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OBELISCOS

DACTILARES
L. S. MÁRQUEZ
Obeliscos Dactilares  L. S. Márquez S.

Cualquier lluvia cae muriendo y recordando


Rodolfo Alonso, Victoria en el desierto

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Ensenada de Vacas, Río del Oeste


El cielo azul. Ni el girón de una nube.
La cubierta inundada por la luna.
Los tiempos de antes-Hsien, gran general.
Podría decirle mi poema. Él no lo oiría.
Zarpamos al filo de la madrugada.
Caían sin duelo las hojas de los arces.
Li Po [701-162], Amarre nocturno

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En donde el miedo no cuenta cuentos y poemas, no forma figuras de


terror y de gloria.

Vacío gris es mi nombre, mi pronombre.

Conozco la gama de los miedos y ese comenzar a cantar despacito en el


desfiladero que reconduce hacia mi desconocida que soy, mi emigrante de sí.

Escribo contra el miedo. Contra el viento con garras que se aloja en mi


respiración

Y cuando por la mañana temes encontrarte muerta (y que no haya más


imágenes): el silencio de la comprensión, el silencio del mero estar, en esto se
van los años, en esto se fue la bella alegría animal.

Alejandra Pizarnik, Ojos Primitivos

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PÉNDULO DE ASFIXIA

Mi respiración apátrida
Este cartílago trémulo roído por tus huestes.
Torpe ensenada de vítreos.
Salado es el verbo que contiene las hélices en reticencia.

Estoy seguro que es tu piel saturada entre desagües.

Pretendemos el hilo de los dientes.


La supuración vulcanizada.
El recuerdo nómada.
Las vísperas en gangrena.

Mi respiración hipócrita sucumbe al festín pagano


Destruye a la salvada de silencio.

Nací por el desprecio de la ubre.

No en vano este desierto.

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LA PLAYA

Esa casa que tenía el rostro de las dos laudas


Con sus aspas que espolean toda la agonía
Moratoria del mar

No quise rendirme a su lóbrego recinto de labios


A su inocencia nauseabunda

Un halo de ciénaga fugaz jugaba al engaño de la espada

Es el tiempo un precipicio mental –me dije


Una lucida vertiente de colmillos

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EL PAISAJE DE LOS OJOS

El país
de mis labios
sospechaba
que algún
resquicio moribundo
desterraba las lápidas
en cianuro.

Soñábamos con la
elemental serenidad
del ratón y su guarida.

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DANZA DE LOS ASEDIOS

Anfisbena:

¿No te atormenta este púdico silencio?


¿Esa terrible vigilia de los espejos?

Un canto apacigua el deseo


En la que hiere

La mitológica del paridero

Nada somos

Y este metal que nos hiere

Cuando nombras.

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DÍAOSCURO

Tardes de mí con el encéfalo en ruinas.


Antesala de reptiles.

A veces quisiera diseminar esta culpa

Fétida patraña que inmoviliza las estatuas.

Pesa la voz que no predica el desamparo

Inmolo esta lluvia servidumbre.


Su puro furor en los desquicios.

Oropel siniestrado.

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MORIR CÁUSTICO

Desfiladero en la tarde
Tundra del lila que expele tus rostros

Quién velará mis demencias


Los despavoridos mesenterios

Podrigorio de perpetua jauría

Fuiste la salvaje petrificada


No mientas

Sé que arruino estos cercos incantables


Y que me arrasa un desmembrar sagrado.

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LLOVIZNA

Saber cuando se está fuera del mundo


Qué recodos de grama muelen mis miedos
Con cuál silencio comprendo la longitud
Raquídea de estos años

El hambre de sodio
La morada risible
Esta mancha de azogue
En los
huesos

Por qué miramos dentro


Si la jaula se ha dormido
La niña de corcho ya ha maniatado el cautiverio

Y los fangos polares son


Mis únicas panteras.

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CONQUISTAMOS LA NADA

Rinoceronte acuchillado
La garganta del uranio eclosiona
Mis marfiles
Por qué amas solo a la hija
Que vive en ti sobre sus lomos de
Sangre

Yo recuerdo tu tristeza pero


Miento si te digo mi nombre

Si conservamos algo más que esta armadura

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NATURALEZA DEL PECADO

Alguna vez quisimos el hadario


Y su ajado sortilegio ennegrecido

Partimos de un dolor que no oficiamos


Nombramos este oscuro cerco
De rodillas

Hacemos la muerte

En lo que vive.

