Está en la página 1de 179

Política Pública de Paz

Dossier Analítico FARC


Marzo – Julio 2008

1
Presentación.

El presente documento expondrá las reacciones expuestas en los medios de comunicación en torno
a los hechos ocurridos durante los meses de marzo, abril, mayo, junio y julio del presente año en la
confrontación entre el gobierno nacional y las FARC, se mostraran las posiciones de distintos
sectores de la sociedad, la evolución de los escenarios planteados por estos y se expondrán los
nuevos escenarios pensados para las FARC según algunos analistas del conflicto.

Vale recordar que la producción de este documento por la Corporación nuevo Arco iris se constituye
como una contribución para el debate público en torno a la formulación de políticas de paz y la
búsqueda de soluciones al conflicto armado colombiano

LOS EDITORES

2
Introducción…………………………………………………………………………………………………………………….6
Hechos………………………………………………………………………………………………………………………….7
Escenarios acaecidos durante el periodo observado……………………………………………………………………..8
Escenarios futuros…………………………………………………………………………………………………………...10

Comandancia de “Alfonso Cano”……………………………………………………………………………………….12

Alfredo Rangel Suarez: 'Cano', el duro , 01/06/200


Lisandro Duque Naranjo: ‘Alfonso Cano’ (1ª parte), 01/06/2008
Lisandro Duque Naranjo: ‘Alfonso Cano’ (2ª parte), 14/06/2008
Redacción BBC mundo: ¿Qué sigue ahora para las FARC? 26/05/2008
Hernando Salazar: FARC: ¿ofensiva o escaramuzas? 26/06/2008
Rodrigo Pardo: La transición 28/05/08
Revista Semana: ¿Y ahora qué va a hacer Cano? 28/06/2008.
Rafael Guarín: El debut de Cano 14/07/2008

Muerte De “Marulanda”……………………………………………………………………………………………………26

Antonio Caballero ¿Quién hizo más daño a Colombia? 14/06/2008


Algunos opinan que… Revista Semana, 14/06/2008
Román Ortiz ¿Tendrán las Farc un final como el de Sendero Luminoso? 28/05/2008
Medofilo Medina: Tras la muerte de Marulanda 03/07/2008
Saúl Hernández: El golpe de Gracia 10/07/2008

Asesinato de Iván Ríos……………………………………………………………………………………………….……39

Antonio Caballero: La sordidez 15/03/2008


Jorge Iván Cuervo: La ley de la selva 17/03/2008
Alvaro Camacho Guizado: El premio a la Barbarie 14/03/2008
Ana Sofía: Danza Macabra 17/03/2008
Maria Isabel Rueda: El caso ROJAS 15/03/2008

Operación “Jaque”…………………………………………………………………………………………………………47

Alfredo Rangel: El rescate del siglo 05/07/2008


Hernando Salazar: El peor año de las FARC 03/07/2008
Ernesto Yamuhre: Jaque al secretariado 05/07/2008
Reinaldo Espitaletta: Guerrilleros con Jaqueca 07/07/2008
Alvaro Sierra: El impacto de la liberación de Ingrid Betancourt: un análisis 03/07/2008

Acuerdo Humanitario……………………………………………………………………………………………………....62

Alfredo Rangel: Un exitoso Fracaso 06/03/2008


Alfredo Rangel: Excarcelarlos a todos ya! 30/03/2008

3
Alfredo Rangel: Chávez, el imprescindible 02/03/2008
Sergio Muñoz Bata: ¿Salvador o entrometido? 04/05/2008
Álvaro Camacho Guizado: ¿Negociaciones Unilaterales? 11/04/2008
Cristina de la Torre: El fetiche del despeje 04/04/2008
Felipe Zuleta Lleras: ¡Indolencia! 05/03/2008
Hernando Salazar: ¿Y ahora que harán las FARC? 02/04/2008

Melquizedec Torremolinos, ANNCOL: Se impone el Canje Humanitario 06/07/2008


Maria Isabel Rueda: El libro de Luis Eladio 31/05/2008
Maria Victoria duque: Acuerdo Humanitario ahora más que nunca 03/07/2008

Ambiente internacional…………………………………………………………………………………………...............84

Antonio Caballero: El todo vale no sirve 08/03/2008


Alfredo Rangel: Chavez y Correa neutralizados 23/03/2008
Alfredo Rangel Suárez: Colombia se hace respetar 09/03/2008
Hernando Gómez Buendía: Éxito táctico y error estratégico 16/03/2008
Rafael Nieto: ¿Acto de constricción o viraje técnico? 14/06/2008
Rafael Nieto: Calma Chicha 15/03/2008
Hernando Gómez Buendía: Colombia, Ecuador, las Farc y las salidas 03/07/2008
Reinaldo Spitaletta: Regalo de reyes 0// 03/2008
Allende La Paz, ANNCOL: FARC, tema central en la OEA 03/06/2008
Allende La Paz, ANNCOL: Sin Uribes no habrán FARC 19/07/2008

Muertes en el Secretariado…………………………………………………………………………………116

Hernando Salazar: Dos golpes duros a las FARC 09/03/2008

Computador “Raúl Reyes”…………………………………………………..…………………………………………..117

Alfredo Rangel : Computadores diplomáticos 25/05/2008


Andres Oppenheimer : Chávez, Correa y las Farc 21/05/08
Andres Oppenheimer : El computador de 'Reyes' 26/03/08

¿Post. Conflicto?.................................................................................................................................................122

Abdón Espinosa: Erradicación del conflicto y pilares para el posconflicto 09/07/2008


Abdón Espinosa: De las bajas en la subversión al posconflicto 05/28/2008
Diego Arias: El acuerdo fundamental: de la guerra a la paz
Mauricio García: El derrumbe de las FARC 05/07/2008
Armando Montenegro: La implosión 31/ 05/2008
BBC mundo: Chávez-FARC: ¿táctica o estrategia?, 09/06/2008
El tiempo: Negociación con las Farc similar a la de las autodefensas explora el Gobierno de Álvaro Uribe
15/07/2008
Fernando Estrada ¿Final del conflicto armado en Colombia? 21/05/2008

Situación FARC…………………………………………………………………………………………………………....131

Luis Eduardo Celis: Las Farc jugaron a fondo y perdieron 09/07/2008


Alfredo Rangel Suarez : ¿En qué quedaron las Farc? 16/03/2008
Antonio Caballero: La fatiga del Plomo, 24/05/2008
Maria Jimena Dussan: Al carajo con las FARC 05/07/2008

4
Corporación nuevo Arcoiris: La encrucijada de las FARC 03/07/2008
Medofilo Medina: ¿Qué harán las Farc? 06/07/2008
Eduardo Pizarro: El mito de la invencibilidad 07/04/2008
Mauricio Vargas: ¿Uribe cumplió su misión?
Uriel Ortiz Soto: FARC: sin liderazgo y unidad de mando 03/06/2008
Carlos Villalba Bustillo: El vértigo de la derrota 10/07/2008
Luis Eduardo Garzón: Las Farc (1964-2008) 23/05/2008
Luis Eduardo Garzón Y de política, ¿qué? 16/07/2008
Hernando Salazar: El peor año de las FARC 03/07/2008
Fidel Castro Ruiz: La paz Romana 05/07/2008

Muerte de “Raúl Reyes”………………………………………………………………………………………………….156

Hernando Salazar: El golpe más fuerte contra las FARC 01/03/2008

¿Negociación de Paz?................................................................................................................................ …....156

Cristina de la Torre: La hora de la Paz 05/07/2008.


Augusto Trujillo: Un acuerdo en lo fundamental 03/06/2008
Mauricio García: ¿y si hablaran de paz? 30/05/2008
Luis Sandoval: Dos diálogos Necesarios 28/03/2008
Augusto Trujillo Muñoz: El momento de negociar 14/03/2008
Allende La Paz, ANNCOL: ¿En tiende el mundo ahora porque las FARC exigen el despeje de Florida y Pradera?
03/2008
Marco Palacios: Las FARC y la paz de Colombia 07/2008

Desmovilizaciones y rearme………………………………………………………………………………................175

Gerson Arias: Ojo con los mandos medios de las FARC 12/05/2008
Cristina de la Torre: Farc: del limbo al infierno 24/05/2008

Estatus de Beligerancia…………………………………………………………………………………………………178

Jaime Castro: La beligerancia de Chávez

5
Introducción.

Durante los cuatro meses registrados en este documento, en la confrontación entre las FARC EP y
el gobierno nacional de Colombia, el ejército ha conseguido visibilizar a través de una serie de
acciones de alto impacto mediático, como en la relación de fuerzas entre los dos bandos en disputa,
la superioridad ha estado en manos de este. Dichas acciones han llevado a grandes sectores de la
opinión a considerar que las FARC se encuentran en un serio procesos de debilitamiento tanto
militar como político, por lo cual, se han abierto voces para repensar una política de negociación con
el grupo y abrir caminos para el cese del conflicto armado.

La idea de un proceso de negociación se ha convertido en los últimos tiempos en el tema central de


debate entre los formadores de la opinión publica, lo cierto es que es todavía pronto para hablar de
posibilidades reales de negociación del conflicto, factores psicológicos e históricos en los bandos
enfrentados, la consideración generalizada en la sociedad civil de que la victoria militar es posible,
así como la no inclusión de factores conexos con el conflicto armado dentro de las discusiones
publicas parecen limitar las posibilidades de que un escenario de negociación de paz se abra en el
país. Las FARC por su parte aun no han dado señas de cambiar su estrategia de acción a pesar de
los cambios en la confrontación acaecidos, mientras que el gobierno nacional empieza a hablar de
una negociación de paz, con la intermediación única de actores nacionales.

6
Los Hechos.

El primero de Marzo el ejercito colombiano ataco en territorio ecuatoriano un campamento de las


FARC, logrando hasta ese momento la más importante victoria militar sobre dicho grupo insurgente
al dar de baja a alias Raúl Reyes, miembro del secretariado o comandancia central del grupo y figura
pública internacional de dicho grupo dado su papel en las negociaciones de paz con la
administración Pastrana y su más reciente papel como negociador internacional del acuerdo
humanitario.

Este hecho se convirtió en prueba contundente de la regionalización del conflicto armado, desató
una intensa crisis diplomática con los gobiernos vecinos de Ecuador y Venezuela, desestabilizo el
equilibrio de poderes en la región, introduciendo la doctrina del ataque preventivo en una región con
pocas confrontaciones bélicas clásicas – entre Estados- en su historia.

Por otro lado el frente 47 de las FARC se convirtió en noticia a partir de la muerte de alías Iván Ríos,
otro integrante del secretariado de este grupo y comandante de dicho frente a manos de alias Rojas
su escolta quien interesado en cobrar la recompensa ofrecida por el gobierno desmembró a su
antiguo comandante para comprobar su acción. Este hecho ocurrió pocos días después de la
muerte de Reyes. Posteriormente en el mismo frente alias Karina, otra de las líderes del frente y
miembro del estado mayor de las FARC se desmovilizo acogiéndose a la política gubernamental de
DDR.

Manuel Marulanda, líder histórico de la guerrilla murió de causas naturales durante el mes de marzo,
y aunque su muerte no puede explicarse como producto de la acción militar, la manera como se dio
a conocer su muerte, a través de una declaración del Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos a la
revista Semana y no por declaraciones del grupo insurgente, parecieron ilustrar el conocimiento
sobre los movimientos del grupo que tienen las autoridades de seguridad del país.

La nueva comandancia asumida por alias Alfonso Cano, genero toda una serie de reacciones frente
a las posibilidades de negociación con la guerrilla dados los orígenes urbanos del nuevo
comandante y la posible renovación de los medios de acción de la guerrilla.

Por ultimo un tema transversal al asunto ha sido el acuerdo humanitario, el cual movilizo en buena
medida la reaparición de las FARC como un actor político internacional, con capacidad de
interlocución con gobiernos extranjeros, más la tensión entre cada bando en conflicto imposibilito
una locución directa entre los actores, por lo que fue un tema manejado por los gobiernos
venezolano y francés así como otro gran número de actores internacionales. Si bien no se concreto
un intercambio de secuestrados por guerrilleros de las FARC, este grupo procedió a la liberación de
un reducido número de políticos antes de la muerte de Raúl Reyes.

Este espacio de las FARC fue contrarrestado por el gobierno colombiano en los últimos días, al
lograr en un operativo militar el rescate de 15 secuestrados, entre los que se encontraba la
ciudadana franco-colombiana y ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, tres norteamericanos y
11 miembros de las fuerzas de seguridad nacionales. Fue este último hecho el que desencadeno la
más importante serie de reacciones entre los analistas y hacedores de las políticas públicas

7
en los cuales se empezaron a barajar como opción a negar o respaldar, la posibilidad de una salida
negociada a la confrontación entre el Estado y las FARC.

Escenarios acaecidos durante el periodo observado.

Regionalización del conflicto.

El conflicto armado colombiano como muchos académicos de la seguridad reconocen, siempre ha


corrido el riesgo de regionalizarse y desestabilizar los países vecinos, por diversos factores, bien sea
la expulsión de un gran número de refugiados, la transnacionalización de las organizaciones
criminales ligadas a la financiación de los grupos armados, la inserción de actores externos –léase
Estados Unidos- en la región, o el riesgo de incursiones armadas de los grupos alzados en armas o
de los ejércitos, este último hecho desencadeno la más importante crisis diplomática de lo corrido del
año.

La incursión militar colombiana en Ecuador podría haber sido un incidente fronterizo más de no
haber sido por la complejidad operativa del mismo hecho, la utilización de la superioridad aérea para
un ataque bajo el paradigma de la guerra preventiva, desato la ira del gobierno Ecuatoriano, las
respuestas airadas del gobierno venezolano y la tensión generalizada en la región, dadas las nuevas
capacidades militares colombianas pero por sobre todo la unilateralidad de sus decisiones en este
evento.

El gobierno ecuatoriano se siente ofuscado después de haber respaldado inicialmente la operación


al constatar que la situación de los combates no fue tal como había sido informado por el gobierno
colombiano; por otro lado el gobierno venezolano en cabeza de su presidente inicia una serie de
comunicados frente al ataque al campamento correspondiente además con su enfrentamiento con
el gobierno Uribe por el incidente anterior como negociador del acuerdo humanitario. El problema
con Ecuador para algunos se haya en los impactos que le producen las variables narcotráfico,
guerrilla y conflicto en la frontera, todo lo cual lo obliga a mantener un alto presupuesto militar
destinado a la protección de este lugar.

La percepción de la solución del conflicto interno colombiano en el gobierno ecuatoriano difiere


diametralmente de la visión de la administración Uribe, lo cual imposibilita y más aún en un ambiente
tan tenso la cooperación frente a los riesgos en seguridad en la frontera; lo cierto es que como
operativo militar según los analistas revisados la operación fue un éxito, más imposibilitó por un buen
tiempo la formulación de una política binacional para el manejo de estas situaciones criticas.

En este contexto la recuperación aparente de los computadores del extinto jefe guerrillero se
convirtió en un elemento exponencial de la crisis ya que se convirtió en una herramienta para la
difusión de información acerca de presuntas actitudes de colaboración de los gobiernos vecinos con
las FARC, dichos computadores más allá de constituir pruebas o no de esos hechos, generaron
mayores desconfianzas entre los actores y sectores de la opinión pública puesto que para aquellos
convencidos de su credibilidad, con los gobiernos vecinos se ha de mantener una actitud de
desconfianza, para los pragmáticos pruebas o no de las acciones señaladas no es necesario
profundizar el tema y para quienes es un elemento falso, es el gobierno Uribe quien termino de
afectar las relaciones regionales difamando a los gobiernos vecinos.

8
Venezuela y su gobierno fue uno de los actores más polémicos durante la crisis, su inclusión dentro
de la polémica genero resquemores en sectores adversos a esta administración, más aún cuando en
una acción audaz intento por un corto periodo de tiempo reconocerle estatus de beligerancia a las
FARC, a lo cual se oponía directamente el gobierno colombiano, esta reacción genero reservas en
algunos sectores pues la consideraban la antesala a un proyecto expansionista de Venezuela,
mientras que para otros era una oportunidad de obligar a las FARC a acatar las normas del Derecho
Internacional

Al final durante los últimos meses el gobierno venezolano trato de solucionar las distancias con el
colombiano, rechazando de manera directa la acción violenta como camino al poder así como
repudiando el secuestro. El problema para algunos analistas es que esta reacción se da mucho
después de sus anteriores declaraciones, por lo que para algunos su respuesta es poco creíble, y
otros consideran que responde más a intereses electorales internos, en especial frente a la
impopularidad de sus declaraciones con respecto a la guerrilla y a el gran peso electoral de los
ciudadanos colombo-venezolanos; lo interesante de este pronunciamiento es que ha sido
acompañado por el de Fidel Castro quien se ha pronunciado en el mismo sentido y puede ser un
referente para algún escenario de negociación.

Convicción de una salida militar al conflicto.

Este escenario puede tener muchos matices a la hora de emprender su análisis, lo cierto es que un
número considerable de hechos hicieron creer a la opinión publica que es factible la victoria militar
sin tener que dar reconocimiento de actor político a la guerrilla para terminar el conflicto; la muerte
de dos miembros del secretariado, la desmovilización de una miembro del Estado Mayor, el
fallecimiento de “Manuel Marulanda” y el rescate de 15 secuestrados canjeables sin lugar a dudas
son golpes a la posición de las FARC.

Para algunos columnistas lo que se ha venido presentando no ha sido más que la consolidación de
las metas del gobierno de Álvaro Uribe como presidente, esto es la debacle de las FARC. Ciertos
analistas consideran que no es el momento de ofrecer oportunidades de paz, sino de profundizar la
lucha para obtener mayor superioridad para la negociación; Otros por el contrario opinan que es muy
pronto para declarar la derrota de las FARC y que estas aún mantienen su capacidad militar.

El acuerdo humanitario: espacio para reconocimiento de las partes en conflicto y salida a la paz.

Es innegable que la búsqueda de la liberación de los secuestrados bien fuera por las vías de un
intercambio humanitario y/o a través del desarrollo de un acuerdo humanitario, fue uno de los
factores que revitalizo a las FARC como un actor internacional, pero dicha figuración dentro del
periodo observado desapareció progresivamente por cuenta de los siguientes hechos.

- La muerte de Raúl Reyes, quien era el encargado aparente de realizar la mediación.


- La crisis diplomática centro todos los análisis en este hecho.
- El fracaso de la misión médica francesa.

Las liberaciones unilaterales del lado de las FARC, fueron respuestas por el gobierno hábilmente a
través de la propuesta de excarcelación de guerrilleros detenidos con el compromiso de abandonar

9
lucha armada. Por otra parte el debate acerca del acuerdo humanitario nunca paso de las
limitaciones de los inamovibles puestos por ambas partes para la negociación, en especial el tema
del despeje.

Para algunos analistas contrarios al retiro de la fuerza pública de algún territorio nacional, el despeje
hacía parte de una estrategia de las FARC con fines netamente delictivos, pero en general la
posición de los analistas se enfocaba más en la necesidad de un reconocimiento político del grupo
insurgente a través de una interlocución directa con su enemigo, el gobierno.

Las liberaciones unilaterales desmitificaron la visión de los analistas la extrema necesidad de


negociar la entrega de los secuestrados a partir de una zona de encuentro desmilitarizada, pero por
el otro lado las victorias militares hicieron más débil desde la visión de algunos analistas la posición
del gobierno opuesta a la sesión temporal del territorio.

Con la liberación de los secuestrados por otro lado el tema del acuerdo humanitario
momentáneamente pareció desaparecer pero lo cierto es que con la progresiva salida de los
secuestrados civiles del escenario del acuerdo, se pueden abrir ventanas para un proceso de canje
de los militares secuestrados por guerrilleros detenidos. Aunque es posible también que la presión
internacional obligue a las FARC a desistir de un canje o intercambio de secuestrados. Son
importantes en este contexto las voces de Hugo Chavez, Fidel Castro y Rafael Correa, rechazando
las acciones militares y el secuestro como vías para la consecución del poder.

Fuera del acuerdo humanitario, son difíciles los espacios de negociación que quedan para la
guerrilla desde la visión de muchos analistas. Pero el tema del secuestro, en especial el económico,
que ha logrado movilizar a grandes sectores de la sociedad civil, la guerrilla no ha dado señas de
incluirlo dentro del acuerdo humanitario

Escenarios futuros.

Al hablar de escenarios futuros hacemos es una recopilación de las opciones que parecen
plantearse dentro del conflicto armado para la guerrilla de las FARC a partir de las nuevas realidades
producto de los hechos ya descritos anteriormente.

La nueva comandancia de las FARC ha sido vista por un número importante de analistas como de
carácter más político, dados sus orígenes urbanos y universitarios, lo cierto tal como lo recuerda un
especialista en el tema FARC, no se puede hacer una división arbitraria entre lo político y lo militar
dentro de las FARC 1 .

En buena medida algunos analistas y el mismo gobierno han dado .señas de que existe la
posibilidad para una negociación de paz entre las partes, tal parece ser una de las razones por las
cuales desde el gobierno el tema del carácter de la negociación a cogido fuerza. Los escenarios
comunes en los análisis son los siguientes:

1
BBCmundo.com ¿Qué sigue ahora para las FARC? "Yo no quiero hacer una diferenciación arbitraria entre
políticos y militares en las FARC, porque hay momentos en que ellos priorizan lo político o lo militar", Carlos
Lozano, director, periódico Voz (26/ 05/2008)

10
-Salida Negociada: La comandancia de las FARC dada la débil situación política internacional y
nacional así como su debilitamiento militar en amplias zonas del territorio colombiano, encuentran
que la mejor decisión para su supervivencia como grupo político es entrar en una negociación de
paz con el gobierno.

Lo importante de este escenario es observar que disposiciones tiene el gobierno para hacer
concesiones a la guerrilla y que esquema de negociaciones sería el que se vislumbraría. Aquí
surgen una serie de interrogantes: ¿será el Estado capaz de ofrecer una negociación diferente a la
del simple proceso de desarme, desmovilización y reintegración? Al parecer por las primeras
declaraciones del gobierno parece que el esquema escogido de negociación no ofrecería
concesiones políticas. ¿Las FARC se conformarían con réditos políticos o propondrían reformas
estructurales? ¿Cómo se manejarían temas tan difíciles como el del cultivo de coca, las zonas de
colonización y el manejo de las poblaciones “base” de las FARC? Estas respuestas dependen de
que tanto esta dispuesta la sociedad civil a comprometerse en respaldar una salida negociada al
conflicto.

-Profundización de la guerra: la desconfianza de las FARC hacia las negociaciones con el Estado,
dadas las amargas experiencias del pasado impedirían que la guerrilla busque la opción política para
salir del conflicto. En cambio tomarían el rumbo de intentar recomponer su fuerza militar y esperar un
momento de inversión de la relación de fuerzas para negociar desde una posición ventajosa.

Respaldando esta tesis se podría afirmar que las FARC han sufrido derrotas importantes a partir de
la aplicación del Plan Colombia pero que no han sido reducidas a una mínima expresión y que
mantienen una gran base social en los espacios de colonización y cultivo de coca, por lo que no
estarían interesados en entrar fácilmente a una negociación. Además los paradigmas de la UP y el
bombardeo a Casa Verde, pueden seguir siendo determinantes a la hora de tomar decisiones
políticas.

Por otro lado el sentimiento de victoria militar que presentan algunos sectores de la sociedad civil
podría llegar a ser un obstáculo en la búsqueda de una salida negociada al conflicto, por lo que
también podría existir una presión sobre los cuerpos de seguridad del Estado en mantener la
ofensiva militar, cerrando por otro periodo de tiempo la salida negociada.

-Degradación de las FARC: Un tercer escenario, relacionado con la profundización del conflicto
sería el que las estructuras organizacionales de esta guerrilla se fueran autonomizando de la mano
con el control de recursos del narcotráfico y dominio territorial.

Esta idea se respaldaría en las cada vez más difíciles condiciones de comunicación entre los
comandantes de frente como parece quedar evidenciado en las declaraciones de alias Karina y en la
operación de rescate del pasado 3 de julio. Sería posible empezar a ver dentro de las comandancias
de las FARC un mayor interés por el dominio personal de sus zonas de operación, compartiendo
terreno con bandas delincuenciales centradas en el negocio del narcotráfico.

11
Comandancia de “Alfonso Cano”

Comandancia de “Alfonso Cano”

Alfredo Rangel Suarez

'Cano', el duro
01/06/2008

Fuerza y no diálogo serán las tempranas evidencias de la era 'Cano'.

La muerte de 'Marulanda' es el puntillazo que hace definitivo e irreversible el proceso de


debilitamiento y desmoronamiento de las Farc. No tanto por su muerte en sí, pues si esta
hubiera ocurrido, por ejemplo, en los tiempos del Caguán, probablemente le habría dado
nuevos bríos a la guerrilla. Pero como sucedió en el peor momento de esa organización en
los últimos 20 años, sus consecuencias podrían ser catastróficas. Y como ese debilitamiento
lo ha producido la política gubernamental, el Gobierno puede cobrar por ventanilla los
efectos de ese deceso. Está en su derecho.

La designación de 'Cano' como comandante seguramente fue una decisión de 'Marulanda'.


Así, en un primer momento, su autoridad y el acatamiento dentro de las Farc estarán
basados en el hecho de haber sido ungido por el mítico líder. Y fue escogido por duro, no
por blando. No hay que engañarse. 'Cano' es un marxista-leninista, radical y
fundamentalista, de la vieja escuela estalinista. Durante los diálogos de Caracas y Tlaxcala,
fue uno de los más duros e intransigentes. Luego privilegió la opción militar y se opuso a
los diálogos del Caguán por considerar que distraían a la guerrilla y le quitarían impulso al
ascenso militar que tenía en ese momento, el más importante de su historia. Entonces se
hizo a un lado y cedió el lugar a 'Raúl Reyes'. Al final, se impuso la posición de 'Cano' al
considerar esos diálogos solamente como una oportunidad para fortalecerse en lo militar, es
decir, para utilizarlos como una táctica política dentro de una estrategia de guerra contra el
Estado. Y por eso fracasaron.

Como marxista ortodoxo, 'Cano' siempre ha sido un convencido de los argumentos de


fuerza. Y solo respeta los de una fuerza mayor. Por esta razón, para ganar mayor autoridad
dentro de las Farc y, además, para corregir su imagen de "político" y "dialogante" que de él
difunden los medios de comunicación -y que en la óptica de la guerrilla equivale a blando y
débil-, muy seguramente sus primeros argumentos serán de fuerza. Intentos de
demostraciones de fuerza y no de diálogo serán las tempranas evidencias de la era 'Cano'.

12
Pero como las Farc han perdido sustancialmente capacidad de confrontación militar directa
y abierta, sus acciones se volcarán contra la infraestructura económica y contra los
símbolos del poder del Estado. Sabotaje y terrorismo es lo que viene. Este será el último
coletazo violento de las Farc con el que la nueva cúpula intentará, hacia fuera, demostrar
que no están derrotadas y, hacia adentro, evitar la dispersión y mantener con dificultades
una cohesión y unos lazos de lealtad muy debilitados luego de la desaparición del líder
mítico, a quien los comandantes de todos los niveles de la organización le debían su
formación y sus puestos de comando.

Los diálogos de paz con las Farc no están, pues, a la vuelta de la esquina por haber
desaparecido 'Marulanda'. Y con 'Cano', esos diálogos no serán ni prontos ni fáciles. Serán
muy duros y solo al cabo del último, definitivo e inevitable entrecruce de argumentos de
fuerza de parte y parte. Las condiciones y el contenido de esos diálogos dependerán del
balance final de fuerzas político y militar, pero también del impacto sicológico logrado en
el último trecho de la confrontación armada.

Por ello, para impedir que se hagan efectivas esas amenazas de sabotaje y terrorismo que se
vienen encima y que podrían producir un impacto muy negativo en el estado de la opinión
pública, la presión militar del Estado contra las Farc debe continuar y, aún más,
incrementarse. Esa presión es el argumento fuerte y único que las llevará a convencerse de
que el momento del diálogo ha llegado. Presión militar y puerta abierta para un diálogo
exigente y generoso es el binomio necesario para que, una vez acepte el fracaso de su
proyecto de insurgencia armada, la nueva cúpula de las Farc demuestre sus habilidades
políticas. Si las tiene.

alfredorangelsuarez@yahoo.com

El Tiempo, Junio 1 de 2008

Lo divino y lo humano

‘Alfonso Cano’ (1ª parte)


Por: Lisandro Duque Naranjo
ENTRE LOS AÑOS 1969 Y 1973 FUI CONdiscípulo en el Departamento de Antropología
de la Universidad Nacional y compañero de militancia en la Juco, de quien 35 años
después, y a causa de la muerte de Manuel Marulanda Vélez, se convirtió en el nuevo
Comandante de las Farc.

Me refiero a Guillermo Sáenz, nombre original de quien los colombianos conocen como el
guerrillero Alfonso Cano.

13
Este sería su tercer nombre, pues sus amigas de militancia y de carrera lo apodaban
afectuosamente Mindo. Ese trato era privativo de ellas con él, como si se tratara de una
logia, pues los de género masculino le decíamos Guillermo, a secas. En lo académico,
Sáenz tuvo siempre buen promedio, pues disertaba con solvencia sobre la obra de Levy
Strauss, Morgan y Marx. A este último habíamos logrado los estudiantes ganarle un sitio en
el pénsum, a través de las cátedras “Marx I” y “Marx II”, eliminadas del programa durante
la rectoría de Luis Duque Gómez, que “por subversivas”, y hasta cierto sería. Esa era su
gracia, y uno de los motivos por los que fui expulsado de la U., no volviendo más. La célula
comunista a la que pertenecíamos los de Antropología se llamaba “Bertold Brecht”, y nos
reuníamos en un salón de Ciencias Humanas en cuya puerta pusimos un letrero en broma
que decía: “Agitación y Dogma”. Guillermo era el secretario político, y con una sonrisita
por allá alcahueteaba que nuestras discusiones se salieran de la línea y se recargaran de
citas provocadoras de autores heterodoxos. Éramos impotables, sobre todo Alberto Pinzón
y yo, con nuestra obsesión por persuadir al resto de que la Antropología era la madre de las
ciencias y que la cultura, en última instancia, era más determinante que la economía. Esas
herejías duraban hasta cuando el camarada Sáenz se ponía leninista, y con gravedad pasaba
al primer punto del orden del día: análisis concreto de la situación concreta.

No fue nunca un dirigente ansioso, a la manera del alumno de Psicología Álvaro Fayad,
quien duró años en la Juco de la U., hasta cuando se perdió del mapa y reapareció fundando
el M-19. Ni activista de tropeles físicos, al estilo del estudiante de Derecho Carlos Pizarro,
que compraba peleas a peso para darse trompadas con los de las otras izquierdas, andaba
todo el tiempo con “Los escritos militares” de Mao y ostentaba la palabra “Farc” escrita
con marcador negro sobre la lona de sus zapatos tenis. Tampoco fue Sáenz persona para el
discurso a la intemperie. Lo suyo era el raciocinio severo, al que acudían para pedir luces
los de la Dirección, y repito, las muchachas. De deporte o cultivo físico, lo que se dice,
nada. De modo que me lo figuro cuando se metió a la guerrilla, sometiéndose a jornadas
tenaces para dar la talla militarmente.

Una noche de rones, le grité: “¡Pequeño burgués chapineruno!”, a lo que me respondió muy
sereno que él era de Usaquén. En realidad el peor insulto para un comunista era que se le
dijera “liberal”. De modo que ese alegato no llegó a mayores.

Le debo un viejo favor a Sáenz: apenas supo, el día de mi matrimonio con la estudiante de
Sociología Martha Muñoz –ahora muy querida amiga y madre de mi hija mayor—, que no
tenía ni un peso para viajar de bodas, me dio las coordenadas de una finca de recreo de su
familia, en Silvania, a la que nos despachó de noche solucionándonos esa urgencia de
recién casados.

No lo veo desde el 82, cuando me lo encontré en una cafetería de Paloquemao. Me


preguntó más él a mí, que yo a él, pues el hombre ya andaba en trotes clandestinos y
averiguarle al respecto “no era necesario para mi trabajo”. Era el ritual.

(Continuará…)

* Cineasta y profesor de las universidades Central y Nacional.

14
Lo divino y lo humano

‘Alfonso Cano’ (2ª parte)


Por: Lisandro Duque Naranjo
EN MI PASADA COLUMNA SOBRE EL actual comandante de las Farc, dije que no volví
a verlo desde un mediodía de 1982 en el que nos encontramos por azar en una cafetería y
conversamos sobre temas triviales.

La siguiente comunicación fue a través de una carta suya, en el 90, en la que barajó
recuerdos de cuando éramos otros, en la Universidad. Y en la que, apiadándose de un
antiguo pánico mío al avión, que él tenía muy presente, me propuso irme en bus hasta un
pueblo remoto donde alguien me proveería de un caballo que en cuestión de varias jornadas
nos permitiría encontrarnos en La Uribe.

Motivo de la invitación: hablar de nuestras vidas y botar corriente sobre cómo arreglar el
mundo. Él ignoraba que para entonces yo le había perdido el miedo a volar, pero le había
cogido un terror invencible a los caballos, pues ese mismo año, por dármelas de jinete, el
animal sobre el que cabalgaba metió su pata delantera en un hormiguero y, frenando en
seco, me botó a tres metros por encima de sus orejas, causándome la fractura de la mano
derecha. Luego dio una vuelta con sus patas al aire cayéndome al lado con sus 500 kilos.

De chiripa nos escapamos, yo de ser aplastado, y la bestia de hacerse daño, pues en cosa de
segundos se levantó provocando un estrépito de estribos y relinchos. Desde entonces, cada
que veo un caballo se me derrama el tinto que llevo en las manos.

¿De qué hubiéramos hablado Alfonso Cano y el suscrito? Supongo que el ponernos al día
hubiera incluido referirnos a cuanto acababa de ocurrir en el 89 en Europa, cuando un
socialismo construido en 73 años se derrumbó en 9 meses. Me quedé, pues, sin saber qué
pensaba mi imposible anfitrión respecto a esos hechos que obligaron a su organización a
replantearse sus métodos y sus pronósticos.

Lo que sí supe, fue parte de lo que le ocurrió un poco después de no haberlo visitado, y que
le generó responsabilidades inesperadas: Jacobo Arenas, su mentor, murió en agosto del 90,
delegándole tácitamente sus funciones de ideólogo de las Farc. En diciembre de ese año, el
presidente Gaviria le bombardeó a esa organización su sede en La Uribe, reverdeciéndole
esa desconfianza ancestral que cristalizó en las rupturas de las conversaciones de Caracas,
en el 91, y de Tlaxcala, en el 92, lugares en los que Cano fue un duro negociador del grupo
insurgente.

A Cano, el destino lo ha sometido a grandes presiones y decisiones sobre la marcha. Me


salto varios momentos de su trayectoria y me instalo en el actual, cuando lo agarró a
quemarropa la designación como sustituto del desaparecido Marulanda, en medio de otras

15
pérdidas para él dramáticas de hombres imprescindibles: Raúl Reyes e Iván Ríos. Y cuando
se rumora por fotos que Jojoy anda grave. Pero además, mientras el Gobierno informa que
a él mismo le respiran en la nuca siete mil soldados en el Páramo de Las Hermosas.

Quién sabe si ante estas circunstancias, Alfonso Cano hará valer más su condición de
guerrero que la de hombre de la política. Parecería que, sin prescindir de la primera, pues el
acoso es fuerte, le está dando fluidez a esta última, si nos atenemos a lo anunciado esta
semana por Luis Eladio Pérez y Carlos Lozano, en el sentido de que ya caminan hacia su
libertad cuatro secuestrados civiles de las Farc, entre ellos posiblemente Íngrid.

Semejante decisión, en medio de las adversidades que impone un cerco tecnológico casi
invencible en las comunicaciones que además él sabe no terminará sólo porque libere
cautivos unilateralmente, hacen calcular que el antiguo estudiante de Antropología ha
comenzado a desempeñar su jefatura con un estilo propio, lo que es un buen augurio.

* Cineasta y profesor de las universidades Central y Nacional.

BBC mundo. 26 Mayo 2008

¿Qué sigue ahora para las FARC? 26/05/2008

La muerte de Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda Vélez o


"Tirofijo", máximo comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia FARC, llega en el peor momento para esa organización rebelde.

En los últimos tres meses, esa guerrilla ha perdido no sólo a su fundador sino también a
Raúl Reyes, quien era el número dos en su estructura.

Además, otro de los miembros de su dirigencia, Iván Ríos, fue asesinado por su propia
tropa, y como si fuera poco, una de sus mujeres más guerreras y conocidas, "Karina",
decidió entregarse a las autoridades.

Vea anuncio de la muerte de "Tirofijo"

Además de estos golpes, los analistas consideran que el grupo se encuentra a la defensiva,
sin poder avanzar en el centro de Colombia -el corazón productivo del país, donde se
encuentran las grandes ciudades- y encallado en las zonas selváticas del sur.

En medio de todo esto, ¿qué significa la muerte de "Tirofijo", el líder histórico y además el
gran vínculo con el origen campesino de las FARC?

Obituario: Manuel Marulanda, el guerrillero más viejo


El político

16
Un primer indicio lo da el rápido nombramiento de Alfonso Cano como máximo
comandante del grupo.

Guillermo León Sáenz -nombre real de Cano- siempre ha sido considerado como un
representante del ala política de las FARC.

Es el momento para la política en las FARC, pero temo que el gobierno de Uribe no esté
dispuesto a ofrecer salidas políticas

William, lector de BBC Mundo desde Londres

Así se lo dijo a BBC Mundo el periodista Carlos Lozano, director del semanario Voz, del
Partido Comunista y gran conocedor del movimiento subversivo, quien cree que la llegada
de Cano a la comandancia y de otros guerrilleros, como Pablo Catatumbo, al Secretariado,
puede "fortalecer la parte política".

El momento de mayor relevancia de Cano vino en la década de los '90, cuando estuvo al
frente de las fracasadas negociaciones con el gobierno de César Gaviria.

Sin embargo, no figuró de manera tan prominente durante el proceso de paz con el gobierno
de Andrés Pastrana, que también fracasó.

En ese momento a Cano, como dicen algunos analistas, lo habían "mandado a combatir":
fue nombrado comandante del Bloque Central de las FARC, precisamente el que opera en
el centro del país.

Cano, un guerrillero que viene de la ciudad


Lo militar

Las FARC han sido duramente golpeadas en el gobierno de Uribe.


Por lo anterior -y por el carácter monolítico de las FARC, donde todas las decisiones
importantes son lentas y verticales- pocos esperaban un proceso de sucesión tan expedito en
caso de que "Tirofijo" muriera.

Lo que muchos anticipaban era una lucha interna entre Cano, cabeza visible de la parte
política, con Jorge Briceño -alias "Mono Jojoy"- considerado el comandante militar de esa
organización.

Si esa lucha se dio, fue rápida: este domingo, al confirmar la muerte de Manuel Marulanda,
las FARC también anunciaron el nombramiento de Alfonso Cano como su sucesor.

¿Significa esto que se abre una etapa política en la que las FARC -duramente golpeadas
durante el gobierno de Álvaro Uribe- estarían dispuestas a negociar?

17
Nadie está muy seguro. El propio Carlos Lozano se muestra dubitativo.

"Yo no quiero hacer una diferenciación arbitraria entre políticos y militares en las FARC,
porque hay momentos en que ellos priorizan lo político o lo militar", dijo a BBC Mundo.

Y agregó: "Ojalá bajo Cano (las FARC) entiendan que este es un momento para lo
político".

Futuro incierto

Algunos analistas dicen que quien realmente estaba designado como sucesor de Marulanda
era Raúl Reyes, otro líder "histórico" de las FARC y quien murió en un ataque en Ecuador
en marzo pasado.

Con el rápido nombramiento de Cano -agregan quienes conocen a ese grupo- las FARC
quieren mostrar una cohesión y capacidad de decisión que muchos han venido cuestionando
por los golpes que ha recibido en los últimos tiempos.

Raúl Reyes, también muerto en marzo, era el más probable sucesor de Marulanda.
Sin embargo, hay que agregar que, pese a los golpes militares que ha recibido, las FARC no
habían tenido tanto relieve internacional como en los últimos meses, con gobiernos
extranjeros haciendo llamados para que se reconozca su estatus beligerante, algo que
Álvaro Uribe rechaza de plano.

Lo que sí es cierto es que la muerte de Tirofijo cierra toda una etapa dentro de las FARC.

Así lo indicó el ex presidente Andrés Pastrana, quien agregó que el viejo guerrillero era "el
hombre que mantenía la unidad al interior de las FARC".

Las preguntas que surgen son múltiples:

¿Empezará a desintegrarse las FARC por la pérdida de ese factor de cohesión histórica y de
referencia autoridad que era Manuel Marulanda?

¿Habrá una revaluación de sus métodos? (secuestros, extorsiones, concentración en zonas


rurales, narcotráfico, etc)

¿Están resueltas las tensiones entre el ala militar y la política?

¿Seguirá la preeminencia los sectores que no ven conflictos éticos en utilizar dineros
originados del narcotráfico para seguir la lucha armada?

¿Estarán dispuestas a dialogar con el gobierno de Álvaro Uribe?


Las respuestas empezarán a producirse ahora que hay un nuevo líder en las FARC.

18
FARC: ¿ofensiva o escaramuzas?
BBC Mundo, Bogotá

Aún no se sabe la estrategia de las FARC bajo el mando de Guillermo León Sáenz, alias
"Alfonso Cano ".

Una serie de ataques de los últimos días, protagonizados por las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia, FARC, han generado preguntas sobre el rumbo de esta
guerrilla bajo el nuevo liderazgo de Alfonso Cano.

Las FARC dinamitaron un tramo del oleoducto Caño Limón Coveñas, el más importante
del país, que permite la exportación de petróleo a través del Caribe; atacaron cerca de
Neiva, la capital del departamento del Huila, en el sur, y tuvieron enfrentamientos en
cercanías del puerto de Buenaventura.

Una semana antes, cuatro petardos estallaron en Bogotá, y aunque se llegó a mencionar a
las FARC, no es claro que ese grupo haya sido el responsable.

¿Hay una nueva estrategia de las FARC después de los golpes que ha sufrido ese grupo en
los últimos meses?

Analistas consultados por BBC Mundo creen que los últimos episodios no permiten afirmar
que haya un cambio significativo.

"En conjunto, no parece ser una gran ofensiva. Son más acciones de presencia, para decir
'aquí estamos'. Pero, comparado con lo que hemos vivido en otras épocas, se trata de
acciones muy limitadas", dice el experto Armando Borrero, ex consejero de seguridad
nacional.

"Operaciones marginales"

Las FARC están haciendo mucho daño a través de la colocación de minas antipersonales -
que hieren y matan a militares y civiles- y el uso de francotiradores

Funcionario de la Secretaría de Gobierno de Colombia

Según Borrero, "las operaciones de las FARC han sido marginales. Es un esquema muy
disperso, de guerra de guerrillas. No han vuelto a haber emboscadas importantes, ni se han
tomado pueblos. La última vez que lo intentaron, la policía las contuvo".

Otro analista consultado por BBC Mundo, Andrés Villamizar, quien asesoró al Ministerio
de Defensa, señala que "las FARC no han podido" responder a los golpes que han recibido.

19
"No saben bien cómo responder, no han podido replantear su esquema. Estaban
acostumbradas a llevar una ventaja ofensiva", dice.

Villamizar considera que todo eso es fruto de la mayor capacidad de las fuerzas militares
colombianas, pero también de la política de recompensas y de la "desmoralización" que han
causado en las FARC la muerte de algunos de sus jefes y la deserción de otros.

"La guerrilla está replegada"

Un experto en seguridad de la Secretaría de Gobierno de Bogotá dice que no cree que las
FARC hayan sido las responsables de las cuatro pequeñas explosiones que hubo
recientemente en la ciudad y estima que esa guerrilla "está replegada".

De pronto, Cano intentará darle un cariz más político a las FARC

Armando Borrero

Sin embargo, la fuente, que habló bajo la condición de no ser citada, dijo que, en lugar de
grandes operaciones militares, las FARC están haciendo mucho daño a través de la
colocación de minas antipersonales -que hieren y matan a militares y civiles- y el uso de
francotiradores.

El ex consejero de seguridad Armando Borrero señala que aún no se sabe muy bien el
rumbo de las FARC bajo el mando de Alfonso Cano.

"Hasta ahora no se nota ningún cambio y tampoco ha habido declaraciones. De pronto,


Cano intentará darle un cariz más político a las FARC", explica.

Y mientras Villamizar afirma que si el gobierno sigue dándole golpes a las FARC, estas
podrían entrar en un proceso de debilitamiento "de no retorno", el experto de la Secretaría
de Gobierno de Bogotá toma distancia y cree que más bien hay una etapa de
"reorganización".

Al fin y al cabo, las FARC todavía tienen cerca de 10.000 hombres y mujeres en armas y es
una guerrilla con 44 años de experiencia.

Rodrigo Pardo
28/05/08

20
La transición

Lo que viene ahora, después de la muerte de ‘Manuel Marulanda’, es una etapa de


transición. Un cambio en el mando supremo que conforma un escenario en el que, en el
corto plazo, no puede haber un gran giro estratégico ni político.

Los primeros esfuerzos de ‘Alfonso Cano’ tendrán que dirigirse a consolidar su autoridad.
Y para ello necesita un discurso convincente, hacia adentro, de que no le quedan grandes
las botas de ‘Tirofijo’. Aún bajo la hipótesis de que ‘Cano’ considera que el grupo
guerrillero debe asumir una actitud más política, regresar a los secuestrados y sentarse con
el Gobierno a negociar, tiene que mantener la caña guerrerista. Demostrar que continuará y
que no rectificará los últimos pasos de ‘Marulanda’ para asegurar así su acatamiento entre
las filas como segundo comandante en la historia de 44 años del grupo insurgente. Si
además es cierto, como dicen los ‘farcólogos’, que ‘Cano’ representa la línea política y que
la militarista la encabeza ‘Jojoy’, tendrá que fortalecer sus credenciales como un halcón
para blindarse de la macartización como paloma.

De modo que no hay que hacerse grandes ilusiones sobre un gran cambio. Tampoco lo
habrá en el Gobierno –como lo demuestran las duras declaraciones con las que los
Ministros de Defensa y del Interior reaccionaron al nombramiento de ‘Cano’– justo cuando
a diestra y siniestra se alaban y se reconocen los éxitos de la seguridad democrática. ¿Por
qué modificar lo que está funcionando? Por ahora, los familiares de los secuestrados
tendrán que esperar a que se consolide la nueva estructura.

Pero así como en el corto plazo no pueden esperarse grandes cambios, a la larga es poco
probable que todo siga igual. Las Farc, según revela uno de los últimos correos que
‘Marulanda’ le envió a ‘Raúl Reyes’, no han logrado recuperarse del enorme costo político
que les causó la mamadera de gallo en las conversaciones del Caguán. Están recibiendo las
peores derrotas militares de su historia y sus aliados externos cada vez están más distantes.
Bajo semejantes circunstancias, la congelación de la situación actual es muy poco probable.
Se abren tres escenarios posibles.

El primero, el de unas Farc empeñadas en seguir exactamente la misma línea equivocada


que diseñó ‘Tirofijo’ en los últimos años. Utilizar a los secuestrados para abrirse una
interlocución internacional, un repliegue táctico militar, y el sostenimiento de cerca de
10.000 hombres con el dinero del narcotráfico y eventuales aportes del exterior. Esta
opción, la de la continuidad, prolongaría y profundizaría las derrotas militares y el desgaste
político.

Una segunda hipótesis es que la cúpula renovada no logre afianzarse y se acelere la


atomización. Con frentes tan diversos –por las regiones donde operan, sus ingresos, su
relación con el narcotráfico–, la famosa ‘federación’ explota. El Gobierno podría adoptar
políticas selectivas frente a cada uno, según su realidad y naturaleza. ¿Diálogos locales?
¿Desmovilizaciones parciales? Las Farc perderían su dimensión nacional para convertirse
en expresiones puramente provinciales.

La tercera posibilidad es un proceso de erosión y descalabro paulatino de las Farc. Algo

21
comparable a lo que le ocurrió al Eln después de la otra muerte natural –por hepatitis– del
cura ‘Manuel Pérez’. Las Farc entrarían en una etapa de vacas flacas, caracterizada por la
división interna, actitudes erráticas frente a la negociación y pérdida de capacidad
operativa. No desa-parecerían pero tampoco podrían recuperar la dimensión que llegaron a
tener en los 90 y ocupar un lugar prioritario en la agenda pública.

Las tres opciones son negativas para las Farc. Al fin y al cabo, las puertas de la nueva etapa
fueron abiertas por los durísimos golpes de la seguridad democrática, la ayudita de la
naturaleza y la torpeza con que ‘Manuel Marulanda’ desperdició la oportunidad de negociar
la paz en el Caguán.

ANÁLISIS

¿Y ahora qué va a hacer Cano?


Ni en lo militar, ni en lo político, ni siquiera en la moral
de sus propios hombres, las Farc tienen posibilidad para
reaccionar a la embestida del Estado. Aun así, se
requiere una alta dosis de audacia política para lograr el
final de este grupo guerrillero.
Fecha: 06/28/2008 -1365
Con apenas un mes de estar al mando de las Farc, Alfonso Cano acaba de recibir un golpe
demoledor. Con el rescate de Íngrid Betancourt, los tres contratistas estadounidenses y 11
miembros de la fuerza pública, quedó expuesta la absoluta debilidad en la que se encuentra
la otrora "invencible" guerrilla más vieja del mundo.

Era difícil superar los contundentes golpes que este grupo insurgente había recibido en los
últimos meses. En lo militar, la muerte de 'Raúl Reyes' y el hallazgo de sus computadores
con información clave de este grupo. Luego, la muerte 'Iván Ríos', también miembro del
Secretariado, y los operativos del Ejército contra mandos clave en el negocio del
narcotráfico como el 'Negro Acacio', y en el secuestro, como 'Martín Caballero', a quienes
dio de baja, entre muchos otros operativos.

En lo político, el grupo cada vez más se enfrenta a una opinión pública más indignada y con
menos temor a salir a las calles para protestar y vociferar contra la lucha
seudorrevolucionaria. Sólo el pasado 4 de febrero más de cinco millones de personas
salieron en todo el país a gritar: "No más Farc". UBLICIDAD

En lo sicológico, la moral de sus combatientes está cada vez más baja, lo que se evidencia
en el creciente número de desmovilizados, incluso de importantes mandos, como el caso de
'Karina'. Y como si lo anterior fuera poco, la súbita muerte de Manuel Marulanda, el mito

22
fundacional y el hombre que encarnaba la esencia de su lucha campesina, dejó sin norte ni
rumbo a muchos combatientes y mandos medios que ya se están haciendo muchas
preguntas o simplemente están desesperados por los avatares de una guerra sangrienta que
en la selva húmeda se vuelve insoportable.

Incluso en la comunidad internacional, en donde lograron sus más recientes victorias al


tener una gran vitrina a finales del año pasado, cuando liberaron a varios secuestrados,
tuvieron varios reveses como el del niño Emmanuel -donde se terminó desenmascarando un
engaño de las Farc- o con la información contenida en el computador de Raúl Reyes que
revelaba el verdadero modus operandi de esta guerrilla y que fue conocido por la
comunidad internacional. Sólo se mantenían firmes el presidente de Venezuela, Hugo
Chávez, y el de Francia, Nicolas Sarkozy.

De ahí que perder de sus garras a este grupo de secuestrados es una bofetada al
Secretariado, y en especial a Cano, que se queda sin Íngrid, la principal carta que tenía para
buscar el posicionamiento del grupo que recién comienza a comandar.

En el terreno militar, los hombres de las Farc están aislados y con comunicaciones muy
esporádicas, a tal punto, que no tienen cómo saber las directrices de sus jefes, y son presa
de engaños y manipulaciones como el que permitió la liberación de Íngrid. Es difícil que
puedan escapar del desánimo con lo vivido en este esperanzador episodio, y más con el
anuncio del Ministro de Defensa sobre la infiltración del círculo cercano al Secretariado.
Este cuadro se empeora con un pueblo en contra y envalentonado contra la constante
barbarie de las Farc. Hace unas pocas semanas una encuesta realizada por Gallup daba
cuenta de cómo el 75 por ciento de la población cree que es posible derrotar a las Farc.

El respiro que habían logrado con la intermediación internacional por los secuestrados
también se reducirá notablemente, por no decir que desaparecerá. Íngrid era quien tenía en
el tema a Francia; los contratistas mantenían el interés de los gringos, que, aunque siempre
cautos, son un factor determinante, y Venezuela se quedaría junto con los llamados países
amigos, abogando por un grupo que, por duro que suene, despierta menos audiencia en la
comunidad internacional y en la opinión pública.

Esta nueva era de las Farc se perfila muy corta, comparada con la larga época que tuvo en
manos de 'Tirofijo'. No hay duda de la superioridad del Estado y la debilidad de la guerrilla.
Pero aun si es crudo y realista el diagnóstico, no es el fin de las Farc.

Todo está dado para que ahora sí se dé el anunciado "comienzo del fin". Y acá es donde
este grupo buscará dar su último gran pulso, su reacción militar, antes de ser reducidos aun
más en la batalla, o de claudicar en una negociación política.

Es muy probable que el carácter de Alfonso Cano y la indignación que le causó un


operativo como el vivido lo lleven a buscar radicalizarse aun más en lo militar y tratar de
demostrar que no están agonizando. Es de esperar entonces que las Farc acudan a actos
sencillos de realizar, que impliquen gran capacidad ofensiva y operativa -que no tienen- y
que generen un impacto sicológico en la opinión pública, como actos terroristas o
secuestros selectivos de personalidades. Igual algunos pocos cientos de hombres en armas

23
son una amenaza real en cualquier lugar del mundo. La ETA en España, por ejemplo, es un
grupo terrorista que no llega a 300 hombres, pero nadie desconoce su capacidad para
desestabilizar una democracia tan sólida como la del país ibérico. Con esta fórmula Cano
buscará ganar tiempo para consolidar su mandato como jefe supremo de este grupo. Pero
tiene el tiempo en contra.

De ahí que pese al entusiasmo de la noticia, es un error que el país sienta que con esta
liberación, el tema de las Farc quedó chuleado o superado. Es importante sentirse
optimistas cuando la sicología es un factor determinante en cualquier guerra, pero no es
sano que la sociedad se obnubile al pensar sólo con el deseo.

Quizás es el momento para que el gobierno en cabeza del presidente Álvaro Uribe haga uso
de la audacia con la que ha sorprendido al país en más de una oportunidad, y aproveche este
buen momento para crear un escenario que permita buscar una salida política por medio de
una presión militar. Es llevar a las Farc a un punto en el que se den cuenta de que pueden
ganar más en una claudicación militar con salidas políticas, que una la perpetuación de una
espiral de violencia que sólo significará un mayor derramamiento de sangre que Colombia
no merece.

OPINIÓN

El debut de Cano
Las Farc no están acabadas, pero están en ese ineluctable
camino. La clave está en perseverar, en que los
ciudadanos y el gobierno mantengan una posición de
firmeza contra el terrorismo y no caigan en la trampa de
la “solución negociada al conflicto social y armado”.
Por Rafael Guarín
Fecha: 07/14/2008 -
En la película “Soñar no cuesta nada”, al encontrar la “guaca” de las FARC, un soldado
exclamó: “¡Yo creía que el Mono Jojoy era un HP! Pero, no… ¡es un huevón!” La frase
parece describir lo que piensa medio mundo, no sólo de Jojoy, sino también de Alfonso
Cano, a propósito del inimaginable rescate de Ingrid Betancourt, de once heroicos
miembros de la fuerza pública y de tres norteamericanos.

No obstante el monumental ridículo de Cano y compañía, la Operación Jaque no es


estupidez fariana. Tampoco lo fueron las muertes del Negro Acacio, JJ, Martín Caballero,
Raúl Reyes e Iván Ríos. Igual pasa con la captura de Martín Sombra, la entrega de Karina y
los resultados de los primeros cinco meses de 2008: se desmovilizaron 1427 integrantes de
organizaciones al margen de la ley, se efectuaron 1098 capturas y 651 terroristas fueron
abatidos.

24
Esos y otros resultados llevan a que sea equivocado ver en las Farc una sola organización.
El quiebre de comando, control y comunicaciones de la guerrilla; su inmersión en el
narcotráfico; el debilitamiento ideológico y las alianzas con bandas emergentes las amenaza
con la implosión. Nada de eso ocurre por azar. Es efecto de la persistencia de la
administración Uribe y del respaldo permanente de los ciudadanos a la Política de
Seguridad Democrática. También, de la tenacidad y templanza de las Fuerzas Militares y de
la acertada conducción política del gobierno.

Aunque el debut de Cano se tradujo en este devastador golpe que hace añicos el juego de
chantaje de las FARC y la lógica del terrorismo que subyace al secuestro y a la consigna
del acuerdo humanitario, son varias las razones para no caer en triunfalismos.

En primer lugar, las Farc cuentan con alrededor de 8.000 miembros y mantienen importante
capacidad destructiva. Están pensando en cómo emplearla para devolver los embates. La
decisión de aguantar la ofensiva estatal y preservar fuerzas las llevó en la práctica a
desmovilizar muchos guerrilleros y a camuflarlos en la población. Se trata de colocar sus
unidades fuera del alcance de las operaciones militares, mientras se crean las condiciones
para pasar a la ofensiva.

Su principal fuente de financiación se mantiene. El narcotráfico provee los recursos


necesarios para aceitar el aparato bélico y procurar nivelar la ventaja que le lleva la fuerza
pública. Gracias a esos ingresos es posible la compra de armas antiaéreas o el patrocinio de
acciones terroristas de gran envergadura.

Además, los cultivos ilícitos produjeron una muchedumbre cocalera que las Farc no logran
representar, pero que es cantera de nuevos militantes y apoyos. Para algunos de éstos el
Estado encarna al enemigo. El tema no se debe subestimar. El controvertido censo de
cultivos de coca, presentado por Naciones Unidas, estima que unos 80.000 hogares y unas
382.559 personas estuvieron involucrados en esa actividad durante 2007.
Junto a esto, la alianza de frentes guerrilleros con bandas emergentes al servicio de
narcotraficantes en Vichada, Urabá, Bolívar, Córdoba, Meta, Guaviare y Guanía plantea
otro obstáculo: a los mafiosos les conviene que no se disuelvan las Farc, al igual que a los
circuitos financieros internacionales que mueven los millones de dólares generados por el
negocio. Doblegar la voluntad de lucha de la guerrilla pasa por combatir esos grupos y
enfrentar a quienes se benefician del lavado de activos. De no hacerlo, simplemente la
“función” de las Farc la cumplirán nuevas organizaciones criminales.

Si bien en algunas regiones las guerrillas son auténticas congregaciones de traquetos, se


debe reconocer que en otras zonas existen en la comunidad creencias, construidas durante
más de medio siglo de la mano del Partido Comunista, que justifican la violencia y
repudian al Estado. A pesar de ser casos excepcionales, es suficiente para que sean refugios
y bases de reclutamiento.

