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Se había hecho muy tarde.

Nicolas había llegado muy preocupado al ver que no lo había


llamado cuando tenía que haberlo hecho.
Al abrir la puerta para recibirlo, su rostro reflejaba un notable enfado y lo único que pude
hacer fue quedarme callada y avergonzada.
Dándolo todo por perdido, cogí su mano y eché a caminar junto a él sin dirigirme la
palabra. Me había olvidado completamente de avisarle que me quedaría más tiempo y
sabía perfectamente que si no lo hacía comenzaba a preocuparse seriamente. Desde
aquel altercado que tuve hace unos meses con unos hombres por volverme sola a alta
hora de la noche el venía siempre que podía a recogerme.
Aferré su mano con fuerza mientras lo recordaba todo. Realmente lo quería mucho, era
alguien que se preocupaba por mí y había estado conmigo tanto en los malos como en los
buenos momentos. Su forma de ser conmigo hacía que mi corazón estuviera siempre
acelerado y enamorado. El era mi guía en el camino. Apreté un poco más su mano y lo
atraje hacia mí cogiendo su brazo con mis manos y acercándolo lo más posible a mí.

-Perdoname Nico, realmente lo siento mucho


Lo vi suspirar y negar con la cabeza. Durante unos segundos nos detuvimos en el camino
y me quede quieta esperando su contestación. Esta vez parecía estar realmente
enfadado.
Finalmente, posó sus cálidos labios en mi frente. Me sonrojé y sonreí ante su dulce acto.
-Te perdono, pero a cambio, tendrás que responderme algo- oí como me decía con su
sonrisa radiante.
Lo observé detenidamente y pensando en que era lo que querría. Echó de nuevo a andar
y lo seguí hasta un pequeño parador que había en unas de las bifurcaciones del camino.
Extrañada, caminé con él hasta detenernos en una zona desde la cual se podía observar
la ciudad. Nos sentamos en uno de los bancos y me echó su chaqueta por encima ya que
me había visto tiritar de frío. Le sonreí y observé el cielo como poco a poco iba cambiando
su color. Se acercaba mi momento preferido, aquel en el que la noche dejaba paso a un
amanecer que marcaba el comienzo del nuevo día.
Nico se acercó a mí, me miró a los ojos y se apoyó en una pierna quedando como si fuera
a pedirme la mano. Lo miré extrañada y tratando de saber que era lo que pasaba por su
mente en aquel momento.
-¿Qué sucede Nico?
-Clau, llevo esto pensándolo desde hace unos cuantos meses y bueno, después de
lo que casi pasa esta noche- hizo una pausa un momento y me miró frunciendo un
momento el ceño dándome a entender que siempre lo recordaría. -he decidido que ya
no quiero esperar más- cogió mi mano y la apretó con cariño. Calló unos segundos y me
miró a los ojos directamente mientras pronunciaba aquellas palabras que nunca pensé
que oiría en aquel esplendido amanecer- Casate conmigo Claudia.

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