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Mi ueta: RAG OLIVER DICKINSON Tuo gin: Te Aegean Bee Age : Universidad de Durham LA EDAD DEL BRONCE EGEA Reservas todas os derechos. De acuerdo Wo ispesto en 1 ar. 77h gel Cio Penal, penn ser castgados eon pers «mula y rvacin de iberad quienes yeproduzceno pazien. | entodo on pate, una obra tera aitien vcetih ala “+ engualgnestip de Sopot sin la precepiva etoizacin Traduccién: Pedro L6pex Barja de Quiroga (© Cambridge tniersiy Press, 1994 © fakesones Aka S.A. 200, pra todos tos paises de habla spans ‘Sector Festa 28760 Ties Cantos Madi - Espa Tel 91 906 19 Fax: 91 80440 25 + . ISDN: 8¢-460.1199-9 me Depést legal: M: 169-2000 Suiliie lngeoro en MatorPria. Colinas Viejo (Masri) gs como Creta y el Peloponeso. La distribucién de los asenta- gatos la conocemios de forma todavia muy desigual y su naturale. €4 ain motivo de debate; la mayor parte de fos datos proceden de 4 Facimientos amplios, que abarcan varios periodos, mas que de los {gorta duracidn, identificados en mimero cada vez mayor gracias a pintensivas campatias de prospecciGn CAPITULO 4 POBLAMIENTO Y ECONOMIA COSECHAS ¥ PLANTAS. | Aligual que en el Neoltco, os asentamientos de la EE eultivaban Bers clases de cercales y legumes, con el mismo fin probablemen- Seaue antes, esto es, ef de aminorar los riesgos de un mal ap, La infor- “mucin que tenemes acerca de algunos yacimientes sugiee un predomi “nip dela cebacla, pero el trigo est may difundido y en 10s textos del InTRODUCCION “feign domina la variedad emmer, sin doda por las mismas razones que “ues (pp. 50-51), pero también se han encontrado muestas formadas 4 te por trigo de pan. La tnica especie nueva que aparece ahora ‘ese mio, pero sslo en unos pocos lugares, principalmente en la Grecia ‘sgpensional;probablemente no llegs a convertrse en un aimento bisi- asan esencialmente en la 4 “oa as sociedaesprendusiss se basa senate on oe ar Ee eso dea BB del Ego, sabe firma ae | expletacin de ea ayo que eet Primo Oriente com | smpordne, porque las sociedades del Egeo, 2 10 largo de Ia historia, tempat ero ta, yr sant a reper wr pabtacisn ctamet plicada en alguna forma de manta oe a detamente pcada en alga fore Spo poco pebble que Ia pesca heya poido consti ae ey pra ningun aeertumero porate alsa ia Ssh tr) bho eta epee 8 ro aia sin dejar elo de aja tai ines ee sastores especializados, segin lo] ofc solo a Heme Fan Tos pstresexpeciaizads, Seg ta a tern iter, 1980 38). Slo os esp indica oro gargs, una cs, un pale o agua listas mantenidos Po ten dedicarse ane completo 8s ing tsuneo po haber sid a rad como at So ds os entao n es u in Sten if nes nt eo ros Tay talyeztavieran también propiedaes, como a menudo steed 9 er aparecen en los textos como propietaries de terra y veel ume aed TED del geo, tos das que feneos aca Me ella no son en modo alguno abundantes. Se han publicado ain | oe ee ee fe rests de animales y plantas que pava el Nectticn. eto andiis son partcuarmenteesesos en Teglones muy HPO. | fas, pero quiz se usara so como forraje para animales, TEI paeipl cambio ena agricul de EB fe la itroduccion “ela borcultura, en la que los palacios estaban, evidentemente, inte- ‘eaades. Los signos que mis tarde se usaron para aceitunas, aceite e ‘higos ya aparecen en una tablilla de Festos que debe de pertenecer al «pesado de los Primeros Palacios, y en los textos en lineal B de Cno- 448 Pilos se mencionan grandes huertos y vifiedos, asf como cl puro de higos, aceitunas, aceite y vino. Como vimos en el capitulo 2, *elotivo la higuera y la vita son autdctonos en Grecia, peso la histo “wees, ya clisica, elaborada por Renfrew (1972, eap. 15) afirma que “gael BA se establecieron en el Egeo variantes domesticadas de todas | tatus especies, y como quiera que no entraban en competicién con _ agas cultivos por el uso de la tierra, permitieron que se inerementa‘a “Tuproduccion y por tanto que aparecieran productos para inteream- + hus. y asi se convirtieron en uno de los principales impulsos para el “dsarolto cultural y 1a prosperidad. En fecha reciente, los argumentos empleados en apoyo de esta teo sin an sido criticados en detalle (Hansen, 1988). y es verdad que el 2 “a mente relevantes es verosimil que és nuimero de indicios que muestran una fecha temprana para estos culti- ‘os-es escso, especialmente part el olivo, asi como que reposa sobre bases 1 veces poco sélidas, Es evidente, sin embargo, qbe hacer 65 tuna «revolucién de los productos derivados» casi tan impo como la primera domesticacién de animales y plantas (Sherrat, A. G., 1981). Consistieron en et paso de Ia explotacién de animales, para obiener fundamentalmente came, a su erfa, pata una produecién intensiva de leche y lana y para tener animales de ti. El nuevo esti- lo de ganaderia impticaba que un niimera mucho mayor de animales sobreviviria hasta una edad relativamente avanzada; muchos machos, en concreto, sobrevivian como bueyes castrados para el yago 0 como cameros castrados para la produccién de lana. Si “mibargo, cl problema es de dificil solucién, pues no es ficil distin~ fuir sos restos dseos de las excavaciones constituyen un reflejo de {ales précticas o més bien son parte de la dieta cérnica de tos pobla- dores, y no podemos excluir la posibilidad de que se adoptaran modelos complejos, como el sugerido para Nicoria, donde tal vez se criaran ovejas para [ana, pero cabras para obtener carne (Mancz, 1989: 210), Desde Iuego, en varios lugares, incluyendo Lema y Argissa, los animales se siguieron sacrificando regularmente a una edad temprana durante toda la ER (eft. Halstead, 1987a: 80). S6lo en Mirtos, donde la muestra no es muy amplia, y en el Meneleo, segtin Jo publicado (Catling, 1977: 27), se ha identificado el uso de «pro- ductos derivados», mientras que en Tirinto, el ganado vacuno, las ovejas y las cabras se sacrificaban con frecuencia a tna edad relati- vvamente madura, por lo que parece probable que se les diera un uso mito (Von den Driesch y Boessneck, 1990: 96-98), Los textos dan un apoyo més sélido en favor de una explotacion intensiva de estos «productos derivados». Bn los textos en lineal Ano parece demostratse demasiado interés por el ganado, excepto en Hagia Triada, que tal vez fuese un centro de produccién lanera, pero {os textos en Tineal B de Cnosos desde luego indican que se eriaban ovejas para lana a una escala muy amplia (unas cien mil ovejas apa- recen mencionadas s6lo en Creta central). Los rebatios de Pilos se registraron de una manera diferente, pero eran de considerable tama- fio, y también alli, al igual que en Cnosos, habfa una importante industria textil que probablemente haria uso de su lana; abundantes cantidades de lana también se mencionan en Micenas y cantidades ‘mas pequefias en Tebas. También se alude a otras clases de ganado, pero rara vex en grandes cantidades, aunque casi dos mil cabras y ‘més de quinientos cerdos aparecen en una seric de textos de Pilos, jjunto con s6lo ocho vacas (Ventris y Chadwick, 1973: 198). Los tex- {os de Cnosos tambien se refieren a cabras y a cerdos, pero rara vez 4 vacas; también se mencionan parejas de bueyes, generalmente en pequetio mimero, incluyendo cuatro parejas con nombre propio en Chosos (WVentris y Chadwick, 1973: 208-213). Sin embargo, no es verosfiil que ni fos textos ni el nimero relativamtente bajo de huesos de ganado vacuno, en Nicoria, sean un adecuado reflejo de la reali- dad: el vacuno esté muy bien tepresentado en Titinto y los registros fiscales de Pilos, que muestran que esperaban rezibir 234 pieles cada ailo procedentes del territorio bajo su control, presuponen la existen cia de manadas de cierta importancia, Las parejas de bueyes podian utilizarse para arastrar el aredo © bien una carreta, pero nada de esto lo tenemos ben atestiguado en el ‘material arqueolégico. Se conoce un modelo de carro procedente de Paleocastro, y aungue se ha dicho que la orografia griega no cra apro- piada para vehiculos con ruedas, éstos eran el mejor medio para tras- ladar Jos enormes bloques de piedra y madera necesarios para diver sas elases de construcciones, como en la Grecia posterior Unis figurillas que representan varias yuntas de bueyes, y que es razonable asociar al arado, han aparecido en Tsungiza, datidas en «Lemna Ill» (Pullen, 1992); pero un raro tipo de figurilla micénica que muestra a lun hombre concluciendo un tinico buey (French, 1971: 165-166) pro- bablemente se refers no tanto al arado cuanto a conduc den animal al sacrificio, lo cual de paso sirve para recordamos que los ani- males tambien pda erase con props notre Los lisa. 208 de Tsungiza sugieten que tal vez Halstead sea demasiado pesi- mista al suponer que las yuntas eran raras incluso en las explotaciones de Jos palacios (198 1a: 330-332; cfr. 1987: 82). Los arados parece que eran muy prmitvos: fos nics fragmentos conordos de a rej de arado en bronce, procedentes de los tesorillos tardios de Atenas y AntedGn, son probibemente de tipo chip ineigo pout hhaberse hecho con metal reutilizado (Catling, 1964: 81-82 y 298). El caballo pudo utilizarse para tirar del arado en Grecia (Aschen: brenner, 1972: 57), pero es més probable que tanto et caballo como el burro se emplearan principalmente como animales de carga al rncipio y luego para montarios yn el caso de los caballo, para ar carros, tal y como lo sugiiren las representaciones figuradas (desde el principio de los Segundos Palacios en adelante) y los textos en lineal B; unas pocas figurillas de caballo con jinete indican que el caballo se montaba desde finales del micénico. For lo general, ni el burro ni el caballo aparecen en las muestras éseas, probablemente porque su carne no se comia ni se uilizaban sus pieles, pero tos depd- sitos del micénico tardio en Tirinto contienen huesos de équidos en cantidades relativamente abundantes, incluyende algunos de mulas (Von den Driesch y Boessneck, 1990: 93, tab. 5, 102-103 y 141-143), Probablemente llegaron a Grecia por distintas rutas, El burro tue domesticado por primera vez en el Proximo Oriente y aparece en el Egeo en Lemna Ill; hallazgos aproximadamente coetineos en Troya sugieren que Hegé al Egeo a través de Anatolia, Aunque los hllaz 0S, excepto en Tirinto, son escasos, es una suposicidn razonable la de que los Burros y mulas, para entonces, se habfan convertide en ani- males habituales de carga y de monta. 