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Las empresas spin-off son el resultado de las políticas de transferencia tecnológica entre la
Universidad y la Empresa, ya que permiten la capitalización de la investigación académica,
traduciéndola en valor empresarial. Son, la mayoría de ellas, una transferencia tecnológica entre el
Sector Público y el Sector Privado.
La universidad debe cambiar su rol hacia el de una universidad emprendedora, al igual que las
empresas, especialmente las PYMES- deben introducir en sus proyectos el concepto de cultura
innovadora en todos los ámbitos empresariales. Para que la interrelación entre los agentes sea
óptima, se han creado las Oficinas de Transferencia de los Resultados de la Investigación (OTRIS).
Las incubadoras se definen como las organizaciones que fomentan la creación de nuevas
empresas de alto contenido tecnológico. Ofrecen espacios y servicios de asistencia comunes con
el objetivo de aumentar la posibilidad de desarrollo y facilitar la supervivencia de estas empresas.
Una de las principales funciones de las incubadoras es la de minimizar el tiempo de
comercialización de la investigación (time-to-market. Estas organizaciones pueden tener estructura
de un Centro Europeo de Empresas e Innovación (CEEI)o un Centro de Empresas Innovadoras
(CEI. Las Universidades también sirven como Viveros de empresas.
Las incubadoras pueden ser de dos tipos: si están orientadas a la obtención de beneficios para los
accionistas, o si no presentan ánimo de lucro.
Fuentes:
Las Universidades Politécnicas de Madrid, Barcelona y Valencia son las que generan más
transferencia de tecnología
España se encuentra a la cola de investigación europea, ya que sólo dedica un 0,96% del PIB a
este propósito. Sólo Grecia y Portugal están por detrás. Lejos queda la media europea situada en
el 1,9%, que a su vez va a la zaga de Estados Unidos y Japón, que rondan el 3%. Precisamente, el
objetivo de la Unión Europea es alcanzar este porcentaje de inversión para el año 2010.
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Todos los esfuerzos actuales para mejorar los niveles de competitividad de la industria en Europa y
en España pasan por agilizar la relación entre la universidad y el sector privado. Siempre ha habido
barreras entre el mundo académico y el empresarial, que persiguen distintas metas. En España la
incomunicación se ha visto agraviada por una legislación contraria a la cooperación. Hasta que no
entró en vigor la Ley de Reforma Universitaria (LRU) en 1986, los profesores no podían establecer
convenios de colaboración con las empresas.
Pero la reforma universitaria no ha sido suficiente. La falta de entendimiento entre ambos sectores
tiene problemas asociados a la idiosincrasia del trabajo de cada uno. La empresa persigue
objetivos a corto plazo y muy concretos, mientras para la universidad los tiempos son relativos y
quieren más investigación básica.
En España, igual que ocurre en otros países europeos, cuando se deciden qué fondos públicos van
a cada universidad, se barajan criterios como el número de alumnos o de publicaciones científicas
en las que participan, pero no se tienen en cuenta el número de patentes que tiene cada
universidad o cuántas de ellas les han sido compradas por empresas.
En España las cosas han empezado a cambiar. Las universidades son conscientes de que el
número de alumnos no va a crecer en la próxima década y de que dependen demasiado de los
presupuestos públicos, por lo que están empezando a preocuparse por generar más recursos a
través de convenios de investigación con empresas. Lo óptimo sería que los contratos con las
empresas representasen el 30% de los ingresos de la universidad. Las tres que generan más
transferencia de tecnología son las Universidades Politécnicas de Madrid, Barcelona y Valencia.
A lo largo de los últimos años se han creado distintas fórmulas para tender puentes entre la
universidad y la empresa. Las más antiguas son las oficinas de transferencia universitarias, las
Otris. Asimismo, los parques tecnológicos creados a partir de los años ochenta querían ayudar a
cumplir los objetivos de competitividad. Su meta inicial fue atraer a empresas de alto valor añadido
a ciertas zonas ofreciéndoles condiciones atractivas. A los parques tecnológicos se les está
sumando los denominados parques científicos, impulsados por las universidades. Esta es la última
tendencia y cada comunidad está tratando de poner en marcha uno propio.
Desde mediados de los años ochenta, las relaciones de las universidades con el entorno
socioeconómico y su papel en el proceso de innovación han sido un tema recurrente y, en general,
tratado con más voluntarismo que conocimiento del fenómeno. Como consecuencia, en la mayoría
de los países «imitadores», los logros reales obtenidos por las universidades en este campo han
sido más bien pequeños, con las excepciones que confirman la regla.
