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Breve historia de la quema de libros

(elultimolibro.net)
1.

Desde el siglo III antes de nuestra era hasta la actualidad, la quema de libros ha sido
utilizada repetidamente como una herramienta por parte de las autoridades tanto
políticas como religiosas para suprimir opiniones discrepantes que son vistas como una
amenaza para al status quo. Estas prácticas están vinculadas con el fanatismo ideológico
y suelen acompañar a conflictos bélicos y revueltas.

Las quemas de libros suelen realizarse en público, sin embargo es común que esto
provoque justamente lo contrario de lo que se busca y se de una gran publicidad a los
libros que se quería hacer desaparecer, del mismo modo que cuando la iglesia
recomienda a sus fieles no leer un libro, este se dispara en ventas. Es por este motivo
que muchas quemas de libros también se han hecho en privado. Cuando los libros son
retirados y almacenados en privado por las autoridades, puede no ser quema de libros
literal, pero la destrucción del legado cultural e intelectual es la misma.

Este tipo de censura puede aplicarse no sólo a libros, también a cualquier forma de arte
y de almacenamiento de cultura: dibujos, estatuas, grabaciones, páginas de internet. Y
es que cuanto más y más variado se lee, más se piensa, algo que desde el poder con
frecuencia se ha intentado impedir.

En el siglo en que vivió Enrique de Villena apenas habría teólogo, que abriendo un
libro donde hubiese algunas figuras geométricas, no las juzgase caracteres mágicos, y
sin más examen le entregase al fuego... un francés, llamado Genest, viendo un
manuscrito donde estaban explicados los Elementos de Euclides, por las figuras que
tenía se imaginó que era de nigromancia, y al momento echó á correr despavorido,
pensando que le acometían mil legiones de demonios, y fue tal el susto, que murió de él.
Fray Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro, Obras escogidas, 1863, p. 317-8.

Una de las primeras quemas de libros de las que se tiene constancia fue realizada por el
primer emperador de China, Qin Shi Huang, perteneciente a la dinastía Qin (221-206
aC). Fue el responsable de la unificación de China al absorber varios reinos colindantes
al suyo. Tras la unificación se pasó de una organización feudal a un estado centralista,
convirtiendo en estándares para toda China las costumbres e ideales de su anterior reino
de Qin: se unificó la moneda, la escritura, el largo del eje de las ruedas para facilitar el
transporte y también eliminó todas las fortificaciones que antes habían separado los
reinos.

El miedo a una rebelión hizo que se requisaran todas las armas y se almacenaran en la
capital. Su primer ministro Li Si sugirió eliminar la libertad de expresión y unificar el
pensamiento y las opiniones políticas, justificándolo en que los intelectuales no estaban
de acuerdo con el nuevo gobierno y podían resultar peligrosos.

Empezando en el año 213 aC, se quemaron por decreto imperial todas las obras de las
Cien escuelas del pensamiento, que es como se conocían las distintas escuelas abiertas
entre el 770 y el 221 aC. La única escuela que se salvó fue la que tenía el propio Li Si,
una escuela de filosofía que enseñaba el legalismo, una corriente filosófica opuesta al
confucianismo y que defendía los intereses de los terratenientes y del gobierno, con una
visión materialista del mundo y que buscaba el fortalecimiento del monarca.

Los libros de historia existentes también fueron eliminados y desprestigiados. El propio


Qin Shi Huang reescribió la historia. Cualquiera que discutirese lo que decían los
nuevos libros sería condenado a muerte junto a su familia, si las autoridades
competentes conocían y no denunciaban uno de estos casos también eran condenados y
todos aquellos que no hubieran quemado los antiguos libros tras treinta días a partir del
decreto serían enviados al norte como convictos para trabajar en la construcción de la
gran muralla. Algunos intelectuales y estudiantes de las distintas escuelas que se
opusieron a la quema fueron enterrados en vida, de ahi que se conozcan estos echos
popularmente como la quema de libros y el entierro de eruditos. Las únicas obras
indultadas fueron las de medicina, agricultura y adivinación.

La dinastía Qin duró pocos años y su precipitada caída se atribuyó en parte a estas
absurdas persecuciones. El gobierno de China quedó en manos de la dinastía Han (206
aC - 220 dC), con la que el confucianismo fue revivido y se convirtió en la ideología
oficial del estado imperial. Por desgracia muchas de las otras escuelas de pensamiento
ya habían desaparecido definitivamente.

