Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ediciones Cinosargo
Contacto: carrollera@gmail.com
Web: www.cinosargo.cl.kz
-1-
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
A la memoria de:
-2-
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
ÍNDICE
CUENTOS DE ANIMALES.....................................................................- 5 -
La zorra que quiso tener hijos más hermosos.........................................................................................- 9 -
La zorra engañada por la señora suri*...............................................................................................- 12 -
La apuesta del zorro y el cóndor..............................................................................................................- 16 -
De cómo el lari murio por provocar al jampato ...................................................................................- 18 -
• El lari que creyó ganar la carrera ......................................................................... - 18 -
• El lari que quiso tener la piel como el jampato ................................................. - 20 -
La golpiza que marcó al jampato..............................................................................................................- 22 -
El compadre del gallo ...................................................................................................................................- 24 -
-3-
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
-4-
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
A manera de introducción
Las versiones orales de los relatos, base de esta antología escrita, algunas en lengua
aymara y otras en castellano, fueron entregadas por personas mayores de 60 años.
Algunos fueron obtenidos de ancianos que ya fallecieron como Benedicto Morales
Choque y Cipriano Morales Huanca de Parinacota; Carmela Soto Soto de Putre; Ludovina
Paco Poma y Victoria Mamani Yucra, ambas de Caquena. Otros se obtuvieron de
ancianos que aún nos acompañan como Irma Paco Huaylla, Matiaza Poma Chávez,
Silverio Blanco Baltasar, Bonifacio Yucra, Ana Inquiltupa de Caquena; Francisca Morales
Mamani, Matilde Morales Huanca de Parinacota-Chucuyo; Celia Caris Apaz, Wenceslao
Lázaro de Guallatiri; Ángela Copa, Irma Medina, Julián Huanca de Putre; Elsa Gutiérrez
-5-
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
-6-
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
existencia de ellos. Así se conoció y obtuvo imágenes de la laguna Casiri cerca del pueblo
de Caquena, la mesa de la iglesia de Parinacota, el cerro Pusiricollo de Socoroma, el
Cerro Marqués de Ticnámar, etc. Ello permitió obtener una mejor descripción de los
espacios narrados.
Se puede decir, por todo lo anterior entonces, que esta selección de cuentos es
representativa de la Provincia de Parinacota y de su gente. Cada uno de ellos representa
una acuñación de muchísimos años de la memoria colectiva aymara de los pueblos de
esa provincia. Ella ha llegado como una herencia innegable a nuestra generación más
urbana que rural, más castellano hablantes que aymara-hablantes, con una experiencia
más cercana a la cultura textual y a la cultura de la informática que a la cultura tradicional.
Asumiendo esas circunstancias actuales y a la lengua castellana como materna de una
buena vez, sin dejar de identificarnos como aymaras y sin minusvalorar a la lengua
ancestral, recibimos y proyectamos ese legado con ese medio que mejor sabemos
manejar. Por consiguiente, nos permitimos este trabajo en la forma escrita para las
generaciones de aymaras, actuales y futuras, que tienen al castellano como su 1º o 2º
lengua funcional y a todos los no aymaras que deseen acercarse a través de estos
relatos, hacia un “nosotros” regional y universal, tan humano como cualquier otro
colectivo.
-7-
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
CUENTOS DE ANIMALES
-8-
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Era el tiempo final de las lluvias, cuando las lagunas del altiplano alcanzan
el máximo nivel de aguas contenidas y cuando sus orillas reverdecen con el
iruwichu2, con el paco-paco3. En esa temporada los patos, las parinas4, las
guallatas5 y otras aves empollan aprovechando la bonanza de las lagunas y sus
orillas para proteger y alimentar a sus pollos. Así, un día una guallata había bajado
de los altos de un risco en donde anidó, con sus crías hasta las orillas de una
laguna, para enseñarles a buscar el alimento.
Por allí también andaba una zorra con sus crías, que olfateaba debajo de
las piedras, tolas y pajas, buscando huevos, restos de animales muertos, algo con
que alimentar a sus zorritos. Aunque dicen que eran comadres, la guallata al verla
tan cerca, rápidamente azuzó a sus polluelos a meterse a la laguna.
1
Sobre las versiones de Ludovina Paco Poma de la Estancia Chañupalca, de Victoria Mamani Yucra de la
Estancia de Ungalliri, de Irma Huaylla Paco de la Estancia T’aqat’a, de Matiaza Poma Chavez de la Estancia
Qaqani, de Silverio Blanco Baltasar, todos del pueblo de Caquena; de Florentina Poma y de Wenceslao
Lázaro, ambos del pueblo de Guallatire.
2
Iru wichu: cierta especie de paja que sirve de forraje para los auquénidos domésticos
3
Paco-Paco: del aymara, paku-paku, otra especie vegetal que crece de manera compacta en los humedales,
tiene un fruto de color rojizo muy apetecido por algunas aves y mamíferos.
4
Parina: del aymara, flamenco
5
Guallata: del aymara, wallata, especie de ganso silvestre, de color blanco con la punta de sus alas de color
negro y patas rojizas, típico del altiplano.
-9-
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
_ Anda a tu casa, calienta el horno y mételos ahí. Cuando escuches tres golpes
los sacas, entonces ahí encontrarás a tus hijos hermosos como los míos_, le
aconsejó.
La zorra se alegró dicen. Ahora mis guaguas serán blancas, pensó. Así,
apurada subió con sus hijos a su casa, debajo de un gran peñasco, cerca de la
cumbre de un cerro. Allí, la raposa tonta, no demoró en hacer todo lo que le había
dicho la gansa: puso fuego y calentó el horno, echó a sus hijos ahí, y espero los
tres golpes. Después los sacó; sus hijos estaban mostrando los dientes. ¡Aaaah…!
Mis guaguas se están riendo, pensó alegre. Pero después los miró bien: estaban
todos muertos Así, había matado a sus zorresnos, todos quemados.
Después de darse cuenta del engaño, muy triste y enojada, la zorra sólo
pensó en la forma de vengarse del ave. ¿Acaso no puedo pillarla y matarla?,
pensó. Y partió tras ella. Bajó corriendo hasta la orilla de la laguna. Su comadre
se había ido a una pequeña isla, en el centro del lago. Unos dicen que allí la
gansa estaba tejiendo mientras sus crías picoteaban por las orillas; otros, que
estaba sacándoles los piojos. Lo cierto es que la zorra, impotente por no
alcanzarla y no poder meterse al agua porque no sabía nadar, le gritó desde la
orilla:
_¡Comadre, sale! ¡Comadre, sale, conversemos!
La guallata toda indiferente no le contestó.
- 10 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
esfuerzos se encaminó como pudo a su casa. Esto está mal: un palo me puede
pinchar, la tola me puede pinchar, la paja me puede pinchar, se decía, mientras
avanzaba paso a paso
6
Kailla: especie cactácea pequeña muy compacta y profusa de espinas, típica del altiplano.
7
Tábano: especie de mosca, relativamente grande que se alimenta de la sangre de los mamíferos,
incluyendo el hombre.
- 11 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
La raposa, como estaba urgida por su necesidad y viendo que tenía que
subir al cerro aún, tuvo que dejar su q’ipi9 . Así desconfiada le pidió al ave
corredora:
_Abuelita, no vas a mirar mi carga, por favor.
