar de 59 varas en la calle del Puente a una
cuadra de la actual Plaza de Caicedo, que en
1891 había dejado a la Curia el señor José Ma-
ría Caldas, oriundo de Quibdó, con el propósi-
to de construir una escuela para niños pobres.
La idea de construir el Teatro Jorge Isaacs
surgió del señor Hermann S. Bohmer, nego-
ciante y hacendado nacido en Caloto, Cauca,
hijo del comerciante alemán Félix Bohmer.
Hermann, quien creció en las haciendas pro-
piedad de su padre y se ganó paulatinamen-
te la simpatía de los sectores dominantes del
nuevo departamento del Valle del Cauca, se
desempeñaba en actividades comerciales y
negocios relacionados con la explotación agrí-
cola, con mercancías importadas, adquisición
de tierras, minas y bienes raíces y las alterna-
ba con la promoción de la música clásica, que
era una de sus mayores aficiones. Participó
en calidad de socio fundador de sociedades
como el Banco Comercial, la Compañía Boh-
mer & Linzen y el Tranvía Municipal de Cali.
En 1910 se unió al grupo de comerciantes que
realizó un primer intento por formar la Cámara
de Comercio de Cali y en la segunda década
del siglo XX participó en la creación del Club
Campestre. Los Bohmer se dieron a conocer
en el mundo social y de los negocios a tra-
vés de la sociedad Bohmer & Co. S. A., que
además de ser comercial funcionaba como
compañía anónima y familiar, cuyo gerente y
representante legal fue Hermann Bohmer, ca-
beza del hogar de los Bohmer Quilici.
Aunque Cali, como ciudad capital del depar-
tamento del Valle del Cauca, aún conservaba
para la fecha, tercera década del siglo XX,
rasgos predominantemente provinciales y su
población oscilaba en los 87.000 habitantes[1],
también había logrado importantes desarro-
llos en términos de infraestructura, entre los
que se pueden destacar un moderno sistema
de alcantarillado y acueducto, un sistema de
energía pública y domiciliaria y la construc-
ción del ferrocarril, el cual le había permitido
a la ciudad su salida al mar y por ende el es-
tablecimiento de unas relaciones comerciales
más sólidas con el mundo.
Entre éstos y otros adelantos se destaca
además, para la fecha, la construcción del
Teatro Jorge Isaacs, cuatro años después de
la inauguración del Teatro Municipal, por ini-
ciativa del lider Manuel María Buenaventura,
aunque en esencia las necesidades e intereses
de ambos gestores hubieran sido tan distin-
tos. Mientras Hermann Bohmer se interesó no
sólo en dotar a la ciudad de un centro cultural,
sino en sacar provecho de las instalaciones
del teatro ubicando unos locales comerciales
en los bajos de la edificación tal y como lo hi-
cieron en Europa las grandes familias relacio-
nadas con la cultura; el maestro Buenaventura
defendió fielmente los intereses culturales de
un creciente número de la población caleña
que solicitaba insistentemente un espacio
adecuado para las presentaciones artísticas
y culturales en la ciudad. Sin embargo, resul-
taría ingrato desconocer que ambos gestores
coincidieron en la idea de construir grandes
obras que aportaron significativamente al pro-
greso de la ciudad y que por muchos años
representaron las más importantes manifes-
taciones del naciente interés por la cultura y
el arte en la sociedad caleña y que, aún hoy
después de muchos años, perviven como pa-
trimonio de nuestra ciudad.
Sin contar con recursos del sector oficial, en
el año de 1931, Hermann S. Bohmer compró
el lote en el que se construiría el teatro por
un valor de 600 mil pesos; así mismo, convo-
có para el diseño del mismo a los arquitectos
Gaetano Lignarolo y Guido Micucci, mientras
encargó al artesano italiano Mauricio Ramelli
para dirigir a los artesanos caleños en la eje-
cución de los preciosos detalles moldeados
en yeso que aún conserva la sala. Con ellos
se inició la construcción del suntuoso teatro
al estilo neoclásico francés, en la que proba-
blemente, por primera vez, se utilizaron ma- accesorios, mejoras y silletería. Su estructura
teriales como el hormigón y la estructura en fue diseñada para atender una población con-
acero, que para ese entonces tuvieron que ser siderable de espectadores, que podían oscilar
importados de Europa. Sus formas, tomadas en los 1200, repartidos en el hemiciclo, los
eclécticamente de un repertorio clásico mo- palcos y las galerías. El sistema de aireación
dernizado, encuentran su explicación en las y de iluminación, así como sus decorados le
características de la arquitectura moderna, proporcionaban, según los testimonios de la
que para principios de los años 30 se hallaba época, un ambiente de modernidad[2]. En tér-
en plena etapa de consolidación en Europa y minos generales, la edificación fue construida
buena parte de las obras maestras, de lo que con materiales, como hierro y cemento, im-
se ha conocido como su etapa “heroica” ya portados que llegaron por Buenaventura. Ade-
estaban realizadas. más de esto el uso de técnicas modernas, en-
tre las que se incluyó una bellísima estructura
En 1930 ya se conocía la arquitectura mo- metálica traída de Italia para cubrir su salón
derna en Cali y se gustaba de ella. Así lo de- y que acertadamente se dejó a la vista en la
muestran algunas casas de formas modernas, remodelación.
aunque paradójicamente de tecnología tra-
dicional, que aun hoy se pueden apreciar en
la ciudad. Lo tradicional se había vuelto sim-
plemente “viejo” y, aunque para la fecha no
es que se hubiera asimilado por completo el
nuevo estilo ya se había comenzado a perder
el gusto y el respeto por los tipos, cánones y
patrones de la arquitectura tradicional y a des-
conocer su lógica interna. De cualquier modo,
el estilo arquitectónico republicano del teatro
había logrado impregnar de un nuevo ambien-
te urbano a esa parte de la ciudad.
Con una extensión de 24 metros de fren-
te por 40 metros de fondo fue construido el
teatro. Sus paredes fueron levantadas en la-
drillo y concreto reforzado; las terrazas, en
concreto y el techo con láminas de asbesto.
El teatro contaba con sus respectivos locales,
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 19

Una vez construido, el sábado 26 de diciem-
bre de 1931 a las 7 de noche, los caleños de
ese entonces se dirigieron al Teatro Jorge
Isaacs con el fin de presenciar el acto de inau-
guración, para lo cual se dispuso de una bole-
tería con precios relativamente bajos y se re-
servaron algunas entradas gratis, con lo cual
se posibilitó un lleno completo del teatro y,
por ende, una buena ganancia para el mismo.
Por su parte, periódicos de la época, como
Correo del Cauca y Relator, lograron recoger
algunas impresiones causadas por tan grato
acontecimiento. Algunos de los allí escribien-
tes hicieron manifiesto el orgullo de la ciudad
y lo que significaba la edificación en favor del
progreso de un pueblo, mientras otros ponían
de presente lo que significaría la obra para el
gusto de los extranjeros visitantes.
20 | Alcaldía de Santiago de Cali
Cabe decir que con dicha construcción,
Bohmer contribuía a distraer las monótonas
noches de los habitantes de esta ciudad, con-
juntamente con las presentaciones del Teatro
Municipal, las fiestas del Alférez Real y el Club
Colombia. Las más cotizadas compañías de
teatro, ópera, ballet y zarzuela pasaron por su
escenario, dotado además de una gran acústi-
ca y de unas maravillosas posibilidades escé-
nicas, razónes que lo llevaría a destacarse en
sus primeros años de esplendor como recinto
digno de grandes elogios, solicitado para la
presentación de espectáculos artísticos, mu-
sicales y académicos, aunque también para
presentaciones cinematográficas.
Pero sus años de esplendor poco a poco fue-
ron llegando a su fin. En la década del sesenta,
ante los elevados costos de mantenimiento que
no alcanzaban a ser sufragados por el valor de
las entradas, sus propietarios decidieron ven-
derlo a una empresa de cine, con lo cual el tea-
tro inició su triste recorrido hacia el deterioro y
el olvido hasta mediados de los años ochenta.
De ser uno de los principales escenarios de Cali
pasó a convertirse en una especie de cine de
barriada, que llegó inclusive a prestarse para la
proyección de películas del llamado cine rojo,
con todo lo que ello implicaba.
Con el contrato firmado, casi desde sus pri-
meros años, con la firma Paramount Film, el
teatro tuvo una dotación técnica, como un equi-
po para cine parlante, mudo y sincronizado; un
telón de material especial, proyectores ultra
luminosos, ocho altavoces de alta capacidad,
todo ello para llevar a cabo la proyección de pe-
lículas, programas semanales que incluían co-
medias cortoparlantes e inclusive noticieros. La
película escogida por la Paramount Film para
inaugurar el teatro fue El vagabundo rey[3], filme
producido y proyectado en colores.
Posteriormente en 1940 fue creada la Com-
pañía Teatro Jorge Isaacs S.A., que inició
sus operaciones con un capital de $200.000,
suscrito y pagado íntegramente, cuyo objeto
aunque era amplio, proponía principalmente la
presentación de películas variadas. Sumado a
lo anterior, en la década de los setenta, con la
demolición del Hotel Alférez Real, la fachada
del teatro sobre la Carrera 3 quedó totalmente
descubierta, enfrentando con eso una nueva
visibilidad con un espacio abierto, razón por
la cual su fachada principal, sobre la que se
encuentra la entrada, perdió importancia. Este
hecho se vio agravado más adelante cuando,
luego de la remodelación que se le hizo al Tea-
tro se ubicó la entrada a las taquillas sobre
este gran espacio abierto, acentuando así la
confusión que existe ahora entre el edificio y
el espacio urbano inmediato.
El renacer del Teatro Jorge
Isaacs
En un país donde lo común es que las vie-
jas edificaciones desaparezcan para dar paso a
las grandes torres de oficinas, no deja de ser
curioso que un viejo teatro, condenado desde
hacía años a desaparecer, tuviera una segunda
oportunidad[4]. Fue lo que sucedió con el Tea-
tro Jorge Isaacs identificado como una de las
construcciones culturales más representativas
de la ciudad, luego de haber pasado por años
verdaderamente difíciles, que prácticamente lo
llevaron a un descuido absoluto y a su casi ol-
vido. Pero cuando todo parecía perdido para el
teatro, una luz de esperanza surgió para éste al
ser declarado monumento nacional en el año
de 1982 después de una acción promovida por
un grupo de arquitectos preocupados por su
incierto futuro. Dos años más tarde, en 1984,
el teatro fue adquirido por el municipio de Cali
para ser restaurado y remodelado a fin de ha-
bilitarlo como pieza maestra de la dinámica ex-
pansiva de nuestra cultura, con lo cual se dio el
primer paso hacia su salvación.
Gracias al interés de la alcaldía caleña en pre-
servar su patrimonio arquitectónico y cultural,
en 1986 se inició el proceso de restauración,
que finalmente le permitió reabrir sus puertas
a finales de 1991. Su remodelación se inició
durante la alcaldía de Vicente Borrero Restre-
po bajo la dirección general de la señora María
Isabel Caicedo cuyo proyecto arquitectónico y
obras le fueron adjudicadas al arquitecto Ma-
nuel Lago. Desde 1989 el municipio encargó a
la Corporación para la Cultura, la cual reunía
a destacadas personalidades de la sociedad
vallecaucana quienes habían dado parte de su
tiempo y de su dinero para sacar adelante esta
causa, para que lo pusiera al frente de los tra-
bajos de restauración dentro de los cuales se
atenderían los diseños y especificaciones pro-
puestos desde 1987 y con los cuales se dota-
ría el escenario de equipos modernos y parrilla
de iluminación escénica, foso de orquesta y
una de las mejores conchas acústicas del país.
Los costos de los trabajos ascendieron para
entonces a unos 500 millones de pesos de los
que inicialmente sólo se habían logrado recau-
dar 200, asignados en buena parte para la recu-
peración de los techos. Con el resto del dinero
que faltaba por conseguir se dotaría el teatro
de todas las comodidades de las que goza un
teatro moderno y su interior tendría una cara
completamente nueva. La estructura y algunos
detalles ornamentales de valor se conservaron,
aunque todo lo demás fuese nuevo. Así se es-
peró pacientemente que el teatro hubiera esta-
do listo con sus más de 1.000 sillas, su arqui-
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 21

Mobiliario decorativo - Escultura masculina Progresuss
Siglo XX.
Yeso pulido y resina. // 2,10 m X 60 cm X 97 cm.
22 | Alcaldía de Santiago de Cali
tectura inspirada aún en formas neoclásicas y
su platea sobre la que se proyectan dos niveles,
para iniciar una nueva vida, que empezaría en la
mañana del 4 de julio de 1989.
Ese día se marcó el inicio de una nueva época
para el Jorge Isaacs, uno de los teatros con más
historia en Cali. Pero volver a encender la lám-
para de “progreso”, la escultura símbolo que a
mediados de siglo era visitada por estudiantes
de las provincias para ser admirada como “uno
de los vestigios de Grecia en Cali”, fue labor de
artesanía y paciencia. Así como poner en su lu-
gar, frente a los palcos, los rostros dionisíacos
traídos de la Italia florentina a tierra caliente, en
travesías marítimas de varios meses, fue una ta-
rea casi titánica, como lo fue la tarea de borrar
de los pechos de las ninfas capa a capa la pintu-
ra roja y verde de los depredadores, los dibujos
obscenos hechos sobre las esculturas, rehacer
la yesería molde a molde yeso a yeso, el diseño
original de los palcos, la amplia luneta, el foyer, el
foso donde está la tarima de la orquesta, la caja
acústica de 33 metros de altura -casi 11 pisos-,
la más alta de Latinoamérica junto a la del Tea-
tro Colón de Buenos Aires; volver a reemplazar
los cristales perdidos del vitral portugués con
el escudo de Santiago de Cali, peinar con cal la
melena de los dos leones que resguardan el sím-
bolo de la ciudad, de cara al río y abrir todas las
puertas para que pase la brisa que también viene
del río, viejo y enfermo y armar las troneras me-
tálicas por donde pasará el aire acondicionado
hacia la sala, aislada de todo ruido, incluso del
de la lluvia, por un doble techo.
En el soplo que es el tiempo, quién lo creye-
ra, el Isaacs volvió a recuperar sus músicas,
sus luces. Desde la Corporación para la Cul-
tura, María Isabel Caicedo quiso que así fue-
ra, en compañía de un grupo de entusiastas
arquitectos e investigadores. Jaime Coronel,
José Luis Giraldo, Manolo Lago y, con ellos,
Álvaro Tobón y un equipo de colaboradores, lo
mismo que toda la comunidad, hicieron posi-
ble este movimiento de tierra y yeso, techos,
paredes, palcos, vestíbulos, para volver a or-
denar la casa. Por ello el lema en los pendones:
“Un teatro para todos” y las banderas de Cali
izadas entre el ajetreo de Miguel Birmaher y
los obreros trabajando como hormigas desde
el amanecer, para dejar en su lugar capiteles y
mascarones, frisos y palcos, columnas y co-
rredores. Fueron 1.250 sillas, cómodas. Todo
requirió una inversión de unos 790 millones
de pesos aproximadamente. Cerca del lugar de
desembarque quedó la sala de ensayos. Ofici-
nas, camerinos, depósitos, talleres, escaleras
de incendio, todo quedó en orden y en 1992,
cuando se celebraron los 500 años del des-
cubrimiento de América, los 720 reflectores
iluminaron desde esta esquina del continente,
la memoria cultural de Cali y su constructor,
Gaetano Lignarolo, pudo descansar en paz.
Infortunadamente, la mala suerte del teatro
lo perseguía a pesar del tiempo. Aun con los
esfuerzos hechos para su restauración, preo-
cupaba sobremanera que parte de sus pues-
tos tuviera serios problemas de visibilidad.
Al parecer a nadie se le ocurrió comprobar
la bondad de la inclinación de su platea, que
se conservó con su desnivel original, evi-
dentemente insuficiente. Aunque trataba de
conservar la idea del teatro a la italiana, éste
no contaba con palcos individuales, siendo,
uno de los desaciertos que persistían en su
diseño. De cualquier modo, sus formas eran
historicistas y tal vez las más eclécticas de to-
dos los edificios de las primeras décadas del
siglo XX en Cali. La tradicional plazoleta que
las iglesias mudéjares coloniales dejaban en
su frente y que se repitió para el Teatro Muni-
cipal, fue remplazada por la continuación del
paramento existente, no sólo con un evidente
sentido utilitario, sino para seguir la moda de
las manzanas con esquinas ochavadas que en
la ciudad inauguró tal vez la primera sede de
la Gobernación y cuyo modelo es el célebre
ensanche que Ildefonso Cerdá diseñó en la
segunda mitad del siglo pasado para Barce-
lona. Aunque estas esquinas aún persisten en
algunas edificaciones del centro de Cali y en
algunas calles de San Antonio, era evidente
para aquellos años que la larga tradición urba-
na colonial española comenzaba a dar paso a
la moda europea y la norteamericana después.
Notas
[1] Según datos provistos por Édgar Vásquez, en su libro Historia de Cali en el siglo XX, la ciudad de Cali contaba con una población de 87.498
habitantes en 1933.
[2] ARROYO REINA, Jairo Henry. “El Teatro Isaacs monumental y cultural”. En: Revista Gaceta No. 586, Cali, febrero de 2002, pp. 3-6.
[3] Ficha: El rey vagabundo; Título original: The Vagabond King; Año: 1930; Duración: 104 min. País: Estados Unidos Estados Unidos;
Dirección: Ludwig Berger, Ernst Lubitsch.
[4] “Arriba el telón”, En: Revista Semana. Enero 23, 1990. p. 58.
Luego de su restauración hace ya varios
años, el teatro fue cerrado para acabar de ade-
cuar su escenario y se reabrió con la presen-
tación del espectáculo de La invencible Molly
Brown, protagonizado por la reconocida actriz
María Cecilia Botero, de cuya obra se realiza-
ron 28 funciones. Finalmente, a pesar de los
desaciertos de tipo arquitectónico y de funcio-
namiento que presentó el teatro en algunos
momentos de su historia, este escenario es
considerado como un espacio vivo por ser un
sitio cultural y de encuentro de los caleños.
Y es que con todo y lo vivido, el Teatro Jor-
ge Isaacs logró convertirse en una alternativa
para el esparcimiento de los caleños, a través
de los espectáculos nacionales e internaciona-
les que ofrecía y que aún hoy en día continúa
presentando artistas de todos los continentes.
Danza, teatro, presentaciones musicales, con-
ciertos de música clásica y popular, confor-
man, entre otros, la oferta artística del Jorge
lsaacs para los caleños. Según los argumen-
tos de quienes han estado al frente del teatro
este tiene un público cautivo de todas las eda-
des y capas sociales.
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 23
 Teatro al aire libre Los Cristales

Foto antigua
La orquesta Sinfónica de Colombia en el Teatro al Aire Libre “Los Cristales”. (Foto Empresas Municipales - 1967)

24 | Alcaldía de Santiago de Cali

Reseña histórica
Con ocasión de la celebración de los 450
años de fundación de la ciudad de Santiago de
Cali, se iniciaron las obras de construcción de
la concha acústica, los trabajos de remodela-
ción de la arquitectura paisajística y la cons-
trucción de camerinos, oficinas, baterías sani-
tarias y graderías con capacidad para 15.000
espectadores, del complejo arquitectónico
que conforma hoy en día el Teatro al Aire Li-
bre Los Cristales, de cuya creación es posible
mencionar, según anécdotas de la época, que
fue la famosa y lorquiana actriz María Xirgú[1]
quien “profetizó” la construcción del Teatro al
Aire Libre Los Cristales, en el sitio donde hoy
se encuentra, en compañía de su amigo Anto-
nio María Valencia[2].
Bajo la gestión del señor Hernando Botero
O’Byrne, se contrató al arquitecto Sigifredo
Rojas y al ingeniero Camilo Niño Vélez, encar-
gados de coordinar las obras valoradas en 17
millones de pesos. Para la construcción de la
concha acústica de siete (7) arcos fue necesa-
rio el desplazamiento del ingeniero Niño a una
feria de aluminio en Alemania, en donde le se-
ría posible conocer los detalles necesarios para
realizar las curvas de las vigas metálicas que le
darían la forma a la concha acústica del teatro
y que serían fabricadas por COIN Ltda. Situa-
do al noroccidente de la ciudad, en la carrera
14 oeste No. 6-00 barrio Nacional, el Teatro al
Aire Libre Los Cristales se reinauguró con un
concierto de la solista Zoraida Salazar. En un
área de 3.920 metros cuadrados quedó instala-
da la concha acústica que representa el teatro,
en medio de un hermoso paisaje que contiene
un amplio parque con nacimientos de agua y
una variada flora, que bien lo lleva a destacarse
como patrimonio ecológico, arquitectónico, tu-
rístico y artístico de la comunidad caleña.
Con el propósito de fomentar la cultura, el arte
y la recreación y promover las distintas expre-
siones artísticas tanto nacionales como inter-
nacionales, el Teatro Los Cristales se ha con-
vertido, a lo largo de estos más de 20 años de
funcionamiento, en el epicentro de importantes
conciertos y eventos de ciudad, entre los que se
destacan las presentaciones de la Orquesta Filar-
mónica de Cali, el Festival Nacional e Internacio-
nal de Danzas Folclóricas ‘Mercedes Montaño’,
y el Festival de Música del Pacífico ‘Petronio
Álvarez’. Esto por su parte, lo llevó a ser nomi-
nado en el año 2000 al Premio Latinoamericano
de Cultura por la calidad de sus espectáculos.
Actualmente, el teatro se encuentra adscrito a
la Secretaría de Cultura, promueve y divulga las
diferentes manifestaciones artísticas tanto na-
cionales como extranjeras, forma públicos, con-
tribuye a la conservación y difusión del patrimo-
nio cultural intangible, generar procesos para el
desarrollo urbano y fortalecimiento de espacios
para el sano esparcimiento, la convivencia y plu-
ralismo, sin distingos de razas, religión, credo o
cultural, mediante la realización de eventos artís-
ticos, culturales y recreativos
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 25
 Notas
[1] De la destacada actriz, intérprete máxima de las piezas de García
Lorca, se sabe que fue invitada insistentemente por el maestro
Valencia para que se quedara en Cali y fundase la Escuela de Teatro
de la ciudad. Pero, a pesar de que la Xirgú aceptó la oferta por un
dinero increíblemente razonable para la época, la financiación de
su estadía no fue posible, inexplicablemente, y la famosa intérprete
de Bernarda Alba y Yerma, levó anclas hacia Argentina en busca de
mejores rumbos. Tomado de: ROMERO, Sandro. Óp.cit. p. 27
[2] Ibíd. p. 27

26 | Alcaldía de Santiago de Cali

Centro Cultural de Cali

Centro Cultural del Municipio de Santiago de Cali propuesto como monumento nacional
Autores: Rogelio Salmona, Jaime Vélez, Pedro Mejía y Raúl Ortiz Fecha 1988-1990[1]

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 27

 En 1996 el Municipio de Santiago de Cali ad-
quirió el inmueble en donde por espacio de unos
años funcionó la sede de la Fundación para la
Educación Superior -FES-, edificación que me-
reció el Premio Nacional de Arquitectura en la
XII Bienal 1989-1991 por la concepción general
de sus espacios, juiciosamente definidos por
los arquitectos Rogelio Salmona, Raúl H, Ortiz,
Jaime Vélez y Pedro A. Mejía, encargados de su
diseño y construcción. Su adquisición se hizo
con el propósito de establecer allí el Centro Cul-
tural de la ciudad, decisión que puede ser con-
siderada como una de las más acertadas del
municipio en términos culturales, en tanto que
el espacio ha ayudado enormemente a consoli-
28 | Alcaldía de Santiago de Cali
dar el centro histórico y cultural de la ciudad, en
donde convergen tanto las instituciones como
las personas interesadas en el arte y las distin-
tas expresiones de la cultura.
El 13 de marzo de 1998 se inauguró el Cen-
tro Cultural de Cali. El edificio tiene un área
construida de 14 mil metros cuadrados apro-
ximadamente, distribuida en tres pisos sobre
nivel y dos sótanos para parqueaderos. Casi
10 mil metros cuadrados de esa superficie se
distribuyen en espacios destinados al disfrute
de los visitantes de la ciudad: un amplio alero
encerrado con columnas, destinado a la cir-
culación peatonal, una plazoleta pública, un
auditorio polifuncional y dos salas auxiliares
disponibles para exposiciones, conferencias,
conciertos y otras actividades culturales de la
ciudad. Aunque su estilo arquitectónico es mo-
derno se trató de ofrecer una mezcla inteligen-
te de ciudadela mudéjar con castillo medieval,
que rescata elementos arquitectónicos hispá-
nicos, tales como los aleros de los andenes
para guarecer a los transeúntes, los balcones
del segundo piso y los espacios abiertos que
llevan al interior, posiblemente con el fin de no
desentonar frente a la arquitectura que rodea a
la edificación y que representa la Cali colonial.
Este edificio que ocupa casi en su totalidad la
manzana comprendida entre las carreras 4ª y
5ª y las calles 6ª y 7ª, de la zona céntrica del
sector histórico de La Merced,
[…] deja libre al interior dos espacios di-
ferenciados por la topografía, el primero
un gran patio alargado elevado y de carác-
ter privado que domina sobre el segundo
un piso por debajo y que posee el carácter
de plazoleta pública a la que se accede en
sesgo a través de la apertura en la esquina,
donde se reelabora el tema de los accesos en
diagonal elaborados permanentemente por
Salmona, en este caso marcado por la luz de
una marquesina y la dirección de una esca-
lera que desciende hacia los sótanos donde
está un conjunto de espacios (Sala Múltiple,
Salas de Exposiciones) destinados a acti-
vidades culturales y que está inscrita en un
espacio de planta circular. Este espacio que
articula el interior del edificio con el espacio
urbano exterior es de una extraordinaria ca-
lidad plástica, producto de los efectos de luz
y sombra, de la superposición de la direccio-
nalidad de la diagonal con la centralidad del
foso circular, los planos rectos de los costados
de las naves construidas y la circulación alre-
dedor del foso antes mencionado, además de
las transparencias con las edificaciones veci-
nas que se incorporan a la visual interior [2].
Como parte integral del complejo histórico
La Merced, el edificio que hoy corresponde
al Centro Cultural de Cali tuvo necesaria-
mente que contemplar en su diseño detalles
que estuvieran acordes con el orden arqui-
tectónico y visual que ofrecía este espacio
tan simbólico para la ciudad. Por lo tanto, se
controlaron las alturas del edificio, pensan-
do siempre en un entorno que relacionara
la ciudadanía con nuevos tipos de relación
espacial, que permitiera su disfrute y el de
los edificios contiguos como el Teatro Mu-
nicipal y la Casa Proartes, entre otros. Los
efectos positivos observados en una inter-
vención tan limitada como la de la Calle de la
Escopeta lleva a recomendar una interven-
ción en el espacio público que permita aún
más la valoración de la arquitectura de este
sector de la ciudad.
[…] se puede leer como un lienzo de ladrillo,
sistemática y jerárquicamente horadado, ya
que los vanos mayores se realizan en relación
directa con las zonas de acceso al interior del
edificio. En el interior, galerías en dos nive-
les, así como el sistema de galerías públicas
que definen al proyecto en su perímetro,
proveen a los usuarios del complejo con la
posibilidad de gozar de una comodidad am-
biental contra la inclemencia ocasional del
calor tropical. Este gesto arquitectónico ha-
bla elocuentemente de una arquitectura im-
pregnada de gran sentido cívico” [3].
En sus inicios se proyectó un diseño de
sede múltiple que incluía oficinas, locales de
atención al público, cafetería, centro cultural
y parqueadero público, los arquitectos su-
maron la generosidad con el espacio urba-
no, la circulación y el tratamiento de jardines
que acompañan a los patios. Precisamente,
esta disposición de los espacios permitió
que el edificio pasara de ser sede exclusiva
de oficinas a ser el epicentro de la cultura en
Cali, en tanto posibilitó el funcionamiento de
espacios dedicados a la cultura en general.
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 29
 Un espacio destinado a la circulación peato-
nal y de contenidos artísticos denominado
Entre Columnas, dos plazoletas públicas, un
auditorio polifuncional, programados para
conciertos, conferencias, talleres, ensayos
y otras actividades culturales, un salón para
conferencias, seminarios, al servicio de la
comunidad, dos salas disponibles para ex-
posiciones.
En el sótano funcionan las dos salas de ex-
posición, en el primer piso funciona la Sala
Jorge Luis Borges, la Audioteca y Videoteca,
la Biblioteca Infantil y Juvenil y el Punto Vive
Digital, espacios que están rodeados por la
Plazoleta Samán, en el segundo piso funcio-
na la sala de proyecciones y el Archivo His-
30 | Alcaldía de Santiago de Cali
tórico de Cali, finalmente en el tercer piso los
Estudios de Grabación Takeshima, incluído el
despacho de la Secretaría de Cultura, asimis-
mo se han distribuido en los diferentes pisos,
las oficinas que lideran los procesos afines a
la misión y visión de la Secretaría de Cultura.
El Centro Cultural de Cali ofrece a los ciu- Notas
dadanos servicios gratuitos, con variada pro-
gramación cultural dirigida al público, des- [1] RAMIREZ POTES, Francisco. Plan Especial de Manejo del
de niños hasta mayores. Se constituye en un Patrimonio Cultural Inmueble. Propuesta de reglamentación,
(arquitectónico, urbanístico y paisajístico-urbanístico de Santiago de
espacio integral por las diferentes áreas que Cali). Cali, septiembre de 2003. Trabajo inédito.
aportan al conocimiento, a la convivencia y al
[2] RAMÍREZ POTES, Francisco. Plan Especial de Manejo del
sano esparcimiento. Patrimonio Cultural Inmueble. Propuesta de reglamentación,
(arquitectónico, urbanístico y paisajístico urbanístico de Santiago de
Cali). Cali, septiembre de 2003. Trabajo inédito.
[3] Ibíd.
Sociedad de Mejoras Públicas

