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CAPITULO 19 EL JUICIO POR JURADOS Y LA REFORMA PROCESAL PENAL FEDERAL Por Cristian Penna He aqui las objeciones en toda su fuerza. No creemos que sean capaces de arrastrar la opinién del observador atento y sagaz, porque conducen en definitiva al error; y lo que tienen de especiosos debe sélo excitarnos a examinar con mds detencién silos vicios de que se acusa al Jurado son inherentes a su natu- raleza o resultado de su organizacién defectuosa en ciertos pat- ses; si esta institucién lleva en si misma garantias importantes que no podrian encontrarse en las jurisdicciones regulares, y si no es més propia que cualquiera otra para conciliar la publica confianza con la equidad de las sentencias. No; no puede ne- garse por un solo momento la ventaja de semejantes garantias. Carr J. A. MIrreRMalen 19.1. INTRODUCCION En el marco de este libro sobre la ansiada reforma del Cédigo Procesal Penal de la Nacién Argentina (CPP), que hace aun lado al vetusto sistema mixto-inquisitorial que caracteriza al cédigo saliente —nacido viejo y caduco™ ya en 1992—, con el cometido () Mirrermater, C. |, A» Tratado de la prueba en materia criminal, 10 ed., Reus, Madrid, 1979, p. 102, (2) Tal como advirtiera Pastor, DANIEL R,, “Cédigo Levene: snacerd viejo ycaduco?’ en revista No Hay Derecho, Buenos Aires, 1992, N° 6, p. 27. Reite- ado en Pastor, DANIEL R., El encarcelamiento preventivo, en Mair, JULIO BJ. (comp.), El nuevo Cédigo Procesal Penal de la Nacién. Andlisiscritico, Del Puerto, Buenos Aires, 1993, p. 64 216 CRISTIAN PENNA, de instaurar un modelo acusatorio, no podia faltar algiin and- lisis respecto de una de las instituciones a él inherentes: el jui- cio por jurados, que es el sistema de enjuiciamiento ordenado por la Constitucién Nacional (CN) y ahora también por el orde- namiento procesal penal federal. El nuevo Cédigo, pues, ha optado por un diseno acusatorio” y ha mirado hacia el sistema de enjuiciamiento por jurados; puntualmente, en su art, 23, denominado Participacién ciuda- dana, establece que “los ciudadanos participaran en la adminis- tracién de la justicia penal, de conformidad con lo previsto en os arts. 24, 75 ine, 12 y 118 de la Constitucién Nacional...” y en su art. 52 inc. c) reconace como “6rganos jurisdiccionales a los Tribunales de Jurados’. No podia ser de otro modo, tanto por mandato constitucio- nal, como por congruencia con el disefio adoptado™. Debe ad- vertirse que, de hecho, el mandato constitucional de instaura- cidn de un modelo acusatorio se infiere esencialmente del triple mandato constitucional de instauracién del jurado; ello es asi porque —en rigor— uno y otro son inseparables, de modo que cuando el Constituyente de 1853 incluyé los arts. 24, 67 ine. LL y 102 originales hablaba, sin dudas, tanto del juicio por jurados como de la totalidad del sistema procesal al que es inherente. (3) Cualquier otro modelo procesal careceria de legitimidad constitucio- nal: BOVINO, ALBERTO, El debate, en Maier (comp.), El nuevo Cédigo Procesal Penal de la Nacién... cit., ps. 168 a 169: “Volviendo a nuestra marco consti- tucional, las disposiciones relativas a las garantias y derechos del individuo ya las reglas de organizacién del Poder Judicial nos llevan a una conclusién ineludible respecto al modelo de procedimiento adoptado. Ello implica que el legislador no tiene libertad para optar discrecionalmente por algin siste- ‘ma de enjuiciamiento penal. Nuestra CN sienta bases ideolégicas claras en cuanto a la organizacién de la persecuciGn penal. El contenido de sus cléu- sulas no deja lugar a dudas. El modelo de enjuiciamiento propuesto debe ser ‘un modelo que respete los principios del sistema acusatorio’ (4) Que —como veremos— también obedece a un mandato constitucio- nal. La Constitucién Nacional exige, pues, un proceso penal acusatorio y con jurados. (5) Ademés, como sefiala BOVING Fl debate, cit, p. 171, "Elrégimen repr blicano adoptado por el art. 1° y la ideologia liberal que informa todo el texto constitucional ya sefialan una eleccién clara por el acusatorio’ 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 207 Francamente, sin jurados ningtin sistema procesal podria preciarse de ser auténticamente acusatorio, tal como lo conci- bieran los Constituyentes. De hecho, la evidencia empirica de- muestra que, en general, cada vez. que se ha pretendido instau- rarun modelo acusatorio sin juicio por jurados, la praxis judicial ha tendido a desvirtuar ese disefto, forzando formas operativas més acordes a los sistemas abandonados —por lo habitual, de tendencia mixto-inquisitorial—. Sélo el jurado exige a los opera- dores un real apego a los estandares y principios propios de los sistemas acusatorios, esto es, publicidad, oralidad, continuidad ylitigio contradictorio; en efecto, en un juicio por jurados: — necesariamente los actos deben desarrollarse en un mar- co de oralidad: resultaria ridicula la presentacién de es- critos a un jurado y es evidente la inconveniencia de cual- quier tipo de incorporacién de prueba “por lectura’; — los actos claros y el lenguaje comprensible con que debe desarrollarse el juicio para la adecuada comprensién de los integrantes del jurado facilitan significativamente su publicidad; — no pudiendo disponerse libremente del tiempo de los ciu- dadanos convocados, necesariamente el juicio debe desa- rrollarse con celeridad y en forma continua; — finalmente, la inigualable posicién de imparcialidad del jurado —a saber: no conoce las constancias del expe- diente escrito, no toma decisiones sobre admisibilidad de prueba, no hace preguntas a los testigos ni se compromete con la actividad probatoria, no pertenece a ninguna es- tructura de poder, carece de burocratizacién para la deci- sién del veredicto, eteétera— permite un verdadero juego contradictorio™; a la vez.ese juego se potencia dado que el jurado lego implica un auténtico sinceramiento respecto de la inevitablemente imperfecta condicién humana del juzgador —camuflada en los juicios meramente técnicos, (6) Bovino, El debate,cit,, p, 168. (2) Enel que a una acusacién en cabeza exclusiva del fiscal —y, eventual- ‘mente, de la victima, pero nunca del tribunal— se opone una defensa eficaz, en paridad de armas. 218. CRISTIAN PENNA, donde impera el mito de la condicién “sobrehumana” del juez—, lo que hace que los actores en disputa adviertan que deben prepararse para litigar ante humanos —y no ante delegados de la divinidad en la tierra de los huma- nos", segtin palabras de Maier—, Pero el nuevo Cédigo no se ha ocupado de reglamentar el funcionamiento de este sistema de enjuiciamiento, sino que ha dejado esa tarea librada a la sancién de una ley especial que el Congreso debe dictar a tal efecto (arts. 23 y 249 CPP); tal remi- sién no es —en s{ misma— desafortunada: esa ley especial de ju- rados seria la referida en el art. 75 ine. 12 de la Constitucién Na- cional, funcionando como “ley marco” para todo el pais —esto es, una vez sancionada, no sélo guiara los juicios federales y penales ordinarios que recaigan en la rbita de la administracién de jus- ticia nacional, sino que ademas implicard la adopcién de estin- dares minimos a los que todas las Provincias deberdn adecuarse por mandato constitucional expreso—. En cambio, seria desafortunada cualquier demora en su san- cién, Serfa desafortunada porque se prolongarfa injustifica- damente el incumplimiento de un mandato constitucional que ya no admite dilaciones; esto es, para ser sinceros, hasta la san- cidn y puesta en marcha de esa ley los juicios criminales conti- nuardn careciendo de legitimidad plena. Y serfa desafortunada, también, porque implicarfa dejar trunca ala reforma encarada El primer paso hacia la consagracién de un modelo procesal penal acorde al disefio constitucional est4 dado: contamos ya (8) Mater, [110 B. |, Delitos de lesa humanidad, de funcionarios priblicos sistema judicial en materia penal {en linea), Asociacién Argentina de Juicio por furados(AAJJ), Buenos Aires, 2013, p.7, disponible en http://wewurjuicio- porjurados.org/2013/10/doctrina-ponencia-inedita-del-prof-dr.html. (9) PENNA, CRISTIAN D., “El juicio por jurados y anteceden- tes de la participacién popular’, en Revista Pensamiento Penal, edicién N° 189, 22/9/2014, disponible en http://www.pensamientopenal.com.ar/ node/39802. (10) Lo ideal hubiera sido el tratamiento paralelo y la aprobacién conjun- ta de las normas atinentes al proceso penal federal: Cédigo Procesal Penal y ley de juicio por jurados. Ahora resta esperar una pronta sancién de la ley especial de jurados, que evite la degradacién en la praxis judicial del modelo acusatorio adoptado. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 219 con un Cédigo Procesal Penal de corte acusatorio, que no sélo ordena la sancién de la ley especial de jurados sino que ademas —y esto es fundamental— se ajusta a los estindares de litigio contradictorio —litigacién adversarial— que un juicio de tales caracteristicas exige. Resta, ahora, dar el paso definitivo —y es un paso muy im- portante, que no admite dilaciones— sancionando la ley espe- cial de juicio por jurados". Debemos estar preparados para el debate que precederd ala sancién de esa ley, y a tal efecto entiendo titil abordar —al me- nos— dos ejes fundamentales: 4) ,Qué tipo de jurado deberia implementarse y qué caracte- risticas procesales deberfa contemplar? esto es gc6mo deberia ser su composicién, integracién, constitucién, sustanciacién y de- liberacién de acuerdo a la remisién electuada en el art, 249 rela- tivo a la Integracién del tribunal de jurados? ) {Cudiles son los reparos y objeciones que, con seguridad, enarbolaran los opositores al sistema —muchos de ellos por el simple deseo de que nada cambie y otros por resistencia a lo des- conocido— y qué excusas podran argilirse como vano intento de justificacién de cualquier pretendida prolongacién del in- cumplimiento del mandato constitucional? Esos son los ejes que, seguidamente, nos proponemos abor- dar. A modo de contextualizacién, un breve repaso histérico del (11) El Poder Legislativo nacional ya cuenta, de hecho, con proyectos de ley al respecto; puntualmente, entiendo debe prestarse especial atencién al, proyecto presentado por el Senador Eugenio Artaza (UCR) Numero de Ex- pediente 1554/14—, elaborado junto al Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP) y la Asociacién Argentina de Juicio por Jurados (AAJ)), que es el que mejor compatibiliza con el disefto del Cédigo sancionado y mas se ajusta —incluso, superdndola en algunos aspecto—a la Ley Modelo de Juicio por Jurados a la que puede accederse en HARFUCH, AN pnts, ElJurado Clasico. Manual Modelo de Instrucciones al Jurado. Ley Mo- delo de Juicio por Jurados, Ad Hoc, Buenos Aites, 2014, ps. 190 a 221. Cabe aclarar que, ineludiblemente, para completar el camino iniciado es indis- pensable contar también con leyes orgénicas del Poder Judicial, del Ministe- tio Puiblico Fiscal y del Ministerio Pablico de la Defensa acordes; el andi de estas leyes excede los alcances de este trabajo. 20 CRISTIAN PENNA, juicio por jurados en la Argentina aportard la claridad necesaria para permitirnos efectuar ese abordaje. 19.2. HISTORIA DEL JUICIO POR JURADOS EN LA ARGENTINA Como se ver4, la inclusién del juicio por jurados en la Cons- titucién Nacional no fue antojadiza ni irreflexiva; todo lo con- trario. Al pensar en el sistema de enjuiciamiento que debia regir en Argentina, los Constituyentes de 1853 optaron por aquel que naturalmente armonizaba con el modelo de pats buscado: una repliblica democratica. El juicio por jurados, como modelo de participacién ciuda- dana en uno de los Poderes del Estado para la administracién de la “cosa ptiblica” (res publica), implicaba —precisamente— la consagracién de un modelo acusatorio y el apartamiento de la trégica cultura de la Inquisicién heredada de cuando atin éra- ‘mos una colonia espaiiola. Debemos advertir que —como veremos— ese objetivo fue deseado y buscado por los fundadores del pats desde los prime- ros pasos independientes. 19.2.1. Antecedentes constitucionales y legislativos Como deciamos, absolutamente todos los textos que confor- maron los antecedentes constitucionales luego de 1810 y hasta la sancién de la Constitucién Nacional en 1853 han incorporado al juicio por jurados. A la par, se han registrado multiples intentos para la instauracién de este sistema que, incluso, en algunos ca- sos se han traducido en leyes vigentes y experiencias empiricas concretas de funcionamiento de jurados en la Argentina. Con dnimos de repasar con algiin nivel de detalle esta his- toria es pertinente citar algunos de los multiples ejemplos de la auténtica vocacién argentina por el jurado, (12) Mater, Juuio B. I, Derecho procesal penal, t. I, Fundamentos, 2° ed., Del Puerto, Buenos Aires, 2004, ps, 775 y ss, STOK CAPELLA, LUIS EDUARDO, “El juicio por jurados y el sistema procesal penal de la oralidad’, LA LEY, 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL ri 19.2.1.1. Decreto de la libertad de imprenta (1811) El decreto de la libertad de imprenta del Triunvirato, del 26 de octubre de 1811, establecfa que para el juzgamiento de delitos cometidos por el presunto abuso en el ejercicio de ese derecho deberfa intervenir un tribunal especial —jurado de imprenta— denominado Junta protectora de la libertad de la imprenta” Su art. 3° establecia: “Para evitar los efectos de la arbitrarie- dad en la calificacién, graduacién de estos delitos se crear una junta de nueve individuos con el titulo de Protectora de la liber- tad de la Imprenta, Para su formacién presentard el Excmo. Ca- bildo una lista de cincuenta ciudadanos honrados, que no estén empleados en la administracién del gobierno...” Independientemente del tipo particular de jurado instaurado por este decreto —tanto por su competencia material como por su modo deconformacién—, de sus términos queda en claro cual era la finalidad buscada con el sistema, esto es: evitar los efectos de la arbitrariedad; también queda en claro que una condicién fundamental para garantizar esa finalidad era que solo pudie- ran integrar este érgano juzgador quienes no estén empleados en la administracién del gobierno —esto es, jueces accidentales—. 19.2.1.2. Proyecto de la Comisién Especial de 1812 Sumamente grdficos resultan los términos del proyecto ela- borado por la Comisién Especial que, en 1812, preparaba la Asamblea General Constituyente de 1813!" 1985-C, 844. PENNA, CRISTIAN D, “Juicio por jurados en Argentina, historia de cuestionamientos falaces RDPyC, Afio III N° 8 (septiembre 2013), La Ley, ps. 237.4238, (13) Decreto de la libertad de imprenta (26/10/1811). El decreto puede consultarse online en_http://wwu.elhistoriador.com.ar/documentos/inde- pendencia/decreto_de_la_libertad_de_imprenta php. (14) Arts, 22 y 23, respectivamente, del Capitulo XI del proyecto de Cons- titucién encargado en 1812 alos Dres. Luis José Chorroarin, Valentin Gomez, Manuel José Garcfa, Hipélito Vieytes, Nicolés Herrera, Pedro Somellera y Pe- dro José Agrelo. Conf. BuNGr Campos, Luis Mania, “El decreto de seguridad individual de 18117 disponible en htip://www:catedrahendler.org/doctrina_ in.phpPid=115# finrep23. 22 CRISTIAN PENNA, Ese proyecto establecia enfaticamente que el proceso crimi- nal se hard por jurado y sera puiblico (art. 22) y que los jueces en lo criminal aplicaran la ley después de que los ciudadanos hayan sido declarados culpables por sus iguales (art. 23). Como es evidente, nos hayamos aqui ante un claro intento de instauracién de un sistema de jurados en materia criminal. ‘También es evidente el tipo de jurado pretendido en el pro- yecto; queda en claro que, al decir los jueces en lo criminal apli- cardin la ley después de que los ciudadanos hayan sido declarados culpables por sus iguales, sus redactores describfan a un modelo concreto de jurado: el hoy denominado “jurado clasico” o “jura- do de tipo anglosajén’, en el que se diferencian con nitidez. dos momentos completamente distintos —aunque persistentemen- te confundidos en los sistemas judiciales sin jurados e, incluso, en modelos escabinados—, a saber: — el “veredicto” exclusivamente a cargo de los ciudadanos le- gos integrantes del jurado —Ios “iguales” del acusado—, y — la “sentencia’ a cargo de los jueces técnicos. 19.2.1.3. Proyecto de Constitucién de la Sociedad Patriética para las Provincias Unidas del Rio de la Plata en América del Sud (1813) Por aquellos aiios, entre esos pasos iniciales de la conforma- cién de nuestro pais, otro proyecto constitucional optaba por procesos criminales con jurados: el Proyecto de Constitucién de la Sociedad Patriética para las Provincias Unidas del Rio de la Plata en América del Sud, de 1813"), Su art. 175 —ubicado en el Capitulo 22, denominado Del Po- der Judicial de cada provincia— establecia que “el juicio criminal se establecerd por jurados..." y el art, 189 —ubicado en el Capitu- lo 23, denominado De la seguridad individual—\o contemplaba expresa y celosamente como garantia de “seguridad individual” (15) El proyecto puede consultarse online en: http://wwu.cervantesvir- tual. com/servlet/SirveObras/02427221981242052976613/. Este Proyecto con- templaba también al juicio por jurados para los delitos de imprenta (art. 212, ubicado en el Capitulo 25, denominado “De la libertad de imprenta”). 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 23 en los siguientes términos: “Ningtin ciudadano puede ser deste- rrado 0 confinado a pretexto de una medida de precaucién sin pasar antes por el juicio de jurados. El Senado debe vigilar sobre ello, El funcionario piblico o Tribunal que ataque esta parte de seguridad individual, queda expuesto a las resultas del que hu- biese desterrado a un inocente”. 19.2.1.4. Constitucién de las Provincias Unidas de Sud América de 1819 La Constitucién de las Provincias Unidas de Sud América de 1819) establecfa en su art, 114 —ubicado en el Capitulo II, de- nominado Derechos particulares—: “Es del interés y del derecho de todos los miembros del Estado, el ser juzgado por jueces los mas libres, independientes ¢ imparciales que sea dado 4 la con- dicién de las cosas humanas. El Cuerpo Legislativo cuidaré de preparary poner en planta el establecimiento del juicio por jura- dos, en cuanto lo permitan las circunstancias”. Aqui también, entonces, se consagraba expresamente al ju- rado como garantia individual, entendiéndolo como medio para alcanzar el interés y el derecho de los miembros del Estado a ser juzgados por jueces plenamente libres, independientes e im- parciales. En otras palabras, sdlo el jurado podia garantizar la imparcialidad —independencia e imparcialidad frente al caso concreto— buscada en un juzgador —asi lo entendian los Cons- tituyentes de 1819 y por eso optaban por este sistema—. 19.2.1.5. Constitucién de la Nacién Argentina de 1826 En términos idénticos la Constitucién de la Nacién Argenti- na de 1826"? remarcaba el interés y el derecho de los miembros del Estado a ser juzgados por jueces plenamente libres, indepen- dientes e imparciales, (16) Eltexto de la Constitucién de las Provincias Unidas de Sudamérica de 1819 se encuentra disponible online en: www:biblioteca,jus.gow.ar/Constitu- cion_de_1819.doe. (17) Eltexto de la Constitucién de la Nacién Argentina de 1826 se encuen- tra disponible online en: wwu:biblioteca,jus.gou.ar/Constitucion_de_1826.doc. 24. CRISTIAN PENNA, Su art. 164 —ubicado en la Seccién Octava, denominada De disposiciones generales— estaba redactado del siguiente modo: “Es del interés y del derecho de todos los miembros del Estado el ser juzgados por jueces los mas independientes e imparcia- les, que sea dado a la condicién de las cosas humanas. El cuer- po legislativo cuidard de preparar, y poner en planta el esta- blecimiento del juicio por jurados, en cuanto lo permitan las circunstancias’, 19.2.1.6. Plan General de Organizacién Judicial para Buenos Aires (1829) El Plan General de Organizacién Judicial para Buenos Aires de 1829, elaborado por el francés Guret Bellemare por encargo del Gobernador Manuel Dorrego, establecia también el juicio por jurados. En este proyecto, Bellemare “incluye al ‘jur’, que define como la reunién del pueblo o de ciudadanos, para deliberar sobre la acusacién dirigida contra uno de sus miembros” y afirma que “Jos que lo componen se denominan ‘jurados’ y nunca son Ila- mados para condenar sino para pronunciarse sobre la verdad 0 falsedad de un hecho y sobre la imputacidn que se dirige contra un individuo’; destaca ademas que “sus funciones son momen- téneas y concluyen con el negocio que fue su objeto. No son fun- cionarios puiblicos, no tienen ninguna autoridad particular y no estan sujetos mds que a la de su conciencia’\" En tales términos Bellemare resaltaba el cardcter accidental de los jurados como garantfa de independencia e imparcialidad frente al caso. 19.2.1.7. Jurado de abigeato (1825-1866) Cabe tener en cuenta que desde 1825 y hasta la sancién del Cédigo Rural de 186 rigid efectivamente en Buenos Aires un Ju- rado de abigeato instaurado por el Gobernador Las Heras, que constituye un ejemplo mds dela vocacién nacional por el jurado. (18) LEvAGct, ABELARDO, El juicio por jurados en la Argentina durante el siglo XIX, en Revista de Estudios Hist6rico-Juridicos, N°7, 1982, p. 180 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 25 19.2.1.8. Constitucién de la Nacién Argentina (1853/1860 y 1994) Finalmente, la Constitucién Nacional de 1853 introdujo el mandato actualmente vigente de instauracién del juicio por ju- rados en sus arts. 24, 67 inc. 11 y 102 y la reforma del aio 1860 ha mantenido plenamente la vigencia de esos tres articulos, al igual que la reforma del afio 1994, que mantuvo sus términos en los actuales arts. 24, 75 ine. 12y 18. Pese a que las palabras del texto constitucional son harto co- nocidas, resulta pertinente transcribirlas para refrescar la me- moria y tener presente su contundencia. El art, 24, que se ubica en la parte dogmatica de la Consti- tucién Nacional (Primera Parte, Capitulo Primero, denominado Declaraciones, Derechos y Garantias) consagra al jurado como ga- rantia individual al ordenar su instauracién en los siguientes tér- minos: “El Congreso promoverd la reforma de la actual legislacion en todos sus ramos, y el establecimiento del juicio por jurados’. Por su parte, el art. 75 inc. 12 establece como atribucién del Congreso nacional el dictado de ciertas leyes generales para toda la Nacién, entre las que enumera expresamente a aquellas que requiera el establecimiento del juicio por jurados. Finalmente, el art. 118 organiza al Poder Judicial —puntual- mente, en materia criminal— en torno del sistema de jurados al establecer: “Todos los juicios criminales ordinarios, que no se deriven del despacho de acusacién concedido en la Camara de Diputados se terminaran por jurados, luego que se establezca en la Republica esta institucién”. 19.2.1.9. Proyectos posteriores a la sancién dela Constitucién Nacional En el marco de esta breve resefia no debe dejar de resaltarse que durante periodos democraticos, continua y reiteradamente se han presentado —en las diferentes cdmaras legislativas del pais y, puntualmente, en el Congreso federal— proyectos de ley para la instauracién de ese sistema de enjuiciamiento"), (19) Excede a los alcances del presente trabajo efectuar una resefta por- ‘menorizada de tales proyectos, realmente numerosos. 26 CRISTIAN PENNA, Basta ahora con sefalar que, tal como narra Maier, nues- tra primera época de organizacién nacional fue consecuente con el mandato constitucional ya que una ley dei Congreso de la Na- cin de 1871 encargé al Poder Ejecutivo nacional (en cabeza de Domingo F. Sarmiento) la creacién de una comisién de personas idéneas que proyecten la ley de organizacién del jurado y la de enjuiciamiento en las causas criminales ordinarias de jurisdic- cidn federal... designandose a tal efecto a los doctores Florentino Gonzalez y Victorino De La Plaza, quienes, ademas del proyecto de Cédigo de procedimiento criminal, elaboraron y elevaron el “Proyecto de ley estableciendo el juicio por jurados”; es perti- nente resaltar, como lo hace el citado autor, que “ambos proyec- tos reconocen marcada tendencia anglo-sajona, segtin lo confie- san los propios autores en su Informe preliminar (Exposicién de Motivos)""". 19.2.1.10, Constituciones y leyes provinciales Haciendo a un lado el debate sobre la competencia —o fal- ta de ésta— de las constituciones provinciales para legislar en materia de jurados —considerando que el art, 75 inc. 12 de la Constitucién Nacional lo entiende como competencia exclusiva del Congreso Nacional—“, en este andlisis no debe olvidarse la contemplacién de jurados populares en miiltiples constitucio- nes provinciales; ciertamente, al igual que la Constitueién Na- (20) Mater, Derecho procesal penal, t.1, cit, p. 781 (21) CavaLtero, RIcARDo J, “Participacién popular en la justicia La Ley, Sup. Penal 2010 (septiembre), lamenta que la sancién del Cédigo de Proce dimientos en Materia Penal (1888) redactado por Obarrio “significé la pre- ferencia del legislador ordinario por el modelo inquisitivo espaol... y que la sancién de este cédigo (que rigié durante un siglo) significs el olvido de los proyectos de Florentino Gonzalez y Victorino de la Plaza de 1873, de José Dominguez de 1883, de Carlos Rodriguez Larreta, Rafael Herrera Vegas, Fe- derico Ibarguren y Carlos Otavio Bunge de 1885 y de Eduardo Wilde de 1886, que establecfan un sistema de enjuiciamiento por jurados dentro del mode- 0 procesal acusatorio, de conformidad con el programa modernizador de la justicia criminal argentina diseftado por los padres fundadores en la Consti- tucién Nacional.” (22) Por ejemplo, asf lo entiende MAIER, Delitos de lesa humanidad... cit, 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL nz cional, la Constitucién de la Ciudad Aut6noma de Buenos Aires y las de las provincias de Chubut, Rio Negro, Cordoba y Corrientes contemplan esta modalidad de enjuiciamiento. ‘Tampoco resulta menor la efectiva vigencia actual de siste- mas de jurados en las leyes de procedimiento de algunas provin- cias que, ante la omisién federal, avanzaron hacia el respeto de Ja Carta Magna” — Cérdoba cuenta con una ley de enjuiciamiento por jura- dos —bajo un modelo escabinado— desde el aio 2004, habiendo realizado centenares de juicios desde su entra- daen vigencia en 2005; — Neuquén ha estrenado durante 2014 un nuevo Cédigo Procesal Penal que contempla un modelo de tipo clasi- co de jurados populares, habiendo realizado aproxima- damente quince juicios bajo esta modalidad durante ese primer aio; — La provincia de Buenos Aires ha adoptado también un modelo de tipo clasico y se encuentra avanzando en su estreno —la ley 14.543, que instaura al jurado bonaerense, entré en vigencia 21 de noviembre de 2013, dia posterior al de su publicacién en el Boletin Oficial—"; y — Rio Negro ha aprobado a fines de 2014 un nuevo Cédigo Procesal Penal que contempla al juicio por jurados bajo un modelo de tipo clasico —entraré en vigencia en 2018— Adems, existen proyectos para la instauracién del juicio por jurados en la casi totalidad de las provincias restantes, registran- dose avances importantes en ese rumbo en la Ciudad Aut6noma (23) Ademas de la siguiente lista, el cédigo de procedimientos penales de Chubut contempla el juicio por jurados, aunque no lo regula. Pueden con- sultarse la ley de jurados cordobesa (ley 9182), el “Nuevo Cédigo Procesal para la Provincia de Neuquén’; la ley que establece el juicio por jurados en la provincia de Buenos Aires, el nuevo Cédigo Procesal Penal de Rio Negro y el Cédigo Procesal Penal de Chubut en: http://www,juicioporjurados.org/p/ legislacion htm (24) Cabe recordar que en 1919 la provincia de Buenos Aires ya habia es- tado a punto de tener la primera ley de jurados de todo el territorio argenti- no desde la sancién de la Constitucién Nacional, de la mano de Toms Jofré. 28. CRISTIAN PENNA, de Buenos Aires y en las provincias de Chubut, Salta, Chaco y La Rioja, entre otras. 