1 caballo, que al parecer fue domesticado por primera vez en las cestepas russ (Renlrevs, 1989: 202), aparece en contextos del BA en Macedonia (Ridley y Wardle, 1979: 229), pero no més al sur antes del BM, aungue alpwnins huesos de! HA TIl de Lema y Tirinto podrian per- tene:er2 vaballos y no a busros, De caballo, los primers huesos indu- dlables, al parecer de una raza con el tamafo del poney, proceden de contexios del HM en Argissa, Nicoria y Lema, de los cuales solo el de [Nicoria pertenece sin dula tna fase temprana, Hay algunos indicios ten e: material micénico de una raza de caballos de mayor tama, pero Ja mayoria son alin de pequeno tamafio. Para esta época, el caballo parece asociado exclusivamente a la aristocracia y es posible que los Febaiios los mantavieran los palacios con el tinico fin le obtener pare- js para los carros. Sin embargo, esta asociacisn con el carro naci6 ‘mucho después de la primera aparicisn del caballo en el Egeo, a la que e debemos retirar sin paliativos las impactantes connotaciones «indo- eurcpeas» de antano; de hecho, no es probable que su introduccién tuviera consecuencias sociales ni econsmicas apreciables, Sin duda hubo otros animales domésticos. Los restos de perros son bastante frecuentes y los datos procedentes del continente indi- can que a menudo se coma su carne, pero el gato esté poco atesti- ‘guado y no es seguro que se trate de una especie doméstica (Morgan, 1983: 42); es posible que se introdujera desde Egipto. Se ha dicho que en algunos sellos minoicos aparecen gansos domésticos (véase Morgan, 1988: 64), pero no contamos con restos ds¢0s fiables como tamaoco en lo relativo a patos © palomas damésticos, y los hallaz {208 de huesos de pollo son muy probablemente producto de intru- siones moderaas (vase recienterente Von den Driesch y Boess- neck, 1990; 114-116). Por siltimo, contamos con pruebas tangibles de Ia domesticaci6n de la abeja, que abundaria en esta vegetacién meciterrénea, gracias a una probable colmena hallada en Akrotiri (Doumas, 1983: 119, Fig. 19) y a las referencias a ta miel y quiza tampién a apicultores literalmente: hombres de a miel) en textos en lineal B (Chadwick, 1976: 124 y 126). Dentro de este capitulo podemos también incluir la informaci6n {que tenemos sobre animales salvajes, puesto que incluye. la caza dcliscrada en busca de comida, pieles y cuero, asf como el control de los depredadores y otras eriaturas que amenazatan las cosechas. En Pilos apurecen mencionados cazadores profesionales, pero no es Yerosimil que haya sido una actividad econsmicamente significat va, Las muestras de huesos procedentes del continente inclayen un rndruero importante de huesos de animales salvajes, aunque const tuyen una plequeiia proporeién del total. Como ya vimos en el cap 68 ‘Saoirse tulo 2, la fauna era originariamente més variada en la Grecia conti- ental, donde sus habitats naturales se verian menos agredidos que cn las islas, De hecho, la desaparicién de los bosques favoreci6 al ciervo, que prefiere los lugares abiertos. Sin duda, el ciervo, y espe- cialmente el ciervo rojo, se cazaba habitualmente desde finales de ta EB, al jgual que el jabalf salvaje y, en menor cantidad, lo liebre y el zorro. La demanda del jabalf salvaje debi6 de incrementarse desde el momento en que el easco chapado con colmillos de jabali se convir- 1i6 en un artefacto de prestigio, Se ha calculado que seria necesarios entre treinta y setenta y cinco pares de colmillos para un tntico casco (Morgan, 1988: 112), Por gitimo, como ya hemos sefalado, la pesca la tenemos mis atestiguada en las representaciones artisticas que en hallazgos concretos; esto quiz4 se deba en buena medida a Jos méto- «los utlizados para la recogida del material y quizé también a que-no hhemos encontrado las zones donde se elaboraba et pescado captura- «do, pero en cualquier caso no es prudent concluir que la pesca fuese tuna actividad econdmica importante en ninguno de los asentamien- 10s conocidos, LOS ASENTAMIENTOS ¥ SU ESTRUCTURA SOCIAL En general se acepta que todos los yacimientos locafizados eran asentamientos agricolas y por esta raz6n se extraen ciertas conclusio- nes cuando se hallan enclavados en tierra de poca calidad (por ejem- plo, Sandars, 1978: 77), Se trata de una hipotesis de trabcjo razona- ble, pero conviene que tengamos en cuemta también otras posibilidades, sobre todo cuando los yacimientos se encuentran en Jugares poco apropiados para la agricultura (de hecho, sélo diez de Jos yacimientos mesenios del HR estan en zonas de poca calidad de Ta tierra; cfr. McDonald y Rapp, 1972: 182, tabla [1-1). Con otras posibilidades me reficro a fugares ritales y puestos de guardia, que 6gicamemte deben de presentar rasgos especiales en su forma o en 4os restos alli encontrados, y los campamentos estacionales 0 tempo- rales de los eazadores, los lefadores y los artesanos que tal vez pre- firiesen trabajar donde hubiese combustible abundante, tales como los alfareros y herreros (para posibles campamentos de hemer0s en el {erritorio de Pilos, véase Chadwick, 1976: 141}, y los pastores, que ‘eran probablemente los mas numerosos de todos, El tamafio del grupo representado en cada yacimiento es otto fac- tor de considerable importancia para su interpretacién como asenta- miento agricola, En general, la argumentacién desarrotlada en los, capitulos precedentes indica que los asentamientos de tamiio medio se concentrarian, al igual que en et Neolitico, en el cultive de cerea- 5 6 ies y de legumbres (que requieren gran cantidad de mano de obra $i © caltivan a cierta escala), junto con algunos vegetales y en el cul- Sado de una modesta cabafia ganadera, mientras que la agriculture Ge huerto, fa explotacién intensiva del ganado para obtener a © Tumba cicoler (© ose ut crus Asentamiens # Genin 2 Posie ganja oriented gun © Tersenitivatie Fig. 4.4. Distribucién de los yacimientos en el valle del Hagiofara CContiene informacién proporcionada por el Dr. T. Whitelaw. | | | centenares de personas. Mucho més frecuentes serian las aldeas pe- quefias, con menos de diez casas, y en algunas areas habrfa enclaves ain més pequeios, como granjas aistadas 0 campamextos estacionales de pastores. Estos ikimos podrian ser, en algunos casos, satéites de tuna aldea central, pero ni siquiera a los niicleos de mayor tamaio hay rarones para atribuirles el control sobre amplios tertitorios. En las, Cicladas, la impresién general que obtenemos de los escasos restos de asentamientos y del tamaio de los cementerios es no sSlo que la mayo- rin de los aseniamientos del B.A eran de pequetio tamsfio, sino aclemas, de corta vida; algunos cementerios contienen material de fases distin- tas, pero esto puede indicar un uso renovado mas que continuado. Hals- tead ha sugerido que un modelo disperso de asentamientos muy peque- jos amplia las posibilidades y las opciones de subsistercia (1987a: 82), y desde luego alguna explicacién requiere lo que parece ser un moxle- io may difundido, que podemos rastrear también en algunas partes de la regiGn helddica, especialmente en Eubea, a comienzas de la EB. Mas. tarde aparecen algunos indicios de concentracién en nicleos mayores: algunos de los cementerios de «Siros» son extensos. particularmente Calandriani, y yacimientos como Hagia Irini, Grotta, el monte Kintos, Bscarcos (Catling, 1987: 49) y el enclave fortificado de Kasi (Fig. 4.5) paarecen de hecho aldeas de diversos tamaiios. En otras sla, sin embar- 0, esta concentracién s6lo aparece tras la fase oscura que marca el definitivo final de fa cultura del CA. En adelante, en diversas islas s6l0 podemos identificar una dnica comunidad importante, aunque habia afl CDS pp |) ee = dj Bebe v0 i Fig. 4.16. Plano de Akrotii on el CR I. Con permiso del Prof, C. Doumas 4.17. Plano de Hagia Irini durante tos Segundos Palacios. Con permiso de los Drs. R. LN. Barber y E. Schofield ¥ por las dispersas estructuras de alguna entidad en Vasiliki (eft, Pend. lebury, 1939: 101, y los planos mencionados anteriorniente, p. 72), sus cedificios debian de parecerse a las casas mis modestas de las cludades, x Pitgos, por su parte, parece una ciudad en miniatura. Tanto aqui como en Kalatiana nos encontramos con un edificio que resalta en importan- cia sobre los dems, lo que indica que ef modelo que venvos en muchas ‘cudades se repetia jgualmente en las aldeas més grandes, ry yee an Mh alceas en to que se refiere a sus respectivas actividades, los 88 No debe hacerse una distincién demasiado rigida entre ciudades y a mayoria de residentes en Jas ciudades probablemente posefan tierra y la traba- ‘Lim, 4.1. La wciudad de Hegada» en el freseo miniatursta de la Akrotiri. Con permiso de la Facultad de Clisicas, Universidad de Cambridge, yel Dr. L. Morgan. aban, incluidos aquellos que eran artesanos especializados, sacerdotes ‘administradores, pero seria la presencia de estas personas 10 que con- ‘emia alas ciudades en «lugares centrales» y hacia que los mercaderes tas sisitaran o se establecieran en ells, Tal vez sirviesen también como ceniros religiosos 0 ceremoniales, pero los enclaves religioxos mis Jmponantes de Creta parece que debemos situarlos en el campoo en Jos elacios (véase el cap. 8), De paso, la presencia de numerosos enclaves tcligiosos en la Creta oriental, que, segiin una interpretacion verosimil, ‘endian las necesidades de las comunidades locales (Peatfiell, 1983: 274), contradive fa idea de que huibiera escasa poblacin raral en ‘esa zona en el MM (Driessen y MacGillivray, 1989: 101-102) ‘Las prospecciones indican que el poblamiento se extendié por Creta en los Segundos Palacios, hasta el punto de que, en algunas z0nas, ¢s posible que toda la tierra agricola de cierta calidad se hallt- se ocupada (Warren, 1984a; Fig. 4.20); las terrazas y los diques de Psira (French, 1991: 76) indican que se intentaba aprovechar la tie * a al maximo. Se han identificado muchos lugares pequeios que edemos concebir como granjas aisladas, al igual que sucede en el Dogecaneso, que ahora formaba parte de Ia zona cultural minoica (Melas. 1985 y 1988b). Hay indicios de un modelo semejante en Tera cfr. Fig. 4.21 para una granja identificada en Ftelos), oer0 no ‘ea Melos ni en Keos. También son espectficas de Creta, y muy abun- \S 89 som PSEIRA 1991 Fig. 4.19, Plano de Psira durante los Segundos Palacios. Con permiso del Prof, P,P, Betancourt dantes sobre todo en el este (Driessen y MacGillivray, 1989: 103- 104), los edificios de gran tama, las Tlamadas «villas» (Cadogan, 1976, cap. 11; Hood, 1983), pero la idea de aislamiento implicita en 100 — erm te Fig. 4.20. El poblamiiento dela costa meridional de Creta al sur de los mon: tes Lasiz, durante Jos Segundos Palacios. Con permiso de los Profs. P. M. Warren y R, Hage. Los circilos representan un terrtorio de | km de radio, 1) Konidros (4 asen- tamientos aqui). 2) Ano Vianos: Ligaras. 3) Ano Vianos: Galana Karakia, 44) Monte Keraton. 