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CONCEPTO Y DISTINCIÓN
Como ya hemos expuesto, el vocablo «juego», deriva del latín «iocus» (broma,
distracción), que expresa la idea de satisfacción o deleite, si bien es la palabra «ludus»
(diversión, pasatiempo), que acentúa el sentido de actividad fácil o que no requiere
esfuerzo, la que mejor traduce el término castellano «juego». En cambio, la palabra
«apuesta» proviene del verbo latino «apponere» (o adponere), que significa colocar, poner
con inmediatividad a algo.
El primer sentido, que es el más amplio, nos remite al término jugar, que, a su vez, cuenta
con varios significados, de los que en este caso interesan los siguientes: 3. «Entretenerse,
divertirse tomando parte en uno de los juegos sometidos a reglas, medie o no en él interés»/
4.»Tomar parte en uno de los juegos sometidos a reglas, no para divertirse, sino por vicio o
con el sólo fin de ganar dinero»
Del término «apostar» se recogen, entre otros, los siguientes sentidos: 1. «Pactar entre sí los
que disputan que aquél que estuviere equivocado o no tuviere razón, perderá la cantidad de
dinero que se determine o cualquier otra cosa» 2. Arriesgar cierta cantidad de dinero en la
creencia de que alguna cosa como juego, contienda deportiva, etc., tendrá tal o cual
resultado; cantidad que en caso de acierto se recupera aumentada a expensas de las que han
perdido quienes no acertaron.
ARTÍCULOS 1942
En términos generales los juegos son aquellas actividades sujetas a reglas cuyo objeto
esencial es constituir un pasatiempo para quien lo practica. Considerando su aplicación
práctica, los juegos pueden encasillarse en cuatro tipo de clasificaciones: i) por el número
de personas, en juegos individuales o plurales; ii) por la existencia o no de disputa, en
juegos de competencia o sin competencia; iii) por la existencia o no de riesgo patrimonial,
en juegos con apuesta o sin apuesta; iv) por la manera de determinar el resultado, en
juegos de azar o de habilidad. De todos estos, los relevantes son aquellos cuyo desarrollo
y resultado originan consecuencias jurídicas, es decir, producen efectos que deben ser
tutelados por el Derecho.
Los juegos jurídicamente relevantes siempre son juegos plurales. En efecto, para que un
juego pueda tener relevancia en el mundo del Derecho es necesario que estén
involucrados por lo menos dos personas. Los juegos individuales, en la medida en que
son realizados y sus efectos recaen en una sola persona carecen de importancia.
Otro elemento definitorio es que siempre son juegos de competencia, pues debe dar
origen a una situación creadora de derechos y obligaciones, la cual solo podría ocurrir si
el juego produce un efecto determinado en la condición de los participantes, por ejemplo,
declarándolos ganadores o perdedores. Si el juego es sin competencia y se realiza por el
mero pasatiempo no origina ninguna alteración en la situación jurídica de los participantes
y por lo tanto es irrelevante para el Derecho. Por cierto, no basta con ser considerado
juego de competencia para ser jurídicamente relevante, pues podría darse el caso de
juegos donde un participante es declarado ganador pero esto no se traduce en la
obtención de un derecho para dicho participante o una obligación para el perdedor o
perdedores.
Es por ello que se agrega una tercera característica. Los juegos jurídicamente relevantes
siempre son juegos de apuesta. Como debe existir una relación jurídica a consecuencia
del juego, esta solo puede producirse en la medida en que exista vinculación entre el
resultado del juego y la existencia de obligaciones y derechos de carácter patrimonial
entre los participantes. Si no hay ninguna apuesta en el juego este no será relevante para
el Derecho.
Finalmente, los juegos jurídicamente relevantes pueden ser juegos de azar o juegos de
habilidad. Si el juego es plural, de competencia y de apuesta, no interesa para el mundo
del Derecho si el resultado se decide por azar o por habilidad de los participantes pues en
ambos casos origina consecuencias jurídicas. Sin embargo, desde la óptica del interés
público, los juegos de azar justifican un mayor control, pues bajo la modalidad de juegos
organizados(1), dejan al operador en una posición de privilegio respecto de la otra parte
contractual -los jugadores- y por lo tanto el Estado debe garantizar que las reglas del
juego -previamente evaluadas y aprobadas- sean cumplidas en forma imparcial, tutelando
de esta manera la objetividad del evento aleatorio que determina el resultado. Por
ejemplo, las máquinas tragamonedas son juegos de azar cuyo porcentaje teórico de
retorno al público está matemáticamente configurado en el programa de juego,
información que obviamente conoce el conductor de la sala de juego pero no el público
asistente, consecuentemente, el Estado debe velar porque dicho porcentaje teórico
Como puede advertirse de la revisión de nuestros tres Código Civiles, al regularse esta
materia en todos los casos se ha incluido en el título los términos "juego" y "apuesta"
como si fueran entidades distintas.