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 31


Monumento Nacional –Decreto No 2858 del 26 de noviembre de 1984
Autores Ings. Gaetano Lignarolo y Guido Micucci, 1931
Restauración Manuel Lago - Calle 12 Carrera 3
32 | Alcaldía de Santiago de Cali
Reseña histórica
El paso del siglo XIX al XX significó para Cali
un periodo de transición, donde los discursos
relacionados con los conceptos de moder-
nización, cambio, progreso y ordenamiento
convergieron en las dinámicas sociales que
paulatinamente fueron consolidando a la ciu-
dad como una de las más importantes de la
región. Luego de un siglo atravesado en su
mayor parte por guerras y conflictos sociales,
producto de la instalación de un nuevo orden
político que permeó drásticamente todos los
demás ámbitos de la vida (social, económica,
cultural), el siglo XX con todos sus hallazgos
y posibilidades se presentaba como un nuevo
comienzo. Aunque para entonces Cali todavía
dependía administrativamente de Popayán, ya
sus hombres más destacados habían iniciado
la ardua carrera que finalmente les proporcio-
naría la deseada autonomía y en 1910 le daría
a Cali el estatus de ciudad capital del recién
creado departamento del Valle del Cauca.
Paralelo a este proceso de emancipación, la
ciudad se fortalecía. Las transformaciones en
su economía poco a poco fueron modificando
los modos de vivir y de relacionarse. El flujo
migratorio generado por el cambio de las ac-
tividades comerciales, hizo desplazar un buen
número de los habitantes del campo a la ciu-
dad y, por ende, en esta última los índices de
población fueron creciendo, como también lo
fueron haciendo los límites de la ciudad. Con
todo esto, un nuevo orden urbanístico se hizo
cada vez más perentorio. Así lo entendió por lo
menos un grupo de hombres, quienes preocu-
pados por la organización y presentación de la
ciudad decidieron conformar una junta que se
dedicara exclusivamente a esos asuntos. Fue
así como el 7 de junio de 1904 se creó la Junta
de Ornato y Embellecimiento mediante la pro-
puesta presentada al Concejo municipal por
don Andrés J. Lenis, en atención a lo expuesto
por los señores Pedro Jaramillo y Ricardo J.
Velásquez que previamente habían propuesto
la fundación de una junta de ornato. De ésta
hicieron parte inicialmente Miguel Salazar,
Emiliano Laserna, José María Martínez, Fran-
cisco A. Palau, José María Echeverry, Alberto
Carvajal, Marceliano Calero, Guillermo E. Ca-
bal, Tulio J. Sánchez, Liborio Hurtado, Nicolás
Hormaza C., Ricardo Velásquez J., Gonzalo D.
Buenaventura y como secretario actuó don
Jorge Pineda. No obstante, como antecedente
a este hecho en particular se puede destacar la
Ordenanza 249 de 1875 con la cual se empezó
a demostrar el interés que tenía la comunidad
en la organización de los espacios de la ciu-
dad, razón por la cual se dispuso la coloca-
ción de algunas pilas o fuentes y la siembra
de árboles para el embellecimiento de algunas
zonas de la pequeña provincia. Según la men-
cionada ordenanza se disponía que,
En los cuatro frentes de la plaza, y dejando
calles de 20 metros de latitud, se sembrarán
diez y seis naranjos, prefiriendo los agrios, y
diez y seis sauces de pluma, o cuatro naranjos
y cuatro sauces interpuestos en cada lado y a
distancias iguales y simétricas…Artículo 6º.
 Créase un Comisario de Policía, con la do-
tación de $8 mensuales con el exclusivo fin
de cuidar de los árboles, regarlos diariamen-
te en los veranos, reparar sus cercas, evitar
que los arranquen o dañen,… Artículo 7º.
Se prohíben absolutamente las carreras de
caballos y el juego de toros en la Plaza Ma-
yor de esta ciudad, desde que en dicha plaza
se haya puesto la arboleda a que se refiere
el Artículo 5º de esta Ordenanza… Artículo
8º. Se prohíbe absolutamente amarrar ani-
males de ninguna clase ni cosa alguna en los
árboles de la plaza. El que contravenga a esta
y a la anterior prohibición, pagará una multa
de diez pesos…” [1]
Al parecer lo dispuesto en esta ordenanza
no se cumplió a cabalidad puesto que según
relatos de la época “sólo hasta el año 1888
se sembraron cuatro almendros en los cuatro
centros de los frentes de la plaza, que per-
manecieron allí hasta la primera década de
este siglo, que fueron traídos de Costa Rica
y obsequiados por don Simón Sinisterra” [2].
Para entonces, muchas de las actividades
que se llevaron a cabo para dar cumplimiento
al propósito de adecuación y embellecimien-
to, contaron con una muy destacada partici-
pación femenina, tanto así que la junta que
inicialmente se conformó estuvo integrada
exclusivamente por mujeres, entre ellas, Eli-
sa Byrne de Sánchez, Laura Ayerbe de Byrne,
Dolores Martínez de Rengifo, Herminia Bo-
rrero de Rengifo, Rita Cordovéz de Caicedo,
Virginia Cordovéz de Buenaventura, Genarina
Picón de Byrne, Carmen Cobo de Vázquez,
Micaela Iragorri de Borrero, Felisa Borrero
de Sinisterra, Dolores López de Martínez, Pe-
trona Camacho de Trujillo, Martina Rebolle-
do de Peña y Rafaela Camacho de Vernaza.
De cualquier forma, la expedición misma de
la ordenanza demostraba que desde el siglo
XIX existió la preocupación y el interés por el
ordenamiento de la ciudad, al menos desde
el orden del discurso y las leyes, a partir de
los cuales se intentó dar solución a algunas
situaciones que se presentaban con relación
a los espacios públicos.
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
Con posterioridad a esa disposición, en
1903 se creó una junta de ornato, gracias al
estado de abandono en que se encontraba la
Plaza de la Constitución provocado en buena
parte por la presencia de caballos y burros
que además de pasearse por la calles de la
ciudad, pastaban precisamente en la plaza.
Dicha situación condujo a don Pedro Jarami-
llo, gerente del Banco los Andes, a proponer
la fundación de una junta de ornato, que bien
recibida fue por el Cabido de la ciudad. Una
vez formalizada la junta, el 11 de septiem-
bre de 1903 fueron designados los señores
Pedro Jaramillo, Apolinar Sierra, Ricardo
Price, Juan Bautista Gómez, Pedro Mejía Du-
que, Francisco Restrepo Plata, Julio Giraldo
O., Ramón Quintero, Henry J. Éder, Benito
López, Ismael Hormaza y Emiliano Otero,
como miembros integrantes de la misma.
No obstante, poco duró la recién conformada
junta ya que el Cabildo no destinó los fondos
con los cuales se había comprometido para
el funcionamiento de la misma.
33
 A pesar del fracaso que tuvo aquella inicia-
tiva, al año siguiente se propuso de nuevo la
creación de una junta de ornato y embelle-
cimiento, ya que las inapropiadas prácticas
cotidianas que realizaban los habitantes de la
ciudad desde antaño aún se seguían reprodu-
ciendo, muy especialmente en la Plaza de la
Constitución. A principios del siglo XX, dicho
lugar, además de ser destinado como epicen-
tro de eventos políticos y culturales, era utili-
zado semanalmente como plaza de mercado
y en alguna ocasión fue utilizado para llevar a
cabo una novillada. Con el fin de darle solución
a los problemas de salubridad e higiene que
provocaban dichas actividades, fuera del mal
aspecto que generaban, un grupo de personas de proyectos de los que hicieron parte hom- dispuso de la siembra de árboles (guácimos,
provenientes de las más reconocidas familias bres y mujeres de la élite local, entre quienes cachimbos y palmeras), la disposición de sen-
de la ciudad propuso iniciar las actividades de se puede destacar a don Manuel Sinisterra, deros internos, bancas y algunas lámparas
ornato con las cuales se buscaba recuperar la prefecto de aquel entonces, a alcaldes como que hicieron de éste un lugar más tranquilo y
imagen de uno de los lugares más represen- Andrés Lenis que durante más de 50 años acogedor destinado a actividades muy distin-
tativos y simbólicos que poseía la ciudad. El hizo parte de dicha institución, a Eusebio Ve- tas. Pero con los cambios que transformaron
empeño que demostró aquel grupo de perso- lasco, a Manuel María Buenaventura y a Igna- su aspecto físico, también llegaron aquellos
nas a favor de la cultura y de los procesos de cio Palau, propietario del periódico “Correo de índole simbólico e identitario: el antiguo
higienización fue fundamental para el desa- del Cauca”, entre muchos otros. Con más de nombre de Plaza de la Constitución fue sus-
rrollo mismo de la ciudad; grupo que de igual cien años de funcionamiento, la Sociedad de tituido por Plaza de Caicedo en honor a uno
manera acogía otras propuestas y era testigo Mejoras Públicas, nombre que le fue dado a de los más destacados hombres del proceso
del surgimiento de otras instituciones ligadas la Junta de Ornato en 1952, ha participado en de emancipación, Joaquín de Caicedo y Cuero,
al progreso, como la Sociedad de Medicina del un gran número de actividades que han trans- quien en términos de representación política
Cauca, presidida por el doctor Evaristo García. formado material e inmaterialmente a la ciu- constituyó una figura de orgullo para los hom-
dad. La primera de éstas, que además podría bres de la época.
La aprobación unánime de la propuesta considerarse como la razón de su fundación,
hecha por don Andrés J. Lenis dio lugar a la tiene que ver con la recuperación de la Plaza No obstante, la participación de la Sociedad
creación de la Junta de Ornato y Mejoras Pú- de la Constitución con miras a la celebración de Mejoras Públicas en la transformación de la
blicas en 1904. Con aquella decisión, la ciu- del primer siglo de Independencia. Para ello se ciudad fue posible, en gran medida, gracias a
dad empezó a beneficiarse de un sinnúmero los aportes que desde la Alcaldía y el Concejo

34 | Alcaldía de Santiago de Cali

municipal percibía. Entre 1910 y 1925, el De-
partamento de Obras Públicas cedió una parte
del presupuesto municipal de rentas y gastos
para la inversión y el sustento de la junta y una
parte del recaudo de los impuestos a los es-
pectáculos públicos. En 1913 el Acuerdo Nº 11
expresaba que “para auxiliar a la Junta Central
de ornato a fin de que lleve a cabo las obras
públicas que tenga emprendidas $300” [3]; por
su parte, el Acuerdo N° 22 de 1925 manifesta-
ba: “Art 1º. Cédase a la Junta de Ornato y Me-
joras Públicas, la renta de avisos y autorízase
a dicha junta para que organice la recaudación
de tal renta” [4]. En 1924 el Concejo Municipal
resaltando la importancia de la junta de ornato
expide el Acuerdo 20 mediante el cual se dic-
tan algunas medidas a favor de dicha Junta,
así:
[….] Art 3º Para la mejor armonía entre el
Concejo y la Junta, en esta tendrá cabida
permanente, como miembro activo, un con-
cejal. Art 4º el Presidente de la junta será el
órgano de comunicación entre ésta y el Con-
cejo, para lo cual tendrá voz en las delibera-
ciones concernientes al ramo. Art 5º la junta
de ornato y mejoras públicas tendrá la facul-
tad de arbitrar los recursos extraordinarios
que estime convenientes para el mejor de-
sarrollo de sus labores, y dispondrá además,
del producto de las entradas a los parques en
los días de retretas y de los auxilios especia-
les que se le señalan en los presupuestos y
demás acuerdos municipales. Art 6º los au-
xilios directos que el municipio dé a la junta
de ornato y mejoras públicas serán pagados
por el tesorero municipal, mediante la pre-
sentación de la cuenta de cobro correspon-
diente firmada por el presidente de la Junta,
quien mensualmente informará al Concejo
sobre la inversión de esos fondos y sobre sus
labores. Art 7º se declaran legalmente esta-
blecidas las juntas de ornato de los parques
de San Nicolás y Santa Rosa.
Dado en Cali, en el salón de sesiones del
Concejo, a 30 de mayo de 1924” [5]
En los procesos de cambio que gestaron a
principios del siglo XX, una vez la ciudad de
Cali fue designada como la capital del depar-
tamento del Valle, la Junta de Ornato y Me-
joras Públicas cumplió un papel fundamental.
La toma de decisiones respecto a un nuevo
orden territorial mucho tuvo que ver con las
características económicas de la región, que
desde antaño le auguraron a la región tiempos
de progreso y desarrollo. La transformación
de las actividades agrícolas, el comercio, el
fortalecimiento del sistema de navegación por
el río Cauca y la construcción del ferrocarril,
que significaba la conexión de la región con el
mundo, fueron algunas de las actividades cla-
ves que llevaron a posicionar a Cali, como una
de las importantes ciudades de la región. En el
ámbito cultural, la inauguración de la Bibliote-
ca del Centenario, espacio en el que sesionó la
junta desde 1919, fue uno de los hechos más
relevantes en los que participó la sociedad,
tanto que uno de sus más notables miembros,
don Blas Scapetta, se desempeñó por varios
años como secretario de dicha biblioteca. Otro
de los hechos destacados en el ámbito cultural
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 35
 fue la creación del Teatro Municipal con la ac-
tiva participación de don Manuel María Buena-
ventura, miembro de la sociedad, considerado
uno de los principales gestores del teatro.
El reconocimiento, la influencia política de al-
gunos de sus miembros y el apoyo por parte de
la municipalidad en la mayoría de las actividades
emprendidas por la Junta de Ornato y Mejoras
Públicas, hicieron posible su participación en los
procesos de desarrollo de la ciudad que tuvieron
que ver con la implementación del alumbrado pú-
blico de la ciudad, el uso del tranvía, el estableci-
miento de monumentos en la ciudad, el desarrollo
de los medios de trasporte, la consolidación de
espacios destinados a la cultura, la recreación y
el cine; la irrupción de las comunicaciones; la pla-
neación de la ciudad en sus diferentes momentos;
la educación y la veeduría ciudadana, la construc-
ción de las principales avenidas, la construcción
de la central hidroeléctrica, la carretera al mar y el
Hospital Departamental.
36 | Alcaldía de Santiago de Cali
El 18 de julio de 1963 se suscribió la es-
critura por la cual la Sociedad de Mejoras
Públicas adquirió la casa ubicada en el ba-
rrio La Merced, en pleno corazón histórico
de Cali. En este lugar se creó la Casa de la
Cultura, organismo independiente de la So-
ciedad, con el fin de trabajar por la cultura,
el mejoramiento, el ornato y progreso de la
ciudad, en el que se acopiarían documentos,
obras de arte y objetos relacionados con la Notas
historia y la tradición de la ciudad. En la ac-
tualidad la Sociedad de Mejoras Públicas de [1] Archivo Histórico de Cali, Fondo Concejo Tomos Varios, 10 de
Cali es la institución cultural más antigua de Marzo de 1875
la ciudad y ha participado en favor de la pre- [2] BUENAVENTURA, Manuel María. “Sociedad de Mejoras Públicas”
servación y el crecimiento de la ciudad de la En: Del Cali que se fue. Imprenta Departamental. Cali, 1957.
mano con entidades públicas y privadas. Ha- [3] Archivo Histórico de Cali (AHC), Fondo Concejo, Acuerdo Nº 11,
cer referencia a la historia de Santiago de Cali Tomo 6B años 1910-1913
en los últimos 100 años es hablar también de [4] AHC, Fondo Concejo, Acuerdo 22 de 1925 (octubre 7) Tomo años
la Sociedad de Mejoras Publicas; de ahí su 1923, 1924, 1925
importancia a la hora de resaltarla como una [5] AHC Fondo Concejo, Acuerdo 20 de 1924 Tomo años 1923,
institución cultural de la ciudad. 1924, 1925
Casa Proartes

Foto antigua
Foto primeras décadas del siglo XX

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 37

 Reseña histórica
Como institución sin ánimo de lucro, la
Asociación para la Promoción de las Ar-
tes, ‘Proartes’, fue creada en 1979 por doña
Amparo Sinisterra de Carvajal y los señores
Bernardo Garcés Córdoba y Leo Feldsberg,
quienes como amantes de la cultura se en-
contraban decididos a promocionar las artes
para encontrar en ellas expresiones creativas
del ser humano. Han pasado un poco más de
tres décadas desde que estas personas empe-
zaron a visitar empresarios, proponiendo para
la ciudad la creación de una entidad de carác-
ter privado que se dedicara a la promoción y
38 | Alcaldía de Santiago de Cali
el desarrollo de la cultura tanto a nivel local
como naciona y que hiciera posible que los
caleños disfrutaran de grandes producciones
nacionales e internacionales.
Desde su primera sede ubicada en el piso
12 de la Cámara de Comercio de Cali, Ampa-
ro Sinisterra, alma de la institución, empezó a
desempeñarse como directora ejecutiva y pre-
sidenta de la asociación acompañada por un
escogido número de colaboradores, quienes
fueron delineando y ejecutando las políticas de
la asociación. A partir de entonces, cada direc-
tor ejecutivo le ha dado a su gestión su sello
propio, acompañado por una junta directiva
comprometida y colaboradora. Han ocupado la
dirección ejecutiva Jorge Barragán, Arturo Gó-
mez, el Mono Cantero, María Victoria Barrios
de Gómez, Margarita Trejos, Mariana Garcés
Córdoba, Beatriz Barros Vigna e Isabel Cristina
Restrepo.
El traslado de las oficinas ubicadas en la Cá-
mara de Comercio de Cali, a la sede que actual-
mente ocupa se realizó en junio de 1994 luego
de lograr el usufructo a través de comodato la

antigua casona de dos plantas, cuya fachada
desprovista de recubrimiento deja ver sus mu-
ros levantados en mampostería de ladrillo con
estilo neoclásico. Se encuentra ubicada en la
esquina de la calle 7a con carrera 5a frente al
Teatro Municipal. La casa, construida a finales
del siglo XIX hacia el año de 1871 por Francisco
y Ramón Sinisterra, conserva algunos elemen-
tos característicos de la arquitectura colombia-
na de finales del siglo XIX, como su estructura
organizada alrededor de un patio central, pero
conserva algunos patrones republicanos como
el ochavado y el acceso por la esquina.
A principios del siglo XX la casa pasó a ser
propiedad del municipio, con la idea inicial de
construir una cárcel. Sin embargo, su ocupa-
ción cambió radicalmente cuando entre 1910
y 1930 pasó a ser sede de la Gobernación del
Valle, y después funcionaron allí, sucesiva-
mente, el Conservatorio de Música fundado
por el maestro Antonio María Valencia, la Bi-
blioteca Departamental, la Biblioteca del Cen-
tenario y la Universidad Santiago de Cali. Las
actividades culturales, artísticas y académicas
que acogió en su recinto ayudaron a consoli-
dar progresivamente la zona histórica cultural
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
de Cali, convirtiéndola en lugar obligado para
propios y extraños y en referente cultural de la
ciudad. Restaurada y adecuada para activida-
des culturales, con la expedición del Decreto
No. 2233 de noviembre 19 de 1980 este bien
inmueble se mantiene protegido físicamen-
te como parte integrante del centro histórico
de la ciudad, pues de allí su área de influencia
más cercana, comprendida entre las calles 5a
y 8a y las carreras 1a y 6a de la actual nomen-
clatura urbana.
Por su rol en la historia y en la vida contem-
poránea de la ciudad, dicha casa ameritó ser
considerada bien de interés cultural. En 1959
mediante la Ley 163, esta edificación conside-
rada por muchos como ejemplo arquitectóni-
co, fue declarada monumento nacional y pa-
trimonio cultural. Sin embargo, sólo décadas
más tarde el inmueble fue sometido a un pro-
ceso de restauración por parte del municipio.
Bajo la administración de Carlos Holmes Tru-
jillo como alcalde de la ciudad, se dio la opor-
tunidad para que la Universidad Santiago de
Cali pudiera construir en un sitio distinto las
aulas necesarias para llevar a cabo las activi-
dades académicas que se impartían allí. Dicha
gestión permitió que, con los planos iniciales
del arquitecto Jaime Cárdenas, el entonces al-
calde Germán Villegas Villegas hiciera efectiva
la entrega del predio al arquitecto José Cobo
para que iniciara las obras de recuperación en
1991. A este proceso de recuperación y res-
tauración del inmueble se unió el interés de
Proartes, que desde años atrás, se planteó la
39
 meta de dotar a la ciudad y al Valle con un cen-
tro cultural polifuncional. Por ello el Concejo
Municipal le entregó en comodato la casa, su
actual sede, mediante el Acuerdo No. 07 de
Febrero 4 de 1986.
Desde su creación a la fecha, esta institución
ha logrado proyectar una imagen significativa
en la ciudad, la región y en el país. Ha desa-
rrollado su campo de acción alrededor de la
programación y realización de presentaciones
artísticas en el campo de la música, la danza y
el teatro, entre otros. Su interés por responder
a las necesidades culturales de la ciudad y la
región, la ha llevado a proponer variados pro-
gramas y a establecer relaciones interinstitu-
cionales para alcanzar y multiplicar lo positivo
de su trabajo. Para llevar a cabo sus fines, la
40 | Alcaldía de Santiago de Cali
entidad se ha dedicado a adelantar actividades
que dejen un patrimonio permanente para Cali
y la cultura; a liderar procesos socio-cultura-
les en interrelación con diferentes institucio-
nes privadas y oficiales, a impulsar programas
de difusión artística y cultural desde la niñez;
a promocionar sus agrupaciones y organiza-
ciones; a realizar presentaciones artísticas de
calidad y a prestar servicios de información y
asesoría sobre diseño e implementación de
programaciones culturales.
La Casa Proartes abrió las puertas de su
sede a otras entidades afines sin ánimo de lu-
cro, como el Museo de la Ciudad Manuel Ma-
ría Buenaventura, la biblioteca infantil Rafael
Pombo y el Festival Internacional de Arte de
Cali, pero, sobre todo, para reunir en su recin-
to a los amantes de la estética y a los sensi-
bles de espíritu para que disfruten de una pro-
gramación, variada y permanente que incluye
exposiciones de artes plásticas, conferencias,
proyección de videos y películas de cine in-
dependiente, audiciones musicales, montajes
de teatro, recitales poéticos, talleres de forma-
ción, actividades especiales para niños y pre-
sentaciones artísticas, entre otras, que logran
reunir en su recinto a artistas plásticos, tea-
treros, pintores, poetas, escritores, cineastas,
bailarines de danza clásica o folclórica, entre
otros, quienes encuentran allí un espacio para
presentar y desarrollar sus propuestas. Lo
cual ha permitido que en la Casa Proartes se
hayan presentado consagrados artistas, pero
también un buen número de jóvenes talento-
sos que inician su carrera.
Estación del Ferrocarril

Foto antigua
Antigua Estación de Ferrocarril de la calle 25 con carrera 4

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 41

 Reseña histórica
La construcción del sistema ferroviario del
Pacífico fue un proceso que tomó muchos
años y en el que se conjuraron tanto intereses
como personajes extranjeros y nacionales que
intervinieron en las obras. Como proyecto de
comunicación, destinado a unir el centro del
Cauca con el puerto de Buenaventura buscan-
do una salida al mar, fue pensado y proyecta-
do desde la época de la Colonia. En noviembre
de 1564, don Francisco Mosquera de Figue-
roa, encargado de la Gobernación de Popayán,
fue el primero en dictar las medidas para que
se estableciera una comunicación formal en-
tre Cali y Buenaventura por el río Dagua. Más
adelante la corona española concedió en 1582
licencia a don Francisco Jaramillo para abrir
al camino de Cali a Buenaventura. Fueron mu-
chos los intentos por iniciar este proyecto y
darle continuidad, y sólo en junio de 1872,
bajo la presidencia del doctor Manuel Murillo
Toro, se acordaron las bases de un contrato
con los americanos David R. Smith y Frank B.
Modica, como apoderados de la compañía The
Cauca Walley Minning and Construction Com- cisco J. Cisneros, de nacionalidad cubana, territorio continental, y de un muelle, abando-
pany, para la construcción de una vía férrea considerado como el verdadero iniciador y nado desde el principio porque los buques no
entre la bahía de Buenaventura y el río Cauca. primer ingeniero de este proyecto, con quien podían atracar en él. El presupuesto de estas
Las bases del contrato fueron aprobadas por se reanudaron las actividades de construcción obras se tasó en 6.000.000 de pesos; el Go-
ley 66 de junio de 1872 y modificadas por ley el 15 de septiembre del mismo año desde bierno nacional se comprometió en aportar
64 de 1873. Buenaventura y se logró construir un primer $3.000.000, el Estado de Antioquia contribui-
tramo de 20 kilómetros entre Buenaventura y ría con $200.000 y el del Cauca con $2.000
Los incumplimientos por parte de los con- Córdoba, inaugurado el 22 de julio de 1882, mensuales, ninguno de los estados cumplío el
tratistas llevaron a que el 2 de febrero de 1878 que incluyó la construcción del puente del Pi- compormiso y el gobierno central lo asumio
se celebrara otro contrato con el señor Fran- ñal, que comunica a la isla de Cascajal con el por entero.

