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Dirigido por:
Mario V. González Fuentes
Director del Strategic Research Center
de EAE Business School
Profesor de MBA de EAE Business School
Investigadora:
Dante Suárez Mejía
Profesor de EAE Business School
Profesor Asociado de Trinity University
Documento 04/2010
ISSN: 1989-9580
V. Conclusiones 31
VI. Bibliografía 34
En primer lugar, para poder entender el problema actual y poder extraer conclu-
siones, es necesario entender sus orígenes. La macroeconomía como ciencia tuvo
durante todo el siglo XX un problema básico por resolver: ¿Por qué surgen los ciclos
económicos y cómo se pueden eliminar? La respuesta a la primera pregunta sigue
siendo un misterio y la respuesta a la segunda no deja de crear polémica, un siglo
más tarde. Los ciclos económicos representan los vaivenes de las economías capitalis-
tas modernas: aunque en general gozan de amplios períodos de crecimiento econó-
mico, no pueden evitar entrar recurrentemente en períodos de recesión. Los orígenes
de una recesión pueden ser fácilmente determinados, bien sea porque la región en
cuestión perdió productividad o competitividad, entró en una guerra devastadora,
o porque se vio afectada por una sequía o por otra catástrofe natural. Un poco más
difícil resulta establecer por qué una economía moderna y diversificada como la de
Estados Unidos entra en recesión aproximadamente cada doce años, y menos obvio
le resulta a los círculos académicos explicar por qué la economía global está conde-
nada a ser afectada por una crisis mundial tras otra.
De forma muy general y sin la intención de simplificar el estado del arte del debate
económico, los economistas han tendido a separarse en dos grandes grupos ideoló-
gicos, dependiendo de su entendimiento acerca de la mejor manera para lidiar con el
inevitable fenómeno del ciclo económico. La gran divergencia entre los paradigmas
conocidos como la Economía Clásica y la Economía Keynesiana radica en la manera
en que ambas corrientes académicas proponen minimizar los efectos indeseables del
vaivén que representa el ciclo interminable de expansión-recesión.
Por otro lado, el pensamiento clásico gozaba de amplia aceptación hasta que llegó
el trágico lunes negro de 1929, que hizo caer a la Bolsa de Nueva York en más del
20% en un solo día. Al trágico octubre de aquel año le siguió el peor período de
estancamiento económico global: la única recesión tan atroz como para ganarse la
temida denominación de depresión: La Gran Depresión de los años treinta. Durante
esta década se podían ver largas filas de potenciales trabajadores en los alrededores
de las fábricas, rogando por un puesto de trabajo para un único día.
El paradigma reinante clásico de la economía no tenía una explicación clara para dicho
fenómeno de paro generalizado y persistente. Según el entendimiento de las variables
económicas por aquellos tiempos, el paro existía porque los salarios eran demasiado
altos: «si hay tanta gente haciendo cola fuera de las fábricas, págales menos y verás
cómo las filas dejan de ser tan largas». En otras palabras, el desempleo es simplemente
un desequilibrio de mercado que la «mano invisible» corregirá bajando los salarios. Los
años pasaban, y ni los salarios ni el paro amainaban. Entra en escena John Maynard
Keynes y su influyente libro Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero.
La teoría que vino a ser conocida como Keynesiana está basada en una visión de
desequilibrio económico que al menos, en potencia, puede ser permanente. La his-
toria simplificada de este fenómeno dice que durante una recesión lo que sucede
es que de pronto los consumidores dejan de consumir, ya sea porque no tienen el
dinero para hacerlo o porque consideran más sabio ahorrar en tiempos inciertos, lo
que hace por ende que las fabricas dejen de producir (pues no hay consumo) y por
tanto de contratar. Al haber menos empleo, hay aún menos consumo, y se crea así el
círculo vicioso que conocemos como una recesión.
Dicha expansión de los poderes y las expectativas del Estado lograron su cometido y
el mundo por fin salió de la gran crisis, no sin antes pasar por la devastadora segunda
guerra mundial. Al finalizar el conflicto bélico, las grandes economías del mundo ha-
bían sido transformadas de puramente capitalistas a mixtas aunque se encontraban
con grandes déficits acumulados por los nuevos programas de seguridad social y
años de guerra. Los déficits y las deudas acumuladas de aquel entonces, aunque ma-
yores que las de hoy en día, no representaron mayor problema, pues la paz mundial
trajo consigo un prolongado período de expansión económica.
