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Febrero 2009
“Busco la palabra "crear" en un diccionario y encuentro: "traer a la
existencia". Una creación puede ser "un producto de la mente humana".
No es seguro que "creatividad" sea un término aceptable para un erudito.
Para mí, vivir creativamente significa no ser muerto o aniquilado todo el
tiempo por la sumisión o la reacción a lo que nos llega del mundo;
significa ver todas las cosas de un modo nuevo todo el tiempo. Me refiero
a la apercepción, que es lo contrario de la percepción” (Winnicott D., 1970,
p.1644)
Una de las definiciones desde la psicología tiene que ver con asociar el
proceso de creativo con los sueños. Desde esta perspectiva, a la creación se
le otorgarían características como el proceso del sueño, es decir, el proceso
creador se definiría, como un proceso que implicaría estados de
desorganización con su posterior reorganización o reintegración. “La
creación es un proceso que se parece a la actividad onírica, supone
estados de desorganización temporal con ruptura de estructuras
establecidas y su posterior reintegración” (Omenat M., 2006, p. 6)
La creación artística entendida como proceso y como operadora de
significados ha sido abordada desde el campo del psicoanálisis partiendo
con Sigmund Freud (1914) quien trabajó desde las motivaciones que
movilizan la creación. Motivaciones que atribuyó un origen inconsciente y
pulsional (1) Las personas satisfacerían la pulsión sexual restante, que no
logra ser reprimida (2), a través del mecanismo de defensa de la
sublimación.
En cuanto a la sublimación Freud plantea que la pulsión se sublima, en la
medida que es encausada hacia un nuevo fin, no sexual, apuntando hacia
objetos valorados socialmente. Distingue el concepto de sublimación del
de idealización:“la sublimación describe algo que sucede con la pulsión, y
la idealización algo que sucede con el objeto” (p. 91). En síntesis la
sublimación sería para Freud (1915) un destino de la pulsión que, puede
presentarse como una variedad de la defensa contra las pulsiones.
Posteriormente siguiendo las aportaciones del psicoanálisis, Melanie Klein
(1930) y seguidores relacionan el proceso creativo con la simbolización y
la reparación a través de la sublimación. Para esta autora la creación
tendría que ver con la reparación, toda creación seria una re-creación de un
objeto destruido en el interior. El sentimiento de vacío interior, que
resultaría de la angustia arcaica de destrucción del cuerpo materno,
empujaría hacia la actividad artística (por ejemplo el dibujo y la pintura),
hacia la creación; es decir, el mecanismo de la sublimación sería el
resultado y el proceso de la destrucción. En el inconsciente del niño y del
adulto existiría la necesidad, por fantasías destructivas, de hacer sacrificios
para “reparar” a las personas amadas, ya que dañarlos le produciría culpa
(Klein & Rivière, 1960). La reparación se basaría en el reconocimiento de
la realidad psíquica, en la vivencia de dolor que ésta causa y en la adopción
de una acción adecuada para remediarla tanto en la fantasía como en la
realidad (Segal, 1964).
Por lo tanto, la reparación en el niño tendría gran influencia en las
relaciones humanas, en la actitud social, el amor, la culpa y los futuros
deseos de reparar creativamente (Klein & Rivière, 1960).
Donald Winnicott (1970) por su parte también dio aportes con respecto a
lo creativo, para él, el proceso terapéutico tendría que ver, con la apertura
del psiquismo al juego y la creación. Y los procesos creadores se darían
en un espacio intermedio entre la madre y el hijo, espacio potencial.
Espacio potencial donde el bebé en primera instancia crearía el objeto
transicional que sería “quizás un pedazo de tela que alguna vez fue parte
de la colcha de su cuna, o de una manta, o una cinta con la que su mamá
se sujetaba el cabello. Es un primer símbolo y representa la confianza en
la unión del bebé con la madre, basada en la experiencia de la
confiabilidad de la madre y de su capacidad de saber lo que el bebé
necesita, gracias a su identificación con él (…) Este es el comienzo y debe
perderse en el proceso de presentación del mundo real, del principio de
realidad; pero en la salud hallamos el modo de vivir creativamente y
recobrar así el sentimiento de que las cosas tienen sentido. El síntoma de
una vida no creativa es el sentimiento de que nada tiene sentido, de
futilidad" (p.1648-1649)
Winnicott insiste en que para vivir creativamente, no se necesita ningún
talento especial. Sería una necesidad universal y una experiencia universal,
e incluso un esquizofrénico encerrado en sí mismo y confinado al lecho
puede estar viviendo creativamente en una actividad mental secreta, y por
lo tanto en cierto sentido puede ser feliz. Pues sería de alguna forma la
angustia, la energía subyacente a la creatividad propia del artista.
La consigna
La co-participación
Dimensiones
De la relación
Dialogo interno
Esto haría referencia a una tensión interna por hallar la idea y la forma a
crear, o la idea de la obra a realizar.
En este sentido el acto creado sería un acto pulsional, que se vincularía con
el exterior, es decir, sería el acto de vinculación de nuestro estar afectivo
con el exterior.
Abre un nuevo camino que seduce al sujeto pero que a la vez lo puede
paralizar, un lugar intermedio. “El acto creador se sitúa entre el sujeto y el
lenguaje, entre el sujeto y su representación (no es la representación) (…)
es la re-creación de los símbolos que empujan la representación. Por ello,
siempre existen dificultades de verbalización de lo creado” (p.158)
El verdadero trabajo seria el trabajo con lo nuevo de uno mismo, esto sería
lo esencial en el trabajo arteterapeutico.