42 | Alcaldía de Santiago de Cali

 Realizados los estudios para continuar la lí-
nea construida, vecinos y autoridades de Cali
elevaron reclamaciones, protestas e incluso
produjeron amenazas, porque no llegaba la
carrilera a la ciudad por falta de apoyo, por
la oposición ejercida por parte de algunos y
por la falta de pagos por parte del Gobierno.
Iniciado el siglo XX, en medio del incumpli-
miento de los contratistas, se proyectaron los
tramos que irían hasta Palmira, Cartago y Po-
payán. Mientras los caleños aún seguían espe-
rando con impaciencia la llegada del tren, este
a duras penas arribó al municipio de Dagua el
20 de julio de 1908, donde además se cons-
truyó el primer taller del ferrocarril en 1911.
A La Cumbre los rieles llegaron en 1913, y a
Yumbo el 19 de septiembre de 1914. La línea
férrea llegaría a Cali el 19 de enero de 1915,
Talleres de Chipichape
y la primera locomotora de carbón arribaría,
casi un año después, el 6 de julio de 1916.
El Ferrocarril del Pacífico, considerado en-
tonces como la vía de mayor extensión en el
país por su recorrido, contaba en el departa-
mento con 441 kilómetros de vía distribuidos
así: sección O.E Buenaventura-Cali 174, kiló-
metros, sección S-N Cali Cartago, 173 kilóme-
tros, sección transversal Palmira-Pradera, 14
kilómetros, sección sur Cali-Timba, 40 kilóme-
tros, sección transversal Zarzal-Estación-Te-
baida, 40 kilómetros, para un total de 441 kiló-
metros[1]. En este recorrido “el Ferrocarril tiene
como estación inicial a Buenaventura[2], a 12
Km de altura sobre el nivel del mar y sube has-
ta la población de La Cumbre, a 1581 Km para
descender luego a Cali, a 957 metros. En las
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
demás líneas excepción del ramal Zarzal-Cai-
cedonia, corre sobre un nivel promedio de
1000 metros. El ancho de la vía es de 36 pul-
gadas, su pendiente máxima del 4%; pasa por
tres grandes puentes: el del Piñal en Buena-
ventura y dos sobre el río Cauca. El movimien-
to de este ferrocarril es intenso debido al gran
volumen de carga que se moviliza del puerto
de Buenaventura hacia el interior”. El creciente
movimiento de carga de exportación e impor-
tación hizo necesarias dos obras adicionales:
la construcción de un muelle de cemento en
Buenaventura y el taller del Ferrocarril, que se
construyó en Chipichape. Entre 1919 y 1922
se construyó, con recursos del departamento,
el muelle de cemento armado de 480 pies de
largo y 118 de ancho con bodegas y depósitos
para 9000 toneladas de mercancía.
43
 Luego de construidas la estación de Yumbo,
inaugurada el 19 de septiembre de 1914, y la
Isaacs, contigua a este municipio, el 19 de octu-
bre del mismo año, la estación de Cali fue inau-
gurada el 1 de enero de 1915, ubicada en el kiló-
metro 173, distante, para entonces, del centro de
la ciudad, cerca del cementerio, en razón de que
el Concejo Municipal y algunos vecinos se opu-
sieron a que se estableciera al otro lado del río
Cali, considerado por muchos el lugar más apro-
piado para tal fin. Este hecho se confirma cuan-
do, en el informe realizado sobre “Estaciones
y bodegas”: “adolece esta estación del defecto
de quedar un tanto excéntrica, pues el primitivo
44 | Alcaldía de Santiago de Cali
proyecto de construirla en un punto muy central
de la ciudad, donde el Gobierno adquirió zonas
para su edificación, hubo de abandonarse por la
Compañía, cediendo a la presión de influencias
locales, y respetando opiniones adversas a su
ejecución” [3]. Construida la estación muchos
coincidían en decir que “a pesar de que el ramal
del tranvía que se tendió por frente a la estación,
para comunicarla con el centro de la ciudad, y
la sombra del movimiento, han desarrollado allí
bastante la población, todavía queda muy excén-
trica la estación y se dificulta el comunicarse con
ella en los días de lluvia. Con el tiempo ese barrio
adquirirá grande importancia, pues tiene buenas
condiciones, está bien alumbrado y se constru-
yen allí varias fábricas”[4].
No obstante, a pesar de las reconocidas li-
mitaciones que enfrentó la estación por su
ubicación, su construcción fue considerada
como una de las más importantes mejoras in-
troducidas a la empresa ferroviaria, que “por
su amplitud y excelente dotación y confort,
está catalogada como una de las mejores es-
taciones férreas de Suramérica y Estados Uni-
dos” [5], Así lo confirma el señor Rufino Gutié-
rrez el 6 de febrero de 1918 cuando describe
la estación de Cali:
La estación es muy cómoda y de buena y só-
lida construcción de ladrillo, adobe y cemen-
to, con techos metálicos, superior a todas las
del país, excepción hecha de las de Bogotá y
Medellín; tiene edificio de dos pisos para ofi-
cinas y habitación de los empleados superio-
res, grandes bodegas, separadas, para carga de
importación, exportación y productos del país
y entrega y recibo de equipajes; salones bien
amoblados para pasajeros de las diferentes
categorías; una casa con cuatro departamen-
tos para empleados secundarios del servicio
de la estación, de los trenes y de la vía; muy
amplios andenes cementados, con bancas; ex-
tensos patios, almacenes de útiles y materiales
muy bien provistos y ordenados, talleres de
reparaciones, cobertizos para depósito y para
reparaciones de máquinas y carros, baños, ex-
cusados, urinario. Iniciado un parque entre los
edificios y el camellón por donde pasa el tran-
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
vía; profuso alumbrado eléctrico, un estanque
de acero de 6.000 galones de capacidad, para
proveer de agua a las locomotoras y a los edi-
ficios, servido por energía eléctrica, con gasto
de $3 mensuales (cuando para ese servicio se
empleaban brazos humanos costaba de $80 a
$90 y era deficiente); el mobiliario de todas
las oficinas, habitaciones y salones de espera
es extranjero[6].
45
 Bajo la presidencia de Mariano Ospina Pérez,
12 de octubre de 1949 se empezó a construir la
nueva estación del ferrocarril denominada ‘Al-
fredo Vásquez Cobo’ ubicada en la calle 26 N
con carrera 2 y se inauguró el 12 de octubre de
1953. Se construyó en un lote de 16.000 me-
tros cuadrados comprado por los Ferrocarriles
Nacionales a los nietos de Vicente Borrero en
1944. Casi cuatro décadas más tarde, mediante
resoluciones 013 y 051 de agosto y octubre de
1994, respectivamente, fue declarada monu-
mento nacional. En su interior, donde funcionó
la sala de espera y la venta de tiquetes, se hallan
dos murales de 200 metros cuadrados cada
uno, pintados por el artista Hernando Tejada y
terminados el 29 de junio de 1955.
Apenas se inició la construcción de la nueva
estación del ferrocarril, en 1950, se planeó la
decoración de sus paredes con grandes mu-
rales. Hernando Tejada “recibe la noticia de
que habrá espacio para dos grandes murales
en la sala de espera. Corre el año cincuenta y
don Hernando ganó el concurso para realizar
el trabajo: cuatrocientos metros cuadrados”[7].
Tejada ganó el concurso sobre la base de una
propuesta conceptual que acompañó con un
proyecto del diseño. Ignacio Gómez Jaramillo
recordaba poco antes de su muerte que “Tejada
lo visitó en busca de algún consejo cuando ob-
tuvo el contrato. Gómez, que a veces era dueño
de un humor ácido y violento, casi con grose-
ría, lo confesaba él mismo, le dijo a Tejada: “El
mural es para pintores de estatura. Usted ni si-
quiera va a poderse trepar a los andamios”. Y
46 | Alcaldía de Santiago de Cali
Tejadita, sonriendo, le repuso: “Ignacio, yo uti-
lizo andamios hasta para pintar en caballete”[8].
Luego de muchas peripecias, tejada logró
que le pagaran treinta y seis pesos por metro
cuadrado, “aunque el pintor no ha hecho cuen-
tas reales de todo lo que deberá invertir en los
materiales del fresco, alquiler de los andamios
y paga de ayudantes. Pero es su gran oportu-
nidad. El mural ocupará dos paredes de la sala
donde deben transitar miles de personas; el re-
cinto permanecerá abarrotado día y noche de
público que los mercadotecnistas llaman hoy
“cautivo”. Según Tejada la sala de espera de la
estación se convertirá, por virtud suya y de la
magia de la pintura, en aula de historia y centro
de educación estética[9]. Es la pintura compro-
metida con el pueblo, para decirlo a la manera
de Alipio Jaramillo[10]”. Las dos grandes pintu-
ras ocupan 380 metros cuadrados de pared,
constituyen el espacio mural más grande de
Colombia. El tema es impuesto, los murales de-
bían estar dedicados a “la historia del transpor-
te y la historia de Cali”. Tejadita solía repetir que
“nunca había estudiado historia y me tocó”, y
así debió documentarse sobre la historia de los
acontecimientos y sobre la iconografía de los
héroes nacionales y regionales. Los bocetos
iniciales, realizados en hojas de cuaderno, pare-
cen desmesuradamente pequeños frente a los
muros donde trasladaría la composición. “No
solo gracias a los estudios a los que se sometió
para llevar a cabo su obra, sino a su valor pic-
tórico, los murales son un compendio gráfico
de la vida local.
Notas
[1] Información tomada de PAREDES CRUZ, Joaquín, Óp.cit. p. 205
[2] A modo de descripción de esta estación, Rufino Gutiérrez escribió:
“La estación de Buenaventura en el puerto de entrada más importante
que tiene la Nación en el mar Pacífico, es sencillamente vergonzosa,
lo mismo que sus dos bodegas, de paredes y techo metálico, todo en
estado ruinoso, sin un estrecho salón de espera, sin andenes, sin una
miserable banca para sentarse las personas que esperan la llegada
o el despacho de un tren. Todo aquí es apenas comparable con los
lastimosos edificios del titulado ferrocarril Puerto Wilches o con los
intermedios del de Calamar…. Mala idea se formarán del país y de su
más importante vía férrea los extranjeros que lleguen al puerto y vean
lo que son los edificios de la estación de entrada y los no mejores
de la más productiva y concurrida Aduana de este mar. Tomado de:
Gutiérrez, Rufino. Datos sobre la historia del Ferrocarril del Pacífico,
Arboleda y Valencia, Buenaventura, 1919. p. 30
[3] Informe rendido al Ministerio de Obras Públicas por el visitador
fiscal de Ferrocarriles Luis M. Holguín en marzo de 1916.
[4] Ibíd. p.29
[5] Óp. cit. PAREDES CRUZ, Joaquín. p. 206
[6] Óp. Cit. Gutiérrez, Rufino. p. 29
[7] [205]MONTAÑA, Antonio. “La pintura mural” En: Hernando
Tejado. Investigación gráfica de Lucy Tejada y Alejandro Valencia
Tejada. Fotografías de Hernán Díaz y Fernell Franco. Impresiones
Feriva. Santiago de Cali., 2003
[8] [206] Citado por Montaña, Ibíd.
[9] [207]DÍAZ, Julia Mariana. “Primera estación: Hernando Tejada”
EN: Gaceta Dominical. # 794. Cali, Febrero 5 del 2006. p 10, 11.
[10] [208] MONTAÑA.Óp. cit.
Universidad del Valle

Foto antigua
Universidad del Valle - Sede Meléndez 1971

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 47


El 11 de junio de 1945 mediante Ordenan-
za No. 12, expedida por la Asamblea departa-
mental y bajo el mandato de Carlos Navia Be-
lalcázar como gobernador del departamento
vallecaucano, se creó la Universidad Industrial
del Valle del Cauca. Los antecedentes más in-
mediatos que contextualizan su fundación se
encuentran en algunos hechos de carácter
internacional determinados por la coyuntura
económica de la posguerra. Así mismo, en el
plano nacional dichos antecedentes se definie-
ron, por una parte, con el comienzo de una se-
gunda fase de desarrollo industrial caracteri-
zada por la producción de bienes intermedios
48 | Alcaldía de Santiago de Cali
y por la inversión extranjera, y de otro lado,
por las condiciones de tipo social que produ-
jeron el desplazamiento de una numerosa po-
blación del campo a la ciudad.
Aunque a mediados del siglo XX la econo-
mía del Valle del Cauca estaba basada en las
actividades agrícolas y pecuarias, no habían
logrado constituirse en un lugar de progreso.
La falta de abastecimiento de mercancías por
parte de los Estados Unidos, sin embargo,
posibilitó que algunos latifundistas y agricul-
tores vallecaucanos comenzaran a invertir en
el comercio y en algunos sectores manufac-
tureros, logrando con ello iniciar, en los años
cincuenta, un proceso de industrialización que
paulatinamente fue consolidando el sector
agroindustrial principalmente con el cultivo
de la caña de azúcar como elemento propicio
para la creación de un modelo de empresa
económica agraria.
En otro sentido, el centro de producción em-
pezaba a desplazarse de la zona rural a la ur-
bana en medio de la violencia política de esos
años, con lo cual la estructura poblacional del
Valle del Cauca empezó a transformarse en
tanto el campo iba dejando de ser el lugar de
producción de campesinos o pequeños y me-
dianos hacendados para convertirse en el espa-
cio de acción natural del gran capital. En conse-
cuencia, un amplio movimiento migratorio que
se desplazaba del campo a la ciudad aumentó
ostensiblemente los niveles poblacionales ur-
banos, pero la escasa preparación técnica y
académica de la mayoría de los habitantes de la
región limitaba su acceso inmediato al merca-
do laboral, hecho que influía directamente en el
crecimiento del sector industrial.
El hecho de que a mediados del siglo XX el
departamento aún no contaba con una institu-
ción educativa de nivel superior, restringía la
presencia de profesionales en la región salvo
el caso de algunos médicos, abogados e inge-
nieros cuya formación significaba prestigio y
reconocimiento social dentro de la mentalidad
de aquella época. Sin embargo, el contexto so-
cial y económico planteaba nuevas necesida-
des que debían ser resueltas inmediatamente,
por lo que algunos dirigentes de la época fue-
ron conscientes de la importancia de contar
con otro tipo de profesionales y con una in-
fraestructura material y técnica necesaria para
materializar proyectos de desarrollo.
La fundación de la universidad posibilitaba
un cambio significativo para la ciudad y el de-
partamento de progreso económico y cultural
ofrecía nuevas carreras y la formación de nue-
vos profesionales orientados al desarrollo de
la región. Razones que explican, en parte, la
orientación tecnológica de la universidad du-
rante sus primeros años.
Estas condiciones contribuyeron a delinear
los derroteros de progreso de la sociedad.
Así lo entendieron personas como Tulio Ra-
mírez[1], secretario de la Asamblea departa-
mental y rector del Instituto Industrial de Cali,
quien se interesó por el tema y fue consciente
de la urgencia de crear un centro de estudios
profesionales que formara hombres capa-
ces de manejar las empresas nacionales y de
atender las necesidades técnico laborales im-
Bocetos
Universidad del Valle
perantes en ese entonces. Don Tulio Ramírez
precisaba que:
El problema económico fuertemente liga-
do al problema educativo, inquieta a las so-
ciedades modernas en términos que exigen
atención, organización, celeridad y compe-
tencia. La realidad evidente nuestra es que
somos dueños de una economía pobre y
desarticulada. Colombia y el Valle del Cau-
ca disponen de inmensas posibilidades en
cuanto se refiere a su riqueza pero carecen
de una enseñanza acorde con la explotación
de esa riqueza. Y piden una enseñanza que
forme hombres aptos para la empresa de la
producción[2].
Al respecto, tambien se destacó la gestión
del entonces director de Educación, Severo
Reyes Gamboa, quien, a pesar de los obstácu-
los que encontraba a su paso y de la incredu-
lidad tanto de su círculo de funcionarios más
cercanos como de la ciudadanía en general,
logró interesar a los miembros del gabinete de
la Asamblea departamental luego de presen-
tar el informe elaborado por Nicolás Ramos
Hidalgo y Libardo Lozano Guerrero y de revi-
sar la propuesta presentada por la Cámara de
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
Comercio de Cali, entidad que con antelación
había solicitado la creación de una Facultad
de Enseñanza Comercial e Industrial. Con el
análisis de esos estudios, la corporación con-
firmó la importancia que tendrían los estudios
universitarios en tanto agenciadores del de-
sarrollo y transformación de la ciudad, por lo
cual se dispuso la creación de la universidad y
la aprobación de un presupuesto de 100.000
pesos anuales para estudios, planos, compra
de lotes y construcción de edificios necesa-
rios para su funcionamiento, de dicha partida
sólo fueron efectivos un poco más de 46.000
pesos, lo cual generó inconvenientes para la
marcha del proyecto educativo y que se con-
vertiría en un factor de crisis, conflicto y lu-
chas estudiantiles.
Ante la carencia de un espacio más adecua-
do, la universidad empezó a funcionar en una
antigua casona ubicada en la calle 9 con carre-
ra 3 y se trasladó al año siguiente a la esquina
de la calle 9 con carrera 4 y luego a la avenida
6 con calle 13. Su planta administrativa y las
facultades de Ingeniería Eléctrica y Arquitec-
tura funcionaron en una edificación al frente
49
 Equipo de arquitectos
de la antigua sede del Batallón Pichincha, en
donde actualmente funciona el Centro Admi-
nistrativo Municipal -CAM-. Bajo la dirección
de Tulio Ramírez, la Universidad inició sus
estudios profesionales con la Escuela de Co-
mercio Superior y Administración, la Escuela
de Agricultura Tropical luego llamada Facultad
de Agronomía que al año siguiente en 1946
fue incorporada a la Universidad Nacional con
sede en el municipio de Palmira, y las licencia-
turas en Química, Farmacia, Veterinaria, Me-
cánica, Electricidad y Enfermería. Así mismo,
comenzó a funcionar como institución anexa
a la universidad, el Colegio Femenino de Se-
gunda Enseñanza, posteriormente llamado
Instituto Departamental Femenino con un to-
tal de 76 estudiantes. Cuatro años más tarde,
en 1949, se creó la Escuela de Enfermería y
las Facultades de Ingeniería, Química, Electri-
50 | Alcaldía de Santiago de Cali
cidad, Arquitectura y Comercio Superior. Lo
cual resultado de la tenacidad impuesta de
don Tulio Ramírez quien “sacó la Universidad
de la nada y organizó el comienzo de la docen-
cia universitaria en una ciudad donde no había
profesores de nivel superior: tenía que dirigir,
administrar, luchar incansablemente por el
presupuesto, velar por la eficacia de la docen-
cia, interesar a las autoridades departamenta-
les y municipales en la obra universitaria y de-
dicar tiempo y esfuerzo en la búsqueda de un
patrimonio y de una sede para la universidad,
pues constantemente los locales de escuelas,
facultades y de oficinas administrativas se tor-
naban insuficientes”[3].
En 1950 por iniciativa de un pequeño grupo
de médicos que residían en Cali, egresados
de la Universidad Nacional y de la Universi-
dad de Antioquia, interesados en establecer
estudios de medicina que rompieran con los
esquemas tradicionales y permitieran estable-
cer una nueva metodología de enseñanza de la
rama médica en la ciudad, se creó la Escuela
de Medicina mediante Decreto 641 del 29 de
mayo. Inició sus actividades académicas el
1o de octubre de 1951 con un grupo de 50
estudiantes en el antiguo claustro del Cole-
gio de Santa Librada que, para entonces, ya
había sido trasladado a su actual sede.Poste-
riormente, conforme se fue consolidando esta
escuela, fue necesario contar con auxiliares de
enfermería, lo que posibilitó la creación de la
Escuela Auxiliar, anexa a la de enfermeras, con
una buena acogida por parte de la población
femenina que, interesadas en el conocimiento,
no había podido acceder a niveles superiores
de estudio. Más adelante, bajo la adminis-
tración de Gabriel Velásquez Palau, quien se
desempeñó como decano de la Facultad de
Medicina, se consiguió una completa dotación
para la escuela: laboratorios en los que cada
estudiante contaba con su puesto de trabajo
y podía adelantar sus prácticas, un laboratorio
auxiliar de investigación con todas sus instala-
ciones para química, bioquímica, física, fisio-
logía y microbiología[4]. Se iniciaron también
las gestiones para obtener un terreno situado
en la parte posterior del Hospital Departamen-
tal, cuya construcción fue adjudicada a la fir-
ma del ingeniero Ángel Castro Borrero y com-
prendía los edificios para la biblioteca central,
estudios generales, arquitectura, economía,
instituto de la construcción, laboratorios de
suelos y pavimentos, consejo deportivo, de-
partamento de biología, administración cen-
tral y rectoría. desde entonces el vínculo Uni-
versidad-Hospital fue clave en el proceso que
se venía gestando, logrando para la década del
sesenta posicionar la Facultad de Medicina en
el ámbito nacional e internacional.
con un consejo académico y uno administrati-
vo, éste con participación de representantes de
los diferentes sectores de la comunidad. Admi-
nistrativamente otra de las modificaciones es-
tablecía la escogencia del rector a través de una
terna enviada al gobernador del departamento
por el Consejo Directivo de la Universidad. En
el campo cultural se destacó la creación del
Departamento de Publicaciones que funcioó a
partir de 1955 con la creación de la biblioteca,
cuya labor logró enriquecer el acervo docu-
mental tan necesario para el fortalecimiento de
las actividades académicas.
La siguiente tarea consistió en interesar a
las autoridades departamentales y municipa-
les en la obra universitaria y dedicar tiempo
y esfuerzo a la búsqueda de un patrimonio y
de una sede más apropiada para la universi-
dad, pues constantemente los locales de las
escuelas, facultades y oficinas administrativas
se tornaban insuficientes. En 1954 se inició la
construcción de los edificios en la sede de San
Fernando para las Facultades de Medicina, Ar-
quitectura y para la Escuela de Enfermería. En
1955, el señor Álvaro Garcés Giraldo manifies-
tó en una de las sesiones del Consejo de Ad-
ministración el interés de su familia de ceder

En 1954 el doctor Mario Carvajal fue nom-

brado rector de la Universidad, cargo que des-
empeñó hasta 1966, consolidando el espíritu
educativo de la institución. Bajo su dirección se
lograron importantes desarrollos y transforma-
ciones, tanto en el plano académico como en
el administrativo. Entre ellos, uno de los más
significativos por su valor fundante, fue el cam-
bio de nombre de la Universidad que a partir de
1954 por Ordenanza No. 10 pasaría a ser “Uni-
versidad del Valle”, y contaría desde entonces

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 51

 un lote de 369.145 metros cuadrados que po-
seía en los alrededores de Cali, para levantar
allí la Ciudad Universitaria del Valle; oferta que
años más tarde se ampliaría por parte de los
hermanos Garcés Giraldo, a donar un área de
aproximadamente un millón de metros cua-
drados en la que se empezaría a construir el
complejo universitario con un préstamo con-
seguido a través del Banco Interamericano de
Desarrollo –BID–. Una vez finalizado, dicho
proyecto de construcción expresó de una for-
ma arquitectónica novedosa y atractiva, fun-
cional y diferente al diseño realizado por va-
rios arquitectos y compañías constructoras,
que le permitió ganar el Premio Nacional de
Arquitectura, máximo galardón para el diseño
y la construcción en Colombia[5]. Adicional a
estos avances en términos de patrimonio, el 4
de noviembre de 1957 el departamento le ce-
dió a la Universidad las piscinas olímpicas, el
Estadio Pascual Guerrero y el Gimnasio Evan-
gelista Mora, donación ratificada por el Minis-
terio de Gobierno.
Posteriormente, la nación le adjudicó una re-
serva de 300 kilómetros cuadrados en el sec-
tor de Bahía Málaga para establecer un centro
de Biología Marina y hacer estudios forestales.
El desarrollo académico también se aceleró.
Se crearon carreras intermedias como Tecno-
logía en Topografía, Técnica en Fisioterapia,
Técnica en Laboratorio Clínico, Técnica en Bi-
bliotecología y Técnica en Administración de
Empresas. Se creó el Departamento de Huma-
52 | Alcaldía de Santiago de Cali
nidades que incluía las carreras de Filosofía,
Letras e Historia y Música, el de Educación y
el de Consejería Psicológica. Años más tarde,
en 1960, se introdujo el Magíster en Adminis-
tración Industrial, lo cual permitió vincular a
miembros de la clase empresarial de la ciudad
y a algunos líderes sindicales a la universidad.
En 1962, “como un intento de incidir en la pre-
paración de los alumnos de secundaria me-
diante la formación de profesores licenciados
en Estudios Sociales y Filosofía, Filología e
Idiomas, Matemáticas y Ciencias que la región
fuera demandando”[6], fue creada por el Con-
sejo Superior la Facultad de Educación que al
año siguiente sería denominada como Divi-
sión de Humanidades y Educación, la cual fue,
transformando y ampliando paulatinamente
su oferta académica, a la vez que abrió estu-
dios en la jornada nocturna, permitiendo una
mayor vinculación y capacitación de maestros
vinculados al magisterio. Por gestión del señor
Óscar Gerardo Ramos, secretario académico
de la Universidad, fue creado en 1964 el Ins-
tituto de Humanidades y Pedagogía, del cual
surgieron luego la Facultad de Educación que
desarrollaba licenciaturas en Matemáticas, Fí-
sica, Biología y Química, y la Facultad de Hu-
manidades que comenzó con cinco unidades
académicas: los departamentos de Filosofía,
Letras, Historia, Idiomas y Música.
En 1966 se llevó a cabo una reorganización
académica que se mantendría hasta 1975 y
agrupaba facultades y escuelas en un sistema
de divisiones, bajo un concepto de integración