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BRUMA

Somos la vertiente envenenada


El desagüe de la luz en purgatorio

No la esperanza secular
Ni la anfibia osamenta
Del osario

Solo esta señal


Linfática

Apenas deterioro.

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OBELISCOS DACTILARES

Los cicladores y sus rictus de sombrillas impetuosas. El ocio en sus diásporas


sin juicio. Algunas de sus islas se trocan en timbres de ceniza. En satíricos
carneros bajo ciénagas de bostezo. Quizá sus lágrimas de gas triangulicen la
resaca. Infértiles los tórax heteróclitos. ¿Qué habrá detrás del silencio, será la
omnipresencia de este miedo ahora tan nuestro? ¿O el ridículo fraguado
doblando las nomenclaturas? ¿Al fin, Dédalo culposo, qué persiste luego que
hemos ido nombrando los residuos, las calles que fornican con el plexo, los
ovarios dactiloscópicos? No hallan la fuente del destino. Solo quieren volver a
su tiempo movedizo y fracturado. Al mortero sedicioso del oráculo. A las
tumbas del acido en pesuñas. Todo menos mirar atrás, mirar atrás, mirar atrás.

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REINO DE CÍCLOPES

Vórtice de ojos.

Mis dedos eyaculan su nexo con la fiebre


Vislumbran este tiempo carnicero

Palmípedo cortante
Comisura de los templos

Nadie habló de la estancia que se afanaba


A su leyenda testaferro

Por eso sentirnos

Lacera.

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CUENTAS PARA MAGOS

Conservo los oficios de la sombra


No el ultraje de los lugares imposibles
Mi órbita de palco anoréxico
El encanto de los metales rabiosos
Este azufre de la horca sin la traquea
El arco de membrana
La burla emancipándose
Ese antro de la pelvis
Este ojo de los huracanes
En semilla
Todo
Salvo
Esta
Mácula
Certeza
Que
Se
Diluye
Entre
Los
D
e
d
o
s

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EL ROSTRO QUE TE VENCE

Alguien me dibuja
Los párpados en nieve

¿Acaso esta ciudad


Me equivocó tus grutas?

¿Dónde encuentro mi rostro anómalo?


¿La sepia de mi última eutimia?
¿La grácil iniquidad que agrade este insomnio?

La conquista del ciclamor


Me reveló su sobredosis.

Trato de no soñar con la hipomanía


Que me convence de la genuflexión
En el castillo de las gemelas.

Alguien me dibuja
Los párpados

Pero lo olvido.

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MITO DE LA AUSENTE

Lúdico sendero.
Moradas que abren el nefario.

II

No existen ilusiones sin gestas en el deshuesadero.

III

Acudo al atormentado precipicio de los párvulos suicidas

IV

Mi pabellón, lo puro inhóspito.

En el vestido que te ancla los labios.


Dónde… Ella, la que huye de tu sombra.

VI

Pronto vendrán las aves a cultivar su cadáver de sueño.

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ÉMBOLOS

Vana la ciudad y su precario duelo

Escucha mi nausea venidera

Nunca quisiste la fosa donde no mirarnos

Algo que corone la angustia de tus lirios

La ciudad que es tu derrota

Un presidio tan mío sin metáforas

El rostro de tus versiones me posee

Y no hago más que herirme

Nada más

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MAZURCAS

La afilada servidumbre del suicidio

Quemo estas sombras

Y parto de ti

No me quedan ya piélagos

Nada de brumas

Seré lo que asechas.

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PARAJES EN POPA

Abrogan por mí los temidos duendes del placebo. No quiero soportar estos
alegres desvaríos. Decido abandonar el rastro de mis voces en tu isla. Pero
tientas tu trastorno coagulante, tu sordo vicio entre las ubres.

Y me tallas, a secas.

II

Intento poner fin a este adorado deambular. Al mar de seda súcula que me
abre cruces tras la sien.
Sigo partiendo hacia el presidio de la onza. Los tímidos galófilos se tragan las
lenguas para no mirar el gran ruido del mundo.

III

Corvos por endemias, reciben esta carne que no muerde. Mórbida, laxante.
Es lo que fui, lo que hemos sido, lo que añoré no ser. Arriba de los óvalos
aúlla el sexo en malogrados obituarios. Los únicos nombrados irán hasta el
parásito del viento y huirán por los confines de los ángeles sicóticos. No
quedarán lugares.

Solo parajes en popa.

Las distancias se disgregan.

