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Dialogo entre un esceptico y un creyente

Paul Davies

Creyente: En mi opinión, los milagros son la mejor prueba de la existencia de Dios.

Escéptico: No estoy seguro de saber qué es un milagro.

C: Bien,algo extraordinario e imprevisible.

E: La caída de un gran meteorito o la erupción de un volcán es extraordinaria e


imprevisible. ¿No estará sugiriendo que son milagrosas?

C: Desde luego que no. Son sucesos naturales. Los milagros son sobrenaturales.

E: ¿Qué quiere decir con sobrenatural? ¿No es justamente un sinónimo de milagroso?


Consultemos el diccionario. Dice “Sobrenatural: Fuera de acción normal de causa y
efecto.” Hmm. Todo depende de lo que usted entienda por “normal”.

C: Diría que normal quiere decir familiar o bien comprendido.

E: Una dínamo o una radio habrían sido consideradas como milagrosas por nuestros
antepasados, que no estaban familiarizados con el electromagnetismo.

C: Estoy de acuerdo en que probablemente habrían considerado estos artefactos como


milagrosos, pero estarían equivocados, puesto que hoy sabemos que funcionan según las
leyes naturales. Un suceso verdaderamente sobrenatural es aquel cuya causa no se
puede encontrar en ninguna ley natural conocida o desconocida.

E: ¿No será esta una definición completamente inútil? ¿Cómo sabe qué leyes son
desconocidas? Puede haber leyes totalmente extrañas o inesperadas que seamos
incapaces de imaginar. Suponga que viera una roca flotando en el aire, ¿lo consideraría
un milagro?

C: Depende… Debería estar seguro de que no existía ningún truco o ilusión.

E: Sin embargo, puede haber procesos naturales que producen ilusiones que nadie
podría esperar.

C: ¿O quizá toda nuestra experiencia no es más que una ilusión y deberíamos renunciar
a discutir nada?
E: Muy bien. No nos metamos por este camino. Todavía no puedo estar seguro de que
algún caprichoso efecto magnético o gravitacional no esté haciendo levitar la roca.

C: Pero es más fácil creer en Dios que en un extravagante fenómeno magnético. Se trata
de una cuestión de credibilidad.

E: ¡A! ¿Así que por milagro usted entiende “algo causado por Dios”?

C: ¡Naturalmente! Aunque algunas veces puede usar intermediarios humanos.

E: Entonces usted no puede presentar los milagros como una prueba en favor de Dios o
de lo contrario su argumento es circular. “Los milagros prueban la existencia de un
agente que produce milagros.” El problema, tal como usted admitió, se reduce a creer o
no creer. Usted tiene que creer en Dios para que los milagros tengan algún sentido. Los
sucesos milagrosos en sí mismos no pueden demostrar la existencia de Dios. Pueden ser
sucesos naturales imprevistos.

C: Estoy dispuesto a admitir que es dudoso si las rocas flotantes son o no son un
milagro. Pero considere alguno de los milagros famosos: Jesús alimentando a la
multitud, por ejemplo. ¡No me va a decir que alguna especie de ley natural multiplicó
los panes y las peces!

E: Pero, ¿qué razones puede tener usted para creer una historia escrita cientos de años
atrás por un conjunto de fanáticos supersticiosos con un interés personal en promover su
propia religión?

C: No sea cínico. Considerada aisladamente, la historia de los panes y los peces no es


nada. Hay que situarla en el contexto de la Biblia entera. No fue el único milagro de que
se da cuenta allí.

E: Cuénteme otro.

C: Jesús andando sobre las aguas.

E: ¡Levitación! Yo pensaba que usted había descartado este tipo de milagro como
“dudoso”.

C: Para una roca, sí: para Jesús, no.

E: ¿Por qué no?

C: Porque Jesús fue hijo de Dios y, por tanto, poseía poderes sobrenaturales.

E: Pero usted otra vez da por supuesto lo que intenta demostrar. Yo no creo que Dios
tuviera poderes sobrenaturales. Si caminó sobre las aguas, preferiría suponer que fue
debido a un suceso natural extraño o imprevisto. Sin embargo, en cualquier caso no creo
la historia, ¿Por qué iba a creerla?

C: La Biblia ha sido una fuente de inspiración para millones de personas. No la


menosprecie frívolamente.
E: Lo mismo ocurre con la obra de Karl Marx. Tampoco creería ningún informe suyo
sobre milagros.

C: Usted puede rechazar a aceptar la palabra de la Biblia, pero no puede descartar as


declaraciones de cientos de personas que han experimentado milagros incluso en años
recientes.

E: La gente afirma todo tipo de cosas: encuentros con extraterrestes, telepatía,


clarividencia. Solamente un tonto o un loco daría crédito a esas bobadas.

C: Admito que se dicen muchas cosas fantásticas y absurdas, pero la evidencia de


curaciones milagrosas es irresistible. Piense en Lourdes.

E: ¡Psicosomático! Déjeme emplear sus propias palabras: ” Es simplemente una


cuestión de credibilidad.” Estoy de acuerdo. ¿No es más fácil creer en unos sucesos que
desde el punto de vista médico son inesperados que invocar una deidad?

C: No puede desacreditar todos los milagros como psicosomáticos. ¿Qué quiere decir
este término en realidad? Es simplemente un eufemismo para decir “médicamente
inexplicable”. ¿Por qué iba a estar tanta gente convencida de la existencia de milagros si
se tratara simplemente de imprevistos naturales?

E: No es más que una herencia de la edad de la magia. Antes de la aparición de la


ciencia o de las más importantes religiones del mundo, los pueblos primitivos creían
que casi todas las cosas que ocurrían eran cosas de magia (la acción de algún tipo de
dios o demonio secundario). A medida que la ciencia explicaba más cosas y la religión
caminaba a tientas hacia la idea de un solo Dios, las explicaciones mágicas fueron
desapareciendo. Sin embargo, todavía se conserva algún vestigio.

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