Otros datos de (posible) interés:

- Los conocidos guerreros de terracota, más de 7000 figuras a tamaño real encontrados
en 1974 cerca de Xi'an, son parte del mausoleo de Qin Shi Huang.

- La dinastía Han, sucesora de los Qin, duró más de 400 años y le siguió el periodo de
los tres reinos. Para saber más sobre la caída de esta dinastía y la siguiente etapa en la
historia de China: Ravages of Time

2.

No se sabe a ciencia cierta como fue la destrucción de la biblioteca de Alejandría,


puesto que hay mucha información contradictoria y no confirmada. Se sabe que hubo
varios accidentes y destrucciones premeditadas de mayor o menor gravedad a lo largo
de la historia.

La antigua biblioteca de Alejandría fue una de las más grandes del mundo antiguo, se
cree que fue fundada a principios del siglo III aC., con el patrocinio de la dinastía
Ptolemaica, bajo el reinado de Ptolomeo I Sóter o su hijo. Fue el foco de la cultura
helénica, se intentó compilar todo el conocimiento de la época, por lo que también atraía
muchos eruditos y se convirtió en la editorial más grande de la antigüedad según
Vitruvio. Se sabe que la biblioteca tenía salas de lectura, salas de discusión, comedores
y jardines para pasear y reflexionar. La primera biblioteca de este tipo con una
colección importante y un modelo que aun hoy en día se puede ver en los campus
universitarios.

La primera gran destrucción de la biblioteca se produjo accidentamente en el año 48


aC., durante un enfrentamiento entre las tropas romanas dirigidas por Julio César y las
egipcias de Ptolomeo XIII dirigidas por Aquila. El líder romano, que se encontraba en
desventaja numérica, encendió un fuego en el puerto de Alejandría para mermar la
posibilidad de movimiento de su rival. El fuego se extendió por la ciudad hasta afectar
la biblioteca.

Posteriormente, en el año 391, el emperador cristiano Teodosio I ordenó la destrucción


de todos los templos paganos, es decir no cristianos. Teófilo de Alejandría, máximo
representante del cristianismo en Alejandría durante esa época de enfrentamiento social
entre cristianos y paganos, descubrió uno de los templos paganos ocultos y lo destruyó,
avivando así los enfrentamientos entre ambos grupos. Estos enfrentamientos acabaron
con la destrucción de parte de la biblioteca.

El final definitivo de la biblioteca llega con la derrota del ejército bizantino y la llegada
de los árabes en la ciudad. El comandante árabe preguntó al califa Umar que debía hacer
con la bibliotea y este respondió: "Esos libros bien van a contradecir el Corán, en cuyo
caso son herejes, o bien van a estar de acuerdo con el Corán, en cuyo caso son
superfluos". Se dice que los árabes utilizaron los libros como combustible para calentar
el agua de los baños de los soldados. Al parecer la biblioteca aun tenía una colección lo
suficientemente grande para alimentar el fuego de los baños durante seis meses. En
realidad parece poco probable que esto sucediera exactamente así y puede que sólo sea
una leyenda o una exageración.

En cualquier caso, la biblioteca se vio mermada por todos estos desastres a lo largo de la
historia y acabó desapareciendo. El desastre no es no saber a quien culpar de su
destrucción, sino toda la historia, literatura y conocimiento antiguo que se perdió con la
biblioteca

3.

En la entrada anterior vimos como el cristianismo ya era al religión oficial del imperio
romano y como el emperador Teodosio I ordenó la destrucción de templos no cristianos
y todo tipo de escritos que no estuvieran de acuerdo con la visión de su religión. Y es
así, de la mano del cristianismo, y con el derrumbamiento del imperio romano, que
entramos en una época de oscuridad que se alargará hasta pasado el siglo XVI en que
poco a poco irá despertando de nuevo la razón. Dejando de lado índices de libros
prohibidos y otros temas, estas son algunas de las cosas que sucedieron en España y las
Américas.

Una de las primeras relaciones entre libros, fuego y cristianismo en España fue un
hecho, cuanto menos, curioso. Tras la reconquista de Toledo (1085) por parte del rey de
Castilla, había una cierta disputa social para saber si los cristianos ibéricos debían seguir
los ritos romanos o los tradicionales ritos mozárabes (es decir de los cristianos que
vivían en el reino musulmán de Al-andalus). Tras varias disputas se decidió echar al
fuego un libro perteneciente a cada rito, el que tardara más en arder sería el elegido. El
libro romano ardió rápidamente, mientras que el toledano salió con escasos daños.
Como comenta Henry Jener en la enciclopedia católica: Nadie que haya visto un
manuscrito mozárabe con su sólido cuero tomará estos hechos como una hipótesis de
intervención divina.