Finalmente, dos elementos adicionales le ayudan a Cano. La complicidad de la revolución


bolivariana le brinda una retaguardia estratégica y una vanguardia política. Empero, las
consecuencias del rescate y de las computadoras incautadas a Raúl Reyes dan al traste

25
temporalmente con la diplomacia fariana y con la maniobra del llamado “Grupo
Contadora”. Igualmente, apuntaron los reflectores sobre Chávez, Correa y Ortega,
restringiendo su posibilidad de acción. La caída de las caretas tiene a su estratagema
internacional a apunto de colapsar tanto en América Latina, Estados Unidos y Europa y a
algunos de sus protagonistas a un paso de la judicialización.

Y, segundo, la falta de unidad de los partidos políticos alrededor de la Seguridad


Democrática y de su continuidad después de las elecciones presidenciales de 2010 estimula
a las Farc a prolongar su agonía y a aprovechar las contradicciones propias de la lucha
democrática. El desvencijado Secretariado, más formal hoy que real, tiene la esperanza de
que el próximo gobierno cambie a su favor el escenario. Es la lección aprendida durante
medio siglo.

Las Farc no están acabadas, pero están en ese ineluctable camino. La clave está en
perseverar, en que los ciudadanos y el gobierno mantengan una posición de firmeza contra
el terrorismo y no caigan en la trampa de la “solución negociada al conflicto social y
armado”. Tal como están las cosas, no hay con quién negociar ni qué negociar. El
ofrecimiento a Cano y Jojoy debe ser el sometimiento a la justicia, la verdad y la
reparación.

Lo otro, camaradas, es soñar. Pero, al fin y al cabo, soñar no cuesta nada.

Muerte de “Manuel Marulanda”

portada

¿Cuál le hizo más daño a Colombia?


Antonio Caballero traza las vidas poco paralelas de
'Tirofijo' y Pablo Escobar; y las tragedias que sembraron
en el país.
Fecha: 06/14/2008 -1363
Se ha querido equiparar a Manuel Marulanda, 'Tirofijo' y a Pablo Escobar, el 'Patrón';
comparándolos con las dos pinzas de una misma tenaza del Mal; los dos mayores enemigos
del Estado colombiano, a la vez que dos de los colombianos más influyentes del último
medio siglo. Otros podrían ser, aunque del lado del Bien, claro, un magnate de la industria
y los negocios como Julio Mario Santo Domingo o un dirigente político como Alfonso
López Michelsen; y, al paso que van las cosas, un presidente vitalicio como Álvaro Uribe.
En cambio, y dado que se trata de influencia y no de fama o de talento, quedarían por fuera
personajes como el pintor Fernando Botero o el escritor Gabriel García Márquez, la
cantante Shakira o el futbolista Pibe Valderrama.

26
Y sí, no cabe duda de que tanto Escobar como Marulanda han dejado una muy honda huella
en la historia de Colombia, y lo hicieron ambos desde la trasgresión violenta de las leyes y
el enfrentamiento con las autoridades constituidas; uno y otro son responsables de mucha
sangre derramada dentro del ancho abanico de las violencias colombianas. Pero se trata de
dos casos muy distintos.

Pablo Escobar, el inmensamente rico (séptimo millonario del mundo, lo llamó la revista
especializada Forbes en los años 80) e implacablemente poderoso narcotraficante fundador
del cartel de Medellín, llegó a poner de rodillas al gobierno, al aparato de la justicia y al
parlamento colombianos; hasta el punto de que, mediante el soborno y el asesinato ("la
plata y el plomo", como se decía en esos años) cambió leyes, se inmiscuyó en la redacción
de la nueva Constitución (del 91), financió campañas electorales, (desde el 82) creó el
primer grupo narcoparamilitar (el MAS, en asociación con los hermanos Ochoa, en el 81),
y puso a su servicio por temor o por agradecimiento a magistrados, dirigentes políticos,
periodistas, reinas de belleza, deportistas, oficiales de la Policía y del Ejército, jerarcas de la
Iglesia católica. Lo hizo matando a cientos, tal vez miles de personas. Jueces, policías,
políticos, periodistas, sin contar a muchos de sus rivales en el negocio del narcotráfico y a
muchísimos simples transeúntes en los numerosos atentados con carros-bomba del
narcoterrorismo: el del edificio del DAS, el del avión de Avianca. Entre sus víctimas más
notables figuran el candidato presidencial, y si hubiera vivido presidente en el período 90-
94, Luis Carlos Galán; el director del diario El Espectador Guillermo Cano, el ministro de
Justicia Rodrigo Lara, el procurador general Carlos Mauro Hoyos, el comandante de la
Policía Valdemar Franklin Quintero. Lo hizo, también, secuestrando a varios: la hija del ex
presidente Turbay, Diana, muerta en la tentativa de rescate; el hijo del ex presidente
Pastrana, Andrés, futuro presidente él mismo; el hijo del dueño de El Tiempo Hernando
Santos, Francisco, futuro vicepresidente, por citar sólo a tres.

En poco más de 15 años -murió a los 44, víctima de una alianza heterogénea de sus muchos
enemigos y ex amigos: narcos, policías, paramilitares, la DEA norteamericana- la frenética
actividad delincuencial de Pablo Escobar produjo resultados catastróficos para Colombia
que a 15 años de su muerte todavía perduran: la narcopara-política, el narcoterrorismo, el
narcosicariato. Todavía hoy Escobar genera noticias y es tema para libros, más numerosos
que los que se haya escrito sobre cualquier otro colombiano del siglo XX. Y en términos
internacionales sigue siendo la más conocida imagen representativa de Colombia, por
delante del personaje publicitario cafetero Juan Valdez y de algunos de los de carne y hueso
que mencioné más arriba: García Márquez (que escribió un libro sobre sus andanzas,
Noticia de un secuestro), o Fernando Botero (que le hizo un retrato póstumo representando
su muerte a balazos en los tejados de Medellín).

Escobar fue un hombre odiado y temido, respetado y admirado: El 'Patrón'. Pero desde que
se conoció el origen de su enorme fortuna perdió su aureola de héroe popular, de 'Robin
Hood paisa', y fue tenido siempre por un criminal común y un vulgar asesino, un
delincuente que empezó robando lápidas mortuorias en el cementerio de Envigado y a
fuerza de astucia y de desaforada violencia se convirtió en el más grande narcotraficante del
siglo XX (ya iremos viendo qué pasa en el XXI). Su relación con la política, en términos
estrictos, fue marginal: representante suplente y fugaz a la Cámara, financiador interesado

27
de campañas políticas, negociador fallido de pactos entre los narcotraficantes y el Estado
colombiano a cambio de la garantía de no extradición. Sus únicos contactos directos con
altos representantes del establecimiento fueron los de esa fallida negociación (con el ex
presidente López Michelsen y el entonces procurador Carlos Jiménez Gómez, enviados del
gobierno de Belisario Betancur) en el 84; y luego, en el 91, con el famoso telepredicador
Rafael García Herreros para la ceremonia (pues fue una ceremonia) de su fingido
"sometimiento a la justicia". Y finalmente con un viceministro de Justicia, al cual secuestró
en su cárcel privada de La Catedral cuando decidió salir de allí, temeroso de verse
traicionado por las autoridades hasta entonces cómplices o amedrentadas. No le faltaba
razón. Hasta el gobierno norteamericano, que nunca había privado de la preciada "visa
USA" ni a él ni a sus allegados, participó en la alianza de policías y delincuentes que le dio
muerte, enviando a colaborar con los 'Pepes' del cartel de Cali, los paramilitares de Carlos
Castaño y el Bloque de Búsqueda de la Policía colombiana, a sus comandos especiales los
Navy Seals y la Delta Force.

La biografía de Manuel Marulanda, 'Tirofijo', fundador de las Farc, es mucho más larga y
matizada. Si Escobar fue un criminal común que, por lo descomunal de su negocio, llegó a
tener influencia sobre los políticos y la política, Marulanda fue de principio a fin un
delincuente político: un alzado en armas cuya organización político-militar, las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), acabó cometiendo lo que en términos
jurídicos se llaman "delitos conexos": narcotráfico, extorsión y secuestro. Delitos que, por
"conexos" que sean, las han corrompido moralmente y desprestigiado políticamente; pero
no les han quitado su carácter de fuerza política, que sólo el actual gobierno de Álvaro
Uribe se ha negado (a ratos) a reconocer. Así, el de Belisario Betancur firmó con ellas un
pacto de cese al fuego en 1984. Bajo el de Virgilio Barco se desarrolló, y a continuación
fue exterminada, la Unión Patriótica, el partido político sin armas creado por las Farc, que
había llegado a tener una docena de congresistas y cientos de concejales en el país. El de
César Gaviria las invitó a formar parte de la Asamblea Constituyente en el 91, aunque el
día mismo de las elecciones bombardeó el campamento de sus jefes (Marulanda y Jacobo
Arenas): la famosa Casa Verde del cañón del río Duda que el propio Gaviria había
conocido de visita, como docenas de otros dirigentes políticos, durante la tregua de
Betancur. El de Ernesto Samper abrió conversaciones con ellas en Caracas y en Tlaxcala y
llegó a acuerdos de canje entre presos de la guerrilla y soldados y policías capturados por
ellas. El de Andrés Pastrana, en fin, les entregó en prenda de confianza la inmensa "zona de
despeje" del Caguán para adelantar negociaciones durante más de tres años y las presentó
oficialmente ante el mundo como organización política legítima, aunque después Pastrana
haya pretendido haber hecho exactamente lo contrario: conseguir que se la considerara una
organización meramente criminal, al amparo de la nueva cruzada desatada por los ataques
terroristas islámicos contra los Estados Unidos, según la cual todos los terrorismos son
iguales entre sí y el terrorismo universal es uno solo. Únicamente Uribe ha querido privar a
las Farc de su dimensión política alegando el pretexto extravagante de que, como en
Colombia no existe ningún conflicto, quien se levante en armas contra el Estado es un
simple bandolero.

Ya en su primera juventud, cuando todavía militaba en el partido liberal dentro de la


tradición colombiana de las adhesiones hereditarias, era Manuel Marulanda un alzado en
armas de naturaleza política: miembro de las guerrillas liberales que organizaron

28
autodefensas campesinas contra la persecución de los 'pájaros' y los 'chulavitas' de los
gobiernos conservadores. Cuando otros grupos entregaron las armas tras el golpe militar de
Rojas Pinilla, el de los hombres de 'Tirofijo' no lo hizo. Pero no para volverse bandidos,
como otros: sino porque se habían vuelto comunistas (y fue entonces cuando Pedro Antonio
Marín cambió su nombre por el alias de 'Manuel Marulanda', un dirigente obrero comunista
asesinado en la cárcel). Precisamente a su condición de comunistas, sospechosos de estar
organizando una "república independiente" en la región de Marquetalia, se dio contra ellos
la primera gran batida militar en 1964, durante el gobierno de Guillermo León Valencia, el
"Presidente de la paz". Un bombardeo del cual salieron 'Tirofijo' y unas pocas docenas de
combatientes a fundar en las selvas del Caguán las Farc, ya bajo ese nombre y con el
respaldo ideológico y económico del Partido Comunista, por entonces ilegal pero no por
eso menos político, apoyado a su vez en el plano internacional por la Unión Soviética
dentro del contexto de la Guerra Fría.

Ese carácter político no impidió, por supuesto, que fueran debidamente judicializadas, es
decir, criminalizadas, las acciones armadas de las Farc. Tal vez la primera por la que su jefe
Marulanda fuera juzgado y condenado (en ausencia) fue el asalto a un bus en el cual
murieron dos monjas, en los años 60. Y tampoco implica tal carácter que no fueran
auténticamente criminales (aunque con la intención política de sostener un aparato armado)
delitos "conexos" como el boleteo, la vacuna, el secuestro extorsivo, y a partir de los años
80, el narcotráfico. Pero eso no ha sido obstáculo a su vez para que la naturaleza política de
las Farc haya seguido siendo reconocida por gobiernos tan distintos como el de izquierda de
Hugo Chávez en Venezuela y el derechista de Nicolás Sarkozy en Francia, pasando por los
de los "países amigos" (España o Suiza) que ofrecen sus buenos oficios para abrir
conversaciones entre ellas y el gobierno de Colombia. Es reciente, y provocada no sólo por
la doctrina reiterada (aunque cambiante) del gobierno de Uribe, sino sobre todo por la
creciente fatiga de la población civil entre los excesos de los guerrilleros de las Farc, la
tendencia a considerarlos sólo bajo su aspecto de malhechores y bandidos.

Por otra parte, y volviendo a la comparación del principio, ni Manuel Marulanda ni Pablo
Escobar son ejemplares únicos sui generis, y tampoco lo son sus respectivas guerras contra
el Estado colombiano. Son ambos solamente empresarios en el sentido más directo de la
palabra, particularmente exitosos, cada cual en su empresa. En el último medio siglo se han
armado en Colombia más guerrillas que las Farc de Marulanda. La del ELN, por ejemplo,
es tan antigua como ellas, y continúa en activo, tanto en el combate como en el secuestro -y
también en las negociaciones políticas. Y han existido el EPL, el M-19, el Quintín Lame...
En el narcotráfico han actuado carteles distintos del de Medellín encabezado por Escobar:
el de Cali fue igualmente poderoso, y tras el desmantelamiento de los dos ha surgido una
docena más que han heredado el negocio. Porque, aunque sea una obviedad y los
colombianos estemos cansados de oírla, el hecho es que tanto Escobar como Marulanda, al
margen de sus talentos y de sus defectos individuales, son hijos de la sociedad y de las
circunstancias. Ninguno de los dos creó su empresa de la nada, ex nihilo, como dicen que
Dios hizo la suya. Vienen de lo que había.

Las guerrillas vienen de la inequidad económica y social, de la persecución de los


gobiernos conservadores en los años 50, y luego de la política excluyente del Frente
Nacional, que pretendió resolver burocráticamente (mediante la alternación y la paridad

29
entre liberales y conservadores) los problemas políticos, sin tocar los sociales: e inclusive
agravándolos, particularmente el de la distribución de la tierra, causa muy importante de la
violencia rural. El narcotráfico viene del consumo masivo de las drogas prohibidas, y de su
prohibición, que hace rentable el negocio y en consecuencia poderosas a las mafias que, por
ser ilegal, lo manejan.

Y es por eso que las muertes de Escobar y de Marulanda no alteran las cosas: porque el
fondo de las cosas no ha cambiado, y la desaparición física de dos de los protagonistas no
pasa de ser anecdótica. La muerte violenta de Pablo Escobar recién cumplidos los 44 años
en 1993, la muerte natural de Manuel Marulanda a punto de cumplir los 80 en 2008, lo
dejan todo igual. Con la de Escobar ya se ha visto de sobra: cada seis meses se especula
sobre quién es el nuevo heredero del difunto capo (¿los Rodríguez? ¿'Chupeta'? ¿'Jabón'?
¿'Don Berna' ), y cada año se anuncia que la producción, el tráfico y el consumo han
crecido en un 15 o en un 20 por ciento. Porque Escobar no creó el negocio, aunque llegara a
dominarlo por un tiempo. Con la de Marulanda sucederá lo mismo. La guerrilla sólo
desaparecerá, o cambiará, si cambian las condiciones objetivas del país. Tanto las que la
generaron (inequidad, etcétera), como las que han hecho que resulte imposible eliminarla:
entre ellas la existencia del narcotráfico, que hoy contribuye a alimentarla, y la inoperancia
del Ejército. La cual está cambiando, en parte por el inmenso crecimiento del gasto militar
(el gobierno actual dedica a la seguridad casi el 6 por ciento del producto interno bruto del
país), y en parte por contribución de los Estados Unidos, representada en el Plan Colombia
de los tiempos de Pastrana y su sucesor el Plan Patriota de la época de Uribe. Pues resulta
por lo menos paradójico que ahora vengan los Estados Unidos a ayudar a resolver los
problemas que ayudaron a provocar: el del narcotráfico con la prohibición, y el de la
guerrilla con el anticomunismo.

Regalitos del Imperio.

Algunos opinan que...

Fecha: 06/14/2008 -1363

ANTANAS MOCKUS.

Ex candidato presidencial

Creo que Pablo Escobar hizo el mayor daño porque él usó el terrorismo para modificar la
Constitución Nacional, lesionar la voluntad de la sociedad, matar a los precandidatos como
Galán y lograr que la extradición no fuera aprobada. Escobar le torció el pescuezo a la
voluntad popular a punta de violencia.

ARMANDO BORRERO. Académico

30
Ambos hicieron daño: Manuel Marulanda creó una guerra inútil, sangrienta y costosa que,
en lugar de lograr objetivos políticos, causó dolor y perversidad. Pablo Escobar trajo la
violencia terrorista a las ciudades y golpeó la conciencia de los centros de poder políticos.
Sin embargo, hubo otra persona que también le hizo daño al país y ese fue Laureano
Gómez, pues no calculó el alcance de sus palabras en una época en la que aún la gente les
creía a sus dirigentes y con su discurso “llegaremos hasta la acción intrépida y al atentado
personal”, inauguró una pedagogía de la violencia que enardeció a las masas y agudizó el
sectarismo.

CÉSAR GAVIRIA.

Ex presidente de la República

Escobar y Marulanda han sido las dos personas que más daño le han hecho a Colombia.
Escobar fue un capo que creó un imperio basado en el narcotráfico y cometió los peores
actos de terrorismo. Sus acciones tuvieron más impacto que las de las Farc, pero era más
vulnerable. Manuel Marulanda comandó una guerrilla que luego se convirtió en un cartel
del narcotráfico y una organización terrorista; una estructura que derivó en actos de
barbarie, a la que no le bastó el secuestro y la tortura. Al momento de morir, Marulanda ya
había perdido todo sentido de humanidad.

GUSTAVO PETRO: Senador

Pablo Escobar le hizo más daño al país, pues fue un criminal con poder político y con la
capacidad de desestabilizar el Estado. Su accionar criminal generó una descomposición
moral de la sociedad pobre de Medellín por su manejo del Estado y su dinero. Lo peor es
que hoy no queda un Pablo Escobar, sino 100 con mayor capital económico y poder
criminal representado en los narcos actuales.

RAFAEL PARDO. Precandidato

Creo que no es una comparación que se pueda hacer, los dos fueron muy negativos tanto
por ser generadores de violencia como por la influencia nefasta que tuvieron en la sociedad.
Pablo Escobar distorsionó los valores de la juventud al mostrar la ilegalidad como
mecanismo para alcanzar objetivos. ‘Tirofijo’ hizo alarde de una violencia que pretendía
ser justa a través de argumentos políticos, pero al final de cuentas lo que vivió fue una vida
larga y fracasada, pues sólo causó dolor.

31
MARÍA VICTORIA URIBE. Académica

Me parece incorrecto comparar a Escobar con Marulanda, pues el primero fue un criminal
en todo el sentido de la palabra. Aunque no estoy de acuerdo con la terrible degradación de
las prácticas de la guerrilla, la gente ha olvidado que es un grupo que empezó como un
movimiento campesino en la década del 60. Pablo Escobar claramente perteneció al mundo
del hampa y su peor legado fue la violencia de las bombas y los contravalores que dejó en
los jóvenes. Pero la lista de personajes que causaron dolor es larga: ‘Sangrenegra’, ‘Efraín
González’, los paramilitares, los capos del norte del Valle y la lista continúa hasta hoy.

OPINION

¿Tendrán las Farc un final como el de


Sendero Luminoso?
La muerte de Pedro Antonio Marín, Manuel Marulanda,
como lo fue la captura de Abimael Guzmán en Perú, es
un golpe decisivo para las expectativas de supervivencia
de las Farc.
Por Román D. Ortiz*
Fecha: 05/28/2008 -
El liderazgo es un factor misterioso al mismo tiempo que determinante en el desarrollo de
una campaña militar. Ciertamente, tiene que ver con la estructura formal de la fuerza en
operaciones y con las atribuciones del comandante para conducirla en la batalla. Pero
además, está condicionado por otros ingredientes menos tangibles, pero igualmente
importantes como la confianza de los subordinados en sus jefes o los lazos invisibles que
los hombres tejen con sus superiores en la línea de fuego.

Dicha combinación de organización y psicología determina si un grupo de combatientes


seguirá la orden de continuar resistiendo por encima del límite del aguante humano o por el
contrario se desmoronará a la primera enbestida del enemigo.

La historia está llena de ejemplos de cómo buenos o malos líderes han empujado a sus
tropas a la victoria o las han condenado a la aniquilación. Ahí está el caso del general Giap
forzando al Viet Cong a resistir la enorme presión militar de Estados Unidos hasta provocar
su agotamiento. De igual modo, se puede contar en el otro extremo la temeridad suicida de
Ernesto Guevara conduciendo a un puñado de radicales a un callejón sin salida en las selvas
bolivianas. Es precisamente este valor estratégico inexplicable pero indiscutible del
liderazgo el que convierte la muerte de Pedro Antonio Marín, Manuel Marulanda, en un
golpe decisivo para las expectativas de supervivencia de las Farc.

32
Para entender el impacto de la desaparición de Marulanda, se hace necesario recordar la
coyuntura estratégica por la que atraviesan las Farc. Varios factores se han combinado para
erosionar la cohesión interna de la organización. Para empezar, las unidades de la guerrilla
se ven obligadas a operar de forma dispersa para evitar su localización por la Fuerza
Pública. Como consecuencia, la capacidad de la dirección del grupo para controlar sus
fuerzas dispersas resulta cada vez menor.

Al mismo tiempo, el grado de convicción política y formación militar de los mandos


guerrilleros se ha degradado a medida que un buen número de los líderes más
experimentados han sido dados de baja o han optado por la desmovilización. En este
contexto, las comunicaciones entre las distintas estructuras de la organización se han hecho
cada vez más difíciles debido a que el uso de las radios está limitado ante el riesgo que sus
emisiones sirvan para ubicar los campamentos guerrilleros.

Bajo estas circunstancias, no resulta relevante si Marulanda era el artífice o no de las


directivas que recibían los frentes. Lo verdaderamente importante del papel del extinto líder
la organización era que su firma legitimaba las órdenes impartidas a los combatientes.
Dicho de otra forma, para los militantes de las Farc, las comunicaciones de la dirección de
la guerrilla se convertían en decisiones inapelables porque venían refrendadas por la firma
del fundador del grupo. Dado que nadie entre los nuevos miembros del Secretariado
disfruta del mismo liderazgo indiscutido de Marulanda, resulta claro que de ahora en
adelante las órdenes serán mucho más cuestionables para aquellos que las reciban. En
consecuencia, las posibilidades de divisiones y disidencias dentro de la guerrilla prometen
crecer de forma exponencial. Es decir, el camino para la fragmentación está abierto.

Desde esta perspectiva, el impacto estratégico de la muerte de Manuel Marulanda después


de haber reinado sobre las Farc durante más de cuatro décadas debería ser comparado con
el arresto de Abimael Guzmán en su calidad de líder de la guerrilla peruana de Sendero
Luminoso en 1992. Desde luego, existen enormes diferencias entre Sendero y las Farc. La
organización armada peruana se articulaba en torno al culto a la personalidad de su máximo
líder mientras contaba con una capacidad militar relativamente limitada. En cambio, las
Farc se han estructurado en torno a una dirección colegiada que se ha apoyado en una
potente estructura armada.

Sin embargo, hay dos factores que asemejan el escenario estratégico confrontado por
ambos grupos en el momento de la salida de escena –por arresto o muerte– de sus
respectivos líderes. Para empezar, Sendero y las Farc enfrentaban una situación político-
militar crítica cuando sus líderes desaparecieron. Por otra parte, tanto Abimael como
Marulanda habían sido los fundadores de sus respectivos grupos armados. En consecuencia,
su desaparición presentaba el reto organizativo y psicológico de reemplazar al “padre” de
ambas organizaciones terroristas.

La semejanza entre los dos casos anima a mirar el desenlace de Sendero como un modelo
de cuál podría ser el oscuro futuro de las Farc. El desmoronamiento del grupo terrorista
peruano fue el resultado de las fracturas de la organización que vinieron acompañadas de
un proceso de desmovilización masivo. De este modo, la guerrilla terminó colapsando sin

33
que se produjese una negociación política entre el gobierno de Lima y el grupo armado.
Hoy Sendero Luminoso todavía existe. Reúne entre 400 y 500 combatientes concentrados
en las zonas más remotas de Perú. Pero eso es algo que no importa a la mayoría de los
ciudadanos peruanos para los cuales la amenaza senderista es solo un mal recuero. Tal vez
ese sea el futuro que espera a las Farc.

Román Ortiz es coordinador del Área de


Estudios de Seguridad y Defensa de la
Fundación Ideas para la Paz.

Tras la muerte de Marulanda descargar versión


Medófilo Medina :: ver perfil del autor completa
imprimir
enviar a un amigo

Según el comunicado-discurso que leyó Timochenco, Marulanda falleció el 26 de


marzo de 2008. Las FARC surgieron con Marulanda pero es claro que le
sobrevivirán por largo tiempo. Será una organización notablemente diferenciada de
aquella que dejó a su muerte su principal estratega.

Evocación de una entrevista

El hombre se colocó frente a los pliegos. Asumió la actitud entre escéptica y


decidida del maestro que está a punto de iniciar una prolija exposición sin poseer
la certidumbre de si el auditorio estará en condiciones de entenderla. El expositor
era el Comandante Supremo de las FARC-EP y el público era yo. La escena había
sido precedida de saludos cordiales y un tinto ritual. Corrían los últimos días del
mes de febrero de 1986. Era un tiempo político peculiar. Hacía cerca de cuatro
meses se habían precipitado frente a un país atónito la toma demencial por el M-
19 del Palacio de Justicia y la sangrienta retoma del mismo por parte de las
Fuerzas Armadas. El proceso de paz que se había iniciado entre el gobierno de
Belisario Betancur y las FARC no se había roto formalmente pero ya no
alimentaba las esperanzas de nadie. Se había iniciado el implacable exterminio de

34
la Unión Patriótica.

La corriente de turismo político y periodístico que por esos años se había fijado
como destino Casa Verde ya se había cortado. Arribé a la “casa” del Comandante
de las FARC situada a una cierta distancia del campamento de Casa Verde y en
un lugar más escarpado de la montaña, en mi condición de profesor universitario,
autor de la Historia del Partido Comunista de Colombia, cuyo primer tomo había
sido publicado en 1980. Justamente enmarqué mi visita a Manuel Marulanda y
Jacobo Arenas en la búsqueda de información para la etapa de la investigación
que se proyectaba como el segundo tomo del libro. La exposición de Marulanda se
prolongó largo tiempo por cuanto una y otra vez resultó interrumpida por las
comunicaciones de radio y por los mensajes directos que le entregaba un
guerrillero. Cuando Marulanda enrrolló el último pliego con los esquemas de su
exposición me dijo ya sin énfasis: “Esto es lo que yo enseño en los cursos de
Estado Mayor”. Necesité tiempo para asimilar que lo que había escuchado y visto
en cuadros, era un plan estratégico a largo o mediano plazo, según como se le
mirara. Recuerdo las fases iniciales puestas en números: 8.000, 12.000
hombres… acotadas en años. Quedé con la viva impresión de un talento militar
excepcional y de un ejercicio del mando incontrastable. Autoridad ejercida
llanamente, como sabría por lecturas posteriores, por un lado sobre guerreros de
origen rural con quienes no pocas veces lo unieron lazos de parentesco y
compadrazgo y por otro, sobre miembros de dirección venidos de otras
procedencias políticas y culturales.

La figura histórica

Según el comunicado-discurso que leyó Timochenco, Marulanda falleció el 26 de


marzo de 2008. Las FARC surgieron con Marulanda pero es claro que le
sobrevivirán por largo tiempo. Será una organización notablemente diferenciada
de aquella que dejó a su muerte su principal estratega. Hace unos cinco años
Elvira Cuervo, directora entonces del Museo Nacional, aludió a la posibilidad de
que objetos como la infaltable toalla en el hombro de Marulanda pudieran ser
parte de la colección del Museo. En torno a la ocurrencia se produjeron ásperas
declaraciones y a la directora, intelectual de incontrastables lealtades laureanistas,
se le hizo objeto de enconados agravios e incluso de amenazas. Es posible que la
modesta prenda nunca se exponga en aquel lugar oficial de la memoria del país,
pero sobre lo que no cabe duda es que la figura del comandante desaparecido
no saldrá de la historia nacional. Si se mira la curva trazada por la historia de las
FARC desde los preámbulos de los grupos de autodefensa en las veredas de
Chaparral en 1949 hasta 2008, se encontrará que Pedro Antonio Marín alcanzó en
el plano militar buena parte de lo que se propuso. En particular en lo relacionado
con la conversión de formaciones guerrilleras en un ejército sui géneris. La Sexta
Conferencia Nacional de la organización celebrada en 1978 estableció para tal
proyecto las bases que consolidó la VII Conferencia realizada en 1982. Jacobo
Arenas señalaría en 1985 con respecto a este evento: “… la Séptima Conferencia

35
le dio al movimiento una clara concepción operacional y estratégica para un
Ejército Revolucionario, lo que marcó un reajuste en todos sus mecanismos de
dirección y mando”.

La amnistía decretada en los albores del Gobierno de Belisario Betancur, en


noviembre de 1982, encontró a las FARC en el despliegue de una ofensiva. En la
VIII Conferencia se había adicionado el segundo componente de las FARC – EP.
Fue el comienzo para la insurgencia fariana de cruciales desencuentros entre el
diseño militar estratégico y la realización del programa político.

La estrategia no se queda en el papel

En el decenio de 1990 la acción militar de las FARC mostró que la estrategia


militar no era algo para alimentar los cursos de Estado Mayor que impartía
Marulanda. Una saga de golpes espectaculares colocó al Ejército Nacional en una
situación muy comprometida. León Valencia contó dieciséis episodios
consecutivos ocurridos entre 1996 y 1998. Los más espectaculares fueron siete:
Puerres en Nariño en abril de 1996, Las Delicias en Putumayo en agosto de 1996,
San Juanito en el Meta en febrero de 1997, Patascoy en Nariño en diciembre de
1997, El Billar, Caquetá, en marzo de 1998, Mutatá, Antioquia, en agosto de 1998,
Miraflores, Guaviare, agosto de 1998. Los golpes nombrados arrojaron un total de
pérdidas para las Fuerzas Armadas de 226 muertos, 83 heridos y 230 prisioneros.
Marulanda como Jacobo Arenas, quienes nunca menospreciaron al alto mando
militar, afirmaron siempre que el aprendizaje y las adecuaciones eran mutuos. El
Estado se embarcó desde 1998 en un plan de modernización y reingeniería de las
Fuerzas Armadas que empató con el Plan Colombia y que en lo fundamental se
realizó en el tiempo de vigencia la Zona de Distensión del Caguán ( noviembre de
1998 – febrero de 2002). Desde la ofensiva bélica que se inició en 2003 y que en
su primera etapa culminó con el desalojo de las FARC de la región de Gutiérrez en
Cundinamarca, el proceso militar comenzó a revertirse. Los golpes que han
recibido las FARC desde junio de 2007 han sido evidencias de la nueva situación.

La personalidad social de las Farc

La prolongada historia de las FARC en comparación con la trayectoria de otros


movimientos guerrilleros en América Latina no podría explicarse únicamente en
factores subjetivos del movimiento armado colombiano. La atención debe dirigirse
en primer lugar a un fenómeno de orden sociológico: la colonización; y a un tipo
sociohistórico: el colono. Se ha redundado en el lugar común sobre las FARC
como movimiento armado campesino. En dicha expresión el término campesino
tiende a tomarse como sinónimo de población trabajadora rural. Tan sumaria
identificación resulta equivocada. La propiedad de un predio y la subsistencia de la
familia en relación con la inversión de trabajo en él, es elemento clave de la
categoría campesino. El colono como individuo tiene rasgos de categoría en
transición hacia otra condición, aunque el fenómeno de la colonización como

36
proceso colectivo haya sido fenómeno de la larga duración en la historia
colombiana. Por colonos estuvo integrada la pequeña corriente humana que se
refugió en el estrecho valle de Marquetalia a comienzos de los años sesenta.
Colonos son los raspachines entre los cuales se encuentran los grupos que han
apoyado a las FARC en las zonas de producción de coca desde los años ochenta.
No se trata de precisiones académicas; la argumentación se relaciona con el tema
de la personalidad sociológica y de la condición geohistórica de las FARC. La
discusión también remite al contexto de una historia agraria nacional con una
frontera agraria, al parecer perennemente abierta, en un país donde terratenientes
y ganaderos han estado representados en exceso en los órganos colegiados y
han tenido una influencia decisiva en la rama ejecutiva. Esto último explica la
pertinaz oclusión de las vías del reformismo agrario desde el inicio de la República
hasta los días que corren.

La abigarrada historia de las guerrillas de Marulanda ha entrelazado su suerte, no


de manera exclusiva, pero si muy notoria, con los proceso de colonización y con el
mundo cultural de los colonos. Este es un camino válido también para explorar el
compromiso de las FARC con el narcotráfico además de las cuestiones inherentes
a la financiación de una guerra inevitablemente costosa.

Una etapa de transición

Todo parece indicar que con la desaparición de Marulanda se está cerrando un


ciclo del conflicto interno colombiano. No por el hecho en sí mismo, que por
supuesto tiene su importancia específica, sino por las circunstancias en las que se
ha producido. De la primera generación de las FARC, la de los llamados
“marquetalianos” no sobrevive nadie en el Secretariado. Quizá con la excepción
del Mono Jojoy todos proceden de la ciudad, la mayoría tiene estudios
universitarios cursados en algunos casos en el exterior. Igualmente la mayoría
llegó a las FARC luego de una militancia política previa. Las anteriores
características de la composición del órgano de dirección superior de las FARC no
deben quedar por fuera del análisis. ¿Hacia dónde se orientará la dirección de las
FARC en el futuro inmediato? Al país le convendría que el ascenso de Cano
significara el paso de la política al primer lugar en el orden de urgencias.

Para el Gobierno el único camino deseable parece ser el de mantener la escalada


de la guerra. Hace tiempo en el establecimiento de la Seguridad Democrática se
sostiene la idea que se está en el “final del final del terrorismo”. Los intelectuales
de esa ubicación vienen hablando de que el país habría entrado en la era del
posconflicto. Esas expresiones obedecen a la equiparación de la liquidación militar
de la insurgencia con una victoria con fecha precisa o con una declaratoria
explícita de capitulación incondicional. Una guerra irregular como la que por
decenios se ha librado en Colombia tendría más oportunidades para una cesación
en un esquema incluyente de negociación política. Aún asumiendo que el camino
militar siga cosechando triunfos, el escenario de unas FARC fragmentadas y sin

37
mando centralizado reconocido sugiere un horizonte prolongado de sufrimientos
para grandes sectores de la población y de descomposición inimaginables de
una guerra que ya se ha descompuesto demasiado. La búsqueda de interlocutores
competentes resultaría infructuosa. Además el país y sus instituciones en general
seguirán descendiendo por una pendiente antidemocrática y de prácticas masivas
del pragmatismo amoral. Se fortalecerá la indiscernible asociación y confusión
entre el cultivo de valores legítimos con valores de muerte. Que el narcotráfico
continúe alimentado más allá de un acuerdo nacional entre el Estado y la
Insurgencia plantearía una situación distinta en la medida en que no podrían
invocarse motivos políticos y menos justificaciones éticas.

Al analizar las reacciones recientes del gobierno no parece que quisiera abrirse un
compás de espera, no se contempla siquiera la concesión del beneficio de la
duda. Resultaron en extremo crudas las declaraciones de guerra dadas por el
Ministro del Interior y Justicia Holguín Sardi, dirigidas a Cano: “Si quiere obstinarse
como ha sido la política de las FARC y como fue la actitud de (Manuel)
“Marulanda” de mantenerse en la guerra y en la criminalidad, pues está también la
total decisión del Gobierno, de las Fuerzas Armadas y de la Policía de perseguirlo,
hostigarlo, reducirlo y finalmente exterminarlo” ( El Tiempo, 27 de mayo de 2008,
1-3 ). No parece sensato que el Ministro de la política levante en esta precisa
coyuntura la divisa del exterminio. Pero cabría esperar que una inspiración por el
acuerdo humanitario y la búsqueda de la salida política al conflicto pueda ser
bandera para enarbolar por los familiares de los secuestrados, por los voceros de
los desplazados, por los familiares de las victimas del paramilitarismo y la violencia
y por los sectores de la opinión que cifran sus esperanzas en un futuro
democrático para Colombia. El peor escenario político sería el representado por
una opinión pública inerte, si es que no existiera una contradicción en los términos.

* Sobre Manuel Marulanda recomiendo leer:

Arturo Alape, Tirofijo: los sueños y las montañas, Planeta Editorial, Santafé de
Bogotá, 1995.

Jacobo Arenas, Cese el Fuego. Una historia política de las FARC, Oveja Negra,
Bogotá, 1985.

Manuel Marulanda Vélez, Cuadernos de campaña, ediciones Abejón Mono,


Bogotá, 1973-

Medina Carlos, FARC –EP 1958 – 2006, Bogotá (inédito)

Medina Medófilo “La resistencia campesina en el Sur del Tolima en Pasado y


presente de la Violencia en Colombia, Gonzalo Sánchez y Ricardo Peñaranda,
(compiladores), La Carreta Histórica, Bogotá, 2007. pág.269 -297.

38
León Valencia, Adios a la política, bienvenida la guerra, Intermedio, Bogotá, 2002

Asesinato de Ivan Rios

La sordidez
Las autoridades han conseguido corromper a los
colombianos hasta el tuétano al convencerlos de que todo
se compra, todo se paga, todo se vende.
Por Antonio Caballero
Fecha: 03/15/2008 -1350
Dice 'Rojas', el delator, el colaborador de las autoridades, el infiltrado, el traidor, el buen
ciudadano, como quieran llamar al guerrillero que mató a su jefe 'Iván Ríos' y quiere cobrar
la recompensa de cinco mil millones de pesos que ofrecía el gobierno:

-Pues a ver: si se habla, se cumple. No más.

No hay más que hablar, en efecto. Se paga. Porque ahora a 'Rojas' le quieren escamotear el
premio prometido con el pretexto leguleyo de que no estaba contemplada la posibilidad de
cobrarlo por un cadáver (o dos), sino sólo por la información que condujera a las
autoridades a una captura (o a un cadáver). Ahora le dicen a 'Rojas', para ponerle conejo,
que no leyó la "letra pequeña" del cartel de 'Se busca', la parte que decía "aplican
restricciones", como en las mentirosas ofertas de gangas para incautos. Y dice el presidente
Álvaro Uribe que habrá que esperar los resultados de las investigaciones a ver si se paga o
no, porque "Colombia es un Estado de derecho que no estimula masacres". Hipocresía.
Cuando se le pone precio a la cabeza de alguien, como ha hecho el gobierno con los
miembros del Secretariado de las Farc, de antemano se sabe que eso puede tener
consecuencias sangrientas. Judas no cobró sus treinta monedas simplemente por darle un
beso a Jesús, sino porque ese beso permitió que lo crucificaran.

Así que tienen que pagar. Si no le pagan a 'Rojas' la recompensa ofrecida se les viene abajo
todo el sistema de compra de lealtades y pago de traiciones que han montado para luchar
contra la guerrilla y (desde los tiempos de la presidencia de César Gaviria) contra el
narcotráfico, y que, según el consejero para la Reintegración, Frank Pearl, "ha sido muy
efectivo".

Ahora: también tiene que juzgar a 'Rojas' por asesinato. No puede salir el fiscal general
Mario Iguarán a decir, como ha dicho, que '' en principio no habrá imputación de
homicidio'' por atenuantes risibles en este caso como el de '' miedo insuperable''. Ni puede
decir el Fiscal, como ha dicho, que ese miedo obedece a que en la guerrilla "la vida no vale

39
nada", cuando están pagando cinco mil millones de pesos por ella. Si no juzgan a 'Rojas' (y
después ya verán los jueces si lo condenan o no) se les termina de venir abajo también el
aparato de la justicia penal en Colombia, ya muy maltrecho por cuenta de las reformas: el
regateo de penas, los beneficios de la Ley de Justicia y Paz, los aún más escandalosos que
ahora están proponiendo el comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo sobre la
excarcelación para culpables de crímenes atroces.

Y lo que ya se vino abajo por completo, precisamente a causa de la utilización de métodos


perversos como la delación pagada, es la moral de los colombianos. Las autoridades han
conseguido corromperlos hasta el tuétano al convencerlos de que todo se compra, todo se
paga, todo se vende. El aplauso casi general con que ha sido recibida la traición de 'Rojas' a
su jefe guerrillero muestra la extensión y la profundidad de esa desmoralización de la
sociedad. Desmoralización entendida no en su aspecto, digamos, militar: como la pérdida
de la decisión de combatir; sino en la civil: la pérdida del sentido moral, de la capacidad de
distinguir el bien del mal. Salvo cuando nos pagan por ello. Nos han vuelto moralmente
ciegos. Mezquinos. Sórdidos.

Decía el poeta Porfirio Barba-Jacob:

"Hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos

como la entraña oscura del oscuro pedernal.

La noche nos sorprende con sus profusas lámparas

En rútilas monedas tasando el bien y el mal".

Y fíjense ustedes que así es. En esas estamos.

La ley de la selva
Por: Jorge Iván Cuervo R.
El gobierno se decidió por pagar la recompensa al siniestro alias Rojas por la muerte del
no menos siniestro alias Iván Ríos, el segundo miembro del Secretariado de las Farc que
muere en menos de una semana.

A pesar de las dudas éticas y jurídicas, primó la tesis según la cual, el pago de recompensas
debe ser una política consistente del gobierno para garantizar su eficacia de cara a nuevas
delaciones. Así, este gobierno - que no es muy dado en preservar escrúpulos morales a la
hora de obtener resultados -, en una sola semana, echó por la borda dos principios tutelares
de la cultura institucional colombiana, si recordamos la operación que terminó en la muerte
de alias Raúl Reyes con violación del territorio ecuatoriano.

40
Muchos dirán que precisamente por preservar principios como éstos, por ponerse el Estado
de escrupuloso, es que se iba perdiendo la guerra. Pero cuando un gobierno por lograr
resultados legitima que se transgredan principios elementales de la convivencia y del
Estado de Derecho, ingresamos en un mundo sin retorno. Fue justamente lo que pasó con el
paramilitarismo, muchos entendieron que si el Estado no era capaz de defender a la gente
de los abusos y crímenes de la guerrilla, podían organizarse y ejercer la defensa privada. Y
ya vimos en que terminó este experimento. Con esta invitación a que se asesine por mano
propia a quienes están violando la ley penal, ¿a dónde llegaremos?

El atajo a la ley es parte consustancial de la cultura colombiana. Todos quieren sacarle


juego para su beneficio, siempre y cuando se consigan los resultados. Nos convertimos en
una sociedad resultadista, sin principios. Olvidamos que en el Estado de Derecho algunos
dilemas morales no pueden darse, aún si ello entraña una ventaja militar para los bandidos
en el corto plazo. La doctrina del mal menor, de violar la ley para conseguir eficacia, no
pude hacer carrera porque lo que está en juego es la legitimidad del Estado. Pero ya
sabemos que esta sociedad está a dispuesta a tolerar casi todo si de derrotar a las Farc se
trata.

En el caso de las recompensa a alias Rojas – instrumento legítimo y eficaz por lo demás –
se perdió el sentido mismo de la medida. Como lo señalan los avisos, se paga recompensa a
quien suministre información que conduzca a la captura de los guerrilleros, narcotraficantes
o paramilitares. Si en desarrollo de la operación de captura, el personaje muere, en general
se trata de una acción legítima. Pero que se pague por haber matado a una persona,
desvirtúa el principio mismo de la recompensa que es incentivar la entrega de información
que permita neutralizar a quienes se enfrentan al Estado, porque en el mismo momento en
que alias Iván Ríos muere, deja de ser un objetivo militar, y la información que se
suministre sobre el paradero del cadáver ya no tiene ninguna importancia.

Se dirá que está bien que el Estado pague para que entre bandidos se maten. No, no está
bien: las actuaciones del Estado tiene que ser legítimas y no pueden propiciar más
crímenes, como bien lo señaló el propio Presidente Uribe ante las dudas sobre si pagar o no
la recompensa. Todo indica que la tesis pragmática y sin principios del ministro Holguín
Sardi terminó imponiéndose. Y se dice ser el ministro de justicia – ¿de la justicia privada?

En una salida en falso, el Fiscal Mario Iguarán advirtió que en principio no investigaría a
alias Rojas por homicidio, porque al parecer el hecho se habría configurado en un estado de
necesidad o en un estado de legítima defensa -¿preventiva? Razón de más para no pagar la
recompensa. Si en verdad lo mató para salvar su vida, mucho menos puede cobrar la
recompensa porque el homicidio no se cometió con ese fin.

Si el Estado que representa la sociedad hace lo mismo que los criminales o premia sus
acciones, entonces cómo es que nos diferenciamos de ellos.

Pero ya lo sabemos, en estos tiempos es inútil pedir algo de decencia. Estamos regidos por
la ley de la selva

jorgeivancuervo@etb.net.co

41
El premio a la barbarie
Por: Álvaro Camacho Guizado
Durante la primera alcaldía de Antanas Mockus, el entonces ministro de Defensa,
Fernando Botero, hizo la propuesta de que se organizaran y pagaran recompensas por la
delación de delincuentes.

Esta práctica le parecía un recurso muy eficaz para combatir la delincuencia. Con muy buen
tino, Antanas se opuso y arguyó que la denuncia del delito es un deber ciudadano, que no
tiene por qué ser remunerado. Hoy tenemos todo lo contrario: con ese argumento de la
eficacia, se ha institucionalizado la figura del sapo, la cual, al menos hasta hace poco
tiempo, era considerada despreciable.

Y se ha institucionalizado a tal punto que se va a remunerar, con una muy jugosa suma, a
alguien que es más que un simple sapo: se va a premiar a un traidor que asesinó a dos
personas mientras dormían, les robó sus documentos y a una de ellas le cortó una mano,
para usarla como una prueba de su valentía y como una especie de recibo para cuando le
pagaran. Y eran personas que supuestamente confiaban en él. Aunque una de ellas fuera un
reconocido miembro de una guerrilla bárbara. Y esto lo hizo, así lo dijo, en defensa propia

Y no solamente se le va a pagar, sino que se le va a perdonar su delito, y para dar este paso
se ha recurrido a toda una serie de argumentaciones jurídicas, esbozadas por nadie menos
que el Fiscal General.

Que las Farc degraden la guerra y cometan toda clase de delitos, tropelías, secuestros y
asesinatos de inocentes, no es de extrañar: no será la primera vez que lo hacen, y su
degradación ha sido tan profunda que esas acciones ya no sorprenden. Pero que el Estado
colombiano contribuya de esa manera a envilecer el conflicto, es ya bordear el ámbito del
absurdo. Que la justicia tenga que hacer malabares retóricos para justificar el premio y el
perdón al crimen brutal significa ponerla al servicio de la política del odio y el “todo vale”:
es borrar así las necesarias diferencias que debe haber entre un Estado de derecho que
expresa la democracia y el respeto por la vida humana y que respeta la ley, y una fuerza
militar que ultraja ambos ideales con sus acciones.

Estamos cosechando más de cinco años de una retórica que no ha ahorrado esfuerzos para
deshumanizar al enemigo, para presentarlo como la peor encarnación del mal, como un
demonio al que es preciso eliminar, así sea mediante el uso de recursos y estrategias como
las que utilizó el asesino de marras.

Que a las Farc hay que combatirlas con toda la fuerza del aparato militar estatal, nadie lo
duda, pero esto no significa que se pierdan ciertos condicionantes éticos que siempre deben
regir, así se trate de una guerra irregular. Que algún fanático de la ultraderecha ofrezca
celebrar con champaña en público la muerte de un guerrillero, expresa un extremo de

42
crueldad que parece más un síntoma de una enfermedad mental que un apego a la legalidad
y a la democracia. Ese sujeto con seguridad se define como católico, apostólico y romano,
igual que quien ha ganado una inmensa popularidad a partir de ese discurso de odio y
deshumanizador.

Es grave, muy grave, que esto suceda: se está bordeando un abismo moral y de intolerancia
que si no se frena se puede traducir en barbarie. Ya no es sólo la creciente dificultad de
buscar una solución negociada al conflicto: ahora la solución es la eliminación física del
enemigo. Los medios de comunicación están frente a un reto inescapable: o siguen, como
algunos de ellos, haciendo coro a esa retórica y a esa política brutal, o contribuyen a
establecer una sindéresis elemental que ponga freno a la tendencia a estimular y aplaudir la
ferocidad y el cinismo.

Estoy seguro de que Antanas también está aterrado, como lo deben estar quienes aún crean
que es posible plantear y tramitar conflictos mediante el recurso a la razón y a la virtud.
¿Qué dirán los dueños de la moral católica? ¿Qué dirán quienes todavía creen que este es
un país católico?

• Álvaro Camacho Guizado

Danza macabra!
MONDAY, 17 DE MARCH DE 2008

Qué es lo que siento? Me preguntan y yo respondo: que Colombia es como el “Guernica”


el cuadro de Pablo Picasso, o “El grito” de Edvard Munch y que los cuadros de Botero
sobre las torturas en la prisión iraquí de Abu Ghraib en Irak, se quedaron cortos para
describir tanto horror.

Por Ana Sofía, ANNCOL


Colombia ha sido convertida en la muestra más contundente de lo que gobernantes y
gobiernos siniestros y perversos pueden hacer sobre un país o una región. Con la fuerza y
el poder que les dan las armas y el dinero han subvertido hasta los niveles más salvajes y
barbaros los valores éticos y morales. Subvierten a su antojo y acomodo las palabras, los
hechos y el sentido de los acontecimientos. Para ser más claros, lo que Uribe y sus
aliados llaman democracia es una bofetada a las libertades sociales, politicas y
económicas de la mayoria de los colombianos; los espacios para la protesta, opciones
políticas diferentes a las del gobierno estan vedados o simplemente son mirados con ojo
de lupa por ser considerados y señalados como enemigos del sistema y en muchos casos
como seguidores o simpatizantes de los que ellos llaman “terroristas”.

Se asesina, se pagan recompenzas, se enaltece publicamente la barbarie y el horror con


el vil asesinato de los contradictores politicos del estado y esto se muestra como lo
normal lo correcto, cuando ante la constitución, el estado de derecho y las leyes
internacionales sobre los derechos del hombre y del ciudadano esto es totalmente

43
aberrante.

El discurso engañador y soterrado de los de los funcionarios de este gobierno, como


Uribe, Santos, obdulio Gaviria y muchos otros más, es lo más deshonesto y nefasto que
hemos tenido los colombianos en las últimas decadas, es la manipulación en su nivel
más burdo y grosero de la verdad y de la realidad que se esta viviendo en las calles y
pueblos de Colombia. Los asesinos se muestran como heroes, con trofeos dantescos
como la mano de Ivan rios, los soldados de la patria, “la de ellos”, dejan a su paso la
desolación y la muerte como muestra de lo que verdaderamente son “mercenarios” ,
vende patria y arrodillados de los poderosos, verdugos de su propia sangre a cambio de
un puñadito de dolares.

La justicia, es también de risa, es como un huevo podrido huele terrible aunque por
fuera parezca bueno. Con fiscales como Iguaran, no hace falta estudiar leyes para que
podamos vivir como seres civilizados, lo único que se necesita es tener un amigo mafioso
que imponga las leyes de la selva y un funcionario inepto que las ponga en práctica. A
este fiscal la Constitución, la declaración de los derechos humanos y otros cuantos
tratados para convivenica y el respecto a la dignidad humana le valen un huevo y medio
o sea no le valen nada. Por eso al asesinato a mansalva le da trofeo, le paga recompenza
y la señal que envía es que cada quien se haga con la justicia que se le venga en gana y
que si matan, torturan o secuestran a un contradictor de su jefe, así sea el cadaver, el
trofeo sera bien grande y el abrazo también.

No matarás a tu hermano, es un postulado máximo del cristianismo, pero como los


valores estan subvertidos, el prelado Alfonso Llano Escobar se alegra de una masacre el
la que murió Raul Reyes en el Ecuador, porque según él, los masacrados, no merecen ni
la vida, que tal este sacerdote de la iglesia católica, inquisidor de la peor calaña lo
considero, no debería llamarse sacerdote, porque niega todos los principios que debe
tener un cristiano, no predica el “amor y el perdon”, sino que predica el “odio y la
guerra”, es un traidor inmisericorde que le hace mucho daño a la iglesia y que es uno de
los muchos responsables de la perdidia de credibilidad que la iglesia católica ha tenido
en los últimos tiempos, le hace trabajo gratis a la proliferación de sectas religiosas en
Colombia, como una política gringa para adormecer al pueblo desesperanzado por tanta
violencia, es una verguenza esta disque eminencia, que lo será seguramente solo en la
casa de Nariño, porque en la de miles de hogares colombianos, no es más que un lobo
vestido de oveja.

La alteración de la realidad ha sido un proceso largo y bien planeado por el gobierno


macabro y narco de Uribe, en su consolidación participan los grandes medios de
comunicación con un papel extraordinariamente sucio, que les reporta grandes
ganancias económicas por el apoyo incondicional al crimen organizado desde las esferas
del poder Uribista. Alteran la realidad, subvierten los hechos, manipulan las palabras y
venden sin piedad una mentira que aveces se les vuelve inmanejable.

Arismendi y Paracol, (Caracol ), RCN (Radio Cadena Narco-paramilitar) y Gossaín, El


tiempo, Semana, El pais, El Espectador son los lavacaras de asesinos, corruptos,
mafiosos, testaferros, mercenarios que tienen al país en la miseria no solo económica,
sino más triste aún en la total miseria humana. Han hecho de los peores contravalores
del ser humano, los valores imperantes en la sociedad colombiana.

Colombia, dansa hoy su más triste son, llevada de la mano de Uribe el más macabro de

44
los presidentes que le ha tocado sufrir a esta bella tierra, apuñalada sin misericordia a
través de toda su historia, por cuenta y gracia de los que hoy y ayer han estado en el
poder.

EL CASO ‘ROJAS’
Es absurdo separar el asunto de la recompensa del
asunto del crimen, porque se estaría premiando la misma
conducta que se está castigando.
Por María Isabel Rueda
Fecha: 03/15/2008 -1350
A alias 'Rojas' ya le reconocieron su recompensa y al cierre de esta edición, todavía no es
claro cómo va a tramitar el Estado el delito de homicidio que cometió contra su jefe, 'Iván
Ríos'.

Lo único que es absurdo es el argumento que han esgrimido algunos para quitarse de
encima el peso moral de este dilema, que consiste en separar el asunto de la recompensa del
asunto del crimen, como si fuera lógico premiar por un lado una conducta con una
recompensa, pero castigarla por el otro lado con una pena.

Como todos los colombianos, nos debatimos ante un caso que nos genera todo tipo de
cuestionamientos morales al lado de toda clase de razones políticas. ¿Recompensa sí pero
con pena? ¿Recompensa no y pena sí? ¿Qué mensaje le enviaría la conejeada de 'Ríos' en
cualquiera de los dos aspectos (sin recompensa y/o con cárcel) a futuros delatores que nos
ayudarían a seguir minando internamente a las Farc?

PUBLICIDAD

45
Como mi tesis es que lo uno -la recompensa y el no procesamiento- y lo otro -la no
recompensa y el castigo- tienen que ir de la mano, me alivió profundamente un concepto
que me envió el abogado internacionalista Juan Daniel Jaramillo, profesor universitario en
Boston, especializado en La Haya en los protocolos de Ginebra.

Quisiera aportar a la controversia sus conclusiones.

Según el protocolo 2, cuando un país sufre un conflicto interno armado, tiene dos
herramientas: el derecho criminal interno y el derecho criminal internacional, que es el
código de los derechos de guerra.

En este último existe el derecho a la legítima defensa. ¿Aplica el derecho a la legítima


defensa, según la jurisprudencia de los juicios de Ruanda y Yugoslavia, como justificación
al genocidio? No. Es absurdo pensar que se pueda alegar un genocidio como defensa
personal. ¿Aplica en relación con los crímenes de lesa humanidad? No. La legítima defensa
no puede desbordar el principio de proporcionalidad. ¿Puede aplicar como defensa ante la
comisión de un crimen de guerra? Sí. Con el cumplimiento de los siguientes requisitos: que
el hecho cometido en legítima defensa sea razonable, sea proporcional y se utilice ante
peligro inminente del uso de una fuerza ilegal contra el que se ve obligado a defenderse.

¿En el caso de 'Rojas', el uso de la legítima defensa fue razonable? Reaccionó ante la
sensación de coerción. La guerrilla es un organismo con alta densidad militar irregular. De
ahí no se va uno voluntariamente, ni la gente es juzgada de acuerdo con las leyes. Escaparse
tiene un altísimo riesgo de fracaso. 'Rojas' estuvo expuesto a un alto grado de coerción que
no necesariamente es instantáneo: se prolonga en el tiempo.

¿El acto de 'Rojas' fue proporcional? Aunque no es fácil hacer esta medición, se trata de
escoger infligir el mal mínimo para ejercer su legítima defensa. Ese mal mínimo fue para
'Rojas' asesinar a 'Ríos' y a su compañera.

¿'Rojas' actuó ante peligro inminente? Cuando resolvió desertar, resolvió simultáneamente
convertirse en enemigo de las Farc al tomar la decisión de que ya no quería seguir
perteneciendo al grupo, cualquiera que fuere la razón que lo llevó a tomarla: hacer una vida
normal de familia, hastío de la vida guerrillera o la obtención de una recompensa. Sin
importar la razón, 'Rojas' quería irse y regresar a la legalidad, pero no podía hacerlo si no
ejercía un acto de legítima defensa. Ese acto fue matar a su jefe.

En toda guerra hay un objetivo fundamental: ganarla. Ganarla, con sujeción al Protocolo 2
de Ginebra, que señala que es ilegal matar a civiles, pero no que se maten entre
combatientes. Es que hasta la guerra, qué terrible decirlo pero eso es lo que dicen los
protocolos, también hay reglas para matar. No se escandalicen: son los mismos protocolos
que contienen figuras para aliviar los horrores de la guerra, como el intercambio
humanitario. Entonces, ofrecer una recompensa para que lo haga alguien que esté dispuesto
a vencer el estado de coerción al que está sometido (coerción que, repito, no
necesariamente es tener una pistola apuntándole a la sien sino un entorno de amenaza
permanente y continua), es absolutamente legítimo.

46
Estos argumentos no me los inventé. Son sacados del derecho internacional. Del Protocolo
2 de Ginebra. Rigen las actuaciones de la Corte Penal Internacional que, se supone, es lo
más moderno para sancionar el genocidio, los delitos de lesa humanidad y los crímenes de
guerra.

Aun así, acepto los temores de quienes creen que en el caso 'Ríos' hay un altísimo grado de
inmoralidad.