FIGURA 1
Tasa de paro
Estanflación
Inflación
Es así como el consenso de la academia económica paso del Laissez faire al interven-
cionismo estatal controlado. Sin embargo, a finales de la década de los setenta, y
tras varios abusos del poder intervencionista, el péndulo académico y político volvió
a cambiar de bando, en particular después de la crisis del petróleo generada por la
creación de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), y las subse-
cuentes sacudidas económicas generadas por la dramática subida de los precios del
petróleo.
1 Un ejemplo de este cambio de visión política puede encontrarse en las frecuentemente citadas pala-
bras de Ronald Reagan, uno de los expresidentes norteamericanos más populares hasta hoy en día: «El
gobierno no es la solución, el gobierno es el problema».
La política fiscal se basa en el control de los impuestos así como del gasto público.
Normalmente, los rígidos ambientes políticos que encontramos en las modernas de-
mocracias del mundo hacen prohibitivo el uso de la tasa impositiva como variable
económica de ajuste de corto plazo, pues el proceso legislativo que conlleva es nor-
malmente arduo y lento. Por tanto, el control preferido de la política fiscal es el gasto
público, que a su vez se divide en gasto discrecional y estabilizadores automáticos.
Este último rubro, los estabilizadores automáticos, ha pasado a ser uno de los con-
troles del ciclo económico más socorridos, pues son de naturaleza propiamente anti-
cíclica. Entre éstos podemos encontrar el seguro de desempleo, que automáticamen-
te aumenta en tiempos de recesión sólo para retroceder en tiempos de expansión,
cuando el gasto gubernamental ya no es necesario.
Hoy en día, la receta de consenso para salir de una recesión apunta hacia la reduc-
ción de las tipos de interés (ya que fomentan la inversión privada y el consumo de
bienes duraderos) y el incremento del gasto público (para aumentar la demanda
agregada y rellenar así el hueco de consumo privado con mayores gastos guberna-
mentales). Así pues, la gran mayoría de los economistas abogan por un uso modera-
do de ambas herramientas para suavizar los efectos de los ciclos económicos
Como decía aquel, cualquier medicina en exceso se vuelve veneno. ¿Cuáles son los
males de abusar de las políticas fiscales y monetarias como estímulo económico? El
principal efecto secundario de abusar de la política monetaria expansionista es de so-
bra conocido: la inflación. Por su parte, el lado negativo de abusar de la política fiscal
para fomentar el crecimiento económico es la deuda pública y sus demonios asocia-
dos: mayores tasas de interés en el futuro, el incremento del riesgo-país y la revisión
a la baja en su rating, la inflación en el futuro y la correspondiente devaluación de la
moneda. ¿Existe algún indicio acerca del abuso de dichas herramientas en el pasado?
Desgraciadamente tenemos evidencia contundente.
Más de uno se habrá preguntado alguna vez por qué los precios siempre suben.
Como podemos apreciar en la Figura 2 que muestra el nivel de precios de los últimos
135 años en España, esto no siempre ha sido así. Hasta mediados del siglo XX el
FIGURA 2
60.000
Índice de Precios al Consumidor (Base=1914)
50.000
40.000
30.000
20.000
10.000
0
18 18 18 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 20
74 84 94 04 14 24 34 44 54 64 74 84 94 04
Fuente: Elaboración propia a partir de datos procedentes de Bustelo (1994) e Instituto Nacional de Esta-
dística (INE).
