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I LA GR O D E LA VIDA

EL M
¿Qué es la vida?
¿Quién la da?
¿Quién la administra?
¿Se puede comprar?
¿Cuánto dura?
¿De quién depende?
¿Cuál es su objetivo?
¿Qué es un milagro?
Cada ser humano es amado profundamente por él, aún antes de
haber nacido, como dice el profeta Jeremías: “antes de haberte
formado en el vientre materno te conocía; antes de que nacieras te
tenía consagrado” (Jer 1,5). Esto significa que ningún ser humano
viene a este mundo por pura casualidad, sino que Dios es quien lo
llama a la existencia. De ahí nuestra concepción sobre la sacralidad
de la vida. 
Esto que profesamos por la fe no es solamente una creencia, la ciencia
genética ha demostrado que la vida humana comienza con la fecundación.
Una vez que se concibe una persona, lo que sigue es un proceso de
desarrollo. De ahí que el concebido tenga su propia carga genética y se vaya
desarrollando, en el vientre de su madre, hasta el momento de su nacimiento.
Y es necesario decirlo, una vez nacido, el ser humano sigue desarrollándose y
evolucionando, es decir, lleva a cabo un proceso continuo durante toda su
vida. Aniquilar este proceso en forma voluntaria, es destruir a un ser humano
por pequeño que parezca. 
La Biblia contiene el precepto milenario de “No matarás”, para
recordarnos que la vida es un don que debemos amar, respetar y
cuidar. Dios es el dueño absoluto de la vida del ser humano. La
vida humana tiene entonces un carácter sagrado e inviolable
porque procede de Dios. El respeto por la vida de los demás es
un límite que nunca debe ser trasgredido. 
También creemos y profesamos que el ser humano inicia sus días en esta
vida terrena pero está llamado por Dios para vivir por toda la eternidad.
De ahí que hablemos de la vida humana en el arco de la existencia
temporal y de la vida eterna que no tiene fin. Por eso, así como tenemos
conciencia de nuestras responsabilidades y de las tareas que debemos
desarrollar en este mundo, también esperamos, que después de esta vida,
llegaremos a la casa del Padre donde hay muchas habitaciones y donde
Jesucristo se nos ha adelantado para prepararnos un lugar (Cfr. Jn 14,
2ss). 
La vida de cada individuo, por condicionada o limitada que parezca, tiene
dignidad y merece nuestro máximo respeto. Todo esto forma parte de la
cultura de la vida que siempre promoveremos. 
El derecho a la vida es un derecho fundamental que se encuentra en la base de
todos los demás derechos humanos.
La vida es un valor y un derecho natural, esencial a todo ser humano,
independientemente de su sexo, poder económico, prestigio o fe. Así lo
expresó claramente el Papa Juan Pablo II en diversas ocasiones: “No se
trata de imponer a los no creyentes una perspectiva de fe, sino de
interpretar y defender los valores radicados en la naturaleza misma del
ser humano.” (NMI 51).
“Trabajar en favor de la vida es contribuir a la renovación de la
sociedad mediante la edificación del bien común. En efecto, no es
posible construir el bien común sin reconocer y tutelar el derecho a
la vida, sobre el que se fundamentan y desarrollan todos los demás
derechos inalienables del ser humano. Ni puede tener bases sólidas
una sociedad que -mientras afirma valores como la dignidad de la
persona, la justicia y la paz-se contradice radicalmente aceptando o
tolerando las formas más diversas de desprecio y violación de la vida
humana sobre todo si es débil y marginada.” (EV 101).
No somos dueños de la vida de los demás. Tampoco somos dueños de
nuestra propia vida para terminar con ella cuando no le veamos
sentido. No hay nada en el mundo capaz de ayudarnos a sobrevivir,
aun en las peores condiciones, como el hecho de saber que la vida
tiene un sentido. Quien sabe encontrarle sentido a su propia vida,
normalmente sabrá encontrar el valor de la vida de los demás.
Con frecuencia advertimos en diversas circunstancias que la vida no
es fácil ni cómoda; pero lo que el ser humano realmente necesita no es
tanto vivir sin tensiones, ya que éstas siempre van a existir, son parte
indispensable de la vida, incluso de la salud mental, según lo afirma
Victor Frankl; lo que realmente importa es esforzarse y luchar por una
meta que valga la pena.
Dios nos concede el día de hoy, con las respectivas bendiciones, la
posibilidad de hacer fructificar el don de la vida en nuestro beneficio
y sobre todo en beneficio de muchos otros. Vivámoslo a lo largo del
día, de manera consciente, generosa y radiante; luego, al fin del día,
reflexionemos lo vivido durante el mismo; todo en gratitud y
alabanza a Dios, que es Padre.
¿QUE ES UN MILAGRO?
El milagro es «un hecho producido por una intervención especial de
Dios, que escapa al orden de las causas naturales por El
establecidas y destinado a un fin espiritual» Es lógico que el
Creador pueda actuar por encima de las leyes naturales creadas por
El mismo, cuando esa actuación no sea contradictoria. Dios no puede
hacer que un círculo sea cuadrado o que lo frío sea a la vez caliente.
Pero puede hacer que lo frío se haga repentinamente caliente o que
se suspenda por un tiempo la ley de la gravedad. Ahora bien, para
realizar esa acción extraordinaria, y tan poco habitual, debe existir un
motivo.
El milagro pasa así a ser signo de algo que Dios quiere
manifestar a los hombres. Los motivos por los que Dios
otorga los milagros al hombre son dos:

1º Para confirmar la verdad de lo que uno enseña, pues las


cosas que exceden a la capacidad humana no pueden ser
probadas con razones humanas y necesitan serio con
argumentos del poder divino.

2º Para mostrar la especial elección que Dios hace de un


hombre. Así, viendo que ese hombre hace obras de Dios,
se creerá que Dios está con él.

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