¿El mismo grado de inmoralidad que tiene la guerra?

ENTRETANTO… ¿No es un alivio que Chávez haya reanudado sus relaciones con el
criminal, mafioso y paramilitar de Álvaro Uribe?

Operación “Jaque”

El rescate del siglo


La pulcritud del rescate, su carácter incruento y el
respeto a la vida de los guerrilleros refuerzan la imagen
de unas fuerzas militares eficientes y respetuosas de los
derechos humanos.
Por Alfredo Rangel
Fecha: 07/05/2008 -1366
El rescate de Íngrid Betancourt pasará a la historia universal como uno de los más perfectos
realizados por una fuerza militar. Su combinación de imaginación, sigilo, sorpresa, engaño
e infiltración no tiene par en la historia contemporánea. Casi habría que remitirse al mítico
rescate de Andrómeda por Perseo o al fabuloso engaño del caballo de Troya.
Adicionalmente, producirá importantes efectos políticos en un amplio espectro de campos.

En primer lugar, después de la muerte de ‘Raúl Reyes’, este rescate es tal vez el operativo
militar que más duramente ha golpeado la moral y la voluntad de lucha de la guerrilla de las
Farc. Que los secuestrados más custodiados, entre los centenares que tiene en su poder la
guerrilla, hayan sido rescatados en forma tan humillante para las Farc es un golpe mortal e
irreparable a su autoestima. También pone en entredicho la consolidación del incipiente
liderazgo de ‘Alfonso Cano’ y cuestiona la capacidad de control del viejo liderazgo del
‘Mono Jojoy’, pues fue casi en sus propias narices y en una zona bajo su mando donde el
Ejército le hizo semejante desplante a la guerrilla. En medio del debilitamiento crítico de
ese grupo irregular, este hecho podría provocar amargas recriminaciones mutuas entre sus
altos mandos, nuevas e importantes deserciones de mandos medios e incluso, por qué no,
de algún alto mando de las Farc, en el próximo futuro. Sería la antesala de su debacle

47
definitiva.

En segundo lugar, se replantea radicalmente el tema del intercambio humanitario. Una vez
que la guerrilla ha perdido las principales cartas que tenía para presionar al gobierno se
fueron al traste sus posibilidades de imponer condiciones para realizar ese intercambio.
Ahora tendrá que ceder en sus inamovibles y, para empezar, olvidarse del despeje de
Florida y Pradera bajo su control armado. La guerrilla tendrá que convencerse de que ahora
es el gobierno el que está en situación de determinar cómo, cuándo y dónde se realizaría ese
intercambio. Es más, si el gobierno decide realizarlo, sería una concesión humanitaria en
aras de la paz, y no una imposición por presión de la guerrilla.

También disminuirá la importancia de algunos protagonistas anteriores del intercambio


humanitario, como Chávez, Correa y Piedad Córdoba. En su lugar adquirirán más
significación los países amigos, Francia, España y Suiza, la propia Íngrid Betancourt y,
eventualmente, la Iglesia Católica. No obstante, esto hay que decirlo, después del rescate
pierde relevancia el intercambio humanitario como requisito indispensable para iniciar
diálogos de paz. De hecho, estos se podrían iniciar e incluir como uno de los primeros
puntos de la agenda no sólo la liberación de los secuestrados, sino la suspensión definitiva
del secuestro.

En tercer lugar, en Colombia y en el exterior pierden fuerza y audiencia los críticos cerriles
a la política de seguridad democrática. La pulcritud del rescate, su carácter incruento y el
respeto a la vida de los guerrilleros refuerzan la imagen de unas Fuerzas Militares
eficientes, contenidas en el uso legal de la fuerza y respetuosas de los derechos humanos.
En contraposición, la imagen de la guerrilla se deteriora aún más, pues a su carácter bárbaro
se suma ahora el estigma del burlado y derrotado.

En cuarto lugar, este rescate pondrá la popularidad del presidente Uribe en el punto
máximo alcanzable en una democracia y, luego de que la Corte Constitucional resolviera en
su favor el cuestionamiento de la Corte Suprema a la legalidad de la reelección
presidencial, queda casi expedito el camino hacia una eventual segunda reelección. Para
ello, lo primero sería dejar de lado el referendo para repetir las elecciones de 2006, por
inoficioso.

Y un quinto punto. Con su inmensa fuerza moral, Íngrid se convierte en una reserva
estratégica de la democracia colombiana para el mediano plazo, y se podría convertir en el
corto plazo en un extraordinario apoyo no sólo de la política de seguridad democrática, sino
también de una eventual segunda reelección del presidente Uribe. En sus primeras
declaraciones, Íngrid ha demostrado una gran madurez política y mucha solidez de criterio
sobre la coyuntura nacional. Con su rescate la democracia ha recuperado una líder política
y moral incuestionable. Enhorabuena

El peor año de las FARC

48
Hernando Salazar
BBC Mundo, Bogotá

Ingrid Betancourt permaneció seis años en poder de las FARC.

El 2008 ha sido el peor de los 44 años de la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de


Colombia (FARC) y el mejor año de la política de seguridad democrática del presidente
Álvaro Uribe Vélez, puesta en marcha en 2002.

Este año las FARC no sólo han perdido a tres miembros de su secretariado y sufrido
importantes deserciones, sino que también fueron infiltradas por las fuerzas militares.

La infiltración, que según el gobierno llegó a las más altas instancias de la guerrilla,
permitió este miércoles la liberación de 15 secuestrados, entre ellos Ingrid Betancourt, tres
estadounidenses y 11 soldados y policías.

Lea también una entrevista con el Ministro del Interior de Colombia


Este último golpe no tiene antecedentes en la lucha contra esta guerrilla, fundada en 1964 y
que hoy cuenta con unos 10.000 hombres y mujeres en armas.

"Es una operación de altísimo nivel, algo así como la 'Operación Entebbe' (en Uganda,
hecha por el servicio israelí Mossad), con la diferencia de que aquí no se derramó una sola
gota de sangre y que no hubo un muerto", le dice a BBC Mundo el ex consejero de paz
Carlos Eduardo Jaramillo.

El comandante del ejército, general Mario Montoya, destacó que ni siquiera "hubo un
rasguñado" e Ingrid Betancourt la calificó como "una operación perfecta".

"Consecuencias imprevisibles"

Jaramillo no duda en afirmar que éste es un "éxito absoluto" para el gobierno y anticipa que
tendrá consecuencias imprevisibles dentro de la más grande guerrilla colombiana.

Es una operación de altísimo nivel, algo así como la 'Operación Entebbe' (en Uganda,
hecha por el servicio israelí Mossad), con la diferencia de que aquí no se derramó una sola
gota de sangre y que no hubo un muerto

Carlos Eduardo Jaramillo, ex consejero de paz

"Es algo que no acerca a las FARC a la paz, pero que sí las pone a replantearse", explica.

Según el ex consejero de paz, esa revisión podría, eventualmente, dar lugar al fin del
secuestro como práctica o, por el contrario, a un endurecimiento de la guerrilla.

49
Pero, sin lugar a dudas, lo que sí se va a producir es una purga interna, subraya Jaramillo,
que podría dar lugar a "fusilamientos de culpables e inocentes y a una catástrofe en la
guerrilla".

Participe: Betancourt libre: su reacción


En sus primeras declaraciones tras ser liberada, Betancourt dijo que los guerrilleros que la
cuidaban "no tienen la culpa de lo que sucedió".

En declaraciones a BBC Mundo, otro conocedor del tema, Carlos Lozano, director del
semanario Voz, del Partido Comunista, afirma que con el rescate de los 15 secuestrados
"las FARC han sido golpeadas muy fuertemente".

Lea también: Una historia de seis años


¿FARC, derrotadas?

Y aunque Lozano sostiene que las FARC deberían pensar en la liberación de todos los
rehenes, señala que él no cree que "estén derrotadas".

La operación hay que recibirla con mucha alegría, pero sin triunfalismos. Ahora no hay
que pensar en que la derrota de las FARC es cosa de días

Carlos Lozano, director del semanario Voz

"La operación hay que recibirla con mucha alegría, pero sin triunfalismos. Ahora no hay
que pensar en que la derrota de las FARC es cosa de días. Esto hay que mirarlo con
tranquilidad y realismo", añade.

En cambio, Betancourt es más optimista y le pidió a los colombianos "que creamos en


nuestro ejército, que nos va a llevar a la paz".

Este nuevo golpe contra las FARC coincide con un momento difícil para Uribe, cuando está
enfrentado a la Corte Suprema de Justicia y varios funcionarios y ex funcionarios están
siendo investigados disciplinaria y penalmente por la supuesta entrega de dádivas a
congresistas para que aprobaran la reelección presidencial.

Al enterarse del rescate de Betancourt y de los demás secuestrados, muchas personas


manifestaron su complacencia en las calles de Bogotá y se escucharon voces apoyando una
segunda reelección de Uribe.

Pero Jaramillo considera que el tema del Yidisgate, como se ha conocido el escándalo por
la aprobación de la primera reelección, seguirá en la agenda, cuando se produzcan las
decisiones penales y disciplinarias que están pendientes.

50
Mate al secretariado
Por: Ernesto Yamhure
LA HISTORIA PARECE SACADA DE una novela de Frederick Forsyth. Ni los más afines
creyeron que las FF.MM. tuvieran la capacidad de llevar a cabo una operación de
semejante calibre, sin disparar un solo tiro.
Pero los más sorprendidos deben ser los propios guerrilleros. El secretariado, ente sagrado
para ellos, no sólo fue infiltrado sino burlado, y gracias a ello podemos deducir que se
encuentra absolutamente desmantelado.

Desde hace muchos años se ha consolidado el paradigma del secretariado. Quienes


buscaban un acercamiento tendiente a entablar un proceso de paz, debían hacerlo a través
de ese grupo de siete bandidos.

El mito se mantuvo hasta el punto de que los críticos de la Seguridad Democrática


consideraban, hasta marzo de este año, que los cimientos de las Farc permanecían intactos
por cuanto no se había podido capturar o dar de baja a ningún miembro de la cúpula. Con
socarronería les restaban importancia a las miles de bajas, deserciones y desmovilizaciones
individuales que en estos casi siete años han sufrido los terroristas.

Pero este año todo comenzó a cambiar. La magistral baja de Raúl Reyes y el asesinato de
Iván Ríos a manos de su escolta le demostraron al mundo que los miembros del
secretariado no sólo se morían de viejos. Hasta el propio Tirofijo, que siempre creyó que
acabaría su infeliz existencia plácidamente como sus “camaradas” Jacobo Arenas y Efraín
Guzmán, terminó su paso por la tierra correteado por las operaciones del Ejército.

Ahora bien, ese secretariado implementó un modelo de obediencia ciega. Cuando Jojoy
amanece con su vientre revuelto y ordena la ejecución de civiles, quien se atreva a
contradecir o incumplir su hepático capricho, es fusilado in limine.

Viene entonces el operativo de esta semana. El Gobierno se disfraza y haciéndose pasar por
Alfonso Cano le ordena a César el movimiento de los 15 secuestrados y éste, que era el
comandante del frente primero que a su vez forma parte del denominado bloque oriental al
mando del mono Jojoy, no confirmó la orden con su jefe, lo que demuestra no sólo el
altísimo grado de incomunicación de los miembros del secretariado, sino en el interior de
los bloques cuyos comandantes ni siquiera tienen conocimiento de lo que está ocurriendo
en sus frentes.

La primera muestra que tuvimos sobre la descoordinación del secretariado surgió con
Emmanuel. Entonces, las Farc le hicieron conejo a Hugo Chávez. Ninguno de ellos sabía
dónde estaba el niño, pero metieron el cañazo dando a entender que todo estaba en orden,
hasta que el presidente Uribe les tumbó la historia.

Las Farc, tal y como las conocimos, hace mucho tiempo dejaron de existir. Lo que queda de
ellas es un nombre, una patente al servicio del terror cuya cohesión es una fantasía en la que

51
algunos quieren seguir creyendo y por eso no está de más plantear el debate sobre la
manera de encarar una realidad que muy pocos han querido reconocer y es que el proceso
de paz con esa organización ya está en marcha.