de recursos, que se tradujo en un incremento
de la actividad académica con un mayor nú-
mero de programas, docentes, investigadores
y servicios a la comunidad. Así, por ejemplo,
la División de Ciencias incluía los Departa-
mentos de Física, Química, Matemática y Bio-
logía; la División de Ingeniería, las carreras
de Ingeniería Química, Mecánica, Eléctrica
y Sanitaria, que posteriormente, entre 1968-
1982, se amplió con las carreras de Ingeniería
Agrícola, Civil, Industrial y Estadística; en la
División de Ciencias Económicas y Sociales se
integraron la Facultad de Economía Política, y
los departamentos de Sociología, Ciencias Po-
líticas y Administración Pública. De allí que, en
la década del sesenta, bajo las administracio-
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
nes de Mario Carvajal y de su sucesor, Alfon-
so Ocampo Londoño, la universidad se logró
consolidar a nivel nacional como una moderna
institución educativa de nivel superior, con un
excelente nivel académico.
Como rector, Ocampo Londoño, fiel prototi-
po de la clase empresarial vallecaucana, traba-
jó mancomunadamente con el sector privado
logrando comprometer seriamente a la clase
empresarial con el proyecto universitario. Su
interés por lograr un mayor cubrimiento de-
partamental condujo al Consejo Superior de la
Universidad del Valle a aprobar un proyecto de
regionalización universitaria que cubriera los
principales municipios del departamento cuyo
centro sería Cali. Este proyecto, aunque no
logró iniciarse inmediatamente, logró consoli-
darse años más tarde, a principios de la déca-
da del noventa, bajo la rectoría de Harold Rizo,
y con resultados muy positivos para el proyec-
to original. Fue aprobada la creación de varias
dependencias como la Vicerrectoría Académi-
ca, la Oficina de Planeación y el Consejo Supe-
rior Universitario con la representación de los
distintos sectores y gremios de la comunidad
y el trabajo mancomunado con fundaciones y
universidades extranjeras, como la Fundación
Rockefeller, la Fundación Ford, la Fundación
Kellogg y la Universidad de Tulane. De igual
forma, se organizó un comité de investigacio-
nes para lo cual se buscaron recursos econó-
micos y se fomentó la vinculación de profeso-
res de tiempo completo que pudieran integrar
la docencia y la investigación.
53
 Las dificultades presupuestales con las que
contaba la universidad hasta esa fecha, se
lograron superar a través de ayudas prove-
nientes de la comunidad y del sector privado,
una vez que los empresarios empezaron a ser
parte del Consejo Superior. Por ello, la crea-
ción de la Fundación para la Educación Supe-
rior —FES— con carácter privado y sin ánimo
de lucro se llevó a cabo con el propósito de
buscar y manejar los fondos privados que se
consiguieran e invertir productivamente los
dineros de la universidad, especialmente los
que provenían de las fundaciones extranjeras
y los que se obtuvieran de particulares. Como
resultado de esta acción se organizó en la uni-
versidad una oficina de promoción y desarro-
llo cuya misión era la de buscar la ayuda eco-
nómica de los particulares y del sector oficial.
54 | Alcaldía de Santiago de Cali
A través de esta oficina se presentó la solicitud
de financiación al Banco Interamericano de
Desarrollo —BID— para la construcción de
una nueva sede universitaria. Solicitud final-
mente aprobada en 1968 bajo la presidencia
del chileno Felipe Herrera, por 11.5 millones
de dólares, de los cuales el banco desembol-
saría el 55% y el resto sería aportado por la
nación con el respaldo del presidente Carlos
Lleras Restrepo, quien se interesó por el éxito
de este proyecto. El siguiente paso fue conse-
guir otro tipo de recursos para la construcción
a través de donaciones o ayudas gubernamen-
tales; por ello la nación expidió una ley para
la creación de una estampilla de cubrimiento
regional y, por otra parte, se logró la expedi-
ción de un acuerdo por parte del Concejo de la
ciudad mediante el cual se daría un porcentaje
del incremento predial que se produjera como
consecuencia de la valorización del sector sur
de la ciudad, una vez construida la ciudad uni-
versitaria[7].
El proyecto de modernización de la univer-
sidad “que creó tanto una cultura administra-
tiva y académica como un espíritu de inter-
nacionalización que se extendió a todas las
actividades de la institución”[8], tocó una de
las fibras más sensibles de la comunidad uni-
versitaria: el tema financiero, uno de los pro-
blemas más serios que ha tenido que afrontar
la universidad a lo largo de su historia. Esta
situación, unida al rechazo generado por el
convenio firmado con el BID para la construc-
ción de la ciudad universitaria, a la posición
en contra de las fundaciones extranjeras y de
los cuerpos de paz y del rechazo a la Funda-
ción para la Educación Superior –FES-, cuya
gestión se orientaba presuntamente a proce-
sos de privatización, asi como se repudio a la
represión académica y al elevado nivel de exi-
gencia a los estudiantes, generaron, en 1968
una gran agitación estudiantil que exigía en-
tre otros puntos, la entrega del presupuesto
asignado para la universidad por parte del
gobierno departamental y nacional, el cam-
bio de los Consejos Superior y Directivo y la
renuncia de algunos altos directivos incluido
el rector Alfonso Ocampo. La serie de protes-
tas, marchas, tomas, allanamientos y mítines
que se realizaron y, que de una u otra manera
respondían a una serie de acontecimientos
generados en el orden mundial, se agravaron
a tal punto que el Consejo Directivo decidió
suspender las actividades académicas, luego
de que se presentaron enfrentamientos con
el ejército y de declararse el “estado de sitio”
a raíz de la muerte del estudiante Édgar Me-
jía Vargas “Jalisco”, sucesos que obligaron
la renuncia del rector en marzo de 1971 y
ael cierre de la universidad aproximadamen-
te por dos meses, hasta cuando fue posible
nombrar un nuevo rector, en el marco de una
propuesta de reforma universitaria presenta-
da por Luis Carlos Galán como ministro de
Educación que posibilitó “la democratización
de la universidad, eliminación de la participa-
ción de los sectores extrauniversitarios, ma-
yor participación de profesores y estudiantes
en la administración del alma mater y la re-
forma del Consejo Superior”[9].
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
Al mismo tiempo, las edificaciones de la
ciudad universitaria, adelantadas en más de
la mitad de lo presupuestado, sirvieron como
villa olímpica a los deportistas que participa-
ron en los Juegos Panamericanos de 1971 y,
como contrapartida, la universidad obtuvo la
construcción de residencias universitarias y
la cafetería central. Desede entonces todo lo
obtenido por la universidad sirvió al propósi-
to de recuperar el equilibrio perdido. Bajo las
rectorías de Hugo Restrepo Ramírez, Alberto
León Betancourt y Álvaro Escobar Navia, la
universidad logró un destacado crecimiento
en términos de cobertura y al aumento del
cuerpo profesoral y de la planta de empleados
y trabajadores gracias a los incrementos de
los aportes estatales. No obstante, a la repen-
tina muerte del doctor Escobar Navia, la au-
55

sencia de una dirección clara tornó inmaneja-
ble el crecimiento de la universidad, que para
entonces era mayor que los aportes recibidos
por parte de la nación.
Entre 1980 y 1990, la Universidad del Valle
mantuvo y consolidó su perfil de universidad
moderna, liderando modelos de investigación
y de prestación de servicios. En 1985, con la
rectoría de Harold Rizo Otero la Universidad
comenzó un proceso de renovación logran-
do impulsar proyectos como la emisión de la
estampilla Pro-Universidad del Valle, cuyos
recursos han hecho posible la inversión en
56 | Alcaldía de Santiago de Cali
planta física, dotación y compra de equipos
para desarrollar nuevas tecnologías y comu-
nicaciones y, por otra parte, se logró conso-
lidar el programade regionalización con el fin
de que la universidad estableciera vínculos
más estrechos con las comunidades del de-
partamento y pudiera contribuir al desarrollo
económico, social, cultural y científico de la
región. A partir de ese proyecto lograron con-
solidar sedes regionales en los municipios
de Buga, Caicedonia, Cartago, del norte del
Cauca, Buenaventura, Palmira, Tuluá, Yum-
bo y Zarzal. El comité de estatuto profesoral,
creado para entonces con el propósito de apli-
car las normas referentes al desarrollo de la
carrera profesoral, posibilitó el surgimiento
de numerosos grupos de trabajo orientados a
la investigación en las diferentes áreas, y es-
tableció para ello convenios con organismos
nacionales e internacionales, así como para la
divulgación de los resultados y la formación
de docentes de educación media. A partir de la
Constitución de 1991, la participación profe-
soral se institucionalizó, permitiendo que sus
profesores eligieran a sus decanos, jefes de
departamento y de plan de estudios, además
de posibilitarles su participación en la orienta-
ción de la universidad a través de los cuerpos
de gobierno.
Otro logro fue la creación en 1995 de la Fa-
cultad de Artes Integradas, haciendo posible la
articulación e integración entre arte, ciencia y
tecnología, invisibilizada por causa de la orien-
tación tecnológico-científica que caracterizó la
universidad desde su génesis y que le había
otorgado a lo artístico y a lo estético un papel
suplementario, como cultura general para la
formación de ingenieros, médicos y econo-
mistas. A esta Facultad se integraron con el
paso de los años el Departamento de Música,
creado en 1961, y desde el cual se constitu-
yó el coro de la universidad con el apoyo del
profesor León J. Simar; el departamento de
Teatro que aunque data de 1962, inició sus
actividades desde 1956, y contó desde 1975
a contar con los aportes del maestro Enrique
Buenaventura, que en 1993 se transformó en
el Departamento de Artes Escénicas.
 Bajo la administración de Jaime Galarza San-
clemente, entre 1990 y 1998, la Universidad lo-
gró disfrutar de una relativa bonanza financiera
lograda por los recursos obtenidos por la es-
tampilla Pro-Universidad del Valle, con los cua-
les se apoyaron investigaciones, se dio impulso
al desarrollo tecnológico y a la construcción de
obras. No obstante, esta bonanza muy sensible
al estado de la contratación de obras públicas
en el departamento unida al déficit presupues-
tal que la universidad venía acumulando por el
pago de las mesadas pensionales a partir del 30
de junio de 1995, condujeron a una crisis finan-
ciera e institucional que conllevó al cierre en el
segundo semestre de 1998. Afortunadamente,
sorteando grandes dificultades, la universidad
logró abrir de nuevo sus puertas a comienzos
de 1999. Desde entonces, bajo la dirección de
Óscar Rojas Rentería, la Universidad fue alcan-
zando y construyendo relaciones, sobre todo
en el campo financiero: la creación del fondo
pensional, firmado en diciembre del 2000 por
parte del Ministerio de Hacienda y Crédito Públi-
co; la firma del contrato entre la gobernación y
la universidad para el pago del pasivo pensional
y, posteriormente, la renegociación de la deuda
pública con los bancos. A partir de entonces la
universidad ha venido trabajando en la recupera-
ción de sus finanzas, cuidando de caer en detri-
mento del patrimonio ni debilitar el crecimiento
de la institución. En la regulación académica, el
Consejo Superior aprobó una serie de acuerdos
mediante los cuales se establecieran políticas,
normas e instancias para la definición y reforma
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
de los programas de formación de pregrado de
la Universidad del Valle, se reorganizó la asigna-
ción académica de los docentes; se consolidaron
los procesos de autoevaluación para la acredita-
ción de los programas y se incrementó la cober-
tura mediante el ofrecimiento de programas en
horario nocturno, entre otros. Se ha trabajado en
el último año en el fortalecimiento académico e
investigativo y en la acreditación de los progra-
mas y ampliando su cobertura
Con todo ello, hoy en día, es posible afir-
mar que la Universidad del Valle es una de las
mejores posicionadas a nivel local y nacional,
en sus áreas misionales de docencia, inves-
tigación y extensión. Ha logrado mejorar su
planta física y construir nuevas edificaciones
como el herbario y el auditorio de la Facultad
de Ciencias Sociales y Económicas. El avan-
ce en las nuevas tecnologías de información y
comunicación –TIC– ha posibilitado la conso-
lidación de la red virtual universitaria. El Pro-
grama Editorial ha logrado producir y editar un
gran número de publicaciones, libros, revistas
y periódicos; y la continuidad y el desarrollo
de las programadora de televisión UV-TV, y la
emisora Univalle-estéreo 105.3 FM y el perió-
dico La Palabra soportados por el esfuerzo de
docentes, estudiantes y funcionarios de varias
facultades. La emisora ha obtenido en seis
ocasiones el premio ‘Alfonso Bonilla Aragón’ y
premios internacionales, como el “Innovatio”
otorgado en España, con los que se reconoce
la calidad técnica, creativa y conceptual de la
producción que se ofrece.
57
 Hoy en día su estructura organizacional
comprende con la rectoría, el Consejo Supe-
rior y el Consejo Académico; cuatro vicerrec-
torías (Académica, Administrativa, de Bien-
estar Universitario y de Investigaciones), una
Secretaría General y la Oficina de Planeación
y Desarrollo Institucional. Funcionan siete fa-
cultades: Artes Integradas, Ciencias Natura-
les y Exactas, Ciencias de la Administración,
Salud, Ciencias Sociales y Económicas, Hu-
manidades e Ingeniería, y dos Institutos: el
de Educación y Pedagogía y el de Psicología.
58 | Alcaldía de Santiago de Cali
Cuenta con 22 Escuelas y 15 Departamentos.
Como universidad pública, la Universidad del
Valle tiene como misión “educar en el nivel
superior, mediante la generación y difusión
del conocimiento en los ámbitos de la ciencia,
la cultura y el arte, la técnica, la tecnología y
las humanidades, con autonomía y vocación
de servicio social. Atendiendo a su carácter de
institución estatal, asume compromisos inde-
legables con la construcción de una sociedad
justa y democrática”[10].
Notas
[1] Nombrado como primer rector de la Universidad, se desempeñó
como Secretario de la Asamblea Departamental, rector de la Escuela
Municipal de Artes y Oficios, rector-fundador del Externado Nacional
“Camilo Torres”, rector de la Normal Central de Bogotá y profesor
consagrado... Conocía como pocos las necesidades de que la
educación se orientara por caminos distintos a los que tenía y que la
enseñanza profesional dejara de ser únicamente para los favorecidos
por la fortuna, abriéndole campo a los ciudadanos de la clase media y
a los hijos del pueblo en distintas actividades. Su ejemplar desempeño
como rector lo lleva a obtener en 1954 la condecoración académica de
la Gran Cruz de la Universidad. Tomado de: Paredes Cruz, Joaquín. El
Valle del Cauca. Su realidad económica y cultural. Imprenta “La Voz
Católica”, Cali, 1955. p. 230
[2] Ibíd. p.229
[3] Tomado de: Universidad del Valle, cincuenta años. Comité
editorial Universidad del Valle, Cali, 1995. Parte adaptada del trabajo
de la Dra. Elva Ortiz “La Universidad del Valle, 1945-1970” en:
Cuadernos del Valle, No. 7, Cali, Investigaciones universitarias –
Imprenta Universidad del Valle, 1976.
[4] PAREDES CRUZ, Óp. cit., p. 233
[5] Ibíd. p. 51
[6] Ibíd. p. 141
[7] Ibíd. p. 42
[8] Ibíd. p. 49
[9] Ibíd., p. 48
[10] Tomado de la página web de la Universidad http://aniversario60.
univalle.edu.co/historia/reseña/index.html (Consulta: 17-09-2010)
Instituto Departamental de Bellas Artes

Foto antigua
Foto primeras décadas del siglo XX

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 59


Reseña histórica
A su regreso a la ciudad de Cali, en el año de
1932, el maestro vallecaucano Antonio María
Valencia[1], después de estudiar en Europa y
realizar presentaciones en varias ciudades del
viejo continente, propuso, fundar en la capi-
tal del Valle un centro dedicado a los estudios
musicales. Su propuesta, que fue bien recibida
por personalidades de la época como Otto de
Greiff, Rosalba Cruz de Buenaventura, Susana
López y Elvira Restrepo, entre otros, fue sus-
tentada posteriormente ante el presidente del
60 | Alcaldía de Santiago de Cali
Concejo de la ciudad, doctor Jorge Zawadsky,
quien respondió mediante la expedición de un
acuerdo municipal que fijaba una subvención
para la fundación y el sostenimiento de un
conservatorio municipal de música y cuyos
montos serían incluidos en los presupuestos
de las próximas vigencias.
Una vez fundado en 1932, el Conservatorio,
que despues llevaría el nombre de su princi-
pal gestor “Antonio María Valencia”, inició en
enero de 1933 las primeras actividades en la
escuela de música bajo la dirección del maes-
tro Valencia, quien tuvo el mérito histórico de
crear, impulsar y dirigir la primera institución
dedicada a la enseñanza profesional del arte
en el suroccidente de Colombia, en una vieja
casona de dos pisos ubicada en la carrera 5
con calle 7, donde anteriormente funcionaba
la Biblioteca del Centenario y unos despachos
de juzgados, frente al Teatro Municipal en ple-
no centro del Cali viejo.
Con los años, lo que inicialmente funcionó
como una escuela de música, se fue modifi-
cando ante el el crecimiento de la ciudad y
el interés mostrado por algunos de sus habi-
tantes hacia las artes y la cultura. Como Bo-
gotá y Medellín ya contaban con institutos de
bellas artes, Cali se hallaba en deuda con su
población al carecer de un espacio apropiado
que ofreciera en su conjunto la formación en
las distintas expresiones del arte. Esta situa-
ción sin embargo, no era ajena para el maes-
tro Valencia quien desde hacía varios años
traía en mente un proyecto de tal magnitud.
Su iniciativa surgió precisamente en uno de
sus viajes a Europa cuando tuvo la oportuni-
dad de conocer al pintor Roberto Pizano, un
artista colombiano formado en España, Italia
y Francia y quien se encontraba de paso por
la ciudad de París. De su encuentro, Valencia
acogió la idea de Pizano quien albergaba la
concepción de construir un “Palacio de Be-
llas Artes” donde existieran dependencias
para la enseñanza y práctica de las distintas
manifestaciones artísticas, además de una
sala de conciertos, un museo donde pudieran
apreciarse las obras de artistas colombianos
antiguos y modernos y de extranjeros.
Motivado por ese propósito, sólo tres años
después de haberse puesto en marcha el
conservatorio en la ciudad de Cali, el maes-
tro Valencia inició gestiones ante el gobierno
nacional y el Congreso de la República para
obtener recursos con el fin de construir un
edificio en donde funcionaran las escuelas
de música, pintura y escultura. En marzo
de 1936 la propuesta de crear una Escuela
Departamental de Bellas Artes se comenzó a
materializar al expedirse por parte del Conce-
jo municipal el Acuerdo No. 23 en el que se
decretaba la construcción de un edificio para
la Escuela de Bellas Artes en Cali. Se dispuso
la escogencia del lote del terreno respectivo,
el levantamiento de los planos y la reserva
de $5.000 pesos de los $250.000 aportados
por la Nación para las obras centenarias. El
lote municipal de 2.500 metros cuadrados
escogido por el músico, en acuerdo con las
autoridades gubernamentales, donde aún
funciona su sede, se hallaba ubicado cerca a
una de las orillas del río Cali, en el barrio Cen-
tenario, lugar muy central a pocas cuadras de
la antigua sede. Por su parte, el Ministerio de
Educación Nacional comisionó a la firma Gó-
mez y Villa de Bogotá para hacerse cargo de
la obra, avaluada en $120.000. El edificio, el
más moderno de su género en Latinoaméri-
ca, albergaría las tres escuelas y tendría una
sala de conciertos, un espacio para emisora
de radio, oficinas, salones de clase y ensayo,
talleres, sala de exposiciones, biblioteca, ca-
Cabeza de Antonio María
Valencia
Colombia
1958
Escultura en piedra
49 cm x 40 cm x 43 cm
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
fetería, servicios, depósitos y jardines donde
los estudiantes se reunirían a intercambiar
inquietudes. Fue así como se materializó la
idea inicial de Pizano, que con tanto entusias-
mo acogió el maestro Valencia, dando paso a
la fundación del Instituto Departamental de
Bellas Artes en Cali, en el año de 1939.
A medida que se adelantaban, transcurrían
en la ciudad las ideas, proyectos y obras que
finalmente concluyeron con la fundación del
Instituto de Bellas Artes, se fueron desarro-
llando importantes iniciativas a nivel artístico,
que bien podrían considerarse como las ges-
toras de esa importante fundación. Paralela-
mente a las clases de música que se dictaban
en el conservatorio, se pensó en adelantar la
formación en artes plásticas. Por esta razón,
en el año de 1934 de la mano del maestro Je-
Antonio María Valencia
Fotografía en blanco y negro
22 cm x 28 cm
61
 sús María Espinoza[2], logró crear el programa
de artes plásticas que incluyó clases de dibujo
y pintura. Aún cuando desde tiempo atrás el
pintor Espinoza conocía el talento del maestro
Valencia y su capacidad como pianista concer-
tista, sólo en 1933 se conocieron, y fue el ini-
cio de una gran amistad. La comunidad de in-
tereses que los identificó logró que en octubre
de 1934, por medio de Ordenanza No 98 de la
Asamblea del Valle, se fundara la Escuela de
Artes Plásticas. Bajo la dirección de Espinoza,
se iniciaron las primeras clases de pintura, a
las cuales se vinculó en calidad de docente,
el escultor palmirano Gerardo Navia Palomino
y, posteriormente, el artista yugoeslavo Roko
Matjasic, quien tuvo a su cargo la cátedra de
mural y teoría del color.
El maestro Espinosa quien dedicó la mayor
parte de su vida a la docencia, logró plasmar
su talento artístico en paisajes, bodegones y,
sobre todo retratos, varios de Antonio Ma-
ría Valencia, elaborados a lápiz y al óleo. De
62 | Alcaldía de Santiago de Cali
él, la escuela recibió multiples enseñanzas y
aportes sobre todo en lo referente a las ma-
nifestaciones del arte clásico, impresionista
y expresionista, que se tradujeron en innova-
doras tendencias de la formación académica
de la institución. De su estilo se destaca la
habilidad manual y la imitación de los mo-
delos, acentuaba la formación en las pro-
porciones, la composición y la perspectiva;
asimismo, la importancia que le da a la natu-
raleza, elaborando bodegones o naturalezas
muertas, pero también captando argumentos
de lo natural, en salidas que promovía entre
estudiantes y profesores a “paisajear”. La fi-
gura humana suscitaba un especial interés
en él, por lo que en sus clases se hacían es-
tudios del rostro y del cuerpo, se practicaba
el estudio de la anatomía y, como ejercicio
culminante, proponía dibujar, pintar y mode-
lar desnudos con modelos presentes, lo cual
llegó a suscitar en esos años fuertes acusa-
ciones y denuncias por parte de la iglesia.
En 1939, ya en la nueva sede de la Escuela
de Artes Plásticas y con mayor presupuesto,
Antonio María Valencia pudo contar con más
colaboradores para desarrollar sus proyectos
pedagógicos. Entre ellos se encontraban: Ju-
lio Correa Pineda, como jefe de propaganda y
agente de conciertos y exhibiciones quien fo-
mentó el gusto por la música; Gerardo Navia,
nombrado rector de la sección de escultura
y artes decorativas, quien realizó numerosas
obras para instituciones y lugares públicos;
Roko Matjasic, paisajista y retratista nombra-
do como profesor de dibujo y composición
mural; Armando Romero Lozano, conocido
intelectual y humanista apasionado de la lite-
ratura, contratado como profesor de historia
del arte. Completaban la nómina, Alberto Ra-
mírez, vinculado a las cátedras de escultura
y pintura; y, por supuesto, el fundador Jesús
María Espinosa, quien después de ejercer la
dirección de artes plásticas fue profesor por
varias décadas en la institución.
 Inspirado en la obra nacionalista de Valen-
cia, Espinosa pintó el cuadro modernista Tris-
te Indígena, en el que aparece un campesino
tocando flauta, un perro echado y una madre
indígena con atuendo típico de la sierra soste-
niendo un niño en los brazos. Las montañas
de los Andes enmarcan la composición. Va-
lencia dedicó su partitura Canto de la nostal-
gia (incaico), fantasía vocal, a su colega Jesús
María Espinosa, pintor del páramo. En un prin-
cipio, Espinosa fue el único docente de artes
plásticas[3]. En las artes se realizaron las exhi-
biciones de Ignacio Gómez Jaramillo y Pedro
Nel Gómez en 1934. Carlos Correa celebra su
primera exhibición en Medellín en 1936. En
1957 aparece el texto de Laureano Gómez “El
expresionismo como síntoma de pereza e in-
habilidad en el arte”. En 1938 Ignacio Gómez
Jaramillo pinta en el Capitolio Nacional dos
“Inconvenientes”, obras que después serán
censuradas: La liberación de los esclavos y
Los comuneros. Se abren exhibiciones polé-
micas de Débora Arango en Medellín y Bogo-
tá, esta última presentada por Jorge Eliécer
Gaitán. En 1939 se funda el grupo de poetas
Piedra y Cielo. En 1948 aparece el libro de Ga-
briel Giraldo Jaramillo La pintura en Colombia
y se inaugura el Museo Nacional en el Panóp-
tico. En 1949 se funda la Universidad de los
Andes y hay exhibiciones de Ignacio Gómez
Jaramillo, Pedro Nel Gómez, Marco Ospina,
Carlos correa y Luis Alberto acuña, y también
de los nuevos: Alejandro Obregón, Ramírez
Villamizar y Wiedemann[4].
En las décadas del treinta y el cuarenta, en
el arte colombiano se destacaban en la pintura
dos grandes tendencias en pugna: una con-
servadora que idealizaba y falseaba argumen-
tos como el paisaje, el retrato y los cuadros
de costumbres. La otra tendencia, inspirada
en los ismos modernos y, especialmente, en
el muralismo mexicano, fue, una generación
contestataria, politizada y polemista de artistas
en los que Antonio María Valencia reconocía
el ánimo nacionalista que animaba igualmen-
te sus propias composiciones. Tanto fue así
que cuando el nuevo edificio del conservatorio
estuvo construido, Valencia quiso decorarlo
con murales, esculturas y obras de los me-
jores artistas colombianos contemporáneos,
enviando cartas a personajes como Pedro Nel
Gómez Jaramillo y Ramón Barba, invitándolos
a realizar trabajos para el nuevo recinto del Pa-
lacio de Bellas Artes. Fueron parte del cuerpo
profesoral artistas como Carlos Correa, quien
dirigió en dos periodos la escuela de pintu-
ra, el profesor francés Armando Brainos, en
la enseñanza de anatomía artística y Angéli-
ca Mejía como profesora de historia del arte;
también Humberto Chaves, Georges Brasseur,
Jack Scott, Kurt Lahs y Pedro Nel Gómez. El
artista y profesor Carlos Correa, quien dirigió
la Escuela Departamental de Pintura durante
dos periodos, el primero de 1945 a 1950 y el
segundo de 1955 a 1958, hizo un aporte signi-
ficativo en la continuidad de la formación a la
cual le imprimió criterios como estudio acadé-
mico, mirada crítica y aliento nacionalista. Se
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 63
 conserva en la institución una acuarela suya
que representa una procesión.
Muchos de los alumnos formados en la es-
cuela de pintura y escultura hicieron carrera
como artistas brillantes y aportantes, y otros
se dedicaron a la docencia, en muchos casos
en este mismo centro donde fueron formados.
Algunos de fugaz paso por la escuela como
Lucy Tejada, otros como Édgar Negret, que-
cursó allí completos sus estudios entre 1938
a 1943, recibiendo al terminarlos su respec-
tivo certificado. El 15 de diciembre de 1943,
en la Sala Beethoven con un concierto de la
Orquesta Sinfónica dirigida por Antonio María
Valencia y con un programa que incluía obras
de Mozart y Schubert, se entregaron los di-
plomas a los alumnos de pintura y escultura,
entre ellos a Negret, quien luego se convertiría
en uno de los más importantes artistas lati-
noamericanos de su generación, inicialmente
como parte del grupo de colombianos surgi-
dos a finales de la década del cuarenta destina-
64 | Alcaldía de Santiago de Cali
dos a renovar los lenguajes del arte nacional.
A esa generación pertenecen creadores como
Alejandro Obregón, Eduardo Ramírez Villami-
zar, Enrique Grau, Fernando Botero, Guillermo
Wiedemann, Lucy y Hernando Tejada, para
nombrar algunos de los más significativos.
Años más tarde, en los ochenta, bajo la di-
rección de la distinguida bailarina, coreógrafa
y pedagoga Gloria Castro, se designa como di-
rectora de la Escuela de Artes Plásticas, hoy en
día Facultad de Artes visuales y Aplicadas, a la
artista bogotana Doris Salcedo. La visión con-
temporánea de la maestra Salcedo transformó
el proceso de educación artística y pedagógica
en actualización de programas, que vinculan
nuevas generaciones de artistas muy destaca-
dos en la planta docente y las metodologías se
definen conforme al arte contemporáneo.
Otra de las áreas de formación que ofrece
el Instituto Departamental de Bellas Artes, no
de menos importancia, creada por iniciativa
del director español Cayetano Luca en 1955
la Escuela de Teatro. Fué la primera escuela
de formación de profesionales en este campo
fuera de la capital, con el fin, entre otros, de
suplir la demanda de actores y actrices para
la recién inaugurada televisión nacional. Para
ello se trajo desde Madrid al prestigioso di-
rector de teatro Cayetano Luca de Tena, quien
tuvo presentes para el diseño de su plan de
estudios, los programas de la Real Escuela
Superior de Arte Dramático (RESAD–España)
y de la Universidad Católica de Chile. Uno de
sus logros fue la constitución de la primera
compañía oficial de teatro del país, en 1961, el
Teatro Escuela de Cali (TEC), que produjo al-
gunos de los hitos más importantes del teatro
colombiano del siglo XX bajo la dirección de
Enrique Buenaventura y del argentino Pedro
I. Martínez. Y fue precisamente desde 1959,
bajo la dirección del maestro Enrique Buena-
ventura, que llegó a formar una generación de
artistas tan destacados que hicieron parte de

