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Universidad Católica los Ángeles

Chimbote

Asignatura : La Ética

Tema : La Ética en la Globalización


Económica

Carrera : Educación

Ciclo : I

Docente : Víctor Soto

Integrantes :
INTRODUCCIÓN

La realización del siguiente trabajo está basada principalmente en la toma de consciencia


por parte de los alumnos de la necesidad de generar un cambio.
Este cambio viene dado a raíz del análisis que se ha realizado de las diferentes
manifestaciones del hombre.
Este informe guarda un estilo informal sin ser por esto vulgar o coloquial ya que creemos
que el cambio va venir dirigido por una clase intelectual consciente y no por una estructura
social ignorante. Al referirnos con el término ignorante no somos ni pesimistas ni
insultantes sino que a través de esta palabra expresamos nuestro sentir e interpretación del
producto de largos años de mentira.
Queremos aprovechar la ocasión para saludar a todos aquellos profesionales y
especialmente a los médicos que a pesar de las condiciones adversas saben salir adelante
para cumplir con su noble objetivo.

Definición de ética
La ética tiene como objeto los actos que el ser humano realiza de modo consciente y libre
(es decir, aquellos actos sobre los que ejerce de algún modo un control racional). No se
limita sólo a ver cómo se realizan esos actos, sino que busca emitir un juicio sobre estos,
que permite determinar si un acto ha sido éticamente bueno o éticamente malo.

¿Qué es la globalización?
Podemos decir que la globalización es el fenómeno por el cual las naciones desarrollan sus
relaciones económicas, políticas y culturales sin encontrar las barreras que antes las
obstaculizaban, esto gracias principalmente a la financiación de la economía y a los
modernos medios de comunicación.

La globalización económica

Definición.

La globalización económica consiste en la creación de un mercado mundial en el que se


suprimen todas las barreras arancelarias para permitir la libre circulación de los
capitales: financiero, comercial y productivo.

El capital financiero, es el dinero, los préstamos y créditos internacionales y la


inversión extranjera. Su característica es que no ocupa un lugar determinado y que
gracias a la tecnología puede trasladarse de un lugar a otro con rapidez.

El capital productivo, lo constituyen el dinero invertido en materias primas, bienes de


capital (maquinaria, herramientas, edificios, terrenos, vehículos, etc,) y la mano de obra.

El capital comercial, son los bienes y servicios que finalmente se compran y se venden
en el mercado internacional. En este mercado internacional, los principales vendedores
son las empresas multinacionales como por ejemplo: la Shell, la Coca Cola, Sony, IBM,
Unilever, Phelps Dodge, etc. Los compradores son las poblaciones de cada país y
también hay muchísimos vendedores de su fuerza de trabajo, estos son los que
constituyen la mano de obra, ya que ellos venden su fuerza de trabajo a cambio de un
salario.

La globalización entonces, vendría a ser como la etapa de culminación del proceso


histórico de expansión del capitalismo, con dos objetivos: la libre movilidad del capital
y la creación de un solo mercado mundial.

 Principales agentes

Los principales agentes o impulsadores de la globalización son los bancos y


las empresas multinacionales.

Las empresas multinacionales son empresas muy grandes que operan en muchos


países del mundo a través de sus filiales. Son como un “pulpo” que hace llegar sus
tentáculos a varios países del mundo. Las empresas multinacionales tienen su sede en
los países desarrollados, son muy poderosas y controlan prácticamente el mercado de
los principales rubros de exportación. Las empresas multinacionales aprovechan la
mano de obra barata de los países en vías de desarrollo y de acuerdo a esto se trasladan
hacia estos países.
Los bancos multinacionales, son el apoyo financiero de las empresas multinacionales,
solo que aquí se trata de hacer crecer el capital financiero a través de las inversiones en
los diferentes países. Estas inversiones se realizan en las bolsas de valores de todo el
mundo, principalmente en Nueva Cork, Londres, Tokio, París, Frankfurt, Ámsterdam,
Singapur, Hong Kong, etc. Los bancos multinacionales actuan unidos en grandes
consorcios financieros y algunos abarcan bancos de muchos lugares. Por ejemplo. El
consorcio financiero ORION, comprende los siguientes bancos: Westminster Bank
(Gran Bretaña), Westdeutshche Landesbank (Alemania), Crédito Italiano (Italia), Banco
de Santander (España), Chase Maniatan Bank (USA), Mitsubishi’s Bank (Japón) y Orio
Royal Bank (Canadá).

Los otros agentes de la globalización son: los tecnócratas internacionales, que son


los intelectuales que trabajan para las multinacionales y las financieras;los
gobiernos, que con sus políticas ayudan a las multinacionales a realizar sus
operaciones; y, los organismos financieros internacionales como el Banco Mundial
(BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) que condicionan sus préstamos a que
los países adopten métodos orientados a eliminar las barreras a la libre circulación del
capital.

 Ventajas y Desventajas

Algunas ventajas de la globalización son:

      Se disminuyen los costos de producción y por lo tanto se ofrecen productos


a precios menores.

      Aumenta el empleo en los lugares donde llegan las multinacionales,


especialmente en los países subdesarrollados.

      Aumenta la competitividad entre los empresarios y se eleva la calidad de los


productos.

      Se descubren e implementan mejoras tecnológicas que ayudan a la


producción y a la rapidez de las transacciones económicas.

      Mayor accesibilidad a bienes que antes no se podían obtener en los países


subdesarrollados.

Algunas desventajas de la globalización son las siguientes:

      Mayor desigualdad económica entre los países desarrollados y subdesarrollados


debido a concentración de capital en los países desarrollados(acumulación externa
de capital).

      Desigualdad económica dentro de cada nación ya que la globalización beneficia a


las empresas grandes y poderosas.
      En los países desarrollados aumentará el desempleo y la pobreza porque las
empresas grandes emigran hacia otros lugares en busca de mano de obra y materia
prima barata.

      Mayor injerencia económica de parte de los países desarrollados hacia los países
subdesarrollados o en vías de desarrollo.

      Degradación del medio ambiente por la explotación de los recursos.

      Menor oportunidad de competir con esos grandes monstruos que son las empresas
multinacionales.

      Mayor fuga de capitales porque cuando las empresas multinacionales lo decidan, se


trasladan hacia otros países que les ofrezcan mejores ventajas en su producción.