Desde agosto de 2002 se han desmovilizado 11.560 guerrilleros que entregaron sus fusiles
y se han reintegrado a la sociedad. Ese es un logro demoledor en materia de paz sin que
haya sido necesario ni despejar ni mucho menos hacerle reverencias a ese secretariado de
marras ante el que muchos se han hincado sin éxito alguno.

~~~

Debemos sentirnos orgullosos de nuestra cúpula de las Fuerzas Militares. Los generales
Padilla, Montoya, el almirante Barrera y el general Ballesteros son unos héroes que han
sabido conducir a nuestras tropas con inteligencia, pero sobre todo, con transparencia. Nos
han demostrado que los colombianos sí podemos ponerle fin a esa pesadilla del terrorismo.
Aplausos, pero sobre todo admiración y gratitud hacia esos oficiales.

ernestoyamhure@hotmail.com

Sombrero de mago

Guerrilleros con jaqueca


Por: Reinaldo Spitaletta
PARA SER PRECISOS Y ATENERNOS A las palabras del Presidente, la operación de
rescate de Íngrid y otros catorce rehenes de las Farc, fue iluminada por el Espíritu Santo,
tuvo la protección del Señor y de la Virgen (no se sabe en cuál de sus numerosas
advocaciones) y se convirtió en una de las “mayores epopeyas épicas (sic) de la historia de
la humanidad”. Y es en ese punto cuando uno se acuerda de uno de los hermanos Marx:
“Inteligencia militar son términos contradictorios”.

Sin embargo, la exitosa ‘Operación Jaque’ parece contradecir al histriónico Groucho y por
fin se pueden unir lo militar y la inteligencia. De todo se ha dicho acerca de la
cinematográfica acción y los generales, el Mindefensa y Uribe han recibido sus respectivas
laudes, hubo llantos y plegarias, se evocó al caballo de Troya, se recordaron rescates como
los de Entebbe y el de Fujimori en Lima, se apreció el “sentido de pertenencia” de la
liberada ex candidata con los atuendos militares y su gusto por otra reelección
presidencial…

Además de contar detalles del operativo, de mostrar videos y los ojos amoratados del
guerrillero “alias César”; de que el general Montoya agradeciera al Señor de los Milagros;
de la felicidad colectiva por el rescate incruento; de los chismes sobre si Íngrid miró con
desprecio a su segundo marido, en fin, la epopeya también alcanzó para ventilar posibles
candidaturas; por ejemplo, que Íngrid podría ser una adecuada sucesora de Uribe en el

52
remoto caso de que el Presidente desistiera de su aspiración, o de que se atravesara el
ministro Santos, al cual ya le hicieron los guiños respectivos.

El rescate pareció una reedición aumentada y corregida de realismo mágico, en un país que
lleva en conflicto interno más de cincuenta años y que algunos ya ven como el “fin del fin”.
Hubo llamamientos, incluso de Chávez y Correa, a que las Farc entreguen el resto de
rehenes y abandonen sus métodos extorsivos y que acepten el fracaso de la lucha armada en
Colombia, al tiempo que Fidel Castro concluía: “Nunca apoyaré la paz romana que el
imperio pretende imponer en América Latina”.

No faltaron los “aguafiestas” que apuntaron sobre el pago de veinte millones de dólares con
los que se habrían “comprado” los secuestrados a las Farc. Detrás de la transacción estarían
los Estados Unidos. Ni los que recordaron palabras de Yolanda Pulecio: “Me he opuesto a
que los hijos de Íngrid vivan en Colombia por temor a que Uribe, su ejército o sus
paramilitares les hagan daño”. O los que, ebrios de júbilo, afirmaron que era la noticia más
importante de la historia de Colombia. Bueno, ya se sabe que, según el rigor oficial, fue una
de las mayores epopeyas de la historia universal.

De todo se ha dicho sobre el Jaque. Aunque, como señaló en El Tiempo el general Padilla,
toda la verdad de la operación “de pronto nunca se sabrá”. No faltó la señora (la calificarán
de antipatriota) que advirtiera que estaba “mamada” de ver a la franco-colombiana en el
desayuno, el almuerzo, la comida y la merienda (al menos no aguanta hambre); ni el anarco
de humor negro que dijo tener “orgasmos con Íngrid”, ni el otro que quería gritar en la
lengua de Rimbaud y Balzac: “Uribe Je t’aime”. Ah, y los memoriosos dijeron que con
todo y Jaque no olvidarán la yidispolítica, ni los atentados contra las cortes ni los cuatro
millones de desplazados ni las fosas comunes de los paramilitares…

No sobra decir, para estar a tono con los acontecimientos, gracias Espíritu Santo por los
favores recibidos.

• Reinaldo Spitaletta

El impacto de la liberación de Ingrid Betancourt: un


análisis
Alvaro Sierra :: ver perfil del autor descargar versión
completa
(página 1 / imprimir
2) 1 2 enviar a un amigo

La liberación de Ingrid y sus 14 compañeros de cautiverio cambia la situación


política colombiana y deja no pocas preguntas sobre las perspectivas del acuerdo
humanitario, dice Alvaro Sierra, editor de paginas editoriales de El Tiempo.

La liberación de Ingrid Betancourt y sus 14 compañeros de cautiverio es un hecho


que cambia la situación política colombiana, por los profundos efectos que tiene

53
en tres frentes: el curso de la confrontación con las FARC y el conflicto armado; la
crisis político-institucional entre el Presidente y la Corte Suprema de Justicia, y el
mapa de la sucesión presidencial. Además, deja no pocos interrogantes sobre las
perspectivas de un acuerdo humanitario para la liberación de quienes siguen en
manos de esa guerrilla.

Con esta operación, cuyo único precedente en la historia universal de la


inteligencia –según la versión oficial, pronto acogida por los medios pese a que
faltan “detalles” esenciales – sería la del Caballo de Troya (y aun en el engaño
homérico hubo combate). El presidente Uribe, en medio de una crítica situación
política, recibió como caído del cielo un inusitado refuerzo político-militar, y, como
dice Hernando Gómez Buendía, “resolvió la cuadratura del círculo”: sin rescate a
sangre y fuego y sin negociación, el gobierno colombiano devolvió a la libertad,
sanas y salvas, las “joyas de la corona” del intercambio humanitario. Sin Ingrid
Betancourt y sin los tres mercenarios estadounidenses (“contratistas” es el
eufemismo políticamente correcto), las posibilidades de chantaje de las FARC con
sus “canjeables” se desploman. Hace un año, esa guerrilla tenía 58 secuestrados,
buen número de ellos de tal valor político que mantenían al mundo atento a toda
comunicación desde las “montañas de Colombia”. Ahora, será una suerte si,
pasados unos meses, se mantiene la presión nacional e internacional por los 25
que quedan en su poder, tres de ellos civiles. Así lo expresa de manera dramática
el llamado de Marleny Orjuela, de Asfamipaz, la asociación de familiares de
soldados y policías cautivos: “Francia, no nos olvide”.

La operación del 2 de julio devuelve el intercambio humanitario al terreno nacional


y al control del gobierno colombiano, despachando de escena, por lo pronto, a
actores de reparto que habían cobrado carácter protagónico como Hugo Chávez y
Nicolás Sarkozy. Ayer espectador de las liberaciones unilaterales conseguidas por
el presidente venezolano y la senadora Piedad Córdoba, hoy el gobierno
colombiano retoma el mango de la sartén de la que era una de sus
confrontaciones más complejas con las FARC, por su gran costo político.
Entonces, Uribe hacía fintas y malabares ante la presión internacional, las
caminatas del profesor Moncayo y el clamor por lo que se veía como su terca
obstinación en no despejar territorio; ahora, las Fuerzas Armadas retornan
limpiamente con el trofeo supremo (solo faltó el cabo Moncayo para redondear la
“moñona”), rodeadas de un respaldo apoteósico, con el prestigio popular de su
comandante en jefe en rangos históricos y validada su insistencia en no ceder,
como probablemente lo mostrarán las encuestas. La emoción que suscitó lo
sucedido en la Colombia urbana tiene pocos precedentes y su primer efecto es
hacer aún más inexpugnables las ya fortificadas posiciones presidenciales. The
Economist asevera que lo ocurrido podría, incluso, asegurarle la reelección
(aunque le sugiere, más bien, decir: “gracias y buenas noches”, en 2010).

Este es el primer impacto de la operación del 2 de julio. Aún es pronto para


determinar cómo afectará la evolución de los acontecimientos en el país y a los

54
actores involucrados, pues no se conocen todos los factores. Pero hay indicios.
Hay caminos posibles, unos quizá más probables que otros. Y variantes deseables
(o indeseables), que podrían llevar el conflicto armado y la situación política hacia
rumbos más o menos convenientes para el interés público y para lo que, a fin de
cuentas, realmente importa: la paz de Colombia.

La operación

Si un gran estudio de Hollywood quisiera hacer una película de espionaje que


fuera un hito de taquilla, ni el más talentoso de sus escritores hubiera dado con un
guión como el de la “Operación Jaque”. Aún un rescate modelo, como el de
Entebbe (Uganda), en julio de 1976, implicó el uso de la fuerza y costó la vida a
tres de los 103 rehenes. Y sin embargo el rescate deja algunas preguntas que las
autoridades deberían absolver, por herméticas que sean las necesidades de la
inteligencia. No es lo más importante plantearlas, pero aquí están:

- La versión oficial es la de una doble infiltración: al Frente Primero, de ‘César’, y al


Secretariado. Mediante la “astucia”, como lo puso el comandante del Ejército, se
logró engañar al uno para que creyera que entregaba al recién posesionado jefe
del otro, en el helicóptero de una “misión humanitaria” insólita, ataviada con
camisetas del Che Guevara, a los rehenes más importantes de las FARC. Aun si
se timó a ‘César’, ¿cómo actuó este sin confirmación directa de parte de Cano?
Están cortadas e intervenidas las comunicaciones y reducida la capacidad de
mando y control, se contesta. La versión de que alguien impostó la voz del nuevo
jefe del Secretariado linda con la ciencia ficción. ¿Acaso no se formaron las FARC
en la tradición de correos humanos? ¿E Internet? ¿Cómo una organización
estalinista, centralizada, diestra en la clandestinidad más dura, como las FARC –
que se saben, además, infiltradas –, mueve a la que es su última baza de
supervivencia política (Ingrid y los tres estadounidenses) a partir de
comunicaciones entre intermediarios de intermediarios?

- Aunque probablemente nunca se sepa exactamente lo que pasó, cabe indagar –


y este es deber de los medios – otras posibilidades: ¿se compró al jefe mismo del
frente, “neutralizándolo” luego en el helicóptero para efecto de presentación de la
operación, como lo aseguró la estatal Radio Suiza Romande, diciendo que a
‘César’, por intermedio de su compañera, capturada anteriormente, se le habrían
pagado 20 millones de dólares? El gobierno y los militares colombianos lo negaron
enfáticamente. ¿Se “persuadió” a mandos medios, y el frente en masa desertó?
Los 100 millones de dólares en recompensas anunciados por el gobierno podrían
estar tras una operación como esta; éxito comparable al de Troya –aunque algo
menos cinematográfico –.

- Jorge Orlando Melo recuerda un elemento “misterioso”: el 13 de junio, desde


Presidencia, se dijo que dos mandos de las FARC, con línea directa al
Secretariado, habrían ofrecido entregar a Ingrid y otros secuestrados. Podría ser la

55
típica noticia plantada, para provocar que los movieran. Pero sería tan raro que el
Secretariado se la creyese, como que, si lo hizo, no haya tomado medidas
preventivas, o que justo la reacción haya sido trasladarlos como quería el Ejército.

Aunque sea poco popular en un ambiente de triunfo y emotividad patriótica como


el actual, es necesario hacer estas preguntas. Que no deben cerrar la puerta a lo
contrario: la versión oficial puede ser cierta. Parecerá de Hollywood, pero, por la
situación de las FARC y los evidentes avances de la inteligencia y la tecnología
militar colombiana –de la mano de los israelíes y con ayuda estadounidense y
británica–, es plausible.

Las FARC, el conflicto

Sea como sea, el golpe asestado a las FARC no admite atenuantes. Para una
organización –y un comandante recién asumido, como Cano–, el revés
estratégico, el golpe de confianza a la tropa, la desmoralización, son tremendos.
Vienen de más golpes. Pero este es el más importante que hayan sufrido. Las
deja sin su única carta en una partida ya muy comprometida. Expone debilidades
que no habían mostrado. En este tipo de confrontación, la infiltración exitosa por
parte del enemigo es, invariablemente, anuncio de derrota.

¿Cambia el signo del conflicto esta liberación? ¿A la “Operación Jaque”, como su


nombre y sus autores lo sugieren, le sigue el jaque mate? ¿Se imponen la tesis
del “fin del fin” del comandante de las Fuerzas Militares, general Freddy Padilla?
Estas no son solo afirmaciones oficiales sino las preguntas que se hacen por estos
días no pocos expertos, considerando que las FARC están ante la alternativa de la
desmovilización o la derrota definitiva. Pero, como lo señala Medófilo Medina, “el
menú es más amplio”, y la simplificación, inherente a toda confrontación, puede
impedir la serenidad y la sofisticación que demanda una buena solución. Lo que
sobrevenga depende tanto de lo que hagan las FARC como de las opciones del
gobierno.

Las posibilidades son tan diversas como inciertas. Medina apunta a la


conformación del nuevo Secretariado (con tres miembros nuevos y nuevo jefe,
cualquier grupo de siete es nuevo): salvo el jefe militar de las FARC, Jojoy, todos
son de extracción urbana, con estudios universitarios, algunos en el exterior, y
militancia política legal previa. Camilo es médico; Joaquín Gómez es veterinario de
la Universidad de Moscú; Alfonso Cano viene de la Universidad Nacional y la
Juventud Comunista. No hay uno solo de tiempos de Marquetalia y todos andan
por la cincuentena. Todo esto –y el severo declive militar– podría favorecer una
suerte de retorno a la política de parte de la comandancia de las FARC.

Pero, en el extremo opuesto, presionadas por la escala militar, desprovistas de


figuración política, rebeladas ante la idea de echar a la basura 44 años de lucha, y
persuadidas de que la pobreza y la injusticia social acabarán por contar a su favor,

56
también sería posible que las Farc optaran por la vía de los bombazos tipo el del
Club del Nogal o por operaciones comando para secuestrar a nuevas “fichas”
políticas.

Las FARC se mueven hoy entre una opción realista (buscar una salida política,
negociada, así los parámetros para ella sean mucho más reducidos que los del
Caguán) y la opción maximalista, de radicalización, en un intento de ratificarse
como actor mediante voladuras, atentados y secuestros. Jojoy, que pese a su
carácter militarista tiene la astucia instintiva del campesino rico de pueblo, dijo
poco antes de la ruptura de las negociaciones con Pastrana: “O nos vemos en
unos años con el Putumayo y el Caquetá despejados, o en un pueblito de
Alemania”. Una negociación hoy estaría más cerca de lo segundo; la cuestión es
si Jojoy y sus colegas así lo entienden. En un raro “Llamado a la cordura”, Anncol,
la agencia de prensa oficiosa de las FARC, declaró “necesario llamar a las partes
–guerrilla y gobierno – a no echar en saco roto una oportunidad histórica”. El
rechazo reiterado de Hugo Chávez a la lucha armada y al secuestro podría
favorecer una salida de este tipo.

Pero hay otra variante, peor que la del coletazo terrorista, porque es quizá más
probable: la de la disgregación. Arrinconadas militarmente, tras sucesivos golpes
que desprestigian a la comandancia y desorganizan sus filas, no debe descartarse
que las FARC pierdan su capacidad de mando centralizado y se rompan en
grupos centrífugos que, en unos casos, reivindiquen una “línea histórica”, en otros
se dediquen en exclusiva al narcotráfico o al secuestro, o mezclen una y otra cosa.
Combinada con el rearme de bandas con integrantes que provienen del
paramilitarismo, tal opción puede dejar a Colombia sumida en un conflicto armado
interminable, aún más degradado y sin solución que el actual, que, al menos,
conserva en cierta forma carácter político, no solo delincuencial.

Por último, está la (improbable) variante de la recuperación. Un cambio brusco de


política en materia de seguridad en el año 2010; una prolongada batalla en torno a
la reelección, que paralice al gobierno; la agudización de una crisis política como
la que asomó con el enfrentamiento entre el Presidente y la Corte Suprema de
Justicia; una decidida ayuda desde Venezuela podrían dar a las FARC el aire que
esperaron en vano si Uribe no se hubiera reelegido en 2006. Contra esta
posibilidad conspiran hoy la mayoría de las variables, pero un conflicto tan largo y
de raíces tan hondas como el colombiano, ya vio, por ejemplo, al ELN renacer en
una década de las cenizas de la derrota de Anorí, en 1972, con la extorsión
petrolera a multinacionales en Arauca en los años ochenta.

Vista así la situación de las FARC, su derrota militar y desmovilización lucen de un


optimismo tan simple como difícil de concretar. Sin embargo, mucho depende de
lo que hagan el gobierno y las Fuerzas Armadas. Y en este terreno hay señales,
aunque muy incipientes, alentadoras.

57
El gobierno, los militares

Algunos de los militares y policías liberados fueron capturados en Miraflores, en


1998. Entonces, las FARC lucían invencibles y bases completas del Ejército eran
avasalladas por operaciones de 800 guerrilleros. En diez años la ecuación militar
se invirtió completamente. Las Fuerzas Militares, el gobierno que las comanda y la
política de “seguridad democrática” salen de esta operación en el apogeo de su
prestigio. De fiascos notables, aún en medio de la recuperación militar, como el de
Urrao, en mayo de 2003, que culminó sin poder impedir el asesinato de los
rehenes y desprestigió la opción de rescate, se pasa a un golpe de mano que se
presenta convincentemente como la madre de todas las operaciones de
inteligencia, el área en la que más han avanzado los militares.

Las Fuerzas Militares y el gobierno están también ante una disyuntiva.

Pueden ser triunfalistas. Muchos elementos – el ánimo en la población urbana, el


aplauso general, la seguidilla de éxitos militares – abonan el terreno. Les sirve
para sostener la moral de la tropa y de la opinión pública; para arrinconar a la
oposición; para asestar nuevos golpes (otra “cabeza” del Secretariado, la
desmovilización de un frente, el chorro de la deserción individual); para levantar la
tapa de la caldera de los militares de alto rango presos o investigados por
paramilitarismo; incluso, para la reelección.

Pero pueden optar por un camino más sofisticado, más civilista, si se quiere.
Administrar el triunfo de manera dosificada; manejar un discurso que no dé rienda
suelta al ciego aplauso del patriotismo ni al ánimo, que reina en algunos sectores,
de “no dar cuartel”; tender puentes a las FARC mientras quede una estructura
organizativa capaz de una negociación; tener la flexibilidad de ofrecer una salida
que, a la vez que aprovecha el cambio en la ecuación militar, brinde a esa guerrilla
incentivos para volver a la política, podría, eventualmente, hacer mejor servicio a
lo que realmente interesa a Colombia: el fin del conflicto armado.

Dos elementos nuevos apuntan en esa dirección, aunque tímidamente. Por una
parte, este triunfo militar fue incruento. El gobierno dijo que se decidió no disparar
contra 60 guerrilleros que custodiaban a los rehenes en el momento de la entrega.
Una señal para los que siguen armados. Por otra parte, el ministro de Defensa,
Juan Manuel Santos, y el Presidente insistieron en que, si las FARC están
dispuestas a una “negociación seria”, este gobierno también. De las bravatas del
Ministro de Interior Carlos Holguín y el Comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo,
hemos pasado a tener en ese ministerio a Fabio Valencia Cossio, uno de los
pocos hombres de este gobierno que conoce de cerca a las FARC y sus
comandantes, por su papel en tiempos de la zona desmilitarizada en el Caguán, y
a frases como “la única cuenta de cobro es la paz”. Como dice Medina: “ni el
gobierno ni los militares han exhibido el lenguaje del aplastamiento”.

Michael Shifter, vicepresidente del Diálogo Interamericano y un convencido de la


fragmentación a la que marchan las FARC, dijo a Time: “lo que es importante que

58
el gobierno Uribe haga ahora es ofrecerles más incentivos para que se incorporen
a la sociedad civil”. Esa guerrilla y este gobierno pueden estar en las antípodas y
una negociación lucir imposible. Pero en guerra no hay nada imposible. En El
Salvador, en 1990, el FMLN, en la cúspide de su poderío militar, con misiles tierra-
aire que derribaban la aviación oficial, pactó la paz con Alfredo Cristiani del partido
Arena, fundado por Roberto D’Aubuisson, organizador de escuadrones de la
muerte. Entonces, había un empate militar; aquí la balanza ya se inclinó. Si cierta
magnanimidad y sofisticación política del lado oficial se combinasen –sin ceder la
presión militar – con la extracción urbana y más moderna del nuevo Secretariado
(y con un empujón ‘ideológico’ de Chávez), un escenario nuevo, hasta ahora
cerrado, podría, eventualmente, abrirse en Colombia. Pero es pronto para decirlo.

La crisis político-institucional

Mientras tanto, como lo dice Elizabeth Ungar, “el rescate no debería servir para
echar tierra a lo que hasta el 2 de julio estaba al orden del día”: la crisis político-
institucional desatada por el fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre Yidis
Medina y la reacción del Presidente de enfrentar a la justicia con “la democracia”,
mediante “la repetición de las elecciones”.

Pese a que un editorial de El Tiempo pidió a Uribe que, en un “gesto magnánimo”,


reconsidere su idea del referendo, los días siguientes a la liberación el gobierno no
dio ninguna señal en esa dirección. Pero concurren otros elementos.

La decisión de la Corte Constitucional de no revisar su sentencia sobre la


exequibilidad del Acto Legislativo de la reelección, señala José Gregorio
Hernández, “le quita la razón de ser al referendo”. Aunque se anunció que el
nuevo ministro de Interior tendría lista la pregunta, esta no se ha presentado. No
se convocó el Congreso a sesiones extras. Hubo un pronunciamiento de la Corte
Suprema que le bajó la temperatura al enfrentamiento. Y la operación de
liberación ha desplazado por completo el tema de la atención pública.

Esto no significa, empero, que la crisis esté resuelta. Habrá que esperar la
decisión del Presidente. Que puede, como ha hecho con su reelección, dejar
pendiente la espada de Damocles del plebiscito, sin concretarlo pero sin desistir,
sobre su enfrentamiento con la Corte Suprema. Quizá el suspenso continúe hasta
el 20 de julio, cuando se sabrá si el gobierno presenta o no su pregunta.

El enfrentamiento entre el Presidente y la Corte está en suspenso, no terminado, y


la liebre puede saltar en cualquier momento. Como con los otros factores, aún
dista de estar claro qué efecto surtirá la liberación de Ingrid y sus compañeros
sobre esta crisis, que estaba en pleno desarrollo cuando sucedió. Uribe puede
sentirse tan fortalecido que continúe a todo vapor con su plan de desplazar al
órgano en el que parece ver el principal peligro para su futuro, por su papel en la
investigación de la parapolítica. Lo deseable sería que ocurriera lo contrario y que,
como en la guerra, en la política primara la serenidad. Como lo puso uno de los

59
participantes en el debate de Razón Pública: “la situación (a partir de la liberación)
podría servir para enmendar el curso político del régimen”.

La reelección, la política

El impacto de la liberación de los 15 en la evolución general de la situación política


en el país es múltiple. Por supuesto, por su efecto sobre la marcha de la guerra y
la paz, pero también desde un doble punto de vista: el éxito refuerza tanto las
posibilidades de reelección de Uribe como las de una candidatura de Juan Manuel
Santos, quien orienta el spin oficial cada día más claramente en esa dirección;
pero, a la vez, ese éxito ha devuelto a la escena política a un peso pesado, de
forma completamente inesperada.

Más allá de su “rescate de película”, la gran sorpresa del retorno de Ingrid son las
posiciones políticas que empezó a formular desde la escalerilla del avión que la
llevó a Bogotá. La contestataria del gobierno Samper, la de “La rage au coeur”
(“La rabia en el corazón”, su libro de 1998), dio un espaldarazo categórico a Uribe
y su política de seguridad, a las Fuerzas Militares como garantes de que se llegará
a la paz y, en su rueda de prensa en la embajada francesa poco antes de partir, a
la reelección. A la vez que llamó a una negociación con las FARC “no sólo de
prebendas judiciales sino de reformas que el país necesita” y aseveró que el
acuerdo humanitario está hoy “en una sin salida”, dijo: “Uno de los éxitos de Uribe
contra las FARC fue lograr introducir la reelección en el sistema político
colombiano. No fueron cuatro años, fueron ocho (…) Me gusta la reelección. La
tercera reelección, ¿por qué no?”.

Si se decide a presentarse como candidata, envuelta en el inmenso prestigio y la


estatura moral de seis años y cuatro meses de secuestro, una Ingrid que recoja
banderas fundamentales del uribismo, daría una patada al tablero de todos los
cálculos hasta ahora hechos en torno a la reelección de Uribe o a su sucesión. La
primera víctima sería, paradójicamente, su salvador: Juan Manuel Santos. Pese a
lo que Semana llamó su “moñona”, este difícilmente aguantaría una competencia
de carisma e imagen con ella.

Todo esto es sumamente especulativo. Depende de consideraciones personales


que la propia Ingrid ha hecho explícitas sobre decisiones en torno a su futuro. Ella
es también francesa y, si lo desea, tiene espacio como actor de peso allá. Puede
concentrarse en la liberación de los rehenes restantes. Puede acabar de saltar a la
escena mundial con la postulación al Premio Nobel que se anuncia desde Italia.
En fin… El caso es que su liberación y el peculiar ropaje político con el que ella
misma se ha vestido al salir de la selva, introducen en la compleja ecuación de
reelección-sucesión un elemento tan inesperado como desconcertante.

Cuál vaya a ser el efecto, sobre las aspiraciones de Santos, que cada día se
conduce con mayor aplomo como delfín, o las del senador uribista Germán Vargas
Lleras (que anuncia su retorno en agosto); sobre la coalición de gobierno; sobre el

60
referendo que promueve Luis Guillermo Giraldo para reelegir a Uribe son otras
tantas preguntas para las que ahora apenas hay respuestas.

El acuerdo humanitario

Una última cuestión es si, luego de la “Operación Jaque” el jaque mate no es, más
bien, para el acuerdo humanitario. ¿Pierde toda vigencia la posibilidad de un
intercambio de rehenes por guerrilleros presos, o la recobra?

Aquí, también, solo cabe señalar indicios, pues todo depende de la actitud del
gobierno, que tiene ahora en su mano un juego mucho más conveniente a sus
intereses. Y también de las FARC, que habiendo perdido los ases, conservan, en
teoría, la posibilidad de una mano que les devolvería sus restos políticos, como es
la liberación unilateral.

Un debate de fondo es si la salida de los “canjeables” política e internacionalmente


valiosos podría poner en primer plano el elemento puramente humanitario del
acuerdo: liberación de civiles; intercambio de prisioneros uniformados.

Para ello haría falta, argumenta Melo, “quitar dos inamovibles que no son lógicos:
el de las FARC, de zona de encuentro estratégica, que no tiene un solo argumento
presentable a su favor; y el del gobierno, del compromiso de que los guerrilleros
no vuelvan a la guerrilla, militarmente de impacto marginal (hoy, para las FARC,
recibir un guerrillero que sale de la cárcel es más peligroso que una acción militar
del enemigo). Si el gobierno aceptase, por ejemplo, despejar una zona y las FARC
liberar a todos los secuestrados civiles, “canjeables” y extorsivos; si enseguida se
negociara el intercambio de los 22 policías y soldados cautivos por guerrilleros
presos sin delitos penalizados por el derecho internacional; y si el gobierno dejase
de insistir en la calificación de terrorista a cambio, por ejemplo, de un compromiso
de las FARC de no secuestrar ni atentar contra civiles, la puerta de un acuerdo
puntual de intercambio podría abrirse. Y –por la situación militar – la posibilidad de
un segundo capítulo en la forma de una negociación de paz no sería
descabellada.

****

En resumen, el impacto de la liberación de Ingrid Betancourt y sus 14 compañeros


es tan profundo que apenas pueden dibujarse, por ahora, algunas hipótesis sobre
su efecto. Dada la ecuación de la guerra y de la política hoy en Colombia, si el
gobierno y los militares tienen en cuenta, como dice Medina, “la multiplicidad de
caminos que pueden transitar las FARC y hacen una proyección serena y no
triunfalista”, sofisticada y no simplista, del éxito logrado; si el nuevo Secretariado
de las FARC asume su real situación militar y la posibilidad de una opción política
realista, y confluyen factores internacionales como el de Chávez, el país estaría, a
partir de esta liberación, ante la posibilidad de un cambio profundo en la situación
política y militar que lleve, eventualmente, a sentar las bases para resolver el
conflicto armado.

61
Pero se trata sólo de eso, de una posibilidad. Hay otras, peores, como la de la
disgregación de las FARC, la tentación del aplastamiento y la “derrota final” en el
gobierno y los militares, el escalamiento de la crisis político-institucional o una
pugna en torno a la reelección, que paralicen al país.

No hay elementos para asegurar cuál de todas estas opciones es la más probable
–aunque es evidente cuáles son deseables, al menos desde el punto de vista de la
Razón Pública-. Muchos factores están apenas en ciernes; otros ni se conocen.
Pero, a partir de la liberación de los 15 rehenes, el tablero político y militar
colombiano ha sido sacudido con tal fuerza que una nueva situación política y
militar se está dibujando. Señalar las opciones que se abren en toda su
complejidad es el primer paso para diseñar las soluciones de fondo que Colombia
persigue infructuosamente desde hace más de 40 años.

NOTAS

[1] Este artículo ha sido producto de una discusión colectiva de varios miembros
de Razón Pública, en la que participaron Hernando Gómez Buendía, María
Victoria Duque, Medófilo Medina, José Gregorio Hernández, Elizabeth Ungar,
Carmenza Saldías, Jorge Orlando Melo, Francisco Thoumi y el autor. La
responsabilidad por su contenido es, por supuesto, del autor.

Acuerdo Humanitario

Un exitoso fracaso
06/04/2008

Con el rechazo de las Farc, los que salen perdiendo son los secuestrados.

El fracaso de la misión humanitaria estaba cantado. Con su silencio, las Farc reiteradamente
se habían negado a aceptar los múltiples pedidos de los gobiernos de Colombia y de
Francia y las súplicas de los familiares para brindar asistencia médica a los secuestrados.
Ahora lo ratificaron de manera explícita. Para esos gobiernos, esto hace del fracaso
humanitario un éxito político. Precario, pero éxito.

En efecto, las Farc no iban a aceptar la misión humanitaria por dos razones. La primera ,
porque están convencidas de que a los secuestrados les pueden brindar asistencia médica ,
aun en las condiciones difíciles de la selva. La segunda, porque, según ellas, darle la
ubicación de sus campamentos a cualquier misión médica es abrir la posibilidad de que el
Ejército también los ubique, con lo cual quedarían expuestos a un eventual intento de
rescate militar de los secuestrados. Para las Farc, la ubicación de sus campamentos significa
perder toda posibilidad de presión sobre el Gobierno para imponerle sus propias
condiciones en el intercambio humanitario. Es decir, su propio fracaso, porque perderían el

62
pulso político en que se ha convertido ese intercambio.

Por su parte, el gobierno colombiano y el francés, a sabiendas o no de lo anterior, se la


jugaron a presionar a las Farc para que aceptaran o rechazaran explícitamente esa misión
humanitaria. Fue una jugada muy hábil, porque saldrían ganando en cualquiera de los dos
escenarios. Si la aceptaban, porque la opinión valoraría el éxito de ese esfuerzo en favor de
los secuestrados. Si la rechazaban, porque ante el mundo quedaría patente una vez más la
esencia inhumana de la guerrilla. Sucedió lo último; por eso ganaron los gobiernos y perdió
la guerrilla. Aun cuando, claro, los que más pierden son los mismos secuestrados, porque la
falta de una atención médica de calidad sigue poniendo en riesgo su propia vida. Pero la
guerrilla dirá que escogió el mal menor, una pérdida -temporal, siempre lo ven así- de
imagen y no el fracaso definitivo en su propósito de obligar al gobierno colombiano a
concederle un despeje que implique el control total de una parte del territorio nacional,
aunque sea por unas pocas semanas o un par de meses. El despeje para la guerrilla significa
reconocimiento como fuerza beligerante.

Con el envío de un avión médico, el gobierno francés realizó una habilidosa maniobra
mediática, buscando un impacto entre el público francés y la opinión internacional. En
sentido estricto, Colombia no necesitaba ese avión y tampoco carece de muy calificados
médicos para atender a los secuestrados. Pero, para el consumo de los franceses, el gesto
buscaba mostrar que estaba haciendo algo para salvar la vida de Íngrid, en el momento en
que circulan rumores sobre su estado crítico de salud. El estilo mediático de Sarkozy parece
estarse imponiendo en todas y cada una de sus acciones de gobierno. Y el tema de Íngrid lo
está aprovechando hasta la saciedad.

El fracaso de la misión humanitaria coincide con las rotundas declaraciones del


comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, en el sentido de que nunca habrá despeje y
menos en Pradera y Florida. Simultáneamente, al rechazar la misión humanitaria, las Farc
insistieron en que ese despeje sigue siendo un inamovible absoluto. En estas condiciones, el
intercambio humanitario sigue trabado y la liberación de Íngrid, descartada .

Esto es un nudo gordiano. Y, como tal, solo se resuelve con alguna medida radical. Insisto.
Si el Gobierno nunca hará un despeje, pero quiere salvar de manera absoluta su
responsabilidad sobre la suerte de los secuestrados obligando a la guerrilla a liberarlos,
entonces debe excarcelar de inmediato a todos los guerrilleros de las Farc, sin exigir como
condición que la guerrilla libere primero a los secuestrados. Con los guerrilleros fuera de
las cárceles, las Farc no tendrían ninguna excusa para mantener cautivos a los secuestrados.

alfredorangelsuarez@yahoo.com

¡Excarcelarlos a todos ya!


30/03/2008

63
Si el Gobierno libera a todos los guerrilleros, las Farc no tendrían excusa para mantener
secuestrados.

El Gobierno ha resuelto superar uno de los principales obstáculos para realizar el


intercambio humanitario: la excarcelación de los guerrilleros condenados por delitos de lesa
humanidad. Eso abre la posibilidad de que los guerrilleros eventualmente excarcelados, si
las Farc liberan a los secuestrados, sean muchos más y, además, mucho más importantes.
La pelota regresa al campo de las Farc.

El gran interrogantes es, obviamente, la respuesta que dará la guerrilla a esta oferta del
Gobierno. Es previsible: la aceptarán siempre y cuando el intercambio humanitario se
realice en la zona despejada de Florida y Pradera. Así pensarán que le devuelven la pelota
al Gobierno.

Si así procedieran, se estaría demostrando una vez más que a las Farc les interesa mucho
más el despeje que el intercambio humanitario. O, en otros términos, que el despeje es el
fin y el intercambio es el medio, que buscan el intercambio para lograr el despeje y no éste
para lograr aquel.

El despeje se ha convertido para la guerrilla en un objetivo más cotizado que la


excarcelación de los guerrilleros; entre otras cosas, porque buena parte de ellos -tal vez la
mayoría-, una vez liberados, no van a regresar a la guerrilla. Para las Farc, el intercambio
humanitario es un pulso político contra el Gobierno y la prueba de su éxito es la obtención
del despeje.

Más aún; después de los golpes militares que han sufrido recientemente, y ante la
imposibilidad de devolverlos en el mismo terreno, para las Farc es urgente lograr un éxito
político muy pronto y este es el despeje, que para ellos significa casi un reconocimiento de
hecho como fuerza beligerante. Pero están jugando muy peligrosamente, pues el eventual
fallecimiento de Íngrid Betancourt por enfermedad les supondría un fracaso político del que
les será imposible recuperarse.

El Gobierno está jugando audazmente y al límite de sus posibilidades. Por ello, si ya está
dispuesto a excarcelar a guerrilleros condenados por delitos de lesa humanidad mediante la
figura de la suspensión de la pena, debería atreverse a dar el último paso, si la guerrilla
rechaza su propuesta. Esta última carta sería la excarcelación unilateral de todos los
guerrilleros, sin exigir la liberación previa de los secuestrados.

Sin los guerrilleros en las cárceles, las Farc ya no tendrían ninguna excusa para mantener en
su poder a los secuestrados y tampoco podrían obtener ningún triunfo político con su
liberación. El reconocimiento nacional e internacional sería para el Gobierno.

Es seguro que para salir de la cárcel, varios centenares de guerrilleros -insisto, la mayoría-
están dispuestos a aceptar la condición gubernamental de comprometerse a no regresar a la
guerrilla. Por esta razón, esa excarcelación no supondría un fortalecimiento militar de la
guerrilla.

64
Unos pocos duros e intransigentes tal vez se resistirán a acatar ese requisito, pero para todos
sería claro que permanecerán en las cárceles por su propia voluntad, pues el Gobierno no
tiene ninguna manera de obligarlos a cumplir su compromiso una vez salgan de la cárcel,
ya que estamos tratando con un grupo ilegal cuya esencia es desconocer la legislación
vigente, como lo demostró el caso de 'Rodrigo Granda'.

Esta medida pondría a las Farc contra la pared, nos evitaría el aprovechamiento político que
Chávez y otros buscan seguir haciendo del intercambio, y el Gobierno se quitaría de encima
la responsabilidad de estar buscando salidas para un problema que él mismo no ha
generado. Aparte, claro, que le quitaría de la mano a la guerrilla la última carta que tiene en
el juego político antes de someterse a una negociación de paz en las condiciones del
Gobierno.

alfredorangelsuarez@yahoo.com

Chávez, el imprescindible
02/03/2008

El venezolano puede hacer que el intercambio sea más o menos fácil.

Después de la liberación unilateral de los cuatro secuestrados que realizaron las Farc esta
semana, empieza a andarse el último y definitivo trecho del intercambio humanitario. Fue
tal vez la última liberación unilateral de parte de la guerrilla y no es de esperar que el
Gobierno añada más excarcelaciones a las decenas que hizo en el pasado. Así, los gestos de
buena voluntad de parte y parte se agotaron y ahora habrá que darle paso al acuerdo sobre
las condiciones del intercambio humanitario. Chávez puede hacer que esto sea más fácil o
más difícil, pero será imposible sacarlo del tema.

La estrategia de las Farc parece ser la de desprenderse previamente de los secuestrados


civiles con el fin de realizar posteriormente el intercambio humanitario únicamente entre
combatientes de la guerrilla y del Estado. Aquí aparece la liberación de Íngrid como un
tema importante. Creo que las Farc la van a liberar antes del intercambio de combatientes,
pero solo después de que estén acordadas las condiciones de ese intercambio. En otras
palabras, el cautiverio de Íngrid lo van a seguir utilizando las Farc como un instrumento de
presión internacional sobre el Gobierno colombiano para que este ceda ante las
pretensiones de la guerrilla en relación con las condiciones de ese intercambio de
combatientes. Por eso, tal vez sea la última civil liberada, pero probablemente estará libre
antes que los militares y policías en poder de las Farc.

Así las cosas, la llave para la liberación de los secuestrados la tiene ahora el grupo de países
amigos. Pero en este punto aparece el presidente Chávez como un factor problemático.
Primero porque muy seguramente ha sido por su pedido que las Farc optaron por
descalificar a España como integrante de ese grupo. Una retaliación más por aquel "¿por
qué no te callas?". La prueba es que, durante su reciente visita a Europa, Uribe recibió el
espaldarazo de Sarkozy y de Zapatero. Pero las Farc alegan que por eso España dejó de ser
neutral, mientras que Francia no. Incomprensible, a no ser que se trate, y en efecto así es, de

65
una simple excusa para sacar a España y satisfacer a Chávez. Adicionalmente, a través de
Francia, Chávez busca su inclusión formal en la búsqueda del acuerdo humanitario,
inclusión sugerida recientemente por el mismísimo canciller francés al presidente Uribe,
quien de momento la rechazó. Pretenciosa carambola quiere Chávez: meterse él y sacar a
España.

Tengo la impresión de que así como hay que reconocer que Chávez ha sido el gestor de las
liberaciones unilaterales de secuestrados, también es preciso señalar que ahora se está
convirtiendo en un obstáculo para el intercambio humanitario, al provocar un impasse
dentro del grupo de países amigos. Francia y Suiza no pueden aceptar así como así el veto a
España. Antes tendrían que renunciar a su gestión. Pero, para ser justos, es comprensible
que las Farc tampoco acepten un veto total a la participación de Chávez. El gobierno
colombiano debe aceptar a Chávez, no en el papel principal, sino como un apoyo.

Urge, pues, salvar la existencia del grupo de países amigos y sacar del pantano su gestión.
Su disolución sería catastrófica para el acuerdo humanitario. Por consiguiente, España debe
permanecer allí, pero, adicionalmente, se debería conformar otro grupo de apoyo al
intercambio humanitario, conformado por países latinoamericanos, la OEA y Venezuela.
Esta sería una solución para seguir buscando el intercambio con el apoyo de Chávez, un
facilitador difícil... pero imprescindible. La negociación podría realizarse en el exterior -no
en Venezuela- o en una zona de encuentro, que podría ser establecida en una porción de
Florida y Pradera, sin presencia armada de la guerrilla y por pocos días, como lo
propusieron los países amigos en diciembre del 2005, y lo aceptó entonces Uribe. En dicha
zona podría realizarse el intercambio de combatientes.

alfredorangelsuarez@yahoo.com

¿Salvador o entrometido?
El gobernador Bill Richardson es un hombre preparado, sensato y hasta simpático. Su éxito
en la política nacional y la posibilidad de que su carrera siga en ascenso es motivo de
orgullo en la comunidad hispana en Estados Unidos. Desafortunadamente, su reciente viaje
a Caracas con el fin de solicitar la intermediación del presidente de Venezuela, Hugo
Chávez, para liberar a tres estadounidenses secuestrados por las Farc colombianas en el
2003 revela su gran debilidad: un desmedido protagonismo.

Richardson dice que fueron los familiares de los tres contratistas americanos Marc
Gonsalves, Thomas Howes and Keith Stansell quienes le solicitaron la mediación, que su
motivación es estrictamente humanitaria y que sus habilidades como mediador no tienen
par. También dice que a invitación del presidente Uribe habló con él sobre el tema, pero no
aclara si en la conversación Uribe le pidió que mediara en el caso de los secuestrados.

Aún entendiendo que la precaria situación de Uribe en este momento le impide rehusarse a
tener una reunión con un político estadounidense como Richardson, es poco probable que el
colombiano le solicitara su intervención en el delicado asunto y la reinserción de Chávez en

66
el proceso. Con sobradas razones, Uribe ha vetado a Chávez como interlocutor en el
intercambio humanitario. No olvidemos que sigue pendiente confirmar la veracidad de los
documentos que el gobierno colombiano dice haber encontrado en la computadora del
vocero de las Farc 'Raúl Reyes', que describen los apoyos financieros y de otros tipos que
Chávez ha dado al grupo narcoguerrillero.

No resultaría descabellado suponer que Richardson está pensando en lo que en el juego de


ajedrez se conoce como un gambito. Una jugada en la que se sacrifica una pieza para ganar
una posición favorable en el tablero. Y no habría que descartar la posibilidad de que en un
nuevo intento para desestabilizar al gobierno de Uribe, las Farc decidieran transportar a los
contratistas americanos a territorio venezolano para ofrendarlos a Chávez, sacrificando a
Uribe y erigiendo a Richardson como el salvador.

Y si este fuera el caso, ¿qué sucedería con el cautiverio de Íngrid Betancourt, quien,
desoyendo advertencias, ingresó a territorio ocupado por los terroristas de las Farc
propiciando así su propio calvario? Y, ¿qué pasaría con los más de mil secuestrados que no
tienen amigos influyentes? ¿Tendrían que gestionar su libertad con Chávez y Richardson o
resignarse a pudrirse en la selva?

Las acciones de Richardson también podrían ser vistas como una nueva embestida del
liderazgo demócrata contra Uribe. Fue Nancy Pelosi, la líder de la Cámara baja, quien
congeló la discusión sobre el Tratado de Libre Comercio entre E.U. y Colombia en el
Congreso, para disimular el proteccionismo de los dos candidatos demócratas a la
presidencia.

Resulta difícil entender la conducta de Richardson, que, habiendo sido reelecto a su cargo
el 7 de noviembre del 2006, dos meses después se lanza a recorrer el país entero en una
quijotesca campaña por la nominación a la candidatura presidencial; continúa su peregrinar
haciendo campaña en favor de uno de los candidatos; y se ofrece a mediar en el conflicto
entre un grupo terrorista y el gobierno legítimo de Colombia, utilizando los servicios de un
iluminado con ambiciones hegemónicas en la región. O Richardson se aburre como una
ostra en la llamada Tierra del Encanto o es incapaz de permanecer en un solo lugar por un
tiempo razonable o está desesperado por regresar a la capital con una buena chamba de
vicepresidente o secretario de Estado en el gabinete de Obama.

Sergio Muñoz Bata

¿Negociaciones unilaterales?
Por: Álvaro Camacho Guizado
EL GOBIERNO ACABA DE HACER UN nuevo gesto unilateral que busca que guerrilleros
de las Farc que están en las cárceles se acojan a la Ley de Justicia y Paz, y, de paso, dejen
de formar parte de los canjeables por los secuestrados.

67
Más allá de los requisitos para que los candidatos se puedan acoger —que son
verdaderamente engorrosos: intervienen los Ministerios del Interior y Defensa, la Fiscalía y
el Comité Operativo para la Dejación de Armas; y exigen a los candidatos que repudien a la
organización a la que pertenecieron, revelen los delitos cometidos y den información que
conduzca a recuperar secuestrados y de paso a desmantelar a las Farc. Y todo esto lo deben
hacer en público. Casi nada—, se trata de una nueva movida en una dirección que ha
mostrado hasta la saciedad que no funciona: los gestos unilaterales del Gobierno siempre
tienen la misma respuesta arrogante por parte del Secretariado: “no fuimos consultados”.

Las jerarquías de las Farc saben bien que la mayoría de los guerrilleros presos ya dejaron de
pertenecer a la organización, y que muchos de verdad están dispuestos a confesar viejos
delitos (“participé en el combate tal”, “me tomé el pueblo cual”) con el propósito de salir
de la cárcel. Más aún, no sería extraño que de nuevo se infiltraran algunos oportunistas (¿le
dice algo a los lectores el nombre de Olivo Saldaña? Un pretendido guerrillero que ha
montado una farsa con el propósito de salir libre).

Todo esto quiere decir que a las Farc ni les va ni les viene que el Gobierno suelte a ex
miembros de su organización, a quienes repetidamente han considerado desertores.

Pero el problema parece ser que el Gobierno no quiere aceptar que las Farc han
desarrollado un principio de negociación al que se han apegado sistemáticamente: sólo es
aceptable lo que surja de su iniciativa y los beneficie políticamente. Y soltar desertores no
es ningún beneficio.

Las Farc se han aferrado tanto a este principio que no tienen inconveniente en burlarse del
presidente Sarkozy, ni de los embajadores de España y Suiza, ni de las jerarquías
eclesiásticas. Ni les importa hacer quedar mal a Chávez. Entonces, ¿por qué insistir en los
movimientos unilaterales? ¿Para quedar bien con una opinión pública que así ratifica la
actitud soberbia de las Farc, aunque no produzca resultados positivos? ¿Es un gesto más en
la guerra retórica y jurídica, pero inútil en un proceso de liberación de secuestrados?

Cualquier persona que haya leído algo sobre negociación de conflictos sabe que las
iniciativas unilaterales deben tener al menos una probabilidad de éxito, entendido éste
como un proceso que mueve a la contraparte a modificar su estrategia de negociación, y así
al menos deja conocer sus intenciones. Pero si esa contraparte muestra consistencia en sus
respuestas, y éstas son siempre negativas, lo menos que se puede hacer es modificar la
estrategia, si es que se busca negociar, lo que implica que el otro responda con algún gesto
que conduzca a establecer un punto negociable. Pero si lo que se quiere es demostrar que se
tiene la razón, que se es generoso en las concesiones y que a través de éstas se busca una
nueva derrota del adversario ante los ojos de terceros, al mostrarlo como un terco
intransigente, resulta que la estrategia ya ha sido reiterada y desgastada, y no producirá
nada nuevo.

En efecto, si el Gobierno quiere desacreditar a las Farc al mostrarse magnánimo y ofrecer


gestos de acercamiento, siempre rechazados, parecería que es un esfuerzo un poco inútil, en
la medida en que ya las Farc están suficientemente desacreditadas, y que un gesto más no
les hace mucha mella en sus convicciones. Y mucho menos cuando se trata de negociar la

68
liberación de secuestrados de primera importancia mundial por la de unos cuantos
desertores, despreciables a los ojos de los revolucionarios puros.

El fetiche del despeje


Por: Cristina de la Torre
LA AGONÍA DE ÍNGRID Y EL DESAMPARO de los demás secuestrados han llevado a su
clímax el pulso entre el gobierno de Uribe y las Farc. Se camina por el filo de la navaja. O
los bandos enfrentados le reconocen a la guerra dimensión política y negocian un acuerdo
humanitario, o la confrontación armada termina por crear el clima de opinión propicio a
la instauración de una dictadura.

Sumarles a las 955 ejecuciones extrajudiciales perpetradas en este quinquenio y al asesinato


de cientos de sindicalistas la intención de eliminar intelectuales y políticos de oposición o
afectos al Gobierno, por defender ideas contrarias, es acercarnos peligrosamente al abismo
de los Videla y los Pinochet.

Que el verbo provocador del asesor de Palacio José Obdulio Gaviria halague a los violentos
de la derecha no puede justificar una amenaza de la izquierda contra su integridad personal.
Tampoco el Ministro del Interior puede asumir como “naturales” los conatos de
linchamiento contra Piedad Córdoba (única colombiana que ha logrado liberar
secuestrados), por ligerezas políticas que sus malquerientes magnifican sin mirar la paja en
el ojo propio. Es que causa alarma la naturalidad con que civiles de ambas orillas cooptan
la lógica de la guerra sucia que irrespeta el derecho humanitario y sacrifica la moral a la ley
del Talión. Y, por lo mismo, la doble moral de amplios sectores de la sociedad que
legitiman la brutalidad de las motosierras en la brutalidad del secuestro. Como si
anduvieran sedientos de sangre, transportados en la contemplación de un dios justiciero
cuya seducción parece radicar en la firme determinación de despojar a la guerra de toda
perspectiva de paz. Paupérrima imaginación política la del Príncipe para cumplir el
mandato constitucional de asegurar la paz, prolongando, en su lugar, la carnicería, por
mandato indefinido.

En circunstancias tan dramáticas, cobran vigencia renovada las tesis de López Michelsen
que Ernesto Samper amplía en el libro El acuerdo humanitario: ¿victoria o solución? Señala
este último que, si bien las Farc son culpables del delito de secuestro, el presidente Uribe
“es responsable de no haber encontrado con la guerrilla los términos de un acuerdo que
hubiera permitido salvar (a Gilberto Echeverri, Guillermo Gaviria, los once diputados del
Valle y varios soldados y policías que fueron asesinados)”. El desprecio por el Derecho
Internacional Humanitario (DIH), apunta, nos ha conducido a practicar el principio de que
las guerras no son para humanizarlas sino para ganarlas.

En esa lógica, que Gobierno y guerrilla comparten, a ninguno de los dos les interesaría el
acuerdo humanitario. Ni le animarían razones de fondo para menear a muerte el despeje o
no despeje de Florida y Pradera. La verdad es que en cualquier lugar de la geografía del
país o allende sus fronteras podrían las partes reunirse para negociar. Por otra parte, una

69
cita eventual en predios de esos municipios tampoco comprometería la seguridad
democrática. Mueven a risa, pues, los temores del Ministro de Agricultura según los cuales
las Farc crearían canales de narcotráfico, construirían depósitos de armas y abrirían
corredores militares estratégicos en el breve espacio de 180 kilómetros despejados durante
45 días, ante la mirada escrutadora de cientos de observadores internacionales y periodistas
del mundo entero.

Con todo, Samper se muestra pesimista, pues no ve en el Gobierno intenciones de


reconocer la existencia de un conflicto, ni en la guerrilla las de ceñirse al DIH. Pero no baja
la guardia, aunque sospeche que el Gobierno no persigue una solución sino una victoria.
Propone buscar el acuerdo humanitario despejando ese tramo del Valle, con
acompañamiento y vigilancia de la comunidad internacional; o negociarlo en el extranjero.
Ilusión que sólo la movilización de los partidos y de la sociedad podrán volver realidad.
Para soñar, por qué no, en un paso más audaz, la negociación política del conflicto. Antes
que régimen de fuerza, defiéndanse la libertad y la vida. Las de Íngrid y todos sus
compañeros de cautiverio, para comenzar. Y sea la primera condición derrotar el fetiche del
despeje.

¡Indolencia!
Por: Felipe Zuleta Lleras
Resulta un imposible moral no escribir sobre la liberación de los cuatro ex congresistas,
entregados unilateralmente por las Farc gracias a la humanitaria gestión de Piedad
Córdoba y el presidente Chávez.

Mientras Chávez y Piedad han sido ultrajados por algunos medios de comunicación
colombianos, ellos se la siguen jugando con todo para que los secuestrados regresen al seno
de sus hogares. Ese gesto valiente y peligroso (no es un chiste negociar con los criminales
de las Farc) les parece a la mayoría de los colombianos censurable, pues miramos la suerte
de los secuestrados como si se tratara de un caso aislado del país, como si quienes se
pudren en la selva fueran ciudadanos de algún país remoto.

Lo más dramático, y eso sí censurable, es que el gestor del proceso de liberación es el


presidente de un país vecino, mientras que Uribe y su petulante Ministro de Defensa hacen
declaraciones contra las Farc justo cuando quienes estaban a punto de ser liberados corrían
por el monte tratando de volver a la libertad. ¿Acaso nuestros gobernantes no se han dado
cuenta de que la vida de los secuestrados depende en partes iguales de la guerrilla y el
Estado?

Hoy los secuestrados ostentan la condición de parias, calidad que adquirieron por el hecho
de haber caído en manos de las Farc. Es duro aceptarlo, pero los secuestrados no sólo son
víctimas de la guerrilla, sino también del Gobierno y nosotros los conciudadanos. Los
hemos olvidado por años y creemos que somos solidarios con una marcha que acabó siendo
utilizada para apoyar la segunda reelección.

70
La indolencia es la condición que prima en la mayoría de los colombianos; creemos que la
violencia oficial para "acabar" con las Farc excusa todo: desplazados, secuestrados en el
olvido, paramilitares en la impunidad y miles de familias víctimas de la violencia en el
limbo.

Lo que nos corresponde a los colombianos es exigirle al presidente Uribe que sin más
dilaciones despeje inmediatamente Pradera y Florida. Si la seguridad democrática es tan
sólida como nos la pintan, pues que lo demuestren con el despeje. Si el país entra en caos
por el despeje de dos municipios, quedaría demostrado que la seguridad democrática es
sólo parte de un discurso para engatusar al pueblo.

Uribe ha mostrado sus simpatías por los paramilitares, tan asesinos como las Farc, pero eso
para él y para quienes lo apoyan no es inmoral, porque en el fondo de sus corazones se
identifican con los paracos y por eso les parece inaudito que haya demócratas que
pensemos que la vida está por encima del Estado mismo, que sólo se justifica en razón de
sus súbditos.

Notícula: Culminan los dos primeros meses de la gestión del alcalde Samuel Moreno y
dejan hasta ahora una magnifica impresión. Todos atentos porque ha trascendido que desde
Palacio se urde una estrategia para desprestigiarlo tratando de armarle escándalos y
enlodarlo con injurias. Raro, ¿no?

Y qué harán ahora las FARC?


Hernando Salazar
Bogotá

Las FARC nunca han dejado entrar misiones médicas externas para asistir a los rehenes.
En Colombia hay muy poca claridad sobre los efectos que pueda tener la llegada de un
avión médico francés para atender a Ingrid Betancourt y a otros secuestrados enfermos, que
están en las selvas en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

No se sabe, por ejemplo, si Francia ha logrado garantizar con las FARC el acceso a las
zonas donde están los secuestrados, ni si eventualmente sería posible la liberación de
Betancourt, sobre cuyo estado de salud se han tejido toda clase de especulaciones.

La duda es válida, pues nunca antes las FARC han dejado entrar misiones médicas externas
para prestarles atención a los secuestrados en su poder.

Lea también: Uribe facilitará misión francesa


En ese escenario, y teniendo en cuenta las prevenciones de las FARC después de la muerte
de Raúl Reyes, algunos se preguntan si Francia está dispuesta a enviar un avión a una

71
especie de cita a ciegas, para ser estacionado en un aeropuerto en la selva de Colombia a la
espera de una señal para despegar.

"Las FARC son paranoicas y creen que el avión médico podría tener sistemas de
seguimiento satelital que permitan la ubicación de los campamentos donde están los
secuestrados", advierte Carlos Eduardo Jaramillo, ex consejero de Paz de Colombia, en
diálogo con BBC Mundo.

"Puede morir"

Y esos temores se deben a lo que ha pasado en meses recientes con los bombardeos a jefes
de las FARC que han muerto, como "El Negro Acacio" y Reyes.

¿Dejarían salir a Ingrid?

La política colombiana fue secuestrada en 2002.

Jaramillo se pregunta qué pasaría si la misión médica logra llegar a donde está Ingrid
Betancourt y determina que la ex candidata presidencial debe ser evacuada.

Esos interrogantes surgen porque el envío del avión se produce luego de conocerse una
carta del jefe guerrillero Iván Márquez, donde éste dice que ya no habría un encuentro con
una delegación francesa para hablar de la libertad de Betancourt, secuestrada en febrero de
2002.

La carta de Márquez se escribió después de que, el 1 de marzo pasado, las fuerzas militares
colombianas mataron al jefe guerrillero Raúl Reyes en Ecuador y de que estalló una crisis
diplomática con ese país, que involucró a Venezuela.

Por eso, Jaramillo afirma que, por ahora, "todo es un globo de oxígeno, porque no veo que
las FARC se estén moviendo".

Además, las FARC suelen tomarse mucho tiempo para moverse y tomar decisiones. De
hecho, luego de la muerte de Reyes las comunicaciones del Secretariado de esa guerrilla se
han complicado y se han hecho más lentas que de costumbre.

El escepticismo de Jaramillo es compartido por el ex ministro Camilo González, director


del Instituto para el Desarrollo y la Paz (Indepaz).

González cree que la decisión de Nicolas Sarkozy puede ser una señal a la opinión pública
francesa de que él está haciendo todo lo que puede para salvar a Ingrid.

Lea: Francia presiona por Betancourt


'Acuerdos Francia-Farc'

72
Otros analistas, como el dirigente comunista Carlos Lozano, que fue facilitador del
intercambio humanitario con las FARC, no descartan que haya acuerdos entre Francia y la
guerrilla que se no hayan hecho públicos.

"Veo tanta seguridad en la decisión de Francia, que me da la impresión de que hay algún
acuerdo, a través de alguien, que puede ser incluso el presidente Hugo Chávez", dice
Lozano.

Veo tanta seguridad en la decisión de Francia, que me da la impresión de que hay algún
acuerdo, a través de alguien, que puede ser incluso el presidente Hugo Chávez

Carlos Lozano

Un grupo de familiares de secuestrados, encabezados por los del ex congresista Oscar


Lizcano y el ex gobernador Alan Jara, han pedido que se articule un mecanismo entre los
presidentes Uribe, Sarkozy y Chávez, que permita avanzar en el intercambio humanitario.

Uribe se ha negado reiteradamente a permitir que Chávez sea nuevamente un mediador


formal, luego que de lo excluyó a finales del año anterior.

Las FARC mantienen a más de 40 políticos, militares, policías y a tres norteamericanos,


que pretenden canjear por medio millar de guerrilleros presos.

Ese intercambio humanitario, que sigue siendo esquivo, tiene dos cartas que no dependen
solo de Colombia, Francia y Venezuela, sino de otro país, Estados Unidos.

Allí están dos de los presos más importantes de las FARC: 'Simón Trinidad' y 'Sonia',
quienes ya han sido condenados.

Si las FARC dejan entrar una misión médica para atender a los secuestrados, y
eventualmente liberaran a su rehén más importante, Ingrid, eso podría oxigenar a la
guerrilla en estos momentos y ser el punto de partida para destrabar las negociaciones de un
intercambio.

Pero, como dice Jaramillo, eso es un arma de doble filo, porque todo depende del desenlace
y del estado en que realmente esté Betancourt, así como de los compromisos que asumiera
Francia con esa guerrilla, que ha estado buscando reconocimiento político en el exterior.

Se impone el Canje
Humanitario

73
SUNDAY, 06 DE JULY DE 2008

A diferencia de los columnistas caga tintas del diario oligárquico El Tiempo, que obtienen
directamente de los servicios de inteligencia del Estado (estilo María Isabel Rueda) el
acumulado de sus informaciones; quienes logramos escribir en medios independientes y
alternativos como anncol, plasmamos lo expresado en letras, gracias a la aplicación de un
método deductivo; asimilando la sabia inteligencia popular bajo un principio de respeto y
objetividad a lo dicho, en riña permanente con la subjetividad de quien escribe. Así,
mientras el periodista se basa en la información sobre el terreno, el analista parte de lo
dado.

MELQUIZEDEC TORREMOLINOS

(aparte).Es así como ante la noticia desplegada por la liberación última


de los retenidos, de donde tanto cielo, color de rosa y espectacularidad
“de película”. Una Institución castrense con historial criminal no sana de
un momento a otro su responsabilidad histórica. Muchos menos mostrar
un gesto de no asesinato de los dos guerrilleros engañados y reducidos,
en modo alguno recompensa réditos por un comportamiento regulado y
en el caso de esa institución verdaderamente excepcional. Pese al show,
nos alegramos en ora buena para la familia colombiana, del reencuentro
de Ingrid, con su valerosa y constante mamá; la de los miembros del
ejército y de la policía nacionales que “por pena cumplida” regresan a
sus hogares; así debamos incluir los ajenos plácemes de los tres reos
norteamericanos de la justicia popular colombiana.

Como decía, el sacrificado por la derecha Santanderista, Álvaro Gómez


H. “a la gente hay que creerle” y la liberación de Ingrid y sus
compañeros de cautiverio, es lo cierto. Pero que sucedió entre
bambalinas, tratándose de las características de un ejercito lacayo y
apátrida. Dejaría mi pluma y a mi país sí la organización Insurgente
abandonara al infortunio a uno cualquiera de sus miembros; máxime
tratándose del Comandante Cesar, veterano general y curtido guerrillero
de treinta años en sus filas. Esto cualquiera lo digiere.
Independientemente que lo enuncie y divulgue un medio informativo
suizo; la sabiduría popular deduce que se negoció económicamente la
liberación de ese grupo de retenidos; que el Imperio exigió la inclusión
de los tres mercenarios norteamericanos y que al momento de cumplir
con la entrega los esbirros del Miniführer intervinieron, propinándole la
puñalada matrera a los dos comandantes guerrilleros, que no tenían por
qué abordar la entraña disfrazada de blanco del helicóptero de guerra,
adornado con las insignias de la Cruz Roja. De ahí en adelante, exigirle
al Secretariado de las farc-ep que aclare, seria pretender resolver, de
ese paisaje cierto de la historia colombiana, el misterio de la Medusa
criolla.

74
El Canje Humanitario Vigente

La oposición armada no puede monopolizar a los presos políticos y


guerrilleros presos, como propios. Hacen parte de la otra faz de la
tragedia de la familia colombiana. De ambos lados existen miembros
privados de libertad: unos en las mazmorras del Imperio y el Estado
colombiano; otros, continúan en las selvas colombianas. Pasajes como
el del primer intento cruento de rescate de conocidas victimas
arrojadas; el fallido recate a sangre fuego de los diputados sacrificados
con participación no aceptada por organismos de Israel y de la Legión
francesa; la fuga de retenidos como la de Pinchao y la del Chambacú
Araujo, los gestos unilaterales de retenidos por parte de la Insurgencia,
se deben apreciar dentro de la constante del régimen dictatorial furibista
por oponerse tenazmente a la concreción del Canje Humanitario. De tal
manera que en este cruento pasaje de la guerra en Colombia todo lo
referido se ha dado por la intransigencia e inamovilidad del régimen
furibista.

Siendo muy conocidos el comportamiento mentiroso y falso positivo del


títere de turno; todos esos pasajes reseñados, en absoluto modifican o
desvirtúan el objetivo primordial de la Insurgencia colombiana: la
liberación de ambos afectados por medio del Canje Humanitario. Yerran
quienes opinan que debido a tantos contratiempos y calamidades
sucedidas la Insurgencia tiene que replantear las condiciones por ellas
expuestas y totalmente viables para materializar el Canje. La estrechez
manifiesta del régimen furibista ya la describió el finado Alfonzo López
M. al mirar el Canje como un triunfo y no como un medio a conseguir.
Por ello los llamados a la sensatez al gobierno y de los gobiernos de
países amigos del Canje apuntan a que no está derrotada la Insurgencia
en este momento de la contienda. Dimensionan los editoriales de la
derecha y las ínfulas Furibistas con la liberación de Ingrid y demás, en el
sentido que ahora sí el dictadorzuelo gobernante puede imponer las
condicones. Eso no es realista ni ajusta ante la potencialidad de la
insurgencia colombiana. El que el pasaje de estos últimos días disipe la
profunda crisis moral y legal del régimen Furibista no perpetúa su
permanencia. El fallo de la Corte en no revisar el acto legislativo que
permitió la reelección del Miniführer no acrisola el fundamento de su
ilegitimidad. Canales de participación popular continúan abiertos y un
paso equivocado de los consejeros gubernamentales redundará en
esperanzas para el sufrido y maltrado pueblo colombiano. De todas
maneras, la Ofensiva Popular esta al orden en Colombia y la Insurgencia
, seguramente, nos sorprenderá de mano.

75
El libro de Luis Eladio
Luis Eladio confiesa que el problema de la sexualidad
durante el secuestro es muy difícil de resolver y que los
guerrilleros les llevaban películas porno.
Por María Isabel Rueda
Fecha: 05/31/2008 -1361
Me devoré en tres horas las 256 páginas, con el testimonio de Luis Eladio Pérez sobre sus
siete años, ocho meses, 17 días y nueve horas de secuestro, recopilado y ordenado de
manera muy periodística por Darío Arizmendi.

Particularmente me impactó el respeto y la admiración con la que su autor se refiere a la


conducta de Íngrid Bentacourt, a la que dedica gran parte de su libro. La guerrilla los juntó
por cerca de tres años. No hay duda, por el testimonio de Luis Eladio, de que Íngrid se
comporta en su secuestro como una mujer admirable, valiente, leal, solidaria, a la que no
sólo resienten sus propios compañeros de cautiverio al haberse convertido en el símbolo
mundial de los demás secuestrados, con la queja de que entre los medios de comunicación y
en las negociaciones internacionales ella desplazó el interés por la liberación de los demás;
este favoritismo por su liberación también lo resienten los mismos guerrilleros, que la
consideran una oligarca y burguesa a la que se complacen haciéndole más difícil su vida en
el secuestro.

Sin duda a Íngrid le esperan grandes momentos si logra sobrevivir a su cautiverio.


Producirá su propio libro, que desde ya está llamado a ser un best seller mundial. Venderá
los derechos para una película que fácilmente sería considerada de ficción si no se tratara
de una historia de la vida real, que incluirá ingredientes como el terror ante la incertidumbre
y la muerte, el amor, la desesperación, la supervivencia en la selva y la pasión por la vida.
Entre los cautivos es la que mejor nada, más intensamente se ejercita, peor cose y peor
aplica inyecciones. Y no sería raro que incluso saliera con ganas de seguir aspirando a ser
