Está en la página 1de 42
GERARDO HAUPTMANN LOS TEJEDORES EDITORIAL Qucteat Versin castellana de Luis pe Texas Copyright Ly Bomosia, Queresn, 1954 Queda hecho et depésito que marca ta Loy 11.723 Todos los derechos reservados res enero IMPRESO EN LA ARGENTINA — PRINTED IN ARGENTINE Se termin de imprimir el dia 28 de abril do 1954, en los Talleres Gréfivos Editorial Mayo, Callao 395, Buenos Aires Gerardo Hauptmann En Silesia navié Gueanoo HavPrMann en 1862. To- jedoves habfan sido sus antepasados, y la evocacién de sus rebeldias forjaron el “climax”? propicio para modelar su pensamiento, acoreéndolo con decidida simpatia a quienes pugnaban por hallar remedio a los desniveles sociales que, como ta sombra al cuerpo, acompaitaban al afianzamiento det capitalismo in- dustrial en Alemania, Estudioso de Darwin y de Marz en su paso por la universidad, su vocacién li- teraria necesité buscar correspondencia estética a las. doctrinas humanisticas, no tardando en vinew- larse y compartir tos puntos de vista draméticos del grupo de los “naturalistas consecwentes’”, que ha- Bian fundado en Berlin el “Freie Biihne” (Esce- nario Libre), propugnando un arte nuevo que no fuese ajeno a la verdad social de los tiempos presen- tes. AM estrend Antes del alba (1889), su primera obra, suscitando las protestas de wna sociedad que se resistia a admitir esta eruda revelacién escénica de sus injusticias. A ella siguicron La fiesta de la paz (1890), Los solitarios (1891) y Los tejedores (1892), que es su producciin més aguda desde et punto de vista social. Bstas obras, fieles a las premi- sas del naturalismo, fueron un medio para repro- ducir teatratmente la plenitud de In vida real, mas lw posterior crisis estética de aquella corriente al- canzarta al propio Hauptmann, quien a partir de Hannale (1893) y La eaimpana sumergida (1896), se aleja del naturalismo inclindudose al simbolisno- y el impresionismo psicolégico. Murid en 1946, sin que ese abandono postrero de su temética rebelde eclipse la poderosa contribucién de Hauptmann a un movimiento renovador de vaste repercusion ar- tistica, que al intentar el reflejo de lo social inau- gura para el teatro olra etapa de significativo relicve. PERSONAJES ‘Drezisstozr, fabricante. ‘La SeXona pe Drei Preiree, eneargado. (SSIGER. Neumann, cajero. Un Empire. WamxxoLn, preceptor de los hijos de Dreissiger. ‘Tuan, cochero. Bx Pastor Kirrenmavs, La SeSora pe Krereunaus Hae, comisario de policfa. Koursens, gendarme, Werzen, posadero. La Muser ps Wenzet. Awa Watzen, su hija ‘Wieaawn, earpintero. ‘Un Viasanne pe Conencto, ‘Un Aupeano, Un Guarpanosque, Scxaupr, médico, Horst, trapero. ‘Warne, herrero. BauoKer. Mavzicio Jarorr, soldado licenciado. 1» GERARDO HAUPTMANN Et Anveco Baumer. Ta Apvena Baumer. Beers Bauneer, Fao Baaceee, Fritz, hijo de Emma, de cuatro afies de edad. Aveusto Bauatner, Ex Apveto Ansoncx, tejedor y casero, La Musee pe Herwnicrr, tejedora. Bu Anusvo Huse, La Asveta Hise, Gorricis Hise, Livisa, mujer de Gottlielb. Mnaeva, su hi, ‘REIMANN, Horner, ‘Una Termpona, ‘Uw Niko, ‘Teyepores ¥ TETEDORAS La accidn se desarrolia hacia 1840, on Kaschbach, en el Butengo- birge y on Petterwaldan y Laugenbielan, al pie del Eulengsbirge PRIMER AcTO Una vasta lonja, de muros grises, en la fabrica de Dreissiger, en Petterwaldan, Es el lugar a donde los tejedores van a entregar los tejidos ter- minados. A la iequicrda, ventanas sin cortinas. En el fondo, una puerta de vidrieras; a la derecha, otra puerta, también de vidrieras, por la que tejedores, mujeres y nifos, entran 0 salen continuamente. «1 lo largo dé la pored do la derecha, que estd en su mayor parte, como las otras paredes, lena de estantes, se entiende un mostrador, sobre el que los tejedores depositan las piezas que traen. Con arreglo a su orden de Uegada, van a que les examinen sw trabajo, El encargado Prsiver, estd de pie tras una mesa grande, sobre la cual cada tejedor coloca @ su vez la pieza que lleva para someter al examen. Para este examen, Pruwen se sirve de un compas y de una lupa. Una vez vista la pieza por Pyswen, el tejedor ta vuelve a tomar y la pone ex una dalanza, en donde el enspleado comprueba el peso. El mismo em- pleado procede a almacenar en seguida la mercancia aceptada, Ell encargado Prewer, indica cada vez, en alta voz, al cajero NEUMANN, sentado ante una mesa, et salario que se ha de pagar La escena se desarrolla en un dia nublado, de fines de mayo. El reloj seftala las doce. La mayor parte de los obreros presentes permanecen alli como si estuvieran en la barra de un tribunal del que tuviesen que esperar una decisiin que fuera para ellos cuestion de vide o muerte. Todos tienen aspecto abatido, aspects como de mendigos, de miserables que han rododo de hamillacisn en humillacién, y que, teniendo et sentimicnto de no ser més que tolerados, estén habituados a hacerse lo més pequerios pos ble. Todos los rostros Uevan el rudo selio de crueles iniitiles ensuefios. Los hombres se parecen casi todos, bajos de estatura, estrechos de honbras, eatarrosns, con Ia cara pélida y sucin. conidenados al oficio de tejer, que les hace ser patizambos. Sus mujeres son menos tipicas a primera vista, Parecen cnervadas y 2 Geanpo HavreMann agotadas, mientras que los hombres presentan todavia aspecto de una cierta gravedad lamentable. Aquéllas no van cubiertas sino de harapos, mientras que los trajes de los hombres estén, por lo menos remendados. Entre ellas, las jévenes no carecen de gracia: nen una palidez de cera, formas delicadas, ojos gran- des, salientes y melancéticos. Neumann — (Contando el dinero). Restan diez groschen, dos pfennigs. Una TesepoRa — (De treinta afios, extenuada, recoge el dinero con temblona mano). Muchas gracias, Neumann — (Viendo que no s¢ va la mujer). ;Qué hay? 4No es esa su cuenta? Una Trsspora — (Conmovida y suplicante). Adeldnteme usted una vez més algunos pfennigs; ime hacen tanta falta! Neumany —j Ah! [Si fuera uno a considerar las cosas que ne- cesita!... Yo necesitaria algunos cientos de thalers. (Po- niéndose en seguida a pagar a otro tejedor, aiiade secamen- te). En cuestién de adelantos, el que decide es el sefior Dreissiger. Una Tsgnpona — j Pero podré yo ver al seilor Dreissiger? Preier — (Fué tejedor, pero no ha conservado el tipo. Es un hombre orondo, cuidadosamente vestido y afeitado. Es tam- vién un gran aficionado al rapé. Replica bruscamente): Tendria harto que hacer si tuviera que ocuparse de todas esas miserias. Aqui estamos nosotros para eso, (Mide una pieza de tela con su compds y la examina con la lupa). {Se- or, qué corriente de aire! (Se abriga el euello con wn gran paiiuelo de seda). Cerrad la puerta enando entréis. ‘Un Empupano— (En alta voz a Pfeifer). Bs como si se habla- ya con las paredes. Pynwen— Ya esté. Péselo ahora. (EU tejedor pone la pioza de tela en la balanza). Me parece que no sabe usted gran cosa, que digamos, del ofieio. Esto se encuentra lleno de defec- tos; ni siquiera sabe usted urdir la tela. ; Muy bonito! Que sea enhorabnen BancKer — (Acaba de entrar. Es un tejedor joven, ms robusto que sus compafieros, de modales desenvueltos, insolentes casi. Cuando entra, Pfeifer, Neumann y el empleado cam- bian wna mirada de inteligencia). {Rediés, que tiempo de perros. Nos vamos a divertir! Los Traxpores aa Un Trasnvor — (A media voz). Si, pudiera ser que Noviese. Ex Anvzvo Baumerr — (Que ha entreabierto, para entrar, la puerta de la derecha. Detrés de la puerta se ve un grupo compacto de tejedores que espera su turno para entrar en la lonja. El abuelo Baumert avanza, arrastrando los pies, hasta colocarse casi en primer término. Deposita un paquete en el banco cerca de Baecker. Se sienta al lado, y se enjuga el rostro). Da gusto deseansar. Barcxen— Ya lo ereo que da gusto. Més que el recibir los imi- serables groschen de esos. Ev Anvevo Bauneer—jOh! También es bueno recibir los groschen. Buenos dias Baeeker. Barcker — Buenos dias, abuelo Baumert, ‘Todavia va a haber que esperar, amigo. Ux ‘Pesmpor — Si, aqui no reparan mucho en eso. Ya he hecho yo cola dos horas enteras otra vez. Para ellos, un tejedor no es nadi Pretrer—.A ver si os ealliis vosotros, no se entiende uno. Baroxen — (Mas bajo). Ese esté hoy de malas. Prewer— (Al tejedor que tiene enfrente). Ya le he dicho bas- tantes veces, sin embargo, que era menester limpiar esto mejor. Pero usted es muy apitico. Mize, esta hilaza, larga como la mano, y paja, ¥ todas estas suciedades. Runcanw — {No tanto! Ex Expneavo — (Que ha pesado la pieza). No tiene el peso. Premer —Estén lucidos nuestros tejedores: merma en cada pieza entregada. ; Ah! En mis tiempos no hubiera aceptado eso el amo. Pero entonces no stcedia lo que hoy, habia que saber el oficio. Ahora, a la vista esti... Reimann, diez groschen. RewtaNs — Sin embargo, hay derecho a una libra de merma, Preiver —No tengo tiempo. Esté arreglado, 4 Qué es lo que trae usted? Hrmer—(Deposita su pica de tela. Mientras Pfeifer la examina, Heiber se acerca a él y le dice a media voz, pero con emocidn). Perdone usted, sefor Pfeifer; pero si fue- ra un efecto de su bondad, si quisiera usted hacerme el favor, me harfa usted un gran servicio de no deseontar- me esta ver el adelanto, au“ Geeanpo Maurrwann Pruner — (Midiendo la tela y examinindola, responde con un tono de burla). ;Rst bien elegido el momento para pedir- ‘me eso! ; Si al menos me trajese usted labor tm poco limpia! Hewee— (Continuando en el mismo tono). La semana préxima podré arreglarlo todo. Pero esta semana he tenido que hacer «los dias de jornada gratuita... ¥ ademés tengo a mi hija enferma. Prntren— (Dando pesar la pieza). Le digo que lo que me entrega aqui es trabajo echado a perder. (Bzaminando wna nueva pieza). ;¥ esto! ;Demasiado ancho por un lado, de- masiado esireeho por otro! Y ademas, estos hilos de la’ tra- ma, mezelados unos eon otros, o bien flojos. ;¥ ni siquiera sesenta hilos por pulgada! ; Dénde esta lo demas? ; Qué ha hecho usted de ello? ;Qué hace usted de lo que se le da? (Heider contione sus Vigrimas y pormanece consternado, sin atreverse ya a decir nada). Barexer— (En voz baja, @ Bawmert). {Qué animal ton in- mundo! Querrfa tal vez que eomprasemos el hilo nosotros mismos. Una Tesspora — (Que apenas se ha alejudo de la caja, y que de cuando en cuando dirige en torno de ella una mirada desesperada, como para buscar socorro, parece, en fin, to- mar una resolucién heroiea, y se dirige de nuevo swpli- cando al cajero). No podré salir de apuros si no me da us- ted un_peqnefio adelanto... ; Ah, Jestis mio! Pres — Déjenos en paz con sus jeremiadas; y deje a Jesiis tranquilo. ;Cémo si se oeupara’ usted mucho de Jestis, ha- bitualmente! Mejor seré que se ocupe usted més bien de su hombre. No hay medio de hacer a usted adclantos. También nosotros tenemos que rendir euentas. No es dinero nuestro, tenemos que decir lo que hemos hecho de él. Y ademas, enando se eonoce el oficio y se trabaja con temor de Dios, Jamis se necesitan adclantos. ; Estamos? NEUMANN — Es como los tejedores de Bielan. Aunque ganen cuatro veces més, gastan euetro veces mis en divertirse, y todavia hacen deudas. ‘Uwa Trsepona— (Hn voz alta, para poner a todos los presen- tes por testigos). Sin embargo, yo no soy perezosa ; pero ya no puede durar esto. He estado a punto de morirme dos veces. ¥ mi hombre no se tiene de pie; queria curarse; ha estado a ver al brajo de Zerlan, no ha podido hacer nada. No se puede hacer lo imposible; se hace todo lo que se pue- Los Traxpores 16 de, No duermo; hace semanas que no pego los ojos. {Si por encima de todo, no tuviese una enfermedad que me roe los hinesos! Ya no puedo tenerme derecha, (Haciéndose més suplicante). Se 1o ruego, mi buen sefior ; adelanteme usted algunos groschen. Pretren— (Sin parecer oirla siquiera). Fiedler, onee groschen. ‘Una Tesenona—-Nada mas que algunos grosehen, para que pueda comprar pan, El panadero no quiere fiarme mis. Y tenemos tn montén de hijos. Nuvmann — (Al empleado, en voz baja y con tono cémicamen- te grave). Las tejedoras que hilen el lino tienen un chico todos los afios, eon regularidad, todos los aiios. Puede us- ted explicarme esto? ‘Eu Euprmavo — (Con el mismo tono). La tortuga es ciega seis semanas todos los afios, con regularidad, todos Jos afios. {Puede usted explicarme esto? ‘Remann — (Sin tocar el dinero que el cajero acaba de contar- le). Me han dado siempre tres groschen por una pieza. Pretrer — (Le dice desde su puesto). Si no esti usted contento, Reimann, no hay que decir mAs que una palabra, No faltan tejedores tan habiles como usted. Cuando tenga el peso jus- to, se le pagarén otra vez trece groschen. Remax — Habria que probarme que no esta el peso justo. Pruner —Traiga usted una pieza bien tejida, reeibirs eomple- to su salario, Rmmann — z¥ acaso ésta no esta bien? ¢En dénde ve usted tantos defectos! Preven — (Que ha empezado a examinar otra piesa). Quien teje bien, vive bien; quien teje mal, vive mal. Hemxr— (Se ha quedado cerea de Pfeifer, para esperar un instante favorable. Ha sonreido a la réplica de Pfeifer, y se acerca entonces a A, y Te habla en el mismo tono que Ta primera vez). Sefior Pfeifer: si fuese un efecto de su bon- dad, si quisiera usted ser bastante bueno para no deseon- tarme mi adelanto hoy; por que ya ve usted, desde la Cua- resma, mi pobre hija esta en la eama, toda estropeada, No ha podido hacer nada, y vo estoy obligado a pagar wna de- vanadora. Ya comprende usted, sefior Pfeifer, que no es culpa muestra, a6 Genanpo Waurtwann Prewen—(Tomando un polvo de rapé). Mi bravo Heiber, no he de pensar solamente en usted. Hs preciso que me ocupe también de los otros Remtanw —Me han dado el hilo asf, lo be retirado del telar como lo habia puesto; no puedo traer hilo mejor del que me dan, Peziren — $i no le gusta el hilo, no tiene usted mis que hacer sino no volver a busearlo, Hay bastantes obreros que rom- perfan la suela de sus zapatos por venir a tomarlo como es. Navwann — (A Reimann). No quiore usted tomar el dinero? Renan —No est mi cuenta, NevMaNN — Bueno. (Sin ocuparse més de Reimann). Heiber diez groschen ; deseontando eineo grosehen adelantados, quedan cinco groschen. Hetsee — (Se acerca, echa una mirada a la suma, menea la ca- beza como si no pudiese creer lo que sucede, y por fin toma las monedas una a una, suspirando), ;Ah!, miseria, mise- ria... jen fin! Eu Awuro Baummer—(A Heiber, mirdndote caru a cara). jAb!, si, mi pobre Francisco; hay de qué lamentarse, no ¢s agradable la vida Homer — (Penosamente). Figévate; mi pobre hija esta en- ferma. Habra que comprar drogas, ‘Ex Awvero Bavserr — j Qué tiene? ‘Lstsex —No se sabe bien, ya ves. Esta hecha un caseajo desde que vino al mundo. Seguramente algiin vicio que tiene en la sangre. Miseria de miseria. Cuando uno es pobre, se tie- nen todos los males. Y no tiene fin, no tienen remedio. 4Qué Hevas ahi, en el paiiuclo? Ex, Anveto Bauatert — Pues mira, en casa estamos también sin una migaja, y he hecho que maten a nuestro perro, No ha- bra mucho que comer, estaba medio muerto de hambre. Pe- ro era tan earifioso... Por es0 se Io entrogué a otros. Yo no hubiera tenido valor para matarlo. Prstren — (Después de haber examinado la obra de Baccker), Baecker, trece grosehen. Bavexer — Esto es una limosna, no es un salario, Prrarer —Tos que han eobrado pueden marcharse, No se pue- de uno mover aqut. Bavoxer— (A los que le rodean, sin bajar la voz). Bs una rai- serable limosna, una propina nada més. Y para esto hay ‘ane matarse todo et dia, no dormir la mitad de las noches, Los Teseporns nv Y cnando se ha agotado, cuando se esta medio muerto, s2 han ganado treee grosehen. Drevex — No venga usted aqui a vocear de esa manera. Bavcker — De todos modos no seré usted el que me haga eallar. Prewer — (Levantindose bruscamente). Ya lo veremos. (Yen- do ala puerta de vidrieras y Uamando). (Seftor Dreissige:, sefior Dreissiger! ;Tendria usted la bondad?... Dretssiger — (Entra. Bs un hombre de ewarenta aitos, poco mas 0 menos, todavia joven, pero con algo de panza y asmético. Con aire severo). Qué sucede? Prewer — (Con socarroneria). He mandado a Buecker que se calle, y se niega a obedecerme. Darissigex —- (Hehando ta cabeza hacia atrés para tomar una actitud, y anhelante). ;Ab, ah! {Baecker!... (A Pfeifer, sefialando a Baccker). ;Ese es Becker? (Sus empleados hacen wn signo afirmativo). Banexen — (Insolentemente). Sf, sf, softor Dreissiger. (Sefia- Téndose). | Este es Baceker! (Sefialando a Dreissiger). (Y el sefior Dreissiger, es ese! Danissiarr — (Indignado). Hs usted un desvergonzado. Preier— Parece que la cosa iba demasiado bien para él, Pero tanto va el edntaro a la fuente... Backer — Céllate t6, brajo, cierra tu sueia boca de hijo del diablo; tu madre debié ir al aquelarre, y tener que ver con el demonio, para echar al mundo una Fea bestia como ti. Dasissraur — (Estallando en célera). Silencio en soguida, si- lencio, o sino... (Tiembla de edlera y da algunos pasos hacia Baecker). Basoxer — (Psperdndole a pie firme). No soy sordo; no hace falta gritar de esa manera. DanussioEn — (Reponiéndose, pregunta con calma aparente}. éNo era este bribén de los de la banda de anochet Prsirer — Es un tejedor de Bielan. Siempre esti uno seguro de encontrarlos alli donde haya algo malo que hacer. ‘Dawtssigze — (Con la voz temblona). Pues bien, acuérdese de Jo que voy a decirle. Si vuelve a suceder otra vex que una banda de borrachos, de perdidos, pase por delante de mi ‘easa, como ayer por la noehe, eantando esa innoble eanci6n... Bawoxer — La eancién del sudario? Dratssiaxen — Ya se sabe lo que quiero decir, Pues bien, lo re- pito: si vuelvo a oir otra vez esa eancién, por mi honor, hago que detengan a uno de vosotros y Io entrego a la jus- 18 G@Enanpo Haverwany ticia. Ya veréis si bromeo. ¥ si deseubro al que ha eom- puesto esa hediondez de eaneién... Backer —No hay que burlarse de ella, es una bonita ea ¢i6n. Dreissiaen — Si dice usted una palabra més, lo hago detener al punto, La eosa no seré larga. Y ya sabrén salarle; ya he hecho salar a otros. Baxoxr —j Oh! No lo dudo, Un fabricante en grande como us- ted, jearamba!, hasta puede hacer que salen pronto a dos- cientos o trescientos tejedores en un abrir y eorrar de ojos. Ni siquiera se les deja algunos hesos sanos. Y un fabri- eante en grande se puede comer todo eso, porque tiene ‘enatro estémagos como las vacas, y una quijada como la de los lobos. Daxassiaer — (A sus empleados). No hay necesidad de deciros que no se debe volver a dar trabajo a este hombre, Baxoker—Reventar ante un telar o en una zanja, me da lo mismo. Drctsstcer — Largo, en seguida, largo. Banker — (Con tono decidido). Primero, mi paga. Drerssicer — (A Neumann), ;Cuimto hay que darle? Nevaany — Treee grosehen. Durtssicer— (Toma violentamente el dinero de manos del ca- ero y lo arroja sobre la mesa, Algunas monedas ruedan al suelo). Ahi esté, y ahora, pronto, lirguese. Barcxer — Cuando me hayan dado mi paga. Drerssiaer —La he dado. Y si no se larga usted... son las doce, mis tintoreros van a salir. . ‘Barcxer —Necesito mi dinero, en mi mano, aqui. (Con unos dedos de la mano derecha toca ta palma de la mano éz- quierda). Dreissiaen — (Al empleado). Reedjalo, Tilguer. (El empleado obedece y pone el dinero en Ia mano de Baecker). Barcxer— Conmigo hay que ser atento, (Pons el dinero sin apresurarse en wn portamonedas viejo). Dretsstarr— ;¥ qué? (Viendo que Baccker no se apresura a salir, dice con impacioncia). ;Hay que ir a ayudarte? (Pro. dricese un movimiento en el grupo compacto de tejedores. Se ha escuchado un largo y profundo suspiro. Oyese una caida. Toda la atencién se dirige hacia aguel lado). 