19.2.1.11. El modelo de jurado constitucional Frente a semejantes antecedentes no puede dudarse que Ar- gentina ha sido forjada de la mano de ideas politicas liberales, con claros tintes juradistas, inescindibles de un esquema politico republicano, de modo que: “...1a decisién constitucional de esta- blecer el juicio por jurados no es, de ninguna manera, arbitraria, sino que se corresponde a la perfeccién con la propia ideologia politica que la Constitucién siguié. No existe duda de que ella es hija del Iuminismo y de la revolucién politica que, en Francia y los demas paises europeos y americanos, se desarroll6 entre los siglos XVIII y XIX (liberalismo burgués). Y esta probado con su- ficiencia que ese movimiento politico prohijaba un cambio total en la administracién de justicia penal, con mirada atenta al mo- delo de las instituciones vigentes, por entonces, en Inglaterra, que conservaba los principios fundamentales impuestos por los sistemas de enjuiciamiento criminal de Grecia (Derecho atico) y Roma republicanas, consistente en el regreso al juicio puiblico y al tribunal integrado por ciudadanos, accidentalmente traidos a juzgar sobre los conflictos penales que se presentaban en el seno social” 25) Siguiendo esa ideologia, pues, los Constituyentes se inspira- ron en el sistema de enjuiciamiento “anglosajén” de la Consti- tucién estadounidense; en efecto, nuestro mandato constitucio- nal proviene del art, III, seccién 24, N° 3 de la Constitucién de los Estados Unidos de América, a través del texto del art. 117 de la Constitucién Federal de los Estados Unidos de Venezuela de 1811 —casi idéntico al originario art. 102 de la Constituci6n ar- gentina, actual 118—°*), Alavez, en congruencia con la opcién por tal sistema, la Cons- titucién Nacional omitié disponer norma alguna que exija mo- tivacién de los veredictos; esto es, el sistema de enjuiciamiento (25) Matrr, Derecho procesal penal, t.1, cit. p.777 (26) Ibid, p.776. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 29 constitucional es el juicio por jurados con veredicto inmotiva- do, el modelo conocido como “jurado clisico”, efectivamente: “Nuestra Constitucién Nacional no presta apoyo a aquellos que pretenden que la reconstruccién de los hechos integrantes de la sentencia penal, esto es, la premisa factica del juicio previo fun- dante de la aplicacién de la pena, deba ser motivada en el senti- do indicado. No sélo no existe en el texto constitucional ninguna oracién de la que se pueda desprender esa exigencia, sino que, por el contrario, la ley fundamental ha estimado consustancial a nuestra forma republicana de gobierno el juicio por jurados” Por tiltimo, ese sistema —jurado clisico de tipo anglosajén— es el que mejor armoniza con el principio republicano consagra- do en el art. 1 constitucional al denotar confianza en el pueblo soberano; debe advertirse que resulta imposible conciliar los valores democraticos y republicanos sustentados por la Consti- tucién Nacional con la desconfianza en el soberano que moti- va en algunas ocasiones su exclusi6n de los juicios —juicios sin jurados— y, en otras, la incorporacién de funcionarios estatales con poder de contralor sobre sus funciones exclusivas —jurados escabinados Cabe senalar que esta tiltima alternativa —el sistema deno- minado “jurado escabinado” o “de escabinos"— nacié durante el siglo XX como deformacién del jurado clasico de tipo anglosajén, en una Europa continental que de ese modo lograria mantener un apartamiento parcial —cosmético, si se quiere— de su arrai- gada tradicién inquisitiva pero sin abandonar la desconfianza en el pueblo propia de la Inquisicién. La consecuencia evidente de esa desconfianza fue la infiltraci6n de jueces profesionales en las funciones del jurado: deliberacién y decisién del veredicto. Es decir que, sin lugar a dudas, el sistema de juicio porjurados en que pensaron los constituyentes fue aquel que habia floreci- do en el tinico lugar del mundo occidental que lograra escapar de la arrasadora y trdgica influencia de la Inquisici6n, a saber: el denominado “jurado clasico” de tipo anglosajén, conformado (27) Ibid, ps. 488 y 484 (28) BINDER, ALBERTO, Introduccién al derecho procesal penal, 2 ed., Ad- Hoc, Buenos Aires, 2009, p. 111, aclara que si bien la Constitucién Nacional 230. CRISTIAN PENNA, generalmente por doce ciudadanos legos, que habfa demostrado ser capaz de garantizar un respeto superior de los derechos del acusado y, a la vez, inspirar gran confianza en la sociedad, Ese modelo es el tinico que, por las razones histéricas y sis- tematicas referidas —inspiracién anglosajona, inexistencia de exigencias de motivacién y principios republicanos—, armoniza con el disefo constitucional. 19.2.2. Excusas, justificaciones y cuestionamientos histéricos para frenar la implementacién del juicio por jurados” 4Cémo es, entonces, que frente a semejantes antecedentes politicos, ante un consenso tan lineal y reiterado de parte de quienes forjaron a Argentina y pese a cldusulas constitucionales por demas claras, el juicio por jurados nunca se implementé y continuamos hoy, mas de 160 afios después de la sancién de la Constitucién vigente, discutiendo su instauracin? Sucede que aquel ideario liberal ha sido derrotado de facto por la perniciosa fuerza de la cultura inquisitiva de herencia hispanica®”, conveniente y perseverantemente aprovechada 1no opta textualmente por un tipo de jurado en particular, “desde el punto de vista histrico, es evidente que los constituyentes tenian en vista el modelo anglosajén, ya que toda nuestra Constitucién tiene una gran influencia de ese origen y, ademds, en la América latina que comenzaba a instituciona- lizarse, las instituciones norteamericanas, sobre todo, tenian gran predica- mento” (29) Mrrreroatte, cit, p. 102, precisamente, habia advertido esta impor tante caracteristica al preguntarse sila institucién del jurado “no es més pro- pia que cualquiera otra para conciliar la publica confianza con la equidad de as sentencias; respondiéndose: “No; no puede negarse por un solo momen- tola ventaja de semejantes garantias” (30) El siguiente desarrollo profundiza el estudio realizado en PENNA, Jui- cio por jurados en Argentina... cit. ps. 239 4250. (31) Bovino, El debate, cit, p. 172: "La tinica raz6n para no aceplar estas premisas del juicio previo es s6lo la antigua y arraigada tradicién inquisitiva proveniente de nuestra herencia espafola..2 ManTiNtz LEDESMA, HORACIO A, La constitucién colonizada o la fuerza del acostumbramiento, El uicio por Jurados, paper inédito, reflexiona con contundente claridad: “La facilidad de la costumbre colonial ocupaba el vacio tecnocrtico de las revoluciones gcabe dudar que la costumbre sea contrarrevolucionaria?” 19. ELJUICIO POR JURADOS Y LA REFORMA PROCESAL 231 tanto por conservadoras élites como por viejas corporaciones judiciales y de abogados —histéricamente conformadas por in tegrantes de esas clases—, garantizndose un monopolio de los juzgamientos, Invariablemente, en cada ocasién en que se ha debatido la implementacién de sistemas de jurados se han repetido las crit cas de quienes —perpetuando esa inercia inquisitiva y, a la vez, valiéndose de ella— se han opuesto sistematicamente a ese di sefio), Asi, el juicio por jurados siempre ha sido en nuestro 4m- bito un tema divisor de aguas, despertando acalorados debates entre impulsores y detractores. En buena medida, esos debates sobreviven en la actualidad. Como vimos, ademas de las importantes virtudes que conlle- va ese sistema, los defensores del juicio por jurados cuentan con un argumento contundente a su favor: la Constitucién Nacional establece que los juicios en general, pero puntualmente los criminales"®), deberan levarse a cabo por jurados populares. Sus detractores, desde el rincén inverso, no han escatimado es- (32) Harructt, ANDntEs, “Inmotivacién, secreto y recurso amplio en el jui- cio por jurados clisico’ en Revista Derecho Penal, Afto 1, N° 3: Participacién ciudadana en la justicia, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Naci6n, diciembre 2012, p. 114: “al postergar indefinidamente su implemen- tacién, las distintas corporaciones de la abogacia del pais se aseguraron en exclusiva el monopolio de la Administracién de Justicia’: En el mismo senti- do SANDRO, JORGE A., "Reflexiones sobre el jurado popular LA LEY, 1992-A, 876: “la tesis de que el enjuiciamiento penal es un compartimiento estanco, reservado a los juristas y ajeno a la participacién ciudadana, manifiesta la idea elitista de una superioridad de clase o de corporacién, cientificamente infundada y opuesta tanto al principio republicano como ala concepcién de- mocritica de gobierno” (33) CAVALLERO, Participacién... cit, 187, advierte que “en la actualidad, tiende a prevalecer el criterio favorable al jurado popular, que ya se encuen- tra incorporado al discurso politicamente correcto de juristas y politicos, que falten aquellos que —no obstante posar de progresistas— cada vez que aumentan las probabilidades de la implantacién del instituto, no vacilan en desplegar un alto grado de activismo para que todo siga como esta, poi do al descubierto su elitismo, y su inocultable desconfianza en la capacidad, responsabilidad e integridad de los ciudadanos dea pie” (34) Conf, art. 24 CN. (35) Conf. art. 118 CN. 232 CRISTIAN PENNA, fuerzos a la hora de erigir argumentos contrarios a su instau- racién, tan variados como falaces y/o amparados en prejuicios peyorativos. Lo evidentemente cierto es que, llamativamente, pese a los contundentes términos de los arts. 24, 75 ine. 12 y 118 de la Constitucién Nacional, esos tiltimos argumentos han tenido éxi- to hasta la fecha: habiendo transcurrido ya casi 162 afios desde la sancién del texto constitucional, las causas criminales con- tintian —al menos en el sistema procesal penal federal y en la mayoria de los provinciales— siendo juzgadas exclusivamente por jueces profesionales y esta circunstancia suele ser acepta- da por muchos con preocupante naturalidad —“y, sin embargo, nunca tuvimos juicio por jurados!, a pesar de las cléusulas cons- titucionales, por demas claras’, expresa con sorpresa Maier ante semejante situacién “9. Ese éxito resulta lamativo no sélo ala luz de los claros y con- tundentes términos constitucionales, sino también por la fragi- lidad que histéricamente ha caracterizado a los mencionados reparos antijuradistas. Sucede que, para frenar el establecimiento del juicio por ju- rados, en apoyo a la inercia inquisitiva senalada, a lo largo de la historia se han ido elucubrando una serie de argumentos diri gidos —por un lado— a intentar justificar el flagrante incum- plimiento de la manda constitucional y —por otro— a imponer deliberadamente en letrados y legos la idea de su inconveniencia iy hasta de su inconstitucionalidad!. Parecerfa que los primeros argumentos ya no suelen escu- charse, Diferente es la situacién con muchos de los argumentos esbozados para instalar la idea de la inconveniencia del institu- to; en tal sentido, histéricamente se ha predicado que los ciuda- danos “son ignorantes’, “se dejan influenciar’, “no son siempre honestos” y “cometen errores... [siendo] omnipotentes porque sus decisiones son inapelables’, que “no hay partidarios del ju- rado’, que “el pueblo argentino no esta preparado” y que el sis- (36) Matrr, Derecho Procesal Penal,t I, cit., p. 780. (37) Problema complejo el de la inconstitucionalidad de la Constitucién (). 19. ELJUICIO POR JURADOS Y LA REFORMA PROCESAL 233 tema “esta desprestigiado en los paises donde existe”, “no tiene arraigo en nuestras costumbres” y es ajeno ala tradicién juridica nacional, entre otras prédicas™ Ese catdlogo, claro esta, se ha ido renovando; algunos reparos han ido quedando en el camino al no poder sostener el peso de sus propias falencias); otros subsisten e, incluso, han surgido nuevos, algunos de ellos con disfraz de garantia individual), ‘También el eje de resistencia al jurado de la Constitucién se ha ido renovando —o, ms bien, se ha ido aggiornando—. Ante la contundencia de la manda constitucional, el descrédito que actualmente pareceria aquejar al Poder Judicial frente a grandes sectores de la sociedad“ y el aumento de las investigaciones y conocimientos sobre la materia, la posicién antijuradista®?) ha (38) GoRANSKY, MIRNA, “Un juicio sin jurados} en Maier (comp.), El nue- v0 Cédigo Procesal Penal de la Nacién... cit, ps. 122 a 125, en base a [a lista de criticas recolectadas por el juradista Toms Jofré, efectia una enumera- ciény excelente anilisis critico de la mayorfa de estos argumentos tendientes a instalar la idea de la inconveniencia del sistema de juicio por jurados, con, independencia del debate sobre el cardcter de la obligacién constitucional. (39) Hantuct, Inmotivacién... cit, p. L14. El autor recalea que “los argue ‘mentos contra el jurado han ido cayendo uno tras otro a lo largo de estos 160 afios. La inmensa mayorfa de ellos eran banales, superficiales y carentes de cualquier fundamento... Otros eran ofensivosyy discriminatorios y ya casi na- die se anima a decirlos en puiblico. (40) {dem, los embates antijuradistas han enarbolado un nuevo estandarte “progresista’” de oposicién a la instauracién del jurado cldsico: atacarlo por su “inmotivacién’. (41) Seguramente, producto de la absoluta disociacién entre una justi: cia netamente profesional —burocritica, ritualista, oculta, secreta, misti- ca... en fin, incomprensible para la ciudadan‘a en general— y las personas, s6lo lamadas a participar sentandose en la silla de los acusados 0 en la de los testigos o a lo sumo —aunque con no poca resistencia— como meros es- idores —en general a través del prisma de los medios masivos de comu- cacién—. En este sentido, CAVALLERO, RICARDO J., “Esta vez, el juicio por jurados’ Sup. Actualidad, La Ley, 8/3/2007, 1, resallaba que “nuestra magi tratura penal se encuentra incomprendida por problemas de comunicacién con a sociedad y aislada de ésta, de sus valoraciones y de su sensibilidad ju- ridica. Ysilas encuestas no mienten, hoy se halla en el punto més bajo de que se tenga memoria en materia de credibilidad publica’ (42) A los efectos exclusivos del presente trabajo, y conforme a la migra- cién operada en el debate sobre el juicio por jurados que se viene seftalando, 234 CRISTIAN PENNA, ido cediendo terreno en una migracién desde el rechazo tajante al establecimiento del juicio por jurados en s{ mismo hacia su aceptacién, pero con rechazo a dejar en manos exclusivas de ciudadanos legos la deliberacién y decisi6n sobre la culpabilidad del acusado; es decir, ya no es tan comin encontrar oposiciones abiertas a los jurados sino que las discusiones del momento sue- len girar, principalmente, en torno al sistema que deberia im- plementarse: jurado clasico de tipo anglosajén —deliberacién y decisién en manos de jurados populares— 0 jurado escabinado —infiltracién de jueces profesionales en esas tareas—. Sin embargo, cabe advertir, los fundamentos que —en gene- ral— se proponen como justificacién de la superioridad de los modelos escabinados suelen asemejarse a muchos a los tradicio- nalmente esgrimidos por las posturas que rechazan a cualquier tipo de jurado, lo que resulta légico ya que en buena medida se apoyan en idénticos prejuicios y, basicamente, en una gran des- confianza en la ciudadania\?), Cuando comparemos las opciones de jurado disponibles re- tomaremos esa especie de migracién en el eje de resistencia al jurado de la Constitucién. Por ahora parecerfa, pues, que no po- demos pasar por alto el andlisis de los argumentos tendientes justificar el incumplimiento de la Constitucién y a imponer la idea de la inconveniencia del jurado, siendo razonable vaticinar se utiliza el término antijuradista —v. gr, “argumento antijuradista’, “postura antijuradista’ o “antijuradista” a secas— para referir no s6lo ala oposicién al juicio por jurados en si mismo sino también a la oposicin al jurado de tipo Clasico o anglosajén, que es el modelo de enjui snto que tuvieron en mi ras los constituyentes e inspiré a los actuales arts, 24, 75 inc. 12y 118 CN, Por Jo demas, recuérdese que muchos de los argumentos utilizados en un inten- to de justificacién de la superioridad del modelo escabinado son idénticos a los tradicionalmente esgrimidos por las posturas opositoras al jurado. ‘embargo, es preciso asentar una aclaracién: el jurado escabinado constituye —yha constituido histéricamente en la Argentina de la mano de la experien- cia cordobesa— un avance fenomenal frente a sistemas de justicia exclusiva mente técnicos. (43) PENNA, Juicio por jurados en Argentina... cit, p. 236, También, PENNA, “Prejuciosyfalsos conocimlentos. Historia de los Cuestionamientas al uicio por jurados en Argentina’, en AAWV, Juicio por jurados en la Ciudad Auténoma de Buenos Aires, jusbaites, Buenos Aires, 2014, ps. 87 288, 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 235 —como se adelantara— que en el marco del tratamiento de la ley nacional de juicio por jurados resurgiran muchos de ellos. 19.2.2.1. Argumentos que intentan justificar elincumplimiento del mandato constitucional Para justificar el desconocimiento de la ley fundamental, se ha repetido hasta el hartazgo que “se ha producido una pérdida de vigencia de la regla constitucional [desuetudo]" o que las clau- sulas constitucionales son programaticas y “los constituyentes dejaron a criterio del Poder Legislativo decidir el momento en que habrian de implementar el juicio por jurados” e, incluso, si habrfan de hacerlo), Resulta pertinente analizar brevemente a esas tres excusas que —por inaceptables— ya no suelen ofrse; su repaso, sin em- bargo, resulta util tanto para arrojarluz sobre la calidad de los ar- gumentos hist6ricamente empleados para justificar lo injustifi- cable como a modo de prevencién de su eventual resurgimiento. 19.2.2.1.1. Desuetudo del mandato constitucional {Puede una cléusula constitucional caer en desuso? En tal caso, considerando la lamentable historia de reiterados golpes de Estado en Argentina y prolongados gobiernos de facto, con supresién de elecciones democraticas y de la actividad parla- mentaria gpodrfa decirse que durante el siglo XX habjan caido en desuso las cléusulas constitucionales relacionadas al funcio- namiento de la democracia argentina?“ Por lo dems, la continua presentacién de proyectos de ley durante perfodos democraticos para la instauracién del mode- lo de enjuiciamiento contemplado por la Constitucién Nacio- nal, asi como la supervivencia del instituto a todas las reformas constitucionales*, impiden hablar de desuetudo, (44) Goransky, cit, ps. 114 a 121, efectia un interesante resumen y and lisis de estos argumentos tendientes a justificar el apartamiento de la manda, constitucional. (45) Penna, "Prejuicios y falsos conocimientos..: cit, p. 85. (46) A excepcién, tinicamente, de la de 1949, 236 CRISTIAN PENNA, 19.2.2.1.2, Facultad legislativa para efectuar un andlisis de oportunidad sobre la implementacién de la ley de jurados Considerando el término luego del art, 118 de la Constitu- cidn de la Nacién gpuede ser considerada razonable una demo- ra que supera los 160 afos para dar operatividad a una clausula constitucional programatica?“"? “El hecho de que la Constitu- cién Nacional supedite la vigencia del juicio por jurados a que el Congreso dicte la ley que lo consagre, no puede, de ningiin modo, significar que este poder puede, en los hechos, suprimir Ia institucién’ Esa posibilidad de aplazamiento que —seguramente— re- sultara atendible en 1853, en una Argentina afectada por guerras civiles, carece de todo asidero en la actualidad. 19.2.2.1.3. Facultad legislativa para decidir sobre la conveniencia de la implementacién del juicio por jurados Finalmente gpuede el legislador ordinario decidir no dictar la regulacién necesaria para tornar operativa a una clara y reite- rada manda constitucional programatica tornando ilusoria ala garantia del art. 24 de la Constitucién?; no resulta aceptable una respuesta afirmativa, “el principio de supremacia constitucional se vulnera... también cuando no se hace lo que [la Constitucién] ordena hacer ya que no hay una divisién entre cldusulas progra- maticas vinculantes y no vinculantes sino que las cléusulas de este tipo son tan vinculantes como las normas operativas y exi- gen que se dicte la reglamentacién que las ponga en actividad, y si esto no se hace se viola la Constitucién por omisién...” 19.2.2.2. Cuestionamientos habituales al jurado para instaurar la idea de su inconveniencia Ya Mittermaier advertia que los adversarios del Jurado ha- bfan encontrado pocos medios para atacarle con seriedad y, tras (47) Penwa, "Prejuicios y falsos conocimientos.. cit, p. 86. (48) GoraNsky,cit,, p. 120 (49) Ibid, p. 117, 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 237 efectuar una enumeracién de las objeciones al sistema que eran habituales en la Europa continental de su época, conclufa de- moledoramente: “He aqui las objeciones en toda su fuerza. No creemos que sean capaces de arrastrar la opinién del observa- dor atento y sagaz, porque conducen en definitiva al error; y lo que tienen de especiosos debe sélo excitarnos a examinar con més detencién si los vicios de que se acusa al Jurado son inhe- rentes a su naturaleza o resultado de su organizacién defectuosa en ciertos paises; si esta institucién lleva en si misma garantias importantes que no podrfan encontrarse en las jurisdicciones regulares, y si no es més propia que cualquiera otra para con- ciliar la publica confianza con la equidad de las sentencias. No; no puede negarse por un solo momento la ventaja de semejantes garantfas”®), Muchas de las objeciones relevadas por Mittermaier para arribar a semejante conclusién eran, por cierto, muy parecidas a as que pueden escucharse hoy en la Argentina, Como fuera adelantado, pareceria que en nuestro ambito el monopolio letrado en uno de los poderes del Estado ha logrado subsistir a través de los aftos en el marco de una fuerte inercia inquisitiva y en base a la explotacién de prejuicios y a la instala- cidn de falsos conocimientos, plasmados en un catilogo de re- paros a la institucién del juicio por jurados. Pues bien, la inercia inquisitiva atin no ha sido completa- mente borrada de nuestra cultura juridica —sobrevive en las mentes de muchos operadores y académicos—, por lo que es oportuno abordar el andlisis de algunos de esos reparos, al me- nos de aquellos que con mayor frecuencia suelen escucharse en la actualidad y que, de seguro, teiran el debate en torno de la ley nacional de jurados a la que el nuevo Cédigo Procesal Penal de la Nacién Argentina remite. (50) Mirrenotaier,cit., ps. 100 a 102, Se recomienda leer atentamente las conclusiones que el clisico autor aleman extrae del exhaustivo estudio del jurado anglosajon, ps. 1004 LIL (51) PENNA, *Prejuicios y falsos conoeimientos... cit., p. 96 238. CRISTIAN PENNA, 19.2.2.2.1. Inmotivacién y recurso. Cuestionamiento: “un modelo cldsico de juicio por jurados impide la satisfacci6n del derecho al recurso” Como es sabido, en un jurado de tipo clasico 0 anglosajén, luego de una deliberacién secreta, sus miembros deciden sobre a “culpabilidad” o “no culpabilidad” de una persona frente a de- terminada acusacién sin expresar piblicamente los motivos de su decisién™) Ante ello —suele sostenerse— ese sistema de enjuiciamiento seria contrario a la Constitucién Nacional, puesto que la ausen- cia de expresin de motivos impediria la adecuada satisfaccién del derecho al recurso consagrado por el bloque de constitu cionalidad —puntualmente en los arts. 8.2.h de la Convencién Americana sobre Derechos Humanos (CADH) y 14.5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Politicos (PIDCyP)— que, conforme ha interpretado adecuadamente la Corte Interame- ricana de Derechos Humanos (Corte IDH) en el célebre caso “Herrera Ulloa”, exige una revision amplia de la sentencia condenatoria™), No son correctas, sin embargo, esas sombrias conclusiones. La revisién amplia exigida por el bloque de constitucionalidad es perfectamente plausible ante un juicio por jurados de tipo clasico, siendo oportuno aclarar —antes de continuar— que la amplitud requerida para la satisfaccién del derecho al “doble (52) Amayorabundamiento sobre el tema de la inmotivacién del veredic- to del jurado clasico y la amplitud recursiva de esos sistemas, ver: HARTUCTI Inmotivacién... cil, pS. LIBY ss. (53) Corte IDH, 2/7/2004, “Herrera Ulloa c. Costa Rica’ (54) Como no puede exigirse a ciudadanos legos que expresen en forma escrita sus decisiones —ya que carecen de entrenamiento para argumen- tar—, y en un intento de compatibilizacién de dos mandas constitucionales juicio por jurados y derecho al recurso— se propone, entonces, al modelo escabinado de juicio por jurados, cuya integracién mixta —aditamento de jueces profesionales al jurado popular— permitiria una fundamentacién es- rita del veredicto. Por los mismo motivos, en ocasiones suele proponerse la instauracién de un modelo de jurado de tipo cldsico, pero con exigencia de expresién de motivos —es decir, ya no se trataria de un jurado clésico—. Lue- go ahondaremos en el tema. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 239 conforme" no implica, en s{ misma, la obligatoriedad de realiza- cidn de un “nuevo juicio’, sino antes bien el derecho a demostrar a través de una via recursiva amplia la necesidad de su realiza- cién cuando la sentencia condenatoria no pueda ser confirmada como intachable‘®), En Ifneas generales, quienes afirman que en los modelos de enjuiciamiento por jurado clasico se limitan las posibilida- des de satisfaccién del derecho al “doble conforme” demues- tran una subestimacién de los procedimientos recursivos de esos sistemas, que permiten una revisin estricta entre otras posibilidades— de: — el cumplimiento de las reglas procesales: conformacién del jurado, admisibilidad e incorporacién de prueba, comportamiento de los operadores del sistema, etcéte- ra —en este punto practicamente no existen diferencias con las practicas recursivas en los sistemas argentinos tradicionales. — el significado que se da a las reglas del derecho sustan- tivo a través del control de las instrucciones que el juez profesional debe impartir al jurado, en cuya elaboracién (55) Corte IDH, 23/11/2012, “Mohamed c. Argentina’, parrafo 101: “.. el ‘Tribunal considera que, en la regulacién que los Estados desarrollen en sus, respectivos regimenes recursivos, deben asegurar que dicho recurso contra lasentencia condenatoria respete las garantias procesales minimas que, bajo el art. 8° de la Convencién, resulten relevantes y necesarias para resolver los, agravios planteados por el recurrente, lo cual no implica que deba real ‘un nuevo juicio oral” MATER, Derecho Procesal Penal, t.1,cit., ps. 716¥ jnala que “el derecho a impugnar la condena representa, para el condenado, fundamentalmente, el derecho a intentar que se le conceda un nuevo juicio, si demuestra irregularidades en el primero tocantes a aquello que se com- prende como un ‘juicio justo’ (fair trial), que desemboque en una correcta aplicacién de laley penal..” y que “el ‘derecho al recurso’ del condenado, que prevén las convenciones internacionales, significa, basicamente, el ‘derecho a lograr un nuevo juicio; cuando mediante el recurso se comprueba que la condena, por fallas juridicas en el procedimiento, enlapercepcién directa de os elementos de prueba por parte del tribunal que la dict6 o, incluso, por fa~ las en la solucién juridica del caso, no puede ser confirmada como intachi ble (regla de la doble conforme), y, por ende, no se sostiene frente al recurso”, También, HARFUCHT, ANDRES, El juicio por jurados en la provincia de Buenos Aires... Ad Hoc, Buenos Aires, 2013, ps. 347 4349. 