Hace un siglo, los bancos centrales no podían expandir su base monetaria sin contar
con más oro, y como este último siempre ha sido escaso a nivel mundial, no había
razón para que subieran los precios. Al cambiar nuestro sistema monetario por uno
en que el dinero es fiduciario, los gobiernos han sido constantemente seducidos por
Las consecuencias de dicha seducción son claras: mayor inflación y mayor deuda. Po-
demos pensar, sin embargo, que el hecho de que todas las economías del mundo
hayan seguido este patrón sugiere que los efectos secundarios negativos no son lo
suficientemente perversos como para superar los beneficios del crecimiento económi-
co. Parece un consenso explícito el pensar que una economía sana conlleva a experi-
mentar una inflación positiva, mínima pero constante. Por otra parte, y en particular
en un esquema de constante alza en los precios, los gobiernos raramente se ven en la
necesidad de pagar sus deudas, pues al llegar la hora del pago, simplemente proceden
a refinanciar la deuda. En otras palabras, es como si comprásemos cosas con una tarjeta
de crédito y, llegada la hora de pagar, simplemente utilizásemos otra tarjeta de crédito
para pagar la primera tarjeta, y así sucesivamente, ad infinitum. Además, una economía
en constante crecimiento siempre tendrá la facilidad de pagar deudas que fueron con-
traídas cuando ésta era más pequeña (y más pobre). Naturalmente, esto sólo funciona
siempre que la economía crezca, y siempre que exista alguien que esté dispuesto a
refinanciar nuestra deuda.
No es ningún secreto que las duras condiciones económicas han propiciado la puesta
en marcha de una gran variedad de políticas públicas para paliar la situación e im-
pedir que las condiciones sociales de sus habitantes se vean gravemente afectadas.
Ejemplos de estas medidas incluyen programas de empleo público a través de la
puesta en marcha de proyectos de infraestructura pública, subvenciones a la crea-
ción de empresas y créditos blandos a emprendedores, extensión de los subsidios
y ayudas al desempleo, entre otras. Estas iniciativas han traído como consecuencia
un aumento significativo en el gasto público a muy corto plazo y, como resultado,
un crecimiento de la deuda emitida por el Estado. Esto ha provocado, por un lado,
una creciente preocupación en los mercados por la sostenibilidad de estas deudas y,
considerando la frágil situación económica por la que atraviesan algunas economías
europeas como las de Grecia, Portugal y España, una situación de incertidumbre so-
bre sus perspectivas económicas a futuro.
Todos los países emiten deuda según sus necesidades y la colocan en los mercados
de capitales nacionales e internacionales. En otras palabras, no sólo sus ciudadanos e
instituciones pueden prestar dinero al Estado a través de la obtención de estos bonos
o letras sino también la comunidad internacional. De esta forma, es posible encontrar
gobiernos extranjeros o fondos de inversión de diversos países que mantienen, como
activos de cartera, deuda de varios Estados a nivel global. Por lo regular, la figura del
banco central en cada uno de los países actúa como agente colocador de la deuda
pública. Cada vez que el Estado decide llevar al mercado una emisión de deuda, acu-
de a su banco central, que suele tener independencia del gobierno, para que reúna
a los agentes interesados en la compra y distribución de esta deuda con el objeto de
realizar una subasta en la que se determinará el rendimiento de los bonos o letras
de dicha emisión3. Los agentes que acuden a esta subasta, por lo general, son insti-
tuciones bancarias o inversionistas institucionales (fondos de inversión o sociedades
gestoras de inversiones).
En esta subasta lo que se pretende es colocar el total de deuda que necesita el Estado
y determinar el rendimiento que tendrá que pagar por la misma. Así, el rendimiento
que fijen los agentes involucrados en la subasta debe reflejar las condiciones en el
mercado: liquidez del Estado, coste de oportunidad de otros instrumentos de in-
versión, oferta de dinero, entre otros factores. Un mayor rendimiento podría estar
reflejando poca liquidez del Estado o desconfianza en las finanzas públicas, así como
condiciones adversas en los mercados financieros, etc. Aquí cobra especial importan-
2 Las emisiones a corto plazo se conocen con el nombre de Letras y las de largo plazo, Bonos.
3 Esto consitutuye una diferencia fundamental en términos de la colocación de deuda privada: las empre-
sas no cuentan con el banco central como agente colocador sino que acuden directamente a un banco de
inversiones con experiencia en estos procedimientos.
4 http://www.standardandpoors.com
5 http://www.moodys.es
6 http://www.fitchratings.es
7 Gisbert Mir, Alejandro (2009)
8 El riesgo-país es un concepto que se refiere a la probabilidad de que ocurran cambios en el clima de
negocios de un país que puedan afectar adversamente la rentabilidad de las inversiones y/o negocios.