En segundo lugar, se pasa revista de manera concisa al marco de las relaciones que definen las
administraciones, las universidades y las empresas, que determina la mayor o menor facilidad con
la que pueden llevarse a cabo las citadas relaciones. A continuación, se expone un nuevo marco
conceptual de la interrelación universidad-empresa, partiendo de los enfoques lineales e
interactivos de los procesos de innovación. Este marco parte de una agrupación funcional de los
elementos que intervienen en los procesos de innovación en una serie de entornos: científico,
tecnológico, financiero, productivo, de usuarios, etc., destacando por su papel en el desarrollo
económico de las regiones el entorno tecnológico y de servicios avanzados, que debe
interrelacionarse fuertemente con el entorno científico y dinamizar y dar soporte al productivo.
Además de los elementos, dicha concepción toma en consideración las interrelaciones que se
establecen entre ellos, para cuyo fomento considera las estructuras de interrelación y los
instrumentos favorecedores de las mismas.
Finalmente, se proporciona una panorámica sobre el papel que pueden desempeñar las
universidades en la región en la que se encuentren ubicadas, en el contexto de la denominada
“economía basada en el conocimiento“, en tres de cuyas funciones clave (producción, transmisión
y transferencia del conocimiento) las universidades pueden, y deben, desempeñar un papel muy
activo. Los enfoques más actuales de los estudios sobre sistemas de innovación hacen hincapié en
la relación entre la capacidad de innovación de una región y su capacidad de aprendizaje, y ponen
de manifiesto la necesidad de compartir e integrar los conocimientos distribuidos entre los
diferentes elementos que constituyen los Sistemas de Innovación (SI) a través del aprendizaje
mediante la interacción. Los análisis de los SI muestran que las regiones más desarrolladas no
sólo poseen elementos más activos, sino también con una gran capacidad de absorción de
conocimientos y un grado de articulación superior a las regiones más desfavorecidas, que cuentan
con SI débiles y fragmentados con una notoria falta de articulación entre sus elementos. La
universidad que desee desempeñar un papel activo en una región que aprende debe poseer las
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En general, y sobre todo en el ámbito político, la superficialidad con que se trata este tema se pone
de manifiesto en la propia utilización del término, sin matices, para cualquier relación entre
universidades y empresas (RUE. Cuando se habla de las relaciones entre empresas y
universidades en materia de I+D y de innovación se suele considerar que existe una Universidad y
una Empresa media ideal y que, por lo tanto, los juicios que se emitan sobre estas relaciones son
prácticamente válidos para todas, tanto para las relaciones entre una universidad puntera y una
multinacional de un país desarrollado como para las existentes entre una universidad de primer
nivel y una PYME en un país en vías de desarrollo. Pero nada más lejos de la realidad: bajo las
denominaciones genéricas de “Universidad“ y “Empresa“ se esconden realidades muy dispares.
Descender al detalle en el análisis del tipo de universidad y de empresa que se relacionan o
pretenden relacionarse, es fundamental para que la relación se aborde con mayor éxito.
Evidentemente, las posibilidades que estos tipos tan diversos de universidades tienen de cooperar
con las empresas en actividades de I+D e innovación y sus respectivos enfoques son muy
diferentes y, por ello, también lo será la eficacia de las relaciones que se establezcan y la
trascendencia social de las mismas.
Por su parte, también en el ámbito de las empresas hay factores que facilitan o dificultan su
capacidad para innovar y, especialmente desde el punto de vista de este texto, para cooperar con
otros actores -entre ellos, las universidades- en este proceso; al igual que en el caso de las
universidades, no todas las empresas están igualmente preparadas para colaborar con las
universidades ni dispuestas a hacerlo. En síntesis, y como consecuencia de la experiencia
adquirida por los autores en el desarrollo de actividades de interrelación, se ha llegado a la
conclusión de que la mayor o menor facilidad que tienen las empresas para cooperar con
universidades depende de las siguientes características:
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Tamaño
Sector de actividad
Capacitación técnica de sus recursos humanos y formación de sus directivos.
Actitud ante la innovación (tipo de organización, política de formación, política de calidad,
política de renovación tecnológica, estrategia de negocio a medio y largo plazo, ámbito de
sus mercados, etc.)