5) Amiras: Koroi, 6) Hagios Vasilios. 7) Trokaloi oeste 8) Trokaloi este. 9) Arvi, 10) Kalam: Paflangos. 11) Kalam: Psari Forada, 12) Gdokia (ubicacién aproximada). 13) Minos: Pisgos. 14) Santuario de Kato Simi. 15) Selakanen, términos como «villa» 0 «casa de campo» tal vez sea inadecuada, a Ia vista de los erecientes indicios de asentamientos asociados, como cn Pirgos (cfr. Zois, en Higg y Marinatos, 1987: 46, sobre Niru Khani; Tzedakis et al,, 1989: 63, n. 61). Tampoco esta claro que todas estas «villas» reuniesen las fonciones residenciales junto con las de centro de administracin, almacenamiento y cezemionias, pero las excavaciones han proporcionado informacién acerca de algunas de estas funciones, en la forma de una arquitecttra y unos frescos de gran calidad, conjuntos de habitaciones ceremoniales, tablillas en lineal A y gros de selios y una considerable capacidad de almace. ‘namiento. Su importancia a nivel local se ve reforzada por su ubica- ign con buenas vistas sobre un amplio terviterio y de modo que resultasen claramente visibles, lo cual les asemeja a los santuarios de tas cimas de las montafas. Aparte de su capacidad de almacenamiento, podemos citar también ‘tras pruebas del papel importantisismo desempefiado por estas evils» en ia agricultura intensiva que se practicaba en sus proximidades. Se han of YAK mus de comrsén Cie AuMacEN/ESTABLO | Fig. 421, Plano de una granja en Fielos, Tera. Con permiso del Dr. R. LN. Barber y Prof. C, Doumas. escubierto prensas de vino y de aceite en Vazipetro, también una prea: sade vino en un edificio cerca de Zakro, y en Pirgos aparecis una tabli- Ja que menciona cierta cantidad de vino. Estas informaciones pueden relacionarse con el interés de los auministradores por el vino, el aceite y Jas aceitunas, asf como también los cereales, demostrado por sus ideo: ‘arumas, aparecidos en textos en lineal A por toda Creta (Palaima, 1987: 2 304-305), Las eiudades, que ahora alcanzan su fase mis desarollada tal vez tuviesen una «clase alta» de propietarios de terras, con similares intereses. Se han Jocalizado prensas en Paleocastro (Driessen y MacGi Iivray, 1989: 106) y en grandes cantidades en Zakro, donde s* ha suge- sido que el palacio tal verse abasteiera desde Tas casas de tas cindades ‘Chuyssoulaki y Platon, 1987: 84), euidaloso anliss Hlevado 4 cabo por Weingarten sobre os sumeros0s sells hallados en enclaves importantes (1986b. 1988, 1989 1991) fis reunido valiosos indicios de Ia existencia de una red de con- tacts entre estos thimos, que vienen a complementar la in‘ormacién aque tenemos sobre la distribucién de Ta cerdmica de calidad y de rei famienios arquitecténicos del MR IB. En muchos casos, estos sellos parece que st hallaban en la envoltura de algunos documentes redacte ths probablemente sobre cueto o pergamino, mientras que otros iban tunidos a contenedores o representaban las raciones autorizads para los mensajeros en sus desplazamientos. Uno de los lugares donde han apa- recido en abundancia, la casa A en Zakro, tal vez fuese como una of ina de advanas que controlase el movimiento de mereane‘as entre el puerto y el interior, un grupo atin mis numerosos de sellos procede de fh avill de Hagia Tifada, que probablemente se habia eonvertido en clcentro administrative de la Mesara (La Rosa, en Shas y Shaw, 185; 47-50). Fl estilo caractefstico de un tallista de Zakro (et «Maesio de Zakroo: Weingarten, 1986a) nos permite identficar sells fabricados fen Zakro que aparecieron en Hagia Triads, Cnosos, Katsambas y Ia Silla de Eselavokambos al oeste de Tilisos; otros sellos, fabricidos probablemente en Cnosos en anillos de oro, han uparecide en Hagia Friada, Zakro, Esclavokambos, Tilisos y Guria (Fig. 4.22), Estos indicios sugieren que habia intercambios regulares y segu- rosa varios niveles en el interior de Creta (Weingarten, 1991) y pode- mos uilizarlos para argumentar que todos estos enclaves s> hallaban sometidos a una tnica administracién, aunque el contenido de los documentos asi transmitides de un lugar a otros permanece dréstie mente desconocido para nosotros y podria también referirse a nego ‘Gaciones, contratos, ete, entre diversas administraciones. Las mar- ‘adas diferencias entre Io que podemos entrever en Hagia Triada (ala aque parece asemejarse To que sabemos de La Canes), aingue sus SEllos encuentran pocos paralelos en otros lugares, y Zakro, qe pre~ Senta algunas analogias con Cnosos, podemos explicarlas partiendo de sus diferentes funciones como micleos de poblacién. Los meda- ones sellados, y a menudo también inscritos, se emplean en buena medida de a misma manera en todos estos sitios (Hallager, 1988). No hay, sin embaryo, una gliptica comparable fuera de Creta, aunque se han descubierto tablilas en lines! Aen Hagia Trini Cambiés un meda- in) y Filakopi 4 93 aes Fig 423, Yacimientos importantes del HM-HR TB en la Grecia continental Los indicios de fortificaciones que hemos sefialado antes sugieten | ‘un ambiente: no siempre pacifico en el Egeo, ni siquiera en este perfodo © de prosperidad. Una potencial amenaza pado haber sido el creciente poder de los centros de la Grecia continental (esto es, Micenas. Pilos y Peristeria; Fig. 4.23), que destacan precisamente por aquello de lo que caarecen, en comparacién con las ciudades de las isas. No tay ningdin indicio de una evoluci6n hacia una disposicién sobre el plano de tipo rbanio ni de edificios monumentales, ni tampoco hay rastros de un uso aadministrativo de los sellos 0 de la escritura, La nueva ofigarquia del continente se caracteriza sobre todo por sus ricos enterrarrientos: sus % casas tl ver. fesen algo mis labora que la media (algunas conte ‘Yacimientos importantes del periodo Palacial en Creta. nian frescos sencillos) y tuviesen modestas instalaciones para almace- namiento (eft: Kilian, 1987b: 33, sobre Tirinto y Kakovatos), pero no ly nada semejante a las «villas» eretenses o las grandes casas urbanas de Tas Cieladas. Las fuentes de su riqueza estin atin por determinar, al igual que carecemos de una explicacién para el espectacular incremen (en el intercambio de articulos de valor. No hay razones para atribuir estos cambios a una intensificacién de las priticas agricolas y el posi ble increncotey demogrifico sugeride por fa reocupacién de algunas regiones interiones al nordeste del Peloponeso (Wright ct, 1990: 641) axin no se ha demostrado que fuese general BI importante horizonte de destruccién en Creta al final de los Segundos Palacios se vio seguido de un perfodo de decadencia, Aungue sabemos que en diversas ciudades se mantavo la ocupacién e incluso en algunas, tas un paréntesis,continuaron las tareas eilcias a gran esca- Ta, hay indicios del declive, por ejemplo, en la incapacided para mante- ner et sistema de drenaje en Paleocastro. Los textos en lineal B de Cno- sos dejan claro que los centros locales desempefaban un papel importante en la acministracién det estado pobemado desde alli, que parece haber controlado 0 al menos ejercido fuerte iniluencia sobre buena parte de la Creta central y occidental, aunque Ia relacin entre Ja Creta occidental y la central no esta del todo clara (Bennet, 1987: 310) Combinando la informacisn textual y la arqueoldgica, sabemos que entre estos centros locales se contabann Tilises, La Canea y Hagia ‘Tria- da, que podria equivaler a la Da-Wo de los textos, mientras que Kon ‘ms era un puerto importante al sur de Creta (Shaw, 1986). Las wvillas», in embargo, parecen haber desaparecide como tales, al igual que algu- nas ciudades y muchos de los asentamientos pequerios, aunque ain se mantenfa una dispersiOn considerable de enclaves grandes y pequeiios. Los textos nos proparcionan preciosos atisbos de la economia en esta fase tiltima de Tos palacios en Cnosos. Queda claro que e] paste- rco de ovejas con el fin de obtener lana era una actividad fundamen- tal; en muchas regiones se reunfan grandes rebaiios y se ha calculado «que para alimentarlos se requerirfa entre un cuarto y un tercio de toda ‘extensién de Creta (Bennet, 1987: 309). Ademis, un clevado nimero de nuyjeres participaba en Ia elaboracigin de tejidos, supues- ymente a partir de esta lana, y se les entregaban raciones en Chosos y en otros centros, Muy probablemente no slo producfan para las hnecesidacles intemnas del estado, sino también para la exportacidn, Como ya lo seffalamios antes, se mencionan también en las tablillas diferentes clases de drboles y vinedos, junto con grandes cantidades de aceite de oliva, vino y tigo; un juego de tablilas menciona diver: sas cantidades de trigo (en ocasiones, junto con otros productos) fentregadas por los habitantes de varios distritos: es verosimil que se trate de registros fiseales, aunque la cantidad indicada en Da-Wo es 96 lan grande que quiza represente ta cosecha entera de ka Mesara (Chadwick, 1976: 117-118). Claramente, la economia palacial se habia vuelto més intensiva; quizd se prest6 mayor atencion a la pro= ‘duccidn de lana y textiles y parece que hubo cambios radicales en las précticas de archivo (Palaima, 1987: 305). Fuera cual ese la causa de la destuccién final del palacio de Cho- 40s, sus consectencias fueron menos devastadoras pava el resto de Creta de lo que solfa creerse. En particular, cada vez esta mas claro que La Canea sobrevivie como centro palacial importante y que continad utii- zando linea} B. Su influencia puede percibirse en la amplia difusion de su carateristica cerdmica, en la vinculacin con Creta cecidental de las connnipresentes jarras de estribo para almacenar, segtin pareve, aceite de oliva (aunque también podrian proceder de algtin otro enclave de Occi- denie) y en Ja distribucién de asentamientos importantes. junto con Pequefios satdites alrededor de La Canea, Jo cul es ndicio de una flo- reciente economia rural (Moody, 1983: 302; Lukermann y Moody, 1985); se ha localizado incluso una posible «villa» (Catling, 1979: 42). Ls pruebas de que el periodo de prosperidad ain no kabia acabade pue- den aducirse también para otras partes de Creta. Hasta cierto punto, las traliciones minoicas se mantuvieron aunque Ja economia doméstica «staba cambiando (Hayden, 1987); el asentamiento en Kefala Kondra ‘varda cierto parecido con una manzana de casas y con Mirtos (Kanta, 1980: 114-115), y el asentamiento postpalacial de Kari se parece, en su estructura, muglio ms a una ciudad tradicional que a nada micénico, Hay otros indicios de que Creta no perdié completamente su personali dad en esta época, de modo que etiquetarla como umicénica» es inco- recio, aunque perdiese su posiciGn de predominio cultural en el Egeo. La informacién