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Preparado por:
Lic. Salomón Álvarez A.
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El que presta el servicio farisaico se preocupa muchos por los resultados. Se amarga
cuando los resultados quedan por debajo de las expectaciones, el que presta el verdadero
servicio está libre de la necesidad de calcular los resultados. Solo se deleita en el servicio.
El servicio farisaico busca y selecciona a quién va a servir; algunas veces sirve a los
grandes y poderosos. El verdadero siervo no es discriminatorio en su ministerio, ha
aceptado el mandamiento de Jesús de ser “servidor de todos”.
El que sirve de manera farisaica está afectado por las disposiciones de ánimo y por
los caprichos. El verdadero siervo vive simplemente por cuanto hay una necesidad.
El que sirve de la manera farisaica presta un servicio temporal que solo funciona
mientras está ejecutando los actos específicos de servicio. El verdadero servicio es un estilo
de vida.
No hay nada que discipline los deseos desordenados de la carne como el servicio, ni
nada que transforme los deseos de la carne como servir de manera oculta. Ella se esfuerza
intensamente y se adelanta en busca del honor y el reconocimiento. Buscará medios sutiles
y religiosamente aceptables para llamar la atención hacia el servicio que presta. El servicio
para que sea servicio, tiene que formarse y configurarse en el mundo en que vivimos.
4. Hay un servicio que consiste en permitir que otros nos sirvan. Es un acto
de sumisión y servicio el permitir ser servidos. Con gratitud recibimos el servicio
que se nos ofrece, sin pensar nunca que tenemos que devolverlo. Lo que por orgullo
se niega a recibir el servicio no se están sometiendo al liderato divinamente
establecido en el reino de Dios.
Las expresiones como“Muchas gracias”y “Si por favor”; las cartas de aprecio
y las respuestas a cartas para las cuales se solicita respuesta, son todos servicios de
cortesía, el propósito siempre es el mismo: reconocer a los demás y afirmar su valor.
En nuestra sociedad se necesita el servicio de cortesía en gran manera la cual cada
vez más está sometida a la computarización y es despojada de personalidad.
7. Hay el servicio que consiste en oír. “El primer servicio que uno debe a los
demás en el compañerismo consiste en oírlos. Así como el amor a Dios comienza
con oír su Palabra, así el comienzo del amor hacia los hermanos consiste en oírlos.”
El hecho de oír a otros aquieta y disciplina la mente para oír a Dios. Crea una obra
interna en el corazón que transforma los efectos, aún las prioridades, de la vida.
8. Hay el servicio que consiste en llevar los unos las cargas de lo otros. “La
ley de Cristo” es la ley del amor. El amor se cumple más perfectamente cuando
sobrellevamos los unos las heridas y los sufrimientos de los otros, llorando con los
que lloran.
El servicio que está motivado por la obligación respira muerte. El servicio que fluye
de nuestra personalidad interna produce vida, gozo y paz. El Cristo resucitado nos llama al
ministerio de la toalla, es decir, una vida radicalmente diferente en cuanto a la disciplina
servicio.
Bibliografia