Las primeras quemas de libros auténticas empezaron a llegar hacia el final de la


reconquista y especialmente tras la caída del reino de Granada, el último en manos de
los musulmanes. Ya en 1480, Torquemada promovió la quema de libros no cristianos,
especialmente el Talmud judío y todo tipo de literatura árabe. En 1490 un gran número
de biblias judías y otros libros judíos fueron quemados públicamente a instancia de la
inquisición. En 1499 alrededor de 5000 manuscritos mozárabes fueron consumidos por
las llamas en la plaza mayor de Granada por orden del arzobispo de Toledo, Ximénez de
Cisneros. A comienzos del siglo XVI los árabes que vivían en la península tuvieron que
entregar todos sus libros a las autoridades, siéndoles devueltos todos los que versaban
sobre medicina, filosofía o historia, y quemando el resto. Gran cantidad de poesía árabe
ardió por su supuesto simbolismo erótico homosexual.

A lo largo del siglo XVI siguieron llevandose a cabo estas ceremonias, sin pausa y
aplicadamente. Desde el Vaticano se publicaba el índice de libros prohibidos, pero aquí
en España la censura llegaba mucho más lejos que este famoso índice. Las bibliotecas
se expurgaron y la industria editorial española estuvo cerca de desaparecer
completamente. España quedo aislada de las ideas e influencias extranjeras y los
españoles cultos se veían privados de escribir.

4.

El poeta germánico Heinrich Heine escribiría en el siglo XIX su famosa frase: Allí
donde queman libros, al final, queman personas, en referencia a estas barbaridades
perpetradas por la inquisición española. Poco sospechaba que menos de un siglo más
tarde sus propios libros arderían a manos de los nazis y harían ciertas sus palabras, de
nuevo.

En América la inquisición no fue menos, se quemaron todo tipo de obras y estudios, en


especial sobre la cultura azteca, por considerados paganos. Destaca el caso del Códice
florentino, la obra de doce volúmenes realizada a lo largo de varias décadas de estudio
meticuloso por el franciscano Bernardino de Sahagún en México. Es una de las fuentes
de información más importantes acerca de la cultura y la sociedad Azteca, pues es
previa a la conquista española y está escrita en lenguaje Náhuatl. Cuando Sahagún
volvió a España en 1585, sus manuscritos originales, fueron confiscados y
desaparecieron para siempre, incluyendo las transcripciones de muchas entrevistas con
fuentes indígenas y otros materiales que no fueron incluidos en la edición publicada del
códice.

5.

Hoguera de las vanidades, del italiano Falò della vanità, es un termino que hace
referencia a la quema de objetos considerados como fuente de pecado. El iniciador de
este tipo de hogueras fue San Bernardino de Siena durante la primera mitad del siglo
XV, al cual podemos ver en el relieve de la imagen, organizando una de dichas
hogueras.

La más famosa de estas hogueras ocurrió el 7 de Febrero de 1497 en Florencia, cuando


partidarios del sacerdote Girolamo Savonarola recolectaron y quemaron públicamente
miles de objetos, principalmente libros, cuadros, esculturas, cosméticos, espejos,
vestidos, juegos de cartas y instrumentos musicales.

El objetivo era eliminar cualquier objeto que pudiera inducir al pecado o que atentaran
contra la moral cristiana. Algunas de las obras que ardieron fueron los libros eróticos
de Boccaccio, los manuscritos de canciones seglares (no religiosas), estatuas de la
antigüedad clásica o los cuadros sobre mitología clásica de Botticelli. De hecho este
último era un fiel seguidor de Savonarola y estuvo presente en muchas de las quemas
públicas que este organizaba.

A modo de metáfora, este ritual dio título a la novela de Tom Wolfe, La hoguera de las
vanidades, de 1987, y posteriormente a su adaptación fílmica

6.

En 1789 estalló la revolución francesa, un conflicto que enfrentó a partidarios y


opositores del Antiguo Régimen. Se inició una etapa muy convulsa en que se pasó por
todo tipo de sistemas socio-políticos en pocos años, monarquía absolutista, monarquía
constitucional, gobierno popular, gobierno burgués y para poner el lazo un golpe
militar.

