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ARTICULOS SOBRE EDUCACION JORGE EDUARDO NORO
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EDUCAR PARA COMPETIR: EDUCACION, SOCIEDAD, MERCADO LABORAL IDEAS PARA EL DEBATE
PROF. DR. JORGE EDUARDO NORO
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 LIC. CARLOS EDUARDO NORO norojor@cablenet.com.ar 01. DISPAREN SOBRE LA ESCUELA:
No son buenos momentos para la escuela. No hablamos de educación, hablamos de la escuela. Pareciera que la educación sigue teniendo buena prensa y puede hacerse cargo de los males que padece la sociedad y de las desventuras que sufren los individuos, pero la escuela no se salva. La han puesta contra el paredón, la han abandonado en un paisaje desértico con los ojos vendados y las manos atadas. Todos le disparan, justamente cuando ella se siente mas disminuida, menesterosa, ajena a los sueños y a los ideales que la alimentaron por un par de siglos. Paradójicamente la escuela sigue siendo el lugar de la educación, se sigue haciendo cargo de las demandas, prosigue con sus rutinas, intenta educar.
“De ella no se espera nada y se espera todo”,
afirma Pablo Gentili y agrega
“a la escuela le son atribuidas
buena parte de las penurias que viven hoy ricos y pobres, incluidos y excl 
uidos, integrados y segregado”
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 Sin embargo, como en las viejas películas de héroes y villanos, no cae, se mantiene en pie, sigue luchando, parece indestructible. De vez en cuando la sacuden las noticias de sus padeceres. Casi sin culpa exhibe sus imposibilidades, sus fragilidades, su desnudez ante los ojos impiadosos de los merodeadores de turno que la observan a través de los medios encargados de construir la información. Un acto de violencia, hechos deshonestos, un accidente, las quejas de algunos padres, un juicio, problemas económicos son los nombres que le ponen a las indiscretas investigaciones: las cámaras, los enviados especiales, los movileros muestran mucho más que el hecho puntual; se apropia de la intimidad y nos revelan su deterioro, su desorden, la miseria de sus recursos.
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 Y allí la sociedad descubre
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 porque se lo han depositado sobre la mesa
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 lo que desde siempre sabe y silencia. Descubre y se alarma. Llueven las intervenciones de las autoridades, los especialistas, los asesores, los técnicos, los consultores, los responsables, los testigos, los comentaristas, la fauna típica de los debates televisivos, los sueltos en las publicaciones... Pasa el episodio, muere el acontecimiento, y la escuela vuelve a su aparente normalidad, a su silencio, a su ostracismo. Exiliada en su propia realidad la escuela sabe que, sin embargo, es aun necesaria, que se prolonga como una trinchera en una guerra no declarada, pero tan violenta como las que se recuerdan y condenan.
02.
 
EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE
 
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Crisis, territorios de incertidumbres, universo de provisionalidades porque la sociedad multiplica ambigüedades, desarma estructuras, contraría la vigencia de los valores, derriba criterios y convicciones: las señales que llegan socavan los cimientos y cuesta "des-naturalizar" los mensajes del nuevo orden establecido. La escuela trata de reinstalar cierta disciplina vigilante en nombre de una sociedad que se ha desentendido de sus consignas, pero que le sigue pidiendo a la escuela que mantenga y refuerce sus
 
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mandatos.
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 Trata de mantener en medio de la saturación de demandas y la ausencia de reconocimientos.
 
