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La península itálica penetra en el mar Mediterráneo, acercándose al continente africano. Esta ubicación tuvo gran
importancia estratégica a lo largo de toda su historia. De esta manera, “divide” en dos zonas al Mediterráneo.
Está rodeada por los mares Adriático al este, Jónico al sudeste y Tirreno al oeste. A su alrededor hay islas, como
Sicilia al sur y Cerdeña y Córcega al oeste. La península tiene dos cadenas montañosas : Apeninos y Alpes,
surcados por numerosos ríos que forman pequeños valles fértiles aptos para el cultivo.
Los pueblos itálicos
La historia de la Antigua Roma se inicia con el surgimiento de la ciudad, en el siglo VII a.C., (o si tomamos
el origen mítico, el 753 a.C.) y concluye con la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 d.C.
De acuerdo a la forma de organización política que adoptaron los romanos, los historiadores definen tres
etapas en su historia: la monarquía, que se inicia con el surgimiento de la ciudad en el siglo VII (desde el
punto de vista histórico) o en el VIII (desde el punto de vista mítico) hasta el año 509 a.C., cuando empieza
la república, hasta el año 27 a.C., cuando comienza el imperio que va a extenderse hasta el año 476 d.C. con
la caída del Imperio Romano de Occidente.
La Roma monárquica (siglo VIII o VII al 509 a.C.)
Desde su fundación, Roma fue una pequeña ciudad-estado, gobernada por un rey cuyo
poder estaba limitado por los patricios, que eran los terratenientes de la ciudad.
La Monarquía romana es un periodo muy poco conocido de la Historia de
Roma debido a la oscuridad de sus fuentes y al necesario apoyo en la
Arqueología para poder reconstruir los acontecimientos de la época.
La tradición cuenta que hubo siete reyes, (los cuatro primeros latinos y los tres últimos
etruscos) desde Rómulo hasta Tarquinio el Soberbio. La institución más poderosa
durante este periodo era la del rey, sobre todo en lo que se refiere a poder militar. Al
fin y al cabo, el término rex viene de regir o guiar en relación a las tropas.
Durante la monarquía, los patricios fueron un grupo social privilegiado. Eran los
propietarios de las tierras más aptas para la agricultura y poseedores de los cargos de
gobierno. Estaban organizados en clanes, grupos de familias emparentadas, cuyos
jefes integraban el Senado, que era una asamblea que elegía al rey y lo aconsejaba.
Además, los patricios integraban la Asamblea o Comicios de las curias (una curia era una agrupación de diez clanes) que
tenía la función de declarar la guerra y la paz.
Hacia el 509 a.C., Roma fue liberada del dominio de los reyes etruscos gracias a un levantamiento antimonárquico de los
nobles o aristócratas que derrocaron al ultimo rey, Tarquinio el Soberbio e instalaron un nuevo sistema de gobierno: la
República.
Las instituciones políticas de la monarquía y la república
Eran elegidos por el Senado
Reyes
Era una asamblea formada por los varones
Monarquía ancianos de las familias aristocráticas
(630 a.C. – 509 a.C.)
Senado Representaba los intereses de la aristocracia
Los patricios eran una nobleza que concentraba el poder económico, político, social y religioso. Podían elegir y
ser elegidos para cargos públicos y elaboraban las leyes a su conveniencia. La nobleza patricia constituía un
estamento cerrado. Fuera de los miembros de las familias mas ilustres no se podía acceder a ser patricio. En el
ámbito económico, los patricios debían su supremacía a sus propiedades agrícolas, que debían incluir una parte
considerable del territorio romano, así como sus grandes rebaños.
La organización social romana
Plebeyos: el otro estamento en la sociedad temprano-romana, era la plebe (“multitud” “muchedumbre”, en latín
“plebs”), la gente común de condición libre que era al mismo tiempo una parte de la población del estado (populus).