Pero lo cierto es que esa revolución acabó con las bases del sistema monárquico, más
allá de sus últimos estertores, derrocándolo con un discurso que lo volvió ilegítimo
(aunque en otras partes aun se arrastre). Gracias a Voltaire, Rousseau o Montesquieu
se expusieron varias ideas fundamentales para permitir el cambio de visión: libertad
política, fraternidad, igualdad, el rechazo al derecho divino de los reyes, rechazo a las
clases sociales y una sociedad dividida, eliminación de los poderes y privilegios
eclesiásticos, la separación de poderes del estado, etcétera. Todas estas ideas fueron
minando el prestigio de las instituciones del antiguo régimen que acabaron
desplomándose por su propia rigidez.

Con la formación de la asamblea popular aparecieron distintas facciones, que por la


situación de los asientos que ocupaban dentro de dicha asamblea recibieron, por primera
vez en la historia, los nombres de derecha e izquierda. Entre los grupos de derecha
había quienes se oponían a la revolución (el aristócrata Jacques Cazales y el abad Jean-
Sifrein Maury), otros querían el establecimiento de un régimen parecido al británico (el
conde Jean Mounier y otros nobles), y entre los de izquierda había los favorables a una
revolución moderada (Mirabeau, Lafayette o Bailly) y los partidarios de una revolución
más radical (Robespierre y los jacobinos).

Tras muchos tiras y aflojas, el poder cayó en manos de estos últimos en 1793, que
liderados por Robespierre desataron lo que se conoce como el Reinado del terror
(1793-1794). Las guillotinas no daban abasto, el primer año pasaron por ellas los
cuellos de todos los que eran sospechosos de ser contrarrevolucionarios. Los cálculos
totales de víctimas varían mucho, pero se cree que fueron entre 10000 y 40000. El
siguiente año Robespierre amplió el espectro y empezó a guillotinar también los
jacobinos que no pensaban exactamente como él; los ultra-radicales y los jacobinos más
moderados.

La iglesia, como institución fuertemente ligada al Antiguo Régimen y conservadora, era


rechazada por los revolucionarios. Robespierre durante el Reinado del terror ordena la
quema de libros que defiendan el catolicismo, el clericalismo o el absolutismo.
Maximiliano Robespierre considera que la mejor forma de defender la razón y los
ideales de la ilustración es quemando librerías, pues en la mayoría de las librerías se
vendían libros católicos y muchas acabaron en llamas. Esta vez allí donde se queman
libros, no se queman hombres, pero si se les corta la cabeza.
Esta locura no duró mucho y en Julio de 1794 la popularidad de Robespierre ya estaba
completamente erosionada y el cada vez más exaltado camino de la revolución se volvió
insoportable. El pueblo da la espalda a Robespierre, que fue derrocado y saboreó su
propia medicina. Aun habría más tiras y aflojas por parte de los distintos grupos para
conseguir el poder, hasta que en 1799, ya de vuelta de su campaña egipcia, Napoleón
dio un golpe sobre la mesa y calmó las cosas en Francia para empezar a liarlas en toda
Europa. Pero eso ya es otra historia

7.

Al finalizar la guerra civil española, en 1939, con la rendición de Murcia, último


reducto de resistencia ante las tropas fascistas, empezó la purga política, cultural e
intelectual en toda España.

Muchos de los intelectuales de España se vieron obligados al exilio, produciéndose un


éxodo masivo de pensadores, artistas y políticos hacia Francia y América. Los que se
quedaron fueron fusilados, o si tuvieron más suerte encarcelados. España se quedó en
un estado de parálisis cerebral.

Uno de los primeros actos organizados por la Falange en Madrid una vez terminada la
guerra fue una quema de libros en la Universidad Central. Así pues, el 30 de Abril de
1939 se celebró lo que se llamó auto de fe para condenar al fuego a los enemigos de
España. Ardieron ese día obras de Freud, Lamartine, Karl Marx, Rousseau, Voltaire,
Sabino Arana, Gorki y muchos otros autores que representaban los peores temores de
los represores: el comunismo, el liberalismo, el separatismo, la poesía, el
anticatolicismo, el marxismo, los modernistas, etc. Curiosamente en el acto participó el
secretario nacional de Educación; Antonio Luna, pues la quema se consideró un
ejercicio educativo. El diario falangista Arriba publicaba el 2 de Mayo un comentario
titulado Letras de humo en que se decía:

Con esta quema de libros también contribuimos al edificio de la España, Una, Grande
y Libre. Condenamos al fuego a los libros separatistas, liberales, marxistas; a los de la
leyenda negra, anticatólicos; a los del romanticismo enfermizo, a los pesimistas, a los
del modernismo extravagante, a los cursis, a los cobardes, a los seudocientíficos, a los
textos malos, a los periódicos chabacanos. En España los hombres jóvenes tienen el
valor de quemar vuestros libros y, sobre todo, de quemarlos sin un gesto de aflicción.