El problema del reciente aumento en la deuda pública se extiende a todas las regio-
nes del mundo. Mientras que en el pasado encontrábamos más que nada a países
en vías de desarrollo encabezando el ranking de las economías más endeudadas del
mundo, hoy en día son las economías avanzadas las que sobresalen por su alto en-
deudamiento per cápita. La Tabla 1 hace un recuento de la evolución de la deuda per
cápita en los últimos años, enfocándose en los países de la zona euro, pero poniendo
como referencia a otras de las mayores economías del mundo, como son la de los
Estados Unidos, Japón, el Reino Unido y Canadá.
TABLA 1
Deuda pública como porcentaje del PIB (Zona Euro y
principales economías del mundo, 2009)
Para entender la manera en la que se llegó a los niveles de deuda actuales, merece
la pena analizar los orígenes de la crisis financiera, pues éstos nos proporcionan una
interesante y reveladora analogía.
Como parte del proceso de liberación económica de las últimas tres décadas, la
regulación en los mercados financieros del mundo se había venido haciendo cada
vez más y más laxa. En el mercado hipotecario americano así como en muchos otros
mercados del mundo, entre los que podemos destacar el caso de Irlanda y el de
España, se había llegado a un punto en el que todos los incentivos se hallaban de
cabeza. El resultado fue un mercado en el que cualquiera podía recibir un crédito, sin
importar su capacidad para pagarlo. ¿Por qué prestarían los bancos a sabiendas de
que el cliente podía terminar declarándose insolvente? Porque tenían la seguridad de
que recobrarían la inversión con creces si llegaban a embargar el inmueble, ya que
para entonces el inmueble embargado habría subido considerablemente de precio.
Se creó de esta forma una de las burbujas especulativas más grandes de la historia, en
donde los precios de los bienes inmobiliarios subían y subían, dejando atrás cualquier
relación con la realidad de sus valores fundamentales.
A este tipo de proceso se le conoce como un esquema Ponzi, y funciona siempre que
los precios no dejen de aumentar. Sin embargo, todo lo que sube tiende a bajar, y
fue así que la burbuja finalmente estalló. Conforme los precios de las casas comenza-
ron a disminuir, muchas familias se encontraron en una situación denominada como
bajo el agua9 o de hipotecas sobrevaloradas, en donde el valor de la deuda contraída
superaba al de la casa, aumentando con ello la probabilidad de declararse insolvente.
Por su parte, las casas embargadas por los bancos representaban un aumento signi-
ficativo en la oferta, lo que a su vez propició que los precios bajaran más, y con esta
Hagamos nuevamente una analogía del problema de la deuda con la economía fami-
liar. Digamos que contratamos una deuda para pagarnos los estudios universitarios.
Muy probablemente se tratará de una deuda cuyo tamaño es imposible de pagar
como estudiantes, pero que podría representar un gasto mínimo para el salario que
recibiremos una vez que terminemos nuestros estudios y consigamos un empleo de
nuestra cualificación. Siempre que vayamos ascendiendo y aumentando nuestros
ingresos, será cada vez más fácil pagar esa deuda.
Este fue el cálculo implícito que hicieron las economías como la griega. La historia,
como sabemos, no fue color de rosa, sino más bien de color rojo sangre. Deudas y
déficits que parecían estar bajo control se encontraban realmente muy susceptibles
a explotar en la primera sacudida, pues la crisis económica trae consigo dos grandes
problemáticas. Primero, la recesión activa a los estabilizadores automáticos, como el
seguro de desempleo, lo cual aumenta el gasto público aun sin la intención de hacerlo.
Segundo, y dado que los niveles de deuda siempre se miden como ratios con respecto
al Producto Interior Bruto (PIB), cuando el denominador disminuye el ratio aumenta.
Los casos anteriores representan una perfecta analogía de lo que les sucedió a las
deudas de muchos países del mundo. Casos como el griego reflejan situaciones de
endeudamiento que no representaban un problema serio, siempre que la economía
siguiera creciendo. Las administraciones griegas de los últimos veinte años que crea-
ron este problema seguramente no tenían la intención de tener a su país rogándole a
Bruselas y al Fondo Monetario Internacional por un paquete de ayuda financiera. De
igual forma, los directores de seguridad social de un país no tienen la intención de
llevarle a la quiebra. Las acciones observadas y los fríos datos apuntan hacia decisio-
nes que fueron tomadas bajo un esquema de eterno crecimiento, como si no hubiera
existido un plan B para cuando las cosas no fueran tan bien.
