Está en la página 1de 1

Una pequeña mariposa, cuyas alas eran de color fucsia claro, se movía entre las

orejas del pequeño gatito que descansaba en el césped de la casa. Hacía unas
semanas que la niña lo había adoptado. Se sentía inmensamente feliz, con su nuevo
nombre, Rio, y viviendo junto a la niña y su familia en aquella antigua casa. El gato,
al ver que la mariposa se posaba en una de sus orejas peludas, alzó la pata con la
intención de jugar con la mariposa. Esta, se movió y voló esquivando la garra y yendo
a posarse esta vez en la cola. Rio observó a la mariposa como se posaba y bajaba las
alas y esperó unos segundos antes de volver a tratar de cogerla.
Esta vez, sus garras rozaron las alas haciendo que la pequeña mariposa perdiera un
poco la concentración y rodando así hasta posarse en una margarita abierta, que
había en el pequeño césped, cubierta de su propio polen. La mariposa trató de batir
de nuevo las alas pero el minino se abalanzó contra ella atrapándola entre sus
pequeñas zarpas. Comenzó así un juego entre ambos, ya que cada vez que el gatito
levantaba la pata, la mariposa escapaba de “la prisión” y volvía a repetirse la misma
escena una y otra vez.
En esos momentos, la niña miraba a su nueva mascota jugar con la mariposa y
solamente pudo pensar en que su Rio había hecho una amiguita y sonreía pensando
en lo hermosa que podía llegar a ser la amistad.

También podría gustarte