Muchos de estos intelectuales, en sus prisas por salvar la vida, dejaron atrás sus
bibliotecas personales, algunas más voluminosas que otras. Por ejemplo, tenemos el
caso de Pompeu Fabra, principal autor de la normalización lingüística del valenciano,
cuya importante biblioteca personal fue echada a la calle y a continuación convertida en
ceniza por las fuerzas del generalísimo, al grito de ¡Abajo la inteligencia!

8.

Ya hablamos de la conocida frase del poeta de origen judío Heinrich Heme en


referencia a la Inquisición católica: Ahí donde queman libros, terminan quemando
hombres. a día de hoy esta frase está inscrita en una placa en la antigua Plaza de la
Ópera de Berlín, rememorando esa noche del 10 de Mayo de 1933 en que se desató el
bibliocausto.
Ya desde su llegada al poder, el partido nacionalsocialista había estado realizando una
purga entre los círculos intelectuales y académicos. Miles de libros considerados
antigermánicos o de autores judíos iluminaron el cielo nocturno de Berlín ese 10 de
Mayo. En este abanico de autores considerados antigermánicos se incluía desde los que
tenían tendencias políticas contrarias, como comunistas, hasta los pensadores pacifistas
como Arnold Zweig, o simplemente personas favorables del librepensamiento. Entre los
autores judíos no importaba la temática, un libro judío tenía billete dorado con destino
a la hoguera. Voluntarios de la SA y ciudadanos corrientes se encargaron de ir arrojando
los volúmenes a las llamas.

La era de intelectualismo judio extremista ha llegado a su fin. El estallido de la


revolución alemana ha limpiado el camino de los alemanes... el alemán del futuro no
será un hombre de libros, si no un hombre de carácter. Es así como queremos
educaros.
- Joseph Goebbels, en un discurso a los estudiantes de Berlín.

Sigmund Freud, al enterarse que libros suyos habían sido quemados exclamó: ¡Cuanto
ha avanzado el mundo: en la edad media me habrían quemado a mí!. Por desgracia
estos horrores fueron el mal menor dado lo que estaba por venir. Por suerte esta sería la
última gran guerra, o como mucho la penúltima.

Esta quema de libros tuvo consecuencias que se extendieron más allá del régimen nazi,
supusieron la decadencia de Alemania como una nación de ciencia, hasta un total de 24
premios Nóbel de Alemania y Austria emigraron hacia los Estados Unidos, que tras la
guerra y durante toda la segunda mitad del siglo XX pasó a ser la primera potencia
mundial. Pocos intelectuales volvieron a su país tras la guerra, fueron casos
excepcionales Theodor W. Adorno y Max Horkheimer.

Curiosamente al finalizar la guerra, con la ocupación aliada se llevó a cabo una


desnazificación, que debía resultar en la depuración de la sociedad, la cultura, la prensa,
la política y la justicia alemana y austríaca. Millones de ejemplares de una lista de
30.000 libros fueron confiscados y destruidos. El representante de la junta directiva
militar aliada reconoció que "esta orden no se diferenciaba en nada de las quemas de
libros realizadas por los nazis unos años antes".

Este proceso de desnazificación no solo eliminó libros y símbolos. En las tres zonas de
ocupación aliadas se detuvieron decenas de miles de personas, más de 5000 fueron
condenadas, 806 de ellas a muerte, de las cuales 486 llegaron a ser ejecutadas.

Actualmente en alemania aun está censurada toda la simbología nazi. La ley prohibe
exibir públicamente una esvastica, a pesar de que ese símbolo tiene una historia mucho
más larga que la del nazismo y es usada por muchos grupos que nada tienen que ver con
el fascismo. De hecho en la cultura hindu y en el budismo, la esvástica (del sanscrito,
suastika: su = bueno + asti = ser + ik = que continuará existiendo + a = género
femenino. Es decir existencia de algo bueno que no puede ser destruido) ha sido un
elemento decorativo tradicional durante muchos siglos. En occidente este símbolo
difícilmente podrá quitarse alguna vez el estigma que le cayó durante el siglo XX.