4 Qué pasa ahit Varios Trasporss y Thyeporas— {Un pequelio que tiene un Los Trszponzs w ataque! — Un pequetio ha eaido. — Es gra No se sabe lo que tiene. Denisstarr — (Aceredndose). , Qué? ,Cémot... {Un ataque! Uw Ancrano Trsepor — Alli esté, caido en el suelo. (Hacen sitio, y entonces se ve a un nifio de unos ocho aiios que yace sin conocimiento en el suelo). Deuissiaze — j Conoce alguien a ese pequetio? Un Awciaxo Teaxpon — No es de nuestro pueblo. Ex Anvero Bavaerr—Tiene todo el aire de ser un pequeiio de los Heinvichen, (Le mira de mas corca). Si, es Gustavito Heinrichen. Dasisstaxe — ;D6nde viven sus padres? Uv Anciano Trsepor — Allé arriba, muy cerea de nuestra ea- sa, en Kaschbach, sefior Dreissiger. Se dedica a cantar por Jos caminos cuando no puede trabajar en el officio. Tienen neve hijos, y el décimo esti en camino. ‘Vantos Teanpores ¥ Teseponas — Estn en la miseria. — Una choza en ruinas. — No tienen pan. —~ No hay alli dos ea- misas para los nueve chicos. Ex Asueto Baumer — (Ocupado en levantar al nifio). Vaya, pequefio, gqué tenemos? Vamos, vamos, hay que des. pertarse. Dneissiaer —Levéntelo conmigo, que lo levanten. Es una 1 cura hacer que haga semejante caminata wm nisio tan débil. Pfeifer, traiga un poco de agua, Una Trsepora — (Que ayuda a levantar al nifio). No bay que hacer tonterias, pequefio, no hay que morirse. Destssignn — Pfeifer, traiga usted mis bien cognae, sera mejor Basoxen— (Olvidado de todos, se ha quedado « observar lo que pasa. Con la mano en’ el picaporte, exclama con voz fuerte y burlona). Denle mas bien algo de eomer y se res- tablecord. (Vase). Dressstoee — Asi no va bien, Témelo por debajo de los brazos, Neumann, Suavemente... Suavemente..., alli..., alli..., Llevémosle a mi euarto... 4Qué? 4Qué pasad NeumANN —Ha dicho algo, sefior Dreissiger. Mueve los labios. Dreissicee — , Qué? ;Qué es lo que quieres, pequefio? Ev Niko— (Con dificultad). Tengo... tengo hambre. Dnetsstark — (Reprimiendo wn gosto de espanto). No se com- prende lo que dice. ‘Uwa Tesrpora — Creo... auc deefa... ve quiz? — 20 Gysaepo Havrtwanw Daeissicen — Bien, bien, ya veremos. Por de pronto, que no s¢ quede aqui. En mi euarto, en un sofa, estaré muy bien. Ve- remos lo que dice el médico. (Dreissiger, Neumann, y la tejedora conducen al pequetio a la habitacién inmediata. Se produce wn movimiento entre tos tejedores, como entre los escolares cuando el maestro ha dejado la clase. Se estiran, murmuran, cambian de postura, y al cabo de algunos ins- tantes la conversacién se hace rwidosa y general). Ex Asvrto Baumewt— Creo que Baecker tenia razon, Vautos Trarmbonus ¥ TxsED0RA8 — Bien elaro ha dieho el chico que tenia hambre. — No es nuevo eso de morirse de ham- bre. Algunos de nosotros espicharemos, el invierno, si contintian asi disminuyendo nuestros salarios. — Sobre todo que la cosecha de patatas ha sido muy mala. — Si ereéis, pobres muchachos, que eambiard esto alguna vex — !Quién sabe, cuando estemos todos vapuleados! Ex Anurto Bavmuze —El qne la ha entendido mejor es el te- jedor Neutwich, que se ha puesto una cuerda al euello y se ha colgado de su telar. Vaya, toma un polvito, amigo, Yo he estado en Neurode, donde trabaja mi eufiado en la fi- briea en que se hace el tabaco. Bl es quien me lo ha dado. 4 Pero qué levas de bueno en tu paituelo? ‘Un Awctano Tesmpor—Un poco de harina. Bl molinero de Ulbrich, con su carreta, marchaba delante mio. Se voles un poco de un saeco. Me dejé recoger lo que se habia cafdo. Puedes ereer que me haefa buena falta. Ex Avvero Bavatert— Hay veintidds molinos en Petterwal- dan, pero no hay muchos que den vucltas para nosotros. Un ANciano Tesupor—Bueno; de todos modos no hay quo descorazonarse; siempre concluye por suceder algo que le ayuda a uno un poeo. Hemi —Y cuando se tiene hambre se reza a todos los santos del Parafso. ; Pero si esto no sirve de ayuda? ;Meterse una piedra en la boca y chupar? ;Di, Baumert? (Vuelven a entrar Dreissiger, Pfeifer y Neumann). Daeissiazr — No era nada. El pequefio esti ya completamente restablecido. (Yendo y viniendo con agitacién. Se detiene a veces completamente sofocado). De todos modos, es estti- pido el mandar hacer semejantes correrias a un pequefiuclo gue no abulta un comino, al que se le tirarfa de un soplo. No comprendo que haya gentes... pobres que earezean de coneiencia hasta ese punto. Obligarle a hacer legua y media Los Tearpores a1 con dos piezas de fustin al hombro, Es cosa de no ereerlo. En adelante, prohibo que se reciban las piezas tejidas que sean traidas por los nifios. (Da algunos pasos en silen- cio). En todo eas, no quiero que vuelva a suecder seme- jante cosa. Fn iltimo término, ja quién se haee responsable de ellot ;A los fabricantes, caramba! Nosotros somos la causa de todo. Que un pobre diablillo como ese vaya un dia de invierno a pararse y dormirse en la nieve, y siempre habré por alli un periodista que llegar, no se sabe de dén- de, para enterarse del hecho, y dos dfas después cireul por todos los periédicos. El padre, los parientes que hayan enviado al nifio a la nieve, esos no tienen Ia eulpa; nosotros somos los pérfidos emisarios, -A los tejedores se les adula siempre ; a nosotros nos vapulean, BJ fabricante es un hom- bre corazén, duro como una roca, un ser peligroso, tras del ewal todos los perros tienen derecho a ladrar, Vive en la opulencia, y no da més que un salario irrisorio a sus obreros. Que semejante hombre tenga sus preocupaciones, sus noches de insomnio; que corra riesgos de los que el obrero ni siquiera puede formarse una idiea; que pierda la cabeza a fuerza de calewlar; que no pase un dfa sin contra- riedades o decepeiones ; que deba pensar en mil cosas, eada una de las enales es para él una euestin de vida o muerte, todo esto les da igual 2 los hacedores de frases bellas. ; Dios sabe, sin embargo, todo lo que depende de los fabrieantes y a cudnta gente hacen vivir! ; Ah! Yo quisiera veros en mi pellejo un poco de tiempo de enando en enando; pronto os cansariais. (Después de reponerse un poco). Y ya véis e6- mo se conduce ese desalmado, ese bribén de Baecker. Lo que no le impedixé ir a gritar por todas partes que yo soy un ser sin eorazén, que por wn sf 0 un no despido a mis obreros, ‘Vamos a ver: jes cierto eso? ;Soy yo un ser sin eorazén? Mvorras Voces — No, no, sefior Dreissiger. Dnurssiane —{Harto lo sé, caramba! Esto no impide el que esos ‘brutos se paseen de noche por las calles, eantando innobles canciones sobre nosotros los fabricantes, | Pareee que se les dejara morir de hambre! Lo eual no Jes impide encontrar con qué emborracharse, beber ginebra @ vasos Menos. Que vayan a ver lo que pasa en otros Indos, que eomparen, an que més no sea, s1 posicién a la de los tejedores de tela. Tal vex éstos podrian hablar de miseria, Pero vosotros tej dores de fustin no veo verdaderamente de qué podrfais 22 Greaepo Hauprwann quejaros, y mas bien podéis dar gracias a Dios por toner- me de ano, Apelo a mis antiguas obreros, a los buenos tra- bajadores que estén aqui: ;puede un tejedor que conozea bien su oficio, sf o not Mvonss Voows— Si, selior Dreissiger. Daxissigne — 4 Qué es lo que yo os deeia? Un holgazdin como ese Baeeker, no, jcaramba! Pero ereedme, tenedle sujeto. Si me Ievan a lo iiltimo, eierro la #abriea. ;Veremos en- ‘tonees en dénde encontraréis trabajo! Segaramente no seri en casa de Baceker. Una TeseDoRA — (Que ha pedido ya un adelanto ab principio de la escona, Se acerca a Dreissiger y le sacude et polvo de su manga con humildad rastrera). Se ha manchado usted un poeo, sefior Dreissiger. Danisstarr — Los negocios no marchan bien, lo sabéis. Yo pier- do dinero en vez de ganarlo, Si a pesar de todo, me las arreglo de manera tal que doy trabajo a mis tejedores, por lo menos quiero que me lo agradezean. Tengo ahi miles de fardos, de los que no sé si podré alguna vez desembarazar- me. Ahora, me he enterado de que muchos tojedores de las coreanias estén sin trabajo... Pero no, Pfeifer os expli- caré, esto. Yo quiero solamente demostraros lo bien dispues- to que estoy. No puedo distribuir limosnas, no soy bastante rieo para eso. Pero quiero tratar, en cuanto yo pueda, de proporeionar a los que no tienen nada 1a oeasién de ganar por lo menos algunos groschen, El riesgo que esto me hace correr, eso queda de mi cuenta, Pero yo me digo: vale mas que un hombre trabaje el euarto de su jornada que el no hacer nada en absoluto, y morirse completamente de ham- bre. yNo tengo razn? Mucuas Voces — Ciertamente, sefior Dreissiger, ciertamente. Drmissran — Estoy, pues, dispuesto a proporeionar trabajo to- davia a doscientos tejedores... Pfeifor os explicaré las condiciones. (Se dispone a salir). Una Tesepora— (Le cierra el paso, x le habla con precipita. cién, con acento de séplica). Querido seiior Dreissiger, yo quisiera pedirle, hacerle un modesto ruego... si aeaso pu- diese usted... he tenido ya dos ataques. Dumissioxn — (Apresurdndose). Hable a Pfeifer, buena mujer; me he retrasado ya. (Pasa ante ella). Remanw— (Se coloca a su voz ante él, y habla con tono de queja onformiza). Sefior Dreissiger, estoy verdaderamente Los Trseporss 23 obligado a reclamar... El sefior Pfeifer me ha dado... yo he reeibido siempre trece groseken por mis labores. Dauissigen — (Le corta la palabra). Mize, abi esté el encarga- do; vaya a verle; a él es a quien tiene usted que divigirse. Hemen— (Reteniendo a Dreissigor). Querido sefior Dreissi- ger... (Se turba y balbucea). Si fuese un efecto de su bon- dad... si acaso se dignara usted... 0 si acaso el sefior Pfei- for se dignara... si se dignaran... Dnesssicen — j Qué desea usted? Hersez—Un pequefio adelanto, porque Ja dltima vez... yo erefa... pensaba... Dresssianr — {No le comprendo a usted! Hr — Es que yo he estado un poco necesitado, porque. DrerssickR— Todo eso concierne a Pfeifer... Yo no puedo ‘ocuparme en todo... Arréglese con Pfeifer. (Se esquiva por el mostrador. Los tres suplicantes se miran consterna- dos, y so retiran uno tras otro suspirando). Prutree— (Volviendo a empezar su trabajo de examen). 4 Qué es lo que traes, Anita? Ex Avveto Baumerr—jY a eémo se pagar’ la pieza, sefior Pfeifer? Prurer —;La pieza tejida?... Diez groschen. Ep Avvsto Bavarrr—yEh!... Todavia se puede marchar. (Movimiento entre los tejedores. Cuchicheos y murmullos). TELON SEGUNDO ACTO La humilde haditacién del hudsped Guillermo Ansorge, en Kaschbach, en el Eulengebirge Es una habitacién sumamente estrecha y que tiene escasa- monte seis pies de alto. El piso esti medio podrido. Las vi- gas estén todas ahumadas. Dos jévenes, Exata y Berra Bav- nuRr, estén sentadas ante telares de tejedor. La abuela Baunturr, una vieja aperguminada, esta sentada en un taburcte, corca de la cama, con un torno delante de ella, Su hijo AvGusto, de veinte aiios, con una cabeza pequefitsima, de aspecto idiota, estrecho de torso, con las manos en forma de patas de arafia, esti sentado en un escabel, ocupado en devanar madejas de hilo. En la pared dela izquierda hay dos ventanucas estrechas, cuyos rotos eristales estdin sujetos por tiras de papel, y cuyos agujeros estén tapados con paja. Es la hora del crepisculo. Una débil tue rosada penetra en le estancia, iuminando un poco la cabellera de-un rubio palido de las jévenes, la cual les cae suelta sobre sus delicados cuellos, de color de cord, y sobre sus hombros delgados y desnudos. Llevan waa cumisa de tela eruda y wna saya corta de lana ordinaria. Esto constituye todo su traje. El vostro y et cucllo de la vieja tienen un tono grasiento, la cara demacrada, We pied exangite esté Wena de arrugas; tos ojos son mortecinos y estin enrojecidos y acwosos, a consecuencia del trabajo a ta lus artificial y de la vida continua en medio det polvo de la lana y del humo. Tiene el cuello bocioso y Ueno de plicgues. Bl seco pecho estd cubierto de harapos. Una parte de la pared esté-ocul- ta por el hogar y la cama, De la pared penden algunas imagenes piadosas, de colores crudos, iluminadas todavia por los tltimos rayos del sol, Sobre una barra, cerea del hogar, se secan algwnos havapos. Se ven en la chimenca algwnos utensilios viejos y mise- sables. En el banco que esté junto al hogar, algunas vasijas y plutos mellados. Hay puestas a secar sobre wn papel algunas mondaduras de patatas. De las vigas del techo ponden paquetes de hilo y devanaderas. Al lado de los telares hay cestillos con 26 Gznanpo Havrrwanw canillas. Hn la pared del fondo, una puerta baja sin cerradura, No lejos de alli, wn haz de mimbres, apoyado verticalmente en la pared, y cerca varias cestas medio deshechas. Oyese ci ruido producido por los telares, la marcha de las lanzaderas, cl crujir de la madera, gue hacen retemblar el piso de la habitacién, al mismo tiempo que el cumbido continuo y sordo de los tornos. La Anurta Baumerr— (Con voz penosa, desfallociente, cuan- do observa que sus hijas dejan de tojer y se inclinan sobre él ielar), {Més hilos rotos! ¥ volveréis a hacer mudos. Buna — (La mayor de las hijas, veintidés afios, anudando los los rotos). Con un hilo eomo este no se puede haeer otra cosa. Burra — (Quince afios). Tal vex Nevabas 12 urdimbre eon de- masiada fuerza, Bara — ;Dénde podri estar papé? Se marché a Jas nueve. La Anvria Bausert —No sé... ;Dénde podra estar? Burra —No hay que atormentarse por eso... (Hmma comienza de nuevo a tejer). Bseueha, Emma, Eacra — i Qué hay? Berra — Me parceia que venia alguien. Emma —Debe sor Ansorge que vuelve. No; es Fritz, Favrz— (Un pequenuelo de cuatro aos, con los pies desnudos, Ueno de jirones, entra Norando). Madre, tengo hambre. Eana — Espera un poco, chiquillo mio ; el abuclo va a volver y ‘traeré pan y café, Fnerz— Tengo mucha hambre, madrecita, ‘Emaca — Hay que ser bueno; cuando te digo que el abuelo va a volver. ¥ traeré para ti un panceillo muy rieo y eafé, en- tiendes; euanto se quiera, Vamos a pasarlo muy bien. Y des- pués mamf tomar las mondaduras de patatas y se iré a Tlevarlas a easa del colono para pagar una buena jarra de leche cuajada, y seré para el pequeiiin Fritz, Fritz— A donde ha ido el abuelo? Hamca—A casa del fabrieante, chiquito, para entregar una tela. Ferra — {A casa del fabrieante? Enacs — Si, a casa del fabrieante; a easa de Dreissiger, en Petterwaldan. Frrrz— ; Dari pan el fabricante? Emma — Si, y ademas dinero para comprar otro. Fairz— ;Traers mucho dinero et abuclot Los Tesepones 7 ‘Baa — Me mareas con tus preguntas. (So pone en seguida a Lejer, ast como Berta, pero casi en seguida se paran ambas). Berra — Augusto, vete a ver si Ansorge va a encender pronto. (Augusto se aleja. Fritz le sigue). La Asvzta Bavsrnr — (Con angustia reciente, casi infantil, y con lagrimas en tos ojos), ;Dinde puede haber ido vues tro padre? Burra — Habré entrado en casa de Hauffen. La Aputia Baustexr— (Llorando). Con tal de que no haya ido a la taberna. Ean —No Mores, madre; pap no es hombre que hace eso. La Abuse Bauaexr — (Dejando estallar los terribles temores que la asalian). ¢Qué va a ser de nasotras, si se hubiere. .- si se hubiere dejado arrastrar... si se 1o hubiera bebido todo, y no trajese ni un pfennig. ..¢ No hay una pizea do sal en Ja easa, ni un mendrugo de pan, ni un trozo de earb6n Berta —No llores por es0; madre, al earbén se le reemplazari Hace luna esta noche, iremos con Augusto a recogor lefia en el bosque. La Apvsia Baumert — $i, ;para que el guarda os denuncie! Ansonce — (Un tejedor viejo, que se ve odligado a inclinarse profundamente para entrar on el cuarto; pasa la cabeza y él busto por la puerta, Lleva en desorden los cabellos y la barba). ; Qué queréis? Berta — Que encienda usted la lampara. Ansonce— (Con voz apagada, como si hubiera un enfermo). Todavia esta claro, La Anvsta Baumenr— Siempre nos dejas hasta no ver ni pizea. Ansorce — También tengo yo que velar por mis negocios. (Sale) Bawra —; Vaya que es ritstico! Ennra — Hay que esperar a que le dé la gana. La Mugur ps Hemntcn — (Entra, Trointa afios. Hsté encinta. Su figura acusa los muchos hijos y las penalidades), Bue- nas tardes a todo el mundo. La Anveta Bausert — ;Qué traes de nuevo? La Musnn pe Hurvnicn — (Cojeando). Que me he metido una espina en el pie. Burra —Siéutate aqui, Trataré de quitirtela. (La mujer de Heinrich se sienta. Berta se arrodilia a sus pies y se octpa en sacar la espina). La Anvena Baumerr— j¥ e6mo va por tu casa? 28 Geranpo Haveewans La Muscr ve Hemnicn — (Descsperadamente). ; Abi, no au- raré mucho tiempo. (Estalla en sollozos). La Azveva Bavarr—Lo que valdvfa més, para gentes como. nosotros, serfa que Dios nos acogiera en gracia y nos mu- riéramos. ‘La Mvgser pe Hemricu — (Mientras contintia Uorando convul- sivamente). Mis pobres pequeiios se mueren de hambre. (Eahala gemidos penosos). Yo no sé ya a qué santo enco- mendarme. Por mucho que una haga, no hay medio de salir a flote. Nueve chiquillos, a los que hay que alimentar. ;Con qué, Dios mfot La otra noche habia en casa un mendrugo de pan, tan mfsero, que ni siquiera bastaba para los dos mis pequeiios. Todos lo querfan, todos se agarraron de mis faldas gritando: A mf, madreeita, a mi!... ¥ eso que hasta ahora he podido tenerme en pie; no sé lo que ser de ellos euando ya no pueda mis, enando tenga que quedar- me echada. Berta — (Que ha sacado la espina del pie enfermo y lavado la herida). Vamos a poner una compresa. Busca un pedazo de tela, Emma, La Anurua Baumert — En nuestra casa tampoco estén las eosas mejor. La Musee pn Hersricrt — Por lo menos, tii tienes a tus hijas y a tu hombre que puede trabajar. AI mio le ha vuelto su ata- que y st mal la otra semana. Cuando le da éso lo romipe todo; se pone que no sabe lo que hace; no hay medio de impedirlo, Y ewando se le pasa el ataque tiene para ocho dias de no poder hacer nada, ‘La Aveta Baumert— También el mio comienza a no poder hacer gran cosa ; se esté haciendo una earraea. No se sien- te bien del pecho y de los rifones. ¥ no hay un pfennig en. casa; sino trae hoy algunos groschen, no sé lo que va a ser de nosotras. Emma —La verdad es, que ya hemos Iegado al eolmo, y que el padre hasta ha tenido que mandar matar a nuestro po- ‘bre perrillo para tener algo que Mlevarse a los dientes, La Mugen pe Hannicer— De veras? jNo tendriais si ‘un pufiado de harina? La Anurta Baumert — Ni eso tampoco; ni siquiera un grano de sa). La Muses pe Henveicn — Entonees no sé... (Se Tevanta y per- manece en pie, pareciendo reflezionar). No, verdaderamen- ra Los Trseporss 29 te no sé... No hay esperanza... (Con un grilo de angus- tia). {Con alimento de cerdos me contentara! Sin embargo, ‘yo no puedo volver a mi easa ¢on las manos vacias, {no es ‘posible! Vaya, que Dios me perdone; no hay medio de es- capar, (Sale ripidamente, sin dejar de cojear det pie iz- quierdo). La Abunta Bavaner— (Con solicitud). Sobre todo, no vayas a hacer la tonterfa... Berra —No tengas miedo, no se hari dafo. Enna —Siempre grita lo mismo, (Vuelve a ponerse al telar y toje algunos instantes hasta la vuelta de Augusto, que en- tra con una bujia encendida, alumbrando a su padre, ef abuolo Baumert, que ponetra en el cuarto arrastrando wn paguete de hilos). La Anusta Bauaent —{Sefior Jestis! ; Pero dénde has podido estar tanto tiempo, hombre? EL Avvsto Bauanrr— Vaya, vaya, se ereerfa que me vas a ‘comer. Déjame tomar aliento por lo menos. Y mira més bien a quien te traigo. Mavnicio Jaze — (Entra inclinindose a causa de ta puerta. Es un reservista, de estatura mediana, robusto, con las me- jillas rojas, la gorra de hisar sobre la oroja. Lleva traje y zapatos buenos y wna camisa limpia sin cuetlo. En cuanto entra adopta wna actitud militar para saludar). Buenas no- ches, tia Baumert. La Anveta Banert — Hola, hola, ya bas vuelto, Asi, pues, no fa, Siéntate, muchacho... Adelante, siéntate ahi, Exata — (Limpia wn escabel con su falda, y se lo pone a Jac- ger). Buenas noches, Mauricio, ;Todavia vienes a ver lo que pasa en casa de unos pobres diablos como nosotros? TazoER— Pero, dime, Emma, yo no querfa ereerlo: jeon que on un mocoso que no tardaré en ser lo suficientemente grande para hacer un soldado! ;De dénde has sacado eso? Burra — (Ha desombarazado a su padre de las molestas provi- siones que trata, ha puesto la carne en wna cacerola, que desliza en el fogén, mientras Augusto enciende el fuego). 