Nosotros consideramos que no hay justificación jurídica para hablar de juego y apuesta
como si fueran dos modalidades contractuales de igual jerarquía pero distinta naturaleza,
más aún en la forma como ha sido regulado en nuestro Código Civil. El juego debe ser el
contrato nominado y la apuesta constituye uno de sus elementos. Todo juego
jurídicamente relevante, todo juego que ostenta la naturaleza de contrato, conlleva una
apuesta y toda apuesta refleja la existencia de un juego.
En efecto, si entendemos al juego como una actividad sujeta a reglas que determina
ganadores y perdedores, las apuestas hípicas, las apuestas so~re competencias
deportivas y, en general, las apuestas sobre cualquier hecho desconocido para las partes
-futuro o pasado- constituyen juegos y la relación jurídica que crean es un contrato de
juego. En adelante, cuando nos refiramos a lo que el Código Civil denomina juego y
apuesta, utilizaremos únicamente el término juego.
Clasificación de los juegos jurídicamente relevantes
Actualmente, predomina la legalización parcial, es decir, no todo está permitido pues hay
algunos juegos considerados prohibidos. Dentro de este régimen, se podrían utilizar dos
sistemas normativos para clasificar a los juegos jurídicamente relevantes:
- Sistema positivo: La regla es "a falta de norma se permite". Considera que solo son
juegos permitidos aquellos que no se encuentran expresamente prohibidos por una
disposición legal. Por ejemplo, si el Perú siguiera este sistema, los juegos de azar por
Internet estarían permitidos.
- Sistema negativo: La regla es "a falta de norma se prohibe". Considera que solo son
juegos permitidos aquellos que son autorizados por una norma general de manera
expresa. Esto quiere decir que todos aquellos juegos carentes de reglamentación se
encontrarían prohibidos. Por ejemplo, si el Perú adoptara este sistema, los juegos de azar
por Internet estarían prohibidos.
Los sistemas antes mencionados se basan en una clasificación bipartita de los juegos en
permitidos y prohibidos. Sin embargo, también es posible que exista una clasificación
tripartita, como la adoptada actualmente por nuestro Código Civil que divide los juegos
jurídicamente relevantes en juegos permitidos, juegos no autorizados y juegos prohibidos.
Esta clasificación considera como juegos permitidos, a los regulados por las disposiciones
legales; como prohibidos, a los expresamente prohibidos por las disposiciones legales, y
como no autorizados, a los de la zona gris, esto es, a los que no están ni expresamente
prohibidos ni expresamente permitidos por alguna norma legal.
Las consideraciones morales o religiosas que sustentaban la prohibición del juego en las
legislaciones civiles de los países de influencia románico-germánica -como el nuestro-
han sucumbido a la realidad actual del juego como actividad de entretenimiento tolerada e
inclusive incentivada por el Estado por su dimensión económica y social (generadora de
nuevas fuentes de ingresos públicos, promotora de infraestructura turística, incremento de
oferta laboral, etc.); en consecuencia, es necesario regular los aspectos civiles derivados
del juego en forma clara y homogénea para garantizar la seguridad jurídica de todos los
actores involucrados en estas actividades, por ello sería conveniente que en una eventual
reforma del Código Civil se simplifique la clasificación de los juegos en permitidos y
prohibidos, sea utilizando el sistema positivo o negativo.
Los juegos permitidos
El ARTÍCULOS 1942 del Código Civil trata sobre los juegos permitidos, es decir, aquellos
juegos cuya práctica es lícita y se encuentran autorizados expresamente por las
disposiciones legales. La primera observación a este ARTÍCULOS es justamente que no
hace ninguna distinción entre lo que debe entenderse por 'Juego" y por "apuesta", lo cual
no resulta coherente, pues si el legislador consideró que eran entidades distintas debió
aclarar sus razones.