disponible sobre poblamiento en otras islas egeas ‘noes abundante y aunque podemos identificar nuevos asentamientos «en apariencia de buen tamaiio, poco potemos decir de la mayorfa de éllos salvo que suelen situarse en posiciones facilmente defendibles y ‘que a veces se amurallaron a finales de los Terceros Palacios. Hagia Trini decliné répidamente, pero Filskopi parece haberse mantenido ‘como ciudad, aunque al final otro enclave importante surgi al sur de Melos, Aparentemente, el modelo general, con la poblacién coneen- ‘wada en umos pocos asentamientos importantes, se mantuvo porque las prospecciones no han logrado detectar enclaves pequefios. Los Terce- 0s Palacios estin representados en e] Dodecaneso principalmente en “los cementerios, cuyo niimero, tamato y riqueza relativa debe indicar {a existencia de varios asentamientos importantes, especialmente en Rodas, pero en conjunto la informacién procedente de las isla, excep- to Creta, es muy insatisfactoria. En la Grecia continental, sin embargo, es claro qte en los Terceros ___ Palacios se produjo la mayor expansidn, en téeminos de poblamiento, ie 7 de toda Ia EB (Fig. 4.24). Las prospecciones indican la creacion de muchos asentamientos nuevos, cuyo tamafio oscila entre probables alleas y granjas. Es posible que ambas fuesen satéites de comunidades ms grandes, pero las relaciones entre los enclaves no han sido objeto de exoesiva atencign (eft. Fig. 4.60). Semejante expansién, comparable ‘la que tuvo lugaren «Lemna IIb» (HA II) en el continente y alos Segun-- {dos Palacios en fa region minoica, indica un ineremento de poblacisn ¥ tun deseo de explotar mayor cant de tierra (eft. Van Andel y Runnels, 1987; 315), tanto para mantener a esa poblacidn creciente come para rrejorar las economias de los estados afectados, Es probable, en efecto, que el surgimiento de economias palaciales en el continente esté vincu- Fg, 4.24. Distibucin de yacimientos en el continente en ef HR ILA2-IIB. Jado a esta expansién, aunque ni las circunstancias de este surgimiento ni Ia naturaleza del vineulo estén suficientemente claros. La presencia de textos en lineal B y de sellos con inscripciones indica que surgieron economias palaciales en la Argélide en toro a Micenas (a la que es probable que Tirinto estuviera subardinada, al ‘menos durante parte del perfodo), en Mesenia en tomo a Pilos, yen Beocia en tomo a Tebas, [a cual tal vez controlara también buena parte de Eubea. Podemos conjeturar la existencia de otras economia palaciales, como en Oredimenos (a la que tal vez estuviera ligada Gla) yen Atenas, pero seria precipitado suponer gue todo el mando migé- nico estaba organizado de la misma manera. Al contrario, prineipados ‘menos organizados, semejantes a sus predecesores del micénico tem- prano, es posible que abundaran en muchas regiones. Ni siguiera en esta fase floreciente de la cultura micénica es sen- cillo analizar la naturaleza de Tos asentamientos, ante Ia susencia de ‘excavaciones suficientemente amplias. Tsungiza merece una men- ‘in por tratarse de un caso raro de excavacion de un asentamiiento uy pequefo, consistente s6lo en dos conjuntos de estructuras (Wright er al, 1990: 635). Ni siquiera los enclaves «grandes» abar- can mds de unas pocas hectéreas en la mayoria de los casos: una de las cifras mas elevadas son fas 8 ha de Tirinto, aungue sila Cadmea cetera de Tebas estaba edifieada abarcaria unas 30 ha. Y un asenta- ‘miento con un trazado regular de las calles cerca de Gla es posible ue fuera ain mayor, aunque apenas se han publicado detalles sobte 41 (Kienast, 1987; eft. también Kilian, 1988a: 133). Solo de modo esporidico tenemos pruebas de un trazado de calles que divida los bloques de estructuras y que cuente con sistemas de drenaje, como en las ciudades egeas. Asi en la ciudadela de Micenas, los drenajes esta- ban unidos a edificios concretos (lakovidis, 1983; 67-68), y en otras partes fos bloques de estructuras sobre terrazas del HR LB, algunos con drenajes, tales como el grupo de Casas Oeste y las eases de Pana gia (Mylonas Shear, 1987), parecen haberse desarrollade a pactit de Jos niicloos originales sin ninguna clase de limitaciones impuestas por un tsazado urbano anterior, y se entremezelan con fis tumbas (Fig. 4.25). En Nicoria, las calles vinewladas a las estrecturas del Area II, que fue levantada en el HR IIIB, coexisten con una dist bbucién aparentemente aleatoria de tas casas en el Area IV (Fig. 4.26) (Rapp y Aschenbrenner, 1978: 120, 126-127) En conjunto, la arquitectura de los asentamientos mieénicos no parece muy impresionante, con la informacién disponible cctualimen- te, pero eso no quiere decir que los asentamientos micénices carecie- ran completamente de estructuras. Al contrario, se observa el propds! to evidente de reflejar la jetarqua social en la elevacién del palacio y, algunas veces, tambign otras estructuras importantes, en una acrépols {FE eee Fig. 425, Dinsbcin de os allazgos on ycimieto de Micnas Ines Infonet popacionaa por el DEB. rene apr det prespeccia de Mioenas (AB BSA) por encima del resto del asentamiento, en Micenas, Tirinto y Piles. Hoy por hoy no puede demostrarse que éste fuese un rasgo universal, pero incluso alli donde, como en Tebas, el ascntamiento entero sc halla sobre la misma meseta, el palacio parece haber ocupado Ia parte mas 100 clevada, Hay una diferencia muy considerable en calidad arquitect6- Rica entre los palacios y Ia mayoria de las casas micénicas, que a ‘menudo consisten en unas pocas habitaciones mis o menos cusadradas ‘orectangulares, rara vez. agrupadas de una forma caractetistica y pro- sistas de menos accesorios o detalle que las primeras casas urbanas de Creta y las Cicladas. Algunos de los ejemplos mas impresionantes, «que en su mayor paite pertenecen al tipo de «casas de corredors de Hiesel (1990; 111-155; eft. Kilian, 1988e: 32), parecen ser puramente residenciales, como las casas de Panagia en, Micenas. F grupo de Casas del Oeste, sin embargo, se ha interpretado acertadamente como tuna combinacién de residencia, almacenes y oficinas (Tournavitou, 1989b, 1990), y de igual modo otros muchos puede que no fueran sim- ples edificios residenciales. Las excavaciones en Micenas han sacado fa Iuz un agmero inusualmente alto de tales edificios y un amplio ‘conjunto de fragmentos de fresco en Tbs indican que ali la situacién Fis. 426, Plano del Area IV en Nicoria. Con perso de los profesores W.A, McDonald y N.C. Wilkie 2 Jot era la misma, pero es probable que éste fuera un rasgo exclusivo de los enclaves mis grandes La presencia de fortficaciones a menudo se ha utilizado para argu- ‘mentar que Ja guerra era més frecuente en esta Spoca que antes, pero esto se ve contrarrestado por fa amplia distribuci6n de asentamientos, ‘muchas veces pequefios, lo que indica una sensacién generalizada de. segutidad, y por la evolucidn, evidentemente estable, de fos asenta- mientos més grandes hasta finales de los Terceros Palacios. Hasta esta fase, las fortficaciones son notablemente escasas, y de los ejemplos indudablemente temipranos, los de Micenas y Tirito es posible que pretendieran ser expresi6n de poder y el de Gla que quisiera conver- tirse en un centro de control, mas que. proporcionar defensa contra cualquier amenaza grave, Sélo mis tarde fue éste el motivo aparente ppara Ia construcci6n o la ampliacién de las fortificaciones, la provisién de abastecimnientos de aguas accesibles en Micenas, Titinto y Atenas, y-el cierre de amplios espacios abiertos, tal vez pensados como refu- Bios para la poblacidn local y sus ganados, en Eutresis y Krisa. Con todo, no hubo ef menor intento por fortifiear micleos tan importantes somo Pilos y Oreémenos. La creencia en el talante belicoso de la sociedad micénica en este periodo parece derivar en buena medida de otra creencia, la de que 2sta sociedad se encuentra ackecuadamente reflejad en la épica homé- “ica y demas material legendario. Sin embargo, el mundo de Homero, el‘cual la riqueza Ia constituyen esencialmente el ganado y otros esoros méviles y en el que no se considera en absoluto reprensible sudquirrla mediante el pillaje, parece completamente alejado'de ese otro mundo de ordenada fiscalidad sobre el producto de cada territo- io, reflejado en los textos en lineal B, Aungue tal vez se practicaran e! pllae y la piraterfa en algunas zonas del mundo mieénico, al igual que atin subsistian en algunas zonas de la Grecia clisica (Tucidides, 5), se hace dificil admitir que semejantes pricticas las potenciaran las sociedades de fos palacios; como lo ha sefalado Killen (1985: 260), hay indicios claros de una autoridad fuerte y centralizada, que no pate- +e I6gico que consintiera tales actividades. Aunque, a juzgar por los rasgos que acabamos de citar, parece incrementarse el temor a un ata- {que inminente en las dltimas fases de lon Terceros Palacios, es proba ble que este hecho se deba mes a guerras interestatales que 2 una situa- cidn de pillaje endémico. Con frecuencia se insiste en ef control de los palacios sabre la eco- noma de sus respectivos terttorios, lo cual se considera debido a las finciones que desempettaban como centros redisteibutivos. Incluso se hu sugerido que los palacios incentivabiai fa especializntion de algu- tas Zonas en ciertos productos, a expensas de la autosuficiencia, 1o cual contribuitia al absoluto cotapso a finales de los Terveros Palacios, | | i | | | | i | J pe te cuando el sistema en su conjunto se vino abajo. Sin embargo, una vez analizados en detalle tos datos de que disponemos, to cierto es que no apoyan esta interpretacidn. El teritorio de Pilos estaba dividido en dos Provincias, con sendas capitales en Pilos y en un centro denominado Re-w-ko-to-ro, probablemente Leuktron (ial vez cl enchive de Ellini- ka), cada una de las cuales se subdividiaa su vee en un ruimero de dis. tritos a efectos administrativas (Fig. 4.27); pero los mismos seis pro- ductos se le exigon a cada uno de los distritos en cuotas regulares, lo: ‘cual no parece indicar una especializacién por zonas sino quizds un sistema diseiiado para producir cantidadles mis o menos iguales a par- lir de la suma de estos distritos. Bs importante sefialar que entre los exigidos no se encuentra ninguno de los productos agricolas basicos: de hecho, slo pademos identificar dos, un tejido de lana y un tipo de cuero, pero los restantes es verosimil que sean materias primas de alguna clase (Treuil er al,, 1989: 496, indica como posibles una hierba, una especia, cera y miel, pero ff. Ventcis y Chadwick, 1973: 464-465) La produceién de lino ciertamente parece haber sido una especiatidad de algunas