240. CRISTIAN PENNA, intervienen las partes del litigio'® —en este punto tam- poco existen demasiadas diferencias con los recursos en los sistemas argentinos tradicionales, y practicamente solo cambia la base en la que se apoyan: en lugar de la sentencia, el control reposard sobre el registro del debate de las instrucciones y las instrucciones escritas—; — e, incluso —eventualmente— del contenido de la infor- macién de los medios de prueba ingresados durante el juicio: revisién amplia de cuestiones de “hecho y prueba” a través de transcripciones taquigraticas fieles y/o graba- ciones en audio 0 video. Al mismo tiempo, incurren en una sobreestimacién de la utilidad de los fundamentos escritos para lograr una revisién amplia, Debe advertirse que la Corte Suprema de Justicia de la Nacién en el fallo “Casal” —mayor leading case sobre amplitud recursiva en la Argentina— ha reconocido que esos fundamen- tos suelen resultar insuficientes para la satisfaccidn del derecho al recurso a la luz de la amplitud exigida constitucionalmente; ciertamente, en ese fallo se reconoce expresamente la necesidad de superar la mera revisién de esos fundamentos: “...buena par- te de la prueba se halla en la propia causa registrada por escrito, sea documental o pericial. La principal cuestién, generalmente, (56) HENDLER, EDMUNDO S, El juicio por jurados. Significados, genealo- gias, inedgnitas, Del Puerto, Buenos Aires, 2006, p. 86, destaca que “puede hallarse una clara semejanza entre las instrucciones sobre la ley aplicable im- partidas a un jurado y las fundamentaciones legales que ilustran los fallos dictados por jueces profesionales” lo que “puede ser comprobado con una sencilla verificacién”: “basta con anteponer a un memorando de instruccio- nes una de las formulas rituales de uso en nuestros tribunales como la con- sabida ‘Vistos y considerando’ y luego, antes de consignar el veredicto de los, jurados, el invariable ‘Por lo tanto se resuelve; para lograr un parecido muy convincente” A su vez, despejando “algunos malentendidos surgidos en el devenir histérico de los distintos sistemas procesales europeos que llevaron ‘a oscurecer bastante la cuestién” el autor aclara: “en definitiva, que los jura- dos no tengan que dar razones de su conviccién no significa que sus vere dictos sean puramente discrecionales o arbitrarios. La correlacién entre las, indicaciones impartidas y el veredicto se muestra como la de una premisa y su conclusién y tiene el claro sentido de expresar los fundamentos de esta til- tima’ (p. 103) 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 2a queda limitada a los testigos. De cualquier manera es controla- ble por actas lo que éstos deponen” ©. Sucede que, en materia de revisién de cuestiones “de hecho y prueba” la amplitud recursiva exigida para la satisfaccién del derecho al recurso exige al érgano revisor no detenerse en la evaluacién de fundamentos, hacerlos a un lado, para descender —siempre que sea necesario— al andlisis de los soportes perti- nentes: instrucciones escritas, registros de produccién de prue- ba, etcétera. En otras palabras: cuando se encuentran en juego cuestiones facticas y/o probatorias, no es suficiente la revision de lo que el juez “dijo que se probé” sino que la actividad revi- sora debe abarcar la produccidn de prueba misma a través de los registros existentes, disponiéndose cuando corresponda el reenvio respectivo —derecho a demostrar la necesidad de reali- zaci6n de un nuevo juicio a través de una via recursiva amplia— Tal es, pues, la amplitud recursiva bien entendida. Por lo demas, parece un tanto ingenuo confiar en que las ex- presiones de motivos —cuya precariedad, en general, resulta empiricamente evidente aunque ello no es muy relevante para este andllisis— necesariamente plasmardn fielmente y con exac- titud un metédico y racional proceso de reflexién —desprovisto de todo subjetivismo arbitrario— efectuado por el juez profesio- nal para arribar a la certeza pronunciada en la sentencia. En la construccién de la conviccién suelen tener influencia multiples factores, muchos de ellos subconscientes, y aun podemos supo- ner que, por ejemplo, si el juez —entrenado para argumentar dada su formacién de abogado— arriba a su estado de convic- (57) CSIN, 20/9/2005, “Casal, Matias Eugenio y otro s/ robo simple en gra- do de tentativa’, causa N° 1681, (consid. 25). Luego concluye que “lo tinico no revisable es lo que surja directa y tinicamente de la inmediacién” y exhorta a realizar un “maximo esfuerzo de revisién... conforme a las posibilidades y constancias de cada caso particulary sin magnificar las cuestiones reserva- das a la inmediacién” que se reconocen “inevitables por imperio de la ora- lidad conforme a la naturaleza de los casos" (consid. 34). Finalmente, es ne- cesario advertir que ante la actual faci ideo no se justifica la remi fiel, mds ilustrativo, més préctico, mas eficiente y menos costoso que la cons- tancia actuarial—, y mucho menos a constancias del expediente escrito —fa- tal para la oralidad— 242 CRISTIAN PENNA, cidn en base a prejuicios o sopesando cualquier dato de ilegiti- ma valoracién, esa circunstancia no formard parte de sus funda- mentos —serd habilmente ocultada— pese a haber sido decisiva para la toma de decisién; asi, un recurso que se apoye exclusiva- mente en los fundamentos manifestados por escrito solo permi- tird una especie de ficcién de revisién y su éxito dependera mas de la capacidad de argumentacién del juez que de la calidad de la decision. Es dable destacar que la evidencia empirica comparada con- firma el apego del veredicto inmotivado del jurado al derecho en estudio. Veamos: algunos de los paises que han adherido a la Convencién Americana sobre Derechos Humanos cuentan con sistemas de enjuiciamiento con jurado clisico inmotivado —v.gr: Jamaica, Panama y Nicaragua“ )— y ello jamas ha cons- tituido obstaculo a las posibilidades recursivas de los enjuicia- dos, ni ha merecido observacién alguna de parte de la Corte Interamericana —organismo cuyo objetivo es, precisamente, la aplicacién e interpretaci6n de la referida Convencién—, Tam- poco se han registrado obstaculos a la satisfaccién del derecho al “doble conforme” en paises como Canada, Estados Unidos, Puerto Rico y Belice —entre otros—, todos signatarios del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Politicos y cuyos juicios son decididos por jurados populares que no motivan sus veredic- tos. Finalmente, debe observarse que poseen juicio por jurados (58) SANDRO, cit, sefiala que “es un lugar comtin reconocer que los jueces primero deciden y, luego, se esfuerzan en crear la argumentacién racional, que expone la sentencia frente a terceros, con el margen imaginable de ar- bitrariedad —incluso subconsciente— que el procedimiento implica” con- cluyendo que “a esta altura pareceré claro que la fundamentacién formal de las sentencias no significa ninguna ventaja procesal auténtica, ni asegura un mejor servicio de justicia, 0 favorece, siquiera, el ejercicio de la defensa en no que “representa, en buen romance, un auténtico mito o supersti- Gidn forense que serfa bueno, actualmente, revisar’, (59) Nicaragua y Panama han aceptado, incluso, la competenc te Interamericana. dela Cor- (60) Incluso, han integrado la Corte Interamericana jueces provenientes de paises —miembros de la 0.E.A.— con jurados de tipo clisico —v. gr:jueza Margarette May Macaulay (Jamaica), juez Oliver Jackman (Barbados), juez Alejandro Montiel Argiiello (Nicaragua), juez Thomas Buergenthal (Estados Unidos), entre otros—. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 243 de tipo clasico muchos pafses europeos signatarios de la Con- vencién Europea para la Proteccién de los Derechos Humanos (CEDH) —vgr: Reino Unido e Irlanda—, que también consagra el derecho al recurso (art. 2.1), y sus sistemas jamds han eviden- ciado un menosprecio de las posibilidades recursivas de los con- denados; por el contrario, puntualmente, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Tribunal EDH) ha ratificado en los fa- los “Taxquet c. Bélgica” (2010) y “Judge c. Reino Unido” (2011), el absoluto apego a la Convencién —derecho al “doble conforme” incluido— del veredicto inmotivado de un jurado popular. Precisamente, deberia alentar ala reflexién el que mucho an- tes de los pronunciamientos de la Corte Interamericana en el ya citado caso “Herrera Ulloa” y de la Corte Suprema nacional en el también citado fallo “Casal’, las cortes de apelaciones de los. paises anglosajones ya revisaban —con notoria amplitud— las condenas por veredictos de culpabilidad del jurado, evaluando no s6lo el estricto cumplimiento de las reglas de procedimiento yel respeto de los derechos del acusado, sino también si, en cada caso concreto, las pruebas presentadas durante el juicio habfan resultado suficientes para la superacién de los estindares de conviccién necesarios —v. gr., “duda razonable’—), (61) Un breve comentario sobre este aspecto del fallo “Taxquet c. Bélgica” del Tribunal Europeo de Derechos Humanos puede leerse en: Hanruct, In- motivacion.. cil, ps. 118 119. Lo mismo, pero sobre el fallo “Tudge ¢, Rei no Unido’ en HARFUCIL, “El juicio por jurados... ci, ps. 66 y 67. En ambos casos el Tribunal EDH sostuvo que el veredicto inmotivado de un jurado no afectaba derecho alguno; la diferencia entre uno y otro caso radica en que en “Taxquet” finalmente se condend al Estado de Bélgica porque en el caso concreto no se habfa llevado a cabo adecuadamente el proceso que at raen condena, mientras que en “Judge” se entendié que habfa sucedido lo contrario. (62) Ver: Hanrucit, “Inmotivacién... cit, ps. 127 y ss,, donde se advierte que “los sistemas anglosajones han sido siempre mucho mas respetuosos del recurso como garantia constitucional que los de Europa continental y Lati- noamérica” ya que “de hecho, el recurso como una garantia individual de las personas sélo fue considerado de ese modo en la Argentina al suscribir os Pactos Internacionales en 1994” y “antes de ello, la Corte Suprema de Jus- ticia de la Nacién le neg6 sistemdticamente al recurso el estatus de garantia constitucional” mientras que “la nocién del doble conforme, en cambio, ya estaba asentada en el mundo del common law desde hacta por lo menos un siglo’ Cabe sefialar —aunque s6lo superficialmente— que en el mundo juri- 24 CRISTIAN PENNA, Resulta sumamente grifico transcribir un fragmento de un fallo rescatado, traducido y analizado por Harfuch, pronun- ciado en 1987 por la Corte Suprema de Justicia canadiense —es decir, casi veinte anos antes del dictado del fallo argentino “Ca- sal’—, donde se aprecia la amplitud con que los sistemas de jus- ticia del common law —con jurados de tipo clésico— encaran a la tarea revisora: “La funcién de una Corte de Apelaciones... va més all de meramente establecer que hay pruebas como para fundar una condena. El tribunal debe determinar, sobre la to- talidad de las pruebas, ‘si el veredicto es aquel que un jurado, debidamente instruido y actuando conforme a derecho, podria razonablemente haber rendido’. Mientras que la corte de apela- ciones no debe limitarse a sustituir su juicio por el del jurado, a fin de aplicar dicho test el tribunal debe reexaminar y hasta cier- to punto volver a sopesar y considerar el efecto de la evidencia. Este procedimiento es el mismo, sea que el caso esté basado en pruebas circunstanciales o en pruebas directas” ®", dico anglosajén las cuestiones atinentes a la determinacién de los hechos y a lavaloracién de cantidad y calidad de prueba siempre han sido consideradas, “cuestiones de derecho’ (68) Ibid., ps. 185 y 136, Corte Suprema de Justicia de Canad, fallo "Re. Yebes' 1987, 2SCR 168. El autor comienza el andlisis de este pronunciamiento instando a efectuar una elocuente comparacién: “reparese en el afto en que la Corte Suprema de Justicia canadiense dict6 este fallo [1987] y compéreselo con las fechas de los fallos ‘Herrera Ulloa’ [2004] y ‘Casal’ [2005)" (64) La férmula que insta al tribunal revisor a determinar si el veredicto es ‘aquel que un jurado, debidamente instruido y actuando conforme a derecho, podria razonablemente haber rendido, expresada en este fallo, ha adoptado su nombre y pasado a ser conocida como “Test de Yebes’ Este “test” ha sido utilizado reiteradamente en lo sucesivo, por ejemplo, en el fallo “R. vs. Bi- niaris; 2000, S también rescatado y traducido por Harfueh (ps. ss.)— donde la Corte Suprema de Justicia de Canads lo dota de mayor preci- sién, aclarando que “requiere que la Corte de Apelaciones determine a qué veredicto deberia haber arribado un jurado razonable, debidamente instrui doy actuando conforme a derecho y, al hacerlo, debe reexaminar, analizar y, con los limites Idgicos de las desventajas que implica la instancia de apela- ibn, sopesar la evidencia” y que ante el veredicto inmotivado de un jurado 1 tribunal revisor “tiene que echar mano y articular inferencias extraidas de una revisién integral de la evidencia para sustentar su conclusién de que el, jurado, al arribar a su veredicto de culpabilidad, pudo no haber estado ac- tuando conforme a derecho’ 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 245 En ese marco, del andlisis pormenorizado de pronun- ciamientos de las cortes de apelaciones y Cortes Supremas de Justicia de paises del common law en maieria de revisién de los hechos por arbitrariedad del veredicto, el autor! enfatiza que “es perfectamente posible congeniar el veredicto inmotivado del jurado con un recurso amplio que abarque hechos y derecho", concluyendo que: “...ni atin con el pretendido maximo rendi- miento de la doctrina ‘Herrera Ulloa’ y ‘Casal’, ni con sistemas de jueces profesionales que motivan pueden los tribunales de recurso latinoamericanos siquiera igualar la amplitud de revi- sién de los hechos y el derecho que exhiben desde hace largo tiempo las Cortes Supremas y/o de Apelaciones del common law y que la motivacién es absolutamente innecesaria para recurrir con éxito y amplitud’, De tal modo, las posturas que afirman que el veredicto in- motivado de un jurado clasico impediria el cuestionamiento de los hechos y las pruebas en la via recursiva deberian ser, cuanto menos, revisadas. Por el contrario, debe comprenderse que, ademas de las am- plias posibilidades de revisién minuciosa del cumplimiento de las reglas procesales ® y del significado que se daa las reglas del derecho sustantivo', el sistema de juicio por jurados trae apa- rejado un nuevo paradigma de sustanciacién del litigio en ma- teria recursiva, que se apoya en el registro pormenorizado del debate! —taquigrafia, audio y/o video— y aun eventualmente (65) Hanruct, “Inmotivacién... cit, ps. 134y ss, Resulta sumamente gra- fica la transcripcién de las partes pertinentes de otros fallos de paises del common law (ya se ha hablado de uno de ellos: “R. c. Yebes"). (66) Control del procedimiento en lo atinente a la conformacién del jura- do, a la admisibilidad e incorporacién de prueba, etcétera. (67) A través del control de las instrucciones que el juez profesional debe impartir al jurado. (68) SILVESTRONI, MARIANO, Teorfa constitucional del delito, 2° edicién, Del Puerto, Buenos Aites, 2007, ps. H17 y 148, reflexiona que a los efectos de la satisfaccién del derecho al recurso, ante sentencias por veredictos de cul- pabilidad de jurados en un modelo clasico, resulta suficiente —sin lugar a dudas— el registro de las audiencias de debate, lo que permitirfa al tribunal revisor evaluar la racionalidad del veredicto a la luz de la produccién pro- batoria. En ese sentido destaca que “..debe existir un recurso que permita el control posterior de las reglas minimas de valoracién de la prueba” y que 246. CRISTIAN PENNA, en la produccién de prueba frente al tribunal del recurso —con el objetivo de infundir dudas sobre la correccién del veredicto atacado de arbitrario—, torndndolo perfectamente compatible con el derecho al “doble conforme” consagrado en los arts. 8.2.h CADH y 14.5 PIDCyP conforme a las pautas dispuestas por la Corte IDH en el caso “Herrera Ulloa’ y por la Corte Suprema fe- deral en el fallo “Casal” ®, 19.2.2.2.2. Cuestionamientos que se apoyan en la hist6rica omisin en la implementacién del sistema Analicemos, pues, aquellos argumentos que se apoyan en el prolongado incumplimiento de la Constitucién —y sus conse- ‘cuencias— como una forma de auto justificacién de ese mismo incumplimiento. a. Cuestionamiento: “la institucién es ajena a nuestra tradi- cién juridica” Suele sostenerse que el juicio por jurados es una institucién ajena a nuestra tradicién juridica™, Esaafirmacién, sin embargo, resultalisayllanamenteinacep- table, considerando que el juicio por jurados ha sido establecido en la Constitucién Nacional desde su sancién en 1853 y dada su permanente presencia en los antecedentes constitucionales. “esto exige registrar circunstancias relevantes del debate para habilitar un planteo constitucional de la defensa’ ya que “si bien es cierto que los registros no pueden suplirla vivencia de la produccién de la prueba, no puede negarse que pueden constituir un elemento decisivo para habilitar una impugnacién basada en el incumplimiento de las reglas minimas de valoracién probato- ria”; finalmente concluye: “més alld de los prejuicios que registracién, no me cabe duda que ella permit garantia constitucional, mientras que su ausencia lo impe pareceria referir exclusivamente a constancias escritas —taquigraficas—, sin embargo no debe descartarse la utilidad de los registros en audio y/o video. (69) En el andlisis de satisfaccién del derecho al “doble conforme” debe agregarse que en los sistemas de jurado clasico el veredicto de “no culpabi- lidad” del jurado es irrecurrible y es solo el imputado quien puede recurrir ante un veredicto de “culpabilidad’ lo que logra mayor compatibilidad con el, cardcter de garantfa individual de ese derecho. (70) Bovino suele preguntarse con gréfica ironfa si, acaso, la Inquisicién es "bien gaucha” 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 27 Basta con remitirnos a la resefia histérica efectuada Iineas atras para echar ineludiblemente a este cuestionamiento por tierra. El hecho de que las normas procesales posteriores a la san- cidn de la Constitucién Nacional no hayan implementado el jui- cio por jurados no puede autorizar validamente la atribucién de un cardcter de ajenidad al sistema; por el contrario, ese hecho s6lo deja en evidencia un ilegitimo apartamiento de esas nor- mas respecto de mandas constitucionales de superior jerarquia. Resulta curioso —y merece aqui mencién— que mientras Manuel Obarrio en la Exposicién de Motivos de su inquisiti- vo proyecto de Cédigo de Procedimientos en Materia Penal (1882)) se ocupé de intentar justificar expresamente la falta de regulacién del sistema de enjuiciamiento penal ordenado por la Constitucién, Ricardo Levene (h.) ha ignorado por completo la manda constitucional al presentar el Cédigo Procesal Penal de la Nacién hoy saliente, sin dar explicacin alguna sobre esa omisién. Finalmente, el rechazo a cualquier insinuacién de ajenidad encuentra refuerzo en los permanentes intentos de implemen- tacién de jurados populares ya seialados. En resumen, el juicio por jurados dista de ser “ajeno” a nues- ta tradicién juridica, por el contrario, es el sistema de enjui- (71) Puntualmente, ver punto 19.2.1 del presente trabajo. (72) Puede leerse la exposicién de motivos en: Cédigo de Procedimientos en Materia Penal para la justicia federal y los tribunales ordinarios de la Ca~ pital y erritorios nacionales, 7» ed,, Abeledo Pertot, ps, 9y 58. tras reconocer expresamente que el sistema de enjuiciamiento ordenado por la Constitu- cién Nacional era el juicio por jurados, Obarrio intenta justificar la omisién desu regulacién en que la misma Constitucién ha dejado al criterio de los le~ gisladores la determinacién de la época en que deba ser establecido —en refe- rencia, sin dudas, al art. 102, actual art. 118—; sin embargo, debe tenerse en cuenta que esa justificacién, ya cuestionable en 1882, carece de toda validez, en el afio 2015. Por lo demas, a diferencia del redactor del texto actualmente vigente, Obarrio intent6 explicar —aun desatinadamente— las circunstan- cias de coyuntura social y politica que a su criterio tornaban momenténea- ‘mente inconveniente —en 1882— tal instauracién; esas explicaciones, cabe agregar, han sido sdlidamente criticadas por Mattn, Derecho Procesal Penal, tL, cit, p. 777 ¥ porCAVALLERO, Participacidn.. cit 248. CRISTIAN PENNA, ciamiento contemplado por la Constitucién de la Nacién Ar- gentina y son ajenas al disefio constitucional las normas de procedimiento que han omitido suimplementacién. No debe pa- sarse por alto que “...el Congreso de la Nacién no podia, ni pudo, ni puede hacer caso omiso de un mandato constitucional”*. b. Cuestionamiento: “los ciudadanos argentinos no estamos acostumbrados al juicio por jurados” El juicio por jurados seria inviable en la Argentina —se ale- ga— porque los argentinos no estamos acostumbrados a esa institucién. Puede advertirse sin dificultad que esta falta de costumbre se debe al incumplimiento senalado en el punto anterior —que es una de sus causas—. Esto es, la circunstancia de que no estemos acostumbrados al juicio por jurados es en rigor de verdad un he- cho, pero no un argument, y es evidente que s6lo implementan- dolo los ciudadanos argentinos podremos acostumbrarnos™, Sin embargo, esta caracterfstica no es exclusiva del juicio por jurados. Una Argentina incipiente también tuvo que acos- tumbrarse al funcionamiento de otras instituciones democrati- cas, como el sufragio popular universal; al respecto, bien senala Hendler que “En la primera década del siglo XX la eleccién de- mocratica de presidente y legisladores era una aspiracién pro- gramatica incumplida de la Constitucién de 1853 que recién logré concrecién cuando la ley Séenz Pena instauré el sufragio universal en 1912. La inexperiencia de los ciudadanos que tuvie- ron que conformar entonces, por primera vez, las autoridades de los comicios, debe haber sido motivo de mas de un tropiezo. Otro tanto es de suponer que podra ocurrir cuando, en el siglo XI, se concrete otra aspiracién programatica incumplida de la Consti- tucién de 1853: la del juicio por jurados” ), Seguidamente, el autor agrega una reflexién que aporta ma- yor optimismo sobre el punto: “..un factor circunstancial que (73) Mater, Derecho Procesal Penal, t.1, cit. p (74) BoviNo, ALBERTO, “Zaffaroni y el jurado: una relacién poco feli portal No Hay Derecho, 11/12/2012, en: http://nohuboderecho. blogspot.com. ‘ar/2012/12/zaffaroni-y-el-jurado-una-relacion-poco.html. (75) HENDLER, cit, p. 85. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 249 no pudieron prever los constituyentes podrfa ayudar de todos modos, en este tiltimo caso, a superar la inexperiencia ciuda- dana: el cine y los medios masivos ilustran constantemente so- bre juicios con jurados que tienen lugar en distintas partes del mundo, en especial en los Estados Unidos. En verdad, para la poblacién argentina, las practicas del juicio por jurados son un acontecimiento cotidiano que se ha vuelto familiar a través de la pantalla del televisor mientras que los vericuetos de funcio- namiento del sistema actualmente vigente de enjuiciamiento criminal, constituyen un arcano indescifrable” No debe subestimarse a la sociedad argentina. No existen, ciertamente, razones para pensar que una sociedad que ha lo- grado aprender a elegir a sus representantes en elecciones de- mocraticas —pese a que alguna vez no estuvo acostumbrada a ello— tendria problemas para adaptarse rapidamente al sistema de enjuiciamiento consagrado por la Constitucién Nacional, Por el contrario, siguiendo las ideas liberales de los Cons- tituyentes, puede asegurarse que el juicio por jurados es, en si mismo, una herramienta de progreso democratico y una escue- la de civismo para el pueblo. 0, dicho con mayor contundencia y claridad: “..el jurado, que es el medio més enérgico de hacer reinar al pueblo, es también el medio mas eficaz de ensenarlo a reinar”(), 19.2,2.2.3, Cuestionamientos basados en la calidad y/o condicién personal de los jurados Se recopilan en este punto aquellos cuestionamientos que se apoyan en una despectiva desconfianza respecto de las con- diciones personales de los ciudadanos —caracterizados por un ) Dr Tocquevitie, ALEXIS, La democracia en América, FCE, México, previamente (ps. 273 y 274) observaba que “cuando Los ingleses adoptaron la institucién del jurado, formaban un pueblo semibarbaro; llega- ron a ser, después, una de las naciones mas ilustradas del globo, y su adhe- 6n al jurado parecté acrecentarse con sus luces” y entatizaba (p. 276) que rve increfblemente para formar el juicio y para aumentar las luces naturales del pueblo. Esa es, en mi opinién, su mayor ventaja. Se le debe con- siderar como una escuela gratuita y siempre abierta..” 