Por otra parte, el resto del mundo tiende a medir los efectos de la incertidumbre cau-
sada por la deuda pública en Europa a través de la valoración de su moneda común,
el euro. En particular en fechas recientes, cada vez que la Unión Europea titubeaba
en su posición acerca de cómo rescatar a Grecia de la bancarrota, el euro se depre-
ciaba, llegando a uno de sus menores niveles en 3 años a principios del mes de abril,
cuando el paquete de ayuda financiera se veía menos claro.
1,7
Tipo de cambio (dólares por euro)
1,6
1,5
1,4
1,3
1,2
1,1
0,9
0,8
0,7
19 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20
99 00 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10
El prototipo de crisis que se manejaba en los albores del euro concebía más bien a
un país mediterráneo viviendo una crisis no sistemática. Por ende, podemos enten-
der un cierto grado de empatía por el caso griego. La crisis actual ha impactado de
forma contundente a todos, tanto a alemanes y suecos como a griegos y españoles.
Las graves circunstancias resultantes de tan magna crisis hicieron que prácticamente
todos los países sobrepasaran sus límites de endeudamiento y déficit gubernamental
y por este motivo, el año pasado no se distinguió por ser un año de prudencia fiscal.
No toda deuda pública representa un problema para los gobiernos que la contraen.
Como ya hemos establecido anteriormente, una nación en continuo crecimiento
puede darse el lujo de endeudarse, pagando la deuda cuando hacerlo signifique
un mínimo esfuerzo para una economía más grande y fuerte. Finalmente, la deuda
de un país sólo puede pagarse de forma sostenible con la generación de superávits
gubernamentales.
Es así que países que en el pasado se han enfrentado a problemas de inminente insol-
vencia, tales como México (1995), Tailandia (1997-1998) y Argentina (2001), se han
visto en la necesidad de subir sus tipos de interés a niveles estratosféricos para salir
de un aprieto. México, por ejemplo, aun y con la ayuda de préstamos por parte de
los Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional (FMI), vio sus tasas de interés
pasar de 18% a 36% en cuestión de una semana y de 14% a 75% en cinco meses.
Incrementos en la tasa de interés de tal magnitud, particularmente en tiempos difíci-
les, traen consigo otros problemas en la economía, tales como una mayor insolvencia
El caso de Grecia es en este sentido diferente, pues la deuda contraída es en una mo-
neda que no pueden devaluar, el euro. A diferencia de los casos anteriormente des-
critos, Grecia no se puede dar el lujo de depreciar el euro, y en particular no puede
permitirse aumentar sus tasas de interés a la hora de refinanciar la parte de su deuda
que vence, pues esto le impondría un coste de la deuda aún mayor sin la ventaja de
una deuda residual devaluada. En su proceso de endeudamiento, Grecia contó con
la ayuda de pertenecer a la UE, que en más de una ocasión le proporcionó acceso a
tasas de interés menores a las que hubiera podido acceder por sí sola. El lado oscuro
de la moneda, que al parecer Grecia no pudo ver, es que la deuda que estaba contra-
yendo estaba denominada en una moneda sobre la que no tienen control.
10 http://www.bde.es
11 http://europa.eu/legislation_summaries/economic_and_monetary_affairs/introducing_euro_practical_
aspects/l25009_es.htm
Fuente: Elaboración propia a partir de información extraída del Boletín Estadístico del Banco de España.
Unidades: Miles de € y porcentajes horizontales.
Sin embargo, estos niveles de deuda y distribución entre niveles administrativos no han
sido siempre así. Como puede deducirse si se sigue el progreso de las cifras presenta-
das en la Tabla 2, la distribución de la deuda de las administraciones públicas entre
los tres niveles de gobierno ha cambiado sustancialmente en los últimos veinte años,
perdiendo terreno la Administración Central frente la Autonómica. En 1990, la deuda
de las CCAA representaba el 4,3% de la deuda total de las Administraciones, siendo
incluso menos importante que la de las Corporaciones Locales (9,4%). Actualmente,
tanto el Estado como las Corporaciones Locales han perdido importancia dentro de la
distribución de la deuda pública mientras que a nivel autonómico esta importancia se
ha multiplicado algo más que por tres y representan en 2009 el 15,4%.
