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En éste sentido, los Hebreos no eran los únicos en practicar los rituales del chivo
expiatorio. [2]En la Atenas antigua, dos hombres feos (criminales) eran escogidos como
“chivos expiatorios” durante el festival de Targelia, que se celebraba durante el mes de
mayo en honor al hermano de Artemisa, Apolo que era el dios purificador por
excelencia, al que se le ofrecía una especie de pastel o sopa de cereales llamado
targelos.[3] El primer día, el 6, la ciudad se purificaba mediante el rito de los
fármacoi[4] . Los hombres escogidos, recorrían las calles de la ciudad y se les golpeaba
con ramas de higuera y tallos de cebollas de agua (scillas) para luego, echarlos de la
ciudad y así, alejar con ellos, las impurezas, los miasmas que les imputaban.
Por otro lado, los Mayas de Centroamérica también celebraban una ceremonia anual que
implicaba a un “chivo expiatorio”. Al finalizar el año, los Mayas hacían un modelo del
demonio Uuayayah[5] . Luego, situaban la figura ante la imagen de la deidad
responsable de gobernar el siguiente año. Entonces, cargaban la figura de Uuayayah
fuera de la villa, para rechazar el mal.
Como ejemplo, más cercano a nosotros, está en la teología cristiana, la historia del
chivo expiatorio en el Levítico, que se interpreta como prefiguración simbólica del
autosacrificio de Jesús, que toma los pecados de la humanidad en su propia cabeza,
siendo conducido al “yermo”, fuera de la ciudad, por orden de los altos sacerdotes.[6]
Sin embargo, hoy día, las cosas han cambiado y “existen chivos expiatorios” en todo el
mundo. Se trata, de los inmigrantes, en ocasiones contribuyendo más de lo que reciben,
son los blancos más fáciles de los países que les acogen.[7]En honor a la verdad, no
existe ningún país industrializado que pueda negar la contribución de la fuerza laborar
de inmigrantes a su prosperidad. Ni siquiera Japón, donde hay 300,000 trabajadores
indocumentados.
Con éste panorama, las voces xenófobas se alzan con el apoyo de una masa carente de
criterio propio. De ahí, los slogan[8] lamentables: ¡Nuestra gente primero! (Bélgica),
“¡Hacia fuera con la inmundicia!” (Austria), “¡Los húngaros son como el SIDA!”
(Rumania), “¡Francia para el francés!” (Francia) y otros, que no deseo mencionar.
Este tipo de distorsión de la realidad es criminal pues en países cuyas autoridades miran
hacia el otro lado, las víctimas terminan siendo linchadas, sacrificados para mitigar el
odio-miedo creciente, de perder hasta su identidad nacional. En ésta línea, deberíamos
recordar a los kurdos. Hay innumerables ejemplos de “chivos expiatorios”, sino leer,
“El Proceso” de Kafka o “Días Malignos, Treinta años de Guerra y Hambre en Etiopía”.
Ahí, el “chivo expiatorio” era “la sequía” para justificar un hambre que había
comenzado muchísimos años antes.
Finalmente, les dejo con un fragmento del “Manual de los Rudimentos de la Teología”:
“Después, el “chivo expiatorio” se trajo ante él; y poniendo ambas manos sobre su
cabeza, solemnemente confesó sobre ella, todas las iniquidades de los hijos de Israel, y
todas las transgresiones en todos sus pecados, poniéndolos sobre la cabeza del chivo.”
La víctima estando cargada, como estaba, de la culpa de las personas, fue despedida al
desierto, y se llevó consigo, todas las iniquidades del pueblo”.[9]
Frazer, Sir James.: (1993) The Golden Bough. “A Study in Magic and Religion”
Worsworth Reference Series. Lóndres. Página, 578.
Demonio Maya.
Smith, J.B.: (1830) “Manual of the Rudiments of Theology”. London. Gilbert &
Rivington, Printers. St. George’s Square.