comunidades, porque se gravaba de forma separada, pero bastante repartidas por todo el temtorio. Los rebatios de ovejas que interesaban al palacio estaban fundamentalmente concentrados en ites Aistritos. No son ficiles de encontrar otros indicios de especializacion ‘por zonas y, por tanto, no hemos de suponer que se tratara de un fend- ‘meno general AA juzgar por el archivo de Pilos y por el material, ris fragmen tario, procedente de Miccnas y Tebas, es cierto que los patacios cénicos distribuian ciertas cantidades de algunos productos: los tra bajadores recibian materiales y raciones de productos agricolas, ef palacio de Pilos enviaba offendas, particularmente aceite de oliva, a las capillas, y alos artesanos se les entregaban materiales importados, como el bronce, el oro y ef marfil (pero Smith, 1991, sostiene que algunos herreros no recibfan bronce del estado). Estaban muy intere- sados en la Tana y, en Pilos, en e! lino; a muchos trabajadores, algu- fos altamente especializados, se les mantenia para que fabticaran productos textiles en Pilos, y Tebas recibia cantidades de lana no s6lo de su propio territorio, sino también de Miccnas, a juzgar por ut {ablilla de la Casa de tos Fscudos (Tournavitou, 19906: 85). Evi- dentemente, también comerciaban con el aceite de olive, tanto puto como perfumado, Shelmerdine ha reunido los datos que indican que el palacio de Pilos, en sus dltimas fases, se convirtié en una factor de elaboracion de accite perfumado (1985), y las grandes janras de estribo, consideradas como contenedores de aceite. han aparecid en palacios y otros edificios importantes en Micenas, Tedas, y otfos enclaves principales, aunque muchas de ellas debian de contener aceite cretense importado. PROVINCIA CITERIOR PROVINCIA ULTERIOR (Do-we-o-aise-2-42, (Porarhora-ia, 2 esto lado ‘al oto lado do el Aigaloon?} ‘Aigaloon?) CAPITAL: PU-RO (Pilos) Flourko-to-o (zLouktion?} DISTHITOS EN EL ORDEN CONVENCIONAL (aigunos ‘pombes van en cata} Powe 7 Timiso-a-ke-e/Timistja Me-ta-pa Raweratye Pesono Samara Pokhiane Asikao-ka Aroha Evatorewe Atoro-9a Zamacwiia eretoRowso Ere: subavidido,a efectos Ka-racono adminiskatvos, on rip E-soie-weay Atorowils Fig. 4.27. Divisiones administrativas del estado de Pilos. Sin embargo, los tinicos productos agricolas que aparecen regis- trados como ingresados en el palacio o bien entregados por la admi- nistracién son lana en Micenas y Tebas, lino y algo de trigo en Pilos, hierbas y especias en pequerias cantidades en Micenas, ganado en Tebas (Piteros ef al, 1990). Carecemos de informacién en cuanto al lugar de dénde los patacios obtenfan Tos productos agricolas bisicos, ungue se ha dicho que los territorios proximos al palacio de Pilos tal vez pagaran un impuesto en trigo (Killen, 1985: 244), Asf, la imagen 4e los palacios de la Grecia continental como easas de compensacidn para todos los productos de sus terrtorios no se ve apoyada por los ddatos; no podemos suponer que estuvieran gestionados de una forma similar a como se hacia en Cnosos, ni tampoco excluir Ia posibilidad de que buena parte de los productos de huerta utilizados por los pals- cios procediera de fincas controladas por sus funcionatios, Ciertar mente, se ha puesto en duda que én las economias del palacio se cul- tivaran olivos en cantidades significativas, pero las fechas de C14 rmencionadas en referencia al polen del lago Osmanaga, cerca de Pilos (Wright, en McDonald y Rapp, 1972: 195-196), estin sin calibrar y 104 probablemente correspondan al final de los Terceros Palacios © poco después, mejor que a la Epoca Oscura, std fuera de duda que la agricultura de bueno no era patrimonio exclusivo de los palacios. Un texto de Pilos, Un718, en el que se registran ofrendas a Poseidén procedentes de un determinado distrito (Ventris y Chadwick, 1973: 282-283), muestra cue no solo el fawa- getas, que era apareatemente 1a figura més inrportante del estado ‘Bespués del wanes, sino también un importante propictario de tieras, E-ke-rya-wo, una comunidad y una finca de una clise especial este- ban, ellos también, en situacion de poder oftendar vino. De hecho, E-ke-rya-wo aparece-en otro texto, E1880, cjerciendo el control sobre dos fincas trigueras, més de mil cien higueras y un niimero similar de {probablemente) vias, y todo ello, sein parece, en el mismo distri- t0(Ventris y Chadwick, 1973: 267; Chadwick, 1976: 117) y,a juzgar por la naturaleza de otras ofrendas,en Un718 (quesos, un toro, una, piel de oveja), es claro que también tenia ganado, Diversos indicios hos muestran que era una de las principales figuras del estado (aun- aque se le denomina de una forma demasiado ‘nformal para ser el ‘wanax), por lo que resultan del mayor interés estos datos que nos per~ mmiten hacernos una idea de la extensién de sus propiedades agricolas. El distrito antes mencionado tal vez estuviets proximo al palacio, como suelen estarlo, por lo general, aquellos en los que se enumeran propiedades de tierras, pero la capacidad del palacio para obtener informacién detallada sobre diversos asuintos claramente afectaba @ todo el estado, fo cual, sin duda alguna, viene a ratficar lo generaliza- do de su influencia, Otros textos sugieren que algunos funcionarios Yiajaban para inspeccionar el ganado y para obtener alguna informa cin basica acerca de la tenencia de tierras. El juego de textos ms inte- resante, sobre el importante centro religioso de Paki-ja-ne, ineluye algunos comentarios sobre las condiciones locales que han de proce- der de alsin tipo de contacto directo. Tal y como lo ha sefialado Killian (1985: 244), es posible que el palacio tuviera un interés especfico en Jos territorios que aparecen registrados, dado que éstos s6lo abarcan una reducida proporci6n del territorio estatal, y claramente no consti- tuyen una mera parte de alguna clase de inspecci6n realizada sobre todo el estado. Por esta razén, resulta peligroso deducira partir de ellos cl panorama completo de la economia micénica, tal y como tiende a hacer Betancourt (1976: 43-44); de hecho, la arquealogia muestra que tas legumbres, nunca mencionadas en Tos textos, se almacenaban en edificis importantes, con lo que podian constivir, previsaamente, fa clase de garantia frente a una posible pérdida de la cosecha de cere les que Betancourt echa en falta. Para los propésitos de este capitulo, principal interés dle estos textos estriba en la Itz que pueden arrojar, siquiera escasa, sobre los sistemas de tenencia de fa tetra. 23 105 Parece verosimil que el juego de Pa-kisja-ne se refiera a la comu- nicad de este nombre mis que al distito administrativo del que era la Capital, debido al escaso nGmero de personas mencionadkas y 21a ause ce otros topdnimos, La importancia religiosa del fugar puede expli- ‘ar algunas peculiariades que no encontramos en otros textos sobre , ropiedades ngicoles, especialmente el importante juego Ea, seferido pepe rea andnimna (Lejeune, 1976), tales como la prominente posicién die La mujer en la estructura de tenencias, aungue ninguna es mencio= nda [a primera entre Tos «duefios», y Ia denominacion «esclavo del tise aplicado a muchos hombres y mujeres. Parece razonable suponer Ge ca persona, hombre o mje, representa una casa en donde se iihuyen otras personas que pauticipan en los trabajos agricokss; en el iso de ls que parecen Ser las propiedades mis extensas, cabrfa sup tier lz existencia de individuos o familias dependientes que proporcio- van mano de obra aiadida, El comentario introductorio a un grupo de textos parece altura cuarenta casas, lo cual encajaria con el mero feral de personas meneionadas en ese grupo, pero como en el juego tatero de Perfja-ne se mencionan algo mis. de ochenta personas, Ia Shuseidn no esta clara, Un motivo para pensar que los textos 00 Feco- fn todas las propiedades de estas personas es el pequeriotamaito de {Tgunas, que apatecen designadas en dos casos mediante fa medida mis eset posible, pero dado que el significado de esta unidad de medi- Fein se nos escapa, esta hipdtess no pasa de ser una especulacisn Tin Ios textos de Pilos se mencionan dos clases principales de tie Pg kctiome na y ke-ke-me-na este segundo término aparece también ta Cnosos y Tisinto, pero en Cnosos un termina diferente parece sus- fur al primero, lo que debe secvir de advertencia contra cualquier presunci6n de uniformidd en el seno de las sociedades palacales. La Trempretacion tradicional de esis términos como tier «privaday y “pica, respectivamente, no carece de detractores (cecientemente Grpenter, 1983), pero de hecho parece claro que la tetra k-ti-me-na Siempre Figura aseviada a individnos, @ quienes a veces se denomina oes ko (titular de una finea>, «propietario>), mientras que I Spina hes ke-mesna puede depender de ta comunidad (damos), de gru- sor de pastoreso, a veces, individos, Resultan bastante verosiiles ine imerpretaciones que ven en la tierra ke-ke-me-na, tierra marginal, gue sélo recientemente a sido puesta en explotcidn, o bien tierra Gia en barbecho (conviene anotar que parece estar disponible en Totes de mucho mayor tamtafo), pero para ambas clases las medidas se cxpresast en términos del trigo seibrado. Killen ha sugerido que Tos titlares de tert K-s-me-ia eran arendatarios de estado, que recibian tietra a cambio de servicios, pero él mismo reconoce que se trata sslo dle la posiblidad que él prefiere y que podrian existirpropietarios de term privada que debieran pagar un impuesto en trigo (1985: 245) Sea como fuere, merece la pena sefialar que entre fo ttulates de tiesra ki-ri:me-na figuran personas que aparecen claramente desentas ‘como artesanos y pastores, especialmente en los textos Ea (Chad- wick, 1976: 115), quienes tal vez recibieran tierra a cambio de sus servos en bene el palci ode I comunidad on conn, ro que no es probable que ocupasen tina efevada posicion social, a Tiferencia de E-ke-rawo y oes indlvidvos vnenonaes también por sus nombres. Ex ésta otra prueba de que no debemos concebir la sociedad palacial mieénica exclusivamente en térmninos de un cam pesinado dependiente de una aristocracia agraria, aunque la existe cin. de ana case dependent einfiere del hecho de qu invidos mo E-ke-1ya-wo puedan proporcionar «remeros» (Veatris Se 1075 Hees mone qe fo ten y es see tan igados al wamaty al tawagetas a la diosa Potia (ge bien podria ser el «dios» dal cual son sus esclavos muchos habitantes de Packi-ja-ne) con algn tipo de vinculo, Sin embargo, las personas de las que se dice que han recibido un o-na-to de tierra de los pobre puede aprovechar la oportunidad para apropiarse de ella, Pero en circunstancias normales, las primeras poblaciones agiicalas