250. CRISTIAN PENNA, marcado tinte prejuicioso o peyorativo— o en la subestimacién de sus capacidades producto de su falta de formacién profesio- nal especifiea —también con tinte prejuicioso, si se quiere, pero no en base a condiciones personales sino a aspectos cualitativos y cognoscitivos— a. Cuestionamiento: “los jurados son facilmente influenciables y permeables a los embates medidticos” Es muy frecuente escuchar manifestaciones de preocupacién ante la influencia que la informacién y opiniones suministradas por los medios masivos de comunicacién pueden ejercer sobre las decisiones de los jurados. Es legitima toda preocupacién por una eventual influencia medidtica —como cualquier otro tipo de influencia externa— en las decisiones de justicia. Los érganos judiciales deben tomar sus decisiones con total independencia e imparcialidad y resul- tarfa inaceptable que esas decisiones se inspirasen en cualquier fuente de informacién ajena a la produccién de pruebas durante la audiencia de debate. Sin embargo, esa atendible inquietud deberfa atravesar a la actuacién del sistema de justicia en general y no slo deben pre- ‘ocuparnos los efectos de la cobertura medidtica de casos judi- ciales ante jurados populares sino que, por el contrario, existen factores de peso conforme alos que puede afirmarse que la “pre- sin” comtinmente provocada por la informacién suministrada por los medios tiene potencial para calar més profundo en jue- ces profesionales. En efecto, los jueces profesionales realizan su tarea en forma permanente, y de la calidad de esa tarea depende tanto la con- servaci6n de su medio de subsistencia como las posibilidades de acceso a puestos de trabajo de mayor “jerarquia” —esto es, ma yor reputacién y/o mayor remuneracién. El gran poder que suelen ejercer los medios masivos de co- municacién sobre la opinién publica —y por lo tanto, sobre sus representantes politicos— suele provocar atendibles temores en los jueces profesionales, resultando muy dificil que logren evitar tener en mente las eventuales consecuencias personales de una decisi6n diferente a la masivamente instalada y acepta- 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 251 da —aunque tomada imparcialmente y conforme a pardmetros legales—. Para mayor claridad, es lamentablemente habitual observar que un juez independiente que en un caso concreto adopta una decisién imparcial y ajustada a derecho, pero con- traria a los reclamos piblicos generalizados, se vea envuelto en auténticos “escraches” con entidad para poner fin a sus posibi- lidades de acceder a ascensos e, incluso, para poner en riesgo la conservacién de su actual puesto de trabajo. Cada integrante de un jurado popular, por el contrario, es lamado a realizar su tarea en forma accidental. Sus fuentes de ingresos no dependen, en absoluto, de esa actividad. Realizan la tarea encomendada —atender al desarrollo de la audiencia de debate y posteriormente deliberar en secreto y libremente con los otros miembros del jurado para arribar a un veredicto— sin temor a que la decisién adoptada —y consensuada con otros once ciudadanos— pueda acarrear consecuencias negativas en sus labores habituales. Por otro lado, no debe subestimarse la capacidad de los ciu- dadanos para analizar e interpretar la informacién traida al jui- cio a través de los diferentes medios de prueba y en base a ella, eventualmente, cuestionar la calidad de la informacién sumi- nistrada por los medios masivos. Puede verse, en definitiva, que contrariamente al prejuicio que motiva al cuestionamiento tratado en este punto, los jura- dos populares se encuentran en condiciones de lograr mayor independencia respecto de la informacién suministrada por los medios masivos de comunicacién. b. Cuestionamiento: “los jurados son fécilmente corruptibles” Otro cuestionamiento que suele escucharse como reparo al juicio por jurados predica que los ciudadanos serian facilmente corruptibles. No logra comprenderse, sin embargo, por qué ese temor —legitimo, desde luego— s6lo se manifiesta frente a ciudadanos legos, considerando que los jueces también son personas y, por lo tanto, tan susceptibles de ser corrompidos como cualquier vecino. En efecto, desde el punto de vista de las posibilidades de co- rrupcién no resulta acertado efectuar distinciones entre perso- 252 CRISTIAN PENNA, nas s6lo en funcién de sus ocupaciones laborales o especializa- ciones profesionales. En cambio, existen factores que tornan al jurado popular me- nos susceptible de corrupcién en comparacién con tribunales profesionales; en ese sentido cabe preguntar gqué podrfa resul- tar mas facil: corromper a doce ciudadanos cuya identidad es absolutamente desconocida hasta a finalizacién dela audiencia de seleccién del jurado —dandose inicio a la etapa de debate— 0 a.un juez permanente cuya identidad, criterios y caracteristi- cas profesionales, personales y morales son ya conocidas de an- temano —en ocasiones aitos antes del comienzo del debate—? c. Cuestionamiento: “los ciudadanos carecen de interés y de responsabilidad suficiente para desempenar el rol de jurados” Suele argumentarse que los ciudadanos carecen de interés en participar en la administracién de justicia y de responsabili- dad para el desempeio del rol de jurado. Basta con acudir a datos empiricos para desacreditar seme- jante sentencia, efectuada —cabe aclarar— meramente “a ojo” No obstante la comodidad y celeridad del céleulo confor- me a ojfmetro, contamos afortunadamente con datos naciona- les concretos y reales que permiten arribar a conclusiones de mayor calidad. En Argentina, Cérdoba' y Neuquén ya han (78) BuTELER, Jost A., La participacién popular en los procesos penales cordobeses, en Anitua y Tedesco (comps.), La cultura penal... Del Puerto, Buenos Aites, 2009, ¥ 229, afinma que de los sucesivos procesoscardo- beses se ha verificado el indice de responsabilidad, seriedad y diligencia de los ciudadanos convocados..., que es alto y de valiosa estimacién positiva. (79) Analizando la experiencia del primer juicio por jurados neuquino en PENNA, CRISTIAN D,, “El primer juicio ante un jurado puro de la historia ju- ridica argentina contemporanea’, Revista de Derecho Procesal Penal, 2014 1, Juicio por jurados - I, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2014, ps. 422 ¥ 423, ha- biamos comprobado que: “No hubo problemas considerables en cuanto a la concurrencia de los cincuenta ciudadanos convocados a la audiencia de seleccién del jurado. Luego, aun ante un escenario considerablemente ad- verso —debido a las inclemencias naturales que motivaron que el inicio del juicio se aplazara un dia—, absolutamente todos los ciudadanos finalmente seleccionados para conformar el jurado —doce titulares y cuatro suplentes— se hicieron presentes durante las dos jornadas que el debate duré, Prestaron 19. ELJUICIO POR JURADOS Y LA REFORMA PROCESAL 253 podido comprobar empfricamente la responsabilidad de sus ciudadanos. El Centro de Estudios y Proyectos Judiciales del Tribunal Su- perior de Justicia de la Provincia Cérdoba ha difundido reciente- mente un pormenorizado estudio sobre los primeros siete anos de funcionamiento del juicio por jurados en esa provincia, Pues bien, del informe surge que entre 2005 y 2011 hubo 215 procesos penales que se resolvieron con participacién popu- lar); considerando que en el sistema cordobés se selecciona a un total de 12 jurados por juicio —8 titulares y 4 suplentes—®), puede concluirse que —hasta el tiltimo ano senalado— partici- paron de este sistema de enjuiciamiento 2580 ciudadanos. Este dato resulta de utilidad para demostrar que el juicio por jurados se nutre de una activa participacién de la ciudadania y descartar temores de fracaso por falta de predisposicién popular. A mayor abundamiento, en 2010 el Area de Investigacién del Centro de Perfeccionamiento Ricardo C. Nuinezha realizado una encuesta abarcando a 130 ciudadanos que intervinieran como jurados en diferentes juicios penales realizados en la provincia de Cérdoba*), De acuerdo a ese estudio de campo, al recibir la citacién para intervenir como jurados tinicamente el 3% de los convocados tuvo una reaccién de rechazo y s6lo el 13% habia especial atencién a lo sucedido durante el juicio y deliberaron con notoria responsabilidad, arribando a un veredicto undnime’ (80) TS} Cérdoba, Jurados Populares en la Provincia de Cérdoba - Ley 9182, Centro de Estudios y Proyectos Judiciales, disponible en: http://www: diariojudicial.com/documentos/2013-Enero/Jurados Populares.pdf. Confor- me refiere el informe a modo de introduccién: “El presente estudio analiza los datos estadisticos vinculados al Instituto de Jurados Populares en la Pro- vineia de Cérdoba desde el afio 2005 fecha de su creacién hasta el afio 2011 inclusive. Inicialmente se muestra la relacién de las sentencias dictadas con integracién de jurados populares sobre el total sentencias de Cémaras con competencia en lo Criminal, discrimindndolas por Resultado y tipo de Deli- to. Asimismo, se muestra la cantidad de debates con participacién de jurado sobre el total de debates efectuados en Juicios Comunes en las CAmaras’ (81) Cont, informe referido, p. 1, punto L (82) Ley de la provincia de Cérdoba 9182, art. 4°, (83) Cérdoba, Poder judicial, disponible en : http//wwtsjusticiacordoba.gob. ar /justiciacordoba/indexDetalle aspx?enc=9+KYI[KmIMxOF jX00DrGQ= 254 CRISTIAN PENNA, pensado en excusarse “lo que da la pauta sobre la responsabili- dad civica de los ciudadanos frente a requerimientos que hacen al funcionamiento de las instituciones republicanas” ®), Y, como se adelantara, la joven experiencia neuquina viene arrojando datos en idéntico sentido; en todos los casos, los ciu- dadanos convocados estuvieron a la altura de las circunstan- cias®®, Precisamente, el Poder Judicial neuquino ha publicado. un estudio™® segtin el que, tras encuestar a 94 ciudadanos legos que participaron de 6 jurados populares entre el 14 de enero y €1 25 de agosto de 2014, se advirtié que el 73,40% jamas pens6 en excusarse, dato que contradice cualquier idea de falta de responsabilidad. d. Cuestionamiento: “los jurados no saben derecho” Luego de sealar que “los detractores de la institucién no lle- gan a comprender cémo personas sin versacién juridica puedan dar veredicto en procesos criminales’, Cavallero advierte ir6- nicamente que: “Precursor doctrinario de esta incomprensién (84) JULIANO, MaRIo, “La postergacién del juicio por jurados como una muestra de desprecio a la opinién publica y ala participacién ciudadana’, Re- vista Derecho Penal, cit. ps. 191 y'ss. también destaca: “E1 98,5% de las ciu- dadanos jurados evalué la experiencia que les habia tocado intervenir como positiva o muy positiva, mientras que el 1,5% restante dijo que les habfa re- sultado regular o mala... Culminada la experiencia en la que intervinieron, los ciudadanos dijeron que su opinidn sobre el desempefio de la justicia pe- nal era favorable en un 98% (13% excelente, 60% muy buena y 25% buena)... ‘También fue précticamente undnime la satisfaccién expresada por haberse desempefiado como jurados, lo que lleva implicito que, ante un nuevo re- querimiento, seguramente que seria aceptado de buen grado’, (85) Habiéndose realizado quince juicios durante 2014. Ver: http:// www:juicioporjurados.org/2014/08/ministerio-publico-fiscal-del-neuquen. hamlémore. (86) Neuquén, Poder Judicial, “Informe Encuesta realizadas a los Inte- grantes de los Jurados Populares N° 01 a 06 - 2014 de la I Circunseripeién Judicial’, disponible en: http://wwuw.juicioporjurados.org/2014/08/encuesta- jurados-neuguinos.html#more. (87) Ademas se obtuvieron los siguientes resultados: al recibir la citacién €1.40,43% sintié inquietud, el 26,6% aceptacién e, incluso, el 14,89% sintié sa- tisfaccién —s6lo sintié rechazo el 9,57%—. Finalizada la experiencia, incluso, fue calificada por el 93,62% como “positiva” o “muy positiva’ (88) CAVALLERO, Participacién... ci 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 255 ha sido Raffaele Garofalo, uno de los tres grandes maestros del positivismo criminolégico italiano, para quien la ‘extravagante institucién del jurado’ no cesa de cometer injusticias ‘a causa de su ignorancia, de su incapacidad para comprender conceptos € instituciones juridicas”, Para concluir: “Aunque actualmente se intente presentar esta percepcién con ropajes nuevos, extraidos algunos de la moder- na dogmatica penal, sustantivamente el argumento sigue sien- do el mismo, sin que se le haya agregado nada nuevo. Y, por su- puesto, proviene indefectiblemente de los expertos en derecho que se resisten a compartir con ciudadanos comunes el poder que actualmente ejercen en exclusiva en el proceso penal, aun- que con esa resistencia sigan contribuyendo a la degradacién institucional’. No debe ser motivo de alarma el reiteradamente proclamado desconocimiento de cuestiones técnico-juridicas de los jurados populares. En primer lugar, en un juicio por jurados de tipo clasico todas las cuestiones relativas a la admisibilidad de prueba y control de legalidad del procedimiento —entre otras cuestiones netamente juridicas— deben ser resueltas por jueces profesionales quienes, a instancia de la defensa, pueden incluso impedir que sean so- metidos a la consideracién del jurado aquellos supuestos en los que el caso presentado por la fiscalfa no cumpla con esténdares m{nimos en materia probatoria. En segundo lugar, el jurado debe abordar el andlisis de los casos sometidos a su consideracién valiéndose de guias sumi- nistradas por el juezy elaboradas con intervencién de las partes intervinientes en el proceso: instrucciones iniciales y finales; es decir, las cuestiones que debe decidir el jurado —tanto faicticas como juridicas— deben serle explicadas de un modo claro y que resulte comprensible para cualquier ciudadano, lo que tiene, en realidad, un valor sumamente positivo. El jurado clasico es un sistema de profunda colaboracién entre juez técnico y jurados legos, con clara divisién de los campos de decisién propios de cada uno, bajo el estricto control de las partes; como ya veremos, el “veredicto” es responsabilidad exclusiva del jurado, mientras que es el juez quien decide la admisibilidad de la prueba, inter- 256. CRISTIAN PENNA, preta el derecho aplicable al definir las instrucciones que se im- parten al jurado y decide las consecuencias del veredicto. Desde otro Angulo, debe advertirse que a la luz de los princi- pios constitucionales de legalidad y culpabilidad™ el derecho penal carecerd de toda legitimidad cuando las leyes estén redac- tadas de un modo dificil de comprender para cualquier ciudada- no; en funcién de esos principios: “Si se sostiene que el derecho es algo demasiado complicado para que lo entiendan los ‘legos’, entonces habra que reformar el derecho", En efecto, “..es totalmente absurdo, entonces, admitir que el ciudadano pueda comprender la criminalidad de un acto propio (convirtiéndose en delincuente) y no esté en condiciones, empe- ro, de comprender la criminalidad de un acto ajeno, si se trata de juzgar a otro con las mismas pautas de valoracién social que a él Ie incumben"®. Por lo demas, cabe tener presente que no se requieren cono- cimientos especiales para la determinacién de la efectiva con- currencia de las circunstancias facticas que dan sustento a una acusacién concreta; en caso contrario —vaya ironfa— esa deter- minacién tampoco deberia quedar en manos de abogados sino, antes bien, de historiadores, conforme reconoce el fallo “Casal”: “el método para la reconstruccién de un hecho del pasado no puede ser otro que el que emplea la ciencia que se especializa en esa materia, o sea, la historia atento a que ...se trata de la inda- gacién acerca de un hecho del pasado y el método —camino— para ello es andlogo"™) (89) Arts. 18 y 19 CN y arts. 9° CADH y 15 PIDCyP —conf, art. 75 ine. 12 CN—. Recuérdese que una de las derivaciones del principio de legalidad sus- tantiva, conocida con la formula nullum crimen nulla poena sine lege certa, exige precisién a la ley penal, que debe estar redactada en términos claros y univocos; a su vez, el principio de culpabilidad implica que, como requisi- to para la imposicién de una sancién penal, una persona debe haber tenido oportunidad de conocer y comprender la ley sustantiva, ya que en caso con- trario no podria efectuarse sobre ella un juicio de reproche, (90) Goransky,cit., ps. 127 y 128, (91) Sanpro, cit. (92) Cont. fallo *Casal’ ya citado, consid. 30. 19. ELJUICIO POR JURADOS Y LA REFORMA PROCESAL 237 Después de todo, y tal como sefiala claramente el profesor Maier: “Hasta donde yo conozco, la formacién de un aboga- do, requisito para ser juez profesional y permanente, no inclu- ye estudios especiales acerca de la reconstruccién de la verdad, paso fundamental que ellos cumplen con el sentido comin de una persona razonable, incluso porque asi lo quiere la ley (sana critica racional), esto es, de la misma manera que un ciudadano lamado accidentalmente a administrar justicia”, Lo que venimos exponiendo resulta congruente con los da- tos recabados a partir de las experiencias cordobesa y neu- quina®), También resulta congruente con los resultados de investigaciones efectuadas en Estados Unidos —rescatadas y analizadas por Hendler—: uno de esos estudios concluyé que “Jos jurados, lejos de obrar de manera caprichosa o despreocu- pada, ponderan cuidadosamente las pruebas y comprenden las. (93) Matrr, Derecho Procesal Penal, , cit., ps. 764 y 785. En similar sen- tido: OBL1GAD0, DANIEL H.,“Juicio por jurados: El veredicto’, LA LEY, 1998 B, 1169, concluye que “el veredicto, expresién de la decisién del jurado, bien puede sustentarse en criterios de intuicién, filoséficamente validos y, que en nuestra opinién no resultan exclusivos de los iniciados o jueces técnicos”; a su vez, SANDRO, cit, reflexiona que “cualquier persona normalmente so- cializada esté en condiciones de juzgar a otro ciudadano, segtin los criterios ético-sociales standard dela comunidad en que vive, y la situacién no se mo- Aifica por el hecho de que ese juzgamiento debe tener lugar en el seno de un (ema institucional de administracién de justicia” y que “es necesario insis- tiren que la decisién del jurado popular tiene el cardcter de una aprobacién 0 desaprobacién social de la conducta juzgada, y para esta funcién estén ha- bilitados por igual (como minimo) los ciudadanos técnicos en derecho y los, legos" y “hasta podria decirse que existe, incluso, ventaja relativa para los til timos, porque al menos el hombre comiin no opera, habitualmente, con las reducciones propias del enjuiciamiento legal ni incorpora o traduce los este- reotipos que influyen en las decisiones de los jueces profesionales’ (94) BuTELER, cit, ps. 226 y 227 relata el caso de un magistrado que ante Ja inminencia del tratamiento parlamentario de la ley de jurados publicé una nota en oposicién y advirtiendo reparos constitucionales y que “Iuego de in- tegrar sucesivos tribunales con los ocho jurados titulares, y no obstante su. n anterior... manifesté su admiracién por haber constatado en las de-~ nes algunos jurados que estimé como ‘brillantes” Ver también los resultados reseniados por fuLIANo, cit, p. 193. (95) El “Informe Encuesta realizadas a los Integrantes de los Jurados Po- pulares... ya citado, determiné que el 93,62% de los jurados encuestados no tuvo dificultades para comprender las exposiciones de las partes. 258, CRISTIAN PENNA, cuestiones jurfdicas que suscita el caso"); otro estudio resal- t6 “la eficacia y precisién de los jurados en la apreciacién de los hechos, asi como en la reconstruccién de las declaraciones de testigos y en la elaboracién del relato resumiendo, ordenando y completando las pruebas’ y en lo concerniente a las cuestiones de derecho destacé “la interpretacién precisa que se comprue- ba, por parte de los jurados, de ciertos conceptos abstractos, asi como la aplicacién de sentido comtin que les permite lograr, a pesar de alguna imprecisién debida a la limitacién de sus cono- cimientos jurfdicos, una idea aproximada perfectamente titil a los fines de la deliberacién””; finalmente, otro de los estudios relevados concluyé que “en cuatro de cada cinco casos, el ve- redicto del jurado es el mismo que hubiera pronunciado el juez profesional, mientras que en el caso restante la diversidad de pronunciamientos obedece a una diferente valoracién de fondo ynoa ninguna dificultad en la apreciacién de las pruebas’ “, Deberfan, entonces, ser dejados de lado los prejuicios que provocan la subestimacién del buen criterio de los ciudadanos no letrados y su capacidad para juzgar los hechos de cada caso ala luz de las reglas juridicas suministradas por el juez técnico. 19.2.2.2.4, Cuestionamientos a la viabilidad del sistema Por tiltimo, recopilamos aquellos cuestionamientos que se- Aalan el supuesto fracaso del sistema en otros paises y alertan sobre su inviabilidad econémica; como se verd, ambos cuestio- namientos estén en alguna medida emparentados. (96) HENDLER, cit, ps. 122 y 123; el antor extrae las eanclusiones des Hae ity KALVEY, Jt: ¥ HANS Zztsct (con la colaboracién de Thomas Callahan y Philip Ennis), The American Jury El jurado americano), Little, Brown & Co., Boston, 1966, trabajo basado en una investigacién empirica realizada en la Universidad de Chicago. (97) Ibid, ps. 123 y 124; conf, investigacién de Ret Hasire, StEVEN D. PENROD y NANCY PENNINGTON, La institucién del jurado en los Estados Uni- dos. Sus intimidades, trad, de César P. Guidini Joubert revisada por Santos Pastor Prieto, Civitas, Madrid, 1987, ps. 340-341 (ed original: Inside the Jury, Harvard University Press). (98) Ibid., p. 125; conf. Investigacidn de HANs, Vatente y VioMan, Nett, Judging the Jury, 1986. 19. ELJUICIO POR JURADOS Y LA REFORMA PROCESAL 259 a. Cuestionamiento: “el modelo cldsico de juicio por jurados ha fracasado en los paises donde ha sido implementado” En los pafses anglosajones, se sostiene, el juicio por jurados ha fracasado™ ya que son pocos los juicios criminales que lle- gan a sustanciarse ante jurados populares. Sin embargo, ese argumento puede ser relativizado desde di- versos dngulos. Por un lado, el porcentaje de casos que se dirime en juicio oral ante jurados, si bien escaso, representa en aquellos paises una cifra gigantesca de participacién ciudadana en la adminis- tracién de justicia". Por otro, el éxito de un sistema de enjuiciamiento deberfa me- dirse no tanto en funcién de la cantidad de juicios efectivamen- te celebrados, sino ms bien en funcién de su capacidad para gestionar conflictos y, puntualmente, por su capacidad para inspirar confianza en los enjuiciados y en la comunidad. Pues bien, como advirtiera Mittermaier, ios pafses cuyos juicios se (99) ;Acaso quienes efectiian este tipo de afirmaciones consideran que los sistemas judiciales de los paises que no han implementado juicios por jura- dos son un éxito? (100) HENDLER, cit, ps. 128 ¥ 129, da cuenta de estuctios (Ilevados a cabo por una entidad denominada National Center for State Courts —traduccién del autor: “Centro Nacional de Tribunales de los Estados” —) conforme a los cuales en los Estados Unidos de América entre 1976 y 2002 el niimero de juicios por jurado decrecié, en cifras absolutas, en tribunales estaduales, en ‘un 15% lo que en valores relativos implica que, mientras en 1976 se realiza- ban por jurados 52 de cada 1000 casos de delitos de cierta gravedad (felo- nies), en 2002 la tasa habia descendido a 22 por cada mil” yadvierte que “esos valores deben ser destacados para poder apreciar el fendmeno [de la decli- nacién de juicios por jurado] en su verdadero contexto ya que, muchas veces, se los invoca con un alcance mayor al que en verdad tienen’. Seguidamen- te aclara que “lo que es necesario tomar en cuenta es que el enjuiciamiento por jurados es, en si mismo, un hecho de excepcién que tiene lugar en cier~ tos y determinados casos, aquellos que por su gravedad o por otros factores, conmueven a la sociedad” lo que “quiere decir... que la declinacién, aunque indudablemente significativa —de 52 a 22 casos— tiene un alcance muy re- lativo" (201) Mrrrerwaten, cit, p. 102, apreciaba que esta instituci6n “es mas propia que cualquiera otra para coneiliar la publica confianza con la equidad delas sentencias” —conforme ya fuera citado—. 260. CRISTIAN PENNA, evan a cabo con jurados populares suelen reunir esa particu- lar virtud, inspirando al mismo tiempo esa doble confianza'"” —similar comprobacién puede efectuarse en las provincias ar- gentinas que han implementado sistemas de tal indole"? —_ A la vez, tratandose de una garantfa contemplada en la par- te dogmatica de la Constitucién, basta con que una sola perso- na pretenda valerse de ella para que el Estado deba asegurar la posibilidad de su utilizacién. Precisamente Hendler resalta, en relacién a Inglaterra, que “a pesar de la declinacién [de la can tidad de juicios por jurados}, en todo ese entorno sigue procla- mandose una encendida defensa del jurado como baluarte de las libertades ciudadanas” ; luego, tras analizar la posibilidad (102) Seguramente, esta cuestién encuentra relacién con el cardcter si- multéneo de garantfa individual del imputado y derecho politico de los, dadanos que reviste el juicio por jurados; BOVINO, ALBERTO, “Procedimiento abreviado y juicio por jurados, en Revista Pensamiento Penal, edicién 29, 17/4/2006, disponible en Web: http://www:pensamientopenal.com.ar/ node/30479, seiala que “el juicio por jurados es, a la vez, una garantia del imputado y un derecho politico de los ciudadanos, que consiste en la facul- tad de participar en las decisiones més relevantes de la administracién de justicia penal” y que “el caracter politico de este derecho ciudadano no s6lo surge de la circunstancia de que existe una clusula que establece la institu- ibn del jurado en los casos penales en la parte orgénica de nuestra Constitu- cidn, elart. 118, Ademés, y principalmente, surge del significado que siempre representa la intervencién de los individuos ajenos a la justicia estatal en la decisién de las causas penales’” (03) BuTELER, cit, ps. 225.228, da cuenta —tras aos de rodaje del jura- do cordobés— de la aquiescencia publica con relacién a su funcionamiento; alli contrasta el escenario socialmente convulsionado que habfa caracteriza- doa determinados juicios sin jurados, con el ambiente generalizado de respe- to y estimacién positiva que caractetiz6 a los juicios con integracién de ciu- dadanos. Luego de los primeros juicios por jurados en Neuquén los jurados expresaron enfiticamente su conformidad sobre el proceso e, incluso, luego delas primeras experiencias medios locales efectuaron encuestas que dieron como resultado una amplia aceptacién —en concreto, en una de ellas més, del 70% de los votantes manifesté estar de acuerdo con la implementacién del sistema—, ver: http://www,juicioporjurados.org/2014/05/mas-del-70-de~ os-neuquinos-apoya-al.html#more. (104) HeNDLER, cit, p. 9. BINDER, ALBERTO M,, “Critica a la justicia pro- fesional’, en Revista Dereclio Penal, cit, p. 66, advierte que "donde existe el juicio por jurados, los cuerpos de jueces suelen ser mucho més profesiona- les, porque si bien el juicio por jurados es siempre excepcional, genera un 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 2ol de los acusados y sus defensores de optar por la via conclusiva del proceso que consideren estratégicamente mas beneficiosa —entre ellas, la no realizacién del juicio ante jurados— concluye que “esa verificacién... no resta significado a una y otra garantia ya que basta que uno entre muchos quiera valerse de ellas para {que sea necesario que estén consagradas’ (9), Finalmente, no puede asegurarse tan livianamente que el alto porcentaje de casos que en el sistema anglosajén culminan a través de procedimientos abreviados —o plea bargaining— importe un fracaso caracteristico del sistema de juicio por jura- dos. Sin ir ms lejos, en paises con sistemas de enjuiciamiento con jueces profesionales como el argentino las cifras de causas penales que culminan a través de la suscripcién de acuerdos de “juicio abreviado” son también muy altas, por lo que la cantidad de juicios “evitados” a través de sistemas abreviados no parece- rfa ser —una vez mas— una caracterfstica exclusiva de los siste- mas de jurados. Y mis relatividad aporta a esa cuestién el andlisis de la am- plitud de facultades para celebrar acuerdos conferidas por los distintos sistemas a las agencias fiscales. Logicamente, seria es- perable que mayor facultad para definir acuerdos trasuntarfa en mayor porcentaje de acuerdos celebrados —y juicios no realiza- dos—, mientras que por el contrario mayor restriccién al respec- to trasuntarfa en un porcentaje menor de acuerdos —mAs jui- cios realizados—; conforme a ello, es esperable que el porcentaje de “juicios no realizados” en Estados Unidos, donde la facultad para la celebracién de acuerdos no sélo no encuentra topes en cuanto ala cuantfa de pena sino que tampoco lo hace en cuanto ala definicién de la calificacién legal —sea superior al registra- do, por ejemplo, por la provincia de Buenos Aires —donde no pueden acordarse penas superiores a los 15 aitos de prisién, ni definiciones relativas a la calificacién legal—, del mismo modo que también es esperable que el porcentaje de “juicios no reali- zados” en esa provincia sea superior al registrado en el sistema paradigma de actua litigantes’ (105) HENDLER, cit, p. 39, n profesional para el juez abogado y para los propios 262 CRISTIAN PENNA, federal y nacional —donde s6lo pueden acordarse penas inferio- res alos 6 anos de prisién: Por lo tanto, el elevado porcentaje de “juicios no realizados” no parece ser una caracteristica exclusiva de los sistemas de en- juiciamiento con jurados populares, sino que esa circunstancia parece depender més de la amplitud de las potestades de las agencias fiscales para celebrar acuerdos que de la composicién de los tribunales juzgadores; en palabras del profesor Hendler, en aquellos paises donde supuestamente el sistema habria fra- casado: “...aunque por tradicién de lenguaje se alude a la decli- nacién del juicio por jurado, en rigor de lo que se trata es de la declinacién de toda forma de juicio, con o sin jurados” “), b, Cuestionamiento: “el sistema es demasiado costoso” Otro obstaculo a la implementacién del juicio por jurados lo constituirfa, segtin se afirma, su elevado costo. En primer lugar debe aclararse que el costo no es excusa para el incumplimiento del sistema de enjuiciamiento establecido por la Constitucién Nacional; también resulta caro—como suele suceder con el funcionamiento de las instituciones republicanas y democraticas en general— el funcionamiento del las cAmaras legislativas, la organizacién de elecciones e, incluso, el funcio- namiento del Poder Judicial —sobre todo en el fuero criminal en épocas de “inflacién penal”), aunque ningtin detractor del jurado se atreveria a proponer la eliminacién de esas herra- mientas, fundamentales para el gobierno de la Repiiblica, Debe advertirse, sin embargo, que este argumento, tan repe- tido por antijuradistas preocupados por las elevadas erogacio- nes que el sistema acarrearia, no encuentra apoyo en ningiin estudio empirico, ni en un cdlculo serio. El “elevado” costo del (106) Ibid, p. 128, (107) FrRRAfout, LurGt, Derecho y razén. Teorta del garantismo penal, seed. Trotta, Madrid, 2009, p.714, analiza el efecia de la “injerencia inflacio- nista del derecho penal en el ambito administrativo” que “ha terminado por desdibujar sus limites y por desembocar en un exceso