Los plebeyos disfrutaban del derecho de ciudadanía como los patricios pero no tenían sus privilegios: entre otras
cosas, no podían ejercer cargos públicos y solamente les estaba permitido casarse con otros plebeyos. Eran campesinos,
comerciantes o artesanos.
Clientes: Entre las capas mas pobres del estamento plebeyo se encontraban los llamados “clientes”, campesinos
empobrecidos que para subsistir se convertían en fieles sirvientes de algún noble patricio y, a cambio, recibían del
noble (patronus) protección y una pequeña parcela donde cultivar junto con su familia. El “cliens” (de “cluere” que
significa “obedecer a alguien”) establecía una relación de fidelidad (fides) con el noble rico y poderoso, lo que le
obligaba a la prestación de una serie de servicios de naturaleza económica y moral. Los clientes podían liberarse de los
lazos que le unían a un noble (por ejemplo, por su muerte, sin dejar herederos) y así unirse a la plebe.
Esclavos: En los primeros tiempos de la monarquía y la temprana república, el esclavo era considerado como una
propiedad de su dueño y carecía de derechos personales; era un objeto de compra y venta y por eso se le
identificaba no solo como servus sino también como mancipium (posesión).
Hasta el siglo IV a.C. había dos formas principales de esclavizar a un hombre libre: una era la posibilidad que tenía el
padre de una familia empobrecida de vender a alguno de sus hijos como esclavo. La otra era la esclavitud por deudas
que ya existía en la Grecia Antigua.
Cuando los romanos realizaban sus campañas militares, capturaban gran cantidad de prisioneros de guerra que eran
incorporados al trabajo como esclavos. Así, hacia el siglo II a.C., el esclavismo ya se había transformado en el modo de
producción predominante.
La lucha de los plebeyos
Excluidos de la posibilidad de participar en el poder, los plebeyos comenzaron un largo combate para
conseguir la igualdad de derechos y mejorar su situación económica. Estas personas sufrían constantemente
la arbitrariedad de los patricios. Por ejemplo, aquellos que pedían prestamos para resolver problemas
económicos y no podían devolverlos eran obligados a realizar trabajos forzosos o vendidos como esclavos.
Cansados de estos abusos, en el año 494 a.C. los plebeyos se negaron a obedecer a los patricios y se retiraron al
Monte Sacro, en las afueras de Roma, amenazando con fundar una nueva ciudad. Como formaban parte del
ejercito, y en aquel momento el patriciado los necesitaba para llevar adelante la guerra, pudieron hacer oír los
reclamos.
La movilización plebeya fue exitosa ya que,
entre otras cosas, consiguieron que se
abolieran las deudas y se les otorgó el derecho
de elegir a sus propios magistrados (los
tribunos de la plebe) que tuvieran poder de
veto sobre cualquier decisión que afectara los
intereses de la plebe. Recién en el año 451 a.C.
consiguieron que las leyes fueran puestas por
escrito en la llamada Ley de las Doce Tablas,
con las que pudo establecerse, al menos en
teoría, la igualdad política entre los
estamentos.
La expansión militar romana
La expansión militar romana
A partir de mediados del siglo IV a.C., los romanos comenzaron a dominar a los pueblos cercanos a través de
pactos y de conquistas militares. A los pueblos conquistados les permitían mantener sus propios gobernantes, pero
les exigían un tributo y el aporte de soldados para los ejércitos. Mediante esta expansión, Roma fue apropiándose
de nuevas tierras, el ager publicum. Estas quedaban en manos del Senado, ya que era el organismo encargado de
administrar las finanzas públicas.
A medida que el poder de Roma se extendía por la península itálica, comenzó un conflicto con Cartago por el
control del mar Mediterráneo y sus rutas comerciales. Hacia fines del siglo III a.C., los cartagineses dominaban el
norte de África, el sur de España, varias islas y la parte occidental de Sicilia. A partir de entonces, se desarrollaron
entre romanos y cartagineses las Guerras Púnicas, llamadas así porque los romanos denominaban púnicos a los
cartagineses.