no nian ningiin motivo para estar constantemente en movimiento, y tno To que hoy dia sabemos sobre le natraleza y funciones de as leyendas sobre los origenes nos impide aceptarlas Titeralmente del ‘modo como lo hizo Tuetdides. ‘Las teorfas que explican los cambios a partir dc la «influenciaw {que ejerce una cultura superior sobre fas dems tienden igualmente a caer en tna cierta circularidad, No debemos concebir esta influencia ‘como una consecuencia obvia del contacto, que afectaria a la cultura reciptendaria como si fuese una enfermedad, sinv que es precisa una explicacién a partir de la evolucién propia de esta cultura que mues- tre par qué, en este momento concreto, pudieron adoptarse o adap. tarse fasgos o elementos extranjeros. Por ejemplo, es clato actual mente que muchos yacimientos del HM estaban en contacto con las culturas egeas, mis avanzadas, mucho antes de que podamos detee- tar cambio alguno en la Grecia continental; por fo tanto, para expli- car estos cambios necesitamos algo mas que una simple invocacién a las einfluencias egeasy. : Las explicaciones de los cambios en términos de desastrosos acontecimientos geolégicos 0 meteoroldgicos, tales como terremotos, procesos de erosién o alteraciones del régimen de Tuvias, pueden parecer ms verosfmiles, pero contienen sus propios interrogantes: {por qué, por ejemplo, los terremotos han de producir cambios per- menentes en ciertas fases dela cata exes, pero en otras inter cones pasajeras en su desarrollo? Y, de una manera mvs general, analogies hisorces nos permien suponer que tales aontecimitos naturiles pueden tener efectos tan pronunciadlos sobre el devenir his- Trico? Las pruebas que supuestamente demuestran que estos efectos se produjeron realmente consisten en buena medida en las destruc~ Cones y cl abandono de algunos yacimientos que precisamente estas teorids deberian explicas, por lo que el riesgo de citcularidad es g dle, ¥ de todos modos estén siempre sujetas @ revisin, ala 2 de nue ‘vos datos o nuevas reconstrucciones. Un buen ejemplo to tenemos en la erupeién de Tera, que actualmente se desvincula del horizonte de estruccidn gue enconttamos a finales de los Segunclos Palacios (Warren, 1991a), al tiempo que Ia reconstruccién de Ta forma que tenia la isla antes de Ja erupci6n, presentada en varios articulos en Hardy, 1990, vol. 2, contiene una bahia semejante a una caldera, 1o cual vuelve obsoletos todos los calculos anteriores sobre los efectos que pudo tener la erupcin, ‘Las hipotesis que parecen més convincentes han de explicar las transformaciones habidas en el Egeo como parte del funcionamiento normal de Ios procesos culturales, tomando en consideraci6n las interacciones produeidas en el interior del Egeo y también las rela- ciones con el exterior; en este marco, doterminados acontecimicntos 354 | | pueden actuar como catalizadores o como factores coadyuvantes. Sin embargo, como lo his seftalado Wenke, todavia carecemos de un modelo arqueol6gico general de los cambios cultural (1984: 442-447), Sigue siendo dificil idemtificar los «motores inméviles» en los cambios, sies que hay alguno que incida en todas las culturas humanas, y en una obra introductoria parece absurdo dedicar espacio a expo. ner las diversas teorfas. Estas teorfas, pese a todo, nos han permiti- do poner nucstra atencidn sobre factores que, de un modo reiterado, resultan relevantes, a los que hemos hecho referencia a menudo cn los capitulos precedentes y que estarin implicitos en To que sigue’ la obtencién y traslado de los recursos, Ia competencia por la posieién social, la funcién desempeitada por los intercambios y ia ideologta, y su uso para consolidar el poder de las minorias dirigentes. El aspecto exterior de una teoria explicativa asf concebida es el de un relato sélo a medias hist6rico, que inevitablemente ha de centrarse en ciertos cambios radicales, pero que quiere presentarlos como a consecueneia de procesos generales y no de «acontecimientos» con- eretas. El perfodo en el que las culturas de la EB emergen de su pasado neolitico todavia permanece bastante oscuro, pero es claro que estas culturas heredaron no sélo un paisaje bastante apto para la agricultu- ra sino también redes de contactos por las cuales se distribufan Ta obsidiana y otros materiales y objetos titles, al igual que, probable- mente, nuevas ideas y nuevas técnicas. El poblamiento de las islas del Egeo sin duda increments las oportunidades para intercambios de este tipo e introdujo mas materiales en el sistema de distribucién, aunque, como vimos en el capitulo 3, no es probable que el «comer cio» fuera la principal razén para este poblamiento. Los islefios de rrollaron una cultura propia y relativamente homogénea, que bien puede constituir un ejemplo de los efectos causades por Ia «peer polity interaction» (interacci6n entre organizaciones politicas seme- jantes), en Ta que los crecientes contactos en el seno de un grupo de ‘comunidades de un nivel similar puede ser un estimulo para el desarro- lo (Renfrew y Cherry, 1986). Pero sus posibilidades de influir en otras comunidades del Egeo probablemente se han exagerado y aun- que la amplia distibucién de las earacteristicas figurillas y el apa- Fente reconocimiento, por parte de varias islas, de un centro comin de culto en Ja isla de Keros implica que habia un sistema compartido de creencias; estas comunidades no parecen, en otros aspectos, estar tan avanzadas como algunas de Creta y la Grecia contizental, a juz. ar por los datos que tenemos de edificos, fortificaciones y tumbas. ese a todo, podemos detectar una tendencia comin en el Egeo hacia el surgimiento de sociedades jerarquizadas, a partir de la pre- sencia, en todas partes, de entetramientos provistos de ajuares més a3, 355 sbundantes 0 inusuales, 0 de enterramientos diferenciados por la posici6n de sus tumbas o su mayor complejidad, ¢ incluso por in Shas de que en ellas (uvicron lugar ciertas ceremonias. Es razonable Suponer que estas jerarqufas iban unidas a la direecién con éxito de nictativas de diversas clases, pero la presencia de figurillas y otros Slementos probablemente rituales como ajvares, en muchos casos, indica que intervino un factor mas, por el que se asoci6 To ceretmenial J lo ritual con el rango social. Resulta précticamente imposible deter- tninar cual de estos factores actus primero, si quienes llegaron a con- Verte en figuras principales en sus comunidades, por ejemplo tnediante «almacenamiento social» (cap. 3, p. 52), reelamaron para jen consecuencia, una posicién ritual 0 ceremonial especttica, 0 bien al contrario, quienes ocupaban posiciones prominentes se con- virtieron en ditigentes de la comunidad, en todos los aspectos. Resul ta algo simplista pensar que ambos factores actuaron en todas partes conjuntamente, y de una misma manera, peo lo que sabes del Pro- ximo Oriente claramente indica que quienes aspiraban a gobernar debian ser los principales representantes de la comunidad en el émbi- fal igaal que en todo lo dems. Esta analogia indica tam del traslado de recursos a gran sélo to religioso, bign que la religién puede ser caus scala, pero no puede explicar la creacién de tales recursos sino su comcentracién en un ugar determinado. Tin este punto nos encontramos con un fenémeno que se repite en 1a prehistoria de Grecia hasta el final de Ia Epoca Oscura, y me relie~ ro a Ia capacidad exhibida por determinadas regiones para generar riqueza. Los miembros de este grupo varian ligeramente en cada ova sién, pero suelen ser la parte central y nororiental de Creta, el nord- exte del Peloponeso, Atica, Beocia, 1a Eubea central y Mesenia, 1o ‘cual sugiere que estin actuando factores subyacentes comunes, entre qos que pueden estar un despliegue favorable de los recursos natura Tes, el clima, y el fil acceso entre unas regiones y ottas y con el mundo exterior. Esta riqueza, a menudo, y especialmente, en los pri eros momentos de cada etapa de desarrollo, adopta Ja forma de Chjetos fabricados con materias primas de gran valor, @ las que no podian acceder todas las comunidades del Egeo, aun en el caso de {que contaran con fuentes de abastecimiento locales; se hace neo Fo, por tanto, admitr alguna forma de intereambios que iban mas all cl Egco hasta aleanzar al Préximo Oriente, La base sobre Ia que se fsentaban Los intercambios entre el Egeo y el Préximo Oriente y los posibles motivos vistos desde el lado del Préximo Oriente ya los hemos estudiado en el capitulo 7; aqui simplemente quiero indicar que estos contactos probablemente patticiparon siempre en el proce- so de creacidn de riqueza y que éste parece set uno de los rasgos fun- damentales de la evolucién cultural del Fgeo, aunque no podamos pe cise de To dicho que cuanto ms ele- os establecidos con el Proximo Onente SPonaers® tal potae he dons ets Pepsin tyres a donde Legon al geo, el somocinente dns ae engense Yn ee ‘easie ate le n GiGmetes mis compleos coms lacomprenton del ee otek sella come heramiens administatva, aun nena /arlas Tutas: como vimos en pitule 7 sdloon Con bruebas de contactos con lugares sthaui nan Age SC! evolucion det Proximo Oneness na a se alimientaran mutuamente,. ‘. marece verosimil que en esta fase tu resents disibucion depicts de moh O89) He ae ial se s reta hay : li de Anatolia. La -expansién del Egeo es probable Un proceso camplicado. No vieran lugar cambios a fabricados, ya destende ahi ue daban pres esta competent podlemos expli ticos, en basta do grande, al naa ma facias a él jones ex demasia- gricola, que se ha Semejates a gras, en fa Grecia entrena yt eee sass ‘Ndencia, entre numerosas comunidades, « me Seem ane cnr ingen 7 que cm mace cine iva sobre la sociedad y s¢ la proy 7 ieee a ‘erosfmil la idea de que un ee snd mama wes oe ‘idional puede ser consecu cia ior Se 2 excesiva del suelo (Van Andel ef 986117 y 125) inortantes, puede Se una explicacién seta sel psoas da = sfanacne uty ee i a Eat re la cultura ciclédica. Muchos d datos que tnsnes wcpan fos que va ascinds, mucho dspace a ages os enclaves, continental y en Creta, mientras idas bien pudo depender parcial. palacios micénicos: hubo un fuerte descenso en el nlimero de yaci- Imicatos, un aparente abandono de algunas reas y Ja reunién de la poblacisn en algunos nticleos importantes, al tiempo que se fragmen- {aban areas que habfan compartido una cultura material homogénea y se difundian nuevas clases de objetos mediante unos intercambios que lograban mantenerse, aunque més esporddicamente. La situacién ppudo haberse camplicado con guerras y desplazamientos de pobla {idn, con Tos «ue se han querido explicar fos rasgos anat6licos visi- blown