injustificado de pena- lizaciones’, 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 263 juicio por jurados sélo se presume, 0 a lo sumo es calculado por mera intuicién 0 “a ojo”, Ahora bien, una vez mds, no es necesario acudir a presun- ciones infundadas o efectuar imprecisos célculos “en el aire”. Afortunadamente, en la Argentina contamos con datos que per- miten efectuar una estimacién bastante precisa —al menos mas precisa que las que motivan el cuestionamiento en anilisis— del costo de funcionamiento de un jurado. En efecto, resulta titil echar mano al estudio empirico leva- do a cabo por el “Centro de Estudios y Proyectos Judiciales del Tribunal Superior de Justicia de la Provincia Cérdoba” —ya ci- tado—, Si bien Cérdoba cuenta con un sistema de juicio por jurados bajo un modelo escabinado, los gastos necesarios para el funcionamiento de ese sistema no deberfan diferir demasiado de los gastos de funcionamiento de un jurado popular de tipo clasico; al menos, no existen motives para pensar que el costo de laconcurrencia de un ciudadano como jurado en un sistema cla- sico pueda ser superior al registrado en un sistema escabinado. Pues bien, segiin surge del informe —como ya se ha dicho— entre 2005 y 2011 hubo 215 procesos penales que se resolvieron con participacién popular), a su vez, 43 de esos juicios fueron (108) Es comin, por ejemplo, escuchar expresiones de preocupacién por los costos elevados que originart de los jurados —gastos de alojamiento, comidas, etcétera—. Sin embargo, debe advertirse que esas expresiones suponen erréneamente cierta cotidia- neidad del “aislamiento” mientras que, por el contrario, suele tratarse de una prictica sumamente excepcional; por ejemplo, en Estados Unidos es insigni- ficante la cantidad de casos en que se ha considerado necesario recurrir aese extremo, jams registrado ni en la ya casi decenaria experiencia cordobesa, ni en ninguno de los quince juicios por jurados llevados a cabo en Neuquén durante 2014. (109) El informe, ya citado, explica que “en el plano de la dotacién de re- nales para su funcionamiento, se analizan los recursos ios asignados a través de los Programas Presupuestarios 903: Subprograma Jurados Populares - Ley 9182 y Programa 900: Administracién de Justicia - Actividades Centrales. // Para finalizar se muestra la Relacién del, Gasto Total asignado al funcionamiento del Sistema de Juicios por Jurados sobre la Cantidad de Sentencias dictadas con integracién de Jurados Popula- res para los afios 2007 al 2011 inclusive” (110) Conf, informe referido, p.1, punto l 264 CRISTIAN PENNA, celebrados durante el tiltimo afio relevado (2011), con un costo total asignado al funcionamiento del sistema, para ese afto, de $1.245.766. Por lo tanto, con semejantes voliimenes de moviliza- cidn ciudadana, el jurado en Cérdoba ha implicado un gasto de tan solo $28,971 por cada juicio realizado y finalizado durante el tiltimo aito referido, incluyendo tanto los gastos de convo- catoria, dieta a jurados y sueldos del personal judicial afectado a las tareas vinculadas, como los costos de capacitacién, adquisi- cidn de equipamiento y readecuacién de las salas de audiencia, entre otros. Esas cifras, vale aclarar, no son significativas frente al elevado costo de funcionamiento que, en s{ mismo, mantiene el Poder Judicial. La experiencia cordobesa parecerfa demostrar, entonces, que la participacién de un jurado no es tan cara como suele afirmarse. Es importante destacar que la experiencia neuquina se suma ala confirmacién de esa conclusién. Conforme un estudio rea lizado por la Oficina Judicial del Tribunal Superior de Justicia de la Provincia del Neuquén, la participacién de jurados duran- te 2014 ha implicado costos que oscilaron entre los $9000 y los $20.000 dependiendo del juicio; ese estudio —cabe precisar— “releva la totalidad de los gastos originados por la participacién de los jurados: refrigerios, traslados y alojamiento (necesarios en algunos casos dada la extensién de las circunscripciones judi- ciales neuquinas, que motivé que algunos miembros debieran desplazarse grandes distancias para cumplir con su carga puibli- ca) y retribuciones a sus integrantes, entre otros conceptos" Es oportuno advertir —para finalizar— sobre una habitual y engafosa falacia, consistente en sefialar que la escasa propor- cidn de juicios por jurados efectivamente llevados a cabo en los paises anglosajones —esto es, el supuesto fracaso del sistema— se deberfa precisamente a su elevado costo. Semejante afir- macién pasa por alto que, en realidad, todo juicio —con o sin jurado— es muy caro y es esa la erogacién que los operadores (111) Conf. Informe referido, p. 4, punto (112) Ver_hitp://wwwjuicioporjurados.org/2014/11/neuquen-comprobo- ‘que-los-jurados-no-son.html#more. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 265 juridicos de aquellos pafses —principalmente fiscales, aunque también jueces— tratan de evitar al Estado mediante la utiliza- cidn de vias alternativas; esto es, en procura de ahorrar elevados costos al Estado, esos paises tratan de evitar la realizacién de la mayor cantidad posible de “juicios” —se repite— con jurados 0 sin ellos. Lamentablemente, la generalidad de los operadores juridicos argentinos suelen carecer de conciencia respecto del elevadi- simo costo de funcionamiento del sistema penal y los “juicios abreviados” —que también existen y se aplican mucho) — suelen promoverse mas como una via de descompresién de agendas que en pos del uso razonable de los recursos puiblicos. Sien nuestro Ambito nunca fue habitual hablar del elevado costo de los juicios es por ese motivo y no porque los juicios sin jurados no sean costosos. 19.2.2.2.5. Otros cuestionamientos La enumeracién hasta aqu{ efectuada no pretende ser ex- haustiva. Por ejemplo, aunque no nos extendamos sobre el pun- to, suelen escucharse palabras de preocupacién por posibles re- presalias de los condenados hacia los jurados, como si no fuera mas comprometida la situacién del testigo que piiblicamente sefiala al acusado como responsable de algtin hecho delictivo —cosa que sucede cotidianamente sin que se disparen las alar- mas— 0 como si no fuera igualmente posible, para el caso, que se tomen represalias contra un juez técnico ordinario. Sin embargo, en el mundo entero jamais ha ocurrido algo se- mejante —experiencias argentinas incluidas—. Los jurados —a diferencia de los testigos e, incluso, de los jueces— cuentan con dos protecciones fundamentales: la pluralidad de su integracién yel secreto de la deliberacién. Otro ejemplo: suele alertarse sobre las gravosas molestias que juicios de meses de duracién podrian ocasionar a los jurados. Se omite que un “juicio” propiamente dicho —entiéndase: la “audiencia de debate”— no suele durar mas de dos o tres jorna- (113) Pese a los mas acotados limites de discrecionalidad seftalados. 266, CRISTIAN PENNA, das, salvo muy escasas excepciones en las que —incluso— ha- bria que indagar sobre los motivos de la excesiva prolongacién —v.gr:: produccién de prueba superabundante y superflua, in- terrupeién de la continuidad, demoras evitables para dar inicio a cada jornada, ritualismos innecesarios, deficiencias de litigio, etcétera—. ‘También suelen efectuarse analogias tramposas, como la de sugerir que as{ como una persona no admitirfa ser intervenida quirirgicamente por alguien sin versacién médica, tampoco deberia admitir ser juzgada por un lego en derecho. Esa falaz analogia omite que mientras la medicina se basa en una cien- cia natural, el derecho es eminentemente politico y as{ como la decisién sobre el resultado de una cirugfa no esta en cabeza del médico sino de “la naturaleza”, la decisién de un proceso judi- cial no debe estar en manos exclusivas de abogados sino de los titulares de la soberanfa politica de un Estado: sus ciudadanos. Ambos profesionales —médicos y abogados— tienen conoci- mientos especificos y dominan ciertas técnicas en procura de lograr —cada uno en su campo— resultados determinados, de modo que ninguna persona en su sano juicio deberia aceptar ser intervenida quirtrgicamente por alguien que carezca de esos conocimientos médicos, asi como tampoco deberia acep- tar ser representada legalmente en juicio por un lego en dere- cho y tampoco seria admisible que alguien sin versacién juri- dica efectie el control de garantfas; en un juicio por jurados, en efecto, deben ser profesionales en derecho los responsables de las tareas que requieren conocimientos técnicos: el “abogado litigante” es el responsable de arbitrar los medios idéneos —a través del dominio de técnicas de litigio juridicas y probato- rias— para la satisfaccién del interés jurfdico de su cliente y el “abogado juez” se encuentra a cargo del control de garantias y debido proceso y es el responsable tiltimo de la interpretacién de la ley sustantiva. Ciertamente, podriamos relevar una incalculable multiplici- dad de objeciones y atin surgirfan nuevas. Ningiin sistema hu- mano esta exento de ellas, pero sorprende que semejante esfuer- zo se realice s6lo para criticar al jurado sin dar cuenta alguna de las serias falencias —mucho més graves, por cierto— que ca- 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 267 racterizan a los sistemas de justicia netamente profesionales; se mira la paja en el ojo ajeno, ocultando —mAs que ignorando— la viga en el propio. 19.2.3. Conclusién de la resefia histérica La Constitucién Nacional es clara y no da margen a disensos: la resolucién de un juicio criminal debe pasar el filtro de un ju- rado popular", Ese es el sistema de enjuiciamiento elegido por los Constituyentes, inspirados en el modelo anglosajén vigente en Estados Unidos, conformado por doce ciudadanos legos que deliberan ardua y libremente, en secreto y sin intromisiones ex- ternas, para arribar a un veredicto acorde a su plural sentido co- mtn, en base a la produccién de prueba durante la audiencia de debate y con la ayuda de gufas juridico-técnicas suministra- das por un juez profesional y elaboradas con intervencién de las partes. Ese modelo es, a la vez, el que mejor se ajusta a los valores re- publicanos y liberales constitucionales, que rechazan cualquier tipo de desconfianza en el soberano, como la que algunas veces leva a la negacién de la participacién ciudadana en la adminis- tracién de justicia y otras a la intromisién de funcionarios esta- tales en funciones exclusivas del jurado. Deben hacerse a un lado, de una vez por todas, los reparos falaces que obstaculizan el cumplimiento cabal de la Constitu- cién Nacional y la consagracién del tan ansiado sistema acusa- torio que inspira al nuevo Cédigo Procesal Penal de la Nacién Argentina, La sancién de la “ley especial” de jurados no admite dilaciones. (114) Al menos, el acusado deberfa contar con esa posibilidad. Escapa a los alcances del presente trabajo el andlisis de las posibilidades del acusado dee renunciar al juicio y la legitimidad de los acuerdos de “juicio abreviado’, Dejamos para més adelante la evaluacién del tipo de delitos que deberfan someterse, conforme a la Constitucién, al jurado popular; sélo es oportuno aclarar que una hipétesis apunta a que solo los delitos de cierta gravedad deberian obligatoriamente seguir ese proceso —serian los juicios criminales ordinarios referidos en el art. 118 CN, de acuerdo a la triparticién francesa en crimenes, delitos y faltas— 268, CRISTIAN PENNA, 19. 'L MODELO DE JURADO A IMPLEMEN’ 19.3.1. Opciones disponibles 19.3.1.1. Jurado cldsico 0 jurado escabinado Ya se habfa anticipado que, en lineas generales, el eje de la discusién en torno al juicio por jurados ha mutado. Asi pues, se han enumerado una serie de circunstancias que habrian provo- cado cierto desplazamiento del eje del debate, de modo que el lugar que anteriormente era ocupado por un rechazo tajante al establecimiento del juicio por jurados en si mismo habia pa- sado a ser ocupado por posturas que aceptarfan su incorpora- cin siempre y cuando participen de las deliberaciones jueces profesionales —que redacten los motivos de la decisi6n, para permitir el recurso del condenado, segiin se alega—. También se ha sugerido que las causas que habrfan forzado esa muta- cidn (0 aggiornamiento) serfan: la claridad y contundencia de los art, 24, 75 ine, 12 y 118 CN, el descrédito que pareceria aquejar al Poder Judicial —debido, probablemente, a la total disociacién entre justicia y ciudadanfa— y el aumento de las investigaciones y conocimientos sobre la materia —que han contribuido a des- pejar los temores a sistemas desconocidos—. En ese escenario ya no es tan comtin encontrar oposiciones abiertas a los jurados, advertimos, sino que las discusiones del momento giran principalmente en torno al sistema que deberfa implementarse: jurado clasico de tipo anglosajén o jurado esca- binado de integracién mixta. Sin embargo, ha quedado claro que la propuesta de confor- macién de un tribunal mixto implica una tergiversacién del di- sefio contemplado por los constituyentes quienes, como ya se ha explicado“®), al adoptar el sistema de enjuiciamiento que debe- rfa regir en la Argentina se habfan inspirado en el modelo clasico de conformacién de los jurados, integrado en su totalidad por ciudadanos no letrados. (115) Verla resefta hist6rica efectuada en el punto 19.2.1. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 269 Ese sistema —jurado clasico de tipo anglosajén— denota confianza en el pueblo soberano y es el que sienta las bases para la obtencién de una decisién final de calidad superior, producto de una ardua y plural deliberacién —que es una garantia en si misma— guiada por el sentido comtin de “pares” del acusado y luego de la contrastacién de diferentes puntos de vista —lo que obliga a cada uno de ellos a rever la postura propia y sopesarla frente ala de los demas—; también contribuye decisivamente a esa calidad el desdoblamiento de las funciones de jueces pro- fesionales y jurados durante el juicio: los primeros abocados en forma exclusiva al control de la legalidad de lo actuado y del respeto de las garantias —auténtico rol del juez—, los segundos abocados a la determinacién de la efectiva concurrencia de las circunstancias alegadas por la acusacién. Es, a la vez, el sistema que permite la mayor satisfaccién del principio de independen- cia del juzgador® y la consagracién de un modelo auténtica- mente acusatorio de sustanciacién del litigio criminal —litiga- cidn adversarial—. Finalmente no debe dejar de resaltarse una cuestién fundamental: en un sistema de tipo clasico el juez s6lo puede interactuar con el jurado en audiencia ptiblica, con pre- sencia de las partes y previa consulta a ellas —mayor control—. ‘También ha surgido como evidente que la alternativa a ese tradicional modelo —el sistema mixto denominado “jurado es- cabinado” o “de escabinos’—, que naciera durante el siglo XX como deformacién de aquel denotando la desconfianza en la ciudadania propia de una arraigada cultura inquisitiva, resulta imposible de conciliar con los valores democraticos y republica- nos sustentados por la Constitucién Nacional. Es oportuno agregar que, como era de esperarse, a diferencia de la exitosa experiencia anglosajona, ese “hibrido” ha demos- (116) Por un lado, los jurados no conocen los trdmites de la causa previos al juicio, ni el contenido de las incidencias suscitadas durante éste. Por otro, es el sistema que permite mayor control de las partes en la conformacién del cuerpo juzgador, gracias a la existencia de una audiencia especial para la se- leccién del jurado —voir dire—, en la que se otorga a las partes un ntimero limitado de recusaciones sin causa ¢ ilimitado de recusaciones con causa. Ademds, deben tenerse en cuenta aqui las consideraciones efectuadas opor- tunamente al analizar los cuestionamientos de orden prejuicioso o peyorati- vo —punto 19.2.2.2.3—. 270. CRISTIAN PENNA, trado serias deficiencias de funcionamiento debido, principal- mente, a la absoluta influencia —rayana a la manipulacién— que los jueces profesionales tienen el poder de ejercer sobre los jurados ciudadanos durante la deliberacién conjunta, contami- nandola y provocando la anulacién de los virtuosos efectos dela participacién ciudadana en las decisiones de justicia. Para peor, esa influencia —tal vez no siempre ejercida, pero permanente- mente latente y siempre despreciable— se consuma por fuera de toda posibilidad de control por parte de los litigantes quienes, lgicamente, no participan de la etapa de deliberacién, momen- to en que puede ser facil e impunemente ejecutada""”. Debemos descartar, asi, la alternativa de un “modelo escabi- nado’, para enfocarnos en la instauracidn de un “modelo de tipo clasico” 19.3.1.2. Jurado cldsico inmotivado o jurado clasico con expresién de motivos Ahora bien, ya en ese campo, por las mismas razones debido a las que algunos advertian una superioridad del sistema esca- binado —esto es, la necesidad de expresin de motivos, a la que entienden indispensable para el ejercicio del derecho al “doble conforme’—, pero advirtiendo la senalada incompatibilidad constitucional de aquel sistema, en los tiltimos tiempos ha pro- liferado una corriente que propone la instauracién de un mo- delo de jurado de tipo clasico, pero con exigencia de expresion de motivos —con lo que, en rigor, ya no se trataria de un jurado clasico—. (117) Pena, “Juicio por jurados en Argentina... cit, ps. 250 4.251, HEND- LER, cil, p.71, luego de analizar ls falencias —telativasa la carencia de orien- tacién concerniente a la recopilacién, utilizacién y apreciacién de las pruebas, es decir, a la falta de las denominadas “reglas de evidencia”— sufridas du- rante el proceso de implementacién del sistema de jurados de tipo clisico ero, y luego del resto de Europa ello “implica también un retomno a précticas que, en Inglaterra, fueron supe- radas a partir del siglo XVIII agregando que hasta esa época, los jueces, libres del control de los abogados, participaban y conducian, de hecho, las delibe- raciones de los jurados, tal como es de suponer que ocurre, en la actualidad, en todos los modelos de jurado escabinado’ 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL am Sin embargo, omiten estas posturas que no puede exigirse a ciudadanos legos — ni es necesario hacerlo — que expresen en forma escrita los motivos de sus decisiones. Como ya ha sido ex- plicado, un veredicto “inmotivado” de un jurado no implica una decisién caprichosa, antojadiza o arbitraria; por el contrario, las decisiones de los jurados suelen ser de muy alta calidad gracias ala “garantfa de la deliberacién’, que sdlo se satisface plenamen- te cuando un mimero considerable de desconocidos, cada uno con sus propias subjetividades, debe coincidir en una decisién que sera fruto de la confrontacién de esas subjetividades entre sf, através de un debate arduo y abierto —he aqua importancia de su secreto—; esa decisién serfa, pues, una suerte de objeti- vacién general de esas subjetividades individuales, es decir, el veredicto es un juicio subjetivo —por lo tanto, inauditable en si mismo—, que con la deliberacién plural de un jurado supera un proceso de cierta objetivacién —Io que es, en si, una garantia de calidad—", Amén de la imposibilidad humana de auditar juicios subjeti- vos, podria explicarse la inconveniencia e ilegitimidad de cual- quier exigencia de motivacién a un jurado desde dos angulos: + Por un lado, la anticipada necesidad de garantizar delibe- raciones abiertas, arduas y libres, considerando que la inmotiva- cidn es una consecuencia del secreto de la deliberacién —y, por lotanto, una condicién de calidad—(, Es pertinente referir que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha reconocido a la Regla del Secreto del Jurado como integrante del concepto de jui- cio justo ante un tribunal independiente e imparcial exigido por el art. 6.1 de la Convencién Europea), y que esa regla abarca (118) Penns, “El juicio por jurados... cit, (119) Para ahondar en el tema de la importancia del secreto dela delibera- cién del jurado, se recomienda leer HARFUCKT, ANDRES, “Libertad de prensa y regla del secreto del jurado...”, en AAWV, Juicio por jurados... cit, ps. 19.43, (120) Tribunal EDH, fallo “Gregory v. Reino Unido’ (1997) 25 EHRR 577, citado por Hanrucu, Libertad de prensa... cit, p. 19, quien en la nota nro. 1 transcribe un pérrafo importante para la cu ‘a Corte reconoce que la regla que gobierna el secreto de la deliberacién del jurado es un rasgo crucial, y legitimo del Derecho inglés que sirve para reforzar el rol iltimo del jurado ‘como rbitro de los hechos y para garantizar deliberaciones abiertas y fran- cas entre los jurados sobre la prueba que han escuchado” (parr. 44), 2 CRISTIAN PENNA, tanto al secreto absoluto sobre el contenido de las deliberaciones —aspecto interno—, como a la prohibicidn de exigir al jurado que exponga los motivos de su decisién —aspecto externo—"») + Por otro, no debe perderse de vista que el lego carece de en- trenamiento para argumentar y, por lo tanto, para motivar'”) Es que la motivacién es un ejercicio de argumentacién y la in- capacidad para argumentar de cada jurado lego no implica una falta de calidad de la decisién conjunta, del mismo modo que esa calidad no logra ser garantizada a través del entrenamiento del juez —en tanto abogado— para argumentar. En efecto, un juez, por su formacién como abogado, puede argumentar una decisién y también la contraria; por lo tanto, el control de cali- dad de la decisin no deberia apoyarse tanto en esa expresién de motivos, y es aqui pertinente tener en cuenta lo desarrollado oportunamente sobre el tema de la amplitud recursiva. Asi pues, la propuesta de un jurado cldsico que exprese los motivos de su decisién no sélo aparece innecesaria sino que implica una deformacién del sistema cldsico que atenta contra sus bases, puntualmente, contra la mencionada “garantia de la deliberacién’ (9), Por lo demas, la experiencia comparada demuestra que cuando se ha exigido motivacién a un jurado no entrenado para argumentar —v.gr., Espaiia'®")—, ello ha dado lugar a anulacio- nes de veredictos de “no culpabilidad” impulsadas por el érgano persecutor estatal —apoydndose en inconsistencias argumenta- tivas que son esperables dada la falta de entrenamiento espe- cifico del lego, pero que nada tienen que ver con la calidad de (121) Harrucn, La libertad de prensa... cit., p. 18. (122) PENNA, “El juicio por jurados... cit. (123) fdem. (124) Dias, Honacto L., rudencia espafiola’; en Revista de Dere- cho Procesal Penal, 2014-1, Juicio por jurados - I, cit,, ps, 317 a 334, efectiia una “seleccién de fallos del Tribunal Constitucional espanol”; sobre lo dicho ver el fallo del Tribunal Constitucional de Espafta, Sala Segunda, sentencia 115/2006, del 24 de abril, recurso de amparo 2573, promovido por don Alber- to Duran Carballeita (ps. 321 4326), que dispuso la nulidad de un fallo abso- lutorio por falta de expresin de los motivos de la decisién. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 273 la decisién—5), Esa circunstancia resulta paraddjica si se tie- ne en cuenta que quienes insisten con la exigencia de motiva- cién —tal como se ha desarrollado— lo hacen por considerarla una garantia del acusado —derecho a conocer los motivos de la condena, se alega— y por entender que su ausencia le impedi- rfa un adecuado ejercicio del derecho al recurso; en realidad, la motivacién no es una garantia —s{ lo es la deliberacién, que en el caso de los jurados se entorpece ante una exigencia de moti- vacién— y la amplitud recursiva puede ejercerse perfectamente frente a veredictos inmotivados de los jurados. 19.3.1.3. Sintetizando las opciones disponibles Simplificando la cuestién, podemos resumir que las opciones de modelos de jurado que suelen proponerse son, basicamente: — jurado clasico, — jurado escabinado (con motivacién a cargo de un juez profesional), y jurado cldsico con motivacién (de parte del jurado presidente), Esta claro que la discusién para determinar cual es el mejor de esos sistemas esta alimentada por otra —ya anunciada— so- bre la necesidad de la expresiGn de motives: {1a inmotivacién del veredicto de un jurado clasico, permite la satisfaccién del dere- cho al recurso? Tras los parrafos anteriores y tras analizar oportunamente los cuestionamientos al modelo clasico de jurados relacionados ala cuestién de la “inmotivacién y recurso"?! quedé en claro que la respuesta a esa pregunta es afirmativa: un modelo clasico (125) PENNA, “El juicio por jurados... cit. (126) Desde luego, semejante resumen implica una notable simplifica- cién ya que, incluso dentro de cada uno de los modelos sefialados, podrfa- ‘mos detallar un sinntimero de variantes en lo que a compo: namiento respecta. (127) Verpunto 19.2.2.2.1. m4. CRISTIAN PENNA, de jurado permite la plena satisfaccién del derecho a un recurso amplio. Por lo tanto, los sefialados problemas practicos y de compati- bilidad constitucional que afectan a los otros sistemas, as{ como las razones histéricas oportunamente expuestas, dejan al mode- lo cldsico como la tinica alternativa legitima y viable. 19.3.2. El jurado clisico: disefio procesal Seguidamente nos dedicaremos a desarrollar cudles son las caracteristicas que ese modelo de jurado “de tipo clasico” debe- rfa reunir para lograr un adecuado apego al mandato constitu- cional y armonizar con el disefio procesal acusatorio que instau- ra el nuevo Cédigo Procesal Penal. Con ese objetivo, repasaremos escuetamente cémo deberia funcionar el sistema de juicio por jurados a implementarse a tra- vés del abordaje de sus actos principales —algunos de ellos con- siderablemente novedosos Es pertinente resaltar que existen proyectos de ley sobre la materia con estado parlamentario. Particularmente, uno de los proyectos presentados es razonablemente compatible con el di- sefio del Cédigo sancionado y pareceria responder a los estan- dares y principios necesarios para la instauracién de un éptimo sistema de jurados de tipo clasico; me refiero al proyecto pre- sentado por el Senador Eugenio Artaza (UCR), elaborado junto al Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y So- ciales (INECIP) y la Asociacin Argentina de Juicio por Jurados (AAJ) 28); ése es —a criterio del autor— el proyecto que debe- rfa convertirse en la ley especial de juicio por jurados a la que el nuevo Cédigo remite, por lo que en lo sucesivo nos apoyaremos en gran medida en su articulado. (128) Niimero de Expediente 1554/14. Origen: Senado de la Nacién. Mesa de entrada: 26/05/2014. La versién aqui tomada, con algunas modificaciones superadoras —no esenciales— respecto del proyecto originalmente presen- tado producto de su estudio en Comisiones— puede consultarse en Web: http://www juicioporjurados.org/2014/06/nito-artaza-presento-un-proyecto- de-ley.html#more. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 275 19.3.2.1. Descripcién general del jurado clasico Antes de continuar puede resultar clarificador realizar una descripcién sucinta respecto de lo que podriamos considerar como “modelo clsico” de juicio por jurados, comprensiva de al- gunas de sus caracteristicas esenciales. Pues bien, el primer paso de la etapa de juicio estar confor- mado por la celebracién de una audiencia conocida como “au diencia de voir dire”, cuya finalidad es la integracién de un jura- do imparcial para la decisién del caso concreto, En esta audiencia las partes tendrdn la posibilidad de interrogar a un mimero am- plio de potenciales jurados —quienes deberin responder bajo juramento— y eventualmente, en base a la informacién recibida, formular las recusaciones que consideren atendibles y/o necesa- rias —para ello no s6lo contaran con la posibilidad de plantear re- cusaciones con expresién de causa, que serdn resueltas por el juez técnico, sino que también podran ejecutar un numero limitado de recusaciones sin necesidad de expresién de causa—. Tras este acto inicial quedard integrado el jurado accidental del caso, que presenciard el juicio —en silencio, sin facultades para efectuar preguntas o tomar contacto con las constancias de un expediente escrito— y estara conformado en general por doce titulares, mas un ntimero determinado de suplentes. Un juez téc- nico presidiré el debate, resolviendo los planteos de las partes e instruyendo al jurado respecto de las cuestiones de derecho ati- nentes.al caso. Esto es, el jurado atenderd a la produccién de prue- ba y escucharé los alegatos de las partes, recibiendo de parte del juez instrucciones sobre el derecho aplicable al caso concreto. Tras ello —y recién entonces— los doce jurados titulares de- berdn pasar a deliberar en sesién secreta y continua, sin ningin tipo de intromisiones externas, teniendo a su exclusivo cargo la responsabilidad de aleanzar los consensos necesarios para arri- bar al veredicto que, en un escenario 6ptimo, deberd ser undni- me. El veredicto podrd ser de “culpabilidad’, “no culpabilidad por razones de inimputabilidad’ o “no culpabilidad” ( respec- (129) En lo sucesivo —con intenciones de claridad expositiva— en gene- ral nos referiremos sélo alos veredictos de “culpabilidad’” y “no culpabilidad’, que son los més habituales. 