“ETICA Y GLOBALIZACION”
Al hablar de Etica y Globalización no podemos obviar la fuerte conexión
que existe entre la noción de desarrollo y la de globalización. Podemos
considerar que el fenómeno de la globalización es un producto ocasionado por
la aventura histórica de los países llamados “desarrollados” y que el proyecto de la
globalización consiste en llevar a cabo un desarrollo federalizado. Pero en primer
lugar realizare
la crítica ética de la noción misma de desarrollo y después veremos si existe un camino
para la
integración ética.
Si consideramos la noción de desarrollo desde un punto de vista ético, debemos saber
que no existe ningún tratado ético posible si pensamos que el concepto de desarrollo
tiene
como núcleo una noción ética y económica. Es un concepto que contiene en sí mismo,
los
conceptos de utilitarismo y de cualidad. Qué significa ésto? Que si nos limitamos a
este tipo de
visión, caeremos, en consecuencia, en la ignorancia de los rasgos no utilitarios de la
vida
humana: amor, pasión, honor, ludismo, y de todas sus cualidades.
Digamos entonces que existe en el interior de la noción de desarrollo, la única visión
del
hombre económico “hommo economicus”, y no, la realidad del hombre complejo con
todos sus
rasgos. En esta complejidad es donde coexiste el sentido del valor y de la calidad
poética de la
vida. Pero esto no basta.
Hay un carácter anti-ético en el concepto y en el movimiento histórico del desarrollo.
Por
qué? Porque en las sociedades llamadas “desarrolladas” podemos ver la
desintegración de las
solidaridades tradicionales de la gran familia, del barrio, de las comunidades y la
desaparición
de las solidaridades concretas entre personas que no pueden ser reemplazadas por las
ayudas
burocráticas y las solidaridades que necesitan dinero para comprarse.
Otro rasgo: las megalópolis - las grandes ciudades del desarrollo más adelantado-
están
en estado de desintegración del tejido social; en la mentalidad de la gente y sobre todo
en la de
los jóvenes, no existe la idea de sentido cívico como un super-ego de la sociedad
común.
Otra razón: el desarrollo es al mismo tiempo, desarrollo del individualismo; algo muy
bueno ya que el individualismo significa autonomía individual, pero hay tambien
desarrollo del
individualismo egocéntrico donde las agresividades individuales, el mercado, el
provecho,
amplifican este egocentrismo con la sed permanente de más y más consumo lo que
produce
una desintegración ética.
Sabemos también de la desintegración de una de las virtudes heredadas de
civilizaciones
antiguas y que se arraigo en las civilizaciones tradicionales: la hospitalidad, la
recepción del
otro, del extranjero.
Finalmente, las especializaciones en todos los sectores económicos del trabajo y del
pensamiento también, encierran a los seres humanos en actividades fragmentadas,
aisladas y
donde se pierde el sentido de la realidad común en la cual nosotros estamos incluidos.
De este
modo el sentido de la responsabilidad para los otros y para su comunidad, también se
desintegra. No olvidemos, además que los motores del desarrollo en la ciencia, la
técnica, la
economía, el provecho están sin ningún control ético. Y Washington desarrolló la idea
–muy útil
y fundamental -, porque en los principios de la ciencia moderna occidental del siglo
XVII hay
una autonomía total de la ciencia frente a la política, a la ética, a la religión, digamos a
la
condición de desarrollo de la ciencia. Pero a mediados del siglo pasado, la ciencia
desarrolló un
poder tan grande sobre la sociedad, y peligros tan gigantes o de destrucción
provenientes de la
física nuclear o de la manipulación que pone en evidencia la falta de regulación ética.
De la misma manera, la técnica y la economía no tienen control ético y éste es el
problema de nuestro porvenir planetario.
Pensemos también que las civilizaciones llamadas desarrolladas se encuentran hoy día
en una profunda crisis, en una degradación de la calidad de vida, crisis económicas
que no han
desaparecido, y crisis ética de la cual ya hablamos.
Hay una resurrección de la pobreza en los países ricos.
Ademas, desde el punto de vista económico podemos pensar que las crisis que se
producen en varios lugares del planeta no se pueden considerar cada una como una
excepción,
como un accidente, cuando existe un problema critico fundamental en el modo
económico del
mercado mundial sin regulación hoy día.
La tragedia de la Argentina no se puede considerar como una excepción, es un caso
adelantado y extremo de los peligros comunes para todos.
Esto me recuerda que en los años 50 y en la época en que no existía sanción
demográfica en todos los países europeos por aumento de los nacimientos, llegó
súbitamente
una caída demográfica en Berlín y para muchos demógrafos era una cosa excepcional
originada por la situación particular de Berlín, pero era en realidad, el anuncio de la
crisis
demográfica que llego años más tarde a todos los países de Europa. Entonces debemos
pensar
en todo esto y generar así la ética en nuestra civilización, en nuestro desarrollo.
Podemos decir pues, que en el concepto de desarrollo sostenible hay un fondo ético. El
trasfondo ético viene de una preocupación, no únicamente para las otras sociedades y
para el
planeta finalmente como lo indica Johanesburgo, sino también denota una
preocupación ética
para generaciones futuras.
Hay un concepto ético introducido en la noción de desarrollo sostenible. Pero a mi
entender, esto no es suficiente. Pienso que se debe integrar los mejores rasgos del
concepto de
desarrollo para una generación ética pero integrarla con un concepto más amplio,
más crítico,
más generoso que podríamos llamar una política de civilización.
Ya hemos hablado de la decadencia, de la desintegración de las solidaridades, y
también
de la desintegración del sentido de la responsabilidad. Pensemos ahora que
solidaridad y
responsabilidad son las dos fuentes primeras de la ética, la otra es la comprensión del
uno
hacia el otro. Y la resurrección ética necesita eliminar la idea cerrada de desarrollo;
no basta
dulcificarla con el desarrollo sostenible e integrarla a una política de la civilización
humana.
Estamos así, frente a un difícil y complejo problema : organizar la convergencia de
las
diversas vías que lleven a la resurrección o al desarrollo de la ética. Es decir, en
primer lugar,
debemos integrar lo mejor de la civilización occidental ( los derechos humanos del
hombre y la
mujer, la democracia - una cosa que puede degenerarse y aun en estado inconcluso-).
Pero
frente a esta idea de democracia está la idea de autonomía individual, de eliminar lo
peor, es
decir la hegemonía del provecho, de una racionalidad abstracta.
Por otro lado, esta política de la civilización humana significa utilizar y fortalecer las
cualidades civiles del sur. Porque es evidente que si el norte demuestra su
superioridad en las
cuestiones del cálculo, de la economía, de la técnica, de las armas, de todas estas cosas,
hay
una pobreza humana en esta hegemonía porque las cualidades humanas
fundamentales están
sumidas en una opresión. Entonces el sur tiene sus valores cuando hace una
resistencia a la
hegemonía del provecho y del cálculo. Cuando el sur toma en serio, no únicamente las
cuestiones privadas individuales, sino la cuestión de todas las cualidades que podemos
encontrar en nuestra vida que es evidentemente lo que llamamos cualidad de la vida.
Se puede
decir que en el mundo rico, la idea de hoy día es mejor. Entonces la idea de Ivan
Illitch, que
hace treinta años llamo la convivialidad, es decir la posibilidad de comunicaciones, de
amistad,
de relaciones buenas entre humanos . Y también las actividades gratuitas de servicios,
mutuales, la hospitalidad.
Es evidente que se necesita una política económica a varios niveles, al nivel de las
naciones, y las naciones es evidente que hay un papel para el estado luchar contra la
pletoria
burocrática y luchar contra la corrupción. Muchos problemas en ese sentido, de la
administración que ilustro muy bien Michel Crozier, pero hay también un papel
económico a
nivel continental como este continente que debe adelantar mas y todas esas conexiones
y
cooperaciones para llegar a una confederación de los países de América Latina. Es
evidente
que a nivel planetario, existe una necesidad de regulación, de control, de crear una
instancia,
un poder con poderes capaces de hacer esta regulación y también la penalización de la
especulación. También se esta instalando en varias partes del mundo, la idea de la
economía
plural y no únicamente la economía del provecho individual sino la economía de las
asociaciones, de las cooperativas. Esta idea que empezó a desarrollarse en América
Latina
primero en Méjico, luego en Perú y ahora en otros países, la idea del comercio
equitativo, que
necesita que los productores reciban un precio justo de los productos sin la
especulación y sin
el parasitismo de los intermediarios, “los coyotes”, porque ellos toman la mayor parte
del valor,
del producto del café en Brasil o del cacao por ejemplo. La idea del comercio
equitativo que hoy
existe es importante desarrollarla porque la idea de cuidar es fundamentalmente una
idea ética.
Ayudar a la conjunción de la acción de los productores y de los consumidores a través
de esta
equidad en los precios, y la calidad de los productos. Tengamos en cuenta también
dentro de
esta idea de desarrollo sostenible, la idea de salvaguardar el ambiente, una idea ética
de
solidaridad humana y planetaria en estrecha relación con la biosfera.
Ayudemos la juventud a ayudar el mundo. La juventud se encuentra en la esperanza
de
una cosa justa, debemos movilizar la juventud en eventos de solidaridad de país a
país, de los
ricos sobre todo hacia las naciones pobres, y al mismo tiempo hacer olvidar la idea de
servicio
militar obligatorio. Es una cosa histórica que se lleva a cabo en varios países pero
debemos
desarrollar un servicio cívico nacional e internacional, y animar, estimular y
coordinar todas las
fuerzas sociales de la generación y los esfuerzos individuales que existen en todas las
categorías sociales.
Entonces, para la regeneración ética se pueden combinar cuatro caminos que tienen
cada
uno su valor ético. El primero es un camino de las reformas institucionales y sociales
para el
desarrollo de la libertad, la igualdad y la fraternidad o solidaridad. Hay el camino de
la reforma
educacional, uno de los mas importantes, y me parece muy bueno que haya un panel
de
discusión sobre esta cuestión. Pero yo quiero decir que sobre esta cuestión
educacional, la
reforma educativa debe comportar una cosa que falta en todos los sistemas educativos
y es
enseñar la comprensión humana. Que la comprensión humana no es solamente una
cuestión
objetiva que solo alcanza saber que una persona tiene un metro setenta de altura, un
peso
determinado, no. Es una cosa mas compleja en donde se deben entender las razones
del
individuo, el por que de sus actos, y dicha compresión humana es muy difícil y
necesita
entonces de una larga enseñanza a partir de las primeras clases y que es de una
necesidad
fundamental como podemos adelantar en las relaciones humanas es decir la ética
entre
nosotros y también entre hermanos, padres, hijos, extranjeros. Y pienso también en el
camino
de un pensamiento complejo. Cuando se tiene una visión global y no como hoy realiza
la
educación que corta en pedacitos los varios componentes del saber , cuando ve la
relación de
todos con todo, es entonces cuando se ve la solidaridad que existe en los campos del
conocimiento y esto es una ayuda para entender la solidaridad humana. Porque la
persona que
se encuentra encerrada en su oficio sin conocer lo que les pasa a otros, no puede
entender de
su solidaridad hacia los otros. Hay también una ética fundamental que significa (la
palabra ética
como sinónimo de hacer el bien no sirve para nada,) es el ejemplo personal lo que
sirve pero
hay una cosa de enseñanza que viene del complejo sentido de la identidad humana. La
identidad humana es un concepto individual pero que forma parte de una sociedad, y
formamos
parte también de la especie humana. Y no estamos separados en un 33 % individual,
otro tanto
social y otro tanto biológico, no. Cada uno de esos aspectos esta incluido en los otros.
Nosotros
no estamos únicamente incluidos en la sociedad, la sociedad con su lenguaje, sus
normas esta
incluida en las mentes de los individuos. De la misma manera no estamos únicamente
incluidos
en una especie porque se continua la especie, en el sistema de reproducción, por
ejemplo es
necesario que dos individuos hagan el amor y la producción de los niños entonces hay
una
relación muy fuerte entre los tres aspectos, en esta especie de trinidad humana por así
llamarlo.
Esto significa que hay tres direcciones de la ética: una ética para uno, para su honor
para
admirarse uno mismo, una ética para la sociedad que se necesita sobre todo en las
sociedades
democráticas donde hay un poder de control de los ciudadanos y una ética para la
humanidad
que hoy en día ha tomado una significación concreta puesto que allí esta en juego el
destino de
todos los humanos. Todo esto en resumen es para hablar del camino de la reforma
educacional, de gran importancia, pero debemos reeducar a los educadores.
El tercer camino es el de la reforma de vida. A finales del siglo XIX en Alemania, un
gran
momento de industrialización extraordiaria se creo un movimiento llamado
lebensreform para
escapar de los peores aspectos de este desarrollo industrial, económico. Y algunos se
fueron a
un lugar en la Suiza italiana que se llama Monte Verita, y allí trataron en grupos la
idea de
buscar una mejor calidad de vida, ver la importancia de la belleza, de la estética y
también de la
belleza de los cuerpos, la danza y demás, la convivencia, la relación con la naturaleza,
y la
comunidad. Digamos que esto fue la vanguardia de lo que hoy dia vemos buscar en
todas las
sociedades: la reforma de vida.
Y además luchar contra la tendencia del egocentrismo. Es como si nosotros
tuviéramos
un doble programa en la mente: un programa egoísta, egocéntrico y otro altruista que
nos habla
de hacer cosas para los otros, para la familia, para la patria, para la comunidad.
Nuestra
civilización desarrolla el programa egocéntrico y el programa altruista es menos
desarrollado y
es esto lo que debemos cambiar y combinar con la reforma personal. Hay mucha
gente también
en el occidente desarrollado, que entiende que hay un vacío, un malestar interno y a
esto se
debe el éxito del budimo zen, del budismo tibetano, todos los modos posibles que
puedan dar
una nueva y buena relación de un individuo consigo mismo.
Todos estos caminos existen pero sin comunicación los unos con los otros. Si hablo de
civilización humana, es decir no únicamente integrando los rasgos buenos e
importantes del
mundo occidental y de lo que permite desarrollar la ética que es la racionalidad
autocrítica. Esta
racionalidad autocrítica tuvo lugar en el peor momento de la historia de expansión, de
la
dominación occidental, de la conquista de las Américas y fueron dos personas:
Bartolomé de
las Casas que decía que los indígenas americanos tenían un alma y eran tan humanos
como
nosotros y Montaigne que decía que cada civilización tenia sus valores y que no existía
únicamente le valor del mundo occidental. Y pienso que ahora se necesita para la
civilización
humana un dialogo de las civilizaciones.
Bien, estamos en los preliminares de los preliminares de una nueva aventura pero, me
parece a mi que no debemos permanecer en el mismo camino. Y por esta razón pienso
que
también la idea de desarrollo sostenible no basta porque se queda en el mismo camino.
Es el
camino lo que debemos cambiar. La nave, el planeta debe cambiar de vía, debe
cambiar de
dirección. Y esto es una tarea muy difícil pero muy necesaria para la salvación contra
la
amenaza del desastre, para la salvación de la humanidad y en particular del
continente
latinoamericano que personalmente quiero tanto.