Por una parte un encuentro logrado; esto se refiere a que el sujeto siempre
se sentirá seducido de alguna forma por su propia obra. Y un encuentro
fallido por otro lado; porque el sujeto nunca termina de ver-se en su
creación resultándole siempre de alguna forma ajena e inquietante
“siguiendo a Winnicott: el sujeto accede a la subjetividad desde una
posición que se podría llamar depresiva, pero no en tanto por la sensación
de una pérdida y, por tanto, sensación de desubicación del destino de sus
afectos, si no porque las primeras experiencias de vida se da desde el
cuidado de otro que nos proporciona la placidez existencial. El siguiente
paso del bebé, es el de identificarse en esa placidez a través de la
incorporación al medio sostenedor; por ello la emoción siempre es
emocionada. El acto creador es, de algún modo, una re-creación de ese
tiempo inicial, siendo la obra un objeto subjetivo que envuelve nuestra
subjetividad” (p.161).
Para Lacan (1961, cit. por Coll F. coord., 2006) el objeto artístico sería algo
inscrito en el registro de “lo real” “la obra de arte es irreductible,
inabarcable, no se deja apresar por las significaciones y las explicaciones.
Por el contrario (…) se muestra, acontece en la creación misma (…)
bordea el vacio, explora ese agujero primario – que está en el origen de
nuestra constitución como sujetos – por el que se no ha escapado
irreversiblemente el goce de “lo real” (sustituido por el goce imaginario)”
(p.162)
Por otro lado tomando en cuenta los planteamientos que definen la etapa
inicial del proceso creativo como el caos inicial, el vacío, la falta de
sentido, que provocaría angustia o ansiedad en el sujeto en cuestión. Y
tomando también en cuenta lo que plantea Winnicott sobre “la angustia
como energía subyacente a la creatividad propia del artista” me haría
pensar en la angustia como movilizadora del sujeto por una parte,
anunciando una señal de peligro, y potenciadora de la pulsión de vida
por otro lado en el proceso creativo, que se dirigiría hacia el amor, la
construcción, la reparación, a vivir, experimentando la fantasía de
morir solo en un instante.
Varios autores en este recorrido plantean el concepto del proceso creativo
como un proceso reparador, basados en la teoría de la reparación de
Melanie Klein. Quisiera destacar algunas ideas y citas al respecto.
“Los niños quieren serlo todo de pequeños, poco a poco tendrán que ir
renunciando a la omnipotencia infantil y aceptar que eso no puede ser
logrado, que sólo en el juego es posible convertirse en dinosaurio, en
pájaro o en caballo. El creador se niega a la castración, se niega a sólo
ser un hombre o una mujer, y juega, recuperando la omnipotencia infantil,
a ser de mil modos distintos, despliega el mundo de la fantasía y pone en
escena, como el actor, cada uno de los personajes que lo habitan… Esa
capacidad de fantasear, de jugar, permite al sujeto retirarse del mundo y
“refugiarse” en la omnipotencia de su fantasía” (Coll, 2006, p. 128)
Como ya cite anteriormente repito “el objeto artístico sería algo inscrito
en el registro de “lo real” “la obra de arte es irreductible, inabarcable, no
se deja apresar por las significaciones y las explicaciones. Por el
contrario (…) se muestra, acontece en la creación misma (…) bordea el
vacio, explora ese agujero primario – que está en el origen de nuestra
constitución como sujetos – por el que se no ha escapado
irreversiblemente el goce de “lo real” (sustituido por el goce imaginario)”
(Lacan 1964, cit. por Coll coord.2006, p.162).
La Pulsión de Vida, también conocida como Eros, tiene como función crear
unidades cada vez mayores y mantenerlas (ligar), tiende al progreso y a la
creación. Su contraposición, la Pulsión de Muerte en cambio, análoga a
Tánatos, busca disolver los conjuntos y destruir las cosas, tendería a la reducción
completa de la tensión (Principio de Nirvana) con el objetivo de volver al ser
vivo a un estado anterior y finalmente inorgánico, a la muerte. Esta Pulsión de
Muerte estaría en el origen de toda pulsión, teniendo el privilegio de ser la
expresión del principio más fundamental del funcionamiento psíquico.
Las pulsiones durante toda la vida buscan su descarga completa, la cual sólo
puede ser satisfecha en parte, pulsando a repetir aquellas situaciones vividas en
los primeros períodos de la infancia (Freud, 1920); de esta forma, y de acuerdo
a lo mencionado anteriormente en cuanto a la atemporalidad de lo psíquico, da la
ilusión al sujeto de que cada experiencia vivida es distinta.
(2)Freud (1915a) define la represión como una operación por medio de la cual el
sujeto trata de rechazar o mantener en el inconsciente representaciones
(pensamientos, imágenes, recuerdos) ligados a una pulsión, negando su acceso a
la consciencia. “Su esencia consiste en rechazar algo de la conciencia y
mantenerla alejada de ella” (p. 142).
La represión sería el mecanismo de defensa por excelencia de acuerdo al cual los
demás mecanismos se “modelan”.
(4)El mecanismo de regresión este haría referencia al proceso psíquico por el cual
se produce un retorno en sentido inverso, a partir de un punto ya alcanzado,
hasta otro situado anteriormente (Freud, 1915).
BIBLIOGRAFIA
Aires, 1998.
(1920/1991) “Más allá del principio del placer”. Más allá del
principio del placer, Psicología de las masas y análisis del yo,
y otras obras. En J. L. Etcheverry (Trad.), Obras Completas V.
XVIII (pp.3-62). Buenos Aires: Editorial Amorrortu.
Octaedro.
Editorial Paidós.
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López, M. & Martínez, N. (2006) Arteterapia: Conocimiento interior a