4No conociste al tejedor Tingor? La Avvrta Bauaexr—Vivia aqui en un cuartucho, Queris easarse con ella, pero ya estaba enfermo del pecho. Ya le dije bastante s ella para que no se dejase atrapar. ; Como sino! El otro, ahora, esté muerto y enterrado desde hace 30 GoRaRpo Haurrwaxx mucho tiempo, {¥ que se las arregle ella con su peque- fio!... ,Pero qué ha sido de ti, Mauricio? 1 Anusto Baumert — No te inguietes por él, vieja; es un vi. ‘vo, el mozo, Ahora se puede reir de nosotros. Lleva trajes de principe ; tiene un reloj de eilindro, de buena marea, y, mejor que todo, diez buenos thalers de plata, en su bol: sillo. Tancer — (Con ingenua satisfaccién). Si, no tengo de qué que- jarme; no he sido desgraciado en el regimiento. Bx Apvevo Baumenr—Ha sido asistente de su eomandante. No tienes mis que oirle, habla como las personas prin- cipales. JaxcER — Si, me he acostumbrado a hablar bien ; no habré me- dio de que me deshaga de ello. Tua Anveta Bavwenr— Pero es preciso que me digas: uno que no servia para nada como ti, ;e6mo te las has arreglado para ganar tanto dinero? No hay que decir qne nunea sev- viste para nada, ni siquiera servias para desenredar tuna madeja. Siempre fuera, poniendo trampas a los ratone: eavando nidos de pelirrojos. Ta preferias esto, ;verdad? Taxaee— Caramba, si que es verdad, tia Baumert, pero no so- Jamente eazaba nidos de petirrojos, sino también de go- londrinas, Bana — Si, siempre te estibamos diciendo que era un pecado atrapar golondrinas, ‘Javaun— Bastante me importaba, yeh? No me impedia eso el atraparlas... Bueno, y en casa de ustedes, tia Baumert, iqué es lo que ha pasado? ‘La Asveta Bavanmer—jAh, sefior Jesiis! Mucha miseria des- de hace cuatro afios. Yo no me puedo tener en pie. ¥ mis pobres dedos, jimframe esto! ni siqniera s6 lo que tengo. jReumatismo! ;Y estoy molida! No paedo mover -ni un miembro. Ya ves, nadie puede hacerse una idea de lo que sufro, Br Anvsto Bavamer— Si, esta no marcha, ya no tiene sin du- da para mucho tiempo, Brera — Por la mafiana hay que vestirla y desnudarla por Ja noche, hay que darle de comer como a una eriatura. La Apunta Baumert — (Continuando con voz quejosa y Uoro- sa). Tengo necesidad de que me ayuden para todo. Es ru cho peor que si fuera una enfermedad, no sirvo para nada, sino de earga para los demas. Continuamente estoy pidien- Los TEsEponzs al do a Dios que me haga morir, Verdaderamente, Seiior, no puedo mas... no sé... la gente podria ereer... yo he estado sin embargo acostumbrada a. trabajar desde que es- toy en el mundo, y de repente (trata en vano de levantar- se)... No hay modo, no puedo hacer nada... Tengo un buen hombre y buenos hijos, pero hay que ver eso. La cara que tienen esas hijas!, no tienen gota de sangre en las venas; {blaneas eomo la cera! ; Pero no hay remedio! Hay que dar aprisa en el telar, ;tanto peor si os destruye la si- ud! ; Qué vida tan perral Sin moverse de ahi todo el afio, Nada para ponerse encima y estar un poco presentable 0 i ala iglesia. Nunca un momento de placer. Estas tienen aire de victimas, y son muchachas de quince y veinte afios. Berta — (Junto a la chimenea). Esto comienza a humear, Eu Apvsto Baumert —j Ah! Si, el asqueroso humo. Bs para ahogarse. Esa chimenea esté toda descompuesta; hay que dejarla que se deshaga, y tragar el humo, Tosemos desde la mafiana hasta a noche, a mas y mejor, hasta echar los “ pulmones. Pero nadie hace caso de ello. Janoze—Su huésped Ausorge es quien debe arreglarlo. Berta — Si; bonita eara nos pondria si se lo pidiéramos. jNos mira ya de una manera! Ta ApvrLA Baumrar—Le parece que ocupamos demasiado sitio. Ex AnvczLo Baumert— Si nos quejéramos, nos pondria a In puerta. Hace cerea de seis meses que no se le ha podido dar un pfennig. LA ABUELA Baumert — ria ser més razonable. Ex Apvrto Bavarenr — Tampoco tiene nada; se da aires, per tampoco marchan sus negocios, La Asvena Baument—Por lo menos, siempre tiene su casa. In hombre que esté tan bien! Debe- Ex Anveto Bavsent — En eso es en lo que te engafias; de esta casa no le pertenece ni una piedra. Iazozn — (Se ha sentado, ha sacado de uno de sus bolsillos una Pipa corta, adornada con wna hermosa borla, y de otro bol- sillo una colabaza de aguardiente). Esto no puede seguir asi. Mi palabra, es demasiada miseria. Bn las eiudades, los perros viven mejor que ustedes, Ex Avvsto Baumerr— (Con agitacisn). ¢No es cierto? Ya ves que esto no puede durar. Pero si se dice esto a la gente, a2 Geesnpo Waurtwasy contestan que solamente hay que pasar una racha de mal tiempo. Axsoncs— (Entra, Wevando on una mano una escudilla de barro lena de sopa; en ia otra tiene una cesta a medio tren. zor). {Hola, Mauricio! Felicidades, muchacho. (Ya estas de vuelta! TanouR —- Si, sefior Ansorge; muy felices, ‘Awsoaoz— Y vienes muy bien; tienes easi el aspecto de un conde. Ey, Avvrto Bauateer— Enseiia tu hermoso reloj. Tiene un tra- je completamente nuevo, Y diez buenos thalers de plata. Axsonor —jEh, ch!... Si, st Esma— (Metiondo tas mondaduras de patata en un saquito). Me voy a llevar esto, (Sale). Javon — (Todos le escuchan atentamente). ¥ ya veis; sin em- bargo, me censuraban. Espera un poco, me decian ya ve- ris euando seas soldado. Pues bien, he sido soldado, y ya eis emo me ha ido. He visto cosas duras, hay que decirlo. En el servicio hay que obedecer ; eso es todo. Limpiar las botas al cabo, fregar el caballo, buscar cerveza. Yo era lis- to, hacia cuanto querian. Siempre a mi tarea, hacer que reluciera el fusil y todo el equipo. ; Puedo decir que ya he frotado, ya! El primero en la silla, el primero a la llamada, y sin quejarme nunea de la maniobra, de frente, marehen, vive Dios, con toda la impedimenta. ¥ de centinela, como un perro de guardia. Yo me decia siempre: amiguito, no hay mas que una cosa, de la cual hay que euidarse siempre: obedecer. ;Diablo!, era duro; pero a fuerza de meterme eso en la cabeza, un hermoso dia, delante de todo el escua- rén, cl comandante se para frente a mi, y diee: “Este ¢s un buen soldado, un verdadero hiisar”, (Pausa. Enciende su pipa). ANsonan— (Sacudiendo 1a cabeza). ;Wh, eh! Has tenido suer- te, eh, eh! (Se agacha poniendo a su lado el haz de mim- bre y continia trabajando en su cesta). Eu. Anveto Baurer— Hay que esperar que nos comunique ‘un poco de su suerte, Mientras tanto, echemos un trago. Jasoza— Vaya, caramba, abuelo Baumert, Y cuando no haya més, todavia hay. (Echa una moneda sobre la mesa). Axsance— (Fingiendo asombro), ;Tola! ;Bsto es una fies. tal... Aqui hucle a asado. iY aguardiente! (Bebe de la Los Tramponns 33 botella). A tu salud, Mauricio... Bh, eh!... Si... Si. (Beben todos a ta ronda), Er, Asvero Baumner — Si se pudiera tener un asado como este todos los dias de fiesta; pero li carne no la ve uno a mente do, Bs preciso que un perro le pase a uno entre las piernas, como swecdiG hace ui mes; pero esto es rary. Ansoncz —j Has hecho matar a tm pervillo? Eu Asveto Baumer —Hubiera muerto de hambre él también. Assonce—| Bh, eli! Si, si. La Avvets Bavacer—jHra tan eariteso el pobre! acorn —j Le gusta a usted el asado de perro? Ev Apve.o Baumser —jJestis! Si siquiera pudiese uno tenerlo siempre. La Avunia Bavateer— Bs muy til, sin embargo, un trozw de carne. Bu Apvzwo Baumesr—jA ti no te gusta? ;Espera un poco, si te acostumbras en nuestra eas! Ansonce — (Oliondo}. jEh, eh! Si, sf ‘buen plato, Eu Anvrco Bavarer? —Hucle a cancla, como si dijéramos, Ansoncz —Tienes que decirnos tu opinién, Mauricio. Ta has visto tierras, sabes lo que pasa en el mundo; jerees que acabaremos por ser mas felices, nosotros, los tejedores? Tavove— j Dios! Hay que esperar que si Asoncz —No se llega nia vivir, ni a morix, se pudve uo Ia sangre, hasia que se eae, La miseria nos eome todo, En otro tiempo, enando todavia se podia trabajar en el telar, era duro, pero se las arreglaba uno sin embargo. Hoy no hay medio de encontrar trabajo. Y la cesteria no puede ha- cerme ganar bastante. Yo hago eestas hasta por la noche, y euando eaigo molido en Ia cama, he ganado dos groschen. Da que tienes educacién, qué dices de esto! Todo encareee, icémo se las compone uno? Hay que dar cuatro thalers de contribueién, tres por la easa —en todo el aio puedo ga- nar eatoree, me quedan siete para mi, eon los que tengo que hacer la eoeina, pagar el earbin, los tzajes, los aapatos, y demas. ;C6mo queréis, que se Hegue a pagar el impueste? Ex Asueio Bavaterr—Lo que yo digo es que alguien vaya a Berlin y le diga al rey lo que pasa entre nosotros. Tavark— Eso no serviria de nada, abuelo Baumert, Ya se ha hablado de todo eso en los periddicos. Pero los rieos, ya ve No huele mal, haré un 34 Guranvo Havrtwann usted, Jo embrollan todo, hacen pasar a los mejores cris- tianos por bandidos, Ex Anveto Baumurt— (Mencando la cabeza). jNo tienen co- razén en Berlin Ansonck — Di, Mauricio, ges esto posible? ;Bs que no hay le- yes? Cuando so trabaja hasta arrancarse la piel eon la ma- no, y ni siquiera se pueden pagar los intereses de su em- préstito, gle pueden a uno eehar? {Todos quieren su dine- ro! | Qué va a ser de mi! ; Ya estoy viejo y serd preciso que me vaya! (Los sollozos le ahogan). He nacido aqui, mi pa- dre ha trabajado en este telar mas de euarenta atios, Siem- pre deefa a mi madre: si leo a morir, hay que conservar jn casa de todos modos. ;Bien gané ln ensa! Cada clavo aqui hha eostado una noche de trabajo para tener con qué com- prarlo; eada tabla ha eostado um alio de pan seco. ;Y me irfan a echar de ella! Janeen —Son unos malditos los que arrebatan el Gltimo pfennig, Ansonct: — Bh, sf, st... Pero yo no me iré, me llevarin si quie- ren, pero no me iré. Prefiero morir. Mi pobre padre tam- poco sentia morir. Sin embargo, al fin sudaba de miedo. ‘Yo me habia aeostado con 6. Entonces se quedé mas tran- quilo. Pensad, yo tenia trece afjos en esa época, Estaba rendido; me dormf a su lado. No pensaba en nada, y euan- do me desperté estaba ya frio. La Apvena Baumrnr— (Tras una pause). Vete al horno, Ber- ta, y trae la sopa a Ansorge. Burra — Aqui tiene usted la comida, sefior Ansorge. Ansorcz — (Come Worando). Eh, eh!... Si, si... (El abuelo Bawmert toma un pedazo de carne de la cacirola para co- merla). La Anvzt Bavateer—jTen un poco de pacieneia, hombre! Deja a Berta poner Ja mesa. En Asveto Baumert — (Marcando). Hace dos aiios que no he ido a comulgar; después de la filtima vez. que fui, vendi mi traje de los domingos. Con eso eompramos un poco de ear- ne de cerdo. Desde entonees, hasta esta noche, no habia podido comer carne, Tawern — Los fabricantes se eneargan de comerla por usted. Se atrgean de lo lindo. Hay que ir a ver lo que pasa en Bielan yen Petterwaldan, Todos son palacios, verdaderos palacios. No son ellos los que se enteran de que los tiempos son di- Los Trsevonzs 35 fieiles. Bllos se pagan asados y dulees, y trenes, y eaballos, y eriados, y todo el diablo y su eomiiiva, hasta no saber io que hacer de ellos. Axsonoz— En otro tiempo no eva asi. Los fabricantes nos da- ban de qué vivir. Hoy lo toman todo para cllos. Para mi, Jo que sucede es que las gentes del gran mundo no ereen ya ni en Dios ni en el diablo, No sabes ya lo que est per- mitido y lo que no Jo esté, y nos arrebatan el pan de la bo- ea, nos eluupan hasta la altima gota de nuestra sangre. Ellos son la eausa de todas las desgracias. Si los fabricantes fue~ ran buenos eristianos, no habria tiempos diffeiles, Tange — Ofd, voy a leeros algo. (Saca unos papeles del dolsi- No). T%, Augusto, vete a la taberna y twaenos otxa botella. Pero, gqué te pasa? No haces mis que reir como un tonto. La Avusia Baummrt — Sf, yo sé lo que tiene. Siempre esté con- tento. Se rie de todo. Vamos, corre pues, de prisa, (Aug fo sale, Uevéindose la botella vacta). ;No es asf, viejo? {Ta también sabes que es bueno! Ep Avvrto Baumer — (Masticando, excitado por ol alimento y la bedida). Eseucha, Mauricio, ti eres nuestro hombre. Sabes leer y eseribir, eonoces nuestra situacién, y tiones pieded de nosotros. Deberias tomar nuestra cash en tus manos, ponerte a hablar por nosotros. ‘Taxoun—|Si_ solamente hubiera eso que hacer! Yo quisiera también jugarles una mala pasada a todos esos animales. No soy malo; pero si la sangre se me sube a la cabeza, aga- rro al Dreissiger con una mano, al Dietrich con Ja otra y Jes doy de eabezadas uno contra otro hasta que se Jes salten os ojos. ; Ah! Si pudiéramos entendernos, hariamos bailar a estos gorriones. {EI gobierno!, que se vaya a paseo; n0 tenemos necesidad de que se mezcle en nuestros asuntos. No tenemos mis que decir nosotros mismos: queremos esto y esto, y lo queremos ¥, ;por Dios, que nos Jo tendrén que dar! Cuando vean que se apunta a los pillos, se volverén saves, | Conozeo bien a esos monstruos, a esos cobardes! La Anurta Bavater— Eso es verdad. Tampoco yo soy mala; siempre he dicho que hacen falta personas rieas; pero euan- do se ve lo que sucede. ‘Tanaen —;Personas ricas! Pnes no, ;que el diablo se Jas eve a todas: Berra — ;Dénde esté el padre? (El abuelo Baumert so ha alejado en silencio). . a6 Gueanpo Mavrruanw La Anveta Bavurnr—No sé a donde puede haber ido. Berna — Tal vez como no ests acostumbrado a comer carne... Ta Aust Bauwcer —(Fuera de si, Woreade). Ya ve's, no puede conscrvar nada, Lo poco de buena comida que toma, tiene que ir a devolverlo. Ex Asvewo Bausturt — (Vuelve Norando de radia). No, no, me da todo lo mismo ahora; ya no valgo para nada, no sirvo de nada. Por una ver que se tiene un poco que omer, hay aue devolverlo, el estémazo no Io quiere ya, (Se sienta Ho- vendo en el bance, cerca de tu chimenca). Jaxozr — (Con tono fanitico). ¥ hay gentes, vampires que no haeen nada y nos explotan todo el afio, que dicen que Dios Jo quiere asi, y que los tejedores no tienen mis que hacer, para salir de apuros, sino no ser perezosos, ; Ira de Dios! Assonax —No son hombres, son monstruos. Taxon —Pero ya hace bastante tiempo qne estén eriando grasa. Yo y Baceker, el rojo, hemos bebido ayer un trago Imios, y antes de volver a casa, hemos cantada In eancién el sudario, Ansoncr —jJestis! jBs esa ta eaneién prohibidat Javanr — Si, si, la tengo aqui en wn papel. (Saca el papel del bolsilio y lo enseiia). Ansonce — {La cancién del sndario? JauceR—Esperen, voy a leerla, La Anveia Bauazet — ; Quién Ja ha inventade? ‘Tanorx— No se sabe, nadie lo sabe, Eseiichenla (+) (Lee como TE caato do tos tefedoree, on el drama de Hauptmann, no es 0 estrofa de Heine, que sirvig de tem tl porta francés Maurie Visa para compares los couplets que se enntaron et ol Teatro Libve de Paris: Ta dea que domisa en lat estrofas do Haupinana es Je alusion que bace esd prion veroe attrib de Banta Veh, Ofreia ea Fister detasinde eselusivamente slemin, quo puede y” debe hacer gam efesto en Slemanis, pero se tenis que no sucodiona lo'mismo en rasci ¥ por esto se reemplazaron Ios versos de Hauptmann por los verses: de Heine, compuesios precisamente com mactive de est revlueton We tej. dores gue pone en ‘acetin el drame te Heaptoane, ar to. temas he aquk Is tralluecién, palabra por palara, de loe verios de Tfauptangans Agu, ay un tribunal / Peor que la Santa Vehme, / Sm donde no se pronuncia sentencin 7 Para anrobataros Ja vida mia’ pronto. “Aq el hownbre es Gentamente matiriado, 7 AguiTesta la e&mara ae, torture, 7 Hl nimoro de suspiros es enpanton, / Que sa tottgen Los Tesspores ar un colegial, casi deletreando, pero con wn sentiniento pro- fundo, en él que se reconoce ta desesperacién, el dolor, la rabia, et odio y ta sed de venganza) Nosotros, a quienes Haman Ja eanalle, hemos Negado de nuestro penar al Himite; ninestras fnerzas se agotaron, vale mas que de una vex con la vida coneluyamos Con las hijas y los hijos tejemos nuestro sudario, Ex Avvrio Bavatewr —(Arrebatado por las palabras de esta cancifn, y ugitado hasta el tiltimo grado, a duras penas ha resistido el interrumpir a Jacger. Bstalla al fin, y pudiendo apenas pronunciar las palabras, dice a st mujer, medio Uorando, medio riendo), Vale mis que de una ver con la vida coneluyamos... El que ha eserito eso, mira tii, ha di- cho la verdad... Si, se ha Megado al Iimite, se ha egado al limite... ;No es verdad? ‘Ta también puedes decirlo... i Cémo dice la eancién? Nuestro sudario. .. Si, eso es, 650, para esv nos sirve... Tejemos mestro sudario, Janonr — (Mientras sigue leyendos Ansorge, dejando de traba- Jar, permanece como abrumado por el asombro y a emo- cidn, y Ia abucla Baumert y Berta se enjugan sin cesar los ojos) Los Dreissiger son los veriugos, / Sus empleaios sirven de esbirros, / Todos: rivalizan en erueldad / Yn ver de disimular algo. Raza de viles, Dijos do Satenda, / Demonios escapados del in- fiero / Robis cl ‘pobre hasta los huceos / Sed malditos, como To moreedi . Aqui, ruegos y quejas son vanos, / ¥ vano todo ruego. / {No estdis contentos? Pues bien, marchad’/ Reed Ia tdnies del hambie,”? Que no so imagine esta miseria, / La angustin de estos desgra- ciados, / En la casa, ni an bocado de Fan, / 3No causa esto piodad? iPiedad! es un hermoso sentimiento. / Que os es extrao, joh canibales! / Todo el mundo sabe lo que nevesitfis / Arrancar al Pobre la piel eon sa camisn, En esta tradueciin espafiola hemos puesto en verso castellano, con mejor intenciéa que buen resultado, 1s eonposicién de Vancarre, tomada We Ins ostrofas de Heine, (N. del 7.) é 88 Groanpo HAvuprManx j Abajo el amo y la patria que nos mantienen esclavos! jSon ellos nuestros verdugos con todos sus empleados! ‘Terminen los sufrimientos, no mis Jamentos oigamos, Con nuestros hijos amantes les tejemas su sudario, Ex Anvevo Baumzer — (Golpeando et sucto con el pie, con ra- dia). Sf, su sudario también, es preciso que perezean todos. Ansoncs —[Wh, eh! si, sf... Si, sf, su sudario también, Ex Anvrio Baumerr— (Ensefiando el pwio con aire amena- zador). Son nuestros verdugos, serenios los suyos... ; Aba- jo el patrén! ; Mueran los verdugos! dancer — (Leyendo). Nuestra easa es el presidio, Dreissiger el eareelero ; pero también un sudario sin tardanza tejevemos para ti, joh, vieja Alemania !, en telares que son nuestros ; © on las hijas y los hijos su sudario aqui tejemos. Bu Asveco Baumser — (Hn et parovismo de ta rabia). (so, eso! Tu sudazio, job, vieja Alemnania! Porque yo pregunto: 4Es justo todo lo que pasa? Aquf estoy yo, Guillermo Bau- meri, meestzo tejedor de Kasehbach. Yo paedo presentar- me y decir que he sido un hombre honrado toda mi vida. Pues bien; miradme: ;qué es lo que he sacado con eso? 4Qué cara tengo? ; Qué han hecho de mit... Si, nuestra casa es nuestro presidio... (Extiende los brazes). Pero... aqui tejemos tu sndario, vieja Alemania; es preciso que naueras; 68 preciso que mueras. (Coe eztenvedo on una silla). Ansoras — (Arroja lejos de si la cesta en la que trabaja; se levanta temblando de rabia, y