Presidente de Colombia: ¿Hasta dónde será capaz de llegar esta mujer con tantas toneladas
de carácter? Ojalá la ayude a seguir sobreviviendo esa rabia que lleva en el corazón.

No es que el libro de Luis Eladio traiga muchas cosas nuevas. Por ejemplo, mantiene en
secreto, en espera de que sea Íngrid la que cuente cuando la liberen, y si así lo quiere, por
qué se produjo el rompimiento con Clara Rojas y por qué llegó el momento en que no pudo
resistir su compañía.

En lo que a él respecta, no tiene ningún síntoma de tener síndrome de Estocolmo. Comparte


la tesis de que el secuestro es un acto terrorista, por lo que las Farc sí son un grupo
terrorista. Relata cómo las abastecen de explosivos y de armas desde Ecuador, y cómo
varias veces lo pasearon por ese territorio.

Aborda con franqueza la división entre los políticos y los soldados y policías secuestrados,

76
y las dificultades de esa convivencia. Acepta que dos veces estuvo al borde del suicidio.
Cuenta que el tema sexual es un problema muy complicado de resolver en esa soledad y
que los guerrilleros les llevaban cine porno a la selva. Que a las mujeres las filmaban
haciendo sus necesidades, lo que utilizaban como material pornográfico. Que lo aterraba la
posibilidad de perder a su esposa. Que ella y sus hijos sufrieron de un total abandono
económico durante los primeros años de su secuestro. Que muchos amigos no volvieron a
aparecer en estos siete años.

Que la vida en la selva se reduce a esperar en un pequeño radio el programa de La


Luciérnaga y las Voces del Secuestro. O a planear un intento de fuga, como efectivamente
lo hicieron Íngrid y él, narrado con tanta precisión en los detalles, que uno como lector
queda física y mentalmente agotado. Según Luis Eladio, la expresión de los rostros de los
guerrilleros que lo tuvieron cautivo es de desaliento, desánimo, resignación y falta de
ilusión, producto de que también están secuestrados, pero mientras un secuestrado conserva
hasta el final la ilusión de que será liberado, la deserción de un guerrillero es una condena a
muerte.

En fin, es un libro que uno se devora aunque no sea ni el primero ni el último libro
testimonial de un secuestrado.

Su lanzamiento coincidió con la noticia de la muerte del jefe de sus secuestradores. Según
Luis Eladio, Marulanda era para ellos "un dios, el respeto absoluto, no había nada diferente
a su palabra. Le limpiaban las botas, lo cargaban, le acomodaban la silla, le ponían una
alfombra, unos cojines, unas tablas para que no pisara el barro. Así lo hacían 'Jojoy', Cano,
todos los del Secretariado". Pero, irónicamente, jamás fue capaz de ponerles la cara a sus
secuestrados.

¿Qué rumbo tomarán las Farc ahora que perdieron a su dios?

ENTRETANTO... ¿Con esa técnica que utilizó para grabar el video en el que confirma la
muerte de 'Tirofijo', no será que el futuro de alias 'Timochenko' está como reportero en el
tercer canal de televisión?

Acuerdo Humanitario, ahora con más razón


María Victoria Duque López :: ver perfil del autor descargar versión
completa
(página 1 / imprimir
2) 1 2 enviar a un amigo

Más allá del efecto que la operación del 2 de julio tenga en las posiciones del
Gobierno y las FARC, el acuerdo humanitario sigue siendo un imperativo para
lograr el retorno de los que siguen cautivos, escribe la subdirectora de Razón
Pública, María Victoria Duque

La liberación cinematográfica de los 15 rehenes y el júbilo nacional y mundial que

77
con razón saludan el retorno de Ingrid a la libertad, pueden hacer que tanto la
opinión colombiana como la comunidad internacional pierdan interés en la suerte
de los 25 secuestrados “políticos” que todavía quedan en manos de las Farc - para
no hablar de los cientos de secuestrados “no políticos” que languidecen en su
cautiverio. La propia Ingrid, llevada de la emoción, ha declarado que el acuerdo
humanitario ya perdió su sentido porque las Farc ahora deben liberar sin
condiciones a todos sus rehenes, persuadidas por la rudeza del golpe y por la
presión sumada de los presidentes de los países vecinos.

Ojalá Ingrid tuviera razón y las Farc procedieran a devolver, sin más, a sus
rehenes. Pero esto en las actuales circunstancias equivaldría casi a la
autodisolución de la guerrilla. Golpeadas militar y políticamente, como están, es
improbable que las Farc renuncien además a la “carta” de negociación o de
presión con la que cuentan para buscar, o una hipotética desmovilización
ordenada o un hipotético acuerdo de paz.

Más todavía: ahora que han salido del proceso los cuatro secuestrados de más
relieve político – Ingrid y los contratistas norteamericanos- hay más espacio aún
para un acuerdo realmente humanitario.

Desacuerdo sobre el acuerdo


Tanto el Gobierno como las FARC hablan indiscriminadamente de “canje”,
“intercambio” o “acuerdo”[1], y a todas estas formas de referirse a un asunto tan
sensible le ponen el apellido “humanitario”. Visto así, el problema es de carácter
“puramente semántico”; sin embargo, hay que decir, en contravía de una fórmula
tan común como desafortunada, que las diferencias semánticas no son asuntos
menores.

El significado que se dé a un concepto determina y fija la imagen de los hechos en


los imaginarios individuales y colectivos. Cuando lo que está en juego es la vida
de seres humanos, en su mayoría civiles,[2] el tema se vuelve trascendental
porque son justamente las partes que determinan la viabilidad, modo, momento y
lugar de un acuerdo humanitario, las que califican y asumen el proceso con
apelativos distintos. Los desencuentros se dan porque cada una de ellas –
Gobierno y FARC –, cree que está hablando de lo mismo cuando, o están
hablando de cosas diferentes, o le imprimen a los significados sus propias
conveniencias. Para dirimir diferencias y ponerse de acuerdo es imperativo
consultar el Derecho Internacional Humanitario -DIH-, que sin duda cuenta con las
claridades conceptuales necesarias.

El DIH es el conjunto de normas que procura limitar los efectos de los conflictos
armados sobre la población civil. Estas normas fueron acogidas por los Estados a
raíz de sus propias y atroces experiencias de la guerra moderna y la necesidad de
balancear la tensión entre la capacidad destructiva de las nuevas tecnologías

78
militares y los padecimientos de la población no combatiente. Gracias a la
contribución de la comunidad internacional a su desarrollo y fortalecimiento, hoy
por hoy se lo puede considerar como un derecho universal[3].

El DIH no pretende acabar con los conflictos, ni determinar si un Estado tiene o no


derecho de utilizar la fuerza, ni siquiera se fundamenta en el concepto de la
guerra justa (jus ad bellum). Su aplicación se enfoca específicamente en el manejo
de las hostilidades, limita la elección de los métodos y medios de combate y busca
especialmente la protección de la población civil[4] o, más exactamente de los “no
combatientes”, categoría ésta que incluye a los civiles y a los combatientes que
hayan depuesto las armas.

El DIH está normado mediante el Convenio de Ginebra[5] de agosto de 1949 y sus


dos protocolos adicionales (I y II) de 1977. Colombia ha suscrito tanto el Convenio
como los Protocolos y en consecuencia, como nación, estamos obligados a
acatarlos, y más aún cuando el Artículo 3[6] común a los dos convenios
explícitamente extiende la vigencia del DIH a los conflictos armados que no son
de índole internacional, como es el nuestro[7].

Las diferencias

A la luz del DIH veamos pues la diferencia entre canje, intercambio y acuerdo
humanitario:

El canje hace referencia al intercambio de prisioneros de guerra, entendidos


como “combatientes que caigan en poder de una parte adversa”[8]. Esta noción
sólo es aplicable a los conflictos armados internacionales, y por tanto, según la
mayoría de los expertos, no es adaptable al caso colombiano.

El intercambio como tal, no está contemplado en el DIH. Sin embargo, a la luz del
Artículo 6[9] del Convenio 3, relativo al trato debido a los prisioneros de guerra, se
plantea la posibilidad de llegar a acuerdos especiales. En el caso colombiano se
podría entender de la siguiente manera: dado que, los civiles a la luz del DIH no
son sujetos de ningún tipo de acuerdo, lo que se puede plantear es la liberación
unilateral y sin condiciones de los mismos y, un intercambio de miembros de la
Fuerza Pública en poder de un grupo armado al margen de la ley por prisioneros
en poder del Estado. Sin embargo, vale notar que el concepto de intercambio
supone correlación, permuta, reciprocidad o cambalache.

Pero cuando se habla de acuerdo humanitario nos referimos específicamente, a


los diversos tipos de acciones pactadas entre las partes con el único, expreso,
intencional y deliberado objetivo de preservar la vida, la dignidad y la integridad
física y mental de las personas sujetas al acuerdo, por sobre cualquier otra
consideración, sin que ello suponga un “intercambio”. Es decir, el concepto de
acuerdo humanitario incluye la posibilidad de que una de las partes ofrezca “algo”

79
sin contraprestación y por un puro compromiso humanitario.

El DIH ofrece un sin número de probabilidades para llegar a acuerdos


humanitarios en Colombia, entre otras cosas porque sus normas comprometen a
las partes involucradas en una confrontación interna. Sin embargo, como es obvio,
en la práctica no es posible garantizar que las partes, y en especial los ejércitos
irregulares, acojan y apliquen el DIH.

Para las FARC lo “humanitario” es apenas un medio para conseguir


reconocimiento político a nivel nacional e internacional (entrega unilateral de los 6
secuestrados)[10]; para buscar el improbable estatus de beligerancia o para
avanzar hacia un posible proceso de paz con algún grado de legitimación (de
hecho, las alusiones más claras de las FARC al DIH se han dado en el marco de
los fallidos procesos de paz[11]).

Pero para el gobierno -, cuya única opción es la de respetar la Constitución y


cumplir con los protocolos, convenios y tratados suscritos porque de ello depende
su legitimidad nacional e internacional - la naturaleza de su “ineficacia” obedece a
razones diferentes. Parecería que la principal tiene que ver con impedir a cualquier
costo que las FARC obtengan ganancias políticas. Y en ese afán por “ganar” la
guerra en el campo militar, deja de lado cualquier posibilidad de humanizar el
conflicto. Parecería que están seguros del resultado final, y que ese resultado bien
vale algunas víctimas.

No obstante lo anterior, debemos insistir en que la obligación de respetar el DIH


sobrepasa las fronteras de cualquier soberanía y los límites de cualquier
negociación política, por encomiable y popular que sea. Garantizar la vigencia del
DIH es un deber de la humanidad entera, y por eso no debería sorprendernos la
“preocupación” y el activo interés de Francia, Venezuela, España, Noruega,
Ecuador, Suiza y, en general, de toda la comunidad internacional en la suerte del
acuerdo humanitario en nuestro país. Es que dejó de ser un asunto interno -
especialmente después de las marchas del 4 de febrero y del 6 de marzo de 2008
- para convertirse en un problema de los ciudadanos del mundo.

Los actores

Asumiendo el riesgo de simplificar, miremos de manera resumida las posiciones de los


dos actores decisivos. El Gobierno ha sostenido que el acuerdo humanitario pasa por el
no despeje, el cese de hostilidades, el cese al fuego, la entrega de la totalidad de
secuestrados y el inicio de un proceso de paz. Además ha insistido en calificar a su
contraparte como “terrorista” y en llamar “bandidos” o “delincuentes” a los guerrilleros. Y
sin embargo, dependiendo del grado de presión ejercida por los familiares de los
secuestrados, por la sociedad civil y la comunidad internacional, por la coyuntura política
y por el calendario electoral, hemos sido testigos de excarcelaciones unilaterales, de

80
propuestas de despeje, de invitaciones explícitas a la comunidad internacional y a los
países vecinos para ser facilitadores y garantes de un posible Acuerdo, y hasta de la
liberación inexplicable de Rodrigo Granda. Sin embargo, y a raíz del asesinato de los 11
diputados, en junio del año pasado, el Gobierno ha virado nuevamente hacia el
intercambio sin despeje y/o el rescate militar. Así el Gobierno no ha logrado superar la
paradoja de entrar negociar con lo que él mismo considera un grupo terrorista. Pero si el
Gobierno ha sido totalmente inconsistente, las Farc han sido totalmente desmesuradas.
De entrada exigen la desmilitarización de Pradera y Florida como condición sine qua non
para sentarse a hablar de la posibilidad del intercambio. A cambio de todos los
guerrilleros presos ofrecen la liberación del grupo de secuestrados “canjeables”, o sea, los
militares, policías y políticos. Plantean como condición la participación activa y
permanente del Presidente Chávez. Frente a los “gestos” unilaterales del Gobierno han
reaccionado negativamente por considerarlos estrategias
político/electorales/reeleccionitas. Animadas por el clima con los países vecinos, reclaman
estatus de beligerancia. Exigen que entre los guerrilleros liberados estén alias Simón
Trinidad y alias “Sonia”, extraditados a Estados Unidos, pero jamás se les ha escuchado
propuesta alguna sobre los secuestrados de carácter extorsivo. De esta manera, las
FARC piensan en los secuestrados como un elemento de negociación y le exigen
concesiones que el Gobierno, a su turno, evalúa con la escala de los costos políticos.

No obstante lo anterior, el hecho de una “renovación generacional” en el Secretariado y el


que se trate de una comandancia con formación académica, de origen urbano, podría ser
una oportunidad para avanzar hacia el Acuerdo Humanitario. Quizás, preocupados por la
liberación de Ingrid y sus 14 compañeros de infortunio, el “nuevo” Secretariado tenga la
sensibilidad intelectual que se requiere para repolitizar su discurso y sus acciones,
dejando atrás la pesada carga de la asociación entre guerrilla, narcotráfico y terrorismo,
para abrirle un espacio a la discusión política. Del lado del gobierno también puede ser
una oportunidad el aire que le da a la cartera del Interior y de Justicia la llegada del
Ministro Fabio Valencia Cosio como un nuevo interlocutor que no desconoce las
complejidades de los temas de paz.

La confusión

Cualquier proceso de paz es una negociación política concebida como solución de un


conflicto armado. En dichos procesos priman -y es entendible que primen- los cálculos
políticos de cada una de las partes Pero el acuerdo humanitario no es, ni tiene por qué
estar enmarcado o referido a un proceso de paz. Sería deseable que así fuera, por
supuesto; pero un acuerdo “humanitario” tiene que estar desligado del anhelo de la paz,
así como de cualquier pretensión distinta de lo estrictamente humanitario.

De lo contrario el acuerdo no puede funcionar. Y es lo que ha pasado en Colombia. Lo


que hasta el momento se ha planteado está lejos de parecerse a una propuesta basada
en la defensa de de la vida, la dignidad y la integridad humana. Tanto el Gobierno como
las FARC manejan sus propias ecuaciones y han estado y están a la expectativa de

81
obtener los máximos beneficios políticos.

Si de veras se trata de llegar a un acuerdo humanitario el gobierno no puede imputarles a


las FARC la condición de terroristas (aún cuando éstas también actúen como tal) porque
cada vez que lo hace, está incurriendo en la muy grave contradicción de “negociar”, o
tratar de “negociar”, con terroristas. Pero tampoco las FARC pueden, como es su práctica
habitual, hacer caso omiso del DIH, porque al desconocerlo, impúteseles o no, se
convierten, per se, en un grupo terrorista.

Lo realmente perverso es que las partes no entiendan, o no quieran entender, que la


única herramienta que no puede ser usada para obtener ventajas políticas es un acuerdo
humanitario.

Pero además, esa manipulación política de lo humanitario acabará por ser una estrategia
que se autoderrota:

- Las FARC tienen el problema de que los secuestrados son su única “arma” de
negociación, pero su falta de realismo y de respeto a la dignidad humana sumado a las
circunstancias y a las coyunturas, les impiden hacer “uso” de esta única arma. En la
confusión acerca de si los secuestrados son sujetos de “canje” o de “intercambio” pierden
constantemente la oportunidad de no ser tratados como terroristas. Y por no tomar
decisiones inmediatas asumen además el riesgo – y los costos- de que el “arma”
desaparezca, de que sus rehenes mueran confinados en la selva.

-Por su parte el Gobierno se enfrenta al problema de que colombianos inocentes


permanezcan secuestrados o peor aún, a la eventualidad de que mueran en poder de sus
captores, faltando así a la obligación ética y jurídica de garantizarles la vida, la integridad,
la dignidad y la libertad a todos los ciudadanos. En aras de mantener una política, en este
caso, la de “seguridad democrática”, el Gobierno desconoce derechos fundamentales y
desconoce los imperativos del DIH.

Llegar al acuerdo sin consideraciones diferentes a las humanitarias será lo único que
asegure que las decisiones necesarias se evalúen, se asuman, se informen y se
expliquen debidamente al mundo y en especial al pueblo colombiano. Hoy más que
nunca, para Colombia es un imperativo ético alcanzar el Acuerdo Humanitario para liberar
a todos y cada uno de los ciudadanos “canjeables” y anónimos que aún están privados de
su libertad. Y para lograrlo, el lugar apropiado para el encuentro entre el gobierno de
Uribe y las FARC no es Pradera, ni Florida, ni Caquetá, ni Nariño, ni Leticia, ni Antioquia,
ni el Chocó, ni la Guajira, ni Casanare, ni Bolívar, ni siquiera una “iglesita”, ni un lugar
fuera de las fronteras colombianas. El espacio indispensable para ese definitivo y
esperado encuentro debe ser el Campo Humanitario.

NOTAS

[1] Cualquier diccionario de sinónimos, nos sirve para notar las diferencias. Veamos los

82
sinónimos más utilizado: Canje: trueque, conmutación, substitución o transacción.
Intercambio: correlación, permuta, reciprocidad o cambalache. Acuerdo: pacto, convenio,
contrato, compromiso, arreglo o alianza. Diccionario de Sinónimos y Antónimos, Espasa,
Madrid, 2000.

[2] Según Fondelibertad, con datos procesados por la Fundación País Libre, entre 1996 –
2007 de los 23666 secuestrados registrados en el país, 6848 son atribuidos a las FARC,
es decir, el 28.9%. Sin contar el número de secuestrados que han sido liberados,
rescatados, que han muerto o han sido asesinados, las FARC tienen en este momento
701 de los 2 801 secuestrados del país, es decir, el 25%. Al respecto se recomienda el
enlace
http://www.paislibre.org/images/PDF/informe%20secuestro1996m1_2007m12%20_2_.pdf,
consultado el 13 de junio de 2008

[3] www.icrc.org, en principios básicos del Derecho Internacional Humanitario.

[4] Ibídem

[5] Convenio de Ginebra, se refiere a : # Cada una de las Convenciones de Ginebra de


1864, 1906, 1929 y 1949 que norman el Derecho Internacional

[6] Convenio de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros de guerra (Convenio III)

[7] El Convenio de Ginebra y sus protocolos se pueden encontrar en: www.icrc.org, en


principios básicos del Derecho Internacional Humanitario.

[8] artículo 44, protocolo 1 adicional a los Convenios de Ginebra

[9] Aparte de los acuerdos expresamente previstos en los artículos 10, 23, 28, 33, 60, 65,
66, 67, 72, 73, 75, 109, 110, 118, 119, 122 y 132, las Altas Partes Contratantes podrán
concertar otros acuerdos especiales sobre cualquier cuestión que les parezca oportuno
zanjar particularmente. Ningún acuerdo especial podrá perjudicar a la situación de los
prisioneros, tal como se reglamenta en el presente Convenio, ni restringir los derechos
que en éste se les otorga. Los prisioneros de guerra seguirán beneficiándose de estos
acuerdos mientras el Convenio les sea aplicable, salvo estipulaciones en contrario
expresamente consignadas en dichos acuerdos o en acuerdos ulteriores, o también, salvo
medidas más favorables tomadas a su respecto por una u otra de las Partes en conflicto.

[10] Los secuestrados liberados por las FARC fueron: El 10 de enero de 2008: las
congresistas Clara Rojas y Consuelo Perdomo, y el 27 de febrero de 2008: la congresista
Gloria Polanco y los congresistas Luís Eladio Pérez, Orlando Beltrán y Jorge Eduardo
Gechem.

[11] El 2 de junio de 2001 Gobierno y FARC Firma el Acuerdo de Intercambio


Humanitario. Como consecuencia de este acuerdo, el 5 de junio las FARC liberan a más

83
de 40 soldados y policías enfermos a cambio de 14 guerrilleros en mal estado de salud y
el 28 de junio de 2001 liberan 300 soldados y policías.

Ambiente Internacional

El todo vale no sirve


Lo que garantiza la paz continental es el principio
interamericano de no intervención, y no su ignorancia
deliberada
Por Antonio Caballero
Fecha: 03/08/2008 -1349
El gobierno de Álvaro Uribe ha decidido usar contra las Farc "todas las formas de lucha",
para decirlo con la frase de las propias Farc. La cooperación internacional (con las agencias
de inteligencia de los Estados Unidos, el Reino Unido e Israel) y el enfrentamiento
internacional, (con los gobiernos del Ecuador y Venezuela); los bombardeos desde lejos (?)
y la recuperación de cadáveres "en caliente"; las verdades obvias (las Farc secuestran y
asesinan) y las mentiras absurdas (una especialmente cómica: "las Farc tienen armas de
destrucción masiva", afirmó el vicepresidente Francisco Santos en Ginebra); los recursos
más crudos de la arbitrariedad ilegal (el ministro Juan Manuel Santos explicó por qué los
guerrilleros muertos merecían la muerte, como si aquí existiera la pena de muerte) y los de
la legalidad más rebuscada (uno especialmente cómico: el presidente Uribe amenazó con
denunciar penalmente a su colega Hugo Chávez de Venezuela por incitación al genocidio);
la ley (el principio interamericano de no intervención para protestar contra la de Venezuela
en Colombia) y la violación de la ley (la intervención armada de Colombia en el territorio
del Ecuador). Todas las formas de lucha. Para este gobierno, todo vale. Y todo sirve.

No es el primero, por supuesto. Todos sus predecesores han actuado de la misma manera.
Antes de que las Farc acuñaran la expresión de la "combinación de todas las fuerzas de
lucha" ya los gobiernos de Colombia las habían usado contra ellas. Baste con un ejemplo:
cuando exterminaron a los militantes de la Unión Patriótica, que hacían política sin armas,
le quitaron la personería jurídica a la Unión Patriótica con el pretexto legal de que no
contaba con los suficientes militantes. Pero el gobierno actual lo hace con más crudeza
todavía que sus predecesores porque cuenta con el aplauso ciego de la muchedumbre,
alimentado por dos cosas: los repugnantes excesos de las propias Farc, que han conseguido
que nazca en el corazón de muchos un pequeño paramilitar; y la irritante intervención

84
"bolivariana" del gobierno venezolano de Hugo Chávez, que ha dado pábulo al
patrioterismo de otros muchos (tanto aquí como allá). Pero la barbarie de la guerrilla no
justifica la barbarie de sus adversarios. Y el intervencionismo venezolano en Colombia no
justifica el intervencionismo colombiano en el Ecuador. La una y el otro son muestras de la
misma filosofía del todo vale. Y el ciego aplauso de la muchedumbre no es garantía de que
se tiene la razón, sino más bien de lo contrario: las muchedumbres rebajadas por sus jefes a
sus más sucios instintos -la venganza, el patrioterismo- tienden a equivocarse.

Pero el todo vale es indefendible en la teoría, desde la ética. Muchas veces he citado la
brillante frase del escritor R.H. Moreno Durán según la cual "el aforismo que dice que el
fin justifica los medios no tiene principios". Inevitablemente, los medios corrompen el fin,
como lo han corrompido en el caso de la propia guerrilla: no puede ser un "proyecto
respetable", como lo llama el presidente Chávez, uno que para imponerse se sirve de la
infamia del secuestro. Los medios innobles no pueden llevar un fin noble.

El todo vale es, además, contraproducente en términos prácticos. Así acaban de mostrarlo
en la OEA las protestas contra la acción colombiana de los países vecinos, aunque no hayan
llegado a la condena formal. Casi todos tienen sus propios problemas limítrofes, de modo
que no pueden aceptar como recurso válido la violación de las fronteras, cualquiera que sea
el pretexto invocado. Lo que sirve de garantía a la paz continental es el respeto del
principio interamericano de no intervención, y no su ignorancia deliberada. La cual, de
rebote, justificaría las ansias intervencionistas de Chávez, o, retrospectivamente, las de
Cuba. Y, naturalmente, las de los Estados Unidos: las únicas que de verdad han tenido
efectos.

Me preguntan: ¿qué hacer entonces hoy-hoy?

Por supuesto que el Estado tiene que, hoy-hoy, defenderse de las armas con las armas. Pero
tiene que entender también que eso no resuelve el problema. Porque la guerrilla no es el
problema, sino sólo un síntoma del problema, y una consecuencia del problema, como una
llaga purulenta es el síntoma y la consecuencia de una infección, pero no es la infección. El
problema, o la infección, es histórico: viene de ayer, y hay que resolverlo para mañana: no
basta con cauterizarlo hoy, dejándolo vivo y exacerbado en el torrente interno de la sangre.
"Darle la matada" a los guerrilleros que se pongan a tiro, como ha prometido con
elocuencia de rufián de esquina el presidente Uribe, tal vez desfogue la pulsión primaria de
venganza. Pero no resuelve el problema. Lo prolonga. (Ya lleva medio siglo en su faceta
actual, la de la sintomatología guerrillera). Lo agrava. Lo justifica. Hace pocas semanas cité
aquí una frase de un paramilitar preso, 'el Iguano', más realista desde su cárcel que Uribe
desde su palacio presidencial: "Vi que la guerrilla iba a ser derrotada, pero no exterminada.
Siempre habrá población, y siempre van a surgir de ella nuevos guerrilleros".

Chávez y Correa, neutralizados


23/03/2008

Venezuela y Ecuador deben combatir la 'acción de los grupos irregulares'.

El balance de la reciente crisis diplomática con nuestros vecinos es totalmente positivo para

85
Colombia. Lo más importante es que Chávez y Correa han sido neutralizados, por ahora.

Ya no podrán seguir brindándole impunemente apoyo activo o pasivo a la guerrilla, como


antes lo hacían. La comunidad internacional los verá en adelante como sospechosos por
apoyar al terrorismo. En consecuencia, la guerrilla perdió, también por ahora, sus santuarios
protegidos en suelo venezolano y ecuatoriano. Pero no hay que bajar la guardia.

Según el diario El Comercio de Quito, en su edición del pasado 16 de marzo, el


campamento de 'Raúl Reyes' en territorio ecuatoriano tenía dos hectáreas de área con
construcciones que incluían campos de entrenamiento, dormitorios para tropa, cocina,
comedores, área de capacitación y hasta corrales para animales. Era un campamento
permanente.

Las Farc estaban asentadas en territorio ecuatoriano, habían invadido ese país sin que el
gobierno de Correa hiciera nada para impedirlo. Pero durante la crisis, Correa nunca
condenó la violación de su territorio por parte de las Farc, lo que confirma la sospecha de
que la guerrilla siempre estuvo allí con su consentimiento. Porque si no fue así debería
destituir a los comandantes militares que lo permitieron .

La crisis demostró la alianza de Chávez y Correa con las Farc, corroborada por decenas de
documentos encontrados en los computadores de 'Raúl Reyes'. Mientras Uribe ofreció
disculpas y reconoció que la incursión colombiana en suelo ecuatoriano violó disposiciones
internacionales, Correa nunca dio explicaciones sobre la presencia permanente de un
campamento guerrillero en su territorio y mucho menos presentó disculpas a Colombia por
ese hecho. Un acongojado Chávez calificó la muerte de 'Raúl Reyes como un crimen, algo
que ni las mismas Farc han dicho, y por esa baja rompió relaciones con Colombia y casi
nos declara la guerra.

Mientras Uribe quiso aprovechar la crisis para buscar soluciones a la seguridad fronteriza
conteniendo a las Farc, Correa solo buscó una condena para Colombia, no para la guerrilla,
aun cuando esta violaba de manera permanente la soberanía de Ecuador. Chávez,
consciente de la viga en su propio ojo, miró para otro lado. Para Uribe, el problema en la
frontera son las Farc; para Correa y Chávez, el problema en la frontera es Uribe.

Por todos estos hechos, Colombia debe permanecer atenta para que Venezuela y Ecuador
cumplan el compromiso de "combatir las amenazas a la seguridad provenientes de la acción
de los grupos irregulares", compromiso contenido en la reciente resolución de la OEA. De
igual manera, debe hacer énfasis en la necesidad de que su Secretario General implemente
"un mecanismo de observación del cumplimiento" de esa resolución. Para Colombia será
fácil, pues le basta con no entrar a territorios vecinos. Para Ecuador y Venezuela será más
difícil, pues les significará incumplirle a la guerrilla los compromisos que han sido

86
revelados en los computadores de 'Reyes'.

Cualquier futuro apoyo de nuestros vecinos a la guerrilla debe ser denunciado amplia y
abiertamente ante la comunidad internacional. Esto ya dejó de ser un asunto bilateral, nivel
en que se han perdido todas las anteriores denuncias colombianas. Por ello, todos los
embajadores colombianos deben realizar en el exterior amplias campañas de información
sobre la situación del país y los avances logrados en la recuperación de nuestra seguridad
interna, para tener un terreno abonado y lograr apoyos internacionales en la eventualidad de
vernos obligados a elevar alguna demanda ante organismos internacionales frente a una no
descartable reincidencia de nuestros vecinos en el apoyo a la guerrilla.

Porque Chávez y Correa están neutralizados. Pero solo por ahora.

alfredorangelsuarez@yahoo.com

Colombia se hace respetar


09/03/2008

Nuestro país se ha hecho respetar, aunque haya debido afrontar riesgos.

En principio, ha sido superada la crisis más grave y más breve con nuestros vecinos. Por las
vías de hecho y del derecho, Colombia decidió hacerse respetar. Liderado por el Gobierno,
el país se unificó alrededor de la convicción de que la primera prioridad colectiva es la
seguridad y que, por tanto, para alcanzarla hay que estar dispuestos a asumir riesgos y a
pagar costos, sean estos diplomáticos o económicos. La seguridad no es gratis.

Durante muchos años, Colombia había inundado de pruebas a los gobiernos de Venezuela y
Ecuador sobre la presencia de las Farc en sus respectivos territorios. Pero la guerrilla había
seguido ahí, aumentando su presencia con el paso del tiempo. Para eliminar a 'Raúl Reyes'
el Gobierno decidió incursionar en territorio ecuatoriano y por esta incursión ofreció
disculpas al Gobierno ecuatoriano. Colombia no atacó a Ecuador, ni a su ejército, ni a sus
autoridades, ni a su población: atacó a las Farc, esperando la comprensión de Ecuador, pero
exponiéndose también a las consecuencias diplomáticas que podría acarrear la
incomprensión de ese país. Los computadores de 'Raúl Reyes' confirmaron de manera
fehaciente que la presencia de las Farc en Ecuador ha tenido el beneplácito y el apoyo del
alto gobierno de este país, y que la alianza de Chávez con las Farc supera todas las
sospechas.

Afortunadamente, el costo diplomático de la muerte de 'Reyes' en territorio ecuatoriano fue


relativamente bajo, pues muchos países comprendieron las razones de Colombia para
proteger su seguridad y por ello no hubo una condena ni en la OEA ni en la Cumbre de Río.
Ese bajo costo se ha visto compensado con creces, no solo con la eliminación del líder
guerrillero, sino con el hallazgo de un filón de pruebas documentales que le permitió a

87
Colombia develar ante el mundo la actitud hipócrita que hasta ahora han tenido los
gobiernos de Chávez y Correa: apoyar a las Farc mientras aparentaban un comportamiento
leal con el Estado colombiano.

Durante unos días Colombia pasó a la ofensiva y puso a los gobiernos de Venezuela y
Ecuador en la obligación de dar explicaciones a la comunidad internacional y de
comprometerse a dejar de apoyar a las Farc para no ser objeto de sanciones por violar la
Resolución 1373 de la ONU, que prohíbe a los países miembros prestar su territorio y
apoyar a grupos terroristas, financiarlos o darles armas. Ante esta incómoda situación,
Correa aceptó las disculpas colombianas y dio por terminada la crisis, con el compromiso
colombiano de no volver a incursionar en su territorio. Chávez, que había comprado la
pelea, aceptó el avenimiento. Por lo pronto, las Farc han perdido su santuario en Ecuador.
Venezuela y Ecuador quedaron bajo la lupa escrutadora de la comunidad internacional.
Ganancia neta para Colombia.

La revelación de los documentos de 'Raúl Reyes' obliga a reinterpretar las liberaciones


unilaterales. Para las Farc era un tráfico de personas para pagar favores políticos. No se
hacían con fines humanitarios, los secuestrados eran una moneda de cambio para realizar
transacciones políticas entre las Farc, Chávez y Correa. También quedó abortado el infame
plan de las Farc de trasladar los secuestrados a Venezuela para que Chávez los mantuviera
allí cautivos hasta que se firmara un acuerdo de paz en Colombia. Como resultado, Chávez
perdió la máscara de su supuesta neutralidad y su futura participación en el intercambio
humanitario tendrá que estar estrictamente condicionada.

El resultado de la crisis es totalmente positivo. Nuestro país se ha hecho respetar, aun


cuando haya tenido que afrontar riesgos. Y las Farc son las grandes perdedoras. En una
semana murieron dos miembros de su secretariado, perdieron sus refugios fronterizos y
disminuyeron sus apoyos internacionales. La muerte de 'Iván Ríos' a manos de sus propios
compañeros confirma de manera fehaciente nuestra tesis: estamos presenciando el
comienzo del fin de las Farc.

alfredorangelsuarez@yahoo.com

Éxito táctico y error estratégico


marzo 27, 2008

(Colprensa, Marzo 16, 2008)

Por Hernando Gómez Buendía

88
Son los costos del éxito. Hace ya ocho años, con el Plan Colombia, nuestras Fuerzas
Armadas iniciaron un proceso de recuperación gradual del territorio que fue empujando a
las Farc hacia zonas más remotas, hasta hacerlas trasladar su retaguardia más allá de las
fronteras.

La presencia de una guerrilla extranjera es un encarte para quien la recibe. La policía del
país vecino puede ayudar en la captura de algunos cabecillas, como pasó con “Trinidad” en
Quito, o como dice nuestro gobierno que pasó con “el Canciller de las Farc”, Rodrigo
Granda, en Venezuela. Pero el ejército de un país extranjero no tiene porqué hacerse matar
por cuenta de Colombia, y por eso Raúl Reyes vivía tan tranquilo en Ecuador.

Hasta que Uribe decidió entrar a las malas, porque es un guapo y porque para él el fin
justifica los medios. Fue una violación descarada del derecho internacional y un riesgo de
pirómano, pero también fue un golpe durísimo a las Farc.

Un golpe merecido que alegró a los colombianos y que ojalá desmoralice a la guerrilla.
Pero este gran logro táctico conlleva un costo estratégico mayor: consolidar la retaguardia
de las Farc.

Colombia no es Estados Unidos ni es Israel ni es Turquía, cuyos ejércitos pueden entrar en


Gaza o en Irak cuando les plazca. Nuestras tropas jamás podrían entrar en Venezuela y ya
nunca podrán volver al Ecuador: sus ejércitos pasaron de ser neutrales a un natural estado
de alerta. Y por supuesto Nicaragua, Brasil y Panamá tomaron nota.

Tomar nota en estos casos significa cuidarse del vecino agresivo, que además es la punta de
lanza de míster Bush en la convulsionada región andina. O sea que Colombia tendrá que
comprar armas pesadas y alistar tropas para el evento de alguna guerra convencional. Y
semejante distracción será un alivio militar muy grande para la guerrilla.

El manotazo de Uribe también puso más cerca o menos lejos de las Farc a Chávez y a
Correa, que no son angelitos sino caudillos al mando de dos revoluciones. Y esta mayor
cercanía es agua de rosas para las Farc, es la ilusión bolivariana, son unos puntos de
opinión internacional, es la pasividad total de la policía y es otra serie de apoyos o
inacciones soterradas que las ayudarán de distintas maneras.

La guerra de Colombia contra las Farc entró en una nueva etapa. Tras la recuperación
militar del territorio – que ha sido el logro principal del Presidente Uribe- y tras el inicio de
la ofensiva en la selva – que es el propósito del Plan Patriota- ahora hay que impedir que el
enemigo se atrinchere en las fronteras.

Para eso necesitamos la ayuda de los vecinos. Y por eso la incursión en Ecuador fue un
gran acierto táctico pero un grave error estratégico.

Es el tipo de errores que comete un comandante impulsivo con el aplauso de un pueblo


enardecido.

89
¿Acto de contrición o viraje táctico?
Más del 70 por ciento de los venezolanos considera un error la cercanía de Chávez con las
Farc.
Por Rafael Nieto
Fecha: 06/14/2008 -1363
El giro radical del discurso de Chávez sobre las Farc, ¿corresponde a un arrepentimiento
real por los pecados cometidos o no es otra cosa que una transformación del lenguaje por
razones de coyuntura?

Hace apenas unos meses el Teniente Coronel urgía a Uribe que despejara parte del territorio
para negociar un "intercambio humanitario" y solicitaba con energía digna de causas nobles
que se otorgara el estatuto de beligerancia al grupo subversivo. De manera ofensiva para las
miles de víctimas de las Farc y para los colombianos de bien, pedía un minuto de silencio
por 'Raúl Reyes'. Ahora sostiene que se deben liberar los rehenes "a cambio de nada",
agrega que "la guerra de guerrillas pasó a la historia" y añade que "las guerrillas en
América Latina no tienen sentido". Aun más diciente e importante, remata con que las Farc
son una amenaza para la seguridad de Venezuela porque "se han convertido en una excusa
—la excusa perfecta— del imperio".

El nuevo pronunciamiento tiene efectos positivos porque les quita mucho de su piso
internacional a las Farc. Pero hay que tomarlo con beneficio de inventario. Primero porque
los cambios de forma y tono de Chávez son cosa de todos los días. Como si lo acometieran
las dudas propias de las adolescentes despechadas, dice querer a Uribe una semana y lo
odia la siguiente. A Alan García lo acusó de "ladrón de cuatro esquinas" y un mes más
tarde lo llama "hermano". El Presidente venezolano ha probado no ser consistente. De
manera que es posible que en unos meses vuelva por el mal camino.

PUBLICIDAD
Después, porque las declaraciones de los bandidos sorprendidos en flagrancia se hacen
siempre con el ánimo de minimizar la culpa o demostrar arrepentimiento. Esas palabras
conciliatorias no significan que el delincuente tenga propósito de enmienda y quiera dejar
atrás su pasado criminal. Lo que intenta es conseguir un trato más benévolo, minimizar el
daño.

Además, obras son amores. Más allá de las palabras, el objetivo ha de ser que Chávez cese
toda colaboración con las Farc. Los vínculos con las Farc datan al menos de 1996, cuando
el Teniente Coronel admite haber conocido a 'Reyes' en una reunión del Foro de Sao Paulo.
¿Tendremos certeza de que en adelante no habrá más cooperación entre el gobierno
venezolano y la subversión colombiana? ¿O sólo vamos a hacer aun más clandestinas sus
relaciones? La mentalidad de Chávez, no sobra recordarlo, es la del golpista, la del
conspirador.

La verdad es que la modificación del discurso no es gratuita. Chávez está acorralado tanto
en el plano interno como en el internacional. Al Teniente Coronel de al lado lo incrimina, y
de manera muy grave, la información de los computadores de 'Reyes'. Y no lo ayuda para

90
nada la captura el fin de semana de un sargento de la Guardia Nacional venezolana con
munición para la subversión. Como resultado de su actuar como canciller de las Farc y de
lo que se hizo público con los aparatos, ha quedado identificado con el grupo terrorista. Y
le está saliendo carísimo.

Los gringos ya hablan de llevar a Venezuela a la lista de países patrocinadores del


terrorismo. Se ha anunciado que la cuarta flota de la Armada norteamericana volverá al
Caribe. Y es probable que la base de Manta se traslade a Palanquero. Como si fuera poco,
Obama le cantó la tabla en Miami: Estados Unidos no tolerará gobiernos que contribuyan
con sus acciones a socavar las democracias vecinas. Con Barack, al menos en lo sustantivo,
la relación no será distinta si el Presidente venezolano no cambia de comportamiento.

En Colombia se examina la posibilidad de demandar a Venezuela en la Corte Internacional


de Justicia y de llevar a Chávez al Tribunal Penal Internacional.

Y en Venezuela la asociación con las Farc también es costosísima. Más del 70 por ciento de
los venezolanos considera un error su cercanía con ellas y, aun peor para él, su pelea con el
gobierno colombiano. A estas alturas, el Teniente Coronel debe tener claro que no le
funcionó su estrategia de obtener réditos internos a través de fomentar un espíritu
anticolombiano. Su caída en popularidad ha sido estruendosa y ya está por debajo del 40
por ciento. Con la cercanía de las elecciones de noviembre, hace todo lo posible por
quitarse de encima los lastres. Las Farc son uno muy pesado.

Finalmente, cabe la posibilidad de que Chávez haya entendido que, muertos 'Tirofijo',
'Reyes' y 'Ríos', las Farc no tienen posibilidad alguna de alcanzar el poder. ¿Qué sentido
tiene entonces casarse con los perdedores?

Puntilla: A todas estás, ¿dejará a Piedad colgada de la brocha?

Calma Chicha
Quedamos en el peor escenario: nos obligamos a no usar
la fuerza contra guerrilleros refugiados en otros países, y
los vecinos nada dijeron sobre sus responsabilidades
Por Rafael Nieto
Fecha: 03/15/2008 -1350
Tras la fiesta, el guayabo. Después de la folclórica sesión del Grupo de Río, con cantos del
chafa Coronel de al lado y mirada asesina de Correa como picante para el convite, hubo
muchos que celebraron. Se entiende. Veían guerra en los batallones venezolanos
trasladados a la frontera. Yo sigo convencido de que los tanques eran un cañazo. Y creo
también que, más allá del farol, el peligro sigue ahí, latente.

91
Por supuesto, ha sido sano quitar presión. Es de Perogrullo que es mucho mejor tener
relaciones diplomáticas que no tenerlas. Pero sería un error fatal no ver que los asuntos de
fondo que generaron el enfrentamiento no han sido resueltos ni están en vías de hacerlo, y
que los resultados de las rondas de la OEA y Dominicana, no han sido favorables para
nosotros. Me explico: en ambos escenarios se censuró sin ambages el ataque al
campamento de Reyes y Colombia aceptó que vulneró la soberanía y la integridad del
territorio del Ecuador. En cambio, nada se dijo sobre la conducta de los vecinos.

Es curiosa esa condescendiente aceptación de nuestra responsabilidad por violación del


derecho internacional público. Para empezar, porque no hay vulneración cuando el uso de
la fuerza se hace en ejercicio de la legítima defensa. Si hubo ataque armado desde Ecuador,
no sólo teníamos el derecho, sino además el deber, de responder. Negarlo es dejar a
nuestros soldados y Policía a merced de los bandidos, a quienes les bastaría ubicarse en
territorio extranjero para garantizar la impunidad. Más aun, si se preveía que frente a la
operación militar en zona colombiana de frontera habría ataques desde el otro lado, era
lícito proceder a la neutralización previa o simultánea en Ecuador de los campamentos
guerrilleros.

Confieso que no acabo de entender la renuncia a este argumento, por demás defensable a la
luz del derecho internacional contemporáneo. Lo prueban las resoluciones del Consejo de
Seguridad después del 11 de septiembre, en las que legitima el bombardeo norteamericano
a Al Qaeda (y a los talibanes que les daban protección en Afganistán). Y lo confirman, sólo
doy ejemplos de este año, las acciones posteriores de Estados Unidos en Somalia y de
Turquía en Irak, frente a las cuales la comunidad internacional no ha protestado.

Además, está el hecho de que en el mejor de los casos el gobierno ecuatoriano no ha


combatido la presencia de la guerrilla en su territorio o, en el peor, la ha protegido, como
consta en el computador de Reyes (por cierto, el intento por cuestionar la existencia del
aparato sólo tiene por fin poner en entredicho la información que guardaba y que incrimina
a dicho gobierno. Sostener que el ordenador no pudo resultar ileso del bombardeo es una
tontería. Si sobrevivieron tres guerrilleros, ¿por qué no iba a resultar indemne un
computador plano?). Esa tolerancia y esos tratos con la guerrilla colombiana, sobre los que
nada se dijo en Washington y en Quisqueya, están prohibidos por el derecho inernacional,
que los considera, oígase bien, actos ilícitos. Cabía, pues, aplicar la teoría de las represalias.

En fin, al menos había que condicionar el compromiso colombiano de no volver a atacar


campamentos guerrilleros en países vecinos, al cumplimiento del deber internacional de
esos Estados de combatirlos en sus territorios. Ahora quedamos en el escenario más
negativo: nos obligamos a no volver a usar la fuerza frente a guerrilleros refugiados en
otros países y los vecinos nada dijeron de sus propias responsabilidades.

Y ese es el asunto de fondo: ya no hay duda de que los gobiernos de Caracas y Quito tienen
relaciones con las Farc y de que en territorio de ambos países la guerrilla encuentra solaz.
Sabemos que, además, el chafa Coronel tiene a Colombia en la mira de expansión de su
revolución y que la idea de contar con una retaguardia en el oriente colombiano está
consignada hace ya varios años en sus planes estratégicos. Y no hay duda de que Chávez
está adquiriendo equipos y materiales militares de última tecnología que no son útiles sino

92
contra nosotros.

A su vez, Ortega pide que cese el patrullaje de la Armada en aguas jurisdiccionales


colombianas. Y Correa insiste en que limita con las Farc y en que no tenemos suficiente pie
de fuerza en la frontera (es al revés: Colombia tiene el doble de efectivos en esa zona y la
presencia de las Farc en Ecuador es resultado, por un lado, de la eficaz presión militar aquí
y, por el otro, de la complicidad por omisión y acción allá).

El final es claro: si no se desmonta esa execrable relación entre los gobiernos vecinos y la
guerrilla, volverá la tormenta, esta vez con impredecibles consecuencias.

Colombia, Ecuador, las Farc y las salidas


Hernando Gómez Buendía :: ver perfil del autor descargar versión
completa
(página 1 / imprimir
2) 1 2 enviar a un amigo

Encerrados en lógicas opuestas y acalorados por el ataque al campamento de Raúl


Reyes, los dos gobiernos actúan de tal modo que, paradójicamente, no contribuyen
a promover sus respectivos intereses nacionales. Podrían hacer lo contrario, dice el
Director de Razón Pública, Hernando Gómez Buendía

El problema

Son tres zonas de frontera. La más poblada, sobre la carretera Pasto-Quito, por
donde pasa el grueso del comercio. La del mar Pacífico, donde hay algo de pesca
y algo de contrabando. Y los 586 kilómetros de la línea terrestre, con selvas
habitadas por colonos dispersos, con cultivos de coca del lado colombiano,
petróleo del lado ecuatoriano, y numerosos pasos por donde entran y salen
guerrilleros y soldados.

Después de siglos de diplomacia sosa, a partir de los años 60 la frontera comienza


a ganar vida, con la intensificación del tejido comercial que condujo a adoptar el
Pacto Andino (1969) y más tarde la Zona de Integración Fronteriza (1989). Pero a
partir de los años 90 las cosas se fueron enredando por cuenta de la droga y
sobre todo por cuenta de las Farc.

-De la droga: el éxito de Estados Unidos en reducir los cultivos de coca en Bolivia
y Perú los desplazó hacia el sur de Colombia, cerca de la frontera, mientras los
capos, ayudados por la dolarización del año 2000, penetraban la economía
ecuatoriana.

-De las Farc, que hicieron más y más presencia en Ecuador, debido al gran
aumento de su pie de fuerza durante los 90, al desplazamiento de la guerra hacia

93
el sur y a la presión del Plan Colombia (2001), del Plan Patriota (2003) y del Plan
Victoria (2007).

Ecuador ha sufrido bastante por cuenta de la droga y del conflicto colombiano.

- De la droga: aunque casi no hay cultivos en el lado ecuatoriano, ese país percibe
que la fumigación con glifosato que Colombia inició en el año 2000 produce “serios
daños a la salud y bienestar de la población local, incluyendo las comunidades
indígenas que han sido desplazadas como resultado de las aspersiones
químicas”[1].

También sufre, de modo menos directo pero más profundo, con la corrupción que
llevan los narcos colombianos y con el desplazamiento de narcoactividades que
ocasiona la presión del Plan Colombia.

- El conflicto colombiano repercute de cuatro modos principales sobre la sociedad


ecuatoriana:

1. Las Farc llevan a cabo algunos secuestros y extorsiones – aunque valer notar
que la guerrilla “se mide” a este respecto porque no le interesa echarse encima al
ejército ecuatoriano.

2. Desde el año 2000 han llegado a Ecuador unos 250 mil desplazados
colombianos en extrema pobreza, de los cuales 32 mil solicitaron el estatus de
refugiados[2]. Estas son cifras bien considerables para un país tres veces más
pequeño que Colombia.

3. Las incursiones militares de Colombia en pos de la guerrilla, la más sonada de


las cuales fue por supuesto la que mató a Reyes; pero no ha sido la única.

4. El costo de mantener 11 mil soldados en la frontera, costo que asciende a unos


100 millones de dólares anuales[3].

Para Colombia el problema es el uso que hacen las Farc del territorio ecuatoriano
a partir de sus bases en Nariño y Putumayo:

1. Ecuador les sirve como una retaguardia bastante tranquila, donde curar a sus
enfermos, pasar vacaciones, entrenar a sus cuadros y (quizás) esconder a sus
secuestrados.

2. Les sirve como refugio temporal, para escapar a la persecución de las fuerzas
armadas colombianas.

3. Les sirve para comprar armas, municiones y explosivos, a menudo con la

94
complicidad del ejército y la policía ecuatorianos.

4. Les sirve para fabricar o comprar uniformes, botas, drogas, alimentos y otras
muchas provisiones.

5. Y les sirve para reunirse con políticos y con activistas del mundo entero.

La calentura

En medio de su inestabilidad política y con vaivenes, hay dos fases marcadas en


la actitud del gobierno ecuatoriano hacia el gobierno Uribe. La primera, de
colaboración decidida, tuvo su pico en el 2004, cuando acabar las Farc ya era la
prioridad de nuestra diplomacia pero la presión militar aún no había “trasladado” el
problema al Ecuador. La segunda, de tensiones crecientes, a medida que el
problema se trasladaba a territorio ecuatoriano, que aumentaban los incidentes
fronterizos, que “el affaire Colombia” se convertía en tema electoral y que el
gobierno de allá se movía hacia la izquierda.

La luna de miel fue con Lucio Gutiérrez. En 2004 se produjo la detención de


“Trinidad” con ayuda policial ecuatoriana, la captura de cuando menos 18
guerrilleros del Frente 48, el desmonte de una red de proveedores de armas, la
incautación de una fábrica de uniformes y la ubicación de 47 pasos clandestinos
de la guerrilla[4].

Destituido Gutiérrez en Abril de 2005, el Presidente Palacios da reversa y declara


“neutral” a su país -tanto que columnas de las Farc marchan a pleno sol en suelo
ecuatoriano sin que el ejército de allá se mosqueara -. Por eso aumentan las
incursiones militares de Colombia, y por eso Ecuador denuncia cinco episodios
durante el 2005.

Para arreglar las cargas, sin embargo, Uribe cede en materia de fumigaciones y
en diciembre de ese año anuncia su suspensión en 10 kilómetros a cada lado de
la frontera. Pero a poco andar se reanudan las aspersiones, el intento de
conciliación esbozado por Palacios en enero del 2007 es duramente criticado por
el Presidente electo Rafael Correa, y el embajador es “llamado a consultas” que se
alargan por meses.

Correa al principio trata de mejorar las relaciones con Colombia. Y Uribe le


corresponde. Como resume Socorro Ramírez, “Uribe había acompañado la
instalación de la Asamblea Constituyente ecuatoriana, había aportado recursos
para la atención humanitaria y el desarrollo alternativo a los cultivos ilícitos,
mientras Correa había cuestionado duramente el secuestro, no había secundado
la solicitud de Chávez de declarar beligerante a las Farc, ni la de establecer un
pacto militar con Venezuela y acababa de levantar la exigencia del pasado judicial
a los colombianos que ingresan a su país. Ambos habían acordado un plan

95
binacional de desarrollo fronterizo y la reactivación de todos los mecanismos de
vecindad” [5]-

Pero entonces ocurrió el incidente.

Las dos lógicas

El incidente fue el fruto de dos lógicas opuestas, pero muy bien fundadas.

Ecuador no quiere involucrarse en la guerra. Pero está involucrado. La presencia


de la guerrilla implica riesgo de secuestros o asaltos, igual que implica negocios
de armas, de uniformes o de coca. Por eso, a los largo de los años, un buen
número de ecuatorianos – en especial militares, testaferros, proveedores y
activistas de ultraizquierda- han tejido relaciones con las Farc. Este modus vivendi
justifica el malestar de Colombia, aunque no necesariamente quiera decir que
Quito apoye o simpatice con las Farc.

Ese es el hecho. Pero el interés nacional de Ecuador es no meterse en la guerra.


El pleito de las Farc es con Colombia y no con Ecuador. Es más: las Farc son un
producto peculiar de la historia colombiana, y no hay riesgo de que surja en
Ecuador una guerrilla gemela. Así que los soldados y policías ecuatorianos no
tienen razón ni motivación para perder sus vidas en una guerra ajena.

Pero, por reciprocidad y por respetabilidad, también es interés nacional de


Ecuador el perseguir a delincuentes enemigos del Estado Colombiano. Por eso
sus operativos militares, policiales y judiciales en contra de integrantes de las
Farc, y el reclamo de que Colombia no valora estos esfuerzos. Si Bogotá alega
que su vecino no persigue a las guerrillas, Quito responde que en sólo el año
pasado desmanteló 47 campamentos de las Farc y que cuando su Ejército las
persigue, estas sencillamente se refugian del lado colombiano.

A los intereses nacionales de Ecuador se suma el efecto de la ideología que


encarna el Presidente Correa, ideología confusa pero indudablemente anti-
norteamericana. Ecuador no tiene interés en el TLC, y por eso ya con Palacios
abandonó las negociaciones iniciadas al lado de Colombia. El actual gobierno
decretó la redistribución de los excedentes petroleros y una renegociación que
tiene en ascuas a las multinacionales. Correa no renovará el acuerdo de la base
de Manta, que vence en 2009, que es vital para Washington y que polariza a los
ecuatorianos. Y aunque mantiene distancias con Chávez, con Castro, con Evo y
con Ortega, Correa es por supuesto parte de la nueva izquierda latinoamericana.

En este clima hostil, abundan los reclamos de que Washington pretende


desestabilizar al gobierno Correa. Y el Plan Colombia, más las declaraciones y las
acciones de Uribe –sin duda el hombre de Bush en América Latina – son
fácilmente interpretadas como pruebas de complicidad activa por parte de

96
Colombia.

Por último, en algunos sectores de Ecuador existe la idea de que las Farc son una
fuerza insurgente y con alguna legitimidad, así sus métodos no sean aceptables.
Esta visión subyace a la tesis de que ese país debe ser “neutral” y abstenerse de
combatir a la guerrilla – igual que de algún modo subyace a la tesis de que las
Farc podrían aspirar al estatus de beligerancia si renuncian a sus métodos
criminales.

Frente a la mezcla de razón y pasión que esgrimen los ecuatorianos, hay otra
mezcla de razón y pasión del lado colombiano.

La razón: nuestro interés nacional, que sin duda es impedir que las Farc sean
apoyadas por países extranjeros, que utilicen territorio extranjero para su acción
militar o política, o que disfruten de refugio o asilo con el mero hecho de cruzar la
frontera. Es más: con los avances de la seguridad democrática y el consiguiente
“traslado” del conflicto a las zonas de frontera, este interés nacional se ha vuelto
cada vez más relevante.

Por eso el argumento más válido que ha esgrimido Colombia ante la comunidad
internacional a raíz del incidente es la constancia de las “16 solicitudes”
infructuosas a Ecuador para que tomara medidas ante la presencia de Reyes.

Al interés nacional de Colombia se agrega el peso de la pasión que encarna el


Presidente Uribe y que subyace a su visión simplista y maniquea según la cual
“los que no estén conmigo están contra mi”. O, en este caso, “aquellos que no
combaten a las Farc, apoyan a las Farc”, de suerte que Correa es sospechoso de
simpatizar con el gran enemigo de Colombia -y así lo “probarían” los archivos en el
computador de Reyes-.

Y no se trata de quién vea la realidad, sino de dos lecturas opuestas de una


misma realidad, de una contradicción irresoluble en tanto esas lecturas
permanezcan cerradas y selladas. Por eso el incidente.

El incidente

No fue el primer intento contra Reyes. El 28 de enero de 2006, aviones


colombianos sobrevolaron “El Bermejo” en la provincia de Sucumbíos, disparando
ametralladoras y cohetes en un intento de eliminar al vocero de las Farc. Ecuador
protestó formalmente y el Presidente Uribe presentó “disculpas al Gobierno y al
pueblo ecuatorianos” por el “ingreso involuntario de nuestra Fuerza Pública” en su
espacio aéreo.

97
Pero la operación del pasado 1 de marzo no fue “involuntaria”. Los colombianos
atacaron de noche y por sorpresa, dieron muerte a 25 personas – 5 no
colombianas- y penetraron por tierra hasta el campamento guerrillero.

Semejante acto fue una violación flagrante de la soberanía ecuatoriana,


condenado de manara inequívoca y unánime por todos los países de América
Latina, y tanto en el Grupo de Río como en el seno de la OEA, cuya Carta
establece que “el territorio de un Estado es inviolable, no puede ser objeto de
ocupación militar ni de otras medidas de fuerza tomadas por otro Estado, directa o
indirectamente, cualquiera que fuere el motivo, aun de manera temporal” (Artículo
21).

Aunque Colombia tuvo un proceder inadmisible, en honor a la verdad hay que


notar que su intención no era agredir al Ecuador sino golpear a un enemigo
profundamente odiado por los colombianos. De aquí el contraste entre el aplauso
en Colombia y la censura en Ecuador, dado además que ese país viene de una
guerra con Perú y la opinión es muy sensible a los asuntos de integridad territorial.
Los errores

Encerrados en sus lógicas opuestas y acalorados por el incidente, los dos


gobiernos han actuado de modo equivocado esto es, de manera que sus palabras
o sus actos no contribuyen a promover sus respectivos intereses nacionales.

Del lado ecuatoriano están las actuaciones que debilitan el apoyo internacional
para su causa. Las actuaciones radicales y las ambivalentes.

- Las radicales. Correa tuvo que romper relaciones ante la gravedad del incidente,
pero no tenía porqué entrar en descalificaciones personales, evocar el fantasma
de los gringos, poner la demanda contra las fumigaciones, dejar que Chávez
metiera sus narices, o decir cosas que pueden interpretarse como guiños a las
Farc. Esta retórica causa división interna y enfría el apoyo de los gobiernos tibios
que ya habían condenado la trasgresión de Colombia.

- Las ambivalentes. Más allá de la retórica está la falta de una política seria y
coherente del estado Ecuatoriano con respecto a las Farc. Oscilando entre el no
involucrarse y la obligada solidaridad con Colombia, Ecuador no ha decidido qué
está dispuesto y qué no está dispuesto a hacer en este asunto. A veces dice que
atacará “cualquier incursión de fuerzas legales o ilegales” en su territorio, a veces
captura guerrilleros, a veces se declara “neutral”, a veces dice que está mediando
para ayudar a Ingrid, a veces que tiene pruebas de que las muertes fueron “a
garrotazos”, y casi siempre deja que sus nacionales, por corrupción o por
convicción, colaboren con la guerrilla. Cierto que esta ambigüedad nace de la
situación misma, pero no menos cierto que ella permite que la contraparte cobre lo
negativo e ignore lo positivo.

Del lado colombiano está el manejo torpe del incidente, y más al fondo está el
enfoque inadecuado de su política hacia América Latina.

98
- El día del incidente, Uribe no le contó a Correa la verdad entera, Santos dijo
mentiras infantiles y Araujo pasó de agache. Más torpe fue pasar de las excusas al
agravio con la divulgación ruidosa de cargos graves contra Correa y su ministro
Larrea (cuya foto con Reyes resultó ser falsa). La reunión de Santo Domingo fue
todo un “show” de diplomacia emocional, donde Colombia estaba jugando más
que los demás y por eso tenía que ser más cuidadosa. Y el colmo de la arrogancia
vino cuando, después de la mediación del Centro Carter y el anuncio de
restablecer relaciones, Colombia, el ofensor, volvió a hacerse el ofendido. Pero
con esto entramos al asunto de fondo, que es la política exterior de Uribe.

- Una política exterior monotemática y obsesionada con derrotar al enemigo. Con


la convicción y el fervor de un misionero, el Presidente pretende que todos sus
interlocutores admitan que las Farc son nada más que “bandidos”, “terroristas” y el
“más grande cártel de narcotráfico” en el mundo. Una diplomacia de corte militar –
que viene a ser lo contrario de la diplomacia-. Una diplomacia insensible al
sentimiento de otros (como al esperar que Calderón y Correa aprobaran la muerte
de sus connacionales en una acción ilegal de Colombia). Una diplomacia
personalizada y por lo mismo no institucional.

Diplomacia que, además, se ha alineado con la política exterior de Bush y por eso
se inscribe en la cruzada mundial contra el terrorismo. Este discurso puede
funcionar en Estados Unidos o en Europa, donde las Farc han sido declaradas
terroristas, pero carece de sentido en América Latina, donde el choque entre Islam
y el Occidente tiene escasa vigencia. Lo que es peor, buena parte de América
Latina desconfía de la expresión “terrorismo” porque ve en ella un pretexto para
las maniobras turbias o dudosas de Washington.

En el plano jurídico, Colombia apeló al Artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas


(derecho a la legítima defensa) y a las resoluciones 1368 y 1373, adoptadas a raíz
del 11 de Septiembre. Alegó que el compromiso de hacer frente al terrorismo
implica combatir a las Farc dondequiera se encuentren, e invocó el precedente de
que la OEA prohibió el libre tránsito de terroristas y dispuso la congelación de sus
bienes.

Pero esos argumentos son endebles. El respeto absoluto de las fronteras es la


base del orden internacional y admitir excepciones llevaría a la guerra de todos
contra todos. El Artículo 51 se refiere a la agresión militar de otro Estado, no a
nacionales que ataquen desde el extranjero. Ni Naciones Unidas ni la OEA han
definido el terrorismo ni tienen listas de organizaciones que lo sean. Colombia
misma le ha reconocido algún estatus político a las Farc, al dialogar y negociar
con ellas en muchas ocasiones. Y hasta en la declaración “amistosa” de Santo
Domingo dicen los Presidentes que “Reiteramos nuestro firme compromiso de
combatir las amenazas a la seguridad de todos sus Estados, provenientes de la
acción de grupos irregulares o de organizaciones criminales, en particular de
aquellas vinculadas a actividades del narcotráfico. Colombia considera a esas
organizaciones criminales como terroristas.”

99
Pero aún si se comparten la obsesión de derrotar al enemigo y el argumento
gringo sobre el terrorismo, resulta claro que Uribe ha debido prever el
desplazamiento de la guerra hacia las fronteras y la necesidad de asegurar mayor
cooperación de los países vecinos – precisamente en función de la seguridad
democrática y de los éxitos que se esperaban de ella.

Colombia necesita de esta cooperación amigable y mal puede inspirarse en el


modelo de potencia militar que ha permitido a Estados Unidos incursionar en Irak
o Afganistán, a Israel en Palestina o a Turquía en la región de Kurdistán. Ni somos
esa potencia ni podemos distraer ni un soldado en ejercicios ofensivos o
defensivos que tan siquiera inquieten a nuestros vecinos. Por el contrario,
requerimos una política exterior que haga de los vecinos socios en vez de
observadores o estorbos en esta apuesta crucial para Colombia.

Las salidas

Para tener socios hay que partir de verdades, y en este caso de un par de
verdades:

- La primera es que hay mucho territorio colombiano que no controla el Estado


colombiano y mucho territorio ecuatoriano que no controla el Estado ecuatoriano.
En estas circunstancias, la desconfianza de ambos es casi inevitable y sin
embargo es la causa principal del problema.

- La segunda es que las Farc hacen daño también al Ecuador, pero Colombia
tiene mayor responsabilidad y mucho más que ganar en el arreglo.

Para limar la desconfianza vale pensar en tres tipos de medidas. Una es bajarse
del discurso ideológico e instalarse en el diálogo factual. Otra es construir sobre
las relaciones que acercan en vez de distanciar a los vecinos. Y la tercera es crear
mecanismos de observación recíproca que les cierren el paso a la desconfianza.

- Correa debe dejar de sospechar que Colombia conspira con Estados Unidos
para tumbarlo, porque el único interés de Uribe es librarse de las Farc y este afán
le demanda todas sus energías. Colombia en cambio debe bajarle el tono a la
retórica del terrorismo y apelar sencillamente a la solidaridad de pueblos y
gobiernos hermanos ante la criminalidad ostentosa de las Farc.

- Los nexos comerciales deben robustecerse para estrechar las relaciones


políticas. En Ecuador hay cerca de 400 mil personas y más de mil empresas
colombianas, a Ecuador exportamos 1.500 millones de dólares anuales y de él
importamos 650 millones, lo que implica un tejido de intereses y contactos entre
las dos sociedades que habrían de aprovecharse para la solución del diferendo. Y
tanto así que, pese al incidente, estuvimos a punto de restablecer relaciones.

100
- La observación recíproca comienza por valerse de la OEA y del Grupo de Río
para llegar a acuerdos precisos y por tanto exigibles, pero podría avanzar hasta
fórmulas de patrullaje coordinado una vez que se gane la confianza.

Sobre Colombia, que es la fuente del problema, recae primeramente el deber de


cuidar la frontera e impedir que su conflicto interno afecte al Ecuador. Por eso no
tiene presentación que el pie de fuerza asignado por Colombia a esta tarea sea
menor que el de Ecuador, y por eso es necesario destinarle más efectivos - y
mejor equipados para ello-. Por la misma razón corresponde a Colombia el
transferir más fondos para atender los desplazados y para sustituir cultivos en
zonas aledañas a la fumigación. Ecuador, por su parte, debe tomar en serio el
compromiso de controlar el contrabando de armas, municiones, explosivos,
precursores químicos o abastecimientos con destino a las Farc, y tomar más en
serio los deberes de cooperación policial y judicial que de hace tiempo ha
contraído con Colombia.

Pero en primer lugar se necesita que Colombia no haga más incursiones en


territorio ecuatoriano y que de garantías de respeto a su soberanía. Algunos
pensarán que esto es ingenuo, que sería mejorar el refugio de las Farc porque
Ecuador no quiere o no puede controlarlas. Sólo que si volvemos a entrar en
Ecuador le estamos dando a ese país el argumento para dejar de cooperar con
nosotros. Entonces la única salida sería invadir a Ecuador- pero Colombia no tiene
la fuerza de Israel, la de Turquía o la de Estados Unidos.

Vea Usted: uno no puede pedir por las malas que le ayuden por la buenas, no es
posible comerse el ponqué y al mismo tiempo guardárselo.

CRONOLOGÍA :VIOLACIONES A LA SOBERANÍA ECUATORIANA

2005, 15 de noviembre
Durante enfrentamientos entre la Fuerza Pública y las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) en Esmeraldas se produjo la incursión de
ocho helicópteros colombianos en espacio aéreo ecuatoriano y el ingreso de 400
policías.

2005, 18 de noviembre
El jefe del Comando Conjunto de las FF.AA., Manuel Zapater, señaló que
Colombia debería presentar excusas por la violación a su espacio aéreo en
Esmeraldas.

2006, 28 de enero
Ecuador presentó a Colombia una nota de protesta por la violación de su espacio
aéreo en la zona de La Bermeja, en Sucumbíos, por parte de tres helicópteros
Black Hawk y dos avionetas.

2006, 9 de febrero
El embajador en Colombia, Ramiro Silva, es llamado en consultas a Quito tras las

101
declaraciones del mandatario de Colombia, Álvaro Uribe, en las que dijo que las
FARC planifican en Ecuador sus atentados terroristas.

2006, 14 de febrero
Durante una reunión de 45 minutos entre el canciller Francisco Carrión con su
homóloga colombiana, Carolina Barco, se supera el impasse diplomático.

2006, 9 de marzo
En su comparecencia ante el Congreso, Carrión advirtió que, de repetirse las
incursiones del ejército colombiano, irá a la Organización de Estados Americanos
(OEA) y a las Naciones Unidas (ONU).

2006, 11 de marzo
El país envía una nueva nota protesta por la violación del espacio aéreo por
aeronaves de Colombia en Sucumbíos.

9 de enero del 2007


En su intervención en la OEA, el canciller Carrión exige a Colombia el cese
inmediato de las fumigaciones en la zona de frontera.

7 de febrero del 2007


La canciller María Fernanda Espinosa envió dos notas de protesta: una por el