La expansión militar romana
Luego de la Primera
Guerra Púnica (264-
241 a.C.), los romanos
adquirieron el control de
Sicilia, Córcega y
Cerdeña.
La Segunda Guerra
Púnica (218-201 a.C.) se
desarrolló en territorio
romano, pero dejó al
imperio cartaginés
debilitado.
Luego de la Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.), los romanos pudieron controlar parte del norte de África y de
la península ibérica. Sobre estas dos regiones siguieron avanzando a lo largo del siglo I a.C.
Por otro lado, hacia 170 a.C. lograron controlar la llanura del río Po. Avanzaron hacia el norte durante el resto del
siglo II y en el I a.C. En el siglo II a.C. también se dirigieron hacia Macedonia y, desde allí, conquistaron Grecia y
los territorios al sur del mar Negro.
El proceso de romanización
Gracias a su expansión, Roma obtuvo riquezas a través del botín de guerra, los tributos (en dinero o en
bienes, como granos) y el control directo de la producción en las tierras públicas y en las minas.
Además, el dominio de estos extensos territorios permitió el surgimiento de circuitos comerciales para el
intercambio de bienes.
Los romanos impusieron sus propios patrones de asentamiento. Fundaron ciudades donde no las había
y repartieron parte de las tierras a su alrededor entre los soldados, que se transformaban de este modo
en campesinos. Allí introdujeron técnicas agrícolas, y especies animales y vegetales llevadas de los
territorios que conforman la actual Italia.
También impusieron sus costumbres, su lengua y su religión, un proceso conocido como romanización.
Este fue otro factor que, junto con la construcción de caminos, facilitó el intercambio y la circulación de
productos, servicios y costumbres. La fundación de ciudades fue un aspecto central de la romanización, ya
que estas adoptaron tanto la arquitectura de Roma como su organización política. A partir del siglo I a.C.,
cada ciudad tenía su propio Senado, llamado curia, y dos cónsules denominados duunviros, cargos
ocupados por hombres originarios del lugar. Además de ser la sede del gobierno local y el lugar desde
donde se controlaban los territorios circundantes, en las ciudades había mercados, que eran los centros
principales para el intercambio comercial.
El proceso de romanización
Si bien en la península itálica los pueblos mantuvieron sus autoridades, el resto de los territorios fueron
divididos en provincias y protectorados. Las provincias estaban bajo el poder de los gobernadores,
enviados desde Roma por el Senado. Los protectorados eran regiones que mantenían a sus propios
gobernantes, pero allí residían enviados romanos que ejercían una fuerte presión sobre sus decisiones.
Para lograr el control del territorio, fue necesario construir infraestructura que facilitara la
circulación de bienes y personas. Los romanos diseñaron una extensa red de caminos que
comunicaban las provincias entre sí y a estas con el centro del imperio. Además, erigieron puentes y
puertos que favorecieron la conexión entre regiones. Otras obras fueron destinadas a la explotación
económica de los territorios bajo su control, como canales de irrigación y acueductos. También
levantaron murallas defensivas. Los romanos se destacaron por el uso de técnicas de construcción,
como el arco y la bóveda, y de materiales sólidos, como rocas, hormigón y cemento, una mezcla de cal,
arena, agua y pequeñas piedras, que fue innovadora por su resistencia y ductilidad. Debido a esto,
realizaron edificios resistentes y duraderos, muchos de los cuales aún están en pie.
El proceso de romanización
Botín de guerra
Expansión Roma obtiene
romana riquezas a
través de… Tributos a los pueblos
conquistados
Control directo de la
Construcción de caminos, producción en las
puentes y puertos tierras publicas
La sociedad romana tal vez haya sido la primera con gran cantidad de esclavos. La expansión militar
permitió la disponibilidad de hordas de cautivos que fueron sistemáticamente esclavizados y
vendidos. Los esclavos eran utilizados en todos los niveles sociales y en todas las actividades
imaginables, excepto como soldados. Se los hacía trabajar en los campos como agricultores y
pastores; en tareas domésticas, como lacayos y sirvientes, y como educadores y nodrizas; en las
funciones administrativas como escribas y notarios; y en el comercio cumplían funciones de
vendedores, banqueros, comerciantes, etc.