uno de los momentos más brillantes del tea-
tro colombiano. Entre sus maestros se pueden
destacar actores de talla nacional e internacio-
nal como Fanny Mickey, Helios Fernández,
Lucy Martínez, Jorge Herrera, Luis F. Pérez,
Aída Fernández, Iván Montoya, Guillermo Pie-
drahíta, Edilberto Gómez, Gilberto Ramírez,
Danilo Tenorio, entre otros.
Desde 1998 se ofrece el programa de Li-
cenciatura en Arte Teatral, sustentado en un
estudio de factibilidad que indagó sobre el
ejercicio profesional de los egresados de pro-
gramas similares en el país, que concluyó en
la pertinencia de un programa que forme acto-
res profesionales con altos niveles de desem-
peño artístico y pedagógico, para lo cual se ha
diseñado un plan de estudios que articula es-
tos dos saberes: el arte teatral y la educación
artística, debido a que el campo ocupacional
de estos profesionales se comparte entre los
escenarios y las aulas de clase: actores y ac-
trices pedagogos. En 1978 se funda la Escue-
la de Danza y dos décadas más adelante, en
1997, inicia su primer programa de postgrado
con la Especialización en Gerencia para las Ar-
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
tes. En el 2005 se cumplieron 50 años de Fun-
dación de la Escuela Departamental de Teatro
que en la actualidad es la en Facultad de Artes
Escénicas.
Hoy el Instituto Departamental de Bellas Ar-
tes se reconoce como una prestigiosa institu-
ción universitaria en la que funcionan el Con-
servatorio ‘Antonio María Valencia’, la Facultad
de Artes Plásticas y la Facultad de Artes Escé-
nicas, además de la Banda Departamental y el
Grupo de Títeres de Bellas Artes, como grupos
artísticos profesionales que adelantan accio-
nes culturales que contribuyen al desarrollo
del Departamento del Valle y a la proyección
hacia la comunidad. La Banda Departamental
fue fundada en el año de 1938 por iniciativa
del señor Luis Carlos Velasco Madriñán, di-
rector de Educación Pública del Departamen-
to, quien se propuso crearla como elemento
indispensable de la cultura y de la cual carecía
la ciudad. Por tal razón, la Asamblea departa-
mental apoyó la iniciativa aportando la suma
de $1.000 pesos mensuales, con lo cual se
logró la organización de la banda compuesta,
entonces, por 22 miembros dirigidos por el
maestro Jorge Umaña, quien había realizado
sus estudios en el Conservatorio de Bogotá.
A inicios de los años cincuenta, la banda con-
taba con el doble de integrantes, figurando a
la cabeza de los mejores conjuntos del país
por su magnífica dotación y organización. Hoy
la banda que tiene el carácter de agrupación
sinfónica y puede asumir conformaciones
como: grupo de cámara, quinteto de maderas,
65
 quinteto de bronces, diversas combinaciones
de bronces y maderas. Por su versatilidad in-
terpretativa, puede abordar la más variada li-
teratura musical, desde la popular colombiana
hasta los clásicos de la música, el jazz y un
gran repertorio sinfónico coral.
Por su parte el grupo de títeres, Titirindeba
de Bellas Artes, inició actividades en 1987 y
ya se ha ganado un reconocido lugar en las
agrupaciones de su tipo en Colombia. El grupo
se caracteriza por la diversidad de propuestas
técnicas que maneja en el arte del teatro de
muñecos, lo cual ha facilitado presentarse en
escenarios de Europa, Asia y América Latina.
Para la formación de artistas profesionales
con un alto nivel de calidad con ética y gran
desempeño, el Instituto Departamental de Be-
llas Artes ofrece en la actualidad programas
regulares de educación artística especializada
en los diferentes niveles del sistema educativo
colombiano, articulando su estructura orgáni-
ca y académica con la formación básica, me-
dia y universitaria. De este modo, se atiende al
desarrollo del talento desde edades tempranas
en los programas que así lo requieren, como
el de música, en el cual se busca atender al
futuro artista desde sus primeros años, rea-
lizando talleres de estimulación y sensibiliza-
ción. Por otra parte, el instituto ofrece cursos
de nivelación y preparación para quienes, sin
haber realizado el ciclo de básica primaria y
media vocacional, deseen ingresar a la Facul-
tad de Música, teniendo aptitudes musicales
para hacerlo. Entre los profesores más desta-
66 | Alcaldía de Santiago de Cali
cados que han pasado por esta facultad desde
sus inicios se hallan Antonio María Valencia,
Álvaro Ramírez Sierra, Hernando Restrepo,
Mario Gómez Vignes, Mery Fernández de Bol-
duc, Rosalía Cruz de Buenaventura, Rodolfo
Ledesma y Vivian Dow, entre otros.
Por su parte la Facultad de Artes Plásticas
lidera actualmente dos programas de forma-
ción universitaria: la carrera de Artes Plásti-
cas y la de Diseño Gráfico. La primera ofrece
cursos en el campo de la escultura, la pintura,
la museografía, la investigación estética, la
crítica de arte y la dirección artística; por su
parte, la de Diseño Gráfico ofrece cursos en
diseño editorial y tipográfico, dirección artís-
tica y creativa en publicidad, diseño experi-
mental, investigación estética, dibujo, y foto-
grafía. Entre sus profesores más destacados
han contado: Edgar Negret, Beatriz González,
Hernando Tejada, Jorge Reyes, Nadin Ospina,
Luis Alberto Acuña, David Consuegra, María
Teresa Negreiros, Luis Camnitzer, Elías Heim;
Miguel González, entre otros. Con más de 70
años de historia promoviendo el arte y la cul-
tura desde los planes de estudio y a través de
la conformación de grupos y la presentación
de espectáculos, el Instituto Departamental de
Bellas Artes se proyecta al siglo XXI como en-
tidad universitaria especializada en arte. Entre
sus proyectos a corto y mediano plazo está
crear nuevos planes de formación superior y
variados programas que dinamicen el arte y la
cultura, y respondan a las necesidades cultu-
rales y artísticas de nuestro medio.
Notas
[1] La influencia que ejerció este gran artista en la cultura fue decisiva, tanto que se le considera, en términos musicales como el verdadero transformador de ese mundo rítmico y sonoro. Su talento como intérprete, su
obsesión como pedagogo, su vasta cultura musical y, ante todo, su paciencia, convirtieron a un buen grupo de sus discípulos en profundos y fieles herederos de su espíritu y abrieron las puertas de una continua labor
formativa. Tomado de: 60 años Teatro Municipal Cali, Escenario de acontecimientos, Cali, Ed. Printer colombiana, 1987.
[2] El maestro Espinosa fue reconocido nacional e internacionalmente como un artista integral que dominaba la técnica del óleo, el mural y la acuarela. Se formó en la Escuela de bellas Artes de Bogotá y en la Academia
Julian de París, de donde regresó en 1934. Varios de sus discípulos han sobresalido como artistas, entre ellos: Edgar Negret, Hernando Tejada, Otilia Hernández, Bernardino Labrada, Hernando Polo, Daniel Romero, Luís
Aragón, Gustavo Rojas, Marino Tenorio, entre otros. El legado del maestro Espinosa suscita en las siguientes generaciones permanentes reflexiones para construir unas estructuras académicas integradas al desarrollo
político, social y económico del país, lo que permitió que la Escuela trascendiera a una concepción filosófica contemporánea.
[3] GONZÁLEZ, Miguel “el más antiguo centro de enseñanza de arte en el Valle del Cauca, en contexto, durante el siglo XX”. En: Apuntes para una historia del arte en el Valle del Cauca durante el siglo XX. Cali,
Corporación Artística Cultural Salamandra del Barco Ebrio, 2005. p. 17-30, pp. 28-29
[4] Ibíd.

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 67

 Colegio de Santa Librada de Cali

Foto antigua
Claustro de Santa Librada, 1945.

68 | Alcaldía de Santiago de Cali

Reseña histórica
Uno de los más álgidos debates de la recién
formada República giró en torno a la cues-
tión de la formación del ciudadano, sus pro-
pósitos y la forma como debía ser instruido.
Estos debates condujeron a la expedición de
leyes, por medio de las cuales muchas pro-
vincias expresaron el deseo de tener en su te-
rritorio un colegio que consolidara la idea de
una educación laica, y lograra materializar el
proyecto de instrucción pública. En este mar-
co, la Ley de Supresión de Conventos Meno-
res posibilitó que un considerable número de
conventos, templos, edificios y otros bienes
y rentas, propiedad de las órdenes religiosas
en todo el país, se destinaran por decreto para
la instrucción de la población, dando con ello
el primer paso para el establecimiento de los
primeros planteles de educación media y la
fundación de los colegios republicanos, con
lo cual se empezó a cristalizar el proyecto de
instrucción pública basado en ideales que
buscaban la formación de personas útiles a
la patria y a la nación, como estrategia para el
fortalecimiento del estado en construcción.
Sus defensores sostenían que “ese gran bien,
de que depende la grandeza y el esplendor de
un Estado, uniformada y protegida altamente
por el Gobierno, nos hará conocer hasta las
evidencias, que sólo en un sistema liberal se
desarrollan los talentos, y se ven las ciencias
en toda su brillantez, como la experiencia,
esta reina de los siglos que jamás engañaría,
nos lo testificará”[1].
Este discurso laico y secular demuestra el
interés por crear un sistema educativo propio
de la república que posteriormente permitiría
la creación de cátedras, el reajuste de los an-
tiguos sistemas de educación de las universi-
dades heredadas de la colonia y el estableci-
miento de casas de educación y colegios en
Boyacá, Ibagué, Pamplona, Panamá, Santa
Marta y la mayoría de las provincias[2]. Por su
parte, expedidos los decretos y leyes, en Cali
se puso de manifiesto la necesidad de contar
con un lugar para la educación, expresando
que con la supresión de algunos conventos se
lograba disponer de algunos locales con las
condiciones requeridas para el establecimien-
to de los planteles educativos. El 6 de octubre
de 1821 el gobernador de Popayán es notifica-
do para que valore las condiciones en la ciudad
de Cali y pueda aplicar la Ley de Supresión de
Conventos Menores. En dicha notificación se
manifiesta que:
[…] aunque en Popayán se haya estableci-
do un Colegio Seminario, en Caly por ser la
capital de la provincia y más inmediato a los
pueblos del Cauca, sin duda se establecerá
otro; pero antes es preciso que se notifique
la supresión de los Conventos de Religión,
que no tengan ocho sacerdotes por lo me-
nos, para que se pueda contar con un edifi-
cio proporcionado a ese objeto. Ustedes pues
luego que la supresión se haya verificado,
informarán del edificio que crea apropiado.
Entre tanto que eso tiene oficio, se debe tra-
tar de procurar al establecimiento, los fondos
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 69
 necesarios para su subsistencia, y ustedes con
tal fin deberán proceder a generar medios
que estén a su arbitrio e indagar que capella-
nías hay fundadas en esta provincia, ya sean
laicales o Eclesiásticas que se ignore de los
llamados a su goce[3].
Entre 1822 y 1823 se produjo un clamor por
parte del Cabildo de Cali, que manifestaba las
bondades del territorio y la intención de ser
parte importante del proyecto republicano,
cuyas expresiones quedaron registradas tanto
en las actas del Cabildo de la época como en
los registros que reposan en el Archivo Histó-
rico del Colegio de Santa Librada, tal como se
expresa a continuación:
Situada sobre un hermoso y nivelado valle
de cuarenta leguas de longitud y ocho de la-
titud, entre el ramo oriental y occidental de
la famosa cordillera de los Andes, cortando
toda dirección por ríos y quebradas dista
solo diez leguas de las dos ciudades de mi
consideración Buga y Caloto, menor toda-
vía de las dos mas grandes parroquias Llano
70 | Alcaldía de Santiago de Cali
Grande y Quilichao, y son más de las tres
ciudades del mismo valle, Cartago, Anserma
y Toro. Se comunica con el río Dagua con la
provincia del Choco, donde no hay ni ha ha-
bido una casa de enseñanza,…. El clima de
Caly es dulce y moderado, está bajo un cielo
bello y encantador: los suaves vientos del sur
limpian la atmosfera y hacen su temperatura
de las más agradables. Una vegetación vigo-
rosa y una fecundidad admirable se advier-
ten en su suelo…[4]
El hecho de exponer todas las bondades que
tenían Cali y el valle geográfico del río Cauca
describiendo el clima, la situación geográfica,
el número aproximado de habitantes, la rique-
za en flora y fauna, su situación geoestratégica
que le permitía un fácil acceso al Pacífico y la
posibilidad futura de un canal interoceánico,
justificaba la necesidad de tener una institu-
ción que le posibilitara la instrucción de sus
habitantes como sinónimo de desarrollo y
progreso, y que además le permitiera reme-
diar el problema de la “ociosidad” de aquellos
sujetos que quedaron sin destino en las calles
después de las guerras, logrando reproducir
los valores fomentados por la república a fa-
vor de sus vecinos. Un paso importante para
la creación del Colegio Santa Librada se dio
en Cali el 24 de septiembre de 1822, cuando
el procurador general del ayuntamiento de la
ciudad teniendo en cuenta las circunstancias,
solicita el establecimiento de un colegio, ma-
nifestando que:
A consecuencia de la Ley que expidió el so-
berano Congreso para que en las capitales
departamentales que se establecieran cole-
gios de estudios en beneficio de la juventud
como una de las primeras ventajas que los
pueblos deben conquistar de su independen-
cia y libertad, dirigió su excelencia el señor
Vicepresidente de la República un oficio a
esa ciudad para que el Gobernador político
del año pasado tomase las medidas oportu-
nas y enérgicas con el fin de poner un colegio
en algunos de los extinguidos conventos for-
mando desde luego un juicio presente. Que
aunque en Popayán existía un seminario do-

tado, sería muy del caso establecer otro Re-
publicano en esta ciudad para que los niños
jóvenes del Valle que no pueden mantenerse
fuera de su casa y separados de sus padres
por su pobreza tuviesen un asilo y cursar más
fácil para su ilustración, y su oficio. Lamento
en ningún tiempo debe tomarse esta medida
oportuna con mejor suceso que ahora en que
casi todos los vecinos de esa ciudad y de los
pueblos comarcanos han quedado arrimados
por los estragos de la guerra pasada por eso
mismo imposibilitados hasta el extremo de
poder remitir y costar fuera de su país. Ellos
claman pues en medio de su gran miseria por
un colegio que actualmente puede estable-
cerse con la mayor facilidad, estando como
están expeditos por su extensión los sobre-
dichos Conventos de San Agustín y Santo
Domingo, con cuyos fondos y principales
que seguro en buenas físicas asciendan a más
de cuarenta mil pesos, pueden dotarse las cá-
tedras de latinidad, filosofía y moral. Son in-
calculables los bienes que van a resultar si se
establece ese colegio, en breve tiempo habrá
jóvenes que puedan desempeñar los empleos
a favor de la República[5].
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
La fundación del Colegio Republicano de
Santa Librada, por orden directa del general
Francisco de Paula Santander, representó un
evento de gran trascendencia para la consoli-
dación de la instrucción pública en la región,
hecho que además coincidió con el nombra-
miento de Cali como capital de la provincia. Su
fundación pasó a entenderse como producto
de la formación de la república que sucedió al
movimiento de la revolución de independen-
cia, tanto así que el general Santander, quién
conocía la historia de Santa Librada[6], o la
Virgen Fuerte, cuya conmemoración se reali-
zaba el 20 de julio, escogió precisamente ese
nombre para el colegio, en recuerdo del día en
que hizo su revolución la antigua Nueva Gra-
nada. Por Decreto expedido el 29 de enero de
1823 se confiscaron los bienes de la iglesia a
favor del proyecto de instrucción pública y con
ello fue expropiado el convento de los padres
agustinos en Cali. En este convento, situado
en la carrera 4 con calle 13, funcionaron, años
atrás, un hospital, un cuartel y una cárcel. Sus
espacios hicieron posible pensar en la con-
veniencia que, en términos de funcionalidad,
podía brindar el lugar como colegio, y por lo
que en últimas, más se le recuerda. En razón a
esto el general Santander determinó,
[…] para su establecimiento docente, el ex-
tinguido convento de San Agustín con to-
das sus anexidades, fijándole las siguientes
rentas: todos los bienes, edificios, alhajas,
censos, derechos y acciones que correspon-
dían a los conventos de San Agustín, Santo
Domingo y La Merced de Cali; los bienes y
71
 fondos destinados en Cali para la dotación
de una escuela de primeras letras; de todos
los fondos aplicados por la ley 28 de Julio
del año II en el artículo 4 de ($100.00) cien
pesos que le deberá pagar por sus alimentos
todo joven que viva dentro del colegio por
un año escolar[7].
De conformidad con lo dispuesto, el perso-
nal del colegio se compondría de un rector,
un vicerrector, un pasante de estudios y un
capellán. Por Decreto nacional de 5 de sep-
tiembre del mismo año fue nombrado rector,
el presbítero Mariano del Campo Larrahon-
do y Valencia, y vicerrector, el presbítero don
Idelfonso Núñez. La inauguración oficial del
colegio se llevó a cabo el 18 de Octubre de
1823 y la presidió en primer término el al-
calde ordinario, José María González quien
en el Decreto de instalación del colegio ma-
nifestó lo siguiente:
“se espera que todos los vecinos concurran
a solemnizar una función hasta ahora no
vista, persuadidos de que cuantas veces se
han congregado jamás ha sido con un mo-
tivo más plausible y más propio de su pa-
triotismo, celebrándola desde la víspera con
iluminación general, música y toda clase de
diversiones honestas que manifiesten un re-
gocijo por un establecimiento destinado a la
educación de la juventud que necesariamen-
te pende el engrandecimiento de la Nación y
su felicidad”[8].
Ante dichas palabras de inauguración el
mismo general Santander respondió satis-
fecho, ya que en últimas aquello significaba
el triunfo de su proyecto de instrucción pú-
blica. En carta del 21 de noviembre de 1823
72 | Alcaldía de Santiago de Cali
el general le manifiesta al entonces rector:
Señor rector y muy amable compatriota. Al
imponerme de los documentos de que cons-
ta la Solemne instalación del Colegio de
Santa Librada he sentido las emociones más
vivas de complacencia y satisfacción. El dis-
curso que usted ha pronunciado me parece
digno de aquella importante función y del
objeto al que se contrae el establecimiento
del Colegio. Necesita la república de jóvenes
ilustrados y no ignorantes, de jóvenes virtuo-
sos y no fanáticos, de jóvenes patriotas y no
egoístas. Usted ha desenvuelto la necesidad
de una instrucción en su discurso y yo creo
que fiel usted a sus principios hará todo es-
fuerzo para conducir a la juventud del Cauca
a la verdadera ilustración. Reciba usted mi
congratulación por la instalación del Colegio
Santa Librada, y por las grandes esperanzas
que prometen la docilidad de la juventud,
la cooperación de los padres de familia, y
el celo y patriotismo de su rector y demás
superiores. Queda de usted atento servidor.
Francisco de Paula Santander[9].
En este acto protocolario se hizo referencia
al colegio como el patrimonio más rico que
nos hayan dejado por herencia y al estable-
cimiento de la escuela como nervio principal
de la fuerza de un Estado[10]. No obstante, en
contraposición con esta idea se plantea que:
Dicha fundación no expresa ningún deseo
tácito del Estado en relación con la instruc-
ción pública, el ejecutivo se manifiesta para
dar cumplimiento a su propia palabra. A
diferencia de las anteriores fundaciones no
se trata en este caso de hacer equivalente el
seminario a la casa de estudios, o de estata-
 lizar los seminarios de ordenados, ni de fun-
dar el colegio como una institución mixta
(Estado-Iglesia), sino como un ente público.
El ente público es cruzado por fantasmas
eclesiásticos: se tiene como comienzo de es-
tructuración jerárquica, el antiguo superior
del convento, al cual se le notifica desde la
legislación su contingencia[11].

Aunque es claro que la fundación del colegio

hizo parte del proyecto laico y republicano de
instrucción pública, no se puede desconocer
que desde su creación los clérigos y frailes
tuvieron gran injerencia en ese paso de con-
vento a colegio republicano. Los registros así
lo demuestran desde sus inicios, cuando en
palabras del discurso de fundación, el primer
rector manifiesta:
[…]que en medio de las congratulaciones
tan sinceras, que os he debido dar, aunque
no con la dignidad que convenía por la insta-
lación solemne de este colegio, mi corazón se
halla profundamente abatido, y mi espíritu
cubierto de un asombro pavoroso, al consi-
derarme destinado por vuestra benevolencia,
y por la generosidad del Gobierno, a ocupar
en él, el primer lugar en calidad de Rector…
Consagrarme a la instrucción de vuestra ju-
ventud, y satisfacer a todas vuestras esperan-
zas, cumpliendo los deberes que exige un de-
pósito tan sagrado, y de cuya suerte depende
esencialmente la suerte del Estado…..os
ruego, os conjuro, me ayudéis a levantar las
manos al cielo a fin de que el Dispensador
Eterno de todos los bienes, se digne derra-
mar sobre mí, y sobre esta porción tan bella,
tan noble y tan preciosa de la República y de
la Iglesia, que hoy ponéis a mi cuidado[12].
Creado con el fin de brindar educación a los
habitantes de la región, el Colegio de Santa Li-
brada fue considerado por muchos la principal
institución educativa en la cual se formaron
los personajes más destacados e influyentes
de la ciudad, quienes conformaron la élite in-
telectual que hizo circular las ideas progresis-
tas en la región. Sin embargo, debe tenerse
en cuenta que el proyecto de educación im-
plantado en Cali a lo largo del siglo XIX, fue
de cierta forma inestable, al igual que en la
mayor parte del territorio nacional, ya que
las frecuentes guerras, hicieron que el Cole-
gio de Santa Librada, como casi todos en el
país, padeciera de una serie de tropiezos en su
evolución educativa, hasta el punto de sufrir la
pérdida de valiosos elementos y riquezas ma-
teriales. A pesar de estas dificultades, el cole-
gio alcanzó también grandes logros: desde la
inauguración del plantel se establecieron las
cátedras de filosofía, teología moral, química y
matemáticas. Igualmente, se manifestaron los
esfuerzos dispuestos en el colegio a favor de
la formación y de la instrucción resaltando las
clases que se dictaban, los maestros asigna-
dos, los métodos de enseñanza a utilizar, pero
sobre todo, se alcanza a divisar que durante
ese periodo hubo un afán por consolidar la
instrucción pública en Cali como mecanismo
de inserción de los habitantes de la provincia
a las dinámicas nacionales. Durante el recto-
rado del presbítero Marco Antonio de Basto
en 1840, el claustro aumentó, aunque no en
grandes proporciones, sus elementos para

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 73

 las clases de cosmografía, geometría, física y
buena cantidad de libros para la biblioteca, que
en sus mejores tiempos contó con 4.500 volú-
menes incluyendo los 2.989 pertenecientes al
convento de San Francisco. En 1891 cuando
los hermanos maristas se hicieron cargo del
plantel fue posible la mejora del edificio con
la construcción de una galería en el claustro
interior del edificio.
Todos los adelantos y esfuerzos que se die-
ron en las escuelas y colegios de primeras
letras se convirtieron en un elemento propa-
gandístico de las bondades de la instrucción
pública, que promocionaba cambios a través
de las orientaciones impartidas, revaluando la
relación Iglesia-Estado, modificando los mé-
74 | Alcaldía de Santiago de Cali
todos y mecanismos de enseñanza y dándole
una importancia a las letras y a la divulgación
de la lectura y la literatura. Dentro de esta
lógica, la edición y publicación de libros y el
establecimiento de bibliotecas fueron algunas
de las propuestas del plan de Santander. En
Cali, el traslado de algunos de los primeros li-
bros donados al colegio y el de muchos otros
que posteriormente llegaron, fueron la base
y el material que hicieron posible la materia-
lización de la biblioteca. Sin embargo, el in-
terés editorial fue más allá de la donación de
libros que se hacía para el colegio. En 1836
el presidente de la Cámara provincial, según
quedó registrado en los libros capitulares de la
ciudad, manifiesta la necesidad que tienen los
vecinos de la ciudad por tener una imprenta y
cederla al Colegio de Santa Librada como par-
te del proyecto de instrucción pública y como
sinónimo de progreso. Según el documento
de la época dicen:
Los infrascritos vecinos de esta ciudad re-
presentamos á la H. Cámara por conducto
de Uds. que ansiando la mejora de nuestro
país i el progreso de nuestros establecimien-
tos públicos de mayor utilidad, ofrecimos
i entregamos, há más de un año, algunas
cantidades para que se comprase una im-
prenta con la intención de cederla al cole-
gio de Santa Librada. Nuestra suscripción
tuvo por objeto principal la adquisición de
la imprenta… la noticia que tenemos de que
la H. Cámara, por una filantropía digna de
elogio, trabaja en la creación de un colegio
de niñas, i la consideración de los inmensos
bienes que reportaría la provincia entera de
 un establecimiento tan útil como necesario
i honroso, nos deciden á ceder nuestras sus-
cripciones en un favor[13]. [SIC]
Esta solicitud por parte del Cabildo demuestra
el creciente interés por fomentar las editoriales
que quedó registrada en las propuestas dirigi-
das a fomentar los medios impresos, que luego
se constituirían en material para las escuelas y
las universidades. Este interés se vio reflejado
además en una serie de acciones concretas
como las que se enuncian a continuación:
Los talleres impresores que funcionaban en
número de 14 hacia 1820, se triplican en
1840. Por iniciativa privada o de juntas de
vecinos se dota de una imprenta a la Univer-
sidad del Cauca y se instalan imprentas en
Quibdó, Cali, Pasto, Medellín, Rionegro y
Popayán. Se introduce la litografía y se abre
en la Casa de Moneda la primera escuela de
grabado. Se concede privilegio a una em-
presa de fabricación de papel, de corta vida,
que alcanza a imprimir periódicos y obras de
autores nacionales. Le corresponderá sancio-
nar una ley que protege a los editores y a las
obras de autores nacionales, traducciones y
documentos oficiales. Otra ley complemen-
taria impone a los editores e impresores la
obligación de depositar en la Biblioteca Na-
cional todo texto que se imprima en el país,
salvo tarjetas y carteles[14].
Hacia 1873 la situación política que se vivía
en la nación y que se ponía de manifiesto a
través de una serie de conflictos y guerras ci-
viles, puso en tela de juicio la educación laica,
provocando fuertes enfrentamientos partidis-
tas en razón del anticlericalismo promovido
por el gobierno. En consecuencia se produjo
un serio descontento entre los conservadores
quienes lo manifestaron a través de frecuen-
tes levantamientos regionales, que finalmente
terminaron afectando las condiciones para la
enseñanza, ya que los espacios destinados
para este ejercicio fueron utilizados con fines
muy distintos. Así lo expresó el rector Evaristo
García cuando recibio la biblioteca del Colegio
de Santa Librada en unas condiciones muy
precarias, expresó lo siguiente:
[…] He recibido sin inventario, ni la Bi-
blioteca, ni los útiles e instrumentos del
colegio. En el descuido en que todas estas
cosas se encontraban en consecuencia de la
restricción del local para cuartel, decidí ha-
cerme cargo del colegio sin insistir más en
formalidades que bien seguro estaban de no
ser cumplidas, y que solamente me ocasio-
naban molestias, retardos inútiles y pérdida
de tiempo para una nueva organización de la
pieza de la Biblioteca fue la única que eximí
de ser rentada… Allí estaban amontonados
en confusión y desorden muebles, libros, ac-
tas de instrumentos, globos, cartas, etc. A la
Biblioteca antigua se unió la del extinguido
Convento de San Francisco, y hoy existen
4.525 volúmenes en una pieza bien espa-
ciosa formando La Biblioteca Santander a
cuya creación contribuyó el activo superin-
tendente de instrucción pública el señor Jor-
ge Isaacs. Muchas obras están incompletas:
Bastantes volúmenes existen en poder de
particulares, de los cuales se han rescatado
algunas, mientras se hacen requisas para
conseguir otras. El señor Manuel María Vi-
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
llaquirán E. Nombrado bibliotecario por la
subdivisión se ocupa en ordenar y clarificar
las obras colocándolas en estantes, en cajo-
nes numerados para formar un catalogo…[15]
El plan de Santander sobre la instrucción
pública, se vio enfrentado a los intereses de
parte de la población que luchó en contra de
una propuesta laica y secular. Dicho panorama
se mantendría durante todo el siglo XIX y se
agudizaría a finales del siglo cuando en medio
de un contexto político complejo, los colegios
y las instituciones de instrucción se convirtie-
ron en los espacios de enfrentamiento entre
radicales liberales y conservadores, situación
que concluyó con el manejo de estas institu-
ciones por parte de los hermanos maristas a
finales del XIX, a partir de lo cual se revalúa
totalmente la instrucción liberal pasando al
otro extremo.
El 22 de abril de 1942, las instalaciones del co-
legio fueron trasladadas a un moderno y amplio
edificio situado en la carrera 15 con calles 6 y 7,
construido por el gobierno nacional en un lote de
28.147 metros cuadrados, que el Municipio de
Santiago de Cali había cedido al colegio por es-
critura pública No. 409 del 22 de marzo de 1938.
Sobre este lote se construyó el edificio del cole-
gio, teniendo en cuenta todos los requisitos que
aconsejaban los sistemas pedagógicos moder-
nos y con una capacidad para alojar en sus aulas
un número no menor de 800 estudiantes[16].
La importancia del Colegio radica no sólo en
el hecho de que fue el primero que se fundó
75
 en la ciudad después de la independencia, sino
también en la trascendencia y el papel histórico
que ha cumplido la institución como referen-
te de la educación en la región. Se destaca el
hecho de haber formado parte de los cuadros
dirigentes de la región en sus años de esplen-
dor, entre quienes se encuentran ex presidentes
de la república: egresados como Eliseo Payán,
Jorge Holguín y Manuel María Mallarino, quien
se desempeñó además como profesor del cole-
gio. Mario Carvajal, quien fue rector del colegio,
Ricardo Nieto y Eustaquio Palacios, entre otros
muchos hombres que se desempeñaron como
políticos, empresarios, artistas, escritores y
profesionales de todo tipo, que fueron fruto de
los años de experiencia y prestigio de la educa-
ción impartida en la institución.