reinicio de las aspersiones y otra por el asesinato de Jorge Montenegro y Édison
Chingal por el ejército colombiano.

16 de febrero del 2007


La FAE intensificó la vigilancia en la frontera con Colombia para interceptar las
naves antidrogas colombianas y de Estados Unidos que ingresen ilegalmente.

29 de marzo del 2007


Ecuador presenta una protesta por la incursión de 15 soldados colombianos en un
operativo para aprehender a dos personas que después aparecieron muertas.

25 de abril del 2007


Ecuador dispuso el regreso de su embajador a Bogotá, cuatro meses después de
su retiro por las fumigaciones.

28 de abril del 2007


El presidente Rafael Correa anunció que no permitirá que fuerzas regulares o
insurgentes de Colombia violen su territorio después de la captura de nueve
guerrilleros de las FARC.

7 de noviembre del 2007


Ecuador denunció una aparente incursión en su territorio de aeronaves
colombianas, que dejó varias viviendas abaleadas.

102
26 de noviembre del 2007
Sandoval informó que combates entre tropas ecuatorianas y fuerzas irregulares de
Colombia dejaron un militar herido.

Fuente- El Universo, Quito, 4 de Marzo de 2008

[1] Pablo Celi Torre, “La conducción política de la defensa”, El Telégrafo de


Ecuador. Disponible en www.eltelegrafo.com.ec/

[2] Fundación Seguridad y Democracia: Observatorio de Seguridad Suramericano


Reporte del 1 al 31 de marzo de 2007, p. 27

[3] Declaraciones del presidente de Ecuador, Rafael Correa, en Telesur, 7 de abril


de 2008

[4] Fundación Seguridad y Democracia: Colombia y Ecuador; dos visiones de


seguridad, una frontera, pp. 10 - 11

[5] “Colombia, Ecuador y Venezuela tienen un pasado que los une y un futuro de
retos comunes”, revista Cambio, N. 766.

Sombrero de mago

Regalo de reyes
Por: Reinaldo Spitaletta
A la muerte de alias Raúl Reyes se le perdió la gracia. Y el término “gracia” lo uso
haciendo caso omiso, por ejemplo, del poeta inglés que decía “la muerte de cualquier
hombre nos disminuye”, porque aquí, en este país de miserias y locuras sin fin, la muerte
de cualquier hombre, por ejemplo, un campesino, un líder sindical, no disminuye a nadie,
sino, en muchos casos, le aumenta el patrimonio...al victimario.

Digo lo de la gracia porque resultó peor el remedio que la enfermedad. Y todo por el
gobierno colombiano seguir a la letrilla las instrucciones de los norteamericanos, y más que
de éstos, las de su gobernante, el mismo que va perdiendo la guerra en Irak (planeada para
30 días). El mismito de los ataques preventivos y la “exportación de democracia”.

Con la incursión colombiana en el Ecuador, acción que violó la soberanía del vecino país
(hasta la OEA, que según el Che Guevara era (¿es?) el ministerio de colonias de los Estados
Unidos, lo reconoció), la dada de baja del número dos de las Farc perdió el “encanto”, en
particular para Uribe y sus ministros. El platillo y el bombo con los cuales éstos dieron la
noticia pasaron a ser pocas horas después un incidente de marca mayor.

103
Todos sabemos o creemos saber que el Plan Colombia, implantado por Clinton en los días
de Andrés Pastrana, es un negocio de proporciones formidables. Sí, el negocio de la guerra,
en el cual ganan las trasnacionales, ganan los Estados Unidos, ganan los fabricantes de
armas, y pierde el pueblo colombiano. Pobre pueblo. Se acuerdan, por ejemplo, que
utilizando el Plan Colombia la misma CIA, a través del peruano Montesinos, le vendió diez
mil fusiles a las Farc.

Ese mismo Plan, ahora en su segunda fase, es parte de los intereses de los Estados Unidos
(ah, recordar aquí: USA no tiene amigos, tiene intereses) en la región. Geopolítica que
llaman. Ahora, a la gringada solo le queda, en América del Sur, como punta de lanza, a
Colombia. Ya se sabe: Uribe patrocinó la aventura militar estadounidense en Irak y sigue
esperanzado en la suscripción del Tratado de Libre Comercio con Bush, un tratado que no
está en términos de igualdad.

El caso Reyes internacionalizó el conflicto armado colombiano y ha puesto en evidencia


que, al menos en lo inmediato, la región se ha convertido en un hervidero, en el cual se
notan presencias de discursos y actividades propias de los Estados Unidos, sobre todo
después del 11 de septiembre de 2001. La actitud colombiana, que no compromete al
pueblo colombiano, víctima de todas las violencias, parece ser una suerte de prolongación
de la política exterior norteamericana.

Es fama el irrespeto de los Estados Unidos al derecho internacional. Lo de Irak es una de


las muestras de su largo prontuario de intervenciones e injerencias en los asuntos internos
de las naciones. Para ellos no existe la soberanía de los otros, y menos en tiempos, según
ellos, del “terrorismo”, de los “ejes del mal” y del mesianismo de Bush. Es como revivir
aquello del “destino manifiesto”.

De acuerdo con esa creencia imperial, “Dios eligió a los Estados Unidos para ser una
potencia política y económica, una nación superior”. Y, de veras, se han tomado en serio
esa barrabasada. Desde Teddy Roosevelt hasta míster Bush. Están llamados a llevar la
“civilización” y la “libertad” a otros pueblos. No importa si en ello tienen que invertir
muchas bombas, napalm y mercenarios.

Los intereses yanquis no han terminado en América del Sur porque en varios países haya
gobiernos opuestos a su política. Ahora, intentan una recolonización en la región y para ello
hay que provocar incidentes y tener aliados en la zona, que le permitan también el “juego
sucio”.

Es sabida, de otra parte, la oposición del gobierno colombiano a reconocer la existencia de


un conflicto interno y, en consecuencia, a darle curso a un acuerdo humanitario. Las
circunstancias actuales permiten, de nuevo, llamar a la solución política de una situación de
guerra que ya lleva más de cuarenta años y en la cual el más perjudicado ha sido el pueblo
de Colombia.

En una sociedad que clama contra todas las violencias, que acaba de realizar una marcha
contra la violencia paramilitar, contra la barbarie de los mancusos y los castaños, de los
donbernas y jorge cuarentas, contra ese retorno a lo salvaje, es necesario resolver las

104
contradicciones por las vías de la negociación. Y ello excluye, entonces, la violación a
territorios extranjeros.

Y volviendo al principio. La muerte de cualquier hombre, en efecto, nos disminuye a todos.


No es solo un asunto de poetas, que, en rigor, son tal vez la única prueba de nuestra
humanidad. Los animales no hacen la guerra. Pero el caso de Reyes, que tenía tanta
“gracia” para el gobierno colombiano, comprobó una preocupación mayor: el conflicto
colombiano es internacional.

FARC, tema central de la


OEA
MONDAY, 02 DE JUNE DE 2008

El papelón del régimen narco-paramilitar de Uribhitler en la reunión de


la OEA bajo el lema ‘Juventud y valores democráticos’. Uribe Vélez sólo
propone la guerra a los pueblos vecinos. ¿Cuándo invitará la OEA a las
FARC a exponer sus plantamientos sobre Colombia y la paz?

Por Allende La Paz , ANNCOL

Las FARC han estado en el ‘centro’ de la política colombiana. Sea por


sus acciones político-militares, sea por las del ‘enemigo’ que pretende
destruirlas y echarles la culpa de todo lo que sucede en Colombia. En
ANNCOL lo hemos señalado en múltiples ocasiones y por ello nos hemos
granjeado ‘la simpatía’ asesina del régimen narco-paramilitar actual.

Y las FARC-EP están el centro de la política no porque sean el problema,


sino porque son la solución. Siempre las FARC han propuesto soluciones
a los ingentes problemas de los colombianos. En toda oportunidad que
han tenido, por ejemplo, en los diálogos adelantados por la Paz en
Colombia –diálogos casi siempre forzados por la organización
insurgente-, han planteado soluciones a esos problemas.

Precisamente en el último intento –los diálogos del Caguán- las FARC


propuso el diálogo y discusión de los problemas económicos y sociales –
comenzando por el desempleo y su solución-, pero la oligarquía cipaya
al imperio estadounidense no lo quiso así por cuanto le significaba
rascarse donde más le duele, el bolsillo.

Incluso propuso a la comunidad internacional que para combatir el


problema de las drogas, se hiciera un plan de erradicación en Cartagena

105
del Chaira y se apoyara un programa de cultivos alternativos, y tal plan
piloto se extendería a todo el país en donde hubiera cultivos de coca y
amapola, así como propuso la legalización del consumo y el tratamiento
de los adictos. Tales propuestas cayeron en oídos sordos.

Por su parte el régimen colombiano la única propuesta que se le escucha


es ‘guerra, guerra, guerra’, bajo la repetición vacua de la política del
imperio de ‘guerra al terrorismo’. Ello ha sido más patente en los últimos
tiempos.

El régimen narco-paramilitar colombiano, convertido en ‘punta de lanza’


del imperio estadounidense, adelanta la guerra al interior de Colombia y
pretende exportarla a los países vecinos y a toda la comunidad
suramericana. Los ejemplos son muchos. Secuestro de Rodrigo Granda
en Caracas. Invasiones de narco-paramilitares en Venezuela. Planes de
magnicidios adelantados por el DAS colombiano –policía secreta
dependiente del presidente de la república-. Agresiones todas que
desembocaron en el ataque y asesinato de un campamento de Raúl
Reyes y 20 guerrilleros, y varios civiles más; ataque realizado por la
aviación estadounidense con la utilización de bombas inteligentes y
bombas racimo.

Tal ataque realizado el 1º de marzo, ha creado una crisis diplomática


que continúa hoy cuando se realiza la reunión de la OEA en Medellín. Y
es que la pretensión del narco-paramilitar presidente colombiano es que
todos los países limítrofes con Colombia se involucren en un problema
que, como lo dijo el ofendido presidente de Ecuador, Rafael Correa, es
de Colombia porque es Colombia la que tiene ‘paramilitares,
narcotráfico, guerrilla y parapolítica” y pretende que sean los países
vecinos quienes arrastren la guerra en sí, amén de que ya son
damnificados por las consecuencias: fumigaciones inconsultas en sus
territorios, invasión de la soberanía territorial, desplazados, etc, etc.

Uribe Vélez pretende ‘exportar’ la guerra a los


La injerencia estadounidense países vecinos y pretende involucrarlos ‘a la
es la causal de los problemas
que hoy enfrentan los países brava’, pero el verdadero objetivo está oculto:
latinoamericanos, y el gobierno ataque a los países vecinos con gobiernos de
del narco-paramilitar Uribe
Vélez juega el papel de ‘punta avanzada y revolucionarios, especialmente a
de lanza’ del imperio.
Ecuador y Venezuela, que al no dejarse utilizar
por el régimen Uribhitler sufre sus ataques,
dirigidos ocultamente por el gobierno de
Estados Unidos.

El narco-paramilitar presidente colombiano en la reunión de la OEA que

106
tenía el lema de “Juventud y valores democráticos’ habló como habla
Mr. Bush, con un discurso gastado y grotesco. Su llamamiento fue de
‘más guerra’ contra ‘el terrorismo más rico, por el narcotráfico”, en
contravía del lema de la Cumbre. Ninguna palabra para abordar los
problemas de la juventud, su no futuro con un régimen cuya única
fuente de empleo son precisamente el narcotráfico –manejado por las
estructuras narco-paramilitares socias de Uribe Vélez- y la guerra. Y
lógicamente nada sobre ‘valores democráticos’ porque él represente
todo lo contrario, el fascismo.

Y desde luego, allí echa mano del mágico computador de Raúl Reyes
que con 48 mil documentos –necesitaría 100 años para leerlos todos-,
sirve para todo. Por eso no los envían a la Corte, ni se los entregarán a
la OEA como ha pedido Ecuador. Esa ‘caja de pandora’ servirá para
justificar todos sus excesos y como ‘espada de Damocles’ contra los
demócratas y revolucionarios del mundo, por hechos que serán
cometidos en el futuro.

El régimen narco-paramilitar de Uribhitler no dice ninguna palabra sobre


‘valores democráticos’. Tampoco dice nada sobre el 70% de colombianos
inmersos en la pobreza y la indigencia. Nada sobre los 2,5 millones de
niños víctima del la explotación del trabajo infantil. Nada sobre los 2,3
de niños que no pueden ir a la Escuela. Ninguna palabra sobre la
inversión en Educación. Ninguna palabra sobre inversión en Salud, por
el contrario se cierran más y más hospitales, el Seguro. Ninguna palabra
sobre construcción de viviendas, de servicios públicos (20 mil niños
colombianos mueren al año por ingerir agua no potable). Ninguna
palabra sobre las violaciones de los derechos humanos de los
colombianos. Nada sobre los 15 mil desaparecidos forzados. Nada de los
5 millones de desplazados y el robo de sus tierras. Nada del asesinato
de sindicalistas.

Como dijera el expresidente Ernesto Samper, en los últimos años la


política colombiana gira alrededor de las FARC, mucho más la política
exterior del régimen. Su política es de guerra y fascismo. En contra, las
FARC han propuesto un Nuevo Gobierno de Reconciliación y
Reconstrucción Nacional que al avanzar hacia la Paz con justicia social
nos encamine hacia la Nueva Colombia en paz, con justicia social,
libertad, pluralismo, independencia y soberanía nacional, para así
articularnos a los vientos renovadores que en Suramérica está
sembrando la Paz en sus pueblos.

Lógicamente las propuestas de las FARC despiertan la simpatía de los personas de bien de
todo el mundo. Por ello Raúl Reyes tenía tantas visitas y tantos invitados. Y por sus

107
propuestas, las FARC están en el centro de la política colombiana. Nosotros apoyamos los
esfuerzos de los colombianos –incluyendo a las FARC- por conseguir la Paz con justicia
social. Siempre lo haremos.

Y no está lejos el día en que organismos como la OEA, ONU, etc, invitarán a las FARC a
exponer sus planteamientos sobre Colombia y sobre la paz.

Chávez-FARC: ¿táctica o estrategia?

Carlos Chirinos
BBC Mundo, Venezuela

Apenas a comienzos del año


2008, el presidente Hugo
Chávez defendía en su
discurso anual ante la
Asamblea Nacional lo que
llamaba "el proyecto político"
de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia
(FARC). Chávez parece haberle dado un
giro radical a su discurso con
Decía que "se les respetaba", respecto a las FARC.
que su lucha era legítima y
además llamaba al mundo a reconocerles carácter de
beligerantes en lugar de terroristas.

De los 800 secuestrados que mantienen las FARC -y cuya


liberación era parte del malogrado esfuerzo mediador del
mandatario venezolano- se hablaba de "retenidos" o de
"prisioneros de guerra", lo que justificaba como político a un
acto que muchos en Colombia consideran simplemente
delincuente.

Pero, pocos meses después, Chávez parece darle un cambio


radical a su discurso afirmando que "a estas alturas en América
Latina está fuera de orden un movimiento guerrillero".

Y de los secuestros afirma que son simplemente


"injustificables".

Entre uno y otro momento, Venezuela y Colombia vivieron la


mayor tensión militar de las últimas décadas a causa de la

108
muerte del vocero de las FARC, Raúl Reyes, quien dejó unos
supuestos computadores incriminatorios.

Lea: Chávez: "Liberación a cambio de nada"

Y por último, murió el jefe histórico de las FARC Manuel


Marulanda.

Táctico o estratégico

Para los aliados del presidente Chávez no hay un cambio en el


discurso.

"No es que antes Chávez les No hay que ser


haya dado apoyo político a las demasiado analista para
FARC y que ahora se los retire. darse cuenta de que las
Lo que estaba diciendo es que FARC están derrotadas en el
eso es un conflicto interno que terreno militar y social (...)
tiene sus orígenes en la historia
reciente de Colombia", dijo a Rafael Simón Jiménez, ex
BBC Mundo José Egidio, presidente de la Asamblea
experto de la Academia Nacional
Diplomática de la Cancillería
venezolana.

Egidio afirma que con sus palabras se demuestra que "una cosa
es el gobierno venezolano y otra la guerrilla colombiana" y que
entre ambos no existe la supuesta conexión que denuncian en
Bogotá y repite la oposición venezolana.

Sin embargo, un ex aliado de la llamada revolución bolivariana,


el ex presidente de la Asamblea Nacional, Rafael Simón
Jiménez, dijo a BBC Mundo que no cree que "Chávez vaya a
desvincularse de su alianza estratégica con las FARC".

Según Jiménez, el mandatario venezolano "sólo busca lavarse la


cara frente a la comunidad internacional", visto el rechazo que
han producido en muchas partes del mundo los gestos que
algunos interpretaron como de defensa de la guerrilla.

"No hay que ser demasiado analista para darse cuenta de que las
FARC están derrotadas en el terreno militar y social y que lo que
más les convendría sería plegarse a lo que ha sido la estrategia -
incluso de la izquierda radical latinoamericana- que es buscar la
vía electoral para el acceso al poder", afirmó Jiménez.

109
Formas de lucha

En ese sentido, aunque varias fuentes diplomáticas consultadas


el domingo por BBC Mundo expresaron su "sorpresa" por los
cambios retóricos de Chávez, consideran lógico que haya una
expresa alineación con su mentor político: el líder cubano Fidel
Castro.

Después de ser el principal promotor de las guerrillas


latinoamericanas en los años 60 y 70, Castro terminó
reconociendo las limitaciones de la vía armada para los
proyectos políticos "progresistas".

"Yo creo que desde hace mucho tiempo, incluso en su alianza


con la senadora colombiana Piedad Córdoba, Chávez viene
tratando de inducir a la guerrilla a la búsqueda de un camino
político", afirmó Rafael Jiménez.

Jiménez explicó a BBC Mundo que "entre Chávez y las FARC


hay una diferencia que en la nomenclatura marxista tradicional
se conoce como las formas de lucha".

Lea: Lectura "positiva" en Colombia

Aunque es la primera vez que el presidente venezolano condena


abiertamente y sin atenuantes algunas herramientas usadas por la
guerrilla, como los secuestros, siempre insistió en que la
insurgencia debería tener un cauce político pacífico.

El poder de la computación

Para los más radicales opositores de Chávez, dentro y fuera de


Venezuela, la explicación de estos cambios se encuentra en esas
computadoras cuya propiedad le adjudican a Raúl Reyes y que
el ejército colombiano se las apropió tras el ataque a su
campamento en territorio ecuatoriano.

No es que antes Chávez


les haya dado apoyo político
a las FARC y que ahora se
los retire. Lo que estaba
diciendo es que eso es un
conflicto interno que tiene
sus orígenes en la historia
reciente de Colombia

110
Después de esa violenta José Egidio, de la Cancillería
incursión que la comunidad venezolana
interamericana condenó como violatoria de la soberanía de
Ecuador, las tensiones entre Bogotá y Caracas llegaron a su
punto de tensión militar más grave de las últimas décadas.

Pero en las últimas semanas, esa tensión se ha reducido


notablemente y ambos gobiernos parecen estar haciendo sus
mayores esfuerzos para recuperar un vínculo que reporta
grandes beneficios económicos a los dos países.

La razón de ese apaciguamiento -sospechan los radicales- sería


la supuesta "evidencia" que estaría en los computadores de
Reyes, que podría ser usada en cualquier momento para llevar al
presidente venezolano ante tribunales internacionales de
Justicia.

Claro que eso sería equivalente no sólo a reconocerle unas


culpas no demostradas al presidente Chávez, sino también
adjudicarle un estilo extorsionista a la diplomacia colombiana.

Circunstancias internas

Otros, en cambio, hacen una lectura más local y sospechan que


la diferencia retórica la determinan las circunstancias pre-
electorales en Venezuela, en donde se realizarán comicios
regionales a fines de año.

De acuerdo con muchas encuestas, los opositores a Chávez


podrían recuperar varias de las gobernaciones y alcaldías que
perdieron tras la debacle de las elecciones de diciembre de 2004,
a las que acudieron desorientados y fragmentados como
consecuencia de la pérdida del referéndum revocatorio
presidencial de agosto.

Hoy la oposición aprovecha la ola de su triunfo en el referéndum


sobre la reforma constitucional de diciembre de 2007, mientras
que el gobierno quiere revertir el efecto de su primera derrota
electoral en nueve años.

El cálculo electoral explicaría las rectificaciones de medidas


impopulares en los últimos días, como la polémica Ley de
Inteligencia, una reducción de las tarifas de transporte urbano o
el cobro por el uso de la señal del canal del estado.

Aquellas palabras más comprensivas hacia las FARC del pasado

111
reciente pueden haberle costado a Chávez mucho entre la gran
comunidad inmigrante colombiana que vive en Venezuela, la
cual tiene poder de voto por ostentar la doble nacionalidad.

Por tanto, ese sería un ruido político que sería conveniente


reducir, al menos "por ahora". Una de las frases -y a veces
estrategias- predilectas del presidente venezolano.

Sin Uribes no habrÃan


FARC
WEDNESDAY, 09 DE JULY DE 2008

Es una costumbre de la oligarquía colombiana presentar las cosas al


revés para así sacarle el esguince a sus responsabilidades como clase y
como detentadora del poder. La más cruel violencia contra el pueblo es
practicada por la oligarquía colombiana.
Allende La Paz, ANNCOL

Siempre hemos señalado en nuestros artículos que desde los inicios de


la llamada ‘Violencia’ desde antes de 1948, la oligarquía colombiana ha
ejercido el poder de manera violenta, al punto que diversos
investigadores y el Partido Comunista Colombiano han concluido que ‘la
violencia en el ejercicio del poder ha sido consustancial con el modelo de
acumulación capitalista en Colombia’.

Igualmente hemos señalado reiteradamente que la base de ese ejercicio


violento está en la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) y sus
sucedáneas, Doctrina del Conflicto de Baja Intensidad y Documentos
Santa Fé I, II, y IV, que convirtieron al pueblo, campesino, indígena,
obrero, estudiante, mujer, en ‘enemigo interno’ y por ello llegan a las
zonas a arrasar todo como un ejército invasor, como en realidad lo es.

Estás doctrinas fueron elaboradas en su parte fundamental en 1962,


pero ya los militares colombianos tenían un largo camino recorrido
desde 1928, como nos señala Hernando Calvo Ospina en su libro
“Colombia, laboratorio de embrujos’. O sea, que el imperialismo
estadounidense y la oligarquía lacaya colombiana ya habían creado el
esperpento antes del nacimiento de las FARC en 1964. Y el ataque a
Marquetalia era precisamente ‘el laboratorio’ que necesitaban para

112
‘probar’ la mencionada DSN, con tan mala fortuna, inteligencia y
planificación que lo que pensaron era ‘un bocado’ les resultó en una
guerra de guerrillas que ha llegado hasta un ejército irregular de –no
sabemos- 10, 15, 20 mil guerrilleros.

Por ello, con los subsiguientes gobiernos se derrotaba la promesa


incumplida desde Guillermo León Valencia: derrotar la insurgencia
armada (ver el artículo “La guerra permanente en Colombia. Ni un
instante de paz. De Marquetalia al Plan Colombia.”). En este artículo
planteábamos también: “Han pasado 17 períodos presidenciales. Han
pasado incontables cúpulas de las fuerzas militares colombianas. Todos
han soñado con ‘acabar con las FARC’. Todos han estado, según su
particular modo de ver la realidad, en “el principio del fin de las FARC”,
mas todos pasan, todos terminan sus períodos, algunos mueren, y las
FARC están ahí, vencedoras, revolucionarias, diciéndole al mundo que es
imprescindible la solución política al conflicto social y armado, que
necesitan su concurso.

…Planes vienen, planes van. Y en la base de esos planes la Doctrina de


Seguridad Nacional (DSN), encayada contra el deseo y querer de los
colombianos. DSN que es la línea conductora de la injerencia militar de
Estados Unidos. Guillermo León Valencia tuvo su Plan LASO, Julio César
Turbay Ayala tuvo su Estatuto de Seguridad, César Gaviria Trujillo tuvo
su Plan de Guerra Integral, Andrés Pastrana su Plan Colombia, Álvaro
Uribe Vélez (2 períodos), su Plan Patriota y Plan Consolidación –con
‘seguridad democrática’-, continuidad del Plan Colombia”.

Es esta la razón de la existencia de las FARC-EP. El imperio


estadounidense y la oligarquía lacaya han agredido –y agreden- al
pueblo colombiano para imponer sus políticas económicas a través de
sus planes militares, utilizando las más crueles prácticas contra un
ser humano: torturas, desapariciones, masacres, pistoleteo,
motosierra, mochacabezas. Políticas económicas que significan la más
bárbara expoliación de nuestros recursos naturales: Petróleo, níquel,
oro, carbón mineral, agua, biodiversidad, genes, café, etc, etc, a través
de los ALCA, Plan Puebla-Panamá, los TLC. Planes militares que suman
el Terrorismo de Estado en su variante militar-narcoparamilitar con el fin
de impedir el avance popular y su sintonía con la insurgencia armada.
Riquezas para ellos y miseria, hambre y muerte para el pueblo.

Pero el pueblo no ha aceptado sumisamente las imposiciones gringas.


Ha respondido creadoramente ‘combinando todas las formas de
lucha de masas’, incluyendo lógicamente la lucha armada. Y es
precisamente –y paradójicamente- la lucha armada la única que les
preserva la vida a los combatientes. La Unión Patriótica fue exterminada

113
en el único genocidio contra organización política de que tenga registro
la historia. Y el exterminio continúa. Van alrededor de 100 mil muertos
desde 1964. 30 mil asesinados mediante masacres, desapariciones y
ejecuciones extrajudiciales con el inicio del Plan Colombia durante la
administración de Andrés Pastrana. Más 11.282 asesinados ‘fuera de
combate’, 85% de ellos realizados por las fuerzas militares-
narcoparamilitares del estado colombiano durante el ‘gobierno’ ilegal e
ilegítimo de Álvaro Uribe Vélez.

El pueblo colombiano no se arredra, lucha de todas las formas posibles,


y si no es posible pues inventa las formas imposibles. Por ello la
solidaridad latinoamericana es esencial para su fortaleza, para su
decisión. Más en momentos en que la mediatización adelantada por los
medios terroristas mediáticos colombianos –El Tiempo, Caracol, RCN,
Semana, Cambio, etc, etc-, pretende acallar la voz popular y de la
insurgencia armada toda vez que en el campo de batalla la cuestión es a
otro precio. Y nuevamente la OEA juega su papel pero no tiene memoria
para mencionar siquiera y menos condenar, aunque sea de la manera
tibia, las desapariciones forzados, las masacres, los asesinatos
extrajudiciales, el desplazamiento, el exilio, etc.

En los actuales momentos se convertía en una imperiosa necesidad para


la guerrilla colombiana –y no solamente las FARC, sino también ELN y
EPL-, y para el pueblo en su conjunto, que fuera el propio Comandante
en Jefe, Fidel Castro Ruz, quien aclarara lo planteado en una de sus
Reflexiones. Porque nosotros entendíamos –y entendemos- muy bien lo
planteado por el Comandante y lo que quiso significar. Pero no es lo
mismo que lo diga el Comandante Fidel Castro a que lo diga un ‘don
juan de los palotes’ como yo.

Para nosotros es claro que en los momentos actuales en Cuba no es


necesaria ‘la lucha armada’ porque es precisamente el pueblo quien
ejerce el poder en nuestra amada Isla y quien tiene naturalmente el
monopolio de las armas. En Cuba está fuera de lugar que ‘alguien’
pretenda impulsar cambios en el poder por medio de las armas. Además
porque el pueblo cubano tiene todos los canales para proponer ‘cambios’
a través del Partido Comunista, Comités de Defensa de la Revolución,
sus organizaciones gremiales, juveniles, de trabajo, etc. Y pretender
establecer ‘cambios’ a través de la lucha armada en Cuba es un sueño
del imperio y de la ‘gusanera maiamera’. Si lo intentaran otra vez sería
el pueblo cubano, como pilar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
(FAR) cubanas, quién derrotaría tan insensata como irresponsable
acción contra la soberanía de Cuba, como ya lo ha hecho en el pasado.

Igualmente entendemos la posición del presidente venezolano, Hugo

114
Chávez Frías. Venezuela ha realizado una revolución bolivariana
utilizando la vía electoral. Quien ha recurrido a la ‘lucha armada’ ha sido
precisamente la oligarquía venezolana vencida por la revolución
bolivariana en 8 ó 9 elecciones. Cuánta razón tiene el Comandante
Chávez cuando dice que en estos momentos la ‘lucha armada no tiene
cabida’. Definitivamente no tiene cabida esa forma de lucha porque la
revolución bolivariana –el pueblo- es la que está adelantando su proceso
revolucionario, es la que está solucionando los ingentes problemas que
le dejó la oligarquía venezolana, y esa revolución bolivariana cada día se
profundiza más y más. A pesar de todos los intentos del imperio y su
lacayo colombiano por desestabilizarla, para lo cual recurren a las
acciones armadas, la invasión con narcoparamilitares y su cola tétrica, el
narcotráfico.

Por ello estamos claros que en los actuales momentos en Suramérica


está ‘fuera de lugar la lucha armada’, a excepción de Colombia. Si el
imperio y sus lacayos agreden la revolución cubana y la revolución
bolivariana en Venezuela, sus pueblos adelantarán la lucha integrados
en sus ejércitos revolucionarios y patriotas que según las condiciones
adelantarán la guerra regular o la irregular. Y desde Colombia, el pueblo
adelantará la más sonora y movilizadora acción de masas en solidaridad
con ellas, como siempre lo ha hecho con la revolución cubana, por
ejemplo.

Ahora bien, digo en los actuales momentos porque si la situación cambia


y el imperio estadounidense y las oligarquías lacayas de los diferentes
países pretenden retrotraer los avances revolucionarios y democráticos
–unos más profundos que otros-, y si por aquello del azar lograsen
‘sacar’ los revolucionarios de los estados y gobiernos, los pueblos tienen
todo el derecho de adelantar la ‘lucha armada’ como una de las formas
de lucha que aplicará para practicar la ‘lucha de masas, resistencia de
masas, y nada de aventuras’.

Con lo que queda demostrado que es el imperio estadounidense y la


oligarquía lacaya, con sus planes militares y económicos impuestos, la
causa de que en Colombia existan unas FARC-EP. Unas FARC que entre
sus banderas tiene la búsqueda de una salida política al conflicto
social y armado, y es precisamente la oligarquía mafiosa-tradicional la
que no quiere la paz en Colombia. Además, quién podría creer en un
mafioso que es capaz de extraditar a sus socios narco-paramilitares a
Estados Unidos –que estaban en un fementido ‘proceso de paz’ con su
gobierno- como maniobra de distracción ante las crecientes denuncias
de la narco-para-política y la yidis-política uribista.

Definitivamente, con un gobierno ilegal, ilegítimo, narcoparamilitar, es

115
casi imposible unos acuerdos diáfanos, claros, que enrumben al país
hacia la Nueva Colombia, en paz con justicia social, democracia,
pluralismo, independencia, libertad y soberanía nacional. Pero la
movilización popular es capaz de imponer lo inimaginable a la oligarquía
y al imperio. Incluso un despeje de Pradera y Florida, y diálogos de paz.

Muertes en el secretariado

Dos golpes duros a las FARC

Hernando Salazar
Bogotá

El gobierno dice que la caída de Reyes y Ríos es una señal de que las FARC se están
resquebrajando.
Nunca, en su historia de 44 años, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC) habían perdido violentamente en una semana a dos de los nueve miembros de su
Secretariado, el máximo órgano de ese grupo guerrillero.
Desde cuando se creó el Secretariado, en los años 80, todos los reemplazos que hubo en esa
instancia se debieron a la muerte por causa natural de sus integrantes.
Nunca uno de ellos había sido abatido por las Fuerzas Armadas, como ocurrió con Raúl
Reyes, quien fue muerto el 1 de marzo pasado en territorio ecuatoriano.
Y nunca ninguno del Secretariado había sido muerto por sus propios hombres, como
asegura el gobierno colombiano que ocurrió el 4 de marzo con Iván Ríos a manos de Pablo
Montoya ("Rojas"), en medio de un enfrentamiento con el ejército en el oeste del país.
Ambos golpes son muy duros para esa vieja guerrilla de origen campesino, que suele
tomarse largos tiempos para reaccionar y reacomodarse.
Lea: Muere otro líder de las FARC
Por eso, muchos se preguntan qué tanto afectarán esas dos muertes a las FARC y qué
rumbo puede tomar el grupo guerrillero entre las tendencias de los políticos y los militares.
Golpe a la cúpula
Sin duda, la muerte de Reyes y Ríos es un golpe contundente para una guerrilla que no
había sido tocada en su cúpula por la política de seguridad puesta en marcha por el
presidente Álvaro Uribe desde el segundo semestre de 2002.

Nunca un miembro del Secretariado había sido muerto por sus propios hombres.
Sólo uno de sus máximos jefes, Ciro Trujillo, había muerto a manos del ejército
colombiano en los años 60, poco después del surgimiento de las FARC.
En ese contexto, hay dos tipos de lectura. Por un lado, está la del gobierno colombiano. El
ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, dice que la caída de Reyes y Ríos es una señal de
que las FARC se están "resquebrajando".

116
El presidente Uribe, entre tanto, narró que, cuando le confirmaron la muerte de Reyes,
preguntó cuándo iba a caer "El Mono Jojoy", uno de los más temidos jefes militares de esa
guerrilla.
Por otro lado está la lectura de expertos independientes, como la de Carlos Eduardo
Jaramillo, un ex consejero presidencial para la paz del gobierno de César Gaviria, quien
negoció con las FARC en los años 90.
Jaramillo le dice a BBC Mundo que las FARC han demostrado que tienen la capacidad de
reacomodarse, aunque se tomen su tiempo, "que es el tiempo de los campesinos".
Capacidad de aguantar
"El Secretariado se inventó para que se puedan soportar las crisis. Es un mando colectivo
en el que ascienden unos por otros. A rey muerto, rey puesto", explica Jaramillo.

Elllos (las FARC) tienen la capacidad de aguantar, por más que los reduzcan. Si uno mira
las cifras de bajas, capturas y deserciones que reporta el gobierno, el muestreo no da

Carlos Jaramillo, ex consejero presidencial


Del Secretariado también hacen parte el fundador de las FARC, Manuel Marulanda
('Tirofijo'), Alfonso Cano, Jorge Briceño (El Mono Jojoy), Timoleón Jiménez
('Timochenko'), Iván Márquez, Mauricio Galeano ('El Médico') y Joaquín Gómez.
Aunque unos y otros integrantes suelen ser catalogados como políticos o como militares,
Jaramillo insiste en que esa división es "más ficción que realidad".
"El Secretariado lo hicieron para que no haya fracturas. Hay gente más proclive a negociar,
por su formación y experiencia, y otros que sólo entienden de guerra. Entonces, cuando
tienen que negociar, negocian, y cuando hacer la guerra, la hacen", añade.
Jaramillo guarda distancia frente a quienes sostienen que las FARC afrontan un "exterminio
total".
"Elllos (las FARC) tienen la capacidad de aguantar, por más que los reduzcan. Si uno mira
las cifras de bajas, capturas y deserciones que reporta el gobierno, el muestreo no da", dice.
El experto estima que las FARC deben tener actualmente unos 15.000 o 16.000 hombres y
que han perdido entre 5.000 y 7.000 hombres en los últimos años. Pero afirma que no se
puede sostener que las FARC estén cerca del exterminio total.

Computador de “Raúl Reyes”


Computadores diplomáticos
25/05/2008

Lo que no logró la diplomacia lo pudo el computador de 'Reyes'.

Muy paradójica la situación actual de las Farc. A medida que se profundiza y se hace
irreversible su debilitamiento en el interior del país, crece su visibilidad y su presencia
internacional. Esto se podría explicar porque muy seguramente durante los últimos años las
Farc han intentado compensar su derrota interna con una activa labor de relaciones públicas

117
y de diplomacia en los países vecinos. Vana ilusión: su debilitamiento interno conducirá
irremediablemente a su aislamiento internacional. De una parte, deserciones como la de
'Karina' y bajas como las de 'Raúl Reyes' e 'Iván Ríos' acentúan su imagen de derrota; y de
otra parte, sus vínculos con el narcotráfico y la situación bárbara en que mantienen a
centenares de civiles secuestrados están generando el rechazo universal.

Pero un hecho particular es el que ha dado un golpe de gracia a ese esfuerzo diplomático de
las Farc: el hallazgo de los computadores de 'Raúl Reyes'. Este es el más extraordinario
filón documental sobre los planes y las actividades de ese grupo guerrillero en el exterior, y
su descubrimiento muy probablemente producirá en poco tiempo el marchitamiento de esos
esfuerzos. Esto incluye, obviamente, las relaciones y los apoyos de los gobiernos de Chávez
y Correa.

Ha sido evidente el nerviosismo de estos dos gobiernos en relación con el contenido de esos
computadores. Se anticiparon a descalificar el muy riguroso examen de Interpol, pero ellos
saben que la comunidad internacional le cree más a esa agencia internacional que a ellos
mismos, y que han quedado inevitablemente en la mira y bajo sospecha de apoyo al
terrorismo. Por esta razón, en adelante tendrán que portarse bien, lo cual significa
suspender los apoyos que les estaban dando a las Farc y no darles cobijo y protección en
sus territorios nacionales. Esto es precisamente lo que Colombia ha venido buscando sin
éxito durante los últimos años. Pero lo que ni logró la diplomacia, lo pudo el computador de
'Reyes'. Cuando los apoyos se hicieron visibles, se volvieron imposibles.

Adicionalmente, tratando de meter debajo del tapete del olvido sus relaciones non sanctas
con las Farc, Chávez y Correa harán un esfuerzo por normalizar las relaciones diplomáticas
e institucionales con Colombia. Y esto también nos conviene. En efecto, no es casual que
en estos días las cancillerías de Venezuela y Ecuador hayan tomado la iniciativa de
comunicarse con la Cancillería colombiana para propiciar sendos encuentros entre sus
mandos militares y los colombianos, con el fin de tramitar institucionalmente las
reclamaciones sobre supuestas incursiones en sus territorios de patrullas militares
colombianas. Adicionalmente, la Cancillería ecuatoriana ha dicho que su gobierno está
dispuesto a normalizar las relaciones siempre y cuando Colombia no utilice en su contra el
contenido de esos computadores.

Así las cosas, Colombia debe ser muy prudente con la utilización de esos documentos, pues
al fin y al cabo sus enemigos no son ni Chávez ni Correa, sino las Farc. Lo que le interesa a
Colombia no es debilitar esos gobiernos, sino que ellos dejen de suministrarle a la guerrilla
el oxígeno y la respiración artificial para prolongarle a última hora su agonía. Eso sí, lo
importante es que Colombia les deje muy en claro, no de manera pública sino reservada, la
advertencia de que ante la primera evidencia de que esos apoyos continúan, estaríamos
dispuestos a utilizar las pruebas de los computadores para denunciarlos ante el mundo e
iniciar querellas en su contra ante los organismos internacionales pertinentes.

Esos documentos se deben convertir entonces en la espada de Damocles para asegurar un


mejor comportamiento de Venezuela y Ecuador. Por lo menos que suspendan su apoyo a
las Farc, porque pensar su cooperación activa para perseguirlas -tal y como hacen España y
Francia contra la Eta, con excelentes resultados- es poco menos que una quimera.

118
alfredorangelsuarez@yahoo.com

Andres Oppenheimer
21/05/08

Chávez, Correa y las Farc

El presidente de Venezuela Hugo Chávez y su colega de Ecuador, Rafael Correa, podrán


gritar todo lo que quieran, pero lo cierto es que han sido atrapados in fraganti apoyando a
un grupo terrorista que está tratando de derrocar al gobierno democráticamente electo de
Colombia.

La semana pasada, después de que Interpol –la organización policial internacional más
grande del mundo– hizo público su informe certificando la autenticidad de 37.872 archivos
de computadora de la guerrilla colombiana Farc que contienen cientos de referencias al
activo apoyo de Venezuela y Ecuador al grupo armado rebelde, Chávez y Correa
reaccionaron –como lo hacen siempre– con insultos.

Chávez alega que la investigación de la Interpol es una “payasada” del “imperio”, y


describió al secretario general de Interpol Ronald K. Noble como un mafioso y un
vagabundo. El descargo de Correa fue de virulencia similar.

Esta vez, sin embargo, les resultará difícil hasta a los más crédulos simpatizantes de Chávez
y Correa tomar en serio estos juegos de pirotecnia verbal. La investigación realizada por la
sede central de Interpol en Lyon, Francia, incluyó a 64 funcionarios policiales de 15 países,
encabezados por expertos mundiales en computación de Singapur y Australia, que fueron
escogidos independientemente por las jefaturas de policía de sus países. En total, el equipo
en pleno de Interpol dedicó 5.000 horas examinando las computadoras.

Y el informe final de Interpol no solo concluyó que Colombia no manipuló el contenido de


las computadoras, como aducen Chávez y Correa, sino que también certificaron que
pertenecían a ‘Raúl Reyes’.

Las laptop de las Farc son uno de los tesoros de inteligencia más importantes de toda la
historia de la lucha antiguerrillera en la región, dicen expertos en seguridad. Entre cientos
de revelaciones, los archivos contienen ocho referencias a 300 millones de dólares de ayuda
que Chávez le había prometido a las Farc. Otros documentos aluden a una contribución de
100.000 dólares de las Farc a la campaña presidencial de Correa en 2006.

La certificación de la autenticidad de los documentos plantea varias preguntas espinosas.

Primera pregunta: los países latinoamericanos que invocaron los tratados de no


intervención de la Organización de Estados Americanos para rechazar la incursión militar

119
colombiana en Ecuador, ¿invocarán ahora los explícitos tratados antiterrorismo de la OEA,
que prohíben a los países ayudar a grupos armados rebeldes? ¿Condenarán a Venezuela y
Ecuador, o se harán los distraídos, temerosos de perder los miles de millones de dólares que
reciben en petróleo y ayuda política por parte de Venezuela?

Segunda pregunta: ¿Chávez y Correa les pedirán disculpas a los países de la región, tal
como lo hizo el presidente colombiano Álvaro Uribe en la reunión de la OEA en que se
debatió el ataque colombiano al campamento de las Farc en Ecuador?

Tercera pregunta: ¿la OEA convocará a una asamblea general, invocando la Convención
Interamericana contra el Terrorismo de 2002, que prohíbe a los países miembros dar
refugio o dinero a grupos terroristas? ¿Y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
invocará sus resoluciones 1373 y 1566, que establecen exactamente lo mismo, para
condenar a Chávez y Correa?

Cuarta pregunta: ¿el presidente brasileño Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva se retractará de su
declaración de la semana pasada en la que afirmaba que Chávez es “el mejor presidente que
ha tenido Venezuela en los últimos 100 años?”

Mi opinión: no estoy de acuerdo con la propuesta de algunos legisladores republicanos de


Estados Unidos de que Washington ponga a Venezuela en su lista de países terroristas. Eso
solo le daría a Chávez argumentos para mostrarse como una víctima del “imperio”. Pero la
comunidad internacional debe reaccionar. De otra manera, no tiene ningún sentido que
existan la OEA, la ONU ni ninguna de las convenciones internacionales que los países han
firmando con gran solemnidad.

Andres Oppenheimer
26/03/08

El computador de 'Reyes'

El presidente venezolano Hugo Chávez, su colega ecuatoriano Rafael Correa y el grupo


guerrillero Farc de Colombia negaron airadamente en días recientes la autenticidad de los
documentos encontrados por el Ejército colombiano en su ataque del 1ro. de marzo contra
un campamento de la guerrilla colombiana en Ecuador. Sin duda, tienen buenas razones
para estar nerviosos.

Si el equipo de expertos forenses en computación de la Interpol invitado por Colombia


comprueba la autenticidad de los documentos hallados en las tres computadoras laptop del
jefe operativo de las Farc ‘Raúl Reyes’, muerto durante el ataque, habrá pruebas escritas de
que las carreras políticas de Chávez y Correa fueron financiadas, en parte, por uno de los
grupos terroristas más violentos del mundo.

El gobierno de Chávez ha ridiculizado los archivos encontrados en las computadoras de


‘Reyes’, calificándolos de ‘falsificaciones’, y Correa ha lloriqueado que son “una infamia”.

120
Las Farc se burlaron de la versión colombiana del hallazgo de las computadoras, diciendo
que las laptops no podrían haber sobrevivido al ataque del Ejército colombiano “ni con
blindaje especial”.

Tras estos desmentidos, llamé a altos funcionarios de Colombia –incluyendo al jefe de


policía general Óscar Naranjo, el hombre a cargo de la investigación– y analistas políticos,
y les pregunté cómo piensan convencer al mundo de que los documentos son auténticos. He
aquí algunas de sus respuestas:

Primero, el presidente colombiano Álvaro Uribe estaría cometiendo el mayor error de su


carrera política si hubiera hecho público documentos tan importantes que luego resultaran
haber sido falsificados.

Segundo, Uribe habría sido bastante tonto en invitar a la Interpol para examinar las
computadoras de ‘Reyes’ y emitir un informe sobre la autenticidad de los documentos.

Tercero, es prácticamente imposible manipular el disco rígido de una computadora sin dejar
huellas que no puedan ser detectadas por expertos forenses en computación, me dijo el
general Naranjo.

Cuarto, hay más de 2.000 fotos de ‘Reyes’ y sus camaradas de las Farc en las
computadoras, incluyendo fotos de los dirigentes guerrilleros con algunos conocidos
visitantes.

¿Cómo podría el Ejército colombiano haber fraguado esas fotos?, preguntan los
funcionarios colombianos. (Incluso, una foto de la computadora de ‘Reyes’ que
funcionarios colombianos describieron erróneamente la semana pasada como mostrándolo
con un ministro ecuatoriano resultó ser una foto auténtica del dirigente rebelde asesinado
con otra persona).

Quinto, la semana pasada las autoridades de Costa Rica –actuando sobre la base de
información encontrada en las computadoras de ‘Reyes’– descubrieron 480.000 dólares en
efectivo en la casa de un aliado de las Farc en Heredia, cerca de la capital costarricense.

Sexto, los funcionarios colombianos ridiculizan las afirmaciones de las Farc de que las
computadoras no podrían haber sobrevivido al ataque: más de la mitad de las cerca de 60
personas que estaban en el campamento guerrillero en el momento del ataque
sobrevivieron, y muchos objetos no sufrieron daños, dicen.

Tras entrevistar a los funcionarios colombianos, les pregunté a varios conocidos expertos
forenses en computadoras si es posible que el Ejército colombiano pudiera haber
manipulado las computadoras sin dejar huellas en sus discos duros.

“Sería extremadamente difícil, si no imposible, que alguien plantara evidencias después del
hecho sin dejar rastros”, me dijo Jason Paroff, director del departamento forense de
computación de Kroll Ontrack Inc., una de las empresas de recuperación de datos más
grandes del mundo, con sede en Minneapolis. “Si alguien hubiera plantado pruebas, el

121
equipo de Interpol lo descubriría”.

Mi opinión: hay dos posibilidades. O Uribe está loco y debería pagar las consecuencias si
mintió, o Chávez y Correa quedarán expuestos como mentirosos compulsivos y aliados de
un grupo terrorista.

Posconflicto?

Erradicación del conflicto y pilares para el


posconflicto
El éxito impresionante de la genial estratagema que permitió liberar a Íngrid, a tres rehenes
estadounidenses y a once heroicos soldados y policías colombianos colmó de júbilo a los
compatriotas y de alivio y complacencia a la mayoría de las naciones.

No podía ser de otra manera tratándose de una brillantísima operación de rescate de


nuestras Fuerzas Armadas, realizada a golpes de inteligencia e ingenio. Sin derramamiento
de sangre, aunque la guerra implique, de suyo, pérdidas humanas y materiales. Con razón,
la propia Íngrid, aclamada en Francia como una nueva Juana de Arco, la calificó de
impecable y perfecta.

Quizá, aparte de la exaltación de sus protagonistas y de sus eventuales repercusiones


políticas, su consecuencia más visible ha sido el coro prácticamente unánime en pro de la
liberación de quienes padecen todavía los crueles rigores del secuestro. Desde todos los
puntos cardinales, se clama sin reatos ni medias tintas por que cese ese abominable crimen.
Conocidas en detalles sus privaciones, vejaciones y torturas, no hay nadie tan insensible y
descastado que se atreva a cohonestarlas o disculparlas, o crea indispensable una
dispendiosa, ambigua y larga negociación para ponerles término. Al menos, esta es batalla
ganada en la conciencia pública universal.

Con el golpe de gracia inferido a las Farc, se tiene la sensación de que ahora sí van
culminando los esfuerzos por ganarles la guerra. En la misma forma, ¿se irá preparando y
abonando el camino de la paz, como lo hicieron los aliados cuando se presagiaba su victoria
en la segunda guerra mundial, previendo la desmovilización y echando las bases de su
seguridad social? Más exactamente, en nuestro caso, ¿el posconflicto y la mano tendida a la
reconciliación en torno del Estado social de derecho, con sus libertades y garantías?

Al respecto, vale la pena traer de nuevo a cuento los testimonios de altos prelados según los
cuales en ciertas zonas los jóvenes, al terminar el bachillerato, no solían hallar opción de
trabajo distinta de la que les ofrecían las guerrilleras, los paramilitares, el narcotráfico y
otras actividades ilícitas. Por fortuna, en la última época, esta situación ha venido
cambiando, con cierta lentitud. Empero, ¿hasta qué punto la masa de desplazados,

122
desocupados e indigentes deambula sin esperanza ni sustento, marginados de la economía y
la sociedad y expuestos a sucumbir a perniciosos halagos?

A este propósito, conviene recoger y sopesar algunos aspectos de las declaraciones de


Íngrid a EL TIEMPO. A renglón seguido de los encomios y reconocimientos al presidente
Álvaro Uribe Vélez, aureolado por el triunfo, cree ella encontrar una diferencia específica
de apreciación, resumida en los siguientes términos: "Uribe parte de la base de que la crisis
social colombiana es producto de la violencia. Yo parto de la base de que la violencia es
fruto de la crisis social colombiana". Son, aparentemente, posiciones antagónicas y, a
primera vista, inconciliables, pero en el fondo complementarias y susceptibles de integrar
una síntesis constructiva.

Cierto es que la violencia disuade las inversiones y desalienta tanto la formación de capital
como la creación de oportunidades de trabajo. Pero también, que los modelos económicos
adversos a la regulación inteligente de los mercados y a medidas promotoras del pleno
empleo y la solidaridad social ocasionan fuertes tensiones y minan u obstruyen la
convivencia democrática.

Frecuentemente se dice que la miseria no es causa de violencia, aun cuando le ofrezca patio
propicio para germinar. Dígase si es subversivo o no considerar el desempleo mal necesario
para el mantenimiento del sistema económico, cuyos actuales resquebrajamientos incitan
procurar políticas más flexibles y a tono con las realidades circundantes, lejos de dogmas
implacables. Con este criterio, valdría ir poniendo los pilares del posconflicto, recordando
que el desarrollo con equidad es "el nuevo nombre de la paz", conforme a la enseñanza
imprescriptible de Paulo VI.

Abdón Espinosa Valderrama

De las bajas en la subversión al


posconflicto
La muerte de Pedro Antonio Marín, mejor conocido como 'Manuel Marulanda' o 'Tirofijo',
cierra, en medio del estruendo de las bombas, la parábola vital de un campesino en armas,
dominado en su etapa postrera por los signos fatídicos del terrorismo y del narcotráfico. No
por ello, tratándose de un suceso previsible, se interrumpe o concluye la trayectoria de su
organización subversiva. Las demostraciones inequívocas de su debilitamiento incitan, sin
embargo, a preocuparse por las circunstancias que a su término se presentarían,
considerando prioritariamente las que le han abonado el terreno.

Muy lejos están los tiempos en que la rústica insurgencia liberal de 'Tirofijo' se encuadraba
en la resistencia combativa a la cruzada de exterminio de su colectividad política y de sus
convicciones de entonces. Más adelante, acabaría envolviéndose, ya sin posibilidad de
reverso, en la bandera comunista y erigiéndose en pieza estratégica de la guerra fría.

123
Eran los tiempos de esplendor de la Unión Soviética, cuando en los congresos
internacionales de esa ideología con sede en Moscú se destacaban, al hacer referencia a
Colombia, las supuestas hazañas militares del "invicto general Marulanda". Legitimadas o
toleradas en el mundo las diversas formas de lucha, las Farc representaban la modalidad del
la vía armada y recibían estímulo y apoyo de esa potencia, acaso no sólo de carácter
retórico y solidaridad política.

Al lado de 'Marulanda' militaba, como su primer consejero, 'Jacobo Arenas', representativo


de la ortodoxia marxista-leninista, originalmente de apellido Morantes y oriundo de
Bucaramanga, ciudad por la cual declaraba a los periodistas tener especial dilección y
reconocimiento a varios de sus coterráneos. De ahí saldría a Bogotá, donde llegaría, si mal
no estamos, a sargento del Ejército. Luego haría el tránsito de liberal a comunista y se
enmontaría. Tendría el papel de ideólogo, de línea y gorra soviéticas. 'Alfonso Cano' sería
su sucesor, como ahora lo es de 'Marulanda', con el clamor de la liberación de los
secuestrados como su primera piedra de toque.

Superada la guerra fría y disuelta la Unión Soviética, las Farc se quedaron un poco en el
aire, sin nexos ni poderosos apoyos externos. Debió ser cuando optaron por los secuestros
masivos y descubrieron el rico y también ilícito filón del narcotráfico. No obstante, aunque
este les preservaba la internacionalización, su ilicitud habría de despertarles la
animadversión y la protesta de casi todos los Estados. No menos el crimen de secuestrar
inocentes.

Las bajas precipitadas en los cuadros directivos de las Farc no presagian todavía su
disolución ni la inmediatez de su fin, pero ciertamente invitan a ocuparse del posconflicto,
conforme se empezara a hacer desde cuando se vislumbró la conclusión de la segunda
guerra mundial, mediante planes de seguridad social y encauzamiento de la
desmovilización hacia objetivos civiles.

A la seguridad democrática convendría agregarle este ingrediente y orientarla a combatir la


pobreza, en concordancia con los compromisos internacionales. ¿Cuál el programa, si
existe, para incorporar a la actividad económica a los millones de desplazados y
desempleados? ¿Cuál para absorber a cuantos dejen las armas?
Testimonios incuestionables demuestran cómo muchos jóvenes, a falta de otra perspectiva,
se vieron forzados a matricularse en las filas de la guerrilla, de los paramilitares o
francamente del narcotráfico, fuera en los cultivos, en los laboratorios o en la
comercialización del producto. Frecuentemente, el hambre impulsa a actitudes
desesperadas, aun a las que se saben tremendamente peligrosas, delictuosas y prohibidas,
en aras de la subsistencia propia y, en forma más apremiante, de las familias.

Bien haría la seguridad democrática en ir orientando sus esfuerzos a la campaña contra la


extrema pobreza y a favor de la satisfacción de las necesidades más apremiantes.
Preparando el retorno a la convivencia constructiva e intensificando la brega por la
liberación de los cautivos.

124
Abdón Espinosa Valderrama

El acuerdo fundamental: de la guerra a la


paz *
Mientras en el país vamos marchando, los hechos van corriendo. Cada que pensamos que
hemos llegado a lo máximo de una situación, un evento imprevisto nos vuelve a
sorprender.

No habíamos tramitado aún el asombro (para la mayoría fue alegría) por la muerte de 'Raúl
Reyes', cuando a las horas siguientes estábamos abocados a la más grave crisis
internacional sin antecedente parecido. Una cumbre como la de Río, que comenzó en medio
de agravios y acusaciones, termina en medio de una significativa distensión y gestos de
reconciliación, algo también sin precedentes. Y a la mitad nos informamos de la muerte de
'Iván Ríos', del secretariado de las Farc, en medio de una escabrosa historia de
descomposición interna de ese grupo.

Ahora un grupo multinacional de artistas, encabezados por Juanes, nos recuerda el valor de
la amistad entre pueblos y naciones, pero también la urgencia de construir la paz.

¿A dónde conduce, en conjunto, toda esta situación? Sobre todo, ¿a dónde conviene
colectivamente que nos lleve, en el país y más allá de las fronteras? Algunos creen que todo
esto sirve para fortalecer la lucha contra la violencia, pero yo creo que sirve para un
propósito, incluso mayor, que es dejar atrás la guerra y la violencia. Lo uno y lo otro no
son, por supuesto, lo mismo.

Los conflictos tienen puntos de quiebre o inflexión en los que se define estratégicamente su
curso; pueden abrir puertas a su solución integral, pero también se puede hacer caso omiso
de esas oportunidades y decidir persistir en ellos. Nuestro futuro está abierto a varias
posibilidades. Si la coyuntura se lee adecuada y constructivamente, podemos convenir en
que estamos en un excepcional momento para avanzar en una decisión colectiva: sacar a
Colombia de la guerra.

Las muertes de 'Reyes' y 'Ríos'; la derrota estratégica (militar) de las Farc más allá de toda
duda; los dilemas internos de la política (reelección); los efectos desinstitucionalizadores de
la 'parapolítica'; las encrucijadas del narcotráfico; los costos de la guerra; las
movilizaciones masivas contra la guerrilla y a favor de las victimas, entre otros, están
configurando una "masa crítica" que en sí misma puede apoyar la profundización de la
guerra (la derrota total de las Farc), pero también un escenario más racional, como el de
negociar la paz. Esto, en un contexto internacional que, bien conducido, no va a llevar al
reconocimiento de beligerancia de las guerrillas, sino a favorecer desarrollos humanitarios
(intercambio) y una solución política, es crucial. Es claro, por supuesto, que mucho
depende ahora de las Farc, si se percatan, para comenzar, de que con iniciativa política

125
(liberando a Íngrid, por ejemplo) pueden suplir su debacle militar. Luego viene que sean
realistas y honestas para hablar de paz.

Un consenso político realmente con futuro no es el que se plantee para hacer la guerra, sino
el que se construya para superarla, y en eso hay dos dimensiones: una negociación política
con las guerrillas, sin ingenuidades ni debilidad, pero, sobre todo, un acuerdo fundamental
de gran alcance para reestructurar nuestra "democracia". Lo primero depende en buena
medida de las Farc y del Eln si convienen en un precio justo por dejar las armas, que sea
aceptable y sensato para la sociedad, lo cual puede ser favorecido por una propuesta
gubernamental que ofrezca bastante más que solo garantías políticas y reinserción.

Los segundo, el Acuerdo Fundamental, toca con un nuevo pacto, social y político, de
naturaleza democrática, que refunde las bases de un acuerdo por el cual seamos capaces de
confiar colectivamente en un destino común. Solo así podremos dejar atrás la violencia,
tener un futuro compartido y sanar las heridas.

Diego Arias

El derrumbe de las Farc


Por: Mauricio García V.
EL ESPECTACULAR RESCATE DE LOS quince secuestrados que estaban en poder de las
Farc es, a mi juicio, no sólo el golpe político y militar más duro y contundente jamás
infringido por el Ejército a ese grupo guerrillero, sino también una buena oportunidad
para lograr la paz y la reconciliación nacional.

Empiezo por lo primero, por el golpe. Durante los últimos años, las Farc concentraron lo
fundamental de su estrategia, de sus recursos y de sus esperanzas políticas en el secuestro.
Me imagino que, en el interior de la guerrilla, la adopción de esta estrategia no fue una
decisión fácil; incluso desde el más ortodoxo de los credos comunistas, justificar el
secuestro –sobre todo el de civiles– es algo muy difícil. El hecho es que con debates
internos o sin ellos, esa política fue adoptada como parte fundamental de la lucha
revolucionaria y ahí fue el acabose para las Farc; el comienzo de su degradación moral y
política. ¿Quién, hace diez años, iba a pensar que esta debacle guerrillera iba a ser causada
por la práctica del secuestro, más que por sus vínculos con el narcotráfico?

Pero el gran éxito militar del pasado miércoles no debe oscurecer el hecho de que la
primera gran derrota de la guerrilla tuvo lugar en el seno mismo de la sociedad; allí se fue
gestando, poco a poco y con la ayuda de los medios de comunicación que difundían las
imágenes y los relatos de horror de los plagiados, un poderoso sentimiento cívico en contra
el acto execrable del secuestro. Fue entonces cuando la estrategia del chantaje utilizada por
la guerrilla se revirtió contra ella misma: la ciudadanía dejó de ser un rehén pasivo –Íngrid
Betancourt, con su actitud digna y altiva tuvo mucho que ver en esto– y terminó
movilizándose contra las Farc.

126
Ahora paso a lo segundo, a la esperanza. Como van las cosas, la guerrilla puede tener un
muy mal final; el final sangriento propio de una banda criminal. Pero el país todavía se
puede ahorrar el montón de muertos de ese epílogo macabro. Para ello se necesita, por un
lado, que la nueva cúpula guerrillera reconozca el fracaso del uso de la violencia como
método de acción política y se siente a hablar de paz y, por el otro, que el Gobierno asuma
las conversaciones de paz sin revanchismos –en esto también se puede aprender mucho de
Ingrid– con dignidad de Estado y por el bien del país y de la reconciliación nacional.

El día que Colombia no tenga guerrilla –por primera vez en mi vida contemplo en serio esa
posibilidad– no sólo tendremos una disminución sustancial de los índices de violencia, sino
una mejor sociedad y una mejor democracia. Hace muchos años que el debate político
colombiano está envenenado por la presencia de la guerrilla. Las Farc no sólo han
perturbado la unidad política y programática de la izquierda, sino que han alimentado una
extrema derecha irracional y energúmena, de la cual se ha nutrido el paramilitarismo. La
guerrilla y los paramilitares, con sus respectivos soportes en los extremos del espectro
político legal, han asfixiado el debate democrático y han reducido la contienda a sus meras
expresiones clientelistas.

Sin la guerrilla, su opuesto paramilitar se derrumbaría y el debate democrático tomaría


oxígeno y fuerza. La guerrilla y los paramilitares son como dos monstruos que –
paradójicamente– no sólo se fortalecen en la medida en que se atacan, sino que se mueren
cuando su enemigo fallece.

* Profesor de la Universidad Nacional e investigador de Dejusticia

La implosión
Por: Armando Montenegro
LA IMPLOSIÓN MÁS SORPRESIVA, RÁpida y sin reversa fue la de la Unión Soviética.
Aunque se conocía su ineficiencia económica, su arbitrariedad, corrupción y despotismo,
nadie se habría podido aventurar a pensar al final de 1998 que en cuestión de meses iba a
terminar el experimento que inició Lenin en 1917 con la aspiración de ser la vanguardia
de la historia de la humanidad.

El derrumbe de las Farc parece semejante. Después de años de una presión militar que no
produjo resultados palpables en términos de eliminación de sus cabecillas, de pronto éstos
comienzan a caer en seguidilla, se multiplican las deserciones y traiciones y el grupo
guerrillero se debilita, al parecer, en forma definitiva. Y, en éstas, se les muere Tirofijo, su
líder histórico, el único que podía aglutinar a toda la organización.

Un grupo descentralizado, que opera a través de decenas de frentes aislados y dispersos,


sólo puede cohesionarse por medio de un liderazgo eficaz, una ideología creíble, una
efectiva red de comunicaciones y un generoso sistema de retribuciones monetarias. Sólo así
se pueden mantener la disciplina, la coordinación, la militancia y alguna justificación para

127
los peligros, riesgos, horrores y privaciones de un conflicto inhumano, cruel, sanguinario,
sin ningún futuro.

Todos estos elementos están desapareciendo. Las muertes están diezmando a sus líderes. La
ideología (el cuento de que su lucha liberaría al pueblo de la opresión de la oligarquía y el
imperialismo) desapareció hace rato; nadie en las Farc puede tener la esperanza de una
victoria y, más bien, sus miembros perciben la cercanía del desastre y el desprecio
generalizado de los colombianos. La inteligencia de las fuerzas militares amenaza la
integridad y la seguridad de sus comunicaciones (es a través de ellas que han podido
golpear a sus cabecillas). El negocio de la droga está ahí, pero es difícil explotarlo en medio
de persecuciones, capturas y fumigaciones.

Todo esto está detrás de la implosión. Con la convicción de que la victoria es imposible,
con la certeza de que su causa es inmoral e injusta, con la percepción de que son detestados,
sin liderazgo, con estímulos para desertar y capitular, de pronto, ese bloque monolítico
construido hace 40 años por Tirofijo, apuntalado por la economía de la coca, comienza a
derrumbarse. Cada día es más débil y vulnerable en los asuntos militares. A medida que
fallan sus bases, su destrucción se acelera.

Alfonso Cano tratará de unificar al secretariado y detener el derrumbe. No será fácil.


Seguirán las tensiones entre guerreristas y políticos. La militancia y sus simpatizantes
percibirán los conflictos en la cúpula. Después de alguna apertura a las negociaciones con
el Gobierno, seguramente, como en la Unión Soviética, habrá un giro brusco a favor de los
más reaccionarios. Ese será el final del final.

La estrategia del Gobierno debe ser la de intensificar la presión militar, económica y


política. Y, en la medida de lo posible, magnificar las divisiones y contradicciones internas
de los comandantes. Mientras tanto, contener a las decenas de lagartos y espontáneos, los
de todas las negociaciones, que siempre están listos a ofrecer toda suerte de reformas y
despejes a cuanto guerrillero se les sienta al frente.

En medio de este alentador panorama está el drama de los miles de secuestrados. Mientras
los políticos de las Farc seguramente los querrán utilizar para comenzar alguna negociación
política, los militaristas los querrán como escudos humanos o como simples piezas de
intercambio territorial. Sólo alguna forma de acuerdo humanitario podrá evitar que los
escombros de la implosión de las Farc caigan encima de los campos de concentración de la
selva donde se pudren sus prisioneros.

• Armando Montenegro

Negociación con las Farc similar a la de las


autodefensas explora el Gobierno de
Álvaro Uribe

128
Foto: Archivo / EL TIEMPO

'Alfonso Cano', comandante de las Farc, no estaría interesado en un proceso de


desmovilización como el que se realizó con las Auc.

Este esquema implica el énfasis en un proceso de desmovilización y dejación de armas, lo


que ha sido rechazado en varias oportunidades por ese grupo, según señalan los analistas.

"Si las Farc quieren la paz, deben deponer las armas", dijo este fin de semana a los medios
el asesor presidencial José Obdulio Gaviria. Lo hizo bajo su convencimiento de que las
Farc como organización armada ya no existen y que se han convertido en bandas que
actúan de forma independiente.

Pero hay otros sectores que ven muy poco probable que la salida con la guerrilla más vieja
de Colombia sea el mecanismo usado con las Auc.

Una fuente cercana al Gobierno le dijo ayer a EL TIEMPO que si bien el único camino que
les resta a las Farc es la salida política, cree que el modelo de Justicia y Paz es inaplicable
al caso de esta organización. No solo porque la negociación con cada grupo es diferente,
sino porque las posiciones entre el Gobierno y las Farc son de "distancias abismales".

Esa posición la comparten también analistas y expertos en el tema.

Carlos Holguín, ex ministro del Interior y quien participó en una de las últimas etapas de la
negociación con las autodefensas, dijo el lunes que el modelo debería ser aplicable, pero
que lo ve poco viable.

En primer lugar, porque las Farc, así estén debilitadas, no están en una actitud de
negociación. Y segundo, porque pedirían que la sociedad les dé más de lo que se les dio a
las Auc", aseguró Holguín.

Una posición similar asumió Carlos Lozano, director del semanario comunista Voz y hasta
hace algunos días facilitador de los acercamientos con las Farc, quien dijo que no le ve
ninguna posibilidad a la iniciativa: "Si esa es la propuesta del Gobierno, que mejor no
pierda el tiempo con la guerrilla, incluso ni con el Eln".

Iván Cepeda, del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, señaló que en estos
momentos en que son notorios los golpes dados a las Farc en los últimos meses hay que
guardar la serenidad y la sensatez.

"No hay que perder de vista, con un ánimo triunfalista e iluso, que un conflicto de más de
cuatro décadas no se resuelve con afirmaciones o decisiones arbitrarias que no consultan la
realidad histórica, social y política del país", dijo.

129
¿Cuál puede ser el camino? ¿Si no es el camino que prepara el Gobierno, cuál es la salida
para negociar con las Farc? Acuerdo político previo, debate público nacional y un punto
intermedio entre las negociaciones de los 90 y la Ley de Justicia y Paz, son algunas de las
propuestas de los analistas.

Joaquín Villalobos, ex comandante del Frente Farabundo Martí de El Salvador y consultor


para la resolución de conflictos internacionales, dijo este fin de semana en EL TIEMPO que