_ ¡Qué voy a mirar yo!_, dijo la ñandú, haciéndose a la indiferente. _Estoy
atrasada en tejer. ¡Qué voy a estar ocupándome de otras cosas!_, agregó.
_ Tienen grande el pico_. Le advirtió, finalmente, la zorra, que rápidamente,
casi corriendo partió y dio vuelta la loma.
8
Sobre la versión de Irma Huaylla Paco, Estancia T’aqata, pueblo de Caquena; de Florentina
Poma, pueblo de Guallatire
*Suri: del aymara, ñandú, avestruz americano.
9
Q’ipi: del aymara, atado, bulto que generalmente se carga en las espaldas en un awayo (manta
multicolor)
- 12 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 13 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 14 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
recelosa, se acercó al cuerpo para revisarlo. Allí vio que de los ojos y de la boca
salían gusanos. Entonces convencida exclamó:
_ Aaaaaah…. la maldita vieja se murió.
Resignada y guardando su rabia había empezado a devolverse, mirando una y
otra vez al cuerpo del ave. Y ya se estaba alejándose cuando recordó que para
corroborar la muerte efectiva, también debía revisar el trasero. “Aaaaah….no
revisé la cola de la vieja”, se dijo y regresó. Se acercó al cuerpo del ave, tomó la
cola y la levantó para ver si de su trasero también salían gusanos. En eso estaba
cuando repentinamente, la vieja suri reacciona dándole una feroz patada, tan
fuerte que arrojó a la pobre zorra por el borde del barranco. Así murió la zorra; así
perdió una vez más, dicen los abuelos.
- 15 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
10
Sobre la versiones de Irma Huaylla Paco, estancia Taqata, Caquena; de Matiaza Poma Chavez ,
estancia Cacani, ambas de Caquena y Alejandro Colque Quispe, Chapiquiña – Pachama )
11
Mallku: denominación de los principales cerros de género masculino, considerados como entes
tutelares y protectores de los pueblos o comunidades aymaras; con ese sentido también se le
llama así al cóndor.
12
Camaqui: del aymara, qamaki, sinónimo de lari , zorro.
- 16 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Al amanecer del otro día la voz del zorro estaba muy débil. Finalmente, en
un momento dado, no respondió más a los llamados del cóndor. Éste miró al lugar
de su apostador y allí estaba el pobre cuadrúpedo: encogido y congelado en el
suelo. Entonces se acercó a él, comprobó que estaba bien muerto y luego,
tranquilamente, pedazo a pedazo se lo comió. Así se hizo congelar, así una vez
más perdió el zorro tonto, dicen.
- 17 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
En las tierras altiplánicas del gran mallku Guallatiri15 cuentan los abuelos que sus
abuelos le transmitieron dos historias de cómo murió el lari por meterse con el
jampato16.
Andaba el lari, por las laderas de un cerro como siempre hurgando debajo de las
piedras, de las tolas y pajas, de aquí para allá, de allá para acá, esta vez buscando agua.
Había caminado tanto que, cansado y con mucha sed, se sentó en lo alto de una roca
para avizorar mejor algún riachuelo o vertiente. Así, al final de la ladera, en la quebrada,
corría un río. Contento bajó raudo hacia él para saciar su sed
Y mientras el zorro bebía agua desde la orilla del riachuelo se encontró frente a frente con
el jampato. Entonces, le preguntó:
_ ¿Sapo, que haces ahí?
_ Aquí vivo yo_, le respondió el sapo desganadamente.
_ ¡Aah!_, murmuró, el otro. Y mientras se secaba los bigotes con la lengua, se le ocurrió
provocar al anfibio:
_Oye, jampato, tú no sabes correr ¿no?. Nunca has salido del agua, no como yo que he
corrido cerros y pampas_, le manifestó burlonamente.
_ Aah…, sí puede ser, pero tú sólo sabes brincar. Eres apenas un zorrito, _le respondió,
con un tono de indiferencia, el sapo.
_ Bueno, entonces apostemos, ¿Qué te parece?. Yo corro por la orilla del río y tú por el
agua hasta aquella loma. Ahí vamos a ver quién gana, _le dijo picado el lari.
_ Yo te voy a ganar. Está visto que será así _ dijo el sapo, todo seguro y chapoteando
relajadamente en el agua.
13
Lari: del aymara, zorro
14
Jampato: del aymara jamp’atu, sapo
15
Guallatiri: del aymara wallata = ganso + el sufijo _ri = poseedor. Nombre del único volcán activo
en la frontera con Bolivia, también denomina a un pueblo en sus cercanías en territorio chileno.
16
Sobre las versiones entregadas por de José Lino Castro de Surire; de Florentina Mamani
Mamani, de la estancia Vilubio y de Wenceslao Lázaro de Guallatire.
- 18 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
_ Entonces mañana temprano corremos. Ahí te quiero ver _, dijo el otro más picado
retirándose hacia su guarida.
Durante el evento no podían verse: uno tenía que mirar atentamente hacia adelante
porque debía sortear rocas, piedras, pajas, tolas y otras yerbas que a menudo crecen en
las riberas, mientras corría; el otro se desplazaba en gran parte sumergido en el agua. Por
eso el lari desconfiado y burlón como era, quiso comprobar cómo le iba ganando al otro.
Así a cada tantos metros preguntaba:
_ Sapo, ¿dónde estás?
_ ¡Aquí!_, contestaba el anfibio, más adelante que él.
Así, una y otra vez volvía el zorro a preguntar lo mismo.
_Sapo ¿Dónde estas?
Y recibía la misma respuesta desde unos cuantos metros más adelante, que él:
_ ¡Aquí!
Eso, por supuesto, desesperó al lari que después de cada respuesta se esforzaba por
correr más rápido, pero en vano, ya que comprobaba más adelante que el sapo le estaba
ganando. Así llegó hasta la loma acordada y, después de escuchar que el sapo había
llegado primero al final, jadeando como nunca, con la lengua colgando más grande que
otras veces, cayó y murió de fatiga ahí mismo.
El lari, no se había dado cuenta y no tuvo cómo saber que durante la tarde y noche
anterior, el jampato había convocado a sus hermanos que vivían en ese lado del río. Allí
todos habían acordado cooperarle ante el desafío del zorro: que correrían, en postas, uno
a uno, hasta el final. Y como son tan parecidos el zorro creyó que estaba compitiendo con
uno. Eso cuentan los abuelos.
- 19 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Al jampato, esas palabras afectuosas del lari le parecieron extrañas. Sabía ya que el zorro
era un tanto socarrón, pero mañoso. Por eso después de pensarlo, mientras empujaba el
agua con sus patas traseras para irse a la otra orilla, le recomendó:
_Sácate todo el cuero, desnúdate completo, luego entra y sumérgete en el agua por un
momento, entonces quedarás lindo como yo.
_¡Bien!_, dijo el lari. Luego, apenas terminó de escuchar la instrucción, tan ansioso como
estaba, raudamente se sacó toda su piel y completamente calato17 entró al agua. Estaba
seguro de que tendría la piel como el anfibio, que ya se perdía en la otra ribera.
