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La Celestina

Género

La Celestina es una comedia humanística, pieza compuesta para ser leída de manera
dramatizada y no representada.

Tema de la obra

La Celestina trata de la pasión amorosa entre Calisto y Melibea, favorecida por las
artes de una vieja alcahueta y hechicera: Celestina. La avaricia de esta, que no quiere
repartir sus ganancias con los criados de Calisto, compinchados con ella, la conduce a
una muerte trágica.

También los amores clandestinos de los dos jóvenes acabarán de forma aciaga, con la
muerte de Calisto y el suicidio de Melibea.

Los personajes

Los personajes de La Celestina no actúan como caracteres fijos, sino que están llenos de
matices que los individualizan; se configuran a través de sus actos, sus palabras, sus
pensamientos y a través de lo que otros personajes dicen de ellos. Esta minuciosidad en
la creación de los perfiles se observa incluso en los personajes secundarios, que superan
cualquier estereotipo.

• Celestina constituye el personaje más elaborado de la obra. Es alcahueta y


hechicera; conoce conjuros y fórmulas mágicas que la configuran como un ser
casi demoníaco. En ella se reúnen todos los vicios posibles: es bebedora, antigua
prostituta, mentirosa, traidora, degenerada, etc. Dos de las pasiones más fuertes
que mueven su comportamiento son el egoísmo y la avaricia.

Además, se caracteriza por una gran astucia y una enorme capacidad para
manejar el pensamiento y los comportamientos ajenos a través,
fundamentalmente, de un malintencionado uso del lenguaje.

• Calisto es un personaje con rasgos grotescos: presenta un conflicto entre su


manera de hablar y su forma de actuar. Emplea un lenguaje excesivamente
refinado para referirse al amor que siente; lo presenta como un sentimiento
noble y desinteresado, que constituye el centro de su existencia. Se muestra
profundamente convencido de la virtud de su amor por Melibea; sin embargo,
sin que él llegue a ser consciente del todo, tras esta apariencia de amor
verdadero, se esconde el ansia de disfrutar sin medida. Detrás del amante
entregado se oculta en realidad un ser pasivo y egoísta. A medida que avanza la
obra, se percibe claramente cómo sus actos contradicen sus palabras, que a
menudo resultan ridículas por su carácter desproporcionado. A través de él, el
autor se burla del amor cortés. El final de Calisto está en consonancia con su
carácter: su muerte es un accidente absurdo, que no adquiere una trascendencia
trágica.
• Melibea tiene una actitud resuelta que la lleva a ser parte activa en el desarrollo
de los hechos. Su comportamiento sufre una evolución: al principio se niega al
amor de Calisto, pero posteriormente es ella misma la que dispone los
encuentros con él; le entrega su amor y, finalmente, al ver a su amado muerto,
decide suicidarse. Es capaz, por amor, de saltar por encima de los
convencionalismos sociales. A diferencia de Calisto, es consciente de lo que
supone acceder a una relación ilícita y su suicidio es una consecuencia del
abandono de los valores establecidos.
• Incluso los personajes secundarios, como los criados de Calisto (Sempronio,
Pármeno) o las dos prostitutas controladas por Celestina (Elicia y Areúsa), que
actúan por intereses materiales, son retratados con una complejidad sentimental
que los individualiza.

Finalidad y significación

La finalidad del autor es explícitamente moralista: Fernando de Rojas afirma en el


prólogo haber escrito la obra para criticar los actos irresponsables e irracionales de los
enamorados que, como consecuencia de su inmoralidad, se precipitan en la desgracia.

La obra tiene además un significado existencial. La vida es para el autor una lucha
continua que ocasiona dolor y desventura.

Pero también se aprecian en la obra otras intenciones implícitas, como la parodia del
lenguaje cortés o la crítica a la sociedad de su tiempo. Los personajes, sin distinción de
clase, se mueven por el egoísmo; son el reflejo de una época que el autor percibe como
corrupta y dominada por un materialismo sin límites.

En La Celestina, todas estas críticas adquieren un valor universal; se enmarcan en una


censura a la codicia humana, que va más allá de los sucesos particulares expuestos y de
los problemas sociales del siglo XV.

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