276 CRISTIAN PENNA, to de una acusacién concreta —determinacién del hecho hist6- rico y su correspondiente calificacién jurfdica—. Independientemente del veredicto al que se arribe, los miem- bros del jurado quedardn dispensados luego de su rendicin y las decisiones subsiguientes estaran a cargo del juez técnico. Puntualmente, cuando el jurado arriba a un veredicto de “no culpabilidad’”, alli habrd terminado la cuestién; el juez deberd disponer la libertad del acusado —si estuviera privado de ella— y declarar su absolucién. Si, en cambio, el jurado arriba a un veredicto de “culpabili- dad’, el juez técnico deberd fijar fecha para la realizacién —sin presencia del jurado, desde luego— de una “audiencia de cesu- ra” a los efectos de la determinacién de las consecuencias del veredicto. Destinaremos los siguientes puntos a dar alguna profundi- dad al andlisis de los actos o etapas fundamentales de un juicio por jurados bajo un modelo de tipo clasico. De seguro, algunos de ellos resultardn familiares al lector; otros, sin embargo, sin dudas resultarén completamente novedosos por su ajenidad a nuestros sistemas tradicionales de enjuiciamiento. 19.3.2.2. Algunas consideraciones generales 19,3.2.2.1. Objeto de la ley especial de juicio por jurados (ley marco para todo el pais) Elart. I? del referido proyecto de ley comienza por exponersu objeto, esto es: establecer el juicio por jurados, en cumplimiento de los arts, 24, 75 ine. 12 y 18 de la Constitucién Nacional. Des- de la sancién del nuevo Cédigo Procesal Penal podria agregarse —aunque ya queda implicito— que se trata de la “ley especial de juicio por jurados” a la que aquél remite —puntualmente, a través de los arts. 23, 52 ine. “c” y 249 CPP— Como oportunamente se aclarara, esta ley constituiria la “ley marco de juicio por jurados’ para todo el pais, de acuerdo a la fa- cultad que el art. 75 inc, 12 de la Constitucién argentina confiere expresamente al Congreso Nacional. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL m7 El proyecto de ley que tomamos como base para este and- lisis asf lo recepta, encargandose de regular ese cardcter en los siguientes términos (art, 6°): “El modelo de juicio por jurados establecido en esta ley no podra ser alterado ni modificado por las provincias o la Ciudad Auténoma de Buenos Aires, de acuer- do alo previsto en el art. 75 inc. 12 de la Constitucién Nacional Sin embargo, la competencia fijada en la presente ley no limitaré la ampliaci6n a mayores delitos o a una més plural integracién del jurado que pudieran establecer las jurisdicciones locales, de acuerdo a lo previsto en los arts. 1°, 5%, 121 y 126 de la Constitu- cién Nacional”, 19,3.2.2.2. Competencia del tribunal de jurados Conforme contempla el art. 2° de aquel proyecto, “deberin ser juzgados obligatoriamente por jurados todos aquellos deli- tos que tengan una pena minima en abstracto de ocho (8) 0 mas afios de pena privativa de libertad, atin en grado de tentativa, junto con los delitos conexos que con ellos concurran” “), En principio, la decisién del catélogo de delitos que deberfan ingresar a la drbita del tribunal de jurados se tratarfa, simple- mente, de una decisién politica. Ergo, ese catalogo podria consi- derarse constitucionalmente admisible, aunque perfectamente podria ampliarse“*” durante el proceso legislativo 0, incluso, luego de la sancién de la ley. (130) Conforme esta regulacién —que sujeta el ambito de competencia del jurado al minimo de la escala penal del delito imputado— pierde sentido laexigencia del art. 241 "del nuevo CPP —que establece que la acusa- cién deberd contener el requerimiento de pena estimado, a los efectos de la de- terminacién del juez, tribunal o jurado—. Se trata de dos opciones habituales para la determinacién de la competencia del jurado: en funcién de la pena mfnima 0 maxima en abstracto —criterio de la ley de jurados bonaerense y, también, del proyecto expuesto— 0 en funcién de la pena requerida por la fiscalia —criterio del Cédigo neuquino—; el primer criterio parece més afor- tunado, ya que el otro permite a la fiscalfa extraer del conocimiento del jura- do un caso —tal vez, por padecer de ciertas debilidades probatorias— con solo efectuar una estimacién de pena inferior al piso determinado porla ley. (131) En cambio no ser ii 278. CRISTIAN PENNA, Ahora bien, al respecto no debe pasarse por alto que la Cons- titucién contempla al sistema de jurados como principio y no como excepcién. Esto es, lo entiende obligatorio para todas las causas criminales —serfan todos los juicios criminales ordinarios referidos en el art. 118— y, a la vez, lo consagra como garantia individual dada la ubicacidn del art, 24 en su parte dogmatica. Desde el primer angulo —vinculado, sin dudas, al derecho politico de la ciudadania a participar en las decisiones del Po- der Judicial— deberiamos determinar cudles son los casos de naturaleza criminal; al respecto cabe sefalar que una hipétesis apunta a que s6lo los delitos de cierta gravedad deberfan obli- gatoriamente seguir ese proceso —de acuerdo a la triparticién francesa en crimenes, delitosy faltas— jCudles serian, entonces, esos “crimenes” que obligatoriamente deberian someterse al co- nocimiento del jurado? No se pretende aqui ahondar demasiado al respecto, por lo que sdlo se deja abierto el interrogante™. Independientemente de ello, es decir, més alla del piso de ingreso al jurado obligatorio establecido por la ley, no resulta menor la contemplacién del instituto como garantia individual. Desde este segundo Angulo, pues, un piso que desde el angu- lo de anilisis anterior se considerase legitimo podria entrar en colisién con los intereses de un acusado hipotético que, pese a no encontrarse su situacién comprendida dentro de ese catalo- go, pretenda hacer valer su derecho a ser juzgado por un jurado. Desde este punto de vista resulta grato el segundo parrafo agre- ciamiento ordenado por la Constitucién Nacional; esto es, otra forma de pro- ongar el incumplimiento del mandato constitucional. (132) Sélo se advierte que la Corte Suprema de Estados Unidos ha deba- tido esta cuestién y determinado que cualquier caso en que exista una ex- meses de into y veredicto de un jurado —Fa- inna’ 391 US. 145 (1968)— . En Canada, en cambio, se entiende que el derecho al juicio por jurados puede ejercerse en casos de penas superiores a los cinco afios de prisién. La “Ley Modelo de Juicio por Jurados” ya citada: HaRTucH, El Jurado Clasico... cit, ps. 193 194, contem- pla jurado obligatorio para penas estimadas superiores a los ocho aftos de prisidn (art, 2° inc. “a") y jurado optativo para el acusado para los restantes casos, siempre que exista un requerimiento de pena superior a los seis meses, de prisién. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 279 gado al art, del proyecto que venimos seiialando, que establece: “Sin perjuicio de lo establecido en el parrafo precedente, los deli- tos que tengan una pena minima en abstracto inferior a ocho (8) afios, podran ser juzgados por jurados, siempre que el imputado as{lo solicitare”, 19,3.2.2.3, Integracién del tribunal de jurados El proyecto destina su art. 3° a definir la Integracién del jurado: “£1 jurado estard integrado en todos los casos por doce (12) miembros titulares y, como minimo, por dos (2) suplentes y sera dirigido por un solo juez penal. Eljuez podra ordenar que haya ms suplentes de acuerdo a la gravedad y/o complejidad del caso. El panel de jurados titulares y suplentes deberd estar obli- gatoriamente integrado por mujeres y hombres en partes iguales(*), Una vez clausurada la investigacién preparatoria se deter- minard, por el modo que establezcan las normas de proce- dimiento y organizacién judicial de cada jurisdiccién, el juez que estard a cargo en forma exclusiva del juicio y dela audiencia de preparacién del mismo”. La claridad del texto nos dispensa de brindar mayores expli- caciones; un tribunal de jurados se integraré con un juez.técnico, doce jurados titulares y —en principio— dos jurados suplentes. Sélo resulta pertinente reposar en el tiltimo parrafo, recor- dando que esta ley constituiria la ley marco de juicio por jura- dos para todo el pais —conforme al art. 75 ine. 12 CN—, y por lo tanto las normas de procedimiento y de organizacién judicial de cada jurisdiccién deberfan —de ser necesario— adecuarse para garantizar su aplicacién. Con la sancién del nuevo Cédigo, cabe (133) En la Argentina los sistemas de jurados de las provincias de Neu- quén, Buenos Aires y Rio Negro contemplan exigencias idénticas. Cabe acla- rar que en ninguna otra parte del mundo existe una exigencia de tales carac- teristicas, 280. CRISTIAN PENNA, reiterar, el sistema federal resulta ya perfectamente compatible con las exigencias de un sistema de jurado como el que venimos analizando. 19.3.2.2.4. Jurisdiccin y cambio de jurisdiccién De acuerdo al art. 4° del proyecto —Jurisdiccién. Cambio “Los juicios por jurados se realizaran en la circunscripcién judicial del Estado nacional, provincial o de la Ciudad Auté- noma de Buenos Aires en la que se hubiera cometido el hecho. Cuando un hecho hubiera conmocionado a una comunidad de tal modo que no pudiera razonablemente obtenerse un jurado imparcial, el juez podra disponer, sélo a pedido del acusado y mediante decisién fundada en audiencia publica, que el juicio selleve a cabo en otra circunscripcién judicial dela jurisdiccién que corresponda, que se hard en sorteo publico”, Tratandose del derecho al “juicio de pares” del acusado, es una caracterfstica esencial del sistema que los procesos deban desarrollarse con jurados que sean vecinos del lugar donde se hayan cometido los delitos investigados. Ahora bien, a los efectos de garantizar un interés superior: la imparcialidad del juzgador, es habitual —y deseable— la exis- tencia de mecanismos excepcionales de cambio de jurisdiccién. 19,3.2.2.5. Continuidad Flart, 65 del proyecto —al igual queel art. 258 CPP—seocupa de establecer que “ias audiencias de debate se realizaran con es- tricta continuidad, en jornada completa y en dias consecutivos. Asimismo se deberd evitar cualquier tipo de demora o dilacién”. Para garantizar este cardcter, establece seguidamente que “El juez deberd arbitrar las medidas necesarias para el estricto cumplimiento de lo dispuesto en el parrafo precedente. Su in- observancia lo hard incurrir en falta grave” y que “La violacién alo establecido en este Titulo IX acarreard la nulidad del debate en caso de veredicto de culpabilidad o de no culpabilidad por razones de inimputabilidad’, 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 281 19.3.2.3. Etapas fundamentales del sistema'*) De acuerdo a lo anticipado, en lo sucesivo nos dedicaremos a efectuar una somera descripcién del sistema de jurados a través del senalamiento de sus actos principales. 19.3.2.3.1. Preparacién del debate: audiencia preliminar preparatoria La primera etapa que aqui se destaca no pertenece al juicio propiamente dicho sino que, antes bien, se trata de una etapa intermedia, de preparacién del juicio, en la que obviamente no participa el jurado: la denominada audiencia preliminar 0 preparatoria. Sin embargo, es indispensable retrotraerse a ella por la vital utilidad que adquiere ante un juicio por jurados —en rigor, ante cualquier juicio serio, verdaderamente contradictorio—; “es alli donde las partes comienzan a mostrar sus cartas y en donde el juez tomar decisiones administrativas y judiciales de relevan- cia, muchas de las cuales seran fuente de futuros recursos” ¢ Debido a esa importancia, precisamente, se la establece como obligatoria. Este tipo de audiencias deberfan guiarse —en los casos de ju- rados, obviamente— por las disposiciones especificas del art, 22 —Audiencia preparatoria del juicio por jurados— del proyecto de ley de jurados("*), puntualmente sus primeros parrafos indican: “Vencido el plazo de los actos conclusivos, la oficina judicial de cada circunscripcién sorteara en presencia de las partes el nombre del juez penal que presidird el debate y que realizaré la audiencia preparatoria al mismo. (134) En lo conceptual, el siguiente desarrollo toma como base el estudio realizado en PENNA, CRISTIAN D.,"Lineamientos para litigar un juicio por ju- rados en la provincia de Buenos Aires’, LLBA, Afio 21, N°8 (septiembre 2014), ps. 828.0 812, (135) Hanrucu, “El juicio por jurados..% cit, p.L07 (136) Las diferencias de regulacién entre los arts. 246 y 248 CPP y el art. 22 del proyecto —principalmente en torno al juez que presidiré cada una— se resuelven a favor de las previsiones de este iiltimo por tratarse de la regula- cin especifica para los casos de juicios por jurados. 282 CRISTIAN PENNA, El juez penal designado convocara a las partes a una au- diencia preliminar oral, publica y obligatoria, dentro de los cin- co dias siguientes, en cuyo dmbito se tratardn las cuestiones planteadas. La audiencia se levard a cabo segtin las reglas del debate, con la presencia ininterrumpida del juez, del imputado y de su defensor, y de los demas intervinientes constituidos en el pro- cedimiento y se registrar integramente en audio y/o video 0 taquigrafia. Se desarrollard oralmente y durante su realizacién no se admitiré la presentacién de escritos Si se hubiere solicitado, el juez resolver sobre la proceden- a de la suspensién del proceso a prueba o del procedimiento abreviado. También se resolveran las excepciones que no se hu- biesen planteado con anterioridad o fueren sobrevinientes y la unién o separacién de juicios”. Dada a referencia que el texto citado hace ala oficina judicial de cada circunscripcién, resulta pertinente resaltar que el nuevo Codigo yala instrumenta en su art. 57, atribuyendo expresamen- tea su director o jefe la funcidn de organizar todas las cuestiones administrativas relativas a los jurados. En lo atinente a la conduccién de la audiencia preparatoria debe sefalarse la existencia de una discusién en el Ambito de los, especialistas en la materia, que consiste en determinar si resulta conveniente que un mismo juez presida tanto el juicio como su audiencia preparatoria o que, por el contrario, jueces distintos se hagan cargo de una y otra tarea —sobre todo en lo atinente a la admisibilidad de prueba La discusién esta guiada por los siguientes fundamentos: + Quienes sostienen que deberian encargarse jueces diferen- tes argumentan que ello seria aconsejable para lograr la menor contaminacién posible del juez del juicio con las constancias de la investigacién y los planteos de las partes sobre admisibilidad de prueba por razones de legalidad o pertinencia —informacién a la que ineludiblemente accedera quien presida la audiencia preparatoria—. Esto seria aconsejable, pues, para garantizar la imparcialidad del juzgador. + Quienes sostienen la postura contraria advierten que esa preocupacién, que es atendible —y muy importante, por cier- 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 283 to— en casos de juicios ante tribunales profesionales en los que es el juezel encargado de la decisién final, pierde todo sentido en los casos de juicios por jurados ya que alli el juez técnico no ten- dria injerencia alguna en la adopcin final del veredicto —que es responsabilidad exclusiva del jurado—; agregan que, en cam- bio, en estos casos serfa deseable que sea el mismo juez quien presida ambas audiencias ya que de tal modo tenderia a estar més atento al control de calidad y cantidad de la prueba ofrecida durante la audiencia preparatoria, considerando que él mismo presidird la audiencia de debate y, por lo tanto, ser el garante de su calidad y agilidad, El proyecto de ley de jurados que venimos tomando como base de andlisis opta claramente por esta segunda opcién: sor- tearé en presencia de las partes el nombre del juez penal que presi- dird el debate y que realizard la audiencia preparatoria al mismo, lo que parece conveniente por las razones expuestas. Lo dicho explicarfa las diferencias de regulacién entre los arts. 246 y 248 CPP —esto es, jueces diferentes para tratar el ofrecimiento de prueba y para organizar y presidir el juicio cuando se trata de juicios sin jurados— y el art, 22 del proyec- to —un mismo juez para ambas tareas cuando corresponda la integracién de un tribunal de jurados—. Esas diferencias, desde luego, se resuelven a favor de las previsiones especificas de esta tiltima norma, tal como lo contempla el art, 249 CPP que, para la Integracién del tribunal de jurados remite ala ley especial. Cuando corresponda la integracién de un tribunal de jura- dos, entonces, una opcién plausible serfa que el juez que presida laaudiencia prevista por el art, 246 CPP intervenga en lo sucesivo —es decir, en cualquier otra audiencia organizativa del art, 248 CPP yen el debate, incluyendo a la audiencia de voir dire— pre- valeciendo las previsiones del art, 22 del proyecto de ley de juicio por jurados ante cualquier discrepancia entre los textos de las sefialadas normas 0 el silencio de éstas. a. Admisibilidad de prueba La decisién de mayor relevancia que el juez deberd adoptar en esta etapa serd la atinente a la admisibilidad de la prueba a utilizar en el debate y deberd ser muy cauteloso a los efectos de 284, CRISTIAN PENNA, evitar que el jurado tome contacto con prueba ilegitima, que ja mas debera conocer —control de legalidad de la prueba—. Debe resaltarse que la validez del juicio entero es responsabilidad exclusiva del juez, quien deberd velar por su calidad, evitando cualquier tipo de contaminacién del jurado. Por lo mismo, es trascendental —y pertinente aqu{ resaltar- lo— la prohibicién de incorporacién de prueba por lectura que introduce el texto del art. 62 del proyecto"”. Con la légica ex- cepcién de las pruebas recibidas conforme a las reglas del antici- po jurisdiccional de prueba, no podria incorporarse prueba por lectura sino que la prueba deberfa producirse integramente du- rante la audiencia de debate: Toda otra prueba que se pretenda introducir al juicio por su lectura no tendré ningtin valor. Especificamente, el art. 63 —Condenas anteriores y expe- diente. Testimonio de ofdas. Prohibicién— prohibe poner en co- nocimiento del jurado las constancias del expediente escrito y cualquier informacién sobre los antecedentes penales del acu- sado, as{ como los dichos del denominado “testigo de ofdas”: “a) Por ningtin concepto, y bajo sancién de nulidad de deba- te, los integrantes de Jurado podran conocer los antecedentes y condenas anteriores del acusado y las constancias del expe- diente o legajo de investigacién. Incurre en falta grave quien ponga en conocimiento del jurado en cualquier forma los an- tecedentes y condenas anteriores del acusado y la informa contenida en el expediente de instruccién preparatoria. b) Testimonio de ofdas. Prohibicién. No se admitira la de- claracién en juicio de ningiin testigo que no declare sobre los hechos personalmente percibidos por sus sentidos, sino que lo haga sobre manifestaciones de otras personas, 0 sobre un ru- mor piblico. Sera considerado testimonio de oidas, y no se ad- mitird en el debate, la prueba sobre la cual las partes no puedan ¢jercer su derecho a formular un contraexamen para evaluar su credibilidad y valor probatorio. (137) No debe confundirse esta prohibicién con el uso de declaraciones previas para refrescar la memoria de un testigo o para evidenciar contradic- ciones, cuestién que se desarrollaré més adelante. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 285 Por excepcidn, podrd admitirse un testimonio de ofdas cuando el testigo declare sobre dichos del propio acusado vin- culados al hecho o cuando su propésito sea confrontar las de- laraciones de un testigo directo que declaré previamente en el juicio. En este tiltimo caso, el juez. instruiré al jurado que la de- laraci6n de este testigo de ofdas no es valida para acreditar el hecho o la culpabilidad del acusado, sino sélo para evaluar la credibilidad del testigo directo que declaré previamente”. Esas prohibiciones resultan fundamentales, considerando que el juicio de un sistema procesal acusatorio, sobre todo si se sustancia ante jurados, se apoya en los principios de oralidad y contradiccién —propios del litigio adversarial— y no admite que la decisién del veredicto se vea influenciada por circuns- tancias ajenas al hecho incriminado —menos aun cuando esas circunstancias se apoyan en parametros propios de un “derecho penal de autor” que contradicen los principios de culpabilidad y derecho penal de acto consagrados por los arts. 18 y 19 CN, tal ‘como sucede con la valoracién de los antecedentes penales del justiciable—. Pero alli no se termina la cuestién. En miras a la agilidad del debate, es muy importante que el juez procure la prescindencia de la prueba impertinente, superabundante o superflua. Debe recordarse que el juez es el garante de la calidad del debate y, en tal sentido, debe propender también a su agilidad. El proyecto también se hace cargo de lo expuesto en su art. 26 —Reglas para la admisién de la prueba—, en los siguientes términos: “Un medio de prueba, para ser admitido, se debe refe- rir, directa o indirectamente, al hecho punible sometido a averiguacién. Las pruebas de las circunstancias relevantes para la deter- minacién de la pena o medida de seguridad y correccién se pre- sentardn y se decidiran en la audiencia de cesura posterior al juicio. El juez. podra limitar los medios de prueba ofrecidos para demostrar un hecho o una circunstancia, cuando ellos resul- 286, CRISTIAN PENNA, ten manifiestamente superabundantes. Cuando se postule un hecho como notorio, el juez, con el acuerdo de todos los inter- vinientes, puede prescindir de la prueba ofrecida para demos- trarlo, declarandolo comprobado en el auto de apertura. El juez puede, durante la audiencia preliminar, provocar el acuerdo entre los intervinientes, cuando estime que, segtin la prueba ofrecida, se trata de un hecho notorio. La decisién del juez que admite o que rechaza un medio de prueba en la audiencia preliminar al juicio por jurados podra ser protestada o pedir ser revisada por la parte agraviada en una audiencia publica inmediata posterior ante otros dos jueces pe- nales de la organizacién judicial, segin corresponda conforme las disposiciones del cédigo procesal penal de cada jurisdiccién y de esta ley de juicio por jurados. La decisién de los jueces revisores sobre la incidencia de prueba cuestionada es irrecurrible y la parte agraviada podra formular protesta, la que equivaldrd a la reserva de los recursos que pudieren deducirse contra la sentencia definitiva, segdin corresponda conforme las disposiciones del Cédigo Procesal Penal y de esta ley de juicio por jurados. Sila protesta no fuere efectuada dentro de los tres (3) dias de la notificacién, la parte afectada perderd el derecho al recurso sobre este punto”. En resumen, como condicién de admisibilidad, un medio de prueba se debe referir, directa o indirectamente, al hecho punible sometido a averiguacién y debe ser legitimo y necesario para la actividad probatoria. Las pruebas de las circunstancias relevan- tes para la determinacién de la pena o medida de seguridad no son relevantes para la determinacién del hecho punible —irre- levantes para el veredicto—, y por lo tanto son inadmisibles en el juicio; en cambio, adquieren relevancia para la audiencia de cesura Es interesante el mecanismo de revisién instaurado por los parrafos cuarto y quinto del texto transcripto, principalmente considerando que en los juicios por jurados la acusacién carece de legitimidad recursiva contra la decisién final del jurado —se ahondard al respecto—, contando de esta manera con una for- ma oportuna de corregir eventuales arbitrariedades respecto de 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 287 las decisiones sobre admisibilidad probatoria, sin vulnerar la garantfa que prohibe el bis in idem. b. Estipulaciones 0 acuerdos probatorios La posibilidad de efectuar “estipulaciones probatorias” es una de las grandes novedades introducidas por esta reforma; se trata de “acuerdos de prueba entre el acusador y la defensa sobre hechos no controvertidos y hacen que no sea necesario probar uno o varios hechos”™, La celebracién de estipulaciones est directamente vinculada a la relevancia de la prueba, tornando inadmisible a cualquier prueba sobre las circunstancias que queden bajo la érbita de lo acordado. Puntualmente, el art, 246 parrafo cuarto CPP contempla esta posibilidad al establecer que “las partes también podrdn solici- tar al juez que tenga por acreditados ciertos hechos, que no po- dran ser discutidos en el juicio”. También la recoge el art. 59 del proyecto, en los siguientes términos: “Durante el desarrollo del debate o en la preparacién del mismo, cualquiera de las partes podré ofrecer estipular 0 acordar un hecho o circunstancia. De aceptarlo la contraparte, nose producird prueba sobre los mismos’, asi como los parrafos quimto y sexto del art. 22 —que regula justamente la Audiencia preparatoria del juicio por jurados—, disponiendo este tiltimo: “También se trataran las estipulaciones o acuerdos probatorios a los que leguen las partes y que versen sobre aspectos en los cuales no haya controversia sustantiva. Las estipulaciones po- dran ser planteadas incluso durante el transcurso del debate y el juez las autorizaré siempre que no impliquen renuncia de los derechos constitucionales. Tales acuerdos hacen que las partes aceptan como probados alguno o algunos de los hechos y sus circunstancias y serdn puestos en conocimiento del jurado en la forma que las partes lo estimen mas conveniente”. Este tipo de estipulaciones permite que las partes litiguen intensamente sobre los hechos controvertidos y no pierdan el (138) Harcucn, “EI juicio por jurados.." cit, p. 108, Las estipulaciones, probatorias, vale aclarar, podrin acordarse también durante el juicio (con- forme lo expresa el art. 59 del proyecto). 288, CRISTIAN PENNA, tiempo —principalmente, el del jurado— probando aquellos ex- tremos sobre los que no existe controversia. Como ha quedado claro, una primera oportunidad para celebrarlas es durante la audiencia preparatoria —independientemente de que también podrian celebrarse durante el juicio—. Por ejemplo, si en un caso en que se imputa un homicidio agravado por el uso de arma de fuego (arts. 79 y 41 bis del Cédigo Penal) sélo va a discutirse la autoria, no tiene sentido producir prueba sobre el empleo del arma para producir la muerte y esa circunstancia podrd constituir una estipulacién probatoria. El adecuado manejo de esta posibilidad permitira imprimir mayor celeridad al juicio y, a la vez, contribuird ala claridad dela discusién evitando a los jurados distracciones sobre cuestiones no relevantes para las teorfas del caso de las partes. En resumen, estas estipulaciones constituyen prueba y el ju- rado deberd tener por probados los hechos acordados —asi debe- rd ser explicado en las instrucciones por el juez—. Los litigantes deberdn consensuar, a su vez, cual es el modo mas conveniente para comunicarlas al jurado. c. Duracién del debate y de la audiencia de voir dire Durante esta etapa preparatoria deberd tratarse lo referido al tiempo probable que durard el debate. Tal andlisis resulta opor- tuno en esta instancia a los efectos de optimizar los recursos de las partes y del tribunal. Por las mismas razones, esta oportunidad puede ser propicia para evaluar cudnto tiempo durard la audiencia de voir dire o conformacién de jurados e, incluso, si excepcionalmente —por la complejidad del caso y/o la duracién estimada del debate— deberd citarse a tal efecto a un niimero mayor de ciudadanos de acuerdo a lo previsto por el art. 27 primer parrafo del proyecto. 