Una vez en el agua, el zorro la sintió tan fría que quiso abandonarla al momento y
abrigarse con su fina y gruesa piel. No obstante, se esforzó en soportar por algún rato la
bajísima temperatura, pero el agua gélida del río altiplánico poco a poco lo fue
entumeciendo hasta quedar completamente congelado. Al otro día, al amanecer, en
medio del agua congelada del río, estaba el zorro mostrando sus blancos dientes,
desnudo y completamente congelado. Así murió el lari, dicen, por tratar de ser más lindo.
17
Calato: del aymara q’alanchu o q’alala, desnudo
- 20 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 21 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
18
Sobre la versión de Marina Poma Mamani, Estancia Viluvio, Guallatire.
19
Pinchuncho: del aymara pichunchu, nombre del pájaro conocido también como chincol en
castellano.
20
Alférez: cargo tradicional que asume una pareja para hacerse cargo de la celebración de ciertas
festividades, como las patronales y otras, en un pueblo o comunidad. De acuerdo a ello debe
hacerse responsable de atender sobre todo en alimentación a los asistentes y en la ejecución de
actos tradicionales del evento.
- 22 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Después de ese evento el sapo nunca se recuperó de la golpiza que le dio el chincol.
Por esa razón, hasta ahora él no puede caminar dando pasos regulares como los demás,
sino que lo hace a saltos: Eso cuentan.
- 23 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Un día el zorro rondaba por el pueblo donde vivía el gallo y su esposa. Había visto
que aquél tenía varios hijos. Después de andar por aquí y por allá pensando en cómo
acercarse al emplumado cantor, discurrió en una idea. Por eso en esa mañana esperó
que el gallo saliera de su casa y simulando que se cruzaba de casualidad con él, le
habló:
_Buenos días, amigo gallo_ le dijo, en tono zalamero.
_Buenos días_ contestó el gallo, un tanto sorprendido, ya que no conocía bien al zorro.
_Tienes muchos hijos, podríamos ser compadres_. Se adelantó a plantearle el zorro.
_Podría ser…_ contestó el otro, un tanto dudoso y mirándole con más atención.
Ante la desconfianza de su interlocutor, el astuto zorro, que había previsto aquello, le
argumentó:
_ Tus hijos podrían ir a la escuela.
_ Pero aquí no hay escuela_ le respondió el gallo
_ Por eso mismo, yo podría llevármelos a mi pueblo que tiene escuela. Allí podrían
estudiar_ insistió el lari
Finalmente, el ladino zorro convenció al gallo y decidieron hacerse compadres. Así un día
realizaron el bautizo del hijo mayor, quedando el lari como su padrino oficial. Éste
después de aquello se llevó al ahijado a su pueblo convenciendo al padre que le
mandaría a la escuela.
Después de un tiempo, el zorro regresó a la casa del gallo. Éste quiso saber de su
hijo mayor:
_ ¿Cómo está mi hijo?_ le preguntó.
_Bien, muy bien. Le mandó muchos saludos_ respondió el zorro y agregó todo serio:.
_Ahora podría llevarme dos más _
_Bueno, compadre, que vayan. Si Ud. quiere, no hay problema. Llévelos no más _
respondió el gallo, viendo que ello sería bueno para sus hijos.
_ Si siguen aquí no podrán nunca estudiar.
Entonces nuevamente el compadre de nariz respingada se llevó a otros dos hijos del
gallo. Éste quedaba contento, pues estaba convencido de que no había otra persona tan
21
Sobre la versión de doña Elsa Gutiérrez Loredo, pueblo de Socoroma.
- 24 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
bondadosa y generosa como él; aunque era el padrino de su hijo mayor, se preocupaba
de los otros también.
Después de varios meses volvió el raposo a donde el gallo. Éste de inmediato, como
siempre, preguntó por su familia:
_¿Cómo están, mi señora y mis hijos?
_ Bien, bien Todos están muy bien. Respondió solícito el lari y añadió
_ La comadre te manda a decir, si tú puedes ir también, compadre.
El gallo, aunque con muchos deseos de ver a su familia se negó ir inmediatamente, pero
convino en acompañarle otro día
_ ¡Bueno compadre, entonces te vengo a buscar otro día. Lo vamos a pasar muy bien.
Allá podemos hacer una fiesta con los niños y con los profesores de la escuela_. Le
animó, finalmente, el zorro, sobándose de contento las manos
Y así sucedió, pasado un tiempo, el zorro cumpliendo su palabra vino por cuarta vez
a donde el gallo.
_ Compadre, he venido a buscarte, ¿Estás listo?
_ Si, te estaba esperando.
- 25 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
De esa manera partieron, como buenos compadres, dejando atrás el pueblo del gallo.
- 26 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 27 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Sólo al llegar a la casa del cóndor Pancara se dio cuenta que se había
equivocado, pues allí era un peladero de rocas lejos de su familia. Arrepentida
lloró de pena los primeros días y aunque gritó pidiendo auxilio, todo fue en vano,
pues a ese lugar nadie podía llegar ni verla. Allí, además padecía de hambre,
pues cuando le pidió al cóndor algo de comer éste, solícito en atenderla, bajaba
del barranco, recogía un trozo carne desde algún lugar y todo crudo como estaba,
le pasaba a la chiquilla.
_Nooo, yo no como así. Yo la como cocida_, le decía al cóndor.
22
Sobre las versiones de Ludovina Paco Poma, Estancia22 Chañupalca, de Irma Huaylla Paco, de
la Estancia T’aqat’a, de Matiaza Poma Chávez de la Estancia Qaqani, todas del pueblo de
Caquena; de Matilde Morales de Chucuyo; de Celia Cariz Apaz, estancia Ancuta, Guallatiri; de
Wenceslao Lázaro, Guallatire; y de Francisca Morales Mamani de Parinacota
* Pancara: del aymara, panqara, flor.
23
Llucho: del aymara, lluchu, gorro de lana tejida de los hombres aymaras.
- 28 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
24
Tolares: lugar de muchas tolas, arbustos pequeños típico del altiplano, que generalmente se
hallan en los bajíos, y se caracterizan por ser relativamente más abrigado en el espacio frío del
altiplano.
- 29 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Así pasó varios días sin que nadie pudiera darle alguna información. Una mañana
atinó a pasar por allí el Luli25, que era un pájaro un poco más grande de lo que es
actualmente. Éste cuando estaba sorbiendo el néctar de las flores de una
queñua26, escuchó los gemidos de la madre, por eso acercándose a ella le dijo:
_ Yo sé sobre tu hija_.
_ ¡Dime por favor!_, le pidió la madre
_ El mallku la tiene escondida en la cima de un barranco_, respondió el Luli.
_Entonces, si sabes, baja a mi guagua, por favor. Yo te voy a compensar con esta
chuspa27_, le rogó la mujer.
25
Luli: en aymara, picaflor
26
Queñua: Del aymara qiñwa, nombre de una especie arbórea, la única que crece en el altiplano.
27
Chuspa: del aymara ch’uspa, pequeño bolso de lana tejida, que usan los hombres aymaras para
guardar la coca e intercambiarla en ritos y ceremonias ocasionales.
- 30 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
El picaflor aceptó, por eso subió hasta el barranco donde estaba Pancara y
aprovechando que el cóndor aún no regresaba, la bajó. Así la llevó hasta su casa,
dicen. Allí la niña contó a su madre de cómo había sido engañado por un joven
apuesto y bien vestido, que la cargó hasta lo alto de un barranco y de cómo había
pasado hambre.
