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El elefante curioso

Había una vez un elefante llamado Simón. Simón era un elefante muy curioso, siempre hacía preguntas y buscaba respuestas sobre todo lo que le rodeaba. Un día, mientras

observaba a las jirafas en la distancia, se preguntó por qué tenían el cuello tan largo. Esta pregunta lo intrigó tanto que decidió emprender un viaje para descubrir la respuesta.

Simón comenzó su aventura caminando por la sabana. En su camino, se encontró con una tortuga. Simón se acercó y le preguntó:

- Tortuga, ¿sabes por qué las jirafas tienen el cuello largo?

La tortuga, con su voz pausada, respondió

- Amigo, las jirafas tienen cuellos largos para alcanzar las hojas de los árboles altos, así pueden alimentarse de ellas.

Animado por la respuesta de la tortuga, Simón continuó su viaje. Pronto se encontró con una cebra. Le hizo la misma pregunta:

- Cebra, ¿sabes por qué las jirafas tienen el cuello largo?

- Querido elefante, las jirafas tienen cuellos largos para poder ver a lo lejos y detectar a los depredadores antes de que se acerquen, dijo la cebra.

El elefante continuó su camino y se topó con un mono juguetón. Sin dudarlo, le preguntó

- Mono, ¿sabes por qué las jirafas tienen el cuello largo?

¡Hola, elefante curioso! Las jirafas tienen cuellos largos para poder comunicarse con otras jirafas a largas distancias, mediante movimientos y posturas de su cuello, dijo entre risas

el mono.

Simón estaba asombrado por las respuestas que había recibido, pero aún quería saber más. Siguió su camino y se encontró con un león majestuoso. Con valentía, le hizo la

misma pregunta:

- León, ¿sabes por qué las jirafas tienen el cuello largo?

- Querido elefante, las jirafas tienen cuellos largos porque así pueden beber agua de los ríos sin tener que doblar sus patas y exponerse a los peligros.

Lleno de conocimiento, Simón regresó a su hogar en la sabana. Compartió todas las respuestas que había recibido con los demás animales. Y es que, el elefante Simón había

aprendido que cada animal tiene características únicas que los hacen especiales y que todas esas características cumplen una función importante en la naturaleza.

Desde entonces, el elefante curioso y sabio vivió feliz, rodeado de amigos y siempre dispuesto a aprender y compartir su sabiduría.
• Había una vez, en un bosque encantado, un oso llamado Benito que era muy querido por todos los animales del bosque, y ellos

querían hacer algo especial para celebrar su cumpleaños.

• Sin embargo, Benito aquel día no encontró a ninguno de sus amigos. Paseó por el claro del bosque, por la charca de las ranas

cantarinas, por el rincón de los patos... ¡y nada!

- ¿Dónde se habían metido todos?, es mi cumpleaños y no tengo a nadie con quien celebrarlo, se lamentó Benito.

• Sin embargo, no imaginaba lo que estaba ocurriendo. El conejo saltarín, la ardilla juguetona y el pájaro cantarín se habían

reunido en secreto para planear una fiesta sorpresa. Cada uno de ellos tenía una tarea especial. El conejo se encargaría de

decorar el claro del bosque con flores coloridas y globos brillantes. La ardilla prepararía deliciosas nueces y bayas para que

todos disfrutaran, y el pájaro se encargaría de llevar la noticia a todos los animales del bosque.

• El día de la fiesta, el sol brillaba en el cielo y los animales se reunieron en el claro del bosque. La tortuga llegó primero, seguida

por la liebre veloz y el zorro astuto. Luego llegaron el venado majestuoso, la mariposa delicada y el búho sabio. Todos estaban

emocionados y esperaban impacientes la llegada de Benito.

• Finalmente, los animales escucharon el ruido de las pisadas del oso. Benito caminaba a pasdo lento, cabizbao y triste, pero

cuando llegó de nuevo al claro del bosque, todos los animales gritaron:

• - ¡Sorpresa! ¡Feliz cumpleaños!


La casa de Dorita

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