GLOBALIZACIÓN Y ÉTICA ECONÓMICA


Universidad de Valencia
La globalización es uno de los temas en que más se centra la atención de
muchas de las recientes publicaciones sobre economía, de las reflexiones
medioambientales y de los foros nacionales e internacionales.
Es innegable que se están produciendo una serie de procesos de carácter
global y mundial. Los mercados financieros alcanzan un nivel planetario y las
autopistas de la información llegan hasta los últimos rincones de la tierra.
Tareas tan urgentes e importantes como evitar la destrucción de la ecosfera,
esquivar el riesgo de desertización del planeta, exterminar la plaga del hambre
y la guerra, destruir la maldición de la pobreza, exceden con mucho las
posibilidades de una nación. Vivimos cada vez más en un contexto global, que
ha dejado menguados a los estados-nación y requiere para sus problemas
soluciones globales.
Ante hechos irreversibles como éste suelen producirse entre las gentes al
menos tres reacciones: la timorata y catastrofista, deseosa de hacer marcha atrás,
asustada ante cambios a su parecer apocalípticos, situados muy por encima de
cualquier intervención humana; la oportunista, que en el río revuelto del
desconcierto general trata de desviar las aguas hacia su provecho individual o
grupal, que es el que al cabo le importa; la ética, convencida de que las
innovaciones deben convertirse en oportunidades de progreso para todos, y de
que para eso hemos de hacernos cargo de la realidad que vivimos, cargando
con ella y encargándonos responsablemente de ella.
Y responsabilizarse significa, en nuestro caso, abandonar discursos
catastrofistas, acoger lo nuevo y orientarlo hacia metas tan antiguas ya, pero no
estrenadas, como la realización de mayor libertad, justicia y solidaridad. Para
eso será necesario asumir globalmente los problemas que globalmente se
presentan, abandonando, por retrógrados tanto el catastrofismo como el
egoísmo oportunista.
En un mundo globalizado el egoísmo es nefasto, como lo son los
vulgares nepotismos y amiguismos, la defensa injusta de “los míos”, “los
nuestros”, sea en la política, sea en la economía, en la universidad o en el
hospital. Ante retos universales no cabe sino la respuesta de una actitud ética
universalista, que tiene por horizonte para la toma de decisiones el bien
universal, aunque sea preciso construirlo desde el bien local. Lo otro, los
oportunismos miopes, es cosa no sólo trasnochada, sino suicida y homicida.
Por eso, en vez de seguir sometidos a una inveterada propensión a
responsabilizar del mal moral a fuerzas sobrenaturales o similares, en tiempos
secularizados no hay más remedio que hacerse cargo de la realidad y
responsabilizarse de males como el hambre, la miseria, las guerras, las muertes
y secuestros, las injusticias cotidianas. Pero la humana imaginación, siempre
fértil para estas cosas, ha encontrado nuevos chivos exculpatorios. El “sistema”
y “las estructuras” eran en otros tiempos las fuerzas cuasi-sobrenaturales a las 2
que se responsabilizaba de todo en última instancia. Al hablar de los males del
mundo, ponían las gentes cara trascendente y decían que eran responsables el
“sistema” y las “estructuras”, como si las gentes nada tuvieran que ver.
Hoy aquellas antiguas fuerzas se han reencarnado en la globalización
económica, financiera y comercial, a la que se atribuye el triunfo de los valores
economicistas, el egoísmo de una sociedad consumista, la insolidaridad de los
países desarrollados y un largo etcétera. “Nos dirigen”, “nos obligan”, es el
mensaje exculpatorio. Pero es falsa, además de cómoda, esta nueva versión del
determinismo. Por muy condicionados que estemos, seguimos gozando de al
menos un ápice de libertad, la suficiente como para darnos cuenta de que en
cierta medida somos libres de optar por unos valores u otros, por unos modos
de vida u otros. Ni el sistema, ni la globalización nos determinan en un sentido
unívoco. Bregar por una globalización ética, por la mundialización de la justicia y
de la solidaridad, es la tarea de las personas libres, aprovechando las redes
mundiales, el sentir común que también se va generando por todos los
rincones del planeta. En esta línea urge pensar (estudiar) y actuar, mostrando
que somos mínimamente libres para hacer frente al determinismo neutralizador.
Es innegable la tendencia actual hacia una globalización económica
creciente, en especial facilitada y acelerada por las nuevas tecnologías, en
especial las de la información y comunicación, aunque lo que no está tan claro
es que este proceso lleve consigo necesariamente una globalización del
progreso auténticamente humano.
En principio, uno de sus resultados más espectaculares ha sido la
creación de un “mega-mercado” financiero, en el que todos los días se mueven
cifras astronómicas, en virtud del cual se ha producido un estado permanente
de inestabilidad, debido a la falta de previsión y control de los peligros que
genera. Esta inestabilidad creciente puede hundir las economías domésticas
menos potentes e impulsa a que los capitales se dirijan de la periferia al centro
buscando la mayor seguridad posible.
Una consecuencia, por consiguiente, de la tendencia globalizadora es la
concentración de los centros de decisión y de información, lo cual hasta se
percibe en las informaciones que recibimos de las fusiones, por ejemplo, de los
grupos de producción de automóviles, de las compañías aéreas, de las
entidades financieras, etc.
Son muchos los que han señalado que con esta globalización ha
aumentado el crecimiento y la tasa de beneficio, pero no siempre se aclara que
esta gananacia no se ha canalizado hacia la economía real de bienes y servicios,
ni hacia la creación de empleo, ni hacia el desarrollo de los más desfavorecidos
y empobrecidos, sino que alimenta la voracidad de la creciente especulación
financiera. Todo lo cual contribuye a explicar, por ejemplo, que el empleo
disminuya, a pesar del aumento de los beneficios, pues, aunque parezca
mentira o pueda sonar raro, en este contexto económico se cotiza al alza la no
generación o la reducción de empleo.
Por otra parte, los beneficios no se distribuyen por igual. Es patente que
al proceso de globalización ha acompañado un aumento de las desigualdades
entre los países y entre las personas. Es este un estado de desigualdades
agravado por las dificultades que existen para la libre circulación de los
trabajadores de unos países a otros, especialmente de los más pobres hacia los
ricos. Pues así como el capital se mueve con gran facilidad, no ocurre lo mismo
con los trabajadores, de manera que la globalización favorece más los intereses 3
del capital (fácil de mover y evadir) que los del trabajo.
Indudablemente, la globalización pone en marcha una serie de
posibilidades en el ámbito de la producción y la comercialización; por
ejemplo, cualquier producto puede elaborarse en cualquier lugar de la tierra y
venderse en cualquier otro, gracias a la innovación tecnológica, a los cambios
en los transportes y las comunicaciones y a la libre circulación del capital
financiero. Aunque esta posibilidad, por el momento, sea una realidad sólo en
una parte de la tierra, existe como posibilidad real: los mercados financieros y
las autopistas de la información pueden llegar hasta los últimos rincones, con
lo cual los estados nacionales se ven impotentes para controlar los flujos
financieros, la producción y desplazamiento de mercancías y de información, y
el mercado internacional va marcando la pauta.
En este contexto internacional, los retos globales exceden, pues, con
mucho las posibilidades de una nación, y mucho más aún de los grupos o de
las personas. Y es que la globalización económica lleva aparejado un
fenómeno de desregulación preocupante, que obliga a las empresas a tomar
decisiones en condiciones de incertidumbre, como también que los estados
nacionales se ven desbordados, pero no es menos cierto que abre también
caminos prometedores. Por eso más vale que intentemos descubrirlos, no sea
cosa que nos ocurra como con la socialdemocracia, con el estado social, que
tanto criticarlo por reformista y “lacayo del capitalismo”, y ahora todo son
nostalgias, deseos de verlo mundialmente implantado.
Gracias a la globalización podemos comprender mejor que los bienes de
la tierra son bienes sociales, ya que se producen con el concurso de distintas
partes del mundo. De ahí que se procure una distribución lo más justa posible
de la riqueza global, para lo cual urge potenciar las redes transnacionales e
internacionales de solidaridad, urge superar el egoísmo y el proteccionismo de
los poderosos, aprovechando las oportunidades abiertas precisamente por el
desarrollo de las nuevas tecnologías. El viejo sueño del internacionalismo se
iría haciendo posible, con tal de que asumiéramos globalmente los problemas
que globalmente se presentan, abandonando, por retrógrados tanto el
catastrofismo como el egoísmo oportunista.
Ahora bien, es cierto que la instancia que tradicionalmente ha ejercido el
control social, el estado-nación, sufre actualmente una crisis. Primero, porque
al parecer este tiene menos margen de acción, al ser sustituido en parte por el
mercado y vaciado por diversas tendencias, dado que resulta demasiado
pequeño para lo grande (de ahí la cesión de parte de su soberanía hacia arriba)
y demasiado grande para lo pequeño (de ahí la cesión de competencias hacia
abajo). A lo cual hay que añadir un creciente desprestigio del estado, de los
políticos e incluso de lo público en general. Un desprestigio del estado,
debido a su clamorosa ineficiencia y a haber renunciado a sus propios valores
y a la prestación de algunos servicios que le son propios (como su función
redistributiva, etc.). Por este camino se corre el peligro de confundir “sociedad
de mercado” y “economía de mercado”, error del que ya hace tiempo nos
advirtieron los análisis de Polanyi.
Todo lo cual requiere una renovada ética política y social, capaz de hacer
frente a los procesos globalizadores en la economía, la política y la cultura. A
esta ética política y social, que decimos haber aceptado en nuestras sociedades,
desde los mínimos compartidos de libertad, igualdad, solidaridad y respeto
activo, le resultan inaceptables muchos de los efectos de la globalización, como
el acrecentamiento del abismo que separa a los ricos de los pobres, a los 4
poderosos de los áporoi. Es una auténtica contradicción proclamar que toda
persona es libre e igual y mantener en la práctica unas desigualdades tan
injustas. Y aquí conviene recordar que nadie puede alegar desconocimiento de
esas desigualdades, ni falta de medios para empezar a remover las situaciones.
Lo único que falta es voluntad real y decisión.
En realidad, la esquizofrenia entre los valores éticos que decimos aceptar
y lo que realmente hacemos, es antiquísima. Vieja es ya la miseria en cada uno
de nuestros países y no parecemos perder el sueño por eso. Podría decirse,
claro, que la globalización parece alejar de nuestras manos las decisiones, de
modo que lo más inteligente es recluirse en la vida privada, en el ámbito
familiar y de amigos. Sin embargo, hace ya décadas que los ciudadanos se
sienten impotentes en la vida pública de las democracias representativas. Por
eso preocupa que los sedicentes “progresistas” cada vez parezcan más
“reaccionarios”, al actuar más por simple reacción que adelantándose
creativamente al curso de los acontecimientos. Aprovechar los caminos
transnacionales e internacionales de la globalización para realizar el viejo
sueño internacionalista es un gran reto actual.
Entre las tareas que implica cabe destacar la necesidad de instituir un
eficiente control internacional de la economía global y de unas reglas de juego
más justas, porque las existentes favorecen a los países más poderosos, que se
protegen por los medios más retorcidos, practicando un neoproteccionismo
incluso en nombre del mercado.
Y es que en realidad la globalización es no sólo reducida e imperfecta,
sino en muchas ocasiones está amañada en favor de determinados intereses
hegemónicos. Por ejemplo, como ya hemos indicado, no se liberaliza el trabajo,
sino sobre todo el capital. Y en otras ocasiones se alude a la globalización
como una excusa para reducir o dejar de mantener el estado social de derecho
y sus prestaciones (en sanidad, educación y otras coberturas sociales).
Una posición auténticamente crítica ante la globalización presupone ante
todo una determinada postura ética. Pues la globalización económica no es ni
mala, ni buena. Cuando la atacamos es debido a la dificultad que entraña
controlar la economía desde los estados nacionales que, mejores o peores, son
ya viejos conocidos nuestros. Pero parecemos haber olvidado, al hablar así,
que los estados nacionales de la mayor parte del planeta han consentido unas
desigualdades internas escalofriantes, que los imperialistas siempre han
contado con títeres de cada nación, y que el estado del bienestar, preocupado
por las exigencias de justicia de sus ciudadanos, ha sido una realidad casi
exclusivamente europea.
Más vale, pues, que en vez de empecinarnos en lo malo conocido,
veamos si lo por conocer puede aportar oportunidades de bien. Y, en este
sentido, es urgente aprovechar las redes transnacionales y plantear desde ellas
exigencias de justicia y solidaridad, para comprometer a las distintas esferas
sociales y políticas en esa revolución pendiente de satisfacer al menos los
mínimos de justicia que a cada persona, por serlo, se debe.
La globalización se ha ido produciendo tras la práctica eliminación de los
bloques militares, que ha cambiado la faz de la tierra. Pero esos bloques han
dejado paso a una nueva configuración global: la de cuasi-bloques
comerciales, entre los que ya se da –y se prevé que aumente- una dura guerra
económica. Una guerra económica entre las superpotencias mundiales y otra
guerra entre los países ricos (poderosos) y los pobres. En el primer caso, lo que
está en juego es la forma de organizar el capitalismo; en el segundo, la5
posibilidad de nuevas vías de desarrollo para los países subdesarrollados tras
la que ya se ha considerado la “década perdida”.
Los bloques económicos a que ha conducido el cambio de escenario
mundial podrían ir abriendo el camino hacia un comercio mundial cada vez
más libre a través de un “comercio administrado” entre regiones. En este
nuevo contexto se han promovido nuevas formas de cooperación, de manera
que los ingredientes del nuevo juego de la guerra económica entre las
superpotencias son la competencia y la cooperación.
Por otro lado, no olvidemos la otra guerra económica global, la existente
entre los ricos y los pobres, cuyas repercusiones sociales son muy graves.
Cabría pensar que se trata de una guerra de exterminio o, cuando menos, de
marginación. Porque ya no se necesita su población –son demasiada gente, se
dice- y cada vez se necesitan menos sus materias primas; al parecer, sólo “los
necesitamos como basurero”.
¿Qué aportan los procesos globalizadores a este escenario mundial?
¿Favorecen la consolidación de una comunidad internacional? No es nada fácil
llevar adelante el intento de lograr una comunidad internacional y, al parecer,
menos todavía en una situación como la de la globalización.
En un mundo donde impera la lucha económica, no habrá más remedio
que intentar aprovechar esa misma plataforma para conseguir la comunidad
humana internacional que se pretende. En la economía misma estaría el punto
de partida de la comunidad internacional. ¿Cuáles son los indicios para poder
confiar en una posible vía económica para reconstruir una comunidad humana
global?
En primer lugar, podríamos recurrir a reflexiones filosóficas de fondo,
aplicando al campo económico, por ejemplo, el genial principio kantiano de la
“insociable sociabilidad”; pero, en segundo lugar, hay que aludir a algunas
actividades económicas que han contribuido a crear vínculos entre los más
diversos países, como la expansión del comercio; y, en tercer lugar, conviene
no olvidar que el sistema de Bretton Woods fue capaz en su momento de ofrecer
un cierto modelo de comunidad económica internacional, al regular el sistema
financiero internacional y crear instituciones económicas internacionales.
El sistema de Bretton Woods estuvo en vigor hasta 1971. La desaparición
de ese marco para un orden económico mundial ha dejado un gran vacío, que
urge llenar cuanto antes, contando con las nuevas condiciones del creciente
proceso globalizador, porque la internacionalización de la economía, tal como
se está llevando a cabo, tiene peligros muy graves. No hay más remedio que
entrar en ese nivel internacional, para intervenir y orientar la nueva economía
mundial. De lo contrario la imparable lógica del dinamismo que se ha puesto
en marcha acabará por arruinar el sentido mismo de la economía real. La
aportación del sentido ético en las instituciones internacionales va a ser un
requisito necesario ante la ausencia de una legislación adecuada e incluso tal
vez imposible para la complejidad de la economía internacional en su actual y
previsible desarrollo.
Una de las consecuencias más nefastas de los procesos de globalización
es paradójicamente el aumento de las desigualdades y de la exclusión. Pero, a
mi juicio, es imposible superar la exclusión macrosocial y en el orden global,
cuando en los niveles más básicos, en los capilares de nuestras sociedades e
instituciones se practica con naturalidad la exclusión. Es una misión imposible
e incluso absurda. Es impensable superar la globalización de la exclusión, cuando
nuestra acción local (microsocial y mesosocial) es normalmente excluidora. 6
Abruma pensar que la mayoría de la población mundial está al margen –
excluida- no sólo del disfrute de los bienes y servicios de que dispone la
humanidad, sino aún más de los procesos en los que se toman las decisiones
mundialmente relevantes y que afectan a su vida.
Más todavía, la mayoría de la población mundial está de sobra. En la
nueva situación de desarrollo de la economía y de la sociedad internacional ya
no se necesita la población del antes denominado “Tercer Mundo”. La pérdida
de importancia de la producción de materias primas hace superfluo el trabajo
que las producía. La población se ha hecho “superflua”, “sobrante”. Los
pobres pasan de ser “explotados”, reales o virtuales, a ser “excluidos”, porque
están de sobra. Se convierten en poblaciones que ya no cuentan para nada, que
carecen de todo tipo de poder, porque no pueden ni siquiera negociar para
hacer valer sus exigencias. Están al margen, pues, de cualquier participación
significativa sobre su futuro.
La “globalización” sin más no arregla nada. Al contrario, produce nuevas
formas y dimensiones de la marginación y pobreza. Como indica Luis de
Sebastián, la actual globalización es excluidora, puesto que en algunos de sus
efectos más evidentes (como en la comunicación) sólo funciona para el 2% de
la humanidad. Se trata, pues, de un proceso parcial y muy selectivo. El tan
repetido cuento de la “aldea global” suena a nana para los que quieren
dormirse apaciguados con su propio éxito, ya que globalizar sin las
condiciones para, a la vez, integrar, implica aumentar las dimensiones de la
jungla global. Sin las exigencias de justicia y solidaridad concomitantes
constituye una irresponsabilidad asisitir sin más a una globalización
unilateral, cuando la vida de la inmensa mayoría de la humanidad queda fuera
de una globalización humanizadora.
Incluso ciertos dinamismos que se consideran consecuencia de la
globalización, como la creciente competitividad internacional, se aducen como
argumentos o excusas para reducir una serie de bienes y servicios ofrecidos
por las diversas modalidades de los estados sociales.
Así pues, tanto en los países ricos como en los pobres lo que queda
realmente al descubierto es la aporofobia. En todos los mundos posibles se
excluye a los pobres, los que no gozan de acceso a la tierra, la cultura, la
libertad, la vida; los que no interesan ni siquiera para ser explotados. Es éste el
hecho implacable de la aporofobia, que casi todo el mundo intenta recubrir
mediante otras terminologías, rehuyendo así llamar a la realidad por su propio
nombre: la aversión por el pobre, el desvalido, el que no tiene nada que ofrecer a
cambio, en el terreno que sea (económico, político, jurídico, de opinión
pública).
¿Cuál es la perspectiva ética más propia en esta situación mundial,
caracterizada por los irresistibles procesos de globalización y sus
consecuencias? Una respuesta ética “a la altura de los tiempos” exigiría hoy al
menos los siguientes rasgos:
1) Una ética de la responsabilidad solidaria, que no puede ofrecer ni el utilitarismo, ni
el mero deontologismo kantiano, ni el comunitarismo neoaristotélico
o hegeliano, ni el pragmatismo contextualista. Ninguna de estas concepciones
puede fundamentar un principio de universalización, mediándolo adecuadamente con
las exigencias de las organizaciones e instituciones modernas, de tal
manera que puedan superarse las marginaciones y discriminaciones injustas.
2) Una ética universalista, que atienda a las exigencias de justicia y solidaridad,
propias de un nivel postconvencional en el desarrollo de la conciencia 7
moral, en el orden económico, político y cultural. En realidad, lo único que puede
impedir la marginación es la universalización. Quien desee anclarse en alguna
particularidad sin abrirse a la universalidad, está practicando el principio
sistemático de la exclusión.
Sólo si nos abrimos a la dimensión de la universalidad tenemos la
formalidad adecuada para evitar sistemáticamente las marginaciones y
exclusiones, por muchas dificultades que luego encontremos en la concreción.
De otro modo, está asegurado el principio excluidor. Podemos, pues, decir
que “o universalización, o exclusión (asegurada)”. Cualquier otra vía
particularista no es más que una trampa, de la que tarde o temprano habrá que
arrepentirse.
Desde el principio de universalización se logra la perspectiva en la que
cualquier otro ya siempre está incluido, al menos, virtualmente. Ésta es una
precondición para la comprensión del otro y para no excluirlo, para tenerlo en
cuenta y sentirme afectado por cada otro. De lo contrario, ¿por qué tengo que
prestarle atención e incluso buscarlo o esperarlo, ejercitando una forma de
anticipación hermenéutico-transcendental? La comprensión efectiva depende
de la presencia del otro e incluso compartir la vida, pero todo este desarrollo
hermenéutico presupone como precondición hermenéutico-transcendental el
horizonte de la universalidad, la apertura radical al otro, en virtud de su valor
como interlocutor válido, reconocido y respetado de modo universal e
incondicional. Sólo desde este presupuesto se puede mantener siempre abierto
el horizonte para cualquier posible encuentro.
Como afirma Hinkelammert, “la ética universal es la ética de los débiles
por excelencia. Los poderosos no la necesitan, sin embargo, los débiles sí”.
3) Una ética universalista de las instituciones, que esté a favor de los
excluidos en cada contexto. Habría que refundar consecuentemente los
principios del mercado, del estado, del derecho, de los medios de
comunicación, de las instituciones internacionales, desde una perspectiva ética
auténticamente universalista (postconvencional), que no sea excluidora, para
lo cual ha de incluir a los afectados que normalmente no cuentan para nada o a
lo sumo sólo –cuando conviene- como carne de cañón. Este nivel exige una
ética de la justicia y de la solidaridad universal, en la que urge educar.
4) Una globalización éticamente fundada. En vez de que los mecanismos
sociales se desboquen, urge crear unos centros de control de las consecuencias
de los dinamismos de la acción colectiva desde un horizonte ético. Éste es el
reto de la responsabilidad global, por las consecuencias de las acciones colectivas,
producidas por la aplicación de los conocimientos científico-técnicos y por las
decisiones político-económicas.
Los riesgos a los que se ve enfrentada la humanidad exigen responsabilidad en la
organización institucional en los campos de la ciencia, la
técnica, la política, el derecho y la economía, responsabilidades organizativas y
de control. Es la responsabilidad a través de las mediaciones, la responsabilidad
mediática para impedir o remediar riesgos y efectos negativos de la acción
colectiva a escala internacional. Se trata de un ejercicio metainstitucional de la
responsabilidad por la buena formación y el cumplimiento de las funciones
colectivas de las instituciones.
Para no ser esclavos de los procesos globalizadores habrá que cambiar
tanto la mente y los hábitos de nuestra vida cotidiana como las estructuras
desde un nuevo horizonte de sentido, en el que nos sintamos urgidos por el
afán de justicia y nutridos por la solidaridad universal.
La economía no funciona sin la ética
La economía sin ética, ¿en qué se convierte?
En una pura técnica que no tiene mucho sentido, porque en definitiva la economía es
análisis científico con mayor o menor rigor y dureza. La economía es ante todo economía
política, de lo que trata es de mejorar el nivel de vida de los hombres en su aspecto más
material, y la economía que carezca de los valores éticos no lleva a ninguna parte.