_ Por eso no hay que prestar atención ni conversar con los desconocidos, pues
pueden no ser gentes_, le amonestó finalmente, la madre.
El cóndor sabiendo aquello y que el picaflor siendo más pequeño que él había
osado actuar en su contra, más se irritó. Furibundo gritó a todos:
_¿A dónde se habrá ido? ¿Dónde estará ése? ¿Por qué me la bajó? ¡Me lo voy a
comer!…_dicen que dijo.
Luego desplegó estruendosamente sus grandes alas y raudo voló hasta la casa de
Lorenzo.
28
Expresión en aymara: ¡Hermosa Pancara, Pancara, hermosa Pancara!
29
Paca: del aymara, paqa, águila.
- 31 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
El luli tan pronto se enteró que había sido delatado por el águila, se
escondió en la casa de una rata, un hoyo profundo, que había cerca de la suya.
Sabía que el cóndor, mucho más grande que él no sólo podría golpearle, sino
también despedazarle y comerle. El mallku, primero lo buscó en su casa y al no
encontrarlo, colérico, la destruyó con sus garras. Luego, al darse cuenta que
estaba en el túnel de la rata, simulando calma le dijo:
_ Sale de ahí, Lorenzo, quiero hablar una cosa contigo. Sale, sale. Hablemos_, le
repetía.
Lorenzo sabía que el Cóndor fingía, que su intención era comérselo. Por
eso él también pensó en simular que saldría. Así mientras el cóndor, desde afuera
le decía:
_Lorenzo, hermano, sale. Hablemos, sale rápido.
Él empezó a responder:
_ No, me estoy colocando el pantalón.
_Sale rápido_, repetía el cóndor.
_No, me estoy poniendo los zapatos_, respondía el Luli.
_¡Saleee!_
_No, me estoy colocando la camisa.
Así, espérame me estoy poniendo los pantalones, espérame me estoy poniendo
los zapatos, la camisa, repetía Lorenzo a cada insistencia.
- 32 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Y el luli no desapareció. Dicen que después salió vivo y enterito por el trasero del
cóndor. Por eso hoy es el más pequeño. No obstante, lleva colgada la chuspa
verde que le regaló la mamá de Pancara en el cuello, Así cuentan los abuelos.
- 33 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
En algún pueblo del altiplano era el tiempo de carnaval: tiempo de jugar con
challa31, tiempo de la alegría, Todos participaban, pero los más entusiastas eran
los jóvenes que se reunían en la casa del preste32 una vez entrado el sol cada
noche para bailar y enamorar hasta el amanecer. Allí se reunían con otros
mozuelos que venían de las estancias y pueblos vecinos. Entre esos jóvenes
afuerinos llegó un grupo muy alegre y elegantemente vestido, muy atento y cordial
con las señoritas, ganándose la atención y favor de ellas. Entre ellos destacaba un
cholo muy hermoso, de nariz respingada, de ojos vivaces, con bufanda color
vicuña, que siempre traía una guitarra. Dicen que las chiquillas se peleaban por
bailar con él, incluso muchas se enamoraron.
Hasta que llegó la última noche del carnaval, la noche que nadie desea que
acabe para que la anata33, el carnaval, con su libertad, con su alegría, con su
juego, con sus enamorados continúe y dure lo más que pueda. Por eso esa noche
30
Sobre las versiones de Irma Huaylla Paco, estancia T’aqata y de Bonifacio Yucra , estancia de
ambos Caquena; de Matilde Morales Huanca, Chucuyo; Francisca Morales Mamani de Parinacota
y de Celia Mamani, estancia de Ancuta, Guallatire
31
Challa: del aymara, ch’alla, papel picado de colores, con la que se juega durante la época de
carnavales en algunas localidades mezclado con harina.
32
Preste: cabecilla o alférez, persona encargada de realizar la celebración y de atender a los
asistentes
33
Anata: en aymara, tiempo de la alegría, de las primeras cosechas que corresponde
generalmente al mes de febrero. También se le llama así al espíritu que anima los días de esa
celebración. Es lo que en español se denomina carnaval.
- 34 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
todos bailaban y se alegraban como si hubiese sido el último día de su vida. Así
como los demás, esos jóvenes y las chiquillas no perdían ocasión de divertirse y
bailar todas las piezas. Tan entregados y apasionados estaban que no se dieron
cuenta de las horas que pasaron hasta cuando escucharon el primer canto del
gallo. Empezaron a preocuparse, pero el deseo de que el carnaval continuara fue
más fuerte y siguieron con la jarana. Después escucharon el segundo y el tercer
canto del gallo. Algunos preocupados dejaron de bailar y pensaron en terminar la
fiesta. Pero desde la multitud enfiestada, uno de ellos de ojos grandes y redondos,
que estaba cerca de los músicos, exclamó: “Tiempo de día, no te hagas día;
tiempo de amanecer no amanezcas.¡Bailemos huayno34, bailemos huayno,
bailemos!.” Y siguieron bailando un rato más, con frenesí. A uno de los músicos se
le rompió la bandola con el entusiasmo y todos rieron. Y otro de los jóvenes
elegantes, todo de negro y bufanda blanca, que bailaba en un rincón cantaba: “No
te hagas de día, no he bailado ni siquiera un huayno con la hija del patrón.
¡Bailemos huayno, Bailemos huayno, bailemos!”. Así esos jóvenes elegantes, ya
medio bebidos y ante la noche tan alegre se olvidaron de que debían irse antes de
que aclarase.
Rato después el alba fría del altiplano llegaba con el sol. Por eso
repentinamente el joven de la nariz respingada sobresaltado gritó ¡Vámonos¡ y fue
el primero que intentó salir corriendo de la casa. Sin embargo, las chiquillas
habían previsto que él y sus amigos se iban a retirar, por eso se adelantaron al
joven y se pararon todas en la puerta. Allí sujetaron al cholo buen mozo tratando
de impedirle que saliese, pues querían que siguiera en la fiesta. Sin embargo,
sorpresivamente el joven mordió a las chiquillas que le sujetaban. Ellas de un grito
lo soltaron y todas sorprendidas se retiraron de la puerta. Entonces esos elegantes
jóvenes salieron veloces hacia las lomas cercanas.
34
Huayno: del aymara wayñu, danza popular, precolombina vigente en el mundo panandino
- 35 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
35
Tola: del aymara tula, arbusto siempre verde, de varias especies, uno de los pocos que crece en
el altiplano y en la precordillera andina.
36
Alcamari: del aymara, allqamari, buitre andino
37
Tacataca: del aymara, taqataqa, uno de los huesos de las extremidades delanteras de la llama,
comúnmente conocido como omóplato o “paleta”.
- 36 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
38
Sobre las versiones de Irma Paco Huaylla de la estancia T’aqata, de Ludovina Paco Poma del
estancia Chañopalca y de Bonifacio Yucra de la estancia Caicuni, todas del pueblo de Caquena; de
Celia Cruz de la estancia Ancuta, Guallatire
39
Jerga: tipo de textil, que se usaba para la confección de pantalones y chaquetas
- 37 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 38 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
quiso besarla. Ella molesta, no sólo porque no había traído ninguna provisión, sino
también porque tenía mal aliento. Le dijo:
_Nooo, tu boca está hedionda, anda a lavarte, flojonazo.
Sale el joven y después de mucho rato regresa e intenta acercarse otra vez a su
esposa.