balbucea). Si; es preciso que esto cambie ; digo, que esto cambie en seguida. Que suceda lo que quiera, es preciso que esto eambie en seguida, TeL6n TERCER ACTO La sala de ta posada en Petterwaldan Es una sala grande cuyo tecko esté sostenido en su centro por ea columna de madera, alrededor de la cual kay una mesa. La puerta de entrada esta en la pared del fondo, un paco a la derecha. Se ve por esa puerta wn espacio oeupado por toneles y todo el material de cervecero. A la derecha de la puerta, en el Gngitlo, se encuentra el mostrador con los estantes para va- sox y botellas, Delante del mostrador hay wna mesa cubierta con un mantel de color de bajo de una lémpara colgante, Sillas de paja alrededor de esa mesa. No lejos de alli, en la pared de la derecha, se abre la sala reservada. Més on primer tér- mino, en el mismo lado, un reloj entiguo con su caja de ma- dera. A la izquierda de la puerta de entrada, a to largo de la pared que forma el fondo, hay otra mesa con botellas y vusos, y, més distante, la gran chimenca de porcelans. La pured do la izquicrda tiene tres ventanas pequefias, a to largo de las cuales corre un banco. De través, ante ese banco, varias mosas de madera. A lo largo de las mesas bancos con respaldo; a lox lados tabureles de madera. La sala esté pintada de azul. Bn las paredes hay carteles, imagenes y grabados, entre otros el retrato de Federico Guillermo IV. Wetues. es un buen coloso, de més de cincuenta aitos; esté detrés det mostrador, ocupado en escanciar cerveza en un vaso. La Musne pe Webzen esté ocu- pada en repesar cerca del fuego. Es una mujer bonita, vestida con gran puleritud, que apenas tiene treinta y cinco aitos. Axa Wetzsn, preciosa muchacha de diecisiete aios, con magnifica cabeilera de wn rubio rojo, esté vestida con gusto y aparece senteda, ocupada en bordar algo, cerca de ta mest, cubierta con el mentel. Aparta de cuando en cuando los ojos de su tra- bajo, y so queda escuchanda un coro finebre que se oye a lo lejos, cantado por nifios. Wizeaun, el carpintero, estd sentado ante la mesa prézima, con su traje de trabajo, frente a un vaso 40 G@reanpo HAvPoMaNn de cerveza de Munich. Se ve que es un hombre prictico y listo, que se las debe entender para realizar sus negocios. Hu VIATAN- ‘8 pz comencto estd sentado ante la mesa del medio, muy rcu- pado en comer un biftec alemén. Es de mediana estatura, repleto, tieno un aire de suficéencia que no le impide el mos. trarse alegre, atrevido y de buena labia. Va vestido a la iiltima moda; su malcta, sus cofrecillos de mucstras, sw paraguas, st gabin y su manta de viaje, estén cerea de él, colocados en sillas. Wetzen— (Al llevar wn vaso de corvéza al viajero, dice at pasar a Wiegaud). El diablo se ha desatado hoy en Petter- ‘waldan Wincaup— (Que tiene una voz aguda). Hoy es dia de entrega en easa de Dreissiger. La Mvsun ps Wetze1,— Otras veces no habia tanto ruido como ahora. Wrecaun — Sera probablemente a eausa de tos nuevos, de los doscientos obreros que quiere contratar. La Muger pp Wetzst, — (Sin dejar de repasar). Si, si, debe ser eso; si quiere doscientos, de seguro que habrin venido seiseientos. La mala hierba nunea falta. Wirsavp—jCaramba, no!, no leva eamino de extinguirse. Por miserables que sean, siempre hacen més chiquillos de los que se necesitan para la tarea que hay que hacer. (Bsctichase un instante con mds claridad el coro). Abi pasa el entierro, El tejedor Neutwich es el que ha muerto, ‘Wenzst,—Bastante ha tirade. El pobre diablo no tenia mis que huesos y pellejo. ‘Wirsaun — Muy cierto; munea he hecho yo un féretro tan pe- quefio, FY el enerpo no pestba 90 libras! Bu Viasanre — (Disponiéndose a comer). No lo entiendo. Los poriddicos estén siempre hablando de la miseria de los tejedores, pretenden que se mueren todos de hambre; euenian acerea de ellos historias que hacen estremecer. Pero yo he visto ese entierro cuando entraba en el pueblo. jUn verdadero entierro de rico! Misiea, nifios de la es- euela, banderas, el pastor, gran ntimero de asistentes, se ereeria que enterraban a un emperador chino. ; Cuando esas gentes pueden pagarse todo eso! (Bebe, y después de dejar sobre la mesa su vaso de cerveza, toma un aire lige- ro para decir a Ana): No es verdad, sefiorita? ;No ten- Los Trsrpoces a go razén Ana sonrie con aire embarazado y continiia bordando). jin duda son unas zapatillas para su papa? WetzeL—jOh! Yo no me pongo esas cosas. Ex Viasaste— Pues bien, eréame nsted; si quiere, daria la mitad de todo lo que tengo pare que ese bordado se hicie- ra para mf : La Musee pe Weizen — No se sabe lo que vale. Wincaun— (Después de haber tosido varius veces, adetanta su silla y por fin se decide a hablar). ;Cudnta razén tiene usted, sefor, por lo que se refiere a esos entierros! Y, sin embargo, la sefiora de Welzel puede decirlo, ese no es uno de los mejores. Ex. Viasanre —;Cémo pueden encontrar todo el dinero ne- cesario? Wiecaup— Perdone usted, respetable sefior, pero, ya ve, no habria medio para quitarles eso de la cabeza. Bs eomo si dijéramos una idea que se han hecho ellos acerea de los deberes que se refieren a los difuntos, Si sus padres han Muerto, son supersticiosos en esas cosas. Piden dinero en. todos los sitios donde pueden pedir. La herencia del muer- to se gasta toda entera en eso, Y en seguida toman a pris- tamo en todas partes. Y tienen que darles dinero el pas- tor, él saeristdn y todos los vecinos. Y por adem4s de eso hay que tener para beber, para comer y todo lo demas, Yo, ya ve usted, respetable sefior, no puedo decir que no haya respetado a mis padres; pero no eneuentro natu- val que se arruine uo por lo que se refiere a los que han fallecido. Ev Vissants —Permitame, me parece que el pastor deberia intervenir, disuadirlos, Wueavn—Perdone usted, respetable sefior, perdone usted, ‘Tengo que revelarle a usted que en eada pueblo, como si dijéramos, hay una iglesia, y que todo lo que gana la iglesia, forma el sueldo, como si dijéramos los medios de vivir de los sefiores del clero. Cuando los entierros son buenos, ya ve usted, la suma es buena, Cuantas mas per- sonas haya para la ofrenda, mds groschen se recogen, ¥ todas las personas que eonocen estas cosas, podran de- cirle a usted la eara que ponen los sefiores pastoves cua do el entierro no es conveniente. Horntc — (Entrando; os un traporo viejo, que Ueva el saco a la espalda). Pelicidad a todos. ;Se podra beber un vasi- 42 Geeanvo Haurtuaxy to? ¥ si bubiera por abi algunos trapos viejos. Sefiorita Ana, tengo en mi earreta hermosos collares, cintas para las ‘trenzas, pura las camisas, ligas, agujas, alfileres para el velo, todo un tesore, y doy todo eso por algunos trapos viejos. (Cambiando dé tono). ¥ eon los trapos, seficrita Ana, se hace ese hermoso papel blaneo, en cl que puede usted eseribir cartitas tiernas ANA— Gracias, no quiero novio. ‘La Musna ps Werann— (Poniendo wn hierro en el fuego). Bsta muchacha os asi; no quiere ofr hablar de matrimonio. Ex Viasanre— (Se levanta bruscamente, mostrando una ate- gre sorprest; se acerca a la mesa cubierta y tiende la ma- no a Ana). ; Ah! Bso si que esta bien pensado, seiiorita. Haga usted como yo, y démonos la mano, ;Vivan los ¢é- Uibes! ANA — (Poniéndose muy encarnada al darle la mano). 4Per0 usted no esta easado? Bu Vissanre — {Dios me libret... Sf, digo que lo estoy. Y us ted Io eree porque Hevo un anillo de boda. Es para pro- tegerme: todas Jas solteras me barian la eorte, Pero von usted no temo nada. (Se guarda la sortija en et bolsitlo) Pero, digamelo scriamente, gno tiene usted un poquillo de deseo de probar el matrimonio? ANA — (iencando la cabeza). Nada de eso. La Mugen pz Wenz — j Oh! Se quedaré soltera, 0 se necesi- taria que encontrase algo raro. En Viaranve —j¥ qué? ,Quién dice que no suceda eso? Hubo un sefior rico de Silesia que se eas6 eon la doneella de sa madre. :¥ el selior Dreissiger? 4 Acaso no tomé por mujer a una muchacha de clase humilde, ni la mitad de linda que usted, seftorita? Y ahora Heva earruaje. Por qué no habri, de ocurrirle a usted lo mismo? (Cambia do tono). Quisiera vuna taza de eaié, (Ansorge y el abuelo Baumert entran, cada uno con wn paquete, y 50 sicntun humildemente, sin decir nada, cerea de Hornig, ante te mesa que esté a la izquierda, en primer término). ‘Watzet, —Buenas, abuelo Ansorge, Hace mucho tiempo que no se le vela, Hornia — Si, jya has salido de tu agujerot Ansonce— (Lorpe y visiblemente turbado). He vuclto a bus Los Trsepores a Eu Asue1o Bavaent—Quiere trabajar a diez groschen la pieza, Ansonan—Jamés hubiera consentido en ello, pero el oficio de ester no mareha ya. Wisaavo— Diez groselien, siempre es mejor que nada. Y ade- més, eso siempre es tina oeupacién. Yo he heeho conoci- miento con Dreissiger. Hace ocho dfas, fut alli a poner auias ventanas. Hablamos de eso. Es muy bondadoso para eon los tejedozes. Awsonaz—jEh, ch!... Si, si. Wenzet.— (Sirviendo un vaso pequero a cada uno de los dos tejedores). Aqui tenéis de beber, amigos. Pero dime, abue- Jo Ansorge, jeuénto tiempo hace que no vas a afeitarte? Aauel sefior que esté alli quisiera saberlo. Ex, Viasanre — (Desde su sitio). ;Ah! Permitame, sefior po- sadero; yo no he preguntado eso, La fisonomfa de ese maes- tro tejedor me ha Namado la atencién, me ha pareeido com- pletamente venerable, {No se ven tan a menudo somejantes patriareas! Axsoncz — (Bascindose la cabeza con aire turbado). jh, chi... Sf, si. Eb Vissawre— Es tan raro ver todavia hombres como éstos soberbiamente ineultos, hoy que la civilizacién lo invade todo. A mi me gusta encontrar todavia un hombre de lr: selvas. jas cejas como malezas, una barba que es ua bos que virgen!... Hornte —Sabe usted, respetable sefior, voy a deeirle, os que sin duda no sabe gran cosa de lo que es un barbero y un navaja. Todo brota a eapricho. Y, ademés, tal eomo estén, les tiene sin euidado, Ex. Vissanve—Le ruego, buen hombre... (Bajo al posade ro). 4Se le puede ofrecer tn vaso al hombre de las barbas ? ‘Wauzet,—Me temo que rehuse. Tiene eiertas manfas. En Viasante—Bueno, no hablemos més. sMe permite usted, sofiorita? (Se sienta junto a la mesa cubicrta). Puedo de- cirle que desde que entr6 me Mamé Ia ateneién Io bonito de sus eabellos. ; Brillantes y finos y abundantes! (Zzpre~ sa su entusiasmo Bestindose Ta prunta de los dedlos). (¥ 32 color... de trigo maduro! En Berlin, eon esos cabello, revolucionarfa usted a todo ef mmindo. Palabra de hono>, Mamaria usted la ateneién en la corte, (Reclindndose un a“ Gusauvo Haver ann poco para ver mejor la cabellera). {Magnifiea, sencilla mente magnifica | Wixcau — Por eso le han puesto tan bonito nombre. Bp Viasants—j Abt, jqué nombre! Axa — (Sonriendo, con aire embarazado), No le haga usted aso. Horwic —La seiiovita rubita, gno es eso? Weuset — Vaya, es bastante. Le trastorndis In eabeza. Ya tiene dentro demasiados pajatiilos. Ahora, quiere un conde, ma- fina necesitarfa un principe, La Muane pe Weizet — No digas eso de nuestra hija, No es un mal el querer elevarse. No todo el mundo piensa como ti; sino fuera asi nedie se moveria, todos se qnedarian dety lo su silla. Si hubiera dicho lo que ti el abuelo de Dreissi- ger, éste seria todavia hoy un pobre tejedor, mientras que ahi lo tiene rico como Creso, El viejo Tromtra también era un pobre tejedor, y ahora tiene doce eastillos, y es noble por afiadidura, Wiesav — Todo esto esté bien hablade, Welzel, tu majer tie- ne razén, te Jo puedo asegurar. Si yo hubiese dicho lo que ‘tii, no tendria siete obrevos en estos momentos. ‘Honxic — Has Hevado bien tu harea, hay que hacerte justicia, Ni siquiera aguerdas a que uno esté muerto para hacerle al eajén, Wiscaup— Cuando se quiere salir adelante hay que abrir Jos 908. Hlornic —¥ ti los abves bien. Bn enanto va a espichar el chico de un tejedor, lo sabes ta antes que el médico, Wincuv— (Dejando do retr y encolerivdndose). Bueno, iy ti? Si no hay necesidad de ir a preguntar a la poliefa para saber quien es el que roba eangas de hilo a Dreissi- ger. Parece que vas pidiendo trapos, pero ya sabes eom- pra es0s hilos, Horsio— ¥ ti vas a recoger el pan en las tumbas, Cuantos ‘mis pobres diablos se largan, més contento estiis tv, A me- Gida que mueren chicos, te restregas las manos, dieiendo : es un buen afio, esto marcha, buena cosecha; podré uno emborracharse cuanto quiera. ‘Wiscaup — Por Jo menos, yo no robo a nadie. Hoxnia— j Como si no estuvieres listo al poner Ja euental Y hhasta haees que te paguen mas de lo que has puesto. Los Traspores 45 Wiraaup— (Volviéndose de espaldas), Habla con quien te dé Ja gana, pero no conmigo. (Volviéndose de repente). jAsqueraso embustero! Horx1a — j Sacanmuertos! Wineavun — (Dirigiéudose 6 los presentes), Todos saben que es un brujo que dice Ia suerte Horie — Pues ten euidade, no te diga la tuy: tidece). La Muser oz Wetzer — (Que habla salido, trae ot café at via- dante). ; Quiere usted que le sirva el eafé en el otro euartot? Bu Viasante—jQué dice usted! (Dirigiendo una mirada amorosa @ And). Quiero quedarme aqui hasta li muerte. Un Guarpanosque ¥ UN Aupeano— (Joven aquél; el aldeano, de mis edud, tiene un litigo; entran ambos). Buenos dias. (Permanecen de pie ante el mosirador'). Eu Aupeano— jPueden servirnos dos medios? Wetzet.— Ya lo exeo; buenos dias, amizos. (Sirve los vasos pedidos, Los recién legados chocan, beben y dejan los va- sos en el mostrador). By Viasanre— Se hu andado mucho, sinigo guardalosquet Bu Guaxpasosqur — Asi, asf, Vengo del pueblo de Steinsef er. (Entran dos tejedores viejos y se colocan cerca de Ansor- ge, Baumert y Hornig). Ep Viasawrs —Permitame, jes usted guarda del conde de Hochhein ? Ev Gvarvasosqun —No, del conde de Keil Ev Viasanti—Si, sf, ese es el nombre que yo querfa decir, Aqui no se aeaba munea eon tos condes y los barones y los sefiores de todo género. Hace falta una memoria de perro para recordar todos los nombres... ;De qué le sirve a us- ted ese hacha? EL Evapawosqux — Se la he confiscado a unos merodeadores. Ev Apveto Bavaeer—Es que nuestros buenos sefiores, sabe usted, ewidan mucho de qne no se les tome la menor rami- ta para hacer fuego, Ex Viasanse — Pero si todo el mundo tuviera derecho a to- mar lefia, serfa el cuento de nunea acabar, Eb Apurto Bavatsnt— Perdone usted, aqui sucede como en todas partes: hay ladrones grandes y pequenos. Los gor- dos son los tvatantes de maderas; éstos se hacen rieos. Los pequefios son los pobres diablos de tejedore (Wiegaud pa- 46 G@eranpo Haurrwan Bn Prater Pasmpor Vieso ~ (Interrumpiondo a Baumert). Si, por la menor vama que se recoja nos echan el guante, nos Ponen multas, nos fustigan..., sin eontar eon todo le que ya hay que dav, y todas las jornadas de trabajo que hay ‘que hacer como impuestos, todas elles para el seiior. Ansoxcz — Sf; eso es lo que pasa: lo que el fabricante nos de- Ja, el sefor viene a quitfrnoslo del bolsillo, Lv Seeundo Teron Viewo— (Que hu tomada puesto en ta mies de al lado). Yo he dicho a Su Gracia, nuestzo sefior perdéueme, sefior conde, le he dicho, pero no hay verda- eramente modo de hacer tantos dias de jornada. No es que yo diseuta con usted, esto no serviria de nada; pero exetiseme, el agua me ha destrozado todo, iia arrainado mi pequefio campo. Ya no puede darme nada, y ni siquiora tengo bastante para vivir, y hay que trabajar dia y noehe. iAh, hijos mfos, hijos mfos, qué desastre era aquello! {No habia mas remedio que mirar y retoreerse las manos, sin poder hacer nada! Toda Ja tierra buena, levada por el agua, arrastrada abajo de Ja colina, medio hundiéndose en las aguas. ;Y perdida toda la rica cosecha! ;Jestis! Durante ocho dias eret que no podsiamos salir de aquello, que habria que quedarse alli, Y después ha habido que subir hasta ochenta carretadas de tierra. Bx Arwesno— (Rudamente). Siempre estéis hablando de mi- soria para todo. Con el mal tiempo, que esti fuera de nuestya volintad, es preeiso que uno ge resigne. Y enando ‘vuesiras cosas no marehan es a menudo por eulpa vuestraa. Si guardéxais un poco de dinero cuando lo gandis, os que daria para desgracias como esa. ;Pero que si quieres! Lo ngais todo, os lo bebéis todo; haeed, pues, eeonomias enan- «lo podéis; asi, pues, no tendréis necesidad de robar hilo y lefia. Us Trsxv0n Joven — (En la puerta, con algunos compaiie- ros). Un aldeano siempre es aldeano, hasta. evando qvic- ro eebiirselas de listo, Ex Prumer Trszvox Vizso— Si, hace mucho tiempo que se sabe es0; los aldeanos y los nobles marchan juntos, Cuan- do un tejedor busea un cuarto, el aldeano dice: “Bueno, ahi tienes un rineén; pégame'un buen alquiler y luego echa una mano para meter mi heno y mi avena, y si no quieres mis condiciones, lirgate a otra parte”. Y vais a basear un segundo que os recibe igual que el priinero, Los Tesnvones ar Bn Anorto Bauxeer— (Con odio). Si, nosotros somos come un tonel, al que todo cl mundo va a remojarse el gaznate. Ev Anpgano— (Muy excitado). Pues bien, si, reeua de hol- ‘gazanes, reewa de hambrientos, de qué servis vosotros? iSabéis siquiera llevar um arado, o manejer la hoz, 0 ear- gar una earreta de heno? ;No servés mis que para holea- zanear y andar eon mujeres! ;Quién queréis que os haga maldito el easo? (Diciendlo estas palabras, paga su gasto y sale. El guardabosque le sigue riendo, Welzel, su mujer y el earpintero riex a carcajadas. El viajante sonrie. Por fin las risas cesan. Una pausa). Honig — Un aldeano asf es mas bruto gue un toro. ;Como si uno no supiera la miseria que hay aqui, en las aldeas! iAh! ;Y hay cada espectieulo! Es muy divertide... se acuestan desnudos, de enatro en enatro o de eineo en ein- co, en un mismo jergén, Ev Viasanre— (Objetando muy suavencnte). Permitame, buen hombre; no todo el mundo es de su opinién acerea del grado de miseria que reina en estas regiones, Si usted pu- diese leer Horne — Yo puedo leer tan bien como usted, y también yo Jeo los papeles. Cuando so ha arrastrado el ‘pellejo euaven- ta afios, como yo, se sabe lo que ocurre. ; Sabe usted lo que Jes pas6 a los Tuller? Los ehicos husmeaban en el patio con los patos de los veeinos, buscando algo que comer. YY coneluyé la cosa muriéndose todos, desnudos, sobre jer gones podridos, después de haber tratado de comer hasta las basuras para no pereeer de hambre. Y como este easo hay cientos y eientos. Ep Vissanra—Pero si usted lee los periddieos, debe usted sa- ber que el gobierno ha ordenado una informacién, y que... Hoanta—j Ah !, eso es conocido, Viene un personaje envindo por él gobierno, y que lo sabe todo ya antes de haber visto nada. Se pasea tm poco por el pueblo, por la plaza, en donde estén las mejores casas, pero no va més lejos, por- que se mancharian sus hermosos zapatos. ¥ se diee: todo debe ser por aqui como lo que he visto, y vnelve a subir al coche, jy arrea cochero! Y no puede menos de dar sn in- forme en Berlin, dieiendo que por aqui no hay trazas de miseria. Si hubiera sido un poco més animoso, si hubiera ido siquiera un poco més arriba, hacia las eabafias aisla- das, las chozuelas tan negras y tan indecentes que ni ci- 4s Geuanvo Haurteaxy quiera valen la eerilla para prenderles fuego, no hubiera tal vex escrito las misinas cosas a Berlin, Si hubieran po- dido venir @ verme los sefiores de Berlin, que no quieren ever «que hay miseria aqui, yo se la hubiera ensefiado, No haefe falta mas que abrir los ojes. (Se oye cantar fuera le eancidn de los tejedores) Werart— Ya vuelven a eantar su eaneién del diablo, Wiegavp — Alarman a todo el pueblo. Lia Musax oe Weures, — Seguramente gue ocurve algo. (Jaeger y Boecker, del bras, « ta cabeza de un numeroso grupo de tejedores jovencs, ponetran ruidosamente en la case y después en la. sata de ta posada). Jaworr—j Esenadr6n, alto! Bn su lugar, deseanso! (Los re- cién Uegados tomen sitio en tas diferentes mesas, en don- de ya esti sentados los tejedores, y ontablan conversacién con ellos) Honste— (A Backer). ,Qué quiere decir esto de veros a tan- tos eunidos? Bagcxer— (Con tono significativo). {Tal vex quecré deeir al- go! jNo es verdad, Mauricio? Horta — Bueno, no vayais a hucer tonterias, Banoxer—La sangre ha corrido ya. 4Quiéres ver? (Se re- manga el tirazo y le ensefia unas cicatrices frescas, Mu- chos tejedores jovenes, en las obras meses, hacen lo mis- mo). Hetnos ido a que nos vacunen en éasa del tio Schmidt. Hornic — Comprendo ahora. No es chocante que haya tanto ruido en las calles. ;Caando se juntan tantos alborotade: es 010 vosotros! Janse — (Hn voz alta, kaciéndose el fanfarrén). Dos vasos, Welvel, en seguida. Soy yo el que paga. ;Te figuras que 0 tenyo dinero? Oyelo sonar. Si quisiera, podria uno pagarse aguardiente y eafé hasta maiana por la maiiana, tan bien como wn viajente de eomereio, (Risas entre los tejedores jdvenes). BL Vissanre — (Con asombro eémico). Se vetiere usted a mi? (Welzel, su mujer y su hija, asi como Wiegaud y el via- jante, rien). avers — Cuando le piea a uno, se rasea. En Viasasre— Permitame, joven; me parece que usted no est inal Tanorr—Si, no tengo por qué quejarme. Soy viajante en confecciones, asoeiade con un fabrieante, Cuanto més se Los Tryxpones 49 muera de hambre el tejedor, mas engordo yo, No tengo por qué quejarme. Baroxux — Biew dicho, eso; bion eontestado, ;Viva Mauricio! ‘Wetzet.