La globalización como desafío ético

Estos son tiempos de incertidumbre, el hombre siempre ha vivido en un horizonte de incertidumbre,


es verdad, pero, a mi juicio, los nuestros son años de especial perplejidad y escepticismo pues
todavía son los conceptos, estructuras y categorías del pasado los que encierran nuestro presente
y condicionan nuestro futuro y es que, aunque conscientes de los fundamentales cambios sociales
habidos, no estamos siendo capaces de crear formas nuevas con las que organizar mejor nuestra
convivencia.
Y es que con la globalización, con su demanda insaciable de beneficio no podemos estar seguros
de nuestra inocencia moral, no podemos afirmar sin más que desconocemos lo que está
ocurriendo. ¿Acaso no sabemos que nuestras conductas y decisiones inciden en la vida de los
otros? El "astillamiento de las consecuencias" a que se refería Hegel y que para algunos sirve
como justificación o coartada de compromisos fáciles hace de la responsabilidad una ficción.
Cuando el otro va paulatinamente desapareciendo como resultado de la purificación y sacralización
de las fronteras y del deleite del consumo la responsabilidad es vivida y sentida sobre todo hacia
uno mismo porque como justifica insistentemente algún anuncio publicitario "tú lo vales".

Adictos a la seguridad sentimos poco y decimos mucho imbuidos en la dinámica de los medios de
comunicación de masas responsables últimos de establecer las "verdades" del mercado sean o no
mentiras que a fuerza de ser repetidas pasan por verdad y admitimos como verdad, verdades
contantes y sonantes que sin timidez ni rubor mueven el mundo. Hasta aquí nuestra deuda ética
pero ¿tiene hoy posibilidades la ética? ¿podemos saldar nuestra deuda? Yo me aferro a que sí,
pues aunque la sociedad esté llena de trampas depende de nosotros, nuestra voluntad y libertad
están así sometidas a examen.

Ética, Responsabilidad Social y Paradigma de Empresa.

Hace años que se viene hablando de ética empresarial, sobre todo, para lamentar,
precisamente, la falta de moralidad en el mundo de los negocios. De hecho, con
mucha frecuencia, la opinión pública se ve sacudida por informaciones
indeseadas, por situaciones viscosas, por escándalos, por pelotazos, por
corrupciones, sobornos, delitos de iniciados, estafas de guante blanco, etc, en los
que son precisamente importantes personajes del ámbito empresarial quienes
pasan a las primeras planas de los periódicos. Es por tanto lógica la reacción de
muchos, que apelando a aspectos de moralidad, vienen a decir que si los
directivos fueran más honrados, si los altos dirigentes empresariales tuvieran
sólidos principios y criterios de actuación correctos, si hubiera más ética en los
negocios, estas cosas no ocurrirían estos escándalos empresariales. Y no les falta
razón. Aunque, posiblemente, se quedan cortos en el diagnóstico quienes así
opinan, puesto que, aunque la responsabilidad particular es siempre ineludible y la
apelación a la virtud personal es naturalmente loable, no todos los casos de
inmoralidad en estos dominios son fruto exclusivo de una falta de ética individual.
Muchas veces traen causa de problemas más profundos que se escapan a la
acción personal —causas sistémicas, ubicadas en el nivel de unas estructuras
injustas o pervertidas. Otras veces son resultado de la ingenuidad, la inadvertencia
y, sobre todo, de la falta de un diseño claro y operativo de políticas organizativas
que impidan las malas prácticas y fomenten las buenas actuaciones; es decir: son
producto de una falta de ética de la organización como tal, apuntan a una laguna
—y muy seria, por cierto- en la cultura empresarial, que requiere un tratamiento de
choque un poco más complejo que la simple —aunque siempre necesaria-
advertencia a la virtud individual; y que, en todo caso y como primera providencia,
exige replantearse el sentido, la razón de ser de la empresa y su papel en la
sociedad. O sea: hay que empezar por someter a crítica el modelo mental, el
paradigma de empresa con el que venimos trabajando en los últimos años, donde
la empresa, en el mejor de los casos, viene a quedar reducida a su propia
caricatura; pues no pasa de ser concebida como un puro mecanismo, casi
automático, para hacer dinero y maximizar rentabilidades. Qué es una “buena”
empresa es algo que no está del todo claro en estos momentos y que debiéramos
tratar de responder. Pues pudieran darse situaciones tan paradójicas, a tono con
lo que está en juego, como la de tener que afirmar que tras excelentes resultados
económicos pudiera haber una empresa “mala”.