Notas
[1] Aviso oficial, Correo de la ciudad de Bogotá, septiembre 19 de 1822. en: ECHEVERRY, Alberto. Santander y la Instrucción Pública 1819-1840. Foro Nacional por Colombia, Bogotá. 1989 p. 113.
[2] La fundación de estos colegios se hizo en virtud a la expedición de los siguientes Decretos: Decreto 17 de mayo de 1822 sobre fundación del colegio de Boyacá; Decreto del 21 de diciembre de 1822 sobre fundación
del colegio San Simón en Ibagué; Decreto del 5 de marzo de 1823, referente al establecimiento de un seminario o casa de educación en Pamplona; Decreto del 6 de octubre de 1823 sobre el establecimiento del antiguo
Seminario de Santa Marta; Decreto del 29 enero de 1823, sobre el establecimiento de colegios en cada una de las provincias.
[3] Archivo Histórico del Colegio Santa Librada (AHCSL). Carta de 6 de Octubre de 1821 del Gobierno Central al Gobernador de la provincia de Popayán, Tomo 1.1.1 folio 1-4246 AHCSL, Libros de fundación. Carta
enviada al gobernador de la provincia de Popayán, el 28 de septiembre de 1823, Tomo 1.1.1.
[4] AHCSL, Libros de fundación. Carta enviada al gobernador de la provincia de Popayán, el 28 de septiembre de 1823, Tomo 1.1.1.
[5] AHCSL, Carta del 24 de septiembre de 1822 del procurador del ayuntamiento de Santiago de Cali. Tomo 1.1.1. Folio 4
[6] La leyenda de Santa Librada tiene sus orígenes en los países bajos en el siglo XV. Cuenta la historia de una virgen barbuda hija de un rey pagano de Portugal que iba a ser obligada a contraer matrimonio y le implora
a Dios la desfigure para desalentar a sus pretendientes. Dios escucha sus súplicas y hace que le crezca la barba, por lo cual es acusada de brujería y condenada a morir en una cruz para parecerse más al esposo que
había elegido. Santa Wilgeforte, o Santa Librada, se tenía como protectora de la agricultura, los matrimonios, los viajeros, y su imagen se veneraba en las capillas rurales, en los cruces de los caminos y en las alcobas.
La invocaban también las mujeres que deseaban librarse de sus maridos. Réau, Luis “Iconografhie de l´art chretien”. Sainte Livrade. Étude historique et critique sur sa vie, son martire, ses reliquies et son culte. Agen
1890. Bermareggi: II volto Santo di Lucca, Roma, 1925
[7] Archivo Histórico de Cali (AHC). Fondo Capitular Tomo 61, Folio 529. 250 Óp. cit. PAREDES CRUZ, Joaquín. pp. 236-237
[8] Óp. cit. PAREDES CRUZ, Joaquín. pp. 236-237
[9] AHCSL, Carta del General Santander al rector de Santa Librada por la instalación del colegio. Folio 23V y 24, 21de noviembre de 1823
[10] AHCSL. Tomo 1.1.1 de 1823
[11] Óp.cit. Echeverry, p. 119
[12] AHCSL, Tomo 1.1.1 Discurso que leyó el doctor Mariano del Campo Larrahondo y Valencia, rector del Colegio en el acto de instalación del Colegio de Santa Librada. 18 de octubre de 1823.
[13] AHC Fondo Capitular Tomo 61 Año 1836 Folio 527-527v
[14] El surgimiento de la instrucción pública, 2009 Jorge Conde Calderón y Luis Alarcón Meneses “Educación, referentes doctrinales y cultura política en la Nueva Granda, 1810-1830”. En Alarcón, Luis & Conde, Jorge
(Eds.). Educación, lenguas, cultura y política en la construcción de la nación colombiana (pp. 28-29). Barraquilla: Colección Bicentenario, Universidad del Atlántico. 2009.
[15] AHCSL, Tomo 51. Abril de 1873. Transcripción informes del rector Evaristo García. Fragmento. p. 87.
[16] PAREDES Cruz, Óp. cit., p. 237

76 | Alcaldía de Santiago de Cali

Biblioteca Municipal del Centenario

Foto antigua
Foto primeras décadas del siglo XX

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 77

 Reseña histórica
La creación del Departamento del Valle del
Cauca y la selección de Cali como su capital
coincidieron en fecha con una de las más sig-
nificativas para la nación: la celebración del
primer centenario de la independencia. Por
esta razón, el año de 1910 significó para la
región una fecha de grandes acontecimientos
que constituyeron el umbral hacia el progreso
urbano de Cali, y que anunciaban el inicio de
una nueva etapa cargada de transformaciones
y adelantos materiales e inmateriales, dentro
de los cuales se inauguraron obras que posi-
bilitaron la transformación socio-cultural de la
ciudad. Una de éstas, y quizás la más impor-
78 | Alcaldía de Santiago de Cali
tante en términos de lo cultural y académico,
fue la fundación de la Biblioteca del Centenario,
el 20 de julio de 1910, por iniciativa del abo-
gado Oswaldo Scarpetta, quien con el ánimo
de crear “una obra estable y rendir un sentido
homenaje a los Padres de la patria”[1] propuso
fundar una biblioteca de carácter público, lo
cual se concretó mediante acuerdo del Cabildo
de la ciudad del 24 de abril de 1910.
Reunida la Junta Departamental del Cente-
nario, de la cual formara parte; Oswaldo Scar-
petta en calidad de presidente, Evaristo García
como vicepresidente, Juan de Dios Borrero,
Mario de Caicedo y el general Lucio Velasco
como tesoreros, compareció ante el notario
público Primero del Circuito de Cali, con Er-
nesto Bustamante y los testigos Tulio Delgado
e Ignacio Herrera, para oficializar mediante Es-
critura Pública No. 410 del 20 de julio de 1910
la instalación de la Biblioteca del Centenario,
que desde entonces, quedó bajo la dependen-
cia de la junta departamental de acuerdo al re-
glamento aprobado por ella.
Tal como lo dispuso la Junta, para el día 20
de julio, el doctor Mario de Caicedo fue quien
pronunció el discurso de instalación en una
sesión de gala. En su intervención destacó la
fundación de la biblioteca en la ciudad como un
sinónimo de progreso, y como a la importancia
que merecía el conocimiento en el discurrir de
los hombres libres. En el mismo acto de inau-
guración, y por disposición de la junta departa-
mental, fue nombrado el señor Blas Scarpetta
como bibliotecario primero, tal como lo señala
el ordinal 5° de la escritura pública No. 410.
Desde ese año, hasta 1930, Scarpetta logró
significativos progresos y resultados: elaboró
el reglamento de la biblioteca y lo sometío a
consideración de la junta en enero de 1911. En
él especificó bajo qué condiciones podía el pú-
blico hacer uso de los libros que dispuso en or-
den alfabético en un índice general fue incluido
el número de éstos. Invitó mediante circular a
la población y a las distintas entidades a donar
libros, revistas, mapas, etc; para el enriqueci-
miento documental de la institución, en lo que biblioteca del Instituto Literario de Cali. Pese En 1930 cuando el señor Scarpetta dejó va-
obtuvo un resultado positivo. Entre los aportes a la importancia del hecho de fundar una bi- cante el cargo de director el Concejo designo
figuran las publicaciones hechas por los perió- blioteca pública. La biblioteca carecía de un como bibliotecario, al señor Francisco Llanos
dicos ‘La idea liberal’, ‘El Heraldo’, ‘Sagitario’, local apropiado. Por ello el Concejo Municipal (1930-1931). Terminado su periodo, el señor
‘Gaceta la Orientación’ y ‘El Correo del Valle’, de Cali aprobó, mediante el Acuerdo No. 14, Llanos fue reemplazado por el señor Anto-
donados generosamente por sus directores. proveer un espacio para el funcionamiento de nio Llanos (1932-1934). Posteriormente, el
Del mismo modo, personas como Manuel Mu- la Biblioteca del Centenario y la comodidad Concejo eligió a Luis Ángel Tofiño en su re-
rillo, Evaristo García, Camacho Roldán, Ernesto de sus usuarios. En el artículo 1, se decidió emplazo, quien ejerció hasta el mes de mayo
Ayala, Ramón Bonilla, Benjamín Martínez y Ma- asignar a perpetuidad la planta baja de la Casa de 1935. Desde ese año fue designado por el
nuel Carvajal, entre otros, figuran entre quienes Municipal. Sin embargo, esta decisión no fue Alcalde de la ciudad, el padre Alfonso Zawas-
hicieron aportes. mantenida por muchos años. Al carecer de dky[3] quien fue uno de los directores insignes
local propio, la biblioteca se trasladó de sede de la Biblioteca, y estuvo de 1935 a 1941 y
En sus informes, Scarpetta registró la sa- en muchas ocasiones y, en alguna ocasión a posteriormente, de 1944 a 1964. El padre
tisfacción que, como director, sentía por el tener que cerrar sus puertas[2]. Zawadsky logró darle un fuerte impulso a la
creciente número de lectores que concurrían Biblioteca, posicionando la institución como
a la biblioteca, cuyo promedio en los primeros
años fue de 20 personas diarias. Este resulta-
do demostraba, en parte, el progreso intelec-
tual que estaba logrando la ciudad de Cali, y
pudo obtenerse mediante un horario flexible
que posibilitó la atención del público en tres
jornadas. Según el artículo 4 del Acuerdo 14,
el horario de la Biblioteca quedó así: de las 7 a
las 10 de la mañana, de las 2 a las 5 de la tarde
y de las 7 a las 9 de la noche, en los días ordi-
narios, y de las 7 a las 10 de la mañana en los
feriados. Aún cuando para la fecha de su ins-
talación muchos de los libros solicitados por
el gobierno departamental a distintas librerías
no habían llegado, la biblioteca contaba ya
con una apreciable cantidad de libros donados
por el Instituto Literario de Cali, que entregó
en acto protocolario el señor Samuel Benítez,
miembro fundador del instituto. Fueron 800
volúmenes, el total de lo que conformaba la

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 79

 referente del progreso cultural de la ciudad e
incluso del país. El padre Zawadsky recibió por
inventario la Biblioteca con 2.900 volúmenes,
cantidad que aumentó por su gestión a más de
10.000 ejemplares en 1942. Aunque existían
partidas presupuestales para la compra de li-
bros, la adquisición fue posible, en gran parte,
gracias a las donaciones y a la implementa-
ción del sistema de canje, establecido desde
julio de 1935, el cual tenía, además, el pro-
pósito de fomentar el intercambio intelectual
tanto a nivel nacional como internacional, con
escritores, poetas, literatos, artistas, historia-
dores, hombres de letras e intelectuales en
general. Este sistema de canje se sostuvo con
publicaciones oficiales, obras adquiridas y a
través de solicitudes hechas y publicadas por
la misma dirección de la biblioteca a través
de la revista ‘Bibliotecas y Libros’, fundada en
1937 y dirigida por el mismo padre Zawadsky
con el fin de servirle de órgano autorizado a
esa institución.
Los informes del secretario, Gentil Charry,
publicados en la revista y de la nutrida co-
rrespondencia del padre Zawadsky con un
gran número de amigos y conocidos suyos,
demuestran que el sistema de canje fue cada
vez más consolidado y efectivo, y que logró
constituirse en una estrategia valiosisima,
tanto para la adquisición de obras como para
lograr el reconocimiento y prestigio de su la-
bor dentro y fuera del país. En los informes
mensuales, se reporta el despacho de 200
ejemplares por mes a bibliotecas nacionales
80 | Alcaldía de Santiago de Cali
y otras instituciones en centro y sur Améri-
ca y algunos países de Europa. Aunque, eran
mayores los aportes de extranjeros que los
de los autores colombianos, se destacaba a
nivel nacional la participación de la Biblioteca
Nacional como la institución con la que mejor
se logró consolidar el servicio de canje en el
exterior como Argentina, Ecuador, Costa Rica,
Venezuela, Guatemala y Alemania. En estos y
otros países, universidades, sociedades li-
terarias y culturales, librerías, bibliotecas y
periódicos se convirtieron en aliados para el
canje de libros y de producción intelectual.
La red de relaciones intelectuales y cultura-
les que traspasaba los límites nacionales y
que se fortaleció bajo la idea de unidad cul-
tural americana, destacaba la labor del padre
Zawadsky quien, con la creación, distribu-
ción intercambio de la revista ‘Bibliotecas y
Libros’, logró consolidar además de una ex-
celente imagen, el prestigio de la Biblioteca
del Centenario de Cali y adquirir libros, folle-
tos, obras, publicaciones, e incluso trabajos
inéditos e investigaciones, que nutrieron las
páginas de la revista y la Biblioteca.
Aunque semanalmente los martes a las 5
de la tarde, el director daba cuenta del movi-
miento de la biblioteca por medio de las tras-
misiones hechas por la emisora “La Voz del
Valle”, en la edición mensual de la revista se
dedicaba una sección al informe de las activi-
dades de la biblioteca el movimiento de lecto-
res, de obras consultadas, de obras entradas,
el servicio de canjes, informaciones y confe-
rencias e inversiones. En el movimiento de
lectores se detallaba la cantidad semanal de
personas que hacían algún tipo de consulta.
La cantidad, aunque se mantenía constante,
variaba de acuerdo a situaciones particulares
o acontecimientos especiales que se cele-
brasen en la ciudad. Señalaba el informe el
número de obras consultadas por materias:
filosofía, religión, ciencias sociales, derecho,
lingüística, ciencias naturales, ciencias apli-
cadas, bellas artes, literatura, historia, geo-
grafía y generalidades, y las más requeridas,
en promedio, eran las de literatura e historia.
Informaba también del número y el tipo de
obras adquiridas con la partida asignada del
presupuesto municipal.
Culminada la labor del padre Zawadsky al
frente de la biblioteca, se designó como direc-
tor en 1941 al señor Gregorio Sánchez, elegido
por el Concejo Municipal en sesión ordinaria
del mes de enero de 1942. En el primer in-
forme que presentó el 26 de enero de 1942 al
honorable Concejo de la ciudad, el doctor Gre-
gorio Sánchez dio cuenta de la organización y
estado actual en que recibía la biblioteca, las
finalidades que pretendía la nueva dirección y
las medidas de urgencia que, según su criterio,
se debían tomar para atender ciertas necesida-
des apremiantes de la institución. Expresaba
que, a pesar del nutrido número de volúme-
nes con los que contaba la biblioteca, hacían
falta numerosas obras de importancia, ya que
en algunas materias no se contaba siquiera
con una bibliografía apreciable. Por tal motivo
consideraba necesario que el Concejo le pres-
tara mayor atención a la adquisición de obras
destinadas a enriquecer el acervo documental
de la biblioteca. Sin embargo, la situación que
mencionó el doctor Sánchez, recién asumió su
cargo no pareció tener pronta solución, por el
contrario, la situación se vio agravada cuando
el presupuesto destinado para la adquisición
de obras y materiales continuó siendo insu-
ficiente. No obstante, transcurridos algunos
meses al frente de la dirección de la biblioteca,
persistían algunas dificultades que el doctor
Sánchez dio a conocer como inconsistencias
persistentes al interior de la misma que aten-
taban contra su buen funcionamiento.
En lo que correspondía a las instalaciones
de la biblioteca, el doctor Sánchez insistió en
las condiciones desfavorables con las que se
contaba para prestar un adecuado servicio de
atención al público, dada la estrechez del local
y las precarias condiciones del lugar. Por tal
razón hizo el llamado a la ciudad y al Concejo, a
fin de poder conseguir, por el bien de la propia
biblioteca y del progreso cultural e intelectual
de la ciudad, un local con mejores condiciones
que le permitiera ofrecer adecuadamente sus
servicios. Sin embargo, el problema de loca-
ción que surgió desde el momento mismo de
su fundación, mantuvo a la biblioteca en una
situación de traslado continuo, hasta el punto
de haber tenido que cerrar sus puertas entre
los años de 1976 y 1980 y guardar las colec-
ciones y obras, que con tanto empeño se ha-
bían logrado adquirir, en los sótanos del edifi-
cio del Centro Administrativo Municipal (CAM)
y de la Biblioteca Departamental, bajo unas
condiciones deplorables. No es casual que se
mencione entonces el largo peregrinaje que
tuvo que sufrir la biblioteca al tener que trasla-
darse de sede en más de cinco oportunidades,
hasta hace algunos años cuando finalmente
logró adquirir una sede propia ubicada en la
calle 4ª oeste No.1-12 barrio El Peñón, antigua
sede de la Escuela de Varones Isaías Gamboa,
donde funciona actualmente. Dicha situación
de traslado fue quizás uno de los indicadores
más dicientes de la pérdida de prestigio e im-
portancia que fue sufriendo la Biblioteca del
Centenario con el paso del tiempo.
En los últimos años, la Biblioteca del Cente-
nario pasó a ser parte de la Red de Bibliotecas
Públicas Comunitarias del Municipio de Santia-
go de Cali, bajo la dirección de la Secretaría de
Cultura de la ciudad. A la fecha sus colecciones
se han incrementado, referenciados en todas
las áreas del conocimiento, aunque el fuerte de
la biblioteca han sido las colecciones de histo-
ria y literatura. En el año 2004 se creó una sala
infantil y juvenil con 300 volúmenes aproxima-
damente, entre libros escolares y de consulta.
Cuenta además con una sala de consulta, he-
meroteca y un sistema de información local.
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
Notas
[1] AHC, Fondo Notarial, Notaria Primera, Escritura Pública No. 410
de 20 de julio de 1910
[2] En la sede de la Casa Municipal, la biblioteca funcionó hasta 1918,
fecha en que fue demolida para construir el Palacio Nacional. Por tal
razón tuvo que ser trasladada a la carrera 5 con calle 7 donde dispuso
de alguna amplitud hasta 1965 cuando tuvo que empezar a compartir
el lugar con la Universidad Santiago de Cali, que para la fecha
también carecía de sede propia. A partir de entonces la Universidad
fue progresivamente limitando el espacio de la Biblioteca hasta que en
1976 fue definitivamente despojada de las instalaciones donde había
prestado sus servicios a la comunidad por muchos años. Entre 1976
y 1980 la colección estuvo archivada en cajas, inicialmente en los
sótanos del CAM donde sufrió inundaciones y saqueos y más tarde en
la Biblioteca Departamental. En 1980 abrió sus puertas al público en
la avenida 3ª norte, nº 13N-52 donde prestó sus servicios hasta el mes
de septiembre de 1983. Actualmente presta sus servicios en la sede
ubicada en la calle 4ª oeste No. 1-12 del barrio El Peñón, local que
pertenece a la Secretaría de Cultura y Turismo del Municipio. Tomado
de: Catálogo de la Biblioteca del Centenario y populares, Secretaría de
Educación, Cultura y recreación Municipal, Colecciones especiales,
1985. p.13.
[3] Mención especial amerita la labor del padre Zawadsky ya que
durante su gestión la Biblioteca enriqueció sus fondos con numerosas
donaciones, estableció el servicio de canje con diversos países de
América y Europa, fundó la revista “Bibliotecas y Libros” como órgano
oficial de difusión de la institución, consiguió emitir semanalmente
los martes, las actividades e informes de la Biblioteca a través de los
micrófonos del “La voz del Valle”, todo esto que en conjunto permitió
la integración de la Biblioteca con la comunidad local. Tomado de:
catálogo de la Biblioteca del Centenario, Óp. cit. p.14
81
 Museo de Arte Moderno ‘La Tertulia’

Bien de interés cultural - Museo de Arte Moderno La Tertulia, Conservación Tipo II. Autores Manuel Lago y Sáenz. Ampliación:
Benjamín Barney Caldas y Lago y Sáenz Fecha 1962-1973, avenida Colombia No 5.105 oeste.