Teniendo en cuenta los factores anteriores, las empresas pueden ser clasificada en cuatro
grandes grupos, en lo que a su capacidad o predisposición a colaborar con universidades
se refiere:
PYME de sectores de alta tecnología
Empresas grandes de sectores de alta tecnología
Empresas grandes de sectores maduros
PYME de sectores maduros o tradicionales
La relación entre cada tipo de universidad y los diversos tipos de empresa es diferente. Así, una
universidad emprendedora se relaciona sin dificultades con una PYME de sectores avanzados
(telecomunicaciones, informática, química fina, etc.), ya que estas empresas poseen recursos
humanos con buena formación superior y media -por tanto, no hay barreras de lenguaje con los
investigadores- y, lo más importante, la innovación en general, y las actividades de I+D en
particular, forman parte de sus preocupaciones y de su estrategia como empresa.
Con las grandes empresas de sectores de alta tecnología (aeroespacial, química, farmacia,
electrónica, etc.) el diálogo también es sencillo, porque en estas empresas hay interlocutores que
manejan el mismo lenguaje que los investigadores; la dificultad para llegar a establecer una
colaboración puede provenir, en su caso, de que sus propios conocimientos en las áreas
estratégicas estén por delante de los de la Universidad y, por tanto, sólo acudan a ésta para
demandar temas complementarios o muy puntuales o para búsqueda de personal cualificado,
servicios avanzados, actividades de formación, etc. En todo caso, estas empresas saben gestionar
adecuadamente los recursos externos de I+D e integrarlos con los propios.
Con las grandes empresas de los sectores maduros (naval, siderúrgico, etc.) el diálogo aunque
podría, no suele ser fluido, pues sus directivos tienen alta cualificación, pero, a menudo no tienen
formación tecnológica y suelen carecer de sensibilidad para la citada relación y, por lo tanto, si ésta
se llega a desarrollar, lo hace con grandes dificultades, con un gran consumo de tiempo durante la
gestación del acuerdo y sus condiciones y con intervención de múltiples interlocutores, propios de
empresas con estructuras muy compartimentadas y jerarquizadas. Adicionalmente, cuando este
tipo de empresas centra en la tecnología su desarrollo futuro (caso de las reconversiones de
diversos sectores industriales) sus necesidades tecnológicas exceden con mucho las capacidades
de las universidades y precisan el apoyo de grandes ingenierías o empresas suministradoras de
bienes de equipo que les proporcionen plantas o soluciones “llave en mano“, véase al respecto M.
Schaellgen y W. Rüdiger (1995.
en número, un colectivo importante, es necesario que una universidad se plantee cómo llegar a
ellas. En nuestro modelo se considera que el entorno tecnológico y de servicios avanzados es el
aliado más adecuado para ello.
De lo expuesto se deduce que el término RUE debe calificarse ya que ampara realidades muy
diversas. Existen universidades cuyos miembros y egresados son responsables más o menos
directos de la creación de empresas que generan entre el 25-50% del PIB regional, como puede
ser el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) (Bankboston, 1997) y universidades de países
en vías de desarrollo enclavadas en regiones de bajo PIB “per. capita“ apenas involucradas en el
desarrollo socioeconómico de la región.
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La activa participación del país en los procesos de globalización económica, los intercambios de
tecnología, productos y recursos humanos, requieren forzosamente de un incremento de la
productividad, misma que sólo puede lograrse a través de los conocimientos científicos y
tecnológicos generados en las unidades de investigación de las Instituciones de Educación
Superior. El ámbito y las circunstancias del contexto tanto nacional e internacional, exigen cambios
profundos e importantes en los sistemas de planeación, ejecución y control de la educación
superior así como en las prácticas profesionales.
Aun cuando los vínculos de la educación y la investigación universitarias con la industria no son
nuevos, es necesario conocer si se trata de una mera continuación del patrón ya establecido o bien
si estamos ante una relación diferente, considerando los cambios habidos en los contextos político
y económico, así como en las relaciones industriales.
Sin embargo, en los últimos años, las universidades públicas han establecido diversos mecanismos
para instrumentar la vinculación entre ambos sectores, estas acciones se traducen en un conjunto
de tareas que incluyen: la creación de unidades institucionales para la gestión de servicios
universitarios, los programas de asesoramiento a organizaciones pertenecientes al sector
productivo, el cumplimiento de prácticas profesionales de los pasantes en las empresas públicas y
privadas, la práctica cada vez más frecuente de la integración de representantes empresariales en
los procesos de revisión curricular, los programas de actualización de conocimientos en diversas
áreas para el personal que labora en el aparato productivo, los proyectos específicos de innovación
y transferencia tecnológica, así como la creación de incubadoras de empresas; todas estas
acciones constituyen hechos que son muestras de ello.