En paralelo con lo anterior, también se viene hablando desde hace años de la


responsabilidad social de la empresa. Pero, muy apresurada y superficialmente se
viene a identificar tal cosa con el patrocinio de eventos culturales o deportivos; con
el mecenazgo; con las aportaciones dinerarias o en especie para ciertas causas
más o menos nobles; con donaciones a fondo perdido para resolver problemas de
tipo social —algunos muy dramáticos que, todo hay que decirlo, si no fuera por
esa aportación de recursos, quedarían sin solventar en absoluto-. Y, sin embargo,
siendo lo anterior muy loable y digno de agradecer, tampoco con ello se acaba de
llegar al meollo, al tuétano de las cosas. Daría la impresión, una vez más, de que
“los negocios son los negocios”, de que la empresa es la empresa, otra vez la
obviedad, las empresas están para ganar dinero y maximizar la rentabilidad. Y
después, si se tercia, de manera atípica y un tanto extemporánea, aportarían
recursos y se meterían en asuntos ajenos a sus intereses principales, para
congraciarse con la sociedad y ganarse una buena reputación. La responsabilidad
social, así entendida, es algo superficial, marketing barato y no expresión de la
propia esencia de la empresa misma. Pero esto, de nuevo, vuelve a exigir revisar
críticamente el paradigma de empresa con el que operamos, para pasar de un
modelo mecánico-economicista a otro más rico y complejo: tal como el que en el
ámbito anglosajón se empieza a conocer como el modelo de la “empresa
ciudadana” -enterprise citinzeship. Una tal revisión, pues, es condición de
posibilidad para conectar a las empresas y otro tipo de organizaciones con los
signos de los tiempos, con las demandas profundas de una sociedad civil
crecientemente madura y cada vez más exigente. Y, sobre todo, una revisión
como la que se propone del modelo de empresa es la que nos va a permitir
avanzar sobre seguro en el camino hacia la institucionalización de unas prácticas
más éticas en el mundo de los negocios, puesto que de lo que, en definitiva, se
trata es de crear valor, generar riqueza, optimizar las inversiones, pero no de
cualquier forma y a costa de lo que sea; sino, por el contrario, desde el exquisito
respeto al buen hacer y desde la atención prudente al impacto de la dimensión
social y medioambiental de las consecuencias de las acciones. O dicho de otra
manera: junto a las innegables responsabilidades económicas, las empresas
tendrían que ser capaces de dar también cuenta a la sociedad, en diálogo abierto,
de sus responsabilidades sociales y medioambientales. Equilibrar y atender
convenientemente a los tres citados requerimientos vendría a ser la primordial
exigencia de la ética organizativa; y a su vez conformaría la auténtica condición
posibilitadora de la sostenibilidad de la propia empresa a plazo largo.

Ética, retos y perspectivas antes la globalización


Los retos éticos de la globalización.- A partir de todo lo anterior, ahora podemos presentar
los retos que tiene la ética. Recordemos que uno de los significados antiguos de la palabra
ética era forma de vida. Pues bien, la globalización no es sólo un asunto económico ni
tecnocientífico, propone una forma de vida, por lo tanto encierra un contenido ético. ¿Y
cómo medir el valor ético de esta propuesta de vida? Utilizaré el criterio de la felicidad,
entendida como plenitud de la vida humana. ¿Esta forma de vida que nos trae la
globalización nos hace felices, permite nuestra plenitud como humanos? Veamos los retos
que tiene que superar la globalización si es que queremos darle otra dirección:
a) Dado que el eje central de la globalización es económico, éste se presenta con una clara
desvalorización de lo humano, donde los pueblos son condenados a la pobreza para
mantenerse en un sistema económico que poco le interesa las necesidades humanas. Hasta
ahora la injusticia (que ocasiona violencia) es el talón de Aquiles de esta globalización.
b) Al adaptarse a la “cultura internacional“, las personas pierden su historia y tradición,
convirtiéndose en seres individualistas y anónimos, relegando lo ético a un asunto personal.
El espacio público ya no se siente indispensable para una vida ética. Aún la Internet no crea
espacios humanos sino virtuales y la vida tiende a atomizarse aún más. Huimos del
encuentro con el prójimo (o próximo) para refugiarnos símbolos y comunicaciones
impersonales.
c) Los individuos al ingresar a esta cultura global quedan ante el dilema de aceptar los
valores que difunde la monocultura global, o sufrir un “nihilismo pasivo” (Nietzsche), es
decir una vida vacía. Salir de esta cultura global puede llevar o a rescatar lo mejor de la
cultura occidental (democracia, derechos humanos, fraternidad, etc.), o revalorar sus
culturas propias, o crear su propio mundo cultural.
d) Existe la necesidad de seguir repensando la relación igualdad y alteridad. Si bien es
cierto que la igualdad practicada por occidente ha desembocado en una tendencia a la
homogeneización, no podemos eliminar este concepto ni de la práctica ni de la teoría ética.
Asimismo, reconocemos la importancia de la reflexión de Lévinas porque ha puesto de
relieve la consideración del Otro como infinito, al cual no podemos pretender coger con
nuestra subjetividad, pero eso no puede llevarnos a olvidar nuestra común humanidad.
Necesitamos filosofías que piensen nuestra humanidad a partir de nuestras diferencias y
nuestra diversidad a partir de nuestra humanidad.
e) Dada la significación de la cultura en la vida humana y del peligro que existe ante la
homogeneización, siempre es necesario “valorar la cultura como un derecho individual y
social” (Jaime Astudillo), sacándola de simple ornamento o mercancía en que se está
convirtiendo. Aprender a leer nuestras tradiciones desde una visión cosmopolita que nos
permita revisar nuestros conceptos de democracia, economía, familia, relación con la
naturaleza, etc. En otras palabras, los grandes problemas globales deben llevarnos a ver
nuestras respuestas culturales, tanto para evaluarlas como para dinamizarlas. Y elemento
central de la dinámica de toda cultura debe ser el discernimiento o crítica tanto en su doble
acepción: como indagación como cuestionamiento. Repensar áreas como al educación, la
política, la espiritualidad, la ecología, los asuntos familiares, la comunicación, las
economías alternativas, los problemas y derechos de las mujeres, los derechos humanos,
etc.
f) Esta “monocultura global” se debate en una grave dilema ético: por un lado no permite
una praxis ética debido a las formas económicas y el deterioro del medio ambiente; pero
por otro lado no puede encontrar soluciones si no son éticas, por eso la reflexión ética de
los filósofos europeos y norteamericanos. Y como no podemos esperar las soluciones
éticas, tenemos que darlas desde nuestros espacios culturales.
g) Por último, necesitamos que la cultura no se convierta en una máscara y que el ser
humano pueda encontrarse a sí mismo. La expresión "conócete a ti mismo", que ha sido
formulado en diversas culturas, está indicando directamente a la mente y el corazón del ser
humano. Por eso, la ética del "conócete a ti mismo" puede tomar diversas formas culturales.
La ética del conocimiento de sí mismo no una fórmula, sino una vivencia.
¿Una ética o muchas éticas?.- El debate sobre la ética de las culturas y la ética universal
generalmente no puede resolver esta dualidad conflictiva. Que las culturas tienen una
moral, eso es un hecho. Pero es un hecho también que hay un enfrentamiento entre las
diversas culturas. Estamos en un grave dilema, porque pensar tanto en términos de una
moral universal como no pensar en esos términos, ambas posibilidades son
autodestructivas. Un camino sensato, que ya diferentes pensadores están siguiendo es una
vía media: rechazar los aspectos negativos de la monocultura global, reconocer los aspectos
positivos de la cultura occidental, revalorar las tradiciones éticas y realizar un diálogo más
productivo entre las distintas culturas.
Reconociendo la diversidad cultural (que también implica una diversidad normativa),
¿cómo postular la posibilidad de una ética universal?, ¿y qué necesidad hay de entender
esta ética en términos de una normativa universal? ¿Por qué la diversidad cultural tiene que
llevarnos a desconocer la dignidad humana o el derecho de toda persona a la vida?
En la tradición occidental, la exigencia de una moral universal va pareja a la necesidad
moderna de una certeza que no podían ofrecerle ni el cristianismo ni las tradiciones
culturales europeas. Pero dicha propuesta siempre tendió a la formalidad vacía o cuasivacía.
Desde esa perspectiva se vio a las otras morales culturales como históricamente
cerradas. Entonces se plantea el problema: o una ética universal o una pluralidad histórica
de éticas. ¿No es posible otra salida? Me parece que sí.
He sostenido que occidente no ha creado la idea de Humanidad ni de una ética
universalizable, las cuales podemos encontrarlas en distintas tradiciones premodernas.
Quiero sostener que las grandes tradiciones morales premodernas comparten tres
características:
a) Una idea de humanidad: Bástenos recordar: en el Islam existe un dicho del profeta
Mahoma “Todos los hombres son iguales, como los dientes de un peine. Ningún árabe
puede pretender ser superior a un extranjero (no-árabe) si no es por su piedad. No es de los
nuestros el que predica el racismo” (Hadith o Dichos del Profeta); en la tradición hindú
encontramos escrito en el Mahabharata “Nada, en verdad, es más excelente que la
humanidad”; en China, encontramos que el maestro taoísta Chuang Tzu sostenía que “La
virtud de la suprema humanidad es una virtud más alta”; en el budismo es conocida la idea
de igualdad entre los hombres.
b) Que al hombre no se diferencia de otro si no es por la conducta moral, donde no cuentan
en primer lugar privilegios ni status social , véase por ejemplo el confucianismo y el
budismo, lo mismo que el cristianismo primitivo.
c) La normatividad moral queda sustentada en la reciprocidad contenida en diversas
tradiciones religiosas, la que se ha denominado “regla de oro”: “no hagas a otro lo que no
quieras que hagan contigo”.
Si esto es así, quiere decir que no necesitamos una normatividad moral universal que
disuelva nuestras tradiciones morales. Las culturas pueden encontrar sus éticas que sean
expresiones de esa ética universal. Así como el hombre genérico se vive a través de
nuestras vidas personales, asimismo una ética universal sólo tiene sentido desde las vidas
éticas particulares.
Una ética universalizable (es decir deseable para todos), debe ser el encuentro de tres
factores:
a) Por una lado, una declaración de principios, cuyo papel son los Derechos Humanos. Este
es un factor formal. Pero dichos derechos deben ser expresión de las distintas y legítimas
aspiraciones culturales. Por lo tanto, los derechos humanos pueden ser revisados o
especificados (como son las declaraciones de los derechos de los niños, los derechos
ecológicos, etc.).
b) Dicha formalidad debe dar espacio a una particular vivencia ética, donde puedan
expresarse distintas formas de vivir la libertad, la justicia, la fraternidad, la solidaridad. Las
distintas culturas deben pensar sus tradiciones morales y ver la posibilidad de vivir la
dignidad humana desde una multiplicidad de formas. Así puede lo pequeño adquirir
importancia global.
c) El puente entre el formalismo universal y el particularismo ético debería ser la felicidad
entendida como plenitud de la vida humana, en la cual incluimos la vida de cada ser
humano, del Otro con el cual vivo y construyo nuestro mundo. Con ello quiero dar lugar a
la exigencia ética absoluta de liberar al pobre postulada por Dussel. De lo contrario, ¿qué
sentido tienen unas normas que no garanticen y promuevan la aspiración humana a la
felicidad? ¿Qué sentido tiene vivir desde tradiciones que atentan contra la dignidad del
hombre y la naturaleza?
Así, con la idea de una ética universal, no tenemos que duplicar las normas morales. Hay
una cuestión de hecho, ya existe una normativa producto de un cierto diálogo: los Derechos
Humanos. El problema es trabajar para que todos los pueblos se sientan reconocidos y
revisar sus contenidos de ser necesario. Pero de nada sirven estos principios si las culturas
no las asumen desde sus tradiciones. Sin embargo, otra vez nos vemos en un dilema: ¿cómo
vivir éticamente en una globalización que nos degrada y no toma en cuenta el valor de la
diversidad? O dicho de otro modo, ¿cómo vivir éticamente en una sociedad cuyas
tendencias son inmorales? Sin duda, apostar por la vida ética requiere de coraje para ir

contra corriente.

La Presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), señaló que la actual crisis
económica mundial es consecuencia de la inversión de valores y por ello es necesario que
la globalización sea regida por la ética y la solidaridad, para poner "todo al servicio de la
persona humana creada a imagen y semejanza de Dios".

Tras su reunión a principios de febrero, la Presidencia del CELAM advirtió que "la actual crisis
financiera ha puesto de manifiesto el afán excesivo de lucro por encima de la valoración del
trabajo y del empleo, convirtiéndolo en un fin en sí mismo".

"Esta inversión de valores pervierte las relaciones humanas sustituyéndolas por las
transacciones financieras, que debieran estar al servicio de la producción y de la satisfacción
de las necesidades humanas", expresó.

Esto, indicó, ha hecho evidente "que la globalización tal y como está configurada", no está en
función de valores objetivos como "la verdad, la justicia, el amor, y muy especialmente, la
dignidad y los derechos de todos, aún de aquellos que viven al margen del propio mercado".