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EL ÁRBOL DE DANTE

El ágrafo
Y las fisuras que dominan
Los lamentos

Cécubo sombrío
Apostado en las riberas
Del banquete

La hojalata bélica en
Cianuro acorazado

Gritamos: ¡Vivir!

Llega la hora en que las vísceras


Desnudan las botellas

Y son los terribles licores de la


Demencia

El único lugar de tus apariciones.

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SEMILLA CASTA

Escombros de saliva

La luz de una placenta


Contribuye a duplicar el miedo

Qué esperamos /cuándo /cómo

No sé /nada

Desde el salto al pentagrama cósmico


Hasta el frío asfalto de la memoria

Membrana ubicua

Ciega a cenizas
En pantanos de arcoiris.

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EL ARTE DE LOS SUEÑOS

En nuestra guerra

Parecías el último sueño del pelicano.

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HUMORES

La forma atormentada del gusano


que desmiembra los frutos hábilmente
suturados.
Desierto musical entre manías
posdatadas.

Es la calvicie del cepo meritorio.


Acaso el espejo en cansado
ronroneo córvido.

Fugaz esta antesala para pesadillas.

Pájaros en estrépito.

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SOBREDOSIS

Hay un delirio que se consume


Esta trucada desfachatez de fiambre

Quise engendrar sus rostros

Sin embargo nadie se atrevió


a mirar nunca
[dentro del sueño

Ni siquiera por la gama cáustica

El candelabro gémino de las moscas.

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EXTRAÑAS CONJETURAS

Sé de tus moradas
Y de tus dantas periféricas
Del cartílago hipnótico pagano
Sé también que tu sospecha sobre
El cielo no obtuvo cicatrices
Que vestías de furia
Que tus pisadas buscaban existir
Un poco más allá de los andamios

No eras el viajero de la pavana


Que dormía con los alfileres en el rostro
Ni aquel candor que incendiaba
A las nodrizas

El que reía bajo el celo de su terca mirada

Esto y poco menos


Un sustrato de la muerte envilecida
Un rosario testaferro.
Cutre.

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ABRIGO

Tragadera de las sombras


Lóbulo perpetuo

Dijiste soñar con la serpiente


calcárea.

El sendero de los lagos.

No es para menos este


enjambre que la ridiculez

atesora bajo un fardo de delicias.

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TESITURAS

Me constriñen
los destinos triangulares.
La parótida falaz del manicomio.

Alguien nos lacera


este titubeo forzado por miocardio.

Tu rostro muere desde el cartapacio inexistente.


En la hogaza gélida.

La violada por el feto


nos invita a su impavidez sin conjeturas.

Ombligo de zamuros.

Dios ha mentido.
Porque nos teme.

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GIRASOLES TALLADOS

Mírate desde los círculos que fecundan tus gestos. Los negros girasoles
hervidos a cornisa. Nos toma la gloria que aniquila este presagio de pájaros
drenados. Quién sojuzga esta memoria de luz arrepentida. Quién vendrá a
llamarnos por tu nombre. Los huesos brillan en el vientre de las aspas. Tímido
cadalso que los cuenta gotas ya no desintegran.

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SENTENCIAS MARINAS

Hubo el cerco alucinatorio


Mi escondite de las fabulas celadas

Es el espasmo para la retina sorda


Las glándulas del gritatorio

Pestilencia que mimetiza los plurales

O el ala de la ballena muerta

Atesoro las cicladas


Los espejos sin pesadillas

Tu boca en el arpón

Este poema que todo lo miente.

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TRIBULACIONES DEL MANIACO

La mosca del poeta es su servidumbre


En los confines

Los puertos han mirado ya su cadáver


Remendando las lloviznas

Triste panacea en los abalorios


Que arguyen dromedarios porque el frío de los infiernos
Desmantela las lagañas

Quién no fornica por una tísica barbarie

Nadie mira al corazón de torniquete


Mi falange hundida hasta las malvas

Abusa la hiena en su monólogo sin cruces

El poeta busca dominar su propia nada


Herirse bajo el celo de la tarántula

Doblegar con el zumo de su peste


Este atormentado balbuceo en el desierto.

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HETERODOXIAS

Rubor oxidado
Lastimaderos de sombras

Mito óseo
Bajo el denario
La medula del parto
Y su cautiverio hendido

Acaso envileces a ese dominio


de mercurio

Tu dorada escoria de festín

Volvemos de la sarna
En la anémona
Del reciario

El rubor existe

Pero no

Te esconde.

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