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que traían consigo los españoles. Ambos sistemas de codificación se
utilizaron complementaria y a veces contradictoriamente para así
transmitir las voces de las elites y comunidades zapotecas de la
región. Este es el contexto de origen de documentos tan interesantes
como El Lienzo de Guevea donde se narra los orígenes en la casa real
de Zaachila de los gobernantes de Tehuantepec, o bien de las numerosas
genealogías de las elites locales de lugares como Macuilxochitl,
Tabáa, Quiavini, Etla, por ejemplo.
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diversos archivos locales. Un censo no completo realizado por Michel
Oudijk (2003) solamente en el ramo de Tierras del AGN y en el Archivo
Judicial de Villa Alta daba una cantidad alrededor de medio millar de
documentos realizados en alguna de las variantes de la lengua zapoteca
colonial. De este censo de documentos los originarios de la regiones
serranas provenientes del Archivo Judicial de Villa Alta, son los que
cubren la mayor parte pues conforman cerca del 88 % del total,
mientras que tan solo un 12 %, poco mas del medio centenar de documen-
tos tienen su origen en la zona de los Valles Centrales.
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Ana chi martes colle pigache chi peo aprilli yza piye cole
bejuanana Jesu† xinij d. cayona elachi nno va cayona pixono yza
1568
Ana chi martes colle pi+gache chi peo aprilli yza piye co+ale
bejuana÷na Jesu † xinij d. cayona ela chinnoua cayona pixono yza
1568
Hoy día martes 27 del mes de abril del año 1568 en que nació
nuestro señor Jesucristo hijo de Dios
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análisis de cada elemento gramatical y una traducción literal de los
elementos léxicos. Los signos utilizados se refieren a estos elemen-
tos gramaticales identificados tal como el uso del signo [1p. Pl.]
para hablar del pronombre de la primera persona plural, por ejemplo.
En el tercer parrafo se presenta una propuesta de traducción al
español de la frase en zapoteco con base en el análisis previamente
presentado.
Entre los zapotecos sabemos que las fases de la luna eran iden-
tificadas en la época colonial con muy diversas voces y es muy
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probable que esta práctica remontara a los tiempos prehispánicos. Es
así que Fray Juan de Córdova registra hacia el tercer cuarto del siglo
XVI las voces de càtòla pèo para la “media luna”; tixèni peo, natégo
peo o naleco pèo -luna córva, cóncava o acanalada- para la luna en el
cuarto cresciente; nayobi peo para la luna llena; quela-zèyàche-pèo
para la luna menguante; y tigachi-pèo para la luna escondida u oculta,
lo que quiere decir que es el periodo en que no se le ve o Luna Nueva.
Para la luna en sus fases crecientes iniciales tenemos también las
voces peo còbi -“luna nueva”-, peo nahuini –“luna pequeña”- pèo
huareni –“luna tierna”. Es muy probable que al igual que en otros
pueblos mesoamericanos la observación de las fases de la luna para los
pueblos zapotecos fueran un indicador meteorológico importante, y que
que estas señalaran los tiempos adecuados para la siembra y cosecha de
los vegeteles.
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es la frase “Ana chi lones cochi cobicha peo de otubre yza de 1616
años” que abre el Testamento de Domingo Hernández también de San
Sebastián Teiticpac (AGN, Tierras, Vol. 256, Exp. 2, f.107r). La
frase dice literalmente “Ahora día lunes décimo sol de la luna de
Octubre del año de 1616”, donde nuevamente luna es el mes cristiano y
el sol es el dia. Como podemos apreciar de la comparación con otros
documentos de la época y con la obra del mismo Fray Juan de Córdova,
otra palabra que era utilizada para referir al concepto de día en el
vocabulario zapoteco colonial es chij, misma que también refiere a
conceptos generales de tiempo.
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consagrado a una serie de festividades rituales distruibuidas a lo
largo del ciclo anual. Ademas de estos 360 días existían otros cinco
días más que presentaban un carácter aciago, por lo que juntos forma-
ban el ciclo de 365 días.
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Como otros sistemas de numeración propios de los grupos indíge-
nas mesoamericanos, el sistema zapoteco es de base veinte –cale-, es
decir, es un sistema numérico vigesimal. Por ello un número importan-
te en las cuentas era ela –cuatrocientos- pues éste representaba
veinte veces el número veinte. A partir de este número se podían
construir conceptos numéricos mayores.
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Para Inez Butler, el uso de los términos tradicionales de arriba/
abajo para referirse al norte y al sur entre los zapotecos de la
región de Villa Alta se debe a una influencia de la cultura de los
hablantes del castellano, pues asegura que antigüamente los que no
eran bilingues hablaban solamente de “…arriba y abajo, de terrenos
fríos y calientes, o de donde el sol sale o se pone” siendo el
concepto de las cuatro direcciones “extraño al pensamiento zapoteco”
(Butler 2000: 273). Si esto es así, debemos tal vez pensar que cuando
Córdova registra los terminos de çòo tola –la región larga y alta- y
çòo cahui – la región oscura- para norte y sur, en realidad estaba
asignándoles los terminos especiales del arriba y el abajo del camino
del sol. Queda no obstante, la posibilidad de que desde los tiempos
prehispánicos el modelo de observación cenital se complementara con
las observaciones solsticiales, y aún que éstas últimas antecedieran
a las primeras, de modo que la identificación del arriba/abajo como
norte/sur sea incluso de origen prehispánico.
Conclusiones
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Bibliografía
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Long, Rebecca e Inez Butler (2002) Diccionario Zapoteco-Español,
Español-Zapoteco y Gramática del Zapoteco de San Bartolomé Zoogocho,
Oaxaca, Edición electrónica, Instituto Lingüístico de Verano, México.
Notas al texto:
* Texto basado en la conferencia titulada «Tres Documentos Coloniales de San Antonino Ocotlán, Siglo XVIII»
presentada el día 12 de Junio de 2004 en el marco del III Festival de Cultura Zapoteca en La Universidad del Itsmo,
Tehuantepec, Oaxaca.
1 Profesor-Investigador Asociado B del Centro INAH Hidalgo.
2 La concepción de los eclipses como el acto de morder o comerse al sol se encuentra entre los pueblos mayas y
nahuas. López de Cogolludo, por ejemplo, menciona que, durante los eclipses los pueblos mayas de Yucatán acostumbra-
ban hacer diferentes ruidos para ahuyentar a las hormigas xulab quienes se creía trataban de comerselo (López de Cogolludo:
239). Una creencia similar se encuentra todavía entre los tojolabales contemporáneos para quienes los eclipses -Chak K’a
K’u- de Luna se deben a las hormigas b’ajte’ que pretenden devorarla (Ruz 1983:421-423 cit. en Báez 1988: 244-245). Por
otro lado el Chilam Balam de Chumayel menciona que “...y fué mordido el rostro del sol. Y se oscureció y se apagó su
rostro...”, lo parece ser una referencia a un evento de eclipse (Chumayel I: 49, nota 18). También el comentarista nahua del
Códice Huichapan nos señala que en los años 2 Caña de 1403, 1455 y 1507, sucedió que“nican oqualoc yn tonatiuh
otlayoa”, es decir, “aqui fue comido el Sol, anochece”, frase que equipara la oscuridad del fín de ciclo de 52 años con el
acto de ser comido el sol, es decir, con los eclipses (cf. Torres y Rodríguez 2001).
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