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El Equipal

El equipal, a pesar de ser de origen náhuatl, fueron sus descendientes, los huicholes,
quienes conservando por siglos su cultura, continuaron con la antigua tradición de la
elaboración de equipales. La región huichola se asienta en el espinazo de la Sierra
Madre Occidental. Carl Lumholtz en su visita a este pueblo, en el siglo XIX describió
los equipales como: “Taburete con respaldo y brazos, el cual conforme al mito
representa la flor de sotol, la planta secular de prominente carácter en la tradición de los
huicholes, de la que extraen el aguardiente nativo”.

Hoy en día los equipales se fabrican, artesanalmente, en la región de Zacoalco, Jalisco,


México a tan sólo unos 40 kilómetros de Guadalajara y se encuentran en venta en los
mercados de esta ciudad.

La tradición del equipal viene de un pasado mítico, desde antes de que Hernán Cortés
pisara tierra azteca, teniendo su origen quizá hace más de mil años y convirtiéndose en
símbolo de este pasado, de la historia de un pueblo, de sus costumbres y de sus
creencias.

Según la historia, los equipales eran


considerados por las culturas
prehispánicas como tronos…asientos
dignos de los dioses debido a su
importancia al ser símbolo de poder y
testimonio de diferentes estatus sociales,
pues estaban reservados para los alcaldes
mayores, sacerdotes y caciques. Aparecen
descritos a partir del códice mendocino
como asientos bajos y planos, tejidos de
carrizo con respaldos altos y sin pedestal,
cuya posesión era privilegio de los
señores.

El equipal ha ido evolucionando con el pasar del tiempo, en nuestros días éste forma
parte del arte popular mexicano y clásicamente está hecho con materiales de la región
de Zacoalco. Como costumbre, se utiliza el palo de rosa, palo dulce, carrizo planchado y
tepoza. Este arte requiere de una habilidad especial, ya que todos los elementos están
tallados con machete curvado o cazanga.

Tradicionalmente este oficio es aprendido por todos los integrantes de la familia, al


padre le corresponde jimar las estacas, los hijos aplastan los carrizos hasta dejarlos
como láminas con piedras de lajas y las mujeres cocen camotes para pegar las varas,
mientras las niñas hacen lazos de ixtle para los amarres.

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