FIGURA 4
100.000.000
Deuda Total y Administación Central
y Corporaciones Locales
80.000.000
70.000.000
400.000.000
60.000.000
300.000.000 50.000.000
40.000.000
200.000.000
30.000.000
20.000.000
100.000.000
10.000.000
0 0
19 19 19 19 19 20 20 20 20 20
90 92 94 96 98 00 02 04 06 08
Fuente: Elaboración propia a partir de información extraída del Boletín Estadístico del Banco de España.
Considerando que la población en España en 2009, según las cifras oficiales que
proporciona el Padrón Municipal, es de 46.745.807 personas y tomando en cuenta
el nivel de deuda pública de la AAPP a finales del año pasado, se puede deducir que
la deuda pública total por habitante en 2009 es de 11.972€ o casi 12.000€, es
decir, dos millones de las antiguas pesetas.
12 Según cifras oficiales de la Contabilidad Nacional Trimestral de España al último trimestre de 2009
Deuda Deuda
2006 2009 Crecimiento
por hbte. por activo
(miles de euros) (miles de euros) 2006-2009
2009 (euros) 2009 (euros)
CASTILLA-
1.542.987 4.074.400 164,1% 1.958 4.164
LA MANCHA
CASTILLA
1.797.699 3.227.044 79,5% 1.259 2.735
Y LEÓN
COM.
10.936.197 14.329.551 31,0% 2.813 5.583
VALENCIANA
EXTREMADURA 784.232 1.085.746 38,4% 985 2.231
Fuente: Elaboración propia a partir de información extraída del Boletín Estadístico del Banco de España.
LA RIOJA
PAÍS VASCO
CASTILLA-LA MANCHA
BALEARES
MURCIA
CATILLA Y LEÓN
NAVARRA
CANTABRIA
ARAGÓN
CATALUÑA
CANARIAS
TOTAL NACIONAL
ASTURIAS
EXTREMADURA
GALICIA
ANDALUCÍA
COM. VALENCIA
MADRID
20 40 60 80 10 12 14 16 18
0, ,0 ,0 ,0 ,0 0, 0, 0, 0, 0,
0% % % % % 0% 0% 0% 0% 0%
Fuente: Elaboración propia a partir de información extraída del Boletín Estadístico del Banco de España.
No obstante, y según el criterio que utilicemos, unas CCAA destacan más que otras.
Si, por ejemplo, consideramos la tasa de crecimiento que experimentó la deuda emi-
En términos per cápita, Baleares, Cataluña y Comunidad Valenciana son las que
destacan por presentar las mayores cargas por habitante del total de CCAA mientras
que Asturias, Extremadura y Murcia son las que menor deuda pública por habitan-
te registran, con niveles por debajo de los 1.000€.
13 http://www.cotizalia.com/en-exclusiva/moodys-situa-cataluna-rating-deuda-espana-20091218.html
Crecimiento
2003 2009
2003-2009
Fuente: Elaboración propia a partir de información extraída del Boletín Estadístico del Banco de España.
Unidades: miles de euros.
FIGURA 6
85,5%
80,0%
75,0%
70,0%
65,0%
60,0%
19 19 19 19 19 19 20 20 20 20 20 2 2 2 2 2
94 95 96 97 98 99 00 01 02 03 04 005 006 007 008 009
Fuente: Elaboración propia a partir de información extraída del Boletín Estadístico del Banco de España.
Otra peculiaridad que revela el análisis de estas dos categorías de CCLL es que sus
crecimientos para el periodo bajo análisis así como sus contribuciones al aumento
experimentado colocan a los Ayuntamientos como protagonistas en este proceso.
No sólo la deuda de este grupo de CCLL creció a tasas significativamente mayores a
las de Diputaciones, Consejos y Cabildos sino que la contribución de los Ayunta-
14 Se ha elegido como punto de referencia 2003 ya que es a partir de ese año cuando la deuda emitida
por las Corporaciones Locales registra un despegue significativo con respecto a su evolución en años an-
teriores.
Uno de los primeros rasgos es la mayor tasa de crecimiento que presenta la deuda
pública de las capitales de provincia (86%) respecto al correspondiente ritmo
mostrado por el resto de Ayuntamientos (42,2%). De forma similar, si uno analiza
la contribución que cada una de estas dos categorías ha tenido en el aumento de
deuda pública de los Ayuntamientos entre 2003 y 2009, es fácil darse cuenta que las
capitales de provincia fueron responsables de más del 60% de este aumento.