Otra peculiaridad está dada por la explicación que se hace de las características
"particulares" de estos juegos, pues tales alcances realmente constituyen los elementos
comunes de todo contrato aleatorio. En efecto, a rasgos generales un contrato aleatorio
es aquel contrato cuyas ventajas o pérdidas para ambos contratantes o solamente para
uno de ellos dependen de un acontecimiento desconocido para las partes, sea este futuro
o uno ya realizado. El ARTÍCULOS 1942 recoge justamente en su contenido esta
definición, de tal forma que todo contrato aleatorio en nuestra legislación tendría el nomen
juris de contrato de juego.
También resulta interesante resaltar del ARTÍCULOS 1942, que la "apuesta" que da vida
a este contrato no se circunscribe a dinero ni exclusivamente a prestaciones de dar. El
legislador ha utilizado la fórmula flexible de "prestación convenida", consecuentemente es
perfectamente válido pactar en un contrato de juego una prestación de dar, de hacer e
inclusive de no hacer, siempre que sean económicamente valorizables.
El juego nació en los Códigos Civiles como un contrato prohibido y por excepción era
permitido. Las circunstancias actuales hacen necesario evaluar esa posición que ha
seguido conservándose más por desconocimiento y desinterés que por vocación real. Los
contratos de juego se han difundido masivamente en la realidad diaria de las personas.
En nuestro país, por ejemplo, entre los juegos permitidos con mayores adeptos están los
juegos de casino y máquinas tragamonedas, pero también se encuentran dentro de esta
categoría los juegos de bingo, apuestas hípicas, apuestas en peleas de gallos, juegos
promocionales y las loterías en sus diversas modalidades.
Los juegos están ahora en todas partes, en los supermercados con las promociones para
no pagar lo adquirido cuando entre lo que se compró se encuentran determinados
productos que le permiten participar en sorteos instantáneos, o con el uso de tarjetas de
crédito, también en la televisión, tanto para los asistentes a programas como para los
televidentes que usando el teléfono pueden participar en diversos sorteos. La importancia
que están teniendo los juegos en las situaciones domésticas hace imperioso que el
Código Civil regule este contrato acorde con las circunstancias actuales.
Con relación a los efectos que el Código Civil ha atribuido a los juegos permitidos
podemos mencionar los siguientes:
Acción para reclamar lo ganado y reducción judicial de la deuda
En nuestra opinión, la reducción judicial de la deuda en un juego lícito solo debería ser
posible por un acontecimiento extraordinario o imprevisible, por causas extrañas al riesgo
propio del contrato, tal como lo dispone el ARTÍCULOS 1441, numeral 2, del actual
Código Civil; pero si la excesiva onerosidad de la prestación obedece a circunstancias
propias del contrato no debería constituir la situación económica del perdedor un criterio
válido para que este pueda reducir su deuda, pues tal circunstancia no necesariamente
era un hecho cierto y conocido por el ganador. En este aspecto, el Código Civil funge de
paterna lista y el efecto de la norma podría seguir una dirección opuesta a la deseada
pues podría estimular que quienes tienen una complicada situación económica se
agencien de grandes cantidades de dinero para jugarlas, sabiendo que dentro del rango
de probabilidades será mayor la oportunidad de obtener pingües ganancias, pues podrían
aprovecharse de la reducción judicial para aminorar sus deudas.
La situación económica del perdedor solo puede ser invocada como excepción y no como
acción. En consecuencia, la reducción judicial no podría solicitarla una persona que ya
pagó la deuda a través de una demanda de reducción de deuda de juego y solicitar por lo
tanto su devolución parcial. El último párrafo del ARTÍCULOS 1942 señala que el juez
puede reducir la prestación, en consecuencia, si esta ya se cumplió, la obligación está
plenamente extinguida y no tendría entonces título para repetir al que pagó la deuda de
juego permitido aunque pretendiera invocar su situación económica.
El deudor que pagó una deuda proveniente de un juego permitido no puede luego
demandar su devolución total ni parcial. Al haberse extinguido la obligación, es irrelevante
que pueda probar que el monto de la prestación resultó excesiva con relación a su
situación económica, pues la reducción judicial solo puede ser invocada como excepción,
cuando el deudor actúa como demandado.
ARTÍCULOS 1943
El juego y la apuesta no autorizados son aquellos que tienen carácter lucrativo, sin estar
prohibidos por la ley, y no otorgan acción para reclamar por su resultado.