_¡Nooo…!, Está igual de hedionda. Anda de nuevo y lávate, te digo_ le insistía la
mujer.
- 39 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 40 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 41 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
La mesa de la muerte40
Sin embargo, dicen los abuelos, que esa mesa no solo solía andar por el
pueblo y sus alrededores. También recorría grandes distancias. Además, ella no
se dejaba ver, pues ante el intento de descubrirla se convertía en perro o en burro.
Así le pasó a un viajero que llegó a Las Cuevas41 para pasar la noche. Allí dicen
que se encontró con un burro. El asno al parecer era manso, pues no huyó al
acercarse el hombre. Y como no había ninguna persona que reclamase o
40
Sobre las versiones de Cipriano Morales Huanca, Benedicto Morales Choque, ancianos ya
fallecidos, ambos de Parinacota; de Matilde Morales Huanta, Francisca Morales Mamani, ancianas
residentes del pueblo de Chucuyo y Parinacota, respectivamente y Hugo Morales Pacaje, también
de Parinacota
41
Las Cuevas: lugar de descanso en la antigua ruta tropera entre los pueblos Putre y Parinacota
- 42 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 43 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
extraordinario, es que esa mesa aparecía, en ciertos días, con restos de barro y
paja en sus patas. Nadie podía explicar todo aquello.
- 44 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
La campana desaparecida42
En una ocasión, cuando Putre43 aún era apenas un villorrio sin mucha importancia,
venían desde Bolivia, bajando por el antiguo camino tropero que lleva a las yareteras44 del
Taapaca45 y que hoy la gente llama Campanani.46, una caravana de viajeros. Ellos venían
arreando a ocho yuntas, cuatro que arrastraban una carreta y cuatro para el relevo de las
anteriores. La carreta traía cargada una inmensa campana. Era una campana muy grande
de oro macizo, por lo tanto, muy pesada.
Venían por la ladera este del Nevado Taapaca, en donde la noche les sorprendió.
Por eso decidieron descansar en un parte cercana a la quebrada de Umachuma, pues allí
había agua dulce necesaria para reponer las energías. Así, los viajeros detuvieron la
carreta, ataron y manearon a los toros para que no se alejen luego bajaron a la quebrada
para lavarse y abastecerse de agua.
Después cuando las personas regresaron donde habían dejado a las yuntas y la
carretas, no encontraron la campana. En el lugar donde la habían dejado sólo encontraron
un inmenso y profundo hoyo. Dicen que el agujero era tan profundo que no podían ver su
fondo. Uno de los viajeros se le ocurrió arrojar entonces una piedra. Dice que después de
un rato el talán de la campana se dejó escuchar por breves instantes. Alguien exclamó allí
que era el diablo el que se la había llevado. Todos se asustaron, así temerosos cogieron
sus cosas, cargaron las mulas, ensillaron los caballos y rápidamente se vinieron al pueblo.
Otros dicen que de ahí se devolvieron, pues eran solamente arrieros que estaban
haciendo un servicio de transporte, perdida la campana, no tenían nada que hacer en el
pueblo.
42
Sobre la versión de Carmen Soto Soto (fallecida), de Ängela Copa, de Irma Medina, y de Don
Julián Huanta, todos de Putre
43
Putre: Nombre de la capital de la Provincia de Parinacota
44
Yareteras: lugar donde hay bastante yareta. El término yareta, del aymara yarita, alude a un tipo
de vegetación muy compacta, que una vez seca es utilizada como excelente combustible.
45
Taapaca: nombre de origen aymara, del nevado a cuyo pie, lado oeste, se halla la ciudad de
Putre
46
Campanani: palabra híbrida castellano-aymara. Está formada por la palabra campana del
español y el sufijo –ni del aymara que significa: lugar de, poseedor de. Campanani, entonces,
puede traducirse como lugar de campanas o que tiene campanas.
- 45 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Dicen que muchos arrieros y caminantes que han pasado por allí han visto el
agujero, han arrojado piedras y han escuchado a la campana. Por eso ese lugar hasta
hoy se llama y se recuerda como Campanani
- 46 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 47 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
La laguna gritadora47
Esta laguna fue un lugar preferido de los antiguos espíritus de la tierra. Allí,
generó temor, respeto y advocación. Hasta hoy su rememoración concita esos
sentimientos a los lugareños. Algunos sucesos asociados a ella, que contaban los
abuelos de los abuelos, tienen que ver con dos eventos extraordinarios: que la
laguna grita, de ahí su nombre, en las llamadas “malas horas”, cuando está
oscureciendo, los martes y los viernes; que por allí ocurren apariciones insólitas en
determinados momentos y a ciertas personas.
47
Sobre las versiones de Don Silverio Blanco, Bonifacio Yucra, Ana Inquiltupa, oriundos del
pueblo de Caquena, y sobre algunas informaciones locales entregadas por Francisca Morales
Mamani, anciana oriunda de Caquena, que reside en Parinacota y de Hugo Morales Pacaje
oriundo del pueblo de Parinacota, informante de trabajo en terreno.
48
Casiri: del aymara q’asiri, gritador/a
49
Chojñacota: del aymara chuxña = verde y quta = laguna; laguna verde
50
Bofedal: Humedal o vega.
51
Ajoya: nombre aymara, local, de una ave lacustre de color negro y pico amarillo.
52
Pilpiles: nombre aymara, local, de una especie de ave lacustre, similar al somorgujo.
- 48 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
La mujer encantada
- 49 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Desde entonces, dicen, que por allí suele aparecer una mujer joven y desnuda
tentando a los hombres que pasan por el lugar.
Otra aparición es la de una torre de oro en medio del lago. Dicen que una
vez venía por allí el arriero Pedro Aranda, muy conocido en la zona y en ese
tiempo, con su tropa de mulas cargadas desde el pueblo vecino de Sajama a
Caquena. Le acompañaba su ayudante que era Juan Tito. Pasaban por allí en
horas de la madrugada, ya cerca del amanecer. Repentinamente el ayudante vio
una torre de oro con varios y grandes pisos en medio del lago que brillaba
intensamente. Pasmado, sin dejar de mirarla, gritó:
_ ¡Patrón, patrón, qué es eso!
_ Ya, ya… Arrea las mulas. ¡Qué estás mirando!_, le respondió Aranda sin
hacerle caso, más bien retándole.
Y a pesar de que él después vio que la torre caía con fuerza, insistiendo en
llamar la atención de Aranda, éste no le hizo caso. Sólo atinaba a decirle, ya, ya…
arrea las mulas. Así contaba el ayudante de Aranda.
- 50 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
rebotaron sobre otras e hizo rodar algunas por donde baja el riachuelo que
alimenta la laguna. Eso hizo levantar a los toros que estaban echados; después
movieron la cabeza en una y otra dirección y mugieron largamente. Mientras
tanto, sorpresivamente, por el lado del salto del agua que baja a la laguna, el cerro
se abrió y por allí se encaminaron los toros. Así desaparecieron todos.
Ello causó mucha impresión al pastor, que después de eso sufría dolores
de cabeza. Desde esa fecha estoy así, cuentan que decía.