19,3.2.3.2. Conformacién del jurado. La audiencia de voir dire Los atts. 15 y sucesivos del proyecto contemplan detallada- mente el procedimiento a seguir para la conformacién del Pa- drén de jurados —con vigencia anual—, abarcando los mecanis- mos de exhibicién y depuracién previos a la publicacién de las 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 289 listas en el Boletin Oficial (art, 20) y su registro en un Libro de jurados (art, 21). Ya ante un caso concreto —siempre conforme al proyecto: “dentro de las noventa y seis (96) horas de finalizada la audiencia preliminar preparatoria del juicio, la Oficina Judicial" confec- cionard por sorteo, de las listas definitivas de jurados, en audien- cia publica y en presencia de las partes, una lista de potenciales jurados compuesta por un ntimero de treinta y seis (36) ciuda- danos, o mas segtin lo decida el juez por la naturaleza del caso, divididos en mitades por sexo...” (art. 27 primer parrafo). Estos potenciales jurados seran convocadas a la audiencia de confor- macidn de jurados conocida como audiencia de voir dire(art.30) Se considera que el juicio comienza con esta audiencia, tan novedosa en nuestro Ambito como relevante en miras a garan- tizar la imparcialidad del juzgador'*, en efecto, esta audiencia “esta directamente vinculada a la que podriamos llamar la pri- ‘mera garantia del juicio: procurar que en concreto y no de ma- nera abstracta, cada caso tenga un tribunal competente, inde- pendiente e imparcial"“*, Finalizada la audiencia de voir dire quedaré conformado el jurado del juicio que, segtin el proyecto, constaré de doce titula- res y —al menos— dos suplentes. a. Condiciones para ser jurado Es habitual que las leyes que regulan la integracién de los jurados establezcan determinadas exigencias para que un ciu- dadano pueda considerarse en condiciones de cumplir este tipo (139) La sola lectura de los articulos sefialados brindard al lector mayor detalle. (140) Introducida por el art. 57 del nuevo CPP. (141) Podrfa decirse que esta audiencia explica en buena medida la noble virtud caracteristica del jurado anglosajén al despertar, al mismo tiempo, la confianza del imputado y de la sociedad; tanto el imputado como la sociedad —representada por la fiscalfa— intervienen decisivamente en su conforma- (142) Nicora, GUILLERMG, “Seleccién de jurados desde cer en Revista Pensamiento Penal, N’ 165, 3/3/2014, p. 1, disponible en: htyz//pensamien- topenal.com.ar/node/38320. 290. CRISTIAN PENNA, de funcién, Ello incluye tanto la enumeracién de una serie de requisitos formales —edad, comprensién del idioma nacional, contar con pleno ejercicio de los derechos politicos, etcétera—, como la enunciacién de personas inhabilitadas 0 con incompa- tibilidades, ademas de causales de excusacién. El proyecto que analizamos efectiia, en tal sentido, una enun- ciacién de las condiciones para ser jurado —arts. 10a 14@—"". b. Tipos de recusaciones disponibles A diferencia de lo que sucede con los sistemas tradicionales, en un juicio por jurados las partes cuentan con dos tipo de re- cusaciones: la recusacién podra ser con causa o sin causa (art. 32 del proyecto). De tal mode, tal como acontece en cualquier juicio tradicio- nal, las partes pueden intentar recusaciones con expresién de causa 0 con causa —desde luego, de manera ilimitada (art. 36)—, reguladas en el art. 34 del proyecto: “La recusacién con causa de un jurado podré hacerse, ade- més de las previstas en las leyes procesales de cada jurisdic- cién local para los jueces profesionales, por cualquiera de los siguientes fundamentos: a) Que no es elegible para actuar como tal. b) Que tiene parentesco de consanguinidad o afinidad den- tro del cuarto grado con el acusado, su abogado, el fiscal, con la persona que se alega agraviada o con aquella cuya denuncia motivé la causa. ©) Que tiene con el acusado o con la persona que se alega agraviada relaciones de tutor y pupilo, de abogado y cliente, de patrén y empleado, o de propietario e inquilino; que es parte contraria al acusado en una causa civil, o que lo ha acusado 0 ha sido acusado por él en un proceso criminal. 4) Que ha actuado en un jurado que ha juzgado a otra perso- na por los mismos hechos que motivan la acusacién, o ha per- (143) Por razones de brevedad, no se ahondaré al respecto. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 201 tenecido a otro jurado que juzgé la misma causa, 0 que tiene conocimiento personal de hechos esenciales en la causa. ©) Que no puede juzgarlacausacon completaimparcialidad”. Alaluz dela claridad de los parrafos transcriptos y dela fami- liaridad de este tipo de recusaciones frente a nuestros sistemas tradicionales evitaremos desarrollar demasiadas aclaraciones. S6lo nos limitaremos a observar que, amén de las causales de recusacién especificas regladas en los incs. “a” a “d” transcrip- tos, sera aconsejable tener muy presente la posibilidad abierta enunciada en el inc. “e”, que permite a las partes plantear una recusacién con causa por la sola existencia de un temor fundado de parcialidad. Esta opcién, que contempla para el caso de los jurados un mecanismo de recusacién similar al que el art, 58 del nuevo Cédigo prevé para el juez, es sumamente afortunada ya que permite el respeto de la garantia constitucional de impar- cialidad frente al caso, que no admite que el legislador brinde a las partes un catdlogo cerrado —numerus clausus— de opciones de recusacién. Alavez, larecusacién con causa de un jurado potencial debe- rd ser —obviamente— planteadaal juez y por él decidida (art. 38 del proyecto); esto es, el planteo —y su fundamentacién— se di- rigiré al juez, quien no se sentir “afectado” por la recusacién. Esta circunstancia, puede sostenerse, torna menos intrincado al planteo, que tendra mas chances de obtener favorable acogi- da —nétese la situacién de desventaja de quien debe plantear la recusacién al recusado, como ocurre en nuestros sistemas tradicionales)—, (144) La regulacién procesal de las causales de recusacién es, claramen- te, la regulacién de una garantfa constitucional: la garantia de imparcialidad del juzgador frente al caso concreto —art. 8.1 CADH—. Es una obviedad que la regulacién procesal de una norma constitucional no puede desvirtuarla. En armonfa con ello, el nuevo CPP contempla también a esta garantia en start. 8: “Los jueces deben actuar con imparcialidad en sus decisiones. Se debe garantizar la independencia de los jueces y jurados de toda externa y de los demas integrantes del Poder Judicial’, (145) Situacién que suele llevar a la habitual confusién del planteo con una especie de ataque a la honorabilidad del juez. 292 CRISTIAN PENNA, Por lo demés, de no hacerse lugar a una recusacién con causa la parte agraviada podré formular protesta para el recurso ante sentencia condenatoria (conforme al mismo art, 38). Nada obsta, empero, a que luego el litigante recuse sin causa a ese ciudadano. Una auténtica revolucién que el sistema introduce, fundamen- tal en miras a la conformacién de un jurado imparcial como veremos—, consiste en otorgar a las partes un ntimero limitado de recusaciones sin necesidad de expresin de causa o sin causa —conforme al art. 36 del proyecto, cada una de las partes ten- dra derecho a recusar sin causa a cuatro (4) jurados—; en efecto, cada parte podra recusar sin causa hasta a cuatro potenciales jurados"“®) que, a su criterio, resulten estratégicamente incon- venientes frente a su caso. Cuando un jurado sea recusado en funcién de esta modali- dad deberd ser excluido sin mas (art. 38) y de ningtin modo po- dr actuar en el juicio. Aqui nada hay que resolver, Semejante opcién, como es evidente, es inexistente en nues- tros sistemas procesales penales tradicionales y, en general, en los casos de juicios ante tribunales profesionales"", ¢. Interrogatorio a los potenciales jurados y decisién de las recusaciones Alos efectos de reunir la informacién necesaria para efectuar las referidas recusaciones (con o sin causa), en la audiencia de voir dire “las partes podran formular preguntas a los potenciales (146) Un tema aparte es el rebuscado proceso previsto para las ‘causa en caso de pluralidad de partes (art. 37 del proyecto): “En caso de existir multiplicidad de partes, acusadores y acusados procuraran actuar dle mutuo acuerdo para indicar los candidatos que recusan sin causa. De no mediar acuerdo, se decidiré por sorteo el orden en que las partes acusadoras, © acusadas pueden formular la recusacién. El juez garantizard que cada una de las partes pueda recusar sin causa al menos a dos (2) potenciales jurados, manteniendo siempre la misma cantidad de recusaciones sin causa entre acusacién y defensa’. No se ahondaré sobre el tema. (147) Nicona, “Seleccisin de jurados desde cero. cit, p. 6, (148) A diferencia de lo que sucede en los fueros civil y comercial, donde un litigante cuenta con una tinica posibilidad de recusar sin causa a un juez {art. 14 del Cédigo Procesal Civil y Comercial de la Nacién). 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 293 jurados sobre posibles circunstancias que pudieran afectar su imparcialidad” (art. 31 inc. “c” del proyecto), dest ue Hos contestaran bajo juramento de decir verdad (in No habiendo sido convocados estos ciudadanos por una u otra parte, claro esté, las preguntas sugestivas —prohibidas en un in- terrogatorio, pero propias de un contrainterrogatorio— deberan ser permitidas en todos los casos. Independientemente de que conforme al proyecto las iden- tidades de los potenciales jurados sorteados no se revelaré hasta siete dias antes de la audiencia de voir dire, si alguna de las partes asi lo solicita (art. 27 tiltimo parrafo), seguramente se preguntara el lector cémo podré evaluarse la necesidad de recusacién; pues bien, ello requiere cierto manejo de técnicas bastante sencillas que, de seguro, rapidamente iremos incorporando"™), Suele considerarse como una buena practica, en miras a la agilizacién de esta audiencia, que en forma previa''* las par- tes consensuen con el juez la confeccién de un formulario que incluya un listado de preguntas basicas y sencillas para que los candidatos completen a modo de declaracién jurada, evitan- do que los puntos alli interrogados sean sistematica e innece- sariamente repetidos luego, ahorrando un tiempo valioso"*) Ese formulario puede ser suministrado a los potenciales jura- dos momentos antes del comienzo de la audiencia de voir dire (149) En caso de detectar que una persona que finalmente terminé inte- grando el jurado mintié en esta audiencia sobre una circunstancia que se acredite como relevante, la parte agraviada podré pedir la nulidad del juicio —sélo en caso de condena, como luego veremos—, argumentando que su in- corporacién habria contaminado la deliberacién, (150) Por exceder los objetivos de este trabajo, que no esté pensado para constituirse en un manual de litigacién en juicio por jurados, no se ahondaré respecto de este tipo de técnicas. Para ahondar en técnicas y estrategias para llevar a cabo esta audiencia de voir dire se recomienda leer: Nicona, “Selec- cién de jurados desde cero... cit.; también Nicora, GUILLERMG cién e integracién del jurado’ en Juicio por jurados en la Ciudad Auténoma de Buenos Aires, cit,, ps. 151 a 174. (151) Una buena oportunidad para definirlo es la ya analizada audiencia preparatoria del juicio. (152) Pueden consultarse modelos de “Cuestionarios para agilizar la au- diencia de voir dire” en Hanrucn, El Jurado Clasico, Manual Modelo de Ins- trucciones al Jurado... cit., ps.223 0 238. 204. CRISTIAN PENNA, —aunque perfectamente también podria ser remitido junto ala convocatoria para asistir a esa audiencia, indicando que debe ser completado obligatoriamente y con informacién veridica—. Fl proyecto contempla expresamente esta posibilidad (inc. “b”) Datos que pueden resultar importantes para iniciar el pro- ceso de evaluacién de los candidatos tales como estado civil, edad, nivel educativo, profesién y ocupacién propia y de los in tegrantes de su grupo familiar, etcétera 5? — podran ser facil y rapidamente reunidos por esa sencilla via, para que durante la audiencia de voir dire las partes puedan ir directo al punto en- focdndose, desde el inicio, en los aspectos que consideren mas relevantes conforme a cada teoria del caso. Desde ya, no existe un tinico método a emplear en esta au- diencia. Sin embargo, puede ser titil seguir un esquema previa- mente definido que, apuntando a un objetivo concreto, comien- ce con preguntas generales dirigidas a la totalidad del panel haciendo foco, luego, en determinados candidatos concretos a través de preguntas individuales**", Para que pueda comprenderse la naturaleza y mecdnica de esta audiencia, antes de continuar debe advertirse que los liti- gantes no podran decidir quiénes quedaran dentro del jurado sino, por el contrario, quiénes no quedaran: los recusados. Des- de este punto de vista podriamos sostener que, a mayor rigor li- teral, mas que una “audiencia de seleccién” de jurados es una “audiencia de depuracién’. No se trata de una cuestién meramente semdntica, Lo adver- tido resulta esencial para que quede claro el objetivo de esta eta- (153) El tipo de informacién relevante dependerd, desde luego, de cada caso concreto y especificamente de las teorfas del caso de las partes. (154) Puede comenzarse efectuando preguntas generales tendientes identificar a quienes se encuentren en la posicién definida como perjudicial, para luego hacer foco en cada una de esas personas a través de preguntas individuales. Es aconsejable que las primeras preguntas individuales sean abiertas, dejando hablar al candidato para obtenerla mayor informacién po- sible; una vez. determinada su posicién perjudicial, pueden cerrarse las pre- guntas a los efectos de buscar motivos para fundar una recusacién con causa —conforme al art. 34 proyectado—, cuidando a las tinicas cuatro recusacio- nes sin causa disponibles. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 295 pa: el litigante no concurre a la audiencia de voir dire buscando allos jurados que le convienen sino que, desde el angulo inverso, concurre para expulsar a quienes puedan resultar perjudiciales para su teorfa del caso. En relacién a lo expuesto es oportuno subrayar que, para determinar si una persona puede resultarle potencialmente perjudicial, el litigante deberd conocer su posicién respecto de cuestiones centrales que tendran decisiva influencia en el caso concreto; conociendo adecuadamente su teorfa del caso —esto ¢s, “su caso” o “su estrategia’—advertird sin problemas qué po- sicién —prejuicios, creencias, compromisos ideolégicos, etcéte- ra('55)_ implicard ese riesgo", Un ejemplo: imaginemos el juicio por homicidio calificado a una mujer acusada de matar a su marido, de quien recibfa per- manentes y violentos maltratos; supongamos, también, que se debate si el hecho ocurrié en legitima defensa; la defensa enten- derd seguramente que deberd detectar y expulsar del jurado a todo el que tienda a minimizar la gravedad de la violencia de gé- nero ya que esas personas —pareceria— tenderdn a restarle im- portancia al entorno de violencia cotidiana vivido por la impu- tada y serd mas dificil que logren ver en el homicidio un acto de defensa; a contrario, la fiscalia podré entender que deberd hacer lo propio respecto de quien solo se enfocard en repudiar los ac- tos de violencia hacia la mujer y no podré evaluar frfamente lo que sucedié durante el hecho concreto, Podremos darnos cuenta que si cada parte hace bien su tra- bajo se habran eliminado las posiciones extremas —esto es, aquellas contundentemente desfavorables a una postura 0 a la (155) Recuérdese que todos los seres humanos traen consigo posiciones determinadas, sus propias subjetividades, marcadas por sus particulares vi- vencias, yes este sinceramiento de la condicién humana lo que permite a las, partes prepararse mejor para litigar en tal contexto, logrando un proceso de mayor calidad. (156) Nicons, “Seleccidn de jurados desde ceto..% cil, ps.3 «5, brinda una clara recopilacién —no taxativa— y explicacién de algunos factores de riesgo posibles, a saber: prejuicios; vinculos directos (o alta capacidad de empatia/ antipatfa) con los abogados, las partes, los testigos e, incluso, con los hechos del caso; alto poder de influencia en el resto; o, grave problema de persona- lidad o sociabilidad. 296, CRISTIAN PENNA, opuesta— y, en consecuencia, quedardn disponibles para inte- grar el jurado solo aquellas personas menos radicalizadas y, por lo tanto, en mejores condiciones de evaluar imparcialmente el caso. Es por ello que este proceso bilateral de recusacién tien de a consagrar, mejor que cualquier otro sistema conocido, la deseada imparcialidad del juzgador que —bien entendida— es imposible de separar del caso concreto: no puede hablarse vAli- damente de imparcialidad en abstracto, sino que esa imparcia- lidad solo puede ser determinada frente al caso concreto, y s6lo los litigantes de ese caso —titulares de las teorfas en disputa— estan en condiciones de determinar quiénes les infunden algin “temor de parcialidad’, d. Integracién final del jurado Finalizada la etapa de recusaciones, esto es, resueltas las re- cusaciones con causa que hubieren sido planteadas y materia- lizadas las recusaciones sin causa, se establecerd la integracién definitiva del panel de jurados, definiendo por sorteo entre los candidatos restantes alos doce titulares y alos dos suplentes que intervendran en el debate (art. 39 primer parrafo)"5. 19.3.2.3.3. Inicio del debate: las instrucciones iniciales A partir de aqui se podra proceder a la apertura del debate (art. 39 segundo parrafo del proyecto); los juradas prestardn ju- ramentol™ (art. 51) y el juez impartira sus primeras instruccio- nes al jurado!!®9, Las instrucciones impartidas en esta ocasién son muy sen- cillas: “inmediatamente después del juramento de ley, el juez (157) El panel, conforme a la ley bonaerense, “deberd quedar integrado, incluyendo los suplentes, por hombres y mujeres en partes iguales” (inc. 6). (158) El proyecto contempla la siguiente formula a tal efecto: “;Prometéis en vuestra calidad de jurados, en nombre del Pueblo, examinar y juzgar con imparcialidad y maxima atencién la causa, dando en su caso el veredicto se- ‘gin vuestro leal saber y entender, de acuerdo a la prueba producida y obser- vando la Constitucién de la Nacién y de la Provincia y las leyes vigentes?” a lo cual se responder con un “Si, prometo”; la referencia a las Constitucién de cada provincia se debe, desde luego, al cardcter de ley marco ya sefialado. (159) Puede verse un ejemplo de instrucciones iniciales en: hitp://wuu. juicioporjurados.org/2013/09/video-instrucciones-iniciales-del-juez. html. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 297 impartiré al jurado las instrucciones iniciales, describiéndoles cémo se desarrolla un juicio, qué es prueba y qué no lo es, por cuales delitos se juzga al acusado/a y los principios constitucio- nales fundamentales que deberan observar, especialmente el alcance del estandar probatorio de més allé de duda razonable. También les advertira que, al finalizar el debate, les impartiré instrucciones finales con la explicacién precisa de los delitos y de las cuestiones juridicas a resolver" (art. 52) 19,3.2.3.4. Protagonismo de las partes: produccién de prueba valegatos a. Alegatos de apertura Alcomenzar el juicio el jurado no conoce el caso, es un lienzo en blanco que ird describiendo formas y tomando color a través de la actividad de las partes en el proceso contradictorio. El alegato de apertura (art. 53 del proyecto), pues, es el mo- mento destinado a que cada litigante presente su caso al jurado, trazando de un modo sencillo el bosquejo de su teorfa del caso. En otras palabras, en este momento el litigante tendra la opor- tunidad de explicar con claridad su versin de los hechos con su correspondiente relevancia jurfdica, de efectuar una promesa de prueba y de sugerir una conclusién: veredicto de culpabilidad © no culpabilidad. Con ello se procuraré que los miembros del jurado aprecien la actividad probatoria desde el punto de vista sugerido; logrando eso, se arribard al veredicto buscado"™, b, Produccién de prueba Con la instauracién de un modelo procesal acusatorio y, pun- tualmente, con un sistema de jurados, se establecen —y no po- dia ser de otro modo— reglas que permiten el pleno ejercicio del principio contradictorio ya desarrollado. Esas nueva reglas implican un cambio de paradigma en lo relativo a la produccién y valoracién de la prueba, reflejado en (160) Para mayor profundidad: Hanrucn, “El juicio por jurados... cit, ps. 183 185y LoneNzo, LeTicts, Manual de litigacién, Ediciones Didot, Bue- nos Aites, 2012, ps, 161 a 168, 298. CRISTIAN PENNA, los recaudos legales adoptados para que el jurado no tome con- tacto con otros elementos mas que con las pruebas producidas durante el juicio (art. 62 a 64 del proyecto), en la concepcién de la prueba como perteneciente a alguna de las partes —nunca al tribunal— y, fundamentalmente, en la regulacién expresa, es- pecifica y diferenciada del modo en que debe llevarse a cabo un interrogatorio y un contrainterrogatorio a testigos y peritos EI nuevo Cédigo ha eliminado Ia antigua prohibicién de realizar preguntas sugestivas durante el contrainterrogatorio (art. 264 CPP) y una regulacién equivalente contempla el pro- yecto de ley de juicio por jurados en su art, 55 sobre Examen de testigos y peritos. Elart.264 regulaestaactividad en los siguientes términos"™: “Los testigos y peritos, luego de prestar juramento, serdn in- terrogados por las partes, comenzando por aquella que offre: la prueba. No se podra autorizar un nuevo interrogatorio después del contraexamen, salvo si fuera indispensable por considerar in- formacién novedosa que no hubiera sido consultada en el exa- men directo. En el examen directo no se admitirn preguntas sugestivas 0 indicativas salvo que se autorice el tratamiento para el testigo hostil. Enel contraexamen las partes podran confrontar al te: perito con sus propios dichos 0 con otras versiones. igoo En ningtin caso se admitiran preguntas engaiiosas, repetiti- vas, ambiguas 0 destinadas a coaccionar al testigo o perito. Las partes podran objetar las preguntas inadmisibles indi- cando el motivo. Los jueces haran lugar de inmediato al planteo (161) Con otras palabras, el proyecto de ley de jurados contempla una regulacién similar. Contando en el CPP con una norma de la calidad de la transcripta, la necesidad de regulacién especifica de la misma cuestién en la ley de jurados se justifica por tratarse de una “ley marco’ Lo cierto es que ambos textos resultan congruentes y se complementan: por ejemplo, el CPP contempla expresamente el interrogatorio al testigo hostil, cosa que no hace el proyecto de ley de jurados. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 299 fuere manifiesto el exceso o decidirdn luego la réplica de la contraparte. Los jueces no podran formular preguntas. Los testigos y peritos que, por algtin motivo grave y dificil de superar, no pudieren comparecer a declarar a la audiencia del juicio, podran hacerlo a través de videoconferencia o a tra- vés de cualquier otro medio tecnolégico apto para su examen y contraexamen”. He allf una clara diferenciacién de estos dos momentos opuestos: el interrogatorio de una parte a su testigo y el contra- interrogatorio de la contraparte a ese mismo testigo. Mientras a primera busca introducir al juicio informacién favorable a su teoria del caso —valiéndose tinicamente de preguntas abiertas y cerradas, salvo el caso del testigo hostil—, la segunda busca “traer ala luz la parte de la informacién que el testigo oculté, la que false6, la que brindé parcialmente o la que tergivers6” —y ello sdlo puede lograrse a través de preguntas sugestivas—. Constituye una parte indispensable de este disefo la regu- lacidn de las objeciones y sus réplicas (arts. 264 parr. 6° CPP y 57 del proyecto de ley de juicio por jurados) y del modo en que puede confrontarse a un testigo con sus declaraciones previas para demostrar o superar contradicciones para ayudar su me- moria (art, 58 del proyecto), a saber: “Cuando sea necesario para demostrar o superar contradicciones o fuere indispensable para ayudar la memoria del testigo o perito, podra ser confrontado con las declaraciones previas prestadas. Se consideraré decla- racién previa cualquier manifestacién dada con anterioridad al juicio, pero nunca podran ser presentadas ni valoradas en el jui- cio como prueba’, Finalmente, ese cambio de paradigma se completa con la prohibicién expresa a jueces y jurados de formular preguntas a testigos —art. 60 del proyecto, en consonancia con la equivalen- e prohibicién a jueces del art, 264 parr. 7° CPP— No ahondaremos en honor a la brevedad, considerando que este trabajo se propone —simplemente— esbozar lineamientos (162) Harruct, “El uicio por jurados..\ ct, p. 188 300 CRISTIAN PENNA, generales para la comprensién del funcionamiento de un siste- ma de juicio por jurados como el consagrado por el proyecto de ley en estudio que, como dijimos, seria afortunado se constitu- yera en la ley especial a la que el nuevo Cédigo remite; solo es pertinente sugerir al lector perfeccionarse en las técnicas de liti- gio en procesos acusatorios —litigacién adversarial—, profundi- zando los puntos escuetamente resefiados*”, c. Alegatos finales Para este momento el jurado ya conoce el caso, el lienzo que estaba en blanco al momento de los alegatos de apertura ya cuenta con un dibujo definido y coloreado en funcién del juego contradictorio levado a cabo durante la actividad probatoria de las partes, Resta al litigante efectuar una tiltima intervencién: el alegato final (arts, 268 CPP y 67 del proyecto citado). Deberd explicar con claridad al jurado por qué su versién de los hechos ha sido probada —en cumplimiento de la promesa de prueba inicial— y por lo tanto debe ser considerada veridica, sugiriendo la conclusién consecuente: veredicto de culpabilidad ono culpabilidad"*, 19,3.2.3.5. Cierre del debate: las instrucciones finales Finalizado el juego contradictorio, en forma previa a la deli beracién, corresponderé al juez brindar al jurado las instruccio- nes finales correspondientes (arts, 7°, 8°, 9° y 68 del proyecto de ley de jurados). Deberd hacerlo, desde luego, en términos claros y sencillos de modo que puedan ser facilmente comprendidas por cualquier ciudadano!