También ocupaban cargos de gran responsabilidad como, por ejemplo, administradores de un gran
dominio agrícola ante la ausencia del amo. En el período imperial, los esclavos del emperador
ocupaban importantes funciones de gobierno. El amo podía liberar a sus esclavos, y éstos se
convertían en libertos igualando a los hombres libres en sus capacidades.
Los libertos alcanzaban derechos de ciudadanía reservados a los romanos. A diferencia del esclavismo
americano, donde los esclavos tenían un estigma racial por el color de su piel, en la sociedad romana
era imposible distinguirlos a simple vista de un hombre libre, por lo que una vez liberados, se
integraban socialmente con rapidez ocultando su pasado.
La economía romana
La economía romana
La economía romana se basaba en la producción agropecuaria, favorecida por el clima templado del Mediterráneo
y sus llanuras fértiles. Los principales cultivos, que subsisten hasta hoy, eran los cereales (sobre todo trigo), olivos
y vides. De allí provienen los productos más característicos de la región: panes, vino y aceite (usado como alimento
y combustible para lámparas).
Para cultivar, utilizaban el arado y sistemas de regadío con canales y acueductos. Para aprovechar la energía de
los ríos, diseñaron molinos hidráulicos, utilizados a partir del siglo I a.C. para moler granos. Por otro lado,
rotaban los cultivos: en forma periódica cambiaban el tipo de planta sembrada en una parcela determinada. Sabían
que la siembra prolongada de una misma planta reduce ciertos nutrientes del suelo, y lo vuelve menos productivo.
A lo largo de su historia, los romanos organizaron el trabajo rural de varias formas. Durante los primeros siglos, la
producción estaba a cargo de campesinos dueños de pequeñas parcelas, que habían resultado favorecidos con el
reparto de tierras públicas (tierras del Estado romano, tomadas en las conquistas). Con el trabajo de toda la
familia, y a veces con el de uno o dos esclavos, obtenían lo necesario para la subsistencia.
A partir del siglo II a. C., el uso de mano de obra esclava se extendió en la península itálica. Gracias a las
riquezas obtenidas mediante la expansión militar, ciertos individuos pudieron comprar grandes porciones de tierra,
en las que se necesitaban trabajadores. Esta demanda de mano de obra también fue provista por la guerra: cuando se
conquistaba un nuevo territorio, los soldados enemigos tomados prisioneros eran vendidos como esclavos.
La economía romana
Los esclavos se organizaban en pequeñas cuadrillas de diez integrantes para el trabajo en el campo y no podían
formar familias y estaban sometidos a duros castigos físicos.
La pequeña propiedad rural explotada por familias de campesinos nunca desapareció en Roma. Pero, a partir del
siglo I a.C., se desarrolló una nueva forma de producción agropecuaria, la villa. Esta era una gran extensión de
tierra en manos de un único propietario. Para producir en esta tierra, el dueño de la villa recurría tanto al trabajo
esclavo como al de campesinos, a los que les alquilaba una parcela a cambio de una cuota fija o de un porcentaje de
la producción.
A diferencia de la familia campesina, que producía para su propia subsistencia, los productos de la villa eran
vendidos en los mercados de las ciudades, es decir, sus dueños obtenían una ganancia
Economía Romana se basaba en
Producción Tecnologías
utilizab
agropecuaria an
Rotación de cultivos
1) Guerra civil : se multiplicaron las revueltas militares en el intento de cada legión por imponer su general.
Durante la llamada “anarquía militar” que duró 50 años, se sucedieron veinte emperadores, cada uno de los
cuales fue rápidamente asesinado y reemplazado.