Otro caso, según cuentan, le pasó a un hombre que venía del pueblo de
Sajama. Y como ya era tarde, el hombre además de abastecerse de agua decidió
pasar la noche allí, en una de las orillas de la laguna, cerca de un peñasco. Este
hombre, sobresaltado a medianoche despertó y vio que de la laguna Casiri
salieron a una de sus orillas dos toros: uno blanco y uno rojo. Ahí mismo las reses
empezaron a bufar y a pelear violentamente, tanto qué él debió parapetarse
detrás de ciertas rocas. Desde su refugio vio cómo después de pelear un
momento, el toro rojo con una fuerte cornada mataba al blanco. Mientras tanto iba
amaneciendo.
- 51 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 52 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Finalmente, decidió retomar su camino. Por lo menos tengo los cocos, dicen
que pensó. Llegó al lugar donde había dejado el envoltorio, tomó el gorro y para
su sorpresa no estaban los testículos. Estos también habían desaparecido. ¿Qué
sería eso? Encanto sería, dicen los abuelos. Por eso desde antes a esa laguna se
la llama también Turunakquta (la laguna de los toros).
Dicen que en la laguna Casiri don Pedro Payro y sus músicos invocaban con
ofrendas al sereno53 pidiendo su bendición y compaña. Payro era un recordado y
mentado director de una banda de bronce del pueblo de Sajama, muy solicitada
por la gente de Caquena, incluso de Parinacota. Su banda era contratada
regularmente por los alféreces caqueneños para que animara la fiesta grande del
pueblo: el 30 de agosto, día de su patrona, la Virgen de Santa Rosa de Lima.
Así cada vez que don Pedro venía con su grupo desde el lado boliviano debía
pasar por la ruta de la Laguna Casiri. Cuando llegaban allí, presentaban una
mesa de ofrendas al sereno pidiéndole su compaña y bendición. Hecho eso,
tocaban una pieza en su honor y se retiraban rumbo a Caquena. Más adelante,
53
Sereno: espíritu de las vertientes y saltos del agua.
- 53 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 54 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Dicen que hace mucho, mucho tiempo atrás, las grandes montañas
nevadas del altiplano pelearon por el amor de una mujer, que también era una
montaña. La contienda fue ardua y violenta entre ellos, ya que sólo uno se
quedaría con la mujer. En esos tiempos eran jóvenes, hablaban y hacían cosas
como los seres humanos. Uno era Pedro Acarape55 también llamado por algunos
como Miguel Acarape. Hoy es más conocido como Parinacota56. Es el nevado que
se halla al noreste del lago Chungara. Otro era, según dicen los abuelos, el Dr.
Sajama, conocido hoy simplemente como Sajama, una montaña nevada que se
encuentra en las pampas, al este del pueblo del mismo nombre en Bolivia. El
tercero era el Tacora, que antiguamente se llamaba Chapiquiña, un nevado que se
haya al norte en la frontera chileno-peruana. Ella, por la que peleaban, era la
María Anselma Pomerape, más conocida simplemente como Pomerape, es la
montaña que se haya hoy al lado del Parinacota. Ambos son conocidos hoy como
los Payachatas57
54
Sobre la versión de Cipriano Morales Huanta y de Benedicto Morales Choque, ancianos de
Parinacota ya fallecidos; de Silverio Blanco y de Bonifacio Yucra ambos de Caquena; de Francisca
Morales Mamani, de Matilde Morales Huanta, de Parinacota y Chucuyo respectivamente
55
Acarape: del aymara Aq’arape; apellido
56
Parinacota: nombre de uno de los nevados que proviene del compuesto aymara: parina =
flamenco y quta = lago
57
Payachatas: del aymara paya = dos y chata = cerro; gemelos, hermanos.
- 55 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
En los tiempos cuando sólo eran testigos los cóndores, las vicuñas, los
pumas y otros habitantes del frío, Pedro Acarape o Parinacota cortejaba a la María
Alsema Pomerape. Por entonces él se paseaba, orondo y juvenil por las pampas
altiplánicas, seguro de conquistar el corazón de la solicitada Pomerape. Sin
embargo, ella era tan bella y atractiva que no sólo sedujo con sus encantos al
ansioso Parinacota, también había hechizado a otros dos jóvenes mallkus: al Dr.
Sajama y al Tacora.
- 56 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
. Cuentan que el Dr. Sajama era muy mujeriego y que en algún momento
ya tenía convencida a Pomerape para irse con él a las grandes planicies del este,
a la tierra de las grandes chullpas, donde era el mallku principal de los antiguos
aymaras de esa zona. De hecho ya se la había llevado. Unos cuentan que para
sacarla del lado del Parinacota, el nevado sajameño envió cientos de cuyes, que
eran del tamaño de un burro en esos tiempos. La intención era que los cuyes con
sus rápidas excavaciones aplanaran a su contendor hasta el suelo, haciéndolo
desparecer del lugar. Ello hubiese ocurrido, si el Illimani no hubiese intervenido.
Este nevado paceño era amigo del Parinacota, por eso hizo que cayera un gran
nevazón sobre él cuando lo vio invadido por los cuyes. Así, esos roedores no
alcanzaron a escarbar las faldas del Parinacota, muriéndose todos congelados.
58
Puño: del aymara, puñu, cántaro, vasija de greda
59
Sartanejo: término local, al parecer del aymara, que alude a una especie de topo
60
Queñuales: lugar de muchas queñuas, árbol del altiplano
- 57 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Dicen que también el joven Tacora, mallku de las frías tierras del norte, más allá
de la profunda quebrada de Allane, rondó a la Anselma Pomerape una y otra vez.
Y a cada intento el Parinacota lo corría a hondazos. En una vez fue tanta su
osadía e insistencia que se acercó bastante, incluso pasando la quebrada de
Allane. Pero fue descubierto por Aqarape quien aprovechó la cercanía para
causarle fuertes daños al cuerpo. Por eso El Tacora tuvo que retirarse, sangrando
y muy malherido, incluso, se le cayeron partes de su cuerpo en su huida que
quedaron botadas en las pampas entre Colpitas y Chujlluta.
- 58 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Al pie del nevado Parinacota, hace muchos, muchos años atrás existía un
pueblo, de cuyo nombre hoy nadie se acuerda. Cuentan los abuelos que en los
faldeos que forman la rivera este del lago Chungara y que se destaca por su color
negrusco, había un pueblo de características vallunas. Dicen que de ese lado
veían salir tropas de mulas cargadas con angarillas de los frutos más apetecidos y
que no se veía por ese sector del altiplano.
Allí, en el espacio que hoy ocupa el lago, existía además, una estancia del
hombre más rico del lugar, una verdadero camiri, que tenía miles de cabezas de
ganado. Las llamas y alpacas suyas pastaban en un extenso bofedal, que hoy es
ocupado por el agua lacustre del Chungara. Ese hombre, además de ser
adinerado, era una persona muy mala y prepotente. Se aprovechaba de los
pobres, haciéndoles trabajar gratis para él.
Un día llegó por allí un anciano muy mal vestido, harapiento, sucio,
hediondo buscando alojamiento. El dueño le negó el hospedaje, incluso lo hizo
echar de su casa por su aspecto desagradable y maloliente. Entonces el anciano
se acercó a las casas de los sirvientes y en una de ellas encontró a una señora
que cargaba a su guagua en las espaldas. Ella, que era una de las pastoras del
ricacho, aceptó darle hospedaje. La mujer piadosa no sólo le dio alojamiento, sino
también le dio de comer.
61
Camiri: del aymara, q’amiri rico, ricachón.
