Mi Tercera Asesoría y mi Segundo día con Marco, los nervios aún
prevalecían, llegue a la sala de trabajo y mande llamar a Marco, al verlo venir a mí, despreocupado y con una actitud positiva, me dio mucho valor y energía para trabajar con él.
Después de un cordial saludo y preguntarle que tal había pasado el
fin de semana en compañía de su familia, saque de mi portafolio el examen que las asesorías pasadas se había resuelto, le dije a Marco que en esas 2 horas lo corregiríamos y el me diría en que parte presento dudas.
Lo hice de esta manera, porque aunque yo ya había dado una
revisión al examen con anterioridad, no sabía si aunque aun resultado estuviera mal, el niño hubiera dudado o si estuviera seguro de que su error era correcto. Los temas que se trabajaron fueron los mismos que la asesoría anterior.
Cuando comenzamos a “calificar” el examen, en la cara del niño se
mostraban gestos de duda, o de “enojo” si creía que no lo calificaba bien al ponerle alguna mala, también de felicidad cuando veía que ponía alguna “palomita” a manera de acierto en el examen.
Conforme íbamos calificando iba explicándole a Marco el porqué
de su error, y los aciertos que ponía iba cuestionándolo sobre cómo había llegado a esa conclusión y cuál era el método que había empleado para resolverlo.
Después de corregirlo y charlar un poco sobre temas matemáticos,
tuve una pequeña conversación con Marco en la cual trate de darse seguridad para contestar, participar y animarse a aprender un poco más y le explique lo más claramente que pude que las matemáticas van de la mano con la vida cotidiana y que claro que el podría lograr dominarlas, que el podría lograr lo que se propusiera en la vida.