9.
Tras ver el fascismo rampante por Europa, toca dar el salto al charco. El 24 de Marzo de
1976 se dio en Argentina el golpe de estado que derrocó el gobierno peronista e iniciaría
el gobierno militar autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983).
Apenas un mes más tarde, el 29 de abril de 1976, Luciano Benjamín Menéndez, jefe del
III Cuerpo de Ejército con asiento en Córdoba, ordenó una quema colectiva de libros,
entre los que se hallaban obras de Proust, García Márquez, Cortázar, Neruda, Vargas
Llosa, Saint-Exupéry, Galeano...

Dijo que lo hacía "a fin de que no quede ninguna parte de estos libros, folletos,
revistas... para que con este material no se siga engañando a nuestros hijos". Y agregó:
"De la misma manera que destruimos por el fuego la documentación perniciosa que
afecta al intelecto y nuestra manera de ser cristiana, serán destruidos los enemigos
del alma argentina".
(Diario La Opinión, 30 de abril de 1976).

Muchos libros ardieron directamente a manos de sus propietarios por miedo a una
represalia por tener una biblioteca que los inquisidores podían calificar como
subversiva. Otro recurso fue tirar libros en inodoros y pozos ciegos o también el
enterramiento.

A principios de 1977, un articulo publicado en la revista Para Ti enseñaba a los padres


con hijos en edad escolar como reconocer la infiltración marxista en las escuelas:

"Lo primero que se puede detectar es la utilización de un determinado vocabulario, que


aunque no parezca muy trascendente, tiene mucha importancia para realizar ese
transbordo ideológico (sic) que nos preocupa. Aparecerán frecuentemente los vocablos:
diálogo, burguesía, proletariado, América Latina, explotación, cambio de estructuras,
compromiso, etc.

Otro sistema sutil es hacer que los alumnos comenten en clase recortes políticos,
sociales o religiosos, aparecidos en diarios y revistas, y que nada tienen que ver con la
escuela.

Asimismo, el trabajo grupal que ha sustituido a la responsabilidad personal puede ser


fácilmente utilizado para despersonalizar al chico.

Estas son las tácticas utilizadas por los agentes izquierdistas para abordar la escuela y
apuntalar desde la base su semillero de futuros combatientes."

El articulo terminaba con un consejo a los padres: "Deben vigilar, participar y presentar
las quejas que estimen convenientes".

Un caso cuanto menos curioso es el que se dio en Chile con Las aventuras de Miguel
Littín clandestino en Chile, este es un libro escrito por Gabriel García Márquez a modo
de reportaje sobre la visita clandestina realizada por el director de cine chileno Miguel
Littín a su propio país tras 12 años de exilio. Augusto Pinochet había publicado una lista
con los nombres de los desterrados a los que no permitía volver a Chile. Miguel Littín
no estaba en ella pero prefirió no arriesgarse; para volver a su país uso un pasaporte, una
profesión y una esposa falsas.
Durante su visita realiza un documental de la vida en Chile bajo la dictadura. Su
presencia en el país es descubierta, pero huye a tiempo mientras la policía le buscaba,
habiendo completado el documental que muestra al mundo la terrible opresión del
régimen y la lucha de la resistencia ante la dictadura. En 1986 se publica el libro y
según reconoció luego el ministerio chileno de interior se quemaron 15000 copias por
orden directa del dictador.

10.

La quema de libros también ha sido un elemento importante en la ficción. Lo primero


que nos viene a la cabeza a todos es la obra de Ray Bradbury, Fahrenheit 451, cuyo
elemento central es justamente la quema de libros e incluso el título hace referencia a la
temperatura en que arde el papel.

En dicha novela nos encontramos con una sociedad distópica donde los bomberos se
dedican a encontrar libros para quemarlos. De forma irónica, en 1967 se publicó una
versión censurada del libro sin notificarse a Bradbury. En ella se eliminaban palabras
como damn o hell (condenado/maldito, infierno) para ser distribuido en las escuelas de
Estados Unidos.

La destrucción de libros será también un elemento importante en otras novelas


distópicas, sin ir más lejos tenemos el Ministerio de la Verdad en 1984 de George
Orwell, que se dedica a destruir sistemáticamente todos los documentos históricos y a
volver a escribirlos continuamente según las necesidades del gobierno en el momento
presente.