El que paga voluntariamente una deuda emanada del juego y la apuesta no autorizados,
no puede solicitar su repetición, salvo que haya mediado dolo en la obtención de la
ganancia o que el repitente sea incapaz.
Los juegos por Internet constituyen la modalidad de juegos de azar que mayor crecimiento
ha tenido en los últimos años, actualmente se identifican tres políticas gubemamentales
en tomo a estos juegos: "esperar y ver", "regularlos" o "prohibirlos". Justamente, la
primera es la que predomina y en el plano civil se traduce justamente en categorizar a
estos juegos como no autorizados.
La contratación masiva que actualmente existe por Internet tiene entre sus principales
fuentes a los juegos por Internet, pues abundan los web sites para apostar. Los juegos
por Internet producen a los investigadores del Derecho un interés especial, pues en ellos
confluyen los problemas jurídicos propios de la contratación por Internet y los que han
nacido de esta nueva modalidad de contrato de juego cuyo evento aleatorio no se
produce bajo las formas convencionales.
Entre las características establecidas en nuestro Código Civil para este tipo de juegos,
podemos señalar:
Acción para reclamar lo ganado y reducción judicial de la deuda
El ARTÍCULO 1943 no permite al ganador a recurrir a la vía judicial para reclamar lo que
ha ganado en un juego no autorizado. Las deudas que provienen de los juegos no
autorizados han sido consideradas, como regla general por nuestro Código Civil, como
"obligaciones naturales", es decir, no pueden ser exigidas judicialmente pero si son
pagadas voluntariamente por los deudores estos no pueden luego exigir su devolución,
pues son consideradas deudas de honor. Sin embargo, existen algunas excepciones a
esta regla, como el caso de los incapaces y el del dolo en la obtención de la ganancia, en
donde si se permite la repetición.
Con relación a la reducción judicial, esta tampoco podría ocurrir, pues el perdedor de un
juego no autorizado nunca va a poder ser judicialmente demandado por tener esta deuda
las características propias de una obligación natural y, en el caso que voluntariamente
pagare la deuda, no se puede solicitar su devolución parcial alegando su situación
económica, no solo por ya haberse satisfecho la prestación, sino además porque este
beneficio de la reducción judicial solo es admisible cuando se produce una demanda de
pago de deuda de juegos y cuando el juego tiene la naturaleza de permitido; además el
ARTÍCULOS IV del Título Preliminar del Código Civil dispone que la ley que establece
excepciones o restringe derechos no se aplica por analogía.
Como no hay acción para reclamar lo ganado, tampoco existe excepción para no pagar lo
perdido.
Con relación al dolo, debe tenerse en cuenta que es causa de anulación del acto jurídico
cuando el engaño usado por una de las partes ha sido tal que sin él la otra parte no habría
celebrado el acto. Además, no debe haber sido empleado por ambas partes.
ARTICULO 1944
Solo aquellos juegos cuya prohibición ha sido establecida expresamente por una ley van a
estar sujetos a los efectos indicados en el ARTÍCULOS 1944. La regla en nuestra
legislación civil ha sido prohibir los juegos, especialmente los juegos de azar y esto se
advierte desde el albor de la República.
No se permite al ganador recurrir a la vía judicial para reclamar lo que ha ganado y si esto
ha ocurrido es nulo de pleno derecho. Los juegos prohibidos están afectados con la
nulidad absoluta; inclusive, como lo indica el ARTÍCULOS 220 del Código Civil, tal
circunstancia puede ser alegada también por el Ministerio Público.
Al ser nulo este contrato, significa además que existe acción para recuperar lo pagado en
un juego prohibido. Asimismo, el juez puede declarar de oficio la nulidad cuando esta
resulta manifiesta en un proceso que verse sobre la existencia de una deuda derivada de
un juego prohibido. Por ejemplo, una empresa peruana que gestiona y colecta en el país
apuestas para loterías del exterior demanda a un cliente local el cobro de una deuda
generada por la adquisición de varios billetes de esta lotería extranjera. El cliente -que
desconoce estas normas- trata de evitar el pago con otros argumentos. El juez, en
aplicación de las leyes que regulan el juego de lotería y del ARTÍCULOS 1944 del Código
Civil, podrá sin que le sea solicitado, declarar la nulidad del contrato y la improcedencia
del cobro de la deuda. La reducción judicial no es posible en estos casos.
