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LAS TRES UNIDADES FUNCIONALES DE LURIA

Desde hace mucho tiempo y hasta el siglo XX los seres humanos lanzaron teorías

acerca de la ubicación de los procesos mentales que le permiten y dan el don de

ser la especie dominante sobre la tierra; muchos postulados generados por

diversos autores ubicaban los procesos mentales en varias partes del cuerpo

humano, desde el corazón hasta llegar a el cerebro. Sin embargo, el lograr

identificar el órgano que hace posible todas las habilidades que posee el ser

humano no consiguió que el hombre detuviera su hambre de saber, al contrario,

muchos investigadores y hombres de ciencia buscaron descifrar el funcionamiento

de esta magnífica pieza que hace parte del ser humano.

Desde investigadores como broca el cual abrió el camino a otros muchos

científicos al descubrir un área afectada en la corteza cerebral que causaba una

afección en la parte del lenguaje, y postulando teorías acerca de cómo era el

funcionar del cerebro con base en sus experiencias con los pacientes,

concluyendo que la alteración de una zona específica del encéfalo provocaba una

alteración específica, sin embargo, otros investigadores posteriores, como

Jackson, señalaban que el cerebro no estaba organizado de esa forma, sino que

era una estructura que funcionaba de una manera organizada y unificada. Estas

dos teorías acerca del funcionamiento del cerebro y su relación con el

comportamiento tuvieron un acercamiento gracias a un teórico que expuso su

teoría con base en los experimentos y las observaciones acompañados por una
exhaustiva investigación, lo que lo llevaron a unificar ambas teorías, la holista y la

localizacionista por medio de sus postulados que aún siguen vigentes, como el

caso de las tres principales unidades funcionales de luria que abordaremos en

este escrito.

Desde la Psiconeurología, Luria trabajó métodos de diagnósticos tempranos para

identificar daño cerebral y crear alternativas de tratamiento sin caer en las

limitaciones conceptuales e investigativas del localizacionismo tan típico de su

época (Barbizet. J y Duizabo. 1978). Luria explicó las funciones psicológicas

corticales superiores, normales o lesionadas, como el producto de la actividad de

la consciencia integrada no sólo en distintas partes del cerebro, al que vio también

como una unidad y no como regiones aisladas ni mucho menos desconectadas

(ejemplo: la región límbica en vez de hablar del hipotálamo o la amígdala por

separado), sino que también trató de entenderlas desde la relación constitutiva de

la condición socio-cultural de la persona (Vásquez. 2009).

Su objetivo fue crear un modelo de la organización cortical cerebral integrado a la

forma en que respondía a la mediación cultural (modelo cerebro-conducta-mente),

tanto en condiciones de analfabetismo (Proyecto en áreas rurales rusas con

analfabetas) como en condiciones de pacientes con lesiones cerebrales y

condiciones de alteraciones.

El descubrimiento de las leyes neurodinámicas fundamentales realizado por

Pavlov, puso de relieve que precisamente la primera unidad funcional (de la cual,

luria hablaría más adelante) caracteriza el estado óptimo de activación del tono
cortical, cuya presencia es esencial para el curso organizado de toda actividad

nerviosa superior (ANS) o actividad psíquica. Este tono cortical está presente y se

mantiene con fluctuaciones, durante la vigilia, desaparece durante el sueño y

disminuye en el estadio inmediatamente precedente al mismo.

Entre las principales funciones de la primera unidad funcional, podemos destacar,

regular el nivel de energía del córtex, regular procesos de comportamiento, la

atención, control, memoria, orientación temporal, controlar el estado de vigilia

(proveyendo una base estable para la organización de procesos), seleccionar

estímulos.

Luria las ha englobado dentro de la primera unidad funcional del cerebro la cual es

la encargada de regular el tono cortical y la función de vigilancia. Tanto la

respiración como la relajación no se encuentran como capacidades

independientes, Luria insiste en que las tres unidades trabajan de forma

fusionada; es decir, estrechamente relacionadas con la tonicidad y la noción

corpórea o esquema corporal.

La unidad para recibir, analizar y almacenar la información constituye la segunda

unidad funcional de Luria; esta unidad se diferencia en gran medida de la primera,

puesto que su estructura histológica consiste no en una red nerviosa continua,

sino en neuronas aisladas que obedecen a la ley del todo o nada, recibiendo

impulsos discretos y reenviándolas a otros grupos de neuronas; se encuentra

ubicada en las regiones laterales del neocórtex, en la superficie convexa de los


hemisferios, de la que ocupa las regiones posteriores incluyendo la región visual

localizada en el área occipital, la auditiva en el área temporal y la sensorial general

en el área parietal. En cuanto a sus propiedades funcionales, los sistemas de esta

unidad están adaptados a la recepción de estímulos que viajan desde los

receptores periféricos hacia el cerebro, para su análisis y síntesis dentro de

sistemas funcionales completos, haciendo de esta, una unidad funcional del

cerebro con alta especificidad modal.

La base de esta unidad está formada por las áreas primarias o de proyección del

córtex, que consisten en neuronas de la IV capa aferente, las cuales en su

mayoría poseen una especificidad extremadamente alta, respondiendo solamente

a determinados estímulos. Las zonas primarias de las regiones corticales

individuales que componen esta unidad también contienen células de carácter

multimodal que responden a varios tipos de estímulos, así como otras, que no

responden a ningún estímulo en específico.