Todos claman por la necesidad de la educación, aunque los compromisos efectivos por las prácticas educativas (las cotidianas, las comunes, las esenciales) sean limitadas. La sociedad como conjunto parece dividirse entre la formulación de los vanos discursos y el respaldo en el plano de los recursos y de las acciones. En gestos desesperados suele acordarse de la educación para reclamar, para criticar sus defectos, para lavar sus propias culpas, para respaldar los hechos extra-ordinarios, pero se olvida de la verdadera inversión: el acompañar el trabajo educativo escolar haciendo sencillamente y todos los días lo que se debe hacer. Cuando la violencia descontrolada azota el cuerpo social, cuando caen los principios morales, cuando se desconocen códigos y valores, todos claman por la educación y recién allí la sociedad recuerda que es más beneficioso, más rentable, más humano construir e invertir en escuelas que crear nuevas unidades carcelarias.
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 La educación se vuelve necesaria porque se convierte en el único recurso de salvación social, pero mientras tanto, a la hora de los reconocimientos, la sociedad se ausenta, exigiendo lo que no ha dado, suponiendo lo que nunca dijo.
03. LOS CAMBIOS DE ESCENARIOS
Se ha movido el escenario, ya nada es como antes
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cuando afirmamos que la educación y la escuela están en crisis afirmamos que se ha cambiado la realidad y que parecen moverse en un universo absolutamente distinto. Los escenarios de los nuevos tiempos se han desplazado y con ellos han mutado los valores y las referencias. La educación intenta reconquistar una realidad que ya no es y trata, en vano, de reencontrar el pasado, pero ya nada es como era. No se trata de la misma obra, han cambiado el libreto y se han olvidado de comunicárselo a los que se mantienen heroicamente en las tablas representando el papel. Ajena a todas las transformaciones necesarias, aunque sujeta a las más descaradas estrategias gatopardistas, el sistema educativo se ha mantenido apegado a sus tradicionales estructura, a sus históricos rituales, al concierto de sus costumbres y exigencias, mientras a su alrededor se han producido los cambios mas profundos. Sigue ofreciendo los mismos productos en sus formatos tradicionales a pesar de que hace tiempo han cambiado los consumidores, sus gustos y sus demandas. Para la realidad que ha cambiado el sentido del trabajo, que ha modificado las condiciones de la vida económica y que no juega con las mismas reglas, sino que las va metamorfoseando incesantemente, la actual estructura de la escuela representa una vieja representación cuyo valor es histórico, pero absolutamente ineficaz.
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04. CONOCIMIENTOS Y COMPETENCIAS.
Uno de los ejes de la cuestión radica en las actividades privativas de la escuela de nuestros días. Se trata de brindar la educación necesaria a las jóvenes generaciones, de asegurar la apropiación del legado cultural, la continuidad de las significaciones, el acervo compartido por la sociedad, de sostener la tradición y consolidar los núcleos culturales y sociales de pertenencia. Se necesita consolidar las condiciones de humanización que permiten que cada ser humano descubra su originalidad, se sienta cómodo en su existencia, arme un proyecto de vida, defina con las coordenadas del presente su ubicación social, ciudadana y productiva del futuro. Corresponde encontrar en la escuela un núcleo referencial que aglutine las diversas propuestas formativas: la inicial y esencial de la familia, la sistemática y formal del sistema educativo, la aluvional y espontánea de la sociedad y de los medios. La escuela es el lugar de encuentro en el que se consolida el ser, se constituye el saber, se ensambla el hacer: es el peaje necesario para poder seguir circulando por las autopistas habilitadas y no utilizar los destrozados caminos laterales o las rutas alternativas. Para que el viaje por la vida sea el correcto todos los individuos deben disponer de los recursos esenciales para ser, para saber y para hacer. En esas condiciones cada uno estará en condiciones de emprender su propio recorrido, mapa en mano, preparado el equipaje, acondicionado el vehículo, cargados de ilusiones y de esperanzas. No serán
 
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recorridos iguales, ni condiciones iguales: la única igualdad es esta dotación inicial que le ofrece a todos lo que se necesita para empezar el trayecto. Para hacer operativa estas condiciones esenciales, la educación escolar debe hacerse cargo de las competencias, de las posibilidades de saber poner en acto los saberes, de hacerse cargo de los procedimientos. Porque tanto la vida como la ocupación requieren no solamente una acumulación de los conocimientos, una apropiación de los mismos como si se tratara de un tesoro inviolable, sino un uso de los mismos, un sano despilfarro
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 como afirma Savater
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 de todo lo que se acumula. Y allí aparecen las competencias, las capacidades de hacer, aplicar, transferir, problematizar, resolver, ubicarse, crear situaciones o respuestas nuevas. En eso radicar el poder que otorga la educación y la escuela: en la capacidad que tienen sus usuarios de
armarse subjetivamente
 para poder operar con seguridad y variedad de recursos en el vasto territorio de la propia existencia, de la vida social y del campo laboral y productivo.
05. CAPITAL ESCOLAR, CULTURAL Y SIMBÓLICO.
Las condiciones y los recursos económicos con que los alumnos ingresan a las escuelas y egresan de ella no dependen de la escuela misma, ni de la educación. Es un tema ampliamente debatido en el campo de las ideas pedagógicas, a partir de las pedagogías críticas y al calor de debates que habitan cuestiones tales como
reproducción, transformación, exclusión, desigualdad.
Lo cierto es que las escuelas de nuestros días no modifican las situaciones económicas de sus alumnos. Por el contrario, el amplio y variado tipo de instituciones educativas del sistema formal refleja un poder de adaptación, oferta y consumo para los usuarios de los diversos niveles económicos (clases sociales), reservando
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 en principio
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 para las escuelas públicas un carácter policlasista que permite la convivencia democrática de sectores sociales diversos. Lo que la escuela puede y debe hacer es utilizar el capital escolar para construir o reforzar el capital cultural y simbólico de sus alumnos. Eso es lo que está a su alcance, lo que refleja la esencia misma de su tradición histórica. Mas allá de los condicionamientos económicos que subyacen a la configuración del capital cultural y simbólico, hay una tarea de recreación o de siembra que es posible realizar en las escuelas. Se trata de tomar en serio la tarea, de crear las condiciones para el ejercicio de este derecho democrático e igualitario, de ofrecer y exigir a todos lo que se necesita para disponer del pasaporte de humanidad y cultura, de permitir a los diferentes usuarios acceder al universo simbólico acumulado por la humanidad en la historia (todos los hombres), por el país en el que crecemos y vivimos (un cierto tipo de hombre) para convertirlo en beneficiarios críticos de los saberes y de los tesoros culturales. Allí está también la función compensadora e igualitaria de la educación y de las escuelas (como espacio de transmisión y recreación del acervo simbólico de la sociedad): en brindar mucho, en poner a disposición la totalidad, en abrir los tesoro y en privilegiar a quienes no disponer de condiciones previas (familiares, sociales, económicas, estructurales) para que puedan descubrir el horizonte posible para crear para sí y para su entorno otras condiciones. El capital escolar y el simbólico no son un premio consuelo, sino una alternativa real: la universalización de la educación y su obligatoriedad instaló
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 en el pasado
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 la idea de que a través de ella se podía producir un ascenso social y un cambio en las condiciones de vida originales.

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