Sí existe. Al ser nulo este contrato, significa además que existe acción para repetir lo
pagado en un juego prohibido. Entonces, el deudor que pagó voluntariamente una deuda
proveniente de un juego puede luego demandar su devolución. A nuestro criterio, la
participación en un juego prohibido debe afectar a todas las partes contratantes. Es
interesante la solución del Código Civil Federal de México, que sanciona parcialmente al
perdedor en un juego prohibido. Al respecto señala lo siguiente: "ARTÍCULOS 2765.- El
que paga voluntariamente una deuda procedente del juego prohibido, o sus herederos,
tiene derecho de reclamar la devolución del 50% de lo que se pagó. El otro cincuenta por
ciento no quedará en poder del ganancioso, sino que se entregará a la Beneficencia
pública"
ARTÍCULOS 1945
Las deudas de los juegos y apuestas a que se refieren los artículos 1943 y 1944 no
pueden ser materia de novación, otorgamiento de garantía para su pago, ni cualquier otro
acto jurídico que encubra o envuelva su reconocimiento. Empero, la nulidad no puede
oponerse al tercero de buena fe.
Estas deudas tampoco pueden ser objeto de emisión de títulos de crédito a la orden del
ganador y en contra del perdedor, salvo los derechos del tercero de buena fe.
Lo que señala esta norma es que una deuda de juego prohibido o no autorizado no es
susceptible de convertirse por novación u otro medio similar, en una obligación civilmente
eficaz. De esta manera, quien tuviera una deuda (obligación primitiva) que realmente tiene
su causa en este tipo de juegos, cuando la obligación que le es exigida (obligación
convertida) se le atribuye una causa civilmente eficaz, el deudor tendrá todos los medios
posibles para probar que la causa real de la obligación es el juego prohibido o no
autorizado y con ello podrá bloquear la acción e impedir su pago.
Las maniobras empleadas para convertir una deuda de juego en deuda civilmente exigible
son simulaciones de acto jurídico y nuestro Código Civil -en los ARTÍCULOS 190, 191 Y
192- se pronuncia sobre la simulación absoluta, la simulación relativa y la simulación
parcial, respectivamente. Por regla general, se protege al tercero de buena fe. Así, el
ARTÍCULOS 194 señala que la simulación no puede ser opuesta por las partes ni por los
terceros perjudicados a quien de buena fe y a título oneroso haya adquirido derechos del
titular aparente. Es preciso advertir, sin embargo, que en el ARTÍCULOS 1945 no se
indica si el tercero de buena fe adquirió a título gratuito u oneroso el derecho sobre la
deuda de juego.
Con relación al segundo párrafo del ARTÍCULOS 1945, podemos indicar algunas
situaciones: si un jugador perdió en un juego prohibido o no autorizado puede ser que en
dichas circunstancias sea obligado a aceptar una letra de cambio para saldar la deuda. Es
decir, se le puede dar forma de título a la orden a favor del ganador. El portador de buena
fe de tales títulos -a consecuencia de su tráfico patrimonial- sí tiene el derecho de cobrar
la suma de dinero indicada en el título, sin perjuicio del derecho que tendrá el deudor de
repetir contra el ganador del juego prohibido por ser este nulo o cuando existe dolo o el
repitente es incapaz, en el caso de los juegos no autorizados.
ARTÍCULOS 1946
El tercero que sin asentimiento del perdedor paga la deuda de un juego o apuesta no
autorizados no tiene acción para reclamar su reintegro. Empero, si el perdedor le cancela
el importe abonado, quedará sujeto a la disposición contenida en el segundo párrafo del
ARTÍCULOS 1943.
Por regla general, cualquier persona puede hacer el pago de una obligación, tenga o no
interés en el cumplimiento de la misma, aun sin el asentimiento del deudor, en cuyo caso,
solo puede exigir la restitución de aquello en que le hubiese sido útil el pago. A esto la
doctrina lo denomina "cumplimiento del tercero".
Esta regla, contemplada en el ARTÍCULOS 1222 del Código Civil, sería de aplicación, por
ejemplo, a las obligaciones derivadas de juegos autorizados. Pero cuando ocurre el
cumplimiento del tercero en una deuda de juego no autorizado, la regla se ve afectada por
la naturaleza de la obligación regulada en el ARTÍCULOS 1943.
ARTÍCULOS 1947
Son contratos de juego y en consecuencia civiles, pero como son juegos organizados y de
azar, para celebrarse deben previamente obtener una autorización administrativa o, en
algunos casos, debe celebrarse un contrato administrativo entre la entidad estatal que lo
permite y el particular que lo opera, por ello, existen normas especiales que regulan su
organización.
