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Este poema describe la pobreza y las dificultades de la vida rural en España en la década de 1930. A pesar de la pobreza, el trabajo duro y la incertidumbre, la gente mantiene la esperanza de que las cosas mejorarán, como se refleja en sus caras llenas de esperanza y los niños jugando felices. Aunque la vida es difícil, representada por las madres cargadas y los pechos "averiados", la gente sigue creyendo que no hay mal que por bien no venga.
Descripción original:
GUILLERMO MERCADO BARROSO POETA SOCIALISTA YANAHUARA AREQUIPA
Título original
GUILLERMO MERCADO BARROSO POETA SOCIALISTA YANAHUARA AREQUIPA
Este poema describe la pobreza y las dificultades de la vida rural en España en la década de 1930. A pesar de la pobreza, el trabajo duro y la incertidumbre, la gente mantiene la esperanza de que las cosas mejorarán, como se refleja en sus caras llenas de esperanza y los niños jugando felices. Aunque la vida es difícil, representada por las madres cargadas y los pechos "averiados", la gente sigue creyendo que no hay mal que por bien no venga.
Este poema describe la pobreza y las dificultades de la vida rural en España en la década de 1930. A pesar de la pobreza, el trabajo duro y la incertidumbre, la gente mantiene la esperanza de que las cosas mejorarán, como se refleja en sus caras llenas de esperanza y los niños jugando felices. Aunque la vida es difícil, representada por las madres cargadas y los pechos "averiados", la gente sigue creyendo que no hay mal que por bien no venga.
y la voz traposa, a remiendos de llanto, se arrastra hasta doblar la cuesta del pobre canto obrero; toda la aldea tiembla en sus cntaros, tiembla bajo el temple grave de la guitarra oscura, tierna de miserias. Y las caras comienzan a estirarse de esperanzas, caras de barro humilde, caras de pueblo,
colgadas de los ojos al ms tarde.
En el campo el trabajo a chorros por los brazos del hombre empapa la tierra, las lampas cantando amontonan FUTUROS. No hay pan seguro pero los nios levantan torres de jbilo, corriendo a gritos montados en el viento.
II
Entre los valles maduros se oye en entrada
la torrentera ancha de las madres cargadas de hijos. El pobre no hay mal que por bien no venga, mugriento, hecho jirones, va quedndose prendido en los pechos averiados. Las maanas ebrias de pjaros y frondas tremolan flecadas de sol en los rboles deshojados. No hay mal que por bien no venga hasta los cerros empuan el adagio hecho pedazos.