™, (163) Para mayor profundidad: Hanruc, “El juicio por jurados... cit, Ps. 186 a 198 y LORENZO. cit., ps. 170 a 239. (164) Para mayor profundidad sobre el modo de estructurar un alegato fi- nal: LORENZO, il, ps. 241 #244, Por razones cle brevedad, no se abordaré la posibilidad y consecuencias de emplear acusaciones alternativas. (165) Hanruci, “El juicio por jurados,." cit, p. 201, aclara que “el arte de impartir instrucciones es una combinacién de tres factores: claridad del len- guaje, correccién juridica y un tiempo promedio de entre 20 y 40 minutos 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 301 a. Estructura de las instrucciones finales Las instrucciones finales deberin abordar los siguientes puntos (arts. 69 a 70 del proyecto de ley marco)": {) Explicacién de la funcién del jurado, esto es: valorar la prueba, determinar los hechos, acatar las instrucciones del juez sobre el derecho y, finalmente, rendir un veredicto aplicando el derecho a los hechos probados. ii) Qué es prueba y qué no lo es: se explicard al jurado que s6lo es prueba valida la que ha sido producida en el juicio y que no podré valorarse nada por fuera de ella. Instrucciones sobre derechos y garantias constitucionales (también aborda el punto el art. 8° inc. “b” proyectado), basiea mente: estado juridico de inocencia, derecho a no declarar, in dubio pro reo y onus probandi. iv) Valoracién de la prueba, esto es: intima conviccién, valo- racién de credibilidad, diferencias entre pruebas directas y cir- cunstanciales, etcétera. v) Explicacién del derecho sustantivo aplicable (también aborda el punto el art. 7° proyectado), basicamente: elementos del delito imputado, defensas, delitos menores incluidos''*) y propuestas de veredicto. vi) Instruccién admonitoria: decidir el veredicto es respon- sabilidad exclusiva del jurado, que no debe recibir la mas mini- ‘ma influencia del jucz o de cualquier otra persona. El art. 9 del proyecto de ley contempla expresamente en este sentido que: “EL jurado es independiente, soberano e indiscutiblemente respon- sable por su veredicto, libre de cualquier amenaza del juez, del Gobierno o de las partes por sus decisiones. La regla del secreto de las deliberaciones y la forma inmotivada de su veredicto les aseguran a los jurados la mas amplia libertad de discusién y de (166) Idem,, ps. 200 a 249. Puede accederse a videos sobre instrucciones reales en: /tip://www.juicioporjurados.org/2012/10/guia-de-instrucciones- del-juez-al-jurado.himl (167) Por brevedad, no se tratard el modo de litigar acudiendo a instrue- ciones sobre delitos menores incluidos y su relacién con las acus temnativas, 302 CRISTIAN PENNA, decisién, sin estar sujetos a penalidad alguna por sus veredictos, a menos que aparezca que lo hicieron contra su conciencia, 0 que fueron corrompidos por via de cohecho. El contenido tex- tual de este articulo formar parte obligatoria de las instruccio- nes del juez al jurado”. vii) Reglas para la deliberacién: eleccién de un “portavoz” —o presidente—, mayorfas necesarias para arribar a un vere- dicto —esto es, la exigencia de unanimidad contemplada por los arts. 81 y 86, entre otros, del proyecto—, prohibicién de comentar el caso con terceros, etcétera; También deberd explicarse c6mo, debe ser completado el formulario, conteniendo las propuestas de veredicto de las partes. Por respeto a la independencia y soberanfa del jurado, para evitar cualquier tipo de influencias indebidas: “El juez no podra efectuar en las instrucciones, bajo pena de nulidad, un resu- men del caso, ni valoraciones o alegaciones sobre los hechos, las pruebas o la credibilidad de las declaraciones recibidas durante el juicio”; por lo mismo: “Ni el juez nilas partes podran plantear- le al jurado interrogantes de ninguna clase para que éste delibe- re sobre ellos o los responda. Toda clase de veredicto especial 0 veredicto general con interrogatorios esta prohibida en materia penal. La violacién de esta prohibicién acarreard la nulidad del acto” (art. 70). b. Elaboracién de las instrucciones y de las propuestas de veredicto Losjueces, en todos los paises del mundo, se valen de modelos estindar de instrucciones previamente confeccionados deno- minados “manuales de instrucciones” ™, Sin dudas, la comuni- dad juridica argentina se ir encargando de confeccionarlos") (168) Por ejemplo, puede accederse al Manual de instrucciones de Puer- to Rico (consultado el 9/1/2015) en: http://wwu.ramajudicial.pr/sistema/su- premo/manual-instrucciones-al-jurado-mayo-2006,pdf. (169) Dentro del ambito argentino, puede consultarse el Manual de ins- trucciones al jurado elaborado por el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP) y la Asociacién Argentina de Juicio por Jurados (AAJ), publicado en Harruct, El Jurado Clasico. Manual Modelo de Instrucciones al Jurado... ci., ps. 23 4 189. También, prepardndose para 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 303, Es pertinente aclarar, sin embargo, que si bien este tipo de manuales tienen una enorme utilidad en tanto servirn de base para la elaboracién de las instrucciones a impartir en cada caso concreto —contribuyendo, incluso, a lograr cierta estandariza- cidn para la interpretacién de los conceptos jurfdicos—, jamas podran ser vinculantes para los jueces quienes siempre ten- dran la palabra final en funcién del principio de independencia interna. Para la definicién de esas instrucciones y de las propuestas de veredicto en el caso conereto, el art. 68 del proyecto de ley especial de jurados expone el procedimiento a seguir: “Una vez clausurado el debate, el juez.invitard a los jurados a retirarse de la sala y celebraré una audiencia con los aboga- dos de las partes a fin de que presenten sus propuestas para la elaboracién de las instrucciones y sus propuestas de veredicto redactadas en un lenguaje claro y sencillo. Las partes planteardn en ese momento sus objeciones reci- procas. Tras escuchar a las partes, el juez decidir en forma de- finitiva cudles serdn las instrucciones a impartir a los jurados y confeccionara el o los formularios con las distintas propuestas de veredicto respecto de cada imputado. Este formulario debe- 14 obligatoriamente ser utilizado por el jurado. Las partes dejarn constancia de sus disidencias u oposicio- nes, exponiendo claramente sus motivos para el caso de impug- nacién de la sentencia. Los abogados podran anticipar antes del juicio sus propuestas de instrucciones y de veredicto, presen- téndolas por escrito, entregando copia al juez y los abogados de las demés partes. Esta audiencia sera registrada integramente en taquigrafia o audio y/o video, bajo pena de nulidad”. De tal modo, las instrucciones finales serdn el producto de un intenso debate entre las partes, de gran tenor jurfdico —y por lo tanto esta es otra etapa que cada litigante deberd afrontar es- tratégicamente—. Aqui se discutird, entonces, el modo en que el la instauracién del sistema de jurados bonaerense, el Colegio de Magistra- dos y Funcionarios de la Provincia de Buenos Aires ha elaborado y publi- cado un manual de estas caracteristicas: Manual de instrucciones ai jurado, Ley 14.543, Hammurabi, Buenos Aires, 2014. 304 CRISTIAN PENNA, juez explicaré al jurado cada uno de los puntos que integraran las instrucciones —resefiados parrafos atras— y se confeccio- nar el formulario con las opciones de veredictos posibles; esas definiciones tendran un peso critico respecto del veredicto fi- nal —por ejemplo, un veredicto por delito tentado 0 consumado dependerd del modo en que el juez explique al jurado cual es el momento consumativo del tipo penal imputado— Cada parte efectuara sus propuestas de instrucciones y el juez tomard la decisi6n final —pudiendo las partes dejar cons- tancia de sus disidencias u oposiciones para el caso de impug- nacién de la sentencia—. Tras sefialar que el juez escucha a las partes, pero el contenido final de las instrucciones lo decide él, Harfuch reflexiona: “Es el perfecto ejemplo grafico de la relacién juez-jurado. El juicio por jurados es un modo de colaboracién entre el Pueblo y la justicia profesional... la autoridad del juez para imponer una pena deriva integramente del veredicto del jurado, Pero, a su vez, la autoridad de dicho veredicto la obtiene el jurado de las instrucciones precisas del juez profesional sobre cémo se aplica la ley a los hechos del caso concreto” El debate descripto se repetird si durante la deliberacién los integrantes del jurado tuviesen dudas sobre el aleance de las ins- trucciones; en tal caso, lo haran saber al juez por escrito quien deberd reunir nuevamente a las partes en audiencia y, una vez definida la aclaracién pertinente, convocaré al jurado para su lectura. Lo mismo sucederd si, una vez que el jurado se ha re- tirado a deliberar, el juez considera pertinente corregir alguna instruccién errdnea o brindar explicaciones adicionales (arts. 75 y 76 del proyecto). Para finalizar, es pertinente enfatizar un fragmento —ya transcripto— del art. 68 en tanto abre una interesante posibi- lidad: “los abogados podrén anticipar antes del juicio sus pro- puestas de instrucciones y de veredicto, presentandolas por escrito, entregando copia al juez y los abogados de las demas partes’. Este mecanismo tiene como objetivo agilizar el proceso yes deseable su adopcién. (170) Hanrucn, “El juicko por jurados..: cit, p. 200 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 305 Es oportuno senalar aqui que, en los paises con experiencia en este tipo de practicas, la definicidn de las instrucciones suele levarse a cabo del siguiente modo: (a) las partes suministran, antes del inicio del juicio, sus propuestas de instrucciones por escrito al juez; (b) luego de analizarlas y contrastarlas, el juez retine a las partes en una o més audiencias —de cardcter infor- mal— alos efectos de senalar las coincidencias, para irlogrando definiciones respecto de los puntos donde no existan discrepan- cias; (c)finalmente, una vez clausurado el debate, se lleva a cabo a audiencia formal de elaboracién de las instrucciones, en la que se debaten los puntos controvertidos, quedando constancia de esas discusiones en los registros pertinentes —como vimos, esta audiencia deberd quedar registrada en taquigraffa, audio y/o video permitiendo un adecuado control recursivo—. Una practica como la descripta permite que durante la au- diencia final y formal de discusién de las instrucciones puedan debatirse en profundidad los puntos donde existan discrepan- cias, sin perder tiempo en el andlisis de aquellos puntos en que exista conformidad entre los intervinientes. 19,3.2.3.6. La decision del jurado: deliberacién y veredicto resultante Habiendo apreciado la totalidad de la prueba producida, es- cuchado a las partes y recibido las instrucciones del juez, el ju- rado estard ya en condiciones de pasar a deliberar y asf debera hacerlo, en sesién secreta y continua de la que tinicamente par- ticipardn la totalidad de sus miembros titulares —el ingreso de cualquier otra persona al recinto de deliberacién podré acarrear lanulidad del eventual veredicto—, La votacién también sera secreta. Una vez en el recinto aislado comenzardn a deliberar; el 7° del proyecto establece, precisamente, que “el jurado de- art (171) Al retirarse a deliberar seran acompaftados por un “Oficial de cus- todia” asignado por el juez, quien deberd prestar juramento especial para el cumplimiento de sus funciones; este “oficial” custodiaré, sin ingresar al re- into de deliberacién, que nadie ajeno al jurado ingrese a este recinto, ni que un jurado se retire (arts. 72,y 73 del proyecto de ley). 306 CRISTIAN PENNA, libera sobre la prueba y determina la culpabilidad 0 no culpa- bilidad, o la no culpabilidad por razén de inimputabilidad del acusado en relacién al hecho 0 los hechos y al delito o grado del mismo por el cual éste debe responder”. Esto es, cada miembro —con su propia historia de vida— ex- pondra sus inquietudes, puntos de vista, observaciones y con- clusiones en relacién a la prueba producida y debatird con los restantes hasta alcanzar los consensos necesarios para arribar a una decision unanime sobre los delitos imputadas (art. 79). A los efectos de lograr un debate arduo y auténtico, el proyecto de ley establece que ninguna deliberacién durard menos de dos horas (art. 77 segundo parrafo) Es evidente que el sistema asegura una real y fuerte delibe- racién plural, garante de una decisién de superior calidad); la intima conviccién de cada jurado debera confrontarse con las intimas convicciones de los otros once integrantes, es decir, deberd ser debatida y consensuada conforme a la unanimidad exigida para arribar al veredicto —esto es, por unanimidad de- berdn dar por admitida una sola propuesta de veredicto—, en lo que constituye un proceso de objetivacién de las subjetividades individuales. Para arribar a una decisién valida: “El jurado admitira una sola de las propuestas de veredicto por el voto undnime de sus doce (12) integrantes. La sesi6n terminara cuando se consiga un veredicto...” (art. 86)". El texto proyectado aclara que “El jura- do rinde su veredicto segiin su leal saber y entender, de acuerdo ala prueba exclusivamente producida en el juicio y sin expresion de los motivos de su decisién” (art. 8° ine. De tal modo, “el veredicto declarard al acusado ‘no culpable’, ‘no culpable por razén de inimputabilidad’ o ‘culpable’, sin nin- (172) La deliberacién es précticamente inexistente en el sistema tradicio- nal argentino. (173) De no arribarse a la unanimidad exigida, el jurado se declarard “es- tancado” (arts. 87 y 88 del proyecto). En tal caso se disolverd al jurado y podré realizarse —a requerimiento del fiscal— un nuevo juicio ante otro jurado. No ahondaremos en el tema; s6lo es pertinente dejar asentado que la experien- cia empirica demuestra que esta situacién es sumamente excepcional, ron- dando apenas el 2% de los cas 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 307 gtin tipo de aclaracién o aditamento...” y para su consignacién el jurado contard con “un formulario de veredicto por cada hecho y por cada acusada” (art. 81 del proyecto) Para pronunciarlo deberd darse cumplimiento al proce- dimiento contemplado por el art. 80 del proyecto: “Una vez pre- sentes en la sala de audiencias todas las partes y la totalidad del jurado, el juez le preguntard en voz alta al portavoz del jurado si han llegado a un veredicto. En caso afirmativo, le ordenaré que lolea en vozalta’, Alli finalizaré la intervencién de los jurados. 19.3.2.3. de cesura’ Consecuencias del veredicto: absolucién 0 “audiencia Un veredicto de “no culpabilidad” dara por finalizada la persecucién penal debiendo el juez declarar la absolucién del acusado: “si el veredicto del jurado fuere de no culpabilidad, dictaré de inmediato y oralmente la absolucién del acusado a que se refiera, ordenando, en su caso, la inmediata libertad, de todo lo cual quedara constancia en el registro" (art. 91 ing i) Ese veredicto “..ser4 obligatorio para el juez y hard cosa juz- gada material, concluyendo definitiva e irrevocablemente el procedimiento y la persecucién penal en contra del acusado” (art. 89). Si, en cambio, el veredicto fuera de “culpabilidad’, se levard a cabo una audiencia de cesura obligatoria con la exclusiva in- tervencién del juez, a los efectos de determinar las consecuen- cias de dicho veredicto, esto es, para debatir la pena correspon- diente®”. En este caso, “el debate continuaré en la fecha de una nueva convocatoria no superior a los 10 dfas que fijard el juez, con la recepcién de la prueba que se hubiere ofrecido para indi- vidualizar la pena... Terminada la recepcién de prueba, el juez escuchard los alegatos finales de las partes, pero los mismos se limitardn a fundar las consecuencias juridicas del veredicto del colegio de jurados” (art. 91 ine. “b") (174) Sil veredicto fuera de “no culpabilidad por razones de inimputabi- lidad” también se llevard a cabo esta audiencia, pero para debatir la medida de seguridad y correccién. 308 CRISTIAN PENNA, 19,3.2.3.8. Etapa recursiva a. Fin de la bilateralidad recursiva Tras establecer que el veredicto de “no culpabilidad” “hara cosa juzgada material, concluyendo definitiva e irrevocable- mente el procedimiento y la persecucién penal en contra del acusado”, la redaccidn contemplada por el art. 89 del proyecto de ley especial de juicio por jurados contintia estableciendo que “contra el veredicto de no culpabilidad y la sentencia absolutoria correspondiente, no se admite recurso alguno y que tampoco se admitird recurso alguno contra la sentencia absolutoria dictada por el juez ante un jurado estancado” 9), El proyecto busca poner fin, de esta manera, a la tan aiieja como inconstitucional bilateralidad recursiva que la herencia inquisitiva hispdnica ha arraigado en la Argentina”, En los sistemas acusatorios —propios de un Estado consti- tucional, republicano y democratico de derecho— el recurso es concebido como una garantia del acusado para minimizar las posibilidades de arbitrariedad”? y, por lo tanto, solo él puede ejercerlo —incluso, por imperio de otra garantfa constitucional: el ne bis in idem, que prohibe al Estado someter a una persona mas de una vez al riesgo de recibir una condena por un mismo hecho'"**/—, Desde un angulo completamente dispar, en un sis- tema inquisitivo —propio de un estado autoritario de derecho— el recurso deriva del derecho del rey a retomar la jurisdiccién (175) Sobre *jurado estancado’ ver nota N° 173. (176) Para los casos de juicio por jurados, entonces, la ley especial regu- latoria de estos procesos dejarfa de lado a las reglas del nuevo CPP que con- fieren —para casos de juicios ante tribunales profesionales— legitimidad re- cursiva a la acusacién. Como se vera, esto no solo es propio de los paises del common law, en Argentina las provincias de Neuquén, Buenos Aires y Rio ‘Negro ya han puesto fin a la bilateralidad recursiva, Porlo demés, debe recor- darse que la imposibilidad fiscal para recurrir atafie a la determinacién del veredicto y la consecuente sentencia, pero puede recurrir perfectamente las, decisiones sobre admisibilidad de prueba en forma oportuna y sin vulnerar el ne bis in idem conforme lo ya seftalado en relacién al art. 26 proyectado. (17) Conforme arts. 8.2. CADH y 14.5 PIDCyP, (178) Arts. 84 CADH y 14.7 PIDCyP. También, art, 5° del nuevo CPP. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 309 delegada en el funcionario —Inquisidor—, pudiendo hacerlo ante cualquier tipo de pronunciamiento —he aqui el origen de la atavica “bilateralidad’—. Es tristemente evidente que —al menos en materia judicial y pese al esfuerzo rupturista de los Constituyentes— a Argentina le cuesta cortar, de una vez por todas, los siniestros lazos que Ia unen a la tradici6n inquisitiva heredada cuando atin era una colonia espanola; he aqui, pues, otra ventaja del jurado, herra- mienta fundamental para cortar esa nefasta tradicién'"™. b. Recurso amplio de la defensa Como veremos, se mantiene incélume la amplitud recursiva de la defensa contra la sentencia condenatoria derivada de un veredicto de culpabilidad que en cuanto al fondo conceptual y a las materias de agravio, no difiere en absoluto con el recurso tra- dicional con jueces profesionales, sino que las diferencias radican en la metodologia para litigarlo™), Elveredicto, en tanto conviccién subjetiva imposible de audi- tar, esirrecurrible —sostener lo contrario seria antinatural*)—, pero puede cuestionarse su validez de entenderse que estuvo vi- ciado por cualquiera de los motivos de agravio que comtinmente dan lugar a un recurso de casacién. En breve retomaremos el tema de las diferencias en la meto- dologia de litigacién recursiva, pero es pertinente adelantar que en el sentido expuesto el ine. “a” del art. 8 proyectado aclara que “as instrucciones del juez al jurado, el requerimiento de acusa- cidn del imputado y el registro integro y obligatorio del juicio en taquigratia, audio y/o video constituyen plena y suficiente base para el control de la decisién”. (179) Mater, Derecho Procesal Penal, .1, cit, ps. 632 4 647 y 705 a7 (180) Hanrucu, “El juicio por jurados... cit, ps. 307 y 308 (181) Tampoco puede auditarse la subjetividad del juzgador profesional. El recurso de casacién que se apoya en los fundamentos manifestados por escrito s6lo permite una ficcién de revisién de la conviccién subjetiva y su. éxito depende mas de la capacidad argumentativa del juez —y/o sus colabo- radores— que de la calidad de esa decisién. 310 CRISTIAN PENNA, c. Derecho al recurso y veredicto inmotivado Sin pretensién de ahondar aqui en un tema tan extenso como el del derecho al recurso frente al veredicto inmotivado del ju- rado'), habiendo ya efectuado algtin andlisis al respecto en el punto en que evaluamos al cuestionamiento al jurado clasico que se apoyaba —precisamente— en la creencia de que la in- motivacién de su veredicto impediria la satisfaccién del “doble conforme” “, es pertinente dejar a salvo que la revisién amplia exigida por los arts. 8.2. CADH y 14.5 PIDCyP —y por los fallos “Herrera Ulloa” de la Corte Interamericana de Derechos Huma- nos y “Casal” de la Corte Suprema nacional“ es perfecta- mente plausible ante un juicio de este tipo. Ya se habfa sefialado que la amplitud requerida para la satis- faccién del derecho al “doble conforme’ no implica, en si misma, la necesidad de realizacién de un nuevo juicio, sino antes bien —yal menos en principio— el derecho a demostrar la necesidad de su realizacién —reenvio—, a través de una via recursiva am- plia, cuando la sentencia condenatoria no pueda ser confirmada como intachable"*), Aclarado ello, es pertinente sintetizar las principales posibi- lidades revisoras que —en favor del acusado— suelen existir en los sistemas de juicios por jurados, y que en el caso del proyecto de ley especial que tratamos estan enumeradas en el art. 93: “Sern aplicables las reglas generales de la impugnacién de las sentencias condenatorias o las que impongan una medida de seguridad que prevé el Cédigo Procesal Penal de cada juris- diccién local. Sin embargo, constituiran motives especificos para su interposicién: a) La inobservancia o errénea aplicacién de las reglas referi- dasa la constitucién y recusacién del jurado y a la capacidad de sus miembros; (182) Para ello: HarrUcn, “El juieio por jurados... cit, ps. 302 (183) Ver punto 19.2.2.2.1. del presente trabajo. (184) Yaci (185) Ver punto 19.2.2.2.1,, puntushmente, nota al pie N° 55. El reenvio debe ser la consecuencia natural del recurso exitoso, salvo casos de arbitra- riedad notoria y evidente injusticia en la condena. 360. ados. 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 3uL b) La arbitrariedad de la decisién que rechace o admita me- didas de prueba, de modo que se hubiera cercenado el derecho de defensa en juicio y condicionado la decisién del jurado; ©) Cuando se hubieran cuestionado las instrucciones brin- dadas al jurado y se entendiera que éstas pudieron condicionar su decision; 4) Cuando la sentencia condenatoria o la que impone una medida de seguridad se derive de un veredicto del jurado que sea arbitrario 0 que se apartare manifiestamente de la prueba producida en el debate. ©) Sélo a pedido del acusado, el tribunal revisor correspon- diente de cada jurisdiccién local puede dejar sin efecto cual- quier sentencia condenatoria o que impone una medida de se- guridad derivada del veredicto del jurado y ordenar un nuevo juicio si el interés de la justicia asf lo requiere”. En lo atinente al respeto de las reglas procesales (incs. “a” y “b") y ala aplicacidn del derecho sustantivo (ine. “c”), pues, el ejercicio recursivo no varia demasiado; practicamente no exis- ten diferencias en el primer caso y en el segundo sélo cambia la base de apoyo de eventuales cuestionamientos: en lugar de reposar en la sentencia, el control se apoyard en el registro del debate de las instrucciones y en las instrucciones escritas. Y, desde el punto de vista de la revisién de las cuestiones facticas y probatorias (inc. “d”), asi como de cualquier eventual circunstancia relacionada a la justicia del veredicto (inc. “e"), la inmotivacién exige al tribunal controlador valorar directamente —cuando sea necesario y alegado— la prueba producida duran- te el juicio —a través de los registros taquigraficos, de audio y/o video— e incluso, eventualmente, producir nueva prueba"); de allila afirmacién anterior de que, esencialmente, las diferencias (186) Notese la diferencia con lo que suele suceder con los recurs tra sentencias de jueces profesionales, que se limitan a la mera revision de os fundamentos escritos —que dependen de la capacidad argumentativa del juez— y las actas del debate —que jamés reflejan fielmente la realidad— o, a lo sumo, de las constancias del expediente —que no superaron el debido contradictorio en audiencia piiblica y no reflejan lo sucedido en el juicio, al que preceden— 312 CRISTIAN PENNA, del recurso no radican tanto en el fondo conceptual y materias de agravio, sino antes bien en la metodologia para litigarlo. Esta manera de concebir al recurso, cabe aclarar, enaltece su funcién de filtro contra posibles arbitrariedades. Asi lo advertia con formidable claridad Binder en referencia a la doctrina “He- rrera Ulloa’: “Es simplemente que las partes van a ira litigar con las con- diciones del litigio, con las restricciones del litigio y con los limites del litigio... Nada mas que no estardn limitadas en los medios que puedan utilizar para convencer que la decisién es errénea y esto, esta amplitud, esté siempre vinculada a que es un fallo de nulidad. Es un fallo que dird ‘si, me convencieron © me dejaron a mila duda de que este fallo puede ser erréneo: vayan y hdganlo de nuevo’ Vinculado estrechamente, directamente, ineludiblemen- te, al reenvio —como yo creo que hay que interpretar Herrera Ulloa...— no veo cual serfa la dificultad que esto mismo se pu- diera hacer respecto de los jurados. Al contrario, justamente el peso que habia antes en la motivacién ahora cae, porque uno puede saltarse la motivacién e ir a mostrar que la valoracién que se hizo es errénea o, por lo menos, ir a generar dudas en el tribunal que controla’”, 19.4, BREVES PALABRAS FINALES Esun hecho tan real como lamentable el que, durante mas de 160 afios transcurridos desde la sancién de la Constitucién Na- cional, la Nacién Argentina jamas conté con un disefto procesal penal respetuoso de sus principios rectores. Desde este punto de vista la sancién del nuevo Cédigo Procesal Penal constituye un alentador hecho histérico. Sin embargo, de momento no se ha producido una adecua- cidn total del proceso penal a los estandares constitucionales: el (187) Conferencia durante el XXII Congreso Nacional de Derecho Proce- sal, Mendoza, 22 al 24 de septiembre de 2005. Video sobre la intervencién disponible en: http://wwusjuicioporjurados.org/2012/06/video-imperdible- conferencia-de-binder htm! (desde 17.35 hasta 18.40). 19. EL JUICIO POR JURADOS ¥ LA REFORMA PROCESAL 313, modelo acusatorio es una realidad legislativa, pero resta la ins- tauracién del sistema de enjuiciamiento a él inherente a través dela sancién de la “ley especial de juicio por jurados” que —afor- tunadamente— el nuevo ordenamiento procesal penal exige. La sancién de esa ley no admite dilaciones. Durante las dis- cusiones inherentes a su gestacin resurgirdn inevitablemente los hist6ricos cuestionamientos fatidicos y falaces de los oposi- tores al sistema, quienes sin dudas intentardn reducir al jura- do a su minima expresidn si advierten que no pueden evitar su implementacién. Pero no debe sancionarse una ley “de compromiso” que im- plemente un sistema de jurados perezoso o virtualmente ino- perante; tan prolongada deuda amerita ser saldada mediante la adopcién de un disefio ejemplar, que reconozca la doble faceta del sistema como garantfa individual y derecho politico dela ciu- dadania, respete la soberan‘a, independencia e imparcialidad del jurado, permita que la prueba se produzca integramente en un juicio verdaderamente oral, piiblico, continuo y contradicto- rio, y garantice deliberaciones abiertas y libres de interferencias externas que la contaminen, permitiendo alcanzar decisiones de calidad que concilien la piiblica confianza con la equidad de las sentencias. Ningtin sistema de juicio por jurados es perfecto. Ningtin sis- tema humano lo es. Pero el jurado de tipo clasico es el sistema de enjuiciamiento natural de un proceso acusatorio, es el modelo que inspiré alos Constituyentes de 1853 y es, también, el institu- to que sienta las bases para el respeto de los principios politicos que inspiran a la Constitucién Nacional. La Argentina se encuentra —pues— a un paso de contar, por primera vezen su historia, con un sistema de enjuiciamiento fiel al mandato de su Constitucién politica. Ya dio el primer paso para ello con la aprobacién del nuevo Cédigo Procesal Penal de corte acusatorio; resta la sancién de la “ley especial de juicio por jurados” a la que aquél remite.

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