Pero no solo en la ficción distópica encontramos el tema de la quema de libros, en el


Quijote de Miguel de Cervantes vemos en el capítulo VI de la novela una selección de
libros de caballería y su posterior quema en un episodio conocido como donoso
escrutinio

En esta entrada repasaremos algunas quemas de libros u otros soportes culturales que
aunque en cierto modo sean poco relevantes no dejan de ser, hasta cierto punto,
graciosas:

1- Primeros libros en Braille: El Braille es un sistema utilizado en todo el mundo para


que las personas invidentes puedan leer y escribir a base de puntos en relieve. Fue
inventado en 1821 por Louis Braille.

En la Escuela para ciegos de París se enseñó el sistema de Braille durante unos años,
pero el director, Armand Dufau, en 1842 descubrió otro método que usaba simples
letras romanas mayúsculas en relieve inventado por el escocés John Alston, y para
favorecer este nuevo método, que le gustó más, decidió quemar todos los libros en
Braille de la escuela y prohibir este método.

Los alumnos invidentes preferían el sistema Braille, así que lo siguieron usando en
secreto, utilizando tenedores o agujas de tejer y enseñando el lenguaje a los nuevos
internos. Cuando el director les descubría les imponía castigos como ser abofeteados o
quedarse sin comida. Los castigos no eran efectivos y los alumnos siguieron usando el
Braille. Finalmente Dufau tuvo que conceder a los estudiantes, desafiantes ante su
autoridad, y se consiguieron libros en Braille de nuevo.

2- Hogueras de cómics en Estados Unidos: Durante los años cuarenta del pasado
siglo, especialmente con la, por aquel entonces, reciente aparición de Superman, los
cómics empezaron a ganar mucha popularidad. Todo lo nuevo y desconocido genera, de
forma natural, miedo en los humanos. Gente con cierta influencia empezó a opinar:

“Mal dibujados, mal escritos y mal impresos -mucha presión para los ojos y los
sistemas nerviosos de nuestros jóvenes- los efectos de estas pesadillas de papel barato
son los de un violento estimulante. Sus colores rojos y negros destrozan el sentido del
color de los niños, sus inyecciones de sexo y violencia hacen que los niños estén
impacientes para recibir más y mejor. Salvo que queramos una generación más feroz y
violenta que la presente, los padres y profesores de América deben unirse para romper
el cómic.”
- Sterling North, crítico de libros en el Chicago Daily News, 8 de Mayo de 1940.
(La verdad, dan ganas de ponerse a leer un cómic)

En 1948 la presión en los medios de supuestos expertos llegó a tal punto que en algunos
lugares del estado de Nueva York, grupos de padres, profesores y sacerdotes
recolectaron cómics y los quemaron públicamente. Las imágenes fueron mostradas en la
prensa nacional, provocando una cadena de hogueras en todo el país.

“Estan llenos de enseñanzas comunistas, sexo y discriminación racial.”


- Harry S. Toy, inspector de la policía de Detroit,
1948. (¡Comunismo! ¡Que viene el anticristo!)

El siguiente año se publicó el libro Amor y muerte, de Gershon Legman, en el que aun
se llegaba más lejos y afirmaba que los cómics entrenaban a los niños para comportarse
como animales, rompiendo su voluntad y distorsionando su visión de la vida real.

El momento cumbre llegó con la publicación en 1954 de La seducción del inocente, de


Fredric Wertham, donde explicaba que en sus estudios había relación entre los cómics y
la delincuencia juvenil. Es lo que se llama culpabilidad por asociación: la mayoría de
jóvenes delincuentes leían cómics... porque la mayoría de jóvenes leían cómics. Pero
según Wertham los cómics eran la causa de que delinquieran.

También argumentó que los cómics daban ideas confusas de las leyes de la física a los
niños... ¡porque Superman volaba! Además los cómics apoyaban la homosexualidad...
¡porque Robin siempre iba junto a Batman! ¡¡Y llevaba las piernas al descubierto!! ¡¡¡Y
a menudo se mostraba con las piernas abiertas!!! Pero la mejor viene ahora: Wonder
Woman les daba a las niñas una idea equivocada de su lugar en la sociedad.

El libro La sedución del inocente causó una investigación del senado, expertos en
delincuencia juvenil y representantes de las compañías de cómics fueron llamados a
declarar. Como resultado el comité del senado aconsejó a las compañías un trabajo serio
de autoregulación, lo que terminó con la creación de la Comic Magazine Ass of
America (CMAA) y la Comics Code Authority (CAA). El sello de esta última estaba
hasta hace poco en las portadas de todos los cómics editados en Estados Unidos que
cumplían con su código moral por lo que seguramente os suene:
A pesar de la tormenta que desató contra los cómics, que acabó con muchas compañías
en la bancarrota, Wertham nunca dio por buena la CCA argumentando que la industria
del cómic no sería capaz de autoregularse. Más en inglés.