fos grupos de «Lefkandi I» y «Kastrin, y el posterior estable- mento de «Lema IV» en el Peloponeso septentrional (eft. Wiencke, 1989: 509), Pero incluso aunque admitamos tales Gesplazamientos, es una pregunta irrelevante la de si alguno de ellos pudo significar ta ‘llezada de los griegos». porque ha pasado de moda Ia misma nocién jmplicita en esa frase de la legada de un pueblo nuevo, con sus ins- titueiones y rasgos propios, que cjerciera tna influencia profunda sobre la evolucién de la Edad del Bronce egea. ‘De hecho, la cultura material en Grecia continental no evolucio- 16 mas alld de la aldea durante varios sigios, sin llegar a nada espe- cialmente notable; la general escasez de los ajuares y ta minima variacidn en las tumbas hace pensar que en la mayoria de las comu~ nidades las diferencias de rango eran pequefias. Sin embargo, tras un perodo de oscuridad, surgieron asentamientos semejantes a ciuda- desen varias islas, con un elevado nivel de intercambios que inclufa fa Ies asentamientos més proximos de Grecia y de Creta, La falta de informacién relativa a este proceso es ana de Tas mis Jamentables Jagunas en la prehistoria del Egeo, porque, pese a las notables dife- renzias con la cultura del CA, es evidente que se trata de un proceso autictono, que no debe nada a las influencias cretenses. No podemos Siquiera intuir qué forma de gobierno tenfan estas ciudades, pues no ha sobrevivido ningiin edificio piblico, pero la presencia, en algu- nas, de forificaciones hace pensar que hubiera alguna clase de auto~ ridad central, al tiempo que sugiere una situacién de cierta inestabi- lidad en el Egeo. Los problemas que vive el Egeo durante el final del BA debieron de tener a} gan reflejo en Creta, pero no hay ningtin indicio de que se predujera una grave crisis; al contrario, la sociedad eretense siguid en general progresando, aunque es posible que algunas comunidades como Mochlos y Vasiliki perdieran importancia, La raz6n puede ser Ja cohesi6n y la estabilidad excepcionales de la sociedad cretense, {que implicitamente se aprecian en el uso de tumbas comunales a Io largo de muchas generaciones. Hay pruebas de variaciones conside~ tables entre diferentes regiones de Creta, en algunos rasgos cultura Jes, como las costumbres funerarias, pero hay también indicios de una cacciente homogeneidad, como la difusiGn de Tos santuarios en Tas 2 cumbres. Como ya lo vimos en el capi vimos en el capitulo 8, no hay buenas pra asociatlos a Ja fundacién de tos bablemen: : lacién de los palacios, aunque proba Bali ineraction, Es ite qe sate de a ever ei, Bono, lo ual sete ge ata entonces yas habia esublcio un estrecha y caracteristica conexién entre Ia rel one csresiy cara i6n entre la religion mincica y la aris- _Es posible que, en Creta, el pneblo y los recursos se movil cis a J eign, pero Ta aparicion de los Pimeros Pelaclee puede explicarse claramente desde esta perspectiva, ni desde ning na otra, Es un obsticulo frustrante, porque los palacios son lt meror Prueba del establecimiento, en Creta, de estados t! organizaciones polices semejants alos det Proxim Orem pores comecnnens iremetahe de lt asencia de un concen dea scetes dl Feviodo inmeciatente precedente en Tos principales ye ens Bor jfempl, en Crosse Hipogo, una notable cntatira exc que tal vez. sirviera como granero anticipande ast la ina, gen del palacioalmacen, es dificil de data, aungje onde Perenezce a una fase femprana(Momistano, 1991: 195-196) Ba £m ha insistido en las pruebas mids antiguas d tive. Een siti iguas de que los palacios tavie~ fan yuna Tponcne importante de almacenes (1987b, 1988), que 5 refieren alas kouloures, probables graneros que estaba ersadns en los patos ceste de Cnososy Festor cela ioincon at Pensar que pueden estar relacionadas con los santuarios de las ne Occidemtales de os placios, tl vez a través de unas fests dela cose (09872), Peo en Mala no ay Aout aungnetengamenns gy sate consrci loceremonal ao el alco prterio. yen no slo una segunda serie de eiicion con muchos ase pale 0s, 61 Bario Mu, sino también la exeepcional «Agora, que poeta Sere escenario de interaccin entre la comunidad y sus drigentes, Todo gato sive para subrayar los peligros de suponer que la evolu liferentes lugares hubo de seguir un curso uniforme a sone gue la tora que vincula el surgimiento de los pac a una nena influncia ere desde el Pasximo Oriente se asienta sae tuna débil base, tanto tedrica como en lo que se refiere a los datos, posible avanzar ia hipstesis d es digenesee ha la hipétesis de que los grupos dirigentes expresiones de poder en el Préximo Oriente, e intentaban emule exresion yximo Oriente, e intentaban emularla am I naldad de reclanar paras us posision socal equips (Chery, 1986 30-41. Pto el gad de npn depen ce ae de la naturaleza de tales grupos, que sigue siendo mal conoid’ a adklame defenderemos que hay sna interesante sche de ect 45 38 359 sobre dna de gobermantes, Sen fo que een, es pov probable {ues posiién a princpis de os Primeros Palacios ose vier alte tha duramevarts sgt después El suginiento de los palasos ncicos parece mas ben babe sido un proceso dinsmico, ee gi nos Ts eis ereciron yt vee asumieron nuevas faneiones, Sino qu ss usuarios adoptron dversesrasgos props de Ping neat, i atetiiy com sss, en epee sso del alloy de a esentura con fines sinistatves, yas tam Dns ey men Hy nutans preg we u ue la adopcién de un rasgo determi fue un proceso paulatino, en el que Ia. dean mag de nado en un nice era imitado en otros, una vez et iteration (Chon 186: 42-44 39,9 so gradient Hes a establecerse un cierto grado de homogeneidad ae Ela es plios evo ropa dun decve cn so as tas cotrales del viejo estilo, sungue petsisizon alguns {bo pont os teaoesminseacanbiaron en ste apes a st nié punto este declive puede indicar un incremento del control de los sr cor i ableton, porque el enterranieno en araposigud ins ‘tumbas de cémara de la regién de Cnosos, y al mismo bein la ‘unién, en los cementerios, de estas tumbas y de otras Pee puede considerarse una pervivencia de los semientosomunitaros no est claro silos indicios de intesés ce los pala- aera satus. en expec en e aso de Juki, onstityen tucbus de que estaban conttolados por ellos. Hay mejores razones Par pes oe tes evan el eso deo eens cn {1d One pro. hablndo animes, no bay prc a Gietes pra pens qn desde el psp ocupron el lagar eet en la soviedad minocia que se les atribuye en su época de eva menos cincs Patios diferencias culturales llevan a distinguir al me ee > gions en st epoca en Crt, es de as ales estén ocupas por Is erase pcs cease Chose, Peony Maa an, 1990, especialmente para Malia). No estn claras las vel Gotan sas smut eden fs ireanbsban msn f eas. Algunos rasgos como el sistema de carinos y peewes de guaria (2) en el exiremo oriental, Is aparicn del ‘complejo de Monastrat al oeste del moote Id, estrectimenterelacionado con Fst, fa ey ebtas de Pegs hen pensar du ns princi: ies organizations poles tl ver estvieran intent exene influencia y se enfrentaran entre sf o bien con las pobl sions sie es, Sus felaciones con ef resto del Egeo no parecen patticularment (Sychte tongue Tago de los Pumeos Palais van neremea- ‘andose los indicios de actividad en las Cietadas, minara este periodo parece haberse iniciao la i de cultura minoica, del Dodecaneso y la costa a Pudieron obtener en estas re; Y¥ antes de que ter- corporacign, al rea natslica adyacente giones 6 en sus propios teritorios los Productos que nevesitaban para intercambiarlos por materiales y a faclos del Préximo Oriente, y su posicién como intermesiiario para elacceso a fos materiales, las técnicas y las ideas pudo ayudar a ine mmentar su presencia en el geo. El final de los Primeros Palacios en Creta a menudo se ha at buido a un grave terremoto, pero aqui, como en otros lugares, es necesario poner en duda la presuncidn de que depdsitos de aspecto parecido hayan de ser coeténeos, y hemos de preguntarnos si Ins con secuencias de un terremoto pudieron ser tan graves para un area tan amplia. No podemos pasar por alto la posibilidad de que el final abe. dezea a un periodo de gucrras en Creta, del cual Cnosos surgié como nicleo dirigente, Cadogan ha llamado la atencién sobre la imtertup- idm de los indicios de contactos ultramarinos en Malia durante los ‘Segunclos Palacios, y atribuy6 Jas destrucciones en el territorio de Malia a su posible captura por Cnosos (1990: 174). A to largo de los Segundos Palacios, pero no necesariamente al mismo tiempo, se construyeron palacios con una planta similar a la de Cnosos en Malia, Festo y Zakro, donde la nueva construceién no sSlo parece interfer con el plano de Ia ciudad anterior sino que incluso esta separada d tmediante un muro, y lo mismo sucede, en una escala més pequetia, en Guia. Es digno de mencién el hecho de que, aparte de Cnost en estos palacios no se encuentren «frescos figuritivos», en contras, ‘© con Jo que vemos en varias «villas», especisimente las de Creta septentrional, relativamente préximas a Cnosos, asi como también que contengan menos indicios de haber desermpetado funciones ‘dministrativas que la «villa» de Hagia Trfada, que ha sido conside. rada el centro administrativo de la Mesara, y In Casa A en Zakto, La dlstribucién relativamente amplia de las pruebas de actividad adimi- istrativa, en la forma de seilos o tablillas en lireal A. sugiere que estaba descentralizada, y es posible que la principal funcién de los palacios fuese ceremonial, aunque evidentemente serviag también como almmacenes. Desde una posicién mis cauta, cabe pensar que los indicios, pro- Porcionados por los sellos, de nexos entre los distintos centros en Creta pueden ser signo de intereambios producidos.n el interior de un estado dominado por Cnosos, pero que consistria en un grupo de uni dades politicas, estrechamente unidas, semejante al estado hitita en st momento de esplendor. El excepeional aparato, con fines ceremoni Y rituales, del palacio de Cnosos, a lo que se suman otros edificios ituados que parecen tener también un propésito ritual 6 ceremo- nial, resulta algo apropiado para la capital de semejante estado, y el nnecimiento de este tltimo proporciona un buen marco en el que situar Jos avances hacia una religion «nacional», ast como las pruebas del inerés mostrado por los palacios hacia los principales enclaves reli- tgisos, de cualquier elase. Estas pruebas se localizan més allé de la Zona pata Ia que tenemos interconexiones atestiguadas en los sellos, husta Viysinas, Kato Simi y Petsofa, lo cual sugiere que el presunto ceatudlo abareaba la mayor parte de las principales regiones de Creta Pro atin no tenemos nada