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Cada vez que una noción se pueda definir de más de una manera, se trata de realizar
una escogencia que no podrá admitirse sin discusión.
ANALITISIDAD, ANÁLISIS Y TAUTOLOGÍA
Admitida una definición, se puede considerar como analítico la igualdad establecida entre las expresiones declaradas
sinónimas; pero. esta analiticidad tendrá, en el conocimiento, el mismo estatuto que la definición de la que depende.
Se ve inmediatamente que si, por juicio analítico, al plantear la igualdad de dos expresiones, se quiere concebir un juicio que
permita sustituirlas, cada vez, una por otra, sin que se modifique el valor de verdad de las proposiciones en las cuales
aparecen estas expresiones, sólo se puede afirmar con constancia la analiticidad de un juicio, sin riesgo a equivocarse, en una
lengua en la cual nuevos usos lingüísticas ya no amenazan con introducirse, es decir, en un lenguaje formalizado, en
definitiva.
Pese a atas restricciones, asistimos, sobre todo en Gran Bretaña, al desarrollo de un movimiento filosófico, iniciado por
Moore, para quien el análisis de las proposiciones constituye la tarea principal.
J. Weston ha podido distinguir tres clases de análisis: material, formal y filosófico.
Los análisis materiales (v. gr.: «A es hijo de B» significa que «A es hijo o hija de B»)
y formal (v. gr.: «El rey de Francia es calvo» equivale a «hay un ser y uno sólo que es rey de Francia y que es calvo»)
permanecerían en un mismo nivel del discurso,
mientras que el análisis filosófico, razón por la cual Stebbing llama direccional " (v. gr.: «El bosque es muy espeso”)
equivale a «los árboles de esta región están muy cerca unos de otros»)- se dirigiría en un sentido determinado: para Stebbing,
conduciría hacia hechos fundamentales; para Wisdom, hacia los datos sensoriales.
Nos parece que las distinciones establecidas por Wisdom ya presuponen una actitud filosófica.
Por el contrario, desde el punto de vista argumentativo, es preciso subrayar que todo análisis es direccional, en el sentido de
que se opera en cierta dirección, cuya elección determina la búsqueda de la adhesión del interlocutor.
ANALITISIDAD, ANÁLISIS Y TAUTOLOGÍA
Todo análisis, en la medida en que no se presenta como puramente convencional, puede ser considerado una
argumentación cuasi lógica, que utiliza definiciones o un procedimiento por enumeración, el cual limita la extensión
de un concepto a los elementos contados.
Por eso, fuera de un sistema formal, el análisis nunca puede ser definitivo ni exhaustivo.
Si el análisis pareciera indiscutible, enteramente asegurado, no se le podría echar en cara que no nos enseña nada
nuevo?
Cualquier argumentación cuasi lógica, cuyo carácter evidente e incluso necesario se reconoce, corre el riesgo así, en
lugar de que la critiquen de débil y no concluyente, de que la ataquen por carecer de total interés, porque no nos
enseña nada nuevo;
semejante afirmación recibirá el apelativo de tautología, en tanto que resulta del propio sentido de los términos
utilizados.
La acusación de tautología equivale a presentar una afirmación como el resultado de una definición, de un
convenio puramente lingüístico, con lo que no nos enseña nada, ni en cuanto a los enlaces empíricos que un
fenómeno puede tener con otros, ni para cuyo estudio seria indispensable una investigación experimental.
Dicha acusación supone que las definiciones son arbitrarias, independientes de la experiencia y están desprovistas
de interés científico.
Pero, en la medida en que no sucede así, en que las definiciones están vinculadas a una teoría que puede aportar
opiniones originales, esta acusación pierde importancia.
ANALITISIDAD, ANÁLISIS Y TAUTOLOGÍA
Hasta este punto Britton asimila ley natural y tautología.
Ofrece el ejemplo de un metal desconocido, definido de nuevo con ayuda de ciertos tests que permiten descubrir su
presencia; posteriormente, lo aíslan y determinan el punto de fusión: incorporan la nueva propiedad a la definición y
aquella adquiere una importancia primordial:
«El gran hallazgo -escribe Britton- se ha convertido en una simple tautología».
Una vez transformada en tautología, la afirmación se integra en un sistema deductivo; puede ser considerada analítica y
necesaria, y ya no parece estar vinculada a los azares de una generalización empírica.
La calificación de tautología, aplicada a una proposición, aísla, así, a ésta del contexto que ha permitido la elaboración de
las nociones sobre las cuales versa.
Cuando se integran estas últimas en el pensamiento vivo que ha autorizado su elaboración, se comprueba que no se
caracterizan por la necesidad propia de un sistema formalizado ni por la trivialidad de la que se les acusa en una discusión
no formal, sino que su estatuto está relacionado con el de las definiciones que les sirven de fundamento.
Cuando, en una discusión no formal, la tautología parece evidente y querida, como en las expresiones del tipo «un duro es
un duro».
«los niños son los niños, se la deberá considerar como una figura.
Se utiliza entonces una identidad formal entre dos términos que no pueden ser idénticos si el enunciado ha de tener algún
interés.
La interpretación de la figura, a la se llama tautología aparente, exige. pues, un mínimo de buena voluntad por parte del
oyente.
ANALITISIDAD, ANÁLISIS Y TAUTOLOGÍA
Las tautologías y las contradicciones tienen un aspecto cuasilógico porque, a primera vista, se trata a
los términos como unívocos, como susceptibles de identificarse, excluirse.
Pero, después de interpretarlos, surgen las diferencias, las cuales pueden ser conocidas previamente a
la argumentación.
En la antanaclasis, ya solo es cuestión de un empleo de la homonimia: