Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Principios Generales de La Prueba Final
Principios Generales de La Prueba Final
A pesar de las diferencias que existen entre los procedimientos de las diversas
materias existentes y la distinta regulación que adjetivamente suele dársele a los
mismos, la Institución de la Prueba Judicial conserva su unidad en lo referente a los
delineamientos y principios generales.
artículo 253 y lo que se estipula en el ordinal 4° (derecho al juez natural) del artículo 49
ejusdem.
En nuestro Código de Procedimiento Civil los artículos 388, 389, 397 Y 398 no
dejan lugar acerca del principio de la competencia, pues, el tribunal que conoce de la
demanda debe conocer de las pruebas, como dice el profesor Duque Corredor "es la
regla de oro". Este principio está íntimamente vinculado con el de la inmediación, en el
sentido que el juez que conoce de la causa, debe llevar a su cargo todo el proceso
probatorio.
En la práctica esto no se cumple, más por el tipo de proceso escrito que tenemos
vigente, en el cual el juez no atiende la evacuación de testigos dejando a cargo del
secretario o un escribiente tal tarea o comisiona a un juzgado de inferior jerarquía,
también en los casos de inspecciones judiciales comisiona. Esto puede verse como
excepción al principio de la competencia la comisión de la evacuación, porque puede
comisionarse a otro tribunal para la realización de la prueba, en especial cuando la
prueba que tenga que producirse no sea en el lugar sede del Tribunal; el comisionado
no podrá decidir sobre ella; los casos de comisión son en lugar distinto a la sede en el
propio territorio y comisión en el extranjero. La institución de la comisión se rige por las
normas contempladas en los artículos 234 al 241 del Código de Procedimiento Civil.
Se refiere este principio a la necesidad de que los hechos sobre los cuales debe
fundarse la decisión judicial, estén demostrados con pruebas aportadas al proceso por
cualquiera de los interesados o por el Juez, siempre y cuando éste último tenga
facultades para hacerlo (auto para mejor proveer), sin que dicho funcionario pueda
suplirlas con el conocimiento personal o privado que tenga de los mismos, porque sería
desconocer la publicidad y la contradicción indispensable para la validez de todo medio
probatorio .
Este Principio representa una inapreciable garantía para la libertad y los derechos
del individuo, que de otra manera estarían en manos de Jueces parcializados y a
merced de decisiones que no podrían ser revisadas por el Superior o Juzgado de Alzada.
Ahora bien, cuando el hecho es notorio, por el contrario, la Ley exime su prueba, pero
no porque el Juez lo conozca privadamente, sino porque pertenece al conocimiento
público en el medio social donde ocurrió o donde se tramita el proceso; por ello, no se
trata de aplicar un conocimiento personal de aquel, sino de reconocerlo como cierto en
virtud de esa peculiar condición que es conocida.
grado de persuasión, sino que el Juez, libre o vinculado por la norma, debe considerar la
prueba como el medio aceptado por el legislador para llegar a una conclusión sobre la
existencia o no y las modalidades de los hechos afirmados o expuestos por las partes
intervinientes .
mediante la aplicación de la Ley al caso concreto y como las pruebas constituyen los
elementos utilizados por el Juez para llegar a ese resultado, nada importa quien las
haya pedido o aportado; desde el momento que ellas producen la convicción o certeza
necesaria, la función del Juez se limita a aplicar la norma reguladora de esa situación
de hecho.
Siendo el fin de la prueba llevar la certeza a la mente del Juez para que pueda
fallar conforme a Justicia, hay un interés público indudable y manifiesto en la función
que desempeña en el proceso, como lo hay en éste, en la acción y en la jurisdicción, a
pesar de que cada parte persiga con ella su propio beneficio y la defensa de su
pretensión o excepción. Es decir, con la prueba sucede lo mismo que con la acción:
primordialmente ambas protegen el interés público y general (interés del estado =
Tutela Jurisdiccional Efectiva) en la declaración o realización de los derechos o su
satisfacción coactiva por la vía jurisdiccional del proceso.
Por otra parte el artículo 253 CRBV, establece que la potestad de administrar
justicia, emana de los ciudadanos y ciudadanas, lo que significa que hay un interés
social en la búsqueda y logro de ese valor.
Por supuesto que esta lealtad y probidad o veracidad no rige sólo para la prueba,
sino para el proceso en general y debe reflejarse en el libelo de demanda, en las
excepciones, en los recursos y en toda clase de actos procesales; claro está, que la
prueba debe tender a la reconstrucción de los hechos y de la situación jurídica, tal y
como efectivamente ocurrieron o están ocurriendo las cosas y que las partes deben
colaborar en la obtención de la voluntad de la Ley, subordinando el interés particular o
individual a una sentencia justa. Esto último puede resultar excesivo y contrario a la
manera como naturalmente ocurre la actividad probatoria de las partes, pues
inevitablemente pensarán más en su interés privado que en el público a que se haga
Justicia, por lo cual no hace falta exigirles que subordinen su interés individual a ésta,
pero es indiscutible que la persecución de ese interés egoísta, no excluye el deber que
tienen de obrar con probidad y lealtad en su actividad probatoria. Una cosa es tratar de
defender los propios derechos y otra muy distinta es hacerlo con mala fe y deslealtad.
Las partes tienen derechos subjetivos procesales muy importantes, como los de
acción y contradicción, de recurrir y de probar; gozan también de la libertad para
“El Juez deberá tomar de oficio o a petición de parte, todas las medidas
necesarias establecidas en la ley, tendentes a prevenir o a solucionar las faltas a la
lealtad y probidad en el proceso, las contrarias a la ética profesional, la colusión y el
fraude procesales, o cualquier acto contrario a la majestad de la justicia y al respeto
que se deben los litigantes”.
Entre las implicaciones que trae este principio están: 1) Impone el rechazo a la
prueba secreta o ilícita practicada sin el debido control de las partes o de una de ellas;
2) Obliga a la Administración a que aporte el expediente administrativo en la
oportunidad procesal en que pueda ser impugnado, es decir, en el lapso probatorio; 3)
Prohíbe al juez que base su decisión exclusivamente en las presunciones legales que
derivan de ciertos declaraciones o actos administrativos; 4) Exige que, para trasladar la
prueba de un juicio a otro, ambos deban ser entre las mismas partes; 5) Proscribe que
el juez integre de oficio un argumento de orden público, sin antes informarlo a las
partes y darles un plazo para que formulen sus observaciones; y, en general, 6) Impone
al Poder Legislativo la obligación de estructurar el proceso administrativo de acuerdo
con su naturaleza subjetiva, con altas dosis de poderes de contradicción y de control,
que incluso permitan a la Administración ser “citada” para que se defienda contra las
acciones incoadas contra ella o contra sus actuaciones, omisiones o vías de hecho.
Este principio está íntimamente relacionado con del derecho de defensa, previsto
en los ordinales 1 y 2 del Artículo 49 de CRBV, que establece: El derecho de acceder a
las pruebas, lógicamente para controlarlas y controvertirlas, lo cual conduce a la
existencia de lapsos probatorios en el proceso y al principio del contradictorio. La
segunda, la presunción de inocencia, que repercute favorablemente al ciudadano en
Expone el artículo 21 CRBV que “todas las personas son iguales ante la ley”, y no
puede escaparse que, como es lógico, todas las personas deben ser iguales ante la ley
procesal. Así lo consagra expresamente el artículo 14 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, a tenor del cual, “todas las personas son iguales ante los
tribunales y cortes de justicia”. E igualmente lo recogen los artículos 15; 388 y 401 del
CPC, según los cuales, “las partes deben disponer de idénticas oportunidades para
promover y hacer que se evacuen sus pruebas, así como para contradecir las
promovidas por su contraparte”, en otras palabras, “nadie puede esperar un trato
privilegiado, o preferente, de los tribunales. La ley, tanto la procesal como la sustantiva, debe
ser la misma para todos”
El principio de la congruencia tiene que ver con la relación que debe existir entre lo
alegado y probado en autos y la valoración que realiza el juez como base de su
convicción para dictar su decisión. La norma rectora del principio de la congruencia está
pautada en el artículo 12 del Código de Procedimiento Civil que dispone que el juez
"debe atenerse a lo alegado y probado en autos, sin poder sacar elementos de
convicción fuera de éstos, ni suplir excepciones o argumentos de hechos no alegados ni
probados".
También se indica que este principio se extiende a la relación que debe existir entre
los hechos alegados y las pruebas presentadas. Debe haber una correspondencia entre
las pruebas que se promueven y los hechos que se van a probar.
“Los actos del proceso serán públicos, pero se procederá a puertas cerradas
cuando así lo determine el Tribunal, por motivo de decencia pública, según la
naturaleza de la causa. En tal caso, ni las partes ni los terceros podrán publicar los
actos que se hayan verificado, ni dar cuenta o relación de ellos al público, bajo multa de
un mil a cinco mil bolívares, o arresto hasta por ocho días, penas que impondrá el Juez
por cada falta. El estudio de expedientes y solicitudes, la conferencia que tengan los
jueces para sentenciar y la redacción del fallo, se harán en privado, sin perjuicio de la
publicación de las sentencias que se dictaren”.
Conviven en el proceso civil, con relación a los terceros los dos sistemas: secreto y
de publicidad. (Calamandrei, 1996, p. 131).
Según Parra Quijano, “la prueba puede ser conocida por cualquier persona; ya
que en el proceso tiene un carácter social: hacer posible el juzgamiento de la persona
en una forma adecuada y segura”. Agrega también, que es de interés para ejercer el
control democrático del proceso, por ello en la sentencia, “los hechos y la prueba de
ellos debe ser explícita, de tal manera que toda persona pueda entender, qué fue lo que
pasó, desde el punto de vista factico y cómo se probó”. (p.10)
ocurriría con la exhibición de escritos sobre escabrosos secretos familiares que en nada
influyan sobre el litigio y lo alegado en autos .
“Este principio tiene dos aspectos: con arreglo al primero para que la prueba
tenga validez debe ser llevada al proceso, con los requisitos procesales en la ley; el
segundo exigen que estudien medios moralmente lícitos y por quien tenga
legitimización para aducirla” (p.125)
“Hasta cinco días antes del vencimiento del plazo fijado para la celebración de la
audiencia preliminar, el fiscal, la víctima, siempre que se haya querellado o haya
presentado una acusación particular propia, y el imputado, podrán realizar por escrito
los actos siguientes: 1. Oponer las excepciones previstas en este Código, cuando no
hayan sido planteadas con anterioridad o se funden en hechos nuevos; 2. Pedir la
imposición o revocación de una medida cautelar; 3. Solicitar la aplicación del
procedimiento por admisión de los hechos; 4. Proponer acuerdos reparatorios; 5.
Solicitar la suspensión condicional del proceso; 6. Proponer las pruebas que podrían ser
objeto de estipulación entre las partes; 7. Promover las pruebas que producirán en el
juicio oral, con indicación de su pertinencia y necesidad; 8. Ofrecer nuevas pruebas de
las cuales hayan tenido conocimiento con posterioridad a la presentación de la
acusación fiscal”.
Para que la prueba cumpla su fin de lograr la convicción del Juez sobre la
existencia o no de los hechos que interesan al proceso, en forma que se ajuste a la
realidad, es indispensable otorgar libertad para que las partes y el Juez puedan obtener
todas las que sean pertinentes, con la única limitación de aquellas que por razones de
moralidad versen sobre hechos que la Ley no permite investigar o que resulten inútiles
por existir presunción legal que las hace innecesaria (en cuanto se persiga con ellas
probar lo presumido), o sean claramente impertinentes o inidóneas, todo lo cual se
encuentra establecido en el artículo 395 CPC.
Devis, expresa que este principio posee dos aspectos: “libertad de medios de
prueba y libertad de objeto”. Significa lo primero que la Ley no debe limitar los medios
admisibles, sino dejar al Juez la calificación de si lo solicitado tiene relevancia
probatoria; lo segundo implica que pueda probarse todo hecho que de alguna manera
influya en la decisión del proceso y que las partes puedan intervenir en su práctica. El
segundo de estos aspectos es fundamental, porque dentro de los medios aceptados,
generalmente en los sistemas que los señalan taxativamente (documental, testimonial,
peritaje, inspecciones, confesión, etc.), pueden comprenderse los más modernos
métodos de investigación, si se tiene un criterio amplio. En cambio, limitar la actividad
probatoria en forma caprichosa por el Juez o con una absurda regulación previa de la
Ley, sería atentar contra los derechos de las partes, la debida defensa, la contradicción
efectiva y la igualdad de oportunidades; es por esto que en cuanto al principio in
Como efecto del principio de libertad probatoria, la ley adjetiva le Impone al juez
civil la obligación de valorar y analizar todas y cada una de las pruebas que cursen en
autos, configurando tal valoración y análisis en la sentencia. Señala Fabrega que en el
momento de dictar sentencia y siempre que no existan cuestiones jurídicas que lo
hagan innecesario, el juez debe valorar los medios probatorios practicados de acuerdo
con la ley e incorporados de acuerdo con ella y apreciarlos.
Todos los elementos probatorios integran una unidad y el juez debe analizarlos y
comprobar su vinculación. La falta de análisis según lo visto en el artículo 243 es causa
de nulidad de la sentencia. Se cae en el vicio de omisión o silencio de prueba. También,
conforme al artículo 32O da pie a la casación.
Según Rosich Saccani "esta obligación se acentúa para las pruebas tarifadas en
las que deben observarse las reglas de su apreciación y se atenúan a las regidas para la
sana crítica, que facultan al juez a su apreciación introspectiva".
Hubo una larga época en que se ejercían sobre los testigos las más absurdas y
hasta crueles coacciones para obligarlos a declarar de acuerdo con el querer del
funcionario y en el que el tormento era institución oficial para obtener a todo trance la
confesión del acusado de delito. Su abolición se detuvo relativamente hace poco y
constituye uno de los más firmes avances hacia la civilización de la justicia. Se
comprende fácilmente que métodos como los indicados violan la libertad subjetiva,
razón por la cual puede decirse que resultan prohibidos en virtud del principio anterior;
es decir, una cosa es la libertad de la prueba y otra la libertad individual de la persona
declarante.
Tanto el testimonio como la confesión y, con mayor razón, el dictamen del perito,
deben ser espontáneos o naturales, y las demás personas que los formulan no deben
ver coaccionadas sus facultades o su conciencia por ningún medio, ya sea físico o
psicológico.
Ese deber genérico que tienen las partes de colaborar en el proceso se extiende a
la práctica de las pruebas. Nótese que existen normas que sancionan la conducta de las
partes, por ejemplo, la obstrucción o negativa a realizar pruebas puede considerarse
como indicio o presunción (artículo 505 CPC).
El tradicional principio de nemo tenetur edere contra se (nadie puede ser obligado
a proporcionar o suministrar prueba en su contra) en el derecho moderno contiene
Este principio y los deberes que señalamos responden al carácter público del
proceso. Debe observarse que en materia penal este principio tiene un conjunto de
restricciones, pues, el imputado no está obligado a declarar contra sí mismo; además,
sobre la base de este principio, puede negarse a ciertas actividades que le
comprometan. Situación diferente en el área civil. Esa colaboración a la que están
obligadas las partes está inscrita en las consideraciones de solidaridad social y de
cooperación de los ciudadanos al mejor funcionamiento de la justicia. Este deber no
sólo afecta a los particulares, sino también al Estado cuando es parte en proceso. En el
Preámbulo y en el artículo 2 de la Constitución se consagra la solidaridad como un valor
del ordenamiento jurídico y su actuación. El funcionario, representante del Estado, no
debe negar un hecho que consta en los archivos de la entidad pública; no debe
proponer impugnaciones y recursos temerarios aprovechando que no ser condenado en
costas. La administración pública debe colaborar en la práctica de las pruebas.
Debe tenerse cuidado de no confundir este principio con el anterior, para que no
resulte una aparente contradicción entre ellos. En virtud de él los documentos, las cosas
y, en ocasiones, la persona física cuando es objeto de prueba (para exámenes médicos,
por ejemplo), deben ponerse a disposición del Juez cuando se relacionan con los hechos
del proceso. Es consecuencia de lo ya visto sobre la comunidad de la prueba, la lealtad
y probidad de las partes y el interés público que en ella existe; permite al Juez el
allanamiento de inmuebles, el acceso a los archivos públicos y privados, en imponer
ciertas coacciones a las partes y testigos para que comparezcan a absolver
interrogatorio o reconocer firmas y para que suministren los objetos escritos o libros de
contabilidad cuya exhibición se ha decretado. Es más efectivo en los procesos penales y
en los civiles inquisitivos, pero tiene aplicaciones importantes en el civil dispositivo. Si la
suerte del proceso y de la Justicia que con él se quiere impartir depende de la prueba, es
absurdo que el Juez carezca de facultades para obtenerla.
multa para que conteste, siempre que luego no se utilice coacción alguna para obtener
su declaración en determinado sentido, como se hizo en épocas antiguas, inclusive con
el uso del tormento. Cuestión que en el pasado provocó las más aberrantes violaciones
a la dignidad humana, como lo expresa Becaria “No existe libertad cada vez que las
leyes permiten que en algunos casos el hombre deja de ser persona y llega a convertirse
en cosa”.
Esta función es quizás la más delicada del proceso, especialmente para el Juez a
quien está encomendada, porque las partes son al respecto simples colaboradoras. La
suerte de la Justicia depende del acierto o del error en la apreciación de la prueba, en la
mayoría de los casos.
Como un aspecto del sistema oral o escrito que rigen en el proceso, puede
enunciarse este principio en relación con la prueba.
Este principio significa que el Juez dispone de poderes y medios para llevarla al
proceso; e igualmente significa que una vez solicitada la práctica de una prueba por
una de las partes, carece de facultad para renunciar a su práctica si el Juez la estima
útil y que si fue ya practicada o presentada, no puede renunciar a ella para que deje de
ser considerada por el Juez.
En nuestra legislación conforme a los artículos 401 y 514 CPC, el juez tiene
facultades de traer a juicio las pruebas que tan solo de ellas se tengan referencia o
tomar declaración a testigo que no rindió declaración e incluso sin haber sido
Significa éste principio, que dado el fin de interés general que radica en el proceso
y en la prueba, lo ideal es que el Estado satisfaga el servicio público de Justicia de
manera gratuita, sin gravar económicamente a las partes por la recepción y práctica de
los medios probatorios, así sean inspecciones judiciales, dictámenes de expertos
oficiales, interrogatorios de testigos y de las mismas partes, examen de documentos,
entre otros. Únicamente cuando los interesados soliciten el dictamen de peritos
particulares o la expedición de copias de documentos notariales o que se encuentren en
otros archivos, se justifica que deban costear los honorarios de aquellos y los servicios
de estas.
2. SUJETOS
Son todas las personas naturales y jurídicas, así como todos los órganos
estadales que intervienen en el proceso penal, cualquiera sea su rol o grado de
participación.
Son aquellos que integran la relación jurídico-procesal, sin los cuales no podría
existir el proceso. Estos son el órgano jurisdiccional y las partes.
En el Proceso Penal
Son aquellos que, como su nombre indica, pueden tener una participación
eventual en el proceso, de manera tal que pueden estar o no presentes en un juicio
concreto. Tal es el caso del demandante civil, del tercero civilmente responsable, del
tercero excluyente y del público en general.
3. ÓRGANOS DE LA PRUEBA
4. OBJETO DE LA PRUEBA
Lo podemos definir como todo aquello sobre lo cual puede recaer la prueba,
deviniendo en algo completamente objetivo y abstracto, extendiéndose tanto a los
hechos del mundo interno como del externo, con tal que sean de importancia para el
dictamen. Son variadas las definiciones que se han dado sobre el objeto de la prueba.
Ello ha generado confusiones acerca de conceptos relacionados pero esencialmente
distintos, tales como: objeto, necesidad y carga de la prueba.
Carnelutti sostenía que el objeto de las pruebas judiciales son las afirmaciones de
las partes. El profesor Chiovenda dice que objeto de la prueba "son los hechos no
admitidos y no notorios, puesto que los hechos que no pueden negarse sine
tergiversatione no exigen prueba".
Según Devis, (1991) Expresa, que para despejas las dudas, precisó así esos tres
conceptos:
¨a) por objeto de la prueba entiende que es aquello sobre lo que puede recaer la
prueba, como se puede ver es una noción objetiva y abstracta, sin relación con las
pretensiones de las partes, ni en el caso concreto procesal; b) por necesidad es lo
equivalente a tema de la prueba (thema probandum), es decir lo específico de cada
proceso en materia probatoria, tiene relación con el proceso concreto pues es lo que
debe probarse en él; c) carga viene determinado por el interés que tiene cada una de
las partes de probar en el proceso para que le sirva de fundamento para una decisión
judicial favorable¨. (p.143)
Además, Kish, opina que "el objeto de la prueba está formado fundamentalmente
por los hechos". Puede notarse que a pesar de las divergencias, se coincide que el
objeto de la prueba son los hechos que se alegan como fundamento de derecho que se
pretende. Acerca de esto, escribe Stein que “el bien son los hechos y no su afirmación
los que constituyen el objeto de a prueba, en realidad el órgano judicial únicamente se
Parra, (2001), afirma, “que son objeto de la prueba judicial las realidades
susceptibles de ser. Probadas, sin relación con ningún proceso en particular; se trata de
una noción objetiva y abstracta. Parece pues, conteste la doctrina, que constituyen
objeto de prueba, hechos que el sistema jurídico establece, en abstracto y no respecto
un caso concreto, como presupuestos de determinadas consecuencias o efectos
jurídicos. El objeto de la prueba: son hechos”. (p. 85)
Por su parte Montero Aroca, (1998) hace una distinción entre objeto de prueba y
tema de prueba. Sobre el primero escribe que se hace "referencia a las realidades que
en general pueden ser probadas". (p.63).
Expuesto lo anterior, es menester señalar que en el proceso sólo los hechos son
objeto de prueba, por ser esencial al resultado del juicio y así lo pauta la norma adjetiva
venezolana contenida en el artículo 388, pero como toda regla admite su excepción,
tenemos que el lapso probatorio no se abrirá en los casos establecidos en el artículo
389 ejusdem, a saber: “(…) 1° Cuando el punto sobre el cual versare la demanda,
aparezca, así por ésta como por la contestación, ser de mero derecho; 2° Cuando el
demandado haya aceptado expresamente los hechos narrados en el libelo y haya
contradicho solamente el derecho; 3° Cuando las partes, de común acuerdo, convengan
en ello, o bien cada una por separado pida que el asunto se decida como de mero
derecho, o sólo con los elementos de prueba que obren ya en autos, o con los
instrumentos que presentaren hasta informes; 4° Cuando la ley establezca que sólo es
admisible la prueba instrumental, la cual, en tal caso, deberá presentarse hasta el acto
de informes” .
En este orden de ideas, también surgen en el proceso hechos que no necesitan ser
probados, los cuales se enumeran a continuación:
Es regla procesal que no necesitan ser probados aquellos hechos que están
amparados en una presunción legal.
El Código Civil Venezolano, en su artículo 1.397 estable que ¨La presunción legal
dispensa de toda prueba a quien la tiene a su favor¨
UNELLEZ, Guasdualito, Estado Apure
40
Los Principios Generales de la Prueba
Derecho Probatorio
Para que las pruebas puedan ser admitidas por el Juez, no deben ser
impertinentes e irrelevantes, ya que ellas no conllevan utilidad alguna al litigio; siendo
impertinentes e irrelevantes aquellas referidas a hechos no alegados o rebatidos en la
fase de las alegaciones; lo mismo que las remitidas a hechos probados o tendentes a
desvirtuar la confesión verificada por quien la propone, o las referidas a cuestiones sin
influencia en el juicio o sin conexión con los hechos fundamentales discutidos en el
curso de la traba de la Litis.
El derecho procesal moderno afirma que el hecho negativo no sólo puede ser
objeto de prueba, sino que en muchos casos la Ley exige como supuesto de una norma,
un hecho cuya naturaleza es negativa. Las negaciones, al efecto de su valoración en el
proceso, pueden clasificarse como sustanciales o absolutas y formales o aparentes;
considerándose las primeras como aquellas que tienen su fundamento en la nada y no
implican, en consecuencia, ninguna afirmación opuesta, indirecta o implícita; en tanto
que las segundas, son afirmaciones contrarias, ya que revisten de un carácter definido o
indefinido. Las negaciones formales pueden serlo de derecho, de hecho y de cualidad.
Las primeras se remiten a la titularidad de un derecho, a las condiciones requeridas por
la Ley para la validez del acto; las negaciones de hecho equivalen a la afirmación de un
hecho contrario, ya sea concreto o indefinido; en tanto que las negaciones de cualidad,
se dan cuando se niega a alguna persona una determinada cualidad y, al actuar de esta
manera, se está afirmando lo opuesto.