las Farc desperdiciaron la oportunidad de negociar y que difícilmente habrá una rendición
negociada formal y nacional. Para él, lo más probable es que haya acuerdos con grupos
dispersos.

Cepeda dijo que, en todo caso, debe haber verdad, justicia y reparación para todas las
víctimas, luego de un debate nacional, en medio de una negociación política.

"Aquí debe haber una negociación política distinta, más realista, por supuesto. La guerrilla
debe entender que la negociación se dé sobre unos temas muy concretos que conduzcan,
por supuesto, a la desmovilización, pero sobre la base de un previo acuerdo político", dijo
Carlos Lozano.

Y para Rafael Pardo, ex ministro de Defensa, sostuvo que cualquier acuerdo de paz tiene
que significar que el grupo armado se desmovilice. "Ese es el propósito de cualquier
acuerdo y de cualquier Gobierno", puntualizó.

¿Final del conflicto armado en Colombia?


La estrategia de Uribe contra las Farc cierra un capítulo en la historia del conflicto armado
en Colombia, pero abre inquietudes que superan el delirio de las encuestas de opinión.

La gira europea puede comprenderse mejor en el contexto estratégico más que como una
lección de diplomacia. Porque no comparto el criterio de quienes sustentan que Uribe en
Europa sólo propuso una agenda diplomática de coyuntura. Mientras las Farc han
capitulado en uno de los ámbitos determinantes del conflicto: la política, Uribe parece
cubrirse de gloria empleando lo que sabe: la política. Uribe ha demostrado suficiente
dominio de la comunicación en medio del conflicto, mientras las Farc debilitan más su
credibilidad ideológica.

Luego de la estrategia europea de Uribe, los movimientos de respaldo internacional de la


izquierda europea han quedado seriamente limitados para las Farc. Ha sido una estrategia
orientada hacia el ámbito de las comunicaciones y los medios. La guerra emplea medios
políticos para justificar las ventajas entre enemigos. ¿Que Uribe aprovecha oportunamente
la causa de las víctimas del terrorismo? ¿Qué las Farc deterioraron su estrategia política a
cambio de la fundación de campos de concentración? En los escenarios de la confrontación

130
armada, Uribe ha empleado una comunicación adaptada al sentido común, mientras las Farc
autodestruyen su propia historia en un trasfondo de infamia e inhumanidad.

Un complemento de esta variable es la relación geopolítica que vincula a las Farc con el
proyecto bolivariano y a Uribe en lucha contra el terrorismo. La comunicación estratégica
ha condenado a Chávez con el proyecto de las Farc, siendo un eslabón crítico la condición
humillante de las víctimas y sus desaciertos diplomáticos. La estrategia de Uribe ha
permitido asimilar su política de seguridad al contexto de lucha antiterrorista, si bien por
fuera de la política desmejorada de George Bush. Al separar inteligentemente los planos de
referencia internacional, Uribe logró colocar en un mismo nivel de desprestigio a las Farc.
Contemplado en términos de juegos estratégicos, el movimiento calculado de Uribe ha
golpeado severamente a dos enemigos hasta doblegarlos a un segundo plano, para quedarse
él con el primero.

Pero la estrategia europea de Uribe es apenas un capítulo dentro del conflicto armado con
las Farc. La guerra concentra otros frentes de peso semejante a las comunicaciones. E
indudablemente las Farc siguen teniendo su fortaleza. Lo demuestran sus acciones en
Nariño, Cauca y Putumayo. Y aunque sus ataques responden a una guerra de baja
intensidad, están disponiendo el cubrimiento geográfico de los espacios cedidos por los
frentes paramilitares. Poco a poco extienden corredores hacia el Urabá y por el occidente
hacia el Pacífico. La evolución estratégica encuentra proyecciones de mediano y largo
plazo con la economía del narcotráfico. De modo que a las Farc pueden funcionarles mejor
alianzas orientadas a lograr situarse como agente principal de esta economía.

Resumiendo, una creciente complejidad de factores puede hacernos ver que la estrategia
europea en contra de las Farc es tan sólo un episodio en la historia del conflicto armado en
Colombia. La estrategia del conflicto supone que debemos observar las acciones como una
consecuencia de la necesidad de coordinación. Uribe ha interpretado con inteligencia los
erráticos movimientos de las Farc en la imagen internacional, pero queda mucho terreno
empírico por recorrer.

festrada03@hotmail.com

Situación FARC
OPINIÓN

Las Farc jugaron a fondo y perdieron


Las Farc y su dirigencia tienen mucho que pensar.
Seguirán por el camino de creer sólo en el poder de las
armas, cuando cada día están más debilitados o

131
rectificarán y buscarán un clima que les permita
construir un acuerdo político, acotado pero importante.
Por Luis Eduardo Celis*
Fecha: 07/09/2008 -
Juego mi vida, cambio mi vida,
de todos modos
la llevo perdida...
León de Greiff (Relato de Sergio Stepansky)

El 2 de julio de 2008 es y será una fecha histórica. Con el desarrollo de la Operación Jaque,
la fuerza pública colombiana, le propinó el más duro golpe político y simbólico a esta vieja
guerrilla. Después de este acontecimiento de tanto impacto nacional e internacional, bien
vale la pena unas consideraciones sobre el futuro de las Farc y de la confrontación que
adelanta el Estado colombiano, con un amplio respaldo ciudadano en contra de ellas, desde
el año 2002, con el liderazgo del presidente Álvaro Uribe.

Las Farc, han tenido un planteamiento claro y sencillo en toda su existencia: quieren
obtener poder político por la vía de las armas, o todo el poder derrotando al Estado
colombiano y a sus Fuerzas Armadas o una parte del poder, vía negociada y respaldado en
su fuerza militar. Este ha sido su planteamiento desde siempre. Han creído a pie juntillas en
su capacidad de crecer y volver realidad sus sueños y eso los llevó a una apuesta arriesgada
en el período del presidente Pastrana, cuando tuvieron la mejor oportunidad para adelantar
una negociación con importantes contenidos, sociales, políticos y económicos y echaron
por la borda esta posibilidad.

Las Farc, después del aniquilamiento de la Unión Patriótica, se tornó profundamente


conservadora, con un planteamiento político demasiado precario. Sólo creía en la fuerza del
fusil, y tomó el camino de ser temida y para nada apreciada y respetada. En un país donde
los proyectos de transformación vía armada se habían cerrado para las izquierdas
insurgentes, con la promulgación de la Constitución del 91, las Farc, perdió la poca sintonía
con el mundo urbano y el camino de tener aliados en la política, hasta el punto que se peleó
en 1993 con el Partido Comunista Colombiano, con el que había mantenido una sólida
relación desde los años sesenta.

Las Farc, por su arrogancia y por colocar todos los huevos en la canasta de su fuerza
militar, desestimó la gran posibilidad que tuvo durante el gobierno Pastrana. Con su miopía
militarista, desaprovechó la posibilidad de sintonizarse con los anhelos de paz de amplios
sectores de la sociedad colombiana, que hubieran estado dispuestos a acompañar a las Farc
en la construcción de un acuerdo político. No era fácil de lograr, pero los colombianos le
hubieran dado la oportunidad a esta guerrilla de salir de la guerra y transformarse en una
fuerza social y política, para representar los intereses de esa Colombia, marginada y ligada
a lo rural y a las economías cocaleras. Pero no, pudo más su arrogancia. Entre el 99 y el
2000 se tomaron a sangre y fuego 200 pequeños municipios y se ganaron a pulso el rechazo
de la sociedad colombiana.

132
En medio de este clima de belicismo, el candidato Álvaro Uribe presentó una propuesta
clara y contundente: derrotar a las Farc, y pasó del 3 por ciento de opinión favorable en
junio de 2001 al 91 por ciento de aprobación en julio de 2008, con dos periodos
presidenciales y la posibilidad de uno tercero, que lo mantenga en el poder hasta el 2014,
por lo menos.

Las Farc, vienen de derrota en derrota y ya no podrán levantar cabeza y con la formidable
Operación Jaque, perdieron su más importante activo, así suene cruel: Ingrid y los tres
ciudadanos norteamericanos, y con ellos, la presión internacional, para lograr su liberación.
Ahora el Presidente Uribe no tiene talanqueras, solo el mandato ciudadano que triunfó en
esta precaria y maltrecha democracia como lo es la colombiana, de derrotar a las Farc, y a
fe, que seguirá consagrado en lograrlo.

Las Farc y su dirigencia tienen mucho que pensar. Seguirán por el camino de creer sólo en
el poder de las armas, cuando cada día están más debilitados o rectificarán y buscarán un
clima que les permita construir un acuerdo político, acotado pero importante. Esto último
les implicaría ganar en algo, una opinión ciudadana y un respaldo internacional. Deberían
escuchar las voces de la sociedad, que exige la liberación de todos los secuestrados sin
contraprestación alguna, en un gesto unilateral y sin esguinces, ni buscando bilateralidades.
Esto lo han propuesto voces que las Farc deben escuchar con detenimiento: la del decano
de los revolucionarios del continente, Fidel Castro; del líder que le apuesta a las rupturas,
Hugo Chávez; y de un presidente de carácter y peleador, Rafael Correa.

Las Farc, pueden resistir en selvas y montañas durante diez o veinte años más, pero su
destino será el de volverse una confederación de señores de la guerra absorbidos por el
narcotráfico. Su agenda política se acabará de empantanar y pasarán a la historia como una
fuerza campesina que se tornó en bandas de criminales. Por el contrario, las Farc pueden
demostrar que fueron una fuerza política en armas que apostó duro y perdió, pero tuvo el
coraje y la inteligencia para rectificar.

Parafraseando a León de Greiff, las Farc se están jugando la vida en el camino que decidan
adoptar. Rectifica y asume que su proyecto de poder no tiene viabilidad, que jugó a fondo y
perdió, pero a diferencia de Sergio Stepansky, quizás tenga otra vida, para continuar en la
Colombia del siglo XXI, ya no como un ejército, sino como una fuerza que fue capaz de
asumir no una derrota, sino la realidad de salir de la guerra, por una puerta digna.

El presidente Uribe, tiene todo el respaldo ciudadano e internacional para ofrecerle una
salida política a las Farc, el camino del exterminio es incierto, costoso y muy doloroso.
Pero en esta ocasión la pelota esta en la cancha de las Farc

*Luis Eduardo Celis es investigador del Observatorio del Conflicto de la Corporación


Nuevo Arco Iris.

133
¿En qué quedaron las Farc?
16/03/2008

Mientras más débiles estén, menos podrán negociar con el Gobierno.

Se sabe que las Farc están debilitadas como resultado del éxito de la política de Seguridad
Democrática, pero, ¿cuál es realmente su situación? Hacer un balance es importante para
analizar las perspectivas de paz y conflicto en el país. Veamos algunos indicadores de ese
debilitamiento en los últimos cinco años.

Hombres en armas. Perdieron el 30 por ciento de sus hombres, al pasar de 18 mil a cerca de
12 mil. Por primera vez en su historia disminuyó su pie de fuerza. La mayoría ha desertado
y se ha acogido a programas gubernamentales. Simultáneamente, ha caído su capacidad de
reclutamiento, por el deterioro de su imagen entre sectores del campesinado. El programa
Soldados de mi Pueblo también ha sido un disuasivo para ingresar o apoyar a la guerrilla:
nadie quiere combatir a sus propios familiares.

Finanzas. Sus ingresos han caído al menos en un 40 por ciento. A pesar de su mayor
involucramiento en el narcotráfico, sus ingresos descendieron porque ahora la parte del
león se la están llevando las mafias mejicanas. Además, el frente del 'negro Acacio' fue
desvertebrado y esto significó una enorme pérdida de ingresos de la droga. Sus secuestros
anuales cayeron un 92 por ciento, al pasar de 998 a 75 . La pérdida de presencia territorial y
de movilidad les ha disminuido su capacidad de extorsión a la mitad. Es tal su debacle
financiera que les están pidiendo préstamos a Chávez y a Gadafi para poder cumplir su Plan
Estratégico. Sin autosuficiencia financiera, tal vez no lo puedan cumplir.

Territorio. Medida por el número de municipios donde las Farc han atacado a la Fuerza
Pública, su presencia territorial se ha reducido en un 40 por ciento. Perdieron
definitivamente zonas estratégicas en Cundinamarca, y redujeron su presencia y perdieron
movilidad en su retaguardia estratégica en el sur del país como resultado del Plan Patriota.
Sus redes urbanas fueron desvertebradas y con ellas, su propósito de urbanizar el conflicto.

Operaciones. Su capacidad operacional ha descendido verticalmente. Sus ataques anuales a


la Fuerza Pública pasaron de 399 a 214, casi la mitad. Los retenes ilegales pasaron de 278 a
37, un 86 por ciento menos. Sus atentados contra la infraestructura económica bajaron a
menos de la mitad, sus ataques a poblaciones descendieron de 39 a 1. Y no es por falta de
ganas, sino por falta de fuerza.

Mandos. Nunca habían tenido una pérdida tan significativa de mandos como ahora, sea por
capturas, por bajas o por deserciones, en todos los niveles de su dirección, desde los frentes
hasta el secretariado. Numéricamente hablando, todos tienen reemplazo, pero esta racha de
pérdidas golpea muy duro su moral y representa una merma significativa de su capacidad
política, organizativa, financiera y militar. La capacidad y la experiencia de muchos de esos
mandos es irremplazable.

Comunicaciones. Los organismos de inteligencia del Estado tienen a las Farc prácticamente
incomunicadas. Esto ha deteriorado la capacidad de comando y control de sus

134
comandantes, ha propiciado el relajamiento, la indisciplina y la desmotivación de la tropa, y
la extensión de la corrupción y la fuga de recursos entre los mandos medios, afectando aún
más sus deterioradas finanzas y su mermada capacidad operacional.

Moral. La motivación de las Farc está en el punto más bajo de su historia. Se derrumbaron
sus expectativas de éxito militar. Su debilitamiento militar y financiero, la incomunicación,
la avalancha de deserciones, la delación generalizada a cambio de recompensas, la caída de
jefes importantes y el masivo rechazo popular del pasado 4 de febrero seguirán debilitando
su moral y su motivación para continuar la lucha.

Ahora las Farc tienen el tiempo en contra. Su debilitamiento será progresivo e irreversible,
y mientras más débiles estén, menos podrán lograr en una negociación con el Estado. Por
eso deberían acelerar el inicio de unos diálogos de paz con el Gobierno Nacional.

alfredorangelsuarez@yahoo.com

La fatiga del plomo


Después de tantos años de combate las farc no sólo no
han conquistado el poder, sino que han fortalecido a la
derecha en él.
Por Antonio Caballero
Fecha: 05/24/2008 -1360
Parece ser que ahora sí es verdad que a las Farc les están dando duro. La deserción de
Karina -más que el bombardeo al campamento de Raúl Reyes o que la mano cortada de
Iván Ríos- así parece mostrarlo. Insisto en lo de "parece" porque llevamos medio siglo
oyendo hablar -por parte de una prensa tan llevada de cabestro por los gobiernos sucesivos
hoy como entonces- de las derrotas contundentes infligidas a los grupos guerrilleros y de su
inminente liquidación definitiva. De modo que no es fácil creer lo que los ministros o los
generales les cuentan a los jefes de redacción de los periódicos o de los noticieros y estos
publican sin cotejo ni verificación: suelen ser falsos positivos. Recordamos demasiadas
"muertes de 'Tirofijo" anunciadas por las autoridades como para creérnoslas todas. Arturo
Arape publicó hace veinte años un libro entero titulado así, y 'Tirofijo' sigue vivito y
coleando.

Pero esta vez la cosa parece ir más en serio. Ya no se trata de montajes inventados de cabo
a rabo, con todo y campesinos vestidos de guerrilleros después de muertos (aunque todavía
se dan con frecuencia casos así). Ya no son sólo trofeos comprados a los policías de los
países vecinos, como las capturas de Granda en Venezuela y Trinidad en Ecuador. Lo que
vemos ahora es que en realidad la Fuerza Pública ha recuperado la iniciativa de la guerra
antisubversiva, confiada durante tanto tiempo a la iniciativa privada de los
narcoparamilitares. La colosal expansión del presupuesto de guerra con los impuestos

135
especiales y las contribuciones del Plan Colombia del gobierno de los Estados Unidos está
empezando a dar resultados. Ha multiplicado y modernizado el armamento de las Fuerzas
Armadas y casi duplicado su pie de fuerza a la vez que lo profesionalizaba, permitiendo así
que haya Ejército en todas las carreteras, infantería de marina en todos los ríos, policía en
todos los pueblos del país, y un aparato de inteligencia que, con todos sus abusos, está
empezando a funcionar. No se puede decir que la seguridad sea "democrática", porque no
lo es; pero al menos está empezando a ser seguridad. Se han reducido casi a cero los
ataques guerrilleros y las tomas de pueblos, y ha disminuido notoriamente el número de
secuestros, tanto políticos (los de personalidades o militares canjeables) como económicos
(los secuestros comunes a cambio de rescate).

Al reforzamiento de las Fuerzas Armadas del Estado ha correspondido a la vez, incidiendo


aún más sobre el creciente desequilibrio del conflicto, un debilitamiento militar de la
contraparte. Ha disminuido el pie de fuerza guerrillero, minado por las deserciones (aunque
tampoco hay que exagerar su importancia: en muchísimos casos se trata simplemente de la
salida de filas de guerrilleros que vuelven a la vida civil después de un tiempo de servicio
militar. Así funcionan todos los ejércitos. Si los guerrilleros se quedaran para siempre en el
monte, todos serían tan viejos como el mismísimo 'Tirofijo'. Y no es así). La política de
recompensas económicas por delatar o dejar las armas ha tenido cierto éxito: los ex
guerrilleros reciben individualmente a posteriori lo que, de haber sido entregado
socialmente a priori, hubiera impedido que se fueran a la guerrilla. Ha disminuido la
facilidad de desplazamiento de la guerrilla, que ha tenido que replegarse y reconcentrarse
en el sur del país y en las fronteras, y ha disminuido también su capacidad de comunicación
(aunque en esto tampoco hay que exagerar: los computadores de Reyes muestran
precisamente que la intercomunicación no cesa). Todo esto hay que mirarlo con cierta
cautela, pues uno de los frentes en el que más ha progresado la ofensiva del Estado es el de
la desinformación y la contrainformación: el de las mentiras disfrazadas de verdades. Pero
parece ser que algo está cambiando. Como acaba de decir con palabra precisa la desertora
Karina, las Farc "se están resquebrajando".

Otra palabra usada por la ex guerrillera es aun más elocuente: cansancio. El de ella misma,
que al cabo de 24 años de militar en las Farc se entrega porque está cansada de la guerra.
Pero tal vez la palabra sea aplicable a toda la organización: después de tantos años de
combate las Farc no sólo no han conquistado el poder para sus objetivos inicialmente de
izquierda sino que han fortalecido a la derecha en el poder, al tiempo que, corrompiéndose
con el crimen del secuestro y el negocio del narcotráfico, se han derechizado ellas mismas.
Y a ellas mismas se les puede aplicar también las frase con que, por su parte, han
condenado la deserción de Karina: "han perdido el norte revolucionario".

Aunque paradójicamente, a la vez que han perdido fuerza militar, representatividad social y
legitimidad ideológica, han recuperado en los últimos tiempos respaldo político
internacional: el apoyo directo que les brindan los gobiernos de Venezuela y Ecuador, la
simpatía de los de Bolivia y Nicaragua, y la comprensión, así sea oportunista, del de
Francia. Todo lo cual, sumado a su propio peso específico (pues están lejos de ese "fin del
fin" que con optimismo llevan años anunciando los generales), devuelve la situación al
principio del tablero. A la necesidad de la negociación política sobre las raíces del conflicto
armado, y no meramente sobre sus modalidades.

136
Que las Farc estén resquebrajadas es una buena cosa: ese resquebrajamiento puede hacerles
ver la ventaja de una negociación en serio, y no de una simple farsa de fachada como fue la
del Caguán con Andrés Pastrana. Y que estén cansadas, si es verdad que lo están, es una
cosa todavía mejor: las guerras civiles sólo se acaban por cansancio.

Al carajo con las Farc


Las Farc no sólo nos han convertido en un país menos
secular, sino también en una sociedad más proclive a
gobiernos de derecha.
Por María Jimena Duzán
Fecha: 07/05/2008 -1366
Me la he pasado estos tres días pegada al televisor, siguiendo paso a paso la conmovedora
bienvenida que el país les ha dado a Íngrid Betancourt y a los soldados y policías, luego de
su cinematográfico rescate de las fauces de las Farc, y desde entonces no dejo de hacerme
esta pregunta: ¿hasta dónde los abusos de las Farc, sus secuestros, sus actos terroristas y sus
minas quiebratas, culpables de que el país tenga hoy una generación de lisiados, nos han
convertido en el país derechizado y decimonónico que somos hoy?

No se necesita ser un profundo analista para advertir que la 'contribución' de las Farc en
esta transformación de Colombia ha sido determinante. Sin duda la carga de religiosidad
que tuvo la llegada de Íngrid y de sus compañeros a la libertad no tiene precedentes en
nuestra historia reciente. Puede que este innegable resurgir religioso tenga que ver con el
hecho de que en las sociedades amenazadas, la religión termina siendo un abrevadero en el
que muchas personas encuentran sosiego. Algo de eso nos está pasando: en la pista de
Catam, todos los rescatados y sus familiares se arrodillaron a rezar ante las cámaras,
mientras el presidente Uribe, desde otro punto, ordenaba comenzar su alocución con las tres
Aves Marías, como es ya costumbre en sus consejos comunales. Algo similar ocurrió en su
alocución nocturna. ¿A dónde fue a parar el Estado secular que proclamó la Constitución
del 91?

Las Farc no sólo nos han convertido en un país menos secular, sino también en una
sociedad más proclive a gobiernos de derecha. Si las Farc no hubieran secuestrado,
asesinado y atropellado a los colombianos como lo han hecho durante tantos años, en el
país no habría podido prosperar un liderazgo como el de Álvaro Uribe; no se le habría
torcido el pescuezo a la Constitución del 91, con la primera reelección; no se estaría
pensando en una segunda reelección, y, desde luego, no estaríamos en las que estamos.

Las Farc han cambiado de manera dramática las vidas de muchas personas, comenzando
por la del presidente Uribe, cuyo padre fue asesinado por un frente de esa guerrilla. Muchas
veces me he preguntado cuál habría sido el talante de Álvaro Uribe si eso no le hubiera

137
ocurrido. Puede que me equivoque, pero algo me dice que su aproximación a la política y al
poder habría sido muy diferente, como también estoy convencida de que si al
vicepresidente Francisco Santos no lo hubiera secuestrado Pablo Escobar, él no habría
llegado ni a la puerta del Palacio de Nariño.

Algo parecido se puede decir de Íngrid Betancourt. La Íngrid que se bajó del avión es una
mujer profundamente creyente y religiosa que habla en un tono predicador, como si sus
palabras emanaran de un alma predestinada. A la Íngrid de hoy le suena la idea de una
eventual reelección del presidente Uribe, aunque esta sea inconstitucional, porque considera
que su permanencia en el poder es la única garantía para conseguir la derrota final de las
Farc. Ella y más de medio país piensan lo mismo. Sin embargo, algo me dice que si no la
hubieran sometido a la indignidad del secuestro, hoy estaría en la otra orilla, cuestionando
al presidente Uribe por estar desconociendo sus límites constitucionales.

Pero también por culpa de las Farc, estamos creando unos líderes con pies de barro. Ahí
está nuestro canciller, Fernando Araújo, a quien el secuestro lo reencauchó de manera
inusitada: de haber sido un ministro gris en el gobierno de Andrés Pastrana y protagonista
de uno de los escándalos mas tristemente célebres, el de Chambacú, del cual fue finalmente
exonerado, se convirtió en una de las figuras más prominentes del partido Conservador con
aspiraciones a ser candidato de su partido. Estoy segura de que si al doctor Araújo las Farc
no lo hubieran secuestrado, no habría vuelto a la política y hoy nadie se acordaría de él.
Algo parecido está sucediendo con Luis Eladio Pérez y Jorge Eduardo Géchem Turbay, dos
políticos que antes de ser secuestrados nunca sobresalieron por nada diferente a que eran
dos caciques tradicionales acostumbrados a la manzanilla. Hoy, sin embargo, luego de su
secuestro, han adquirido una estatura de estadistas y de oráculos políticos que los debe
tener sorprendidos hasta a ellos mismos. A Pérez, Íngrid Betancourt lo tiene fichado para
trabajar en su proyecto político, y Géchem Turbay está convertido en un personaje nacional
que hace noticia hasta con su vida privada. Hace poco los medios informaron de su
separación como si hubiera sido la de Madonna. Las Farc han degradado la sociedad
colombiana hasta el punto de que nos han vuelto fácilmente manipulables. Al carajo con las
Farc.

La encrucijada de las Farc


La salida no es fácil para la guerrilla: puede exigir poco
si negocia y no tiene capacidad militar para alterar su
desventaja. Análisis de la Corporación Nuevo Arco Iris.
Fecha: 07/03/2008 -
Luego del logro del gobierno de Álvaro Uribe de la liberación de 15 secuestrados sanos y
salvos y sin un solo disparo, surgen preguntas como ¿qué va a pasar con las Farc?, ¿qué
caminos le quedan?, ¿cómo van a actuar en el futuro? Para responder estas preguntas habrá
que pararse en una dimensión militar y otra política.

138
Militarmente las Farc están tratando de acomodarse a las nuevas situaciones. Inicialmente
entre 2002 y 2006 estaban en un repliegue militar. Últimamente sus tácticas militares han
cambiado bastante. Por ejemplo, debido a la superioridad aérea de las fuerzas militares, las
Farc ya no pueden concentrar tropa como lo hicieron entre 1995 y 2000, con lo cual
lograron acciones militares como la toma a Mitú, la Uribe y, en cambio, han optado por
utilizar campos minados y francotiradores. Estas nuevas tácticas comenzaban a arrojar para
las Farc algunos resultados positivos para ellos. Así lograron que la Operación Fuerte en el
Sur del Tolima que se lanzó el 2 de febrero sobre los frentes 21 y 25, las columnas móviles
Tulio Varón, Jacobo Prias Alape y Héroes de Marquetalia, ésta últimas encargadas de la
custodia de Alfonso Cano, tuvieran un costo alto: más de 40 militares muertos y otro
número igual de heridos por minas antipersonal. Claro está que a pesar de todo la Fuerza
Pública logró que estas estructuras de las Farc se desplazaran hacia las partes altas. Lo
mismo ocurre actualmente en el Sur del Meta donde se realiza la operación para encontrar
el cadáver de Marulanda y dar con Jorge Briceño, alías Mono Jojoy.

Sin embargo estas resistencias parciales de las Farc en las regiones anteriormente
nombradas contrastan con grandes golpes en su cúpula en los últimos meses, entre otros la
muerte de tres de los miembros del Secretariado y la captura y muerte de varios hombres el
Estado Mayor Central. Las Farc se mantienen militarmente en algunas zonas del interior del
país como en el sur del Meta o en el norte del Cauca, pero esto no cambia la convicción que
predomina en los centros urbanos y las zonas centrales del país, de que su derrota es
irreversible.

Ante el retroceso militar, las Farc intentaron hacer una ofensiva política. Buscaron
incrementar su accionar con el Partido Comunista Clandestino, el Movimiento Bolivariano,
contactos políticos en las fronteras y la insistencia en el intercambio humanitario.
Consiguieron la visibilidad política internacional, pero nunca calcularon el altísimo costo
político que ello tuvo: como su palanca era el sufrimiento de los secuestrados la legitimidad
de su acción era nula. El rescate de los 15 secuestrados, por parte del Ejército de entre ellos
los tres estadounidenses e Ingrid Betancourt deja sin juego político a las Farc. ¿Y ahora
cómo actuarán?

La forma como se logró la liberación de los secuestrados deja ver, paradójicamente, que los
mandos medios de esa guerrilla todavía obedecen las órdenes de los hombres del
Secretariado. Alfonso Cano no dio la orden pero César creyó que sí la había dado, y como
comandante del frente 1 de las Farc uno de los más fuertes y numerosos con cerca de 1000
hombres, concentró a este grupo de secuestrados y él mismo se embarcó en un helicóptero
creyendo en la supuesta orden de su comandante. Sin embargo, este hecho nos muestra las
limitaciones y la fragilidad de las comunicaciones de las Farc. Sus estructuras no se están
comunicando.

De esta realidad surgen dos posibles escenarios.

En el primero habría tres posibles consecuencias del rescate de los secuestrados: la primera,
es una mayor descentralización de los mandos de la guerrilla. Por los problemas de
comunicación, los miembros del Secretariado pueden decidir darle mayor autonomía a cada

139
una de las estructuras de los Bloques y así mismo los frentes, para evitar infiltraciones e
intercepción de comunicaciones. A futuro los efectos de esta estrategia pueden ser contra
producente pues pueden surgir desórdenes e insurrecciones en los mandos medios

La segunda, es que le cobren lo sucedido a Alfonso Cano, por sus acercamientos a la


comunidad internacional y su intento de iniciar una negociación, y se den pujas en el
Secretariado en busca de un culpable. Al parecer Cano había iniciado su comandancia
logrando cohesionar a las Farc, pero con este hecho es posible que se genere una
desestructuración de la cúpula. Si a esto se le suma la grave incomunicación, el resultado
será una mayor dispersión y autonomía de cada estructura de las Farc y el consiguiente
debilitamiento como estructura nacional.

La tercera consecuencia es que, al perder su visibilidad política y relevancia internacional


con el rescate de los secuestrados extranjeros y de Ingrid Betancourt, las Farc intenten
conseguir relevancia por la vía militar. Entonces aumentarán sus golpes militares en las
zonas donde aún tienen influencia. A la vez, tendrán que hacer una introspección política
para recomponer su estrategia en este campo. Pueden cerrarse a cualquier negociación. En
este sentido, el nombramiento que hicieron de Carlos Antonio Losada, puede resultar ahora
incongruente con su nueva realidad.

El segundo escenario es más optimista.

El nuevo Secretariado tiene ahora a varios miembros con estudios universitarios, un poco
más modernos si se quiere. Allí están Pablo Catatumbo, Joaquín Gómez, Pastor Alape,
todos políticos. Por ello las Farc podrían optar por realizar gestiones que conlleven la
liberación de los militares y políticos que tiene aún en su poder con miras a un futuro
proceso de paz. Insistirían así en la vía política ya ensayada: usar a los rehenes para
mantenerse en la agenda pública nacional e internacional.

El problema es que hoy en Colombia ya no se pueden hacer negociaciones políticas como


las que se hicieron en el pasado con las guerrillas del M-19 o el EPL, que incluyeron
reformas estructurales del Estado, Constituyente y también perdón y olvido para sus
militantes.

Si las Farc negocian hoy la paz lo harán en condiciones muy parecidas a una rendición.
¿Después de 44 años de guerra, estarían dispuestas las Farc a dejar las armas sin nada a
cambio?. El grupo insurgente no está en las condiciones de exigir mucho y la única forma
de demostrar que todavía tiene fuerza es atacando los centros urbanos importantes del país,
lo cual no están en posibilidad de hacer. Y si lo estuvieran ello sería bastante
contraproducente, pues sería mayor su ilegitimidad frente a la opinión pública.

Sin duda las Farc están en una encrucijada histórica, en la que deben debatir si su aún
consideran viable su proyecto de la toma del poder por vía militar es o si por el contrario, se
sentarán en una mesa de negociación con una agenda acotada de propuestas.

140
Análisis/ ¿Qué harán las Farc?

Foto: AP

La operación Jaque permitió el reencuentro de Ingrid Betancourt con su madre, Yolanda


Pulecio.

El grupo guerrillero tiene como opciones un endurecimiento militar, la superación política


de la lucha armada o estar fragmentado y sin rumbo.

• Detalles desconocidos de la 'Operación Jaque' cuenta uno de sus principales 'alfiles'

Entre los episodios que engarza la tersa prosa de Jorge Enrique Botero en el libro sobre
Simón Trinidad se encuentra el siguiente. Un funcionario de la embajada norteamericana
con quien sostiene una conversación en un café le extiende una servilleta y le pide que
escriba una cifra, la necesaria "...para no tener que trabajar nunca más en su vida". La
contraprestación: "...que nos ayude a rescatar a nuestros compatriotas secuestrados por las
Farc". Indignación de Botero. Ante una insistencia le habría dicho al gringo: "... que si
hacía lo que él me estaba pidiendo transgrediría una de las reglas de oro de mi profesión, la
reserva de las fuentes". Para el historiador, la regla de oro es la contraria. Debe señalar con
toda precisión sus fuentes y agotar la consulta de todas aquellas que le sea posible
incorporar en el tejido de una narrativa o en la construcción de una explicación. Sobre los
hechos del 2 de julio de 2008 no tenemos acceso a información plural y contamos con una
versión única: la oficial. Por ahora hay que partir de allí.

La liberación de Ingrid, siete militares, cuatro policías y tres contratistas norteamericanos


por parte de las Fuerzas Armadas, secuestrados por las Farc, ha constituido un
acontecimiento que tendrá enorme repercusión no solo por el impacto sobre el conflicto
interno sino por su influencia en la vida política. Han recibido las Farc un golpe demoledor,
sobre todo porque se inscribe en una saga de derrotas que se iniciaron con el desalojo que
sufrieron por parte del Ejército de la región de Gutiérrez en Cundinamarca en 2003. Pero
las Farc siguen vivas, mantienen, aunque maltrecha, una estructura, conservan unidad de
mando y disponen de miles de hombres con apoyo de una cierta base geosocial integrada
por población agraria en un país donde la frontera agraria aún no se cierra y en el que nunca
se ensayó una verdadera reforma agraria.

Ante las Farc aparecen diversos caminos: desesperado endurecimiento militar, búsqueda de
un modelo realista y urgente de superación política de la lucha armada, fragmentación en
grupos comandados por caudillos autónomos sin ideología y abiertos a toda suerte de
alianzas con paras y narcos.

Una alternativa diferente a la salida política implicaría sufrimiento para grandes sectores de
la población, renovado peligro de muerte para los cautivos que aún están en la selva y un

141
factor de degradación de la guerra así como de estímulo a la militarización y al
reforzamiento del autoritarismo "carismático" y del debilitamiento institucional del proceso
político nacional. En la organización guerrillera hay factores que alimentan cualquiera de
las opciones. En apoyo de la hipótesis de solución política se pueden mencionar varios.

El secretariado está hoy integrado, con una excepción, por personas procedentes de un
medio urbano, poseedoras de formación profesional universitaria que estuvieron
involucradas en actividad política antes de su ingreso a la guerrilla. En todos los casos se
trata de una generación postmarulanda distinta a la de los "marquetalianos". Por estas
razones 'Cano' resulta muy representativo de las Farc actuales. Al 'Mono Jojoy' se le
presenta como la figura militarista por excelencia. Habría que recordar lo que dijo cuando
languidecía el proceso del Caguán: "Ahora, pasarán algunos años y volveremos para
solicitar varios departamentos o simplemente para ir a salvar lo que quede de nosotros,
sentados a la mesa, en algún pueblito en Alemania" (León Valencia, 2002). Los años
pasaron y es obvio que las Farc no están hoy en condiciones de solicitar varios
departamentos.

Las Farc no actúan en el vacío. Están inmersas en realidades nacionales e internacionales.


El que en su seno se imponga uno u otro modelo de acción depende en modo apreciable de
la manera como actúen otras fuerzas e instituciones. Las Fuerzas Militares han obtenido
triunfos que les permitirían asumir la posición que expresara en su momento el general
Fernando Tapias, comandante de las Fuerzas Amadas, uno de los iniciadores del proceso de
reingeniería militar, en el sentido de que el objetivo no es el del aniquilamiento de todos los
guerrilleros sino el de obligarlos a la negociación. ¿Será este el punto de vista prevaleciente
en las instituciones armadas y en el gobierno de la Seguridad Democrática o se impondrá el
modelo mental que reflejara hace unos días el entonces Ministro del Interior y Justicia
Holguín Sardi quien al interpelar al nuevo comandante de las Farc usó la palabra
exterminio?

Resulta de alta significación el hecho de que la mayor victoria militar del establecimiento
haya sido incruenta. Cabría esperar que esa circunstancia contribuya a cierto acopio de
responsabilidad y serenidad en la dirigencia actual del Estado. Pero en este campo también
están abiertos los caminos.

En la sociedad civil deben crearse núcleos de opinión que puedan sustraerse a la


compulsión revanchista y plebiscitaria y que coloquen referentes para una controversia
democrática sobre los temas de la paz y de la guerra en Colombia. En el orden de urgencias
se destaca la necesidad del acuerdo que ponga en libertad a los secuestrados. En cualquier
esquema de entrega organizada interviene siempre una condición de bilateralidad o
multilateralidad. La unilateralidad absoluta no es realista. Desde muchos lugares e
instancias pueden salir millones de voces que le den una respuesta con sentido a Doña
Margarita Sánchez, madre del Mayor de la Policía Enrique Murillo aún en cautiverio, quien
en medio del llanto formuló el 2 de julio un sentimiento y un desolador interrogante: "Estoy
contenta por los que liberaron, pero, ¿y los que quedan ahora que ya no está la doctora
Ingrid?". La entrega convenida de los secuestrados sería sin duda un paso seguro en
dirección a la resolución política del conflicto colombiano.

142
MEDÓFILO MEDINA*
Especial para EL TIEMPO
* Historiador, miembro de la Fundación Razón Pública
www.razonpublica.org.co

El mito de la invencibilidad
Publicado el 07 de Abril de 2008

Las Farc, en su peor momento en dos décadas; el Eln es un cascarón vacío.

No es un exceso de optimismo afirmar que nos estamos acercando al final de conflicto


armado. A la desmovilización colectiva de las Auc se añade el debilitamiento creciente del
Eln y de las Farc.

El Eln ya es un cascarón vacío. No dispone de ninguna legitimidad política y hace mucho


tiempo dejó de representar una amenaza militar. Sus escasos militantes -que difícilmente
pasan de mil hombres en armas- se encuentran dispersos en un territorio inmenso y
complejo con una incapacidad absoluta de concentrar fuerzas para asestar golpes de alguna
significación estratégica. Sus actuales dirigentes, incapaces de superar las divisiones
internas y ciegos ante el momento político favorable para su integración a la vida civil y
política, pueden terminar siendo jefes de nadie.

Las Farc viven su peor momento en dos décadas. Tras la séptima Conferencia celebrada en
1982 en la cual le añadieron a su sigla tradicional un significativo ep (Ejército del Pueblo),
el crecimiento de las Farc fue impresionante. Mediante la estrategia del desdoblamiento de
frentes, fueron copando espacios inmensos en el territorio nacional. Gracias a los recursos
del secuestro y el narcotráfico mejoraron sus sistemas de comunicación, su armamento y,
ante todo, su capacidad de reclutamiento. En pocos años pasaron de ocho mil a 18 mil
combatientes y gracias a sus cambios operacionales les propinaron golpes demoledores a
las Fuerzas Armadas.

En la zona de distensión se vivía un clima triunfalista. No solamente habían obligado a las


élites a entregarles un territorio del tamaño de Suiza como espacio de encuentro y
negociación, sino que las Fuerzas Armadas se hallaban en una desmoralización aguda.

Hace algunos meses, un reconocido empresario que participó en las mesas de diálogo en
San Vicente del Caguán me comentó que en ese clima de euforia triunfalista, había una voz
pesimista: el 'Mono Jojoy'. Este consideraba que el Plan Colombia iba a cambiar
dramáticamente la situación militar en detrimento de las Farc. Y, una noche le confesó que
iban, inevitablemente, a perder la guerra.

Dicho y hecho. El Plan Colombia, cuyo diseño nació de la mente brillante del ministro de
Defensa de Andrés Pastrana, Rodrigo Lloreda, y la política de seguridad democrática en las

143
dos administraciones siguientes cambiaron el destino del conflicto. Hoy, las Farc cuentan
con menos de ocho mil combatientes, dispersos, incomunicados y viviendo una enorme
desmoralización interna. Ante todo, debido a caída de dos miembros del secretario y de
decenas y decenas de mandos medios. Se les quebró el "mito de la invencibilidad".

Algo similar a lo que le ocurriera al Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso tras la
captura de su líder, Abimael Guzmán Reynoso. El llamado 'Presidente Gonzalo' cayó en
manos de la Dirección Nacional contra el Terrorismo (Dincote), dirigida por el entonces
coronel de la Policía Nacional, Ketín Vidal, el 12 de septiembre de1992. La caída de
Guzmán al lado de su compañera sentimental, Elena Iparraguirre, y otros líderes de SL,
como Laura Zambrano, constituyó un baldado de agua fría para la organización terrorista
peruana. Esta jamás se repuso. Según los archivos que le hallaron a Guzmán, SL contaba
con 23.430 miembros en 1990. Tres años más tarde, solo restaban algunos cientos de
combatientes. Sendero Luminoso colapsó.

Se podría argumentar que una cosa era SL, organización maoísta fundada en el culto a la
personalidad hacia Guzmán y otra cosa son las Farc, cuyo mando superior tiene
mecanismos burocráticos para sustituir a los ausentes, como ocurrió con Jacobo Arenas. Es,
sin duda, un argumento fuerte. Pero el lento desangre de las Farc, que en los últimos seis
años ha perdido más del 50 por ciento de su fuerza militar y la casi totalidad de sus milicias
urbanas, muestra un proceso de desmoronamiento similar.

¿Llegó el momento de reabrir las puertas para un proceso de paz? El día ya no está muy
lejano.

Eduardo Pizarro Leongómez

Uribe, ¿misión cumplida?


Con su tarea casi lista, ¿debe Uribe mismo pensar en renunciar a un tercer mandato?

Las Farc viven una pesadilla. Apenas un mal sueño, si se le compara con la tragedia que sus
sanguinarios líderes y sus cínicos aliados le han hecho pasar a Colombia durante décadas.
Pero pesadilla al fin. No solamente el gobierno de Álvaro Uribe les frenó su sostenido
avance y luego las hizo retroceder. Además, se ganó la solidaridad de la población en su
radical rechazo a ese grupo y a sus prácticas. Como si fuera poco, por la vía del bombardeo,
la infiltración, la captura, la extradición y hasta el infarto ante el desastre, les quitó a media
docena de sus principales líderes.

El miedo a que sus conversaciones los expongan a ser ubicados, incomunicó a los
comandantes actuales y partió al grupo en bloques inconexos sin un mando efectivo
unificado. Los hallazgos del computador de 'Raúl Reyes' pusieron en evidencia su red de
apoyo político en Colombia, en el vecindario y en otros países del planeta. A tal punto que,

144
cosa de protegerse ante eventuales acusaciones, Hugo Chávez y Rafael Correa ya les
dijeron a las Farc que deben dejar las armas.

Y, claro, como si lo anterior no fuera suficiente, Uribe les arrebató de las manos a su más
preciada joya, aquella por cuenta de la cual tenían audiencia y hasta respeto en la vieja
Europa: Íngrid Betancourt. Para colmar los males de las Farc, ella regresó del cautiverio
con gran lucidez y una brillante capacidad comunicativa que ha dirigido sobre todo a
desenmascarar al grupo armado, a hablar con franqueza de su crueldad, a respaldar a las
Fuerzas Armadas, a expresar su respeto y admiración por Uribe, y a decir que uno de los
más duros golpes recibidos por las Farc fue la reelección del Presidente, pues permitió
sostener la presión sobre la guerrilla y arrinconarla.

Eso para no hablar de la operación 'Jaque', la que permitió el rescate, con la fuerza de la
inteligencia y no de la violencia, tanto de Íngrid como de tres contratistas estadounidenses y
de once soldados y policías convertidos en héroes por aclamación nacional. No sólo la
capacidad de presión de las Farc sobre Francia ha desaparecido. También la que pretendían
ejercer sobre Washington. Queda la mesa servida para conseguir la liberación de los demás
rehenes, no por la vía del despeje de Florida y Pradera, ni nada parecido, sino por la de una
presión interna y externa sin precedentes.En 2002, Uribe fue elegido gracias a su promesa
de "contener a la guerrilla". Sabía lo lejos que las Farc habían llegado y no quiso ofrecer
más. Pero consiguió más: hizo retroceder a Tirofijo y sus secuaces, y fue reelegido por aún
más votos en 2006, con la idea de que culminara la tarea. Dos años después, y gracias al
mejor momento de las Fuerzas Militares y de la Policía en décadas, la misión está casi
cumplida. De paso, Uribe enderezó la economía, desmovilizó a miles de paramilitares y
extraditó a sus principales líderes.

Los fantasmas que asustaban al Presidente, y que él englobaba en la expresión


"hecatombe", parecen haber sido espantados: una negociación con las Farc en que el Estado
se regale es hoy un imposible; y la elección en 2010 de un líder de línea chavista luce muy
remota. De otro lado, con el fallo de la Corte Constitucional que desvirtúa de plano la
sugerencia de la Sala Penal de invalidar la reforma que posibilitó la reelección de 2006, esa
bomba de tiempo queda desactivada.

Ante la contundencia de este escenario, ¿no debería Álvaro Uribe pensar seriamente en
decirles a quienes promueven su tercera candidatura con la recolección de firmas para un
nuevo cambio en la Constitución, que dejen así? ¿No sería acaso un gesto histórico, una
lección para el presente y para el futuro que Uribe mismo declarara que no buscará un
tercer mandato, con el argumento que él mismo ha expuesto una y otra vez sobre la
inconveniencia de que una misma persona se perpetúe en el poder?

mvargaslina@hotmail.com

Farc: sin liderazgo y unidad de mando


Por: Uriel Ortiz Soto

145
Con la muerte de tirofijo y los continuos golpes propinados por la Fuerza Pública a las
farc en los últimos meses, esta organización guerrillera tiene sus días contados.

Desde hace varios años el liderazgo de tirofijo, estaba totalmente arruinado por su avanzada
edad, y la unidad de mando a la deriva, por el acose permanente de las Autoridades. Los
comandantes de frentes, y principales cabecillas que forman parte del secretariado se
encuentran prácticamente acorralados y la tropa guerrillera totalmente desmoralizada, mal
alimentados, sin dotes de campaña y padeciendo todo tipo de enfermedades propias de las
regiones de combate.

Lo más nefasto para cualquier organización militar, es cuando se pierde el liderazgo y la


unidad de mando. No es equivocado decir que las: fuerzas armadas revolucionarias de
Colombia, farc, desde los inicios de su fundación siempre habían estado bajo el domino y
las orientaciones de un solo y único jefe: “Manuel Marulanda Vélez” alias “tirofijo”. Sin su
visto bueno no se movía nada, y todo estaba bajo su control y orientación. El Secretariado,
tenía que ceñirse estrictamente a su voluntad y era tan autoritario que los nombraba casi
que a dedo sin dar oportunidad a debates democráticos en el seno de la organización.

Cuando “tirofijo” empezó a sentir el agobio de los años, así mismo, cundió la indisciplina;
se comenta que en los últimos meses poco participaba de las actividades propias de la
acción subversiva, es decir, no pasaba de ser figura decorativa, donde todo el mundo lo
respectaba, pero, sus órdenes eran confusas y sus orientaciones caían en el vacío, era tal el
desconcierto, que, los consejeros, tenían que corregir sus desfases relacionados con las
órdenes de mando.

El 2.007, fue un año negro para las farc, la acción de las Fuerzas Militares, fue muy
positiva y la muerte de varios de sus combatientes de cierta relevancia terminó minándoles
su capacidad de combate, que como consecuencia lógica trajo la desmoralización de todos
los frentes. El Comando Fudra, ha tomado con mucha seriedad, responsabilidad y
profesionalismo, la misión de estrechar todos los días, el anillo del área donde permanecen
buena parte del secretariado y los secuestrados.

En el año 2.008 fue el golpe mortal propinando la muerte del “Raúl Reyes”. Con él se
destruyó buena parte de su logística; la entrega de alias “Karina”y otros connotados
dirigentes capturados, o dados de baja, dieron como resultado la continua, entrega y
deserción de varios subversivos. Las ofertas hechas por el Gobierno, para quienes se
reintegren a la vida civil, con la entrega de secuestrados, son el mayor atractivo y podemos
estar seguros que en próximos días vendrán grandes sorpresas. Con la muerte de su líder
máximo, ha empezado la liquidación definitiva de este ejército de facinerosos que durante
más de cincuenta años, puso en jaque al pueblo Colombiano y sembró el terror, en campos,
pueblos y ciudades.

Se confirma que el reemplazo de “tirofijo” es Alfonso Cano. Dicen, quienes lo conocen,


que, es persona de decisiones muy radicales, sin embargo, en algunas declaraciones ha
manifestado que la lucha de más de cincuenta años en el monte, ha sido estéril, porque no
ha arrojado los resultados esperados, lo que quiere decir que no se encuentra muy conforme
combatiendo para finalmente servir de carne de cañón. De la aceptación que el nuevo

146
comandante pueda tener en las filas de las farc, depende que la organización guerrillera
tome mayor beligerancia y sea más exigente en negociar un Acuerdo Humanitario. Sin
embargo, el tiempo se encargará de despejar el camino.

Lo que se avizora en un inmediato futuro, dada la incertidumbre que reina dentro de la


organización subversiva, es que los frentes empiecen a actuar independientemente como
mini organizaciones criminales, para continuar nutriéndose de cuánto acto delictivo
encuentren en el camino. La parte ideológica con la que nacieron y se presentaron ante la
opinión nacional, la abandonaron para dedicarse a ser vulgares delincuentes del:
narcotráfico, secuestro, extorsión, chantaje, voladura de oleoductos, puentes, escuelas,
puestos de salud, puestos de policía, iglesias, masacres indiscriminada de campesinos,
violadores de mujeres, reclutadores de menores, para sus incursiones bárbaras y en fin,
toda una parafernalia de atrocidades que nada tienen que ver con los ideales y la actividad
de un buen guerrero y luchador revolucionario.
Comunidad Desarrollo y Gestión

urielos@cable.net.co

El vértigo de la derrota
Por: Carlos Villalba Bustillo
SE LES MURIÓ EL SÍMBOLO, EL COMbatiente legendario que resucitó de ocho muertes
pero que no tuvo calidad para la historia.

Nunca entendió, ni dejó que sus seguidores entendieran, que la dinámica de un mundo que
se transformaba vertiginosamente los dejaba sin banderas, aunque el grupo, como tal, se
mantuviera activo a punta de insensateces que le granjeaban el odio popular. El tránsito
hacia las depravaciones —crímenes de lesa humanidad y narcotráfico— terminó de borrar
de su agenda el ideal político.

Ahora se les está desgranando la organización. Sus frentes andan aislados e incomunicados,
y el enemigo los engaña como niñitos candorosos hasta el punto de que les arrebató con
maña los tesoros de sus secuestros selectivos: a la señora Betancourt y a los tres gringos. En
sólo cuatro años habían modificado la actitud de un pueblo que no volvió a creer en su
voluntad de sustituir la barbarie por la política, y lo que consideraron el obstáculo pasajero
de un período presidencial (el de Uribe) lo subieron a dos, y casi a tres con el último
rescate. Paso que dan hacia delante se les convierte en dos de para atrás. Han desmoronado
su futuro en el presente.

Ahora, por obra de sus torpezas, tienen a un Uribe fortalecido, inmune a los efectos de sus
propios errores, excesos y pataletas, dándoles duro con unas Fuerzas Militares
reorganizadas y financiadas, obligando a desertar a los guerrilleros que sufren el repliegue
de sus frentes y el desconcierto de su cúpula, la muerte de tantos de sus jefes y la
desmoralización de los que aún resisten las devastaciones de la guerra. Tienen también

147
enemigos dentro de sus filas: los soplones que cobran recompensas o matan compañeros
para reclamarlas.

Si las Farc hubieran tenido visión política habrían aprovechado el Caguán para ganar
credibilidad. Pero lo dedicaron a sacar droga y meter armas convencidos de que el
anacronismo de la lucha violenta reviviría en Colombia la hazaña histórica de Lenin y los
bolcheviques. Más tarde, dilapidaron la posibilidad del Acuerdo Humanitario para dar un
auténtico golpe de opinión y frenar la intransigencia de Uribe frente al despeje de Florida y
Pradera, liberando unilateralmente a los secuestrados. Se creyeron invulnerables y no
previeron los golpes de este año.

Tanto a Norberto Fuentes como a Ignacio Ramonet, Fidel Castro les dijo que un año más en
la Sierra Maestra y su guerrilla no hace la Revolución, porque sus hombres estaban
tornándose en bandoleros, y los bandoleros pierden el norte político. Eso les ocurrió a las
Farc: se feriaron sus activos de revolucionarios y malversaron el saldo de cierta
benevolencia internacional.

De haber obrado con inteligencia, no como un cartel de traficantes, las Farc estuvieran
negociando su reinserción y erigiéndose en partido político. Marulanda hubiera muerto
igualado, a pesar de todas sus atrocidades, al más encumbrado jefe de los grandes de
Colombia. Raúl Reyes seguiría vivo y de protagonista de los nuevos hechos, y Colombia
aproximándose a su consolidación democrática con una economía más fuerte y dotada de
cuantiosos recursos para la inversión social.

El ex presidente López Michelsen lo dijo hace diez años: las Farc encontrarán quien las
obligue a negociar sin la altanería que les da la autosuficiencia económica que las mantiene
vivas. Un solo homicidio, el de Alberto Uribe Sierra, las condujo al vértigo de la derrota.
Como para las plumas de Sófocles y Esquilo.

• Carlos Villalba Bustillo

Lucho Sin Rodeos

Las Farc (1964-2008)


Por: Luis Eduardo Garzón
ESTE PRÓXIMO 28 DE MAYO LAS FARC cumplen 44 años de existencia. El país lo único
que puede celebrar es que ahora ‘chatean’ mucho y disparan menos. Militarmente
debilitadas, con rasgos de desmoralización expresados en las circunstancias de la muerte
de Iván Ríos, en medio de declaraciones nostálgicas como las de Martín Sombra y con el
creciente número de desmovilizados, encabezados por la llamada Karina.

Políticamente aisladas, como lo confirma la multitudinaria movilización contra ellas el


pasado cuatro de febrero. Con un claro rechazo de la ciudadanía a la utilización del
secuestro como instrumento no sólo económico sino también político. Pero como hecho

148
paradójico, haciendo hoy parte de la agenda nacional e internacional de una manera tal, que
no tiene antecedentes.

Entre otros, son responsables de que la inversión social en el país se reduzca —pues el
presupuesto para enfrentarlas ha aumentado del 2,5% del PIB nacional a 8,5% en los
últimos cinco años—; de las crisis no sólo con Chávez y Correa, sino también con los
franceses; de que nuestro Canciller salte de la selva a los escenarios diplomáticos sin la más
mínima experiencia; de cambiar el carácter del TLC de un asunto comercial a una acción
contrainsurgente por parte de los republicanos.

Pastrana las aisló internacionalmente y les dio protagonismo nacional. Uribe ha hecho todo
lo contrario, las volvió importantes internacionalmente. Lo confirma el hecho de que, este
año, llevamos cuatro reuniones supranacionales donde las Farc han sido el epicentro: dos de
la OEA, la Cumbre de Río y ahora la reunión de Lima. Eso es lo que quieren ellas, ser parte
de esa agenda, más cuando en ninguna de estas reuniones el Gobierno ha logrado su
objetivo de declararlas terroristas.

Eso ha sucedido porque las relaciones del Gobierno a nivel internacional han sido
exclusivamente contrainsurgentes. No hay originalidad para hablar de algo diferente. Ni
siquiera se logran compromisos concretos en materia de narcotráfico que hagan que
nosotros no tengamos que pagar el pato de algo que tiene una gran corresponsabilidad
mundial. Con nuestros vecinos no se hace el esfuerzo de buscar cosas comunes diferentes a
las Farc. Hemos graduado de enemigos a quienes hubiéramos podido neutralizar. Las
relaciones entre los tres países han sido manejadas con una diplomacia propia de
camioneros, con el perdón de ese gremio.

En el campo nacional se está actuando con la misma lógica. En lugar de reconocer que es
mucho más valiente para un guerrillero dejar las armas que mantenerlas, el Presidente
decide volver ropa de trabajo a dos reinsertados como Gustavo Petro y León Valencia,
cuando éstos lo único que han hecho es denunciar situaciones que hoy le corresponde a la
Corte Suprema establecer si tienen fundamento o no. Ante el incremento de asesinatos y
desapariciones de sindicalistas decide estigmatizarlos y recriminarlos. Ante los agravios a
Iván Cepeda por parte de su principal asesor presidencial, decide mandar a éste de paseo a
Marruecos, mientras le manda una diatriba peor al propio Iván.

En fin, ayer fueron objetivos los ‘Rafaeles’ Pardos y ‘Alejandros’ Santos. Después, las
cortes, haciendo de ellas una carrera de relevos para recriminarlas. Y mañana, Dios
proveerá. En lugar de llamar a hacer frente común para que la guerrilla desista de las armas,
decide inventarse enemigos internos sin ton ni son. La confrontación contra las Farc no es
solamente militar. Es también política. Y para eso, se requieren muchos aliados, que pese a
ser críticos del Gobierno, no les hacen ninguna concesión a las Farc.

El Presidente tiene que priorizar si la agenda es para su tercera coronación, o para lograr un
frente común por la paz y contra la violencia; si es tema de interés nacional, o si es un
asunto personal.

149
• Luis Eduardo Garzón
Luis Eduardo Garzón | 16 Julio 2008 - 8:39pm

Y de política, ¿qué?
Por: Elespectador.com

LA AUTOCRÍTICA ES UNA ACTITUD permanente de quien hace del discurso de la revolución


una razón de vida. Y las Farc brillan por negarse a asumirla. La declaración del Secretariado
del pasado viernes así lo confirma. Asumen el comportamiento del que siempre va en
contravía de las realidades.
En 1993, cuando el propio Fidel Castro señalaba que la acción armada para acceder al poder
estaba clausurada, ellas decidieron que la única forma de lucha era la militar. En ese mismo
año diseñaron lo que se denominó plan estratégico, priorizando el socialismo como objetivo,
cuando todavía estábamos aspirando el polvillo que nos dejó la demolición del Muro de Berlín.
Y cuando todos exigíamos una Constitución que reflejara los derechos económicos, sociales y
políticos de los colombianos, decidieron declarar traidor a quien fue su promotor principal, el
M-19. "Estamos cumpliendo, Jacobo Arenas", rezaban las pancartas que se veían por doquier
en las zonas despejadas de El Caguán, refiriéndose al ideólogo del plan con que se pretendía
la toma del poder en el 2001. Incluía esta partitura 80 frentes de guerra, cuarenta mirando
Bogotá, lo que terminó siendo un absoluto fracaso. Cuando más habían avanzado en el
reconocimiento de beligerancia, lo patearon en el 2002 con el secuestro del avión que
trasladaba al senador Géchem, creando con ello las condiciones para retroceder los dos
pilares de esa política: territorio y negociación. Y para presionar el estatus de ejército,
utilizaron el secuestro de civiles para canjearlos por detenidos, lo que se constituyó en el
mayor búmeran de su historia. Esa táctica ha sido su principal deslegitimador. Ahora, lo
ganado internacionalmente lo acaban de dilapidar. Un Chávez, que cambió los minutos de
silencio por arengas para desmovilizar a quienes pretendían protestar contra el presidente
Uribe. Un Correa que cada día tiene que inventarse hechos de impacto para mantener su
gobernabilidad. Un Fidel Castro que está más radical que José Obdulio frente al secuestro, y
unos franceses y suizos que reniegan de sus propios emisarios. Y lo paradójico es que en el
campo nacional a la única persona que puede liderar con autoridad y fuerza un acuerdo
humanitario, las Farc deciden declararla prófuga. Me refiero, claro está, a Íngrid Betancourt.El
único golpe exitoso que han logrado es debilitar la oposición. Cada día se hace más difícil
ejercerla, no sólo por falta de garantías, sino porque el accionar guerrillero termina dándole
todos los insumos a Uribe. Quienes no compartimos la reelección, quienes defendemos las

150
decisiones de la justicia, quienes queremos poner en evidencia la hecatombe económica y
social que se avecina, quienes reivindicamos que esto termine en negociación política y
quienes buscamos humanizar la guerra, entre otros temas, somos eventuales cómplices de
las Farc. Más cuando éstas promueven su movimiento clandestino, logrando que les
"lloroseen" los ojos de la felicidad a quienes disfrutan con las nostalgias del anticomunismo de
la Guerra Fría. Supongo que al Secretariado de las Farc eso no les importa, pues para ellos
en Colombia la oposición se ejerce exclusivamente desde su mirada militar. Al fin y al cabo
agudizar las llamadas contradicciones le sirve a su objetivo estratégico. ¿Y dónde queda la
autocrítica de sus fracasos? ¿Por qué se persiste en la toma del poder por la vía armada y no
por la vía de la negociación? ¿Por qué no se renuncia de una vez por todas a la práctica del
secuestro, regresándolos a todos a sus hogares? ¿Por qué se insiste en un plan que se hizo
en condiciones que le auguraban poco éxito, pero que después de las torres gemelas es
mucho menos viable? Por sus últimas declaraciones veo que van por la misma. Mientras tanto
marcharé el próximo domingo rogando a una de esas tantas vírgenes que presiden los actos
de este gobierno, para que no nos acabe de llevar el p…
Dirección web fuente:

El peor año de las FARC


Hernando Salazar
BBC Mundo, Bogotá

Ingrid Betancourt permaneció seis años en poder de las FARC.

El 2008 ha sido el peor de los 44 años de la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de


Colombia (FARC) y el mejor año de la política de seguridad democrática del presidente
Álvaro Uribe Vélez, puesta en marcha en 2002.

Este año las FARC no sólo han perdido a tres miembros de su secretariado y sufrido
importantes deserciones, sino que también fueron infiltradas por las fuerzas militares.

La infiltración, que según el gobierno llegó a las más altas instancias de la guerrilla,
permitió este miércoles la liberación de 15 secuestrados, entre ellos Ingrid Betancourt, tres
estadounidenses y 11 soldados y policías.

Lea también una entrevista con el Ministro del Interior de Colombia

151
Este último golpe no tiene antecedentes en la lucha contra esta guerrilla, fundada en 1964 y
que hoy cuenta con unos 10.000 hombres y mujeres en armas.

"Es una operación de altísimo nivel, algo así como la 'Operación Entebbe' (en Uganda,
hecha por el servicio israelí Mossad), con la diferencia de que aquí no se derramó una sola
gota de sangre y que no hubo un muerto", le dice a BBC Mundo el ex consejero de paz
Carlos Eduardo Jaramillo.

El comandante del ejército, general Mario Montoya, destacó que ni siquiera "hubo un
rasguñado" e Ingrid Betancourt la calificó como "una operación perfecta".

"Consecuencias imprevisibles"

Jaramillo no duda en afirmar que éste es un "éxito absoluto" para el gobierno y anticipa que
tendrá consecuencias imprevisibles dentro de la más grande guerrilla colombiana.

Es una operación de altísimo nivel, algo así como la 'Operación Entebbe' (en Uganda,
hecha por el servicio israelí Mossad), con la diferencia de que aquí no se derramó una sola
gota de sangre y que no hubo un muerto

Carlos Eduardo Jaramillo, ex consejero de paz

"Es algo que no acerca a las FARC a la paz, pero que sí las pone a replantearse", explica.

Según el ex consejero de paz, esa revisión podría, eventualmente, dar lugar al fin del
secuestro como práctica o, por el contrario, a un endurecimiento de la guerrilla.

Pero, sin lugar a dudas, lo que sí se va a producir es una purga interna, subraya Jaramillo,
que podría dar lugar a "fusilamientos de culpables e inocentes y a una catástrofe en la
guerrilla".

Participe: Betancourt libre: su reacción


En sus primeras declaraciones tras ser liberada, Betancourt dijo que los guerrilleros que la
cuidaban "no tienen la culpa de lo que sucedió".

En declaraciones a BBC Mundo, otro conocedor del tema, Carlos Lozano, director del
semanario Voz, del Partido Comunista, afirma que con el rescate de los 15 secuestrados
"las FARC han sido golpeadas muy fuertemente".

Lea también: Una historia de seis años


¿FARC, derrotadas?

152
Y aunque Lozano sostiene que las FARC deberían pensar en la liberación de todos los
rehenes, señala que él no cree que "estén derrotadas".

La operación hay que recibirla con mucha alegría, pero sin triunfalismos. Ahora no hay
que pensar en que la derrota de las FARC es cosa de días

Carlos Lozano, director del semanario Voz

"La operación hay que recibirla con mucha alegría, pero sin triunfalismos. Ahora no hay
que pensar en que la derrota de las FARC es cosa de días. Esto hay que mirarlo con
tranquilidad y realismo", añade.

En cambio, Betancourt es más optimista y le pidió a los colombianos "que creamos en


nuestro ejército, que nos va a llevar a la paz".

Este nuevo golpe contra las FARC coincide con un momento difícil para Uribe, cuando está
enfrentado a la Corte Suprema de Justicia y varios funcionarios y ex funcionarios están
siendo investigados disciplinaria y penalmente por la supuesta entrega de dádivas a
congresistas para que aprobaran la reelección presidencial.

Al enterarse del rescate de Betancourt y de los demás secuestrados, muchas personas


manifestaron su complacencia en las calles de Bogotá y se escucharon voces apoyando una
segunda reelección de Uribe.

Pero Jaramillo considera que el tema del Yidisgate, como se ha conocido el escándalo por
la aprobación de la primera reelección, seguirá en la agenda, cuando se produzcan las
decisiones penales y disciplinarias que están pendientes.

LA PAZ ROMANA

Los datos que utilizo fueron tomados fundamentalmente de las declaraciones del embajador
de Estados Unidos en Colombia, William Brownfield, la prensa y la televisión de ese país,
la prensa internacional y otras fuentes. Impresiona el derroche de tecnología y recursos
económicos utilizados.

Mientras los altos jefes militares de Colombia se esmeraban en señalar que la operación de
rescate de Ingrid Betancourt fue enteramente colombiana, las autoridades de Estados
Unidos declaran que “fue el resultado de años de intensa cooperación militar entre los
ejércitos de Colombia y Estados Unidos.”

“‛La verdad es que hemos logrado compaginarnos de una manera que pocas veces hemos
logrado en Estados Unidos, excepto con nuestros viejos aliados, principalmente de la
OTAN ’, señaló Brownfield, refiriéndose a las relaciones con las fuerzas de seguridad
colombianas, que han recibido más de 4 000 millones de dólares en asistencia militar desde
el 2000.”

153
“…en varias ocasiones el gobierno de Estados Unidos tuvo que tomar decisiones en sus
más altos niveles para la operación”.

“Los satélites espías estadounidenses ayudaron a ubicar a los rehenes durante un período de
un mes que comenzó el 31 de mayo y concluyó con el rescate del miércoles.”

“Los colombianos instalaron equipos de vigilancia de video, proporcionados por Estados


Unidos, que pueden hacer acercamientos y tomas panorámicas operadas a control remoto a
lo largo de ríos que son la única ruta de transporte a través de densas zonas selváticas,
indicaron autoridades colombianas y estadounidenses”.

“Aviones norteamericanos de reconocimiento interceptaron conversaciones por radio y


teléfono satelital de los rebeldes y emplearon imágenes que pueden penetrar el follaje de la
selva.”

“‛El desertor recibirá una suma considerable de los cerca de cien millones de dólares que el
gobierno había ofrecido como recompensa’, declaró el Comandante General del ejército
colombiano.”

El miércoles 1º de julio, la BBC de Londres publicó que César Mauricio Velásquez,


secretario de prensa de la Casa de Nariño informó que delegados de Francia y Suiza se
habían reunido con Alfonso Cano, jefe de las FARC.

Según BBC, este sería el primer contacto que el nuevo jefe aceptaba con delegados
internacionales después de la muerte de Manuel Marulanda. La falsa información sobre la
reunión de dos emisarios europeos con Cano había sido transmitida desde Bogotá.

El fallecido líder de las FARC nació el 12 de mayo de 1932, según el testimonio de su


padre. Campesino liberal de origen pobre, partidario de Gaitán, inició su resistencia
armada hace 60 años. Fue guerrillero antes que nosotros, como reacción ante las matanzas
de campesinos perpetradas por la oligarquía.

El Partido Comunista ―donde ingresó más tarde―, como todos los de América Latina,
estaba bajo la influencia del Partido Comunista de la URSS y no del de Cuba. Eran
solidarios con nuestra Revolución pero no subordinados.