82 | Alcaldía de Santiago de Cali

Reseña histórica
La Corporación La Tertulia para la Enseñan-
za Popular, Museos, y Extensión Cultural inició
sus actividades en la el 9 de marzo de 1956 en
una antigua casa construida con columnas de
madera en el año de 1900, ubicada en la ca-
rrera 5 No 4-10 del barrio San Antonio. En esta
sede la corporación se mantuvo por espacio
de 12 años, sostenida con recursos particu-
lares, cumpliendo con actividades de divulga-
ción cultural a todos los niveles, en el campo
de las artes plásticas, la música y las ciencias,
y con la realización de cursos, conferencias,
conciertos, presentaciones teatrales, eventos
culturales y exposiciones permanentes e itine-
rantes. En esta sede se desarrollaron debates
políticos, funcionó una escuela primaria y se
organizó un cine-club que programaba la pro-
yección de películas en distintos teatros de la
ciudad: Aristi, Jorge Isaacs, San Fernando, El
Cid, Alameda y Calima.
Cuando se fundó la Corporación La Tertulia
eran todavía escasas las entidades culturales
que funcionaban en Cali. Llegó oportuna-
mente a contribuir con el desarrollo cultural
y social de la ciudad, aunque, gran parte de la
población caleña aún veía con desconfianza el
tipo de entidades que le apostaban a la cultura
y al arte por encontrarlas peligrosas para el
medio social de entonces. Desde sus inicios la
Corporación La Tertulia contó con una acogi-
da y considerable asistencia de público, espe-
cialmente a estudiantes, que hicieron posible
la consolidación del esfuerzo de un grupo de
personas interesadas en estos temas y hacer
tangible una idea, que al principio se llegó a
ver inalcanzable para por sus fundadores,
pero que posteriormente, una vez materializa-
da, llegó a ser altamente valorada en la ciudad
y reconocida tanto a nivel nacional como in-
ternacional, y por muchos como la institución
cultural más importante de la región.
Bajo la dirección de Maritza Uribe de Ur-
dinola, quien fue nombrada como primera
presidenta y representante legal de ‘La Ter-
tulia’, fueron definidos los estatutos que re-
glamentaron y orientaron su funcionamiento
y que bien pueden resumirse en tres puntos
básicos: “la divulgación cultural en todos los
aspectos, no sólo en lo que concierne a las ar-
tes plásticas, sino también en otras áreas hu-
manísticas, a través de cursos, conferencias, Gamboa y Jaime Lozano Henao, entre otros.
conciertos y exhibiciones cinematográficas; la
libre expresión, y por tanto el respeto de to- Definidas e implementadas las pautas orien-
dos los credos, religiones, filosofías, escuelas tadoras para su funcionamiento, el 11 de junio
artísticas, sin exigir nada diferente a un alto de 1963 mediante Resolución No 1968, ex-
nivel en cualquiera de sus manifestaciones; pedido por la Universidad del Valle, la Corpo-
y finalmente, la financiación con base en las ración La Tertulia para la Enseñanza Popular,
cuotas de los socios, la venta de boletería para Museos y Extensión Cultural obtuvo su reco-
las exposiciones y el cine, y los auxilios ofi- nocimiento como entidad sin ánimo de lucro,
ciales que eventualmente reciba”[1]. Luego de personería jurídica. Ese mismo año el muni-
Maritza Uribe de Urdinola, fueron presidentes cipio de Cali se vinculó a la obra de la Corpo-
Myriam Ospina de Borrero, Soffy Arboleda de ración La Tertulia otorgándole el usufructo de
Vega, Leonor Campo de Lega, Gustavo Balcá- un terreno que hiciera parte del antiguo cauce
zar Monzón, Óscar Gerardo Ramos, Octavio del río Cali, como consta en la Escritura Pú-
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 83
 blica No. 7826 de noviembre 20 de 1963 de
la Notaría Primera de Cali. Este terreno había
sido adquirido por el Municipio de Cali a tra-
vés del Departamento Administrativo de Valo-
rización mediante escritura pública Nº 958 del
6 de agosto de 1947 de la Notaría 4ª, con área
de 2.629 metros cuadrados para adelantar dos
obras de prolongación de la Avenida Colombia
con el fin de variar el curso del río Cali y cons-
truir un cauce artificial en el sitio conocido
como el “Charco del Burro”.
Poco despues de que la Corporación La
Tertulia obtuviera su personería jurídica, el 2
de septiembre de 1963 la junta de Planeación
84 | Alcaldía de Santiago de Cali
Municipal conceptuó favorablemente para que
en la zona de terreno cedida con antelación
por el Municipio de Cali fuera construida una
escuela piloto, rodeada de jardín botánico,
museo pictórico y sala de conferencias de ca-
rácter público, conforme a los planos aproba-
dos por la Oficina de Valorización. Así mismo,
se facultó a la Corporación La Tertulia para
que por el plazo de 30 años y con autonomía
suficiente, usufructuase el globo de terreno
ameritado, las obras que construyera e inte-
graran el centro cultural avalado por la Junta
de Planeación y, al mismo tiempo, dirigiera el
funcionamiento de las mismas en beneficio de
Foto :https://www.museolatertulia.com/auditorio-cinemateca/cinemateca-2/
la educación pública que sería gratuita. Se de-
jaba definido que el inicio de las obras tendría
como plazo límite un año a partir de la fecha
del contrato y un total de tres años para ter-
minarlas; ademas, se estipuló que la totalidad
de las instalaciones, dotaciones y anexidades,
conforme se fueran construyendo por parte de
la Corporación, pasarían a ser propiedad del
Municipio de Cali.
Según lo determinado en las cláusulas del
contrato, en 1968 se inauguró el primer edifi-
cio con una superficie de 500 metros cuadra-
dos, financiado con aportes públicos y priva-
dos, y diseñado por el arquitecto Manuel Lago
Franco, quien estuvo inspirado en el Palazzo
della Civilitá Italiana del complejo urbanístico
‘Exposición Universal en Roma’ (EUR), cono-
cido tambíen como Coliseo Cuadrado y consi-
derado como una síntesis moderna de un sím-
bolo de la arquitectura monumental universal.
En su interior se dispuso la exposición de la
incipiente colección con la que se contaba y
las exposiciones rotatorias. Las treinta obras
que conformaban la colección inicial, fueron
adquiridas como premios en eventos inter-
nacionales como los salones bolivarianos y
panamericanos de pintura, dibujo y grabado.
Años más tarde, conforme fue creciendo la
colección del museo, se hizo necesario cons-
truir un segundo bloque para las exposiciones
transitorias, y dejar el primero exclusivamente
para la colección permanente.
En la primera fase de construcción del Mu-
seo de Arte Moderno La Tertulia, fue inaugu-
rado el primer Salón Austral y Colombiano de
Pintura con el cual se posicionó a la ciudad en
los circuitos del arte contemporáneo, no sólo
por exhibir el arte actual sino por quererlo
conservar como testimonio de una época.
Su historia está estrechamente ligada al in-
terés de algunas galerías que se habían for-
mado a mediados de siglo, y a la Escuela de
Artes Plásticas del Conservatorio Antonio Ma-
ría Valencia, lo cual posibilitó que durante las
décadas de los sesenta y, sobretodo, de los
setenta, algunos artistas llegaran a nuestra
ciudad provenientes de otras regiones del país
y del exterior para establecerse aquí, aportan-
do significativamente su saber a la formación
de las artes plásticas y visuales. Inicialmente
el Museo realizó exhibiciones individuales de
artistas nacionales e internacionales, y tam-
bién realizó muestras colectivas que daban la
visión de la actividad de un país, por medio
de un tema, una técnica o una tendencia en
particular. A partir de los años setenta, cuando
surgió una tendencia historicista, el museo lle-
vó a cabo exhibiciones retrospectivas de artis-
tas colombianos de distintas generaciones y
exposiciones temáticas que subrayaban diver-
sos aspectos de las artes plásticas; asi como
la antología de trabajos pertenecientes a dis-
tintos periodos del arte del siglo XX, muestras
que se iban intercalando al programa habitual.
Las publicaciones fueron pasando de incipien-
tes plegables a catálogos con más documen-
tación de textos e ilustraciones, hechos con el
propósito de dejar testimonio de las muestras
que allí se presentaban. Uno de los eventos
de mayor influencia del museo fue la Bienal
Americana de Artes Gráficas, con la cual se
contribuyó a crear una conciencia definitiva
del valor del dibujo como medio importante
e independiente. Durante los años setenta,
muchos de la naciente generación de artistas,
dibujantes y grabadores, pudieron desarrollar
y llevar sus planteamientos a un plano inter-
nacional gracias a la confrontación necesaria
y de primera mano que tuvieron con la Bienal
de Cali. Con ocasión de este certamen se ad-
quirieron trabajos que incluyeron no sólo los
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
premios, sino distintas obras que fueron con-
formando el acervo de colecciones originales
y dibujos de distintos países, con predominio
de los creadores colombianos.
Con un auxilio de medio millón de pesos
otorgado por el Instituto Colombiano de Cul-
tura, se iniciaron a mediados de 1970 otras
obras que fueron concluidas un año después.
Estas obras incluyeron la construcción del
teatro al aire libre, con un diseño que mantuvo
el respeto por el área verde y la naturaleza del
paisaje conformado por una escarpada pen-
diente que hacía sus veces de telón de fondo
y el rumor cercano de las aguas del rio Cali,
conformando en su conjunto uno de los es-
pacios más bellos de la ciudad. El teatro con
una capacidad para 400 espectadores, conta-
ba con camerinos y una sala subterránea de
500 metros cuadrados diseñada para la exhi-
bición de grandes exposiciones e inaugurada
en 1971. Alli empezó a funcionar la cinema-
teca, idea considerada desde la creación del
museo y liderada por Ginno Faccio, quien ayu-
dó a levantar los primeros edificios del museo
adecuando una cabina especial para proyec-
tar cine. Aunque la propuesta inicial fue que
la sala funcionara como auditorio, la idea de
mantener una sede permanente para el cine
club o cinemateca se impuso, lo cual exigió
adaptar la sala y conseguir un equipo técnico,
que donó la Alcaldía de la ciudad. El 6 de mayo
de 1975, fue inaugurada La Cinemateca la Ter-
tulia, con la película “Ludwing, el rey loco de
Baviera”, dirigida por Luchino Visconti. Sin
85
 embargo, a menos de un mes de inaugurada,
la cinemateca debió cerrar porque el proyector
donado generaba sonido e imagnes de pésima
calidad y no cumplia los requisitos técnicos,
lo que producia fuertes críticas del público. El
Museo importó nuevos equipos a través de
Cine Colombia, para reiniciar sus actividades
el 15 de julio de 1975. Con la cinemateca, el
Museo se mantenía fiel a su filosofía, en tanto
planteaba que los museos no debían ser esta-
cionarios, sino abarcar en lo posible todos los
campos de la cultura, tal como lo afirmaba su
directora Maritza Uribe de Urdinola. La cine-
mateca respondía a la necesidad de fomentar
en sus diferentes aspectos el cine como arte, y
no sólo como simple medio de entretenimien-
to. No se trataba de proyectar únicamente pe-
lículas conocidas, sino de crear una educación
cinematográfica y que a su vez sirviera a los
cineastas para acceder a un archivo de infor-
mación, fílmico y bibliográfico[2].
Los significativos adelantos logrados por
el Museo La Tertulia, tanto en infraestructura
como en difusión cultural, significaban también
grandes esfuerzos e inversiones económicas
que obligaban a la corporación a solicitar re-
cursos a entidades privadas o públicas. Así el 7
de mayo de 1973 la junta directiva de la corpo-
ración determinó la necesidad y conveniencia
de solicitar al Concejo de la ciudad un auxilio
económico que ayudara a sufragar gastos e
inversiones que requeríael museo y que bene-
ficiarían a la ciudad. Por iniciativa del alcalde
Alfredo Rey Córdoba, el Concejo Municipal,
86 | Alcaldía de Santiago de Cali
presidido por Donald Rodrigo Tafur Gonzáles,
aprobó el acuerdo 014 de mayo de 1973 que
establació un auxilio de $ 6.000 pesos mensua-
les para la Corporación La Tertulia y autorizó al
alcalde para efectuar los traslados, créditos y
contracréditos necesarios para ello.
Tres años después de haberse inaugurada
la primera etapa del complejo cultural, se ini-
ció la segunda con la Sala Auditorio, diseñada
para conciertos y conferencias, con capacidad
para 300 personas y con un costo total que
ascendió a tres millones de pesos financiados
por el Banco de la República y la empresa pri-
vada de Cali. El auditorio que “en gran parte
se halla sumergido brotando fuertemente del
terreno como una prolongación en forma del
Teatro al Aire Libre, fue inaugurado el 22 de
febrero de 1974 con un concierto del Conjunto
Hausmusik de Bogotá, quienes interpretaron
“Miniatura de la Historia de la Música”, ejecu-
tado con flautas dulces, viola de gamba, orto,
cornamusa, clavecín, theroba y percusión”[3].
Y desde su inauguración desarrolló una pro-
gramación regular, con ocupación nutrida de
un público fiel que lo convirtió en lugar casi
obligado, de referencia y de encuentro tanto
de jóvenes como de adultos. Allí mismo se
organizaron una biblioteca y una hemeroteca
especializada, a la que acudían en busca de in-
formación los cinéfilos de la ciudad. Además
se contaba con una videoteca con más de 400
títulos, principalmente de clásicos del cine, y
una pequeña colección de películas de 35 mm.
Con la construcción del museo, las sa-
las de exposiciones, el teatro al aire libre
y la sala-auditorio, entre los espacios más
destacados, La Corporación La Tertulia iba
cumpliendo con sus objetivos culturales y
artísticos. Por lo cual el Concejo Municipal
le cedió a título de comodato el inmueble de
propiedad del municipio mediante Acuerdo
No. 51 del 17 de Diciembre de 1985, para
que dicha corporación pudiera continuar
desarrollando actividades culturales para
beneficio de a todos los estratos sociales.
Este hecho ratificaba, la vinculación del
Municipio de Cali a la obra de La Tertulia
otorgándole a la corporación el derecho a
continuar usufructuando las edificaciones
construidas en el globo de terreno de pro-
piedad del Municipio de Cali, avaluadas se-
gún el certificado de la Oficina de Catastro
Municipal de Cali de fecha agosto 8 de 1983,
en $10.165.000.oo para un área de 5.495.
m2, y de $11.044.000.oo para las mejoras,
sobre cuyo uso y destino conceptuó favo-
rablemente la junta de planeación del Mu-
nicipio en su sesión No. 549 de noviembre
2 de 1983. El lote de terreno y las mejoras
que se habían autorizado dar en comodato
no podían tener destinación diferente a la
de fomentar e intensificar la cultura a tra-
vés de la enseñanza popular y la realización
de campañas y actos de extensión cultural
a todos los niveles, de acuerdo con los es-
tatutos que regían a la corporación. Dicho
contrato de comodato tendría una duración
de veinte (20) años prorrogables, a partir de
la fecha de la firma de la correspondiente
escritura pública; vencido este término, el
bien inmueble objeto del comodato, con to-
das sus mejoras y anexidades debía ser en-
tregado al Municipio de Cali, sin que por ello
pudiera solicitar la corporación comodataria
contraprestación alguna.
Han pasado más de cuatro décadas desde
que la primera sala del complejo arquitectó-
nico y paisajístico del hoy conocido como
Museo de Arte Moderno La Tertulia abrió sus
puertas al público. Desde entonces ha logra-
do ampliar y fortalecer el patrimonio cultu-
ral, no sólo en términos de infraestructura,
sino en áreas de exhibición y oferta cultural,
gracias al empeño de sus organizadores, pa-
trocinadores y espectadores, al interés que
demanda la cultura en sus diversas manifes-
taciones. El Museo que surgió para la forta-
lecer el arte en Santiago de Cali y el Valle del
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
Cauca se fue proyectando a nivel nacional e
internacional, a tal punto de convertirse en
centro de convergencia de inquietudes del
arte y del saber, y ha visto desfilar, por su
antigua casona y su nueva sede, figuras de la
política, el arte, la crítica y la filosofía, partí-
cipes de las conferencias, exposiciones, con-
ciertos, concursos, recitales y mesas redon-
das organizadas; actividades que han influido
en la marcha de nuestra ciudad y el Valle en el
campo cultural, artístico e intelectual.
87
 Actualmente el Museo de Arte Moderno La
Tertulia cuenta con tres bloques adicionales:
el taller infantil, el edificio galería-almacén en
donde funciona el taller de conservación y
restauración de obras, único en el sur occi-
dente colombiano, y el edificio de tres pisos
inaugurado en el año 2000, denominado como
VI etapa del Museo, en el que se hallan una
cafetería y parqueadero cubierto. El taller-es-
cuela, que se inauguró en 1982, mantuvo
cursos en las diversas técnicas gráficas, con
profesores residentes o visitantes, con gru-
pos de alumnos interesados en perfeccionar
las modalidades de impresión. Este espacio
de enseñanza para las artes gráficas estuvo
activo en la década del ochenta hasta cuando
comenzó a funcionar el taller de conservación
preventiva y restauración de obras de arte en
Notas
[1] Museo de Arte Moderno La Tertulia. Catálogo. Publicación del Museo La Tertulia. Ministerio de Cultura y Dirección de Cultura del municipio de Santiago de Cali. Presentación de Maritza Uribe de Urdinola, [s.f]
[2] GALINDO, Yamid. “Cinemateca La Tertulia–30 años de cine “. En: Anacrónica. Revista de los estudiantes de Historia, No.4, Universidad del Valle, Cali febrero de 2006.
[3] Ibíd.
88 | Alcaldía de Santiago de Cali
1993 con el propósito de mantener en óptimo
estado la colección y prestar un servicio a la
comunidad y al patrimonio del departamento
del Valle del Cauca. En el año 2000 se inaugu-
ró un nuevo complejo con dos grandes salas
para exhibiciones, un piso para la biblioteca
que se usa como espacio expositivo, bodegas,
oficinas, una terraza, un local donde funciona
el café-museo y un parqueadero subterráneo;
cuatro confortables pisos que dieron culmina-
ción a este complejo cultural ampliando con-
sistentemente los servicios a la comunidad.
Como centro de arquitectura moderna, el
Museo de Arte Moderno La Tertulia resguar-
da obras de reconocidos artistas del país y
Latinoamérica, posee salas de exposición
de pinturas y esculturas en las que también
se realizan recitales, además de un salón de
conferencias, cinemateca y teatro al aire libre.
En sus salas de exposiciones los visitantes
pueden recorrer diferentes periodos históri-
cos, conocer las creaciones de inventores de
la humanidad, o admirar las obras de artistas
de diferentes épocas y lugares. Con una co-
lección de más de dos mil obras de arte entre
pinturas, esculturas, obras gráficas, objetos,
instalaciones, videos y fotografías de artistas
nacionales e internacionales, el Museo de Arte
Moderno La Tertulia ha alcanzado el nivel de
los mejores museos del país, aspirando a in-
crementar y fortalecer el arte en la región.
Complejo La Merced

Centro Histórico barrio La Merced

Monumento Nacional – Decreto No. 789 del 10 mayo de 1971

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 89

 Reseña Histórica
[…] la mayor gloria de un edificio no
depende de su piedra ni de su oro. Su gloria
está en su edad, en esa sensación profun-
da de expresión, de vigilancia grave, de
simpatía misteriosa, de aprobación o de
crítica que para nosotros se desprende de
sus muros largamente bañados por olas de
humanidad.
(Ruskin, 1987: 217)
Actualmente el barrio La Merced hace par-
te del corazón histórico de Cali. Junto con
los barrios San Pedro, San Nicolás, Santa
Rosa, San Antonio y San Bosco constituyen
una de las zonas residenciales más simbóli-
cas del “Cali viejo”, y La Merced es asumido
90 | Alcaldía de Santiago de Cali
por la comunidad caleña como el barrio más
antiguo, en el que fue celebrada la misa de
fundación de la ciudad, el 25 de julio de 1536
por mandato de Sebastián de Belalcázar, quien
llegó a este territorio en compañía del capitán
Miguel López Muñoz y el capellán Hernando
de Granada, junto con varios religiosos mer-
cedarios. Al poco tiempo, en 1539, los religio-
sos establecieron el Convento de La Merced,
con el cual inició la primera doctrina para la
administración de los indios de repartimiento
en la región. Con él se fundaron otros conven-
tos en Popayán, en Santa Ana de Anserma en
1541 y en Pasto en 1562. Fundado el conven-
to, en 1548 la doctrina empezó a funcionar
con los padres Hernando Granada y Juan de
Torreblandes, que atendían a 1.500 indígenas
repartidos en 16 pueblos. Al tiempo, los mer-
cedarios fundaron en Cali establecimientos de
enseñanza y escuelas elementales para niños,
en las que les enseñaban a leer, escribir y los
instruían en la fe. De los conventos fundados
en el siglo XVI en la Gobernación de Popayán,
uno de los más importantes fue el de la ciudad
de Cali, cuya localidad gozaba de una desta-
cada posición geoestratégica al hallarse cer-
ca al puerto de Buenaventura de donde salían
y entraban las mercaderías, que al llegar a la
provincia se repartían unas hacia el territorio
de Quito y otras hacia los pueblos del Nue-
vo Reino de Granada. Dicha condición hizo de
Cali un lugar propicio para el establecimiento
de los mercedarios y los indios bajo su tutela.
 Con el crecimiento de la ciudad, a partir
del siglo XVI, La Merced se fue consolidan-
do como uno de los más prestigiosos barrios
cercanos a la plaza central, adquirió su nom-
bre precisamente de las comunidades reli-
giosas que se aposentaron allí y que de una
u otra forma contribuyeron a fortalecer los
lazos identitarios y religiosos, sobre todo con
las advocaciones de las vírgenes de La Mer-
ced y Los Remedios que se veneraban en los
principales altares de los recintos sagrados
construidos allí. En nombre de su orden, los
mercedarios construyeron la primera iglesia
de la provincia cuyo nombre oficial fue “Real
Convento de Nuestra Señora de las Mercedes,
redención de los cautivos”[1], hoy ampliamen-
te reconocida como iglesia de La Merced. El
convento de los mercedarios ocupaba la mi-
tad de la actual manzana comprendida entre la
carrera 3ª, la carrera 4ª y la calle 7ª, lugar que
hoy ocupa el beaterio de las madres agustinas.
Según los registros de la época, los religiosos
que hacían parte tanto del convento como de
la iglesia La Merced tuvieron que enfrentar du-
ras condiciones a causa de la pobreza. Esta
situación fue poco a poco superada a lo largo
del siglo del siglo XVII cuando la capilla mayor
y la sacristía de La Merced empezaron a for-
talecerse a través de la caridad y el dinero re-
cibido a través de testamentos a su favor que
posibilitaron la ejecución de algunas obras y
restauraciones que fueron realizadas en 1678
y con las cuales se logró la reedificación de la
capilla y la sacristía por parte de los frailes.
Este fue el caso por ejemplo de don Bernardo
Alfonso de Saa y su esposa, doña Ana Arbo-
leda Salazar, quienes “hicieron a su costa la
mayor parte, hasta dejar todo concluido en
[1680], asistiendo personalmente a los traba-
jos; desembolsaron a perpetuidad, en recono-
cimiento, una ‘memoria de misa’, por escritura
pública”[2]. Durante el periodo colonial la capi-
lla sufrió cambios sustanciales a través de los
arreglos, reconstrucciones y remodelaciones
de que fue objeto, determinando con ello la ar-
quitectura que hoy en día se alcanza a divisar.
No obstante, a pesar de las transformaciones
que fueron surgiendo en la ciudad, este sector
intentó conservar las características arquitec-
tónico-urbanas modeladas desde tiempos de
la colonia y mantenidas en los siglos XIX y XX.
En el siglo XIX, las grandes y significativas
transformaciones también tocaron a las co-
munidades religiosas. Con el establecimiento
del nuevo orden impuesto por la República, y
el inicio del proceso de secularización con la
consecuente expedición de la Ley de expropia-
ción de conventos menores, el poder de las
comunidades religiosas se vio drásticamente
minado y con ello su estructura y hasta sus
mismos espacios fueron enajenados, cuando
el gobierno resolvió disponer de los bienes
religiosos, a través de procesos seculares am-
parados en la Ley, condicionando la posesión
de algunos bienes al número de personas que
los habitaban. Aquella decisión, que por su-
puesto afectó gravemente a los mercedarios,
tuvo graves consecuencias, entre las cuales
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 91
 se señala el manifiesto deterioro arquitectóni-
co de sus propiedades, utilizadas para diver-
sos propósitos, incluso en algunas ocasiones
como fortín militar. Cuando en 1836 el Cabildo
de la provincia de Cali manifestó la necesidad
de impartir enseñanza a las niñas y por ende
de contar con los espacios y recursos adecua-
dos para tal fin, determinó que:
Se rescate el convento de La Merced de esa
capital, i se solicite su aplicación a la en-
señanza de niñas; i ha resuelto S.E. lo que
sigue “Llévese á efecto como petición de la
cámara provincial; salvo lo que sobre ello
determinen las respectivas autoridades […]
relativo al establecimiento de un colejio de
niñas en el convento que fue de los padres
92 | Alcaldía de Santiago de Cali
de La Merced, debo hacer á la Gobernación:
que por el art° 1 del decreto de creación del
colejio de Santa Librada, se aplicó á este di-
cho convento, i si hoy o habitan las beatas
fue por haber dado el suyo, como mas ápro-
posito por su situación para hospital; i este
se dío por via de indemnización á Santa Li-
brada […] es preciso convenir en que dicho
convento de La Merced no era edificio del
público, sino del colejio de Santa Librada i
si su rector no tuvo facultad para la enaje-
nación […] sin embargo, la cámara he de
redimirse dentro de pocos días, i si ella, á
invitación de Ud, puede indicar las razones
en que puedo fundar el rescate decretado, ó
proveer otros medios para el establecimiento
del colegio de niñas, que sin duda seria de
grande utilidad (SIC)[3].
En términos arquitectónicos, los registros,
tanto escritos como fotográficos, demuestran
que durante el siglo XX se ejecutaron los cam-
bios más significativos en el Convento e iglesia
de La Merced. Todavía a finales del siglo XIX
era posible apreciar la antigua torre y el aspec-
to general del edificio como probablemente lo
dejaron las reparaciones de principios de ese
siglo. No obstante, ya para 1926 encontramos
la nueva torre con su segundo piso en ladrillo
a la altura de la iglesia de La Merced. En el ar-
chivo del convento se encontró un manuscri-
to relativo a una reparación que se hizo en la
Capilla de los Remedios que se inició a finales
de 1921 y terminó en mayo de 1922, y que
consistió en:
[…] levantar la pared de la capilla algo más
de metro y medio, techarla, hacerle un abo-
vedado de palancana quitándole así las vigas
que antes eran visibles, ampliar el coro de las
monjas y quitarle los pilares que lo sostenían
y que constituían un estorbo en la Iglesia y
hacer en el interior del convento dos salones,
uno en el piso bajo y otro en el alto para el
servicio de las religiosas Agustinas, ambos
adyacentes a la capilla[4].
El crecimiento de la ciudad de Cali a princi-
pios del siglo XX puso en riesgo muchos de
los espacios más importantes y simbólicos,
incluida la construcción forjada a través de casi
cuatro siglos por la comunidad de La Merced.
El desconocimiento, la falta de interés y por
ende el deterioro sufrido por muchas de aque-
llas edificaciones que representaban la historia
misma de la ciudad crecieron y por ello fue co-
mún que se propusieran procesos de restau-
ración, remodelación, reestructuración, pero
en la mayoría de los casos la destrucción de
aquel patrimonio arquitectónico que bien forja-
ba cierto grado de identidad y reconocimiento
histórico por parte de los ciudadanos fue inevi-
table. Afortunadamente, muchas edificaciones
lograron superar estos intentos de destrucción,
y se vieron expuestas a la intervención. En este
sentido, una de las grandes obras de recupera-
ción a la que se expuso la iglesia de La Merced
se inició el 25 de mayo de 1964, que según el
resumen hecho por la Hna. Saturia Paredes,
con base en la minuciosa monografía escrita
por el arquitecto O’byrne en 1969, consistió bá-
sicamente en lo siguiente:
Se quitan agregados, cielos rasos planos; el
viejo púlpito, altar lateral y comulgatorio son
retirados así como las —imitaciones de blo-
ques de piedra— en la pintura. También la
torre había sufrido cambios con elementos
añadidos, que, a la luz de las investigaciones,
no dejaban duda que no eran de allí, por lo
tanto son retirados. Junto a la entrada de la
capilla de Nuestra Señora de los Remedios,
se habían construido en años no lejanos unos
cuartos, que prestaban el servicio de sacristía,
y fueron demolidos por ser apéndices añadi-
dos al edificio. Así quedó a la vista un con-
trafuerte de la nave central que estaba bajo
techo dentro de la mencionada sacristía […]
Terminada la etapa de desmantelamiento, se
inicia la restauración […] Salta, a golpes de
limpieza, el revoque de barro hasta encontrar
la tapia pisada. Y empiezan a aparecer —tes-
tigos— de la existencia de nichos, dinteles,
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
diversas alturas del techo de la iglesia […]
Aparecen ventanas tapiadas, con doble muro,
uno al interior y otro al exterior de la Iglesia,
También las bases de un arco toral en el pres-
biterio. La capilla de Letrán es reconstruida
teniendo como base una fotografía de la mis-
ma, del año 1895[…] Dice el Dr. Sinisterra,
en su obra ya citada, que los cimientos los ha-
llaron intactos y sobre ellos se levantaron los
muros. Añade que también la altura del techo
y la inclinación de sus dos aguas estaban mar-
cadas sobre el muro de la nave lateral […] En
agosto de 1965 […], se terminaron más que
los trabajos de restauración, los dineros para
continuarlos en su totalidad […] La reinau-
guración de la Iglesia de La Merced se realizó
el 11 de marzo de 1967 [5].
93