3- Más grandes que Jesús:


“El cristianismo pasará de largo... Se empequeñecerá y desaparecerá. No necesito
discutir sobre eso; tengo razón y el tiempo lo probará. Nosotros, ahora, somos más
populares que Jesús; no se quien desaparecerá primero, el Rock and roll o el
cristianismo. Jesús estaba en lo cierto, pero sus seguidores son cortos y ordinarios. Son
ellos, retorciéndolo todo, que lo arruinan.”

Este es una de las declaraciones más controvertidas que realizó el malogrado John
Lennon, publicada en el Evening Standard el 4 de Marzo de 1966. A menudo se le citó
erróneamente como "somos más grandes que Jesús".

Hubo protestas y quemas públicas en masa de sus discos. Miembros del Ku Klux Klan
quemaron una efigie de los Beatles y clavaron discos suyos en una cruz que
posteriormente hicieron arder.

Los Beatles siempre se mostraron desdeñosos ante este comportamiento, señalando que
para quemar esos discos primero tuvieron que comprarlos.

4- Anticristo Potter: El 23 de Diciembre de 2001, ya entrados en el siglo XXI, el


Pastor Jack Brock realizó un discurso en su iglesia en que acusó de plagio Harry Potter,
aludiendo que la vida del mago Harry era una copia del héroe bíblico Jesús. También
acusó los libros de Harry Potter de satánicos porque enseñan brujería a los jóvenes.
Mientras unos pocos quemaban libros en el pueblecito de Nuevo México donde ejercía
el Pastor Jack Brock, una multitud se congregó alrededor protestando por las quemas,
uno de los cuales se disfrazó de Adolf Hitler, para comparar esas acciones con las del
régimen nazi.

“Hay gente que quiere que parezcamos malvados, pero gracias a ellos he podido
difundir la palabra del señor por el mundo.”
- Pastor Jack Brock refiriendose a la gente que protestó por la quemas de libros.
5- La quema sin censura: No todos los libros quemados son una forma de censura, en
la religión Sikh (sijismo), cuando un ejemplar del libro sagrado, el Guru Granth Sahib,
está demasiado dañado para ser usado, se quema en una ceremonia similar a la que se
hace al incinerar una persona muerta. Este ritual se llama Agan Bhet. Los judíos suelen
hacer lo mismo con el Torá, cuando es dañado se entierra en una ceremonia similar que
con un ser humano.

La destrucción del legado cultural no se limita a los libros muchas veces se extiende a
otras formas artísticas.

Un caso único, por su envergadura y por ser reciente, es el de los Budas de Bamiyan,
destruidos por los talibanes en 2001.

Fueron esculpidos en el siglo VI, dentro del estilo que se conoce como grecobudista.
Miden 55 y 37 metros de altura respectivamente. El valle de Bamiyan está ubicado
dentro de la ruta de la seda, una ruta de caravanas que une China e India, una zona con
muchos templos budistas.

En el siglo XII estuvieron en peligro por primera vez, con la conquista musulmana de
Afganistán. Los musulmanes eran fanáticos iconoclastas e intransigentes con los
símbolos budistas, de modo que cortaban las caras y las manos a las estatuas.

Aun así sobrevivieron, más o menos, de una pieza hasta que fueron destruidos en 2001
por orden del líder Mullah Mohammed Omar, después de que el gobierno talibán los
declarara como ídolos, algo estrictamente prohibido por la Sharia. Se usaron disparos de
tanque, cañones anti-aéreos y minas anti-tanque a lo largo de varios meses y luego con
dinamita.

"Este trabajo de destrucción no es tan fácil como la gente quiere pensar. Tú no puedes
bombardear así como así las estatuas, puesto que ambas fueron talladas en un
acantilado, están firmemente pegados a la montaña".
- Qudratullah Jamal, Ministro de Información Talibán.

Posteriormente los talibanes también dijeron que lo habían hecho como represalia por
una oferta de dinero que les hicieron a cambio de mantener y restaurar las estatuas,
cuando ellos dijeron que preferían dinero para alimentar los niños (las armas en el
mercado negro las deben regalar) les respondieron que el dinero sólo era para las
estatuas. También se les ofreció comprar las estatuas con lo que el dinero de la venta se
habría podido usar para cualquier fin, pero no aceptaron

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