Esta situación alarmante, advirtió el CELAM, "nos compromete a expresar nuestra


solidaridad en acciones y obras concretas" a favor de las víctimas de la crisis, y "nos
estimula" como católicos a empeñar los mejores esfuerzos "para contribuir a la formulación de
un nuevo modelo de desarrollo para América Latina y El Caribe".

En su comunicado, los obispos latinoamericanos señalaron que se deben establecer "nuevas


reglas de juego, que también tengan en cuenta los valores del Evangelio y la enseñanza
social de la Iglesia, a fin de promover una globalización marcada por la solidaridad y la
racionalidad".

El texto está firmado por el Presidente del CELAM, Mons. Raymundo Damasceno Assis; el
Primer Vicepresidente, Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo; entre otros

EJEMPLO DE ETICA EN LA EMPRESA: CASO ENRON.

La quiebra de Enron se ha convertido en un clásico de la ética de la empresa.


Desde que en noviembre de 2002 no se llevase a cabo la fusión entre Enron y
Dynegy, y que al poco tiempo, Enron presentara la suspensión de pagos, se
dieron a conocer noticias sobre las distintas acciones de los directivos de Enron y
de empresas vinculadas a ella, en especial de Andersen, la empresa que llevaba
sus cuentas.

Un dicho popular dice que el bien se contagia. Basta con empezar a hacer buenas
obras, para que cunda el ejemplo y las buenas acciones aparezcan alrededor de
uno. Lo cierto es que también se contagia el mal, como parece desprenderse de
este caso. El caso Enron ha reunido un gran número de acciones que cubren
muchos de los temas de los manuales de ética. Por citar algunas: Enron utilizó
prácticas contables que ofrecían una imagen que no era la real de la situación
financiera de la empresa, aun actuando dentro de la legalidad y engañaban así a
los inversores. Un directivo de Enron mostró su preocupación con una carta
dirigida al Presidente de la compañía, ya que este tipo de prácticas podían tener
unas graves consecuencias para la continuidad de la empresa, pero lo dicho por
este directivo no se tuvo en cuenta. Tuvieron lugar la venta de acciones por parte
de directivos de la empresa que hacen pensar que utilizaron información
privilegiada, algo que esta prohibido por ejemplo en nuestro país. En cambio, la
empresa impidió que los empleados pudiesen vender las acciones que poseían a
través de sus planes de pensiones, y esto se tradujo en enormes pérdidas.

Los miembros del comité de auditoria de Enron eran remunerados mediante


acciones y algunos de ellos tenían otros vínculos con la empresa, con lo queda
bajo sospecha el trabajo que realizaban para la empresa. Los donativos de Enron
a las campañas electorales han reabrieron el debate sobre la forma de financiarse
de los partidos políticos.

Finalmente la firma de auditoria que certificaba las cuentas de Enron se encontró


también con conflictos de intereses, puesto que además de las cuatro tareas de
auditoria tenía otros encargos de consultoría. La actuación de los auditores de
Andersen destruyendo documentos que podían inculparles en las actividades de
Enron fue condenada como obstrucción a la justicia. Los análisis sobre el caso y
las soluciones que se propusieron giraron en torno a los tres grandes ámbitos en
los que se mueve la actuación ética de las empresas.

Ha habido muchas voces que han propugnado una revisión del marco legal en el
que las empresas actúan: limitar la acción de las firmas de auditoria para asegurar
su independencia; cambiar el modo de remuneración de los directivos, para evitar
conflictos de interés; cambiar la composición de los órganos de supervisión para
que tengan más poder; fiarse menos de la auto-regulación y dotar a los
organismos públicos de mayor capacidad de vigilancia. Será necesario revisar
todos estos aspectos y mejorar las leyes, puesto que las leyes siempre se pueden
mejorar. Pero sería demasiado fácil pensar que esto sea la solución. Primero,
porque las leyes no pueden cubrirlo todo, ni es bueno que lo hagan; segundo,
porque endurecer las leyes podría traer consigo otros efectos negativos; tercero,
porque ya sabemos que “hecha la ley, hecha la trampa”, y que basta con que nos
impongan una ley para que rápidamente busquemos cómo saltárnosla; y, cuarto y
último, porque es una actitud muy cómoda conformarse con actuar dentro de la ley
pensando que así ya se es ético. Otras voces sugirieron actuar dentro de las
organizaciones, empezando por el establecimiento de medidas que asegurasen la
independencia de juicio de los Consejos de Administración y la eficacia de sus
decisiones, y continuando por separar unidades de negocio para evitar conflictos
de intereses, desarrollar programas de formación en temas éticos y establecer
mecanismos para que los empleados puedan hacer llegar sus preocupaciones con
la seguridad de que serán atendidas. Lo cierto es que las organizaciones tienen un
impacto en los individuos, a través de las políticas que se definen, los objetivos
que se marcan y los procedimientos que se establecen. Por eso es necesario
analizar la dimensión ética del gobierno de las organizaciones, su actuación como
buenos ciudadanos, su reputación corporativa o su responsabilidad social. De
todos modos no cabe olvidar que la ética es ante todo personal. Una buena
persona puede sobrevivir en un entorno corrupto, pero una persona corrupta
puede corromper el mejor de los entornos. Por tanto, no llegaríamos al centro del
problema si no nos refiriésemos a los valores que guían a las personas en sus
decisiones, cuáles son sus motivaciones, cómo es su personalidad y qué carácter
forjan a través de sus acciones. Los calificativos que se han utilizado para definir
las actuaciones de los personajes del caso han proliferado, sobre todo a medida
que se han ido conociendo los hechos. Se ha hablado mucho de avaricia pero
también se podría hablar de imprudencia, abuso de poder o falta de veracidad,
entre otros. El caso Enron ha sido -en términos académicos un magnífico ejemplo
de cómo la ética se juega a estas tres bandas: la ética personal (el “moral compás”
de cada uno), el clima ético de las organizaciones, y el entorno legal y económico.
La causa de la debacle de Enron no hay que buscarla sólo en las imperfecciones
del sistema capitalista, sino fundamentalmente en la falta de virtudes de los
directivos implicados.

1. Si la ética no existiera, ¿se tendría que inventar?


Sin duda. La ética es rentable. Los países que no la tienen por divisa acaban degenerando.
Sin ética se pueden hacer negocios, pero no empresa, valor ni instituciones
que duren en el tiempo.
Las sociedades están formadas por individuos y sabemos que los seres humanos
son enormemente complejos. Y ya que son (somos) de natural egoísta, para hacerlos
trabajar juntos solo existe una manera: un compromiso colectivo. Sin ética,
sin ese contrato social, puede sobrevenir una revolución cada cierto tiempo. Es
ciego el empresariado que no sabe ver que sin un consenso, sin una capacidad
de sentir a la gente que tienes a tus órdenes, cabe la posibilidad de que quiebren
sociedades enteras.
Sin una ética generalizada quizá se pueda aguantar una generación, pero los países
se hundirán antes o después; el siglo XX conoció muchos casos. Nos podemos
permitir que un 1% no tenga comportamientos éticos, pero que un 10% no los tenga
llevará a la quiebra de la sociedad. Tampoco podemos tolerar que nuestros dirigentes
no tengan comportamientos éticos, pues se trata de un peligro enorme.
En una ocasión viajé de Málaga a Almería, cuatro horas de coche por una carretera
de curvas infinitas. No había casas. Paraba en Almuñécar a comer y tardaba
otra hora en encontrar otro pueblo. Hoy está totalmente urbanizado desde Gerona
hasta Huelva, prácticamente sin excepciones, es un continuo urbano. Llegado a
este punto me pregunto si esto será viable para el futuro, si no hubiese sido más
razonable un cierto orden urbanístico. El orden implica un comportamiento ético
porque al final la ética es racionalidad. Ese orden se podría haber buscado, pero
no se hizo.
Sin un comportamiento ético de sus dirigentes las empresas no sobreviven cuando
llegan los momentos duros. Como dirigente de mi empresa defiendo intereses
comunes y considero que ésa ha de ser la norma. Está claro que siempre habrá
maniobras rentables para un individuo, con tal que no le pillen, pero nunca serán

rentables para la sociedad.