que nos permita incluir a La Canca en este sistema, y de hecho la existencia de unidades politicas que escapasen ‘ast control es muy verosimil aungue dificilmente pudieron permane- cer al margen de st influencia Como mera hipétesis se ha supuesto que tal estado nacié tas un periodo de conquista semejante al que dio origen al estado egipcio y a Natios «imperios» de corta vida en Mesopotamia, Siriay Anatolia, Sin duda, no tenemos pruebas de que el gobierno fuera en ubsoluto seme- jante a una monarquia del Préximo Oriente, En Creta no tenemos las {picas tepresentaciones del rey desempefiando sus funciones militares « yeligiosas ni las inscripciones piiblicas que registran sus hechos y sus leyes. Las figuras masculinas y ferteninas de las representaciones mninoicas, asladas y a menudo en actitud dominante, deben interpre- tarse, preferentemente, como dioses o bien seres bumanos que perso- nifican dioses (Davis, E. N., 1986a; eft. Fig. 8.9: 3-5), Es verdad que ‘omisino puede decirse, a partir de las representaciones figurativas, de f ausencia de monarcas micénicos, cuya existencia parece abun~ fantemente atestiguada por otras fuentes, en especial las textos en neal B (Kilian, 1988b, 300, n, 1, menciona tina representacién posi ble), pero la informacién que tenemos de Micenas incluye una clase de wumbas «principescasm para la que no hay equivalente en Creta ‘Mas bien la impresién de conjunto que obtenemos a partir del material cretense es la de enfrentamos a una aristocracia, que inc ye a hombres y a majeres. Sin duda, esta clase tuvo también sus diri zemtes, entre los que deben de figurar los altos cargos cuyos sellos ha identificado Weingarten, y las figuras que aparecen como prota- onistas en los rituales, especialmente las que quiz personificasen 1 los dioses; pero si estos dirigentes surgian de una sola familia 0 fBitabgn en toro a una sola figura ceremonial, lo cierto es que no tenemos medios para identificarlas. La aristocracia debi6 de incluir también a las personas residentes en algunas de las «villas» y a los cespectadores representados en los frescos miniaturistas de Cnosos, que tal vez reptesenten a esa aristocracia presenciando unidas cier- tas ceremonias particularmente importantes. Los grados de edad identifieados por los peinados y los vestidos, las ceremonias de ini- ciieién que pueden dar origen a estas diferencias y los vestidos espe- 362 at cialesexhibidos en comextos ceremonialeso rituals puede que fue- ran rasgos propos y especifics de esta clase, y Ix idea de que el acceso aes ofenna no inerir de os palais et estnido lace pensar que se trata de un privilegio exclusivo, tal ve dita to. Et hock de que eta arsoraciasptzca representa sent dio en escenas de rtuales y que en muchas «illas» hubiera habita- ciones ceremoniales o rials nos permite eer que su lepitimidad para gobemar procedia de su posicion religiosa y de sus actividades asociadas a ella. Sicmpic cy peligrusy extract deducciones de la forma en que una aristocracta decide epresentase as misma, pero Ja casi total ausencia de armas y de escenas militares en estas repre- sentaciones (con la excepei6n de la Copa de los Jefes) es un Buen argumento para pensar que no importaba en exceso el monopolio de Ia violencia, Puesio que las habtaciones rites o eeremoniales oc- pan un lugar destacado en los principales edificios y lo mismo puede decirse de los temas rtuales en el arte figurativo, incluyendo el arte «oficial» como Ja decoracién de los muros palacieges y los sellos de Tos altos cargos, y que el lineal A se usaba tanto confines adminis ‘trativos como para inscripciones sobre ofrendas rituales, parece cobrar fuerza le hipétesis de Marinatos que propone Ia identidad enire esta clase y la welasesacerdotal», que conocemos por excel rituales y por oa vias. Pro tal ver sea preferible ewablecer tna dis tinciOn entre los miembros de una aristoracia gue ceupan tna posi cin prominente en un ritual como parte de ss obligaciones, Como reyes yreinas del Proximo Oriente, pero que tambign tenian puestos administrativos, y aquellos ores cuyas obligaciones eran exclusiva- mente reigiosas, tl vez asociadas a un nico santario y que bien podieron no pertenesersiquicra a esa arstocrac ‘Aungue ef gobierno de esa aristoraca se ssenara sobre una base religiosa y no en el monopolio de la fuerza, ello no implica que fuese totalmente benevolent o aceptado de buena gana, Sv contol religio~ SO, aparentemente creciente, que tal vez pasara por lasupresién de los santuarios menoces, y li misma exstentia de un sniso centro pudie- ron haber Provocado tensiones en el interior del presunto estado, de Tas que no quedé rastto en el registra arqueol6gico. Con todo, hay escasos indicios de un control verdaderamente centalizado, en com paracion con lo que podemos pensar sobre la posiciGn del palaci Grane el perodo de fos Terceos Palais. Mes be al contra como vimos mis aria, Ia administracion parece descentralizada, y al mismo tiempo capaz de mantener el nivel de cultura aleanzado, pero cto po al we lograse mediane unineme hasta a el limite, de nivel de explotacién agricola. Sigue siendo objeto de un intenso debate determinar si este pre- sunto estado, o cualquier organizacién politica erters, ejercié algu- 363 na clase de control pottico fuera de Creta y del dmbito de influencia {Cultural minoica. Durante los Segundos Palacios, la influencia minoi- ‘ca puede detectarse en diversas dreas del Egeo, ¢ incluso en partes de Grecia, en especial la Argélide (Dickinson, 1989: 135-136). Es teil sentirse abrumado por estos indicios, peto es importante enjuciarlos fen su jusia medida, Esta influencia es particularmente acusada en la cultura material de las Cicladas, pero la arquitectura urbana y 10s edi- ficios pablicos, incluso ea Tera, son muy distintos de lo que encon ramos en Creta y esto puede servir para argumentar contra la hipste- six de que se tata de asentarientos de poblacién minoiea (para explicaciones en términos econémicas y sociales, eff. Davis, 1984, Davis y Lewis, 1985). Las pruebas que tenemos del uso del lineal A tn las Cicladas deben ponerse al lado de la ausencia total de sellos de tstilo cretense (pero hasta el momento no se ha encontrado ningtn taificio administrativo en Akrotiri). En el terreno de ta religisn, que fs donde, a tenor de lo dicho més arriba, el control minoico deberia de set més visible, las pruebas son extraordinariamente fragmenta- fias: no encontramos un conjunto repetide de rasgos minoicos sino mids bien una selecci6n aleatoria, a menudo pobremente cepresenta da, Solo en Tera los edificios Xeste con sus pofyihyra, para los que no tenemos nada seanejante en las Cicladas, indican, junto con otros datos, la existencia de vinculos importantes con la religién minoica ‘ademis, lar existencia de fortificaciones en diversos lugares, desde Colona en Egina hasta Petras en la Creta meridional, cuyos diferen- tes extlos no nos periniten peasar que se construyeran por iniciativa tde una autoridad central, no encaja en absoluto con fa idea de una pax Minoica que prevaleciese a los largo de los Segundos Palacios. En conjunto, los argumentos a favor de que la fuerte influenci cultural minoica se viera acompatiada de un control politico no son nibrumadores, pero es verosiil que refleje la difusién de una conse erable influcncia, incluso en e! terreno politico, Sin duda, el objet ‘vo petseguido, entre otros, era el de que los jntercambios no se vie~ Tan alterados, pues, como vimos en el cupitulo 7,1os intereambios &s probable que fueran un factor importante en el inerernento de a pros- peridad en ef Egeo en esta 6poca. No basta decir que las necesidades fe bronce por parte de Creta, inferidas a partir de las eantidades de pronce all encontradas, la obligaron a establecer wn control sobre las rutas por las cuales Iicgaban a Creta el cobre y el estafo, porque el mnisme argumento puede aplicarse a Micenas, donde se ha encontrar do bronce en abundante cantidad. Como he sefialado en otro lugar (Dickinson, 1989: 136), el surgi- rienta de Micenas y de otros centros de poder en la Grecia conti- ental sigue siendo dificil de explicar, pero las linens fundamentales de este proceso parecen claras: una clase dirigente, surgida en el ‘imbito focal, logrs ponerse al frente de principados de variado tama- fio, Sus principates rasgos nos son familiares, pues sus jefes muestran un interés evident por In guera y proclaman su poicién soca mediante ricos enterramientos en tumbas cuyos tipos Varian y son de aueva creaciGn (Dickinson, 1989; 133-134), Esta clase fue capaz de teumir una rqueza considerable, pese a que los principads no esta. San tan organendos ono las Sociedade de City ly il Ue geo, Su aac vez obeezce, al menos pariment, al esti que suponfa la creciente influencia minoica en el Egeo, y en este terreno, especialmente significativas parecen las pruebas de unas especiales relcions» ent a Argoldey un plc cree, muy probablemente Criosos (Dickinson, 1977: 54-55 y 1989: 136). Oo {actor posible es el ineremento de los intercambios, pues ahora no sélo el Prin Oriente mostaba interes por el Ege sino que lsc turas del Egeo meridional comenzaban a influit 2n el Bgeo septen- tional, ms an, on el Meterrno central, dea amb en donde to repos del continent parece haber desempefad un papel prin pal La importnci de los infreambios para to as sociedades del :ge0 puede comprobarse por las numerosas pesas de plomo y los jue: ose alanzas en algunas tubes miencasimprtate, sus hee iis los pero ver en a gran canidad de bjs valososhllads. sa ruin de Tera que destuys Abo ez a isl inhabi- table por un tempo, sin dud produjo das en algunos lgaes de eta» es posible qu uve ees picoldicos, puss cuz pusiera en duca la effcacia de la arstoeracia en sus tratos con la divinidad. sociedad minoica, y desde luego debemos disociaria de Ta destruceién de muchos enclaves importantes durante Jos Segundos Palacios, para nosotros sorprendente, y x menudo seguida det declive 0 abandono, sspiamente en Crt, Las expiasone al so que abuyen estas festrucciones a un terremoto (recientemente Warren, 1991a: 36-37) 0 2.una conguista micéniea de Creta (eft: Hood, 1980) no resulian vero smiles: Ia primera de ellas, porque los lugares seriamente afectads Se esparcen por toda Creta, pero hay extranas excepciones (los datos parecen relativamente escasos en Chosos inexistentes en Kommo: la segunda, debido al grado de destruccién, que parece excesivo para esiablecer un control sobre el territorio. Ambas, dems, presuponen que las destrucciones tuvieron lugar al mismo tiempo, pero el marco

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