62
Sobre la versión de Benedicto Morales Choque (fallecido) y Francisca Morales Mamani de
Parinacota; de Don Silverio Blanco y Bonifacio Yucra de Caquena.
* Nacatmarca: del aymara nakhata = quemado y marka = pueblo; pueblo quemado
- 59 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
una voz perentoria le dijo: Mujer, coge algo de comer, cárgate la guagua y ándate.
Vete por el camino a Sajama inmediatamente y no mires atrás, porque ¡ay de este
lugar, no sé lo que pasará!. La mujer obedeció. No muy convencida, temerosa y
perpleja se alejó de la estancia. Cuando estaba saliendo por la ladera de la rivera
oriental de lo que hoy es el lago, no pudo contener la curiosidad y miró hacia atrás.
Unos dicen que vio la estancia ardiendo, que del cielo caía rayos y fuego que
quemó todas las casas, ganado y bofedales del ricachón; otros, que llovió y
granizó hasta inundarlo todo. Y la mujer al momento de volver los ojos hacia la
estancia, se convirtió en piedra. Muchos viajeros que transitaron por ese camino
después, dicen que allí hay una piedra con forma de una mujer que carga un
bebé, que ellos la han visto.
Hoy la ladera este del Chungara es de color negrusco: son las huellas de
Nacatmarca, del pueblo quemado y el lago Chungara es la inundación de los
bofedales del potentado soberbio que allí desapareció, así dicen los abuelos.
- 60 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
En ese pueblo antiguo, cierto día estaban realizando una gran fiesta. La
celebración que se hacía era con gran derroche de comidas y bebidas; copiosa de
bailes y alegría. En medio de ella, sin que nadie se diera cuenta, se presentó un
anciano todo estrafalario, mocoso, mugriento y andrajoso pidiendo algo de comer.
En un primer momento nadie quiso atenderlo. Por el contrario, algunos
enfiestados, medio curados, exclamaban:
_ ¡Voten a ese viejo cochino, hediondo!
_¡Sáquenlo, viejo feo!
_¡Échenlo!.
Así, lo empujaron y trataron de sacarlo del lugar. El anciano los miró muy triste y
apenado por esa actitud.
63
Sobre las versiones de doña Juana Gutiérrez; Radomiro Huanca, ambos de Socoroma y de
Victoria Mamani Yucra de Caquena.
* Marcapertita: del aymara, marka = pueblo y pertita, termino del español aymarizado, perdido
64
Pusiricollo: del aymara phusiri = músico, soplador y qullu = cerro
- 61 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 62 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
está moviendo y desplazando hacia una quebrada cercana. Así no más dicen las
abuelitas.
- 63 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Por el antiguo camino tropero que unía el pueblo de Socoroma con el valle de
LLuta, entre Marcuma y Sillancani, lugares de pastoreo y cultivo cercano al pueblo, existe
una cueva, ante cuya entrada cae una pequeña cascada de agua, como una cortina,
sobre todo después del tiempo de lluvias. Esa cueva era ocupada por los piratas que
frecuentaban la región en la época colonial española, recorriendo los pueblos y robando
todo tipo de joyas. Una de esas rutas llegaba a esa cueva. Ella sería la entrada a una
serie de laberintos que desemboca después en las costas de Arica, por una de las cuevas
del gran Morro, en donde atracaban sus barcos.
Un día, según algunos, un socoromeño, decidió entrar en ella sin que nadie lo
supiera. Como él era una persona muy intrusa y entrometida quiso saber si el túnel
llegaba hasta Arica y si era verdad que los piratas guardaban sus tesoros allí. Así se
perdió durante varios años. Un día cualquiera salió de la cueva todo desnudo, con el pelo
largo, desfigurado con la tierra pegada en la piel por el sudor, que le daba un aspecto
desagradable. Y lo más llamativo: era sunco66. Dicen que no se sabe quién le cortó la
mano, sólo que corría como un loco por los cerros. Así estuvo casi durante un año..
Otros dicen que ese hombre era muy malo y ambicioso. Enterado que los piratas
estaban en Arica decidió robarles, por eso, en forma silenciosa sin avisar a nadie llegó
hasta los barcos de los salteadores. Subrepticiamente entró a uno de ellos y mientras
buscaba las joyas fue descubierto por los guardias. Allí mismo fue golpeado, maniatado y
luego interrogado: los piratas querían saber quién era y de dónde venía. El hombre se
empeñó en no hablar a pesar que lo golpearon bastante.
65
Sobre las versiones de dona Elsa Gutiérrez Loredo (81 años) y doña Emilia Humire Vásquez (76
años) residentes de Socoroma
66
Sunco: del aymara sunku = persona que no tiene una mano
- 64 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Desde entonces ese lugar se llama Sunkumayani67. Por eso, también, les decían a los
niños que pastoreaban por los alrededores, que no debían acercarse por ahí ni entrar a la
cueva, que no debían ser intrusos. Así dicen que contaban las abuelas de las abuelitas
en Socoroma.
67
Sunkumayani: del aymara, compuesta por sunku = que no tiene una mano; maya = uno y por el
sufijo _ni = que tiene o poseedor de. Se traduce como: donde hay un sunco o lugar que tiene un
sunco.
- 65 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Allá por tierras de las famosos Tanganis69 ticnameños en el lado sur de la carretera
que lleva al Pueblo de Ticnámar cerca del cruce o desvío de otra que va al santuario de
Timalchaca, se halla un cuerpo montañoso que después de cierta altura se divide en 4
cumbres. La cumbre más oriental, frente al santuario mencionado, se llama Margarita; la
del medio en conjunto con la cumbre occidental se conoce como el cerro Marqués y
finalmente la cumbre del extremo sur se denomina Purintica. Para los pocos versados, a
menudo, se habla sólo como del cerro Marqués.
Cuentan los abuelos, que les han contado a ellos, que para que el Marqués pueda
entregar o dar a conocer dónde guarda sus riquezas a alguien, éste debe entregar u
68
Sobre las versiones de Don Rómulo Zubieta, Domingo Gómez, ancianos y de Segundo Zubieta,
todos de Ticnámar y Sergio Tiglli de Belén
69
Tanganis: nombre en aymara de tres montañas, cerca del pueblo de Ticnámar, que se
caracterizan porque tienen una cima plana.
70
Timalchaca: pequeño pueblo, al sur de la Provincia de Parinacota. Es considerado el segundo
Santuario de peregrinación de los devotos cristianos católicos, después del Santuario de Las
Peñas. Allí se venera a la Virgen de los Remedios cada 21 de noviembre.
71
Supay: del aymara, espíritu del mal, malvado, perverso. Es tomado como el diablo o demonio de
la creencia cristiana.
- 66 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
ofrecer en una wilancha72 a nueve hombres, según algunos y según otros, a tres. Cada
uno debe ser de distinta raza. Tal ofrenda debe ser realizada por medio de un yatire73
conocedor de las mediaciones entre los hombres y los mallkus. Aquel que suba a sus
cumbres a excavar con la clara intención de hallar el oro o la plata sin ofrendar aquello se
pierde, muere o enloquece. Muchos han llegado a su cumbre, en tanto subieron sin
intenciones de buscar las vetas mineras no les ha sucedido nada. Estos cuentan que
arriba han visto cierta parte de color negruzco en donde estaría la veta de plata y una
parte de color rojizo en donde estaría, la de oro.