La ética irrenunciable
Por eso, en último lugar cabe plantearse: ¿ética necesaria?, ¿qué ética? Por lo
que he titulado este último punto “la ética irrenunciable”. Y la ética es irrenunciable
por dos razones. La primera, porque yo me pregunto si hay algún ser humano
que pueda carecer de estatura o de peso. Se puede ser alto o bajo, o mucho
más ancho o más fino, pero estatura y peso tenemos todos, eso es evidente.
De igual modo, se puede tener mayor o menor grado de moral, pero no se puede
carecer de ética. Porque todos, necesariamente, tenemos una, buena o mala.
Preguntarse si la ética es rentable es muy razonable, pero habrá que preguntar,
concretamente, qué ética o qué dimensiones de la ética. Porque lo que está claro
en cualquier caso es que no podemos prescindir de ella: todos, de alguna manera,
como hemos dicho tantas veces en este seminario, tenemos un carácter
como personas y como empresas. Igual que no podemos evitar ser altos o bajos,
tenemos que ser más morales o menos morales, estar más altos de moral o
más desmoralizados, pero es imposible carecer de moral.
Así pues, nuestro planteamiento durante todos estos años ha consistido en seguir
aquella antigua enseñanza del mundo griego, según la cual, es inteligente
forjarse un buen carácter, ya que de todos modos vamos a tener que forjarnos
uno. Y no sólo en el caso de las personas, sino también en el de las organizaciones.
Éste es un tema importante, porque durante años se ha defendido que
la bondad es una cuestión de las personas, mientras que las organizaciones no
tienen un carácter. Pero lo bien cierto es que las organizaciones, como tales, se
dan unos valores, se orientan por ellos, toman las decisiones desde esos valores
y luego se responsabilizan de sus decisiones desde esos valores. Luego hay una
estructura análoga de la organización con respecto a la persona, y quien se acerca
a la organización lo percibe y se da cuenta de cuál es su carácter.
Por eso, nosotros planteábamos que cuando se habla de la ética, que es una
palabra soberanamente mal entendida, que viene del término griego “êthos” y
que significa carácter, la cuestión no es sí es rentable o no, ya que el carácter no
podemos dejar de tenerlo y en principio no sería ni rentable ni no rentable. Lo
que importa es preguntarse qué carácter nos interesa adquirir, cuál nos interesa
160 ADELA CORTINA
potenciar. A mi modo de ver, interesa un carácter que se oriente por buenos
valores, y yo quería proponer cuatro rasgos de esa ética que nos merece la pena
potenciar.
En primer lugar, una ética orientada por tres valores fundamentales, que serían
la eficiencia, la prudencia y la justicia.
En el terreno de las empresas, una empresa tiene que ser eficiente, porque es
evidente que tiene que buscar la competitividad, pero porque, además, la eficiencia
es un valor moral. Quien no actúa de una manera eficiente está estafando
a la sociedad. Cada uno, según sus capacidades, evidentemente, ha de poner
al servicio de la sociedad todo lo que pueda.
Pero, además, es preciso ser prudente. Y la empresa que funciona con prudencia
es la que se percata de que le interesa tener en cuenta a todos los afectados por
ella a la hora de tomar sus decisiones. Es la que tiene que tener en cuenta a los
accionistas, a los trabajadores, a los proveedores, etc., y también el lugar donde
está implantada, que cada vez tiene un sentido más mundial. La empresa prudente
se genera amigos y no enemigos, se genera cómplices y no adversarios.
Ciertamente, la prudencia es una virtud sólo superada por la justicia. Importa actuar
con prudencia y, a la vez, con justicia. Esto venía a decir Kant en su formulación
del imperativo categórico del Fin en Sí mismo: “trata a la humanidad, tanto
en tu persona como en la de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como un
fin y nunca solamente como un medio”.
En segundo lugar, sería una ética que trata de apropiarse de las mejores posibilidades
que tiene una persona o apropiarse de las mejores posibilidades
que tiene una empresa, en este caso, para tener su propia identidad y para
organizar su vida. Decía Manuel Castells durante el congreso de EBEN en
2001 que, precisamente en tiempos de incertidumbre, en tiempos en que los
capitales volátiles pueden posarse en cualquier lugar, una empresa que no
sabe quién es, dónde está y adónde va, es justamente la que no puede resistir
los cambios. Es importante saber quiénes somos, cuál es nuestra identidad,
qué es lo que queremos y cuáles son nuestros valores. Y justamente cuando
se conoce esa identidad se está mucho más preparado para el futuro, no porque
se tenga garantía o certeza, lo cual es imposible, pero sí porque se está
mejor preparado. Por eso la ética tiene que ver con apropiarse de las mejores
posibilidades y conocer la propia identidad.
En tercer lugar, una ética que haga un mundo habitable, un mundo en el que se
pueda vivir, en el que se viva de una manera felicitante. Stefano Zamagni comentaba
en su intervención que justamente una organización que se preocupa por
que sus trabajadores se sientan más felices, será también más productiva. Za ¿
Es rentable la ética en el nuevo orden mundial? 161
magni destacó la importancia de la felicidad en la empresa pues, al fin y al cabo,
pasamos demasiado tiempo de nuestra vida en el trabajo como para no tratar de
crear lugares donde las gentes puedan sentirse felices.
En cuarto lugar, la ética se relaciona con el interés universalizable. En muchas
ocasiones se ha malentendido la ética como aquello que tiene que ver, exclusivamente,
con el desinterés. El desinterés es lo que no se puede pedir a todo el
mundo, y es necesario que existan acciones desinteresadas. Pero, más allá del
desinterés, lo que proponemos desde una ética de la empresa es la idea de la
satisfacción del interés universalizable. No se trata de que la gente actúe en
la empresa por desinterés, sino que intente satisfacer los intereses de todos
los afectados, es decir, no sólo del accionista o del trabajador, sino también del
proveedor, del cliente y del lugar en el que se encuentra. En este sentido es de
recibo agradecer a Amartya Sen la afirmación de que en la economía la única
motivación no es el interés egoísta, sino que también en la economía entran e
juego otras dos motivaciones: la simpatía y el compromiso.
La ética que proponemos es, en quinto lugar, una ética de la responsabilidad
por las consecuencias de las decisiones. No voy hablar ahora sobre la ética de la
convicción y la ética de la responsabilidad, pero sí quiero aclarar alguna cuestión
al respecto, aunque sea simplificando excesivamente. Veamos la diferencia con
un ejemplo: en el caso de una posible deslocalización de una empresa, desde la
ética de la convicción un empresario podría decidir quedarse en su país para pagar
sueldos altos y cumplir con la legislación estatal, a pesar de las consecuencias
positivas que una deslocalización pudiera tener, tanto para el empresario
como para el país receptor, que puede necesitar que esa empresa se instaure en
su región para prosperar. Se suele malentender que la única ética que hay es la
ética de la convicción, que no calcula las consecuencias que se siguen de su actuación.
Sin embargo, la ética que propugnamos, la ética de la responsabilidad,
siempre tiene que tener en cuenta las consecuencias para cada actuación. ¿Qué
bien se va a seguir de lo que usted hace? ¿Qué bien mayor se seguiría? Afirmaba
Max Weber que no le entusiasmaba la persona que decide por convicción, sin
tener en cuenta las consecuencias de su decisión, sino la persona que día a día,
metida en los contextos concretos, trata de evaluar qué consecuencias se siguen
y cuáles serán las mejores, haciendo el cómputo total.
La ética de la responsabilidad tendría en cuenta las consecuencias de las actuaciones,
lo cual exige, a mi juicio, tener un carácter moral muy fino, que trata de
valorar en cada caso qué sería mejor para todos los afectados. Es muy corriente
la crítica que se puede hacer a la ética, y que hizo alguno de nuestros ponentes,
según la cual, si el empresario toma como punto de vista la bondad y siempre
actúa desde una perspectiva personal va a salir perdiendo cuando haya otros
162 ADELA CORTINA
empresarios que no actúan de la misma manera. Eso ya lo decía Maquiavelo en
El Príncipe y por eso aconsejaba a Lorenzo de Médicis: “el Príncipe tiene que
aprender a poder no ser bueno, para ser bueno y ser malo según convenga, en
unas circunstancias convendrá ser bueno, en otras convendrá ser malo”, y añadía,
“porque el que sólo puede ser bueno, donde hay tantos que no lo son, busca
más la perdición del Estado, que su salvación.”
No quiero decir con ello que la ética de la responsabilidad sea una ética maquiavélica,
que nos aconseja aprender a ser buenos o malos según las situaciones.
Pero sí una ética de la responsabilidad que aconseja forjarse un buen carácter,
un carácter que busca la justicia y poner las condiciones de la justicia, y que
valora las consecuencias de esas acciones para que vayan en el sentido de esa
justicia. Y si una empresa se desplaza a un país en desarrollo, donde los sueldos
son más bajos, tendrá que tratar de que allí sean lo más altos posibles y, si tiene
alguna capacidad para influir en el Estado de ese país, tratar de cambiar la legislación
hacia una situación mejor, hacia el respeto de los derechos humanos.
Con lo cual el Príncipe tiene que aprender a ser bueno y valorar las consecuencias
teniendo en cuenta lo que es mejor para los seres humanos afectados en
cada caso concreto. Creo que eso es una ética de la responsabilidad, que exige
ponderar día tras día qué es lo mejor en el momento concreto.
Pero, eso sí, como decía Maquiavelo, ponderar teniendo en cuenta el bien del
Estado, no el bien del Príncipe. En nuestro caso, el bien de los afectados por
la actuación. Para eso hace falta tener una enorme sensibilidad moral, que se
cultiva día a día. Por eso no basta con la Responsabilidad Social, ni basta con
contar, sino que es necesario forjarse un buen carácter. Sólo una empresa que
está habituada a intentar descubrir qué será lo mejor para los afectados por las
decisiones puede acertar.
Esta empresa es la que quiere innovar, la que no se conforma con lo que hay,
la que piensa que es preciso ayudar a los gobiernos para que cambien la legislación,
que hay que intentar poner en marcha microcréditos. Y ésta es la ética
que merece la pena fomentar: la que tiene su centro de gravedad en la dignidad
de los seres humanos, que no tienen precio; y en la consideración de todos los
afectados, y en el respeto a la naturaleza, que es valiosa y vulnerable.
Creo que merece la pena promocionar estas tendencias, porque en ese caso
la ética no será solamente rentable, sino fecunda. Y puesto que de todos modos
hemos de incorporar alguna ética, más vale elegir la que merece la pena
fomentar.

Resumen Caso Enron

ENRON se perfilaba como una de las compañías más prominentes a nivel económico, de los Estados Unidos,

llegando a cotizar en la bolsa de valores sus acciones por encima de los $84 dólares, gracias a la presentación

de beneficios sumamente elevados en los Estados Financieros publicados.

Invirtieron en diferentes compañías, entre ellas en el negocio de banda ancha (Telecom), la cual le permitió

elevar a un mas los beneficios de la empresa y así garantizar confianza   a los inversionistas y banqueros, que

invertían sus capitales en la compañía.

Los Ejecutivos de la empresa incentivaban   a los empleados a invertir sus fondos de jubilación y a los ya

jubilados, en acciones comunes con la garantía de que duplicarían su inversión.

Gracias a maniobras contables, esta compañía lograba desviar fondos a cuentas personales y a realizar

inversiones que no eran provechosas para la situación financiera de la empresa y presentaban estados

financieros con cifras de beneficios falsas, llevando a la compañía a la quiebra y así miles de personas y

empleados que tenían sus inversiones en esta empresa, perdieran su dinero.

Entre los factores que conllevaron   a la quiebra de Enron, fueron la falta de integridad por parte de su ejecutivo

principal Kenneth Lay, al permitir que se presentaran informaciones financieras falsas, para manipular el

mercado energético del estado de California. Los ejecutivos de la empresa se dejaron dominar por la avaricia,

sobrepasando los lineamientos federales que debieron respetar. La sed de dinero lo condujeron a estafar a

miles de invasores y empleados al confiar en la liquidez falsa presentadas públicamente.

Los auditores externos, según declaraciones, confiaban en las informaciones suministradas por la empresa, de

ser así faltaron a los principios éticos de integridad y objetividad que rige la profesión. También podemos

destacar que estos auditores no cumplieron con la independencia con la que deberían conducir sus actividades

de auditoria....

Resumen:
El objetivo fundamenta! de este artículo se proyecta sobre el análisis del beneficio monetario
como motivación principal del comportamiento económico. Se intenta mostrar cómo esa
motivación del agente económico constituye un elemento importante en el origen de los grandes
problemas de la economía mundial. Se propone como vía de solución, la recuperación del
concepto de ética económica en el actual proceso de globalización.

En resumen,
Tanto nuestro País como cualquier sociedad latinoamericana que desee "enfrentar" el proceso
de Globalización preparándose inteligentemente ante la llegada del proceso y no asumiendo
posiciones obtusas y carentes de argumentos en contra del mismo, como lo hacen los vecinos
de Florida o el Caribe cuando son avisados de un fenómeno atmosférico.
Parte del ése proceso es la existencia de una población informada y consciente, pero está en
cada uno hacerlo o dejarse llevar por personas manipuladoras que aprovechan la ignorancia de
otros para lograr objetivos y prebendas personales.
La Globalización equivalente a un escarpelo o bisturí: puede matar o salvar una vida.
Todo depende de la intención, habilidad y del conocimiento de quien lo utilice.
Yo considero que la Globalización sirve para "salvar vidas". ¿Y Usted?

EL OBRAR BIEN
Cuando decimos que alguien obró bien generalmente queremos decir que cumplió con su
deber, aunque no siempre cumplir con nuestro deber nos conduce a la felicidad, el hecho es que
una persona obra bien cuando actua deacuerdo a las normas existentes de una sociedad, ahora
esta calificación de "bien" esta determinada por un sujeto externo (no el individuo que realiza
la accion) por lo que esta calificación puede estar influenciada por los pensamientos de aquel
sujeto que califica. En conclusiopn el obrar bien no debe ser regido por la moral sino por la
etica de cada persona ya que es esta la que realiza la accion y esta tambien la que debe aceptar
las consecuencias.