Los 'Juegos de azar y apuesta" reciben esta denominación porque justamente el azar y la
apuesta constituyen los elementos identificatorios de estos. En efecto, no son solamente
juegos de azar y tampoco son exclusivamente juegos de apuesta. Como ya hemos visto,
tanto a nivel doctrinario como legislativo se ha tratado de distinguir en general los juegos
de las apuestas y en particular, a los juegos de azar, como si fueran dos actividades
independientes, pero en ese propósito se han formulado posiciones equivocadas como
considerar que las apuestas hípicas u otro tipo de apuestas similares sobre cualquier
actividad deportiva o no deportiva cuyo resultado depende del azar, no tienen la condición
de juegos, olvidándose que todas ellas son actividades sujetas a reglas y que constituyen
un entretenimiento para quien se involucra en estas.
Las apuestas hípicas son tan juegos de azar como las máquinas tragamonedas y son
jurídicamente relevantes porque en ambos casos existe una apuesta. En ambos casos
hay un contrato de juego cuyos efectos civiles se rigen por nuestro Código de 1984. Los
"juegos de azar y apuesta" reúnen a un sector identificable de los juegos jurídicamente
relevantes, que puede ser tratado orgánica y uniformemente para efectos de su
regulación administrativa y también civil. Por ello, en la medida en que los legisladores y
las autoridades competentes comprendan exactamente la real dimensión y alcance de
aquellas actividades que pueden ser englobadas dentro de este término, podrán con
mayor facilidad y sustento determinar el régimen jurídico con que deben conducirse en
una determinada jurisdicción.
Actualmente. los juegos de azar podrían participar de alguna de las siguientes categorías:
a) Juegos con naipes.- Son aquellos juegos de mesa practicados generalmente en los
casinos y que utilizan una o más barajas para su desarrollo.
b) Juegos con ruleta.- Existen juegos con ruleta horizontal, los juegos de ruleta
propiamente dichos como son la ruleta americana o la ruleta francesa- y con ruleta vertical
el más conocido se denomina big six o la rueda de la fortunao
e) Juegos con dados.- Son juegos cuyo resultado está determinado por la puntuación que
se obtiene del lanzamiento de los dados. El juego más difundido es el que se denomina
"craps". se juega en una mesa y es operado por dos representantes del casino, uno
denominado "stickman" y otro "dealer". Se utilizan dos dados, cada uno presenta un valor
del 1 a 6 puntos en cada uno de los lados del cubo. El objetivo es pronosticar el valor de
los dados después de haber sido lanzados por un participante, bajo diversas
combinaciones y posibilidades, participa tanto el lanzador como los espectadores.
ARTÍCULOS 1948
Las rifas y demás concursos públicos eventuales serán autorizados previamente por la
autoridad correspondiente.
Con relación a la rifa, debemos decir que es una modalidad de lotería, pues goza de todas
sus características esenciales. En efecto, es un juego público y colectivo, la obligación del
participante es pagar el precio, el participante recibe un comprobante para acreditar su
participación, el resultado del juego está determinado por un sorteo, la obligación del
organizador del juego es pagar el premio al participante que tuvo un número o
combinación de números ganadores, el resultado del sorteo es de carácter general.
CADUCIDAD DE LA ACCIÓN
ARTÍCULOS 1949
La acción para reclamar la deuda derivada de los juegos y apuestas permitidos caduca al
año de haber sido puesto su resultado en conocimiento público, salvo plazo distinto
señalado por ley especial.
La caducidad extingue la acción y el derecho, y en este caso la regla general es que tiene
un plazo de un año. Los juegos usualmente son instantáneos o de corta duración, por ello
el plazo podría haberse reducido aún más -por ejemplo a la mitad- sin que por ello se
afectara los intereses de las partes.
Usualmente, las leyes especiales que regulan modalidades específicas de juegos, regulan
a estos en sus aspectos de Derecho Administrativo (requisitos para obtener una
autorización y funciones administrativas del Estado para controlar el juego) y de Derecho
Tributario (obligaciones tributarias derivadas del juego regulado), pero no contienen
disposiciones de carácter civil y mucho menos referidas a la prescripción y/o caducidad de
las acciones derivadas de una controversia suscitada en un contrato de juego.