Y ese decir incluso habría llegado a oídos de algún ingeniero que años atrás llegó
hasta Ticnámar desde Arica, con el objetivo de comprobar tal hecho, en más de una vez,
en compañía de arrieros y guías locales. En su ascensión, habrían enfrentado los males
de la altura: desangramiento por las narices del ingeniero, incluso de los caballos; dolor
de cabeza generalizado, aun en el guía local, etc, nada más. Sus exploraciones, sólo
habrían comprobado indicios y residuos de una antigua fundición de cobre, oro y plata y7
la existencia de algunas terrazas de construcción antiquísima. Esas indagaciones en
general no habrían encontrada la mentada gran veta de plata o de oro, sólo según
algunos, la presencia de esos metales, pero de una insignificante baja ley.
72
Wilancha: del aymara, ofrenda de sangre
73
Yatire: del aymara, yatiri, sabio y médico
- 67 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
No obstante lo anterior, la memoria colectiva hasta hoy dice que el Marqués tiene
muy bien guardada sus riquezas. Ello se reafirma, según dicen, con algunos hechos: el
hallazgo de una copa de oro en sus faldeos por una antigua pastora del pueblo de
Timalchaca; la visión real de una gran puerta cubierta por cueros de res que habrían
observado a la distancia muchos viajeros y arrieros que pasaron por la ruta tropera de
Codpa a Tilmalchaca; y los extraordinarios eventos de los que habrían sido protagonistas
o testigos algunos caminantes y viajeros que pasaron la noche en sus laderas. Tales
sucesos hablan de la legendaria riqueza de esa montaña,
- 68 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Algunos viajeros, dicen que los faldeos y alrededores del Marques es “un mal
paraje”. Por eso cualquiera que pase por allí en una mala hora puede, en un pestañeo ver
un pueblo, una casa o sacos de oro. Así cuentan que años atrás, venía un ticnameño
bajando en su camión desde el pueblo Timalchaca en horas del crepúsculo. Cuando
estaba pasando frente al Gran Marqués se topó con una tropa de burros cargados de
sacos que subían por el camino en dirección contraria, levantando una gran polvareda. El
hombre, deteniendo a su vehículo, para no atropellar a la cuadrilla de asnos que
ocupaban la carretera, aprovecho de palpar y ver rápidamente que contenían los sacos.
Dicen que él, efectivamente, comprobó que los animales llevaban oro. Sin embargo, de un
segundo a otro, como por encanto, en un cerrar y abrir de ojos, vio después que solo era
una cuadrilla de burros salvajes que pasaban ariscos sin carga alguna en sus lomos.
Cuentan que dos hermanos muy caros y unidos entre sí, cuyos padres ya habían
fallecido, decidieron un día marcharse de su pueblo para probar suerte en otro. Así
después de mucho caminar llegaron a Timalchaca por la ruta que pasa al pie del cerro
Marqués. Se quedaron en ese pueblo trabajando por varios meses hasta que el recuerdo
de sus padres y el deseo de visitar sus tumbas los motivó a retornar.
Con ese cometido salieron de Timalchaca una tarde rumbo a su pueblo. La noche
les sorprendió cuando estaban pasando por las orillas del cerro Marqués por eso
decidieron descansar allí. Tras dormir algunas horas a uno de ellos le despertó un
constante martilleo en medio de la silenciosa y oscura noche. Impresionado despertó a su
hermano quien medio dormido en un primer momento no escuchó nada. Después de un
rato también escuchó los golpes de un martillo sobre una superficie dura, metálica, que
provenía de la loma del cerro. Aunque sorprendidos y atemorizados por tan inusual
hecho, se levantaron para ver quien era el autor.
Llegaron hasta el sitio de donde provenían los golpes. Allí no vieron a nadie sólo
hallaron una ruma de sacos llenos de oro. Sorprendidos por semejante hallazgo, por un
- 69 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
rato no se dijeron nada y sólo atinaron a revisar la gran cantidad de sacos por el entorno.
El primero que reaccionó fue el hermano mayor, que viendo la oportunidad de hacerse
ricos, le dijo a su hermano que cada uno debía llevarse un saco. Así lo hicieron, y
regresaron al sitio donde estaban alojando.
Dicen unos, que el gran Marqués habría reclamado el cuerpo del hermano mayor a
cambio del oro; otros, creen más bien, que fue el diablo, el demonio, el que se llevó su
alma y su cuerpo por el oro que quiso llevarse.
En un tiempo muy lejano dicen que el cerro Marqués no tenía oro, como lo tiene
ahora. Lo mismo el Caragua74, un cerro cercano, tampoco tenía plata. Ambos deseaban
tener otras riquezas. Por eso un día el Caragua, enterándose que el Marqués era rico en
plata, después de pensarlo bastante, le envió la propuesta de intercambiar con él su metal
precioso. El mallku de hispánico nombre aceptó la oferta.
74
Caragua: Cerro que se halla en la confluencia de la quebrada de Ticnámar y la quebrada de
Belén, en la precordillera de la Provincia de Parinacota
- 70 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
medianoche, los silbidos de unos arrieros y el traqueteo de muchos cascos sobre el suelo
le despertaron. Sobrecogido vio en el horizonte nocturno a una tropa de mulas cargadas
que ascendía por la pendiente. Se levanto para seguirla a prudente distancia. Así pudo
ver que la tropa de mulas llegaba a la cumbre del gran Márquez, hasta una parte rocosa
en donde se distinguía una forma de puerta. Frente a ella, un arriero se apeó y gritó:
_ ¡Abre tu puerta!
Sorprendentemente el peñasco se abría con el ruido estremecedor. El arriero pasmado
vio como dentro de la cueva se veían apilados la plata y el oro que refulgían con la poca
luz de la noche constelada. Allí los jinetes misteriosos descargaron el oro caragueño y
después cargaron sobre las mulas la plata marquesina. Luego se volvieron por el rumbo
que habían llegado.
Intrigado e impresionado por esa visión, el viajero boliviano quiso seguir esa tropa
de mulas. Con esa idea en la mañana del otro día buscó las huellas de las mulas, sin
embargo, no halló el mínimo indicio de lo acontecido la noche anterior. Era como que esa
cuadrilla de mulas y sus jinetes nunca hubiesen pasado por allí. Tanto intrigó aquello al
arriero curioso, que revisó todos los senderos y caminos, los abrevaderos y pastizales
cercanos, en vano. No halló absolutamente nada. Después de ese día de búsqueda la
noche le sorprendió, en una majada llamada Llactire, en la que decidió alojarse.
- 71 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
Al otro día continuó con su búsqueda hasta acercarse al cerro Caragua. Llegó hasta un
alfalfar, allí dejó a su cabalgadura y en sus faldeos esperó que oscureciera.
Efectivamente, cerca de la medianoche llegó la tropa de mulas al pie de ese cerro y luego
ascendió a la cumbre. Allí una entrada similar al del Marqués se abrió como por encanto.
Por allí entraron los arrieros y descargaron los sacos de plata y luego cargaron el oro.
Dicen, que al día siguiente de estos sucesos, el arriero boliviano siguió su camino rumbo
a Belén, contando lo que habían visto a todos con quienes se encontraba en el camino.
- 72 -
Juan Carlos Mamani Morales – Cuentos de Parinacota.
- 73 -