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Graciela Falbo PDF
Graciela Falbo PDF
Graciela Falbo
Ministerio de Educacin
Secretara de Educacin
Unidad de Programas Especiales
Plan Lectura 2008
Pizzurno 935. (C1020ACA) Ciudad de Buenos Aires.
Tel: (011) 4129-1075/1127
planlectura@me.gov.ar - www.me.gov.ar/planlectura
ada vez que el juego estaba en lo mejor, cuando empezbamos a animarnos a practicar los vuelos en cada
libre desde la punta del pino, mam nos llamaba a dormir.
Siempre lo mismo; ni bien el sol empezaba a salir, ya haba que
volver. No haba una sola noche que Grancejo y Polli no protestaran o que no nos hiciramos los distrados, haciendo como
que no habamos escuchado el llamado de mam, y de este
modo alargbamos un poco el tiempo de nuestro juego.
Pero, ya sabamos, resistirnos era intil, cuando por el horizonte el cielo empezaba a ponerse violeta, llegaba mam nerviosa y deca que no haba ms tiempo y que ya tenamos que
ir a dormir como todos los dems.
Grancejo juraba que cuando fuera grande, se iba a dar el
gusto de quedarse despierto hasta despus del medioda. Pap
se rea y le deca que cuando fuera grande podra decidir hacer
lo que quisiera, pero que ahora era hora de ir a dormir.
El da era algo misterioso para nosotros. Con la llegada de la
luz el mundo se empezaba a llenar de sonidos desentonados.
Los primeros eran unos kiiiiiikiiiii que nos ponan los pelos de
punta. Despus los ruidos crecan sin parar: graves, agudos,
speros, suaves, tenues, furiosos. A veces pareca que los sonidos bailaban entre s y otras que los ruidos se peleaban unos
con los otros y todo se volva estridente y confuso. Cuando el
barullo era rabioso, nos daba risa. Pero era un rato noms porque despus nos daba sueo y, en medio del bochinche, nos
quedbamos dormidos hasta la noche.
Sentamos curiosidad por conocer qu provocaba ese alboroto del medioda.
Las horas de sol son peligrosas para nosotros repeta
pap. Pero no nos convenca.
Una vez con Grancejo planeamos fugarnos. bamos a esperar a que todos se durmieran para escabullirnos escondindonos detrs de los pinos que, con su ramaje espeso,
GRACIELA FALBO
Ac estn los
padres dijo el chico
que haba subido.
Grancejo, temblaba,
todos temblbamos con l.
Desde ese da nunca ms insistimos en seguir jugando cuando se
asoma el sol.
De recuerdo del eclipse nos qued esa palabra tan rara que
no podemos entender. Nos parece graciosa y la usamos a cada
rato. Cada vez que Grancejo hace alguna de las suyas, para
hacerlo rabiar, lo llamamos murcilago.