Sin embargo, si hay algo que se distingue del desglose por capitales de provincia
de más de 500.000 habitantes es el protagonismo de Madrid capital. Su deuda ha
crecido en un 364,6% entre 2003 y 2009 (de 1.455 millones de euros en 2003 a la
actual cifra de casi 6.800 millones de euros). En tan sólo 6 años, el Ayuntamiento de
Madrid ha multiplicado su deuda por casi 4,7. De hecho, si uno compara el nivel de
deuda de Madrid con la deuda total de Ayuntamientos en 2009 puede darse cuenta
de que casi una cuarta parte de la deuda de los ayuntamientos está en manos
del consistorio madrileño. En otras palabras, uno de cada cuatro euros de deuda
emitida por Ayuntamientos ha sido emitido por Madrid.
Por su parte, y aunque con un aumento destacable de su nivel de deuda pero lejos
del crecimiento experimentado por Madrid, el Ayuntamiento de Málaga registra un
ritmo de crecimiento en su deuda superior al 100% (112,5%). El resto de capitales de
provincia con población superior a los 500.000 habitantes presentan crecimientos en
línea y por debajo de los experimentados por el conjunto de CCLL. Llama la atención
De forma similar al caso de las CCAA analizado previamente, resulta interesante el he-
cho de que a mediados de abril de 2010, otra de las agencias calificadoras de crédito
(Standard & Poor’s) recortaba el rating sobre la deuda del Ayuntamiento de Madrid
debido «al sobreendeudamiento estructural que soporta»16. De igual forma, en fe-
brero de 2010 esta misma agencia calificadora rebajó el rating del Ayuntamiento de
Málaga llevándolo de una posición estable a una negativa17.
En esta discusión nos queda una importante área por abordar, la cual tiene que ver
con el cómo se tomaron las decisiones que hicieron que la deuda pública llegara a
tomar un papel crucial en la recuperación de la actual crisis económica. Queda claro
que, de forma general, la deuda es simplemente el reflejo de la intención del
estado moderno de suavizar el ciclo económico, de fomentar el crecimiento y
de proporcionar a sus ciudadanos con un mejor nivel de vida. Menos claro es el
razonamiento de cómo controlar y coordinar los intereses encontrados a todos los
niveles de Administración pública sobre el apropiado manejo de las finanzas del Esta-
do, tanto entre el corto y el largo plazo, como entre un país comunitario y la Unión
Europea y entre un país y sus distintas regiones y divisiones políticas y económicas.
16 http://www.cotizalia.com/noticias/deuda-Ayuntamiento-madrid-observa-tension-20100413.html
17 http://ecodiario.eleconomista.es/espana/noticias/1898810/02/10/Economia-SP-rebaja-el-rating-del-
Ayuntamiento-de-Malaga-de-perspectiva-A-Estable-a-A-Negativo.html
La crisis financiera que inició en 2007 y cuyas repercusiones nos siguen afectando día
a día, nos ha enseñado cuán interconectado está el mundo del siglo XXI. La decisión
de comprar una casa en Las Vegas o en Madrid se convirtió en una discusión acerca
del déficit comercial entre China y los Estados Unidos, o de cuál es la correcta regu-
lación de los mercados financieros internacionales, o de cómo deben interactuar los
gobiernos soberanos de la Unión Europea.
Castilla-La Mancha y La Rioja han visto crecer sus deudas entre 2006
y 2009 casi 175%. Por su parte, la tasa de crecimiento de la deuda de
País Vasco ronda niveles de 165%. Estos casos saltan a la vista cuando
se compara con el resto de comunidades que presentan crecimientos
significativamente menores.
Los Ayuntamientos son los responsables del 93% del aumento de deu-
da en Corporaciones Locales.
Artis, M. y F. Nixson (2007). The Economics of the European Union. Policy and
Analysis. Oxford University Press, New York. ISBN 978-0-19-929896-9.
Velasco Pérez, Rogelio (1999). «La deuda pública en las Comunidades Autó-
nomas», Auditoría Pública Nº 17, Junio 2009.