Las reparaciones de entonces, que sólo
cubrieron algunas partes de la iglesia de La
Merced y otras externas de la Capilla de los
Remedios, produjeron como consecuencia el
deterioro de aquellas zonas que no fueron tra-
tadas, teniendo que intervenir de nuevo, diez
años más tarde, dados los daños generaliza-
dos que se presentaban en la estructura de la
antigua edificación. Muchas de las modifica-
ciones que se realizaron a lo largo del siglo
XIX y parte del siglo XX, con el fin de adecuar
aquellas instalaciones para que funcionaran
como colegio y orfanato, fueron inapropia-
das. El agregado de algunos pisos, con salo-
nes y corredores construidos con materiales
94 | Alcaldía de Santiago de Cali
incompatibles a los ya existentes que sopor-
taban todo el peso de la edificación, hicieron
que estos se desmoronaran literalmente como
castillos de arena. Esta situación obligó al cie-
rre del orfanato, lo que llevó a pensar en tomar
decisiones rápidas, drásticas y definitivas que
permitieran salvaguardar no sólo el lugar de
habitación de las religiosas, sino el patrimonio
histórico de la ciudad. Para ello se estableció
un comité que empezó a recaudar dinero a tra-
vés de distintas actividades; sin embargo, la
demora de los aportes y el costo de las repara-
ciones presupuestadas facilitaron un deterioro
aún mayor al que inicialmente se presentó.
El decreto 1421 de diciembre 14 del 73
decretó la formación del Comité Cívico
Pro-restauración de La Merced, con capa-
cidad suficiente para recibir donaciones, ad-
ministrar fondos y celebrar actos jurídicos y
notariales, tendientes a efectuar la obra de
restauración y reparación del claustro con-
ventual de La Merced. El Comité Pro-res-
tauración de La Merced quedó integrado
por: María Teresa Roux de Carvajal, (presi-
denta), Carmen Helena Borrero de Borrero,
Evelyn de Caicedo, Cecilia Caicedo de Eder,
Jorge Herrera Barona (director ejecutivo)
Luis Carlos Várela (tesorero reemplazado
al retirarse por el doctor José Vicente Bo-
rrero), doctor Francisco Moreno Mosquera
en representación del señor arzobispo, doc-
tor Jorge Ernesto Holguín, doctor Alfonso
Holguín Beplat (interventor), señor Manuel
Castro (representante del Banco Popular),
Madre Saturia Paredes, superiora de la Co-
munidad de las Madres Agustinas, señor
Jaime Correa López, director ejecutivo de la
Unidad de Acción Vallecaucana[6].
En 1975, algunos ciudadanos con el apoyo
del Banco Popular, impulsaron la propuesta
de una nueva restauración del complejo arqui-
tectónico La Merced, pero para entonces con
una idea más clara sobre los requerimientos
del lugar y la importancia que estos embarga-
ban. El proceso de restauración fue asignado
al arquitecto y restaurador José Luis Giraldo
Jaramillo, con quien se inició el esfuerzo más
grande que se haya canalizado a favor de la
conservación de La Merced. Una vez reunidos
los obreros, las labores se iniciaron teniendo
en cuenta hasta los más mínimos detalles y
cuidados, en procura de no ocasionar daños
a la estructura. Bajo la coordinación del arqui-
tecto Giraldo se adelantó un proceso de inda-
gación sobre los vestigios de épocas pasadas,
la clase de materiales empleados y la forma
cómo suplir aquellos en desuso para no pro-
vocar inconvenientes por su incompatibilidad.
Fue así que se inició una labor minuciosa don-
de se quitaron techos, se rasparon paredes
que fueron dejando entrever los rastros de
una estructura en la que anteriormente había
vigas, pinturas, y varias capas de pisos super-
puestos; del mismo modo se renovaron las
cañerías o desagües existentes que estuvieron
en uso durante el periodo colonial, reempla-
zándolas por una red hidráulica con materia-
les de mejor calidad. Las partes débiles de los
muros fueron reforzadas quedando protegi-
das contra el desplome que pudiera producir
la humedad y las vibraciones generadas por el
paso de vehículos en la contigua calle.
Los trabajos realizados en aquel momento
cambiaron casi en su totalidad el lugar que se
encontraba abandonado y muy deteriorado,
logrando convertirlo en lo que hoy es, con sus
tres espacios más importantes: la iglesia de
La Merced, la Capilla de Nuestra Señora de los
Remedios y la zona de celdas para las religio-
sas del convento con lugares de estudio y un
espacio destinado para el establecimiento del
Museo Arqueológico y la Biblioteca. La distri-
bución de los espacios resultantes de aquella
intervención de La Merced realizada en los
años setenta produjo como resultado un com-
plejo arquitectónico, que muestra los proce-
sos históricos por los que ha pasado, a través
de sus vestigios, y con los cuales podemos
hoy saber sobre las técnicas de construcción
de la colonia y sobre los espacios conventua-
les de la época, entre otros aspectos.
La plazoleta de La Merced conservó los te-
rrones centenarios hallados a 60 centímetros
bajo el piso, mostrando la huella de los años
plasmados en los cimientos de las cañerías de
piedra pequeña, para acondicionar la zona que
se encontraba por debajo del nivel de la ca-
rrera 4ª, para lo cual se utilizaron piedras del
río, hileras de ladrillo y piedra de cantera. Con
ello se logró hacer una especie de gradería,
quedando la plaza en forma de “L”, área co-
rrespondiente al actual Museo Arqueológico
de La Merced en la carrera 4ª que inicialmente
se acondicionó para ser utilizado como museo
precolombino. La entrada al museo colonial y
religioso se ubicó por la puerta principal de la
capilla de Nuestra Señora de las Mercedes que
cuenta con un campanario que colinda con un
viejo muro. Anteriormente estos conformaban
un sólo cuerpo que correspondía a la puerta
de entrada al Convento, de la cual sólo quedó
un arco en el viejo muro. Este espacio cambió
gracias a que el lugar quedó casi al nivel de la
carrera 4ª. Sobre la calle 7ª sufrió un cambio
sustancial el aspecto de La Merced formándo-
se un conjunto de desniveles dentro de la cual
la capilla de Nuestra Señora de los Remedios
soportó la modificación de tres metros en su
altura, con un desnivel. Dichos cambios resul-
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 95
 taron tan favorables en términos de lo simbó-
lico y de la identidad que representaba, que
logró su reconocimiento, siendo declarado
monumento nacional a pesar de que las obras
de restauración no habían sido concluidas[7].
De este modo se ejecutó el proceso por el cual
el sector de La Merced se convirtió en un re-
ferente de ciudad donde lo histórico-cultural y
colonial lograba armonizar con lo estético y lo
turístico. Con lo anterior, se hacía además un
aporte a la comunidad de las madres agusti-
nas, mejorando el nivel habitacional y de vida
de las religiosas que allí se albergan y prote-
gen este sitio patrimonial[8].
Las intervenciones y restauraciones que se
ejecutaron en el siglo XX establecieron que la
mayoría de los bienes inmuebles que confor-
man La Merced correspondían al siglo XVIII,
lo cual permitió que se hiciera un reconoci-
miento a este sector histórico por parte de la
ciudadanía, catalogándolo como uno de los
más importantes, esta nominación de patri-
monial permite proteger mejor este espacio.
Estas intervenciones proporcionan herramien-
tas para que la ciudadanía se reconozca en es-
tos lugares, fortaleciendo los lazos históricos
e identitarios.
Desde el punto de vista de la legislación so-
bre patrimonio, el sector de La Merced fue de-
clarado como centro histórico en obediencia
a la Ley 163 de 1959 que incluyó a Cali como
una de las ciudades colombianas donde se
debía preservar la ciudad antigua, se elevó a
la categoría de monumento nacional mediante
Decreto No. 789 del 10 mayo de 1971. Y des-
de el punto de vista arquitectónico, la iglesia y
el Convento de La Merced fueron declarados
monumento nacional por Decreto No. 285 del
24 de febrero de 1975. No obstante, a la ciudad
de Santiago de Cali, desde el punto de vista de
edificaciones, le quedan muy pocos vestigios
de la época colonial. Sólo en el orden religioso
le quedaron algunas iglesias y conventos cuyo
valor arquitectónico reside en ser testimonios
de esa época en que los materiales usados en
la mampostería acusaban pobreza, lo mismo
que la creatividad en la construcción.

Notas
[1] La virgen de Las Mercedes fue la primera abogada de los cautivos. Como congragación, los Mercedarios fueron fundados por Pedro Nolasco y Raimundo de Peñafort en 1235 para redimir a los cautivos de los
sarracenos. La expulsión de los Moros de España en 1492 y el descubrimiento de América en el mismo año, llevó a que los Mercedarios transformaran su propósito y se consagraron a adoctrinar a las colonias españolas.
[2] ARBOLEDA, Gustavo. Historia de Cali: Desde los orígenes de la ciudad hasta la experiencia del periodo Colonial. Tomo I. Cali, Universidad del Valle, 1956, p. 158.
[3] AHC, Fondo Capitular , Tomo 61 Folios 532-532v
[4] PAREDES, Saturia (Hermana). Convento La Merced. Cali, Boletín III de las Hermanas Misioneras Agustinas Recolectas –MAR-; No. 39, Año XIII, volumen IV, abril – junio de 1978; p. 208-275
[5] Ibíd.
[6] El día martes 30 de mayo de 1974 “El País” de Cali publica el siguiente resumen: Cuando se pensó en rescatar su valor En: PAREDES, Saturia, Óp. cit., p. 269
[7] Ibíd.
[8] Ibíd

96 | Alcaldía de Santiago de Cali

Convento San Joaquín

Centro Histórico barrio La Merced

Monumento Nacional – Decreto No. 789 del 10 mayo de 1971

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 97

 Muchos franciscanos fueron los gestores de
este proyecto. Algunos dedicaron toda su vida
a este convento, convirtiéndose en sus promo-
tores a través de las donaciones o testando y
dejando sus bienes a favor del Convento o Co-
legio de Misiones. El padre Fernando de Jesús
Larrea, a quien se le recuerda como fundador
de los colegios de Popayán y Cali, se puso a
la cabeza del proyecto y con la compra de las
tierras y los materiales necesarios, en poco
tiempo, los religiosos lograron ver levantado el
convento y la iglesia, con lo cual se cumplía el
cometido propuesto hacia el año de 1750 cuan-
do visitó esta región de la provincia de Popayán.
No obstante, el logro de este proyecto fue
posible en la medida en que coincidió con la
época en que se fomentó la fundación de con-
ventos y colegios menores y el Cabildo de Cali
logró la aprobación del establecimiento de un
convento de frailes menores en la ciudad. Así
se registra en los tomos capitulares, cuando el
procurador general del Cabildo hizo referencia
a lo conveniente que sería la fundación en esta
ciudad de un convento de los religiosos ob-
servantes de la religión de San Francisco, cuya
fundación se haría a expensas de la piedad de
los fieles, manifestando que:
[...] considerándose por los superiores de
dicha orden que más conveniente sería el
que la dicha fundación fuera de un Colegio
de misiones de la misma orden que sirva de
abasto espiritual a si a los conventos, como a
los muchos conventos de la jurisdicción pa-
rece propia obligación del Procurador el re-
98 | Alcaldía de Santiago de Cali
presentar a vuestra Señoría lo siguiente= Lo
primero: que ustedes sirva de informar a su
magestad lo conveniente que es la fundación
de dicho colegio de misiones en esta ciudad
por las rezones de congruensia, y del servicio
de ambas magestades que tiene vosotras al-
teza reconocido= Lo siguiente, que supuesta
la licencia que se espera del Santo celo y pie-
dad de su Magestad y que el reverendo padre
don Joseph Campiño ha elexido por lugar
cómodo el sitio que está en los términos de
la ciudad al pie de la capilla de San Anto-
nio, San Joachin y Santa Anna se le señale el
dicho sitio sin que obste el que este […] de
algunos pocos vecinos; pues para obrar este
convento por vuestra Señoría, en virtud de
la práctica de esta ciudad recompensas los
solares con otros de los que ay bacos en esta
dicha ciudad vigente y facultades que ha go-
zado siempre este cavildo y en la misma con-
formidad se les podrán remplazar los pajares
y tejados que tuvieren arreglando sus provi-
dencias en orden a la lonxitud del sitio a lo
que paresiere conveniente según la represen-
tación que dicho reverendo padre muriere: Y
por quanto así mismo fundándose el dicho
colexio en el sitio referido se hace primero
para sus distribuciones espirituales la agre-
gación de la capilla del Señor San Antonio a
dicho colexio, le parece al procurador que a
vuestra Señoría practicas las diligencias co-
rrespondientes para con los del vicepatrono
real ordinario y cura de esta ciudad, todo lo
que el Procurador pone en consideración de
vuestra Señoría pidiendo prosea lo que sea
conveniente en justicia Su Señoría […][1]
En cuanto a su ubicación, algunas personas
quisieron que el convento se situara en la co-
lina de San Antonio, pero prevaleció la idea de
que fuera en el sitio donde se encuentra en la
actualidad, conocido como complejo de los
franciscanos. Sobre la discusión del sitio para
el convento, el padre Larrea dejó en sus memo-
rias algunas líneas breves sobre este suceso.
Varias circunstancias fracasaron los intentos
del P. Campiño de fundar el Colegio en la
colina de San Antonio. Había que comenzar
o por expropiar de sus solares a los legítimos
dueños o compensarles con otros, que parece
que esa fue la decisión que hubo y así lo de-
terminó el Cabildo [...] En los principios de
la fundación padecimos graves contradiccio-
nes, porque algunos sujetos principales insis-
tieron con grandes ardores que el colegio se
fundase al pie de la colina de San Antonio,
distante de la plaza más de doce cuadras, y
no en los solares que habían comprado, lo
cuales estaban en sitio muy proporcionado
para la fundación del Colegio[2].
Respecto a la construcción de la fábrica del
templo, de lo que hoy conocemos como el
complejo de los franciscanos en Cali, se de-
sarrolló una labor importante en los últimos
años del siglo XVIII por parte del padre fray
José Joaquín Escobar, quien cumplió la fun-
ción de guardián del convento, entre 1795 y
• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales |
1798, y fue quien dispuso que se emprendiera
la construcción de la fábrica del templo. Fray
Andrés Mariano Arroyo y el padre fray Pedro
de la Cruz Herrera, como los edificadores del
templo, como consta en los tomos capitulares
de 1795. De la misma forma que lo hizo La-
rrea, se ordenó la colecta de limosnas por me-
dio de misioneros que recorrieron los actuales
territorios del Valle del Cauca y la provincia
del Chocó y se destinó la cantidad de 18.000
patacones. A 10 de octubre de 1796, en el li-
bro de decretos discretoriales del convento se
consigna que:
99

Congregado el venerable discretorio para
tratar de los arbitrios y medios que podrán
adoptarse para construir una nueva iglesia,
leyó el muy reverendo padre guardián la real
Cédula que a ese efecto expidió su majestad
[...] en 20 de febrero de 1791 del presente
año, en que comunicando dicha real cédula,
pide se le expresen los fondos o limosnas con
que cuenta el colegio para dicha fábrica, y
habiéndose conferenciado la materia, resol-
vió todo el venerable discretorio que se ofre-
ciese ayudar a su majestad para ella con 18
a 19.000 patacones en forma que propone
el reverendo padre guardián en su oficio de
contestación, de fecha 2 de junio del mismo
año y que se pusiera por obra desembarazar
el terreno destinado a dicha fábrica y lo de-
más conducente a ello[3].
100 | Alcaldía de Santiago de Cali
Ante dicha situación de inconformidad, los
franciscanos, desde sus conventos y comple-
jos religiosos, fueron agentes movilizadores
de la sociedad a favor de los discursos inde-
pendentistas, motivados probablemente por la
pérdida de muchos de sus privilegios y ampa-
rados en el hecho de que, entre los pocos es-
pacios donde se podía instruir e informar a los
vecinos de la ciudad de los últimos sucesos y
discursos pro-independentistas, figuraban los
conventos menores y seminarios. Por ello, la
vida del convento franciscano en Cali durante
el siglo XIX estuvo marcada por altibajos que
iban desde la activa participación en los asun-
tos de la independencia, hasta los momentos
de crisis en que la República dejaría a los reli-
giosos aislados de cualquier tipo de decisión
frente a los procesos de secularización de la
sociedad. Sin embargo, el convento de los
franciscanos en Cali tuvo una activa y desta-
Desde las primeras décadas del siglo XIX ya se
cada participación en los sucesos políticos de
evidenciaba la crisis del sistema colonial y con
la guerra de independencia y los posteriores
ello, del poder y la influencia de muchas comu-
procesos de organización de la Nueva Grana-
nidades religiosas entre ellas la de los francis-
da, tanto que fue considerado como “un hervi-
canos. Por su parte, el impacto de las reformas
dero insurgente; allí eran orientados los idea-
borbónicas en América alteró la relación existen-
les patriotas”[4] por los frailes, entre los cuales
te entre los principales grupos de poder: admi-
se destacan José Joaquín Escobar y José
nistración, iglesia, ejército, economía y sociedad,
Joaquín Meléndez, quienes participaron en la
y como consecuencia se produjo el recorte, en
junta de las Ciudades Confederadas del Valle
forma creciente, de la inmunidad eclesiástica y
en 1811, y el padre Herrera, quien también fue
una situación general de descontento e incerti-
activo en el proceso de la Independencia en
dumbre en la mayor parte de la sociedad, espe-
la región. También el obispo fray Fernando de
cialmente la criolla, con la que se evidenciaban
Jesús Cuero y Caycedo y fray José Ignacio Or-
las profundas tensiones raciales, conflictos e
tiz a quien se le debe la construcción del puen-
inestabilidad de la sociedad colonial.
te que lleva su apellido, la del templo de San
Pedro y la diligencia por la cual se introdujo la
primera imprenta en Cali; de ellos están sus
retratos en el convento.

No obstante, a partir de 1821 se presenta una

pérdida de poder de las comunidades religio-
sas cuando en el establecimiento de la Repú-
blica el discurso secular tuvo un efecto directo
sobre el dominio que tradicionalmente habían
tenido estos religiosos en la instrucción públi-
ca. Fue el comienzo de un proceso secular de
la educación que, a pesar de tocar las entrañas
más profundas de la sociedad, se empezó a
implementar. La idea de independencia, des-
de las políticas educativas, logró modificar la
estructura colonial dándole una relevancia al
dominio de la institucionalidad por parte del
Estado, restándole poder a la Iglesia. En este
sentido, algunos de los conventos menores
que estaban a cargo de los franciscanos pa- te pérdida de documentos que hoy tendrían Pero la infortunada situación de estas co-
saron a ser administrados por el Estado y esta un valor histórico incalculable. Varios frailes, munidades no terminaba allí. A este proceso
comunidad fue perdiendo el dominio que tenía entre ellos fray Damián González, Héctor Guz- se le sumó el hecho de que Tomás Cipriano
sobre buena parte de la población. mán, Manuel y Rafael Ortiz, Manuel Lemos y de Mosquera declarara abolidas las comuni-
Vicente Barbosa, lograron durante este tiempo dades religiosas en el territorio de la Nueva
En las últimas cuatro décadas del siglo XIX que la municipalidad les diera alojamiento en Granada desde el 5 de noviembre de 1861.
las políticas seculares fueron mucho más fuer- una parte de su convento, mientras que la par- Sin embargo, el Cabildo de Cali presentó una
tes y estaban encaminadas a una exclusión te no ocupada por los frailes la ocupó el Go- particularidad que favorecía a esta comunidad
que abarcaba unas esferas sociales mucho bierno para el establecimiento de una escuela probablemente por el aporte que había hecho
más amplias, lo que produjo, para el caso de pública. En 1885, fray Rafael Ortiz, quien fi- a la ciudad. Ante el Congreso de la República,
Cali, el recogimiento de la comunidad francis- guraba como guardián del convento, elevó un Eustaquio Palacios dirigente de la ciudad, ra-
cana en sus claustros, en 1860. Con la ley de memorial a la Jefatura Municipal pidiéndole la dicó una solicitud de restitución del convento
‘manos muertas’, el Gobierno se apoderó del anexión, aún cuando fuera transitoria, del res- de San Joaquín de Cali a sus dueños, los fran-
convento y desterró a los frailes. La biblioteca to del convento. ciscanos, fechada el 20 de enero de 1870. En
fue destruida y saqueada, con la consiguien- esta se expresa lo siguiente:

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 101

 La Constitución Nacional no eliminó las
comunidades religiosas; antes bien, las supo-
ne existentes en el territorio de Colombia,
al disponer en su artículo sexto que dichas
corporaciones no puedan adquirir bienes
raíces. La extinción de ellas no fue obra de
la Constitución, sino de la un ley particular
(haciendo referencia a la ley del 23 de abril
de 1863, firmada por el presidente Tomas
Cipriano de Mosquera) [...] A consecuencia
de la extinción legal de las Comunidades re-
ligiosas, los frailes franciscanos, que había en
esta ciudad de Cali, salieron de la República,
y hasta hoy se encuentran en país extranjero
[...] La cesión del convento de San Francisco
de Cali, a favor de los religiosos sus antiguos
moradores, en vez de ser una injusticia, se-
ría más bien la reparación de una injusticia.
Para probar esto me basta hacer una ligera
relación [...] Ellos dejaron recuerdos eternos
de su actividad y de su amor patrio, en esta
ciudad de Cali. Los templos de San Fran-
cisco y de San Pedro, el hospital de caridad,
el Lazareto, el puente sobre el río Cali, el
Panteón, el Colegio de Santa Librada [...]
En ese convento floreció el P. Fray Joaquín
Escobar, el que trajo de Quito una magnifica
102 | Alcaldía de Santiago de Cali
librería; el mismo que en 1810 difundía las
ideas republicanas y las enseñaba en la plaza
pública cuáles eran sus derechos como hom-
bres y como ciudadanos; que fue presidente
de la primer junta patriótica que hubo en
Cali y que al fin fue enviado preso a Espa-
ña. Allí floreció P. José Ignacio Ortiz; el que
edificó el templo de San Pedro y el puente
sobre el Río Cali; el mismo que fundó la pri-
mer imprenta, y creó rentas para el primer
colegio de niñas es esta ciudad. Allí floreció
el P. Fray Pedro de Herrera, a quien tanto
debe el Colegio Santa Librada; que edificó
el templo de San Francisco [...][5]
Esta solicitud demostraba la importancia
y trascendencia que la comunidad religiosa
tenía para la ciudad. La solicitud se hizo en
pleno auge de las políticas de secularización
propuestas por los liberales radicales, que se
mantuvieron hasta los años 80 del siglo XIX,
cuando precisamente se gestó el proceso po-
lítico conocido como la regeneración que se
consolidó en 1886 con la firma de la Constitu-
ción, año en que fue restituido y entregado de
nuevo el convento a los padres franciscanos.
Cali, 9 de diciembre de 1886
Al reverendísimo Padre Ministro General
Fray Bernardino a Portu Romantino, Roma.
Con sumo gusto comunico a V.P. R. que el
Gobierno nos ha devuelto nuestro convento
íntegramente, de manera que en breve tiempo
estaremos organizados para pelear las batallas
del Señor y espero que V.P. R. en atención al
gran interés que ha manifestado por el ensan-
che de esta casi extinta comunidad, se digne
de ordenar nuevamente la venida de los tres
religiosos del Perú para el aumento de esta
familia seráfica, pues temo que ahora que el
Reverendo Padre Sans ha dejado de ser Co-
misario General se presenten obstáculos que
retarden la venida de aquellos[...][6]
En la última década del siglo XIX con la con-
solidación del poder moral a través de la repre-
sentación que le otorgaban los conservadores
a las comunidades religiosas, empezó a resur-
gir una nueva época de esplendor que se refle-
jaba materialmente en el inicio de procesos de
restauración arquitectónica de los conventos,
los cuales fueron registrados en un documen-
to titulado ‘La sucinta información’ de 1890.
En este documento se ofrece una información
general del estado topográfico, local, religioso
y moral del Colegio de Misiones de San Joa-
quín, Cali, en 1890:
Fue su legítimo fundador, el venerable pa-
dre Fray Fernando de Jesús y Larrea […] Lo
fundó en el año 1757 como consta en la na-
rración que él mismo hace de su portentosa
vida escrita por su misma mano […]. Los
progresos y olor de santidad y letras que apa-
recieron por dentro y fuera de la República
los religiosos del Colegio de Cali, duraron
hasta la que esta República se independizó
de España y después de ésta […] hasta la
revolución de Mosquera que acabó con todo
lo más santo y sagrado que poseía el Colegio:
fincas, censos, casas, calera, tejar, obras pías,
misiones, conversiones y hospicios de infie-
les, biblioteca, archivo y cuanto escrito tenía
[…] El colegio, entonces como consecuencia
legítima del liberalismo, fue convertido, de
casa de oración en cuartel de diablos, más
bien que de soldados. Luego se puso en pú-
blica subasta, y felizmente nadie quiso com-
prarlo: intentaron ocuparlo en Trapecio de
Acróbatas, mas al entrar por sus partas dos
soberbios caballos para ensayar las pruebas
del arte, cayeron repentinamente muertos
[…] Pasa desde luego a ser Escuela Normal
de niños hasta el tiempo de la restauración[7].
Como fuente documental el mencionado
manuscrito se convierte en un elemento va-
lioso, al presentar un balance de lo que suce-
dió con el Convento de San Joaquín, desde
sus inicios hasta las últimas décadas del siglo
XIX, cuando es firmado; muestra además los
progresos y tropiezos que han tenido el con-
vento y la comunidad a lo largo de su vida en
la ciudad. En 1882, se reconstruyó completa-
mente la capilla o antiguo templo y en 1897 la
mayor parte del convento quedó en posesión
de los frailes. Después del cambio de régi-
men político se emprendieron importantes
reparaciones en el edificio del convento y en
la iglesia. Las manifestaciones del Cabildo y
de personajes influyentes de la ciudad como
Eustaquio Palacios, Manuel Buenaventura y
Agustín Teleche, quienes influian la opinión
pública a través de publicaciones y periódi-
cos, y pedían la restitución total del convento
a la comunidad franciscana, fueron una clara
muestra del emprendimiento de la ciudada-
nía que reconocía la importancia de aquella
comunidad religiosa en muchos aspectos de
la vida de la ciudad. Con ello, en los primeros
años del siglo XX el poder moral representa-
do en muchas comunidades religiosas se fue
consolidando y con esto, las reconstruccio-
nes, modificaciones y arreglos que nos dejan
como legado de lo hoy conocemos como el
complejo de los franciscanos.

Notas
[1] AHC, Fondo capitular Tomo XVIII Folios 224r-224v
[2] LARREA, Fernando de Jesús. Viajes Misioneros. p. 93, 103.
[3] Ibíd. p. 172
[4] Santiago de Cali, 450 años de historia. Alcaldía de Cali, Editorial XYZ. Cali, 1981
[5] Solicitud que ante el Congreso realizó Eustaquio Palacios, para la restitución del convento de San Joaquín de Cali a sus dueños los
Franciscanos. En este documento es fechado el 20 de enero de 1870. Tomado de: Óp. cit. MANTILLA, Luis Carlos pp. 49-58
[6] Archivo General de la Orden Franciscana, Roma: Columbia II (1885-1896) Tomado de: Óp. cit. MANTILLA, Luis Carlos
[7] “La Sucinta información”– Cali 21 de Noviembre de 1890 Tomado de: Óp. cit. MANTILLA, Luis Carlos

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 103

Epílogo

La ciudad, ese territorio que se narra de diversas formas, que se construye con el forcejeo
diario de sus habitantes, hace que tenga una vida, una dinámica que va mostrando el avance y
madurez con el paso inexorable del tiempo.

En ese proceso de formación de los territorios, se van dejando hitos que marcan una época,
un momento histórico, un estilo arquitectónico, que quedó registrado en las imágenes que han
observado en esta investigación, y que han sido analizadas y comentadas por dos historiadores
dedicados al estudio del patrimonio de la ciudad. Por eso la importancia de resaltar el patrimo-
nio material y recoger la memoria y ponerla de presente para quienes la desconocen, o también
dejarla abierta para quienes están interesados en ahondar en la investigación especializada de la
historia de una comunidad, tan especial y diversa como la caleña.

Nos complace que desde la Secretaría de Cultura –Subsecretaría de Patrimonio, Bibliotecas

e Infraestructura Cultural– hayamos logrado el objetivo de publicar esta obra para dejarla a la
consulta ciudadana en un momento en que, por iniciativa del mismo alcalde Jorge Iván Ospina
en co-adyuvancia del secretario de Cultura José Darwin Lenis y el suscrito, propendemos por
destacar los valores de nuestra Cali, manifestándonos bajo el término de Caleñidad.

Gracias a los historiadores Carlos Mario Recio Blanco y Carmen Cecilia Muñoz Burbano, por
entregarle a Cali esta joya de libro.

Leonardo Medina Patiño

Subsecretario de patrimonio, bibliotecas e infraestructura cultural
(Ad portas de la conmemoración 484 de la fundación de Santiago de Cali)

• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 105

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• Patrimonio y Caleñidad • Recorrido histórico por las instituciones culturales | 111

Construir es materializar sueños, ordenar un mundo
posible, dar sentido a la vida y, sobre todo, confianza.
Vivir, siempre da lugar a la memoria, a la identidad y a una
relación con el tiempo y el espacio. Cuando se narra la -
ciudad, se activa y se puede llegar a entender sus
“cambios de piel”, cómo se percibe la magia especial que
ha dejado una Cali anterior, pero también como sigue
conectada con la brisa, los aromas, la sonrisa, los pasos,
los sonidos, que salen de los poros de los caleños y
caleñas de hoy.

Alexander Arias Calero

Sociólogo e historiador