— (Ha trafdo el aguardiente. Mientras vuelve al mos- trador se detiene un instante; volviéndose hacia los teje- dores, sin perder nada de su flema y de su buen carécter, les dice tranquilamente): Dejad tranquilo a este sefior ; no os ha hecho nada. ‘Varios Trumpones JOveNes — Bueno, tampoco nosotros le hemos heeho nada. (La mujer de Welzel cambia algunas palabras con el viajante, Toma ta taza de café a medio beber que tiene A delante, y la leva a la habitacién inmediata, El viajante la sigue, acompatiado por las risas de los tejedores. Estos cantan algunas frases de la cancién del segundo acto). Nuestra casa es el presidio Dreissiger el eareelero. Weus,—jPsch, pseh! Cantad eso donde querdis; pero no aqui, uo quiero, Bx Printee Tesevor Vieso—Tiene razén; hay que eallarse. Banoxrs — Pero tenemos que pasar otra vez por la ease de Dreissiger y cantérsela, hasta que aeabe por saberla de memoria, ‘Wrecup — Mejor harfais en no saearle de sus easillas, podria molestaros. (Bisas y protestas). EL Avuzso Wirne— (Un herrero de cabellos grises, sin go- ra, con delantal de cuero y abarcas, Weno de hollin, como si viniera de la fragua; ha entrado, y espera de pic, junto al mostrador, que le sirvan un vaso de agwardiente). Que metan un poco de ruido. Perro ladrador, poco mordedor, Varios Teaeporss Viesos —j Wittig, Wittig! Winric — Aguf estoy. ;Qué hay? Varios Pesepoxrs Viesos—Si; es Wittig. ;Wittig, Wittig! Ven a sentarte aqui. Ven a’ nuestro lado. ‘Wirmic —No seré yo el que vaya a sentarme con unos cual: quiera como vosotros. ‘Varios Txsnporss Vinz0s — Vamos, ven, bebe eon nosotros, IWrrrra — De ninguna manera, Guardaos vuestro dinero. Lo que yo bebo, yo lo pago. (Se sienta con su copa de aguardiente ‘cerca de Baumert y de Aasorge, pegando a éste en el vien- tre). sDe qué se alimentan los tejedores? {De berza eon Piojos? 50 Grnanpo Havrruanx Ex Anvrio Baustzet — (Ezaltado), Si; pero no se eontenta- rén con eso mucho tiempo. ‘Wine — (Hingiendo asombro y mirando 4 Baumert con aie esttipido). | Ah! gqué es 10 que dices? (Riendo a carca- jadas). Lo dicho, hombre, si es para reventar de risa, TEI abuelo Baumert que quiere sublevarse! Mafiana lo querrén los chieuelos y después los ¢ojos y los mancos. Mi palabra que va a ser muy divertide. (Contintia riondo). Eu Apvzto Baumurr— Puedes ereerme si quieres, Wittig; yo jamas he cambiado de opinién; si todo el mundo arr mara el hombro, la eosa ira mejor. Wirria—j.A qué llamas ti “arrimar el hombro”’t ;'Te figu- ras que no hay més que ponerse de acuerdo! 4 Acaso no trataron de entenderse en Franein? ;Acaso Robespierre halagaba a los rieost En aquel tiempo levaban a los aris- ‘t6eratas a la horea. ;Y no paraba la guillotina! Los patos no eaen munea asados en cl plato: hay que cocerlos, En Apvsve Bavaser—jSi al menos taviera yo con qué ir tirando! Bu Proer Tesevor Vieso — {Estamos con el agua al cuello! EL Ssounpo Trarvox Virso—Ni siquiera se atreve uno a meterse en su eabafia. Que se trabaje o que se duerma, se muere uno de hambre de las dos maneras. Ex Pemee Tesepor Vies0— Comienza uno a perder Ja cabeza, ‘Ansonce—A mi ya me tiene sin enidado; que suceda lo que guiera, Varios TesEpores Virsos— (Con exaltacién creciente). No se deseansa en ninguna parte, Ya no tiene uno 4nimos para trabajar. Arriba, en Steinkunzen, ya se ha vuelto loco uno de los nuestros. Se pasa el tiempo bafiindose desnado en. al arroyo. ‘Un Texcer Tesepor Virso— (Se levanta y habla como wn iluminado, levantando el brazo al cielo con aire de ame- naza), Se oyen ruidos en el eielo.. No frecuentéis a los rieos y a los poderosos. Hay una justicia en el ciclo. El selior Zebaot... (Varios compaieros se echan a reir. Hacen sentar al viejo en su silla). ‘Werzst,— Eso en enanto toma una copa, ya esta leno. Eu Tercer Trsevor Vizso—(Vuelve a decir en el mismo tono). Esperad, esperad; vosotros no ereeis ni en Dios, ni en el diablo, Vosotros os burlais de la religién, Br Pentzr Tesupor Visso— Bueno, déjanos en paz. Los Teseponss sl dé eso fnimo a algunos. Muewas Voces— (Pumultuosamente). Sf, si; que le dejen hablar. . Texene Tevepor Vieso— (Elevando més ta voz). Si; el Seftor ha dicho: ;Ay de los rieos, porque no es de ellos el reino de los cielos! ;Ay de los rieos! (Tumulto).. Bancker—Entonees nada tenemos que temer nosotros, los tejedores de algodén. (Risas). Honig — Para los tejedores de tela, todavia va Ia cosa peor. Todos tienen aspecto de espectros. A vosotros os queda avin un poco de esperanza, Wirnia —85, sf, ite fignras que la cosa no puede ponerse peor todavia? Pronto concluiran los fabrieantes eon lo poco de fuerzas que quedan. Bavcxer— Digo!, los tejedores acabarin por trabajar a euarto de sueldo. (Tumulto). Vauias Vocrs pz Tereoores— j Quién pretende eso? Baecker — Dreissiger lo ha dicho. Un ‘Tesuvor Joves—jEse caveamal!, se le tomaré la de- Inntera, Javorr—Eseucha wma cosa, Wittig. Ti siempre estés ha- blando de Ia Revolacién Francesa, se te Mena la boca con ello. Pues bien, tal vez se presentaré pronto una huena oeasién para demostrar lo que se puede hacer, si es que uno no es mas que un charlatén 0 un hombre que tiene redaiios. Wrrreg —Cillate. Té, mocoso, ghas ofdo alguna vez silbar Jas balas? ;Has estado de deseubierta en un pais enemigo? ‘arczr—No te incomodes. Somos compafieros. No queria he- rirte. Werrig —Me rfo de tu compafierismo, Ta no eres nadie, un fanfarrén, (Entra el gendarme Kutsche). Vanias Vocus —{Pseh, pseh, la poliefal (Se cuchichea largo rato. Por fin hay silencio completo). can — (Va a colocarse cerca de ta columia do en medio), Déme una copa. (Nuevo silencio). Wrrrig — Llegas muy « tiempo, Kutsehe. Kurscuz— (Sin escuchar « Witting). Buenas, Wiegaud, Waraaun— (Que no so ha movido de su riticén delante det mostrador). Felices, Kutscke. Kursowe—jMarchan los negocios? E Kur a Gueanpo Hawrtwann ‘Wrseavp —No van mal, gracias, BarckeR—En cuanto a nosotros, el patron tiene miedo de que nos echemos a perder el estémago con tanto dinero como se gana. (Risas). Kugscus — Aunque tuviérais champagne y buen asado, toda. via no estarfais contentos. Yo no bebo champagne, y no me encuentro mal. Barcker— (Sefialando a ta nariz de Kutsche). Se riega la na- iz con eervera y aguardiente. Por eso madura como wn, tomate. (Rises). Wirrg—jTiene tanto que trabajar un gendarme! Hay que llevar a la sombra a los pobres diablos que se mueren de hhambre; y después, a veces, hay que hacer la corte a las hiijas bonitas de los tejedores, a menos que no esté ocupa- do en dar una paliza a la mujer que se eseapa a casa de Jos yeeinos : ¥ luego hay que hacer rondas a caballo y dor- mir toda Ja mafiana bien caliente en In cama. ; Todo eso es poco edmodo! Kursens -Sigue hablando, hombre, no tengas miedo, ya te volverén a echar el guante. Ya hace mucho tiempo que te acechan; el gobernador esta enterado de todas tus pero- ratas. Y yo conozeo alguien que, a fuerza de borracheras y de desorden, est en camino de Hovar a su mujer y a sus hijos al hospicio, y marehar después él a la efrcel. Si, amigo, no tengas euidado, ti caeras, Wirntc — (Riendo con amargura). {Quién sabe todavia a don- de iré! Pudiera ser también que fuera a donde tit di- ces. (Con célera). Pero si sucede eso alguna voz, yo subré a quien se lo debo; quién es el que va eon soplos a los fa- brieantes y a las ‘autoridades, y el que impide que me den trabajo. Yo sé también quién es el que ha puesto en contra mia a los aldeanos y a los molineros, que no me traen ya, Jos eaballos a herrar ni las ruedas para compo- nerlas, Conozeo a ése. Hs un animal inmundo, al que tiré una vez de sa caballo, euando le pesqué a punto de dar Jatigazos a un pobre muchacho que habia tomado unas pe- ras verdes eaidas de un arbol. Pues bien; puedo decirle una cosa: ya me eonoees, si alguna ver. vienes a buscarme para Hevarme a la eéreel, puedes hacer antes el testamen- to. En cuanto yo oige decir una palabra agarro la primer cosa que tenga a la mano, una herradura o un martillo, un eéntaro 9 una Hanta, y aan enando tuviera que ir a Los Trozpones 58 puscarte a tu cama y arranearte del lado de tu perdida, iva a romperte la erisma, tan eierto como me llamo Wit- tig. (Se lanza y quiere arrojarse sobre Kutsche). Varios Tesspores— (Conteniéndole). Vamos, vamos, Wit- tig, nada de tonterfas! Kurscun—(Se ha lovantado involuntariamente, Esté muy pélido, Diciendo lo que sigue se retira. A medida que s¢ acerea a la puerta sw valor aumenta, Pronuncia las ‘itt ‘mas palabras en el wmbral de la puerta y desaparece en seguida). ;Qué te he hecho yo? No hablo contigo, Hablo a Jos demas que estan af. Yo no te he hecho nada; me im- portas un bledo. Pero a vosotros tengo que deciros que el comisario ha prohibido que se vuelva a cantar la ean cién...; ya sabéis lo que quiero decir. Y si se vuelve a oir cantar en las eailes, se veré el medio de poneros a eu- bierto, y entonees la eantaréis euando querdis. (Sale). Wirric— (Le grita). Pa no tienes nada que prohibirnos, y si se nos antoja cantar hasta que se eaigan los eristales y que nos oigan hasta en Reichenbach, y si queremos cantar tan fuerte que las casas de los fabricantes se derrumben y Jes eaigan sobre sus cabezas y hagan una tortilla con to- dos los empleados, eso es cosa. nuestra, nadie tiene nada que ver en ello. Bawoxen — (Se ha levantado mientras hablaba Wittig; ha he- cho una sefal a todos para que so callen, después entona el canto que todos cantan con él). Nosotros, a quienes aman Ja eanalla, hemos Negado de nuestro penar al limite; nuestras fuerzas se agotaron ; vale més que de una vez con la vida coneluyamos. Con Jas hijas y los hijos tejemos nuestro sudario. (21 posadero trata de hacer silencio, poro no le escuchan, Wiegaud se tapa los ofdos y huye. Los tejedores se levan- tan y siguen, cantando la estrofa siguiente, a Wittig y Baccker, que han dado por gestos ta seftal de marcha). jAbajo el amo y Ja patria que nos mantionen eselavos! Bt Greanpo Haurtwany Son ellos nuestros verdugos con todos sus empleados. Terminen los sufrimientos, no més lamentos oigamos, con las hijas y los hijos, les tejemas sit sndario, (Se oye a los tejedores cantar In siguiente estrofa en ta calle. Algunos aprendices jévenes se han quedado entre- tenidos en pagar lo que hur tomado. Cuando ha terminado esta estrofa, no quedan en la sala do la posada mas que Welzel, su mujer, su hija, Hornig y ol abuelo Baumert), Nuestra ease es el presidio, Dreissiger el earcelero, pero también un sudario sin tardanza tejeremos para ti, joh, vieja Alemania! en telares que son nuestros. Con las hijas y los hijos tu sudario aqui tejemos. Wanxet— (Recogiendo tranquilamente los vasos vacios). Es. tin hoy un poco exeitados. (AU abuelo Baumert se Levanta para salir). ‘Hoxnia — Di, Baumert, ;qué van a hacer? Ex Avvero Bavaier—Quieren ir a casa de Dreissiger a pe- dir aumento de jornal. Wetzer — 76 también comulgas eon todas esas tonterias? Bx Anvero Bausterr — Ya ves, Welzel, no sé. Los j6venes van adelante, Los viejos tienen que seguirlos, (Se retira algo confuso). Horxia — (Se levanta). No me extraftarfa que sueediese una desgracia. ‘Weuren— jHasta los viejos se mezelan! Horsia —j Todo el mundo tiene algdn deseo en 1a cabeza! THrén CUARTO ACTO Gabinete particular del fabricante Dreissiger, en Petterwaldan, Iujosamenie amueblado con el frio estilo de la primera mitad del siglo XIX. Las maderas, la chimenea, la puerta, son blancas; alfombra do flores menudas, de rayas rectas, do un tono frio, color de pizarra. Divanes y dutacas de caoba, ricamente esculpidos y forrados de rojo. Muebles y sillas diversos, y dispuestos de esta ‘manera: a la derecha, entre dos ventunas con cortinones ada- mascados de color de cereza, esté la mesa de escritorio cubierta por wn tapete que se cierra por una cerradura. En frente, al otro lado, el soft, y cerca de él la caja de caudales. Delante del sofé, una mesa con sillas y taburetes. En la pared del fondo una panoplia. Las paredes estén en parte cubiertas por cua- dros malos con marcos dorados. Encina del sofé wn espejo de marco antiguo con brillante dorado. Una sencilla puerta a le izquierda conduce al vestibulo; en el fondo, una puerta de dos hojas une el gabinete al salén, tan magnifica y ridiculamente sobrecargado de muedles de mal gusto. Se hallan en el salén dos mujeres, la SeXona pe Dreassicer y la pp Kurrenuavs, en- iretenidas en mirar cuadros; més lejos, el Pastor Karreniravs, en conversacién con el teélogo y preceptor WaiNKow, Kirrennavs— (Un hombrecillo amable, entra en escena ha- blando bonachonamente con Weinkold. Ambos fuman, Se detiene, mira en rededor, y viendo que no hay nadie, me- nea la cabeza con extraieza). Eso no ¢ nada de extra- ordinario, mi querido sefior, usted es joven. Nosotros los viejos, cuando éramos de su edad, teniamos, no diré las mismas opiniones que usted ahora, pero muy parecidas. Oh! si, muy pareeidas. Y a fe que es buena cosa que se tengan ‘jlusiones hermosas, cuando se es joven, ; Desgra- ciadamente no duran més que instente! ;Un almuerzo de Be GERARDO Havrtwann sol, amigo! Espere usted a tener mi edad. Cuando se ha predieado durante treinta afios, emeuenta y dos veces al afio, sin contar los dias de fiesta, se aeabs por quedarse uno més tranquilo. Reeuerde usted lo que Te digo, mi que- ido amigo, si siente usted tentaciones de dejar ir las cosas demasiado lejos. F Wemxoin— (Diez y nucve afios, pilido, delgado, muy alto, de largos cabellos rubios muy tisos. Tiene movimientos agi- iados y nerviosos). Permitame usted que le haga ebservar, sefior pastor... Yo no sé, pero... hay, sin embargo, natu- ralezas muy diferentes. Eurrsnuavs—Si, sf, mi buen amigo; usted puede ser un es- piritu un poeo exaltado (con tono de censura), y lo es usted. Y hasta puede mostrarse violento frente a las eir- cunstancias aetuales. Pero todo coneluiré por calmarse, ya lo veréis. Ya sé que tenemos eompafieros que, hasta en una edad bastante avanzada, tienen todavia ideas de j venes, Hay quienes praetican contra el aleoholismo, y fin- dan sociedades de templanza; otros eseriben libros que son muy interesantes do leer. ¢Pero a qué eonduce todo esto? Todo eso no puede hacer mis que perturbar la so- ciedad. No; mire usted, que eada eual se inmiseaya en lo que le eoncierne. Contentémonos eon, predicar la palabra de Dios, y en etanto a lo demas dejemos hacer a Aquél que se cuida de alimentar a los pajarillos y de tejer su ‘vestidura a los lirios de los campos. Pero quisiera saber a dénde ha podido ir yuestro querido buésped. La SeSora, pe Daeisstezr — (Entra, seguida de la mujer del pastor. Es una mujer de treinta afios, bonita y de consti- tucién robusta. Se puede observar cierto desacuerdo entre su manera de hablar o de accionar y la elegancia con que viste). Tiene usted raz6n, sefior pastor. Son cosas de Gui- Hermo. En cuanto se le pasa algo por la cabeza, se larga y me deja plantada. Se lo he dicho muchas wees, pero aunque se Je diga lo que quiera, no hace caso. Kirrsinaus— Querida sefiora, enando se vive como él entre negocios. Wamvxor —Si no me engafio, debe sueeder algo abajo. Dreissicer— (Entra, pareciendo muy excitado). ¥ bien, Ro- sa, jest servido el eaté? La SeXora pe Denissicer— (Haciendo un mohin). ;Por qué te vas siempre? Los Tramnonns a7 Deatssicen — (Sin insistir). ;Ah|, si té supieras. Krrreunavs— Perdone usted, seiior Dreissiger, ;ha tenido usted algin disgusto? Danissiaer — Los téngo todos los dias de Dios, sefior pastor. Estoy habituado... Rosa, yquieres ira ver?... (La se- fora de Dreissiger se aleja de mal humor y se dirige a tirar varias veces violentamente det grueso cordén borda- do de la campanilla. Dreissiger da algunos pasos, después se dirige a Weinkold). Quisiera que hnubiese usted estado alli, hubiera visto algo... Pero en fin, vamos a empezar nuestro whist Kurreuiavs — St, sf, Sacnda usted todos sus disgustos, y en- treguémonos por completo al placer de estar juntos, Dauissicen — (Se acerea a la ventana, separa una cortina y mira hacia fuera involuntariamente). ;Otra banda! Ven a ver, Rosa. (Esta se acerca), Dime: ese grandote de ca- dellos rojos. Krrraunavs— Ese es el hombre a quien Haman Baecker el Rojo. Dasrasiazr— gNo es eve el que te insults hace dos dias?... Reeuerda lo que me contaste: cuando te ayudaba Juan a subir al coche, La SeXona pa Drrtssicer — (Con wn gesto). No si Dasissiaze —Trata de acordarte. Necesito saberlo. Ya estoy cansado de todas esas insoleneias. Si es ese, quiero que sea castigado, (Se oye cantar el canto de los tejedores). Bseuchen, esetichenles. Kurrenaraus— (Alterdndose). ; Ah! Verdaderamente. {Pero no va a coneluir esto! Mo veo obligado a convenir en que es preciso que intervenga la policia, Permitame que vea. (Se acerca a la ventana), Mire usted, sefior Weinkold, no solamente hay jévenes, hay también muchos hombres ma- uros, hombres a los que por mucho tiempo he tenido por hombres serios y dignos y temerosos de Dios. Forman par- te de la banda, se mezclan a todo desorden, ho!lan eon los pies las leyes divinas, Va usted también a tomar el par- tido de esas gentes Werxonn —Ciertamente no, sefior pastor, Es decir, sefior pastor... cum grano salis. Son pobres hambrientos, igno- rantes. Demuestran su descontento como pueden. No hay que esperar de esas pobres gentes. 38 Greanpo Haversann La SeSona pe Kirtennaus— (Pequeta, flaca, ajada, parecién- dose mas a una solterona que @ una mujer casada). Sefior Weinkold, Ie ruego "SSIOER— Sefior tedlogo, tengo el sentimiento de decirle. .. que no le tomé en mi casa para que me diera usted confe. reneias humanitarias. Le raego que se atenga a la educa” eién de mis hijos y deje que me oeupe yo solo en lo que a mi s6lo me eoneierne. ;Me comprende usted? Watnxo..