Más, ¿cuáles han sido las tendencias de estos factores que se constituyen en determinantes de las
nuevas relaciones entre universidad e industria en los países desarrollados?
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No cabe duda que la trascendencia de la innovación tecnológica y las acciones emprendidas por
las universidades como generadores de investigación básica, aplicada y desarrollos tecnológicos,
ha sido las directrices en la transformación de estas relaciones.
Puede decirse que los nexos, la vinculación entre la universidad y sector productivo, se inician a
principios del siglo XX adoptando diversos matices y modalidades. Con la segunda revolución
industrial, esto a mediados del siglo XIX, se incrementa las funciones de los centros universitarios
como generadores de conocimientos junto con los institutos de investigación tanto estatales como
de naturaleza privada. A fines de ese mismo siglo se interrumpen algunas de estas relaciones por
el avance de la ciencia pura, circunscribiéndose a sectores como la ingeniería y la agricultura.
En la primera mitad del siglo XX, posterior a la depresión de los treinta, es cuando las relaciones
entre universidad y sector productivo se definen y determinan con mayor solidez; mas es
precisamente en la década de los setenta cuando convergen dos aspectos que definen esta
vinculación: por un lado, la disminución de fondos gubernamentales par la investigación, y por otro,
los problemas que enfrenta el estado para poder hacer frente a los crecientes costos que involucra
la misma; situaciones ambas que de alguna manera ponen a la universidad en brazos de la
industria.
Por lo que respecta a Estados Unidos, las empresas desarrollaban sus capacidades internas de
investigación adhiriéndose las universidades a la ideología de la investigación básica;
estableciéndose a principios del siglo XX formas reguladas de intercambio, como son las
consultorías, vigentes hasta nuestros días. Con la segunda guerra mundial lo que se propició fue la
investigación militar desarrollada en los ámbitos académicos, manteniéndose en las universidades
al final de la misma la ideología de la investigación básica, realizada ahora con financiamiento
gubernamental; desarrollándose posteriormente opciones formales de colaboración academia -
industria. En los años sesenta fue reconocidos la actividad y el papel trascendente de las
universidades, como ejemplo se tiene la creación de nuevas conurbaciones económicas como las
de Boston y el área de la Bahía de California.
Las universidades en Estados Unidos han sido utilizadas por el gobierno como medio para la
transferencia de tecnología al campo de la industria; esto es, han capitalizado el conocimiento que
producen; reciben por sus servicios regalías y patentes como forma indirecta de pago al operar y
funcionar como unidades de transferencia de tecnología.
Las relaciones entre academia - industria en los países desarrollados se intensificaron hasta
principios de los años ochenta, con el inicio del desarrollo de modelos de parques científicos
basados en altas tecnologías, empresas nuevas, fuentes de financiamiento a través de capital de
riesgo, recursos humanos locales y un modelo de mercado libre. Estos parques dieron lugar al
surgimiento de incubadoras de tecnología en Estados Unidos.
Un factor internacional reciente que determinará las nuevas relaciones entre universidad e
industria, es el planteamiento hecho por el gobierno del presidente William Clinton en el sentido de
pasar de una política tecnológica militar a una civil. La adopción de una política tecnológica civil
está basada en una combinación de inversiones privada y gubernamental; la fuerza promotora del
desarrollo y difusión tecnológica será comercial con la intervención del estado en e plano
tecnológico, como sucede en Japón y los países de Europa.
En esta marco de concertación de una política tecnológica privada - pública se inserta la política
mexicana de desarrollo tecnológico, donde tienen cada vez más importancia las relaciones entre
los centros públicos de educación superior, el gobierno y el sector privado.
Se puede afirmar que los elementos centrales o directrices de la política actual de modernización
educativa, están definidos por aspectos tales como: calidad, competitividad e integración con el
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En México sin embargo, se observa que el factor determinante de estas nuevas relaciones entre
universidad e industria no lo ha sido del todo la innovación de carácter tecnológico, sino la
necesidad que tienen los centros de educación de diversificar sus fuentes de financiamiento para la
formación y el desarrollo de los recursos humanos, el desarrollo de la investigación científica y
tecnológica así como el desarrollo de la infraestructura institucional.
Cabe destacar en este punto la apertura y el cambio que se ha observado tanto en las estrategias
como en las actitudes del sector industrial hacia la política de desarrollo económico y social, al
demostrar una mayor disposición de llevar y presentar sus demandas a los centros de educación
superior.