1. GLOBALIZACIÓN: UNA REFLEXIÓN DESDE LA ÉTICA.


Frente a las normas legales que sostienen y alimentan a las bandas de ladrones , sólo podemos
oponer una etica de la vida y del bien común. Precisamente, los procesos de globalizacion, el
ALCA, el neoliberalismo y la crisis social, economica y politica que afronta hoy América Latina,
no hacen posible la construcción de sociedades sostenibles inscrita en el marco de
una filosofia globalizada: Una construcción de un orden social desde arriba promovido por el G
– 8. La globalizacion prescinde de todo concepto de sostenibilidad y lo que propone es permitir
el saqueo desmesurado, es decir, el delincuente no debe robarlo todo, sino que debe dejar algo
para permitir que el afectado pueda recuperarse un poco y asi poder robarle de nuevo. Como
afirma Gutiérrez, "este principio de sostinibilidad se ha roto, porque cualquier robo moderado
es ventaja para las otras bandas de ladrones que se han lanzado al saqueo general. (…) Y
el producto de este orden del saqueo no es otra cosa que la crisis de socavamiento de
las fuentes de vida". La salida de esta crisis en que se encuentra sumergida America Latina:
pobreza, miseria, desempleo, etc., no puede surgir de los interes particulares y de la sociedad
de competencia. Y por ende la ética de la vida ya no puede devenir una ética de guerra por la
vida (…), ésta ética ha conducido a una inseguridad. De ahí, la urgente necesidad de una nueva
ética del Bien Común levantada desde los marginados y excluidos de nuestras sociedades. La
ética de la vida se expresa en una infinidad de resistencias a este proceso de globalización
neoliberal en defensa de los derechosfundamentales, uno de ellos la vida, la salud, el trabajo,
etc. A partir de estas resistencias y manifestaciones populares es que se plantea hoy en día la
necesidad de articular un programa común de resistencias (a través de manisfestaciones
populares y gremiales ) al neoliberalismo, al ALCA y de construcción de un nuevo orden
internacional…
Luis Eduardo Cantero en su tesis de posgrado, nos confirma lo que venimos diciendo:
"Un sistema económico- político justo y ambientalmente sostenible al nivel nacional y mundial,
tendría que estar dirigido a la satisfacción de las necesidades básicas del hombre y de los
hombres. El sistema económico actual, con el ánimo de lucro como razón de ser y su visión
globalizada de libre competencia, conduce al dominio de las transnacionales en el nivel
mundial y de los grandes grupos económicos en el nivel nacional; a la concentración de la
riqueza y a la pauperación creciente de las mayorías. El fracaso del comunismo no significa
la legitimación de un capitalismo salvaje. La globalización regida por el modelo neoliberal, lleva
a el mundo a abismales diferencias entre los del Norte y los del Sur, los de arriba y los de abajo,
y con ello el estruendoso fracaso del modelo citado, como solución a los problemas vitales del
hombre y de la humanidad. Urge la elaboración y puesta en marcha de modelos humanistas de
progreso, adecuados a las realidades de cada país y que desde luego, generan un proceso de
desarrollo humano sostenible". Consideramos que todo el concepto de desarrollo económico
moderno debe dirigirse a lograr situaciones de mayor equilibrio entre las personas de una
misma comunidad y de las comunidades humanas entre sí, sean regiones, ciudades, naciones o
continentes. El fin de la actividad económica no puede consistir en el continuo aumento de
los ingresos de las naciones o grupos más ricos sino en la satisfacción racional de las
necesidades fundamentales de todos los seres humanos. Tampoco es aceptable que en el
sistema económico actual, la mayoría de los recursos naturales de la tierra se destruyan para
mantener estructuras de consumo de bienes yservicios superfluos, de minorías
despilfarradoras e insolidarias con la tierra y sus habitantes más pobres.
Cuando se parte de una gran concentración de la riqueza en el ámbito mundial o nacional, el
sistema económico actúa como una gigantesca rampa por la cual se deslizan los frutos
del trabajo de todos los pueblos hacia las arcas de las naciones más ricas y de los ricos de todas
las naciones. Así como varios procesos se han globalizado, se debe globalizar también
la solidaridad, de forma que nos lleve al uso de los recursos de la naturaleza y del talento
humano como dones que pertenecen a toda la humanidad. Una ética de la vida y del Bien
Común es necesariamente trans – sistemica; apunta al sujeto vivo, real y concreto, en este caso
al pobre, al excluido, porque en ellos la realidad en cuanto vida negada se hace presente como
clamor. Gutiérrez dice que el excluido reclama acceso a los medios de vida y reconocimiento
como sujeto. Lo hace por necesidad de vida y no por consideración moral. Sus reclamos es
producto del deseo y de sus derechos fundamentales, que han sido anulado por este sistema
explotador y excluyente, por eso reclama; su voz, es la voz de los que sufren, de los que no
tienen un techo, no tienen para darle de comer a sus hijos… Pero, ese clamor solo ha quedado
en los discursos académicos y políticos de nuestra sociedad: propuestas pocos satisfactorios a
sus demandas… De ahí que este clamor del pobre, del oprimido, no puede desembocar más que
en un proyecto universal que requiere el apoyo del pensamiento del pensamiento crítico y que
sólo se puede realizar mediante la acción colectiva. En este sentido, la ética de la vida deviene
ética del Bien Común.

Título: ¿Qué es una Economía Justa en un Mundo Globalizado?

Autor: Denis Goulet

Fuente: International Journal of Social Economics, Vol.29 No. 1-2, pp. 10-25, 2002

Categoría: Ética y Economía, Ética y Desarrollo, Ética y el Mundo Actual

Goulet enumera los temas éticos y sociales levantados por la economía del desarrollo en el
actual

proceso de globalización. Reconociendo que el desarrollo ha fallado en proveer sustentabilidad


económica

a todas las naciones y personas, el autor propone la pregunta: ¿de qué forma es lograda la
justicia

económica dentro de un sistema económico estructuralmente injusto? Goulet especifica, “en la


economía,

como en otras esferas de la vida, es más fácil crear algo bueno de la nada mas que corregir algo
que está

estructuralmente defectuoso” (10). Goulet enumera estas cuestiones principales explorando


cuatro

preguntas subordinadas:

1) ¿La economía es un medio o un fin? El bienestar económico es un fin por sí mismo, debido a

que los bienes materiales son necesarios para la supervivencia y la actividad humana. Pero es
también un

medio para alcanzar verdadera riqueza humana, la cual está basada en bienes más cualitativos
como la

habilidad de ‘vivir una buena vida’, riqueza espiritual, y el bien común. “La plenitud del bien
humano”,

escribe Goulet, “no es un sinónimo de poseer muchos bienes” (11). Además, si el crecimiento
económico

promueve desarrollo, esto va a tener que ser hecho en un modo de equidad.


2) ¿Es posible la equidad en la vida económica? Una economía justa debe poseer dos atributos:

eficiencia y equidad. La eficiencia está definida en términos de mayor obtención de producción


con menor

cantidad de entradas. De esta manera, la producción es redefinida como una unión general
efectiva en los

planos social, ambiental y cultural. Por el otro lado, la equidad ha sido socavada por la
prevalencía de las

reglas económicas. Oponiéndose a la visión aceptada por la cual se cree que la inequidad es
inevitable en

el proceso de crecimiento económico, Goulet argumenta que el crecimiento económico puede


estar

acompañado de un inequidad decreciente, dependiendo simplemente en la naturaleza del


proceso del

desarrollo.

3) ¿Qué obstáculos impiden una justicia económica? El primero es el mercado como el principio

organizativo de la economía. El mercado, argumenta Goulet, debería estar subordinado a


valores

prioritarios, como por ejemplo, equidad, suficiencia para todos, integridad ecológica y la
eliminación

sistemática a larga escala de la violencia de la vida humana. El segundo obstáculo para la


creación de una

economía justa es la globalización. Goulet nombra el peligro de una movilidad financiera


exagerada y la

creciente hegemonía de las corporaciones globales que promueven injusticias económicas. Estas

situaciones se crean cuando la globalización produce gran exclusión, pauperización y derogación


de poder

de los estados a favor de los intereses económicos.

4) ¿Cuáles son las sendas que conducen a una economía justa? Goulet sugiere que existe la

necesidad de un sistema económico combinado. Citando casos de oposición a la globalización, el


autor
sugiere que la domesticación de las peores características de la globalización puede llegar a ser

políticamente posible en el futuro. Goulet llama a conformar un sistema económico combinado,


el cual

contenga componentes de desarrollo propios y exteriores. “Este tipo de dualismo”, afirma el


autor, “ no va a

replicar las disparidades de la economía clásica dual - los sectores tradicionales y modernos- con
sus

enormes disparidades en los niveles de ingreso, estándares de vida y eficiencia tecnológica”


(21). Para que

este sistema dual pueda trabajar eficientemente, macro políticas deben ser complementadas
con acciones

estatales. Por ejemplo, para aplicar tecnología apropiada y poder producir un desarrollo
equitativo y

eficiente, el estado debe aumentar y apoyar nuevas tecnologías.

Goulet concluye afirmando que la globalización no debe ser una necesidad extrema. “La
creciente

resistencia a la globalización”, escribe el autor, “es seguramente un signo que la ‘globalización


desde abajo’

ha lanzado una lucha para liberarse de la perjudicial servidumbre impuesta por la globalización
vertical”

(23). De esta forma, la crisis financiera puede ser vista como una dosis de medicina correctiva
contra la

mirada que sugiere que la globalización guiada por la tecnología es el camino del bienestar
económico.

CONCLUSIÓN
Concluimos dando respuesta a la pregunta que surgió de este ensayo ¿HAY ESPERANZA PARA
LOS POBRES? Para algunos especialistas y analistas de este fenómeno sostienen que el
carácter violento de la globalización neoliberal es tal, que agudiza la guerra económica entre los
grandes poderes económicos y conduce inevitablemente a una crisis social, políticas, etc., que
obligará a una reforma al sistema neoliberal aplicar un nuevo capitalismo "menos salvaje y mas
social". A igual que Gutiérrez creemos que es posible, aunque no podemos olvidar que a
menudo, en la historia de las sociedades agrarias e industriales, las grandes transformaciones y
las que no han sido tan grandes, normalmente no provienen de los satisfechos, es decir, de
quienes se benefician del orden vigente… En la mayoría de las economías de América Latina el
desempleo aumentó, el salario real se estanco o bajo y la mano de obra con menos de 16 años
de educación quedo excluida del proceso productivo. Tal vez, los aspectos más decepcionantes
provienen de la preponderancia de las multinacionales. Su gestión en el sector industrial ha
sido significativa en la sustitución masiva de bienes intermedios y mano de obra directa en las
empresas, por importaciones y mano de obra de alta calificación. Por su parte los consorcios
financieros se han movilizado a adquirir las empresas públicas por debajo del costo real y a
obtener grandes ganancias en la especulación financiera y cambiaria. Por eso, las solucionesa
las crisis inspiradas en el Neoliberalismo no están a actuar sobre las causas sino sobre las
manifestaciones, y no van más allá de aliviar a los damnificados mejorándoles sus condiciones
de educación y asistencia presupuestal. No se advierte que todo lo que se haga en esos frentes
resulta inoperante mientras persista un modelo que subestima la dignidad del hombre,
empobrece más a los pobres, destruye el empleo y deprime los salarios.
Si persisten las actuales tendencias, podría decirse que no hay esperanza para los pobres de
América Latina y del resto del mundo, al menos no al interior del actual sistema, a lo sumo en
sus márgenes. Seria de esperar una creciente polarización y violencia sociales, profundización
de las economías ilegales [contrabando, armas, prostitución infantil, contrabando de órganos,
etc.], e informales de toda índole estas ultimas de estricta sobrevivencia. "Pero que persistan
tales tendencias depende de todos y de cada unos de nosotros". Habrá futuro si
hay resistencia y luchas por los que no tienen voz, eso creía Bonhoeffer, la iglesia debe Ser una
iglesia confesante que se oponga a todo sistema ideológico que trata de imponer desigualdades
sociales, políticas, religiosas, etc. Por eso, Bonhoeffer reiteradamente se pronunció contra el
régimen nazi desde su llegada al poder en 1933 junto a Karl Barth, denunció a su vez la
reacción de la iglesia ante las atrocidades cometidas e insistió en el deber incondicional de la
Iglesia hacia las victimas de la sociedad, fueran o no cristiana. Mientras muchos teólogos,
filósofos, economistas, creyentes de iglesias y no creyentes (como hoy) manifestaban
unaactitud de servidumbre a la autoridad, Dietrich Bonhoeffer escribió el ensayo titulado La
iglesia y la cuestión judía, en el que estableció distintos niveles de responsabilidad de la Iglesia
frente al Estado, exigió que la Iglesia, "se preocupara de las victimas de la maquina de tortura, y
la parara" su lema fue: "Solo el que levante su voz a favor de los judíos puede cantar
gregoriano".
Como quiera que no hay esperanza alguna que nos permita suponer que desde las estructuras y
el poder vengan las alternativas, una cosa si podemos hacer, es poner mayor atención en las
distintas formas de resistencia que los distintos grupos humanos y personas vienen trabajando
desde hace mucho rato y que han madurado en sus propuestas (…). En la medida en que el
problema de la globalización vaya tocando otros escenarios, y estos escenarios comprendan que
la única forma de salvar la economía y la vida de nuestras gentes es detener este proceso de
globalización, que el libre comercio no es un problema de ideologías sino de necesidad para
salvaguardar la vida humana, la sobrevivencia de toda la sociedad y su entorno natural. Se trata
de comprender que el problema no es sólo de los excluidos y necesitados de nuestra sociedad,
sino que se extiende cada día más a los sectores medios y académicos de la sociedad civil que
comprenden que el neoliberalismo salvaje socava incluso las propias fuentes de la sociedad
burguesa.
Gutiérrez dice que "se trata de una crisis que exige una transformación profunda de la lógica de
la sociedad y la manera de interpretarla. Y en esta transformación profunda el estado y la
iglesia enfrentan un reto de grandes proporciones. Porque se trata de trascender este modo de
vida y de sociedad que se autoconcibe como fundado en el seno del cristianismo, pero que en
la praxis lo niegan y se apresta a declararlo como obstáculo para el progreso. Esta sociedad que
tiende hacia una situación en la que la vida de sus habitantes deja de ser un derecho
inalienable, es una sociedad que se enfrenta a sus propios valores y creencias fundantes".
Desde el punto de vista de los que luchamos por el bien común de todos, enmarcado en los
presupuestos del accionar del crucificado, no tenemos otra alternativa que optar por las
victimas de este proceso de globalización salvaje. Esto implica un acompañamiento cotidiano
de renovación y reflexión que a partir de la ética social y otras ciencias críticas intentan
comprender estas "estructuras de sacrificio y muerte, y que estrechamente articulada a los
movimientos de resistencia construyen cotidianamente y desde lo local, alternativas de Vida…"

biblio

Adela Cortina, Fernando Vallespín, Javier Muguerza et al., Ética y globalización, Biblioteca Nueva,
2004, 139 páginas.

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