2) Conflictos Sociales: el Imperio aumentó los impuestos que cobraba a los campesinos. En el año 285, en Galia
se produce una insurrección de campesinos pobres, desertores del ejercito y esclavos fugitivos. Con el nombre
de bagaudas, formaron bandas de salteadores y libraron una guerra de guerrillas contra el poder local.
3) Amenazas exteriores: la vigilancia y el control de las fronteras se relajó. En Oriente, los romanos perdieron el
control de buena parte de la Mesopotamia. Por otra parte, los pueblos germanos que vivían en el norte de
Europa, aprovecharon el descontrol del Imperio. Hicieron incursiones en el territorio romano, arrasaron y
saquearon pueblos y ciudades, e incluso llegaron a instalarse dentro del imperio.
El Imperio Romano
Consecuencias
Crisis del siglo III
de la crisis
La economía se ruralizó: las ciudades perdieron importancia económica a diferencia del campo .
Los conflictos militares hicieron inseguros los caminos y dificultaron los intercambios.
La inseguridad creció en las zonas de frontera debido a las incursiones de los bárbaros .
La crisis también afectó la jerarquía social: la sociedad imperial se dividió en solo dos grandes grupos:
a) los honestiores (honorables) que eran los altos funcionarios y terratenientes y b) los humiliores
(humildes) que eran los campesinos y artesanos explotados. Aunque eran ciudadanos, no tenían
privilegios.
El victorioso avance de Hermann,
de Peter Jennsen, retrata el
combate entre germanos y
romanos
La religión romana
Características
1) Los romanos eran politeístas, es decir, creían en la existencias de muchas divinidades
2) Sus dioses eran antropomórficos (tenían forma humana) y estaban asociados con la naturaleza y con las actividades humanas .
Por ejemplo, Ceres era la diosa de la agricultura y por eso era venerada por los campesinos
3) Los romanos interpretaban los fenómenos naturales como una manifestación de la voluntad de los dioses, ya sea que se tratara
de buenas cosechas o de catástrofes, como sequias o terremotos.
4) Hacían un culto privado. Adoraban divinidades propias de cada familia. Las ceremonias se realizaban en el atrium, un espacio
presente en casi todas las casas romanas.
5) En el siglo I comenzó a difundirse una nueva religión: el cristianismo, culto monoteísta que surge en palestina a partir de la
predica de Jesús de Nazaret y de sus apóstoles. Al principio los romanos iniciaron una violenta persecución de sus fieles, que
debían profesar su fe de forma clandestina.
6) Con el tiempo los gobernantes romanos se dieron cuenta de que, pese a las constantes persecuciones y castigos, la fe cristiana
seguía difundiéndose. Por eso, con el objetivo de conseguir el apoyo de todos esos fieles, el emperador Constantino, mediante
el Edicto de Milan, en el año 313, estableció la tolerancia religiosa y acabó con las persecuciones.
7) En el año 380, el emperador Teodosio estableció el cristianismo como religión oficial del imperio
Los pueblos bárbaros
El término bárbaro tenía un origen griego y designaba a los pueblos que hablaban una lengua desconocida para los
griegos. A medida que expandieron sus dominios, los romanos se encontraron con pueblos a los que no lograron dominar y
que se negaban a incorporarse al imperio. Adoptaron entonces el término bárbaros para designar a estas poblaciones con
lenguas, creencias y tradiciones diferentes, a las que consideraban inferiores.
En algunas regiones del imperio, el conflicto con estos pueblos fue constante. Los romanos mantuvieron allí ejércitos que
consumían enormes recursos. Ya desde el siglo III, los principales puntos de conflictos militares eran el límite norte del
imperio, en la frontera delimitada por los ríos Rin y Danubio; África y la región oriental, amenazada por los persas.
Estas presiones se intensificaron a partir de la década de 370, debido a la expansión hacia la actual Europa de un pueblo
nómade y guerrero proveniente de Asia, los hunos. Con su avance, los pueblos germánicos (ostrogodos, visigodos y
vándalos, entre otros) comenzaron a trasladarse hacia el interior de las fronteras romanas. Con el tiempo, las guerras
fueron un esfuerzo insostenible para el Estado romano, ya que los conflictos también dificultaban la recaudación del
tributo que permitía sostener a los ejércitos.