El Derecho positivo venezolano tiene sentado como principio que lo notorio está
exento de prueba; pero esta afirmación no puede conducir al extremo de que el Juez
pueda favorecer a alguna de las partes, ya que lo que en sí debe probarse es la
naturaleza notoria del hecho cuando ha sido cuestionado. La notoriedad del hecho
viene dado por el conocimiento humano en general, considerándolo como cierto en
indiscutible, o perteneciente a la historia o a las leyes naturales, a la ciencia o a las
vicisitudes de la vida pública actual, siendo una exigencia innecesaria su prueba, puesto
que no queda duda sobre su existencia y sólo la parte que lo negare deberá de
suministrar la prueba de lo contrario.
Según Couture, (S/F), expresa que los hechos notorios: ¨Son aquellos que entran
naturalmente en el conocimiento, de la cultura o en la información normal de los
individuos, con relación a un lugar o a un círculo social y a un momento determinado,
en el momento en que ocurre la decisión¨ (p.235)
Es aquella que surge del escenario judicial, y son hechos que conoce el juzgador
en virtud de su actividad profesional o de procesos anteriores que conoció
jurisdiccionalmente. Son hechos que deben ser conocidos por todos los jueces y
abogados en un ámbito determinado. Es decir, son hechos generales que pueden ser
conocidos por todos.
Por ejemplo: En una publicidad manipuladora puede hacer como cierto algo
incierto. Debe considerarse que en muchas oportunidades carecen de elementos
científicos para dar una información objetiva y da en cambio una subjetiva
deformadora de la realidad. Por lo tanto el hecho notorio comunicacional tiene que ser
visto con mucha cautela, y en el análisis tiene que mirarse su relación con la realidad,
con su cualidad de certeza y como se ha formado en el conocimiento social.
En el país hemos tenido condenas públicas de personas, porque se ha formado
en su contra una opinión pública manejada desde los medios. También hemos visto
errados análisis jurídicos sobre decisiones tomadas en tribunales, conforme a
derecho, pero que son altamente criticadas porque no fueron bajo la querencia del
periodista o columnista o propietario de los medios, o grupo interesado.
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………………………….…….3
2. SUJETOS.................................................................................................................36
3. ÓRGANOS DE LA PRUEBA......................................................................................38
4. OBJETO DE LA PRUEBA..........................................................................................38
CONCLUSIONES………………………………………………………………………………………………...45
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………………………………….…..46
INTRODUCCIÓN
Es por ello, que este trabajo se realiza con el fin de conocer la gran variedad de
principios generales de la prueba, que son comunes a los procesos civiles y penales. Del
mismo modo de los sujetos, órganos y objeto de la prueba.
CONCLUSIONES
Del estudio efectuado de los principios, podemos concluir que: el Juez debe
ceñirse a los principios legales para la valoración de los distintos medios probatorios; la
postulación de la verdad por medio de la prueba de los supuestos normativos de la
norma favorable a la parte interesada, constituye el desiderátum de toda la actividad
judicial, por lo que se puede decir o concluir que “El arte del proceso no es
esencialmente otra cosa que el arte de administrar las pruebas”.
Por último, hay que referir que el juez no es órgano de prueba, es el destinatario
de todos los hechos que se desea saber en el proceso judicial por eso es el receptor del
objeto de la prueba que mediante la toma del conocimiento servirá en beneficio de las
partes procesales y resolver el proceso con estricto apego a una adecuada valoración
UNELLEZ, Guasdualito, Estado Apure
49
Los Principios Generales de la Prueba
Derecho Probatorio
de la prueba y si coincidió que el juez sea sujeto de prueba en sentido diferente a las
demás partes atendiendo a los procedimientos o sistemas existentes que se han
explicado.
BIBLIOGRAFÍA
CALAMABDREI P. Derecho Procesal Civil, III Tomos, Año 1973, Buenos Aires,
Argentina, Ediciones Jurídicas Europa-América
CHIOVENDA, J. Principio del Derecho procesal Civil, II Tomos, Año 1977, Editorial
Reus, Madrid España