— (Muy palido, permanece un instante inmévil, des- pués s¢ inclina con sonrisa foreada, y dice con dulzwra): Ciertamente, sefior Dreissiger, Ciertamente que lo he comprendido a usted; bien preveia lo que iba a suce- der. ¥ por lo demas, esto se encuentra conferme con mi deseo. (Vase). Drcissicer— (Brulalmente). Déjenos usted lo més pronto posible, sefior mio, Tendvemos necesidad de su cuarts. La SeSoxa be Deztsugse —;Vainos, Guillermo! Dreisstcen— 5 Vas a perder el juicio? 5 Vas a ponerte a defen- der a un hombre qne trata de excusar abominaciones y horrores como esa innoble eaneién'? Ls SuSona pe Dressiae—jPero si realmente no la ha ex- eusado! Daeissicex — Vamos, sefior pastor; jha tomado, si o no, la de- fensa de esos brutos? ‘Krrreiuavs— Sefior Dreissiger, hay que perdonarle a causa de su juvenind. Dretssicer —No lo comprendo. Ese muchacho es, sin embargo, de una familia buena y decente, Su padre hs sido emplea- lo durante euarenia afios, y nunca ha habido nada que decir de él. Su madre estaba muy contenta de que hubiese encontrado su hijo un buen empleo en nuestra casa. Y ahto- + ini siquiera sabe aprovecharse de ello! Pruwsk —(Abriendo bruscamente la puerta que da a la ante- camara, y gritando): Sefior Dreissiger, han detenido a uno, Habré que ver... Davissier— ;Han ido a prevenir a la policia? Preumr — El sefior comisario sube ya la esealera. Drutssicnr — (En la puerta). Servidor de usted, senor comi sario; me alegro de que haya venido. (Kiltelhaus hace comprender a las seftoras, con ademanes, que es mejor re- lirarse. El, su mujer y la sefiora de Dreissiger desapare- con en el salén). Sefior eomisario, al fin he hecho detener Los Trszpoges 59 a uno de los principales agitadores, por mis obreros tinto- reros. Yo no podia soportar mas tiempo tantas insoleneias. Son de una audacia que traspasa los limites. Es irritante. ‘Tengo invitados, y esos hombres aumentan su impruden- cia... En euanto sale mi mujer, es insultada... Hasta Ja vida de mis hijos no esti segura. Y me arriesgo a ver mal- tratar 2 mis huéspedes. Le aseguro que si en una soviedad civilizada pudieran quedar impunes semejantes hechos; si personas como mi familia y yo tavieran que permanceer expuestas a las injurias y @ las acometidas de esos perdi- dos... verdaderamente... verdaderamente, seria cosa de desesperar de todo. Ee Comusario ve Porscis— (Un hombre de unos cincuenta aiios, de estatura media, corpulento, sanguineo. Lleva wn ‘uniforme de caballeria, con wn gran sable que arrastra y espuelas). Ciertamente que no, sofior Dreissiger; eierta- mente que no, Y tranquilicese usted; estoy en absoluto a su disposicién. Confie usted en mi... Es natural... ¥ me entero eon gusto de que usted ha hecho ya detener a uno do esos hergantes. Hay que ennelnir, en efecto. ¥ hay por aguf algunos tunantes a Jos que aeecho desde hace mucho tiempo. Dressiaex — Son unos pillos que se asustan del trabajo, que no quieren hacer nada, vieiosos, que se pasan Is vida en la taberna, bebiendo hasta el altimo pfennig. Pero estoy resuclto a aeabar con toda esa mala hierba, Y esto redun- da tanto en interés de todo el mundo como en mi propio interés. Ex Comusazio pe Pourcia — Evidentemente, sefior Dreissiger, evidentemente, A nadie le puede pareeer mal. ¥ en euan: to de mi depends... Drsissiczr —Se deberfa Hevar todo esto a bayonetazos Eb Comisano pe Pouiofa — Perfectamente. Se hard un esear- miento. Ex Genprraz Kurscus — (Entra y adopta ana postura mi- litar. La puerta de la antecdmara se ha quedado abierta, y se oyen pisadas fuortes en la escalera). Sefior eomisario, ¢on sit permiso, hemos detenido a un hombre. Dretssicnr — ; Quiere usted ver a ese hombre, sefior comisario? Ex Cossasio pz Pouicia —Ciertamente, eiertamente. Vamos 2 interrogarle, a aeosarle. Unieamente le pediré a usted, oo GeRAnDO Wauruaxs seior Dreissiger... No se inquiete usted. Le daré a usted satistaceiOn, a te de Heide. Darissiger —Lo que me diee no puede bastarme; es preciso gue ese hombre pase a manos del juez. TavceR— (Sujeto por cinco tintoreros, que ticnen las manos y el rastro manchados de colores, porque vienen de su tra- bajo. EL prisionero trac la gorra puesta demuestra una dlegria insolente, Mevada al iittimo grado por las sume- rosas libaciones que ha debido hacer). ; Bandidos!... ¥ os llamiis obveros! Pretendéis ser compafieros. Antes que traicionar asi a compaiieros, me hubiera dejado cortar la mano. (A une sciial del comisario, Kutsche separa al pri- sionero de manos de sus compaiteres. Jaeger queda libre. Conserva la misma actitud insolente. Las puertas quedan guardadas en derredor de él). Bx Comusanto ps Pouicia— (Enérgicamente a Jaeger). (Qui- tate la gorra, bergante! (Jaeger se quita lu gorra, pero lentamente, y sin dejar de burtarse). ;Cémo te lamas? Tawar — Di, jhemos guardedo eerdos juntos? (Movimiento de los presentes). Demssidnr —j Ah}, eso es demasiado. Bu Consanto pe Pouicia — (Cambia de color, va a estallar su edlera, pero se contione). Ya lo pagaré. .. ;'Te he pregum- tado tu nombre! (Jaeger no responde. EU comisario com rabia). Habla, desgraciado, o te haré moler a palos. Tancr— (Siempre burlin, y sin parecer que ni siquiera ha vido al comisario, ve por encima de las cabezas a una oria- da bonita que acaba de entrar, trayendo el café, y que per- manece alli confus). {Eh, di ti, bella Emilia, tienes gente? , Hstés de recepeiGn? ;Buew provecho te haga! Pe- ro el viento puede cambiar, hermosa, basta una hora para que todo cambie. (La joven mira fijamente « Jaeger, cuando comprends que se dirige a ella, se pone encarnada de vergiienza, se tapa los ojos con las manos, y escapa, de- Jando alli la bandeja con el café. Nuevo movimiento de los presentes). Ex Comisawio pz Poxicia — (Casi fuera de si, a Dreissiger). iOh! semejante desvergiienza... (Jaeger escupe). Davissicer — Grosero, no estés aqui en ninguna eaballeriza, jentiendes? Eu Comrsamio px Pouicta —j Ah}, ya he perdido la pacieneia, ipor ltima vez, tu nombre! Los Tevepones 61 Karrevuavs — (Que durante la iiltima escona ha mirado y es- cuchado lo que pasaba, detrés de la puerta entreabierta del saldn, entra en este momento, interesado hasta ol wil- timo punto de lo que ha visto y ofdo, y temblando de emo- cidn, se decide a intervenir). Se llama Jaeger, sefior ¢o- misario. No es verdad, Mauricio’... Si, Mauricio Jaeger. (A Jaeger). ,No me eonoces ya? Jaton — (Muy gravemente). Usted es el setior pastor Kit- ‘telhaus Kirrpunavs-—Si, tu pastor, Jaeger, tu padre espiritual, el que te reeibié en la comunidad de los fieles, euando eras, un nifio, aquél de cuyas manos recibiste por primera vex el exerpo del Seftor, vamos, todavia lo reewerdas. Y yo me dediqué a ensefarte la ‘palabra divina. jEs este tu agradeeimiento? Tavaue—(En tono de colegial que baja la cabeza ante el re- gaiio). Le pagué a usted, le di dinero, un thaler. Karrenuavs— | Dinero, dinero!... Crees tii que ese miserable dinero... Podias guardarte ta dinero, que no se hable més de esto... ; Vaya una tonterfa!... Ea, sé un hombre honvado, un buen eristiano, Piensa en Ios juramentos que has hecho, Observa los divinos mandamientos. $$ bueno ¥ iadoso... ;Dinero, dinero! Javarn— Me he hecho eudquero, sefior pastor; ya no ereo en nada. Karrensavs— j Qué quieres decir ti? {Cudquero! Céllate, corrigete ¥ no digas palabras que no eomprendes. Por de pronto, esas son gentes piadosas y mo paganos como tf. jCusquero! Ex Comisario pe Pourcia—Con su permiso, sefior pastor. (Se coloca entre él y Jaeger). Kutsche, Atale las manos. Mvcuss Vooss—(Fuera, fanzan gritos salvajes). jSaeger, Jaeger, que nos lo devuelvan! Duxissicee — (Un poco asustado, ast como los demés presentes, se acerca maquinalmente a la ventana). ;Qué significa eso? EL Contisanio pe Poutcia—jOh!, comprendo; quieren que les devuelva al preso. Pero no les daré ese gusto, ; Enten- ido, Kutsche? A la edreel. Kurscus— (Con la cuerda en la mano, vacilando). Salvo su respeto, sefior comisario, la eosa no seré féeil. Esta abt toda Ja maidita banda de verdaderos demonios sueltos, seiior comisario. Esté Baecker, esti el herrero. 62 Gerarpo Haverwaxy Kurrsinavs— Permitame, seftor comisario, para no empeorar las cosas, (no seria mejor probar la persuasion? Tal vez Jaeger consintiera por si mismo en seguirle, 0 quizés. Ep, Comisatio pz Poutcia—jCree usted! ;Y mi’ responsabili- dad? Es imposible que haga lo que usted dice, Vamos, Kutsehe, y répido. Jaware— (Juntando lus manos y tendiéndolas riendo a Kuts- che). Aprieta cmign, apviete bien, més fuerte todavia, mAs, anda, No seré por mucho tiempo, (Kuische, le ata las ma- nos, ayudado por los obreros presentes). EL Contisao ps Pottcia — Ahora en mareha, (A Dreissiger). Si teine usted, haga que nos acompafien seis de sus tintore- ros. Lo llevaran en el medio, Yo iré delante, Kutsche detrds. Y si alguno muestra inteneién de cerrarnos el paso, se le dari de sablazos, (Abajo, nuevos gritos de todas clases). Bx Comtsasto on Porscia — (Hacienda un gesto de amenaze hacia ta ventana). Canallas, voy a haceros gritar yo; espe- rad. En mareha. (Sale él primero con et sable desenvaina- do, Los otros siguen con Jaeger). Janorr— (Grita al marcharse). La sefiora de Dreissiger, por mucho que se pavonee y se dé tono, no es mas que nosotros, Mi padre le ha servido harto a menudo tres pfennig de aguardiente. Compaitia, por et flanco izquiexdo, mareben, (Sale burlindose). Dreissieen — (Después de un silencio y pareciondo tranquilo). 4 Qué piensa usted de esto, sefior pastor? ; Vamos a jugar nuestro whist? Se me figura que ya no hay obstieulo. (Deja oir algunas risitas nerviosas, mientras enciende un cigarra; una vee encendido, aftade}. Shora empiezo a en- contrar eémiea la aventura. {Ese individuo! (Zn un ac- ceso de risa nerviosa). Bs, sin embargo, completamente ridieulo, La diseusién en 1a mesa con el iedlogo. Y einco minutos después presenta su dimisién, Y he aqui que ya se ha marchado a toclos los diablos. Después, la escena de ahora. Bn fin! Vamos a jugar nuestro whist. Krerenuavs — Si, pero... (Rugidos abajo) pero... usted oye fa esas gentes, hacen un ruide espantoso, Damssiazn —Pasemos a la otra habitacién, nada nos turbaré allt, Kirretnaus— (Meneando In cabeza). jSi siquiera supiesen Jo.que desean! Lo que decia Weinkold... hasta ahora era también mi parecer, esos tejedores constituian una raea Los Trsrporns 6% de trabajadores pacientes, may humildes y féciles de di- rigir. ;No lo penseba usted ast también, seifor Dreissiger? Dreistare — Si, eran pacientes y d6ciles, eran gentes honra- das y de buenas eostumbres, hasta el dia en que so mer- elaron los predieadores de humanitarismo. Se pusieron a persuadirlos de que estaban en la mayor miseria. Piense usted, {todos esos eentros, todas esas asociaciones, para re- mediar la miseria de los tejedores! Han eonelutdo por ereerlo, se han dejado atrapar en el lazo, y ahora, jvaya ‘usted a saearlos de 61! No eesan de quejarse. No hay para ellos nada bastante bueno ni bastante agradable. (Oyese de repente fuera un hurra formidable que va en aumento). Krrreumavs—Si; eon todas sus ideas humanitarias no han conseguido mas que hacer lobos rabiosos de esas gentes, que eran dulees como corderos. Demisstaer— En fin, pensindolo bien, sefior pastor, todo esta puede tener un lado favorable. No es posible que aconte- entos de este género pasen inadvertidos en los ¢ireulos dirigentes. Y entonces se darin enenta de qne no puede durar, de que es preciso intervenir si no se quiere arrui- nar sin remedio nuestra industria local. Kirrenuaus — Si; pero gsabe usted a qué puede obedecer este retroceso? Daurssignr — Las naciones extranjeras se han parapetado eon- ‘tra nosotros con. tarifas de aduana que son mayores de lo Justo. Se nos han cerrado todos los mejores mereados y la ‘eoneurrencia en el interior nos arrnine, Estamos sacvifi- cados, completamente saerifieadas, Prewer— (Entrando muy pélido, con la respiracién entrecor- tada y vacilando), {Setior Dreissiger, sefior Dreissiger! Durissicrr — (Ya en la puerta det salén, « donde iba a entra $0 vuelve disgustado). ¢Qué oourre ahorat ; Qué hay? Prmiren—Ah!, no, no... no se puede creer. Darisstcer — Pero, pqué pasa Krrrznniaus — {Nos asusta usted! Hable, pues. Prmrer— (Que no acaba de serenarse). ;Ah!, no... no no se puede creer... ;Ver eso... ver esol... Las autori- dades... ;Ah! ;/Tales cosas’ Daeissiczr — Pero, jearamba! gQué tiene usted? 4Hay algin muerlot Prawsx— (Llorando y gritando de miedo). Han libertado. a Manricio Jaeger... Han arrollado al comisario y Je han ot Goaanvo Maverwany hecho huir, y al gendarme también, arrollado y echado, sin easeo, su'sable roto... j Ab! No, no Dauissiaer —Usied ha perdido el juicio. Kurraiar.us —; iso seria una revolucién! Prewer—~ (Cayeado en una silla, temblando con todo su cuer- 22, y gimiendo). ;.Ah, seior Dreissiger, la cosa esté mal, se pone seri Devissicer — Pues bien, hay que poner en pie a toda la polieia, Pretrsr—La eosa se pone seria. Dastssicex —jDiablo!, déjeme en paz. La Suora ve Droissicae— (Viniendo del salén con la mujer del pastor). sto es atroz, Guillermo, nos han aguado nues- tva reunién, Aqui tienes a la sefiora de Kittelhaus, que quiere volver a su easa. Kirrezuavs — Tal vez, sefiora de Dreissiger, seria lo mejor que se pudiera hacer en. estos momentos. La Sofora pe Drcissicze— Guillermo, quiza bastaria eon que fueras til a deeirle seriamente. .. Daetssicur —jPues anda, vete ta, vote, anda!... (Detenién. dose ante el pastor, y preguntindote bruscamente). Vea- maos, gSoy yo un tirano? ,Soy un traga hombres? Ex Coosnno Juan — (Entrando). Seora, acabo de enganchar. El seiior tedlogo ha hecho ya subir al eoche a Jaercecito ¥ a Carlitos. Si esto sigue, habré que escapar. La So8ora px Dantsstonr — ;Si sigue, qué? Bx Cocurko Juan —No sé... decia que... Cada vex hay més gente que se amontona ahi gritando, Acaban de arrollar al comisario de poliefa con el gendarme. Prue —jAh! La cosa se pone seria, seiior Dreissiger, la cosa se pone seria, La SSona n= Durissicer —(Cuyo miedo aumenta). ,Quét 2Qué es lo que hay? ; Qué quieren esas gentes? No pueden Hegar hasta nosotros, ;verdad Juan? Ex Cocten0 Juan—Selora, ya ve usted, hay abajo feroces perros rabiosos Praivrn—;Ah}, si, esto se pone serio, endiabladamente serio. Dauissicer —CAlate, imbéeil, ; Has atraneado les puertas? Kurreciiavs— Hagaie usted el favor... se lo rnego, hagame usted el favor... he tomado uns resolueién. (A Juan), 4Qué es lo quo quieren en concreto esas gentes? Eu, Cocueeo Juax — (Perplejo). Quieren un aumento de sa- lario, los imbéciles. Los Tesepores 65 Kirrenavs — Bien, bien, voy # salir y a eumplir con mi de- ber, a hablarles seriamente. Ex Cocnero Svan —jOh!, no, sefior pastor, no haga usted es0; todo lo que se pueda decir ahora. Kivreniavs—Sefior Dreissiger, ni_una palabra mis, se lo ruego, ponga usted gente detris de la pueria y que cierren en cuanto yo salga. Ls Sefona ve Krrrsunaus —No, José, ; qué pretendes? Kirreuiavs— Si, lo quiero, lo quiero. Yo sé Jo que hago. No te inquietes por mi, el Sefior me tomara bajo su proteceién, (La seftora de Kittethaus le estrecha la mano, después se aparta enjugéndose tas lagrimas. Se oye fuera el ruido sordo de una gran masa de gente que se agitu, hadla y grita). Yo haré... sf, haré como si me volviera tranqui: Jamente a casa... veré si mi caréeter de sacerdoie. .. si esas gentes me respetan todavia... veré... (Toma su Bastin y su sombrero). Vamos... que Dios me proteja. (Sale, seguido de Dreissiger, de Pfeifer y de Juan). La Snitona pe Krrrenaus — Querida sefiora, (Estalla en so- Hozos y la estrecha contra su pecho). ;Con tal de que no Je ocurra una desgracia! La SuSoxd pe Dretssicer— (Como si divagara). No 6, seiio- ra, no eomprendo. .. no sé dénde estoy... Pero no es po- sible... Entonees. .. entonees, es como si fuera un erimen al ser rieos, ;Ah!, si algaien me hubiera dicho eso, no sé, pero me parece... que hubiese preferido quedarme pobre como era, La Spkora pe Krrrennaus — Querida amiga, en todas las con- diciones se tienen penas y deeepeiones. La Suora pe Dazisstoze — Eso es lo que yo pensaba... Y por- que uno posea tn poco mas que las otras gentes... Sefior, ipero no ha sido robado!... Ha sido ganado sueldo a sueldo, honradamente. Entonces no es posible que se pon- gan as{ contra nosotros. ;Qué culpa tiene mi marido de que sus negocios marchen bien? (EL ruido contintia au- mentando fuera. Mientras las dos mujeres, demu'adas, se miran con espanto, Dreissiger vuelve precipitadamente). Dnetssicer — Rosa, toma un abzigo y corre al coche, to sigo (Se dirige a la caja de caudales, la abre, y toma los ob- jetos de valor). 66 Guranpo HAvprwanw EL Cocueno Juan — (Entrando). Todo est dispuesto, Pero hay que marcharse antes de que Ia puerta de atras est blogueada, La SeSoxa pe Dreissiorn — (Estrechando conira ella a Jian, en su iurdacién}. Juan, mi querido Juan, hay que salir de aqui; mi querido Juan, salva a mis pequefios. | Dios mio, Dios mio! Dreissicsr —jAh!, s6 razonable y deja a Tuan Hu Coctizro Jvax— Sefiora, puede usted estar tranquila, Los cabailos estén en buen estado, y no habri medio de de- tenerlos. ¥ a los’ que quisieran intentavlo los atropellaria- mos. (Sale). La Sefora pa Kirresnsws angustia indecible). Pero, ay ini maridot... jy mi marido?... Senior Dreissiger. ay mai marido? Desissigss —Esté usted tranguila, sefiora, no tiene ningiin dajio, esté usted tranquila, ‘La SeXona bp Karmasiavs-—j Oh, si, le ha oeurrido algo, pe- ro usted no quiere decirmelo, no quiere usted deeirmelo! Drnissicer —j Abt, esté usted tranquila, lo pagarin caro, He visto muy bien a los que han sido. '¥ le prometo a usted que no quedaré eso sin venganga ;Maltratar asi a sus pas- tores! Son bestias feroces, ni més ni menos, fieras a las que hay que tratar como merecen. (A su miujor que per- manece alli como atontada). Pero anda, mérehate. (Se ayen fuertes golpes contra la puerta de la casa). Oyes, han perdido la cabeza. (Se oye ruido de cristales rotos en el pi- 80 bajo). Noqueda ya nada que hacer sino huir, y a eseape Voces Aniso-— (Gritendo a un tiempo). ;Pieiter! ;Que nos den a Pfeifer! Prewex—Sefor Dreissiger, hay ya gente on Ja puerta de atrés. Y la puerta de entrada no resistiré tres minutos ‘Wittig, el herrero, golpea con an hierro como un eon, denado. (Oyense més claros las gritos de los tejedores). Nowrrosas Vooss— (Fuera). ;Pteifer, Pcifer! iQue nos don a Pfeifer! (Le sefiora de Droissiger huye como si fuera perseguida, La sofiora de Kittelhaus ta sigue). Prmren— (Escucha, palidece, comprende los gritos de los te- jedores, y en su angustia permenece un momento como privado de sentido, Las palabras que siguen las pronuncia Worando, gimiendo, con siiplicas y lamentos, confundienda las palabras. Abruna al mismo tiempo a Dreissiger con Los Trsnponns 67 caricias infantiles, tocdndole las mejillas y los brazos, be- sdndole las manos, y, por tiltima, agarrandose a é como wa ahogado ¢ impidiéndole ast hacer ningtin movimiento). jAh!, mi querido sefior Dreissiger, mi pobre sefior, mi ‘buen sefior, no me deje usted aqui. Yo le he servido a usted siempre con fidelidad ; tampoco a esos les he tratado realmente mal, No podia, sin embargo, darles mis que el salario convenido. No me abandone usted, quieren matar- me. Si me eneventran, seguramente que coneluyen conmi- go. 1Ah, Dios mio, Dios mfo, si mujer, mis hi jos! Dusisstazr — (Alejandose, mientras hace esfuerzos vanos para desembarazarse de Pfeifer). {Pero déjeme usted, hombre! jSuélteme, imbéeil! Todo se arreglaré; suélteme, (Desapa- recen ambos. La escena queda sola algunos instantes. Las ventanas del salén se rompen. Se oye un ruido formida- ble seguido de wn prolongado hurra, En seguida un si- lencio. Pasados unos segundos, se percibe el ruido de pasos