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XII

Espero el momento de reunirme con mi sombra


que avanza del otro lado del muro.
Presintiendo su cercana, todo lo que huy de m
en las horas muertas
se agolpa en mi corazn
oscureciendo el paisaje.
Sin embargo, qu sabe la luz
del encuentro de unos ojos
con aquello que han buscado desde siempre?
Acaso no pertenece a la noche
su pregunta por el ngel
que vuelve cada tiempo
y nos restituye lo perdido?

XIV
Todo estuvo al acecho desde siempre:
la oscuridad los miraba con su ojo de cuervo.
Hablaban, pero ninguno entenda
la lengua de los otros;
se dejaban llevar por el sonido
de una pequea campana inexistente.
Siguiendo la ruta sealada por el ngel
sus cuerpos eran la prolongacin misma
de la tormenta.
Formas frgiles, desnudas,
vueltas a encontrar entre ceniza.
Nunca el silencio fue tan elocuente.
Tomado de Estrada, Luca. Cuaderno del ngel, Medelln, Slaba, pp. 30-31

Destino
Siempre un paso adelante
de tus pasos los pies descalzos del destino
trazan sobre la arena
una senda serpentina.
Ebrio de incertidumbre
no equivocas ninguna
de sus invisibles huellas
que pacientes te acercan
al advenimiento del ngel.

Encuentro
Escrita en el ro gemelo de la sangre, con prpuras palabras,
La fbula de amor entre amantes adversos.
Radiantes y alados, de la mano de la fatalidad
celebran la antigua embriaguez de su arquetipo.
Sus cuerpos ungidos de brunos aceites,
el animal y el ngel en sus abrazos enlazados.
Y afuera, el laberinto del mundo, amenazante.
Y corazn adentro, el gusano que roe la manzana.

Ciego
El lazarillo que te gua
comparte tu destino que es el nuestro:
ojos ensombrecidos desde el nacimiento.
Quin recorre temblorosos los declives?
Quin habita ese castillo en ruinas?
Tambin perdieron ellos
el color del colibr,
las formas de las nubes y del aguas?
Del teatro del mundo,
has visto, ngel o demonio,
lo ms tierna escena?
Dos ciegos tomados de la mano
bordeando las piedras del abismo.
Y la crueldad contra nosotros mismos infligida?
El antifaz de orgullo, an en la cada,
y la mirada opaca, extraamente altiva.
Tomado de Donado, Oreste. Los invisibles pjaros del alma, Medelln, Slaba, pp. 59,61,65.

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