Fueron los narcotraficantes y no las FARC quienes desataron el terror en ese hermano país
en sus pugnas por el mercado de Estados Unidos haciendo estallar no sólo potentes
bombas, sino incluso camiones cargados de explosivos plásticos que destruyeron
instalaciones, hirieron o mataron a incontables personas.

Nunca el Partido Comunista de Colombia se propuso conquistar el poder con las armas. La
guerrilla era un frente de resistencia, no el instrumento fundamental de la conquista del
poder revolucionario, como ocurrió en Cuba. En el año 1993, en la octava conferencia de
las FARC, se decide romper con el Partido Comunista. Su jefe, Manuel Marulanda, asumió
la dirección de las guerrillas de ese Partido, que siempre se distinguieron por un hermético

154
sectarismo en la admisión de combatientes y los métodos férreos y compartimentados de
mando.

Marulanda, de notable inteligencia natural y dotes de dirigente, no tuvo en cambio


oportunidades de estudio cuando era adolescente. Se dice que pudo cursar sólo hasta el 5to
grado. Concebía una larga y prolongada lucha, un punto de vista que yo no compartía.
Nunca tuve posibilidad de intercambiar con él.

Las FARC alcanzaron considerable fuerza y llegaron a sobrepasar los 10 mil combatientes.
Muchos nacieron durante la propia guerra y no conocían otra cosa. Otras organizaciones de
izquierda rivalizaron con las FARC en la lucha. Ya entonces el territorio colombiano se
había convertido en la más grande fuente de producción de cocaína del mundo. La
violencia extrema, los secuestros, los impuestos y exigencias a los productores de drogas se
generalizaron.

Las fuerzas paramilitares, armadas por la oligarquía, cuyos efectivos se nutrían del enorme
caudal de hombres que prestaban servicios en las fuerzas armadas del país y eran
desmovilizados cada año sin empleo asegurado, crearon en Colombia una situación tan
compleja que sólo había una salida: la verdadera paz, aunque lejana y difícil como otras
muchas metas de la humanidad. La opción que durante tres décadas Cuba ha defendido en
esa nación.

Mientras los periodistas cubanos discuten en su VIII Congreso las nuevas tecnologías de la
información, los principios y la ética de los comunicadores sociales, yo meditaba sobre los
acontecimientos señalados.

Expresé con claridad nuestra posición en favor de la paz en Colombia, pero no estamos a
favor de la intervención militar extranjera ni con la política de fuerza que Estados Unidos
pretende imponer a toda costa y a cualquier precio a ese sufrido y laborioso pueblo.

Critiqué con energía y franqueza los métodos objetivamente crueles del secuestro y la
retención de prisioneros en las condiciones de la selva. Pero no estoy sugiriendo a nadie
que deponga las armas, si en los últimos 50 años los que lo hicieron no sobrevivieron a la
paz. Si algo me atrevo a sugerir a los guerrilleros de las FARC es simplemente que
declaren por cualquier vía la disposición de poner en libertad a los secuestrados y
prisioneros que aún estén en su poder, sin condición alguna. No pretendo que se me
escuche; cumplo el deber de expresar lo que pienso. Cualquier otra conducta serviría sólo
para premiar la deslealtad y la traición.

Nunca apoyaré la paz romana que el imperio pretende imponer en América Latina.

Muerte de Raúl Reyes

El golpe más fuerte contra las FARC

155
Hernando Salazar
Bogotá

Era el más visible de los jefes.


La muerte de Raúl Reyes es, sin duda, el golpe más fuerte que han recibido en sus 44 años
de historia las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) por parte del Estado
colombiano.
Murió Raúl Reyes
Reyes era el vocero de esa guerrilla, el más visible de sus jefes y formaba parte de los siete
miembros del Secretariado, que es la máxima instancia de dirección de ese grupo armado.
Y es la primera vez que un miembro del Secretariado -que es una especie de estado mayor
de la guerrilla- es abatido por las fuerzas armadas colombianas.
A principios de los años 90, Jacobo Arenas, el más importante ideólogo de las FARC,
falleció por causas naturales.

La muerte de Reyes les quita acción política a las FARC, pero la veo como una pérdida
que pueden reemplazar

Álvaro Camacho, Universidad de los Andes


Antes, en los 60, Ciro Trujillo, uno de los fundadores de esa guerrilla, murió en combates
con el ejército colombiano cuando el grupo apenas comenzaba y no existía el Secretariado.
Por eso, la muerte de Reyes supera ampliamente otros golpes dados a las FARC, como la
captura de Simón Trinidad, ocurrida en enero de 2004, o los abatimientos de dos
importantes jefes militares, "El Negro Acacio" y Martín Caballero, sucedidos en 2007.
"Las FARC no ponen a cualquiera de vocero", declaró a BBC Mundo el profesor Álvaro
Camacho, de la Universidad de los Andes, cando se le preguntó por la importancia de
Reyes en la guerrilla.
Un guerrillero de origen campesino
Golpe a la moral
El experto recuerda que el gobierno de Andrés Pastrana llevó a Raúl Reyes a una gira por
Europa cuando hubo un proceso de paz con ese grupo, que terminó en febrero de 2002.

Pastrana llevó a Reyes a una gira por Europa cuando hubo un proceso de paz en 2002.
Camacho dice que la muerte de Reyes es un golpe durísimo, que puede minar la moral de
las FARC, pero guarda distancia frente a lo que define como "triunfalismo" del gobierno.
"La muerte de Reyes les quita acción política a las FARC, pero la veo como una pérdida
que pueden reemplazar. Por eso, yo no creo que las FARC vayan a cambiar de rumbo",
agrega este investigador del conflicto armado.

No hay tal invulnerabilidad. Han caído muchos comandantes de frentes, así como sus
sucesores y algunos frentes están muy diezmados

Armando Borrero, ex consejero presidencial para la Defensa y la Seguridad Nacional


Entretanto, Jaime Zuluaga, profesor de la Universidad Nacional, le dice a BBC Mundo que
la muerte de Reyes "no significa necesariamente el principio del fin de las FARC".

156
Zuluaga admite que la desaparición de Reyes "cerrará por algún tiempo toda posibilidad de
comunicación con las FARC, en busca de nuevas liberaciones (de rehenes) y de un acuerdo
humanitario".
"Endurecimiento"
El profesor cree que, a raíz de la muerte de Reyes, tanto las FARC como el gobierno del
presidente Álvaro Uribe se van a endurecer, lo cual puede traducirse en que "van a
desestimar una solución política" del conflicto armado.
Otro experto que habló a BBC Mundo, Armando Borrero, quien fue consejero presidencial
para la Defensa y la Seguridad Nacional, dice, en cambio, que estos golpes a las FARC
podrían propiciar "una negociación política".

El pasado mes, Reyes apareció en video junto con la senadora Piedad Córdoba.
"Si hay mas bajas, es posible que las FARC prefieran negociar", explica.
Borrero también sostiene que la muerte de Reyes, cuyo verdadero nombre era Luis Edgar
Devia, acaba con "el mito de la invulnerabilidad" que había alrededor del Secretariado de
las FARC.
"No hay tal invulnerabilidad. Han caído muchos comandantes de frentes, así como sus
sucesores y algunos frentes están muy diezmados.

Yo creo que va a ganar más espacio la línea política dentro del Secretariado y ellos van a
tener que reflexionar sobre el espacio que habían ganado con las liberaciones unilaterales
de los últimos días

Pedro Medellín, diario El Tiempo


Además, hay operaciones militares de gran envergadura, como la que se desarrolla contra
Alfonso Cano, otro de los miembros del Secretariado. Ellos ya no se pueden sentir tan
seguros", añade Borrero.
Pedro Medellín, columnista del diario El Tiempo, agrega que "las FARC tendrán que
reconsiderar su estrategia, porque la inteligencia militar parece estar dando muestras de
efectividad.
"Yo creo que va a ganar más espacio la línea política dentro del Secretariado y ellos van a
tener que reflexionar sobre el espacio que habían ganado con las liberaciones unilaterales
de los últimos días", añadió Medellín en su diálogo con BBC Mundo.
Político y militar
Álvaro Camacho, sin embargo, dice que él no cree en que sea tan clara la división de las
FARC entre la línea militar y la política.

Lo militar es parte de una ecuación mucho más compleja. También hay que tener en cuenta
a los actores internacionales

Carlo Nasi, universidad de Los Andes


Y enseguida advierte que "las FARC, históricamente, no tienen vigencia", que "la lucha
armada en Colombia no tiene porvenir" y que "la guerrilla no puede tomarse el poder".
Carlo Nasi, director de postgrados de la Universidad de los Andes, le dice a BBC Mundo
que el análisis frente a las FARC no puede reducirse a lo militar.

157
"Lo militar es parte de una ecuación mucho más compleja. También hay que tener en
cuenta a los actores internacionales, como Francia y Venezuela, que han estado tratando de
conseguir una interlocución con las FARC después de las liberaciones recientes", anota.
Por ahora, la muerte de Reyes abre un gran abanico de interrogantes respecto al futuro de
las FARC, cuya respuesta todavía no está clara.

Negociación de Paz?

La hora de la paz
Por: Cristina de la Torre
AL GOBIERNO LE DEBEMOS LOS COlombianos la felicidad de ver libres a Íngrid y sus
compañeros de cautiverio. Vaya para él nuestro reconocimiento.
Producto de una asombrosa operación militar, esta liberación se le aparece como la Virgen
al presidente Uribe, en el momento más dramático de sus seis años de mandato: cuando la
Corte Suprema cuestiona la legalidad del acto que autorizó su reelección y, para burlar la
justicia, el Primer Mandatario

pone la democracia al borde del abismo. Mas la contundencia del golpe a las Farc cambia
la ecuación de la guerra y le permite al Presidente un replanteamiento de fondo: ahora “la
seguridad democrática no es un fin en sí mismo sino un camino hacia la paz total”.

También Íngrid ve abrirse la puerta de la paz. Pero, a diferencia de Uribe, ella estima que
en el origen del conflicto colombiano anidan problemas sociales nunca resueltos, y que las
transformaciones que se imponen no pueden darse sino en democracia. En suma, sin
democracia no puede construirse la paz. Planteamiento prometedor en una figura que
podría cohesionar las fuerzas adversas a la reelección en 2010 reivindicando el principio
democrático de la rotación en el poder; y convidar a debatir programas en este desierto de
la política colombiana plagado de partidos sin dientes y sin carne.

Hablando de programas, si Obama ganara la presidencia de E.U., nos pondría a pensar en la


Alianza para el Progreso, estrategia de centro-izquierda que él espera reeditar. A pesar de
sus abriles, aquella propuesta aportaría a la resolución de nuestros problemas de base,
siempre represados por una derecha intransigente, altanera, y una izquierda apocada que
teme desaparecer al primer contacto con la realidad.

McCain recoge la tradición de la política del garrote, hoy en versión de guerra santa contra
el terrorismo, y los lineamientos del Consenso de Washington. Obama rescata la doctrina
del Buen Vecino de F. D. Roosevelt y la Alianza para el Progreso de Kennedy. Orador
inspirado, de audiencia fervorosa y creciente, el demócrata propone combatir “la
globalización de los estómagos vacíos”, los tratados comerciales que sólo favorecen a los
poderosos. Le ofrece a América Latina más desarrollo económico y social que apoyo

158
militar. Revertirá la tendencia ultraconservadora y neoliberal de Bush, e irrespetará el
dogma del mercado.

Kennedy persiguió el desarrollo acelerado para estos países, pero acompañado de un


cambio social que superara la miseria y el atraso. Almendrón de su propuesta eran reforma
agraria, industrialización, redistribución del ingreso y universalización de los servicios
sociales del Estado. Su política exterior fue flor de un día. Sus sucesores convirtieron la
ayuda de la Alianza en inversión militar o en créditos condicionados. Obama sostiene que
democracia social y económica corre pareja con libertad política. Atribuye la crisis de
nuestra democracia y el renacer del populismo al auge de la pobreza.

La oferta de paz del presidente Uribe no podrá consultar apenas la relación militar de
fuerzas sino la pléyade de inequidades que, de persistir, seguirán generando conflicto y
violencia. Tendrá que acometer también una reforma enderezada a consolidar la
democracia política: garantizar el derecho a disentir para que la oposición no se convierta
en insurgencia; respetar la independencia de los poderes públicos; fortalecer los partidos y
protegerlos contra los embates de la delincuencia; garantizar la alternación en el poder.

Pero así como Uribe ha podido gobernar por dos períodos gracias a la guerra contra las
Farc, ahora tienen éstas la pelota: o aceptan la imposibilidad de tomarse el poder por las
armas, y reconocen el repudio universal al secuestro, o seguiremos en la paz de los
sepulcros.

Un acuerdo en lo fundamental
Por: Augusto Trujillo Muñoz
Independientemente del nombre al cual nos remite el enunciado, es indudable que el país
demanda un nuevo pacto de Estado sobre los aspectos fundamentales de su organización
política.

Probablemente estemos de acuerdo en que lo fundamental es el Estado de derecho y, dentro


de él, la defensa de las libertades individuales, de la democracia pluralista, de la justicia
social. Pero sus líneas básicas no se definen antes sino después de un debate entre los
sectores vitales de la comunidad. En una sociedad heterogénea, desigual, excluyente como
la nuestra, lo fundamental sólo cabe en medio de un amplio consenso.

El tema resulta oportuno a propósito de la muerte de Tirofijo y de la designación de su


sucesor en la cúpula de las Farc. Pedro Antonio Marín había dejado de ser un comandante y
se había convertido en un símbolo. Las Farc dejaron de ser un grupo insurgente y se
convirtieron en un sistema de vida. Pero siguen siendo una estructura monolítica, pesada,
estática. Como fueron casi todas las construcciones políticas hechas a imagen y semejanza
del sistema soviético. No se construyeron para la evolución sino para la inmutabilidad. Su
gestión no es crítica sino exegética. Asumen la historia como un río, pero la revolución
como un estanque.

159
Las Farc son un ejército de estirpe campesina, cuyo origen fue más el de un grupo alzado
en armas para defender la vida de sus miembros, que el de un movimiento revolucionario.
A la cultura de unos campesinos perseguidos por autoridades oficiales, el pensamiento
soviético les marcó una impronta de consevadurismo. Por eso las Farc terminaron siendo
una organización jurásica, cuyo lenguaje revolucionario y justicialista contrasta con su
comportamiento reaccionario y militarista. Ellas son las principales responsables de que
Colombia sea el único país de América sin fuertes movimientos progresistas o de izquierda.

En un momento dado algunos sectores universitarios descubrieron que la revolución dejaba


de ser una utopía para volverse una necesidad histórica. La cresta de esa ola, estimulada por
los primeros desdarrollos de la revolución cubana impulsó más a los “elenos” que las Farc,
y unos años después premió con espectacularidad la imaginación revolucionaria del M 19.
Las Farc continuaron siendo un grupo de naturaleza fundamentalmente rural que vivía bajo
el alero del partido comunista y, por lo mismo, con muy poco arraigo social y ninguna
capacidad autocrítica. Mientras tanto en el seno del establecimiento se incubaron gérmenes
políticos que, más allá de una legítima acción represiva, abonaron la guerra sucia contra
simpatizantes de los grupos guerrilleros.

Sólo hasta la década de los ochenta ingresan a las Farc líderes sindicales y estudiantiles de
origen urbano y formación política. Sin embargo, no influyeron sobre decisiones
estratégicas de esa guerrilla. Más bien al contrario, fueron permeados e incluso cooptados
por ella, como solía ocurrir en las instituciones pro-soviéticas de aquellos tiempos. Pero
también por entonces las Farc se encontraron, al otro lado de su frontera, con el lucrativo
negocio del narcotráfico, cuyas organizaciones terminaron contaminando no sólo a la
guerrilla sino a toda la sociedad.

Salvo por esa contaminación, no creo que las Farc hayan evolucionado mucho desde su
origen hasta hoy. Tampoco creo que su nueva generación dirigente haya tenido la
capacidad de generar en su interior un nuevo marco de reflexiones doctrinarias y políticas.
Quienes -como Alfonso Cano, con todo y su formación intelectual- ingresaron a la guerrilla
veinte o más años después, llevaron a su seno la sobreideologización de la guerra fría y, por
lo mismo, un fundamentalismo cerril que ni siquiera conocieron los propios fundadores.

En tales condiciones no creo que al nuevo jefe de las Farc lo animen propósitos de diálogo.
Tampoco encuentro aceptable que la agenda de un Estado de derecho se ocupe más de la
guerra que de la política. Los golpes militares propinados a las Farc por el gobierno deben
ser sustituidos ahora por golpes políticos. Son éstos los que, en un momento dado, hacen
ganar una guerra, con la ventaja de que no cobran vidas, las salvan.

En los albores del Frente Nacional fue aprobada una amnistía para quienes se habían alzado
en armas contra las dictaduras de la década anterior. El propio Tirofijo se acogió a ella y,
según lo narra el historiador James Henderson en su libro “Cuando Colombia se desangró”,
dijo algo que luego escribió en sus Cuadernos: “La lucha popular armada no fue derrotada
por la lucha armada sino por la política”. Claro, el país había suscrito un acuerdo en lo
fundamental.

Hoy es preciso suscribir otro: un pacto de Estado entre todos los que se mueven dentro del

160
marco general del Estado social de derecho con economía social de mercado y compromiso
de gestionar la política por la vía exclusiva de la democracia electoral. Ese acuerdo permite
recuperar la política, marginalizar la guerra y –en esa forma- inducir a Alfonso Cano a
pronunciar una frase como la que Tirofijo escribió hace cuarenta años. A lo mejor Cano
quiere seguir combatiendo, pero no tiene sentido alguno que el Estado lo obligue a ello. Eso
sería perpetuar la guerra en lugar de ganarla por la vía de la política.

Ex senador, profesor universitario.

atm@cidan.net

¿Y si hablaran de paz?
Por: Mauricio García V.
ES POSIBLE QUE LAS Farc no cambien mucho con la muerte de Marulanda y que la
salida negociada esté hoy, con Alfonso Cano, tan lejos como siempre.

Es posible, pero al mismo tiempo es innegable que el cambio de jefatura ocurrido en esa
guerrilla es una coyuntura extraordinaria —jamás ocurrida en cuarenta años— y que ese
cambio justifica una respuesta política del Gobierno (todo lo contrario de la burda amenaza
de exterminio propuesta por el ministro Holguín). Las guerras también se deshacen —y se
hacen— con palabras, sobre todo cuando se dicen en las coyunturas apropiadas, y quién
quita que esta vez —con la guerrilla debilitada y con el relevo en la jefatura— las palabras
sí sirvan. El Gobierno no pierde nada, en estos momentos, si hace una tregua en su lenguaje
guerrero y habla —sólo habla— de paz.

Yo, por mi parte, en las líneas que me quedan de esta columna, voy a hablar de eso, de una
eventual paz con la guerrilla. Lo primero que quiero decir es que no creo que los
instrumentos jurídicos y las estrategias políticas que se han utilizado para negociar con los
paramilitares sirvan para hacer la paz con las Farc. Decir que ambos grupos son terroristas
y que por eso deben ser tratados por igual, me parece algo simplista e inadecuado.
Simplista porque supone que el Estado ha sido una víctima pasiva y equidistante de los dos
grupos terroristas, cuando todos sabemos que tuvo una responsabilidad importante en la
formación y sustento del paramilitarismo. E inadecuado por las razones siguientes.

Sentar a la guerrilla a negociar es trabajoso y cuando ello sucede, la subversión negocia


como si fuera un Estado con derecho a reclamar la mitad del país. La ventaja es que cuando
se logra un acuerdo con ella —como sucedió con el M-19 o el Epl—, la guerrilla sale de
sus guaridas y de esa manera pierde su poder militar y el conflicto se acaba.

Con los ‘paras’ sucede otra cosa: negocian, pero casi nadie puede controlar lo que hacen
después. Mejor dicho: con los ‘paras’ la negociación es fácil y el posconflicto difícil, con la
guerrilla pasa lo contrario: la negociación es difícil y el posconflicto es fácil.

Esto no significa que no se pueda hacer nada. Sólo que se debe diseñar una estrategia de

161
paz que tenga en cuenta la naturaleza del actor armado. Eso implica al menos dos cosas. En
primer lugar, unos instrumentos adecuados para enfrentar a cada uno: en el caso
paramilitar, hay que fortalecer la justicia y la democracia para lograr el desmonte de sus
estructuras de poder. En el caso de la guerrilla, en cambio, el Estado debe concentrarse en
el logro de una victoria militar, por los cauces legales y sin abandonar la salida negociada.

En segundo lugar, implica la adaptación de lo que se negocia a la naturaleza del actor


armado. Si bien las víctimas de la guerrilla tienen igual derecho a la verdad, justicia y
reparación que las víctimas de los paras, es natural que el Estado, al negociar, sea más
exigente con estos últimos, para evitar que durante el posconflicto se reproduzcan como
mafias. En el caso de la guerrilla, en cambio, la mayor probabilidad de la “no repetición”, le
permite al Estado ser un poco más flexible —sin afectar los derechos de las víctimas— al
momento de negociar.

Por eso creo que este es uno de esos raros momentos en los cuales el Gobierno podría
intentar ser generoso, o por lo menos combinar su garrote habitual con algo de zanahoria.

* Profesor de la Universidad Nacional e investigador de Dejusticia.

• Mauricio García V.

Dos diálogos necesarios


Lucho Sandoval plantea dos escenarios para salir de la actual encrucijada: Diálogo de
sociedad por la vida y la libertad, y dialogo de sociedad por un acuerdo fundante para la
paz, el desarrollo y la equidad.

"Ahora se trataría de que fuerzas de la sociedad civil y de la sociedad política, en forma


amplia y plural, se reúnen, dialogan y proponen al país y a los grupos armados los términos
en que se desataría un proceso de reordenamiento democrático y pacífico de la sociedad y
de las instituciones políticas", afirma.

Luis I. Sandoval M.
Lunes 31 de marzo de 2008

Colombia necesita hoy, marzo 2008, dos diálogos en espacios distintos pero con vasos
comunicantes entre ellos, sobre dos grandes problemas de la nación.

Diálogo de sociedad por la vida y la libertad. Este primer escenario de diálogo es para que
Ingrid Bentancourt no se muera en la selva, es para buscar o apoyar caminos que conduzcan
a que todos los secuestrados en poder de los distintos actores armados vuelvan al seno de
sus familias y de la sociedad. En este tema no hay una sola fórmula válida, puede ser
acuerdo humanitario, puede ser liberaciones unilaterales, puede ser rescate civil a la manera
indígena u otra, puede ser con despeje o sin despeje, puede ser dialogando en el país o fuera

162
de él. Está probado que la presión de la sociedad movilizada y la persistente gestión
internacional logran remover las posiciones tanto del gobierno como de los grupos armados
que por largo tiempo se consideraron “inamovibles”. Los liberados recientemente por las
FARC con cooperación internacional, con facilitación de espacios por parte del gobierno y
las fuerzas armadas, han venido con propuestas, con iniciativa, con la decisión de encontrar
la manera de que sus compañeros y compañeras, civiles y militares, que siguen en la selva,
vuelvan a la libertad. Lo menos que podemos hacer es rodearlos y respaldarlos asumiendo
que todos los colombianos somos la familia de los secuestrados. Para esto se necesita
reunirnos, encontrarnos todos los que buscamos salidas humanitarias para ver que está
haciendo cada uno, en qué podemos apoyarnos unos a otros y eventualmente qué acciones
podemos emprender conjuntamente. Hay una gran potencialidad, pero aún fragmentada y
dispersa. Me atrevo a pensar que Naciones Unidas, a través del PNUD, que tan valiosos
oficios ha prestado ya a iniciativas de la sociedad colombiana, podría ser anfitrión y
facilitador de este diálogo de sociedad por la vida y la libertad. Ingrid no se morirá en la
selva, tampoco los demás que están con ella, haremos lo máximo por evitarlo, lo
conseguiremos.

Dialogo de sociedad por un acuerdo fundante para la paz, el desarrollo y la equidad. Este
segundo escenario de diálogo se ocupa de algo más estructural: explorar los términos de un
acuerdo que haga posibles los cambios o reformas más indispensables para la convivencia,
el desarrollo de la sociedad colombiana y la consolidación de instituciones legítimas. La
propuesta se haría en términos tales que resulten atractivos y confiables para todos los
actores armados no estatales y paraestatales a fin de que se sometan a un auténtico proceso
de justicia transicional o metamorfosis que los habilite para participar en el gran acuerdo
fundante nacional. Este espacio de diálogo responde a las propuestas que se hicieron a raíz
de las impactantes marchas del 4 de febrero, 6 de marzo y del concierto organizado por
Juanes el 16 de marzo en la frontera colombo venezolana. En este caso se invertiría el
método ya gastado de que gobierno y actores armados ilegales se sientan a dialogar y
llegan, o no llegan, a algún tipo de acuerdo, con escasa o ninguna participación de la
sociedad. Ahora se trataría de que fuerzas de la sociedad civil y de la sociedad política, en
forma amplia y plural, se reúnen, dialogan y proponen al país y a los grupos armados los
términos en que se desataría un proceso de reordenamiento democrático y pacífico de la
sociedad y de las instituciones políticas. Se estaría sustituyendo el actual camino de asfixia
militar por el de asfixia democrática del conflicto, por supuesto si los armados acogen esta
opción. Hoy existe un espejismo de victoria fácil y cercana. Exactamente eso, un
espejismo. Por eso el diálogo que se propone sería en busca de la solución no de la victoria
como bien lo planteó, pocos días antes de morir, en junio 2007, Alfonso López Michelsen.

Siento que hay disposición en muchos sectores y personas para emprender estos dos
ejercicios de diálogo con sentido de oportunidad política, es decir ahora mismo, y para
emprender acciones, las que resulten posibles, posibles no sometiéndose a los ancestrales
inamovibles que hay en todo, sino afrontando los temas y las circunstancias con
imaginación y con audacia, es decir con decidida creatividad, a fin de sacar al país del
pantano del conflicto interno armado. ¿Quiénes querrán ser anfitriones y facilitadotes de
estos diálogos? ¿Quiénes querrán dar el paso de iniciarlos? Ahora, si ya están iniciados,
cosa que fácilmente yo puedo ignorar, que estas palabras sirvan como estímulo para
proseguir sin desmayar. Por ahí es la cosa.

163
lucho_sando@yahoo.es

El momento de negociar
Por: Augusto Trujillo Muñoz
En una sociedad plural, las contradicciones deben resolverse por la vía del diálogo. La
nuestra lo es, aunque su viejo conflicto le imprime características especiales. Sin embargo
los últimos sucesos apuntan hacia la conveniencia de regresar a la mesa de negociaciones,
como viene siendo señalando por no pocos comentaristas de prensa.

El columnista de El Espectador.com Reinaldo Spitalletta lo pone de presente después de


mencionar la marcha contra la violencia paramilitar del 6 de marzo. Curiosamente olvida
mencionar la marcha de febrero contra la violencia de las Farc, que cada día se convierte
más en símbolo de barbarie.

Alias Iván Ríos murió como cualquier narco, escribe María Jimena Duzán en El Tiempo,
para afirmar luego que las Farc están llegando a un punto de no retorno, en el cual solo
quedan dos posibilidades: o escalar la guerra, o negociar una salida política. Lo primero,
agrega la columnista, ha sido neutralizado por los éxitos militares del gobierno. En cuanto a
lo segundo este sería el momento para que “los miembros del secretariado que aún tienen
las manos completas reflexionaran sobre la inutilidad de una guerrilla autista que ya no
puede llegar al poder por la vía de la lucha armada”.

En El Tiempo.com Luís Eduardo Celis escribe que luego de seis años de combate frontal a
las Farc, el presidente Uribe tiene importantes resultados para mostrar en esa lucha. Por eso
puede abrir las compuertas para una negociación realista. “Ahora bien, para ello deberá
contar con dos elementos claves: por un lado, la convicción de que lo mejor es integrar a la
insurgencia mediante un acuerdo negociado, y por otro liderar un pacto de consenso
nacional por la paz”.

El columnista del diario El Nuevo Día de Ibagué, Guillermo Pérez Flórez, es más claro aún:
Una década después de los triunfos guerrilleros de Mitú, Patascoy y Miraflores, entre otros,
la correlación de fuerzas ha cambiado. El Estado ganó tanto el pulso político como el pulso
militar. “Si las Farc no actúan con inteligencia lo que les vendrá ahora es la marginalidad,
como le sucede al Eln, que no es relevante ni para la guerra, ni para la paz”.

En efecto, hay que saber perder. Lo contrario es prolongar una agonía que también supone
la prolongación de una guerra sin sentido, la del dolor de las víctimas y la de la barbarie de
los victimarios. Hace mucho tiempo que esta guerra no se dirige hacia el día de la justicia,
sino hacia el día de la venganza. Pero después de la contundencia de los golpes sufridos por
la guerrilla, a ella misma le conviene la negociación. Y, por supuesto, también al país.

Probablemente es ilusorio pensar que la propia guerrilla reconozca su derrota, a la cual ella
misma ha contribuido con la perversión de sus conductas. Habrá quiénes, en su seno,
quieran esperar otros diez años, para volver a cambiar la correlación de fuerzas. Pero eso

164
sólo tiene sentido para los que asumen la guerra como un sistema de vida. En cambio, ahora
se da un punto de quiebre, propicio para que la sociedad colombiana reclame su derecho a
la paz.

Lo que se necesita es una especie de árbitro político que declare el fin de las hostilidades y
reconozca el triunfo del Estado. Ese árbitro podría ser el Polo Democrático, o el presidente
Chávez, incluso el partido liberal o algunas organizaciones sociales democráticas que
operan en el seno de la sociedad civil.

Pero claro, también hay que saber ganar. El gobierno tendrá que asumir una postura
generosa y abrirse hacia un diálogo que le permita la salida política a las Farc. Para
terminar una guerra –sin sembrar la semilla de otra, como en el tratado de Versalles, o en
nuestros conflictos del siglo XIX- es preciso ofrecer opciones de legitimación al adversario.
Ese es el sentido del día del armisticio. Bien se sabe que no existen las sociedades sin
problemas. Pero sí existen los acuerdos sociales para construir futuro en democracia y en
paz.

Ex senador, profesor universitario

atm@cidan.net

Entiende ahora el mundo


por qué las FARC
solicitan el despeje de
Pradera y Florida?
WEDNESDAY, 05 DE MARCH DE 2008

El asesinato del comandante del Secretariado Nacional de las FARC, Raúl Reyes, en una masacre
adelantada por el gobierno colombiano en territorio ecuatoriano, pone de presente el por qué las
FARC han solicitado –yo diría que exigido- un territorio despejado como Pradera y Florida para
acordar la entrega de prisioneros de parte y parte –gobierno y guerrilla-, que se ha dado en
llamar en Colombia como ‘Intercambio Humanitario’.

Allende La Paz

Porque una oligarquía sanguinaria como la colombiana carece de toda credibilidad. Primero
porque es mentirosa. Segundo porque es perversa. Tercero porque siempre trata de ir con
ventaja en cualquier circunstancia. Cuatro por sus mañas mafiosas. Quinto porque es la

165
responsable del Terrorismo de Estado en Colombia.

Por ello, cuánta razón le cabía –y le cabe, porque lo que dijo quedará grabado para la posteridad-
el comandante guerrillero Raúl Reyes cuando fustigaba al narco-paramilitar presidente Álvaro
Uribe Vélez y decía el 31 de octubre de 2004: “Las FARC no aceptan ningún otro tipo de
conversación con el gobierno del señor (Álvaro) Uribe Vélez. Fuera de la zona desmilitarizada no
acepta conversación con el gobierno del señor Uribe Vélez, porque no confiamos en él ni en sus
funcionarios, porque es un gobierno que está comprometido con la guerra y no tiene ningún
interés distinto a ese".

Es precisamente el por qué de esta falta de confianza la que ha evidenciado el régimen narco-
paramilitar colombiano de Uribe Vélez al adelantar su asesinato violando la soberanía nacional de
un país hermano. Acción que ha dejado perpleja a la comunidad internacional toda vez que ha
internacionalizado el conflicto interno colombiano con los países hermanos de Ecuador y
Venezuela. Acción que igualmente ha conducido a la condena enérgica por parte de Argentina,
Chile, Italia y Nicaragua. Y ha producido pronunciamientos de Francia.

El mundo está consternado por el hecho criminal de Uribe Vélez. Precisamente en momentos en
que la comunidad internacional estaba adelantando sus buenos oficios en búsqueda de acuerdos
que permitieran el Intercambio Humanitario.

El asesinato de Raúl Reyes ha producido una crisis nunca vista en las relaciones de Colombia con
los países hermanos Venezuela y Ecuador. El presidente de la República Bolivariana de
Venezuela, Hugo Chávez, ordenó desocupar toda la embajada en Bogotá y la movilización de 10
batallones hacia la zona de frontera, en tanto el presidente de Ecuador, Rafael Correa, expulsaba
al embajador colombiano en Venezuela y ordenaba militarizar la frontera.

Así las cosas, cualquier pretexto podrá ser esgrimido por el gobierno colombiano para desatar una
guerra con los países hermanos que le permita alcanzar la solución de los problemas internos que
tiene Colombia. Escándalos de narco-para-política de los partidos uribistas, del liberal y del
conservador, que ponen en evidencia la total connivencia de la llamada ‘clase política’ con el
narco-paramilitarismo, verdadero engendro oligárquico que le ha permitido adelantar el
Terrorismo de Estado con que ha masacrado casi 100 mil colombianos.

Que le permiten a las Fuerzas Militares y de Policía ‘lavarse’ la cara tras los recientes escándalos.
Masacres de Guaitairilla y Jamundí, en donde se dieron plomo entre ellos para proteger a capos
del narco-paramilitarismo y negocios de drogas. Torturas y prácticas sodomitas en el
entrenamiento de los soldados. Asesinatos llevados a cabo por los militares a nombre de los
narco-paramilitares, y las crecientes denuncias del comprometimiento de los militares y policías
con los narco-paramilitares y los alijos de cocaína enviados a otros países del orbe.

Los amantes de la Paz en el mundo estamos advertidos de los intentos de los gobiernos de
Colombia y Estados Unidos para desatar una guerra en la subregión. Para evitarlo tenemos que
adelantar acciones tendientes a:

1.Reconocimiento de beligerancia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército


del Pueblo, toda vez que es la única que cuenta con la suficiente credibilidad ante la comunidad
internacional y con la suficiente vocación de paz para parar la guerra con los países hermanos y
en su propio país.

2. Apertura de legaciones de las FARC-EP en los países que han mostrado su preocupación por la
situación colombiana, Venezuela, Ecuador, Cuba, Brasil, Argentina, Nicaragua, Francia, Suiza,
Suecia.

3. Concretar el Intercambio Humanitario exigiéndole al gobierno de Uribe Vélez el despeje de los


municipios del departamento del Valle del Cauca, Pradera y Florida. En este momento no es
posible hablar de entregas unilaterales ya que las FARC hizo gestos de entregas unilaterales que

166
fueron respondidas con la guerra mediante el masacramiento de 20 de sus unidades, entre ellos
el Comandante Raúl Reyes y el canta-autor guerrillero Julián Conrado.

4. Solicitarle a las FARC-EP que continúe y haga evidente nuevamente su plena disposición para
diálogos para el Intercambio y posteriormente para lograr la Paz en Colombia.

5. Iniciar de inmediato la conformación del bloque de países amigos que adelantarán tareas
tendientes a lograr que en el plazo más cercano posible se produzcan Diálogos de Paz entre
Colombia, Ecuador y Venezuela a lo externo, los cuales deben conllevar a Diálogos de Paz en
Colombia para alcanzar la solución política definitiva de las causas que han originado el Conflicto
armado, político, económico y social que vive Colombia.

Estos cinco puntos son fundamentales para el avance de una solución pacífica no solamente con
los países hermanos de Ecuador y Venezuela, sino para parar la guerra fratricida en Colombia.

Las FARC y la paz de Colombia


Marco Palacios Rozo :

Con la serenidad de la distancia, el ex Rector de la Universidad Nacional y miembro de


Razón Pública analiza la historia de las Farc, su situación actual y las claves del conflicto
colombiano.

Artículo Publicado en Letras Libres: www.letraslibres.com (1)

1. Del conflicto colombiano

Las FARC y Colombia interesan crecientemente a la opinión pública mexicana, así sea
porque cuatro de los veinticinco muertos en el reciente bombardeo al campamento de Raúl
Reyes en territorio ecuatoriano eran ciudadanos mexicanos, y mexicana una de las dos
jóvenes sobrevivientes. Según una reciente encuesta Mitofsky, “los dos únicos países que
en este momento tienen una imagen negativa entre los mexicanos son Cuba y Colombia”, y
se atribuye el resultado de Colombia al mencionado bombardeo (Boletín semanal, núm.
262, junio de 2008).

Aunque los recientes reveses de las FARC han sido fenomenales, al no disponer del
cadáver es imposible la autopsia. Aun así vale preguntarse si las FARC llegaron a su final y
si Colombia marcha hacia una paz duradera.

167
Reconociendo el poder de la inercia, nos aventuramos a decir que puede haber FARC para
rato. Qué tanto, dependerá, como en el ajedrez, de los movimientos que hagan los
contendientes. Si el gobierno y la guerrilla siguen en lo mismo, en el maximalismo militar,
entonces todavía correrá mucha sangre. Pero la solución negociada, que puede ser la más
racional, no es nada fácil: está interferida por ideologías, intereses creados en la guerra,
oportunismos políticos, pasiones arraigadas y nociones decimonónicas del honor.

Para empezar, cuatro datos. 1. Las FARC están tan lejos de capturar el poder del Estado
como hace 44 años, cuando se organizaron en guerrilla móvil para hacer una revolución
agraria. 2. Con todo y lo debilitadas, las FARC están igualmente lejos de ser el pequeño
grupo de “autodefensas campesinas” que retrocedió en la Operación Marquetalia de 1964.
Se dice que hace cuatro años tenían diecisiete mil combatientes y hoy doce mil; este era el
pie de fuerza de los insurgentes comunistas en Vietnam del Sur en 1961. 3. El revés militar
más serio propinado por las FARC ocurrió en noviembre de 1998, antes del Caguán y del
Plan Colombia, con la toma de Mitú. Llevan más de diez años sin asestar los golpes
demoledores de 1995-1997. 4. El ejército nacional ha sido reconstruido en un proceso lento
desde mediados de la década de 1980 y lleva diez años con la moral alta.

¿Cómo puede soportar un Estado moderno medio siglo de insurgencia armada? ¿Por qué
las FARC han crecido tanto? Aparte de otras formaciones guerrilleras, de las cuales sólo
permanecen activas las FARC y el Ejército de Liberación Nacional, desde la década de
1960 pululan organizaciones locales de paramilitares de derecha que tuvieron
reconocimiento legal de 1965 a 1989. En la década de 1980 estos grupos, ligados al
narcotráfico y operacionalmente aliados de la Fuerza Pública, “copiaron” los esquemas
organizacionales de las guerrillas, crecieron vertiginosamente y trataron de maniobrar a
escala más nacional que local conforme a principios de contrainsurgencia.

Estas bandas confederadas pactaron con el gobierno de Uribe su desmovilización y, entre


2003 y 2006, negociaron la cuasi impunidad de una Ley de Justicia y Paz. Inclusive se
argumenta que la reciente extradición a Estados Unidos de trece capos paramilitares es una
forma de evadir los delitos de lesa humanidad que confesaron.

La conexión del narcotráfico con este tipo de organizaciones, a partir de los años ochenta,
explica la escalada del conflicto: población desplazada, aumento de asesinatos, masacres,
desapariciones, torturas, lesiones personales, secuestros, destrucción de propiedad pública y
privada. Desde el punto de vista de los derechos humanos, Colombia ha sido una catástrofe
con altibajos. Las FARC no siempre han sido el principal perpetrador, aunque sí el más
constante.

168
Esta violencia no debe confundirse con los homicidios urbanos del periodo, que
significaron alrededor del noventa por ciento de las muertes violentas y que comenzaron a
ceder hacia 1993 en Bogotá y unos años después en todas las grandes ciudades. En cuanto a
muertes violentas, la cuota del conflicto armado colombiano es equiparable a la de los
accidentes de tráfico. Pero su capacidad de corromper la democracia electoral y destruir el
tejido social ha sido abrumadora. Pensemos en los tres millones de colombianos
“desplazados internos”.

2. El hábitat de las FARC

Con medio siglo de existencia, lo indeleble de las FARC es el origen campesino y el


agrarismo nutrido en las movilizaciones de las décadas de 1920 y 1930. Es un lugar común
decir que las FARC son parte del paisaje de las colonizaciones; y las que nos conciernen
resultaron del aumento de población y la concentración de la tierra. Si de moverse como
pez en el agua campesina se trata, los estrategas de las FARC encontraron un enorme
potencial en colonos pobres de los nueve frentes de frontera interior de la segunda mitad
del siglo XX, en los cuales se abrieron a la producción unos cuatro millones de hectáreas.

No en vano la respuesta inicial a la Operación Marquetalia fue el “programa agrario de los


guerrilleros”, proclamado el 20 de julio de 1964; propuesta elemental y radical, plausible en
uno de los países de mayor inequidad en la tenencia de la tierra.

La afinidad de la organización guerrillera y los colonos es verosímil y profunda.


Aclaremos: antes de la economía de la coca, el nexo era esporádico y ocurría en territorios
dispersos. Pero la trasformación de Colombia, de país de tránsito de estupefacientes a país
productor de hoja de coca, y la formación de un amplio campesinado trashumante que tuvo
en la coca su segunda oportunidad creó, a partir de la década de 1980 y sobre todo en la
siguiente, una de las más sólidas estructuras de oportunidad para el crecimiento de las
FARC.

Este proceso no fue ni automático ni sencillo. Las colonizaciones no inventan un orden


social nuevo; reproducen el existente pero en un vacío político y de autoridad. En la base
emergen antagonismos entre los intereses de los empresarios de frontera y las necesidades
de diferentes estratos campesinos. Crear y sostener un orden viable en una frontera
hobbesiana no es cosa de aprendices. Las FARC han crecido militarmente y se han
devaluado políticamente en el aprendizaje. Aportan al orden social de las zonas de frontera
cocalera la organización del mercado, el respeto a reglas básicas de convivencia social
jerarquizada y el “poder que nace del fusil”. Es un orden siempre frágil, negociable, tan
inestable y precario como el que allí logra construir el Estado nacional. Las políticas de

169
erradicación, financiadas por el Plan Colombia, y en particular las de dispersión aérea de
glifosato, dispararon el número de localidades productoras y con ellas el de los frentes de
las FARC.

La historia de cómo “administrar” al menor costo político una zona de colonos no se ha


escrito y aguarda a los historiadores, porque allí yace otra clave para entender de qué fibras
está hecha la organización de Tirofijo.

Entre más administración, menos revolución. Es contradictorio que una guerrilla


revolucionaria apuntale un orden clasista agrario y un tipo de economía tan capitalista
como el narcotráfico. Cuando tuvieron que operar en una frontera menos reciente y con un
potencial de lucha de clases, como en la del Urabá, la lucha de clases degeneró en una
guerra contra una organización rival, primero por la supremacía sobre el sindicato de los
trabajadores y luego por el control territorial. Entonces, ¿cuál es la identidad revolucionaria
de las FARC?

3. Las FARC, comunistas de campamento

Aún no se han precisado del todo las relaciones entre las FARC y el Partido Comunista
Colombiano (PCC). ¿Emergieron como su “brazo armado”, conforme al principio leninista
de “combinar todas las formas de lucha”? ¿Recibieron la orientación ideológica y política
de los países del campo soviético y el paraguas propagandístico del partido, de su pequeña
prensa y sus múltiples “frentes” sindicales, estudiantiles, femeninos y de “personalidades
democráticas”?

En cualquier caso, el colapso del comunismo soviético las afectó profundamente: las aisló
del mundo. La ideología soviética dejó de ser una guía más o menos infalible: ¿sería
Gorvachov un agente de la CIA? Ese tipo de paranoias surgió monte adentro precisamente
cuando se fortalecía el aparato militar fariano [de las FAR(C), Fuerzas Armadas
Revolucionarias (de Colombia)] y se debilitaba más, si cabe, el históricamente débil Partido
Comunista. Es más: a la total independencia política y organizacional de las FARC había
contribuido la “apertura democrática” del gobierno de Belisario Betancur (1982-86) y los
diálogos de paz que llevaron a los Acuerdos de la Uribe del 28 de marzo de 1984 y al
consiguiente protagonismo de las FARC, ahora sin la tutela del PCC pero como aliado en la
nueva organización que marcaría su ingreso a la vida política legal: la Unión Patriótica
(UP).

170
Desde sus orígenes las FARC cargan con una lista de los muchos enemigos y pocos amigos
del PCC. En una izquierda que, quizá por su debilidad política, exagera los gestos
ideológicos, es natural que las FARC, al surgir como un subproducto de la Guerra Fría,
tuvieran por enemigos a los maoístas de guerra popular y a los maoístas legales; a los
foquistas [del “foco guerrillero”], que hicieron la caricatura de las “autodefensas
campesinas” a cargo de Régis Debray en Revolución en la revolución.

De allí los enfrentamientos, a veces sangrientos, con el ELN y el Ejército Popular de


Liberación y las fuertes descalificaciones a las guerrillas que se avinieron a negociar una
salida política, en particular el M-19. El distanciamiento de Cuba, abierto durante la
Tricontinental de La Habana en 1967, aumentó con el repudio a la vía insurreccional que
hiciera Castro en mayo de 1998 en una reunión de la OMC en Ginebra.

Como las inercias políticas suelen ser poderosas, la única organización de izquierda que
hoy quiere prestar sus oficios bona fide para un posible arreglo político con las FARC es el
PCC. En la coalición de centroizquierda del Polo Democrático son mayoría, a veces
silenciosa, los que resienten el lastre que representan las FARC para el avance de la causa
popular y el pretexto que dan al presidente Uribe.

4. Los problemas del crecimiento

Las FARC no han sido una guerrilla a la moda, ni Tirofijo un guerrillero de afiche.
Cualquier análisis semiológico posmodernista caería en el vacío. Para los farianos, como
para Yves Saint Laurent, las modas pasan cada año, pero el estilo queda. El estilo
campesino de las FARC, ajeno a los romanticismos, se mantiene con la tenacidad, la
autosuficiencia, el patriarcalismo y el pragmatismo como valores centrales.

Por eso no debe extrañar que, entre las nuevas generaciones de la Colombia urbana, los
farianos sean vistos con desdén e ironía por su arrogancia y su violencia prolija y sombría.

Si ideología y organización pueden ser nociones aptas para desentrañar el estilo de las
FARC, la ideología marxistaleninista se limita aquí a catecismos deterministas y
teleológicos. Se expresan en un lenguaje marxista básico que predice el triunfo inevitable
de la revolución. Pero lo que importa es la ideología organizacional que brinda a sus
miembros herramientas racionales para comportarse dentro de la guerrilla y para analizar
concretamente el entorno en que se mueven.

171
Conviene recordar las fases de la “construcción del socialismo”, según mofa de los
comunistas checos. La primera es la de los problemas del crecimiento; la segunda, la del
crecimiento de los problemas. Las FARC como guerrilla institucional, al igual que las
burocracias del socialismo, sobreaguan en el remolino de las dos fases.

Al finalizar la década de 1970, las tres guerrillas creadas en la década de 1960, el ELN, las
FARC y el EPL, no sumaban mil combatientes. Más que en la movilidad constante recetada
por el Che, estaban en estado de hibernación. ¿Qué las despertó y puso en movimiento? En
el frente político, los “procesos de paz”, la ola de las transiciones a la democracia. En el
organizacional, el narcotráfico globalizado.

Veamos primero los problemas del crecimiento.

Los diálogos les dieron personalidad política, tribuna, un discurso de confrontación con el
Estado. Con interrupciones, las políticas de diálogo y paz cubrieron de agosto de 1982 a
enero de 2002, veinte años que dejaron un saldo de varios miles de guerrilleros
desmovilizados y muchos líderes reintegrados a la vida política legal, además de otros
asesinados. Sólo quedaron en los teatros de operaciones las FARC y un débil ELN.

Los buenos auspicios de los Acuerdos de la Uribe dieron al traste cuando la organización
que les daría sustancia, la up, fue diezmada. Esta es una historia confusa en la que, además
de la guerrilla, cruzaron fuego militares, paramilitares y narcotraficantes, y así, en 1990, las
FARC tuvieron un nuevo agravio. Incapaces de practicar la autocrítica, al menos en
público, jamás repasaron los errores y equívocos que dieron lugar a que se llegara a
semejante resultado.

Lo cierto es que no se avinieron a la paz con la nueva Constitución de 1991. Luego, en


septiembre de 1998, en entrevista con Patricio Echegaray, secretario general del Partido
Comunista Argentino, Marulanda comentó sobre las negociaciones con Pastrana: “Nosotros
vamos a hacer el acuerdo, pero las armas tienen que ser la garantía de lo que se va a
acordar; desde el momento que desaparezcan las armas, puede desaparecer el acuerdo, y ahí
ya no hay nada que hacer.”

Según la metáfora maoísta “el poder nace del fusil” y esto debe interpretarse, como lo hace
Marulanda, en el sentido de la autosuficiencia. Pero mientras con Mao, conforme a la
ortodoxia leninista, el partido asume la conducción de la guerrilla, después de 1982 las

172
FARC, autosuficientes por las armas, crearon su “partido” y los ancilares: las milicias
bolivarianas y el “movimiento bolivariano”. Esta militarización rememora el guerrillerismo
cubano de los años sesenta.

Adentrados en aquel territorio se toparon con el icono de Bolívar que, junto a Martí, había
presidido las deliberaciones de la Tricontinental, para ellos de ingrato recuerdo. En Bolívar
encontraron una veta para la “colombianización” de la ideología marxistaleninista.
Inventaron, como Chávez, un Bolívar padre del antiimperialismo, traicionado por las clases
semifeudales oportunistas y antinacionales que sucumbieron a los privilegios que les
garantizaba el Imperio Británico. Bolívar, caraqueño, aristócrata y populista, del que Marx
escribiera una que otra verdad, ascendía al altar fariano de Marx y Lenin.

En cuanto al narcotráfico, en un proceso que tomó años, este les multiplicó los recursos
financieros para montar la infraestructura armada, negociar lealtades, expandirse
territorialmente; para “desdoblar frentes” guerrilleros, como diagnosticó Jacobo Arenas, un
cuadro comunista de origen sindical que llegó a ser el principal ideólogo de la
organización. Las narrativas sobre cómo se “desdobla” un frente guerrillero refieren algo
así como una clonación, inquietante por mecánica y rutinaria.

Pudieron intercambiar la línea de masas por el manejo clientelar de las redes que empiezan
con los cultivos ilegales y siguen la cadena de valor de la cocaína, control que requiere el
dominio de territorios y sus corredores de conexión. En la economía de la droga, las FARC
están más cerca del cocalero que del consumidor gringo o europeo; esto a diferencia de los
paramilitares y narcotraficantes, que están más cerca del consumidor que del cultivador. Y
las ganancias del negocio crecen a medida que se acorta la distancia con el consumidor. Sin
duda que las FARC trafican, pero nunca en la escala de los paramilitares y los
narcotraficantes. No han tenido la protección política regional y nacional de estos últimos.
No han entendido el asunto de las legitimidades fragmentadas que permiten a narcos y
paramilitares legitimarse en unos círculos de poder inaccesibles para la guerrilla.

Si bien no son tan importantes en la economía de las drogas, no habrían podido


“desdoblarse” sin esa base. El retroceso abruma. En la década de 1930, los comunistas
dirigieron la lucha de clases en las haciendas de café contra el entable clasista cafetalero.
En 1995-96 las FARC organizan el movimiento cocalero contra el Estado para apuntalar el
entable clasista del narcotráfico.

No son ciertamente las zonas de colonización los puntos para llevar la guerra a las
ciudades, según el canon de la guerra popular. Están muy alejadas. Habría que tomarse “el
país del medio” y ese país, si alguna vez estuvo en vilo, ahora apoya abrumadoramente al
Estado colombiano.

173
Pasemos al crecimiento de los problemas.

El desdoblamiento de frentes y el reclutamiento sobre la marcha crearon embrollos. Se hizo


difícil el manejo de los flujos de información; aumentaron los riesgos de deserciones, de ser
penetrados por agentes del Estado, de perder territorios ante organizaciones rivales.
Surgieron los “excesos” en los secuestros y asesinatos, en la toma de pueblos sin respeto
por los pobladores, gentes de las más pobres y desvalidas del país. Y en los desórdenes de
los fuegos cruzados aparecieron agentes de la violencia oportunista que los desfalcaron o
los hicieron responsables de actos que jamás perpetraron. Por todo esto pagarían un alto
costo político.

Atentos a los árboles, no vieron el bosque y se hicieron impermeables a las nuevas


sensibilidades nacionales. Acampados en los años sesenta, creen que “la opinión pública no
existe” o que no se han abierto opciones democráticas en el juego político. Están
despistados frente a los nuevos criterios de legitimidad política y no entienden que muchas
de sus acciones son repudiadas en las ciudades, en las “islas de legitimidad”, contrapuestas
a las “zonas de poderes fácticos” que les son tan familiares.

Al abusar con el “negociar en medio de la guerra” socavaron la credibilidad del proceso, en


un país que estuvo dispuesto a apoyar su ingreso honorable a la legalidad política, como lo
hiciera con el M-19, el EPL y otras organizaciones menores. Al no entender el juego
limitado pero favorable que les ofreció Pastrana, al aislarse de las fuerzas políticas
nacionales, al creer sus propios cuentos, perdieron la poca legitimidad y aun simpatía
urbanas que les restaba.

Pastrana les pagó en especie. Negoció el Plan Colombia con el principio de unir las dos
guerras –contra las guerrillas y contra el narcotráfico– y dio pasos acelerados en la
modernización de la Fuerza Pública, en particular la aviación.

Luego vino el 11 de septiembre, el inevitable fin de la zona del Caguán y la legitimación


definitiva del Plan Colombia como un modelo contrainsurgente. Aunque los flujos de
cocaína de Colombia no se abaten, lo que ahora interesa a Washington es la mano dura de
Uribe contra las guerrillas, que, se supone, son la base del narcotráfico. La pregunta obvia
es por qué, si las FARC se han debilitado tanto, no disminuye el quantum de las
exportaciones de cocaína.

En las ciudades el establecimiento se ha ganado las mentes y corazones de las mayorías.


Sin embargo, carente de contenido económico y social, el plan militar de Uribe no ha

174
conseguido lo mismo en las localidades que sirven de retaguardia a las FARC. Allí
acampan en la línea del muerde y corre.

5. Por la paz

Sobre el deterioro de la democracia, agravado por los escándalos de la parapolítica que


tienen en la cárcel a unos treinta congresistas de la bancada uribista, se monta la campaña
para el tercer mandato de Uribe. Punto central son las FARC. Bien sea que amanezcan
derrotadas, como Sendero Luminoso, posibilidad remota, o que permanezcan en su
repliegue profundo, Uribe las usará para cambiar las reglas de juego una vez más, porque la
mano dura es necesaria.

Pensar la paz de Colombia lleva a dialogar con las FARC. Decirles que el mundo cambió.
Que sin ellas, por ejemplo, sería menos arduo luchar por la reforma agraria. Decirles que
apliquen todas las normas del derecho humanitario, construyan una nueva oportunidad y
dejen de ser el pretexto de la derecha autoritaria y mesiánica en Colombia y en el mundo.

Desmovilizaciones y rearme
OPINION

Ojo con los mandos medios de las Farc


Se están desmovilizando más guerrilleros con mando y
con experiencia. El gobierno debe cuidar que no regresen
a la guerra y puede hacer que contribuyan a que el
Estado conozca mejor a su organización.
Por Por Gerson Iván Arias*
Fecha: 05/12/2008 -
En los cuatro primeros meses de este año, 129 mandos medios de las Farc y 14 del Eln se
desmovilizaron. Estas desmovilizaciones de personas que llevaban en la guerra diez años o
más han venido aumentando rápidamente. Sólo las ocurridas este año constituyen la tercera
parte del total desde 2003. Los comandantes con trayectoria no hacen la mayoría de los
desmovilizados, pues apenas son el 13 por ciento del total de 965 desmovilizados de las
Farc entre enero y abril de 2008. No obstante, representan un enorme activo para la
construcción de paz en Colombia y merecen mayor atención del gobierno, sobre todo
porque se requieren medidas eficaces que impidan su retorno a la ilegalidad.

Su valor estratégico no se puede despreciar. Tal como lo señaló la Fundación Ideas para la
Paz en el análisis “La franja invisible” publicado en 2005, los mandos medios son el
soporte, pero por lo mismo, el punto más vulnerable de los grupos armados ilegales. En el
caso de las Farc, están ubicados en los niveles “administrativos”, que van desde la

175
supervisión del personal de base (comandante de guerrilla) hasta quienes responden ante el
Secretariado (miembro del Estado Mayor o jefatura de un frente).

Son quienes tienen el dominio del territorio, establecen las relaciones con la población y
quienes regulan la vida de la tropa, es decir, organizan los campamentos, dirimen disputas,
atienden quejas y, sobre todo, mantienen la disciplina y la moral. Y algo más, son difíciles
de sustituir.

Bajo la nueva política gubernamental adoptada desde finales de 2006 la ruta de


reintegración para estas personas implica dos fases. Un periodo inicial a cargo del
Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado (PADH) del Ministerio de Defensa, y
otro más largo a cargo de la Alta Consejería para la Reintegración (ACR).

El Ministerio de Defensa debe garantizar que, una vez desmovilizados, estos mandos
medios estén protegidos, accedan a unas condiciones mínimas de vida y confíen en las
instituciones. Ese es el mejor mensaje para incentivar nuevas desmovilizaciones. El
gobierno está intentando superar los obstáculos para lograr desmovilizaciones exitosas,
pero quedan aún tareas pendientes.

Hoy, según la directiva 16 de julio de 2007, el Ministerio de Defensa paga a los


desmovilizados bonificaciones económicas si entregan información, material de guerra,
intendencia o comunicaciones. Pero es prioritario implementar mecanismos formales para
que el Estado no utilice el conocimiento de los mandos medios únicamente en cuestiones
del orden táctico-militar, y pueda ser mejor aprovechado en el terreno de lo estratégico. Es
decir, además de utilizar su información en operaciones militares, los mandos medios son
una fuente importante para entender el pensamiento de las Farc, sus capacidades de
adaptación y sus verdaderas vulnerabilidades.

No es suficiente anunciar los logros por el creciente número de desmovilizados. Es


necesario además hacerlos sostenibles, y aprovecharlos estratégicamente para conseguir el
debilitamiento de la organización armada.

La creación de la Consejería de Reintegración sin duda respondió a la evidente necesidad


de estructurar una política pública de reintegración y un programa correspondiente a la
magnitud del problema (47.213 desmovilizados a 30 de abril de 2008). Pero el hecho de
que se estén desmovilizando más mandos medios de los grupos guerrilleros es una buena
oportunidad para replantearse la validez de tener un mismo programa que atienda tanto a
desmovilizados individuales como a los colectivos, fruto estos últimos de procesos de
negociación.

Los desmovilizados de las Farc y del Eln de alto rango vienen de un grupo armado ilegal
aún activo y deberían ser atendidos por un programa que incluya incentivos que aumenten
la desvinculación del grupo. La difícil decisión de salirse del grupo armado, que bien pudo
costarles la vida, no estuvo mediada por una orden desde arriba como sí pasó con los
bloques paramilitares. Y conseguir que otros mandos medios la tomen, implica que el
Estado desarrolle un programa integral moldeado específicamente para garantizarles no

176
sólo su seguridad, sino que le den la certeza al Estado que no se van a devolver a la guerra.
Es una tarea quizás menos vistosa políticamente hablando, pero indispensable.

*Coordinador del área de conflicto y negociaciones de paz, de la Fundación Ideas para la


Paz, un centro de pensamiento independiente con sede en Bogotá, apoyado por el sector
empresarial, cuya misión es contribuir con ideas y propuestas a la superación del conflicto
en Colombia.

Farc: del limbo al infierno


Por: Cristina de la Torre
ACASO POR TRATARSE DE UNA MUJER, y madre, la impiedad de Karina inspira más
desprecio que la del guerrillero que mata a traición y, para cobrar recompensa, cercena la
mano del amigo.

Destinada por la Biblia a parir y no a segar la vida, no le perdona la sociedad a ella sus
crueldades. Pero tanta severidad no responde sólo a que esta mujer encarna el reverso del
ideal femenino en nuestra cultura cristiana-patriarcal, sino a la monstruosidad de sus actos.
Díganlo, si no, los asesinatos y masacres que se le atribuyen. Como el fusilamiento gratuito
de Jaime Jaramillo, hijo del Comisionado de Paz de Antioquia, por hombres al mando de
Karina en marzo de 2002.

Una entre miles de barbaridades perpetradas por ambos bandos en esta guerra. The
Economist le asigna a Colombia el más elevado índice de violencia en América Latina y el
puesto 130 entre 140 países en el mundo. A pesar de la seguridad democrática.

O quizá como secuela de ella, según lo sugiere (a otro nivel, claro) la rudeza del lenguaje
del ministro Palacio hacia supuestos conspiradores que complotan contra el Presidente, su
política y su gobierno. Guerrilleros, narcos, políticos de la vieja guardia y “extremistas de
izquierda”, todos a una y en el mismo saco, atentarían contra la democracia. Tono de
McArthur en la ominosa década de los 50 en EE.UU. y de los dictadores del continente por
las mismas calendas, que movería a risa si no fuera porque hoy en Colombia, sindicaciones
de esa laya formuladas desde el poder pueden significar la muerte. Modérese el Ministro,
no sea que la intemperancia de su defensa en el yidisgate desdore los avances en la lucha
contra las Farc.

Salvadas las pendencias del Gobierno y el revanchismo de una sociedad que conspira
contra la mujer, Karina simboliza la sima de la degradación de la guerrilla. No nació la
insurgencia para ejecutar inocentes, ni para asaltar poblados inermes, ni para secuestrar, ni
para traficar con drogas. Marulanda echó para el monte, joven aún, para vengar el asesinato
de su familia en épocas de la violencia. Con el bombardeo de Marquetalia, El Pato y
Guayabero, pasó de guerrillero liberal a comunista y su proyecto fue entonces, como en el

177
resto del subcontinente, el derrocamiento de un poder que perpetuaba inequidades
intolerables y una democracia de mentirijillas. Corrían los tiempos de la guerra fría.

China, la Unión Soviética, Cuba, sembraron guerrillas por doquier y los ejércitos hicieron
guerra de contrainsurgencia. En vez de contienda atómica, las grandes potencias se
disputaron el mundo en patio ajeno, a manera de conflictos de baja intensidad. Guerrillas
comunistas sólo sobrevivieron en Colombia, único país donde no fructificó una reforma
agraria.

Abandonaban aquí los estudiantes las aulas y muchos campesinos su parcela para empuñar
las armas. Pero la revolución se volvió religión. Dos géneros de intolerancia convergieron
para cerrarle toda opción a la izquierda legal: la terquedad de una oligarquía hirsuta
petrificada en la Colonia y el totalitarismo de Moscú, Pekín y La Habana, que importamos
como obsesión por la lucha armada. La derecha pudo así monopolizar todo el campo de la
política. Hasta cuando la guerrilla urbana, el M-19, se desmovilizó, en 1990 y se integró a
una izquierda democrática que abre futuro: el Polo.

Karina es el epílogo melancólico de una guerrilla que sucumbió después al narcotráfico, la


guerra sucia y un espíritu belicista que todo lo contagió. Esta semana, el Presidente mismo
instaba a la jefa del Congreso dizque a ponerse las charreteras y dar garrocha. Como si no
bastara con las karinas y sus hombres para inundar de lágrimas a este pobre país.

• Cristina de la Torre

Estatus de Beligerancia.

La beligerancia de Chávez
Si logra sus propósitos, compromete la soberanía del Estado colombiano.

Como presidente electo, el inefable coronel dijo que Venezuela sería neutral frente al
nacional" que puede "mantener a los prisioneros por el tiempo que sea necesario". A pesar
de ello, que se sepa, ningún Estado, Jefe de Gobierno o Cancillería, con la excepción de
nuestro vecino, ha considerado la posibilidad de darles ese carácter sencillamente porque
no reúnen las llamadas condiciones objetivas para lograrlo. No pueden alegar control sobre
parte del territorio porque donde sientan sus reales es tierra de nadie en la que, por tratarse
de selva inhóspita, el Estado no ha ejercido permanente y efectivo control. Es territorio que
la guerrilla no conquistó militarmente. Lo ocupó para llenar un vacío. No ejercen autoridad
frente a una población porque el territorio de que hablamos no lo habita nadie. Las Farc no
son, por ello, gobierno local de facto, como se exige para tener la condición de beligerante.
Tampoco hacen la guerra de acuerdo con las leyes y usos de la guerra que desde 1949 se
codificaron en los convenios de Ginebra y sus Protocolos de conflicto colombiano. Agregó
que para "lograr la paz y la seguridad en la frontera", si era necesario, negociaría
directamente con la guerrilla y ofrecería asilo a los miembros de la fuerza pública y
subversivos que se desmovilizaran. Lo repitió una vez posesionado. Como allá y aquí

178
muchos advirtieron que con tales pronunciamientos se podía estar reconociendo a las Farc
como fuerza beligerante, guardó silencio, que ahora rompe por razones políticas y
estratégicas.

Las Farc pretenden la beligerancia porque creen ser "un estado en formación dentro del
Estado", "otro gobierno dentro del Gobierno" y "autoridad en una gran parte del territorio
1977 (Derecho Internacional Humanitario). Para poder decir lo contrario, Chávez pide que
no se les califique como terroristas.

Si tienen real voluntad de paz, ¿para qué solicitan las Farc la beligerancia? Si lo que
quieren es negociar las condiciones de su reinserción a la vida civil y el establecimiento del
orden político, económico y social que recoja las aspiraciones suyas que se hayan acordado
con el Gobierno, no la necesitan porque, para esos efectos, han tenido el estatus político que
siempre les ha sido reconocido. La piden porque saben que las colocaría en la antesala del
poder.

Chávez la reclama porque el reconocimiento que de ella se haga le permite oficializar la


cercanía que tiene con las Farc y brindarles el respaldo que considera necesitan. Podría
declararse neutral y dar el mismo trato al gobierno legítimo y al de facto, que sería el de
una organización que gracias a la beligerancia se volvería sujeto de derecho internacional.
Mantendría relaciones cuasi diplomáticas con ella porque su proyecto político, según él,
Venezuela respeta y los esfuerzos que realiza deben contar con su apoyo. Las Farc serían
aliado importante en los planes expansionistas de Chávez: la resurrección de la Gran
Colombia.

Hay que valorar bien la actitud inamistosa y provocadora del coronel Chávez: si logra sus
propósitos, compromete la soberanía del Estado colombiano y su integridad territorial. Es
equivocado sostener que la beligerancia, por anacrónica, no se ha utilizado últimamente. En
ninguna parte está dicho cada cuánto tiempo debe acudirse a ella. En cualquier momento,
quien tenga interés, puede invocarla y pedir que se aplique. Es lo que están haciendo
Venezuela y Nicaragua.

Lo que Colombia requiere ante la amenaza planteada es poner en marcha inteligente y


activa política exterior. El primer paso lo dio con la gira del presidente Uribe en Europa.
Tiene que trabajar incansablemente por el acuerdo humanitario. También tiene que buscarle
salida política al conflicto interno que vive. Entre otras razones, porque nadie debe verlo
como peligro para la seguridad de la región o del continente.

jcastro@cable.net.co

179

También podría gustarte