Un punto siempre discutible sin embargo, es el que la vinculación persiga como objetivo principal el
ampliar los recursos de tipo financiero, sino también el mejoramiento de la calidad de los procesos
de docencia y de producción científico tecnológica dentro de los propios centros de estudios
universitarios.
Como ya se hizo mención en párrafos anteriores, hay una diferencia entre el patrón seguido en las
relaciones de vinculación entre universidad e industria en los países desarrollados, cuyo énfasis se
plantea en el desarrollo y transferencia de tecnología y lo que ocurre en México; en nuestro país
como ya se puntualizó, los propósitos redundan en el incremento de financiamientos externos, sin
dejar fuera obviamente la capacidad docente y de generación de conocimientos. Entre estos
objetivos también cabe mencionar: formar y desarrollar recursos humanos en función o atención a
las necesidades y requerimientos de las empresas; establecer programas de capacitación y de
servicio social; respecto al financiamiento, orientarlo al mejoramiento de la infraestructura como
laboratorios, bibliotecas, equipos de cómputo, edificios, etcétera; tomar decisiones con respecto a
las orientaciones curriculares de las carreras universitarias; ofrecer servicios de consultorías para
dar solución a problemas técnicos específicos y de diversa índole de las empresas; Así como
otorgar financiamiento para el desarrollo científico y tecnológico que propicie y enriquezca la
transferencia de tecnología al campo de la industria, al campo empresarial.
Algunos autores argumentan que las relaciones entre academia - industria realmente no resuelven
los graves problemas de índole económica a los que tienen que hacer frente las universidades, ya
que los ingresos que se generan a través de estas relaciones de vinculación representan un
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conclusiones
Bibliográficas
Didrikson, A. La universidad del futuro -un estudio de las relaciones entre la educación superior, la
ciencia y la tecnología en los Estados Unidos, Japón, Suecia y México, CISE-UNAM, México.
http://www.cosude.org.ni/Pages/PageAgriTransforma.htm
En América Central, los Bosques Latifoliados del Trópico Húmedo (BLTH) desaparecen a un ritmo
acelerado. Entre las razones está la expansión de la frontera agrícola, la tala ilegal, la poca
capacidad institucional para monitorear el manejo de los bosques, la falta de una tradición forestal
y la existencia de normas y leyes que dificultan los esfuerzos para incursionar en el manejo
forestal.
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Al mismo tiempo hay un gran número de comunidades pobres que viven al margen de estos
bosques que podrían beneficiarse de su aprovechamiento responsable y al mismo tiempo contribuir
a su conservación. Por ello, la visión de TRANSFORMA es que haya una "integración exitosa del
manejo sostenible de BLTH en la economía de comunidades campesinas e indígenas, de
empresas y de los países centroamericanos".
Estos 3 componentes del proyecto están basados en la situación y las necesidades de grupos de
población pobre. Apuntan a aliviar la pobreza en zonas remotas y desfavorecidas.
Las 4 áreas demostrativas son: Litoral Norte y La Mosquitia en Honduras, Río San Juan y
la Región Autónoma Atlántico Norte en Nicaragua. El proyecto fomenta la cooperación
horizontal entre actores que no podrían lograr sus objetivos de manera aislada, por la
complejidad del entorno de estos bosques.
Las 3 redes o asociaciones son: en Honduras la Red de Manejo de Bosque Latifoliado
Húmedo (REMBLAH), en Nicaragua la Red para el Manejo del Bosque Natural de la
Región Autónoma del Atlántico Norte (REMAB-RAAN) y la Red de Cooperación Horizontal
para el Manejo y Conservación del Bosque Natural en Río San Juan (REMARIO. Los
miembros de las redes financian capacitación técnica y coordinan actividades políticas. El
trabajo directo con usuarios organizados del bosque en las 4 áreas demostrativas genera
las experiencias pioneras de cada región necesarias para que las redes participen en el
diálogo político en ambos países.
El fortalecimiento de una "Escuela Forestal Centroamericana" con medios nuevos
aplicados se logró a través de: cursos y talleres cortos para técnicos y productores (766
técnicos y 635 productores), charlas (1630 participantes), 4 intercambios de profesores (20
personas) de 8 facultades forestales de la región, 3 ediciones del Curso Intensivo
Internacional de Manejo Diversificado del Bosque (44 participantes), 8 centros de
documentación recibieron unos 2400 documentos; 7 números de la serie técnica Manejo
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