Hmidos que suben desde el piso bajo al primero, Y des. pués Namamientos.vacilantes). Divexsas Voces — A la izquierda, —Arriba, Pseht. —No tan de prisa, no tan de prisa. Ayudad todos. —Aqui hay algo. —Vamos de fiesta. —j Vienes ti?, ete. (Asoman por el wn- bral de ta puerta que conduce a'la antecdmara varios te- iedores y tejedoras jdvenes. No se atreven a entrar y cada cual empuja al que esté a su lado hacia adelante. Pero pronto desuparece su timidez, y aquella comparsa de pobres seres miserables, macilentos, enfermizos, cubiertos de ha- rapos y de jirones bien 0 mal atados, se desparrama por el gubinete y el salén de Dreissiger, mirando con aspecto temeroso, pero con curiosidad. Alguaas muchachas se sientan en los divanes, para ver cémo se esté sontados se forman grupos que contemplan con asombro sw dmagen en los espejos. Algunos tejedores més atrevidos se suben en las sillas para mirar tos cuadros y descolgartos. Cons- tantemente se presentan nuevas fiquras). Ex Primer Tesepor Virso— (Hntrando). No, no; dejadme en paz. Abajo empiezan a destrozarlo todo. Bs una locura, No hay sentido al hacer eso. ¥ ya veréis emo al fin acaba mal, Los que tenfan todavia agut nm poco de juieio no se mezclarin en eso. (Jaeger, Baecker, Wittig, Baumert y un gran atimoro de tejedores jévenes y viejos, entran, co- 68 Grnanvo Haverwany mo si persiguiesen a alguien, gritando todos a un tiempo con voces enronquecidas), Jarorx — Por dénde ha pasado? Bazcker —Si, jen donde esté el chupador de sangre? ‘Ex, Avvzto Bavmmrr—jAh!, nos hacias comer hierba; nos otros te haremos comer virutas. Wrevig — Si se le agaxra, hay que colgatle. Un Tesspor Joves — Hay que agarrarlo por el trasero y echar- Je por ta ventana para que se rompa la erisma en Ja calle. Orro Trsspor Jovex — (Que entra). Si, pero se ha eseapado, ‘ya esté lejos ahora. ‘Tovos — , Quién? Ex Tsaebor Joven — Dreissiger. Bazoxer —jY también Pfeifer? Mucuas Voces — Busquemos a Pfeiter. Ex Asvewo Bavmerr— Harto tiempo hace que nos desuella, hay que arveglarle las cuentas. (Todos se precipitan a la puerta del saléan, on donde van a saguarlo todo). Bawexer— (Se pone « la cabeza del grupo, se vuelve y los detiene un instante). Alto, escuchad un momento. En euan- to se acabe aqui, no seré més que el principio. De aqui hay que subir a Biclan, a casa de Dietrich, el de los te- ares meeénicos. "Toda la miseria viene de esas miquinas, Ep Anvewo ANgoxar— (Viniendo de ta antecdmara. Después de haber dado algwaos pasos, se deticne, mira en rededor como sino diera crédito a sus ojos, ménea la cabeza, se pega en la frente, y dice): Soy yo? gEL tejedor Antonio Ansorge? jMe he vuelto loco? En verdad, todo me da vueltas. ¢Qué hacen aqui? ;Ah! {Es cosa de reir, amigo Ansorge! Si, si, se burlaban de nosotros; poro ahora ten- dfn que ander con tienta, Abajo las patas, abajo las ma: nos; y al que me quite mi easita, le quito la saya. Asi es como es. Vamos all (Corre hacia la puerta del salén gri- tando. Todos te siguen lanzando también gritos de alegria). TeL6n QUINTO ACTO Modesta habitacién-taller del abuelo Huse, en Laugen-Biclan, A la izquierda wna pequesia ventana, y ante ella wn tela, A ta derecha, wna cama, y una mesa a sit lado. En cl dngulo, a la derecha, el hogar, con un banco. Alrededor de la mesa, sentados en taburetes, y en el borde de la cama, el abuelo Hise, y su mujer, muy vieja también, ciega y casi sorda, su hijo GorrLirnn xy st mujer Luis. Se recogen para la oracién de la maiianc, En- tre la mesa y el telar hay wn torno con devanadera. De las vigas ennegrecidas del techo penden diversas objetos de tejedores, ast como largas madejas. Varios utensilios viejos dispersos por la habitacién. Fl cuarto, estrecho y bajo, tiene wna puerta en Wa pared del fondo que da a la principal piezu de la casa. Al otro lado, enfrente, otra puerta, abierta, deja ver otra habita- cién de tejedor, semejante a la primera. La casa esti empe- drada; todo parece deteriorado y fuera de uso, hay wna esca- lera de madera medio podrida, que conduce « un desvan, Se ve @ medias wna cubeta sobre’ un escabel, y colgadas aqui y alii ropas hechas jirones. Hay también toda suerte de objetos antiguos de casa, medio rotos y sucios. Las tres piezas reciben la luz por et lado izquierdo. EL Aneto Hise — (Un viejo de uenga barba que ha tenido wna gran estatura, pero que ya esté encorvado y abatido por la edad, el trabajo, a enfermedad y las privaciones. Es wn antiguo soldado que no tiene més que we brazo, Tie- ne la nariz larga y puntiaguda, el rostro de wn tinte gris sucios sus miembros tiemblan, Se diria que no tiene més que huesds y pellejo. Tiene los ojos hundidos y enfermos como todos los tejedores. Después de haberse levantado, asi como su hijo y su nuera, ora). Seftor Dios mio, nunea te daremos bastantes gracias por la que nos has hecho al 0 Gurarpo Havrrs coneedernos este ia mis, y al haberos tenido bajo tu santa guardia durante la noche que acaba de terminar. Se- fior: tu bondad no tiene limites, y nosotros somos pobres pecadores, ni siquiera dignos de besar tus rodillas, pobres miserables pecadores. Pero tii, Padre Celestial, te dignas tener piedad de nosotros, y bajar tus ojos hacia nosotros, por los méritos de nuestro divino Salvador. La sangre ¥ Jos méritos de Jestis son nuestra fuerza y nuestra gloria, Pero si alguna ver nos doblegamos bajo la adversidad, si no respondemos a todas las mereedes que nos haees, dig- nate, Seftor, perdonarnos nuestro peeado, Dados pacien- cia, joh, Padre Celestial!, para que después de esta. vida de sufrimiento tengamos parte en Ja bienaventuranza eterna. Amén. La Avurta Hise — (Que ha escuchado con todas sus fuerzas, ‘inclinada hacia su marido, dice Morando), ;.Ah, mi pobre viejo!, ;qué hermosas oraciones rezas siempre! (Luisa se dirige a donde esta la eubeta, Gottliclb al cwarto que esté en el otro lado). Ex Asvrio Hiren — 4 Dénde esti la pequefia? Luca —En Petterwaldan, en easa de Dreissiger. Ha prepara- do algunas canillas ayer noche, Bx Anumo Hnse— (Hablando muy alto). Ahora, mujer, voy a traerte el torno. La Anvena Hise — Si, marido, tréeto. Ex, Anveto Huss — (Colocando ol torno ante tia). (Abt, qui- siera que no tavieses necesidad de trabajar en esto, La Apvera Hitse —jBah!, me aburrirfa de no hacer nada. Ex Anvrro Hise — Voy a limpiarte un poco los dedos, para que no engrasen el hilo. ;Entiendes? (Le limpia las manos con un trapo mojado). Luisa —~ (Corea de la cubeta). {Como si hubiéramos eomido ‘algo de grasa! Ex Azvero Hise — Cuando no hay carne, se come pan seco; y sino hay pan... patatas. Y si no hay patatas... trébol ‘seco, Livisa— ¥ cuando ni siguiera hay harina negra, hay que hacer Jo que los vecinos Wengler, ir a ver en dénde se ha ente- yrado & un caballo muerto, para desenterrarlo y vivir algunas semanas con esa podredumbre, No se ha de hacer asi? Los Traepores n Gormiazis — (Desde ta pieza del fondo). ; Ah}, ya estis dieien- do tonterias. Ex Avveto Hiss —Hay que tener euidado, hija mia, de no decir palabras impfas. (So acerca a sw telar y lama). Got- tlielb, tendrés que ayudarme; hay que pasar algunos hilos. Luisa — Goitlielb, ven a ayudar 2 tu padve. (Gottlielb acude ‘y ambos se dedican a la difécil tarea de pasar los hilos al peine. Apenas han comenzade, cuando entra Hornig en le casa). Hornta— (Desde la puerta de entrada). Buena suerte en vuestro trabajo. Bu Anvrto Hise ¥ su B1J0-—~ Muchas gracias. Ti Avvrro Hinse— Pero df, Hornig, ;tti no duermes nunca? Por el dia a tu negocio, y por ia noche de centinela. Horse —La verdad es que no duermo. Luisa — Buenos dias, Hornig, Bu Apusio Huss —Y jqué dices de bueno? Horntc—jAh! Grandes noticias; los de Petterwaldan han hecho por fin wna barrabasada, y han hechado a Dreissi- ger y a toda su compaia, Luisa — (Manifestando alguna exeitacion). Vaya, Hornig, eon- tando mentiras. Horxtc—De ninguna manera; digo la verdad. Tengo pre- ciosos delantales en mi coche. Si, no digo mas que la ver- Gad. Si, los han echado bien. Ayer noche se eseap6 hasta Reichenbach, ;Si, sit No le quisieron en ninguna parte, por miedo a los tejedores, y ha tenido que largarse hacia Schwémitz, Ex Anveto Hitse— (Colocando con gran cuidado los hilos en los ojos del peine, mientras que Gottliclb los toma det otro lado con unas pinzas para estirarlos). Bueno, basta de bro- mas, jno te parece? ‘Horntc-— Que me ahorquen si miento. No tienes sino que pre- guntar al primer rapaz que pase. Et Anvzio Hise — ; Quién de los dos pierde la eabeza? Hornic— Te juro que todo esto es cierto como amén en la iglesia; no hubiera afirmado nada sino hubiera estado alli en persona; pero lo he visto, he visto todo yo mismo, ‘eon mis propios ojos, como veo ahi a Gottlielb. Han demo. ido su casa al fabrieante, desde la eueva al granevo, y lo han roto todo, lo han destrozado; los muebles, los enadros, Jos espejos, las butacas, todo lo han tirado por la ventana, G@ueaspo Havrruany y roto, y mandado al diablo. ;Y también han arrojado gé- nero! Ya no corre el agua del arroyo, ni palabra, se ha puesto toda azul, de todo el indigo que han vertido. Habia también mubes de polvo azul que no acababan. Y después hhan prendido fuego a todo. No queda nada en los grane- ros, en la tintoreria, en ninguna parte. Peor que en tiem- po de guerr: Et Avvsio Huss— ;¥ habfan de hacer eso los tejedores de quit (Menca tontamente la cabeza con incredulidad, En la puerta se hax veunido algunos otros habitantes de Ia cosa, impuisados por ta curiosidad). Hons — gPues quién habian de ser? Puedo nombrartelos a todos por sus nombres. Yo he Hevado al gobernador a la casa. Y he hablado eon muchos, Estaban tan eavifiosos e- mo siempre. Hacfan sus tareas sin aspavientos, pero a fondo. El gobernador ha hablado eon ellos; respondian con mucho respeto, pero esto no les contenfa, Y todo ha terminado; los muebles més hermosos han sido partidos a hachazos como si los hubieran pagado para eso, Ex Apvzto Huse — ;'TG has llevado al gobernador a Ia easat Homsie— j Por qué no? Yo no tengo que tomer nada de nadie. ‘Yo soy conocido como inofensivo. Jamés he tenido yo eues- tiones; yo estoy bien eon todo el mundo; y alli he estado tan cierto eomo me Hamo Hornig, Y podéis ereerme, sentin compasién. Y también el gobernador, yo lo veia, porque no estaba lejos. Hs porque, ya véis, no Se ofa una palabras todo se haefa en silencio; era casi solemne el ver a todas aquellas pobres gentes muertas de hambre, y que se ven- gaban asf, sin decir nada. Lutss— (No pudiendo contener su emocidn, temblando y en- jugdndose tos ojos con su delantal). Bs harto justo, era preciso que coneluyera ast Vocks pe, Los OTROS HABITANTHS DE LA CASA — Si, hay muchos vdesolladores de los pobres. —Aqui todavia hay uno. —Tiene cuatro eaballos y seis coches en su cuadva, y por es0 sus obreros se mneren de hambre. ‘Bx Asvero Hass —(Todavia incrédulo). {Pero ebmo puede haber sucedido todo eso? ‘Honig —jQuién puede saberlo! Unos dicen una cosa, otros dicen otra. Ex Anvrio Husu— Pero qué es lo que se dice? Los Tesevonns a Hornig — Pues parece que Dreissiger habia dicho que los tejedores pueden comer hierba, si no se quieren morir de hambre. No sé ms. (Movimiento entro tos que estin en eb fondo, que se repiten esas palabras con muestras de ine dignacién). Bx Avvwro Huse — Pues bien; eseucha, Hornig; tit me eon: ees. Ti puedes decirme: “Abuelo Hilse, hay que morir maiiana”’. Y yo divfa: “Bueno, jpor qué no?” TG puedes decizme: **Abuelo Hilse, mafiana recibirés la visita del rey de Prusia...’” Pero que tejedores hombres como yo mi hijo hayan hecho cosas semejantes, no es verdad, no es verdad, jams lo exeeré. MiniENA — (Bonita nite de siete atios, con larga cabellera col- genie y un cestillo al brazo; Wega saltando. Entrega una cuchura de plata a su madre). Mamita, mira lo que ten- go. Me comprarés un traje con esto? Luisa —j Qué es lo que dies (Con emocién siempre erecieste). iQué traes? Adénde has idoy g¥ esmo no kas entrezado las canillas? 5 Qué quiere deeiv" todo esto? Bx Asvx.o Huse—Diwne, hijita, ;Cémo tienes esa euckarat Luisa — Ia habré eneontrédo, Horsia— Bien vale sns dos o tres thalers. Ex Anunto Firse —(Puera de st). {Langate, chiquilla, y lar- gate pronto! Y mis pronto si no quieres que tome un palo, iY Vévate la euehara adonde la hayas tomado! ; Quier haeor de nosotros unos ladrones? Alt, yo te onsefiaré, espera. (Busca una vara para pegarle). ‘Mitexa — (Llorando, y agarréndose a lus faldas de su madre Abuelo, no hay que peyarme... te aseguro... que es ver- dad...’la he encontrado. ‘ois los nifios que evan eani Uas las tienen iguales. Lursa— (Entre temerosa y exalteda). Ya ve usted que la ha encontrado... ;Dénde la has encontrado? Muuena— (Solozando). Bn... Petterwaldan las recogian, Delante de la casa de Dreissiger: Ex Apusto Hise — {Qué aventura, qué aventura! Pero anda, si no quieres que te ensefie a correr. La Aurea Biuse— Pero, gqué pasa? Hornic-— Voy a decirte una cosa, abuelo Hilse. Luo que de- derfa hacerse que Gottliell se ponga su chaqueta, tome la ewehara y vaya a llevarla a la eomisaria, “ GuRARDO Havrtwanx Bu Avvzto Hise—Ws verdad; ponte la chaqueta, Gotiliclb. Gorminin— (Que se pone la chaqueta). Si, si, eso es; Voy a ver al comisario y le diré que no tiene que ver nada malo en esto; que una chiquilla como ésta no podfa saber lo que hacia, Y dovolveré la cuehara. Vamos, no lores mnis, chiquita, (La nif, enegada en Uanto, se va con su madre a (a haditacién inmediata, Luisa cierra la puerta y vuelve) House — Si, vale bien sus tres thalers. Gormiinun —- Dame también wn trapo, Luisa, que'no se pierda. iPensar que una ¢osa tan pequefia cuesta tan cara! (Tiene lagrines en los ojos mientras envuelve la cuchara). Luisa — Si fuera nuestra, podviamos vivir varias semanas, Bn Asvevo Hiss — Te aconsejo que no digas eso. {No falta- ria mas Que desaparezea esa euchara del diablo! {Que no la vea yo nds! (Gottlielb sale Wevéndose la cuchara). Hornic—j Ahi También yo tengo que pensar en mareharme, (Permancce wnos instantes hablenda en le casa y después se va). Ep Cravsano Scuntive — (Una bole que se mueve como si tu- viera azogue en las venas; tiene wn tinte emoratado de borracho, Se le ve antes de eutrar en la casa). Buenos dias, muchacho. ;¥ qué’ ;Buenas historias, ch! (Amenazando con Te mano}. St, sf, fingid que no sabtis nada. (Se acer ca a la puerta de la habitactin). Buenos afas, abuclo Hil- se. (No entra todavta y se vuelve hacia una mujer de la casa). :Qué tel, comadve? ;Coro vat Mejor, sno es ver- dad? {Ya lo ve usted. ;¥ usted abuelo Hilse? Pengo que ver como va en st casa. ;Cémo va la abucl Lisa — Sefior doctor, sus ojos se han secado, ya no ve nada, Eu Cawsano Scrape — Sf, la culpa es del polvo y del traba- jo de noche. ;Pero sabe usted lo que oenrre? Todo Pe- ‘terwaldan esta en pie y se dirige hacia aqui. ;Figirese usted que esta maiana, subo a mi coche, sin pensar en nada, me voy tranquilamente a hacer mis visitas, y he aqui que me entero de cosas sorprendentes! ; Qué diablos Jes habré pasado por la eabeza, Hilse? Estén rabiosos como Jobos, se han revolneionado, van a saquearlo todo... ;Pe- ro, ¥ Miliena? ;Dénde esté Miliena? (La nifia, con los ojos todavia cnrojecidos de haber Worado, entra con su made). Hola, Miliena; registra mis bolsillos. (La nite mete la mano en el bolsillo del gabén de Schmidt). Para Eu EL Gort Los Tranpones 6 ti todas esas nucees... pero no todas de una ver. (Qué chiquilla! ahora tienes que eantarme algo, tno? Un euervo sobre un Arbol... Vamos; un euervo sobre un arbol... Vaya, di lo que tenia el euervo... (Se oye sonar a lo lejos el toque de rebato). Eseuchad: tocan a rebato en Reichen- bach. Esto es el fin del mundo. {Qué abominacién ! Apunto Hust —4Vienen verdaderamente sobre Bielant Cimusano Scrtsupt — Si, yo he pasado entre ellos. A través de toda la banda, Pero daban compasién, y yo me hubiera bajado gustoso del coche para dar medicinas a todos, has- ta tal punto tenjan aspeeto de un ejéreito de misorables. Esto no les impedia eantar cosas que hacian estremecer. Repugnaban. Mi eochero Federieo temblaba como una vie- Ja, Ha habido necesidad de heber un buen trago de agnar- sliente para reponernos. ;Ah!, no quisiera ser yo fabriean- te aunque me produjera millones, (Se oye cuntar a To le- ios). Esenche, se ereeria que se oye chocar huesos de muer- to en una marmita. Antes de cinco minutos estardn aqui; me mareho. Y no hagan ustedes tonterfas, porque no se tardaré mucho en enviar tropas contra ellos. Conserve usted su sangre frfa, Los de Petterwaldan han perdido el Juicio. (Se oye mucho més cercano el toque a rebato), iDios!, también nuestras campanas suenan; se necesita ‘que se hayan vuelto completamente locos. (Sube al piso superior). Gorrmetn — (Llega sin aliento. Se detione un instante en la habitacién del fondo). | Los he visto, los he visto! (A una de las mujeres que escuchan). Ahi estén. (Hn el umbrat de la puerta). Estén ahi, padre, estén ahi. Traen palos, ¥ pieas, y hachas; ya estin en essa de Dietrich; ereo que se hacen dar todo él dinero. {Sefior! ¢Qué va a suceder? No me atrevo a pensarlo, Son muchos, muchfsimos. Ex Anvewo Huse— ;Por qué has eorrido asi? Acabarés por retornar a tu antiguo mal, que te tendré sin poder hacer nada y sufriendo. (Un poco exaltado y casi alegre). Tenia que eo rrer, sin Io eual me hubieran retenido. Me Hamaban, que- rian que les ayudase. Mi padrino Baumert estaba eon ellos, Me gritaban que fuéramos junto a la eaza de los thalers; que hace ya mucho tiempo que se muere uno de hambre, Me deefan también... que era preciso que mi padre fuese, que habia que hacer pagar a los fabrieantes 76 Geeanvpo HaurrManw todos sus erimenes, (Con pasién). Si, van a venir otros tiempos, me dijo, y 1a cosa marcharé de wna manera dis- tinta para los tejedores. Hay que unirse todos y ayudar al cambio general. A partir de hoy, tengamos nuestra me- dia libra Ge came, y todos los dias de fiesta salehicha y coles; ven, que todo va a eambiar, me dijo. Eu Apuzto Hiss — — (Conteniondo su eélera). ;Diee eso tu ypadrino! ;¥ quiere hacor cosas malditas como esa! No te dejes axrastvar, Gotilielb, Anda el demonio en 2080 eso. Luma— (Violentamente, dominada por «na czaltacién apa- sionada). Si, si, Gotilielb, caliéntate las pantorrillas junto al fuego; toma ‘una euchara y wna escudilla de leche y dé- jate poner un babero, y miurmura Oremus, asi te quiere ta padre... ;¥ eso se ama un hombre, eso, (Risas de las gentes que estén en la otra habitacién). Ep Apvrto Huse —(Temblando, pero conteniondo su rabia). iY ti pretender ser una mujer como dehes ser! Pues bien; voy 2 decirte algo: no se puede ser buena, euando se dicen horrores como los que tii dices. ¢C6mo vas a amo- nestar a tu hija, después de haber exeitado a tx hombre a cometer abominaciones? Luisa — (Pucra de si). Con todos sus beatos diseursos... eso es Jo que me ha impedido eriar a mis hijos. Los euatro wan pereeido de miseria. Ni siquiera tenfa para enbrirlos; ¥ como soy una buena madre, entiende usted, por eso de- 00 los fabrieantes 1a peste y todas las desgracias. Aho- ra es enando soy una buena madre, enando vuelvo a serlo. No hay un segundo de mi vida en’el que no haya sufrido el martirio, desde el dia en que di a luz los pobres pecue- fiuelos para que se consumieran sufriendo, hasta que la . muerte tuvo piedad de ellos. Vosotros fbais con los gazmo- fios a reeitar oraciones y entonar ednticos, mientras yo me ensangrentaba los pies por correr a mendigar una mala taza de leche, Yo he pasado noches devanindome los sesos para encontrar el medio de no dejar morir a mis peque- ios. ;Qué