Los germanos ingresan al Imperio
Los germanos ingresan al Imperio
Los romanos denominaban “germanos” a las tribus que habitaban una vasta zona de la zona central y oriental de la actual Europa,
que se extendía al este del río Rhin y al norte del Danubio. Los germanos incluían a godos, francos, alamanes, burgundios,
lombardos y vándalos entre otros. Esos pueblos no estaban organizados en unidades políticas estables, se organizaban bajo el poder
de los jefes de clanes.
Hacia fines del siglo IV, los germanos comenzaron a presionar sobre las fronteras imperiales. Los historiadores no han podido
explicar completamente las razones de ese avance. Algunos señalan como factor muy importante el gran crecimiento de la cantidad
de población registrado por ese entonces que llevó a estos pueblos a buscar nuevos territorios en el interior del imperio para
mejorar sus condiciones de vida. Por otra parte, para la misma época se produjo un lento pero firme movimiento de los hunos, un
pueblo nómada de las estepas centrales del Asia, desde el oriente hacia el occidente. En su traslado hacia el occidente, los hunos
fueron desalojando a los germanos, quienes comenzaron entonces a ingresar en el territorio del Imperio Romano. En este tránsito,
los pueblos germanos se organizaron en unidades políticas más estables y multiplicaron su poder militar.
Esa presión exterior se correspondió con conflictos internos dentro del Imperio. Los más importantes fueron de orden político,
porque las dos mitades del Imperio Romano se hacían cada vez más independientes. Las desinteligencias entre los emperadores de
Oriente y Occidente para tratar el problema de los pueblos germanos profundizaron el conflicto.
La caída del Imperio Romano de Occidente
La última dinastía imperial estable del Imperio Romano fue la de Teodosio I. Este emperador trató de asentar a los germanos
pacíficamente dentro de las fronteras imperiales a cambio de sus servicios militares. Sin embargo, esa política no fue bien
recibida por importantes grupos romanos cercanos al poder, que desconfiaban de la capacidad militar de los germanos y los
consideraban una amenaza.
A la muerte de Teodosio en el año 395, el Imperio se subdividió entre sus dos hijos, y las dos mitades del Imperio tuvieron
evoluciones diferentes.
En el Occidente, la corona imperial perdió progresivamente el control sobre los grandes terratenientes, quienes actuaban
como autoridades independientes dentro de sus dominios. En algunas regiones, el Estado no pudo mantener una presencia
activa y el poder pasó, poco a poco, a manos de las autoridades locales y provinciales, que comenzaron a establecer alianzas
con los invasores germanos. En otras zonas, los bandidos, esclavos fugitivos y campesinos hambrientos formaron bandas,
llamadas bagaudas, que controlaron grandes porciones del territorio.
Los senadores que tenían grandes fortunas no querían pagar los impuestos que el Estado exigía, ni ceder a sus campesinos
para que formaran parte del ejército. Esta situación llevó, lentamente, a una pérdida de poder del Estado central por falta de
recursos económicos.
En el año 410 la ciudad de Roma fue saqueada por las tropas godas, y unos años después los godos establecieron un reino
independiente vasallo de Roma dentro de las fronteras del Imperio, en la zona de Aquitania. Los vándalos ocuparon la
provincia más rica del occidente, África, en el año 435, privando a la corona de importantes recursos.
Los romanos trataron de utilizar el poder de los ejércitos germanos para enfrentar a otros invasores. Así, los romanos
lograron vencer a los hunos en el año 451 con el apoyo de los godos asentados en Aquitania. Sin embargo, unos años después,
en el 476, el último emperador romano fue depuesto por las tropas godas asentadas en el norte de Italia. De esta manera, la
lenta agonía del Imperio Occidental de más de medio siglo tuvo un final formal.
La caída del Imperio Romano de Occidente