Las áreas primarias o de proyección del córtex, están rodeadas por sistemas de

zonas corticales secundarias y/o gnósticas superpuestas a ellas, en las cuales la

capa aferente IV cede su posición dominante a las capas II y III de células cuyo

grado de especificidad es más bajo y su composición incluye más neuronas

asociativas, permitiendo combinar la excitación entrante en los sistemas

funcionales necesarios, para desempeñar la función sintética.

En el córtex visual, encima del área visual primaria (área 17 de Brodmann), hay

una súper estructura de áreas visuales secundarias, (áreas 18 y 19 de Brodmann),


que convierten la proyección somatotópica de partes individuales de la retina en

su organización funcional; mantienen su especificidad modal (visual), pero

trabajan como un sistema organizador de los estímulos visuales que llegan al área

visual primaria. De igual forma el córtex auditivo y el córtex sensorial general,

mantienen la misma organización funcional (principio único de organización

jerárquica) y una estructura topográfica precisa.

No obstante también existen unas zonas terciarias o de solapamiento, de esta

segunda unidad, las cuales se encuentran ubicadas a los extremos corticales de

los distintos analizadores, permitiendo a estos trabajar concertadamente e

integrando la excitación que llega a través de los mismos. Estas zonas no solo

juegan un papel importante en la recepción y codificación de la información, sino

también en su almacenamiento.

Con base a lo anterior se distinguen tres leyes básicas que rigen la estructura de

trabajo de las regiones corticales individuales que hacen parte de esta segunda

unidad y que de igual manera se aplican a la tercera; la primera es la ley de la

estructura jerárquica de las zonas corticales, es decir, las relaciones entre la zona

cortical primaria, secundaria y terciaria, responsables de la síntesis compleja de la

información aferente; relaciones que cambian durante el desarrollo ontogenético.

La segunda ley, es la de la especificidad decreciente de las zonas corticales

jerárquicamente organizadas que la componen, la cual es responsable de la

transición desde el reflejo discreto de indicios particulares modalmente específicos

al reflejo integrado de esquemas más generales y abstractos del mundo


percibido. Y la tercera y no por eso menos importante, la ley de la lateralización

progresiva de funciones, que implica su progresiva transferencia desde las áreas

corticales primarias hacia las secundarias y luego hacia las terciarias. Estas leyes

y/o principios son los medios a través de los cuales el cerebro puede desarrollar

sus más complejas formas de trabajo, a nivel cognitivo, con la participación del

lenguaje en la organización de los procesos mentales.

Siguiendo con las unidades funcionales de Luria, se encuentra la tercera y última

unidad funcional, la cual se encarga de programar, verificar y regular la actividad

consciente, otro aspecto del proceso cognitivo humano. Las estructuras de esta

tercera unidad están localizadas en las regiones anteriores de los hemisferios,

antepuestas al giro precentral. Posee como canal de salida al córtex motor (área 4

de Brodmann), cuya capa V contiene las células piramidales gigantes de Betz,

donde las fibras van hacia los núcleos motores espinales y de aquí a los

músculos, formando las partes de la gran vía piramidal. Esta área cortical es

proyectiva y no puede trabajar aislada, puesto que los movimientos de un

individuo requieren un fondo tónico, que es proporcionado por los ganglios

motores basales y las fibras antes mencionadas; además de las estructuras

secundarias y terciarias del córtex motor superpuestas.

No obstante, lo más importante de esta unidad son las divisiones prefrontales del

cerebro; ya que ejercen un papel decisivo en la formación de intenciones y

programas y en la regulación y verificación de las formas más complejas de la

conducta humana. Sus porciones medial y basal, están conectados por haces

particularmente bien desarrollados de fibras ascendentes y descendentes con la


formación reticular, que además estas regiones reciben corrientes muy intensas

de impulsos desde los sistemas de la primera unidad funcional, que los cargan con

el tono energético apropiado. Todo lo anterior demuestra que el córtex prefrontal

juega un papel esencial en la regulación del estado de actividad, cambiándolo

según las complejas intenciones y planes del individuo formulados con la ayuda

del lenguaje.

Para concluir, es importante resaltar la gran importancia que tiene esta teoría

propuesta por Alexander Románovich Luria, para la neuropsicología; ya que como

se describió anteriormente, las tres unidades funcionales que describió, permiten

explicar la organización anátomofuncional de los procesos psíquicos en el

substrato material del encéfalo, y además colaborar con la detección de síntomas

producidos por lesiones cerebrales; todo esto constituye una herramienta muy

valiosa de la cual nosotros como futuros psicólogos podemos sacar muchos

beneficios si aprendemos a llevarla al campo practico donde muy seguramente

nos ayudara a realizar diagnósticos con bases plenamente sustentables.


BIBLIOGRAFÍA

• Vázquez A. (2006) Vygotsky y Luria. Dos aliados, dos amigos, dos vidas: un

acuerdo teórico-práctico sobre la mente y el protagonismo de lo social.

Psicologia científica. Puerto rico. Disponible en:

http://www.psicologiacientifica.com/bv/psicologia-24-1-vygotski-y-luria-dos-

aliados-dos-amigos-dos-vidas-un-acuerdo.html.

• Barbizet. J y Duizabo. (1978). Manual de neuropsicología. Editorial Toray

Masson. Disponible en:

http://cbs.xoc.uam.mx/3rafase/mxi/art_interes/luria.htm.

• Luria AR. El cerebro en acción. Barcelona: Ed. Fontanella, 1979.

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