mal habian hecho para estar asi condenados? Mientras tanto, allé arriba, en ensa de Dietrich, Javan a los chicos con vino y leche... No, le digo que si'la danza comienza aqu‘, no podrdn detenerme ni seis eaballos; en ella estaré, Si asalian la casa de Dietrich, iré yo ala cabeza, y desgraciado el que quiera detenerme. ;Porque ya estoy harta, ya estoy harta! Los Tesevongs ” Ex Avurto Hist —Estés completamente corrompida, no tie! nes remedio. Luisa — (Rabiosa), Para ustedes sf que no’ hay remedio, Us- tedes son maules, eibelecos, pero no hombres; ustedes echan bendiciones a quienes les eseupe a Ja cara, y dan tres veees gracias al que les-llena de golpes. Les haeen a ustedes orinarse de miedo en los pantalones, con etontos que hacen dormir de pie. Ustedes no tienen sangre en las venas, no sirven para nada, me dan aseo, me dan asco, (Sale’ corriendo. Silencio embarazoso). La Apupta Hirse— ¢Qué pasa eon Luisa? ‘BL Avorto Trss— pase? La Auris Hise — Dime, json ilusiones mias 0 suenan las ‘eampauas? Ex Asvsto Huse —Debe ser un entierro. La Anyera Huse —jAh!, jpor qué no ha llegado mi hora? 2 Por qué no acabo yo de morir? (Pausa). Ev Apveto Hise — (Deja su trabajo, se Levanta y dice con s lemmidad). ;Gottlielb! tu mujer nos ha dicho horrores. Es- eucha. (Se deseubre el pecko). Aqui hay una bala més giue- sa que un dado. Y déude he perdido el brazo, el rey po- dria decirtele. No me lo eomioron los ratones. (Ta y vie- ne). Tu mujer no tenfa nadie todavia que pensara en ella euando yo habia dervamado ya mi sangre por la patria, Ya comprendes entonees que ella puede decir todo lo que quieva; son palabras que se Heva el viento, no tienen im- portaneia. ; Tener miedo yo, tener miedo! ,¥ de qué? De algunos soldados que van enviar eontra Jos rebeldes? jSe necesitaria algo més que eso! Si no estoy Agil, eomo en mis tiempos, por lo menos tengo los Imesos sélidos, y, ade- més nada hay que pueda asustarme, ‘Todavia podria es- perar la bayoneta a pie firme. Y tampoco me da miedo la muerte. No rogarfa por oso. Mejor hoy que maiiana! ;Por Yo que se pierde al morir! {¥ quien habria de Horar mi pobre pellejo! Ah!, segaramente que no me cosiaria sen- timiento alguno dejar tede la miseria que se lama vide. Pero después, Gottlielb, después hay algo, y no hay que reirse de lo que viene después, porque es lo tinico serio, Gormsin— !Quién sabe lo cue hay despuést Nadie ha ido a verlo. ta absolutamente; jqué qnicves que 78 Gueanvo Haveraxy EL Anvsio Huss —No, Gottlielh, no hay que dudar de la tini- ¢2 cosa que nos sostiene a nosotres los pobres. De qué Inubiera servido que yo haya permanecido abi abrumado de trabajo, matindome casi, 14s de cuarenta aos, y de qne haya rizado tranquilaniente y eon resignacién al rieo que vive en la opulencia y en el desenfreno, y que hace oro con mi hambre y mi miseria?... Sf, gde qué hubiera servido esto sino tuviese fe y esperanza? (Con Ia mano ecteniida hacia la ventana). "Ti, rico, has, tenido tw po. trimonio aqui abajo, yo lo tendré on el otro mundo. Puc- den hacerme pedazos, no ine arrebatarén la fe, Bl Evange. lio dice: Hay una justicia suprema, pero no somos nosotros los jueces; y tnicamente el Sefor, nuestro Dios, puede extender si’ brazo vengador. ‘Una vox — (Lor la ventana) ; Todo el mundo fuera! Ex Anueto Hits —No, muchachos; danzad lo que querdis. (Vuelve a su ilar). Yo me quedo tranquilo aqui. Gorrunis — (Pras una breve lucha consiga mismo). También yo Voy a trabajar. Sueeda lo que suceda. (Sale, Se oye ef coro de los tejedores, cantado no Tejas de la casa por vu- rios ciewtos de voces; reswena como una prolongada queja mondtona). ‘Voces Dr 108 HADITANTHS DE LA cAsA— (Bn la habitacién del fondo). ;Ah! {Miseria, miseria ya hay, ya hay! ;Llegan como hormigas! —; De dénde pueden ser todos esos tejedo- rest —Déjame, Aéjame, también yo quiero ver. —Blira la ‘pica que lleva ese que marcha adelante, —j Ya son, ya son! iBs como un eampo de espigas! Honia— (Entrando y hablando con los de la habitacién del fondo). ;Eht Bs wn verdadero espectéeulo. No se ve esto todos los dias, Deberiais ir también a casa de Dietrich, iLa han hecho buena allft Ya no hay asa, ni fébriea, mi almacén, ni nada. Se regalan_con todas las botellas ; ni si- quiera se toman el trabajo de quitar los tapones, ;paf!, rompen los euellos y beben en Is botella, sin tener euidado siquicra de no cortarse los labios. Los hay que sangran como eerdos. Ahora van a arveglar las euentas al otro Dietrich. (Et canto ha cesado poco a poco}. ‘Voces pm 10s LABITANTES DB TA cask — Sin embargo, no tienen mal aspecto, Horwic —~ Bsperad un poco, vais a ver. Mirad e6mo dan vuel- tas alrededor del edificio, ;Veis a aquel pequefio y gordo Los Cesspoes 9 qne lleva wa hierro? Es un herrero de Petterwaldan, uno que no tiene miedo, Derriba las puerias mas sélidas, eomo aplastaria una mota de tierra; y desgraciado del que caiga bajo su mano. Vocks pz LOS HAUITANTES DE LA casa — Si, ya empieza. Tiran piedras a las ventanas. —Hl viejo Dietrich debe temblar dle miedo. —Les tiende un anuncio. —; Qué dice? ;Puedes leerlo? —;Ya lo exeo que se puede leer! —Pues Iéelo. (Lee . -trabajosamente). “Aecedo a todo lo que pedis’. Horne —jA buena hora!, jserviré de mucho! jNecesitan la fabrieal, y demoler todos los telares meetinieos, que han sido la causa ce la ruina de tantos obreros, esto todo el mundo puede deeirlo. Y ademas, ahora estiin desboeados, nada les puede contener, ni gobernador, ni comisazio, ni Jos anuneios en que se hacen hermosas promesas. Cuando se les ha visto en la tarea, se sabe lo que pueden hacer. ‘Vocus pz LOS MARITANTES DE LA CASA — | Cudntos hay! —;Qné quieven aquéllos? —Pasan el puente. (Con ansiedad). Vie- nea hacia este lado. (Cada vez mds animosos). Sf, vienen hacia nosotros. —Quieren hacer salir a todos los tejedores de sus casas. (Todos huyen; la casa queda vacia. Varios revoltosos, sucios, cubiertos de polvo, con el rostro infla- ‘mado por les libnoiones, de aspecto medio salvaje, pero wn poco extenuados por la noche que acaban de pasar, se pre- cipitan en la casa, gritando): ;Todo el mundo fuera! (Se reparton en los diferentes cuartos. En el cuarto de Hilse entran Baccker y algunos tejedores jévenes, armados de palos y picas. A la vista del anciano Hilse vacilan, su exal- tacdin se enfrta algo). Baucker —Abuclo Wilse, se ha acabailo de trabajar. Hace ya ‘mucho tiempo gue usted penaba eu el telar, hay que dejar eso ahora para los que le guste, Ya no tiene usted necesidad de atormentarse. Se enidaré de usted. Un Tesxpor Jove — Ya no iri usted ni una sola vez 8 acos- tarse eon el vientre vacio. Orgo Teynp0r Joven——A partir de hoy, es preciso que los ‘tejedores tengan una easa para dormir y trajes para e brir sus euerpos. Ep Anvere Hitse —jDe dénde diablos venis con todos esos palos y esas hachas? Baxoxex — Son para romper la eabera a todos los Dietrich. 80 Gendnvo Havrowany Ex Sequnvo Tssuvor Joven — Estas pieas se pondrén rojas al taego y se las meteremos por el gazmate a los febrieantes, ares eémo quems el hembee. UN ‘Thecux Pesmbo — Venga usted con nosotros, abuelo Hilse, No daremos enartel. Ex Suaunpo Tusnoor — Nadie tevo piedad de nosotros, ni Dios ni el diablo; vamos a haceruos justicia nosotros mis En Avunto Bavauer— (Hnira vacilante; Weve wn gallo mier- to on la mano, Eatiende tos brazes). Hermanos... Ahova todos somos hermanos, Venid a que os estreche contra mi corazén, (Risas). Ex Anvero Hirse-—{En buen estado ests, Guillermo! EL Avusto Bavatert —jHola! ;Bres ti, Gustavo? (Buterne- cida). Gustavo, mi pobre y desgvaciado amigo, ven que te estreche contra mi corazin. Ex Anvrto Huse — Déjame en paz. Eu Asueto Bavaerr— Vamos, vamos, Gustavo, es preciso que el hombre sea feliz, ;Vamos, Gustavo, mframe! gQué aspeeto tengo? Es preciso que el hombre sea feliz, ;No tengo el aire de un principe? (Golpedndose ct vientre), Adivina lo que tengo en cl vientre; pues bien, amigo, en esta badana tengo cl alimento de un prineipe... Bs pre- igo que el hombre sea feliz, que coma liebre y beba cham- pagne... Voy 2 decivte una cosa; hay quo atrapar todo lo que se pueda, ‘Tovos a uNA—j{Bravo, bravo, hay que atvapar todo lo que se pneda, Ex Asvzto Bauwurt—¥ cuando se ha comenzado a atracar- se de buenas cosas, se siente en seguida, ;Dias!, se pone uno Suerte como wn eaballo; ya no hay nada que le contenga a uno, se puede pegar en todas partes, ¥, {Dios!, gusta ol pegar, Tawaen— (En el wnbral de la puerta, armado de un sable an- figuo de cabalteria). ;.Ah!, hemos dado algunos buenos golpes, Bancicon — Si, empezamos a entender el oficio. En dos tiempos y tres movimientos estamos en las easas; y alli arde todo. Da gusto ver como ehisporrotea aquéllo y e6mo arde, eo- mo fuegos artificiales. ‘Ex Prinux 'Tzsepox Joven — Habria que encender otro. Ex Sraunvo Tzszpor Joven — Si, vamos a Reichenbach; hay todavia bastantes casas de rieos en las que heeer fuego. Los Trsepores st Jaxorr — Si; eso les haré cobrar gruesas sumas de fas eompa- fifas aseguradoras. (Risas). Backer — Desde alli iremos a Freiburg, a casa de Tromtra. JazceR— También habria que dar una leecién a Jos funeiona- rios, a los buréeratas; he leido en los periddieos que ellos tienen la culpa de todo. Et Seaunpo Tesxpor Joven — Después iremos a Breslau, En- contraremos refnerzos en el eamino. Ex Asveto Bavaterr— (A Hilse). Vamos, bebe, Gustavo. Ex. Anveto Hise —No bebo nunca aguardiente, Eu Anvrto Bavaiew— Eso estaba bien en otro tiempo; pero hoy vivimos en un mundo nuevo. Eu Parmer Tesupor Joves—No es fiesta todos Jos dias (Risas). Bu Anvrto Huns —~ (Con impaciencia). ,Qué earamba vents a hacer aqui, enviados del diablo? Et Aguero Bauaxrt— (Un poco desconcertado, y con mu- cha amabitidad). Hombre, ya ves, venta a traette un ga- Ho, para hacer sopa a ln abuela. ‘Ex Apveto Huse — (Prézimo a dejarse conmover). Pues bien, diselo a ella. La Apusta Huse — (Haciéndose con ta mano puesta detris de la oreja un conducto acistico, trata de comprender lo que pasa, y rechaza a Bawmert con ambas manos), De- jadme en paz, no me gusta el ealdo de ave. AsvELo Hitsr — Tiene razén la abuela, a mi tampoco me gusta. Y ten entendido, Baumert, que tengo algo que de- eirte, Cuando los viejos se ponen a divagar como los jé- venes, dan alegria al diablo, Y he de decivos a todos los presentes, podéis ereerme, que estais en mi easa contra mi voluntad. Vosotros y yo, no tenemos nada comin, ¥ no tenéis nada que hacer aqui. Vanias Voces—El que no esti com nosotros, esté contra “nos- otros. Jancur— (Brutalmente, amenazador), Parece que ests de malas, viejo. Pero, sabes, nosotros no somos ladrones. Vanias Voces —Tenemos hambre, nada més. Eu Printer Tesepor Jovex — Queremos vivir ; eso es todo. Por eso hemos cortado la euerda eon que nos querian ahorear. Janorr—;Y quién se atreve a decir que no tenemos razén? (Mestrando el puito al abuelo Hilse). ¥ si dives una pa- jabra mas te rompo el bautismo. 82 Gpnarpo Haverwann Bavexen — Vaya, vaya; deja al viejo. Ya ve usted, abuelo Hil. se; preferimos movir a volver a vivir como viviamos. Bx Anveto Hise -~ {Yo he vivido asi mas de sesenta afios! Backer — Eso no importa; es neeesario que eambie esto, Bu Apunto Hist — Cambiaré la semana de los cuatro jueves. Uanexrk—Lo que no nas den de buen grado lo tomaremos por la fuerza. su Apusto Hise — ,Por la fuerza? (Se rfe). Pues bien, po- déis hacer testamento. Ya os enseliarén lo que es la fuer- za, Aguardad un. poeo, Janae — 5A. causa de los soldados? ‘También nosotros hemos sido soldados, y no coneluirén con nosotros algunos ba- tallones. EL Apvzto Hise — Todo eso no es otra cosa que palabras al viento, os digo. Si rechazdis dos batallones, vendrin diez Vocss—- (Por la ventana). Af estén los soldados, tened cui- dado, (Suibitamente, wn gran silencio, Se oyen wn instante con claridad los tambores y los silbos. Hn medio del si- lencio uno exclama involuntariamente). Yo me largo a eseane. (Hilaridad general). BaroKer— ;Quién habla de largarse? Quién ha dicho eso? Tana —SF, zquién tiene miedo de un golpe y de los easeos? ‘Yo os mandaré. .. yo he sido soldado, eotiozeo la cosa. Eu Avvsto Huse—;¥ con qué viis a tirart ;Con vaestros palos? Bu Pricer Tesxpor Joven — Este es un viejo chocho, Déjale en paz. Hay una arafia en el techo, Eu Sacunpo Tesz0x JovEN —St, est4 un_poeo reblandeeido, Gorrusis — (Que acaba de entrar sin que le hayan visto, aga- ra por la gargunta al que acaba de hablar). {Te atreves a insultar a un viejo! Ex Seounvo TeyEpor Jovew-—Déjame en paz, no he hecho nada malo. tu AnvEno Hise — (Interponiéndose). Ba, déjale, Gottlielb. No le hagas nada aunque diga lo que quiera, Bien pron- to vera quién tiene razén, si é 0 yo. Bazcxer — ; Vienes eon nosotros, Gottlielh Bu Apusio Hitse—Me parece que no ird. Luisa— (Entrando, grita desde la habitacién det fondo). No perdais el tiempo en querer dar énimos a semejantes lie- bres, a quienes no hacen otra cosa que comerse a Dios. Ve- nid a Ja plaza, a la plaza en seguida, El comandante habla Los Teszpores 58 a las gentes, desde lo alto de su caballo. Les diee que es preciso que se vuelvan a sus easas. Si no venis en seguida, todo esté, perdido. Jazaur — (Marchéndose), {Valiente hombre tienes! Tiisa—jUn hombre! ¢En donde ves ti un hombre? Yo no tengo hombre. Auaunas Voces— (En le habitacién det fondo, eantan) Hubo tna vez un hombrecillo, um hombrecille, ohé, ohé, que queria una gran mujer, Ja gran mujer, ohé, ohé. Wrrnic — (Baja det piso superior y so dispone a salir. Se de- tiene un instante en la habitacién del fondo). ; Adelante! iQue todos los que no sean unos cobardes nos sigan! ;Hu- ‘Se precipita afuera. Un grupo en el que este Luisu y Jaeger le. sigue, gritando: ;Hurra!). Bacxer — Que siga usted bien, abuclo; ya nos volveremos a ver, (Se dispone a salir). Ex Apveto Hitse — Creo que no nos volveremos a ver, por- ane yo no vivirs ya cinco afios. Y ta tienes la seguridad de ocuparla, por lo menos, por eineo afios. Bancxer — (Se para asombrado). ;Ocupar qué? Ex, Anvevo Hise — Pues la efreel. Basen — (Mofdndose). ;Pues bien; mejor! A lo menos, me alimentarén durante ese tiempo. (Sale). En Apvrto Baumert — (Que se habia sentado en wna silla y estaba hablando solo, se Tevanta). Bs verdad, Gustavo; me he achispado un poco. Pero, sin embargo, todavia veo cla- ro, no he perdido la eabeza. Ti tienes tu opinién y yo la mia. Y digo que Baecker tiene razén, ammque esto conehaya en la eéreel; mojor se esté alli que aquf; le enidan a uno, no carece «uno de nada. Y, ademés, ya ves; por lo menos hay que respirar una vez en la vida, idarse una vez wn har- tazgo, sin ocuparse siquiera. de lo que sueedera después, (Se dirige lentamente hacia la puerta). Adiés, Gustavo; si me sucede algo, rezaris un poco por mi, Adiés. (Sale. Todos tos amotinados han abandonado ta. easa. La hubita- cién del fondo se lena poco a poco con tos otros habitan- tes de la cast, impulsados por la curiosidad. El abuelo Hil- se comienaa de nusva a anudar hilos. Goitlield ha ido a on Geranpo HaurtMany Buscar wn hacha detrés del hogar, y examina maguinal- mente el filo. Ambos, el viejo y Gotilielb, estén muy con- movidos, pero se callan. De fuera Wega et ruido ae ta ‘imultitud). La Apurta Hinse— Pero di, Gustavo, el piso esté retemblan. do, ;qué pasa? ; Qué es lo que oenxre? (Paxsa). Ex Anvrto Hise —jGottlielb! Gorin — 1 Qué? Br Asveto Hiss — Deja el hacha en su sitio. Gorruraue — Querfa hacer astillas. (Vuelve a eolocar el hacha corea del hogar. Pausa). La Apuera Hist — Gottlielb, oye lo que dice tu padre. Voces—(Cantan debajo de ta ventana). El hombreeillo se queds en su casa, se quedé en su casa, ohé, ohé; fregando los platos y las eacerolas, y las eacerolas, ohé, ohé, Gorman — (Se estremece y dirige un gesto amenazador hacia Ta ventana). {Canallast, no me impulstis a la edlera, (Se oye una descarga de fusilerta). La Apvrta Hise — (Asustada). (Jests! ;Es el truenot Ex Anuar Huse — (Junta involuntariamente las manos). iDios mio!, protege a los pobres tejedores, protege a mis pobres hermanos. (Un corto silencio, El abuelo Hilse se queda temblando). Ahora la sangre corre Gorrutie ~~ (Se ha estremecido al escuchar la descarga; apric- ta convulsivamente el hacka, cambia de color, y pudiéndo- $0 apenas contener, exclama con profunda angustia) baten de veras! Una Mocracia Tzszpona— (Que est en Ia hahitactin det fondo, grita al abuelo Hilse). Nbuclo, abuelo; no esté us- ted en la ventana. Aqui acaba do aplastarse tna. bala, (Desaparece). Mruaexa — (Mastrando su infantil cabeza en Ta ventana). Sbuo- Jo, abuelo; tiran titos. Han eafilo dos, Hay uno que da ‘vueltas, que da vueltas como un tromno, y hay Inego otro que se menea como un gorrién al que han cortado Ins alas i¥ la sangre eorre, corre! (Besaparece). Una ‘Terepora — Han mataido a dos. Us Tesnpor Virso— (En la habituciin del fondo). Mivad: ahora atacan ellos a los soldados. Los Trsepones 85 Orro Trseor—Mirad, mirad a las mujeres; les acometen, les esenpen a la cara. ‘Una Tesenzona — (Gritando desde lu casa). ;Gottlielb, mira a ‘tm mujer; es mas valiente que ti; ha saltado hasta poner- se delante de las bayonetas, como si fucran violines para hacer bailar. (Cuatro hombres traen un herido a la habi- tacién del fondo, Pausa). Bs el tejedor Ulbrich. (Nuero silencio). No tiene para mucho tiempo; tiene una bala en la oreja, (Se oyen los pasos de los hombres que suben por Ia escalera). Numxosas Voces Pures —jTurra, hurra! Vocus ex 1a casa — ,De donde pueden haber sacado todas esas piedras? —Han desempedrado, —Llueven piedras. —Hay soldados heridos. (Gritos de angustia fuera y hasta on le puerta de ta casa. Los moradores de la casa cierran por fin la puerta dando gritos de espanto).—Vuelven a cargay los fusiles. Van a tirar otra vez. —Abuclo Tiilse, retfrese usted de la ventana. Gorminun— (Agarrando de nuevo el hacha). ¢Pero qué es esto? ¢Estén rabiosos? ;Nos dan a comer pélvora y balas en vex de pan? (Vacila un instante, sin dojar el hacka de Ia mano y se dirige a su padre). ;Dejaries matar a mi mujer? Jamas. (Se lanza afuera). Cuidado, eompaiieros, alla voy. (Sale). Ex Apueto Hise — j Gottlielb, Gottlielb! La Anvena Hirss — jDénde esta Gottlielb? Ex Anvzto Hise — Esta loeo. Voces— (En la casa). Retfrese usted de la ventana, abuclo Hilse. En Anusto Hrsn — | Jamas, aunque os empediirais todos! (A Ta abuela Hilse, con tono ya extdtico). Aqui es donde ha puesto mi sitio el Padre Celestial, y aqui debo permanecer ¥ cumplir con mi deber, sueeda lo que sueeda, y aun euan- do la nieve se pusiera a arder. (Vuelve a su trabajo, En el mismo instante estalla una nuova descarga. Horido mor- talmente, el abuclo Hilse se yergue primero con brusco movimiento y cae en seguida con Ta cabeza sobre el telar. Al mismo tiempo repercuten fuera nuevos hurras. Todas las personas que se habsan quedado en el vestibulo se pre- cipitan entonces al exterior, lanzando también hurras a su vez), 86 Gunaspo Haver any La Anvaia Hinse— Gustavo, Gustavo; gqué es lo que pasa, dime, qué es lo que pasa? (El rumor de los hurras va alejindose. De repente Miliena entra corriendo en la ha- bitacién). Miutexa— Abuelo; han echado del pueblo a los soldados, han tomado la casa de Dietrieh, han hecho lo que en la casa de Dreissiger. ;Abuelo! (La nia, asustada, mira mas atenta- ‘mente, y con un dedo en los labios, se acerca lentamente al muerto). ; Abuelo! La Apvsta Hinss—Pero habla, Gustavo, di algo; jaeabaré por tener miedo! Teu6s Gerardo Hauptmann Personajes Primer Acto Segundo Acto TTeveer eto . Cuarto Acta Quinto Aeto INDICE Pao. 25 39 55 69

También podría gustarte